LA VIDA DE ORACIÓN

 

 

1. Vocabulario lucano

2. La oración de Jesús

3. Jesús intercesor

4. La oración de Jesús antes de morir

5. La oración litúrgica en el templo

6. Elementos de la oración lucana

7. El don del Espíritu

8. La oración en Hechos

 

 

 

1. Vocabulario lucano sobre la oración y edición de textos sinópticos

 

Comenzaremos nuestro trabajo con una encuesta del vocabulario lucano sobre la oración:

proseuvcesqai: Lc, 19 veces, Hch 16. Mc 10, Mt 15

proseuvchv: Lc 3 veces, Hch 9, Mc 2, Mt 2.

Total de ambas: Lc 22 + Hch 25 = 47; Mc 12, Mt 17.

aijnei'n: Lc 3, Hch 3 = 6

eujlogei'n Lc 13, Hch 2 = 15

doxavzein Lc 9, Hch 5 = 14

deivsqai Lc 8, Hch 7, devhsi" Lc 3 = 18

ajgallia'n Lc 2, Hch: 2.

eujcaristei'n Lc 4, Hch: 2 = 6

(La acción de gracias no es tan prominente como en Pablo que usa la palabra eujcaristei'n 24 veces).

Encontramos este vocabulario 40 veces en Mateo y 20 veces en Marcos, mientras que en Lucas lo encontramos 110 veces; 70 en el evangelio y 40 en Hechos. Hay una discreta prevalencia en Lucas del verbo poseuvcesqai y palabras derivadas. Entre los términos propios de Lucas tenemos las palabras: deivsqai, devhsi", evrota'n, boa'n, aijnei'n, doxavzein, dou'n dovxan.

En general podríamos decir que Marcos se interesa muy poco por el tema de la oración. En las ocasiones en que habla de ella, el centro de su interés está más bien en la fe, la vigilancia, el peligro de hipocresía.[189]

Mateo muestra un interés mucho mayor e introduce un variado repertorio sobre la oración procedente de la fuente Q, que comparte con Lucas. Encontramos allí el Padrenuestro, la exhortación a pedir, la oración por los enemigos... Tiene también algunas observaciones sobre la oración que le son exclusivas (Mt 6,5-8.14-15; 18,19-20; 21,22; 24,20). Pero en conjunto no desarrolla el tema de la oración con la misma amplitud y organicidad de Lucas.

Es el tercer evangelista el que nos ha legado el más abundante repertorio de instrucciones de Jesús sobre la oración, recogiendo los breves textos de Marcos, el material más abundante de la fuente Q, pero sobre todo sus propios materiales exclusivos.

Sólo Lucas reseña las parábolas del amigo a medianoche (11,5-8), y de la viuda y el juez inicuo (18,1-9), o la oración del fariseo y el publicano (18,9-14).

Es el único evangelista que reseña la necesidad de orar siempre (18,1) en su prefacio a las parábolas del fariseo y el publicano en el templo, y la viuda que suplica al juez inicuo. Su oración está relacionada frecuentemente con la conversión, como en el caso del miserere del publicano (18,13) y las humildes palabras del hijo pródigo (15,21).

Lucas se abstiene de decir que la oración sea inútil porque el Padre ya sabe lo que necesitamos y ha omitido este dicho que al parecer estaba incluido en la fuente Q (ver Mt 6,8). Lucas exhorta a una oración enérgica, fuerte, insistente, capaz de forzar a Dios, según los dos modelos de oración que ha introducido en sus dos parábolas del amigo y de la viuda. No debemos refrenarnos de importunar a Dios, acosarle con nuestras oraciones. Nuestra oración debería ser constante e ininterrumpida, día y noche. También Pablo habló de la oración como un combate sunagonivzesqai (Rm 15,30; Col 4,12). La agonía de Jesús en el jardín es un típico ejemplo.

