MISAL ROMANO

ORDINARIO DE LA MISA CELEBRADA CON LA PARTICIPACIÓN DEL PUEBLO

 

RITOS INICIALES

Reunido el pueblo, el sacerdote con los ministros va al altar, mientras se entona el canto de entrada.

Cuando llega al altar, el sacerdote con los ministros hace la debida reverencia, besa el altar y, si se juzga oportuno, lo inciensa. Después se dirige con los ministros a la sede.

Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan, mientras el sacerdote dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

El pueblo responde:

Amén.

Saludo

El sacerdote, extendiendo las manos, saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:

1

El Señor esté con ustedes.

2

La gracia de nuestro Señor Jesucristo,

el amor del Padre

y la comunión del Espíritu Santo

estén con todos ustedes.

3

La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre,

y de Jesucristo, el Señor,

estén con todos ustedes.

4

El Señor, que dirige nuestros corazones

para que amemos a Dios,

esté con todos ustedes.

5

La paz, la caridad y la fe,

de parte de Dios Padre,

y de Jesucristo, el Señor,

estén con todos ustedes.

6

El Dios de la esperanza,

que por la acción del Espíritu Santo

nos llena con su alegría y con su paz,

permanezca siempre con todos ustedes.

7

Queridos hermanos:

"Que Dios los llene de alegría y de paz en la fe"

y que el Espíritu Santo

esté constantemente con ustedes.

8

Queridos hermanos:

"Que el Dios del amor y de la paz"

por quien fuimos llamados y congregados,

los acompañe y permanezca siempre

con cada uno de ustedes.

También pueden usarse las fórmulas de saludo propio de cada tiempo que se encuentran más abajo.

El Obispo, en vez de las anteriores fórmulas, puede decir:

La paz esté con ustedes.

Respuesta

El pueblo responde con una de las siguientes fórmulas:

1

Y con tu espíritu.

2

Bendito seas por siempre, Señor.

3

Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo.

OTRAS FÓRMULAS DE SALUDO PROPIAS PARA LOS DIVERSOS TIEMPOS LITÚRGICOS

TIEMPO DE ADVIENTO

1

El Señor, que viene a salvarnos,

esté con ustedes.

2

Que la salvación que está cerca de nosotros,

porque llega Cristo,

los haga crecer en la esperanza que no defrauda

y esté ahora y siempre con ustedes.

3

El Señor todopoderoso,

el que era, el que es y el que vendrá,

acreciente en ustedes el deseo de su Venida

y esté siempre con ustedes.

4

Que la gracia del Señor Jesús,

el Verbo hecho carne en María siempre Virgen,

permanezca siempre con ustedes.

TIEMPO DE NAVIDAD

Nochebuena y Navidad:

1

La paz y el amor de Dios, nuestro Padre,

que se han manifestado en Cristo,

nacido para nuestra salvación,

estén con ustedes.

2

Que la paz de Cristo

que supera todo lo que podemos pensar o desear,

reine en sus corazones

en esta santa noche (este santo día)

y permanezca siempre con todos ustedes.

3

Que el Señor los haga crecer en el amor,

fortalezca sus corazones en la santidad,

los haga irreprochables delante de Dios, nuestro Padre,

en este día de la Navidad del Señor Jesús,

y que su gracia esté siempre con ustedes.

 

Sagrada Familia:

Bendigamos a Dios

que nos reúne en la Familia de Jesús,

y que su amor de Padre

esté constantemente con ustedes.

Octava de Navidad:

Que la gracia y la paz de Cristo, el Señor,

Hijo de Dios e hijo de María,

estén con todos ustedes.

Segundo domingo después de Navidad:

Que el Dios del amor y de la paz,

por quien fuimos salvados en Jesucristo

nos ayude a penetrar en el misterio de Navidad,

y que su misericordia esté siempre con ustedes.

Epifanía:

Que el Dios invisible,

hecho visible en Jesucristo, su Hijo hecho hombre,

se les manifieste plenamente,

y que el resplandor de su luz

permanezca ahora y siempre con ustedes.

TIEMPO DE CUARESMA:

1

La gracia y el amor de Jesucristo,

que nos llama a la conversión,

estén con todos ustedes.

2

Que el Espíritu de Dios

nos ayude a responder dócilmente

a su llamado penitencial,

y que su gracia salvadora

permanezca con cada uno de ustedes.

3

Que el Dios de la paz los santifique plenamente

para que se conserven irreprochables,

y que su misericordia esté siempre con ustedes.

 

4

Que el Señor Jesús los encamine

hacia el amor de Dios Padre

y les dé la perseverancia para renovar

su compromiso bautismal,

y que su amor misericordioso

descienda y esté con todos ustedes.

5

Hermanos:

Crezcan en la gracia y en el conocimiento

de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Que él los ilumine

haciéndoles reconocer sus pecados

y permanezca siempre con ustedes.

6

De parte de Dios Padre y de Jesucristo,

que nos amó y nos purificó de nuestros pecados

con su sangre,

gracia y paz a todos ustedes.

SEMANA SANTA

Domingo de Ramos:

Bienvenidos a esta celebración,

y que Cristo muerto y resucitado

por nuestra salvación y la del mundo entero

permanezca ahora y siempre con ustedes.

Jueves de la Cena del Señor:

La gracia y la paz de parte de Dios Padre

y de Cristo Jesús, nuestro Salvador,

que nos invita a ser perfectos y a vivir en el amor,

estén con todos ustedes.

Vigilia Pascual y Domingo de Resurrección:

Que la alegría de Cristo resucitado

nos acompañe en esta noche (este día)

y permanezca siempre con ustedes.

 

CINCUENTENA PASCUAL:

1

El Dios de la vida,

que ha resucitado a Jesucristo,

rompiendo las ataduras de la muerte,

esté con todos ustedes.

2

Bendito sea Dios,

que en su gran misericordia

nos hizo renacer por la Resurrección de Jesucristo,

y que su gracia esté siempre con ustedes.

3

Hemos resucitado con Jesús;

que la esperanza de ser glorificados con él

acreciente nuestra alegría

y permanezca constantemente con ustedes.

4

Que el gozo y la paz

de nuestro Buen Pastor resucitado

nos acompañe en esta celebración,

y estén con cada uno de ustedes.

5

Jesús resucitado vive entre nosotros.

Que su presencia salvadora

nos anime en este tiempo pascual

y permanezca con todos ustedes.

Ascensión del Señor:

Que Jesús resucitado

y glorificado a la derecha del Padre

interceda por nosotros

y permanezca con cada uno de ustedes.

Domingo de Pentecostés:

Que el Espíritu de Jesús resucitado

descienda abundantemente

sobre nosotros y sobre todo el mundo,

y que sus dones nos renueven

y estén siempre con ustedes.

El sacerdote, el diácono, u otro ministro idóneo, puede hacer una monición muy breve para introducir la misa del día.

Acto penitencial

A continuación se hace el Acto penitencial que incluye

* una invitación,

* una pausa en silencio

* y una formulación de arrepentimiento.

a) El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento:

Hermanos:

Para celebrar dignamente estos sagrados misterios,

reconozcamos nuestros pecados.

O bien:

El Señor Jesús,

que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía,

nos llama ahora a la conversión.

Reconozcamos, pues, que somos pecadores

e invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.

O bien:

Al comenzar esta celebración eucarística,

pidamos a Dios que nos conceda

la conversión de nuestros corazones;

así obtendremos la reconciliación

y se acrecentará nuestra comunión

con Dios y con nuestros hermanos.

O bien:

Humildes y penitentes, como el publicano en el templo,

acerquémonos al Dios justo,

y pidámosle que tenga piedad de nosotros,

que también nos reconocemos pecadores.

O bien:

Jesucristo, el justo, intercede por nosotros

y nos reconcilia con el Padre.

Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento,

para acercarnos a la mesa del Señor.

O bien:

Imploremos, sobre nosotros, la misericordia de Dios.

 

O bien:

Reconozcámonos, pues, pecadores

y perdonémonos los unos a los otros

desde lo más íntimo de nuestro corazón.

O bien, pero sólo en los domingos y durante la octava de Pascua:

En el día en que celebramos

la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte,

reconozcamos que estamos necesitados

de la misericordia del Padre

para morir al pecado

y resucitar a la vida nueva.

b) Se hace una breve pausa en silencio.

c ) Después, hacen todos en común la confesión de sus pecados:

PRIMERA FÓRMULA

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante ustedes, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Golpeándose el pecho, dicen:

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Luego prosiguen:

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos

y a ustedes, hermanos,

que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:

Dios todopoderoso

tenga misericordia de nosotros,

perdone nuestros pecados

y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde:

Amén.

SEGUNDA FÓRMULA

El sacerdote dice:

Señor, ten misericordia de nosotros.

El pueblo responde:

Porque hemos pecado contra ti.

El sacerdote prosigue:

Muéstranos, Señor, tu misericordia.

El pueblo responde:

Y danos tu salvación.

El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:

Dios todopoderoso

tenga misericordia de nosotros,

perdone nuestros pecados

y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde:

Amén.

TERCERA FÓRMULA

El sacerdote, u otro ministro idóneo, dice las siguientes invocaciones u otras semejantes:

Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos:

Señor, ten piedad. (O bien: Kýrie, eléison).

El pueblo responde:

Señor, ten piedad. (O bien: Kýrie, eléison).

Sacerdote o ministro:

Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.

(O bien: Christe, eléison).

El pueblo responde:

Cristo, ten piedad. (O bien: Christe, eléison).

Sacerdote o ministro:

Tú que estás sentado a la derecha del Padre

para interceder por nosotros: Señor, ten piedad. (O bien: Kýrie, eléison).

El pueblo responde:

Señor, ten piedad. (O bien: Kýrie, eléison).

El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:

Dios todopoderoso

tenga misericordia de nosotros,

perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

El pueblo responde:

Amén.

Si se opta por esta forma pueden usarse las invocaciones siguientes.

OTRAS INVOCACIONES PARA LA TERCERA FÓRMULA DEL ACTO PENITENCIAL

TIEMPO ORDINARIO:

1

Tú que eres el camino que conduce al Padre: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que eres la verdad que ilumina a los pueblos: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que eres la vida que renueva el mundo: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

2

Tú que eres la plenitud de la verdad y de la gracia:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que te has hecho pobre para enriquecernos:

Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que has venido para hacer de nosotros tu pueblo santo:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

3

Tú que no has venido a condenar sino a perdonar:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que has dicho que hay gran fiesta en el cielo

por un pecador que se arrepiente: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que perdonas mucho a quien mucho ama:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

4

Tú que has venido a buscar al que estaba perdido:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que has querido dar la vida en rescate por todos:

Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que reúnes a tus hijos dispersos: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

 

5

Tú que ofreciste el perdón a Pedro arrepentido:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que prometiste el paraíso al buen ladrón: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que perdonas a todo hombre que confía en tu misericordia:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

6

Tú que cargaste con nuestros pecados: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que te humillaste hasta la muerte: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que te inmolaste por todos los hombres: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

7

Tú que nos libraste del pecado y de la muerte:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que nos reconciliaste con el Padre y con nuestros hermanos: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que nos resucitarás y glorificarás contigo:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

8

Por nuestra falta de fe: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Por nuestra falta de esperanza: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Por nuestra falta de amor: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

9

Por nuestra falta de generosidad: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Por nuestra falta de humildad: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Por nuestra falta de sinceridad: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

 

10

Por nuestro egoísmo que no nos deja ver las necesidades

de los hermanos: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Por nuestro orgullo que nos aleja de ti: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Por nuestra ambición desmedida que nos impide aspirar

a los bienes eternos: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

11

Defensor de los pobres: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Refugio de los débiles: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Esperanza de los pecadores: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

TIEMPO DE ADVIENTO:

1

Tú que viniste al mundo para salvarnos: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que nos visitas continuamente con la gracia de tu Espíritu:

Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que vendrás un día a juzgar nuestras obras: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

2

Tú que viniste a visitar a tu pueblo con la paz: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que viniste a salvar lo que estaba perdido: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que viniste a crear un mundo nuevo: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

3

Tú que eres el Salvador prometido: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que eres el Salvador anunciado: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que eres el Salvador esperado: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

 

4

Tú que vienes a nosotros en cada pobre y enfermo:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que vienes a nosotros en cada familia sin vivienda:

Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que vienes a nosotros en cada hermano necesitado:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

5

Tú que vienes a buscar lo que está perdido: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que vienes a remediar nuestras miserias: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que vienes a librarnos de todos los males: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

6

Luz del mundo, que vienes a iluminar a los que viven

en las tinieblas del pecado: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Buen pastor, que vienes a guiar a tu rebaño por las sendas

de la verdad y de la justicia: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Hijo de Dios, que volverás un día para dar cumplimiento

a las promesas del Padre: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

TIEMPO DE NAVIDAD:

1

Hijo de Dios, que, nacido de María, te hiciste nuestro hermano: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Hijo del hombre, que conoces y comprendes nuestra debilidad:

Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Hijo primogénito del Padre, que haces de nosotros

una sola familia: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

 

 

2

Palabra eterna del Padre,

por la que todo ha venido a la existencia: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Luz verdadera, que has venido al mundo

y a quien el mundo no recibió: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Hijo de Dios, que, hecho carne, has acampado entre nosotros:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

3

Rey de la paz y Santo de Dios: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Luz que brillas en las tinieblas: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Imagen del hombre nuevo: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

4

Tú que siendo rico te hiciste pobre: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que siendo fuerte te hiciste débil: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que siendo grande te hiciste pequeño: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

TIEMPO DE CUARESMA:

1

Tú que fuiste tentado por el Espíritu del mal: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que venciste la tentación con la Palabra de Dios:

Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que nos llamas a compartir tu victoria: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

2

Tú que perdonas nuestros pecados: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que nos llamas a hacer penitencia: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que confiaste a la Iglesia el signo de tu perdón:Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

3

Tú que borras nuestras culpas: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que creas en nosotros un corazón puro: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que nos devuelves la alegría de la salvación: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

4

Tú que conoces nuestros pensamientos: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que iluminas las tinieblas de nuestro corazón: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que nos exhortas a una sincera conversión: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

5

Tú que nos has hecho renacer por el agua y el Espíritu:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que enviaste al Espíritu Santo para crear en nosotros

un corazón nuevo: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que eres el autor de la salvación eterna: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

6

Tú que nos hiciste renacer por el agua y el Espíritu Santo:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que nos convertiste en nuevas creaturas: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que nos invitas a renovar nuestro bautismo: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

7

Tú que has puesto la salvación del género humano

en el árbol de la cruz: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que padeciste por nosotros para que sigamos tus huellas:

Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que, cargado con nuestros pecados, subiste al leño para que

nosotros, muertos al pecado, vivamos en la justicia: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

8

Tú que llevaste a la cruz nuestros pecados: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que resucitaste para nuestra justificación: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que no quieres la muerte del pecador, sino que viva:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

CINCUENTENA PASCUAL:

1

Tú que has destruido el pecado y la muerte con tu resurrección: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que has renovado la creación entera con tu resurrección:

Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que das la alegría a los vivos y la vida a los muertos con

tu resurrección: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

2

Tú, el Primogénito de entre los muertos: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú, el vencedor del pecado y de la muerte: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú, la resurrección y la vida: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

3

Tú que triunfaste sobre la muerte: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que resucitaste al tercer día: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que vives para siempre junto al Padre: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

4

Tú que resucitaste lleno de gloria: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que nos haces pasar de la muerte a la Vida: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que nos llamas a vivir como resucitados: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

 

5

Tú que resucitaste por el poder del Padre: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que nos haces resucitar contigo: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que vas a glorificar nuestro cuerpo: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

6

Tú que eres nuestro Buen Pastor resucitado: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que nos das la Vida en abundancia: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que nos congregas en un solo rebaño: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

7

Tú que al resucitar renuevas todas las cosas: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que nos llamas a transformar el mundo: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que harás participar a todo el universo de la gloria

de tu resurrección: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Ascensión del Señor:

1

Tú que eres el sumo sacerdote de la nueva Alianza:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que nos edificas como piedras vivas en el templo santo

de Dios: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que has ascendido a la derecha del Padre para enviarnos

el don del Espíritu: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

2

Tú que volviste junto al Padre: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que fuiste glorificado para siempre: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que nos haces ascender al Cielo contigo: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

 

Domingo de Pentecostés:

Tú que resucitaste por obra del Espíritu Santo: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

Tú que nos enviaste el Espíritu vivificador: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Tú que nos devolverás la vida gracias al Espíritu:

Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

 

* * *

RITO PARA LA BENDICIÓN Y ASPERSIÓN DEL AGUA

EN LOS DOMINGOS

El rito de la bendición y aspersión del agua bendita sustituye el acto penitencial y puede usarse todos los domingos -desde las misas vespertinas de los sábados- y es recomendable especialmente durante el tiempo de Pascua.

Para el rito de esta bendición, véase el Apéndice,

* * *

 

Si se ha usado la primera o segunda fórmula del acto penitencial, siguen las invocaciones Señor, ten piedad.

V. Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.

V. Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad.

V. Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.

A continuación, si la Liturgia del día lo prescribe, se canta o se dice el himno «Gloria»

Gloria a Dios en el cielo,

y en la tierra paz a los hombres

que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria

te alabamos,

te bendecimos,

te adoramos,

te glorificamos,

te damos gracias,

Señor Dios, Rey celestial,

Dios Padre todopoderoso.

Señor, Hijo único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios,

Hijo del Padre;

tú que quitas el pecado del mundo,

ten piedad de nosotros,

tú que quitas el pecado del mundo,

atiende nuestra súplica;

tú que estás sentado a la derecha del Padre,

ten piedad de nosotros;

porque sólo tú eres Santo,

sólo tú Señor,

sólo tú Altísimo, Jesucristo,

con el Espíritu Santo

en la gloria de Dios Padre.

Amén.

Glória in excélsis Deo

et in terra pax homínibus bonae voluntátis.

Laudámus te,

benedícimus te,

adorámus te,

glorificámus te,

grátias ágimus tibi propter magnam glóriam tuam,

Dómine Deus, Rex caeléstis,

Deus Pater omnípotens.

Dómine Fili unigénite, Iesu Christe,

Dómine Deus, Agnus Dei, Fílius Patris,

qui tollis peccáta mundi, miserére nobis;

qui tollis peccáta mundi, súscipe deprecatiónem nostram.

Qui sedes ad déxteram Patris, miserére nobis.

Quóniam tu solus Sanctus, tu solus Dóminus,

tu solus Altíssimus,

Iesu Christe, cum Sancto Spíritu: in glória Dei Patris.

Amen.

 

Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas dice:

Oremos.

Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta.

La oración colecta termina siempre con la conclusión larga:

Si la oración se dirige al Padre:

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo

en la unidad del Espíritu Santo y es Dios

por los siglos de los siglos.

Si la oración se dirige al Padre, pero al final de ella se menciona al Hijo:

Él, que vive y reina contigo

en la unidad del Espíritu Santo y es Dios

por los siglos de los siglos.

Si la oración se dirige al Hijo:

Tú que vives y reinas con el Padre

en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios

por los siglos de los siglos.

Al final de la oración el pueblo aclama:

Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA

El lector va al ambón y lee la primera lectura, que todos escuchan sentados.

Para indicar el fin de la lectura, el lector dice:

Palabra de Dios.

Todos aclaman:

Te alabamos, Señor.

El salmista o el cantor proclama el salmo, y el pueblo intercala la respuesta, a no ser que el salmo se diga seguido sin estribillo del pueblo.

Si hay segunda lectura, se lee en el ambón, como la primera.

Para indicar el fin de la lectura, el lector dice:

Palabra de Dios.

Todos aclaman:

Te alabamos, Señor.

Sigue el canto del Aleluia o, en tiempo de Cuaresma, el canto antes del evangelio.

Mientras tanto, si se usa incienso, el sacerdote lo pone en el incensario.

Después el diácono (o el concelebrante que ha de proclamar el evangelio, en la misa presidida por el Obispo), inclinado ante el sacerdote, pide la bendición, diciendo en voz baja:

Padre, dame tu bendición.

El sacerdote en voz baja dice:

El Señor esté en tu corazón y en tus labios,

para que anuncies dignamente su Evangelio;

en el nombre del Padre, y del Hijo,

y del Espíritu Santo.

El diácono o el concelebrante responde:

Amén.

Si el mismo sacerdote debe proclamar el evangelio, inclinado ante el altar, dice en secreto:

Purifica mi corazón y mis labios,

Dios todopoderoso,

para que anuncie dignamente tu Evangelio.

Después el diácono (o el sacerdote) va al ambón, acompañado eventualmente por los ministros que llevan el incienso y los cirios; ya en el ambón dice:

El Señor esté con ustedes.

El pueblo responde:

Y con tu espíritu.

El diácono (o el sacerdote):

Lectura del santo Evangelio según san N.

Y mientras tanto hace la señal de la cruz sobre el libro y sobre su frente, labios y pecho.

El pueblo aclama:

Gloria a ti, Señor.

El diácono (o el sacerdote), si se usa incienso, inciensa el libro.

Luego proclama el evangelio.

Acabado el evangelio el diácono (o el sacerdote) dice:

Palabra del Señor.

Todos aclaman:

Gloria a ti, Señor Jesús.

Si la aclamación es cantada pueden usarse otras respuestas de alabanza a Jesucristo, por ejemplo:

Tu palabra, Señor, es la verdad,

y tu ley nuestra libertad.

O bien:

Tu palabra, Señor,

es lámpara que alumbra nuestros pasos.

O bien:

Tu palabra, Señor,

permanece por los siglos.

 

Después el diácono lleva el libro a quien preside, y éste lo besa, diciendo en secreto:

Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.

O bien el mismo diácono besa el libro, diciendo en secreto las mismas palabras.

Luego tiene lugar la homilía; ésta es obligatoria todos los domingos y fiestas de precepto y se recomienda en los restantes días.

Acabada la homilía, si la Liturgia del día lo prescribe, se hace la profesión de fe:

Creo en un solo Dios,

Padre todopoderoso,

Creador del cielo y de la tierra,

de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo,

Hijo único de Dios,

nacido del Padre antes de todos los siglos:

Dios de Dios,

Luz de Luz,

Dios verdadero de Dios verdadero,

engendrado, no creado,

de la misma naturaleza del Padre,

por quien todo fue hecho;

que por nosotros, los hombres,

y por nuestra salvación

bajó del cielo,

En las palabras que siguen, hasta «se hizo hombre», todos se inclinan.

y por obra del Espíritu Santo

se encarnó de María, la Virgen,

y se hizo hombre;

y por nuestra causa fue crucificado

en tiempos de Poncio Pilato;

padeció y fue sepultado,

y resucitó al tercer día, según las Escrituras,

y subió al cielo,

y está sentado a la derecha del Padre;

y de nuevo vendrá con gloria

para juzgar a vivos y muertos,

y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo,

Señor y dador de vida,

que procede del Padre y del Hijo,

que con el Padre y el Hijo

recibe una misma adoración y gloria,

y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia,

que es una, santa, católica y apostólica.

