APORTE DE LOS

NUEVOS PARADIGMAS

EN EL ABORDAJE

DE LA VIOLENCIA FAMILIAR

Miguel A. Cabrera

Licenciado en Filosofía en la Facultad de San Miguel, Buenos Aires, Doctorandus en Ética Social en la Universidad de Ámsterdam, docente e investigador en la MFAL, docente e investigador en licenciatura de la ciencia de la comunicación en la Universidad de la República, Terapeuta Familiar

 

 

 INTRODUCCIÓN

Llegado al final de la investigación me parece muy instructivo volver a rehacer el camino andado. Ahora desde ese lugar específico, al término de un largo recorrido. Este "rehacer el camino" implica ni más ni menos que una relectura de cada etapa y de cada material trabajado, pero ahora desde esa nueva perspectiva. En esta exposición haré la relectura de algunos materiales trabajados al comienzo de la investigación.

I - RELECTURA DE DOS PROPUESTAS DIFERENTES ACERCA DE LA VF

Mi pregunta inicial estaba comprendida en el título mismo de la propuesta de la investigación: aporte de los nuevos paradigmas en el abordaje de la violencia familiar. Esta pregunta centraba pero a la vez acotaba el campo de investigación. En los estudios acerca de la violencia como en las propuestas de tratamiento, me interesaba indagar cuáles eran esas premisas básicas que los sustentaban. En esta inquietud no partía de cero. Después de mi formación en terapia familiar sistémica había integrado un grupo de estudio sobre VF junto con otras cuatro colegas. Después realicé un curso de especialización y algunos seminarios sobre el tema. Por otro lado venía trabajando la temática de los nuevos paradigmas en Capra, Morin, Bateson. Pero el punto de inflexión era la confrontación de dos posiciones, por un lado, la de Graciela Ferreira y Jorge Corsi, y por otro, la de Reynaldo Perrone. Nada mejor para identificar ambas posiciones que recordar el título de la segunda obra de G. Ferreira: "Hombres violentos. Mujeres maltratadas" y el título de la obra de R. Perrone, "Un abordaje sistémico y comunicacional de la violencia".

Una aproximación inicial

Según R.Perrone hay que comprender la VF al interior de un proceso comunicacional, y por esto distingue dos grandes tipos de violencia, la violencia agresión, que emerge en el marco de una relación simétrica y la violencia castigo que emerge en el marco de una relación complementaria. Distintas son las manifestaciones de ambas violencias como también la gravedad del daño que pueden provocar, como también algunas de las pautas a tener en cuenta en el proceso terapéutico. Según J.Corsi y G.Ferreira, estamos frente al resultado de conductas aprendidas en el proceso de socialización de una sociedad patriarcal y sexista, y en el seno de una familia con problemas de violencia. Así G.Ferreira habla de "cómo se llega a mujer maltratada" o "el libreto del hombre violento" y J. Corsi "El modelo masculino tradicional", "la construcción de la identidad masculina", "el hombre golpeador".

En ese momento inicial yo describía la oposición de la siguiente manera: "La centralidad puesta en el individuo, en el caso de G.Ferreira/J.Corsi, que alcanza su expresión más acabada en la díada, "hombre violento" y "mujer maltratada", y la centralidad de la relación y comunicación, postulada por R.Perrone/M.Nannini." Si bien esa formulación inicial no pierde su valor ahora siento la necesidad de explicitar una serie de elementos importantes implicados en esa oposición. En pocas palabras, mi hipótesis ahora es que ambas posiciones parten de premisas epistemológicas distintas y regidas por paradigmas distintos, aunque hayan ciertos puntos de conexión en algunos de sus desarrollos teóricos.

La propuesta de G.Ferreira y J.Corsi

J.Corsi/G.Ferreira consideran la VF como un fenómeno social y de ahí toda la importancia atribuida a la socialización de género en la formación del HV y la MM. y a la historia familiar. De acuerdo con esto la posición de mayor riesgo está dada cuando confluyen en una persona la máxima socialización y la exposición más alta a la violencia en su propia historia personal. Por otro lado, enfrentados a los casos de VF, particularmente de violencia conyugal, y más específicamente en la asistencia a mujeres golpeadas, aplican en la comprensión y abordaje de la problemática, la categoría de hombre violento y mujer maltratada, de victimario y víctima.

