Aarón.

1. Lentamente, a través de los siglos, se fue estilizando la figura del antepasado de la clase sacerdotal (Lev 1,5), de la “casa de Aarón” (Sal 118,3). Según las antiguas tradiciones, Aarón, “el levita” (Éx 4,14), hermano de Miriam (15,20), es el portavoz de Moisés (4.14-17) cerca de los israelitas (4,27-31) o incluso del faraón (5,1-5). Sostiene a su herma no en la batalla contra los amalecitas (17,10-13) y lo acompaña al Sinaí (19,24), donde es admitido a “ver a Dios” (24,10-11). Su recuerdo no está exento de faltas: tuvo gran responsabilidad en el caso del becerro de oro (Éx 32; cf. Hech 7,40) y se rebeló contra Moisés (Núm 12,1-15).

Más tarde, según la tradición sacerdotal, probablemente como eco de los conflictos que surgieron entre las castas sacerdotales en el período del segundo templo, Aarón aparece como el especialista de las cuestiones religiosas, el epónimo de la casta de los “hijos de Aarón” (Éx 28-1; cf. Lc 1,5). Se lo representa ungido como el sumo sacerdote (Éx 29,1-30), cuyas vestiduras. lleva y cuyos gestos inaugura (39,1-31). Dios confirma este privilegio con un juicio (Núm 16) y que desde entonces se conserva en el arca (Heb 9,4). En adelante es asociado a su hermano Moisés cuando Dios da sus órdenes (Éx 9,8-10; 12, 1...) o cuando el pueblo grita su descontento (Éx 12,6; Núm 16,3). Es asociado también en una común incredulidad de Meribá (Núm 20,1-21) y en el destino de morir antes de entrar en la tierra prometida (20,22-29). Aarón es por siempre el sumo sacerdote por excelencia (Eclo 45,6-22), el intercesor admirable que desvió la cólera divina (Sab 18,20-25). Finalmente, entre los esenios del tiempo de Jesús, no se aguarda sólo un Mesías rey, hijo de David, sino sobre todo el Mesías de Aarón, Mesías sacerdote soberano.

2. En todo el NT sólo la carta a los Hebreos habla de Aarón. Se fija en dos aspectos de esta figura extraordinaria. Cristo no se arrogó la función de sumo sacerdote misericordioso, sino que fue “como Aarón llamado por Dios” (Heb 5,2-5; cf. Éx 28.1; Núm 18,1). Por otro lado, el sacerdocio de Aarón, transmitido hereditariamente, no anuncia el de Cristo, a diferencia del sacerdocio de Melquisedec, cuya genealogía no es posible establecer (Heb 7,3.15-21). Finalmente, el sacerdocio de Aarón no puede pretender la perfección que caracteriza al de Cristo (7,11.23-27).

XAVIER LÉON-DUFOUR