Para designar la oración Lucas usa a menudo el verbo boa'n, que significa gritar, mientras que MM en algún caso prefieren un verbo más débil kravzein. Schweizer interpreta que el punto principal que hay que subrayar es la confianza en Dios en la oración, encomendado a él nuestras pruebas. Lucas mira a su Iglesia y se da cuenta que la oración no juega el papel que debería jugar en un momento de crisis y persecuciones, y quiere exhortar a sus compañeros cristianos a que aprendan a gritar a Dios.

 

2.  La oración de Jesús 

En el evangelio de Lucas hay 13 referencias a la oración de Jesús, tres de ellas tomadas de Marcos, 1 más tomada de Marcos pero reelaborada, 1 de Q y 2 de sus propias fuentes. Un total de 6 se pueden considerar como adiciones redaccionales de la pluma de Lucas mismo. Ya vimos la lista anteriormente (cf. p. 72)

En la mayor parte de estos casos no hay necesidad de postular nuevas fuentes; las adiciones de Lucas pueden ser simplemente redaccionales. Cuando Lucas insiste tanto en la oración de Jesús su intención es parenética. Jesús ora en los momentos clave de su vida y su misión, cuando el propósito del Padre está siendo revelado. Así la oración de Jesús puede ser fuente de inspiración para la plegaria de los discípulos.

Todas las oraciones de Jesús en Lucas comienzan con la palabra “Padre”, aunque, como ya hemos dicho, Lucas nunca trae el original “Abba” dada su tendencia a evitar palabras arameas (cf. ficha 1-8). Esta palabra se repite cinco veces durante la plegaria de exultación (Lc 10,21-22). Después de haber llamado a Dios “Padre” dos veces, cuando luego se dirige a sus discípulos se refiere a él en tercera persona como “mi Padre”. Esta oración no sólo revela la relación única que une a Jesús con Dios, sino también su capacidad para extenderla a sus discípulos. Las palabras y oraciones de Jesús en relación con el Padre son muy originales en el relato lucano. Padre es la primera palabra que Jesús pronuncia en el templo, a la edad de 12 años (Lc 2,49). Padre es la última palabra que pronuncia en la cruz antes de morir (Lc 23,46). Hay una vitalidad radiante en la vida de oración de Jesús que causó una profunda impresión en sus oyentes. Esta oración de “Abba” debe ser relacionada con Jesús mismo, según el famoso estudio de Jeremías. El vocativo muestra una facilidad de acceso y una intimidad que constituyen el perfecto equilibrio entre la inmanencia y la trascendencia.

En su oración Jesús mora en la intimidad del Padre y el Espíritu. En momentos deja a sus discípulos para quedarse a solas con Dios (Lc 5,16). En la escena de Getsemaní Jesús no toma consigo a los tres discípulos, no vuelve a ellos tres veces pidiendo solidaridad. En la escena de Getsemaní de Lucas Jesús ora solamente una vez. Sólo vuelve a los discípulos después de acabar su oración. Durante su oración Jesús está solo. Jesús en realidad no está solo cuando está en oración. Es en la oración cuando Jesús se encuentra verdaderamente acompañado, en la compañía de quien se encuentra en su mismo nivel.

Las oraciones de Jesús siempre son atendidas. Cuando ora en el Jordán recibe el Espíritu Santo. Después de orar en el monte, escoge a sus doce apóstoles. Después de su oración nocturna Pedro recibe la revelación divina para confesarle como Mesías. Después de su oración los discípulos aprenden el Padre Nuestro. Pedro se convierte porque Jesús había orado por él.

 

3. Jesús intercesor 

Un libro reciente de Crump sobre la oración[190] mantiene que el interés de Lucas en la oración de Jesús no es simplemente parenético, sino cristológico. No se limita a poner a Jesús como un modelo de oración a imitar por el cristiano, sino que quiere presentar la oración de Jesús con un valor único e irrepetible, en su condición de Mediador e intercesor único ante el Padre.

En esto Lucas estaría de acuerdo con otros tres textos del NT que nos hablan de esta función intercesora de Jesús. Romanos 8,34 nos habla de Jesús como “aquél que a la derecha de Dios intercede por nosotros”. No se trata simplemente de su intercesión forense como abogado en el juicio final sino de una intercesión permanente y presente.