Privilegian en la construcción de esta categorización los aportes de la victimología, en particular, las nociones de victimización primaria, secundaria y terciaria, y de todos sus efectos específicos. Toamn también en cuenta el llamado "síndrome de Estocolmo", que estudia el fenómeno de captación de los secuestrados por sus secuestradores. Dan también mucha importancia a los síndromes ocasionados por la experiencia de campo de concentración y lavado de cerebro. La conceptualización de "indefensión aprendida" se convierte entonces en un instrumento decisivo en la comprensión del comportamiento de la mujer golpeada.

En estos desarrollos la interrelación conyugal pasa a un lugar muy secundario. O bien el lente se centra en la figura del hombre violento o bien en la figura de la mujer maltratada. Visualizan al hombre violento como un producto de los condicionamientos sociales y familiares, y el comportamiento de la mujer es analizado y comprendido fundamentalmente como una manera de resistir y sobrevivir los embates del hombre violento. Y cuando la interrelación conyugal pasa al primer plano se la analiza utilizando la figura del "ciclo de la violencia conyugal", con sus tres etapas: a) acumulación de tensión, con una serie de pequeños incidentes; b) episodios violentos y c) arrepentimiento, "luna de miel", perdón, promesa. Según esta propuesta, en los casos de Violencia Conyugal, marido y mujer están atrapados en esta calesita y no pueden bajarse. Una vez instalado, el proceso se acelera, las etapas a) y c) se acortan y la b) cobra mayor intensidad. Desactivar este ciclo sólo es posible con intervención externa y "cortando" después de la etapa b).

La propuesta de Reynaldo Perrone

R.Perrone parte de otras premisas epistemológicas. Toma en cuenta muchos planteos de la cibernética (noción de sistema, relé, reguladores, estabilidad, umbral óptimo, perturbación) y de la teoría de la comunicación de G.Bateson (relación simétrica, relación complementaria, secuencia comunicacional). Considera que la violencia no es un fenómeno individual sino la manifestación de un fenómeno interaccional. Cualquier individuo puede llegar a ser violento. Considera los estados de violencia y no-violencia más que estados excluyentes como manifestaciones de un equilibrio inestable en un mismo individuo. Un individuo no es violento en sí, sino que su acto violento aparece en una secuencia interaccional, que es en realidad una secuencia comunicacional. El análisis de estas secuencias y sus recurrencias, exige dejar de lado la lógica de causalidad lineal y descubrir en ellas su carácter circular. El acto violento no es la expresión de un desorden del sistema sino que obedece más bien a un orden prioritario, una especie de acuerdo o contrato implícito, construido en ese juego interrelacional. La violencia responde entonces no tanto a una voluntad de pelearse sino a la necesidad de mantener el equilibrio momentáneamente perturbado en todo el sistema.

Es interesante remarcar la valoración que hace R.Perrone del fenómeno de la VF. Afirma que sólo en "un contexto de impresionantes cambios" puede comprenderse que hoy se hable de la VF, que se la defina, que se la denuncie, que se creen nuevas leyes, en fin, que "la puerta de la casa se abra para la ley". Desde esta perspectiva estamos en los albores de un nuevo tiempo.

Según R.Perrone las palabras "victimario" y "víctima" crean de por sí, "una situación cerrada e inmóvil", al amputar toda posibilidad de cambio. Por esto, hablará de "acto violento", de "participantes de la violencia". "Ninguna 'víctima' saldrá de su condición si no logra entrever de qué manera participa en ella y, por consiguiente, en su modificación", y "ningún 'verdugo' podrá salirse de su papel si no llega a visualizar que tiene la libertad de hacerlo".

Una zona de convergencia

Pero en los casos extremos de la violencia castigo R. Perrone utiliza los términos "actor violento" y "víctima", porque allí "se observa una relación de dominación en la que el espíritu de uno es "captado" por el otro. La víctima presenta una modificación de su estado de conciencia, caracterizado por pérdida de la capacidad crítica y focalización restrictiva de la atención, es decir que se encuentra bajo la influencia y el dominio abusivo de quien controla la relación" (p.90). Y en los casos de abusos sexuales y de incesto, utiliza R.Perrone la terminología de "abusador" y "víctima".

Justifica este cambio en el lenguaje porque en los otros casos de violencia castigo no extrema, cada participante rehusa considerarse responsable de lo que ocurre y culpa al otro, mientras que en estos casos toda la culpabilidad verbalizada y sentida recae sobre la víctima. El término "abusador" -en lugar de "victimario"- aparece como un término muy preciso, ya que quien ejerce esta violencia "abusa" de la posición superior que ocupa en esa relación complementaria.

