LA PASCUA DEL PAN DE VIDA

A) INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO 6

B) MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES

C) CRISIS DE LOS DISCÍPULOS

D) LA SEÑAL DEL CIELO

E) EL DISCURSO DEL PAN DE VIDA

F) LA REACCIÓN DE LOS DISCÍPULOS

 

A) INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO 6

 

El capítulo 6 del 4Ev está situado todo él en torno a la fiesta de la Pascua y lleno de alusiones eucarísticas. Hay en él una unidad interna muy significativa.

La primera Pascua la había celebrado Jesús en Jerusalén, en su denuncia contra el culto del Templo. La tercera Pascua será la de su muerte. Esta segunda Pascua no la celebra en Jerusalén, sino en el campo, fuera ya de la institución que ha sido invalidada. Jesús esta vez no viaja a Jerusalén como todos los judíos piadosos. Invita a los suyos a salir. Va delante y los guía hacia el desierto, al descampado. Como en otras partes del evangelio encontramos un signo (multiplicación de los panes) y un discurso largo que desentraña el significado teológico de este signo. 

1. Estructura de este capítulo

Encontramos en él dos partes paralelas:

    a) Multiplicación de los panes (6,1-15).

    b) Crisis de los discípulos. Se alejan en una barca (6,16-19).

    c) Resolución de la crisis. Llegada a tierra (6,20-21) 

 

    a’) Discurso sobre el pan de vida (6,22-59).

    b’) Crisis de los discípulos (6,60-66).

    c’) Resolución de la crisis. Confesión de fe (6,67-71) 

 

2. Paralelos sinópticos

Se da en este capítulo un gran paralelismo con una secuencia bien atestiguada en los sinópticos. De hecho la multiplicación de los panes es el único milagro narrado en los cuatro evangelios. Si además tenemos en cuenta que Mt y Mc ofrecen una doble versión de este hecho y que probablemente se trata de duplicados del mismo milagro, nos encontramos con seis versiones evangélicas de la multiplicación. Todo un récord.

El paralelismo de la secuencia se da sobre todo entre Juan y Marcos. 

* Multiplicación para 5.000

Jn 6,1-15

Mc 6,30-40

*Jesús camina sobre el mar

Jn 6, 16-24

Mc 6, 45-54

Empalmando con el final de la segunda multiplicación en Marcos 

*Petición de un signo        

Jn 6,25-34

Mc 8.11, 13

*Observaciones sobre el pan

Jn 6, 35-59            

Mc 8,14-21

*Fe de Pedro

Jn 6,60-69             

Mc 8, 27-30

*Pasión y traición

Jn 6, 70-71            

Mc 8, 31-33

 Es verdad que las diferencias son también importantes. Lo que hemos llamado “observaciones sobre el pan” son 8 versículos en Marcos, mientras que en Juan es un discurso elaborado de 25 versículos. Pero la semejanza general de la secuencia no puede ser fortuita. Ambos evangelios están trabajando sobre una secuencia de acontecimientos tradicional idéntica. Y esto tanto si Jn se apoya sobre Mc directamente, como si ambos se inspiran en una fuente, o si ambos trabajan con fuentes diversas pero dentro de una misma tradición.

Vemos en este caso un ejemplo muy ilustrativo de cómo en el 4Ev el uso de materiales tradicionales no está reñido con una gran creatividad en el montaje, y en la función teológica que se atribuye a estos materiales dentro del montaje global de su evangelio.

No sólo la secuencia de acontecimientos, sino también el mismo vocabulario ofrece cantidad de semejanzas, aunque Juan introduzca como siempre su propio vocabulario tan personal.

 

B) LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES

 

1. El Banquete Pascual

Reseñaremos algunas de las múltiples alusiones al Banquete pascual, en el que, como es sabido, ocupan un importante lugar las tres matsot, o panes ácimos.

*Estaba cerca la Pascua (6,4).