Confieso que hay un solo bautismo

para el perdón de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos

y la vida del mundo futuro.

Amén.

Credo in unum Deum,

Patrem omnipoténtem, factórem caeli et terrae,

visibílium ómnium et invisibílium.

Et in unum Dóminum Iesum Christum,

Fílium Dei unigénitum,

et ex Patre natum ante ómnia saecula.

Deum de Deo, lumen de lúmine,

Deum verum de Deo vero,

génitum, non factum, consubstantiálem Patri:

per quem ómnia facta sunt.

Qui propter nos hómines

et propter nostram salútem

descéndit de caelis,

Et incarnátus est de Spíritu Sancto

ex María Vírgine, et homo factus est.

Crucifíxus étiam pro nobis sub Póntio Piláto;

passus et sepúltus est,

et resurréxit tértia die, secúndum Scriptúras,

et ascéndit in caelum, sedet ad déxteram Patris.

Et íterum ventúrus est cum glória,

iudicáre vivos et mórtuos,

cuius regni non erit finis.

Et in Spíritum Sanctum, Dóminum et vivificántem:

qui ex Patre Filióque procédit.

Qui cum Patre et Fílio

simul adorátur et conglorificátur:

qui locútus est per prophétas.

Et unam, sanctam, cathólicam et apostólicam Ecclésiam.

Confíteor unum baptísma in remissiónem peccatórum.

Et exspécto resurrectiónem mortuórum,

et vitam ventúri saeculi.

Amen.

Para utilidad de los fieles, en lugar del símbolo niceno-constantinopolitano, la profesión de fe se puede hacer, especialmente en el tiempo de Cuaresma y en la Cincuentena pascual, con el siguiente símbolo llamado "de los apóstoles":

Creo en Dios, Padre todopoderoso,

Creador del cielo y de la tierra.

En las palabras que siguen, hasta «María Virgen», todos se inclinan.

que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,

nació de Santa María Virgen,

padeció bajo el poder de Poncio Pilato,

fue crucificado, muerto y sepultado,

descendió a los infiernos,

al tercer día resucitó de entre los muertos,

subió a los cielos

y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de la carne

y la vida eterna.

Amén.

Después se hace la plegaria universal u oración de los fieles, que se desarrolla de la siguiente forma:

* Invitatorio

El sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de una breve monición.

* Intenciones

Las intenciones son propuestas por un diácono o, en su defecto, por un lector o por otra persona idónea.

El pueblo manifiesta su participación con una invocación u orando en silencio.

La sucesión de intenciones ordinariamente debe ser la siguiente:

a) por las necesidades de la Iglesia;

b) por los gobernantes y por la salvación del mundo entero;

c) por aquellos que se encuentran en necesidades particulares;

d) por la comunidad local.

* Conclusión

El sacerdote termina la plegaria común con una oración conclusiva.

LITURGIA EUCARÍSTICA

Acabada la Liturgia de la palabra, los ministros colocan en el altar el corporal, el purificador, el cáliz y el misal; mientras tanto puede ejecutarse un canto adecuado.

Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la celebración de la eucaristía, bien aportando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres.

El sacerdote se acerca al altar, toma la patena con el pan y, manteniéndola un poco elevada sobre el altar, dice en secreto:

Bendito seas, Señor, Dios del universo,

por este pan,

fruto de la tierra y del trabajo del hombre,

que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;

él será para nosotros pan de vida.

Después deja la patena con el pan sobre el corporal.

Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta estas palabras; al final el pueblo puede aclamar:

Bendito seas por siempre, Señor.

El diácono, o el sacerdote, echa vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en secreto:

El agua unida al vino

sea signo de nuestra participación en la vida divina

de quien ha querido compartir nuestra condición humana.

Después el sacerdote toma el cáliz y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice en secreto:

Bendito seas, Señor, Dios del universo,

por este vino,

fruto de la vid y del trabajo del hombre,

que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;

él será para nosotros bebida de salvación.

Después deja el cáliz sobre el corporal.

Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta estas palabras; al final el pueblo puede aclamar:

Bendito seas por siempre, Señor.

A continuación, el sacerdote, inclinado, dice en secreto:

Acepta, Señor, nuestro corazón contrito

y nuestro espíritu humilde;

que éste sea hoy nuestro sacrificio

y que sea agradable en tu presencia,

Señor, Dios nuestro.

Y, si se juzga oportuno, inciensa las ofrendas y el altar. A continuación el diácono o un ministro inciensa al sacerdote y al pueblo.

Luego el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secreto:

Lava del todo mi delito, Señor,

limpia mi pecado.

Después, de pie en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice una de las siguientes fórmulas:

Oremos, hermanos,

para que este sacrificio, mío y de ustedes

sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

O bien:

En el momento de ofrecer

el sacrificio de toda la Iglesia,

oremos a Dios, Padre todopoderoso.

O bien:

Oremos, hermanos,

para que, llevando al altar

los gozos y las fatigas de cada día,

nos dispongamos a ofrecer el sacrificio

agradable a Dios, Padre todopoderoso.

 

El pueblo responde:

El Señor reciba de tus manos este sacrificio,

para alabanza y gloria de su nombre,

para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

Luego el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas. La oración sobre las ofrendas termina siempre con la conclusión breve.

Si la oración se dirige al Padre:

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Si la oración se dirige al Padre, pero al final de la misma se menciona al Hijo:

Él, que vive y reina

por los siglos de los siglos.

Si la oración se dirige al Hijo:

Tú que vives y reinas

por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

PLEGARIA EUCARÍSTICA

En las plegarias eucarísticas se pueden nombrar junto al Obispo diocesano a los Obispos coadjutores o auxiliares y al Obispo que eventualmente preside una concelebración.

Si quien preside es Obispo, siempre se nombra a sí mismo; el Obispo diocesano se nombra después del Papa; los otros Obispos se nombran a sí mismos después del Obispo diocesano.

En la plegaria eucarística primera o Canon romano pueden omitirse aquellas partes que están incluidas dentro de corchetes.

El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio.

Con las manos extendidas dice:

El Señor esté con ustedes.

El pueblo responde:

Y con tu espíritu.

El sacerdote, elevando las manos, prosigue:

Levantemos el corazón.

El pueblo responde:

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

El sacerdote, con las manos extendidas, añade:

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

El pueblo responde:

Es justo y necesario.

El sacerdote prosigue el prefacio con las manos extendidas.

Al final del prefacio junta las manos y, en unión del pueblo, concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta:

Santo, Santo, Santo es el Señor,

Dios del Universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

Sanctus, Sanctus, Sanctus Dóminus Deus Sábaoth.

Pleni sunt caeli et terra glória tua.

Hosánna in excelsis.

Benedíctus qui venit in nómine Dómini.

Hosánna in excélsis.

 

 

PREFACIOS

 

PREFACIO DE ADVIENTO I

LAS DOS VENIDAS DE CRISTO

Este prefacio puede decirse en las misas del tiempo, especialmente en los dos primeros domingos, y en las restantes misas que se celebran durante este mismo tiempo y no tienen prefacio propio.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Porque al venir, Él, por primera vez

en la humildad de nuestra carne,

realizó el plan de salvación trazado desde antiguo

y nos abrió el camino de la salvación.

Y así, cuando venga de nuevo

en el esplendor de su grandeza,

y revele su obra plenamente realizada,

podamos recibir los bienes prometidos

que ahora aguardamos en vigilante espera.

Por eso, con los ángeles y los santos

cantamos sin cesar,

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE ADVIENTO II

CRISTO, SEÑOR Y JUEZ DE LA HISTORIA

Este prefacio puede decirse en las misas del tiempo, especialmente en los dos primeros domingos, y en las restantes misas que se celebran durante este mismo tiempo y no tienen prefacio propio.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,

es nuestro deber cantar en tu honor

himnos de bendición y de alabanza,

Padre todopoderoso,

principio y fin de todo lo creado.

Tú nos has ocultado el día y la hora

en que Cristo, tu Hijo,

Señor y Juez de la Historia,

aparecerá, revestido de poder y de gloria,

sobre las nubes del cielo.

En aquel día tremendo y glorioso al mismo tiempo

pasará la figura de este mundo

y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva.

El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria

viene ahora a nuestro encuentro

en cada hombre y en cada acontecimiento,

para que lo recibamos en la fe

y por el amor demos testimonio

de la espera dichosa de su reino.

Por eso, mientras aguardamos su última venida,

unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE ADVIENTO III

LA PROMESA DEL SALVADOR

Este prefacio puede decirse en las misas del tiempo, especialmente en los domingos segundo y tercero, y en las restantes misas que se celebran durante este mismo tiempo y no tienen prefacio propio.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Porque él es el Salvador

que en tu misericordia y fidelidad

habías prometido al hombre extraviado,

para que su verdad instruyera a los ignorantes,

su santidad justificara a pecadores

y su fuerza sostuviera a los débiles.

Y mientras se acerca el tiempo en que ha de llegar tu Enviado

y amanece el día de nuestra salvación,

llenos de confianza en tus promesas,

damos libre curso a nuestra filial alegría.

Por eso, con los ángeles y los santos

cantamos sin cesar,

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE ADVIENTO IV

LA DOBLE ESPERA DE CRISTO

Este prefacio se dice en las misas del tiempo, los domingos tercero y cuarto de Adviento, y en las restantes misas, incluidas las ferias del 17 al 24 de Diciembre, si no tienen prefacio propio.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Él fue anunciado por los profetas,

la Virgen Madre lo engendró con amor inefable,

Juan Bautista proclamó la inminencia de su venida

y reveló su presencia entre los hombres.

El mismo Señor nos concede ahora

preparar con alegría

el misterio de su nacimiento,

para que su llegada nos encuentre

perseverantes en la oración

y proclamando gozosamente su alabanza.

Por eso, con los ángeles y los santos

cantamos sin cesar,

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE ADVIENTO V

MARÍA, NUEVA EVA

Este prefacio se dice en las misas del tiempo, especialmente el cuarto domingo de Adviento, desde el 17 al 24 de diciembre, y en las restantes misas que se celebran durante este mismo tiempo y no tienen prefacio propio.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,

Señor, Padre Santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos

por el misterio de la Virgen Madre.

Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina,

en el seno virginal de la hija de Sión ha germinado

aquel que nos nutre con el pan de los ángeles,

y ha brotado para todo el género humano

la salvación y la paz.

La gracia que Eva nos arrebató

nos ha sido devuelta en María.

En ella, madre de todos los hombres,

la maternidad, redimida del pecado y de la muerte,

se abre al don de una vida nueva.

Así, donde había crecido el pecado,

se ha desbordado tu misericordia

en Cristo, nuestro Salvador.

Por eso nosotros,

mientras esperamos la venida de Cristo,

unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE NAVIDAD I

CRISTO, LA LUZ DEL MUNDO

Este prefacio se dice en las misas de Navidad y de su octava; durante la octava, se dice incluso en aquellas misas que, si se celebraran en otro tiempo tendrían prefacio propio, excepto en aquellas que tienen prefacios propios referidos a las Personas divinas o sus misterios. También se dice en las ferias del tiempo de Navidad.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Porque gracias al misterio de la Palabra hecha carne,

la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos

con nuevo resplandor,

para que, conociendo a Dios visiblemente

él nos lleve al amor de lo invisible.

Por eso con los ángeles y los arcángeles

y con todos los coros celestiales,

cantamos un himno a tu gloria

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE NAVIDAD II

LA RESTAURACIÓN DEL UNIVERSO EN LA ENCARNACIÓN

Este prefacio se dice en las misas de Navidad y de su octava; durante la octava, se dice incluso en aquellas misas que, si se celebraran en otro tiempo tendrían prefacio propio, excepto en aquellas que tienen prefacios propios referidos a las Personas divinas o sus misterios. También se dice en las ferias del tiempo de Navidad.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Porque en el misterio santo que hoy celebramos,

Cristo, el Señor, sin dejar la gloria del Padre,

se hace presente entre nosotros de un modo nuevo:

el que era invisible en su naturaleza

se hace visible al adoptar la nuestra;

y el que es engendrado desde toda la eternidad

comenzó a existir en el tiempo

para asumir en sí mismo todo lo creado,

y así, restablecer el universo

y encaminar al hombre descarriado

al Reino celestial.

Por eso, unidos a todos los ángeles,

te aclamamos llenos de alegría, diciendo:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE NAVIDAD III

EL INTERCAMBIO EN LA ENCARNACIÓN DEL VERBO

Este prefacio se dice en las misas de Navidad y de su octava; durante la octava, se dice incluso en aquellas misas que, si se celebraran en otro tiempo tendrían prefacio propio, excepto en aquellas que tienen prefacios propios referidos a las Personas divinas o sus misterios. También se dice en las ferias del tiempo de Navidad.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Por él hoy resplandece ante el mundo

el maravilloso intercambio de nuestra salvación;

pues al revestirse tu Hijo de nuestra frágil condición

no solamente dignificó nuestra naturaleza para siempre,

sino que por esta unión admirable

nos hizo partícipes de su eternidad.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

te alabamos llenos de alegría:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

CRISTO, LUZ DE LOS PUEBLOS

Este prefacio se dice en la solemnidad de la Epifanía. Los días posteriores a Epifanía, hasta el sábado anterior a la fiesta del Bautismo del Señor, puede decirse este prefacio o uno de los prefacios de Navidad.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Porque (hoy) iluminaste a todos los pueblos

revelándoles el misterio de nuestra salvación en Cristo,

y al manifestarse en nuestra naturaleza mortal

nos restauraste con la nueva gloria de su inmortalidad.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

cantamos un himno a tu gloria,

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE CUARESMA I

LA SIGNIFICACIÓN ESPIRITUAL DE LA CUARESMA

Este prefacio se dice en el tiempo de Cuaresma, sobre todo en los domingos, cuando no tienen prefacio propio.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Por él nos concedes

disponernos a la celebración de la Pascua

con el gozo de un corazón purificado,

para que, dedicados con mayor entrega

a la oración y a las obras de caridad,

y participando en los misterios

que nos dieron nueva Vida,

lleguemos a ser con plenitud hijos tuyos.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

te alabamos cantando sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE CUARESMA II

LA PENITENCIA CUARESMAL

Este prefacio se dice en el tiempo de Cuaresma, sobre todo en los domingos, cuando no tienen prefacio propio.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Porque has establecido generosamente

un tiempo especial de gracia

para renovar en santidad a tus hijos,

de modo que, libres de todo afecto desordenado,

vivamos las realidades temporales

pero adhiriéndonos a las eternas.

Por eso, con los ángeles y los santos

cantamos sin cesar,

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE CUARESMA III

LOS FRUTOS DE LAS PRIVACIONES VOLUNTARIAS

Este prefacio se dice en el tiempo de Cuaresma, sobre todo en los domingos, cuando no tienen prefacio propio.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Porque con nuestras privaciones voluntarias

nos enseñas a reconocer y agradecer tus dones,

a dominar nuestro afán de suficiencia

y a compartir nuestros bienes con los necesitados,

reflejando así tu generosidad.

Por eso, con la multitud de los ángeles,

te alabamos diciendo a una sola voz:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE CUARESMA IV

LOS FRUTOS DEL AYUNO

Este prefacio se dice en las misas de las ferias de Cuaresma, y en los días de ayuno.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Porque con el ayuno corporal

refrenas nuestras pasiones,

elevas nuestro espíritu

y nos das fuerza y recompensa

por Cristo, Señor nuestro.

Por él, los ángeles y los coros celestiales

celebran tu gloria,

unidos en común alegría.

Permítenos asociarnos a sus voces

cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE CUARESMA V

EL CAMINO DEL ÉXODO EN EL DESIERTO CUARESMAL

Este prefacio se dice en las misas de las ferias de Cuaresma.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo bendecir tu nombre,

Padre rico en misericordia,

ahora que, en nuestro itinerario hacia la luz pascual,

seguimos los pasos de Cristo,

maestro y modelo de la humanidad

reconciliada en el amor.

Tú abres a la Iglesia

el camino de un nuevo éxodo

a través del desierto cuaresmal,

para que, llegados a la montaña santa,

con el corazón arrepentido y humillado,

reavivemos nuestra vocación de pueblo de la alianza,

convocado para bendecir tu nombre,

escuchar tu Palabra,

y experimentar con gozo tus maravillas.

Por estos signos de salvación,

unidos a los ángeles, ministros de tu gloria,

proclamamos el canto de tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR I

LA FUERZA DE LA CRUZ

Este prefacio se dice en las ferias de la quinta semana de Cuaresma y en las misas de los misterios de la cruz y la pasión del Señor.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Por la Pasión salvadora de tu Hijo

la humanidad entera fue capaz de glorificarte,

porque en la fuerza inefable de la cruz

se manifestó el juicio del mundo

y el poder de Cristo crucificado.

Por eso, con los ángeles y los santos

cantamos sin cesar,

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR II

LA VICTORIA DE LA PASIÓN

Este prefacio se dice el lunes, martes y miércoles de la Semana Santa.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Porque se acercan ya los días santos

de su Pasión salvadora y de su gloriosa Resurrección;

en ellos celebramos el triunfo

sobre el poder del demonio

y se revive el misterio de nuestra redención.

Por eso, los ángeles te cantan eternamente

y nosotros nos unimos a su canto

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE PASCUA I

EL MISTERIO PASCUAL

Este prefacio se dice durante el tiempo pascual.

En la misa de la Vigilia pascual se dice "en esta noche";

el día de Pascua y durante la octava: "en este día";

en las restantes misas: "en este tiempo".

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

glorificarte siempre, Señor;

pero más que nunca en (esta noche) (este día) (este tiempo)

en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.

Porque él es el verdadero Cordero

que quitó el pecado del mundo;

muriendo destruyó nuestra muerte

y resucitando restauró la vida.

Por eso, con esta efusión del gozo pascual,

el mundo entero se desborda de alegría,

y también los coros celestiales

cantan un himno a tu gloria

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE PASCUA II

LA NUEVA VIDA EN CRISTO

Este prefacio se dice durante el tiempo pascual.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

glorificarte siempre, Señor;

pero más que nunca en este tiempo

en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.

Por él, los hijos de la luz nacen a la Vida eterna;

y a los creyentes se les abre las puertas del Reino de los cielos;

porque en la muerte de Cristo

nuestra muerte ha sido vencida,

y en su resurrección

hemos resucitado todos.

Por eso, con esta efusión del gozo pascual,

el mundo entero se desborda de alegría,

y también los coros celestiales

cantan un himno a tu gloria

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE PASCUA III

CRISTO VIVE PARA INTERCEDER SIEMPRE POR NOSOTROS

Este prefacio se dice durante el tiempo pascual.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

glorificarte siempre, Señor;

pero más que nunca en este tiempo

en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.

Él sigue ofreciéndose por nosotros

e intercede constantemente en nuestro favor;

inmolado, ya no muere más,

muerto, vive para siempre.

Por eso, con esta efusión del gozo pascual,

el mundo entero se desborda de alegría,

y también los coros celestiales

cantan un himno a tu gloria

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE PASCUA IV

LA RESTAURACIÓN DEL UNIVERSO POR EL MISTERIO PASCUAL

Este prefacio se dice durante el tiempo pascual.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

glorificarte siempre, Señor;

pero más que nunca en este tiempo

en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.

Porque destruido el pecado,

todas las cosas son renovadas

y la plenitud de nuestra vida

queda restaurada en Cristo.

Por eso, con esta efusión del gozo pascual,

el mundo entero desborda de alegría,

y los coros celestiales cantan un himno a tu gloria

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE PASCUA V

CRISTO, SACERDOTE Y VÍCTIMA

Este prefacio se dice durante el tiempo pascual.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

glorificarte siempre, Señor;

pero más que nunca en este tiempo

en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.

Por medio de la ofrenda de su Cuerpo

realizada en el sacrificio de la cruz,

él llevó a su plenitud

los sacrificios de la antigua alianza

y al entregarse a ti, Padre, para salvarnos,

se hizo por nosotros

sacerdote, altar y víctima de la alianza nueva y eterna

Por eso, con esta efusión del gozo pascual,

el mundo entero se desborda de alegría,

y los coros celestiales cantan un himno a tu gloria

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR I

EL MISTERIO DE LA ASCENSIÓN

Este prefacio se dice en el día de la Ascensión del Señor. También puede decirse este prefacio, o bien uno de los de pascua, en los días siguientes hasta el sábado antes del domingo de Pentecostés, en las misas que no tienen prefacio propio.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

Porque el Señor Jesús, Rey de la gloria,

triunfador del pecado y de la muerte,

ante la admiración de los ángeles

ascendió (hoy) a lo más alto de los cielos,

como mediador entre Dios y los hombres,

juez del mundo y Señor de los espíritus celestiales.

No se ha ido para alejarse de nuestra condición humana

sino para que tuviéramos la confianza

de que lo seguiremos como miembros suyos,

al lugar donde él nos precedió

como cabeza y principio de todos nosotros.

Por eso, con esta efusión del gozo pascual,

el mundo entero desborda de alegría,

y también los coros celestiales

cantan un himno a tu gloria,

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR II

EL MISTERIO DE LA ASCENSIÓN

Este prefacio se dice en el día de la Ascensión del Señor. También puede decirse este prefacio, o bien uno de los de pascua, en los días siguientes hasta el sábado antes del domingo de Pentecostés, en las misas que no tienen prefacio propio.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Él mismo, después de resucitar

se apareció visiblemente a todos sus discípulos

y ante sus ojos, fue elevado al cielo

para hacernos compartir su divinidad.

Por eso, con esta efusión del gozo pascual,

el mundo entero se desborda de alegría,

y también los coros celestiales

cantan un himno a tu gloria

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO PARA DESPUÉS DE LA ASCENSIÓN

LA ESPERA DEL ESPÍRITU SANTO

Este prefacio se dice en los días que siguen a la Ascensión hasta el sábado antes del domingo de Pentecostés.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario

que todas las criaturas, en el cielo y en la tierra,

se unan en tu alabanza,

Dios todopoderoso y eterno,

por Jesucristo, tu Hijo, Señor del universo.

Él mismo,

habiendo entrado una vez para siempre

en el santuario del cielo,

ahora intercede por nosotros,

como mediador que asegura

la perpetua efusión del Espíritu.

