V

LOS ACTOS DE DEVOCIÓN


1. Liturgias de la palabra junto al oficio divino

Mientras que Guardini creía que a la oración objetiva de la liturgia eclesiástica se contraponía la subjetivo-popular de la devoción del pueblo, Casel defendía la tesis de que sólo a partir del siglo XVI la liturgia se había fosilizado como «una especie de razón de Estado», de manera que toda la piedad interior se había batido en retirada a otras formas de devoción. Con el despertar de la liturgia a una nueva revivificación, los rezos litúrgicos y los interiores privados se aproximaron mutuamente y acabaron por confluir de tal manera, que ya no se distinguían. Guardini adoptó posteriormente una posición intermedia, con-forme a la cual la devoción popular ocupa un lugar entre la oración objetiva y subjetiva 222. La diferenciación entre oración «objetiva» y «subjetiva» se basa en las formas inmóviles del oficio divino como asunto jerárquico del clero, que excluyen, ampliamente, la cocelebración de la comunidad, y, a su vez, en el deseo del pueblo, de cooperar «en la conexión general con la lituriga, mediante secuencias, cánticos, antífonas y oraciones», lo cual aconteció, en primer lugar, en conexión con la liturgia «objetiva» de la Iglesia, y, finalmente, pasó a ocupar el lugar del oficio divino 223.

Con razón dice Schnitzler que «la devoción popular tiene sus orígenes en el oficio divino en sentido amplio; pero sobrepasa los límites de esto la constatación de que numerosos elementos formales de la devoción popular también están enraizados en el breviario» 224. Entre estos elementos se cuentan, aparte de otras formas determinadas con variantes más abundantes, el invitatorio,

  1. Cfr. Neunheuser, Stundengebet und Volksfrömmigkeit 181ss.

  2. Cfr. ibid.. 187.

  3. Schnitzler. Stundengebet und Volksandacht 71.

himnos (canción), versículo, oración y, finalmente, padrenuestro y Ave Maria225. Ante el trasfondo histórico de la literatura de los devocionarios en lengua alemana, Schnitzler considera que «un tipo ampliamente extendido de la piedad está, por su forma, íntimamente emparentada con la estructura de una hora canónica de las diversas horas menores, que, por su parte, enlazan fuertemente con las conmemoraciones, con los oficios votivos propiamente dichos del oficio divino mayor tal como eran corrientes en la Edad Media. La oración del rosario ligada a ella podría haber ocupado el lugar de los salmos... Es un rasgo esencial del acto de devoción ser oficio del pueblo, u horas del pueblo en honor de un santo o para alabanza de un misterio de la fiesta. El acto de devoción no seria, por lo tanto, sino un ensayo —quizá voluntario, pero, con certeza, popular— de "vísperas populares"» 226. Los actos de devoción del Salve y la bendición recuerdan claramente al oficio divino. La primera procede de la costumbre, constatable desde el siglo XIII, de «cantar el Salve Regina con versículos y oración de conclusión enlazando con la hora canónica de vísperas» y, con ello, de acudir al altar de María, lo que tuvo como consecuencia que el acto de devoción del Salve se independizara. El acto de devoción bendicional surgió de la «exposición del Santísimo, que era habitual en la misa (de jueves), y que, a finales de la Edad Media, se trasladó o, eventualmente, se extendió a la hora canónica de vísperas conjuntamente con la bendición sacramental. En el siglo XVI esta práctica popular se enlazó con el acto de devoción del Salve en determinados días del año» 227.

No obstante, el oficio divino no es la única raíz de la devoción popular, pues también lo es la literatura edificante, que instaura una forma propia de devoción, el «tipo de meditación» junto al «tipo del oficio». A causa de su rasgo fundamental catequético, este tipo de devoción fue fomentado en la Contrarreforma intensamente. Además de rezar oraciones, se instruía; también las mismas oraciones se convirtieron en catequesis rezadas. El tipo de meditación como doctrina cristiana aleccionadora y contemplación y oración comunitaria extraída de los devocionarios llegó a ser comente en la Contrarreforma y la Ilustración como acto de devoción comunitario que concluía con la bendición eucarística 228. También aquí se da una conexión con el oficio divino, puesto que la liturgia matutina de las horas del oficio catedral exhibía, antiguamente, un fuerte acento de predicación mediante las lecturas y la homilía. En los ser-

  1. También los elementos de la lectura de las Escrituras, canto, y oración del pueblo y el sacerdote los cuenta Jungmann entre las estructuras de la devoción y los pone en conexión con el oficio divino, cfr. Jungmann, Sonntagsandacht, 57-60.