*Le seguía mucha gente (6,3). Es todo un pueblo en marcha, un éxodo. El imperfecto del verbo -hjkolouvqei- indica no un hecho puntual, sino una actitud recurrente

*Jesús cruzó al otro lado del mar (6,1). Alusión al cruce del Mar Rojo.

*Subió al monte (6,3.15). Moisés en el éxodo sube dos veces al monte. La primera con los notables del pueblo (Ex 24,1-2.9.12) y la segunda, después de la idolatría, él solo (Ex 34,3). Así también Jesús sube primero al monte con sus discípulos (6,5), y luego, después de su abandono subirá el solo. Curiosamente el 4Ev es el único que sitúa la multiplicación en el monte. Mientras que en general los sinópticos, sobre todo Mateo, insisten en la actividad de Jesús en el monte, Juan en cambio sólo sitúa a Jesús en un monte en este pasaje.

*Pone a prueba la fe de los discípulos (6,5), preguntándoles dónde se puede comprar pan para tanta gente. También Dios puso a prueba la fe de su pueblo en el desierto a propósito del alimento.

*Reminiscencias en el diálogo: “¿De dónde voy a sacar carne para darla a todo este pueblo?” (Nm 11,13, cf. Jn 6,5). “Aunque se mataran para ellos rebaños de ovejas y bueyes, ¿bastaría acaso?” (Nm 11,22, cf. Jn 6,7 y 2R 4,3).

*La comida milagrosa está puesta en paralelo con el maná del desierto, como veremos al estudiar el discurso del pan de vida.

*Jesús manda a la gente que se recueste. El verbo griego usado es el mismo que se utiliza para sentarse o mejor recostarse a la mesa (ajnapivptein). La multitud se nos presenta como comensales de un banquete.

*La mención de la yerba, aunque aparece también en Marcos, puede tener un significado simbólico. Por una parte nos ayuda a situarnos en primavera, y por otra parte nos recuerda las praderas de yerba tierna del Buen Pastor en el salmo 23,2.

*Los doce cestos que se recogen pueden designar a las doce tribus de Israel, el Israel mesiánico que ha sido recogido para que ninguno se pierda (i{na mhv ti ajpovlhtai). Este término de recoger o reunir los pedazos restantes es el mismo que usa el 4Ev cuando nos dice que Jesús murió para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos (11,52).

*La abundancia mesiánica: se subraya que todos quedaron saciados. El signo de Jesús supera con mucho el milagro de Eliseo que con veinte panes de cebada dio de comer a cien. “Así dice YHWH: ‘Comerán y sobrará’. Se lo dio, comieron y dejaron de sobra” (2 R 3.43-44). La pregunta de Jesús a Felipe: “¿Dónde compraremos panes para que coman éstos?” (6,5), y la respuesta de Felipe “200 denarios de pan no bastan para que cada uno reciba un poco” nos recuerdan el diálogo entre Eliseo y Guejazí: “¿Qué hago yo con esto para cien personas?” (2R 4,43) y el diálogo de Moisés con Dios: “Aunque se mataran para ellos rebaños de ovejas y bueyes, ¿bastaría acaso?” (Nm 11,22).

    Ya el Salmo anunciaba “Los pobres comerán y quedarán hartos” (Sal 22,27), aludiendo al banquete mesiánico de Is 55,1. En el salmo 72, salmo mesiánico, se desea que para la llegada del Mesías abunde la mies en los campos, y ondee en lo alto de los montes (72,16). Esta abundancia ha sido expresada ya por el 4Ev con la imagen del vino generoso de Caná, y el agua que quita la sed. Agua, pan y vino son signos sensibles de los bienes que trae Jesús.

*Las murmuraciones. Las quejas de los judíos son también tema pascual del éxodo. En el v. 41 aparece el verbo gogguvzein que es el mismo del Éxodo (16,2.7.8), y de 1 Co 10,10 para describir las críticas del desierto.

