MEMORIAL
NDL


SUMARIO: I. La problemática - II. Reseña de los estudios sobre el tema: 1. Primeros comienzos; 2. Investigación protestante: a) Rudolf Otto, b) Joachim Jeremías y Wilhelm Stáhlin, c) Peter Brunner; 3. Contribución católica: a) J. A. Jungmann, b) Viktor Warnach y Johannes Betz; 4. Tomas de posición ecuménicas: a) Lund 1952; b) Montreal 1963 - III. Síntesis teológica: 1. Los fundamentos bíblicos del concepto cultual de "memorial"; 2. El mandato de celebrar el "memorial" en el NT; 3. El "memorial" en la tradición eclesiástica: a) En los textos doctrinales, b) En los textos litúrgicos; 4. La realidad del memorial eucarístico: a) El "cómo", b) Su contenido - IV. Recapitulación.


I. La problemática

En la eucaristía, el sacramento del altar, poseemos un memorial de la pasión del Señor; tal es la convicción antiquísima y obvia de la fe, como afirma en términos clásicos la colecta de la solemnidad del santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo según el Misal latino de Pablo VI: "Deus, qui nobis sub sacramento mirabili passionis tuae memoriam reliquisti..."' (el Misal español traduce: "Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión..."). Es verdad que el concilio de Trento anatematizó la idea de que el sacramento es una "nuda commemoratio"; pero pretendía condenar una concepción falsa y restrictiva del memorial, ya que en el mismo contexto declaraba que por medio del sacrificio de la misa se debía "representar aquel sacrificio cruento" realizado "una sola vez (semel) sobre la cruz", de forma que "su memoria perdurase hasta el fin del tiempo",. Todo esto no extraña. Encontramos el memorial ya en los relatos de la institución de la coena dominica: "Haced esto en memoria mía: eis ten emén anámnesin" (1 Cor 11,24-25; cf 22,19). Por eso el Vat. II en la SC 47 afirma: "Nuestro Salvador... instituyó el sacrificio eucarístico..., con el cual iba a perpetuar por los siglos hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz, y a confiar así a... la iglesia el memorial de su muerte y resurrección".

Sin embargo, el significado pleno de este término no siempre se ha comprendido y apreciado como merecía. En el contexto de la reflexión sobre el alto grado de realidad que compete al sacramento de la eucaristía, la teología medieval no tuvo en cuenta los términos conmemoratio, memoriale, memoria, como menos apropiados. Los reformadores del s. xvt, en su polémica contra el carácter sacrificial de la eucaristía, interpretaron y valoraron en el sentido más débil su carácter de memorial.

Por eso en la teología católica de la contrarreforma, durante los siglos sucesivos, el concepto de memorial pasó todavía más a segundo plano'. La situación cambiará sólo en los últimos decenios. El estudio renovado e intenso de las fuentes en el campo de la exégesis y de la patrística, el ahondamiento en la doctrina auténtica de la alta escolástica y los trabajos de Odo Casel sobre el "memorial del Señor en la liturgia cristiana antigua" (como reza el título de un libro suyo de 1918) y la gran controversia que se suscitó en torno a la concepción caseliana ° nos han enseñado a comprender y a valorar de nuevo el concepto de memorial en su sentido pleno: la realidad de aquello a que se refiere el memorial no sufre menoscabo por ello, sino que por el contrario se expresa claramente; el memorial es un memorial-real, la repraesentatio de lo que se conmemora, la presencia real de lo que históricamente ha pasado y que aquí y ahora se nos comunica de modo eficaz.


II. Reseña de los estudios sobre el tema

Una ojeada a los trabajos que explican el significado de memorial/ anamnesis, muestra que hay un creciente interés por la interpretación teológica del mandato del Señor "haced esto en memoria mía" y de la celebración de la eucaristía, que en cuanto ejecución de tal mandato es un memorial.

1. PRIMEROS COMIENZOS. Entre los numerosos trabajos de este tipo encontramos un primer estudio explícito del concepto de anamnesis en el artículo homónimo de F. Cabrol en DACL I/ 2 (1907). A decir verdad, el autor estudia sólo la parte de la misa que sigue a la consagración, "Unde et memores", y sus paralelos en las liturgias no romanas (cols. 1880-1896), pero en tal contexto hace algunas afirmaciones importantes para nuestra cuestión: "Sólo recientemente en liturgia se ha aplicado el término anamnesis a esta parte de la misa posterior a la consagración... En todo caso, el término es cómodo y merece ser conservado" (1880). Aunque el tema se mueve sólo en el marco de las discusiones sobre la unidad de la plegaria eucarística (del canon), sobre todo en contraposición a ciertas teorías orientales sobre la epíclesis, la afirmación final del interesante artículo merece toda nuestra atención: "Desde el punto de vista teológico y litúrgico, la anamnesis reviste una importancia de primer orden, y hay que estudiarla con el mayor afán en las liturgias como una de las notas características"; y concluye: "Este rito [el relato de la cena del Señor y las palabras de la institución, seguidas del mandato de renovar la cena], reducido así a sus elementos esenciales, constituye probablemente el núcleo primitivo de la misa" (1895).

Pero por importantes que sean estas afirmaciones, no provocaron ninguna discusión teológica sobre la naturaleza de la anamnesis. Por lo que sabemos, y sin dejar de tener en cuenta la importancia de otros trabajos sucesivos, debemos constatar que Odo Casel, el cual con sus trabajos publicados más tarde sigue siendo el punto central de la discusión, fue también cronológicamente el primero en formular en términos explícitos la tesis decisiva. En él no encontramos cita alguna de otras fuentes (recientes): cita sólo su estudio sobre los textos antiguos. En su tesis de doctorado en Roma, de 1912, sobre la Doctrina eucarística de san Justino mártir dice: "La santa eucaristía es, por tanto, la celebración memorial, mejor dicho, es la representación mística y por tanto en cierto sentido la continuación de la obra de la redención..., a fin de que sus frutos se apliquen a los hombres". Esto sucedería concretamente a través de la "confección de la eucaristía". "Esta, por tanto, es la celebración memorial, más aún, la representación de la encarnación y de la pasión del Señor: en otras palabras, de la obra de la redención". 'Parece, por tanto, que, según Justino, la confección de la eucaristía es un sacrificio en cuanto representa y representa el sacrificio cruento del Señor en la cruz. Naturalmente, Justino no lo dice nunca con palabras explícitas; sin embargo, tiene todas las premisas de esta deducción". Ciertamente, a lo largo del trabajo Casel cita también a otros autores pero sólo él insiste en el motivo del memorial en el trabajo mencionado de 1912, vuelve sobre él repetidamente y lo convierte en una de las columnas sobre las que descansa su concepción. Primer testimonio explícito de este dato de hecho es el volumen que sigue a pocos años de distancia (1918): Das Geddchtnis des Herrn in der altchristlichen Liturgie'. En respuesta a la primera crítica consistente dirigida contra su concepción por J. B. Umberg en 1926, hace él del memorial el punto central de sus explicaciones: Das Mysteriengedüchtnis der Messliturgie im Lichte der Tradition (1926) Podríamos decir que la idea, entonces, se cernía en el aire; sin embargo, fue Casel el primero en aferrarla y formularla con vigor. En los trabajos sucesivos la desarrolló con coherencia, recogió en una primera síntesis unitaria cada uno de los motivos esparcidos acá y allá en la tradición, y que también otros habían detectado, y supo darnos una interpretación de la eucaristía dogmáticamente correcta. En relación con nuestro tema, debemos mencionar entre los trabajos sucesivos sobre todo Liturgie als 7'lysterienfeier (1922); Mysterium, con tres importantes contribuciones suyas (1926); Mysteriengegenwart (1928); Art und Sinn der christlichen Osterfeier (1938), y la gran obra editada póstumamente, Das christliche Opfennysterium (1968) V. Warnach, que se encargó de la edición, dice en la introducción: "La idea de la anamnesis siguió estando en el centro de sus tentativas, ordenadas todas ellas a una teología profundizada de la celebración eucarística".

