EL PRÓLOGO DEL EVANGELIO

A) INTRODUCCIÓN AL PRÓLOGO

B) COMPOSICIÓN DEL PRÓLOGO

C) UNIDAD INTERNA

D) ETAPAS DE LA REVELACIÓN

E) EXÉGESIS DEL PRÓLOGO

      1ª estrofa y 1er paréntesis

     2ª estrofa y 2º paréntesis

     Tercera estrofa

 

EL PRÓLOGO DEL EVANGELIO

  

1.       En el principio ya existía el Verbo

          y el Verbo estaba vuelto hacia DIOS

          y el Verbo era DIOS.

2        El estaba en el principio vuelto hacia DIOS.

 

3.       Todo llega a suceder mediante él

          y al margen de él no sucede cosa alguna.

4        Él era la vida de cuanto llega a suceder en él.

          y la vida era la luz de los hombres

          y la luz brilla en las tinieblas

5        y las tinieblas no la dominaron.

 

6          Hubo un hombre enviado de parte de Dios cuyo nombre era Juan.

7.         Éste vino como testigo para dar testimonio de la luz, para que todos

            creyesen por él.

8.         No era él la luz; vino sólo para dar testimonio de la luz.

 

9.       La luz verdadera era aquella

          que ilumina a todo hombre con su venida al mundo.

 

10.     En el mundo estaba

          y el mundo había sido hecho por él,

          pero el mundo no le conoció.

11.     Vino a los suyos

          y los suyos no lo acogieron.

12.     Pero a cuantos lo acogieron

          les dio poder para hacerse hijos de DIOS, a los que creen en su nombre,

13.     que no han nacido de sangre ni de deseo de la carne, ni de voluntad de varón,

          sino de DIOS.

 

14.     Y el Verbo se hizo carne

          y acampó entre nosotros

          y hemos visto su Gloria

           Gloria que recibe del PADRE como HIJO único,

           la plenitud de la gracia de la verdad.

 

15.       Juan da testimonio de él y sigue gritando:

            “Éste es de quien dije: ‘El que viene detrás de mí se pone delante de mí

            porque ya existía antes que yo.

 

16.     Pues de su plenitud hemos recibido todos

          una gracia en lugar de la otra gracia.

17.     Pues si la Ley fue dada por Moisés,

          la gracia de la verdad nos ha llegado por Jesucristo.

18.     A DIOS nunca lo ha visto nadie.

          El HIJO único vuelto hacia el seno del PADRE, él lo ha contado.


 

2. Texto Griego

1 VEn avrch/| h=n o` lo,goj( kai. o` lo,goj h=n pro.j to.n qeo,n( kai. qeo.j h=n o` lo,goj\

2 ou-toj h=n evn avrch/| pro.j to.n qeo,n)

3 pa,nta diV auvtou/ evge,neto( kai. cwri.j auvtou/ evge,neto ouvde. e[no] ge,gonen

4 evn auvtw/| zwh. h=n( kai. h` zwh. h=n to. fw/j tw/n avnqrw,pwn\

5 kai. to. fw/j evn th/| skoti,a| fai,nei( kai. h` skoti,a auvto. ouv kate,laben)

6 VEge,neto a;nqrwpoj avpestalme,noj para. qeou/( o;noma auvtw/| VIwa,nnhj\

7 ou-toj h=lqen eivj marturi,an( i[na marturh,sh| peri. tou/ fwto,j( i[na pa,ntej pisteu,swsin diV auvtou/)

8 ouvk h=n evkei/noj to. fw/j( avllV i[na marturh,sh| peri. tou/ fwto,j)

9 +Hn to. fw/j to. avlhqino,n( o] fwti,zei pa,nta a;nqrwpon( evrco,menon eivj to.n ko,smon)

10 vEn tw/| ko,smw| h=n( kai. o` ko,smoj diV auvtou/ evge,neto( kai. o` ko,smoj auvto.n ouvk e;gnw)

11 Eivj ta. i;dia h=lqen( kai. oi` i;dioi auvto.n ouv pare,labon)

12 o[soi de. e;labon auvto,n( e;dwken auvtoi/j evxousi,an te,kna qeou/ gene,sqai( toi/j pisteu,ousin eivj to. o;noma auvtou/(

13 oi] ouvk evx ai`ma,twn ouvde. evk qelh,matoj sarko.j ouvde. evk qelh,matoj avndro.j avllV evk qeou/ evgennh,qhsan)

14 Kai. o` lo,goj sa.rx evge,neto kai. evskh,nwsen evn h`mi/n( kai. evqeasa,meqa th.n do,xan auvtou/( do,xan w`j monogenou/j para. patro,j( plh,rhj ca,ritoj kai. avlhqei,aj)

15 VIwa,nnhj marturei/ peri. auvtou/ kai. ke,kragen le,gwn( Ou-toj h=n o]n ei=pon( ~O ovpi,sw mou evrco,menoj e;mprosqe,n mou ge,gonen( o[ti prw/to,j mou h=n)

16 o[ti evk tou/ plhrw,matoj auvtou/ h`mei/j pa,ntej evla,bomen kai. ca,rin avnti. ca,ritoj\

17 o[ti o` no,moj dia. Mwu?se,wj evdo,qh( h` ca,rij kai. h` avlh,qeia dia. VIhsou/ Cristou/ evge,neto)

18 Qeo.n ouvdei.j e`w,raken pw,pote\ monogenh.j qeo.j o` w'n eivj to.n ko,lpon tou/ patro.j evkei/noj evxhgh,sato)

  

A) INTRODUCCIÓN AL PRÓLOGO

 

1. El Prólogo en la vida de la Iglesia

El prólogo de san Juan es el más bello de los himnos cristianos primitivos. Una belleza que no es sino el resplandor de la verdad; una belleza que une el tiempo con la eternidad, porque nos muestra en una sola visión el estado eterno del Verbo y el hecho temporal de su venida (Bouyer).

En tiempos pasados la Iglesia consideraba este texto como un sacramental que se rezaba sobre los enfermos y sobre los neobautizados. En América todavía traen los hijos al sacerdote para “evangeliarlos”. Durante mi ministerio allí yo al principio no sabía muy bien qué es lo que querían exactamente, hasta que me enteré que lo que había que hacer era imponerles las manos y recitar sobre ellos el prólogo de san Juan.

En el Misal de san Pío V, en uso hasta el Vaticano II, se recitaba siempre al final de la Misa y se llamaba “El último evangelio”.

Sto. Tomás cuenta que los cristianos llevaban textos escritos a manera de filacterias (2ª 2ae, q.CXVI) y Maldonado nos dice que estos textos estaban fundamentalmente tomados del prólogo (Comentario vol. II, p.434).

Orígenes fue el primero que cayó en la cuenta de la relación entre el evangelista reclinado en el seno de Jesús, y el Verbo en el seno del Padre (PG 13,87).
 

2. Bibliografía fundamental 

Boismard, M.-E., El prólogo de san Juan, 2ª ed., Madrid 1970.

Ferrando, A., “Notas de exégesis sobre el prólogo del cuarto evangelio”, Teología y Vida 20 (1979) 55-62.