*En Pascua esperaban los judíos la llegada del Mesías. En los dichos rabínicos se afirma que en los tiempos del Mesías, como señal de abundancia estaría el suelo cubierto de panes de cebada (J. Mateos, p.318). En el antiguo poema de las “Cuatro noches”, el rey Mesías vendrá la última Pascua junto con Moisés y la Palabra del Señor (Panimolle II,167). 

2. Sugerencias eucarísticas

Una segunda clave de lectura del pasaje es el de las continuas referencias implícitas a la eucaristía. Juan no relata la institución del sacramento en la tercera Pascua, pero ahora en la segunda, durante el banquete sobre la hierba, se multiplican las alusiones simbólicas. Los sinópticos insinuaban ya el tema, pero en el 4Ev aparece aún más acentuado.

Es Jesús mismo quien distribuye los panes, mientras que en los sinópticos parece que sean los discípulos. Igualmente en el 4Ev la iniciativa viene de parte de Jesús, mientras que en los sinópticos la iniciativa viene de los discípulos. Solamente Juan recoge el encargo de Jesús de que recojan los pedazos para que nada se pierda.

Los verbos usados en el acto de la multiplicación son los propios de la liturgia eucarística: tomó -evlaben-, bendijo -eujcaristhvsa"-, y dio -dievdwken-. Sólo falta el verbo partir -katevklasen- que era una referencia típica a la fracción del pan. La ausencia de este verbo queda suplida por la referencia final a los fragmentos sobrantes -klavsmata- (6,12) que da un cierto simbolismo misterioso a este pan.

El verbo eujcaristei'vn es el mismo que usaron Pablo y Lucas en el relato de la institución (Lc 22,19; 1 Co 11,23) y diverso del verbo bendecir -eujlogein- de MM que es el que mejor traduce el rito hebreo de la bendición del pan.

Los panes de cebada se usaron para la eucaristía en los primeros siglos. El verbo usado para describir a los comensales en 6,11 -anakeivmenoi- es el mismo que se usa para los discípulos en la Última Cena (13,28).

Pero por supuesto el dato que da un sabor más eucarístico al todo el pasaje es el sermón del Pan de vida que analiza más tarde el significado del signo. A los judíos se les reprende porque habían comido pero sin entender el significado profundo de esta comida. 

3. Dimensión comunitaria

Si bien Jesús ocupa el lugar central, tiene la iniciativa y reparte él mismo los panes personalmente, sin embargo hay también una fuerte presencia de los discípulos en este pasaje. Jesús sube al monte con ellos y les pone a prueba para ver la intensidad de su fe. Ellos serán más adelante los servidores del pueblo, los encargados de alimentarlo.

Se menciona a Felipe y a Andrés como interlocutores de Jesús. Son curiosamente los mismos interlocutores de la escena de los griegos que querían ver a Jesús (12,22), lo que refuerza el sentido de una cierta mediación de los discípulos entre Jesús y la multitud. Por otra parte los discípulos, como en general sucede en Juan, salen del anonimato sinóptico, y dialogan con Jesús en una relación de amistad. Mientras que en los sinópticos el único que habla es Pedro, en el 4Ev hablan Pedro, el discípulo amado, Andrés, Tomás, Judas Tadeo, Natanael, Felipe.

Lo mismo que ocurrió en la escena de Caná, la tarea asignada a los discípulos es realizada no por ellos mismos, sino por un personaje simbólico que les representa. En Caná eran los sirvientes, ahora es el muchacho que tiene los cinco panes de cebada y los dos peces. Este muchacho recuerda al criado de Eliseo, Guejazí. que participó en la multiplicación del profeta y a quien los LXX llaman  lo mismo que el 4Ev (Jn 6,9 = 2R 4,12.14.25; 5,20). Quizás el papel que representa este muchacho en el evangelio no es muy lejano al del “esclavito indigno” con el que Ignacio quiere que nos identifiquemos en las contemplaciones evangélicas.