En este punto se acercan las posiciones de G.Ferreira/J.Corsi y la de R.Perrone. Parecería que la conceptualización "hombre violento-mujer maltratada" desarrollada por J.Corsi/G.Ferreira coincide con "los casos extremos de violencia castigo" a los que hace referencia R.Perrone. Es interesante y significativo esta convergencia de dos posiciones globalmente tan distintas y sustentadas en premisas epistemológicas tan diferentes. Con todo, lo problemático consiste en que esa zona de VF aparece fuertemente amplificada en la posición de J.Corsi/G.Ferreira mientras que aparece en R.Perrone muy minimizada.

Ateniéndonos a la presentación muy esquemática que hace R.Perrone de esos casos extremos de VF, y más allá del uso de los mismos términos de "abusador" y "víctima", aparece con claridad que la comprensión y el modo de abordar estos casos difiere en forma importante con los sustentados por J.Corsi y G. Ferreira. El ciclo de la violencia, adquiere en R.Perrone otra significación, ya que los "mira" desde su propio marco teórico de la relación simétrica y complementaria, y de la corrección de la perturbación que afecta momentáneamente el equilibrio del sistema.

Los diferentes contextos de ambas propuestas

No quisiera terminar esta relectura de los trabajos de R.Perrone y J.Corsi/G.Ferreira sin referirme a algo que fue adquiriendo importancia a medida que avanzaba en el investigación, me refiero a la posible incidencia del contexto concreto desde el cual se construyen las teorías y los modelos acerca de la violencia familiar. Ya hice mención al hecho de que la construcción teórica de G.Ferreira y J.Corsi está estrechamente ligada a su propia práctica de asistencia a la mujer golpeada y en menor medida, a la asistencia de los hombres golpeadores. Mujeres que por lo general han podido desligarse de ese vínculo conyugal destructivo. Si bien esa construcción teórica está apoyaba en una multitud de estudios e investigaciones realizados principalmente en EE.UU., estos trabajos partían también mayoritariamente de esa misma realidad de mujeres golpeadas que buscan ayuda y de sus testimonios. El contexto fáctico de esta construcción teórica está por lo tanto dado por el trabajo de asistencia y recuperación de mujeres golpeadas.

La construcción teórica de R.Perrone parece en cambio estar ligada desde el inicio a una práctica terapéutica, que no está directamente vinculada a la asistencia de mujeres golpeadas sino a situaciones menos extremas de violencia y donde es posible realizar un proceso terapéutico con las parejas, y con niñas y niños -a veces siendo ya jóvenes o mayores- abusados sexualmente, sin sacarlos por eso de su propio contexto familiar. Esto hace que lo más distintivo del trabajo de R.Perrone sea su propuesta de protocolos de tratamiento terapéutico, tanto de la violencia agresión como de la violencia castigo. Así también de terapias alternativas para el abuso sexual infantil, a las que dedica la segunda mitad del libro y donde introduce la importancia de los efectos hipnóticos en estos casos de violencia castigo. Situando la escena dentro de un marco comunicacional, describe el proceso de abuso como un "hechizo". Utiliza los conceptos claves de "rituales", "trance", "hipnosis" (consensual) y "hechizo" (no consensual), entendiendo por esto último la influencia que una persona ejerce sobre otra sin que esta lo sepa y sin su consentimiento. La creación de un estado de hechizo se hace a través de tres praxis: efracción, captación y programación. La terapia del hechizo, propuesta por R.Perrone comienza con técnicas de desconexión para conducir a la niña o al niño (joven) a desandar el camino del hechizo, comenzando con la "contra-revelación" de la existencia misma del hechizo.