2. INVESTIGACIÓN PROTESTANTE. Entre tanto, el mundo teológico había empezado a fijarse en la fecundidad del motivo de la anámnesis. Aquí no vamos a ir más allá de recordar los datos más importantes, sirviéndonos de la excelente panorámica trazada por W. Averbeck en su libro Der Opfercharakter des Abendmahls in der neueren evangelischen Theologie.

a) Rudolf Otto. Los primeros trabajos de Otto al respecto habían aparecido ya en 1917 (Averbeck, 119-126), pero ha seguido siendo un punto de referencia de la máxima importancia para la investigación ulterior en el ámbito de la teología protestante. Remitiéndose a P. Brunner (Leiturgia I, 231, nota 172), Averbeck afirma: "Las nociones de R. Otto sobre el acontecimiento anamnesis, aunque están necesitadas de correcciones en sus detalles, habría que considerarlas incluso como una anticipación adivinatoria de los resultados de una investigación que hoy está todavía en curso sobre puntos particulares, pero cuya idea fundamental (representación del acontecimiento salvífico a través de la anamnesis cultual) ha de darse por adquirida" (p. 126). Averbeck las resume así: "El pensamiento sacral-numinoso ha de distinguirse de un simple acordarse profano en el que, mirando hacia atrás, nos hacemos de nuevo presente una cosa. En una celebración es más bien el objeto que celebramos cultualmente el que está presente por sí mismo para nosotros. La distancia y la distinción del tiempo quedan eliminadas de modo místico: el una vez pasado y el futuro un día se hacen presentes, acontecimiento, hic et nunc, están atemporalmente aquí" (p. 123). Otto había expresado estos pensamientos por primera vez en un breve ensayo de 1917, y los había propuesto luego de nuevoen un volumen de 1932 ". Allí remite expresamente a Casel, cuyas explicaciones corresponderían exactamente al sentido de su tesis, y concluye: "Un crítico ha definido mi concepción como católica. A mi me parece que es la propiamente evangélica. Y esas palabras de un católico [es decir, de Casel] hacen esperar que, sobre la base de esta concepción, puedan un día ponerse nuevamente de acuerdo las confesiones separadas".

b) Joachim Jeremias y Wilhelm Stdhlin. Entre los numerosos teólogos que han recogido la invitación de Otto recordamos a J. Jeremias, Die Abendmahlsworte Jesu 1935', 1967° (trad. esp.: La última cena. Palabras de Jesús, Cristiandad, Madrid, 1980). Trata el tema en el párrafo "... para que Dios se acuerde de mí" (trad. esp., 261-281). Señala justamente que la fórmula deriva del lenguaje cultual litúrgico del judaísmo tardío (p. 271), para luego proponer una interpretación personal no compartida por muchos: "eis anámnesin se dice preferentemente con referencia a Dios; designa siempre y sin excepción un hacer valer algo ante Dios e implica una llamada a que Dios actúe" (p. 274). Más importante todavía, aunque limitado al campo de la renovación litúrgica en el interior del luteranismo, es W. Stdhlin. En su intento por mostrar que "el sacrificio de Cristo es hecho presente" en la cena, se basa sobre todo en el sentido bíblico de anamnesis y de katanguéllein de 1 Cor 11,24-26. Este último no habría que interpretarlo como un imperativo, como un mandato de predicar, sino que significaría proclamar la muerte del Señor. "Aquel memorial... no es sólo un acto de retrospección histórica, una especie de jubileo o algo semejante, sino una genuina repraesentatio, en la que un acontecimiento de la historia entra ala vez todo en el presente y se convierte en sentido pleno y estricto en un acontecimiento actuar'''. Resumiendo, podemos decir con Averbeck: "La investigación... dirigió en medida creciente su atención al hinterland veterotestamentario-judío de la cena y descubrió en el culto el Sitz im Leben de muchos textos del AT" (p. 316). Ahora se habla de representación, actualización mediante anamnesis (entendida en el sentido veterotestamentario) en la palabra y en el culto (Averbeck, 316-335).

c) Peter Brunner. Punto culminante de todas estas investigaciones y estudios fue "el gran tratado de P. Brunner en el manual Leiturgia I, una síntesis y .una valoración clarificadora e irénica de investigaciones y discusiones de decenios, que arriba a una nueva perspectiva general sistemática... Entre los autores católicos citados ocupan un puesto especial los trabajos de O. Casel, quien habría tratado infatigablemente de comprender qué creyó la iglesia antigua sobre la esencia del culto eclesial"". En su ensayo "Zur Lehre vom Gottesdienst der im Namen Jesu versammelten Gemein,de", Brunner dice que la palabra dirigida a la comunidad, es decir, intracomunitaria, es esencialmente "anamnesis de Cristo". Esta a su vez es "presencia del acontecimiento salvífico irrepetible efectuada por el Es.píritu". Se remite a las "investigaciones de S. Mohwinckel, J. Pedersen, -A. Weiser, G. von Rad, P. Billerbeck, W. Marxen, etc. Mediante el memorial, pasado y futuro entran en el presente" (Averbeck, 648s). "Según su opinión [de Brunner] la última cena de Jesús revistió expresamente y desde el principio un carácter de anamnesis, que se vinculaba no con las celebraciones conmemorativas helenísticas, sino con el culto veterotestamentario, especialmente con la cena pascual" (Leiturgia, 277s=Averbeck, 651). A propósito de esto, Brunner cita expresamente a R. Otto y su reconocimiento pionero de la anamnesis cultual, "el Gólgota, llega a ser en la cena acontecimiento aquí y ahora" (Averbeck, 652). "La cena instituida por Jesús... se coloca en el punto en que la acción salvífica histórica de Jesús en la cruz pone fin al antiguo eón y se hace ahora presente en la celebración de la acción memorial de la iglesia" (Averbeck, 652).

3. CONTRIBUCIÓN CATÓLICA. En este momento la situación era, por tanto, la siguiente: partiendo de las fuentes de la tradición eclesiástica, Casel había explicado insistentemente la presencia de la acción salvífica de Cristo en la eucaristía con la ayuda del concepto de memorial, subrayando al mismo tiempo la realidad verdadera y objetiva de la presencia dada mediante un memorial semejante. La misma concepción se había sostenido ampliamente también en ambiente protestante, sobre todo bajo el impulso de R. Otto, que por su parte recuerda expresamente a Casel. Ahora también teólogos católicos se abren al punto de vista de Casel.

a) J. A. Jungmann. Ya en su gran obra Missarum Solemnia había dicho Jungmann que, para explicar el sentido pleno de la celebración de la misa, "no podemos desde un principio limitarnos a sólo el concepto de sacrificio" (trad. esp.: Edica, col. BAC, Madrid 19532, 240). "Hemos de tomar por base de nuestra investigación un concepto más amplio... El mismo Señor nos lo indica al insinuarnos, después de la primera consagración, el sentido de su institución: Haced esto en recuerdo mío. La misa es una función religiosa dedicada al recuerdo de Cristo" (240). La misa es "una función religiosa en memoria de Jesucristo, una acción sagrada, que reaviva, en medio de la comunidad, los hechos de la historia de nuestra salvación" (243). En su último libro, Messe in Gottesvolk. Ein nachkonziliarer Durchblick durch Missarum Sollemnia, dice como conclusión: "La conciliación clarificadora de los conceptos ha sido encauzada en nuestro tiempo por el retorno a la idea de la repraesentatio, y precisamente en el sentido pleno del repraesentare, del hacer de nuevo presente, del poner de nuevo de forma presente... El impulso decisivo ha venido... sorprendentemente no de la dogmática o de la historia de los dogmas o de la liturgia en sentido estricto, sino —a través de Casel— de la historia de la religión antigua. La tesis de los misterios de O. Casel ha pasado entre tanto a través del fuego de la crítica, y en sus rasgos esenciales ha sido acogida por parte católica y ha suscitado interés y amplio consenso también por parte protestante"