El muchacho representa al grupo de los discípulos. Es pobre, pequeño, y su alimento de ínfima calidad. La pobreza del pan de cebada podría aludir al “pan de la miseria” del seder pascual. La comunidad de Jesús se presenta ante el mundo como un grupo socialmente humilde, dedicado al servicio de los hombres.

La insuficiencia de lo que tienen es causa de vacilación. La gran duda del apóstol es siempre la constatación de la inadecuación de los recursos en proporción a la tarea a realizar, que no es nada menos que calmar el hambre de la multitud. Jesús tienta a los suyos, es decir los pone en situaciones extremas para poner a prueba su fe, y para hacerles constatar que los medios y el esfuerzo humano, por más generosos que sean, son insuficientes para saciar.

Juan Mateos en su exégesis simbólica llega a ver en el dinero de los denarios mencionados una condena del sistema económico (6,7). El culto del dinero había desplazado a Dios en el templo de la primera Pascua, y ahora Jesús no quiere recurrir al dinero para saciar el hambre de la gente. El dios-dinero estaba instalado en el gazofilacio del templo y en los puestos de los mercaderes. Lo que Jesús da no puede comprarse con dinero y doscientos denarios (el jornal de más de medio año) no basta. Pero los discípulos deben poner generosamente a disposición de Jesús sus cinco panes de cebada y sus dos pescados. La abundancia se produce cuando todo se comparte. La penuria sucede cuando unos pocos acaparan todo. La generosidad de Dios multiplica lo que la comunidad tiene cuando ésta lo pone al servicio de los pobres.

Pero para esto hay que salir de la estructura del Templo. En el descampado Jesús puede enseñar a los suyos un estilo de vida alternativo, distinto del de las instituciones de “este mundo”. La vida de la comunidad en el desierto es una alternativa de las estructuras económicas del mundo. 

4. Reacciones ante el hecho

El capítulo 6 es un momento de inflexión o de crisis importante que también los sinópticos han recogido y que suele denominarse “crisis galilea” y divide el ministerio de Jesús en dos partes.

La crisis consistió en un desengaño por parte de la multitud, una hostilidad creciente por parte de las autoridades judías, y un conato de deserción por parte de los discípulos. En este momento se produce una reacción decisiva a favor de Jesús capitaneada por Pedro que asume un protagonismo decisivo.

El signo de la multiplicación lleva a la multitud a tratar de hacer Rey a Jesús tras reconocerle como “el Profeta que tenía que venir al mundo” (6,14,15). Pero Jesús no se fía de este entusiasmo basado sobre signos espectaculares, “porque sabía lo que hay dentro del hombre” (2,25).

Jesús huye solo al monte, como Moisés. ¿Intervinieron también los discípulos en aquel arrebato de entusiasmo? Por lo que sabemos de sus ambiciones políticas, no es de extrañar que fueran cómplices de este movimiento de la muchedumbre. En seguida veremos que cuando Jesús huye al monte, los discípulos se embarcan sin que les haya dado ninguna indicación de hacerlo. ¿Se trata de una deserción? ¿Estaban decepcionados del comportamiento de Jesús?

Moisés también se retiró solo al monte después de la idolatría del pueblo (Ex 34,3-4). El pueblo quiere crear un Mesías a su propia imagen. Quiere ídolos de oro. En el monte de la cruz Jesús será proclamado también rey y los discípulos le dejarán sólo (16,32).

 

C) CRISIS DE LOS DISCÍPULOS: JESÚS SOBRE LAS AGUAS

 

1. Cotejo con los sinópticos

Hemos visto ya algunos de los paralelos sinópticos en el relato de los panes, sobre todo paralelos con Marcos: la gran muchedumbre (Mc 6,34 = Jn 6,2; los cinco panes y los dos peces (Mc 6,38 = Jn 6,9); la hierba verde o abundante (Mc 6,39 = Jn 6,10); los 5.000 hombres (Mc 6,44 = Jn 6,10), los doce canastos de sobras (Mc 6,42 = Jn 6,13).

