SIMBOLISMOS  EN LAS FIESTAS NAVIDEÑAS

Lucía Victoria Hernández C.
Profesora de Estudios Bíblicos
Universidad de Antioquia,
Medellín, Colombia.

NV/FECHA: La celebración de la fiesta de Navidad tiene un  origen precristiano. Del 17 al 24 de diciembre se celebraban en  Roma las fiestas conocidas como saturnales, (en conmemoración de  la época del gobierno de Saturno) verdaderos carnavales en donde  se repartían regalos a los niños y a los pobres, se cerraban las  escuelas, y no estaba permitido hacer la guerra ni propinar castigos.  También durante las calendas de enero se intercambiaban regalos  y se practicaba la adivinación. 

La fiesta de las luces la celebraban los judíos a mediados de  diciembre; los teutones y escandinavos el solsticio de invierno. En  Persia, el 25 de diciembre era el Dies natalis invicti Solis (el día del  natalicio del sol invicto), fiesta principal de Atys, cumpleaños de  Mitra, cuyo culto tenía muchas similitudes con el de la naciente  religión cristiana. Estas fiestas paganas del solsticio de invierno se  celebraban también en Roma el 25 de diciembre, y en Egipto el 6 de  enero. 

La Iglesia cristiana primitiva conocía sólo una fiesta: la de Cristo,  el Señor: Pascua. La fiesta de Navidad aparece mencionada por  primera vez en el Cronógrafo de 354. Era éste un almanaque de  lujo, ilustrado y caligrafiado por el artista griego Furius Dionysius  Philocalus, quien lo realizó por solicitud de un cristiano de la época  llamado Valentín; contenía, entre las informaciones numerosas de  orden civil, algunas celebraciones de aniversarios de mártires y  obispos. 

Después de que en el calendario civil indica que el 25 de  diciembre se celebra el Natalis Invicti, dice: VIII Kal Ianuarii natus  Christus in Bethleem Iudeae. (En la calenda 8 de enero nació Cristo  en Belén de Judá) . La celebración de la Navidad en Roma se  remonta entonces al rededor del año 330.

Antes del siglo IV, cuando los cristianos no eran libres de  profesar su culto abiertamente, tenían que recurrir a pequeñas  reuniones en casas particulares o en catacumbas, donde han  quedado hermosos murales que representan escenas de Navidad.  Por entonces la Navidad y la Epifanía se celebraban todavía  conjuntamente el 6 de enero, pero luego de la conversión del  emperador Constantino y de su edicto de Milán en el año 313, los  cristianos que ya podían celebrar sus cultos abiertamente,  empezaron a conmemorar la Navidad como fiesta por separado. El  papa Julio I (337-352) escogió el 25 de diciembre no sólo porque  algunas antiguas tradiciones apuntaban a esa fecha como la del  nacimiento de Cristo, o por la relación con la de las  festividades de Mitra, sino tal vez por esa gran idea sincretista de  Constantino, (el emperador que había decretado en 321 el primer  día de la Semana como fiesta del Señor y a la vez el día del Sol),  buscando favorecer el encuentro de los seguidores de los dos  cultos en la celebración anual del mismo día. 

En esta festividad se unían a la conmemoración del nacimiento  de Jesús, la evocación de los acontecimientos que lo acompañan: la  adoración de los pastores y de los magos, y la matanza de los  inocentes por Herodes. 

En la segunda mitad del siglo IV Roma comienza a celebrar en el  6 de Enero la adoración de los magos, mientras que el 25 de  Diciembre se dejó para conmemorar el nacimiento de Jesús y la  adoración de los pastores. 

Mientras que en el Oriente se conservan unidas estas dos  fiestas, en Occidente se propaga la celebración de la Navidad el 25  de diciembre: se tiene noticia de que entre 370 y 378 se celebra en  Capadocia; en 386 en Antioquía; hacia 430 en Egipto y al siglo  siguiente en Palestina. 

Muchas de las celebraciones y costumbres actuales en el tiempo  de Navidad nos han llegado como un legado del pasado; un  conjunto de tradiciones viejas a las que se les ha dado una nueva  significación cristiana. 

Pero, ¿nació realmente Jesús el 25 de diciembre del año 1 de la  era cristiana?

J/FECHA-NACIMIENTO: Las narraciones de la infancia de Jesús,  conocidas como Evangelios de la Infancia, los encontramos en la  Biblia únicamente en los primeros capítulos de los Evangelios de  Mateo y Lucas. Marcos, el primer evangelio que se escribió, no se  ocupa de la infancia de Jesús; tampoco lo hace el evangelista Juan.  Otras narraciones no reconocidas entre los libros canónicos de la  Biblia, los evangelios apócrifos de la infancia, de redacción tardía,  pueden servirnos para conocer cómo fueron desarrollándose poco  a poco a partir de la piedad popular, las principales escenas que  rodean el nacimiento y primeros años de la vida del Divino Niño. Pero ante todo tenemos que tener presente que los evangelistas  no se propusieron hacer una biografía detallada de Jesús ni una  historia sobre Jesús de la manera que los autores contemporáneos  podrían hacerlo con base en actas y documentos de forzosa  credibilidad. Los evangelios en general, y particularmente los relatos  de la infancia pretenden esencialmente darnos un mensaje.

Es preciso ubicarnos en la época en que se escribieron los  evangelios (concretamente los de Mateo y Lucas) y la fecha del  nacimiento de Jesús. El evangelista Mateo escribió su evangelio  seguramente después del año 70 de la era cristiana, y lo dirigió a la  comunidad de judíos simpatizantes con las enseñanzas de Jesús de  Nazaret, para quienes el Antiguo Testamento era bien conocido, de  allí sus constantes referencias a la Ley y los Profetas. Por su parte,  el evangelio de Lucas aparece también después del año 70, pero  está dirigido a gentiles convertidos tal vez desde el mundo griego,  personas más cultas y con mentalidad diferente a los destinatarios  del evangelio de Mateo. En ambos casos, habían pasado varios  años después de la muerte de Jesús de Nazaret, pero se tenía la  conciencia de que había sido resucitado por Dios y seguía viviendo  en medio de ellos. Lo que primero se puso por escrito fue la historia  de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Más tarde se quiso  responder por los orígenes de Jesús y se redactaron los evangelios  de la Infancia.

En cuanto a la fecha del nacimiento de Jesús, hoy es posible  afirmar que necesariamente es anterior al primer año de la era  cristiana. En el evangelio de Mateo encontramos el dato del  nacimiento de Jesús en época del rey Herodes. El historiador Josefo  dice que Herodes el Grande, rey de Judea murió poco después de  un eclipse en la noche del 12 al 13 de marzo, un mes antes de la  Pascua. En el 750 ab Urbe condita (4 a. C.) hubo un eclipse en la  noche del 12 al 13 de marzo, un mes antes de la Pascua. Como  Herodes mandó a matar a los niños menores de dos años (Mt 2,16)  es posible datar el nacimiento de Jesús dos años antes de la muerte  de Herodes (7-6 a. C.), lo que estaría de acuerdo con la información  que nos trae el evangelista Lucas cuando nos dice que Jesús tenía  alrededor de treinta años en el año quince del reinado de Tiberio  César (octubre 1 del 27 d. C hasta el 30 de septiembre del 28). El  hecho de que Jesús naciera "antes de Cristo" es el resultado de un  error que cometió en el año 533 el monje Dionisio el Exiguo, al  hacer el cómputo del año primero de la era cristiana como el año  754 de la fundación de Roma (ab Urbe condita), fecha demasiado  tardía ya que Herodes murió en el 750.