Feuillet, A., Prólogo del cuarto evangelio, Madrid 1971.

Käsemann, E., El testamento de Jesús, Salamanca 1983.

Muñoz León, D., Palabra y Gloria, Madrid 1983.

Pertíñez, J., “La preexistencia de Cristo. San Juan y el Logos”, Mayéutica 3 (1977) 329-347.

Pottérie, I. de la, La verdad de Jesús. Estudio de cristología joanea, Madrid 1979.

--------: Exegesis quarti evangelii, Roma 1983.

Puigdollers, R., La manifestación del amor gratuito y fiel de Dios en JC, según el prólogo de san Juan, Barcelona 1980.

Schnackenburg, R., “Y la Palabra se hizo carne”, Communio 4 (1979) 20-28.

 

            3. Crítica Textual

v.4          “Era” la vida o “Es” la vida.

              a) Papiros, unciales, vg. syr… Or, Cipr., Eus., Cris.

              b) Sinaítico, Beza, Ta, Val. Ag.

 

v.13     “Han nacido” o “Ha nacido”.

              a) La inmensa mayoría

              b) it. Ir., Tert., E. Apost.

v.13     Lectura larga o corta   

v.14     “Dios” unigénito o “Hijo” unigénito, o Unigénito.


 

B) COMPOSICIÓN DEL PRÓLOGO

 

1. La prehistoria del Prólogo

La vivisección del prólogo para buscar sus fuentes y proceder a un estudio histórico de su proceso de redacción la inicia en 1917 Rendel Harris (The Origin of the Prologue to St. John’s Gospel). Según él, el prólogo, al igual que el himno de la carta a los Colosenses, formaría parte de una colección de textos apologéticos destinados a probar a los judíos que la doctrina cristiana ya estaba contenida en el AT. El Prólogo sería un himno a la sabiduría divina inspirado en Pr 8,22-31; Si 24 y Sb 6,9.

Levantada la caza de esta problemática, se suceden rapidísimamente nuevos libros con hipótesis cada vez más fantásticas y sugestivas sobre el proceso redaccional del prólogo. Trataremos de resumirlas en varios epígrafes. 

a) Un himno no cristiano

El más famoso defensor de esta teoría es Bultmann, que ha asociado la doctrina del prólogo con el mandeísmo, secta gnóstica emparentada con las religiones iraníes. El Bautista habría sido el último de una serie de manifestaciones de enviados celestes.

Hoy día ya nadie sostiene esta tesis, totalmente gratuita. Los escritos gnósticos que conocemos son posteriores al evangelio. De haber alguna influencia, sería más bien el 4Ev el que habría influido sobre los escritos gnósticos, y no viceversa. Por otra parte la relación se limita a símbolos generales como luz y tinieblas que son imágenes espontáneas del subconsciente colectivo, y tienen otros paralelos mucho más cercanos en los escritos de Qumrán. 

b) Un himno cristiano

Otros han postulado un himno en arameo (Burney) o un himno griego como aquellos a los que se refiere Plinio, o de los que se conservan en alguna de las cartas paulinas como Efesios o Colosenses. 

c) Un himno juánico previo

Para explicar las semejanzas y desemejanzas entre el prólogo y el resto del evangelio se ha supuesto que el prólogo sería un himno redactado por la comunidad juánica, con su típica teología y espiritualidad, pero independientemente del evangelio, ya sea por el propio autor o por otro cristiano de la comunidad (Brown, Ausejo, Schnackenburg, Wickenhauser). 

d) Un himno compuesto exprofeso como prólogo del evangelio

Esta hipótesis subraya la unidad profunda que existe entre el prólogo y el resto de la obra (Dodd, Barrett, Panimolle, Mateos).

 

2. Razones para postular una fuente diversa 

a) Ritmo diverso

Una parte del prólogo está en poesía rítmica, la otra en prosa. La asignación de determinados versículos a la parte rítmica depende de si se exige o no que el ritmo sea regular. No están de acuerdo los autores sobre las partes que pertenecen a uno u otro estilo, pero po­dríamos resumir así el estado de la cuestión 

vv. 1-5: rítmicos        10-11: rítmicos            14: rítmico                17-18 (duda)

vv. 6-8: prosa           12 (duda)                   15 (prosa)

v.   9: (duda)            13 (prosa)                  16 rítmico    

Todo depende de los criterios que se empleen para definir si algo es poesía o prosa. No parece ser que los primeros himnos cristianos se construyesen con una artificiosidad literaria muy elaborada. Por eso algunos piensan que todo el prólogo está en prosa o que todo él está en poesía de ritmo libre.

Personalmente nos parece que el hecho de que el prólogo esté en prosa o en verso no incide demasiado en que fuera escrito o no antes del evangelio. ¿Qué dificultad hay en admitir que un autor haya intercalado un poema dentro de una obra en prosa? 

b) Defecto de unidad

Los versículos 6-8 y el 15, que hablan sobre el Bautista, interrumpen la unidad de ideas y desarrollo del tema. Suprimiéndolos podemos encajar muy bien el 5 y el 9 “Las tinieblas no lo dominaron” y “El era la luz verdadera”. De igual modo se articulan muy bien el 14 y el a6, suprimiendo el 15, “la plenitud de la gracia de la verdad” y “de esta plenitud todos hemos recibido”. En cuanto al final del 12 y el 13, podrían ser glosas explicativas.

Sin embargo, como veremos en nuestra propia interpretación del prólogo, no es tan claro que los versos del Bautista interrumpan el desarrollo temático del prólogo. Las aparentes fisuras son muy subjetivas, y si suprimimos los versos tenidos por posteriores tampoco se logra una unidad demasiado convincente. 

c) Vocabulario e impostaciones teológicas diversas

Mientras que los versículos en prosa contienen muchos vocablos y temas específicamente juánicos, en los versículos del himno supuestamente antiguo se observan palabras y temas teológicos que no reaparecen en los escritos juánicos, tales como plenitud, acampar, gracia…

Pero son muchas más las palabras, giros y temas juánicos que se repiten en el prólogo y el evangelio. De 252 palabras en el prólogo sólo 4 no reaparecen ya más. De los 32 vocablos de alcance teológico, 16 son palabras fundamentales de Juan.

En cuanto a las 4 que no se repiten más habría que decir que es un fenómeno que aparece en cualquier capítulo. Por eso más que acudir a la solución fácil y subjetiva de postular fuentes diversas, debemos primeramente tratar de comprender el prólogo en su unidad, buscando una estructura y un desarrollo temático en el que pueda apreciarse toda su coherencia. Sólo si fracasamos en este intento cabrá acudir a soluciones alternativas que tengan en cuenta una posible complejidad en la historia de la redacción.

 

 

C) UNIDAD INTERNA DEL PRÓLOGO

 No se verá la unidad interna del prólogo, ni su unidad con el resto del evangelio, si no se pone en el centro el ministerio del Bautista que aparece dos veces dentro del prólogo y dos veces en la narrativa subsiguiente.

