El relato del viaje

 


1. Significado global del viaje 

 

2. Perspectiva geográfica  

 

3. La dinámica del viaje

    

 

   

    1. Significado global del viaje en el Evangelio

Lucas parece inspirarse en Marcos para diseñar el relato del viaje de Jesús a Jerusalén e introduce una motivación teológica para su inicio en Galilea (Lc 9,51). La primera parte del relato (Lc 9,51-18,14) es propia de Lucas y casi totalmente independiente del material de Marcos. Está fundamental compuesta de material de las fuentes Q y L. La última parte (Lc 18,15-19,27) corresponde de cerca a Mc 10,13-52.

Entre los dos bloques clásicos de la triple tradición (misión de Galilea, y estancia en Jerusalén para la Pascua), Lucas ha incluido un gran bloque de material que le es exclusivo, y que se presenta dentro del marco del viaje de Jesús a Jerusalén a través de Samaría para consumar allí su destino profético.

La palabra lucana preferida es poreuvesqai: andar, viajar. Aparece 51 veces en el evangelio y 37 en los Hechos, en fuerte contraste con 1 sola vez en Marcos, 3 en el epílogo de Marcos y 15 veces en Mateo. No siempre tiene un sentido físico, sino que en ocasiones podemos percibir una actitud, como cuando en la sinagoga de Nazaret Jesús “anduvo” por medio de ellos (Lc 4,30), o cuando Jesús dice: “El Hijo del Hombre se va, conforme está establecido” (22,22). El mismo verbo describe la subida de Jesús al cielo: “Estaban mirando al cielo mientras él “se iba”... volverá conforme le habéis visto “irse” (Hch 1,10-11).

En contraste con el mandato que aparece en Mateo de no entrar en las ciudades samaritanas (Mt 10,5), Lucas presenta a Jesús casi en la mitad de su viajes pasando a través de las ciudades samaritanas, enseñando, haciendo discípulos, realizando milagros… Se puede considerar un viaje misionero. El relato contiene numerosas instrucciones misioneras. Lucas está claramente tratando de reavivar el espíritu misionero de su comunidad que se encuentra muy relajado. Se contemplan a lo largo del viaje todas las distintas vicisitudes de una vida apostólica: el apóstol rechazado (Lc 9,53-55), y el apóstol bienvenido (Lc 10,38-44). La itinerancia de Jesús hace presente al Dios que visita a su pueblo (1,68). Este tema de la visita de Dios es uno de los más típicos en el temario lucano (Lc 1,68.78; 7,16; 19,44).

Jesús quiere implicar a sus discípulos en el viaje. Se les menciona continuamente durante el texto. Los verbos se usan en plural. En un determinado momento hay una gran muchedumbre de discípulos siguiendo a Jesús.

Este viaje puede también considerarse un viaje catequético, con extensas instrucciones a propósito de temas favoritos de Lucas: la oración (Lc 11,1-13), la escucha de la palabra (10,38), los riesgos de la salvación (Lc 13,22-24), la estrictas exigencias del seguimiento (9,57-61), la presencia del Reino en el ministerio de Jesús (Lc 17,11.20-21), la misericordia (15,1-32).

Este largo viaje es un tema reutilizado en el corto viaje de los discípulos de Emaús. En el viaje el Señor desarrolla un tipo de discurso catequético, centrado en la necesidad de la Pasión en Jerusalén, reconduciendo así a los dos discípulos a Jerusalén.

En realidad la idea de viajar se convierte en un poderoso referente de la existencia humana. Ya el evangelio de la infancia se estructura en torno a los distintos viajes de María desde Nazaret. Un primer viaje la lleva a la montaña de Judea a visitar a su parienta. Un segundo viaje será la ocasión de que Jesús nazca en un contexto de itinerancia. Todavía un tercer y cuarto viaje a Jerusalén contienen desarrollos importantes en el descubrimiento del significado salvífico de Jesús. Los viajes del evangelio de la infancia terminan con el retorno a Nazaret (Lc 1,56; 2,39.51).

Estos viajes de María tienen un importante significado cristológico. Su viaje para visitar a Isabel tendrá como resultado el reconocimiento de Jesús como Señor. Su viaje a Belén llevará a la proclamación de Jesús como salvador en la ciudad de David. Su peregrinación al Templo llevará a la proclamación de Jesús como signo de contradicción, luz de los gentiles y gloria de Israel. La última peregrinación de María llevará a descubrir la necesidad de que Jesús viva en la casa del Padre.

Los Hechos de los Apóstoles presentan también a la Iglesia en viaje. Pablo viaja a Jerusalén después de su tercer periplo misional. Con ello la Iglesia de Lucas recibe la invitación a continuar su marcha, a profundizar en el conocimiento de las enseñanzas de su Maestro, a renovar su impulso apostólico, a vivir su propia vida como signo de contradicción, atrayendo a la gente hacia Jesús y atrayendo sobre sí persecuciones y pruebas.