Pastor y obispo de nuestras almas,

nos invita a la plegaria unánime,

a ejemplo de María y los Apóstoles,

en la espera de un nuevo Pentecostés.

Por este misterio de santificación y de amor,

unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DEL ESPÍRITU SANTO I

EL SEÑOR ENVÍA EL ESPÍRITU SANTO A LA IGLESIA

El siguiente prefacio se dice en las misas votivas del Espíritu Santo o en la misa ritual de la Confirmación

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Él mismo, después de subir al cielo

donde está sentado a tu derecha,

derramó sobre tus hijos adoptivos

el Espíritu Santo prometido.

Por eso, ahora y para siempre,

con la multitud de los ángeles

te cantamos con fervor,

aclamando y diciendo:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS DOMINGOS DURANTE EL AÑO I

EL MISTERIO PASCUAL HA HECHO DE NOSOTROS EL PUEBLO DE DIOS

Este prefacio se dice en los domingos del tiempo "durante el año"

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Él mismo, por su misterio pascual,

realizó la obra maravillosa

de llamarnos del pecado y de la muerte

a la gloria de constituir

una raza elegida, un reino sacerdotal,

una nación santa, un pueblo de su propiedad,

para que, trasladados de las tinieblas a tu luz admirable,

proclamemos ante el mundo tus maravillas.

Por eso, con los ángeles y los santos

cantamos sin cesar,

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS DOMINGOS DURANTE EL AÑO II

EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN

Este prefacio se dice en los domingos del tiempo "durante el año".

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Él mismo, compadecido de nuestra perdición,

quiso nacer de la Virgen;

murió en la cruz para liberarnos de la muerte

y resucitó para darnos la Vida eterna,

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

cantamos un himno a tu gloria,

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS DOMINGOS DURANTE EL AÑO III

EL HOMBRE SALVADO POR UN HOMBRE

Este prefacio se dice en los domingos del tiempo "durante el año".

 

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Porque reconocemos como obra de tu poder admirable

no solamente haber socorrido nuestra débil naturaleza

con la fuerza de tu divinidad,

sino haber provisto el remedio

en la misma debilidad humana,

y de lo que era nuestra ruina

haber hecho nuestra salvación,

por medio de Jesucristo, Señor nuestro.

Por él, adoran tu grandeza

los ángeles que se alegran eternamente en tu presencia.

Permítenos asociarnos a sus voces,

cantando alegremente:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS DOMINGOS DURANTE EL AÑO IV

LAS ETAPAS DE LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN EN CRISTO

Este prefacio se dice en los domingos del tiempo "durante el año".

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Él nació para restaurar nuestra naturaleza pecadora;

con su muerte, destruyó nuestro pecado,

al resucitar nos dio nueva vida

y al volver junto a ti,

nos abrió las puertas del cielo.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

te alabamos llenos de alegría:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS DOMINGOS DURANTE EL AÑO V

LA MARAVILLA DE LA CREACIÓN

Este prefacio se dice en los domingos del tiempo "durante el año".

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Tú creaste todo lo que hay en el mundo

y estableciste el curso y la variedad de los tiempos;

formaste al hombre a tu imagen

y sometiste, Padre, a su poder las maravillas del mundo

para que en nombre tuyo domináramos la creación

y al contemplar tus grandezas,

te alabáramos constantemente

por medio de Cristo, Señor nuestro.

A quien alaban los ángeles y los arcángeles

proclamando sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS DOMINGOS DURANTE EL AÑO VI

EL ANTICIPO DE LA PASCUA ETERNA

Este prefacio se dice en los domingos del tiempo "durante el año".

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

En ti vivimos, nos movemos y existimos;

y mientras peregrinamos en este mundo,

no sólo experimentamos

las pruebas cotidianas de tu amor,

sino que poseemos desde ahora

el anticipo de la eternidad.

Así, habiendo recibido las primicias del Espíritu

que resucitó a Jesús,

esperamos gozar de la Pascua eterna.

Por eso, Señor, te damos gracias

y con los ángeles y los santos

proclamamos tu gloria diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS DOMINGOS DURANTE EL AÑO VII

LA SALVACIÓN, FRUTO DE LA OBEDIENCIA DE CRISTO

Este prefacio se dice en los domingos del tiempo "durante el año".

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Porque tu amor al mundo fue tan misericordioso

que no sólo nos enviaste como redentor

a tu propio Hijo,

sino que en todo quisiste que fuera semejante al hombre,

menos en el pecado,

para poder así amar en nosotros

lo que amabas en él.

Y con su obediencia filial recuperamos tus dones

que la desobediencia del pecado nos hizo perder.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

cantamos un himno a tu gloria,

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS DOMINGOS DURANTE EL AÑO VIII

LA IGLESIA UNIFICADA POR VIRTUD Y A IMAGEN DE LA TRINIDAD

Este prefacio se dice en los domingos del tiempo "durante el año".

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Porque has querido reunir de nuevo,

por la Sangre de tu Hijo

y la fuerza del Espíritu,

a los hijos dispersos por el pecado;

de este modo tu Iglesia,

congregada por virtud y a imagen de la Trinidad,

aparece ante el mundo

como Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu,

para alabanza de tu infinita sabiduría.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

te alabamos llenos de alegría:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS DOMINGOS DURANTE EL AÑO IX

EL DÍA DEL SEÑOR

Este prefacio se dice en los domingos del tiempo "durante el año".

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo bendecirte y darte gracias,

Padre santo, fuente de la verdad y de la vida,

porque nos has convocado en tu casa en este día de fiesta.

Hoy, tu familia, reunida en la escucha de tu Palabra,

y en la comunión del pan único y partido,

celebra el memorial del Señor resucitado,

mientras espera el domingo sin ocaso

en el que la humanidad entera

entrará en tu descanso.

Entonces contemplaremos tu rostro

y alabaremos por siempre tu misericordia.

Con esta gozosa esperanza,

y unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos unánimes

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS DOMINGOS DURANTE EL AÑO X

(PREFACIO DEL ESPÍRITU SANTO II)

ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA

Este prefacio se dice en los domingos del tiempo "durante el año".

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Tú nos concedes en cada momento lo que más conviene

y diriges sabiamente a tu Iglesia,

asistiéndola siempre con la fuerza del Espíritu Santo,

para que, con un corazón siempre dócil a tu voluntad,

no abandone la plegaria en las dificultades

ni la acción de gracias en las alegrías,

por Cristo, Señor nuestro.

A él alaban el cielo y la tierra,

los ángeles y los arcángeles

proclamando sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DEL BAUTISMO

EL BAUTISMO, INICIO DE LA VIDA NUEVA

Este prefacio se puede decir en la misa del bautismo.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,

y exaltar tu nombre,

Padre santo y misericordioso,

por Jesucristo, Señor y Redentor nuestro.

Te alabamos,

te bendecimos y te glorificamos

por el sacramento del nuevo nacimiento.

Tú has querido que del corazón abierto de tu Hijo

manara para nosotros el don nupcial del Bautismo,

primera Pascua de los creyentes,

puerta de nuestra salvación,

inicio de la vida en Cristo,

fuente de la humanidad nueva.

Del agua y del Espíritu

engendras en el seno de la Iglesia, virgen y madre,

un pueblo de sacerdotes y reyes,

congregado de entre todas las naciones

en la unidad y santidad de tu amor.

Por este don de tu benevolencia

tu familia te adora

y, unida a los ángeles y a los santos,

canta el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA CONFIRMACIÓN I

LA CONFIRMACIÓN, NUEVO PENTECOSTÉS

Este prefacio se puede decir en la misa de la confirmación.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Porque en este nuevo Pentecostés

los que han renacido por el bautismo

reciben la plenitud del don del Espíritu Santo,

para ser en la Iglesia y en el mundo,

con la palabra y con las obras, testigos de Cristo.

Gracias al cumplimiento de tu promesa,

el Espíritu del amor se derrama hoy en estos hijos tuyos

para introducirlos en toda la verdad

y perfeccionar en ellos la imagen de tu Hijo único.

Por eso, con los ángeles y los santos,

movidos por el Espíritu de unidad

re cantamos un himno de alabanza,

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA CONFIRMACIÓN II

MARCADOS CON EL SELLO DEL ESPÍRITU

Este prefacio se puede decir en la misa de la confirmación.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,

es bueno cantar tu gloria,

Padre santo,

fuente y origen de todo bien.

Tú, en el Bautismo, das nueva vida a los creyentes

y los haces partícipes

del misterio pascual de tu Hijo.

Tú los confirmas con el sello de tu Espíritu,

mediante la imposición de manos

y la unción real del crisma.

Así, renovados a imagen de Cristo,

el ungido por el Espíritu Santo

y enviado para anunciar la buena nueva de la salvación,

los haces tus comensales en el banquete eucarístico

y testigos de la fe

en la Iglesia y en el mundo.

Por eso nosotros,

reunidos en esta asamblea festiva

para celebrar los prodigios de un renovado Pentecostés,

y unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA I

EL SACRIFICIO Y EL SACRAMENTO DE CRISTO

Este prefacio se dice en la misa de la Cena del Señor; puede decirse también la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo y en las misas votivas de la Santísima Eucaristía.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro,

verdadero y único sacerdote.

Él mismo al instituir el sacrificio de la eterna alianza

se ofreció a sí mismo como víctima de salvación

y nos mandó ofrecerlo en su memoria.

Cuando comemos su Carne, inmolada por nosotros,

somos fortalecidos;

cuando bebemos su Sangre, derramada por nosotros,

somos purificados.

Por eso, con los ángeles y los santos

y con todos los coros celestiales

cantamos sin cesar,

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA II

LOS FRUTOS DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA

Este prefacio se dice en la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo y en las misas votivas de la Santísima Eucaristía.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Él mismo, mientras comía con los apóstoles en la última cena

y para perpetuar el memorial salvífico de la cruz,

se entregó a sí mismo como Cordero inmaculado

y culto de la perfecta alabanza.

Con este venerable sacramento

alimentas y santificas a tus fieles

para que todos los hombres

que habitamos en este mundo,

seamos iluminados por una misma fe

y congregados en una misma caridad.

Por tanto, nos acercamos a la mesa

de este sacramento admirable

para que la abundancia de tu gracia

nos lleve a poseer la vida celestial.

Por eso, Señor,

todas las criaturas del cielo y de la tierra

te adoran entonando un cántico nuevo

y también nosotros, con los ángeles,

te alabamos cantando sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA III

LA EUCARISTÍA, VIÁTICO PARA LA PASCUA ETERNA

Este prefacio se puede decir en la misa del viático.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,

es bueno bendecir tu nombre,

Padre santo,

Dios de misericordia y de paz.

Porque has querido que tu Hijo

obediente hasta la muerte de cruz,

nos precediera en el camino del retorno a ti,

término de toda esperanza humana.

En la Eucaristía, testamento de su amor,

él se hace comida y bebida espiritual,

para alimentarnos en nuestro viaje

hacia la Pascua eterna.

Con este anticipo de la resurrección futura,

en la esperanza participamos ya

de la mesa gloriosa de tu reino

y, unidos a los ángeles y a los santos,

proclamamos el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA PENITENCIA

EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN EN EL ESPÍRITU

Este prefacio se puede decir en el tiempo de Cuaresma. Se dice también en las misas de reconciliación y en las otras misas de carácter penitencial.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo alabarte y darte gracias,

Padre santo, Dios todopoderoso,

por tus beneficios,

y sobre todo por la gracia del perdón.

Porque al hombre, náufrago a causa del pecado,

con el sacramento de la reconciliación

le abres el puerto de la misericordia y de la paz,

en Cristo muerto y resucitado.

Con el poder de tu Espíritu,

has dispuesto para la Iglesia,

santa y al mismo tiempo necesitada de penitencia,

una segunda tabla de salvación después del Bautismo,

y así la renuevas incesantemente,

para congregarla en el banquete festivo de tu amor.

Por este don de tu benevolencia

unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos, a una voz, el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

EL SUFRIMIENTO, PARTICIPACIÓN EN LA PASCUA DE CRISTO

Este prefacio se puede decir en las misas de Unción de los enfermos.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,

Dios de misericordia,

Señor todopoderoso,

por Jesucristo, Señor y Redentor nuestro.

Porque has querido que tu único Hijo,

autor de la vida,

médico de los cuerpos y de las almas,

tomase sobre sí nuestras debilidades,

para socorrernos en los momentos de prueba

y santificarnos en la experiencia del dolor.

En el signo sacramental de la Unción,

por la oración de la Iglesia,

nos libras del pecado,

nos confortas con la gracia del Espíritu Santo

y nos haces partícipes de la victoria pascual.

Por este signo de tu benevolencia,

unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos, a una voz, el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LAS ORDENACIONES I

(PREFACIO DE LA MISA CRISMAL)

EL SACERDOCIO DE CRISTO Y EL MINISTERIO DE LOS SACERDOTES

Este prefacio se puede decir en la misa de ordenación de obispos o de presbíteros.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias, siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Tú constituiste a tu único Hijo

Pontífice de la Alianza nueva y eterna,

por la unción del Espíritu Santo,

y determinaste, en tu designio salvífico,

que su único sacerdocio se perpetuara en la Iglesia.

Él no sólo enriquece con el sacerdocio real

al pueblo de los bautizados,

sino también, con amor fraterno,

elige a algunos hombres

para hacerlos participar de su sacerdocio ministerial

mediante la imposición de las manos.

Ellos deben renovar en nombre de Cristo

el sacrificio de la redención humana,

preparar a tus hijos el banquete pascual,

guiar en la caridad a tu pueblo santo,

alimentarlo con tu palabra y fortalecerlo con tus sacramentos.

Tus sacerdotes, Padre, al entregar su vida por ti

y por la salvación de los hermanos,

deben esforzarse por reproducir en sí la imagen de Cristo

y dar testimonio de fidelidad y de amor.

Por eso, con los ángeles y los santos

cantamos sin cesar, el himno de tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LAS ORDENACIONES II

CRISTO, ORIGEN DE TODO MINISTERIO ECLESIAL

Este prefacio se puede decir en la misa de las ordenaciones.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

alabarte y darte gracias,

Padre santo, Dios omnipotente y misericordioso,

de quien proviene toda paternidad

en la comunión del Espíritu.

En tu Hijo Jesucristo, sacerdote eterno,

siervo obediente,

pastor de los pastores,

has puesto el origen y la fuente de todo ministerio,

en la viva tradición apostólica

de tu pueblo peregrino en el tiempo.

Con la variedad de los dones y de los carismas

tú eliges dispensadores de los santos misterios,

para que en todas las naciones de la tierra

se ofrezca el sacrificio perfecto,

y con la Palabra y los sacramentos

se edifique la Iglesia,

comunidad de la nueva alianza,

templo de tu gloria.

Por este misterio de salvación,

unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos con gozo el himno de tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DEL MATRIMONIO I

LA DIGNIDAD DE LA ALIANZA NUPCIAL

Este prefacio se dice en la misa ritual del matrimonio y puede decirse también las misas de aniversario, si es que no hay otro prefacio más propio.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Tú sellaste la unión matrimonial

con un vínculo indisoluble de amor y paz,

y quisiste que la fecundidad de los esposos,

sirviera para aumentar tus hijos adoptivos.

Y así, por medio de tu providencia y de tu gracia,

que se manifiestan de manera tan inefable,

los hijos nacidos para poblar la tierra

renacen espiritualmente para acrecentar la Iglesia,

por Jesucristo, Señor nuestro.

Por él, con los ángeles y los santos,

te cantamos el himno de alabanza,

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DEL MATRIMONIO II

EL GRAN MISTERIO DEL MATRIMONIO

Este prefacio se dice en la misa ritual del matrimonio y puede decirse también las misas de aniversario, si es que no hay otro prefacio más propio.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Porque estableciste la nueva alianza con tu pueblo,

para hacer partícipes de la naturaleza divina

y coherederos de tu gloria

a los redimidos por la muerte y resurrección de Jesucristo.

Tú quisiste que esta prueba de tu inmensa bondad

tuviera como signo la unión esponsal del varón y la mujer,

de manera que la celebración de este sacramento,

nos recordara el designio inefable de tu amor.

Por eso, con los ángeles y los santos,

te alabamos, diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DEL MATRIMONIO III

EL MATRIMONIO, SIGNO DEL AMOR DIVINO

Este prefacio se dice en la misa ritual del matrimonio y puede decirse también las misas de aniversario, si es que no hay otro prefacio más propio.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Porque al hombre, creado por tu bondad,

lo dignificaste tanto,

que en la unión del varón y la mujer

has dejado la imagen verdadera de tu amor.

Y al que por amor creaste,

no cesas de llamarlo a la práctica del amor,

para hacerlo participar en tu amor eterno.

Así, el sacramento del santo matrimonio,

convertido en signo de tu caridad,

consagra el amor humano,

por medio de Cristo, Señor nuestro.

A quien alaban los ángeles y los santos

cantando sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA I

LA MATERNIDAD DE MARÍA

El siguiente prefacio se dice en las misas de la Virgen María, haciendo mención, en el lugar correspondiente (***), de la fiesta, según se indica en cada misa.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias, siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

y alabar, bendecir y proclamar tu gloria

en la *** de santa María, siempre virgen.

Porque ella concibió a tu único Hijo

por obra del Espíritu Santo,

y sin perder la gloria de su virginidad,

derramó sobre el mundo la luz eterna,

Jesucristo, Señor nuestro.

Por él, los ángeles y los arcángeles

celebran tu gloria unidos en común alegría.

Permítenos asociarnos a sus voces,

cantando sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA II

LA IGLESIA ALABA A DIOS CON LAS PALABRAS DE MARÍA

Este prefacio se dice en las misas de la Santísima Virgen.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias, Señor,

y proclamar tus maravillas

en la perfección de tus santos;

y al conmemorar a la Santísima Virgen María,

glorificarte con su mismo canto de alabanza.

En verdad hiciste obras grandes en favor de todos los pueblos

y prolongaste tu misericordia

de generación en generación,

cuando al mirar la humillación de tu esclava,

nos diste, por ella, al autor de la vida,

Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.

Por él, la multitud de los coros celestiales

te adoran eternamente.

Permítenos unirnos a sus voces, cantando:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA III

MARÍA, MODELO Y MADRE DE LA IGLESIA

Este prefacio se dice en las misas de la Santísima Virgen

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias, siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

y glorificarte como es debido

en esta celebración de la Virgen María.

Ella, al aceptar tu Palabra en su corazón inmaculado,

mereció concebirla en su seno virginal

y dando a luz a su propio Creador,

también con amor,

preparó el nacimiento de la Iglesia.

Ella, aceptando junto a la cruz

el testimonio de su amor divino,

adoptó como hijos a todos los hombres,

nacidos a la vida sobrenatural

por la muerte de Cristo.

Ella, unida a los Apóstoles

en espera del Espíritu Santo prometido,

asoció su oración a la de los discípulos

y se convirtió en modelo de la Iglesia orante.

Elevada a la gloria de los cielos

acompaña a la Iglesia peregrina con amor materno,

y con bondad cuida sus pasos hacia la patria del cielo,

hasta que llegue el día glorioso del Señor.

Por eso, con todos los ángeles y santos

te alabamos, cantando sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA IV

MARÍA, SIGNO DE CONSUELO Y DE ESPERANZA

Este prefacio se dice en las misas de la Santísima Virgen.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,

es bueno cantar tu gloria, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Te alabamos y te bendecimos,

por Jesucristo, tu Hijo,

en esta fiesta (memoria) de la bienaventurada Virgen María.

Ella, como humilde sierva, escuchó tu palabra

y la conservó en su corazón;

admirablemente unida al misterio de la redención,

perseveró con los apóstoles en la plegaria,

mientras esperaban al Espíritu Santo,

y ahora brilla en nuestro camino

como signo de consuelo y de firme esperanza.

Por este don de tu benevolencia,

unidos a los ángeles y a los santos,

te entonamos nuestro canto

y proclamamos tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA V

MARÍA, IMAGEN DE LA HUMANIDAD NUEVA

Este prefacio se dice en las misas de la Santísima Virgen.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,

Padre santo,

fuente de la vida y de la alegría.

Porque en esta etapa final de la historia

has querido revelarnos

el misterio escondido desde siglos,

para que así el mundo entero

retorne a la vida y recobre la esperanza.

En Cristo, nuevo Adán,

y en María, nueva Eva,

se revela el misterio de tu Iglesia,

como primicia de la humanidad redimida.

Por este inefable don

la creación entera,

con la fuerza del Espíritu Santo,

emprende de nuevo

su camino hacia la Pascua eterna.

Por eso nosotros,

unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos a una voz

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS ÁNGELES

LA GLORIA DE DIOS MANIFESTADA EN LOS ÁNGELES

Este prefacio se dice en las misas de los santos ángeles.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Y alabarte en tus ángeles y arcángeles

porque la honra que tributamos

a los que te fueron fieles,

se convierte en gloria y alabanza tuya

y por grande que sea su esplendor,

tú demuestras cuán inmenso eres,

y que has de ser honrado por encima de cualquier criatura,

por Jesucristo, Señor nuestro.

Por quien la multitud de los ángeles celebra tu grandeza,

y nosotros nos unimos en adoración,

cantando con ellos tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE SAN JOSÉ

LA MISIÓN DE SAN JOSÉ

Este prefacio se dice ne las misas de san José, añadiendo en su lugar (***) la mención de la celebración del día, según se indica en cada misa.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria

en la *** de san José.

Porque él es el hombre justo que diste por esposo

a la Virgen Madre de Dios;

él es el servidor fiel y prudente

que pusiste al frente de la sagrada familia

para que, haciendo las veces de padre,

cuidara a tu único Hijo,

concebido por obra del Espíritu Santo,

Jesucristo, Señor nuestro.

Por él,

los coros celestiales celebran tu gloria

unidos en común alegría.

Permítenos asociarnos a sus voces,

cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo:

PREFACIO DE LOS APÓSTOLES I

LOS APÓSTOLES, PASTORES DEL PUEBLO DE DIOS

Este prefacio se dice en las misas de los Apóstoles, principalmente en las de san Pedro y san Pablo.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso, Pastor eterno.

Porque nunca abandonas a tu rebaño

sino que por medio de los santos Apóstoles

lo proteges y conservas,

y quieres que siempre tenga por guía

la palabra de aquellos mismos pastores

a quienes tu Hijo entregó la misión

de anunciar el Evangelio.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

cantamos un himno a tu gloria,

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS APÓSTOLES II

EL FUNDAMENTO Y EL TESTIMONIO APOSTÓLICO

Este prefacio se dice en las misas de los Apóstoles y los Evangelistas.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Porque quisiste edificar tu Iglesia

sobre el fundamento de los Apóstoles,

para que ella permaneciera siempre en la tierra

como el signo de tu santidad

y anunciara a todos los hombres

el camino que nos lleva hacia ti.