Este es precisamente el punto de articulación entre el prólogo y el evangelio, el estribillo que se repite y hace encajar cada parte en su sitio. El testimonio del Bautista es el hilo conductor de toda la temática expuesta en el prólogo.

Efectivamente la narración evangélica se abre con un doble testimonio del Bautista: el primero dirigido al grupo de sacerdotes y levitas, representantes del judaísmo oficial, la estructura de poder, con el matiz peyorativo que Juan suele dar a la expresión “los judíos”. Este será el grupo que rechazará la luz, que representa a las tinieblas. A este grupo Juan va a testimoniar que él no es la luz, sino que ha venido para dar testimonio de la luz. “Yo no soy el Mesías”. Yo soy sólo una voz que clama en el desierto. Este primer testimonio de la parte narrativa (1,19-28) coincide con la primera mención del Bautista en el prólogo (vv 6-8).

El segundo testimonio se va a dar a los discípulos del Bautista, a los que van a seguir a Jesús. En este caso el testimonio será acogido por el grupo de los que creerán en Jesús. Si los suyos no le recibieron, al menos ha habido un grupo que lo han recibido y han creído en él, por lo cual han sido engendrados de Dios. Este segundo testimonio en la parte narrativa (1, 30) coincide con el segundo testimonio en el prólogo (v.15) casi palabra por palabra. “Detrás de mí viene -e[rcetai- un hombre que se pone delante de mí -e[mprosqevn mou gevgonen- porque era antes que yo -prw'tov" mou h\n-.

Creo que este es el texto clave para comprender la arquitectura del prólogo y sus tres verbos dinámicos: e[rcetai- givgnesqai - ei\nai. Corresponden a las tres estofas del prólogo, entre las cuales se intercalan los dos testimonios de Juan que constituyen la primera narrativa del evangelio.

Veamos la coherencia lógica de estas tres afirmaciones. La afirmación principal es la primera: “Viene detrás de mí”, la llegada del Verbo que con su venida ilumina a todo hombre. Juan no es la luz. La verdadera luz está viniendo al mundo. El centro del prólogo es la llegada de la luz y las diversas actitudes que los hombres van a tomar respecto de ella. Unos la rechazan (grupo de sacerdotes que escuchan el primer testimonio de Juan), otros la aceptan (los dos discípulos que escuchan el segundo testimonio, creen en Jesús y ven su gloria).

Pero éste que ha venido después, se pone delante. Efectivamente, Jesús pasará junto a Juan -peripatouv"- sigue adelante y se lleva consigo a los dos discípulos. De este ponerse delante habla la tercera estrofa del prólogo, es el tema del paso de la Ley a la gracia de Jesús, el contraste entre los dos estadios de la Historia de salvación. Gevgonen e[mprosqen. La ley se dio por Moisés, pero hJ cavri" kai; hJ ajlhvqeia dia; VIh­sou' Cris­tou' evgevneto) La gracia de la verdad nos ha llegado por Jesús el Mesías. El contraste entre ambas economías de gracia está expresado mediante la preposición antiv: cavri" ajnti; cav­rito". Hemos recibido una gracia mucho mayor que la que se nos había dado a través de Moisés.

Y aquí viene el empalme con la primera parte del prólogo. ¿Por qué el que ha venido detrás puede ponerse delante? ¿Por qué el don de Cristo es mayor que el de Moisés? ¿Por qué el nuevo enviado es la luz, mientras que Juan, Moisés y todos los anteriores eran sólo testigos de la luz? Porque era antes que yo. Desde el principio era Dios, estaba junto al Padre. Él es el único que ha contemplado al Padre, y por tanto nos lo puede revelar. Su preexistencia junto al Padre es lo que hace de él el revelador como luz, vida, plenitud de gracia. Moisés no había visto la gloria de Dios, sino sólo su espalda. Por eso fue un mero testigo de Jesús, que escribió sobre él en la Ley (5,39-46).

La importancia que tiene el Bautista en el prólogo le viene no sólo a título personal, sino por todo lo que representa. El Bautista es el último eslabón de la economía antigua. Representa a Moisés y a todos los profetas. Por eso su testimonio es tan importante. En su boca se condensa todo el testimonio del Antiguo Testamento en favor del Nuevo. Él es el último eslabón de los testigos de la luz. Pero le ha llegado su tiempo de ser dejado atrás por aquél que se pone delante, porque en realidad ya existía antes, desde el principio. Lo que expresa el evangelista en la parte narrativa, viene así ligado con el prólogo.

Los creyentes han podido contemplar su gloria, porque en él habitaba la plenitud de la verdad. El don de la Ley que se dio por Moisés ha sido completamente desbordado por la revelación del Hijo único. Los dos discípulos deben dejar atrás a Moisés y al Bautista y seguir a Jesús que se ha puesto delante. Al acoger la luz y creer en el nombre del Hijo de Dios se han transformado en hijos. Los sacerdotes seguirán siendo en cambio discípulos de Moisés, y no de ese hombre.

Hay una perfecta unidad en todo el prólogo. Todo él trata sobre Jesucristo, el Verbo encarnado. En la primera parte se nos habla de él en su nivel transcendente: el Verbo encarnado en su existencia eterna, en su acción reveladora y en la impotencia de las tinieblas contra él. Esta misma idea se repetirá en la segunda estrofa, pero ya desde la dimensión histórica del Verbo encarnado en su venida al mundo. Finalmente en la tercera estrofa se nos explicará cómo este Verbo encarnado, en la plenitud de la revelación, deja atrás la ley de Moisés, y hace que el propio ministerio del Bautista disminuya, para que el de Cristo pueda brillar con toda su luz.

La estructura, pues del prólogo, la resumimos así:

Primera estrofa: El Verbo en el seno de Dios: Era antes que yo

Desde siempre el Verbo ha estado vuelto hacia el rostro de Dios.

Desde siempre ha sido luz que brilla en las tinieblas.

(Por eso podrá manifestar la gloria de Dios, porque él sí ha visto al Padre). 

Segunda estrofa: El Verbo en su venida al mundo. Viene detrás de mí.

Su manifestación histórica estuvo precedida por la aparición de Juan, último testigo. Su venida provocó una doble reacción: rechazo y aceptación. Los que lo aceptaron fueron engendrados también ellos como hijos. 

Tercera estrofa: La gracia del Verbo desborda la Ley. Se pone delante de mí.

Por haber existido antes es por lo que se pone delante. Los que creen en él reciben una plenitud de gracia, mucho mayor que la de la Ley. 

Y articulando las tres estrofas, tenemos las dos alusiones al Bautista que son los goznes que unen el prólogo con los dos testimonios de Juan en la parte narrativa que sigue inmediatamente al prólogo.

Si esta arquitectura del prólogo es convincente, resuelve la problemática sobre la preexistencia del prólogo como documento o como himno. Nos parece mucho más verosímil pensar que el prólogo fue compuesto específicamente para servir de prólogo al evangelio, y está indisolublemente unido a la parte narrativa de los dos testimonios de Juan y la narración de la llamada de los discípulos.

 

 

D) ¿ETAPAS DE LA REVELACIÓN?