El pesebre y los relatos evangélicos

PESEBRE/SIGNO: Dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en  pañales y lo acostó en un pesebre, porque no encontraron sitio en  el alojamiento. (Lc. 2,7)

En un sólo versículo, con muy pocas palabras, el Evangelista  Lucas narra el suceso más grande de la historia: el nacimiento de  Jesús. Las palabras sobran. El acontecimiento habla por sí solo. Se  han cumplido todas las esperanzas del pueblo de Israel. Dios se ha  hecho hombre en medio de los hombres para que los hombres  puedan llegar a Dios. 

Y como a todo hombre, su Madre lo envuelve en pañales, pero  tiene que recostarlo en un pesebre porque no había lugar para ellos  en el alojamiento; un albergue singular debido a las circunstancias  de la afluencia de gente con ocasión del censo, seguramente una  suposición del evangelista para justificar el empleo del pesebre.  Es significativo que Lucas se refiera en varias ocasiones al  pesebre y a los pañales, pero en ningún momento como signos de  pobreza. Sólo las especulaciones populares han querido rodear a  los padres de Jesús y al nacimiento, de un hálito de miseria. El pesebre aparece en el profeta Isaías (1,3) cuando Dios se  queja de que el buey conoce a su amo y el asno conoce el pesebre  de su señor; pero Israel no me conoce, mi pueblo no recapacita  sobre mí. Para Lucas estas palabras ya no tienen vigencia, porque  por medio de los pastores que van al pesebre movidos por el  anuncio celestial, y que al encontrar allí al Niño comienzan a alabar  a Dios, nos está diciendo que el pueblo de Israel ha reconocido al  Señor en el pesebre.

Tanto el profeta Isaías como el evangelista utilizan la misma  palabra griega patné, el comedero para el ganado; las  investigaciones arqueo lógicas muestran que en la época del  nacimiento de Jesús en Palestina, los comederos para animales  podían estar excavados en la roca de la pared, con una parte  fabricada en barro. 

Los pañales tampoco son signo de pobreza. También a Salomón,  el más rico de los reyes, lo envolvieron en pañales: Me criaron con  mimo entre pañales, ningún rey empezó de otra manera (Sab 7,4-5);  pero sí son signo, junto con el pesebre, para los pastores (cfr. Lc  2,12.16). Allí, en el pesebre, envuelto en pañales, podrán  encontrarlo todos los que pueden interpretar los signos que el  Señor nos ofrece. 

Cuando armamos el pesebre se unen varias tradiciones del  Antiguo y del Nuevo Testamento, recreadas por la imaginación  popular, muchas veces a través de los evangelios apócrifos. Pero la  historia del pesebre se remonta al año 1223, en Greccio (Italia),  cuando San Francisco de Asís celebró la Navidad con un grupo de  campesinos de la región, en un establo vecino a su convento; el  Niño, la Virgen, San José y los pastores eran personajes reales,  como reales fueron el buey, la mula y las ovejas. 

En la Europa de entonces, los ritos cristianos estaban revestidos  de un lenguaje difícil de comprender para la gente común, que  seguía las ceremonias y las palabras sin entender su significado; los  catequistas y predicadores a menudo explicaban los dogmas  valiéndose de representaciones escénicas o pequeños cuadros.  Deseaba San Francisco por medio de esta representación, permitir  a los campesinos participar del misterio que encierra el Dios hecho  hombre en esa noche de Navidad.

A media noche, Francisco actuó como diácono en la celebración  de la eucaristía (nunca se atrevió a llegar al sacerdocio), pero tuvo  a su cargo la homilía. Dicen los que le vieron que parecía  transportado en espíritu al mismo portal de Belén y "entre suspiros y  lágrimas, paladeaba gustoso cada una de las palabras del dulcísimo  nombre de Jesús y cada vez que articulaba la palabra Bethlehem  era tanta la expresión que ponía en sus sílabas que parecía exhalar  el balido de la más tierna de las ovejas". 

Esta ceremonia tan bella y significativa, se difundió por toda  Europa; cuando la representación dejó de ser necesaria para la  instrucción de los adultos en la historia de Navidad, siguió como una  decoración para la ocasión, al mismo tiempo que para acercar a los  niños al misterio navideño.

¿Cómo entonces se llegó a representar el pesebre como un  establo, incluirle la mula y el buey, y colocar la visita de los magos  en aquél lugar, tal como aparece en el arte cristiano y en nuestros  pesebres populares?

BUEY/ASNO: Ya tuvimos ocasión de mencionar al profeta Isaías  cuando nos habla del pesebre, con el buey y el asno. La versión de  Habacuc 3,3 en los Setenta dice: te darás a conocer en medio de  dos animales, la sigue la antigua Vulgata, y la cita el Evangelio  apócrifo de Pseudo Mateo XIV . Parece que en la tradición cristiana  muy antigua y en la iconografía del siglo IV figuran el buey y el asno  en el pesebre. En el fresco de una de las galerías del cementerio de  San Sebastián en la vía Appia, se encuentran la mula y el buey  arrodillados ante el Niño envuelto en pañales. El autor de este  apócrifo de la Infancia no quiso renunciar a esta tradición que para  algunos era tenida por histórica y tuvo que recurrir al artificio de  trasladar a los tres días del nacimiento, de la gruta en donde había  nacido el niño a un establo, en donde María lo recostó en un  pesebre y el buey y el asno le adoraron.

No faltaron entonces las explicaciones populares: como María y  José debieron trasladarse hasta Belén para cumplir con la  obligación del empadronamiento, el viaje lo hicieron en un asno que  debió estar al lado de Jesús. Tampoco faltó quien explicara la  esterilidad de la mula porque se comía las pajas del pesebre.

Los pastores y los magos son también personajes centrales en  los pesebres. 

PASTORES/MAGOS MAGOS/PASTORES: Los pastores reciben  el anuncio del nacimiento del niño, según el evangelista Lucas; la  piedad popular creó alrededor de estas figuras el hálito de pobreza  y humildad que no tenían en el tiempo en que se escribió el  evangelio. En tiempos de Jesús, los pastores eran considerados  como gente no honrada, al margen de la ley porque con frecuencia  apacentaban sus rebaños en campos ajenos; y por eso para  algunos comentaristas del evangelio, encarnan a los pecadores a  quienes Jesús viene a salvar. Sin embargo, los pastores ligados a  Belén, la pequeña ciudad que se hace grande porque de ella nace  el jefe de Israel (Mi 5,1), reciben el anuncio de la buena noticia que  es para todos los hombres: hoy en la ciudad de David, os ha nacido  un Salvador, el Mesías, el Señor. 

Esta buena nueva permite comprender cómo se ha cumplido la  profecía de Isaías: Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha  da do. Este niño es el heredero del trono de David: maravilloso  consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz. Por  eso, los pastores al acudir a Belén y encontrar al niño recostado en  un pesebre y envuelto en pañales según la señal que les había  dado el ángel, lo reconocen, y alaban a Dios por lo que habían visto  y oído. Por eso los pastores simbolizan a los futuros creyentes que  se encuentran con Dios al aceptar su mensaje e interpretar sus  símbolos. 