b) Viktor Warnach y Johannes Betz. Tomas de posición correspondientes encontramos ahora también en otros autores católicos. Warnach, en un largo artículo: "Das Messopfer als ákumenisches Anliegen", ha ilustrado las cuestiones candentes que dividen a las confesiones, y dice, entre otras cosas: en cuanto a la determinación de la relación entre el sacrificio de Cristo y el de la iglesia, sólo el sacrificio de Cristo sería "en el sentido verdadero del término sacrificio expiatorio y salvífico, mientras que el sacrificio hecho de ofrendas y de oraciones de la iglesia, es decir, la eucaristía, proporcionaría sólo el recipiente o la forma en que se hace presente y aparece el sacrificio del Señor sobre la cruz, que es irrepetible y el único propiciatorio... Sobre la realidad, sobre el hecho (Dass) de la presencia del sacrificiode la cruz, los protestantes parecen estar en amplia medida de acuerdo En cambio, por lo que se refiere a la cuestión de cómo (Wie), estarían todavía demasiado lejos de haber alcanzado un consenso... Tanto más digno de relieve es, por ello, el hecho de que no pocos teólogos protestantes... se muestren favorables a la doctrina de los misterios, porque les parece la más idónea para expresar la presencia genuina del acontecimiento de Cristo, sin atacar a su unicidad tan insistentemente testimoniada por el NT. A diferencia de las usuales teorías del sacrificio de la misa, está incluso en condiciones de justificar el carácter sacrificial de la eucaristía de un modo conforme con la Escritura" ". El "modo conforme con la Escritura" significa esto: precisamente el memorial que el Señor invita a celebrar, entendido en sentido bíblico, hace presente la realidad conmemorada sin hacerla salir de su irrepetibilidad histórica. Esto lo ha puesto claramente de manifiesto J. Betz, a quien podemos considerar representativo de la teología dogmática propiamente tal. En el "nuevo curso de dogmática como teología de la historia de la salvación" Mysterium salutis, al tratar del fundamento bíblico-teológico de la eucaristía, Betz escribe: "Como la antigua pascua judía, la nueva pascua instituida por él [Cristo] no sólo es un recuerdo hecho por los participantes en la celebración de la misma, sino objetiva actualización cultual de la realidad escatológica de la salvación". En su "Reflexión sistemática"; la "presencia memorial del sacrificio de Cristo" constituye el punto central de su explicación del carácter sacrificial de la eucaristía. "Que la eucaristía es presencia activa y memorial del sacrificio de Cristo constituye la afirmación fundamental de toda la doctrina sobre la misa. Este juicio está avalado por la Escritura, la tradición y el magisterio de la iglesia"

4. TOMAS DE POSICIÓN ECUMÉNICAS. Entre tanto, la gran importancia del concepto de memorial la sostienen no sólo teólogos particulares católicos y protestantes; las Conferencias mundiales de "Faith and Orden" también se han expresado positivamente al respecto.

a) Lund 1952. El borrador preparatorio de la Comisión litúrgica está dispuesto a hablar de un sacrificio eucarístico, "con tal que se sustituya la idea de repetición por la de representación", y se remite en particular a la teología de O. Casel de Maria Laach. El informe oficial de la Conferencia manifiesta: "En la cuestión del elemento sacrificial de la cena hemos alcanzado un grado de consenso tal, que ninguno de nosotros se lo hubiera esperado nunca"

b) Montreal 1963. En esta Conferencia mundial todo esto se expresa en términos todavía más claros: "En la santa eucaristía... proclamamos y celebramos el memorial de las acciones salvíficas de Dios. Dios no repite lo que realizó en Cristo (en su muerte y resurrección...) Sin embargo, en la celebración memorial de la eucaristía no recordamos sólo acontecimientos pasados: Dios se hace presente a través del Espíritu Santo.


III. Síntesis teológica

Sobre el fondo de tan numerosos estudios debemos ahora considerar el intento de los teólogos, los cuales en número creciente se preguntan expresamente, en el contexto de la investigación científica litúrgica y teológica general, sobre todo en el campo de la exégesis y de la dogmática, qué significa anamnesis (memoria, memorial, conmemoración). La bibl. nos presenta muchísimos nombres ilustres, comenzando por el estudio de N. A. Dahl, Anamnesis. Mémoire et commémoration dans le christianisme primitif (1948), hasta la contribución de H. Patsch sobre la anamnesis en el Exegetisches Wóterbuch zum NT I (1980). Se reconoce la gran importancia del concepto. Se está de acuerdo en amplia medida acerca de la cuestión de su hinterland de origen y sobre el grado de realidad de la cosa entendida con el concepto. En fin, se ha cobrado conciencia de que tales conocimientos son de no poco valor para la solución de muchas cuestiones discutidas entre las iglesias separadas.

1. LOS FUNDAMENTOS BÍBLICOS DEL CONCEPTO CULTUAL DE "MEMORIAL". Hoy existe un amplio acuerdo en considerar que el hinterland del mandato de Cristo "haced esto eis ten emén anámnesin" hay que buscarlo en el mundo bíblico judaico del AT y no en fenómenos del mundo helenístico, por ejemplo en los banquetes funerarios o en los "documentos de fundación de antiguas asociaciones cultuales", como sostenía por ejernplo Lietzmann (1907, y con mayor precisión en 1926) '9. También Casel había insistido en estos últimos paralelos. Sin embargo, él veía en ellos sólo paralelos y no elementos causales, es decir, veía ejemplos de un eidos cultual que, apuntado vagamente en las acciones cultuales helenísticas, había encontrado en el campo cristiano plena y autónoma realidad en virtud de la autoridad de Cristo. Sin embargo, el material que el Señor ha utilizado y puesto al servicio de sus objetivos, el humus de su nueva institución, según el parecer de casi todos los estudiosos, es el mundo bíblico del AT. "Si se quiere valorar el significado permanente de O. Casel para el movimiento litúrgico, hay que buscar los fundamentos bíblicos del concepto cultual de memorial... Esta investigación tiene la ventaja de situar en su justa luz la verdadera voluntad de O. Casel... y, al mismo tiempo, de corregir sus exageraciones, debidas al influjo de la historia de las religiones, en la exposición del misterio del culto cristiano". "Haced esto en memoria mía, toúto poieite eis ten emén anámnesin. El sentido profundo de la santa cena no puede comprenderse fuera del marco de la tradición litúrgica del AT". Punto de partida de todas nuestras reflexiones es, por tanto, el AT. En el NT el término griego anámnesis figura sólo en contextos litúrgicos cultuales y precisamente en Lc 22,19; 1 Cor 11,24.25; Heb 10,3. "Al establecer su significado hay que tener presente el contenido veterotestamentario-judaico del campo semántico de la raíz zkr, en el sentido de una representación o reactualización del pasado que no se queda simplemente en pasado, sino que se hace eficazmente presente (cf el memorial pascual en Ex 12,14; 13,3.8 y passim)": Así resume la opinión convergente de la investigación moderna H. Patsch..

Como demuestran las concordancias, formas de la raíz zkr aparecen en la biblia hebrea del AT unas doscientas treinta veces. "Un examen de los textos en que Dios aparece como sujeto de zkr permite reconocer que este verbo juega un papel esencial en la autorrevelación de Dios y dibuja un trazo fundamental en la representación veterotestamentaria de Dios" (H. Gross [vide bibl.], 227). Esta memoria de Dios no es un simple acordarse, "sino más bien un comportamiento de Dios que conduce a Dios mismo a intervenir de nuevo en la realidad histórica... y que por tanto pasa a la acción" (ib,228). De forma semejante, cuando el hombre es el sujeto de esta memoria no se trata de un simple acordarse. La memoria tiende siempre "a sacar las consecuencias del recuerdo, sea por lo que se refiere al cumplimiento de promesas hechas, sea por lo que se refiere a la conversión y al retorno a Dios" (ib, 231). Esto reviste particular importancia en aquellos pasajes en que zkr "expresa la obligación que tiene Israel de dedicarse a la memoria cultual, a la celebración cultual en general" (ib, 231). "La institución cultual de Dios, que para el hombre es un memorial, en el recuerdo de los hombres se convierte por así decir en una perennización de la acción salvífica histórica realizada antaño por Dios, perennización que pone a disposición de los hombres la salvación siempre que celebran el memorial de aquella acción salvífica" (ib, 233). H. Gross dice como conclusión: "El contenido y la profundidad que el vocablo cultual zkr tiene en el AT, las disposiciones y la actitud que requiere del israelita creyente revisten una importancia en modo alguno despreciable para la comprensión del mandato dado por Cristo en Lc 22,19; 1 Cor 11,24s" (ib, 237).