 

Desde nuestra perspectiva podemos responder al polémico tema de las etapas de la revelación, Entre los exegetas podemos distinguir estas tendencias principales.

Unos nos hablan de etapas en la acción reveladora del Logos. Una sería en la creación (pavnta di!au'tou ejgevneto), otra sería en la historia de salvación, en el pueblo de Israel, y finalmente en su encarnación en Jesucristo. Nosotros no hacemos una interpretación de etapas históricas desarrolladas en el tiempo, sino que vemos una división en dos dimensiones. La primera es una dimensión trascendente, el Logos en su existencia eterna junto a Dios, que por supuesto media todo lo que ha sucedido o puede suceder, y es luz indeficiente a la que ninguna tiniebla podrá nunca imponerse. La segunda es una dimensión temporal, e histórica, la de la encarnación del Verbo en Jesucristo, y de la acogida o rechazo que esta encarnación experimenta.

En cuanto a la posible manifestación del Verbo en otras etapas históricas de Israel, pensamos que el himno no hace alusión directa a ellas. El Himno sólo trata por una parte de la dimensión trascendente, ahistórica del Verbo, y por otra de la dimensión histórica de Jesucristo. Por supuesto que uno podría pensar que la historia de Israel y la historia de la Ley dada, y todo lo que ha “acontecido” anteriormente a Jesús está también mediado por el Verbo, pero éste no es el enfoque directo del prólogo.

En las otras interpretaciones el verso 14 con el dramático enunciado del Verbo que se hace carne y acampa entre nosotros, sería el momento del clímax de todo el desarrollo histórico de la revelación del Verbo. Para nosotros esta expresión no añade nada nuevo a lo que ya se venía diciendo desde que se mencionó al Verbo que era luz que con su venida al mundo ilumina a todos los hombres, o de la mención de que “vino a los suyos”. Esta “venida al mundo”, “esta venida a los suyos” no son diversas de su encarnación. Son sencillamente expresiones diversas para referirse a una única realidad.


 

E) EXÉGESIS DEL PRÓLOGO

 

PRIMERA ESTROFA 

v.1: En el principio ya existía el Verbo

El término “en el principio” no puede por menos que evocar el comienzo del libro del Génesis. Mientras que allí se nos habla de que en le principio creó Dios todo, ahora se nos dice que en ese principio ya existía el Verbo. Estas palabras no nos sitúan al comienzo del tiempo, sino que nos proyectan fuera de él. Este mismo término aparece también referido a la sabiduría de Dios en Pr 8,22 y Si 24,9).

Esta Palabra es a la vez la sabiduría de Dios y el proyecto de Dios. El término lovgo" designa a la vez el designio divino así como la palabra que formula este proyecto y lo ejecuta. Es la palabra creadora personificada. Un proyecto que se irá realizando a lo largo de toda la historia de la salvación. Por eso que el término griego que se ha escogido para traducir este pensamiento divino es lovgo" y no sofiva. Se trata de un designio primordial, una palabra divina absoluta. Las palabras de los profetas y de la Ley son sólo expresiones parciales. Pero el entero proyecto de Dios es Jesús el Mesías.

Juan aplica a Jesús lo que los rabinos aplicaban a la ley divina y a la palabra de Dios, Dabar, Memrá, con todo su dinamismo. Y la identifica también con la sabiduría preexistente y creadora. En los Targumim la palabra, memrá, aparece como atributo divino que a veces se identifica con el propio Dios en cuanto creador, revelador y salvador. Es un sinónimo que nos ahorra usar el nombre de Dios. La palabra está pues hipostatizada, personalizada.

El trasfondo del lovgo" hay que buscarlo ante todo en los libros sapienciales. De algún modo el prólogo repite el esquema sapiencial del Sirácida y de Proverbios.

Al principio la Sabiduría estaba con Dios.

Antes que toda criatura.

Sus delicias son estar con los hijos de los hombres.

Acampó en Israel.

Invitación a escucharla y acogerla (Pr 8,22-31; Si 24,1-34).

Pero sobre todo hay que buscar el trasfondo del Logos en el propio evangelio y en la predicación apostólica. Poco a poco comienza el NT a reservar la palabra Verbum Dei para el acontecimiento que es Jesús y su kerigma. El logos es el contenido de la predicación apostólica que anuncia a Jesús. El Verbum Dei es ahora Verbum Christi. Pablo ya en algunas ocasiones equipara el misterio que es Cristo con la palabra de Dios (Col 1,25-26). Yuxtapone el deseo de que “Cristo habite en vosotros” con el de que “la palabra de Dios habite en vosotros” (Ef 3,16-17).

De una manera especial el 4Ev usa la palabra lovgo" para designar la palabra de Jesús, que es palabra del Padre. Esta palabra debe ser oída y acogida por los discípulos. Se usa el mismo verbo lambavnein para referirse a la acogida de la palabra y la acogida de Jesús (1,12; 5,43; 13,20 = 12,48; 17,8). Deben permanecer -mevnein- en su palabra como deben permanecer en Jesús (5,38; 15,7 = 15,4-7). Jesús es vida, y la palabra de Jesús es vida (11,25; 14,6 = 6,63.68; 12,50).

La palabra de Dios nos revela ente todo a Jesús. Jesús es el contenido de esta revelación. Es a la vez el Revelador y el Revelado, y no un mero maestro o revelador de un catálogo de verdades. La revelación que Jesús hace de Dios la realiza no sólo con sus palabras, sino sobre todo con su vida y con su persona. Jesús encarna y vive la palabra de Dios al mismo tiempo que la anuncia. Él mismo es la Palabra de Dios.

Por eso los que han convivido con Jesús pueden decir no sólo que han escuchado de sus labios la palabra de Dios, la palabra de vida, sino que esta palabra ha podido ser objeto de contemplación visual, y alcanzable hasta por el tacto (1 Jn 1,1-2).

Todo este proceso evolutivo en la primera comunidad cristiana culmina en el prólogo donde se hace la identificación expresa de Jesús con el lovgo" eterno de Dios.

En resumen, el trasfondo del lovgo" hay que buscarlo en la misma Biblia y no en la especulación griega o gnóstica. Hay que buscarlo en los temas sapienciales del AT, que por supuesto estaban ya fuertemente helenizados. No pretendemos oponer Biblia a helenismo. Pero sobre todo hay que buscar el trasfondo en la progresiva identificación que el NT va haciendo entre la palabra que Jesús predica y su propia persona.

 

Y el Verbo estaba vuelto hacia Dios

Imperfecto de permanencia. Prov" con acusativo tiene en griego clásico un sentido dinámico y no meramente local como el apud latino. Aunque en el griego helenístico fue perdiendo ese uso, y en otros pasajes del AT equivale a apud, sin embargo Juan conserva la diferencia entre prov" con acusativo y parav con dativo, así como la diferencia entre eij" y ejn. Las preposiciones prov" y eij" en el 4Ev conservan el matiz de dinamicidad. Por eso con J. Mateos hemos traducido “estaba vuelto hacia Dios”, y no simplemente estaba con Dios. Se podría traducir también por “se dirigía hacia Dios”. Hay una distinción de personas en su relación mutua, una conversación, un cruce de miradas, una danza, la pericovrhsi" de la teología trinitaria. 