De Jerusalén salen tres rutas pasucales en las que el Resucitado sale al encuentro con los suyos: el camino de Emaús, el camino de Gaza y el camino de Damasco. Bien directamente, bien mediante el ministerio de un representante, Jesús acompaña y sale al encuentro de estos caminantes en viaje desde Jerusalén a distintos lugares.

Cuatro veces encontramos una referencia específica a la meta del gran viaje lucano de Jesús a Jerusalén (Lc 9,51.53; 13,22; 17,11; 18,31), no sea que los detalles puedan distraer al lector del objetivo principal. Estas cuatro menciones estereotipadas delimitan cuatro secciones. A pesar de que el viaje es real, no se describe ningún recorrido ni ningún avance geográfico, al revés de lo que sucedía en Marcos. La única indicación geográfica concreta es la de Jericó (Lc 18,35) y la de Betania (Lc 19,29) ya al final del viaje. Es entonces cuando se repite machaconamente el verbo “avecinarse”, eggizein (19,29.37.41; 21,8.20.28; 22,1), referido no sólo a la cercanía de Jerusalén, sino también a la cercanía del kairós, el juicio sobre la ciudad, la liberación, la pascua).

Finalmente Jesús llega a la ciudad de su destino, y entra en ella en triunfo saludado como rey (sólo en Lucas). Esta entrada real confirma la referencia al trono de David en las palabras del ángel a María. Inmediatamente va al templo para purificarlo en un acto de autoridad.

Veamos alguno de los textos programáticos del viaje:

* Decididamente puso rumbo a Jerusalén: 9,51.

* La gente no le quería acoger porque se dirigía a Jerusalén: 9,53.

* Se fueron a otro pueblo: 9,56.

* Mientras viajaban: 9,57.

* Les envió por delante a todos los lugares que pensaba visitar: 10,1.

* en el curso de su viaje llegó a un pueblo: 10,38.

------------------------------------------------------------------------------------------------* Seguía enseñando camino de Jerusalén: 13,22.

* Debo continuar, porque no conviene que un profeta muera fuera de Jerusalén: 13,33.

------------------------------------------------------------------------------------------------* Camino de Jerusalén viajaba a lo largo del confín de Samaría y Galilea: 17,11.

------------------------------------------------------------------------------------------------

* Estamos subiendo a Jerusalén: 18,31.

* Al acercarse a Jericó: 18,35.

* Entró en Jericó y se paseaba por la ciudad: 19,1.

* Les contó esta parábola porque estaba cerca de Jerusalén: 19,11.

* Siguió adelante subiendo a Jerusalén: 19,28.

* Cuando llegó cerca de Betfagé y Betania: 19,29.

* Al acercarse y llegar a la vista de la ciudad: 19,41.

* Y entró en el templo: 19,45.

 

Podemos ver 17 informaciones acerca del viaje que son transmitidas en cuatro bloques de material separados.

9,51-10,42 (6).

13,22-35 (2)

17,11-19 (1)

18,31-19,46 (8).

Los textos intercalados son de naturaleza didáctica o parenética, revelando la verdadera naturaleza de este viaje en Lucas.

Las “informaciones” son secundarias y sirven como introducción a los materiales que no tenían ningún marco en sus fuentes. Sólo tres de las escenas estaban localizadas en las fuentes de Lucas: una en Samaría (Lc 9,52-56), y dos en Jericó (v18,35-46; 19,1-10). Todas las otras no tenían ninguna referencia geográfica, y Lucas las inserta, como hemos dicho, a lo largo del viaje con una gran vaguedad, sin dar ninguna localización concreta. Durante el viaje a Jerusalén se difuminan aún más las referencias geográficas. No importa tanto el por dónde, sino el hacia dónde. Encontramos varias agrupaciones con un trío de elementos. Tres vocaciones en el camino (Lc 9,57-62); tres palabras sobre el privilegio de ser discípulo (Lc 10,18-24); tres enseñanzas sobre la oración (Lc 11,1-13); tres parábolas sobre la misericordia (Lc 15,1-32. El marco general del viaje es una elaboración lucana sobre el marco literario que ya estaba presente en Marcos.

Como Conzelmann ha subrayado, este marco geográfico tiene una finalidad en la teología de Lucas. Un estudio estadístico de los verbos que indican movimiento como peripa­tei'n, poreuevsqai, e[vrcesqai, ajkoluqei'n, oJdov"...), especialmente abundantes en esta sección del viaje, lo ponen de manifiesto. Aparte de estos textos hay otros en los que Lucas se refiere a un “camino de salvación” (Hch 16,17), “el camino del Señor” (Hch 18;25), “el camino de Dios” (Hch 18,27). La vida cristiana se define como “el camino”, sin ninguna otra especificación no menos de ocho veces (Hch 9,2; 18,25.26; 19,9.23; 22,4; 24,14.22).