Por eso, con los ángeles y los santos

cantamos sin cesar,

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS SANTOS I

LA GLORIA DE LOS SANTOS

Este prefacio se dice en la misa de los Santos en general, de los Santos patronos y titulares de la iglesia, y en las solemnidades y fiestas de los Santos cuando no tengan un prefacio más propio. También pueden decirse en las memorias de los Santos.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias

y deber nuestro glorificarte,

Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

que manifiestas tu gloria

en la asamblea de los santos.

Porque tú,

al coronar sus méritos coronas tus propios dones.

Tú nos das el ejemplo de su vida,

la ayuda de su intercesión,

y la participación en su destino,

para que animados por su presencia alentadora

lleguemos victoriosos a la meta de la vida

y recibamos con ellos

la corona incorruptible de la gloria,

por Jesucristo, Señor nuestro.

Por eso, con los ángeles

y en comunión con todos los santos

cantamos sin cesar,

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS SANTOS II

LA ACCIÓN DE LOS SANTOS

Este prefacio se dice en la misa de los Santos en general, de los Santos patronos y titulares de la iglesia, y en las solemnidades y fiestas de los Santos cuando no tengan un prefacio más propio. También pueden decirse en las memorias de los Santos.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Con el testimonio admirable de tus santos,

fecundas a tu Iglesia con vitalidad constante

dándonos así, pruebas evidentes de tu amor.

Ellos nos animan con su ejemplo

y nos ayudan con su intercesión

en el camino de la vida.

Por eso, ahora, nosotros,

llenos de alegría, te aclamamos

como lo hacen los ángeles y los santos en el cielo:

Santo, santo, Santo...

PREFACIO DE LOS SANTOS MÁRTIRES

SIGNIFICADO Y EJEMPLARIDAD DEL MARTIRIO

El siguiente prefacio se dice en las solemnidades y fiestas de los santos Mártires. Se puede decir también en las memorias de los mismos.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Porque la sangre del mártir san N.

derramada, como la de Cristo,

para confesar tu nombre,

manifiesta la acción admirable

con que tú robusteces nuestra debilidad

y nos muestras que,

a partir de nuestra propia fragilidad

podemos convertirnos en testigos

de Cristo, Señor nuestro.

A quien alaban los ángeles

y todos los coros celestiales,

cantando sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE LOS SANTOS PASTORES

LA PRESENCIA DE LOS SANTOS PASTORES EN LA IGLESIA

El siguiente prefacio se dice en las solemnidades y fiestas de los santos Pastores. Se puede decir también en las memorias de los mismos.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

glorificarte

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Porque nos concedes la alegría

de celebrar hoy la fiesta de san N.

fortaleciendo a tu Iglesia

con el ejemplo de su vida,

la luz de su palabra,

y la ayuda de su intercesión.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

te alabamos llenos de alegría:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE SANTAS VÍRGENES Y SANTOS RELIGIOSOS

SIGNIFICADO DE LA VIDA DE CONSAGRACIÓN EXCLUSIVA A DIOS

El siguiente prefacio se dice en las solemnidades y fiestas de las santas Vírgenes y de los santos Religiosos. Se puede decir también en las memorias de los mismos.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario

que te alaben, Padre santo,

tus criaturas del cielo y de la tierra,

y celebremos la grandeza de tu providencia

al recordar a los santos

que por el Reino de los cielos

se consagraron a Cristo.

Porque en ellos contemplamos

cómo el hombre recobra la santidad primera

y experimenta anticipadamente

los bienes que vamos a poseer en el cielo.

Por eso, con los ángeles y los santos

cantamos sin cesar,

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO COMÚN I

EL UNIVERSO RESTAURADO POR CRISTO

Este prefacio se dice en las misas que carecen de prefacio propio o que no deben tomarlo del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

En él quisiste restaurar todas las cosas,

y a todos nos hiciste participar de su plenitud.

Él, que era de condición divina,

se anonadó a sí mismo,

y por su Sangre derramada en la cruz

pacificó todas las cosas;

y así, constituido Señor del universo,

es fuente de salvación eterna

para cuantos creen en él.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

cantamos un himno a tu gloria,

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO COMÚN II

LA SALVACIÓN POR CRISTO

Este prefacio se dice en las misas que carecen de prefacio propio o que no deben tomarlo del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario

es deber y salvación de todos nosotros

darte gracias, siempre y en todo lugar

a ti, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Por amor creaste al hombre,

y aunque condenado justamente,

con tu misericordia lo redimiste,

por Cristo, Señor nuestro.

Por él,

los coros celestiales celebran tu gloria

unidos en común alegría.

Permítenos asociarnos a sus voces,

cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo:

PREFACIO COMÚN III

ALABANZA A DIOS QUE NOS CREÓ Y REDIMIÓ

Este prefacio se dice en las misas que carecen de prefacio propio o que no deben tomarlo del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Porque has querido ser,

por medio de tu amado Hijo,

no solamente el creador del género humano,

sino también el autor generoso de la nueva creación.

Por eso,

con razón te sirven todas las criaturas,

con justicia te alaban todos los redimidos

y tus santos unánimemente te bendicen.

Con ellos, también nosotros,

en unión con los ángeles del cielo

te alabamos diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO COMÚN IV

LA ALABANZA, UN DON DE DIOS

Este prefacio se dice en las misas que carecen de prefacio propio o que no deben tomarlo del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Aunque no necesitas de nuestra alabanza,

ni nuestras bendiciones te enriquecen

inspiras en nosotros, Padre, y haces tuya,

nuestra acción de gracias,

para que nos sirva de salvación

por Cristo, Señor nuestro.

A quien alaban los ángeles y los arcángeles,

proclamando sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO COMÚN V

PROCLAMACIÓN DEL MISTERIO DE CRISTO

Este prefacio se dice en las misas que carecen de prefacio propio o que no deben tomarlo del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Con amor celebramos su Muerte,

con fe viva proclamamos su Resurrección,

y con firme esperanza aguardamos su gloriosa Venida.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

te alabamos llenos de alegría:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO COMÚN VI

EL MISTERIO DE LA SALVACIÓN EN CRISTO

Este prefacio, tomado de la Plegaria eucarística II, se dice en las misas que carecen de prefacio propio o que no deben tomarlo del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias, Padre santo,

siempre y en todo lugar,

por Jesucristo, tu Hijo amado.

Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas;

tú nos lo enviaste

para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo

y nacido de María, la Virgen,

fuera nuestro Salvador y Redentor.

Él, en cumplimiento de tu voluntad,

para destruir la muerte

y manifestar la resurrección,

extendió sus brazos en la cruz,

y así adquirió para ti un pueblo santo.

Por eso,

con los ángeles y los santos,

proclamamos tu gloria, diciendo:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO COMÚN VII

CRISTO, HUÉSPED Y PEREGRINO EN MEDIO DE NOSOTROS

Este prefacio se dice en las misas que carecen de prefacio propio y no deben tomar un prefacio del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,

Señor, Padre santo,

Dios de la alianza y de la paz.

Porque tú llamaste a Abrahán

y le mandaste salir de su tierra,

para constituirlo padre de todas las naciones.

Tú suscitaste a Moisés para librar a tu pueblo

y guiarlo a la tierra de promisión.

En la etapa final de la historia,

has enviado, Padre, a tu propio Hijo,

como huésped y peregrino en medio de nosotros,

para redimirnos del pecado y de la muerte;

y has derramado el Espíritu,

para hacer de todas las naciones un solo pueblo nuevo,

que tiene como meta, tu reino,

como estado, la libertad de tus hijos,

como ley, el precepto del amor.

Por estos dones de tu benevolencia,

unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos con gozo el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO COMÚN VIII

JESÚS, BUEN SAMARITANO

Este prefacio se dice en las misas que carecen de prefacio propio y no deben tomar un prefacio del tiempo. Especialmente es recomendable usarlo en el domingo XV del tiempo "durante el año" del año C y el lunes de la semana XXVII del tiempo "durante el año".

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,

y deber nuestro alabarte,

Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,

en todos los momentos y circunstancias de la vida,

en la salud y en la enfermedad,

en el sufrimiento y en el gozo,

por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.

Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien

y curando a los oprimidos por el mal.

También hoy, como buen samaritano,

se acerca a todo hombre

que sufre en su cuerpo o en su espíritu,

y cura sus heridas con el aceite del consuelo

y el vino de la esperanza.

Por este don de tu gracia,

incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor,

vislumbramos la luz pascual

en tu Hijo, muerto y resucitado.

Por eso,

unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos a una voz

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO COMÚN IX

LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE

Este prefacio se dice en las misas que carecen de prefacio propio y no deben tomar un prefacio del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Tú eres el Dios vivo y verdadero;

el universo está lleno de tu presencia,

pero sobre todo

has dejado la huella de tu gloria

en el hombre, creado a tu imagen.

Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano

en el proyecto de la creación

y le das tu Espíritu

para que sea artífice de justicia y de paz,

en Cristo, el hombre nuevo.

Por eso,

unidos a los ángeles y a los santos,

cantamos con alegría

el himno de tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE DIFUNTOS I

LA ESPERANZA DE LA RESURRECCIÓN EN CRISTO

Este prefacio se dice en la misa de difuntos.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

En él brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección;

y así a quien la certeza de morir entristece,

los consuela la promesa de la futura inmortalidad.

Porque para los que creen en ti,

la vida no termina sino que se transforma,

y al deshacerse esta morada terrenal,

adquirimos una mansión eterna en el cielo.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

cantamos un himno a tu gloria,

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE DIFUNTOS II

CRISTO HA MUERTO PARA NUESTRA VIDA

Este prefacio se dice en la misa de difuntos.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Porque él quiso morir, uno por todos,

para librarnos de la muerte eterna;

más aún, él entregó su vida, uno por todos,

para que todos viviéramos eternamente para ti.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

cantamos un himno a tu gloria,

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE DIFUNTOS III

CRISTO, SALVACIÓN Y VIDA

Este prefacio se dice en la misa de difuntos.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Él es la salvación del mundo,

la Vida de los hombres

y la Resurrección de los muertos.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

cantamos un himno a tu gloria,

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE DIFUNTOS IV

LA VIDA TERRENA Y LA GLORIA CELESTIAL

Este prefacio se dice en la misa de difuntos.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias

siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo,

Dios todopoderoso y eterno.

Tú poder nos ha creado,

y tu providencia nos gobierna;

a causa del pecado,

nos devuelves a la tierra de donde salimos

y estableces que los redimidos por la Sangre de tu Hijo

podamos tener parte en su gloriosa Resurrección.

Por eso, con los ángeles y los santos

cantamos sin cesar,

el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

PREFACIO DE DIFUNTOS V

NUESTRA RESURRECCIÓN POR MEDIO DE LA VICTORIA DE CRISTO

Este prefacio se dice en la misa de difuntos.

V. El Señor esté con ustedes

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias

y deber nuestro glorificarte,

Padre santo.

Porque si el morir es por causa nuestra,

el ser llamados a la vida con Cristo

es obra gratuita de tu amor,

ya que, habiendo muerto por el pecado,

hemos sido redimidos por la victoria de tu Hijo.

Por eso, unidos a los coros de los ángeles,

cantamos un himno a tu gloria,

diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...

 

 

PLEGARIAS EUCARÍSTICAS

 

PLEGARIA EUCARÍSTICA I

(Canon romano)

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP

Padre, misericordioso,

te pedimos humildemente

por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,

Junta las manos y dice:

que aceptes y bendigas

Traza, una sola vez, el signo de la cruz sobre el pan y el vino conjuntamente, diciendo:

estos ? dones,

este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,

Con las manos extendidas, prosigue:

ante todo, por tu Iglesia santa y católica,

para que le concedas la paz,

la protejas,

la congregues en la unidad

y la gobiernes en el mundo entero,

con tu servidor el Papa N.,

con nuestro Obispo N.,

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno servidor tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N. , Obispo de esta Iglesia de N. ,

conmigo, indigno servidor tuyo,

y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad,

promueven la fe católica y apostólica.

CONMEMORACIÓN DE LOS VIVOS

C1

Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N.

Puede decir los nombres de aquellos por quienes tiene intención de orar, o bien junta las manos y ora por ellos unos momentos. Después, con las manos extendidas, prosigue:

y de todos los aquí reunidos,

cuya fe y entrega bien conoces;

por ellos y todos los suyos,

por el perdón de sus pecados

y la salvación que esperan,

te ofrecemos,

y ellos mismos te ofrecen,

este sacrificio de alabanza,

a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.

CONMEMORACIÓN DE LOS SANTOS

C2

? Reunidos en comunión con toda la Iglesia,

veneramos la memoria,

ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María,

Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;

la de su esposo, san José;

la de los santos Apóstoles y mártires

Pedro y Pablo, Andrés,

[Santiago y Juan,

Tomás, Santiago, Felipe,

Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo;

Lino, Cleto, Clemente,

Sixto, Cornelio, Cipriano,

Lorenzo, Crisógono,

Juan y Pablo,

Cosme y Damián,]

y la de todos los santos;

por sus méritos y oraciones

concédenos en todo tu protección.

[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

En los domingos, cuando no hay otro Reunidos en comunión propio, puede decirse:

? Reunidos en comunión con toda la Iglesia, para celebrar el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal, veneramos ante todo, a la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor. *

«REUNIDOS EN COMUNIÓN»

PROPIOS DE ALGUNAS SOLEMNIDADES

En la Natividad del Señor y durante su octava:

? Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar (la noche santa) el día santo en que la Virgen María, conservando intacta su virginidad, dio a luz al Salvador del mundo, veneramos la memoria, ante todo, de esta gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*

En la Epifanía del Señor:

? Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día santo en que tu único Hijo, eterno como tú en la gloria, se manifestó en la verdad de nuestra carne, hecho hombre como nosotros, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*

En el Jueves santo:

? Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día santo en que nuestro Señor Jesucristo fue entregado por nosotros, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*

Desde la misa de la Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua:

? Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar (la noche santa) el día santo de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*

En la Ascensión del Señor:

? Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día santo en que tu único Hijo, nuestro Señor Jesucristo, habiendo tomado nuestra débil condición humana, la exaltó a la derecha de tu gloria, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*

En el domingo dePentecostés:

? Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día de Pentecostés, en que el Espíritu Santo se manifestó a los apóstoles en lenguas de fuego, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*

* la de su esposo, san José;

la de los santos apóstoles y mártires

Pedro y Pablo, Andrés,

[Santiago y Juan,

Tomás, Santiago, Felipe,

Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo;

Lino, Cleto, Clemente,

Sixto, Cornelio, Cipriano,

Lorenzo, Crisógono,

Juan y Pablo,

Cosme y Damián,]

y la de todos los santos;

por sus méritos y oraciones

concédenos en todo tu protección.

[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

 

Con las manos extendidas, prosigue:

CP

? Acepta, Señor, en tu bondad,

esta ofrenda de tus servidores

y de toda tu familia santa;

ordena en tu paz nuestros días,

líbranos de la condenación eterna

y cuéntanos entre tus elegidos.

Junta las manos.

[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

En la misa del Jueves santo:

?Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus servidores y de toda tu familia santa, que te presentamos en el día mismo en que nuestro Señor Jesucristo encomendó a sus discípulos la celebración del sacramento de su Cuerpo y de su Sangre; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.

[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

Desde la misa de la Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua:

?Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus servidores y de toda tu familia santa, que hoy te ofrecemos especialmente por N. y N. (aquellos) que has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo, perdonándoles todos sus pecados; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.

[Por Cristo, nuestro Señor. Amén]

En la misa del bautismo:

?Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus servidores y de toda tu familia santa, que hoy te ofrecemos especialmente por N. y N. (aquellos) que has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo, perdonándoles todos sus pecados, para incorporarlos a Cristo Jesús, Señor nuestro, e inscribe sus nombres en el libro de la vida.

[Por Cristo, nuestro Señor. Amén].

En la misa de la confirmación:

?Acepta, Señor en tu bondad esta ofrenda de tus servidores y de toda tu familia santa, que hoy te ofrecemos especialmente por N. y N. (aquellos) que, renacidos en el bautismo, han sido confirmados hoy por el don del Espíritu Santo; recíbela en tu bondad y conserva en tus hijos el don que les has dado.

[Por Cristo, nuestro Señor. Amén]

En la misa de primera comunión:

?Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus servidores y de toda tu familia santa, que hoy te ofrecemos especialmente por N. y N. (aquellos) que por vez primera invitas en este día a participar del pan de vida y del cáliz de salvación, en la mesa de tu familia: concédeles crecer siempre en tu amistad y en la comunión con tu Iglesia.

En la misa del matrimonio:

?Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus servidores, de los nuevos esposos N. y N. y de toda tu familia santa, que hoy intercede por ellos; y ya que les has concedido llegar al día de los desposorios, otórgales también [el gozo de una ansiada descendencia y de] una larga vida.

En la misa exequial:

?Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus servidores, que hoy te ofrecemos especialmente por el descanso eterno de nuestro hermano, pidiéndote que le concedas que, libre de la corrupción de la carne, tenga su parte entre tus santos.

 

Extendiendo las manos sobre las ofrendas, dice:

CC

Bendice y santifica, Padre, esta ofrenda,

haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti,

de manera que sea para nosotros

Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado,

Jesucristo, nuestro Señor.

Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Él mismo, la víspera de su Pasión,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan en sus santas y venerables manos,

Eleva los ojos,

y, elevando los ojos al cielo,

hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso,

dando gracias te bendijo,

partió el pan,

y lo dio a sus discípulos, diciendo:

En la misa del Jueves Santo:

Él mismo, hoy,

la víspera de padecer por nuestra salvación

y la de todos los hombres,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan en sus santas y venerables manos,

Eleva los ojos,

y, elevando los ojos al cielo,

hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso,

dando gracias te bendijo,

partió el pan,

y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS».

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice:

tomó este cáliz glorioso

en sus santas y venerables manos,

dando gracias te bendijo,

y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HACED ESTO EN CONMEMORCIÓN MÍA».

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:

CP

1 Éste es el Sacramento de nuestra fe.

O bien:

Éste es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,

proclamamos tu resurrección.

¡Ven, Señor Jesús!

2 Aclamemos el Misterio de la redención.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan

y bebemos de este cáliz,

anunciamos tu muerte, Señor,

hasta que vuelvas.

3 Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección

nos has salvado, Señor.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CC

Por eso, Padre,

nosotros, tus servidores, y todo tu pueblo santo,

al celebrar este memorial de la muerte gloriosa

de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor;

de su santa resurrección del lugar de los muertos

y de su admirable ascensión a los cielos,

te ofrecemos, Dios de gloria y majestad,

de los mismos bienes que nos has dado,

el sacrificio puro, inmaculado y santo:

pan de vida eterna y cáliz de salvación.

Y prosigue:

Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala,

como aceptaste los dones del justo Abel,

el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe,

y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.

Inclinado, con las manos juntas, prosigue:

Te pedimos humildemente,

Dios todopoderoso,

que esta ofrenda sea llevada a tu presencia,

hasta el altar del cielo,

por manos de tu ángel,

para que cuantos recibimos

el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,

al participar aquí de este altar,

Se endereza y se signa, diciendo:

seamos colmados

de gracia y bendición.

[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS

C3

Acuérdate también, Señor,

de tus hijos N. y N.,

Puede decir los nombres de los difuntos por quienes se quiere orar.

que nos han precedido con el signo de la fe

y duermen ya el sueño de la paz.

Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene intención de orar.

Después, con las manos extendidas, prosigue:

A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo,

concédeles el lugar del consuelo,

de la luz y de la paz.

Junta las manos.

[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]

Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo:

C4

Y a nosotros, pecadores, servidores tuyos,

Con las manos extendidas prosigue:

que confiamos en tu infinita misericordia,

admítenos en la asamblea

de los santos apóstoles y mártires

Juan el Bautista, Esteban,

Matías y Bernabé,

[Ignacio, Alejandro,

Marcelino y Pedro,

Felicidad y Perpetua,

Águeda, Lucía,

Inés, Cecilia, Anastasia,]

y de todos los santos;

y acéptanos en su compañía,

no por nuestros méritos,

sino conforme a tu bondad.

Junta las manos y prosigue:

CP

Por Cristo, Señor nuestro,

por quien sigues creando todos los bienes,

los santificas,

los llenas de vida,

los bendices

y los repartes entre nosotros.

Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

CP O CC

Por Cristo, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

 

 

PLEGARIA EUCARÍSTICA II

Esta plegaria eucarística tiene un prefacio propio que forma parte de su misma estructura. Con todo, se pueden usar también con esta plegaria otros prefacios, especialmente aquellos que presentan una breve síntesis del misterio de la salvación.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias, Padre santo,

siempre y en todo lugar,

por Jesucristo, tu Hijo amado.

Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas;

tú nos lo enviaste

para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo

y nacido de María, la Virgen,

fuera nuestro Salvador y Redentor.

Él, en cumplimiento de tu voluntad,

para destruir la muerte

y manifestar la resurrección,

extendió sus brazos en la cruz,

y así adquirió para ti un pueblo santo.

Por eso,

con los ángeles y los santos,

proclamamos tu gloria, diciendo:

Santo, Santo, Santo es el Señor,

Dios del Universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP

Santo eres en verdad, Señor,

fuente de toda santidad;

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

CC

por eso te pedimos que santifiques estos dones

con la efusión de tu Espíritu,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

de manera que sean para nosotros

Cuerpo y ? Sangre

de Jesucristo, nuestro Señor.

Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Él mismo,

En la misa vespertina del Jueves santo:

en esta misma noche,

cuando iba a ser entregado a su Pasión,

voluntariamente aceptada,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan,

dándote gracias, lo partió

y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS».

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz,

y, dándote gracias de nuevo,

lo pasó a sus discípulos diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA».

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:

CP

1 Éste es el Sacramento de nuestra fe.

O bien:

Éste es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,

proclamamos tu resurrección.

¡Ven, Señor Jesús!

2 Aclamemos el Misterio de la redención.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan

y bebemos de este cáliz,

anunciamos tu muerte, Señor,

hasta que vuelvas.

3 Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección

nos has salvado, Señor.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Así, Padre,

al celebrar ahora el memorial

de la muerte y resurrección de tu Hijo,

te ofrecemos

el pan de vida y el cáliz de salvación,

y te damos gracias

porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

Te pedimos humildemente

que el Espíritu Santo congregue en la unidad

a cuantos participamos

del Cuerpo y Sangre de Cristo.