Y el Verbo era Dios.

La palabra qeov" aparece sin artículo. No se dice que la palabra era divina, ni tampoco se dice que la Palabra era un Dios, o el Dios, sino simplemente que era Dios. Esta igualdad con Dios tiene su inclusión al final del evangelio en la confesión de Tomás (20,28). Señor mío y Dios mío. Al suprimir el artículo se evita toda identificación con la persona del Padre. Efectivamente, el Verbo no es el Padre. Se trata de dos personas distintas, en la terminología de la teología posterior.

Recordemos que también Pablo es muy cuidadoso en el uso del artículo aplicado a Dios. Para él oJ qeov" es sólo el Padre. A Jesús le aplica sólo el término qeov" sin artículo.

 

v.2: En el principio ya esta vuelto hacia Dios

Resumen o recapitulación que pone el énfasis en la relación dinámica de la palabra en su relación a Dios. En estas cuatro afirmaciones concatenadas hay un ritmo de tres acentos en cada línea.

En el principio ya existía el Verbo

                                y el Verbo estaba vuelto hacia DIOS

                                                                    y era DIOS el Verbo

En un principio                         él estaba vuelto hacia DIOS.

 

v.3: Todo llega a suceder por medio de él

Unos entienden el “todo” en un sentido cosmológico referido a la creación. Otros lo entienden aplicado a los acontecimientos de la historia de Salvación. La mediación de Cristo se extiende no sólo en el orden de la creación, sino sobre todo en el de la revelación y la salvación. Mejor traducir “todo” que “todas las cosas”. 

Y al margen de él no llega a suceder cosa alguna

En el sentido evangélico de “Sin mí no podéis hacer nada”. No se trata sólo de causalidad por medio del Verbo, sino de la necesidad de permanecer en comunión con él, en comunión con la vida que tiene la vid.

 

v.4: El era la vida de cuanto llega a suceder en él

Posibles traducciones de esta frase:

a) “Y al margen de él no llega a suceder nada de lo que llega a suceder. En él estaba la vida.”

b) “Y al margen de él no llega a suceder nada. Lo que llegó a suceder en él era la vida”.

c) “Y al margen de él no llega a suceder nada. Lo que llegó a suceder participaba en él de la vida.

d) La nuestra.

En resumen la idea principal de este verso es que el don de la vida es la obra del Verbo venido al mundo, y el fruto de su presencia. La vida del Verbo está presente en todo lo que sucede, y es del Verbo de quien recibe vida. Nos movemos todavía en un plano transcendente, sin connotación alguna de tiempos históricos. 

Y la vida era la luz de los hombres

Luz y vida son elementos fundamentales de la narración del Génesis. Luz tiene aquí un sentido sobrenatural. El AT relacionaba la luz con la ley. Jesús quiere ponerse a sí mismo como luz del mundo. En el 4Ev frecuentemente se relaciona la luz con la vida. “El que me sigue tendrá la luz de la vida” (8,12). Hay que notar que la vida es causa de luz, y no al revés. La vida se revela, se manifiesta. “La alegría es el resplandor del ser” (Fromm).

J. Mateos explica cómo la vida puede ser luz. No hay más luz que el brillo de la vida. Juan no afirma que la verdad lleve a la vida; esto es lo que decía el AT a propósito de la ley, que iluminando el camino del hombre, le daba vida. En cambio Juan propone lo contrario. La ley no puede dar vida, las normas externas no aumentan la vida del hombre. Jesús comunica vida y esta vida es un principio de iluminación y de discernimiento. En definitiva el criterio último de la verdad es el hecho de dar vida. Si da vida, es verdad. Si no da vida, no es verdad. 

Y la luz brilla en las tinieblas

Las tinieblas fundamentalmente designan el mundo de la potestad diabólica, una realidad distinta del hombre y preexistente a él, adversaria de la luz. Brilla (presente); no la dominaron (aoristo). Sigue brillando porque las tinieblas no han podido sofocarla. Brilla sobre todo en la comunidad de los creyentes (1 Jn 2,8). 

Y las tinieblas no la dominaron.

    Katalambavnein en activa significa coger, agarrar, apresar; en este caso sofocar, extinguir. Otros prefieren traducir “comprender, captar”. En Orígenes y en la mayor parte de los padres griegos tiene el sentido de “vencer, superar”. ¿Estará Juan jugando con todos esos significados? Es muy interesante una lectura variante de 6,17 donde dice que la tiniebla les había “agarrado” en la barca. En Juan 12, 35 tenemos ya en todos los manuscritos: “que no os agarre la tiniebla". En todos los casos se usa katalambavnein.

Brown lee todo este fragmento en clave de creación, con continuas alusiones al Génesis, pero entendiendo la creación en un sentido que abarca la vida eterna también y no sólo la cosmológica. La vida era uno de los temas del yavista. Recordemos el árbol de la vida. Jn 8,44 menciona al demonio mentiroso, la serpiente del Génesis. El intento de las tinieblas por sofocar la luz ya está presente en la tentación del paraíso. La luz siguió brillando en un rayo de esperanza mesiánica.

La Pottérie, en cambio, concibe esta primera parte del prólogo como una serie general de enunciados sobre la vida del Verbo en Dios al margen del tiempo, su acción reveladora y su triunfo sobre las tinieblas sin referirse al Génesis ni a ningún otro episodio concreto. Sólo en la segunda estrofa se menciona la concreción histórica de esta revelación, de esta donación de vida y este triunfo sobre las tinieblas que tienen lugar en la encarnación. Es la hipótesis con la que nosotros venimos trabajando.

Para Juan Mateos la tiniebla es ante todo un poder hostil a la vida. Es una falsa ideología, una mentira, que al ser aceptada ciega al hombre, impidiéndole conocer el proyecto creador de Dios. Hay dos países limítrofes, el de la tiniebla y el de la luz. Jesús nos hace pasar de uno a otro. Quien anhela la vida optará por Jesús. Quien la reprime, obrando contra la naturaleza, opta por la tiniebla y frustra su desarrollo, su propia realización personal. La luz es Jesús; la tiniebla es el mundo, representado en esa coyuntura histórica por la institución judía, pero que puede estar representado en otras épocas por distintas instituciones o sistemas de poder que atenten contra la vida.


 

Primer  parÉntesis (versos 6-8) 

v.6: Hubo un hombre enviado de parte de Dios cuyo nombre era Juan.

v.7: Vino como testigo para dar testimonio de la luz, de modo que todos creyeran en él.

v.8: No era él la luz: vino sólo para dar testimonio de la luz

    Los que ven en el prólogo un himno preexistente piensan que estos versos son redaccionales del evangelista, lo mismo que los del segundo paréntesis. Otros piensan que éste sería el principio del evangelio, y sólo en una edición posterior se le añadió al principio la primera estrofa del himno.