  2. Schnitzler, Meßopferfeier und Nachmittagsandacht 358ss.

  3. Meyer, Andachten 159ss.

  4. Cfr. Schnitzler, Meßopferfeier und Nachmittagsandacht 360-362; Meyer, Andachten 160.

vicios divinos con sermón de la Edad Media tuvo continuidad esta tradición kerigmática que encontró nuevas formas expresivas en los sermones de cuaresma y en las doctrinas cristianas de la Contrarreforma, en los servicios divinos con sermón de las misiones populares y en numerosas liturgias de la palabra de la actualidad 229.

«La historia, tanto como la situación actual, muestra que, en el ámbito de los servicios divinos extrasacramentales, hay lugar para una gran variedad y libertad, lo que es incluso imprescindiblemente deseable y se ha de fomentar. Pues la vida humana y eclesiástica debe de encontrar aquí, en la plenitud de sus aspectos e intereses, un campo adecuado de expresión que sobrepase los limites de lo que es posible en la celebración de los sacramentos». Meyer dice esto en vista del peligro de que la misa, en muchas partes, se convierta en la única celebración litúrgica, pues «la penitencia y la expiación, la alabanza, la acción de gracias, el ruego, la adoración y la entrega, en la celebración de la eucaristía, a la larga y dentro de la brevedad allí exigida, sólo pueden ejecutarse viva-mente en el momento en que se manifiesten, se practiquen y se profundicen también en otro lugar, y más expresiva y exhaustivamente» 230.


2.
Ejemplos de la devoción popular

A. La devoción de los sacramentos

La devoción de los sacramentos está en íntima conexión con la piedad eucarística de la Alta Edad Media y con la fiesta del Corpus Christi. En este día, después de la procesión, no se portaba el Santísimo directamente de vuelta al lugar de su custodia, sino que se dejaba durante la misa sobre el altar. Entonces se comenzó a exponerlo antes de la oración del coro, ya de mañana, sobre el altar, desde donde la procesión había de partir; finalmente, se expuso en la misma fiesta y en su octava durante toda la oración del coro231. Aparte de ello, «surgió una forma propia de esta exposición en las misas votivas de corpore Christi, que se celebraban en jueves, y que, en las postrimerías de la Edad Media, pertenecían a los actos de devoción más apreciados en Alemania y Austria» 232. Sin embargo, ya estaba dada, en la liturgia de las horas, la unión de la exposición eucarística y la devoción vespertina del sacramento que iba unida a ella: la exposición tenía lugar durante el oficio divino, y, por ello, la custodia se

  1. Cfr. Meyer, Andachten 161-163.

  2. Meyer, Andachten 173.

  3. Cfr. Browe, Verehrung 154.

  4. Ibid., 141.

depositaba sobre el altar sin que, al hacerlo, se cantasen cánticos eucarísticos; la custodia expuesta sobre el altar durante el oficio divino satisfacía el apasionado anhelo popular de contemplar la hostia. La configuración de la devoción de los sacramentos empezó con el despliege del traslado del Santísimo al altar, entonando al final de las horas canónicas cánticos sacramentales, antífonas y responsorios y organizando una pequeña procesión por la iglesia233. En aquel tiempo, estas exposiciones tenían también lugar fuera del tiempo del Corpus Christi, de nuevo asociadas a la liturgia de las horas.

En lugares sin oración del coro se celebraban actos de devoción a la hora de vísperas o completas. «Desde la primera mitad del siglo XIII, se cantaban en iglesias y capillas cánticos en honor del crucificado o su madre, y se rezaban letanías. Especialmente, se cantaba el Salve Regina al final de las vísperas y, allí donde no había oración del coro, por la tarde, "algo antes de la hora en que se acostumbra a cerrar las puertas de la ciudad". Se denominaba, por ello, a estos actos de devoción en Alemania y, posteriormente, en Inglaterra simplemente Salve Regina, mientras que en Italia se les llamaba laudi» 234. Sin embargo, Browe rechaza la opinión según la cual de estos actos de devoción del Salve surgió el del sacramento; en su opinión, este último se remonta, más bien, a las misas de exposición y los ritos del Corpus Christi. No infrecuentemente las hermandades del Corpus Christi tomaron la iniciativa para su introducción, y las rúbricas de la fiesta del Corpus Christi desempeñaron un papel secundario en su forma litúrgica 235.