Hebreos 7,25 nos dice que Cristo vive siempre para interceder por nosotros, su ministerio sacerdotal continúa. Aunque la expiación la ha realizado una vez para siempre, puede eternamente interceder en virtud de la expiación realizada; su tarea mediadora continúa en su oración, para que los efectos de su expiación se apliquen a sus hermanos.

Finalmente 1 Jn 2,1 nos dice que tenemos un abogado, Jesucristo el Justo que intercede por nuestros pecados pequeños de cada día. No es que su sacrificio de expiación no haya sido suficiente. Es precisamente este valor el que valida su intercesión por los pecadores. Jesucristo eternamente presenta ante el Padre los méritos de su sacrificio realizado una vez para siempre.

Si Lucas se interesa tanto por los momentos de oración de Jesús durante su existencia terrestre, no es principalmente para proponérnoslos como modelo de oración, sino para que nos ayuden a comprender cómo es la intercesión que sigue realizando ahora en el cielo, como continuación de aquella oración que realizó en la tierra.

Jesús ha intercedido por sus discípulos y por Pedro especialmente, pero en Getsemaní ora por sí mismo, para no entrar en la tentación, y tras su agonía, su combate, vence la tentación. Mientras que los discípulos dormidos, no oran, y acaban sucumbiendo a la tentación, en ese momento clave en que Satanás lanza su más violento ataque contra Jesús y sus discípulos. La oración de Jesús queda enmarcada por una inclusión, la doble repetición de la invitación a orar para no caer en la tentación (22,40.46). La intercesión de Jesús por sus discípulos no se limita a su vida mortal, en el momento de una crisis particular, sino que se extiende a lo largo de los tiempos por los futuros discípulos que siguen estando sometidos a la tentación. La intercesión de Jesús en Lucas va más en la línea profética que en la sacerdotal.

 

4.  La oración final de Jesús

Tal como hemos dicho Jesús muere no dando un grito inarticulado, como sucede en Marcos y Mateo, sino citando un salmo y encomendando su espíritu al Padre: “Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu” (23,46).

Sylva ha visto esta frase relacionada con el rasgarse del velo, que en Lucas tiene lugar antes de la muerte de Jesús, y no después como en MM. ¿Qué interés ha tenido Lucas en realizar este desplazamiento?[191] Según Sylva la oración de Jesús y el rasgarse del velo contribuyen a crear una escena de comunión de Jesús con su Padre que está en el Templo.

La manera como razona es estableciendo el paralelismo entre la muerte de Jesús y la muerte de Esteban. Ambos piden perdón por sus verdugos (Lc 23,34a; Hch 7,60), lo que no sucede en MM. Ambos encomiendan su espíritu antes de morir (Lc 23,46a; Hch 7,60), lo que no sucede en MM. Ambos dan un grito articulado antes de morir, mientras que en MM es inarticulado. Ambas muertes se describen en un modo muy parecido. “Diciendo esto expiró” (Lc 23,46c); “diciendo esto se durmió” (Hch 7,60). José de Arimatea viene descrito como “un hombre bueno y justo” (Lc 23,50) y también los que entierran a Esteban son “hombres devotos” (Hch 8,2).

Pero queda un paralelismo más, que es el más importante para nosotros ahora. Esteban antes de morir tuvo una visión de Dios y de Jesús, a través de los cielos dihnoigmevnou", abiertos (7,56); en el bautismo también los cielos se habían abierto cuando el Padre llamó a Jesús su hijo (ajnew/cqh'nai 3,21), mientras Jesús oraba. Jesús está a la derecha de Dios, como “Señor”, y como tal se dirigirá a él en su última oración: “Señor Jesús, recibe mi espíritu” (Hch 7,59). El rasgarse el velo del templo, coincide con esos cielos abiertos, que dan acceso a Dios. Se acaba de mencionar la hora, “la hora nona” (Lc 23,44a), que es para Lucas la hora de la oración en el templo, cuando Pedro y Juan iban a orar al templo (Hch 3,1; 10,30).