C1

? Acuérdate, Señor,

de tu Iglesia extendida por toda la tierra; *

 

En los domingos, cuando no hay otro recuerdo más propio, puede decirse:

?Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal, *

«ACUÉRDATE, SEÑOR»

PROPIO DE ALGUNAS SOLEMNIDADES

En la Natividad del Señor y durante su octava:

?Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí (en la noche santa) en el día santo en que la Virgen María dio a luz al Salvador del mundo;*

En la Epifanía del Señor:

?Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí en el día santo en que tu único Hijo, eterno como tú en la gloria, se manifestó en la realidad de nuestra propia carne;*

Desde la misa de la Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua:

?Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí (en la noche santísima) en el día santísimo de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo;*

En la Ascensión del Señor:

?Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí en el día glorioso en que Cristo ha sido constituido Señor del cielo y de la tierra;*

En el domingo de Pentecostés:

?Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reunida aquí en el día en que la efusión de tu Espíritu ha hecho de ella sacramento de unidad para todos los pueblos;*

* y con el Papa N.,

con nuestro Obispo N.

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares y, en las concelebraciones, del Obispo que preside la celebración.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno servidor tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,

conmigo, indigno servidor tuyo,

y todos los pastores que cuidan de tu pueblo,

llévala a su perfección por la caridad.

Las siguientes intercesiones particulares se agregan según las circunstancias.

INTERCESIONES PARTICULARES

En las misas de Pascua, de su octava y en la del bautismo de adultos:

Acuérdate también de nuestros hermanos [N. y N.]

que hoy, por medio del bautismo [y de la confirmación],

han entrado a formar parte de tu familia;

ayúdales a seguir a Cristo, tu Hijo,

con ánimo generoso y ferviente.

En la misa del bautismo de niños:

Acuérdate también de nuestros hermanos [N. y N.]

(de aquellos hermanos nuestros)

que hoy has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo,

librándolos del pecado;

tú que los has incorporado, como miembros vivos,

al cuerpo de Cristo,

inscribe también sus nombres en el libro de la vida.

En la misa de la confirmación:

Acuérdate también de tus hijos [N. y N.] que,

regenerados en el bautismo,

hoy has confirmado, marcándolos con el sello del Espíritu Santo;

custodia en ellos el don de tu amor.

En la misa de primera comunión:

Acuérdate de tus hijos [N. y N.]

que por vez primera

invitas en este día a participar del pan de vida

y del cáliz de salvación, en la mesa de tu familia;

concédeles crecer siempre en tu amistad

y en la comunión con tu Iglesia.

En la misa del matrimonio:

Acuérdate de tus hijos [N. y N.]

que en Cristo hoy han fundado una nueva familia,

iglesia doméstica y sacramento de tu amor,

y concédeles que la gracia de este día

se prolongue a lo largo de toda su vida.

En la misa por los difuntos:

Recuerda a tu hijo (hija) N.,

a quien llamaste (hoy) de este mundo a tu presencia;

concédele que, así como ha compartido ya

la muerte de Jesucristo,

comparta también con él la gloria de la resurrección.

C2

Acuérdate también de nuestros hermanos

que se durmieron en la esperanza

de la resurrección,

y de todos los que han muerto en tu misericordia;

admítelos a contemplar la luz de tu rostro.

Ten misericordia de todos nosotros,

y así, con María, la Virgen Madre de Dios,

los apóstoles

y cuantos vivieron en tu amistad

a través de los tiempos,

merezcamos, por tu Hijo Jesucristo,

compartir la vida eterna

y cantar tus alabanzas.

Junta las manos.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

CP O CC

Por Cristo, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

 

 

 

PLEGARIA EUCARÍSTICA III

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP

Santo eres en verdad, Padre,

y con razón te alaban todas tus criaturas,

ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,

con la fuerza del Espíritu Santo,

das vida y santificas todo,

y congregas a tu pueblo sin cesar,

para que ofrezca en tu honor

un sacrificio sin mancha

desde donde sale el sol hasta el ocaso.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

CC

Por eso, Padre, te suplicamos

que santifiques por el mismo Espíritu

estos dones que hemos separado para ti,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

de manera que sean

Cuerpo y ? Sangre de Jesucristo,

Hijo tuyo y Señor nuestro,

Junta las manos.

que nos mandó celebrar estos misterios.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Porque él mismo,

la noche en que iba a ser entregado,

En la misa vespertina del Jueves santo:

habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo,

los amó hasta el extremo

y, mientras cenaba con sus discípulos,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan,

y dando gracias te bendijo,

lo partió

y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS».

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.69. Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar prosigue:

tomó el cáliz,

dando gracias te bendijo,

y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA».

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:

CP

1 Éste es el Sacramento de nuestra fe.

O bien:

Éste es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,

proclamamos tu resurrección.

¡Ven, Señor Jesús!

2 Aclamemos el Misterio de la redención.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan

y bebemos de este cáliz,

anunciamos tu muerte, Señor,

hasta que vuelvas.

3 Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección

nos has salvado, Señor.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CC

Por eso, Padre,

al celebrar ahora el memorial

de la pasión salvadora de tu Hijo,

de su admirable resurrección y ascensión al cielo,

mientras esperamos su venida gloriosa,

te ofrecemos, en esta acción de gracias,

el sacrificio vivo y santo.

Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia,

y reconoce en ella la Víctima

por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad,

para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo

y llenos de su Espíritu Santo,

formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

C1

Que él nos transforme en ofrenda permanente,

para que gocemos de tu heredad

junto con tus elegidos:

con María, la Virgen Madre de Dios,

los apóstoles y los mártires,

[san N.: Santo del día o patrono]

y todos los santos,

por cuya intercesión

confiamos obtener siempre tu ayuda.

C2

Te pedimos, Padre,

que esta Víctima de reconciliación

traiga la paz y la salvación al mundo entero.

Confirma en la fe y en la caridad

a tu Iglesia, peregrina en la tierra:

a tu servidor, el Papa N.,

a nuestro Obispo N.,

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares y, en las concelebraciones, del Obispo que preside la celebración.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

a mí, indigno servidor tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario, dice:

a mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,

a mí, indigno servidor tuyo,

al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,

y a todo el pueblo redimido por ti. *

INTERCESIONES PARTICULARES

En las misas de Pascua, de su octava y en la del bautismo de adultos:

* Confirma en la fidelidad cristiana a tus hijos [N. y N.],

que hoy, por medio del Bautismo [y del don del Espíritu]

has llamado a formar parte de tu pueblo

y concédeles andar siempre en una vida nueva.

En la misa del bautismo de niños:

* Ayuda a nuestros hermanos [N. y N.],

que hoy has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo

librándolos del pecado;

tú que los has incorporado,

como miembros vivos, al Cuerpo de Cristo,

inscribe también sus nombres en el libro de la vida.

En la misa de confirmación:

* Ayuda a tus hijos [N. y N.],

que hoy has confirmado

marcándolos con el sello del Espíritu Santo;

custodia en ellos el don de tu amor.

 

En la misa de primera comunión:

* Ayuda a tus hijos [N. y N.],

que por vez primera invitas en este día

a participar del pan de vida y del cáliz de salvación,

en la mesa de tu familia:

concédeles crecer siempre en tu amistad

y en la comunión con tu Iglesia.

En la misa del matrimonio:

* Ayuda a tus hijos [N. y N.],

que en Cristo hoy han fundado una nueva familia,

iglesia doméstica y sacramento de tu amor,

y concédeles que la gracia de este día

se prolongue a lo largo de toda su vida.

? Atiende los deseos y súplicas de esta familia

que has congregado en tu presencia.

En los domingos, cuando no hay otro recuerdo más propio, puede decirse:

? Atiende los deseos y súplicas de esta familia

que has congregado en tu presencia,

en el domingo, día en que Cristo

ha vencido a la muerte

y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal.

En la Natividad del Señor y durante su octava:

??Atiende los deseos y súplicas de esta familia

que has congregado en tu presencia,

( en la noche santa ) en el día santo

en que la Virgen María dio a luz al Salvador del mundo.

En la Epifanía del Señor:

??Atiende los deseos y súplicas de esta familia

que has congregado en tu presencia,

en el día santo, en que tu único Hijo,

eterno como tú en la gloria,

se manifestó en la verdad de nuestra carne hecho hombre.

Desde la misa de la Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua:

??Atiende los deseos y súplicas de esta familia

que has congregado en tu presencia,

( en la noche gloriosa ) en el día glorioso

de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne.

 

En la Ascensión del Señor:

??Atiende los deseos y súplicas de esta familia

que has congregado en tu presencia, en el día glorioso de la Ascensión,

en el que Cristo ha sido constituido Señor del cielo y de la tierra.

En el domingo de Pentecostés:

??Atiende los deseos y súplicas de esta familia

que has congregado en tu presencia,

en el día en que la efusión de tu Espíritu

ha hecho de ella sacramento de unidad para todos los pueblos.

Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,

a todos tus hijos dispersos por el mundo.

? A nuestros hermanos difuntos

y a cuantos murieron en tu amistad

recíbelos en tu reino,

donde esperamos gozar todos juntos

de la plenitud eterna de tu gloria,

Junta las manos.

por Cristo, Señor nuestro,

por quien concedes al mundo todos los bienes.

Cuando esta plegaria se utiliza en las misas de difuntos, puede decirse:

? Recuerda a tu hijo (hija) N.,

a quien llamaste [hoy] de este mundo a tu presencia:

concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo,

comparta también con él la gloria de la resurrección,

cuando Cristo haga resurgir de la tierra a los muertos,

y transforme nuestro cuerpo frágil

en cuerpo glorioso como el suyo.

A todos nuestros hermanos difuntos

y a cuantos murieron en tu amistad

recíbelos en tu reino,

donde esperamos gozar todos juntos

de la plenitud eterna de tu gloria;

allí secarás las lágrimas de nuestros ojos,

porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro,

seremos para siempre semejantes a ti

y cantaremos eternamente tus alabanzas,

Junta las manos.

Por Cristo, Señor nuestro,

por quien concedes al mundo todos los bienes.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

Por Cristo, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

 

 

PLEGARIA EUCARÍSTICA IV

Esta plegaria eucarística forma un todo con su prefacio, el cual nunca puede cambiarse. Por consiguiente, no puede decirse cuando está prescripto un prefacio propio. En todos los casos puede decirse, incluso cuando las rúbricas prescriban un prefacio del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad es justo darte gracias,

y deber nuestro glorificarte, Padre santo,

porque tú eres el único Dios vivo y verdadero

que existes desde siempre,

y vives para siempre;

luz sobre toda luz.

Porque tú solo eres bueno y la fuente de la vida,

hiciste todas las cosas

para colmarlas de tus bendiciones

y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria.

Por eso,

innumerables ángeles en tu presencia,

contemplando la gloria de tu rostro,

te sirven siempre y te glorifican sin cesar.

Y con ellos también nosotros, llenos de alegría,

y por nuestra voz las demás criaturas,

aclamamos tu nombre cantando:

Santo, Santo, Santo es el Señor,

Dios del Universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP Te alabamos, Padre santo,

porque eres grande

y porque hiciste todas las cosas con sabiduría y amor.

A imagen tuya creaste al hombre

y le encomendaste el universo entero,

para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador,

dominara todo lo creado.

Y cuando por desobediencia perdió tu amistad,

no lo abandonaste al poder de la muerte,

sino que, compadecido, tendiste la mano a todos,

para que te encuentre el que te busca.

Reiteraste, además, tu alianza a los hombres;

por los profetas

los fuiste llevando con la esperanza de salvación.

Y tanto amaste al mundo, Padre santo,

que, al cumplirse la plenitud de los tiempos,

nos enviaste como salvador a tu único Hijo.

Él se encarnó por obra del Espíritu Santo,

nació de María, la Virgen,

y así compartió en todo nuestra condición humana

menos en el pecado;

anunció la salvación a los pobres,

la liberación a los oprimidos

y a los afligidos el consuelo.

Para cumplir tus designios,

él mismo se entregó a la muerte,

y, resucitando, destruyó la muerte y nos dio nueva vida.

Y a fin de que no viviéramos más para nosotros mismos,

sino para quien por nosotros murió y resucitó,

nos envió desde tu seno al Espíritu Santo

como primicia para los creyentes,

y así santificar todas las cosas,

llevando a plenitud su obra en el mundo.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

CC

Por eso, Padre, te rogamos

que este mismo Espíritu

santifique estas ofrendas,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

para que sean

Cuerpo y ? Sangre

de Jesucristo, nuestro Señor,

Junta las manos.

y así celebremos el gran misterio

que nos dejó como alianza eterna.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Porque él mismo,

llegada la hora en que había de ser glorificado

por ti, Padre santo,

habiendo amado a los suyos

que estaban en el mundo,

los amó hasta el extremo.

Y, mientras cenaba con sus discípulos,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan,

te bendijo,

lo partió

y se lo dio, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS».

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz lleno del fruto de la vid,

te dio gracias

y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA».

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:

CP

1 Éste es el Sacramento de nuestra fe.

O bien:

Éste es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,

proclamamos tu resurrección.

¡Ven, Señor Jesús!

2 Aclamemos el Misterio de la redención.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan

y bebemos de este cáliz,

anunciamos tu muerte, Señor,

hasta que vuelvas.

3 Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección

nos has salvado, Señor.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CC

Por eso, Padre,

al celebrar ahora el memorial de nuestra redención,

recordamos la muerte de Cristo

y su descenso al lugar de los muertos,

proclamamos su resurrección y ascensión a tu derecha;

y mientras esperamos su venida gloriosa,

te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre,

sacrificio agradable a ti

y salvación para todo el mundo.

Dirige tu mirada sobre esta Víctima

que tú mismo has preparado a tu Iglesia,

y concede a cuantos compartimos

este pan y este cáliz,

que, congregados en un solo cuerpo por el Espíritu Santo,

seamos en Cristo

víctima viva para alabanza de tu gloria.

C1

Y ahora, Señor, acuérdate

de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio:

de tu servidor el Papa N.,

de nuestro Obispo N.,

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares y, en las concelebraciones, del Obispo que preside la celebración.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno servidor tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,

conmigo, indigno servidor tuyo,

del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos,

de los oferentes y de los aquí reunidos, *

INTERCESIONES PARTICULARES

En las misas de Pascua, de su octava y en la del bautismo:

* de nuestros hermanos [N. y N.]

que hoy has hecho renacer

del agua y del Espíritu Santo,

En la misa de la confirmación:

* de tus hijos [N. y N.]

que hoy has confirmado

marcándolos con el sello del Espíritu Santo,

En la misa de la primera comunión:

* de tus hijos [N. y N.] que por vez primera

invitas en este día a participar del pan de vida

y del cáliz de salvación, en la mesa de tu familia,

En la misa del matrimonio:

* de tus hijos [N. y N.],

que en Cristo hoy han fundado una nueva familia,

de todo tu pueblo santo

y de aquellos que te buscan con sincero corazón.

Acuérdate también

de los que murieron en la paz de Cristo

y de todos los difuntos,

cuya fe sólo tú conociste.

Padre de bondad,

que todos tus hijos nos reunamos

en la heredad de tu reino,

con María, la Virgen Madre de Dios,

con los apóstoles y los santos;

y allí, junto con toda la creación

libre ya del pecado y de la muerte,

Junta las manos.

te glorifiquemos por Cristo, Señor nuestro,

por quien concedes al mundo todos los bienes.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

Por Cristo, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

 

 

 

 

 

RITO DE LA COMUNIÓN

Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:

Fieles a la recomendación del Salvador

y siguiendo su divina enseñanza,

nos atrevemos a decir:

O bien:

Llenos de alegría por ser hijos de Dios,

digamos confiadamente

la oración que Cristo nos enseñó:

O bien:

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones

con el Espíritu Santo que se nos ha dado;

digamos con fe y esperanza:

O bien:

Antes de participar en el banquete de la Eucaristía,

signo de reconciliación

y vínculo de unión fraterna,

oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:

U otras palabras semejantes.

 

Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:

Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

Pater noster, qui es in caelis:

sanctificétur nomen tuum;

advéniat regnum tuum;

fiat volúntas tua, sicut in caelo, et in terra.

Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie;

et dimítte nobis débita nostra,

sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris;

et ne nos indúcas in tentatiónem;

sed líbera nos a malo.

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo:

Líbranos de todos los males, Señor,

y concédenos la paz en nuestros días,

para que, ayudados por tu misericordia,

vivamos siempre libres de pecado

y protegidos de toda perturbación,

mientras esperamos la gloriosa venida

de nuestro Salvador Jesucristo.

Junta las manos.

El pueblo concluye la oración, aclamando:

Tuyo es el reino,

tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:

Señor Jesucristo,

que dijiste a tus apóstoles:

"La paz les dejo, mi paz les doy",

no tengas en cuenta nuestros pecados,

sino la fe de tu Iglesia

y, conforme a tu palabra,

concédele la paz y la unidad.

Junta las manos.

Tú que vives y reinas

por los siglos de los siglos.

El pueblo responde:

Amén.

El sacerdote, extendiendo y juntando las manos, añade:

La paz del Señor esté siempre con ustedes.

El pueblo responde:

Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:

Démonos fraternalmente la paz.

O bien (especialmente para Adviento y Navidad):

Como hijos de Dios, intercambiemos ahora

un signo de comunión fraterna.

O bien (especialmente para Cuaresma):

En Cristo, que nos ha hecho hermanos con su cruz,

manifestemos un signo de reconciliación y de paz.

O bien (especialmente para la Cincuentena pascual):

En el Espíritu de Cristo resucitado,

démonos fraternalmente la paz.

Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz.

El sacerdote da la paz al diácono o al ministro.

Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el cáliz, diciendo en secreto:

El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,

unidos en este cáliz,

sean para nosotros

alimento de vida eterna.

Mientras tanto se canta o se dice:

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

danos la paz.

Si la fracción del pan se prolonga, el canto precedente puede repetirse varias veces. La última vez se dice: danos la paz.

Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi:

Miserére nobis.

Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi:

Miserére nobis.

Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi:

Dona nobis pacem.

A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo,

que por voluntad del Padre,

cooperando el Espíritu Santo,

diste con tu muerte la vida al mundo,

líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre,

de todas mis culpas y de todo mal.

Concédeme cumplir siempre tus mandamientos

y jamás permitas que me separe de ti.

O bien:

Señor Jesucristo,

la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre

no sea para mí un motivo de juicio y condenación,

sino que, por tu bondad,

sirva para defensa de mi alma y mi cuerpo

y sea remedio de salvación.

El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:

Éste es el Cordero de Dios,

que quita el pecado del mundo.

Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Y, juntamente con el pueblo, añade:

Señor, no soy digno

de que entres en mi casa,

pero una palabra tuya bastará para sanarme.

El sacerdote dice en secreto:

El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.

Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.

Después toma el cáliz y dice en secreto:

La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.

Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo.

Después toma la patena o la píxide, se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, que sostiene un poco elevado, diciendo a cada uno de ellos:

El Cuerpo de Cristo.

El que va a comulgar responde:

Amén.

Y comulga.

El diácono y los ministros que distribuyen la Eucaristía observan los mismos ritos.

Si se comulga bajo las dos especies, se observa el rito descrito en su lugar.

Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

Acabada la comunión, el diácono, el acólito, o el mismo sacerdote, purifica la patena sobre el cáliz y también el mismo cáliz, a no ser que se prefiera purificarlo en la credencia después de la misa.

Si el sacerdote hace la purificación, dice en secreto:

Haz, Señor,

que recibamos con un corazón limpio

el alimento que acabamos de tomar,

y que el don que nos haces en esta vida

nos sirva para la eterna.

Después el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.

Luego, de pie en la sede o en el altar, el sacerdote dice:

Oremos.

Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se haya hecho antes.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.

La oración después de la comunión termina con la conclusión breve.

Si la oración se dirige al Padre:

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Si la oración se dirige al Padre, pero al final de la misma se menciona al Hijo:

Él, que vive y reina

por los siglos de los siglos.

Si la oración se dirige al Hijo:

Tú que vives y reinas

por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

 

RITO DE CONCLUSIÓN

En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o advertencias al pueblo.

Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice:

El Señor esté con ustedes.

El pueblo responde:

Y con tu espíritu.

Bendición

El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:

La bendición de Dios todopoderoso,

Padre, Hijo ?, y Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes.

El pueblo responde:

Amén.

En algunas ocasiones y en determinadas misas rituales puede utilizarse una de las bendiciones solemnes (pp. ) o de las oraciones sobrel pueblo, (pp. )

 

El Obispo, para bendecir al pueblo, usa el siguiente formulario, a no ser que prefiera

utilizar una de las bendiciones solemnes o una de las oraciones sobre el pueblo.

V. Bendito sea el nombre del Señor.

R. Ahora y por todos los siglos.

V. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

R. Que hizo el cielo y la tierra.

V. La bendición de Dios todopoderoso,

Pa ??dre, Hi ??jo,

y Espíritu ? Santo

descienda sobre ustedes.

R. Amén.

Despedida

Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, despide al pueblo con una de las fórmulas siguientes.

1

Pueden irse en paz.

2

La alegría del Señor sea nuestra fuerza.

Vayan en paz.

3

Glorifiquen al Señor con sus vidas. Vayan en paz.

4

En el nombre del Señor, pueden irse en paz.

 

5

Especialmente en los domingos de Pascua:

Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz.

 

El pueblo responde:

Demos gracias a Dios.

Después el sacerdote besa con veneración el altar, como al comienzo, y, hecha la debida reverencia con los ministros, se retira a la sacristía.

Si sigue inmediatamente otra acción litúrgica, se omite el rito de despedida.

 

I. En las celebraciones de cada tiempo.

1. ADVIENTO

El Señor todopoderoso y lleno de misericordia,

por la primera venida de su Hijo en la que creemos,

y por la segunda que esperamos,

los ilumine con su luz

y los colme con su bendición.

R. Amén.

En el camino de esta vida los haga constantes en la fe,

alegres en la esperanza

y activos en la caridad.

R. Amén.

Ya que se alegran por la venida en el tiempo

de nuestro Redentor,

que sean recompensados con el don de la Vida eterna

cuando él venga por segunda vez en la gloria.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

2. NAVIDAD

El Señor de infinita bondad

que por la encarnación de su Hijo

disipó las tinieblas del mundo

y por su glorioso nacimiento

iluminó esta santísima noche ( este santísimo día )

disipe en ustedes las tinieblas del pecado

e ilumine sus corazones con el esplendor de las virtudes.

R. Amén.

Él, que por medio del ángel quiso anunciar a los pastores

el gran gozo del nacimiento del Salvador,

colme con su gozo los corazones de ustedes

y los transforme en mensajeros de su Evangelio.