Sin embargo, puede hablarse de una conexión entre el acto de devoción de los sacramentos y la liturgia de las horas: ya la exposición durante el oficio di-vino en el Corpus Christi y en la octava del Corpus representaba para la comunidad una forma bien acogida de participación en el acontecimiento, si bien no en el acontecimiento del mismo oficio divino, sino precisamente en la deseada contemplación del Cristo eucarístico. La implantación temporal del acto de devoción de los sacramentos a mediodía está, en cierto modo, en continuidad con las vísperas clericalizadas, pero ahora como devoción popular sin el oficio divino que se ha vuelto extraño a la comunidad, y concentrada en el tema eucarístico.

Con el final de este distanciamiento, con la reconfiguración de la liturgia de las horas como liturgia de la comunidad vuelve a ser posible enlazar con los nexos que en su día existieron entre la exposición eucarística y el oficio divino. Mientras que la Introducción General al oficio divino, desconoce la celebración

  1. Ibid., 155.

  2. Ibid., 157.

  3. Cfr. Browe, Verehrung 159.

de las horas canónicas ante el Santísimo expuesto, se dice en el fascículo del ritual «Administración de la comunión y veneración eucarística fuera de la misa» n. 96: «Si el santo sacramento se expone sobre el altar por un prolonga-do espacio de tiempo, se puede cumplir el oficio divino también antes, sobre todo las horas canónicas más importantes. La alabanza y acción de gracias que se ofrendan a Dios en la celebración eucarística encuentran precisamente en el oficio divino su continuidad a lo largo de todo el día». También la instrucción Eucharisticum mysterium del 25.5.1967 236 prescribe que incluso las exposiciones breves del Santísimo han de configurarse de manera que antes de la bendición con el Santísimo Sacramento se prescriba en su caso un tiempo adecuado para la lectura de la palabra de Dios, cánticos, oraciones y momentos de oración en silencio». «Las vísperas serían, en ese caso, una forma posible, aparte de otras, del tiempo adecuado para la lectura de la palabra de Dios, cánticos, oraciones y momentos de oración en silencio. Aquí, la adoración ante el Santísimo se contempla como una grandeza independiente y preferencial, en la que el oficio divino representa una posible forma» 237. Se puede uno plantear la pregunta de si la independencia y el valor propio del oficio divino para la santificación del tiempo, y los de la adoración eucrística entendida como veneración orientada a la recepción de la eucaristía no sufren perjuicio cuando ambas se unen de tal manera.

B. El Vía Crucis

El acto de devoción del Vía Crucis le debe su surgimiento a la institución de sus estaciones. Éstas, a su vez, tienen sus cimientos en los cruces, que sustituyeron a las piedras funerarias germánicas de las encrucijadas de los caminos, en las cruces expiatorias o en cruces que se erigían en la traslación de reliquias a aquellos lugares en los que la procesión hacía un alto. No obstante, eran más importantes las reproducciones de los lugares de Jerusalén (sobre todo del santo sepulcro), que los cruzados y peregrinos erigían en su tierra natal. Las representaciones de la pasión así como del Ecce Homo (una figura de Cristo con la corona de espinas), el monte calvario (una representación de la crucifixión erigida frecuentemente sobre una elevación con María, María Magdalena y san Juan Evangelista) y la Piedad (María porta al Cristo fallecido en su regazo; también llamada «imagen de vísperas», puesto que la escena aconteció hora vespertina) sólo necesitaban ser ensambladas en su inicio (p. ej. una

  1. Kaczynski nn. 899-965, n. 66/Kaczynski 964: «Etiam breves sanctissimi Sacramenti, iuxta normas iuris habendae, ita ordinandae sunt ut in eis, ante benedictionem cum sanctissimo Sacramento, pro opportunitate congruum tempus tribuatur lectionibus verbi Dei, canticis, precibus et orationi in silentio protractae».