Dos tendencias teóricas básicas

Al terminar provisoriamente esta relectura atrae mi atención dos grandes tendencias que parecen perfilarse en el tratamiento ya sea asistencial como terapéutico de la VF. O bien la atención se centra en la historia y condicionamientos que llevaron a la producción de esos actantes, o bien, se centra la atención sobre todo lo que entra en juego en esa situación concreta. Dicho en otras palabras, o bien la atención se centra en "qué es lo que está pasando" o bien en "por qué está pasando eso". Esta segunda alternativa parece conducir a una mayor previsibilidad de lo que ocurre mientras que en la primera alternativa se concede un mayor margen a lo imprevisible. Si uno está munido de la concepción teórica de J.Corsi/G.Ferreira, corre el riesgo, una vez percibidas en la pareja las primeras señales de violencia, de aplicar de lleno la conceptualización de "hombre violento-mujer maltratada", y pasar como sobre ascuas lo que realmente está pasando en esa pareja. Y es una verdad grande aquello de que uno ve lo que uno quiere ver o que uno ve con los lentes que uno lleva puestos. En este sentido la propuesta de R.Perrone nos presenta siempre la necesidad de indagar en cada caso concreto de qué clase de violencia se trata. Mientras J.Corsi/G.Ferreira nos advierten que la mirada no especializada tiende a ver siempre "violencia cruzada" ("violencia-agresión" en la conceptualización de R. Perrone)", R.Perrone establece que toda violencia comienza en violencia agresión, aunque afirma también que "hemos podido observar que la violencia agresión es más fácil de identificar" y que "la mayoría de los éxitos terapéuticos constatados estadísticamente corresponde a casos de violencia agresión."

La preferencia del "por qué" o del "qué" está sin duda alguna relacionada con la clase de paradigma que rige en uno u otro caso una particular manera de "mirar" la realidad. Sin dirimir ahora esta cuestión parecería que la preferencia por el "por qué" está unida a la tendencia a "explicar" o a "interpretar" lo que ahí está pasando, mientras que la preferencia por el "qué" parece estar unida a la tendencia a preguntarse sobre "los efectos" producidos por lo que ahí está pasando. La primera tendencia parecería estar guiada más bien por una lógica de causalidad lineal mientras que en la segunda tendencia parecería estar presente una lógica que toma en cuenta el carácter circular de lo que allí está pasando.

II - VÍAS DE ACCESO AL CONOCIMIENTO DE LA VF

En una fase inicial de la investigación me había planteado la cuestión "acerca del objeto de la investigación y vías de aproximación". Esta relectura me permite confirmar algunos de los planteos allí realizados como rever otros. Acabamos de ver la importancia que parece tener el contexto concreto en el cual se construyen las distintas conceptualizaciones acerca de la VF y su tratamiento. Esto nos plantea la pregunta sobre "las vías de acceso a(l conocimiento de) la VF". En el diagrama siguiente retomo y completo el realizado en esa etapa temprana de la investigación.

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Importancia del contexto de enunciación

Lo que acabamos de ver muestra que los "constructores" de conceptualizaciones o de propuestas de tratamiento obtienen su conocimiento acerca de la VF a través de la vía 1. La escena de la VF parece ser en si misma inaccesible a la observación del investigador. Dependemos de los relatos a posteriori de los mismos protagonistas o de testigos directos. Pero esos relatos forman parte de otro escenario.

Es evidente que el relato de una mujer golpeada no será el mismo si lo hace en la Comisaría, en el Juzgado o en el Centro de Asistencia. Las marcas de los golpes adquirirán distinto significado en uno u otro escenario de la escena de tratamiento.

Podemos aseverar que el significado de un relato depende del escenario en el cual es enunciado. Cuando la mujer golpeada hace un relato frente al médico el significado de su relato depende de la significación que el médico le de a ese relato. Es decir, el significado concreto de un relato es una construcción común entre emisor y receptor. Y lo que llamamos "conocimiento acerca de la VF" está construido en base de esos significados. Por lo tanto es decisivo saber en qué escenario concreto se adquiere ese conocimiento para evitar caer en la ilusión infantil de "así son las cosas".

Los llamados "testigos de la VF"

Llamamos "testigos de la VF" no a un testigo incidental sino a un testigo habitual de la VF, que puede ser un pariente (hijos, padres, hermanos etc.), un vecino o un amigo. No hace a la cuestión, pero conviene recordar que los casos más extremos de la violencia castigo parecen ocurrir cuando se han eliminado todos los testigos en cuanto testigos, ya que, por ejemplo, los hijos pasan a ser participantes pasivos y sufrientes de esa violencia. Pues bien, ¿los relatos de los testigos tienen más "validez" que los relatos de los protagonistas? ¿Qué "validez" tienen sus relatos? La respuesta a esta pregunta será por lo demás significativa. Las diferentes respuestas serán claras señales de las distintas premisas epistemológicas sustentadas por los respondentes.