Hay un intento claro de subordinar la persona del Bautista a la de Jesús ¿Quizás debido a polémicas con los discípulos del Bautista? Algo parecido ocurre también en el evangelio de la infancia de Lucas. Es posible que los partidarios del Bautista le diesen el apelativo de Luz, y que tanto Juan como Lucas traten de rebatir este título aplicándolo a Jesús y no a Juan.

Los que, como La Pottérie, piensan que este paréntesis forma parte del himno, ponen aquí el comienzo de la segunda parte del prólogo. Después de una consideración sobre el Verbo encarnado en su preexistencia y en su función reveladora y vivificadora, se pasaría ahora a narrar un acontecimiento puntual que ha tenido lugar en la historia.

Este acontecimiento empieza con el testimonio de Juan y sigue con la venida de la luz al mundo y las diversas respuestas de los hombres. Juan es la última voz profética del AT, testigo de un Mesías ya presente.

!Egevneto significa aparecer, en posición enfática. Podríamos traducir por apareció, surgió, o más humildemente hubo.

El 4Ev nunca habla del Bautista, sino de Juan. No necesita diferenciarlo del otro Juan. ¿Quizás porque el otro Juan era el autor mismo, y sus lectores lo sabían de sobra?

Se repite dos veces la idea de testimonio en sustantivo y en verbo. La primera es indeterminada; la segunda concreta la naturaleza del testimonio. Marturei'n y marturiva son vocablos típicamente juánicos (47 veces frente a sólo 6 en los sinópticos). Corresponden al vocabulario jurídico típico de Juan: acusar, argüir, defensor, juzgar, juicio, testimonio, testificar… La vida de Jesús es un gran proceso. El que hubo en los tribunales viene ampliado a toda la historia de Jesús. Cristo presenta sus testigos. El primero de ellos es Juan. El testimonio de Juan es un testimonio mesiánico “para que se manifieste a Israel”.

Juan no era la luz, sino sólo una lámpara (5,35). “Erat lux sed non erat vera lux” . “Era luz, pero no la verdadera luz” (Agustín) NON ERAT se repetirá después en boca del mismo Bautista: “Yo no soy el Cristo” (1,21).

Orígenes desarrolló un bonito comentario diciendo que Juan era la voz, pero no la palabra. La voz es sólo el vehículo para que una palabra pase de una mente a otra. Pero una vez que la palabra ya se ha transmitido y ha llegado a su destino, la voz desaparece. Dice San Agustín: “Vox Ioannis, verbum Christus. Tolle verbum, quid est vox?” “La voz era de Juan, la palabra de Cristo. Quita la palabra, ¿qué es la voz?”

 

SEGUNDA ESTROFA (v.9-14)

La Palabra en el mundo y las respuestas 

Para algunos esta estrofa se refiere en los versos 10-11 a la actividad de la Palabra en el AT, antes de la encarnación. En nuestra interpretación se refiere todo el tiempo a la encarnación histórica de la Palabra en Jesús. La Palabra que “estaba en el mundo” es Jesucristo que “ha venido al mundo” (3,19; 12,46), que está en el mundo (9,5) y tropieza con una repulsa. Los términos en que se expresa esta presencia de la Palabra y el rechazo que ocasiona son los mismos que se emplearán luego en la narración del ministerio de Jesús. 

v.9: La luz verdadera era la que ilumina a todo hombre con su venida al mundo.

Algunos interpretan el término “que viene-ejrcovmenon- como aposición de “hombre” y traducen: “Que ilumina a todo hombre que viene a este mundo”. Pero esto sería una repetición inútil. Además Juan no habla de los hombres que vienen al mundo, sino de luz que viene al mundo: 3,19; 12,46. El término ejrcovmenon es un participio de presente con carácter durativo, no puntual. No se refiere al momento concreto de la llegada, sino al hecho de la presencia. Por tanto aceptamos la traducción perifrástica de Brown “que estaba viniendo al mundo”, o mejor, “con su venida al mundo”.

Otros dan al verbo ser un valor absoluto en el sentido de existir: La luz existía. Otros le dan un valor copulativo traduciendo bien “El era la verdadera luz que ilumina…”, o como nosotros: “La luz verdadera era aquella que ilumina”. Así se acentúa mejor el contraste con lo anterior. Juan no era la luz, la luz verdadera era el Verbo.

El verbo iluminar -fwtivzein- se aplica en griego al sol, y así podemos ver una alusión a la llegada del verbo como un amanecer. Se refiere a la iluminación de la revelación, o según Barrett, al descubrimiento de lo escondido que hay en cada hombre.

Todo hombre: Aunque el universal abarca a todos los hombres, sin embargo el singular da una idea distributiva, ilumina a cada uno personalmente.

Luz “verdadera-ajlhqinov"-: es un tema que se repite en san Juan referido a los adoradores (4,29), el pan (6,32), la vid (15,1) y Dios (17,3).

La luz verdadera se opone a las luces falsas o parciales, a la luz de la primera creación y sobre todo a la luz de la Ley. Su luminosidad se refiere a su capacidad de ser visible y hacer visible, y también a su difusión.

 

v.10: En el mundo estaba, y el mundo había sido hecho por él, pero el mundo no le conoció.

El mundo en el 4Ev tiene un triple significado, según los distintos textos. Puede designar:

a) la creación: 11,9 …

b) el género humano: 3,16-19…

c) los hombres malvados y las estructuras del mal, sobre todo en la segunda parte del evangelio: 14,17…

Esta presencia en el mundo no se refiere en este momento a una presencia anterior a la Encarnación, porque en el verso anterior sino a la presencia del Verbo encarnado en el mundo: con su venida al mundo (v.9), “en el mundo estaba” (v.10), “vino a los suyos” (v.11). El imperfecto “estaba” se refiere a la presencia subsiguiente a su venida, tal como aparece después. “En medio de vosotros hay uno a quien no conocéis” (1,26).

El mundo no lo conoció: oujk e[gnw. Los dos verbos de conocimiento de Juan son eijdenai y ginwvskein. El primero supone un conocimiento ya adquirido, o una intuición comprehensiva, mientras que el segundo supone un conocimiento en proceso, un darse cuenta, captar, reconocer una verdad.

Reconocer es un paso previo a creer. Pero para creer en Jesús primero hay que reconocerlo como enviado del Padre, como luz. El pecado del mundo consiste en que “no reconoce al Padre ni a mí” (16,3).

 

v.11: Vino a los suyos y los suyos no lo acogieron

Literalmente, “vino a lo suyo”, ei[" ta; ijdia. La expresión reaparece en 19,27. El discípulo lleva a María ei[" to' i[dion. Parece subrayarse el hecho de que la herencia de Dios era Israel, La expresión idion denota propiedad. El pastor habla de las ovejas que le son propias (10,3.4). Jesús manifiesta su amor por los suyos (13,1). Al ver aquí una alusión a Israel en estos versos avanzamos más allá de la idea de versos anteriores y empalmamos con los textos sapienciales en los que está también inspirado el prólogo. En ellos se habla de que la sabiduría viene a la heredad de Dios y acampa en Israel (Si 24). Los suyos que no le recibieron son ante todo una parte del pueblo judío que le fue hostil. No lo acogieron: ouj parevlabon. ¿Dice algo más que el verbo e[labon del verso siguiente? Quizás acentúa la idea de rechazo.