  2. G. Fuchs, Singet Lob und Preis. Stundengebet mi der Gemeinde feiern. Regensburg 1993, 122.

puerta de la ciudad que representaba simbólicamente a Jerusalén) y su final (p. ej. un calvario), con lo que estaba dado el plan fundamental de un Vía Crucis, que se podía recorrer meditativamente, el camino que el franciscano Nikolaus Wankel en el año 1517 denominó «vía espiritual». Una gran in-fluencia tuvo también el libro del Vía Crucis del holandés C. A. Cruys (Adrichomius). El general español de los franciscanos, A. Daza presentó en el año 1626 en sus Exercitia Spiritualia unas instrucciones para el acto de devoción del Vía Crucis con la definitiva configuración de las estaciones. En el año 1750, fue dedicado el Vía Crucis del coliseo romano, desde donde se propagó por todo el mundo. El papel que también hoy día desempeña el Vía Crucis en la cuaresma no es insignificante. Sin embargo, hay que prestar atención al hecho de que no se contempla –como era propio de la piedad medieval de la pasión– la pasión del Señor aislada del mensaje pascual. Por ello, se recomienda –también en la cuaresma– la introducción de una última estación del «sepulcro vacío» con miras al acontecimiento pascual 238.

C. Las flores de mayo: Contra la repercusión de las formas cultuales pa-ganas (culto de la fertilidad) en mayo como mes del despertar de la vida en la naturaleza, la Iglesia medieval opuso la piedad de la pasión, aunque este mes, al menos en parte, pertenece siempre al tiempo pascual. Aparte de ello, se desarrolló también una piedad de impronta mariana, que se fue concentrando cada vez más en el mes de mayo. Las flores de mayo propiamente dichas son un fruto del barroco italiano, jesuitas italianos publicaron libros con instrucciones para las flores de mayo celebradas en familia 239. Aunque también se celebraban las flores de mayo como oficio público ya dentro de la iglesia, constaban de meditaciones, oraciones, la letanía lauretana; la bendición sacramental concluía este acto de devoción. Desde Italia, se propagaron las flores de mayo por Francia, y fueron religiosas francesas las que, en el año 1841, celebraron las primeras flores de mayo «clásicas» por primera vez en suelo alemán, en la ciudad de Munich. No fue un impulso insignificante para la promoción de las flores de mayo la definición dogmática de la inmaculada concepción de María en el año 1854. Küppers ve su rápida propagación también bajo el aspecto de la restauración. En los tiempos de amenaza e inseguridad general, experimentó –como toda la piedad mariana–, una y otra vez, momentos culminantes singulares 240. No de otra manera se expresa Pablo VI en

  1. Cfr. E. Kramer, Kreuzweg und Kalvarienberg. Historische und baugeschichtliche Untersuchung. Kehl-Estrasburgo 1957 (Studien zur deutschen Kunstgeschichte 313).

  2. Singular influencia tuvo el devocionario de Alfonso Muzzarelli (1749-1813), /l mese di Maria ossia il mese di Maggio consagrato a Maria santissima, Ferrara 1786.

  3. Cfr. Küppers, 250.

su encíclica Mense maio del 29 de abril de 1965, en la que el Papa se expresa acerca de «una querida costumbre de nuestro predecesores de elegir este mes de María para invitar al pueblo cristiano a la oración pública tan frecuentemente como las necesidades o un peligro mundial amenazador lo exigían» 241.

También para las flores de mayo tiene validez la pretensión que reclamó el concilio Vaticano II de tener en cuenta en su debida forma el tiempo litúrgico y la congruencia con la sagrada liturgia, de la que ella, en cierto modo, también emana, y que tiene que guiar al pueblo a ella (cfr. SC 13). Dicho de una manera concreta: también en las flores de mayo tiene que ocupar el lugar más destacado el misterio de Cristo, al que María está unida «por un vínculo indisoluble». En ella, «la santa Iglesia venera con especial amor a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María, unida con un vínculo indisoluble a la obra salvadora de su Hijo; en ella mira y exalta el fruto excelente de la redención y con-templa con gozo, como en una imagen purísima, aquello que ella misma, toda entera, desea y espera ser» (SC 103). En esto, ve Küppers, aseverado por el concilio Vaticano II, el «canon para la veneración mariana actual» 242.