 

     2. La perspectiva geográfica lucana

Jerusalén es la ciudad de destino y el eje de la salvación para la humanidad. El objetivo de Jesús es llegar a Jerusalén (cf. ficha 9-1). Desde allí la palabra tiene que extenderse hasta los confines de la tierra en Hechos.

El evangelio lucano empieza y termina en Jerusalén (Lc 1,9; 24,53). Zacarías ofrece incienso en el templo, y los apóstoles están presentes en el templo después de la ascensión. Jesús es llevado dos veces al templo por sus padres presagiando así lo que será el tercer viaje, y la enseñanza de Jesús en el templo. Se sentará en el trono de David, mostrando así su relación especial con la ciudad de David. También el libro de los Hechos comienza en Jerusalén, y aunque termina en Roma, hay un recuerdo de cómo Pablo fue entregado a los romanos en Jerusalén (Hch 28,17).

El interés por Jerusalén puede explicar el orden en la escena de las tres tentaciones en Lc 4,1-13. El clímax del encontronazo entre Jesús y Satanás tiene lugar en el templo.

Una vez que el ministerio comienza en Galilea se definen las siguientes área: Galilea (Lc 4,14-9,50), Samaría (Lc 9,51 - 17,11), Judea/Jerusalén (Lc 17,11-21,38). La sección samaritana más que un ministerio centrado en Samaría, tiene lugar en el transcurso de su viaje a Jerusalén. La reputación de Jesús se extiende a otras zonas y la gente acude a él en tropel desde otras regiones mientras está en Galilea. Lucas ha dado gran importancia al hecho de que “la cosa empezó en Galilea”, y al viaje que Jesús hizo de Galilea a Jerusalén acompañado de los discípulos y las mujeres.

Aunque sabe que Jesús tuvo seguidores en otras regiones al norte de la Galilea (Lc 6,17; Hch 11,19), evita mencionar ningún ministerio de Jesús en esas zonas (cf. ficha 1-10). Ya hemos visto que en su “gran omisión” elimina Marcos 6,45-8,26, suprimiendo así la actividad de Jesús en Betsaida (Mc 6,45), Tiro y Sidón (Mc 7,24-31) y la Decápolis (Mc 7,31). Esta omisión es totalmente deliberada.

El puesto central de Jerusalén es evidente en el capítulo 24, en el que se cuentan las apariciones de Jesús en las proximidades de la ciudad. El evangelio de Lucas ignora las apariciones en Galilea. El hecho de que Jesús ordene a los discípulos que no se aparten de Jerusalén hasta que sean revestidos de poder desde lo alto (Lc 24,49; Hch 1,4) parece excluir cualquier tipo de apariciones en Galilea.

 Lucas ha reformulado el mensaje del ángel a las mujeres que en Marcos incluía el mandato de ir a Galilea, y lo ha transformado en una invitación a recordar lo que pasó en Galilea anteriormente (Lc 24,6). En el tercer evangelio, Jesús no abandona Jerusalén una vez que ha entrado en la ciudad. Así omite la mención de Marcos de que Jesús salió de la ciudad para ir a dormir a Betania inmediatamente después de haber entrado en ella (Mc 11,11b), y la mención de que al día siguiente salieron de Betania otra vez camino de Jerusalén (Mc 11,12a) y esa noche regresó otra vez a Betania (Mc 11,19). En Lc 21,5 Jesús pronuncia su discurso escatológico al salir del Templo, y no desde fuera de la ciudad (24,1/Mc 13,1). Es el único de los sinópticos que nos dice que Jesús pasaba las noches en el monte de los Olivos (Lc 21,37-38), el cual no está fuera de los límites de la ciudad, porque está incluido dentro de la distancia que se puede caminar en un sábado (Hch 1,12). Omite el banquete de Betania y toda referencia a este pueblo, de modo que Jesús no tenga que salir de la ciudad una vez que ha entrado ya a ella (symbol 185 \f "Symbol" \s 12 Mc 14,3-9 y Mc/Jn).

¿Dónde empieza y dónde termina el viaje? Muchos indican que el viaje a Jerusalén comienza exactamente en Lc 9,51, y es claro que este verso constituye una cesura importante en el relato. También desde el punto de vista literario es aquí donde Lucas interrumpe el relato de Marcos para incluir su gran “adición”. La parte anterior era el caminar de Jesús por Galilea. A partir de 9,51 Jesús caminará por la Samaría y la Judea. En realidad el camino de Jesús no comienza en 9,51, porque ya había comenzado en 5,1. Como dice Botini el continuo viajar de Jesús recibe en 9,51 una orientación.