Como Jesús había entregado su alma a su Padre, a través de la cortina rasgada, en el Templo de la tierra, Esteban encomendará ahora su alma a Jesús, el Señor, a la derecha de Dios, a través de los cielos abiertos.

A esta interpretación contribuye, aunque Sylva no lo cita, un hecho recogido por Flavio Josefo. En la cortina del Templo estaba bordada una representación del cielo, aunque sin los signos del zodíaco (Guerras de los Judíos, libro V, 214). Había dos grandes velos en el templo, uno ante la puerta del vestíbulo de fuera (Ulam), y otro delante del Sancta Sanctorum. El término evangélico usado es katapevtasma, que de suyo es ambiguo, por lo que el autor de la carta a Los Hebreos se ve obligado a precisar que se refiere al segundo velo, al más interior de los dos. Es más verosímil pensar que los evangelios se refieren al velo exterior, que era visible desde fuera. El velo interior sólo podían verlo los sacerdotes. Tenía 28 metros de alto y unos 9 de ancho

Otras personas oran simultáneamente con Jesús. El centurión “da gloria a Dios” (Lc 23,47), y la multitud se da golpes de pecho, como hacía el publicano que oraba en el templo (Lc 18,13). Para Sylva este gesto es para Lucas específico de la liturgia en el templo. Jesús muere dando culto al Padre en ese templo al que fue llevado de niño en brazos de sus Padres, en fidelidad a su Judaísmo. Sobre la visión positiva que Lucas tiene del Templo durante el tiempo de Israel, y durante el ministerio de Jesús ver ficha 8-6).

Pero una vez roto el velo, sus discípulos harán la liturgia de su muerte no ya en el Templo de la tierra, sino en el templo del cielo.

 

5. La oración litúrgica en el templo 

Ya hemos visto cómo la visión que Lucas tiene del Templo es positiva. Aunque escribe su evangelio después de la destrucción del Templo, Lucas lamenta su ruina e incrimina no al templo mismo sino a los dirigentes cuya irresponsabilidad llevó a esa destrucción. Es consciente de sus limitaciones, por boca de Esteban y de Pablo nos dice de que Dios no necesita un lugar construido por manos humanas (Hch 7,48-50; 17,24-25).

Cuando acusan a Esteban de que no paraba de hablar contra el lugar santo y contra la Ley, diciendo que Jesús el Nazoreo destruiría ese lugar (Hch 6,13-14), Lucas se apresura a decir que se trataba de acusaciones falsas. En el evangelio ni siquiera se avino a referir las acusaciones falsas contra Jesús de los testigos que alegaban que había dicho que iba a destruir el templo (Mc 14,58), y las burlas subsiguientes de los viandantes (Mc 15,29).

Al revés que en Marcos nunca en el tercer evangelio se nos deja sospechar que el templo necesitase ser reemplazado, o que fuera una realidad degenerada indigna de los cristianos. Hasta el mismo final de los Hechos los discípulos no dejan de acudir al templo (Hch 3,1; 5,12; 21.42; 21,26; El mismo ángel de Dios les instruye que vayan al Templo a comunicar lo referente a esta vida (Hch 5,20).

El templo aparece siempre como un lugar que representa la presencia íntima de Dios en medio de su pueblo Israel. A pesar de su universalismo, cuando Lucas menciona que el templo es “casa de oración” (19,46) omite la frase marcana “para todas las naciones” (Mc 11,17; Is 56,7), subrayando así la comunión profunda entre Dios y su pueblo Israel que tiene su foco en el Templo. Allí los piadosos israelitas 1,6; 2.22-25.27.37.39.41.42); se dedican a la liturgia entendida como servicio a Dios (1,8-9; 2,25.37.49), a la alabanza (Lc 2,28.38; Hch 3,9). En la parábola del fariseo y el publicano vemos a ambos orando en el templo (Lc 18,10). En el templo cumple la Sagrada Familia todas las observancias de la Ley, y el niño Jesús se queda “en la casa de su Padre”, como en el lugar más obvio donde le deberían haber buscado sus padres, en lugar de ir a buscarle allí en última instancia.

