COMISIÓN EPISCOPAL DE RELACIONES INTERCONFESIONALES

"YO SOY EL CAMINO
LA VERDAD Y LA VIDA" (Jn. 14,6)

Mensaje con ocasión de la semana
de oración por la unidad (2001)

1. Con particular afecto, los obispos españoles dirigimos nuestra palabra de saludo a todos los cristianos, católicos y no católicos, que desean la unidad y se preocupan de que esta aspiración se traduzca en una fidelidad al mensaje de Jesucristo, el cual rogó al Padre por la unidad de todos los que crean en su nombre. Saludamos, pues, a todos en el nombre del Señor, que nos ha permitido "pisar" los umbrales del nuevo milenio, un milenio que ha de avanzar en el camino de la recuperación de la unidad eclesial. Este es un camino irreversible, como tantas veces nos ha recordado el Papa, que hemos de recorrer con la mirada puesta en el futuro. Junto al saludo, os dirigimos también una palabra de aliento, porque no faltan obstáculos y cansancios, dificultades e incomprensiones en el camino de la unidad. Deseamos vivamente que estas palabras sean, una vez más, alentadora certeza de que la gracia del Señor nunca nos faltará.

2. Todos sabemos que el ecumenismo nace como respuesta a la voluntad de Dios. Dios quiere ser conocido a través de Jesucristo y de su Iglesia, una y única continuadora de su mediación. Sin embargo, la realidad concreta de nuestra historia eclesial es, lamentablemente, otra. Los cristianos no hemos sido tan fieles al Evangelio y hemos distorsionado la comunidad de la Iglesia por nuestra falta de comunión y de amor. Es verdad que en nuestra historia también se registra el movimiento por la unidad, el ecumenismo, el diálogo entre todos los cristianos que desean vivir en un clima de familia, resolviendo sus problemas de casa en verdadera fraternidad.

Este año recién estrenado, con el que se inicia un nuevo milenio, ha de ser una profesión de fe en el único Señor, camino, verdad y vida, y también el punto de referencia en esa búsqueda de la unidad que todos ansiamos. El lema que para este año ha buscado el Pontificio Consejo para la promoción de la Unidad de los Cristianos y el Consejo Ecuménico de las Iglesias está tomado del Evangelio según San Juan: el evangelista nos presenta a Jesús en los momentos de su partida y en diálogo con los suyos. Quiere la unidad más allá de su ausencia: que podáis estar donde voy a estar yo (Jn 14,3), y quiere también la unidad para que el mundo pueda reconocer así que tú me has enviado (Jn 17,21.23). Después de haber celebrado con júbilo el envío de Jesucristo al mundo hace dos mil años, ahora, fortalecidos en la fe, nos corresponde a todos los cristianos ser los mensajeros de la unidad en este nuevo milenio, que esperamos ponga fin a la desunión heredada o a la falta de comunión y de amor con que hemos vivido.

3. "De camino hacia Jerusalén..." (Lc 17,11). Muchas veces los evangelistas nos presentan a Cristo en camino, de un lugar a otro, recorriendo pueblos y aldeas, manifestando signos liberadores de su presencia y anunciando el mensaje a cuantos le siguen. Siempre Jesús señala a Jerusalén como meta de su misión, aunque a veces no le comprendan sus mismos discípulos. Ya en Jerusalén Jesús tomó el camino de la cruz, la via dolorosa, para llegar a la meta de la vida gloriosa.

Hoy nosotros, cristianos que leemos y meditamos su mensaje, sabemos que el camino hacia la meta de la unidad es frecuentemente incomprendido por unos y rechazado por otros, es un camino de cruz. Se quiere recorrer el camino, pero sin el esfuerzo particular y común que a todos nos exige sacrificios y renuncias, en fidelidad a Dios y a su mensaje.

4. "¿Y qué es la verdad?", le pregunta Pilato a Jesús (Jn 18,38). Fue una pregunta sin respuesta, porque la verdad, más que un concepto, es una persona, la persona de Jesús. Él es la verdad porque nos revela al Padre, se nos ha dado a conocer sin reservarse nada, sin secretos. Pero también la verdad es la manifestación de una vida coherente por encima de toda falsedad y engaño.

Hoy la Iglesia, mirando a Jesucristo que es la Verdad, toma una mayor conciencia de la separación entre los cristianos y reconoce que los discípulos de Cristo no pueden continuar así por más tiempo. La oración por la unidad de los cristianos nos mantiene unidos en espíritu y nos invita a dialogar, sin miedo a la verdad. Creciendo en aquello que nos une y superando lo que nos separa, necesitamos el diálogo en la verdad, sin ocultar nuestras infidelidades sino compartiendo sinceramente nuestros sentimientos y deseos.

5. "Yo he venido para dar vida a los hombres y para que la tengan en plenitud" (Jn 10,10). El camino para alcanzar la unidad es Jesucristo y solo desde Él conocemos los designios de Dios. Su misión consiste en dar la vida y darla totalmente, en plenitud. Esa vida divina hoy nos llega, no por nuestros méritos sino por su gracia, a través de su Iglesia, a la que confió todos los medios de salvación. La salvación ofrecida por Cristo, abarca a todo hombre y abraza a todos los hombres; y es entregada totalmente a su Iglesia, sin reservas, sin deficiencias.

Todas las comunidades cristianas están llamadas a discernir si mantienen el compromiso por la unidad, si son fieles a lo que han recibido de su Señor, tanto en su custodia como en su administración. La vida cristiana se ha de vivir con gozo y ha de transmitirse mediante el testimonio valiente del Evangelio.

6. A todos los cristianos españoles, y muy particularmente a los católicos, recordamos la importancia de la oración para alcanzar la unidad plena. Cuando nos reunimos para orar juntos por la unidad, la unidad se siente cercana; por el contrario, cuando la oración está ausente, la unidad siempre se ve lejana. Cristo, camino, verdad y vida para todos, nos ayude a ser fieles a su mensaje y a trabajar por la unidad de su Iglesia.

Con nuestra bendición.

+ Agustín, Arzobispo de Valencia, Presidente
+ Jaume, Obispo de Girona
+ José, Obispo de Tui-Vigo
+ Adolfo, Obispo de Ávila
+ Jesús, Obispo auxiliar de Orihuela-Alicante
+ Ambrosio, Obispo emérito de Barbastro-Monzón