Estas ideas están hoy difundidísimas. J. Jeremias las había expresado ya en La última cena. Palabras de Jesús, aun cuando su explicación particularmente matizada la rechazan casi todos. Concordes en remitirse a este fondo veterotestamentario son en principio estudiosos como P. A. H. de Boer, H. Haag, J. Schildenberger, M. Thurian, H. Gross, N. Füglister, E. Haag, H. Patsch. Resumimos sus ideas siguiendo a P. Neuenzeit precisamente porque este autor se distancia expresamente de la interpretación caseliana de este dato de hecho. Neuenzeit subraya ante todo el sentido pleno del verbo katangéllein = predicar, anunciar,proclamar. "Se trata siempre de una comunicación, de una transmisión de datos y acontecimientos... De la importancia del mensaje y de la autoridad que está detrás de él deriva su solemne carácter dramático. En todo caso, la proclamación es comunicación de un acontecimiento cronológica y objetivamente anterior a ella, acontecimiento que no es puesto de nuevo, sino sólo dado a conocer. Por otra parte, tal toma de conciencia es de gran importancia para todos los destinatarios. A través de esta comunicación el hecho acontecido se hace presente, es decir, su presencia se muestra (H. Schlier, Die Zeit der Kirche, 249)". Ahora bien, todo esto es verdad de forma especial en la celebración del memorial. "En toda religión de revelación orientada a la historia el motivo del memorial representa un gran papel, y así también en el AT". "Hay que representarse con trazos muy fuertes este memorial". No es preciso ciertamente difuminar "la irrepetibilidad pasada del acontecimiento históricosalvífico... a favor de una confusa identidad entre pasado y presente"; sin embargo, "el particular no percibiría distinción alguna entre el favor de Dios concedido en otro tiempo a sus antepasados y la celebración de tal acontecimiento en el culto". Se trata de un "memorial eficaz y real en la repetición cultual de lo que sucedió en otro tiempo". El mismo Neuenzeit, desde esta perspectiva, concluye así a propósito de la concepción paulina de la eucaristía: "Este memorial no es un acordarse subjetivo, sino que lleva los rasgos del acontecimiento objetivamente válido y vinculante. Como en el caso de la proclamación solemne, así mediante el memorial objetivo el acontecimiento salvífico... se hace realmente eficaz y presente".

Los autores no se cansan de ilustrar en toda su amplitud el significado del memorial veterotestamentario. Tanto si es Dios como si es el hombre el sujeto de tal recuerdo, se trata siempre de una memoria llena de realidad: en su acordarse Dios entra en acción y concede salvación y gracia; de forma semejante, acordarse significa para el hombre, en consecuencia, el propio volverse a Dios o bien el cumplirse de las promesas. El AT está totalmente jalonado de semejantes memoriales, en particular en los Salmos: Dios se acuerda, es decir, "hace de modo que, en fuerza de su potencia creadora, tal memorial alcance la eficacia necesaria"; y si es el hombre el que se acuerda, éste "puede tener confianza, porque acordándose se abre a la actualidad de la acción salvífica de Yavé". La acción de Yavé, que representa el fundamento ontológico de tal confianza, se hace sentir de la manera más vigorosa "en el recuerdo actualizante del culto". "El memorial judaico se concretaba de la manera más intensa en la fiesta de los tabernáculos (Lev 23,33ss), en la fiesta de los purim (Est 9,28) y sobre todo en la de la pascua"

El significado del memorial para la celebración de la pascua hebrea ha sido ilustrado a fondo por N. Füglister. La celebración anual de la pascua israelita es, en cuanto día festivo, un memorial (zikarbn). "En este concepto de memorial, que se aplica de modo particularísimo a la pascua, podemos ver sin más el núcleo de la liturgia pascual, al que en cierto modo pueden referirse o reducirse los ritos... Su objeto es el de impedir que las acciones salvíficas de Yavé caigan en el olvido, el de traerlas continuamente a la memoria y, de este modo, el de renovarlas y actualizarlas año tras año ante todo en el pensamiento y en el sentimiento". Luego, Füglister utiliza el motivo de J. Jeremias —"para que Dios se acuerde..."—; pero las conclusiones que saca son válidas también sin tal soporte explícito: "Por tanto, en la noche de pascua no sólo se acuerda Israel de Yavé y de sus acciones salvíficas, sino que también Yavé se acuerda de Israel y de sus devotos. Este recuerdo por parte de Yavé significa, en correspondiencia con las concepciones bíblicas y del judaísmo tardío..., un cierto hacerse presente de Dios y un cierto actualizarse de su salvación. Sólo así se explica que en el judaísmo la pascua no fue sólo una celebración conmemorativa que evocaba el pasado, sino que ha podido incluso convertirse en un signo indicador del futuro y garante de la salvación final... Por tanto, la liturgia pascual encierra en sí como signo y memorial el pasado, el presente y el futuro salvífico, mientras año tras año obra de nuevo, actualiza y hace fecunda la salvación pascual (Pascha-Heil)': Todo esto no es sólo una "representación subjetiva", sino una "actualización objetiva". "Con ocasión de la celebración de la pascua y mediante ella, Yavé actualiza y hace presente de nuevo cada año la salvación pascual; exactamente como en el hoy de la fiesta deuteronómica de la renovación de la alianza no se trataba de un 'acontecimiento puramente subjetivo —de un como si sin fundamento objetivo—' sino de una `actualización de la alianza del Sinaí que perdura por los siglos', `de forma semejante la acción salvífica divina de la liberación de Israel de Egipto en cierto modo se renueva continuamente en la celebración de su memoria'"". Es evidente que el concepto de memorial así entendido es de la máxima importancia para la plena valoración del mandato de hacer memoria dejado por Cristo. "Lo que... en cierto modo está ya en la base de la temática de la fiesta veterotestamentaria de pascua, se hace realidad plena en mayor medida en la celebración neotestamentaria de la eucaristía: a través del memorial objetivo, Dios y su salvación se hacen presentes aquí y ahora. Y en la medida en que Dios se hace presente en Cristo, en cierto modo se va haciendo presente también la acción salvífica realizada en otro tiempo".

Todas estas explicaciones nos dicen que la acción salvífica se hace presente en cierto modo. La interpretación del memorial neotestamentario sobre la base de los paralelos veterotestamentarios no nos permite todavía conocer a fondo y plenamente esta misteriosa acción salvífica divina. Aquí abajo no la comprenderemos nunca en plenitud. Sin embargo, junto con J. Schildenberger podemos y debemos recordar que el NT posee una mayor realidad, que se alza muy por encima de la realidad sólo umbrátil de la antigua alianza. La muerte sacrificial de Cristo, sellada por el Padre en la resurrección, "es el correlato infinitamente más grande del cordero pascual de Egipto: es más grande por la eficacia ínsita en él y por la salvación más grande que obra...".