 

v.12: Pero a cuantos le acogieron les dio poder para hacerse hijos de Dios.

La partícula pero introduce un contraste con el versículo anterior. Acoger es algo más que recibir pasivamente. Se trata de acoger a una persona, al Verbo, es decir, creer. “Cuantos” es un casus pendens o anacoluto de sabor aramaico (27 veces en Juan). Hemos corregido el anacoluto en la traducción para evitar un error gramatical en castellano.

Les dio poder: la ejxousiva es algo más que una mera posibilidad. No se trata de dar un mero título jurídico extrínseco, sino de causar un dinamismo interior.

Hacerse: givnesqai es diferente de ei[nai. Conserva un sentido dinámico de realidad en desarrollo, en crecimiento (12,36; 20,27). La adquisición de la condición de hijo es una dinámica progresiva.

Hijos = tevkna San Juan reserva la palabra griega uiJov" para Jesús y utiliza la expresión tevkna para nosotros, mientras que Pablo aplica también la palabra uiJov" para los cristianos. Juan ha subrayado más la diferencia entre la filiación divina de Jesús y la nuestra. El concepto de hijo es dinámico. No es algo que se es de una vez para siempre, sino algo que se va recibiendo de Dios, y se va desplegando en una actividad semejante a la de Dios. ”Si fuerais hijos de Abrahán haríais las obras de Abrahán”. Los que realizan las obras del diablo son hijos del diablo (8,44). Los hijos de Dios son los que realizan las obras de Dios.

Algo parecido expresa san Pablo con el doble uso del imperativo y del indicativo. Nos manda ser aquello que somos. El don es a la vez una tarea, la de asemejarse progresivamente. Dios no se sustituye al hombre, sino que le capacita para que éste pueda seguir realizándose. Y lo capacita haciendo que nazca de nuevo por la comunicación del Espíritu que impulsa creativamente desde dentro y no por una ley que impone un esquema fijo de naturaleza. 

A los que creen en su nombre

Pistevuein con dativo significa dar fe, dar crédito. En cambio pistevuein con la preposición eij" y acusativo significa prestar adhesión a alguien. Así pistevuein eij" to; o[noma significa prestar adhesión a alguien en cuanto que esa persona es lo que expresa su nombre. Toda la frase viene a ser un sinónimo de la expresión anterior “los que lo acogieron. ¿Por qué se ha repetido? Algunos piensan que es una glosa del redactor, pero se puede advertir que mientras que acogieron estaba en aoristo, creen está en presente y hace referencia no a un momento inicial de aceptación sino a una fe permanente.

 

v.13 Que no han nacido no de sangre, ni de deseo de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Algunos ven en este verso una glosa, un añadido redaccional. Pero el pensamiento es muy juánico. Establece la relación entre creer y ser engendrado. ”Todo el que cree que Jesús es el Mesías ha sido engendrado por Dios“ (1 Jn 5,1).

La crítica textual nos muestra una variedad en singular : “Los que creen en el nombre de aquél que no ha nacido de carne… sino de Dios”. Se estaría hablando del nacimiento virginal de Jesús y no del nacimiento espiritual de los creyentes.

Entre los defensores de esta lectura en singular está la primera edición de la Biblia de Jerusalén. En cambio en la última edición el texto está en plural, de acuerdo con la Vulgata y con la inmensa mayoría de los manuscritos griegos. Los defensores de la lectura singular sólo pueden aducir algunos testimonios de la tradición occidental, algún manuscrito latino, citas de Padres occidentales… Aducen además que la lectura en singular es más difícil, luego más verosímil. Presentan también argumentos de crítica interna. Según ellos afirmar que los creyentes no han nacido de varón es demasiado fuerte, sin embargo tendría pleno sentido hablando de Jesús. También sería extraño que se hable del nacimiento espiritual de los creyentes cuando todavía no se ha hablado de la encarnación del Verbo ni de su condición de Hijo. Si aplicamos este verso al nacimiento del Verbo se explica mejor la conjunción kaiv del verso siguiente.

Sin embargo nosotros hemos escogido la lectura plural ante la fuerza aplastante de los tes­­timonios manuscritos a su favor. Según esta lectura los creyentes son designados con una triple expresión:

-los que lo acogieron (aoristo).

-los que creen en su nombre (presente).

-los que han nacido de Dios (aoristo).

Habría una acción puntual situada en el pasado (acoger), que produciría un efecto presente (creer), lo cual deja ver algo que ocurrió simultáneamente con el momento de la acogida (nacer de Dios). Juan distingue dos maneras de ser hijo, una inicial, dinámica, expresada por el aoristo, y otra con el perfecto que supone una filiación perfecta, consumada (3,8; 1 Jn 3,2.6-9).

 

v.14: Y el Verbo se hizo carne

Se da un paralelismo con el v.1. El que existía, se hizo. El que era Dios, se hizo carne. El que estaba vuelto hacia Dios, viene ahora a habitar entre nosotros.

Desde el v. 1 no se había vuelto a nombrar al Logos. Sólo se le designaba con pronombres, aunque se estaba hablando de él todo el tiempo.

Carne designa en Juan la debilidad del hombre, su mortalidad, su creaturidad. Pero no tiene el matiz claramente negativo que tiene en Pablo indicando pecaminosidad. El Verbo ha asumido la limitación y la fragilidad humana, para hacer de ellas un lugar revelatorio de lo ilimitado de Dios, un tabernáculo. En el cap. 6 se hablará además de la carne en su sentido sacrificial: “Mi carne para la vida del mundo” (6,51).

Se hizo: ejgevneto. No se trata de asumir la apariencia, sino de asumir una nueva dimensión: la gloria y la carne no se yuxtaponen meramente, sino que se implican mutuamente. Es precisamente gracias a la carne como se va a poder revelar la gloria de Dios de una manera existencial en la obediencia filial y el amor hasta la muerte en cruz. Sin esta carne Dios no hubiera podido revelarnos hasta que punto nos ama y hasta que punto nos es fiel. La gloria que se revela en Cristo no es una gloria cualquiera, sino la del Verbo encarnado. La visión corpórea de Cristo en su entrega por amor da acceso a la fe en el verdadero Dios. 

Y acampó entre nosotros

Unos interpretan el verbo skhnou'n como equivalente de “habitar” sin más. Nosotros hemos querido introducir en la traducción el matiza de “acampar”, para que se explicite la alusión a la MORADA, o tienda del encuentro de Ex 25,8; Dt 4,7; Si 24,4-8). Para la idea de habitar sin más emplea Juan los verbos oijkei'n y katoikei'n. El verbo skhnou'n aparece cinco veces en el NT, siempre en los escritos juánicos. En el Apocalipsis sirve para designar la habitación de los justos con Dios y de Dios con los justos (Ap 7,15; 12,12; 21,3).