Después, los pastores desaparecen de la escena; ninguna  narración posterior nos habla de ellos, ni se recuerdan sus  nombres. Su papel simbólico es grande: en los pastores del pesebre  estamos representados todos los que, porque creemos, somos  capaces de doblar la rodilla ante el niño recién nacido. Nos trasladamos ahora a la narración del Evangelio de la Infancia  de Mateo, para encontrarnos con unos personajes muy especiales  que la imaginación popular ha rodeado de fantasía, pero que tienen  un significado muy profundo en la reflexión de Navidad: los Magos  de Oriente. 

¿Qué significa para Mateo magoi? En la antigüedad este término  designaba a los que se dedicaban a las ciencias ocultas y por lo  tanto se empleaba para llamar a los astrólogos, hechiceros, augures  sacerdotales y adivinos de diversa índole. La descripción que hace  Mateo sobre los magos interpretando una estrella nos inclina a  considerarlos astrólogos, hombres cultos, representantes de lo  mejor del saber y de la religiosidad pagana que los llevó a encontrar  a Jesús a través de la revelación natural.

La descripción que hace Mateo de los magos interpretando la  aparición de una estrella, nos permite pensar que eran astrólogos,  hombres cultos, representantes de lo mejor del saber y de la  religiosidad pagana que los llevó a encontrar a Jesús a través de la  revelación natural.

No se dice la localización precisa: de Oriente apo anatolon,  expresión igual a la que aparece en el relato de Balaán que ve  surgir la estrella en el oriente. Sin embargo, los estudiosos de la  Biblia han tratado de identificar a qué lugar del Oriente se ha  querido referir Mateo. Veamos las probabilidades:

Partia o Persia. En favor de esta teoría está la historia del  término magoi, asociada en principio a los medos y a los persas.  Durante casi 500 años, entre el 250 a. C. y 225 d. C. la dinastía  arsácida se estableció como heredera del pueblo persa. El arte  cristiano primitivo representa a los magos del Nuevo Testamento  con indumentaria persa o parta, es decir con túnicas ceñidas, de  mangas largas, con pantalones y gorro frigio. Este modo de  pintarlos originó un famoso incidente ocurrido en la basílica en  Belén que construyó Constantino y reconstruyó Justiniano. En el  año 614, los ejércitos de Cosroes, de la dinastía sasánida de reyes  persas, cayeron sobre Palestina haciendo estragos y quemando  iglesias. Sin embargo, no destruyeron la basílica de Belén debido a  que en un mosaico aparecían los magos con indumentaria persa:  reconocieron a sus compatriotas. La noticia aparece en una carta  del 836, relacionada con el sínodo de Jerusalén. 

Otro argumento en favor de Persia es el trasfondo zoroástrico de  los magos. El evangelio árabe de la infancia (uno de los evangelios  apócrifos que mencionábamos al principio) dice que: "vinieron a  Jerusalén unos magos según la predicción de Zaradust", es decir  Zoroastro quien según el manuscrito laurentiano del siglo XIII  conservado en Florencia, hizo una profecía en la que declaró que  una virgen había de dar a luz un hijo que sería sacrificado por los  judíos y que luego subiría al cielo. A su nacimiento aparecía una  estrella, bajo cuya guía se encaminarían los Magos a Belén y  adorarían allí al recién nacido. También el códice Fb dice que los  magos venían apo Persidos, es decir, de Persia.

Babilonia. Entre los babilonios o caldeos se había despertado un  gran interés por la astronomía y la astrología. Además, después del  destierro babilónico del siglo VI a. C. se había establecido allí una  gran colonia judía, de manera que los astrólogos babilónicos podían  estar enterados de las expectaciones mesiánicas judías y asociar  una estrella con el rey de los judíos.

Arabia o el desierto sirio. Quienes afirman la procedencia de los  magos de esta región se apoyan en los regalos que traen los Magos  en Mateo. Si leemos al profeta Isaías 60,6: Te inundará una multitud  de camellos, de dromedarios de Medián y de Efá. Vienen todos de  Sabá, trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del  Señor; y el Salmo 72,10-11.15: que los reyes de Tarsis y de las islas  le paguen tributo, que los reyes de Sabá y Arabia le ofrezcan sus  dones... que viva y que le traigan el oro de Sabá, los dones que  presentan los magos de Mateo están en relación con las caravanas  que venían de Arabia. 

Es ésta la teoría más antigua sobre la procedencia de los magos.  Desde el año 160 d. C Justino escribía: "Unos magos de Arabia  llegaron hasta él" refiriéndose a Herodes (Diálogo 1xxviii,1). Nada se nos dice en el evangelio sobre sus nombres y se  explicita el número. Tradiciones cristianas posteriores se los  asignan, probablemente entre los siglos VII y VIII d. C:

"Los magos fueron los únicos que entregaron regalos al Señor.  Se dice que el primero fue Melchor, un anciano de cabello blanco y  larga barba..., que ofreció oro al Señor como a rey. El segundo, de  nombre Gaspar, joven, sin barba y rubicundo... le honró como a  Dios con su regalo de incienso, oblación digna de la divinidad. El  tercero, negro y muy barbudo, llamado Baltasar..., con su regalo de  mirra dio testimonio del Hijo del hombre que iba a morir".

El primer intento por darles nombres los llama: Homizda, rey de  Persia, Yazdegerd, rey de Sabá, y Perozad, rey de Arabia, nombres  atribuidos en el siglo IV al escritor sirio Efrén. Otros autores los  atribuyen a la obra siria del siglo VI, Cueva de Tesoros. En el siglo  VI d. C., el evangelio Armenio de la Infancia, (C.A.) identifica a los  magos con los nombres y procedencia que han prevalecido en  Occidente: Melkon, rey de los persas; Gaspar, de los indios, y  Baltasar, de los árabes. Hubo de pasar mucho tiempo antes de  que el rey negro hiciera su aparición en el arte. Esta presentación  de las tres razas de alguna manera interpreta la intencionalidad del  relato mateano de los magos: la venida de Jesús no es  exclusivamente para el pueblo de Israel. La universalidad del  mensaje de Jesús está presente en este episodio. Los magos  prefiguran a los cristianos gentiles que habían sido atraídos por  Jesús, aunque ellos, por nacimiento, no tenían más que la  revelación de Dios en la naturaleza.

En cuanto al número de los magos o a su condición real, no hay  referencia alguna en el evangelio de Mateo. Como hemos visto, el  apócrifo evangelio armenio de la infancia nos habla de tres.  También la versión etiópica del protoevangelio de Santiago  consigna el número de tres Magos con nombres etíopes:  Tanisuram, Malik y Sissebá. La tradición oriental ponía doce magos  y entre ellos los armenios llegaron hasta quince. En las catacumbas  de Pedro y Marcelino aparecen dos; cuatro en el fresco del siglo IV  de la catacumba de santa Domitilla. Finalmente prevaleció en la  tradición de occidente el número de tres, basándose en los tres  regalos que presentaron los magos al Niño: oro, incienso y mirra. 

Traer regalos era costumbre de la época. 

Traer regalos era costumbre de la época. Entre algunas  tradiciones sobre este uso, presentamos una como ejemplo: cuando  el rey Herodes terminó la construcción de Cesarea Marítima en el  año 10-9 a. C., vinieron a Palestina mensajeros de muchas  naciones con regalos, como nos lo narra Flavio Josefo en  Antigüedades Judaicas (XVI, v, 1, n 136-141). 