También vimos los paralelismos en la secuencia de todo el pasaje global. También podemos ver muchos paralelismos en el relato de Jesús sobre las aguas en Marcos y Juan 

Jn 6

Mc 6

 

 

16. Cuando llegó la tarde

47. Llegada la tarde

      los discípulos subieron a la barca

      mandó a los discípulos subir a la barca

18. Soplaba un fuerte viento

48. El viento era contrario

19. Ven a Jesús caminar sobre el mar

49  Viéndole caminar sobre el mar

      Tuvieron miedo.

      (Gritaron de miedo Mt 14,26).

20. Yo soy. No temáis

50. Soy yo, no temáis.

21. Querían cogerlo en la barca

51. Subió a la barca

Juan omite muchos detalles de la tradición sinóptica. No habla de la oración en el monte (Mc 6,46), ni de la confusión con el fantasma (Mc 6,49) ni de que el viento se calmó al subir Jesús a la barca (Mc 6,51).

Añade algunos detalles y cambia notoriamente algunos de los datos sinópticos. En el 4Ev los discípulos embarcan por propia iniciativa, sin que Jesús se lo mande (ver en cambio Mc 6,45). En Juan los discípulos había remado ya cinco o seis kilómetros. Querían subirlo a la barca, pero al punto llegaron a tierra.

En seguida veremos el significado que tiene la escena en su conjunto, especialmente los datos introducidos por el 4Ev, que podrían pertenecer a la tradición propia, o haber sido introducidos redaccionalmente por el propio evangelista con una intención teológica deliberada. 

2. Significado de la escena

Dado el significado general del capítulo, la ida de los discípulos sin que Jesús se lo mande puede indicar una deserción, motivada sin duda por su decepción al ver que Jesús ha rechazado la realeza y se ha fugado al monte.

La referencia a la oscuridad de los discípulos en la barca, puede ser un dato contenido en las fuentes, pero en Juan no deja de tener un valor simbólico aludiendo a la crisis espiritual de los discípulos.

“Se les había echado encima la oscuridad” (6,17). Una variante dice katelavbh, que es el término usado en 12,35: “Caminad mientras tenéis luz, que no os cojan las tinieblas”, el verbo usado también cuando se nos dice que “la tiniebla no pudo coger a la luz”, esto es señorearse de ella (1,5). Los discípulos han sido captados por la tiniebla y no saben dónde van.

La culminación del relato está en la frase de Jesús YO SOY. Como en otras ocasiones, Jesús se muestra como quien ostenta el nombre divino, y este debe ser el motivo para que los discípulos pierdan su temor. Jesús se muestra también como señor de las fuerzas de la naturaleza. Su cuerpo no está sometido a las leyes físicas. Este signo, junto con el de la multiplicación, prepara al lector para el discurso del Pan de Vida y el anuncio desconcertante de que Jesús puede dar su cuerpo en alimento.

Este pasaje empalma también con el tema pascual del éxodo. En la Haggadá de Pascua se relaciona el maná con el paso del Mar Rojo, y se insiste en la fórmula: “Yo soy el Señor”.

El salmo 77,19 describe poéticamente el paso del Mar Rojo diciendo: “El camino de Dios estaba sobre el mar; tu sendero sobre las muchas aguas, pero no se veían tus huellas”. El tema revelatorio de la teofanía de Dios sobre las aguas turbulentas y el mar encrespado es corriente en los salmos (Sal 29,3; 104). Especialmente significativo es el texto de Is 51,6-16, en el que alude al retorno de Babilonia como un nuevo éxodo, en el que los redimidos pasan por las honduras del mar y el Señor abre camino entre las aguas. Según algunos expertos este texto de Isaías se leía en las sinagogas precisamente en los días de Pascua.