Ni siquiera al final de su ministerio Pablo experimenta ningún embarazo en cumplir en el Templo actos de observancia mosaica, como completar allí su voto de nazoreo (Hch 21,26). Es también un lugar donde se reciben revelaciones divinas, oráculos, visiones (Lc 1,11-22; 2,41-4.46-47; Hch 22,17-18). Sin embargo nunca se nos dice que Jesús orase en el templo.[1]  En su adolescencia Jesús discutía allí con los doctores y les preguntaba (Lc 2,46-47), y después durante su ministerio enseñaba en el templo (Lc 21,37-38). Pero el lugar para dedicarse a la oración eran los montes y los lugares solitarios. Quizás se relacione con eso la costumbre sorprendente de orar dirigiendo la mirada hacia el cielo: ajnablevya" eiJ" to'n oujranovn  (Lc 9,16). Esta costumbre de orar mirando al cielo está atestiguada con testimonio múltiple (Mc 6,41; 7,34; Mt 14,19; Hch 11,6; Jn 17,1). El judío ora mirando hacia Jerusalén, hacia el Templo. Este cambio de mirada supone que para Jesús la presencia de Dios trasciende el Templo. Dios no es ubicable en ningún punto de nuestro espacio. El cielo para Jesús no pretende significar un lugar espacial, sino precisamente la negación de toda especialidad, la trascendencia divina.


[1] M. Girard, Il Vangelo di Luca. Un Vangelo su misura peri l nostro tempo, Elledici, Turín 2000, 103.

 

6. Elementos de la oración lucana 

1. Comunión con Dios, bajada del Espíritu, en la soledad del desierto, en los montes, transfigurado en la oración. Más allá de toda necesidad o petición, simplemente una atracción instintiva hacia el Padre. 

2. Acción de gracias. Alegría en el Espíritu. En la última cena en MM Jesús bendice eujlogei'n el pan y da gracias eujcaristei'n por el vino; En Lucas se usa el verbo eujcaristei'n tanto para el pan como para el vino. Ana dio gracias a Dios (ajnqomologeivsqai 2,38), el samaritano curado daba también gracias a Dios (17,16). 

3. Alabanza: Los ángeles (Gloria in excelsis: 2,13), pastores (se volvieron glorificando) 2,20), Simeón (2,28), Ana (2,38), el paralítico curado (5,25), los que estaban junto a él (5,26 = M/M), los que acompañaban a la viuda de Naím (7,16), la mujer encorvada (13,13), el leproso samaritano (17,15), el ciego del camino y los que estaban junto a él (18,43: falta la alabanza en M/M), la multitud en el monte de los Olivos (19,37: comparar con Mt 21,16), el centurión en la cruz (23,47).

El evangelio comienza con una comunidad en oración en el templo (1,10) y termina con los discípulos bendiciendo a Dios en el templo (24,53). Incluye los tres himnos de Zacarías, María y Simeón. Ana también alaba a Dios en voz alta. Esta atmósfera de culto, alabanza y acción de gracias se continúa después en los Hechos (2,47+; 4,24; 11,18; 13,48; 16,25; 21,20).

4. Intercesión: En el intervalo entre la primera y la segunda venida, la Iglesia tiene que orar para evitar la tentación (Lc 22,40, 46; Hch 2,42.46). La misma oración del Padre Nuestro que reconoce la prioridad del Reino de Dios, nos lleva a considerar también las necesidades humanas (11,2-4). La petición de Zacarías fue escuchada (1,13), como la de Ana (2,37).

Lucas insiste mucho en el valor de la oración de petición. Vemos a mucha gente dirigiéndose a Jesús con sus ruegos, la familia de Simón (4,38), el leproso (5,12), los siervos del centurión (7,4), Jairo, el padre del niño epiléptico (9,38), el mendigo ciego (18,37-42). A través de finos cambios redaccionales, Lucas quiere mostrar el valor de las palabras de Jesús sobre la oración de petición.