Hablar de los magos como reyes es fruto de la imaginación y la  devoción popular. Sin duda las vestiduras orientales con sus  tocados en las cabezas que parecían coronas, condujeron a esta  tradición. También la relectura del Salmo 72 que acabamos de citar  que nos habla de "que los reyes de Sabá y Arabia le ofrezcan sus  dones; que le rindan homenaje todos los reyes" llevó a la  religiosidad popular a transformar a los magos del evangelio en  reyes orientales. A finales del siglo II, Tertuliano escribe en su  diálogo contra Marción: "Oriente considera a los magos casi como  reyes". En Occidente, en tiempos de Cesáreo de Arlés (500 d. C) se  daba por supuesto que los magos eran reyes.

Los camellos sin duda fueron retomados del profetas Isaías 60,6: 

CAMELLOS/SIGNO: Te inundará una multitud de camellos, de  dromedarios de Medián y de Efá. Vienen todos de Sabá trayendo  incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor.

Las representaciones de los magos ante el pesebre aparecen  mucho antes que las de los pastores, cuyos primeros dibujos datan  del siglo IV en las catacumbas de los santos Pedro y Marcelino,  acompañando a los magos. En los evangelios apócrifos los magos  ocupan un lugar preferencial. Sus restos han viajado por muchas  ciudades. En la catedral de Colonia se encuentran sus reliquias, a  donde fueron trasladadas en 1162 como parte del botín cuando  Federico Barbarroja asoló a Italia. En el santoral de Colonia se  encuentra una nota necrológica que indica lo que la religiosidad  popular ha creado al rededor de estas figuras, que el evangelista  hace desaparecer después de su adoración al Niño de Belén:  "Habiendo sufrido muchos juicios y fatigas por el evangelio, los tres  sabios se encontraron en Sevá (Sebaste, en Armenia) el año 54 d.  C. para celebrar la fiesta de Navidad. Poco después de la  celebración de la misa, murieron: san Melchor, el 1 de enero, a la  edad de ciento dieciséis años; San Baltasar, el 6 de enero, a la  edad de ciento doce años, y san Gaspar, el 11 de enero, a la edad  de ciento nueve años" .

Mateo prefigura en los Magos a los cristianos gentiles que  reciben y aceptan el mensaje de Jesús, puesto que el Reino se  ofrece a todos los pueblos y no sólo a los judíos.

ESTRELLA/SIGNO: Pasamos ahora a referirnos a la Estrella. El  Evangelio de Mateo nos dice que los magos afirman haber visto "su  estrella", lo que los motivó para ir a Jerusalén en busca del rey de  los judíos y que ésta los guía de Jerusalén hasta Belén, sin que sea  posible afirmar que hubieran seguido la estrella desde su lugar de  origen hasta Jerusalén.

Para los contemporáneos del evangelista no era cosa rara la  afirmación de que una estrella anunciara el nacimiento del rey de  los judíos, ni que esta estrella los hubiera guiado hasta Belén.  Virgilio cuenta que una estrella guió a Eneas al lugar en que debía  fundarse Roma (Eneida II, 694). Flavio Josefo habla de una estrella  que se detuvo sobre Jerusalén y de un cometa que se mantuvo  durante un año cuando cayó la ciudad. Se habla de la aparición de  una nueva estrella como anuncio de los nacimientos de Mitrídates y  de Alejando Severo. 

También entre los primitivos americanos, los astros eran  presagio de un futuro funesto o halagüeño. León-Portilla nos habla  de fenómenos celestes que anunciaron a los mayas y aztecas la  proximidad del descubrimiento de América: 

Diez años antes de venir los españoles, primero se mostró un  funesto presagio en el cielo. Una como espiga de fuego, una como  llama de fuego, una como aurora se mostraba como si estuviera  goteando, como si estuviera punzando el cielo. Se veía ancha de  asiento, angosta en la punta. Llegaba hasta el centro del cielo.  Alcanzaba al cielo. Se mostraba allá en el oriente. Aparecía a la  medianoche, se manifestaba, permanecía hasta el amanecer y  desaparecía cuando llegaba el sol. Duró un año mostrándose.  Comenzó en el año 12-Casa. (Visión de los vencidos)

¿A qué fenómeno astral se refiere Mateo? Ya hemos visto como  Mateo utiliza referencias al Antiguo Testamento en su evangelio. Al  hablar de la estrella, es muy posible que el autor haga una alusión a  la profecía de Balaán que encontramos en el libro de los Números  24,17.

Lo veo pero no es ahora;

lo contemplo, pero no será pronto.

Avanza la constelación de Jacob

Y sube el cetro de Israel.

El marco es la intriga de Balak, rey transjordano de Moab, que,  temeroso de los israelitas liberados de Egipto por Moisés, quería  destruirlos. Para llevar a cabo su propósito, el rey Balak llamó a un  famoso vidente llamado Balaán para que maldijera a Israel, pero  Balaán profetizó en favor de Israel, haciendo fracasar los planes  hostiles del rey Balak. Balaán formuló oráculos que predecían la  grandeza futura de Israel y la aparición de su regio caudillo. En  otras palabras, el malvado rey quiso valerse del mago extranjero  para destruir a su enemigo, pero de hecho el mago honró al  enemigo. Evidentemente, esto está muy próximo al relato de  Herodes y los magos. 

Herodes, como Balak que quería destruir al pueblo de Israel,  quiso valerse de los magos para conocer el lugar en donde estaba  el niño y matarlo. Sin embargo, los magos no ayudan a Herodes,  como Balaán llegó de Oriente hasta el rey para desbaratar sus  planes. Además, Balaán predijo que aparecería una estrella, (astron  según la versión LXX) como símbolo del Mesías; y los magos vieron  la estrella, aster que en su aparición simbolizaba al Mesías.

Algunos críticos han objetado que la base histórica de este  relato fue la aparición de la monarquía davídica, dos siglos después  de Moisés. Sin embargo, en el judaísmo anterior a Jesús se había  aplicado este pasaje al Mesías, rey ungido, de quien es  prefiguración el rey David.

El protoevangelio de Santiago, evangelio apócrifo ya citado, es  más explícito que Mateo en cuanto a la referencia a la estrella. Dice:  Herodes interrogó a los magos con estas palabras: `¿Cuál es la  señal que habéis visto en relación con ese rey nacido?' 

Respondiéronle los magos: `Hemos visto un astro muy grande que  brillaba entre las demás estrellas y las eclipsaba, haciéndolas  desaparecer. En ello hemos conocido nosotros que a Israel le ha  nacido un rey y hemos venido con intención de adorarle'. 

Desde muy antiguo, (parece que el protoevangelio de Santiago  apareció entre los siglos II y III) se afirmaba como hecho cierto que  hubo un fenómeno que señaló el nacimiento de Jesús. ¿Cuál sería  este fenómeno? Veamos entonces algunas hipótesis que pretenden  explicarlo desde el punto de vista de la astronomía.

Desde los tiempos de Kepler en el siglo XVII se han hecho  estudios astronómicos sobre los fenómenos celestes que tuvieron  lugar en la década anterior al nacimiento de Jesús es decir, del 14  al 4 a. C. Se han propuesto tres teorías, la más importante de las  cuales es la última.

1 Una estrella nueva o supernova. Esta explicación responde a la  descripción del evangelio de Mateo. Una supernova es una estrella  débil o muy distante, en la que tiene lugar una explosión, de modo  que durante algunas semanas o meses da mucho luz. Parece que  durante la dinastía China de Han, hay una noticia sobre un  fenómeno celestial que apareció durante los meses de marzo/abril  del año 5 a. C. y para algunos astrónomos puede haber sido una  supernova. Por tanto el brillo de una nova pudo haber  impresionando a los magos, pero una nova o supernova no se ha  visto mover en el firmamento.