 

D) LA SEÑAL DEL CIELO

Este pasaje es el prefacio al discurso del Pan de vida. Nos situamos en Cafarnaún. La gente que estaba al otro lado del lago se da cuenta de que los discípulos se marcharon en la única barca sin Jesús. Surge en ellos la curiosidad de saber cómo ha atravesado el lago. En el fondo es esta curiosidad la que da pie a la pregunta “¿cuándo has llegado aquí?” o “¿desde cuándo estás aquí?”.

Esta pregunta inicia un diálogo que tiene cierta semejanza con el de la samaritana.  

Jn 6

Jn 4

25. Maestro, ¿desde cuándo estás aquí?

9. ¿Cómo tu, siendo judío me pides de beber

 

     a mí que soy Samaritana?

27. No trabajéis por el alimento que perece

13. El que bebe de este agua volverá a tener sed.

30-31. ¿Qué signo realizas tú

11-12. ¿De dónde vas a sacar ese agua?

         para que viéndolo creamos?

   ¿Vas a ser tú más que Jacob que nos dio el pozo?

32-33. Es mi Padre quien os da el verdadero

14. El que bebe del agua que yo le daré nunca más

         pan del cielo… que da vida al mundo

      el agua será en él un manantial de vida.

34. Señor, danos siempre ese pan

15. Señor, dame de esa agua.

En la secuencia de acontecimientos del evangelio de Marcos también encontramos después de la multiplicación de los panes la petición de un signo, y Jesús hace unas observaciones sobre el pan, en las que indica que no han comprendido el significado de la multiplicación.

Con su habitual maestría Juan va a construir sobre este tema tradicional un precioso discurso, en el que aquellas sencillas observaciones sobre el pan en Marcos se transforman en uno de los más trascendentales discursos del evangelio.

Comienza este prefacio con el análisis de un malentendido. Jesús reprocha a la multitud que no han entendido el significado del signo y se han quedado sólo a nivel del prodigio, del alimento material, y no se han remontado a considerar el significado de ese pan que Jesús ha venido a ofrecer.

“Me buscáis, no porque hayáis visto signos”. Han visto la multiplicación, pero no han contemplado ningún signo, es decir, no la han visto en cuanto signo. Jesús va a educar su fe para guiarla hacia los valores definitivos.

La misma interpretación equivocada del pan y la levadura se da en los sinópticos (Mc 8,16-17; Mt 16,12). Esto le da oportunidad a Jesús para insistir en el dualismo entre arriba y abajo, temporal y definitivo, carne y espíritu.

Surge otro malentendido en torno al verbo trabajar. Jesús les dice: “No trabajéis por el alimento que perece, sino por el que permanece hasta la vida eterna?” (6,27). Ellos le preguntan: “¿Qué trabajos tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?” (6,28). Encontramos aquí en lenguaje juánico el gran tema paulino de la fe y las obras.

El pan de Dios es un don (“lo dará el Hijo del hombre”). El único trabajo que se requiere en el hombre es creer. El contraste no es entre fe y trabajos, cuanto entre trabajo y trabajos. Los judíos piensan en términos de obras humanas para conseguir la vida definitiva. Pero la única obra que de pide de nosotros es la fe. “El trabajo que Dios quiere es éste: que creáis en su enviado” (6,29). Esta fe, obra del hombre, es también don de Dios, como se afirmará más adelante (6,44.65), pero el hombre tiene su parte de responsabilidad, porque puede rechazarla.

La exigencia de fe provoca la hostilidad de los judíos. Estaban dispuestos a hacer obras, pero no estaban dispuestos a creer, y piden un signo. “¿Qué signo realizas tú para que viéndolo creamos? (6,30). Los judíos esperaban que en los últimos tiempos se habría de reproducir el signo del maná. “El tesoro del maná descenderá otra vez de lo alto y comerán de él en aquellos años” (2 Baruc 29.8). “No encontraréis el maná en esta edad, pero lo encontraréis en la edad futura” (Midrás mekilta a Ex 16,25). “Banquetearán con el suave pan del estrellado cielo” (Oráculo sibilino. Textos en Brown I 486-487).