R. Amén.

Él, que por la encarnación de su Hijo

unió lo terreno con lo celestial

les conceda la abundancia de su paz y de su amor,

y los haga partícipes de la Iglesia celestial.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

3. AL COMIENZO DEL AÑO

Dios, fuente y principio de todo bien,

les conceda su gracia,

derrame sobre ustedes una abundante bendición

y los conserve sanos y salvos durante todo este año.

R. Amén.

Que él mantenga íntegra la fe de ustedes,

les conceda una esperanza firme

y una caridad paciente y perseverante.

R. Amén.

Que él los conserve unidos en paz,

escuche hoy y siempre sus ruegos

y los conduzca a la Vida eterna.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

4. EPIFANÍA

El Señor, que los llamó de las tinieblas a su admirable luz,

los bendiga bondadosamente

y afiance sus corazones en la fe, en la esperanza y en la caridad.

R. Amén.

Puesto que quieren seguir fielmente a Cristo,

que hoy se manifestó al mundo como la luz que brilla en las tinieblas,

los haga también luz para sus hermanos.

R. Amén.

Que al terminar su peregrinación terrenal

puedan llegar a aquél a quien los Magos, siguiendo la estrella,

buscaron y encontraron con honda alegría.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

5. CUARESMA

Dios, Padre misericordioso,

les conceda, como al hijo pródigo,

el gozo de volver a la casa paterna.

R. Amén.

Cristo, modelo de oración y de vida,

los guíe a la auténtica conversión del corazón,

a través del camino de la Cuaresma.

R. Amén.

El Espíritu de sabiduría y de fortaleza

los sostenga en la lucha contra el maligno,

para que puedan celebrar con Cristo la victoria pascual.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

6. PASIÓN

Dios Padre misericordioso,

que en la Pasión de su Hijo

les dio el testimonio de su amor,

les conceda servir a Dios y a los hermanos

y recibir el don admirable de su bendición.

R. Amén.

Ya que creen que por la muerte temporal de su Hijo

fueron liberados de la muerte eterna

les dé la recompensa de la vida futura.

R. Amén.

Que siguiendo los ejemplos de humildad de Jesús,

merezcan participar de su resurrección.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

7. VIGILIA PASCUAL Y DOMINGO DE PASCUA

Dios todopoderoso les dé su bendición

en esta solemne fiesta de Pascua

y los proteja por su bondad

de toda sombra de pecado.

R. Amén.

Él, que por la Resurrección de su Hijo

nos renueva para la Vida eterna,

les conceda la recompensa de la inmortalidad.

R. Amén.

Y ya que celebramos con honda alegría esta Pascua

después de recorrer con Jesús el camino de la Cruz,

les conceda participar de los gozos eternos.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

8. TIEMPO PASCUAL

Dios, que por la resurrección de su Hijo

los ha redimido y les ha dado la gracia de la adopción filial

los colme con el gozo de su bendición.

R. Amén.

Él, que por su redención les obtuvo la perfecta libertad,

les conceda participar de la herencia eterna.

R. Amén.

Ya que resucitaron en el bautismo por la fe,

que por medio de una vida santa

puedan llegar a la patria celestial.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

9. ASCENSIÓN DEL SEÑOR

El Señor todopoderoso,

en este día en que su Hijo subió al cielo

y abrió la entrada de la gloria

para que puedan seguirlo

los bendiga.

R. Amén.

Y así como Cristo se apareció a sus discípulos

después de su Resurrección,

que se les manifieste lleno de misericordia

cuando venga para el Juicio de este mundo.

R. Amén.

Ya que creen que él reina junto al Padre,

que puedan experimentar con alegría

su permanencia entre nosotros

hasta el fin del mundo, tal como lo prometió.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

10. ESPÍRITU SANTO

El Señor, fuente de toda luz que (hoy)

iluminó los corazones de los discípulos

derramando en ellos el Espíritu Santo,

los bendiga y les conceda la abundancia de sus dones.

R. Amén.

Aquel fuego admirable que apareció sobre los discípulos

purifique los corazones de ustedes de todo mal

y los ilumine con su luz.

R. Amén.

Él, que por la proclamación de una misma fe

reunió a los pueblos de diferentes lenguas,

los haga perseverar en esa misma fe

y llegar, gracias a ella, a la visión que esperan.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

11. DURANTE EL AÑO, I

(Bendición de Aarón, Núm. 6,24-26)

Que el Señor los bendiga y los proteja.

R. Amén.

Haga brillar su rostro sobre ustedes y los bendiga.

R. Amén.

Les descubra su rostro y les conceda la paz.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

12. DURANTE EL AÑO, II

(Filip. 4,7)

La paz de Dios,

que supera todo lo que podemos pensar,

tome bajo su cuidado los corazones y pensamientos de ustedes,

en el conocimiento y el amor de Dios

y de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

 

13. DURANTE EL AÑO III

El Señor todopoderoso los bendiga con bondad

e infunda en sus corazones la sabiduría de las cosas celestiales.

R. Amén.

Los instruya con el conocimiento de la fe

y los haga perseverar en la práctica de las buenas obras.

R. Amén.

Que él dirija hacia sí los pasos de ustedes

y les muestre el camino de la paz y del amor.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

 

14. DURANTE EL AÑO IV

El Señor de todo consuelo ordene en su paz cada día de su vida

y les conceda los dones de su bendición.

R. Amén.

Los libre de toda perturbación

y confirme sus corazones en su amor.

R. Amén.

Para que enriquecidos con la fe, la esperanza y el amor,

practiquen el bien en la vida presente

y puedan llegar felizmente a la eterna.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

15. DURANTE EL AÑO, V

Dios todopoderoso aparte de ustedes toda adversidad

y les conceda los dones de su bendición.

R. Amén.

Encienda sus corazones con el deseo de su Palabra

para que pueda colmarlos con los gozos eternos.

R. Amén.

Para que, comprendiendo lo que es bueno y recto,

todos podamos cumplir siempre

los mandamientos de Dios

y participar en la herencia celestial.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

16. DURANTE EL AÑO VI

(2 Tes. 2,16-17)

Jesucristo, el Señor, y Dios, nuestro Padre,

que nos ha amado tanto y nos ha dado

el consuelo de una gran esperanza,

los afiance y fortalezca

para toda clase de palabras y obras buenas.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

17. DURANTE EL AÑO VII

(1 Tes. 5,23-24)

Que el Dios de la paz los santifique plenamente,

para que se conserven irreprochables

hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

18. DURANTE EL AÑO VIII

(Heb. 13,20-21)

El Dios de la paz, que resucitó de entre los muertos

al gran pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús,

los haga perfectos en todo bien,

en virtud de la sangre de la alianza eterna,

para que cumplan su voluntad,

realizando en ustedes lo que es de su agrado.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

19.DURANTE EL AÑO IX

(Cf. 1 Ped. 5,10-11)

El Dios de toda gracia,

que los ha llamado en Cristo a su eterna gloria,

los afiance y los conserve fuertes y constantes en la fe.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

II. En las celebraciones de los santos

20.LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Dios que por su bondad quiso redimir al género humano

mediante la maternidad de la Virgen María

derrame sobre ustedes una abundante bendición.

R. Amén.

Que experimenten siempre y en todas partes

la protección de aquélla por quien recibieron

al Autor de la vida.

R. Amén.

Y ya que se han reunido

para celebrar con amor esta fiesta en su honor,

puedan recibir los dones de la alegría espiritual

y los premios eternos.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

21. SAN PEDRO Y SAN PABLO

Dios todopoderoso,

que los asoció a la profesión de fe realizada por san Pedro,

y por ella los estableció en la sólida fe de la Iglesia,

los bendiga.

R. Amén.

Ya que los ha instruido

mediante la incansable predicación de san Pablo,

les enseñe, a ejemplo del Apóstol,

a ganar a sus hermanos para Cristo.

R. Amén.

Que Pedro por su poder, Pablo por su doctrina,

y ambos por su intercesión,

nos conduzcan a la patria que ellos merecieron alcanzar

uno por la cruz y el otro por la espada.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

22. APÓSTOLES

El Señor que los estableció

sobre el fundamento de los apóstoles

los bendiga por la intercesión

de los gloriosos apóstoles N. y N. (del apóstol N.)

R. Amén.

El Señor que quiso instruirlos

con la doctrina y los ejemplos de los apóstoles,

los ayude a ser ante todos los hombres

testigos de la verdad.

R. Amén.

Que también puedan alcanzar la herencia eterna,

gracias a la intercesión de aquellos que los instruyeron

en la sólida doctrina de la fe.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

23. TODOS LOS SANTOS

Dios, gloria y felicidad de los santos,

que les concedió celebrar esta fiesta,

los santifique con su eterna bendición.

R. Amén.

Que la intercesión de los santos los libre de todo mal

y su ejemplo los estimule

para servir incansablemente a Dios y a los hermanos.

R. Amén.

Y como ellos,

que también ustedes puedan gozar de aquella patria,

a la que la Iglesia contempla, llena de alegría,

porque allí sus hijos se asocian, en la paz eterna,

a los ciudadanos del cielo.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

24. FIESTA DE UN SANTO

Dios, nuestro Padre,

que nos ha congregado para celebrar hoy

la fiesta de san N.,

[ Patrono de nuestra comunidad N.

parroquial, diocesana, nacional ],

los bendiga, proteja y confirme en su paz.

R. Amén.

Cristo, el Señor,

que ha manifestado en san N.

la fuerza renovadora del misterio pascual,

los haga auténticos testigos de su Evangelio.

R. Amén.

El Espíritu Santo,

que en san N.

nos ha ofrecido un ejemplo de caridad evangélica,

les conceda la gracia de acrecentar en la Iglesia

la verdadera comunión de fe y amor.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

 

III. Otras bendiciones

25. DEDICACIÓN DE UNA IGLESIA

El Señor, Dios del cielo y de la tierra,

que quiso reunirnos hoy para ( la dedicación de esta iglesia )

( conmemorar la dedicación de esta iglesia )

los colme con la abundancia de su bendición.

R. Amén.

Él que quiso congregar por medio de su Hijo único

a todos sus hijos que estaban dispersos

les conceda ser templos

y habitación del Espíritu Santo.

R. Amén.

Que después de haberse purificado,

el mismo Espíritu habite en ustedes,

y puedan alcanzar junto con todos los santos,

la felicidad eterna.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

26. CELEBRACIONES DE DIFUNTOS

El Dios de todo consuelo,

que por su bondad infinita creó al hombre

y por la Resurrección de su Hijo,

concedió a los creyentes la esperanza en la resurrección,

los bendiga.

R. Amén.

Que él les conceda el perón de los pecados

y conduzca a todos nuestros hermanos difuntos

al lugar de la felicidad y de la paz.

R. Amén.

A quienes tenemos la certeza de que Cristo resucitó

de entre los muertos.

nos permita vivir para siempre con él.

R. Amén.

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

ORACIONES DE BENDICIÓN SOBRE EL PUEBLO

Las siguientes oraciones sobre el pueblo pueden utilizarse, a voluntad del sacerdote, al final de la celebración de la misa, o de una celebración de la Palabra, o de la Liturgia de las Horas o de la celebración de los Sacramentos.

El diácono o, en su ausencia, el mismo sacerdote, pueden invitar a los fieles con estas u otras opalbras similares:

Inclinamos la cabeza para recibir la bendición.

Luego el sacerdote, extendidas las manos sobre el pueblo, dice la oración. Todos responden: Amén.

Después de la oración el sacerdote siempre añade:

Y que la bendición de Dios todopoderoso,

del Padre, del Hijo ? y del Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

R. Amén.

1

Sé indulgente, Señor, con tu pueblo,

y no prives de tu consuelo

a quienes llamas a la posesión de los bienes eternos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

2

Concede, Señor, a tu pueblo

la protección de tu gracia,

la salud del alma y del cuerpo,

una intensa caridad fraterna

y un gran fervor para servirte.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

3

Concede, Señor, al pueblo cristiano

conocer la fe que proclama

y amar el don celestial que recibe.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

4

Bendice, Señor, a tu pueblo

para que se aparte de todo lo que le hace daño

y obtenga el cumplimiento de sus deseos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

5

Que la bendición que esperamos de ti

nos fortifique, Señor,

para que nunca nos apartemos de tu voluntad

y podamos gozar siempre de tus beneficios.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

6

Concede, Señor a tu pueblo

convertirse a ti de todo corazón,

y ya que no rechazas ni aún a los culpables,

protege con especial bondad

a quienes se entregan sinceramente a ti.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

7

Ilumina, Señor, a tu familia

para que buscando en todo tu voluntad,

realice siempre lo que es bueno.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

8

Escucha, Señor, a tus hijos

y ya que nos gloriamos

de haber sido creados por ti

y de vivir al amparo de tu providencia,

renuévanos y protégenos

como a la obra de tus manos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

9

Mira, Señor,

a tu pueblo que implora tu misericordia,

y ya que confía en tu bondad

concédele propagar en todas partes

los dones de tu amor.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

10

Bendice, Señor, a tu pueblo

que anhela el don de tu misericordia,

y concédele que obtenga de tu generosidad

lo que por inspiración tuya desea.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

11

Mira, Señor, a tu pueblo fiel,

engrandécelo y concédele la gracia

de cumplir siempre tus mandamientos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

12

Ten piedad de tu pueblo, Señor,

para que, libre de todo mal,

pueda servirte de todo corazón

y permanecer siempre bajo tu protección.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

13

Que tu mano nos proteja, Señor,

para que te busquemos de todo corazón,

y veamos realizados nuestros justos deseos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

14

Que tu familia se alegre por la celebración

de los misterios de la redención

y alcance siempre su poderosa eficacia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

15

Sé bueno, Señor con tu pueblo:

ayúdanos a rechazar cada vez más lo que te desagrada,

para que podamos encontrar nuestra felicidad

en el cumplimiebnto de tus mandamientos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

16

Protege, Señor, a este pueblo que te invoca:

purifícanos e instrúyenos,

para que animados por el consuelo

que nos brindas en esta vida,

nos encaminemos hacia los bienes futuros.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

17

Concede, Señor, a tu pueblo

participar constantemente de los sacramentos pascuales

y desear ardientemente los bienes futuros,

para que se mantenga fiel al misterio que lo hizo renacer,

y aprenda a llevar una vida nueva.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

18

Mira, Señor, con bondad a tu familia congregada,

por la cual tu Hijo Jesucristo

no vaciló en entregarse a sus verdugos

y sufrir el suplicio de la cruz.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

19

Señor Dios, enriquece y reanima a tus hijos

con la abundancia de tu misericordia;

para que, colmados con tus bendiciones,

vivamos siempre en la acción de gracias

y te bendigamos llenos de alegría.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

20

Dios todopoderoso los bendiga con toda clase de bienes celestiales,

para que sean santos e irreprochables en su presencia;

derrame sobre ustedes la riqueza de su gracia,

los instruya con la palabra de la verdad

y con el Evangelio de la salvación

y los enriquezca con la caridad fraterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

21

Purifica, Señor, totalmente a tus fieles

para que, por el arrepentimiento que tú les inspiras,

consigan evitar los placeres perniciosos

y encuentren sus delicias en tu bondad.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

22

Que tu bendición, Señor,

infunda nuevo vigor en tus hijos,

y prepare sus corazones

para que todo su obrar se afiance en la caridad.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

23

Confirma, Señor, los corazones de tus fieles

y fortalécenos con tu gracia,

para que seamos constantes en la oración

y sinceros en el mutuo amor.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

24

Señor, fortaleza de los que esperan en ti:

bendice, salva, y defiende a tu pueblo

para que, libre del pecado

y protegido contra el enemigo,

permanezca siempre en tu amor.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

En las fiestas de los Santos

25

Señor, que el pueblo cristiano se alegre

por la glorificación de tu Santos,

y ya que ahora celebra con fervor su fiesta,

concédele compartir su herencia

y alabar tu gloria para siempre.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

26

Vuelve, Señor, hacia ti los corazones de tus fieles,

y no dejes de sostener con tu ayuda

a quienes defiendes por la intercesión

de tan grandes protectores.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

PLEGARIA EUCARÍSTICA V/a

DIOS GUÍA A SU IGLESIA

Esta plegaria eucarística forma un todo con su prefacio, el cual nunca puede cambiarse. Por consiguiente, no puede decirse cuando está prescrito un prefacio propio. En todos los otros casos puede decirse, incluso cuando las rúbricas prescriban un prefacio del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

CP Te damos gracias,

Señor y Padre nuestro,

te bendecimos y te glorificamos,

porque has creado todas las cosas y nos has llamado a la vida.

Tú nunca nos dejas solos,

te manifiestas vivo y presente en medio de nosotros.

Ya en tiempos antiguos

guiaste a Israel, tu pueblo,

con mano poderosa y brazo extendido,

a través de un inmenso desierto.

Hoy acompañas a tu Iglesia peregrina,

dándole la fuerza de tu Espíritu.

Por medio de tu Hijo nos abres el camino de la vida,

para que, a través de este mundo,

lleguemos al gozo perfecto de tu reino.

Por eso,

con los ángeles y los santos,

cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo es el Señor,

Dios del Universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP Te glorificamos, Padre santo,

porque estás siempre con nosotros

en el camino de la vida,

sobre todo cuando Cristo, tu Hijo, nos congrega

para el banquete pascual de su amor.

Como hizo en otro tiempo con los discípulos de Emaús,

él nos explica las Escrituras

y parte para nosotros el pan.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

CC Te rogamos, pues, Padre todopoderoso,

que envíes tu Espíritu sobre este pan y este vino,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

de manera que sean para nosotros

Cuerpo y ? Sangre de Jesucristo,

Hijo tuyo y Señor nuestro.

Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Él mismo, la víspera de su Pasión,

mientras estaba a la mesa con sus discípulos,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan,

te dio gracias, lo partió

y se lo dio, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS».

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz lleno de vino,

te dio gracias con la plegaria de bendición

y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA»

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:

CP

1 Éste es el Sacramento de nuestra fe.

O bien:

Éste es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,

proclamamos tu resurrección.

¡Ven, Señor Jesús!

2 Aclamemos el Misterio de la redención.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan

y bebemos de este cáliz,

anunciamos tu muerte, Señor,

hasta que vuelvas.

3 Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección

nos has salvado, Señor.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CC Por eso, Padre de bondad,

celebramos ahora el memorial de nuestra reconciliación,

y proclamamos la obra de tu amor:

Cristo, tu Hijo,

a través del sufrimiento y de la muerte en cruz,

ha resucitado a la vida nueva

y ha sido glorificado a tu derecha.

Dirige tu mirada, Padre santo, sobre esta ofrenda;

es Jesucristo que se ofrece con su Cuerpo y con su Sangre

y por este sacrificio,

nos abre el camino hacia ti.

Señor,

Padre de misericordia,

derrama sobre nosotros

el Espíritu del Amor,

el Espíritu de tu Hijo.

C1 Fortalécenos con este mismo Espíritu

a los que hemos sido invitados a tu mesa,

para que todos nosotros, pueblo de Dios,

con nuestros pastores,

el Papa N.,

nuestro Obispo N.,

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares y, en las concelebraciones, del Obispo que preside la celebración.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno servidor tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,

conmigo, indigno servidor tuyo,

los presbíteros y los diáconos,

caminemos alegres en la esperanza

y firmes en la fe,

y comuniquemos al mundo el gozo del Evangelio.

C2 Acuérdate también, Padre, de nuestros hermanos

que murieron en la paz de Cristo,

y de todos los demás difuntos,

cuya fe sólo tú conociste;

admítelos a contemplar la luz de tu rostro

y llévalos a la plenitud de la vida en la resurrección.

Y cuando termine nuestra peregrinación por este mundo,

recíbenos también a nosotros en tu reino,

donde esperamos gozar todos juntos

de la plenitud eterna de tu gloria.

En comunión con la Virgen María, Madre de Dios,

los apóstoles y los mártires,

[san N.: Santo del día o patrono]

y todos los santos,

te invocamos, Padre, y te glorificamos,

Junta las manos.

por Cristo, Señor nuestro.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

CC Por Cristo, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

PLEGARIA EUCARÍSTICA V/b

JESÚS, NUESTRO CAMINO

Esta plegaria eucarística forma un todo con su prefacio, el cual nunca puede cambiarse. Por consiguiente, no puede decirse cuando está prescrito un prefacio propio. En todos los otros casos puede decirse, incluso cuando las rúbricas prescriban un prefacio del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

CP Te damos gracias y te bendecimos,

Dios santo y fuerte,

porque diriges con sabiduría los destinos del mundo

y cuidas con amor de cada uno de los hombres.

Tú nos invitas a escuchar tu palabra,

que nos reúne en un solo cuerpo,

y a mantenernos siempre firmes en el seguimiento de tu Hijo.

Porque sólo él

es el camino que nos conduce hacia ti, Dios invisible,

la verdad que nos hace libres,

la vida que nos colma de alegría.

Por eso, Padre,

porque tu amor es grande para con nosotros,

te damos gracias,

por medio de Jesús, tu Hijo amado,

y unimos nuestras voces a la de los ángeles,

para cantar y proclamar tu gloria:

Santo, Santo, Santo es el Señor,

Dios del Universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en el nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP Te glorificamos, Padre santo,

porque estás siempre con nosotros

en el camino de la vida,

sobre todo cuando Cristo, tu Hijo, nos congrega

para el banquete pascual de su amor.

Como hizo en otro tiempo con los discípulos de Emaús,

él nos explica las Escrituras

y parte para nosotros el pan.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

CC Te rogamos, pues, Padre todopoderoso,

que envíes tu Espíritu sobre este pan y este vino,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

de manera que sean para nosotros

Cuerpo y ? Sangre de Jesucristo,

Hijo tuyo y Señor nuestro.

Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Él mismo, la víspera de su Pasión,

mientras estaba a la mesa con sus discípulos,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan,

te dio gracias, lo partió

y se lo dio, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS».

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Después prosigue:

Del mismo modo,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz lleno de vino,

te dio gracias con la plegaria de bendición

y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA»

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:

CP

1 Éste es el Sacramento de nuestra fe.

O bien:

Éste es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,

proclamamos tu resurrección.

¡Ven, Señor Jesús!

2 Aclamemos el Misterio de la redención.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan

y bebemos de este cáliz,

anunciamos tu muerte, Señor,

hasta que vuelvas.

3 Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección

nos has salvado, Señor.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CC Por eso, Padre de bondad,

celebramos ahora el memorial de nuestra reconciliación,

y proclamamos la obra de tu amor:

Cristo, tu Hijo,

a través del sufrimiento y de la muerte en cruz,

ha resucitado a la vida nueva

y ha sido glorificado a tu derecha.