2. EL MANDATO DE CELEBRAR EL "MEMORIAL" EN EL NT. El mandato del Señor "haced esto en memoria mía: eis ten emén anámnesin" (Lc 22,19 = 1 Cor 11,24.25, con ampliación en el v. 26: "Cuantas veces comáis este pan... anunciáis la muerte del Señor") puede y debe interpretarse en el sentido pleno que el término anámnesis (y sus sinónimos como mnemósynon, mnéme) ha tenido en el lenguaje y en el ambiente veterotestamentario-judío. Como testimonio de este punto de vista, hoy ampliamente compartido por los exegetas (aunque luego en la interpretación teológica persisten diferencias más bien notables), citemos las profundas investigaciones de H. Schürmann el cual escribe: "Ya la analogia con instituciones memoriales paganas y con la tradición festiva y especialmente pascual judía induce a pensar que aquí se establece una institución destinada a ser objetivamente en sí misma una institución memorial. En el contexto de Lc 22,7-18.19-20, el v. 19b podría ser desde luego explicado en este sentido: la consumación del cordero pascual está abolida ahora (Le 16,18); en su lugar entra una nueva acción (Le 19-20)... En el contexto de Pablo, la orden de Jesús cobra más marcadamente el carácter de un mandato memorial: una acción ya conocida y ritualmente establecida es ahora plasmada o reexaminada de tal modo que se convierte en un memorial del Señor". En cuanto a 1 Cor 11,20-34, "todo el tenor de las consideraciones... tiende a recordar que en la eucaristía se trata del Señor y de su memorial... [Para Pablo] se trata del carácter memorial de la cena del Señor". Las afirmaciones del v. 26 comentan luego el segundo mandato de repetir el gesto, "es decir, indican el motivo (gár) por el que la eucaristía en su actuación subjetiva ha de considerarse un memorial: es objetivamente en verdad un anuncio de la muerte del Señor", y precisamente una acción-anuncio acompañada por la palabra. El memorial objetivo puede sin más "consistir también en una palabra-anuncio litúrgicamente establecida y perteneciente al rito': Espontáneamente concebimos tal memorial objetivo "como palabra-anuncio y acción-anuncio, como una acción que tiene ínsita en sí una palabra memorial". En nota añade Schürmann un detalle importante: "Sería aconsejable distinguir más netamente de cuanto en general se hace los conceptos de acción-anuncio y anuncio real (Tatverkündigung y Realverkündigung). Entendemos aquí la acción-anuncio en contraposición a una palabra-anuncio y el anuncio real, que hace realmente presente lo que se anuncia con la acción o la palabra, en contraposición a un anuncio mental que establece sólo una relación intencional con la cosa anunciada". Luego cita a numerosos autores que admiten una acción-anuncio, mientras por su parte se muestra vacilante en admitir un memorial real en el sentido de una "presencia cultual mística de la cosa pensada", como habrían tratado de hacer De Boer, Otto y especialmente Marxsen. Algunos años más tarde, sin embargo, Schürmann modificó esta opinión, y en una exposición recapituladora afirma: "Se trata de una acción memorial (Tatgedüchtnis) que es al mismo tiempo un memorial real (Realgeddchtnis), porque cuanto aquí se piensa está presente. El cuerpo sacrificial y la sangre sacrificial presentes, como ve la iglesia con su mirada profunda, representan de modo particular la muerte sacrificial del Señor. En efecto, ya hemos visto que en los relatos de la institución la muerte sacrificial se experimenta como presente. Verosímilmente en 1 Cor 11,26 Pablo piensa en esta representación cultual cuando llama a la cena del Señor en cuanto tal —probablemente la acción con las palabras memoriales que la constituyen— anuncio de la muerte del Señor. Esta presencia de la muerte sacrificial de Jesús es el presupuesto para que en la eucaristía podamos ser alimentados con el cuerpo y sangre sacrificial del Señor, como la iglesia ha entendido siempre"

M. Thurian ve de modo semejante el significado del mandato de la anamnesis, y por tanto de toda la acción de la cena del Señor: "Hacer esto significa, por tanto, realizar con palabras y gestos un acto eucarístico, una acción de gracias, una celebración litúrgica. La orden de realizar un acto eucarístico con las palabras tan ricas de sentido [en la primera parte de su libro Thurian ha examinado el significado del memorial en el AT]: en vista de mi memorial, en memorial de mí, como memorial de mí... Este memorial no se reduce a un mero recuerdo subjetivo, es un acto litúrgico; no es solamente un acto litúrgico que presenta al Señor, que lo hace presente; es un acto litúrgico que evoca en memorial ante el Padre el sacrificio único del Hijo, que lo hace presente en su memorial"".

Aunque todas estas afirmaciones en el fondo no digan nada claro sobre el cómo específico de tal presencia, son sin embargo unánimes: si ya en el AT el memorial contenía una realidad salvífica misteriosamente grande, ¡cuánto más es verdad esto en el NT! Sobre el fondo de la costumbre veterotestamentario-judía "se comprende que el memorial asume un carácter completamente nuevo, en caso de que la acción salvífica de Dios que está en la base del mismo se distinga cualitativamente de su prototipo [en el AT]. Ahora bien, tal es precisamente el caso de la obra redentora realizada por Dios en su Hijo Jesucristo, que forma el contenido de la pascua neotestamentaria... El memorial cultual de esta acción redentora de Dios tiene, por tanto, un contenido y una realidad diversos de los de la pascua veterotestamentaria, en razón del acto de insuperable autocomunicación divina que lo sostiene. Si allí se trataba del alcance de un acto salvífico histórico realizado por Dios en favor de su pueblo en el pasado, aquí se trata de la presencia personal de Dios en el Hijo, que permanece siempre presente en su iglesia como el Señor crucificado y resucitado".

Este memorial real es al mismo tiempo un memorial en acciones y en palabras. Schürmann dice justamente que el memorial en palabras"hay que pensarlo de modo semejante a la haggadha pascual judía; pero con más probabilidad hay que pensar sobre todo en un memorial de la muerte del Señor realizado en el marco de la plegaria eucarística. Ya las fórmulas hebreas de las oraciones recitadas alrededor de la mesa, que en cuanto a la sustancia se remontan al tiempo de Jesús, son en su núcleo anamnesis de las acciones salvíficas realizadas por Dios en la creación y en la redención".

Estamos así en el umbral de la realización litúrgica del mandato del Señor en las plegarias eucarísticas de la iglesia. Aunque libres en sus detalles, recalcan en su forma fundamental las oraciones de la berakah judía: invocación del nombre de Dios acompañada de gratitud y alabanza —indicación del motivo, de la causa por la que se hace esto (¡cabalmente la anamnesis!)—, alabanza renovada (doxología final). Quizá también del hecho de que para la oración recitada en la mesa se introduce el vocablo griego eucharistein, es lícito deducir que el contenido de la plegaria eucarística en las comunidades apostólicas estaba constituido por una acción de gracias que se basaba en una memoria".

3. EL "MEMORIAL" EN LA TRADICIÓN ECLESIÁSTICA. G. Kretschmar, en su exposición "de la interpretación de la cena en la historia (de la iglesia antigua)" », afirma que el período preniceno vio en la cena pronunciadamente una "anamnesis de Cristo". Existen al respecto las tradiciones más diversas, desde la Didajé y los Hechos apócrifos de los apóstoles, a través de Ignacio y Justino, hasta la Tradición apostólica de Hipólito y hasta Orígenes y Cipriano. "Común a todas estas diversas tradiciones es la referencia de la cena a Cristo, más precisamente la referencia global a la salvación obrada por Cristo". Por muy diversas que sean tales tradiciones, "todas ven en la eucaristía una anamnesis de la salvación traída por Cristo". Naturalmente, queda todavía por establecer qué significa en concreto esta anamnesis de Cristo; hay que preguntarse bajo el punto de vista teológico, objetivo, "si y cómo la anamnesis de Cristo realizada en la eucaristía de la iglesia, en su retro-conexión con la Escritura, se ha experimentado, comprendido y ordenado dentro de las condiciones espirituales, culturales y sociales de la época y frente a ellas".

a) En los textos doctrinales. Ya el documento más antiguo, la Didajé, presenta textos de oraciones, cuya naturaleza, sin embargo, se discute. En todo caso, se trata de ejemplos de oraciones de alabanza (berakah) cristianamente modificadas: Te damos gracias, Padre santo, por (la salvación que se nos ha dado mediante Jesús); a ti sea la gloria (c. 9); luego, la acción de gracias se amplía: por medio de Jesús se nos ha dado el conocimiento, la fe y la vida; damos gracias por cuanto se nos ha dado en la creación, rogamos por la unidad de la iglesia (c. 10). La celebración dominical debe ser un "sacrificio puro" (c. 14). Justino nos dice más en sus Apologías y en su Diálogo con Tritón. Sobre los dones del pan y del vino mezclado con agua que se han traído, se pronuncia la eucaristía (la oración de acción de gracias, la berakah cristiana); son "eucaristizados" (Apologia I, 66,2) y son así "carne y sangre de Jesús encarnado" (66,2). Esto sucede en conformidad con el mandato de Cristo (haced esto en memoria mía) (Apologia I, 66,3), "en memoria de su pasión" (Dial. 41,2 y 117,1). Todo esto se dice —y afirmaciones semejantes se encuentran en otros escritos— sin que el "tema propiamente tal se haya convertido en objeto de controversias teológicas, y por tanto también de decisiones doctrinales dogmáticas" (Kretschmar).