De una manera general esta petición de signos por parte de los judíos está bien documentada históricamente (1 Co 1,22). Pero el signo encierra siempre una ambigüedad. Por una parte Jesús está dispuesto a realizar signos, y los signos suscitan la fe en algunos casos (2,11; 4.53; 7,31). Pero Jesús nunca realiza los signos en respuesta a sus adversarios. Los ofrece libre y gratuitamente como una ofrenda de amor.

Los signos no siempre suscitan la fe (2.23; 10.24). Las obras de Jesús conducen hacia el umbral de la fe. En este momento hay que dar un salto hacia su aceptación. El que rechaza estos signos de Jesús empieza a sentirse culpable. “Si no hubiera realizado entre ellos las obras que ningún otro ha hecho, no tendrían ninguna culpa” (15,24).

La alusión al maná se convierte en labios de los judíos en un desafío como también había sido un desafío la petición de un signo tras la expulsión de los mercaderes (2,18). Jesús va a responder a este desafío en ambos casos diciendo que les dará el signo que piden, pero de una manera distinta a como la esperan.

 

E. EL DISCURSO DEL PAN DE VIDA

 

1. Estructura del discurso 

Vamos a dividir este discurso en tres partes. En todas se repite el mismo esquema. Cada unidad comienza con una afirmación solemne de Jesús que contiene una palabra equívoca y da pie a una mala interpretación del auditorio. Los oyentes entonces hacen una pregunta o una observación sarcástica. Esto da pie a que Jesús les explique el tema de una manera más profunda.

Ya hemos visto que en la introducción había dos equívocos en las palabras signo y trabajar. El sermón propiamente dicho comienza en el v.32 cuando Jesús hace la exégesis del texto bíblico citado por los judíos: “Les dio a comer pan del cielo” (Sal 78,24).

Jesús va a hacer una lectura revolucionaria de este texto, reinterpretando cada una de sus palabras: pan, del cielo, comer. Estas serán las tres partes del discurso. 

1. El pan que da la vida

6,32 a) Afirmación solemne: Mi padre os da el verdadero pan del cielo.

  34 b) Reacción de los judíos: Malentendido sobre el pan.

  35 c) Explicación de Jesús: el designio del Padre: vida definitiva.

 

2. El pan bajado del cielo

  38 a) Afirmación solemne de Jesús: Yo soy el pan bajado del cielo

  41 b) Reacción: malentendido sobre el término “bajado del cielo”.

  43 c) Explicación de Jesús: ser atraído por el Padre. 

 

3) Comer la carne

  51 a) Afirmación solemne de Jesús: el pan es mi carne para la vida del mundo.

  52 b) Reacción: malentendido sobre el comer la carne.

  53 c) Explicación de Jesús: comer para vivir en él. 

P. Borgen ha visto en el discurso un ejemplo del guión de las homilías de las sinagogas, según los esquemas exegético rabínicos. Estos esquemas contienen:

1. Cita de la Escritura (Torah).

2. Paráfrasis verbal de la cita.

3. Comentario al texto palabra por palabra.

4. Cita secundaria (Profetas) que ayuda a desarrollar la principal.

5. Repetición final de la cita del principio. 

El discurso del Pan de vida se aproxima mucho a este esquema. La cita bíblica principal es dada por los judíos: “Les dio pan del cielo” (Ex 16,14-15). Jesús parafrasea primero esa cita con una exégesis originalísima. No leáis “Moisés les dio pan del cielo para comer”, sino “Mi Padre os da pan del cielo”.

Seguidamente se hace la explicación de cada una de las palabras: pan, del cielo, para comer. Cada palabra si introduce mediante el recurso al equívoco y al malentendido de los oyentes.

En la explicación de la palabra intermedia se introduce la segunda cita, la de los Profetas: “Todos serán enseñados por Dios” (cita libre de Is 54,13), que le ayuda a desarrollar el tema de la fe.