2 Un cometa. Los cometas siguen un camino regular, elíptico, al  rededor del sol. Cuando están en la parte más distante de su órbita,  son invisibles desde la tierra; pero cuando están más cerca del sol y  de la tierra, pueden llamar la atención, sobre todo si arrastran una  cola luminosa de gases de polvo.

El cometa Halley registra apariciones cada setenta y siete años, y  se han registrado desde el año 240 a. C. Por cálculos astronómicos  sabemos que hizo su aparición en el 741-742 después de la  fundación de Roma, o sea, el 12-11 a. C.

La interpretación de la estrella de Mateo como un cometa  tropieza con muchas dificultades. En primer lugar, un cometa no es  una estrella. Además en la antigüedad se pensaba que la aparición  de un cometa era signo de una catástrofe, de manera que no sería  normal interpretar su aparición como augurio del nacimiento de una  figura salvadora. En tercer lugar, el 12 a. C. estaría muy lejos de la  fecha aproximada del nacimiento de Jesús, 6 a. C. Es posible que la  aparición del cometa Halley en el año 12 a. C. y la venida de  embajadores extranjeros dos años más tarde para aclamar al rey  Herodes con motivo de la terminación de Cesarea Marítima, hayan  sido combinados en el relato del evangelio sobre la estrella y los  magos de Oriente. 

Algunos astrónomos hablan de otro cometa mencionado por los  astrónomos chinos, que apareció en el año 5 a.C.

3 Una conjunción planetaria. Júpiter y Saturno son, entre los  planetas visibles, los más lentos en su órbita alrededor del sol. En el  curso de esas órbitas los planetas se cruzan cada veinte años y al  cruzarse se dicen que están en conjunción. Mucho más raramente  sucede que un tercer planeta, Marte, pase durante la conjunción de  Júpiter y Saturno o poco después, de modo que los tres planetas  estén en conjunción. Kepler observó este fenómeno en 1604 y  calculó que se repite cada 805 años y que había sucedido en el 7-6  a. C. Por cálculo sabemos que los tres puntos culminantes de la  conjunción de Júpiter y Saturno ocurrieron en mayo/junio;  septiembre/octubre y diciembre del 7 a. C. una extraña conjunción  triple, y que Marte pasó muy cerca al año siguiente. Esta gran  conjunción de Júpiter y Saturno tuvo lugar en la constelación  zodiacal de Piscis. (Ver imagen del cielo en Belén el 25 de diciembre  del año 7 a. C. en la página siguiente).

Ferrari-D’Occhieppo sugiere que los magos, descendientes de  los antiguos sacerdotes del culto al dios Marduk, conocían las  esperanzas hebreas sobre el advenimiento del Mesías y cuando  observaron el 15 de septiembre del año 7 a. C. la conjunción  planetaria de Júpiter y Saturno, partieron hacia Jerusalén; el 12 de  noviembre de ese mismo año, cuando marchaban de Jerusalén a  Belén, Júpiter apareció sobre el horizonte en la misma dirección que  ellos iban, de tal manera que parecía que fuera delante de ellos.  Rápidamente apareció Saturno, en el eje del cono zodiacal  apuntando aparentemente hacia Belén. 

Piscis es una constelación que se relaciona con los judíos;  Júpiter se asocia al gobernador del mundo, y Saturno es la estrella  de los amorreos de la región sirio-palestina. Se ha dicho que esta  conjunción pudo llevar a los astrólogos partos a predecir que  aparecería en Palestina, entre los judíos un gobernador del mundo.  Pero es totalmente especulativo porque de hecho, no tenemos  pruebas contemporáneas de que semejante conjunción de planetas  se denominara "estrella" ni de que se le atribuyera ningún efecto  astrológico especial.

El investigador E. L. Martin en su libro “Star” piensa que la  conjunción de los planetas Venus y Júpiter que apareció como una  estrella de la mañana en agosto 12 del año 12 a. C. y como estrella  de la tarde en Junio 17 del año 2 a. C. sirvió para orientar a los  magos.

No hemos pretendido, con todo esto, afirmar o negar la  historicidad del relato de los magos y su estrella. Es posible pensar  que algún fenómeno especial hubiera coincidido con el mayor  acontecimiento de la historia: el nacimiento del Hijo de Dios, y la  tradición oral hubiera conservado esta asociación. También es  posible que el evangelista hubiera sido testigo de fenómenos  astronómicos de gran trascendencia (el cometa Halley que por su  periodicidad pudo aparecer algunos años antes de la escritura del  evangelio) y al escribir su obra, teniendo en cuenta la profecía de  Balaán, lo insertara en su episodio como lo encontramos hoy.  De todas maneras, como dijimos al principio, lo esencial del  evangelio es su mensaje teológico: el relato de los magos quiere  hacer resaltar el carácter mesiánico del Hijo de David, nacido en  Belén. Mientras el judaísmo recibe las luces necesarias para  descubrir en Jesús al Mesías esperado renuncia a su posición  privilegiada para ir a su encuentro, los gentiles, representados en  los magos, supieron entender el símbolo de la estrella y le tributan  los honores de rey de los judíos. El judaísmo le vuelve la espalda, y  el paganismo lo acepta como enviado de Dios. El universalismo del  mensaje de Jesús es parte esencial de todo el evangelio de Mateo. 

Hemos visto hasta aquí como cuando armamos el pesebre unimos  varias tradiciones del Antiguo y del Nuevo Testamento, todas ellas  encaminadas a explicarnos quién es ese niño que nace en Belén y  el significado de su nacimiento. Sin embargo, fabricar un pesebre  hoy en nuestros hogares, en nuestro barrio, en nuestra pequeña  comunidad, sigue teniendo sentido si sabemos dárselo.

María recostó al niño en un pesebre porque no había lugar en el  alojamiento. ¿El pesebre que fabricamos es realmente un lugar  adecuado para el nacimiento de Jesús? No se trata de continuar las  tradiciones antiguas, sino de manifestar por medio de ellas los  verdaderos sentimientos de la comunidad cristiana que espera con  impaciencia la llegada del "Príncipe de la paz", del "Maravilloso  Consejero", del "Salvador". 

Si no hay amor no hay pesebre, aunque lo fabrique Ud., dice un  hermoso villancico. Realmente, el pesebre nos invita a deponer los  odios y rencores, a reconocer en la sonrisa tierna y acogedora del  niño del pesebre las caras tristes o alegres de todos los niños del  mundo; a reconocernos todos los hombres como iguales: ricos y  pobres, doctos e ignorantes, niños y adultos, cristianos y gentiles,  pastores y magos, porque para todos ha nacido el Niño. Dios invitó  a TODOS al pesebre: a Herodes, a los sacerdotes, a los escribas y  a los fariseos; pero únicamente fueron los pastores y los Magos. 

Hoy nos sigue invitando a todos para doblar la rodilla ante el  pesebre; y construimos nuestro pesebre; pero ese pesebre estará  muerto si no reconocemos al Niño en los cinco mil millones de caras  humanas que nos rodean.

Los Villancicos

VILLANCICOS/ORIGEN: Cuando los ángeles anunciaron el  nacimiento del Niño a los pastores, retumbó en los aires el primer  cántico de Navidad:

Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que ama  el Señor.

Es muy bello mirar cómo desde los cielos se proclama la paz en  la tierra, la paz que reina entre los hombres a quienes el Señor se  les ha revelado.