Pero aunque del dato de hecho de la anamnesis no se sacó ninguna conclusión teológica, es digno de notarse el esfuerzo realizado por explicar la acción eucarística a través de una interpretación tipológica con referencias a tipos veterotestamentarios, así como también a través de comparaciones con los cultos mistéricos paganos, a los que se define (cf Justino, Apologia I, 66,4) como un remedo diabólico de los ritos cristianos. Kretschmar delinea un "desarrollo de la anamnesis de Cristo" notando cómo aparecen lentamente y de modo creciente alusiones a la presencia de Cristo en los dones, al significado de su "bendición" (consagración); cómo se tiende a definir el conjunto como sacrificio (de Cristo), y cómo los dones terrenos del pan y del vino se ven como sacrificio de la iglesia (a partir de Ireneo). Sólo Cipriano ve con gran claridad y precisión el nexo que enlaza la acción eucarística como memorial con la acción salvífica del Señor: Cristo "est summus sacerdos Dei Patris et sacrificium Patri se ipsum primus obtulit et hoc fieri in sui commemorationem praecepit"; la celebración es "dominicae passionis et nostrae redemptionis sacramentum" (Ep. 63, 14). "Passionis eius mentionem in sacrificiis omnibus facimus - passio est enim Domini sacrificium quod offerimus" (Ep. 63,16). Sin embargo, sólo en el período posterior, después de Constantino, se pone más fuertemente de relieve el rico significado del motivo del memorial. Casel lo ha ilustrado con profusión ", y es cosa suficientemente conocida. En nuestro contexto es más importante documentar el modo vigoroso en que la idea de memorial se ha expresado concretamente en los textos de las anámnesis de la celebración eucarística de aquellos siglos.

b) En los textos litúrgicos. Al comienzo de una reseña semejante hay que poner naturalmente el antiguo e importante texto de la plegaria eucarística contenido en la Tradición apostólica de Hipólito (que se remonta al comienzo del s. III). Podemos decir que toda ella es anamnesis, ya que después de las palabras centrales de Cristo se inserta todavía la anamnesis en el sentido estricto del término. "Te damos gracias, oh Dios, por medio de tu amado siervo (puerum) Jesucristo, que en estos últimos tiempos nos enviaste como salvador, redentor y mensajero (angelum) de tu voluntad, que es tu Verbo..., por medio del cual creaste todas las cosas...; a quien enviaste del cielo al seno de una Virgen... Para cumplir tu voluntad y para conquistarte un pueblo santo extendió los brazos en la pasión... Y aceptando voluntariamente el sufrimiento..., tomando el pan te dio gracias y dijo: Tomad y comed, esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros... Cuando hacéis esto, hacéis memoria mía (meam commemorationem facitis). Así pues, al recordar su muerte y resurrección, te ofrecemos el pan y el cáliz, dándote gracias por habernos juzgado dignos de estar en tu presencia y de servirte (tibi ministrare). Además te pedimos que envíes tu Espíritu sobre la ofrenda de tu iglesia, que congregues en la unidad a todos los que participan en ella..., para que te alabemos y te glorifiquemos por Jesucristo tu siervo (puerum), por el que tú... recibes el honor y la gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén".

El texto es de la máxima importancia, primero: por la clara afirmación de que la acción sagrada al dar gracias hace memoria de toda la acción salvífica de Cristo, sobre todode su muerte y resurrección, y así la iglesia ofrece al Padre el propio sacrificio; en segundo lugar: por razón del influjo que ha ejercido, dado que constituye el modelo de casi todas las anáforas de la iglesia oriental y contiene también momentos esenciales del antiguo canon romano algo posterior (además, en la reforma litúrgica llevada a cabo después del Vat. II se ha reasumido, con leves modificaciones, como plegaria eucarística II).

En forma más ampliada encontramos de nuevo el texto en las Constituciones apostólicas Las plegarias eucarísticas de Oriente y de Occidente, aunque son diversas en los detalles, siguen esta forma fundamental: "En todas partes, después del diálogo de introducción, viene en primer lugar la oración con la que se hace la acción de gracias y se tributa alabanza a Dios Padre por la creación del universo y la redención del género humano. Las oraciones siguientes, es decir, el relato de la institución de la eucaristía, la anamnesis, la epíclesis y las intercesiones, están dispuestas de modo triple, como se desprende ya claramente de las anáforas del s. IV transmitidas por escrito... L. Ligier' y L. Bouyer valoran bien la importancia de todo esto. Bouyer destaca con palabras fuertes que toda la investigación teológica debería partir de este texto central de la celebración eucarística, y que las restricciones y las unilateralidades de los siglos siguientes han de verse como una consecuencia del hecho de no haber procedido así. Kretschmar, en su valoración de las recientes interpretaciones teológicas de la cena, afirma que O. Casel abrió una vía nueva, precisamente porque vio que en la comprensión que de la cena tenía la iglesia antigua, el "punto central... era la representación del acontecimiento salvífico en el culto'''. "Este retorno crítico a lateología de los padres contra el aislamiento occidental-escolástico de la presencia del cuerpo y sangre de Cristo respecto a la cruz y resurrección del Señor... ha impulsado y contribuido poderosamente a ver bajo una luz nueva la disputa del s. xvi". "La cuestión del origen y del desarrollo de la anamnesis se revela al respecto como un tema histórico-litúrgico y teológico central (Ligier). Así, la herencia veterotestamentario-judía se toma en consideración no sólo por lo que se refiere a la situación originaria, sino también por la historia sucesiva de la cena, cosa que la investigación anterior no había visto con tanta claridad... También bajo el punto de vista teológico es sencillamente justo encontrar la unidad de la cena en la anámnesis de Cristo, que es referencia a la cruz y a la resurrección de Jesús, alaba al Señor presente, espera su venida y comunica así los dones de la eucaristía en la comunión"'.

Recapitulando, podemos decir con J. Betz: la iglesia de los primeros siglos ha puesto en claro los ricos momentos que contiene en sí el misterio: acción de gracias, memorial, sacrificio, epíclesis, presencia real, comunión. Al mismo tiempo, ha tratado de determinar el nexo intrínseco de tales aspectos y de hacer, dentro de los límites de lo posible, una síntesis de los mismos. Como motivo que abraza a los otros se perfila la anámnesis de la obra salvífica de Jesús, anámnesis que se hace con las palabras de acción de gracias y consecratorias pronunciadas sobre el pan y el vino, y que hace presente la acción salvífica de Jesús no sólo en la conciencia de los participantes, sino objetivamente en los símbolos. El memorial se extiende a toda la obra salvífica de Dios, comenzando por la encarnación del Logos e incluso por la creación... Los conocimientos de los padres no se quedaron en simple teoría e ideología, sino que fueron traducidos por ellos a la praxis, a la liturgia. Esta se hace por primera vez tangible en su forma concreta en Hipólito, y ahí posee ya una forma clásica. Todos estos principios estructurales se desarrollan ulteriormente y se llevan a pleno florecimiento y maduración en el tiempo posterior".

4. LA REALIDAD DEL MEMORIAL EUCARÍSTICO. Las palabras de la Sagrada Escritura, las afirmaciones de la tradición eclesiástica, en particular el testimonio de la liturgia en la celebración de la eucaristía y, en fin, el creciente interés de la teología actual nos han permitido ya reconocer cuán importante es el motivo del memorial para la comprensión de la eucaristía. Ahora bien, cuando basándonos en todos estos testimonios hablamos de la eucaristía como del memorial de la muerte y de la resurrección del Señor, ¿qué pretendemos decir?

a) El "cómo". Ante todo pretendemos decir: en la celebración de la eucaristía, es decir, en aquella acción sagrada en que la iglesia (el pueblo de Dios bajo la dirección del obispo [o de su representante], el cual representa a Cristo) pronuncia sobre el pan y el vino la plegaria eucarística para luego distribuir como santo alimento a los fieles estos dones transformados en el cuerpo y sangre del Señor, estamos cumpliendo lo que el Señor nos mandó hacer: "Haced esto en memoria mía". Tal acción es, por tanto, un memorial objetivo, y no sólo (aunque naturalmente lo es) un recuerdo subjetivo de lo que el Señor hizo por nosotros. Con otras palabras: es un memorial real, no sólo mental; no un recuerdo puramente conceptual, no una "nuda commemoratio", como definió el concilio de Trento contra Lutero ". Por el contrario, el término y el concepto de memorial tiene un contenido tan denso y pleno ya en su aplicación en el AT y sobre todo en el NT, que, aplicado a la celebración eucarística, expresa "en cierto modo" la presencia de la realidad conmemorada, su "actualización objetiva", su presencia "hic et nunc", de suerte que para él y para el sacrificio de Cristo presente en él valen las afirmaciones hechas por el mismo concilio de Trento para defender la doctrina católica: "In missa... offerri Deo verum et proprium sacrificium"; "Christum... ordinasse, ut ipsi [apostoli] aliique sacerdotes offerrent corpus et sanguinem suum"; "Missae sacrificium... esse... propitiatorium"; con ello en absoluto "blasphemiam irrogari... sacrificio in cruce peracto... aut illi... derogari" °".

