Leche.

En una civilización pastoril como la de los hebreos en el desierto, la leche, don de la naturaleza no fabricado por el hombre, es un alimento de importancia vital. Fue siempre uno de los alimentos usuales de Israel (Jue 5,25; Prov 27,27; Eclo 39,26). Tener leche en abundancia era signo de riqueza (Job 29,6). Por su nexo con las promesas y por su empleo figurado adquiere la leche un significado simbólico.

1. Ternura divina.

La madre que da el pecho a su hijo es uno de los símbolos más naturales para expresar una ternura y una entrega sin límites (2Mac 7,27). No tiene nada de extraño que Israel utilizara esta imagen para describir la infinita ternura y los solícitos cuidados de Yahveh para con su pueblo, especialmente en el marco de la salida de Egipto y de la marcha hacia la tierra prometida (Núm 11,12). Por esta razón el salmista invita al pueblo a abandonarse en manos de Dios, como niño destetado en los brazos de su madre (Sal 131,2s).

2. Imagen de las bendiciones divinas y de las promesas mesiánicas.

La abundancia de leche forma parte de la descripción clásica de las promesas. La tierra en que entrará Israel se describe con frecuencia en el AT como el “país que mana leche y miel” (Éx 3,8; 13,5; Dt 6,3; 11,9; Jer 11,5; Ez 20,6.15; etc.): con las riquezas de la vida nómada se describe “esta región fértil y espaciosa” (Éx 3,8; cf. Dt 32,12ss), “este país el más bello de todos” (Ez 20,6.15). En la Bendición de Judá (Gén 49,8-12), que se abre hacia una perspectiva mesiánica, la prosperidad extraordinaria de la tierra de Judá se describe con la abundancia de leche y vino. En los profetas este cuadro de prosperidad sirve para describir la tierra ideal de los tiempos venideros (Jl 4,18; Is 55,1; 60,16), es una imagen de la consolación y de la salvación mesiánicas (Is 66,11); en el Cantar de los Cantares la leche simboliza las delicias del amor entre el esposo y la esposa (4,11; 5,1). En tiempos de carestía este alimento del desierto volverá a ser el alimento básico del Emmanuel y de los salvados; pero su abundancia será como una evocación de las promesas (Is 7,15.22). Si la prosperidad es prenda de las bendiciones divinas, la falta de leche y la desolación general son señal de castigo y de la maldición de Dios. Por razón de los crímenes de Israel pide Oseas a Yahveh que le dé entrañas estériles y pechos desecados (Os 9,14). En la perspectiva del NT, el juicio escatológico será tan temible que Jesús proclama bienaventuradas a las mujeres que no den el pecho aquellos días (Lc 23,29; cf. 21, 23 p).

3. La leche de los hijos de Dios.

En el NT, en general, la leche designa metafóricamente la enseñanza, como alimento de los hijos (niño) de Dios. Para Pablo, que ve sobre todo en el niño su falta de madurez, la leche dada a los corintios todavía carnales es el primer mensaje cristiano, por oposición al alimento sólido de la sabiduría reservado a los perfectos (1Cor 3,2; cf. Heb 5,12ss). En cambio, según 1Pe 2,2, el creyente nacido a la nueva vida debe seguir deseando la leche de la palabra para crecer y ser un niño en crecimiento y tendrá siempre necesidad de la leche de la palabra de Dios. Esta palabra es en el fondo Cristo mismo (2,3), como lo mostraron bien diferentes Padres: “Nosotros bebemos el Verbo, alimento de verdad” (Clemente de Alejandría).

Jdlp