Al papa Telésforo en el siglo II, se le atribuye el himno del Gloria  in Excelsis. Desde entonces fueron muchos los religiosos que  compusieron himnos para acompañar las celebraciones de Navidad,  muchos de ellos para ser entonados por el pueblo. La más antigua  canción de Navidad se le atribuye a San Hilario de Poitiers, en el  siglo IV: Jesus refulsit omnium.

Luego se compusieron muchas canciones de Navidad, que no  siempre tuvieron profundidad espiritual; eran muchas veces  composiciones folclóricas, y en el siglo VII los dirigentes de la Iglesia  prohibieron terminantemente su uso y todas las canciones escritas  hasta entonces fueron destruidas. En el siglo XIII, el poeta Jacopone  Benedetto compuso el himno Ave rex angelorum; por esta época  aparecen los Carols en Inglaterra; España improvisó Villancicos;  Francia da a conocer sus Cantiques de Noel; Alemania sus  Weihnachten Lieder y Rusia y Polonia sus Kolendas.

Estos cánticos navideños, sobre todo en España, son  generalmente canciones simples, entonadas por labriegos y  pastores, (villanos) y de allí su nombre de villancicos. Son mensajes  infantiles, llenos de ternura, que expresan con las diferentes  melodías autóctonas el sentimiento de amor y esperanza que  despierta la celebración de la navidad.

Noche de Paz

Quizá el villancico más popular en el mundo es el de Noche de  Paz, porque se ha traducido a numerosos idiomas, y lo han  interpretado desde grandes solistas y coros famosos, hasta los  pequeños grupos corales de pueblos y veredas. Veamos su  historia.

Se celebra la Nochebuena de 1818. José Mohr, un humilde  párroco del pueblecito de Hallein, en los Alpes austríacos, prepara  su sermón de Navidad. De repente le avisan que una campesina  acaba de dar a luz en la montaña, y le ruega que acuda para  bendecir al recién nacido... Cuando el sacerdote retorna a su  cabaña, después de bendecir al niño y decir la Misa de Gallo,  arrebatado por intensa emoción, trata de describir la escena en  unas cuartillas. Al amanecer aparecen escritas las estrofas del Stille  Nacht (Noche de Paz).

Luego el maestro de la escuela del pueblo, Francisco Gruber,  pone música a la letrilla, y párroco y compositor intentan cantar por  primera vez el original villancico, acompañándose de una guitarra,  porque no funcionaba el órgano de la Iglesia. "Después de todo,  Dios nos oye lo mismo sin órgano", exclama el maestro para animar  al cura. ¿Quién podría pensar en aquellos instantes que el  insignificante villancico, nacido en un olvidado rincón de Austria,  había de convertirse en himno cristiano del orbe?

El organista Gruber se llevó la letra del villancico y la hizo  conocer fuera de Hallein. Un año después, cuatro niños cantores,  los hermanos Strasser: Carolina, José, Andrés y Amalia, estrenan la  canción en Leipzig. De allí, en 1832, se escucha ya en la corte de  Sajonia. Luego la repite con emoción todo el mundo cristiano. Jamás  un villancico ha alcanzado mayor renombre y resonancia universal,  traspasando las fronteras de gran número de países, traduciéndose  a la mayoría de los idiomas cultos y adoptando las más variadas  interpretaciones musicales, en versión simple de forma individual y  en arreglos corales.

¡Noche de paz, noche de amor!

todo duerme al rededor.

Sólo velan mirando la faz

de su niño en angélica paz

José y María en Belén. 

¡Noche de paz, noche de amor!

llena el cielo un resplandor.

en la altura resuena un cantar:

"os anuncio una dicha sin par

hoy os nació un Salvador"

¡Noche de Paz, noche de amor!

en los campos al pastor

coros celestes proclaman salud,

gracias y gloria en su plenitud

por nuestro Dios Redentor. 

Las luces y velas

LUCES-VELAS/SIGNO Las luces tienen que ver con una  celebración judía la de la Hanukkah fiesta de las luces como la llama  Josefo por el rito característico que, según la Misná, mandaba  encender lámparas delante de cada casa, una más cada uno de los  ocho días de la fiesta. La fecha de celebración de la Hanukkah es el  25 de kisleu (diciembre); Mac 2,18s asocia esta fiesta al recuerdo  del fuego sagrado conservado milagrosamente y descubierto por  Nehemías.

Por otra parte, Isaías en una de sus profecías mesiánicas nos  dice: el pueblo que caminaba a oscuras vio una luz intensa, los que  habitaban un país de sombras se inundaron de luz. (9,1); y el tercer  Isaías ve en la luz un signo de salvación futura: ¡Levántate, brilla,  que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las  tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos; pero sobre ti  amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y acudirán los  pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. 60,1-3.

También en el Nuevo Testamento aparece la figura de la luz  relacionada con el Señor: en el evangelio de Juan (8,12), Jesús  dice: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no andará en  tinieblas, tendrá luz de la vida. 

Hoy, las instalaciones eléctricas han reemplazado las velas para  iluminar la navidad. El origen de esta costumbre en el cristianismo  se pierde en la antigüedad; parece ser la luz puesta para servir de  guía a los peregrinos que regresaban a sus casas para las fiestas  navideñas. Sin embargo, sean velas o bombillas eléctricas, hoy las  luces de Navidad nos recuerdan que en Navidad ha cambiado la  perspectiva del mundo; de las tinieblas se ha pasado a la luz;  porque Jesús trajo luz a los espíritus dormidos, y despertó en los  hombres la lumbre de la fe. 

El árbol de Navidad

ARBOL/NV NV/ARBOL: El simbolismo del leño tan utilizado en los  países del norte, con el sentido que le da su empleo en las  chimeneas, al rededor de las cuales se congregan familiares y  amigos para compartir las noches invernales de navidad; y el de las  guirnaldas para decorar las casas, algo verde y florecido como  símbolo de la eterna esperanza, se conjugan en el árbol de  Navidad.

En el Antiguo Testamento el árbol tiene un significado especial:  bajo los árboles sagrados se celebraban reuniones, juicios y  asambleas del pueblo (Jue 4,5; 1 Sam 14,2; 22,6) Desde los  tiempos proféticos el árbol ocupa un lugar de privilegio: Vendrá a ti  el orgullo del Líbano, con el ciprés y el abeto y el pino, para adornar  el lugar de mi santuario y ennoblecer mi estrado (Is 60,13). También  la figura del retoño del tronco de Jesé la emplean los profetas en el  anuncio del Mesías (Is 11,1).

En el mundo pagano se encuentran varias tradiciones: entre los  germanos, el dios Odín había permanecido colgado de los pies de  un pino en el solsticio de invierno. Los druidas honraban a sus  dioses atando a las ramas manzanas doradas y otras ofrendas.  Virgilio en las Geórgicas, menciona la usanza romana de colgar en  pinos máscaras de Baco como un medio de asegurar la fertilidad. Los orígenes del árbol de Navidad se remontan para algunos  hasta San Bonifacio, quien convirtió al cristianismo a los alemanes  en el siglo VII, cortando la encina sagrada de Geismar, en Hesse, a  fin de acabar con el culto a los árboles. Martín Lutero contribuyó  mucho a su popularización. 