Al que pregunte por qué se ha recuperado precisamente este concepto (que en el fondo fue malentendido a partir de la teología de los reformadores del s. xvi, y en general puede ser malentendido también en el lenguaje moderno), respondemos: se trata de una palabra usada por el Señor; de una expresión importante empleada por los evangelistas y por el apóstol Pablo para indicar la naturaleza de la cena. Además, es así de densa ya en el uso lingüístico del AT, de modo que expresa la realidad del acontecimiento y la "actualización objetiva" y presencia de la cosa conmemorada, pero al mismo tiempo —entendida en el sentido de la tradición antigua (contra Lutero y los reformadores)— dice expresamente que la cosa conmemorada no se repite, no se la saca de su haber-sido-puesta-históricamente "de una vez por todas: ephápax"; y, sin embargo, hace sentir su efecto en el presente, está presente. Esta es la riqueza de nuestro concepto. Haberla en cierto modo redescubierto es el gran mérito del trabajo teológico contemporáneo. El núcleo providencial de esta nueva concepción es naturalmente también el núcleo de la dificultad teológica: ¿cómo concebir de modo racional la actualización y presencia objetiva de un acontecimiento que no se repite y sin embargo es hecho accesible a quien vive hoy? Para explicar esta realidad y su plenitud paradójica se han hecho los ensayos más variados y se ha tratado ante todo de definirla desde el punto de vista terminológico y conceptual. Se trataría de una repraesentatio solemne, de la proclamación de un fenómeno válido también hoy, aquí y ahora; de una "intervención y de una acción salvífica de Dios objetiva, eficaz, poderosa y creadora de realidad". Tal presencia de lo que históricamente es algo pasado y no obstante permanece es posible por la intervención de Dios: por medio de la fe y en virtud del Espíritu Santo se comunica al creyente la acción salvífica de Cristo, del Hijo de Dios encarnado, su acción sacrificial en la cruz, de modo que pueda tomar parte en ella, insertarse en ella para ofrecer en Cristo, con Cristo y por medio de Cristo al Padre el único sacrificio. Esto es algo más que una presencia simplemente "efectual". Obviamente es también una presencia de naturaleza dinámica: el acto de Cristo hace sentir su efecto aquí y hoy, e implica o envuelve en sí al que hace memoria de él. Pero Tomás de Aquino, a propósito de la acción redentora de Cristo en la cruz, afirmó en términos clásicos: "Virtute divina praesentialiter attingit omnia loca et tempora" (S. Th. III, 56-1, ad 3; cf 48-6, ad 2). La acción salvífica de Cristo está activamente presente de tal modo que, por parte de Cristo, hay que hablar de "identidad numérica", de un único acto sacrificial, mientras que toda la novedad se registra por parte de la iglesia que realiza el rito.

Como es natural, también hay que profundizar en esta afirmación. Se ha tratado de explicar la presencia de la acción salvífica partiendo de Dios, de tal modo que "Dios se acordaría del Hijo" y haría que su acción salvífica produzca efecto (J. Jeremias). Según otros, el acto sacrificial de Cristo perduraría en el cielo y entraría continuamente en nuestro presente a través de la acción eucarística. Pero se trata de ensayos poco felices, aunque contienen momentos de verdad. Más justa es la explicación de V. Warnach: éste subraya el carácter de kairós de la acción sacrificial de Cristo, que es ciertamente una acción pasada desde el punto de vista histórico, pero que en cuanto acción humano-divina está por encima del tiempo, y por tanto en cuanto acción puede desarrollarse dinámicamente también hoy, ahora, en nuestro tiempo. N. Füglister, remitiéndose a datos exegéticos, pero también a ideas escolásticas medievales, ha formulado esto de manera extraordinariamente feliz: "En correspondencia con la voluntad instituyente de Cristo, el culto eucarístico es esencialmente una anamnesis... Tal memorial está vuelto ante todo al pasado: recordando, uno mira hacia atrás al Jesús histórico y a su acción salvífica. Ya este acordarse subjetivo, pero sobre todo la ejecución objetivo-cultual del rito instituido entonces, presencializan (vergegenwürtigen) la salvación. Esta presencialización, a su vez, se convierte en una mirada vuelta a la salvación futura, de la que la acción salvífica conmemorada es prenda y que en la presencialización de esta última se encuentra ya anticipada en cierto modo. Al mismo tiempo el memorial cultual determina y plasma toda la vida cristiana, en cuanto que lleva a deducir y motivar de manera decisiva todas las acciones morales, sobre todo basándose en la pasada acciónsalvífica revivificada por la liturgia, y luego también basándose en el futuro salvífico todavía por venir y en el estado actual de salvación."51 ("Tridimensional es también la liturgia cristiana, que se funda en la [celebración veterotestamentaria de la pascua] y la prolonga: memorial de la acción salvífica realizada de una vez por todas, representación de la salvación así obrada y visión anticipadora de la plena posesión de ella todavía por venir.")

b) Su contenido. El contenido del memorial, lo que se hace presente en virtud del Espíritu Santo, es la acción salvífica de Cristo, ante todo y directamente su muerte sacrificial y la resurrección que la corona, pero luego también toda la obra salvífica en cuanto única gran unidad, que tiene su centro cabalmente en el "transitus paschalis", en el paso del Señor de la muerte a la vida; es decir: también su entrada en el mundo, su encarnación como epifanía del Dios salvador; epifanía que, después del paso pascual a la vida a la derecha del Padre, un día se realizará también para nosotros en la parusía del Glorificado; entre tanto, nosotros, mediante la presencia de su acción sacrificial, participamos en su muerte y resurrección, recibimos la luz y la vida de su epifanía y la prenda de la gloria futura. En el memorial real de la eucaristía se lleva a cabo de forma concentrada aquella obra de la redención de los hombres y de la glorificación de Dios que la constitución litúrgica del Vat. II describe así: "Esta obra... Cristo el Señor la realizó principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, resurrección de entre los muertos y gloriosa ascensión" (SC 5); los apóstoles fueron enviados por el Señor "no sólo... a predicar el evangelio a toda criatura y a anunciar [la obra de la salvación]..., sino también a realizar la obra de salvación que proclamaban. Y así, por el bautismo... Asimismo, cuantas veces comen la cena del Señor, proclaman su muerte hasta que vuelva... La iglesia nunca ha dejado de reunirse para celebrar el misterio pascual: leyendo cuanto a él se refiere en toda la Escritura, celebrando la eucaristía, en la cual se hacen de nuevo presentes la victoria y el triunfo de su muerte..." (SC 6). "Para realizar una obra tan grande, Cristo está siempre presente a su iglesia... Con razón, pues, se considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo... Cabeza y... miembros... En consecuencia, toda celebración litúrgica... es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la iglesia" (SC 7). Todo esto, que hace que la liturgia y en particular la eucaristía sean cumbre y fuente de la acción de la iglesia (SC 10), se puede expresar en términos y conceptos: la acción litúrgica —y ante todo, en grado sumo, la eucaristía— es un memorial de la única acción salvífica de Cristo; conmemora esta acción salvífica del Señor realizada históricamente de una vez para siempre, sin repetirla (como si no hubiera sido suficiente), sino haciéndola obrar en el presente para salvación de los celebrantes, haciendo participar a éstos en la única acción del Señor, en prenda del cumplimiento todavía futuro, pero ya pregustado anticipadamente (cf SC 8).