Dirige tu mirada, Padre santo, sobre esta ofrenda;

es Jesucristo que se ofrece con su Cuerpo y con su Sangre

y por este sacrificio,

nos abre el camino hacia ti.

Señor, Padre de misericordia,

derrama sobre nosotros

el Espíritu del Amor,

el Espíritu de tu Hijo.

C1 Fortalece a tu pueblo

con el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo

y renuévanos a todos a su imagen.

Derrama tu bendición abundante sobre el Papa N.,

y sobre nuestro Obispo N.;

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares y, en las concelebraciones, del Obispo que preside la celebración.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

y sobre mí, indigno servidor tuyo;

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

sobre mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,

y sobre mí, indigno servidor tuyo;

que todos los miembros de la Iglesia

sepamos discernir los signos de los tiempos

y crezcamos en la fidelidad al Evangelio;

que nos preocupemos de compartir en la caridad

las angustias y las tristezas,

las alegrías y las esperanzas de los hombres,

y así les mostremos el camino de la salvación.

C2 Acuérdate también, Padre, de nuestros hermanos

que murieron en la paz de Cristo,

y de todos los demás difuntos,

cuya fe sólo tú conociste;

admítelos a contemplar la luz de tu rostro

y llévalos a la plenitud de la vida en la resurrección.

Y cuando termine nuestra peregrinación por este mundo,

recíbenos también a nosotros en tu reino,

donde esperamos gozar todos juntos

de la plenitud eterna de tu gloria.

En comunión con la Virgen María, Madre de Dios,

los apóstoles y los mártires,

[San N.: Santo del día o patrono]

y todos los santos,

te invocamos, Padre, y te glorificamos,

Junta las manos.

por Cristo, Señor Nuestro.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

CC Por Cristo, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

PLEGARIA EUCARÍSTICA V/c

JESÚS, MODELO DE CARIDAD

Esta plegaria eucarística forma un todo con su prefacio, el cual nunca puede cambiarse. Por consiguiente, no puede decirse cuando está prescrito un prefacio propio. En todos los otros casos puede decirse, incluso cuando las rúbricas prescriban un prefacio del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

CP Te damos gracias,

Padre fiel y lleno de ternura,

porque tanto amaste al mundo

que le has entregado a tu Hijo,

para que fuera nuestro Señor y nuestro hermano.

Él manifiesta su amor

para con los pobres y los enfermos,

para con los pequeños y los pecadores.

Él nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano;

su vida y su palabra son para nosotros

la prueba de tu amor;

como un padre siente ternura por sus hijos,

así tú sientes ternura por tus fieles.

Por eso,

te alabamos y te glorificamos

y, con los ángeles y los santos,

cantamos tu bondad y tu fidelidad,

proclamando el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo es el Señor,

Dios del Universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en el nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP Te glorificamos, Padre santo,

porque estás siempre con nosotros

en el camino de la vida,

sobre todo cuando Cristo, tu Hijo, nos congrega

para el banquete pascual de su amor.

Como hizo en otro tiempo con los discípulos de Emaús,

él nos explica las Escrituras

y parte para nosotros el pan.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

CC Te rogamos, pues, Padre todopoderoso,

que envíes tu Espíritu sobre este pan y este vino,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

de manera que sean para nosotros

Cuerpo y ? Sangre de Jesucristo,

Hijo tuyo y Señor nuestro.

Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Él mismo, la víspera de su Pasión,

mientras estaba a la mesa con sus discípulos,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan,

te dio gracias, lo partió

y se lo dio, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS».

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz lleno de vino,

te dio gracias con la plegaria de bendición

y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA»

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:

CP

1 Éste es el Sacramento de nuestra fe.

O bien:

Éste es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,

proclamamos tu resurrección.

¡Ven, Señor Jesús!

2 Aclamemos el Misterio de la redención.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan

y bebemos de este cáliz,

anunciamos tu muerte, Señor,

hasta que vuelvas.

3 Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección

nos has salvado, Señor.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CC Por eso, Padre de bondad,

celebramos ahora el memorial de nuestra reconciliación,

y proclamamos la obra de tu amor:

Cristo, tu Hijo,

a través del sufrimiento y de la muerte en cruz,

ha resucitado a la vida nueva

y ha sido glorificado a tu derecha.

Dirige tu mirada, Padre santo, sobre esta ofrenda;

es Jesucristo que se ofrece con su Cuerpo y con su Sangre

y por este sacrificio,

nos abre el camino hacia ti.

Señor, Padre de misericordia,

derrama sobre nosotros

el Espíritu del Amor,

el Espíritu de tu Hijo.

C1 Fortalécenos a cuantos nos disponemos a recibir

el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo

y haz que, unidos al Papa N.,

y a nuestro Obispo N.,

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares y en las concelebraciones, del Obispo que preside la celebración.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

y a mí, indigno servidor tuyo,

cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

a mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,

y a mí, indigno servidor tuyo,

 

seamos uno en la fe y en el amor.

Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana,

inspíranos el gesto y la palabra oportuna

frente al hermano solo y desamparado,

ayúdanos a mostrarnos disponibles

ante quien se siente explotado y deprimido.

Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor,

de libertad, de justicia y de paz,

para que todos encuentren en ella

un motivo para seguir esperando.

C2 Acuérdate también, Padre, de nuestros hermanos

que murieron en la paz de Cristo,

y de todos los demás difuntos,

cuya fe sólo tú conociste;

admítelos a contemplar la luz de tu rostro

y llévalos a la plenitud de la vida en la resurrección.

Y cuando termine nuestra peregrinación por este mundo,

recíbenos también a nosotros en tu reino,

donde esperamos gozar todos juntos

de la plenitud eterna de tu gloria.

En comunión con la Virgen María, Madre de Dios,

los apóstoles y los mártires,

[san N.: Santo del día o patrono]

y todos los santos,

te invocamos, Padre, y te glorificamos,

Junta las manos.

por Cristo, Señor nuestro.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

CC Por Cristo, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

PLEGARIA EUCARÍSTICA V/d

LA IGLESIA, EN CAMINO HACIA LA UNIDAD

Esta plegaria eucarística forma un todo con su prefacio, el cual nunca puede cambiarse. Por consiguiente, no puede decirse cuando está prescrito un prefacio propio. En todos los otros casos puede decirse, incluso cuando las rúbricas prescriban un prefacio del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

CP Te damos gracias, Padre de bondad

y te glorificamos, Señor, Dios del Universo,

porque no cesas de convocar

a hombres de toda raza y cultura,

por medio del Evangelio de tu Hijo,

y los reúnes en un solo cuerpo,

que es la Iglesia.

Ella, vivificada por tu Espíritu,

resplandece como signo de la unidad de todos los hombres,

da testimonio de tu amor en el mundo

y abre las puertas de la esperanza.

De esta forma se convierte

en un signo de fidelidad a la alianza,

que has sellado con nosotros para siempre.

Por ello, Señor,

te enaltecen el cielo y la tierra,

y también nosotros, unidos a toda la Iglesia,

proclamamos el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo es el Señor,

Dios del Universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en el nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP Te glorificamos, Padre santo,

porque estás siempre con nosotros

en el camino de la vida,

sobre todo cuando Cristo, tu Hijo, nos congrega

para el banquete pascual de su amor.

Como hizo en otro tiempo con los discípulos de Emaús,

él nos explica las Escrituras

y parte para nosotros el pan.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

CC Te rogamos, pues, Padre todopoderoso,

que envíes tu Espíritu sobre este pan y este vino,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

de manera que sean para nosotros

Cuerpo y ? Sangre de Jesucristo,

Hijo tuyo y Señor nuestro.

Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Él mismo, la víspera de su Pasión,

mientras estaba a la mesa con sus discípulos,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan,

te dio gracias, lo partió

y se lo dio, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS».

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz lleno de vino,

te dio gracias con la plegaria de bendición

y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA»

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:

CP

1 Éste es el Sacramento de nuestra fe.

O bien:

Éste es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,

proclamamos tu resurrección.

¡Ven, Señor Jesús!

2 Aclamemos el Misterio de la redención.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan

y bebemos de este cáliz,

anunciamos tu muerte, Señor,

hasta que vuelvas.

3 Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección

nos has salvado, Señor.

 

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CC Por eso, Padre de bondad,

celebramos ahora el memorial de nuestra reconciliación,

y proclamamos la obra de tu amor:

Cristo, tu Hijo,

a través del sufrimiento y de la muerte en cruz,

ha resucitado a la vida nueva

y ha sido glorificado a tu derecha.

Dirige tu mirada, Padre santo, sobre esta ofrenda;

es Jesucristo que se ofrece con su Cuerpo y con su Sangre

y por este sacrificio,

nos abre el camino hacia ti.

Señor, Padre de misericordia,

derrama sobre nosotros

el Espíritu del Amor,

el Espíritu de tu Hijo.

C1 Haz que nuestra Iglesia de N.,

se renueve constantemente a la luz del Evangelio

y encuentre siempre nuevos impulsos de vida;

consolida los vínculos de unidad

entre los laicos y los pastores de tu Iglesia,

entre nuestro Obispo N.,

y sus presbíteros y diáconos,

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares y, en las concelebraciones, del Obispo que preside la celebración.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

entre mí, indigno servidor tuyo,

y mis presbíteros y diáconos,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

entre mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,

yo, indigno servidor tuyo,

y nuestros presbíteros y diáconos,

entre todos los Obispos y el Papa N.;

que la Iglesia sea, en medio de nuestro mundo,

dividido por las guerras y discordias,

instrumento de unidad, de concordia y de paz.

C2 Acuérdate también, Padre, de nuestros hermanos

que murieron en la paz de Cristo,

y de todos los demás difuntos,

cuya fe sólo tú conociste;

admítelos a contemplar la luz de tu rostro

y llévalos a la plenitud de la vida en la resurrección.

Y cuando termine nuestra peregrinación por este mundo,

recíbenos también a nosotros en tu reino,

donde esperamos gozar todos juntos

de la plenitud eterna de tu gloria.

En comunión con la Virgen María, madre de Dios,

los apóstoles y los mártires,

[san N.: Santo del día o patrono]

y todos los santos,

te invocamos, Padre, y te glorificamos,

Junta las manos.

por Cristo, Señor nuestro.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

CC Por Cristo, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

PLEGARIA EUCARÍSTICA SOBRE LA RECONCILIACIÓN I

LA RECONCILIACIÓN COMO RETORNO AL PADRE

Esta plegaria eucarística forma un todo con su prefacio, el cual nunca puede cambiarse. Por consiguiente, no puede decirse cuando está prescrito un prefacio propio. En todos los otros casos puede decirse, incluso cuando las rúbricas prescriban un prefacio del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

CP En verdad es justo y necesario,

darte gracias, Señor, Padre santo,

porque no dejas de llamarnos a una vida plenamente feliz.

Tú, Dios de bondad y misericordia,

ofreces siempre tu perdón

e invitas a los pecadores

a recurrir confiadamente a tu clemencia.

Muchas veces los hombres hemos quebrantado tu alianza;

pero tú, en vez de abandonarnos,

has sellado de nuevo con la familia humana,

por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,

un pacto tan sólido, que ya nada lo podrá romper.

Y ahora, mientras ofreces a tu pueblo

un tiempo de gracia y reconciliación,

lo alientas en Cristo

para que vuelva a ti,

obedeciendo más plenamente al Espíritu Santo,

y se entregue al servicio de todos los hombres.

Por eso, llenos de admiración y agradecimiento,

unimos nuestras voces a la de los coros celestiales

para cantar la grandeza de tu amor

y proclamar la alegría de nuestra salvación:

Santo, Santo, Santo es el Señor,

Dios del Universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP Oh Dios, que desde el principio del mundo

haces cuanto nos conviene,

para que seamos santos como tú mismo eres santo,

mira a tu pueblo aquí reunido

Junta las manos y manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

CC y derrama la fuerza de tu Espíritu,

de manera que estos dones sean para nosotros

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

Cuerpo y ? Sangre

Junta las manos.

de tu amado Hijo Jesucristo,

en quien nosotros somos hijos tuyos.

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:

Cuando nosotros estábamos perdidos

y éramos incapaces de volver a ti,

nos amaste hasta el extremo.

Tu Hijo, que es el único justo,

se entregó a sí mismo en nuestras manos

para ser clavado en la cruz.

Junta las manos.

Pero, antes de que sus brazos extendidos

entre el cielo y la tierra

trazasen el signo indeleble de tu alianza,

quiso celebrar la Pascua con sus discípulos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Mientras cenaba con ellos,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar prosigue:

tomó pan,

dando gracias, te bendijo

lo partió y se lo dio, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS».

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Igualmente, después de haber cenado,

sabiendo que él iba a reconciliar

todas las cosas en sí mismo

por su sangre derramada en la cruz,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz, lleno del fruto de la vid,

de nuevo te dio gracias

y lo pasó a sus amigos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA».

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:

CP

1 Éste es el Sacramento de nuestra fe.

O bien:

Éste es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,

proclamamos tu resurrección.

¡Ven, Señor Jesús!

2 Aclamemos el Misterio de la redención.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan

y bebemos de este cáliz,

anunciamos tu muerte, Señor,

hasta que vuelvas.

3 Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección

nos has salvado, Señor.

 

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CC Así, pues, al celebrar el memorial de Jesucristo,

nuestra Pascua y nuestra paz definitiva,

y revivir su muerte y resurrección,

en la esperanza del día feliz de su retorno,

te ofrecemos, Dios fiel y verdadero,

la Víctima que devuelve tu gracia a los hombres.

Mira con amor, Padre de bondad,

a quienes llamas a unirse a ti,

y concédeles que,

participando del único sacrificio de Cristo,

formen, por la fuerza del Espíritu Santo,

un solo cuerpo, en el que no haya ninguna división.

C1 Guárdanos a todos en comunión de fe y amor

con el Papa N.,

y nuestro Obispo N.

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares y, en las concelebraciones, del Obispo que preside la celebración.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

y conmigo, indigno servidor tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,

y conmigo, indigno servidor tuyo,

Ayúdanos a preparar la venida de tu reino,

hasta la hora en que nos presentemos ante ti,

santos entre los santos del cielo,

con santa María, la Virgen, y los apóstoles,

y con nuestros hermanos difuntos,

que confiamos a tu misericordia.

Entonces, en la creación nueva,

liberada por fin de toda corrupción,

te cantaremos la acción de gracias de Jesucristo,

tu Ungido, que vive eternamente.

Junta las manos.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

CC Por Cristo, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

PLEGARIA EUCARÍSTICA SOBRE LA RECONCILIACIÓN II

LA RECONCILIACIÓN CON DIOS, FUNDAMENTO DE LA CONCORDIA HUMANA

Esta plegaria eucarística forma un todo con su prefacio, el cual nunca puede cambiarse. Por consiguiente, no puede decirse cuando está prescrito un prefacio propio. En todos los otros casos puede decirse, incluso cuando las rúbricas prescriban un prefacio del tiempo.

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

CP Te damos gracias, Dios nuestro y Padre todopoderoso,

por medio de Jesucristo, nuestro Señor,

y te alabamos por la obra admirable de la redención.

Pues, en una humanidad dividida

por las enemistades y las discordias,

tú diriges las voluntades para que se dispongan a la reconciliación.

Tu Espíritu mueve los corazones

para que los enemigos vuelvan a la amistad,

los adversarios se den la mano

y los pueblos busquen la unión.

Con tu acción eficaz consigues que las luchas se apacigüen

y crezca el deseo de la paz;

que el perdón venza al odio

y la indulgencia a la venganza.

Por eso, debemos darte gracias continuamente

y alabarte con los coros celestiales,

que te aclaman sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,

Dios del Universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en el nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP A ti, Padre,

que gobiernas el universo,

te bendecimos por Jesucristo, tu Hijo,

que ha venido en tu nombre.

Él es la palabra que nos salva,

la mano que tiendes a los pecadores,

el camino que nos conduce a la paz.

Dios y Padre nuestro,

nos habíamos apartado de ti

y nos has reconciliado por tu Hijo,

a quien entregaste a la muerte

para que nos convirtiéramos a tu amor

y nos amáramos unos a otros.

Por eso,

celebrando este misterio de reconciliación,

te rogamos

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

CC que santifiques con el rocío de tu Espíritu estos dones,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

para que sean el Cuerpo y ? la Sangre de tu Hijo,

mientras cumplimos su mandato.

Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Porque él mismo,

cuando iba a entregar su vida por nuestra liberación,

estando sentado a la mesa,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan en sus manos,

dando gracias, te bendijo,

lo partió,

y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS».

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo, aquella noche,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz,

y, proclamando tu misericordia,

lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA».

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:

CP

1 Éste es el Sacramento de nuestra fe.

O bien:

Éste es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,

proclamamos tu resurrección.

¡Ven, Señor Jesús!

2 Aclamemos el Misterio de la redención.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan

y bebemos de este cáliz,

anunciamos tu muerte, Señor,

hasta que vuelvas.

3 Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Por tu cruz y resurrección

nos has salvado, Señor.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CC Señor, Dios nuestro,

tu Hijo nos dejó esta prueba de su amor.

Al celebrar, pues, el memorial

de su muerte y resurrección,

te ofrecemos lo mismo que tú nos entregaste:

el sacrificio de la reconciliación perfecta.

Acéptanos también a nosotros, Padre santo,

junto con la ofrenda de tu Hijo;

y en la participación de este banquete

concédenos tu Espíritu,

para que desaparezca todo obstáculo

en el camino de la concordia

y la Iglesia resplandezca en medio de los hombres

como signo de unidad

e instrumento de tu paz.

C1 Que este Espíritu, vínculo de amor,

nos guarde en comunión con el Papa N.,

con nuestro Obispo N.,

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares y, en las concelebraciones, del Obispo que preside la celebración.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno servidor tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,

conmigo, indigno servidor tuyo,

con los demás Obispos

y todo tu pueblo santo.

C2 Recibe en tu reino a nuestros hermanos

que se durmieron en el Señor

y a todos los difuntos cuya fe sólo tú conociste.

Así como nos has reunido aquí

en torno a la mesa de tu Hijo,

unidos con María, la Virgen Madre de Dios,

y con todos los santos,

reúne también a los hombres

de cualquier clase y condición,

de toda raza y lengua,

en el banquete de la unidad eterna,

en un mundo nuevo

donde brille la plenitud de tu paz.

Junta las manos.

por Cristo, Señor nuestro.

Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

CC Por Cristo, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

El pueblo responde:

Amén.

 

PLEGARIAS EUCARÍSTICAS PARA LAS MISAS CON NIÑOS

1. El uso de estas plegarias eucarísticas debe tender siempre a que los niños se vayan introduciendo progresivamente en la participación activa y consciente en las misas habituales de toda la comunidad cristiana.

2. Por ello el uso de estas plegarias está limitado a las misas con niños, salvo siempre el derecho del Obispo, que puede autorizarlas en aquellas misas en las que la presencia de los niños, sin ser exclusiva, es, con todo, muy relevante (Cf. Directorio para las misas con niños, núm. 19). El uso de estas plegarias puede ser especialmente aconsejable en las misas de las catequesis, en las celebradas en las escuelas y, sobre todo, en las de primera comunión.

3. Esta finalidad de introducir a los niños en la celebración de toda la familia cristiana es la razón por la cual no conviene que se modifiquen en estas plegarias las expresiones más comunes, como son el diálogo del prefacio, el canto del Santo (salvo lo que se dice con referencia al Santo en la Plegaria I) y sobre todo las palabras de la consagración.

4. La participación más activa de los niños en la Eucaristía aconseja que, en algunas ocasiones, se aumente el número de las aclamaciones en el interior de la plegaria; con todo, hay que velar para que no se pierda en la celebración el carácter presidencial de la oración eucarística.

5. Para que los niños descubran con mayor facilidad que el sacerdote que preside la celebración representa a Jesucristo, no resulta ni pedagógico ni aconsejable en estas misas la concelebración. Si, con todo, en algún caso concreto parece conveniente la concelebración, ha de velarse el modo especial en que los celebrantes observen la norma de pronunciar la plegaria eucarística -sobre todo las palabras de la consagración- en voz secreta. Por esta misma razón es mejor no usar en estas misas la posibilidad -siempre facultativa (Cf. Ord. Gen. Misal romano, núms, 172, 181, 185 y 189)- de distribuir entre los concelebrantes las diversas intercesiones.

PLEGARIA EUCARÍSTICA I

6. El Santo en esta plegaria está dividido en tres partes, que siempre terminan con la aclamación Hosanna en el cielo. Para facilitar el canto de estas aclamaciones, pueden ser previamente entonadas por un cantor o un niño y repetidas luego por la asamblea. La aclamación después de la anámnesis en esta plegaria puede ser o bien la prevista en la misma plegaria o bien alguna de las que se dicen en las plegarias eucarísticas habituales.

PLEGARIA EUCARÍSTICA II

7. En esta plegaria eucarística las aclamaciones, excepto la del Santo y la de después de la anámnesis, son facultativas.

PLEGARIA EUCARÍSTICA III

8. Esta plegaria eucarística está especialmente indicada para subrayar ante los niños las diversas facetas del año litúrgico; por ello algunas de sus partes varían según los diversos tiempos del año litúrgico.

9. En esta plegaria se repite tres veces, después de la consagración, la misma aclamación, a fin de que, con esta repetición, quede subrayado ante los niños el carácter laudatorio de toda plegaria eucarística.

 

PLEGARIA EUCARÍSTICA PARA LAS MISAS CON NIÑOS I

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

Dios y Padre nuestro,

tú has querido que nos reunamos delante de ti

para celebrar una fiesta contigo,

para alabarte

y para decirte lo mucho que te admiramos.

Te alabamos por todas las cosas bellas

que has hecho en el mundo

y por la alegría que has dado a nuestros corazones.

Te alabamos por la luz del sol

y por tu Palabra que ilumina nuestras vidas.

Te damos gracias por esta tierra tan hermosa

que nos has dado,

por los hombres que la habitan

y por habernos hecho el regalo de la vida.

De veras, Señor, tú nos amas, eres bueno

y haces maravillas por nosotros.

Por eso todos juntos te cantamos:

Todos aclaman:

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Tú, Señor, te preocupas siempre

de nosotros y de todos los hombres

y no quieres estar lejos de ellos.

Tú nos has enviado a Jesús, tu Hijo muy querido.

Él vino para salvarnos,

curó a los enfermos,

perdonó a los pecadores.

A todos les dijo que tú nos amas.

Se hizo amigo de los niños

y los bendecía.

Por eso, Padre, te estamos agradecidos y te aclamamos:

Todos aclaman:

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:

Pero no estamos solos para alabarte, Señor.