Cuando el arbolito se hizo más popular como elemento de  decoración de Navidad, surgieron muchas leyendas piadosas para  explicar su origen. Una nos cuenta que en la noche en que nació  Cristo todos los árboles de un bosque cercano florecieron y dieron  fruto a pesar del hielo y de la nieve. Entre los ingleses se narra que,  habiendo llegado José de Arimatea a Wyralhill, plantó allí su báculo  en el suelo que se convirtió en un árbol que florecía en invierno; hay  quienes lo identifican con el espino de Glastonbury, que florece en  Navidad.

En diversas partes de Europa se cortaban ramas de espino y de  cerezo y se colocaban en lugares abrigados para que florecieran en  Navidad. Algunas familias traían a sus casas árboles enteros para  competir con sus vecinos sobre los capullos más bellos. Esta  costumbre es para algunos el origen de los actuales árboles de  Navidad, pues en un principio en Alemania se decoraban los árboles  con manzanas, cintas y flores de papel hasta que las bolitas de  vidrio reemplazaron estos adornos. 

En el siglo XVI, en Alemania, se adornó el árbol de Navidad como  hoy lo conocemos. A Estados Unidos llegó por medio de los  soldados alemanes durante las guerras de la Independencia. Los  primeros adornos que se colocaron en los árboles en Alemania,  fueron galletas con figuras de muñecos o de animales, adornadas  con colores; durante la primera guerra mundial los soldados  norteamericanos enviaron a sus casas estas galletas como presente  de Navidad, y los familiares resolvieron colgarlas de los árboles. El  colorido que tomaron los árboles, inspiró los adornos modernos. Cuando arreglamos hoy el árbol de Navidad en nuestras casas,  no podemos dejar de lado el sentido cristiano que él tiene. En el  Nuevo Testamento el árbol frondoso es imagen del Reino de los  Cielos (Mc 4,30-32 y paralelos). Por otra parte, el árbol, el tronco o  las coronas de muérdago se convierten en la presencia de la  naturaleza al rededor del pesebre. No sólo los hombres se alegran  con el nacimiento del Niño; también la naturaleza; porque así como  toda ella fue afectada por el pecado del hombre, del mismo modo  participa también de la redención que se inicia en el pesebre.

El Viejo Noel, Santa Claus, San Nicolás.

NV/PAPA-NOEL NV/SANTA-CLAUS 

La figura de Santa Claus, al igual que el árbol de Navidad,  resultó de la combinación de varias leyendas y tradiciones muy  antiguas.

Sin duda alguna existe cierta relación entre el Viejo Noel actual y  los Jule-nissen de Dinamarca y Noruega y los Tomte de Suecia,  duendecillos vestidos de rojo con gorros puntiagudos y luengas  barbas blancas que reparten regalos montados en Jule-buken,  chivos adornados con moños y campanillas.

El Papá Noel, viejo de barba larga gris, representó en una época  a Odín o Votán, el dios nórdico que durante el invierno cabalgaba  en su mágico caballo de ocho patas llamado Sleipnir, dispensando  premios y castigos. Para algunos, hay una relación en la tradición  del Viejo Noel y la diosa noruega del hogar, Hertha o Percht, la cual,  como Santa Claus entraba y salía por las chimeneas. Durante el  solsticio de invierno (21 de diciembre en el hemisferio norte) las  casas se adornaban con pinos y siemprevivas para darle a Hertha la  bienvenida. A la hora de la cena se erigía un gran altar con piedras  chatas y se hacía una fogata con ramas de abeto. Hertha descendía  por entre el humo. 

NV/SAN-NICOLAS: Con el tiempo todas estas figuras se  fundieron con San Nicolás, Obispo de Mira, región al suroeste de  Asia, en el siglo III. Sus restos fueron trasladados a la ciudad de Bari  en Italia en 1087. Muchas leyendas recuerdan a esta gran Obispo  que se caracterizó por su especial amor por los niños y los  necesitados. Se dice de él que solía recorrer por las noches las  comarcas llevando regalos a los vecinos y dando buenos consejos,  a la vez que inculcaba en las casas alegría y optimismo. Una  anécdota narra que un humilde labriego mientras junto a la  chimenea en una noche de invierno meditaba con gran tristeza  sobre su falta de dinero para dar la dote de sus tres hijas  casaderas, sintió un tintineo en el piso y, con gran asombro  encontró a sus pies una bolsa con monedas de oro. La noche  siguiente ocurrió lo mismo. La tercera espió para ver qué ocurría y  vio que se trataba del obispo Nicolás quien, desde afuera, le había  echado por una ventana una tercera bolsa para que el buen  hombre pudiera casar a las tres hijas.

Después de su muerte fue elevado a los altares en poco tiempo,  y su fiesta se celebraba el 6 de diciembre. En ese día, era  costumbre visitar los hospitales y orfanatos de niños para llevar  regalos como lo hacía en vida San Nicolás. Poco a poco la fiesta  se unió con la celebración de la Navidad.

Su renombre se había extendido hasta entre los lapones y  samoyedos que habitaban en la región de los renos, y fue  convertido en patrono de muchas ciudades europeas. Alemania y  Holanda fueron los países donde más pronto se estableció la  celebración de San Nicolás. Los holandeses lo introdujeron en los  Estados Unidos en su primer barco, en forma de mascarón de proa  y lo hicieron patrono de la isla de Manhattan, en Nueva Amsterdam,  como llamaron los holandeses a Nueva York cuando la fundaron en  el siglo XVIII. La figura del regordete y jovial mascarón, con mejillas  sonrosadas cautivó a los norteamericanos y pronto se  metamorfoseó su mitra episcopal en el simpático gorro,  conservando el color rojo de las vestiduras episcopales; se le  adicionó la bolsa de juguetes, y su viejo potro gris se transformó en  un trineo tirado por ocho renos. La visita a los hogares con regalos  se postergó hasta la víspera de Navidad.

Sucedió que el santo en holandés se llamaba Sinter klass,  palabra que los niños de habla inglesa cambiaron por Santa Claus,  y algunos pueblos del Caribe lo llamaron "Santicló" pensando en  una pronunciación francesa. En cambio, en Francia el nombre se  transformó en Papá Noel, por la tradición de dar regalos en Navidad  (Noel). Pero, llámese como se llamare, la figura del viejo regordete,  alegre, sonriente, que reparte regalos y alegría, nos recuerda  siempre la actitud del cristiano en Navidad, y sobre todo se  convierte en un llamado de atención. ¿Podremos celebrar tranquilos  estas fiestas mientras las caras sucias y hambrientas de los niños  se pegan a los vidrios de las vitrinas para soñar con un regalo de  Navidad que nunca poseerán porque ya no existe San Nicolás que  reparta regalos a quienes realmente los disfrutan?

Los regalos en Navidad

NV/REGALOS REGALOS/NV

Una costumbre universal es regalar a los familiares y amigos  algún presente con ocasión de las fiestas de Navidad, aunque las  fechas y las tradiciones son diferentes.

Para algunos los regalos se dan en recuerdo o como traído de  San Nicolás, el 6 de diciembre; otros reparten los regalos el 6 de  enero, día de la Epifanía, siguiendo la tradición de los magos que  trajeron dones a Jesús; hay otra tradición, la de los romanos que  deseaban buena suerte durante las fiestas Saturnales, el 25 de  diciembre, día que el mundo cristiano celebra el Nacimiento de  Jesús. Algunas culturas dan los presentes en la vigilia de la  Navidad, el 24 de diciembre. 

Cada tradición habla de un dador diferente: el Niño Jesús, Santa  Claus, el Viejo Noel, Befana (la figura femenina de Santa en Italia),  los tres magos, los gnomos de navidad, Kolyada (en Rusia), los  Joulupukki (en Finlandia).