"Para evitar el maltrato profesional"

G.Ferreira le dedica una parte relativamente importante de sus análisis a "la escena del tratamiento de la VF". En "La Mujer Maltratada" (1989), "La actitud de los profesionales", "La actitud de las instituciones: Policía, Iglesia, Familia", Cap. 3 y 5, de la 2a. Parte. G.Ferreira se refiere al comportamiento de las personas que forman parte de esas instituciones, como miembros de la familia extensa, sacerdotes, pastores, consejeros religiosos etc., visualizándolos como portadores del sistema de creencias y valores de esas instituciones. En "Hombres Violentos. Mujeres maltratadas" dedica especialmente el cap.11 a la Escena de Tratamiento de la VF, con el sugerente título, "Para evitar el maltrato profesional", donde fustiga y no sin razón el comportamiento y actitudes de no pocos actores que añaden a la victimización primera una segunda victimización. En el propio análisis de la Escena Familiar no introduce la categoría de "testigos", aunque entre los condicionamientos de los protagonistas de la VF hace especial hincapié en el hecho de haber sido testigos de violencia en su primera infancia.

Los testigos formando parte del sistema violento

R.Perrone trata de ellos pero no los llama "testigos" sino que los integra en una teoría más amplia que él llama "Teoría del Relais", donde considera también la función de actores de "La escena de tratamiento". Esto es posible porque considera que en la VF estamos frente a un "sistema violento". La categoría básica conceptual es la de "sistema" y se pregunta sobre la función del "tercero" en ese sistema. Ese "tercero" pueden ser a) "integrantes del sistema familiar, o personas pertenecientes a la red social contigua a la familia (familia extensa, vecinos...), b) "individuos exteriores al sistema familiar y a su red", y finalmente, c) "personas pertenecientes a diferentes instituciones". En esta clasificación sólo los nombrados en el primer grupo podrían ser "testigos" de la VF. R.Perrone analiza la función que desempeñan en relación al sistema violento, y en particular, su función de "relais". Resumo muy brevemente. "El relais hace las veces de puente entre dos polos, y además ejerce un control sobre la corriente que pasa". "El relais se activa cuando detecta una perturbación en lo que antes hemos llamado 'estabilidad ideal de la relación'. Por lo general, su intervención apunta a evitar que se amplifiquen los trastornos que dieron origen a la señal" (p.ej. alguien oye gritos de los vecinos, ruidos de objetos rotos y entonces interviene). Los que hemos llamado testigos pueden cumplir esa función, "se activan como relais cuando se modifica la calidad de la relación, e intervienen con el fin de evitar una ruptura o una crisis". R.Perrone sostiene que de hecho el relais existe siempre, y actúa cuando el sistema lo activa. "Por ejemplo, un niño se activa como relais cada vez que empieza a generarse una interacción violenta entre sus padres. Esta función le da un sentido a su propia existencia, con todos los 'beneficios' pero también con todas las consecuencias inherentes a su posición". Su conclusión es que "la existencia del relais hace posible la repetición de secuencias que conducen al acto violento. Al quedar restablecido el nivel óptimo después de cada crisis, el sistema tiene garantizada su continuidad". Pero a su vez, puede ser integrado en el proceso terapéutico, ya que "abre la posibilidad de utilizar recursos inmediatos para controlar la violencia".

Mi pregunta era si los relatos de los testigos podrían ser una fuente (privilegiada) de conocimiento acerca de la VF. R.Perrone no se hace esta pregunta sino que en su concepción de la VF los terceros" forman parte del sistema violento y en particular cuando se activan en su función de relais. Pero partiendo de esta concepción, habría que considerarlos entonces como "actores" en la escena de la VF, y por lo tanto sus relatos tendrían la misma "validez" que los de los protagonistas directos de la VF.

Los testigos como actores en el circuito de la VF

María Cristina Ravazzola integra a los testigos en una herramienta teórica que llama "esquema del circuito de abuso familiar", que le ha sido de gran utilidad tanto para comprender la VF como para intervenir en ella. La construcción de este instrumento fue posible al intentar M.C. Ravazzola "integrar las ideas sistémicas" en sus análisis psicológicos.