Esta concepción de la eucaristía como memorial en el sentido pleno del término —presencia del sacrificio de Cristo, sin que el sacrificio de Cristo realizado históricamente una sola vez se repita, de tal modo que la iglesia celebrante toma parte en él y así lo (co)-ofrece a su vez es de suma importancia también en el diálogo ecuménico. La cosa ha quedado clara con el volumen del hermano Max Thurian L'Eucharistie. Mémorial du Seigneur (1959). Ya la Conferencia mundial de Lund de 1952 había aludido al gran consenso establecido poco a poco entre las confesiones acerca del carácter sacrificial de la eucaristía. En este contexto, la conferencia mundial de Montreal de 1963 había subrayado más expresamente todavía la importancia del concepto de memorial [-> supra, II, 41. Lo mismo testimonia la excelente y detallada exposición teológica de P. Brunner [1 supra, II, 2, c]. Ya en la predicación de la palabra ve él "la anamnesis de Cristo como presencia del acontecimiento salvífico pasado obrada por el Espíritu". Pero luego continúa: "Todo lo que hemos dicho del carácter de anamnesis de la predicación del evangelio es verdad en particular para la palabra pronunciada en la cena. No podemos comer el pan bendito... sin proclamar la muerte del Señor como el acontecimiento salvífico que instaura la nueva alianza y su salvación. Esta proclamación, en todo caso, acontece también mediante la palabra, que resuena durante esta comida en que se come y se bebe... y que se pronuncia como oración. Esta palabra que anuncia, alaba y da gracias, posee en plenitud el carácter de anamnesis. Ya en esta palabra se lleva a cabo —así como en la predicación intracomunitaria del evangelio— la anamnesis que hace presente de nuevo el evento salvífico realizado en otro tiempo". La cena es, por tanto, predicación en el sentido pleno de la palabra, "predicación dramática'', "representación eficaz". "Lo hemos visto: palabra y acción constituyen en la cena una unidad indisoluble. La celebración de la cena es por eso en su conjunto anamnesis"'. "Todo el ser de Cristo, todo el camino salvífico de Cristo, como lo exalta en adoración hímnica la anamnesis de Flp 2,6-11 y como lo ha hecho propio el segundo artículo del símbolo apostólico, es el acontecimiento salvífico que mediante la celebración de la cena se hace presente en una presentación real que obra salvación, para que la comunidad pueda entrar en contacto con él y apropiárselo. El centro de tal camino de Cristo, en el que se encierra el giro de todas las cosas, es el Gólgota. Por eso el Gólgota está también en el centro de la cena, rodeado y envuelto por todo el acontecimiento que se encierra en el nombre de Jesucristo.

Al concluir, recordemos la importante toma de posición de la nueva enciclopedia protestante Theologische Realenzyclopüdie en el amplio ensayo Abendmahl. El debate intracatólico "sobre el carácter sacrificial de la cena... ha influido fuertemente en las reflexiones que se llevan a cabo en campo evangélico, sea en ambiente luterano, sea en ambiente calvinista y en el unido". Común a todos los teólogos de esta corriente sería la tesis siguiente: "Por medio de la oración, del memorial explícito (ante Dios) y de la celebración de la cena, el sacrificio de la cruz se hace presente por obra del mismo Cristo celeste para nuestra salvación"; sin embargo, ellos señalan expresamente que no comparten la concepción católica del carácter expiatorio de la misa y de una "repetición" incruenta del sacrificio de la cruz", lo mismo que no quieren oír hablar de un ofrecimiento del sacrificio (de Cristo) por parte de la iglesia". Pero en la valoración de la contribución católica señalan correctamente la concepción de Casel, que ha "iniciado una nueva época del diálogo sobre la eucaristía"". A diferencia de las teorías sacrificiales postridentinas de la misa, "en la teoría caseliana de la presencia mistérica (Mysteriengegenwart), el acento caería sobre la unicidad y unidad de la acción salvífica del sacrificio de la cruz, que excluye un ulterior acto sacrificial expiatorio verdadera y propiamente tal"". Y al término del ensayo leemos esta justa afirmación: "Por lo que se refiere a las demás cuestiones, sin duda las teologías católica y evangélica se encuentran ante (sólo) un problema común".


IV. Recapitulación

Constatamos un consenso muy amplio, una sententia communis (por así decir): el memorial es un concepto que expresa de modo excelente la doctrina de toda la tradición eclesiástica sobre el sacrificio de la misa en su relación con el sacrificio de la cruz. Nuestro culto es el memorial del Señor hecho con palabras y con una acción sacramental. Esto es verdad, en primer lugar, a propósito de la acción de la eucaristía: ésta es memorial de la muerte y resurrección del Señor. Tal memorial —en virtud del Espíritu Santo, conforme a la promesa del Señor, por medio de la fe— es un memorial real, que hace presente de manera eficaz y dinámica la acción salvífica de Cristo (muerte y resurrección, es decir, el ofrecimiento sacrificial de Cristo como núcleo de toda su acción salvífica) no sólo en el recuerdo subjetivo, sino en la realidad objetiva. Nosotros, al hacer este memorial, por medio de él tomamos parte en la donación sacrificial de Cristo, somos insertados en ella; más aún, en Cristo, con Cristo y por Cristo ofrecemos su sacrificio al Padre, ahora como sacrificio nuestro. El sacrificio único de la cruz no se repite; sin embargo, en el memorial está él presente, se nos da hic et nunc para nuestra salvación y para gloria de Dios Padre.

B. Neunheuser


BIBLIOGRAFIA: Bernal J.M., Eucaristía, pascua y año de la Iglesia„ en "Phase" 115 (1980) 9-25; Casel O., El misterio del culto cristiano, Dinor, San Sebastián 1953; Castro C., La fiesta cristiana y el memorial del Señor, en "Phase" 63 (1971) 257-266; Gesteira Garza M., La eucaristía, memorial del sacrificio de Cristo, en La eucaristía, misterio de comunión, Cristiandad, Madrid 1983, 393-420; Léon-Dufour X., Eucaristía y memoria, en "Selecciones de Teología" 85 (1983) 40-43; La fracción del pan. Culto y existencia en el N. T, Cristiandad, Madrid 1983; Ligier L., De la cena de Jesús a la anáfora de la Iglesia, en VV.AA., El canon de la misa, Ed. Litúrgica Española, Barcelona 1967, 139-200; De la cena del Señor a la eucaristía, en VV.AA., La plegaria eucarística, Ed. Litúrgica Española, Barcelona 1970, 29-82; Maldonado L., La plegaria eucarística, BAC 273, Madrid 1967, 94-118; Martimort A.G., En memoria mía. Misa y sacramentos, Ed. Vilamala, Barcelona 1959; Nieolau M., Los sacramentos, "memoria" de la pasión, en "Burgense" 18 (1977) 241-252; Oñatibia 1., Recuperación del concepto de "memorial"por la teología eucarística contemporánea, en "Phase" 70 (1972) 335-345; Pinell J., "Legitima eucharistica ". Cuestiones sobre la anámnesis y la epíclesis en el antiguo Rito Galicano, en VV.AA., Mélanges B. Botte, Lovaina 1972, 445-460; Anámnesis y epíclesis en el antiguo Rito Galicano, en "Didaskalia" 4 (1974) 3-130; sepa-rata: Lisboa 1974; Ramis G., La plegaria de la Iglesia, plegaria memorial, en "Ephemerides Liturgicae" 94 (1980) 113-144; Los misterios de pasión, como objeto de la anámnesis en los textos de la misa del Rito Hispánico. Estudio bíblico y teológico, Iglesia Nacional Española, Roma 1980; La anámnesis en la liturgia eucarística hispánica, en VV.AA., Liturgia y música mozárabes (1 Congreso de Estudios Mozárabes), Instituto de Estudios Visigótico-Mozárabes de San Eugenio, Toledo 1978, 65-86; El memorial eucarístico: concepto, contenido y formulación en los textos de las anáforas, en "Ephemerides Liturgicae" 96 (1982) 189-208; Thurian M., La eucaristía. Memorial del Señor. Sacrificio de acción de gracias y de intercesión, Sígueme, Salamanca 19672; Von Allmen J.J., El culto cristiano. Su esencia y su celebración, Sígueme, Salamanca 1968. Véase la bibliografía de Eucaristía, Misterio, Misterio pascual y Plegaria eucarística.