Aunque la comercialización de los Aguinaldos no permite darle  sentido a esta tradición, sin embargo, cuando profundizamos el  mensaje de Navidad y lo que en ella celebramos, no podemos dejar  de lado el verdadero sentido de los regalos y de las tarjetas de  Navidad. 

Desde muy antiguo, es costumbre llevar un presente al niño  recién nacido o a sus padres; también debió ocurrir así en el  pesebre y por esta razón la iconografía de Navidad presenta a los  pastores llevando sus dones: una pequeña oveja, o su morral con  comida y ropa. Los villancicos se han encargado de magnificar  estos dones de los pastores. Pero hay algo que sí aparece en los  evangelios: los magos de oriente presentaron sus dones de oro,  incienso y mirra (Mt 2,11). La relectura de este pasaje nos está  diciendo que también nosotros hoy debemos presentar nuestros  dones ante el pesebre; ya no de oro, incienso y mirra sino de todo  aquello que es para nosotros un verdadero don, en una palabra, no  dar algo sino darnos nosotros mismos. Y si en el Niño del pesebre  encontramos a todos los hombres del mundo y si queremos vivir  realmente la Navidad, nuestro mejor regalo será entregar nuestra  vida, sobre todo nuestro trabajo para contribuir a hacer un mundo  más amable y acogedor para todos, como fue el pesebre.

Sin embargo, hay otra razón para participar a los demás de  nuestros sentimientos: en la fiesta, cuando el hombre se siente feliz,  quiere compartir esa felicidad con los que ama. Nos comunicamos  con nuestros parientes y amigos y los invitamos a vivir nuestra  misma alegría, con tarjetas que simbolizan la importancia de lo que  se celebra. 

La práctica de enviar a los amigos un saludo de Navidad por  medio de tarjetas la inició Sir Henry Cole en Inglaterra. En el año de  1843, J.C. Horsley diseñó la primera tarjeta. Se vendieron en  Londres mil ejemplares. En 1849, William Egley dibujó una tarjeta  que se hizo tan popular, que aún hoy se sigue reproduciendo. 

Por eso el cristiano, en Navidad, comparte su alegría con los  demás mediante tarjetas y regalos, como testimonio de que como el  Niño ha nacido, ya todos somos hermanos, podemos sentarnos a la  misma mesa, participar todos juntos de los postres de Navidad,  compartir cuanto tenemos, pero, sobre todo caminaremos juntos en  la vida, hacia la vida. 

Los adornos navideños

NV/ADORNOS

Los bastones y las bolas de cristal, engalanan los árboles de  Navidad, las coronas en las puertas de las casas, en las vitrinas de  los comercios y los árboles de Navidad.

Estas costumbres tienen su origen asociado con las  celebraciones navideñas. Un vendedor de dulces quiso fabricar algo  especial para la Navidad y se ideó un pequeño bastón de menta  que recordara el cayado de los pastores que ocupan un lugar  preferencial entre los visitantes del pesebre. Para escoger los  colores quiso reunir el blanco de la nieve que cubre los campos del  hemisferio norte, y el rojo de la sangre que el Niño de Belén  derramaría por todos. 

No pasó mucho tiempo antes de que los ricos dulces de menta  fueran reemplazados por bastoncillos de plástico que poco a poco  hacen parte, con las bolas de cristal de los símbolos de las  celebraciones decembrinas. 

Conclusión

Las fiestas de Navidad no quieren tanto transportarnos al mundo  de la niñez y a las bellas navidades de otros tiempos, sino que nos  invitan a descubrir en sus símbolos el verdadero sentido de la fiesta:  hacernos conscientes de que debemos marchar todos unidos, como  responsables de nuestra historia. 

Realmente es un alegría: un árbol con bombillas de colores, el  pesebre, los regalos... Pero no es esto lo principal. Desde el  pesebre de Belén un Niño nos invita al cambio, y aceptar esta  invitación nos compromete a luchar por la paz, a luchar por la  justicia, a amar a los demás, porque Navidad es un mensaje de  salvación, no de condenación; de liberación, no de opresión; de  alegría, no de tristeza. 

Pero, ante todo es preciso tener presente que Navidad no es la  fiesta de un día en el año; es la fiesta de todos los días, puesto que  cada vez que en el otro descubrimos a Cristo, cuando contribuimos  al progreso y a la realización del hombre, cuando luchamos por la  justicia, siempre que compartimos algo, siempre que hacemos  sonreír al que sufre, siempre que luchamos por una sociedad mejor  sin intereses políticos, siempre que estrechamos una mano con  cariño, siempre que escuchamos al hermano con comprensión,  siempre que trabajamos por los demás con desinterés, cuando  sabemos sonreír, nace Jesús, es Navidad.

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Teniendo en cuenta la manera como se señalaban los días en la  antigüedad, la calenda 8 de enero corresponde a ocho días antes  del primero de enero (calenda), teniendo en cuenta tanto el día 25  como el primero.

Se cree que fue escrito a mediados del siglo VI d.C. Cfr. Los  Evangelios Apócrifos. Madrid. BAC. 1979. p. 177-242. Arsh-Edwards, Magi, 9. Citado por Brown Raymond E. El  Nacimiento del Mesías. Madrid. Cristiandad. 1982. p 199. Citado por Brown, Raymond E. The Brith of the Messiah. A  commentary on the Infancy Narratives in the Gospels of Matthew and  Luke. New upadted edition. New York Doubleday, 1993, p.611. Brown, Raymond, op. Cit. p.613 dice que frente a las posiciones  que se presentan desde la astronomía y la teología en relación con  el relato de los magos y la estrella, hay tres posibilidades de  objetividad, substancialmente objetivo; parcialmente objetivo y  totalmente creación teológica. 

(1) Objetividad muy sustancial del relato mateano: Un fenómeno  astronómico (supernova, conjunción de planetas, o cometa) tuvo  lugar en tiempos del nacimiento de Jesús que astrólogos extranjeros  interpretaron como anuncio del nacimiento de un rey judío, y fueron  a Jerusalén durante el reinado del rey Herodes para encontrar al  niño. Herodes se conturbó y mató algunos niños varones en Belén.  Esto es posible pero mantiene el obstáculo mencionado antes [se  refiere al dato de Mc 6,1,6 y par, sobre el desconocimiento del hijo  de Herodes el Grande sobre Jesús]. 

(2) Objetividad parcial de Mateo: Después de la crucifixión y  resurrección, cuando los cristianos llegaron a reconocer lo que Dios  había realizado en Jesús, reflexionaron sobre su nacimiento desde  el Antiguo Testamento y las expectativas judías. Un fenómeno  astronómico que se presentó antes de su nacimiento, fue  interpretado como cumplimiento de la estrella de Balaam que se  alzaba en el oriente, 

(3) Creatividad teológica total de Mateo o de sus fuentes:  historias sobre la estrella, los magos y Herodes.  Personalmente no encuentro plausible (1); pienso que (2) es  parcialmente posible (por ejemplo la estrella) y que (3) es también  posible en otras partes, (por ejemplo en la matanza de los niños por  Herodes y la huida a Egipto). Esta es mi opinión. Yo no se que tan  objetivo o histórico es el relato de los magos, la estrella o Herodes; y  dado el estado de las evidencias, nadie puede decir algo más, ya  sea exégeta bíblico o astrónomo. (Traducción personal) ·Hernández-Lucía-V