Se trata de un cuadro desplegado en dos ejes, el de actores personas (persona abusadora A1, persona abusada A2, y persona testigo A3) y el eje vertical de "ideas", "actores" y "estructuras". Un cuadro por lo tanto de doble entrada, donde pueden combinarse por lo menos nueve variables. A igual que en la construcción de R.Perrone aquí también los "testigos" son integrados en un actor más abarcador, el de "personas testigos", que la autora llama "contexto" y que "pueden ser los padres o los abuelos, un vecino, una maestra o también el agente de salud o de control". Los considera una instancia "muy importante porque están en contacto con las familias afectadas y que se hallan en mejores condiciones de jugar un papel diferente en el circuito abusivo y de influir en su resolución". Cuando empero las tres clases de actores (A1, A2 y A3) coinciden en las ideas, en las acciones y también en la forma de participar y avalar las estructuras socioculturales el circuito de abuso seguirá existiendo y persistiendo. La importancia de estas personas testigos, fundamenta M.C.Ravazzola, radica en el hecho de que "según el pensamiento sistémico, si sólo se consigue variar una de ellas (variables), existe la posibilidad de lograr que se produzca un cambio en el sistema".

Los relatos de los testigos

Los relatos de los "testigos" -ellos mismos actores en el sistema violento- aunque no cuenten entonces con un status especial que los distinga de los propios relatos de los protagonistas de la violencia, son al menos una fuente de conocimiento tan importante como los relatos mismos de los protagonistas. Pero tal vez lo más importante de esta indagación es que solamente situándonos en una perspectiva sistémica podemos descubrir la importancia que tienen estos actores testigos de la VF, porque necesariamente forman parte del sistema de la VF. No sólo conforman una fuente de conocimiento, tan significativa como la de los propios protagonistas, sino que siendo participantes de la escena de la VF pueden a su vez desempeñar un papel importante en el momento del tratamiento de la violencia.

¿Una vía "objetiva" de conocimiento de la VF?

En el diagrama se señalaba también una posible vía 2 de acceso al conocimiento de la VF, por ejemplo, por medio de entrevistas o cuestionarios a los participantes de una escena de VF. Este camino plantea de inmediato la cuestión de la selección de una muestra. Una posibilidad y la más usada, es hacerla utilizando datos provenientes de la vía 1. Otra forma de selección posible es la inclusión de esos participantes de la VF en una muestra aleatoria de la población total, pero entonces no formarían parte de ella por ser actores de la VF sino en cuanto simples componentes de ese universo poblacional. Pero tanto en una u otra forma de selección, la construcción del cuestionario o de la guía de la entrevista estarían dependiendo de una conceptualización previa, proviniendo ésta a su vez de datos obtenidos por la vía 1. Lo mismo pasaría con el análisis e interpretación de los datos obtenidos a través esa vía. Lo indudable es la importancia decisiva de la escena de tratamiento para el conocimiento de la VF.

Y aquí volvemos a encontrarnos con la problemática de los distintos escenarios. No es lo mismo el sistema de asistencia de un centro de apoyo a las mujeres golpeadas, que un sistema terapéutico conformado por terapeutas y consultantes, y así sucesivamente. Cada sistema va autogenerando su propio sistema de creencias, su red de interrelaciones, su propio espacio comunicacional interior y con el medio. En cada uno de ellos se van produciendo nuevas construcciones sobre la escena de la VF, sus actores, sus diferentes modos de resolución. Estas construcciones, aunque distintas no son necesariamente excluyentes entre sí. Pero todo esto nos aleja de una determinada concepción del "conocimiento científico", objetivo, universal, generalizable.

CONCLUSIÓN

Esta relectura de algunos de los materiales trabajados en la investigación ha aportado fragmentos de respuesta a la pregunta inicial de esta investigación, "aporte de los nuevos paradigmas en el abordaje de la violencia familiar". Esta relectura supone la indagación previa realizada sobre los nuevos paradigmas. A partir de esa comprensión fue posible realizar esta relectura. En un mundo de creencias, conocimientos y prácticas sociales dominado por la escisión entre sujeto y objeto, cuerpo y alma, materia y espíritu, determinismo y libertad, mujer y varón, etc., y operativizado por el omnipresente principio de causalidad lineal, la irrupción de la perspectiva sistémica ha dado nuevo aire y abierto nuevos caminos para la comprensión de los fenómenos humanos y sociales. Esta nueva perspectiva me ha posibilitado ver las construcciones teóricas de G.Ferreira/J.Corsi y R.Perrone como distintas y diferentes, pero no necesariamente como excluyentes, e incluir en la escena de la VF a los "testigos", y además, preguntarme sobre una cuestión básica, las vías de acceso al conocimiento de la VF y dejar planteada la interrogante a qué llamamos conocimiento científico.