El valor de los símbolos
"Fume
este cigarrillo y será feliz";"use este desodorante y será irresistible";
"compre este auto y formará parte del sector privilegiado de la sociedad" ... La
propaganda quiere imponernos símbolos arbitrariosy engañosos de bienestar y
felicidad.
Sin embargo, el lenguaje simbólico es la mejor forma -a veces la única -de
expresar lo más profundo de la vida: el amor, la alegría, el dolor, el deseo de
felicidad, la fraternidad, el sentido de comunidad, la esperanza, la fe.
Cuando ante el sufrimiento de un amigo lo abrazamos o lloramos con él, ese gesto
"habla" mucho más que una multitud de palabras.
También las palabras -en ciertas ocasiones- superan su estructura "lógica" y
adquieren "valor simbólico". Cuando un enamorado le dice a su chica: "te amo",
no se trata de una simple información. Esas palabras son un símbolo: dicen,
expresan amor y además producen amor, hacen crecer el amor. Esto es de enorme
importancia: el valor del símbolo radica en que no solo "dice", "expresa",
"significa", sino también hace, produce, realiza la cosa significada.
En el mundo simbólico "decir es hacer" y "hacer es decir".
Por eso la liturgia se compone de palabras, pero también de gestos, posturas,
acciones y se sirve de objetos (cáliz, vestiduras...) y elementos naturales
(pan, vino, agua, aceite...). Estos son como "vehiculos", "canales" por donde
aparece el símbolo.
¿Para que sirven los símbolos? En este mundo donde todo se mide por su utilidad
práctica, un beso "no sirve" para nada y una flor no se puede comer... pero ¿qué
sería un mundo sin besos ni flores?