Como hemos visto, no se trata sólo de orar por uno mismo, sino que también se puede interceder por otros. Cuando Jesús oraba antes de la confesión de Pedro, sus discípulos estaban con él (9,18). La revelación que Pedro recibe es fruto de la oración de Jesús también oró por Pedro (22,31). Y nos anima a orar para que el Señor envíe trabajadores a su mies (10,2).

En cuanto a las cosas por las que hay que orar, el dicho de Lucas de que el Padre dará “el Espíritu Santo” a los que le piden (Lc 11,3) nos hace ya caer en la cuenta que a Lucas más que los dones materiales le interesan los dones espirituales, quizás porque en el evangelio se muestra tan preocupado por los efectos dañinos de la ansiedad y los cuidados de este mundo.

Pero el motivo principal de la intercesión para Lucas es pedir “que no entremos en tentación”. Dado que no se espera que el Señor vaya a regresar de inmediato, lo importante es perseverar hasta su vuelta, en un largo tiempo de tentaciones y pruebas. La oración pide ante todo la fidelidad en estas pruebas. Aunque esto no quita para que sigamos pidiendo la llegada del Reino lo antes posible. 

5. Confesión del pecado: Aunque Jesús nunca pidió perdón por sí mismo, con lo que nos muestra que era impecable, nos habla continuamente de la necesidad de confesar. Es el caso del publicano (18,9-14), de la confesión que Pedro hace de su pecaminosidad después de la pesca milagrosa (5,8) y sus lágrimas después de sus negaciones (22,62). Otros ejemplos son las palabras del hijo pródigo (Lc 15), las lágrimas de la pecadora (7,38), el arrepentimiento de la multitud que se golpea el pecho (23,48), el de Zaqueo (Lc 19,8) y la petición del buen ladrón cuando pide ser admitido en el Reino (23,42).

 

7. Oración cristiana y don del Espíritu

Resumiremos brevemente este tema del que ya hemos hablado en el capítulo anterior. En la enseñanza sobre el pan y la piedra, Mateo concluye que el Padre “da cosas buenas a los que le piden”. Esta formulación parece ser más antigua y refleja el texto original de Q. Lucas la ha cambiado para hacer decir a Jesús que “el Padre dará el Espíritu Santo a los que le piden” (Lc 11,3).

Su alabanza al Padre estuvo acompañada por la exultación en el Espíritu Santo (10,21), que falta en el pasaje paralelo de Mateo (11,25). Lucas relaciona el descenso del Espíritu sobre Jesús con su oración (3,22). También el descenso del Espíritu Santo sobre los apóstoles en Pentecostés estuvo precedido por la plegaria insistente de los discípulos junto con María (Hch 1,14; 2,21). También en el pequeño Pentecostés (Hch 4,31), la venida del Espíritu tiene lugar cuando terminan la oración (Hch 4,31). El Pentecostés de los gentiles ocurre como respuesta a la oración de Cornelio (Hch 10,4.31) y de Pedro (Hch 10,9.19). El mismo ligamen entre oración y Espíritu aparece en la conversión de Saulo (Hch 9,11.17).

 

8. La oración en los Hechos 

A lo largo del libro de los Hechos, la oración acompaña siempre los momentos más importantes de la vida de la Iglesia.

1,14   Los discípulos permanecen en oración después de la Ascensión

1,24   Oran antes de elegir al apóstol sustituto de Judas

2,11   Alaban a Dios después de Pentecostés

2,42   Se dedicaban a la oración

2,47   Una las características de la primera comunidad es su alabanza de Dios

3,1     Pedro y Juan acuden a orar al templo a la hora de nona

3,8     El paralítico alaba a Dios

3,9     La multitud alaba a Dios

4,24.31 Oración en el contexto de la persecución, antes del pequeño Pentecostés

6,4     Los apóstoles se deben dedicar a la oración y a la palabra

6,6     Oran por los diáconos

7,59   Primera oración de Esteban

7,60   Segunda oración de Esteban de rodillas antes de morir

8,15   Los apóstoles oran por los samaritanos convertidos

8,22   Pedro exhorta a Simón mago a que ruegue para que no reciba el castigo

8,24   Simón mago pide a Pedro que interceda por él para no ser castigado

9,11   Pablo ciego está orando

9,17   Ananías ora por Pablo

9,40   Pedro ora de rodillas ante el cadáver de Tabita

10,2   Cornelio era un hombre familiarizado con la oración

10,9; 11,5 Pedro tuvo la visión de la sábana tras haber subido a la terraza a orar