b. Oración del rosario y acto de devoción del rosario/El ángelus: Tanto oriente como occidente conocen ejercicios de oración, que son repeticiones continuas de una oración o una fórmula oracional. Ya en el monacato irlandés desempeñó aquí un papel la forma numérica del 50, o el 150, como imitación del salterio bíblico: la yuxtaposición de tres «cincuentas» (oraciones yuxtapuestas del padrenuestro y el Ave María) se les impuso como penitencia a los analfabetos para reemplazar a la oración del salterio. Pero también, independientemente de ello, la relación del número 150 con el salterio bíblico expresa una cierta imitación de impronta devocional popular, del oficio divino, que desde hacía tiempo se había convertido en oración jerárquica del clero, y en el que la oración de los salmos ocupa una posición significativa. Según Schnitzler es, por ello, manifiesto el parentesco del rosario con el oficio divino: «En cualquier caso, este parentesco se basa menos en una relación con la configuración del oficio divino en las horas canónicos, y, por el contrario, tanto más en una relación que tiene que ver con la materia fundamental de la que, sobre todo, están configuradas las horas canónicas: con el salterio» 243. Otras preformas del rosario fueron oraciones medievales de repetición, que imitaban la vida y pasión de Jesús y, especialmente entre los cistercienses, se asociaron al Ave Maria. De este modo, en tomo al 1300, las monjas cistercienses de St.

  1. AAS 57 (1965), 353-358. 354.

  2. Cfr. Küppers, 322ss.

  3. Th. Schnitzler, Stundengebet und Volksandacht 71.

Thomas cerca de Tréveris unieron 100 avemarías con 100 misterios abrevidados de la fe 244. Por la ulterior propagación del rosario velaron, además de los cartujos y benedictinos, sobre todos los dominicos. El salterio mariano de Alano de Rupe OP (t 1457) abarca quince padrenuestros, ciento cincuenta avemarías con 150 misterios de la vida de Jesús desde la predicación hasta su segunda venida. Mediante la fundación de las hermandades del rosario, este ejercicio monacal de oración se convirtió en una auténtica oración del pueblo, cuya profunda raigambre popular también hizo frente a los ataques reformadores. Así, con el fomento de la devoción mariana (en forma de Congregaciones Marianas y otras hermandades) pudo también la oración del rosario convertirse en un instrumento de la reforma católica. Aunque ejecutada de forma poco consciente en este sentido, Fuchs ve en la costumbre que todavía pervive, de rezar el rosario en común antes de las misas vespertinas, una relación con las vísperas 245. También Pablo VI en su escrito apostólico Marialis Cultus del 2.2.1974 destaca el rosario como meditación mariana sobre Cris-to 246. El hecho de que octubre se considere el mes del rosario tiene como trasfondo histórico la victoria de la flota cristiana sobre la turca el 7.10.1571, que se atribuyó a la oración del rosario. Pío V ordenó para su aniversario una fiesta Beatae Mariae Virginis de victoria, que podía cimentarse sobre la tradición, ya existente desde hacía mucho tiempo y profundamente arraigada, de la oración del rosario.

Una forma paralela del rosario la constituye la oración tres veces al día del ángelus a las horas de los «toques del ángelus» de las campanas de las iglesias por la mañana, al mediodía y por la tarde. «Puesto que regularmente se reza por la mañana, al mediodía y por la tarde, tiene un vínculo cercano al oficio divino y contribuye, como éste, a la santificación del tiempo. Se puede comparar al rosario con la hora meditativa de lectura, pero al ángelus con las horas de oración predeterminadas de una manera metódica» 247. El triple avemaría, interrumpido con las dos citas de las Escrituras Lc 1, 38 y Jn 1, 14 consta, por primera vez, en un catecismo publicado en Venecia en el año 1560. «Después de que el Offlcium Parvum BMV de Pío V, nuevamente editado, sancionara esta forma en el año 1571, su propagación general estaba asegurada» 248.

  1. Cfr. A. Heinz, Die Zisterzienser und die Anfänge des Rosenkranzes. Das Bisher unveröffentliche älteste Zeugnis für den Leben-Jesu-Rosenkranz aus St. Thomas a. d. Kyll (um 1300), en Analecta Cisterciensia 33 (1977), 262-309. R. Scherschel: Der Rosenkranz — das Jesusgebet des Westens. Friburgo-Basilea-Viena 1979 (FThSt 116).

  2. Cfr. Fuchs, 131.

  3. Cfr. n. 44, Kaczynski n. 3266: «Est igitur Rosarium evangelica prex».

  4. G. Langgärtner, Der «Engel des Hernes und sein heutiger Sinn, en Liturgie konkret 8/1981, 1-4.3.

  5. A. Heinz, «Der Engel des Herrn«. Erlösungsgedächtnis als Volksgebet, en HID 33 (1979), 51-58.52.


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