La Iglesia entera, que es tu pueblo,

extendida por toda la tierra,

canta tus alabanzas.

Nosotros nos unimos a su canto

con el Santo Padre el Papa N., y nuestro Obispo N.

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno servidor tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,

conmigo, indigno servidor tuyo,

También en el cielo la Virgen María,

los apóstoles y los santos,

te alaban sin cesar.

Con ellos y con todos los ángeles

te cantamos el himno de tu gloria:

Todos aclaman:

Santo, Santo, Santo es el Señor,

Dios del Universo.

Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:

Padre Santo,

para mostrarte nuestro agradecimiento,

hemos traído este pan y este vino;

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

haz que, por la fuerza de tu Espíritu,

sean para nosotros

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

el Cuerpo ? y la Sangre de Jesucristo, tu Hijo resucitado.

Junta las manos.

Así podremos ofrecerte, Padre santo, lo que tú mismo nos regalas.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Porque Jesús, un poco antes de su muerte,

mientras cenaba con sus apóstoles,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan de la mesa

y, dándote gracias, te bendijo,

lo partió y se lo dio, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS».

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo, al terminar la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz lleno de vino,

y, dándote gracias de nuevo,

lo pasó a sus amigos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

Y les dijo también:

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA».

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Padre Santo,

lo que Jesús nos mandó que hiciéramos,

ahora lo cumplimos en esta Eucaristía:

te ofrecemos el pan de la vida y el cáliz de la salvación,

proclamando así la muerte y resurrección de tu Hijo.

Él es quien nos conduce hacia ti;

acéptanos a nosotros juntamente con él.

Junta las manos.

Todos aclaman:

Cristo murió por nosotros.

Cristo ha resucitado.

Cristo vendrá de nuevo.

Te esperamos, Señor Jesús.

Pueden emplearse también las aclamaciones de las otras plegarias eucarísticas.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Padre, tú que tanto nos amas,

deja que nos acerquemos a esta mesa santa

para recibir el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,

unidos como una sola familia

en la alegría del Espíritu Santo.

A ti, Señor, que nunca olvidas a nadie,

te pedimos por todas las personas que amamos

(en especial por N. y N.)

y por todos los que han muerto en tu paz.

En la misa de primera comunión:

Hoy en especial te pedimos por tus hijos (N. y N.),

que por vez primera invitas en este día

a participar del pan de vida y del cáliz de salvación,

en la mesa de tu familia;

concédeles crecer siempre en tu amistad.

 

Acuérdate de todos los que sufren y viven tristes,

de la gran familia de los cristianos

y de cuantos viven en este mundo.

Al ver todo lo que tú haces

por medio de tu Hijo Jesús,

nos quedamos admirados

y de nuevo te damos gracias y te bendecimos.

Junta las manos.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

Por Cristo, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

Todos aclaman:

Amén.

 

PLEGARIA EUCARÍSTICA PARA LAS MISAS CON NIÑOS II

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

En verdad, Padre bueno,

hoy estamos de fiesta:

nuestro corazón está lleno de agradecimiento

y con Jesús te cantamos nuestra alegría:

Todos aclaman:

¡Gloria a ti, Señor, porque nos amas!

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:

Tú nos amas tanto,

que has hecho para nosotros

este mundo inmenso y maravilloso.

Por eso te aclamamos:

Todos aclaman:

¡Gloria a ti, Señor, porque nos amas!

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:

Tú nos amas tanto,

que nos das a tu Hijo, Jesús,

para que él nos acompañe hasta ti.

Por eso te aclamamos:

Todos aclaman:

¡Gloria a ti, Señor, porque nos amas!

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:

Tú nos amas tanto,

que nos reúnes con Jesús

como a los hijos de una misma familia.

Por eso te aclamamos:

Todos aclaman:

¡Gloria a ti, Señor, porque nos amas!

El sacerdote con las manos extendidas, prosigue:

Por ese amor tan grande

queremos darte gracias y cantarte

con los ángeles y los santos

que te adoran en el cielo:

Todos aclaman:

Santo, Santo, Santo es el Señor,

Dios del Universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Bendito sea Jesús, tu enviado,

el amigo de los niños y de los pobres.

Él vino para enseñarnos

cómo debemos amarte a ti

y amarnos los unos a los otros.

Él vino para arrancar de nuestros corazones

el mal que nos impide ser amigos

y el odio que no nos deja ser felices.

Él ha prometido que su Espíritu Santo

estará siempre con nosotros

para que vivamos como verdaderos hijos tuyos.

Todos aclaman:

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

A ti, Dios y Padre nuestro, te pedimos

que nos envíes tu Espíritu,

para que este pan y este vino

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

sean el Cuerpo ? y la Sangre de Jesús, nuestro Señor.

Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

El mismo Jesús, poco antes de morir,

nos dio la prueba de tu amor.

Cuando estaba sentado a la mesa con sus discípulos,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el pan,

dijo una oración para bendecirte y darte gracias,

lo partió y lo dio a sus discípulos, diciéndoles:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS».

Muestra el pan consagrado al pueblo, mientras todos aclaman:

¡Señor Jesús, tú te entregaste por nosotros!

Deposita luego el pan consagrado en la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

Después, tomó el cáliz lleno de vino,

y, dándote gracias de nuevo,

lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

Muestra el cáliz al pueblo, mientras todos aclaman:

¡Señor Jesús, tú te entregaste por nosotros!

El sacerdote prosigue:

Y les dijo también:

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA».

Deposita luego el cáliz sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Por eso, Padre bueno, recordamos ahora

la muerte y resurrección de Jesús, el Salvador del mundo.

Él se ha puesto en nuestras manos

para que te lo ofrezcamos como sacrificio nuestro

y junto con él nos ofrezcamos a ti.

Todos aclaman:

¡Gloria y alabanza a nuestro Dios!

O bien:

¡Te alabamos, te bendecimos, te damos gracias!

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:

Escúchanos, Señor Dios nuestro;

danos tu Espíritu de amor

a los que participamos en esta comida,

para que vivamos cada día más unidos en la Iglesia,

con el santo Padre, el Papa N.,

con nuestro Obispo N.,

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno servidor tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,

conmigo, indigno servidor tuyo,

los demás obispos,

y todos los que trabajan por tu pueblo.

Todos aclaman:

¡Que todos seamos una sola familia para gloria tuya!

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:

No te olvides de las personas que amamos

ni de aquellas a las que debiéramos querer más.

En la misa de primera comunión:

Acuérdate de nuestros amigos (N. y N.),

que por vez primera invitas en este día

a participar del pan de vida y del cáliz de salvación,

en la mesa de tu familia.

Concédeles crecer siempre en tu amistad.

Acuérdate también de los que ya murieron

y recíbelos con amor en tu casa.

Todos aclaman:

¡Que todos seamos una sola familia para gloria tuya!

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:

Y un día, reúnenos cerca de ti

con María la Virgen,

Madre de Dios y Madre nuestra

para celebrar en tu reino la gran fiesta del cielo.

Entonces, todos los amigos de Jesús, nuestro Señor,

podremos cantarte sin fin.

Todos aclaman:

¡Que todos seamos una sola familia para gloria tuya!

El sacerdote junta las manos, toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

Por Cristo, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

Todos aclaman:

Amén.

 

PLEGARIA EUCARÍSTICA PARA LAS MISAS CON NIÑOS III

V. El Señor esté con ustedes.

R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.

R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R. Es justo y necesario.

? TIEMPO ORDINARIO

Te damos gracias, Señor.

Tú nos has creado

para que vivamos para ti

y nos amemos los unos a los otros.

Tú quieres que nos miremos y dialoguemos como hermanos,

de manera que podamos compartir

las cosas buenas y también las difíciles.

? TIEMPO DE ADVIENTO

Te damos gracias, Señor.

Tú nos has creado

para que podamos conocerte, amarte

y vivir siempre contigo.

Muchas veces has ofrecido a los hombres tu amistad

y por medio de los profetas

nos has enseñado a esperar en tus promesas.

Cuando llegó el tiempo,

que tu pueblo había deseado tanto,

nos mandaste a tu único Hijo

como hermano mayor de nuestra familia,

para que todos pudiéramos vivir como amigos tuyos.

Cuando él vuelva al fin del mundo

nos invitará a la fiesta de la vida

en la felicidad de su casa.

? TIEMPO DE NAVIDAD

Te damos gracias, Señor,

porque en tu amor creaste el mundo

y no abandonaste en el mal

a los hombres que habían pecado,

sino que viniste a su encuentro.

Ahora nos has mandado a tu querido Hijo Jesús,

como luz que resplandece en las tinieblas.

Él era rico y se hizo pobre por nosotros,

para que nosotros fuéramos ricos con su amor.

? TIEMPO DE CUARESMA

Te damos gracias, Señor,

porque haces cosas maravillosas

para darnos a conocer lo bueno que eres.

No sólo a los buenos sino también a los malos

les concedes días repletos de flores, de frutos

y de muchas cosas buenas,

para que las admiremos

y juntos gocemos de ellas.

Como Padre bueno tienes paciencia

con los que caen en el pecado

y esperas que se conviertan y sean mejores.

? CINCUENTENA PASCUAL

Te damos gracias, Señor,

porque tú eres el Dios de los vivientes,

que nos llamas a la vida

y quieres que gocemos de una felicidad eterna.

Tú has resucitado a Jesucristo

de entre los muertos,

el primero entre todos,

y le has dado una vida nueva.

A nosotros nos has prometido lo mismo:

una vida sin fin, sin penas ni dolores.

Por eso, Padre, estamos contentos y te damos gracias.

Nos unimos a todos los que creen en ti,

y con los santos y los ángeles

te cantamos con gozo:

Todos aclaman:

Santo, Santo, Santo es el Señor,

Dios del Universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Señor, tú eres santo.

Tú eres siempre bueno con nosotros

y misericordioso con todos.

Te damos gracias, sobre todo, por tu Hijo Jesucristo.

? TIEMPO ORDINARIO

Él quiso venir al mundo

porque los hombres se habían separado de ti

y no lograban entenderse.

Él nos abrió los ojos para que veamos que todos somos hermanos

y que tú eres el Padre de todos.

? TIEMPO DE ADVIENTO

Él es tu palabra que nos mantiene despiertos;

y en las cosas pequeñas y en las grandes

nos ayuda a descubrir

las pruebas de tu amor

y la alegría que viene de ti.

? TIEMPO DE NAVIDAD

Él es la verdadera luz del mundo,

que ha venido a iluminar

a todos los que buscan sinceramente.

Él es el Príncipe de la paz,

que nos hace renacer como hijos de Dios,

portadores de paz entre los hombres.

Él es Dios con nosotros,

que quiere que experimentemos ya desde este mundo

lo que será la alegría eterna del cielo.

? TIEMPO DE CUARESMA

Él llama a todos los hombres

para que se conviertan y crean en el Evangelio.

Ofreciendo su vida en la cruz

nos ha librado del pecado y de la muerte

y nos ha dado un corazón nuevo

para que vivamos como él.

? CINCUENTENA PASCUAL

Él nos anunció la vida

que viviremos junto a ti

en la luz y en la eternidad;

nos enseñó también el camino de esa vida,

camino que hay que andar en el amor

y que él recorrió primero.

Él nos reúne ahora en torno a esta mesa,

porque quiere que hagamos

lo mismo que él hizo en la última Cena.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

Padre bueno,

envía tu Espíritu para santificar este pan y este vino,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

de manera que sean

el Cuerpo ? y la Sangre de tu Hijo Jesucristo.

Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

Porque Jesús, antes de morir por nosotros,

mientras estaba cenando por última vez con sus discípulos,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan, te dio gracias,

lo partió y se lo dio, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,

PORQUE ESTO ES MI CUERPO,

QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS».

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz lleno de vino,

te dio gracias de nuevo

y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

«TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,

PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,

SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,

QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS

Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

Y les dijo también:

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA».

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Por eso, Padre Santo, estamos reunidos delante de ti

y recordamos llenos de alegría

todo lo que Jesús hizo para salvarnos.

En este santo sacrificio,

que él mismo entregó a la Iglesia,

celebramos su muerte y su resurrección.

Padre, que estás en el cielo,

te pedimos que nos recibas a nosotros

con tu Hijo querido.

Él aceptó libremente la muerte por nosotros,

pero tú lo resucitaste.

Por eso, llenos de alegría, te cantamos:

Todos aclaman:

Señor, tú eres bueno,

te alabamos, te damos gracias.

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:

Él vive ahora junto a ti

y está también con nosotros.

Todos aclaman:

Señor, tú eres bueno,

te alabamos, te damos gracias.

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:

Él vendrá lleno de gloria al fin del mundo

y en su reino no habrá ya pobreza ni dolor,

nadie estará triste, nadie tendrá que llorar.

Todos aclaman:

Señor, tú eres bueno,

te alabamos, te damos gracias.

El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue:

Padre Santo, tú nos has llamado a esta mesa,

para que en la alegría del Espíritu Santo,

comamos el Cuerpo de tu Hijo.

Haz que este Pan de vida eterna

nos dé fuerza y nos ayude a servirte cada día mejor.

Acuérdate, Señor, del santo Padre el Papa N.,

de nuestro Obispo N.,

Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares.

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

de mí, indigno servidor tuyo,

Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:

de mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N.,

de mí, indigno servidor tuyo,

y de todos los Obispos.

? TIEMPO ORDINARIO

Ayuda a todos los que creemos en Cristo,

para que trabajemos por la paz del mundo

y sepamos comunicar a los demás nuestra alegría.

? TIEMPO DE ADVIENTO

Da a tus hijos la gracia de hacerlo todo bien,

incluso las cosas pequeñas de cada día,

y de disponernos así para recibir a Jesús que se acerca.

? TIEMPO DE NAVIDAD

Haz que tus hijos te den gloria en el cielo

y trabajen para que haya paz en la tierra

entre los hombres que tú amas.

? TIEMPO DE CUARESMA

Concede a tus hijos la gracia

de hacer cada día las cosas que a ti te gustan,

para que así seamos luz del mundo

y ejemplo de bondad ante todos nuestros hermanos.

? CINCUENTENA PASCUAL

Llena los corazones de tus hijos

con la alegría de la Pascua,

para que la anuncien a todos los hombres que viven tristes.

Acuérdate también de nuestros hermanos que han muerto,

admítelos a contemplar la luz de tu rostro;

y concédenos que todos, un día,

junto con Cristo, con María, la Madre de Jesús,

y todos los santos,

vivamos contigo en el cielo para siempre.

Junta las manos.

Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

Por Cristo, con él y en él,

a ti, Dios Padre omnipotente,

en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos.

Todos aclaman:

Amén.

RITO DE LA BENDICIÓN Y ASPERSIÓN DEL AGUA EN LOS DOMINGOS

Este rito puede hacerse en todas las misas dominicales, incluso en las celebradas en las últimas horas de los sábados por la tarde.

La bendición y aspersión del agua se hace después del saludo inicial y ocupa el lugar y la función del acto penitencial del comienzo de la misa.

FORMULARIO I

El sacerdote invita al pueblo a la plegaria, con estas palabras u otras semejantes:

Invoquemos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso,

para que bendiga esta agua,

que va a ser derramada sobre nosotros en memoria de nuestro bautismo,

y pidámosle que nos renueve interiormente,

para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido.

Después de una breve oración en silencio, prosigue con las manos juntas:

Dios todopoderoso y eterno,

que por medio del agua,

fuente de vida y medio de purificación,

quisiste limpiarnos del pecado y darnos el don de la vida eterna,

dígnate bendecir ? esta agua,

para que sea signo de tu protección en este día consagrado a ti, Señor.

Por medio de esta agua

renueva también en nosotros la fuente viva de tu gracia,

y líbranos de todo mal de alma y cuerpo,

para que nos acerquemos a ti con el corazón limpio

y recibamos dignamente tu salvación.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

O bien:

Dios todopoderoso,

fuente y origen de la vida del alma y del cuerpo,

bendice ? esta agua,

que vamos a usar con fe para implorar el perdón de nuestros pecados

y alcanzar la ayuda de tu gracia

contra toda enfermedad y asechanza del enemigo.

Concédenos, Señor, por tu misericordia,

que las aguas vivas siempre broten salvadoras,

para que podamos acercarnos a ti con el corazón limpio

y evitemos todo peligro de alma y cuerpo.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

O bien, en tiempo pascual:

Señor, Dios todopoderoso,

escucha las oraciones de tu pueblo,

ahora que recordamos

la acción maravillosa de nuestra creación

y la maravilla, aún más grande, de nuestra redención;

dígnate bendecir ? esta agua.

La creaste para hacer fecunda la tierra

y para favorecer nuestros cuerpos

con la frescura y la limpieza.

La hiciste también instrumento de misericordia

al librar a tu pueblo de la esclavitud

y al apagar con ella su sed en el desierto;

por los profetas la revelaste como signo de la nueva alianza

que quisiste sellar con los hombres.

Y, cuando Cristo descendió a ella en el Jordán,

renovaste nuestra naturaleza pecadora

en el baño del nuevo nacimiento.

Que esta agua, Señor,

avive en nosotros

el recuerdo de nuestro bautismo

y nos haga participar en el gozo de nuestros hermanos

bautizados en la Pascua.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Cuando las circunstancias locales o la costumbre popular aconsejen conservar el rito de mezclar sal en el agua bendita, el sacerdote bendice la sal, diciendo:

Te suplicamos, Dios todopoderoso,

que bendigas ? en tu bondad esta sal creada por ti.

Tú mandaste al profeta Eliseo

introducirla en el agua estéril para vivificarla.

Concédenos, Señor,

que al recibir la aspersión

de esta agua mezclada con sal

nos veamos libres de los ataques del enemigo,

y la presencia del Espíritu Santo nos proteja siempre.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Terminada la bendición, el sacerdote toma el hisopo, se rocía a sí mismo y, luego, rocía a los ministros, al clero y a los fieles. Si le parece conveniente, puede recorrer la Iglesia para la aspersión de los fieles.

Mientras tanto, se canta un canto apropiado.

Una vez acabado el canto, el sacerdote, de pie y de cara al pueblo, con las manos juntas, dice:

Que Dios todopoderoso nos purifique del pecado

y por la celebración de esta eucaristía,

nos haga dignos de participar

del banquete de su reino.

R. Amén.

A continuación se dice o se canta Gloria a Dios, si lo hay en la misa.

 

FORMULARIO II

El sacerdote invita al pueblo a la plegaria, con estas palabras u otras semejantes:

Queridos hermanos:

En este domingo ( del tiempo de Pascua ) en el que,

unidos a todos los cristianos del mundo,

recordamos llenos de gozo la resurrección del Señor,

vamos a iniciar nuestra celebración evocando cómo Dios,

por medio del bautismo,

nos injertó simbólicamente en la muerte y resurrección de su Hijo

y, con ello, nos otorgó el perdón de todos nuestros pecados.

Pidamos, pues, al Señor que el agua que vamos a bendecir y derramar

sobre nosotros reavive nuestro bautismo

y el perdón que en aquel día se nos otorgó.

Después de una breve oración en silencio, el sacerdote prosigue, diciendo:

Señor Dios, creador de todas las cosas,

que por el agua y el Espíritu

diste forma y figura al hombre y al universo.

R. Bendice y purifica a tu Iglesia.

O bien:

R. Bendito seas por siempre, Señor.

Cristo Jesús, que de tu costado abierto en la cruz,

hiciste manar los sacramentos de salvación.

R. Bendice y purifica a tu Iglesia.

O bien:

R. Bendito seas por siempre, Señor.

Espíritu Santo, que del seno bautismal de la Iglesia

nos haces renacer como nuevas criaturas.

R. Bendice y purifica a tu Iglesia.

O bien:

R. Bendito seas por siempre, Señor.

Señor Dios, dador de vida,

que en el domingo,

día memorial de la resurrección,

reúnes a tu Iglesia, esposa y cuerpo de Cristo;

bendice a tu pueblo y, por medio de esta agua,

reaviva en todos nosotros el recuerdo y la gracia del bautismo,

nuestra primera Pascua.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Terminada la bendición, el sacerdote toma el hisopo, se rocía a sí mismo y, luego, rocía a los ministros, al clero y los fieles. Si le parece conveniente, puede recorrer la iglesia para la aspersión de los fieles.

Mientras tanto, se canta un canto apropiado.

Una vez acabado el canto, el sacerdote, de pie y de cara al pueblo, con las manos juntas, dice:

Que Dios todopoderoso nos purifique del pecado

y por la celebración de esta eucaristía,

nos haga dignos de participar

del banquete de su reino.

R. Amén.

A continuación se dice o se canta Gloria a Dios, si lo hay en la misa.

 

 

FORMULARIO III

Este formulario está indicado especialmente para la cincuentena pascual.

El sacerdote invita al pueblo a la plegaria, con estas palabras u otras semejantes:

Queridos hermanos:

Invoquemos la bendición de Dios, nuestro Padre,

y pidámosle que la aspersión de esta agua reavive en nosotros

la gracia del Bautismo,

por medio del cual fuimos sumergidos

en la muerte redentora del Señor

para resucitar con él a una vida nueva.

Después de una breve oración en silencio, el sacerdote prosigue, diciendo:

Dios y Padre nuestro,

que del Cordero inmolado en la cruz

haces brotar una fuente de agua viva.

R. Bendice y purifica a tu Iglesia.

O bien:

R. Bendito seas por siempre, Señor.

Señor Jesús, que renuevas la juventud de la Iglesia

en el baño del agua con la palabra de la vida.

R. Bendice y purifica a tu Iglesia.

O bien:

R. Bendito seas por siempre, Señor.

Espíritu de vida, que nos haces renacer de las aguas del bautismo

como primicia de la humanidad nueva.

R. Bendice y purifica a tu Iglesia.

O bien:

R. Bendito seas por siempre, Señor.

Dios todopoderoso,

que por medio de los sacramentos de la fe

renuevas las maravillas de la creación y de la redención,

bendice ? esta agua

y concede que todos los renacidos en el Bautismo

sean mensajeros y testimonios de la Pascua,

que se renueva incesantemente en tu Iglesia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Terminada la bendición, el sacerdote toma el hisopo, se rocía a sí mismo y, luego, rocía a los ministros, al clero y a los fieles. Si le parece conveniente, puede recorrer la iglesia para la aspersión de los fieles.

Mientras tanto, se canta un canto apropiado.

Una vez acabado el canto, el sacerdote, de pie y de cara al pueblo, con las manos juntas, dice:

Que Dios todopoderoso nos purifique del pecado

y por la celebración de esta eucaristía,

nos haga dignos de participar

del banquete de su reino.

R. Amén.

A continuación se dice o se canta Gloria a Dios, si lo hay en la misa.