10,30  Cornelio estaba orando cuando tuvo la visión en que le mandaban acudir a Pedro

10,4.31 Es en respuesta a la oración de Cornelio como tiene lugar su salvación

12,5.12 La comunidad ora por Pedro encarcelado

13,1    La designación de Pablo y Bernabé tiene lugar mientras oraban y ayunaban

13,3    Después de designarlos vuelven a ayunar y orar por ellos antes de enviarles

14,23  Pablo y Bernabé oran por los ministros recién designados en Galacia

16,13  Pablo y Silas acuden a la oración en la orilla del río

16,16  La liberación de la esclavita endemoniada tiene lugar cuando se dirigían a la oración

16,25  Pablo y Silas oran cantando en el calabozo

20,36  Pablo ora de rodillas en la playa de Mileto junto con todos los presentes

21,5    Pablo con los hermanos, mujeres y niños oran de rodillas en la playa de Tiro

22,17  Pablo recibe una revelación mientras oraba en el templo

27,35  Pablo ora durante la tormenta

28,8    Pablo ora por el padre de Publio en Malta imponiéndole las manos

Vemos que desde el principio los apóstoles esperan en oración la llegada del Espíritu (Hch 1,8.13.14). La oración acompaña todos los nuevos desarrollos en la historia de la comunidad, especialmente cuando se trata de elegir a nuevos ministros, los cuales tienen que ser necesariamente hombre de oración. Es en contexto de oración donde se tienen visiones decisivas como la de Jaffa, o la de Cornelio o la de Pablo en el templo, y donde los profetas son inspirados para pronunciar sus oráculos.

Se redobla la oración en los momentos de dificultad, cuando los apóstoles se sienten amenazados (Hch 4,31), o cuando Pedro está en la cárcel, o cuando lo están posteriormente Pablo y Silas. Pablo ora Pablo se ve en peligro de naufragar.

Interceden unos por otros generalmente con el gesto de imposición de manos. Así los Doce oran por los diáconos, Pedro y Juan oran por los samaritanos convertidos, Simón mago pide la intercesión de Pedro, Ananías ora por Pablo, Pedro ora por Tabita muerta, la comunidad de Jerusalén ora por Pedro encarcelado, la comunidad de Antioquía ora por Pablo y Bernabé después de su elección, Pablo y Bernabé oran por los ministros recién nombrados en Galacia, Pablo ora por el padre de Publio.

Frente a la postura judía habitual en la oración, que era la postura de pie, se menciona cuatro veces la oración de rodillas, en continuación con la postura de Jesús orando en el huerto (Lc 22,41; cf. Dn 6,10). Oran de rodillas Esteban (7,60), Pedro ante el lecho de Tabita muerta (9,40), Pablo en la playa de Mileto (20,36) y en la playa de Tiro (21,5).

El ayuno y la oración aparecen vinculados en dos escenas del libro de los Hechos. En Antioquía, antes de la elección de Pablo y Bernabé, la comunidad ora y ayuna (Hch 13,2) y volvieron a ayunar y a orar por ellos después de haberles elegido (Hch 13,3). Pablo y Bernabé oran y ayunan también tras constituir presbíteros en Listra, Iconio y Antioquía (Hch 14,23).


 

 [189] A. A. Trites, “The Prayer Motif in Luke-Acts”, en C. Talbert (ed.), Perspectives on Luke-Acts, Danville 1978, p. 170. 

[190] D. Crump, Jesus the Intercessor. Prayer and Christology in Luke Acts, Grand Rapids 1999.

[191] D.D. Sylva, “The Temple Curtain and Jesus’ Death in the Gospel of Luke, Journal of Biblical Literature 105, (1986) 239-250.