Más difícil es saber dónde termina el viaje. Algunos colocan el fin en Lc 18,14, porque es ahí donde Lucas vuelve a empalmar con la secuencia de Marcos, a tiempo para la tercera predicción de la pasión. Otros prefieren poner el fin del viaje en Lc 19,28 o 19,44 con la llegada de Jesús a Jerusalén, o incluso con su entrada en el templo (Lc 19,45-46), dada la importancia que el templo tiene en el tercer evangelio (cf. ficha 8-6).

Mientras Marcos presenta a Jesús en sus últimos días en Jerusalén enseñando en distintos lugares, dentro y fuera de Jerusalén, en Lucas Jesús enseña sólo en el Templo “a diario” (Lc 19,47; 21,37). Esta amplia etapa de enseñanza viene subrayada por una inclusión al principio (Lc 19,47-48) y al final (Lc 21,37-38). Como acabamos de decir, el marco para su discurso escatológico no es el monte de los Olivos como en Marcos y Mateo, sino el templo mismo.

Pero en realidad la “asunción” - anavlhmyi"- del 9,51 (cf. Hch 1,1.22), o el “éxodo” de la conversación en el monte Tabor (9,41), no se completa hasta la ascensión de Jesús, en que se usa el mismo verbo ajnalhvmfqh. Este sería el término del viaje. Los paralelos entre la transfiguración y la ascensión son muchos: el monte, la nube, los dos hombres, los vestidos blancos.[1] Pequeños toques redaccionales han podido aumentar el paralelismo. Davies se fija en el verbo ajnhvbh de Lc, frente al ajnafevrei aujtouv" de Mc 9,2; en las mismísimas palabras kai; ijdou; a[ndre" duvo, que se repiten en los dos pasajes; en la dovxa de Jesús de Lc 9,32, como la gloria que vio Esteban en Jesús a la derecha de Dios (Hch 7,55). Conviene recordar también que Elías es el profeta arrebatado al cielo.

Pero ni siquiera la ascensión es el cumplimiento final del viaje. Algunos han puesto de relieve cómo Lucas usa el mismo término en Hch 2,1, al cumplirse los días de Pentecostés -ejn tw/' sumplhrouvsqai-, y al comienzo del viaje en Lc 9,51: ejn tw/' sumplhrouvsqai, al irse cumpliendo los días de su asunción. Recordemos cómo Lucas usa dos veces el verbo poreuvesqai, andar al referirse a la subida de Jesús al cielo en Hch 1 (cf. p. 16).

 

     3. La dinámica del viaje

El viaje forma parte del gran inciso lucano que el evangelista añade a la secuencia de Marcos. Es difícil seguir el recorrido de Jesús.  Parte del confín de Samaría en Lc 9,52 y en 17,11 parece que no se ha movido ni un milímetro. Parece que el narrador no tiene prisa en que Jesús llegue a Jerusalén, y así le da la oportunidad a Jesús de desarrollar su programa de enseñanzas.

La organización de los episodios es un laberinto Muchos han tratado de encontrar un hilo conductor. Para algunos sería la fuente Q. Para otros el libro del Deuteronomio. Aletti distingue dos grupos: Los que no han renunciado a los estudios de estructura y los que prefieren ir directamente a la intención cristológica o eclesiológica. Habrá que combinar datos tomados de ambos campos.

Desde el campo del viaje hay una cierta secuencia. Jesús va hacia Jerusalén. Empieza la subida en Lc 18,31 a partir de Jericó. Luego se acerca a la ciudad y la contempla (Lc 19,41) y luego entra en el Templo. Podríamos contemplar dos secciones: la del viaje a Jerusalén y la del templo.

Hay también un cambio de actores. Con la entrada al templo desaparecen los fariseos y la “gente”. En cambio entra el pueblo y los sumos sacerdotes y escribas que quieren la muerte de Jesús y en cuatro ocasiones intentan echarle mano. Las relaciones con los fariseos durante el viaje no eran tan hostiles. Con el nuevo grupo de actores se ve una hostilidad creciente.

Encontramos una progresión clara en el tema de la realeza de Jesús. Pedro lo reconoce como Mesías antes de empezar el viaje. El pueblo lo llamará Rey al llegar a Jerusalén.. La catequesis de Jesús versa sobre el reino, las condiciones, el cuándo, el dónde, el cómo, los destinatarios, y el tipo de rey del que se habla.

Otro hilo conductor es la identidad profética de Jesús, y su identidad como profeta rechazado. Al principio ninguno de los actores sabe que Jesús va a morir en Jerusalén. A partir de Lc 13,33 los discípulos pueden ya intuir la finalidad del viaje. Sólo en 18,31 Jesús ya hace explícito que va a morir al poco de su llegada a Jerusalén.


[1] J.G. Davies, “The Prefigurement of the Ascension in the Third Gospel”, JTS (1955) 229-233).