Este concepto cuadra mucho con la teología juánica de ver a Jesús como el Nuevo Templo. Ahora en la carne de Jesús reposa y se manifiesta la gloria de Dios que antes se manifestaba en el templo de Jerusalén. 

Y hemos visto su gloria

El verbo qea'sqai en Juan implica una contemplación prolongada, meditativa y escrutadora. Una contemplación que lleva a la fe (11,45) y al testimonio (1 Jn 4,14). Está en aoristo incoativo; algo que empieza y continúa.

La palabra “gloria” se dice en hebreo Kabod y viene de una raíz que lleva el significado de peso, majestad. En cambio en griego la palabra dovxa tiene otras connotaciones de brillo, visibilidad. 

Gloria que recibe del Padre

La palabra “del Padre” -para; patrov"- se puede aplicar a “gloria o a hijo”. Gloria de un hijo que procede del Padre, o gloria que proviene del Padre en cuanto Hijo. En ningún caso podemos traducir el wJ" por “como sí”, sino denotando una cualidad propia y no metafórica. Podemos recordar la expresión de “un cordero como degollado” de Ap 5,6. La gloria que los discípulos han contemplado se ha manifestado en toda la vida de Jesús empezando por Caná, pero de una manera muy especial en la crucifixión. 

La plenitud de la gracia de la verdad.

El término plhvrh" es un adjetivo, pero ¿con quién concuerda? Si consideramos su forma (nominativo masculino) tendría que concordar con Logos, pero si lo tomamos como indeclinable, podría determinar a gloria (acusativo femenino) o a monogenhv" (genitivo masculino). Juan Mateo prefiere verlo como determinante de gloria, y para evitar ambi­güedades lo traduce como un sustantivo en aposición: “la gloria, es decir, la plenitud”, o “la gloria que consiste en la plenitud”.

¿Cómo traducir los términos cavri" kai; ajlhvqeia Juan Mateos, Brown y otros ven en esta expresión un trasunto de los conceptos hebreos hesed y emet que aparecen en el AT como los atributos característicos de Dios. El siríaco usa las mismas palabras para traducir los término hebreos del AT y los términos griegos de san Juan. En Rm 15, 8 ajlhvqeia significa fidelidad. Con esta traducción se hace equivaler la plenitud de la gloria de Dios con su amor y su fidelidad, es decir, su amor fiel, amor gratuito y generoso, no absorbente, sino expansivo; amor leal que no miente, que se mantiene estable y del que se puede uno fiar. Esta es la gloria que han contemplado los discípulos en la donación del Espíritu que brota del costado de Jesús.

La Pottérie y otros prefieren ver en ajlhvqeia el concepto juánico de “verdad”. Cristo es verdad en cuanto que es revelador del Padre. En cuanto a la palabra cavri" no tendría aquí un valor teológico preciso, sino que equivaldría a “don”. Se trataría del don de la verdad. Arguyen ellos que los LXX no traducen hesed por cavri" sino por e[leo". A lo cual contesta Mateo que Juan no sigue con fidelidad los términos griegos de los LXX.

 

SEGUNDO  parÉntesis (verso 15) 

v.15: Juan da testimonio de él y sigue gritando: “Este es de quien dije: ‘El que viene detrás de mi se pone delante de mí, porque existía antes que yo. 

Se va a introducir aquí el último tema que es de la relación entre las dos dispensaciones de la gracia, la del AT y la del NT. El Bautista como último profeta del AT da testimonio diciendo que viene detrás de él uno que era antes. La perfección de la alianza está ligada al tema de las bodas. Kevkragen está en perfecto y no en aoristo para indicar que el testimonio sigue resonando.

 

TERCERA ESTROFA (versos 16-18) 

Se introduce ahora el importante tema de la correlación entre las dos alianzas, que será uno de los temas claves del evangelio. La conjunción oJtiv viene a ligar esta tercera estrofa con el testimonio de Juan. La comunidad cristiana testimonia ahora que efectivamente ha recibido de aquella plenitud que se contempla en el Verbo encarnado, y que esa plenitud desborda con creces el don de la Ley. Lo de después es mejore que lo de antes. El vino del final es mejor que el vino del principio.

Además se ofrece la explicación de por qué el que viene después puede ponerse delante: porque ya existía. La relación entre el contemplar la plenitud y recibir de la plenitud corresponde a los dos aspectos de la palabra dovxa resplandor y riqueza. La comunidad ha recibido de Jesús este don por haber creído en él.

 

v.16: Pues de su plenitud hemos recibido todos una gracia en lugar de otra gracia.

La expresión cavri" ajnti; cavrito" admite tres interpretaciones:

a) Correspondencia: un amor que corresponde a su amor. Su amor sería capaz de suscitar en nosotros como correspondencia otro amor.

b) Sustitución: una gracia que reemplaza a otra.

c) Acumulación: una gracia tras otra, gracia tras gracia.

Preferimos la idea de sustitución: la gracia de la verdad ha venido a tomar el lugar del don de la Ley. Algunos objetan que entonces se estaría considerando la Ley también como una gracia. Pero esto no es dificultad porque Juan no tienen una visión negativa de la Ley. Para Juan la Ley daba testimonio de Cristo (7,19), y así lo afirman los discípulos: “Hemos encontrado a aquél a quien la Ley anunciaba” (1,45). La oposición a la Ley se acentúa sólo en un contexto de controversia: “vuestra Ley” (10,34).

 

v.17: Pues si la ley fue dada por Moisés, la gracia de la verdad nos ha llegado por Jesucristo.

“Dar” una ley no es un término griego, sino una expresión semita, que alude a la idea de un don. La ley era un don, pero no era la plenitud del don. Moisés no pudo revelar el rostro de Dios, porque no lo había visto (Ex 33,16). Por medio de Moisés no se nos pudo revelar el corazón de Dios.

La oposición no se da entre la ley y la gracia, al estilo paulino, sino entre el don de la ley y el don de Jesús. Y en este momento aparece por primera vez el hombre de la persona de quien se nos ha estado hablando crípticamente desde el comienzo del prólogo: Jesucristo, Jesús el Mesías. Este término sólo aparece dos veces en Juan aquí y en 17,3 (cf. 20,31).

 

v.18: A Dios nunca lo ha visto nadie

Esta idea se repite varias veces en Juan. Ni siquiera Moisés vio a Dios (5.387; 6,46; 1 Jn 4,12.20). Nadie tiene pues derecho a imaginárselo. Todas nuestras imágenes de Dios son falsas. La única imagen verdadera de Dios nos la puede dar aquél que desde la eternidad contempla su rostro. 

El Hijo único, vuelto hacia el seno del Padre, él lo ha contado.

Ya hicimos notar los problemas de crítica textual de este versículo. Monogenh;" qeov" está mejor atestiguado. Monogevnh;" uiJov" es más juánico.

“Vuelto hacia el rostro del Padre”, no simplemente, “en el seno” del Padre. La expresión tiene un sentido dinámico. Precisamente porque está continuamente vuelto hacia el Padre es por lo que nos puede hacer su exégesis. Se cierra el prólogo allí donde empezó, en la trascendencia del Verbo.