A. Guilding ha estudiado el ciclo de lecturas continuadas que se hacía en las sinagogas en tiempo de Pascua, y aparecen estos textos utilizados por Jesús en su homilía y otros a los que se alude al largo del capítulo 6 del 4Ev.

2. Interpretación del Pan de vida

El discurso debe ser entendido en clave pascual, como todo el capítulo. Hay un contraste fundamental entre el pan del cielo, el maná que comieron los padres en el desierto, y el verdadero pan del cielo que es Jesús. La diferencia fundamental entre los dos es que el verdadero pan da la vida definitiva, mientras que el maná no era capaz de dar vida duradera. “Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron” (6.49). No se trata sólo de la muerte temporal, sino del fracaso definitivo. De hecho no consiguieron entrar en la tierra prometida y murieron todos en el desierto (Nm 14,21-23; Jos 5,6; Sal 95,7). La vida definitiva, que da Jesús, no se caracteriza sólo por su duración, sino sobre todo por su calidad.

Durante la primera parte del discurso Jesús de define a sí mismo como Pan, en cuanto que él es la revelación del Padre. La invitación no es tanto a comer, cuanto a creer. La recta actitud del hombre ente el pan del cielo es creer en Jesús, venir a Jesús.

Al hablar del agua de vida, recorrimos todas las citas de los libros sapienciales en los que la sabiduría de Dios se presenta como un banquete, la oferta de pan y agua. Jesús se presenta ahora como el Logos que sacia con su palabra el hambre y la sed de los hombres. Sin embargo hay una diferencia fundamental entre el agua y el pan. Jesús nunca se identifica con el agua. Nunca dice: “Yo soy el agua”, sino “Yo doy el agua”. El agua es un don de Jesús. En cambio al hablar del pan, Jesús dice: “Yo soy el pan”, “Mi padre es quien os da el pan”. El dador es el Padre y Jesús el don. En cambio al hablar del agua, el dador es Jesús y el don es el Espíritu.

Aunque en esta primera parte del discurso se habla de Jesús como revelador, ya se está insinuando el significado de la segunda parte en que Jesús se ofrece sacramentalmente como comida.

Nunca se deben separar estos dos aspectos desarrollados en la primera y la última parte del sermón: el aspecto sapiencial y el sacramental. No se puede comer sacramentalmente la carne de Jesús sin adherirse a su revelación, sin comulgar con su mensaje. No se puede creer en Jesús sin entrar en profunda comunión con su acto de entrega, con su cuerpo y su sangre ofrecidos por la vida del mundo. 

3. El tema de la fe

Paralelamente a la explicación del signo del Pan, se va desarrollando la teología del acto de fe, al hilo de la segunda cita de la homilía.

Creer en Jesús es lo mismo que venir a Jesús. “El que viene a mí no pasará hambre, el que cree en mí, no tendrá sed”. La manera de aprovecharse de este pan, de comerlo y beberlo, es creyendo en Jesús, viniendo donde él. Es “viendo al Hijo y creyendo en él” como poseeremos la vida definitiva que nos da este pan (6,40).

Pero para creer en Jesús, para realizar la obra de Dios, tiene uno que “ser atraído por el Padre”. En el designio salvador del Padre, los creyentes han sido entregado previamente a Jesús por el Padre (6,36), y experimentan consiguientemente un fuerte tirón hacia Jesús. (6,44) y vienen a él (6,37).

Jesús no rechazará a ninguno de los que vienen a él, porque en este acto de acercarse Jesús reconoce que no vienen por iniciativa propia, sino que es el Padre quien los atrae. Al dar la vida definitiva, al resucitar a los creyentes, Jesús no hace sino realizar la voluntad del Padre y acoger a aquellos que el Padre le ha confiado.

Los que vienen a Jesús han escuchado al Padre, se han hecho discípulos de Dios. Nadie se convierte en discípulo de Jesús si previamente no ha acogido la invitación del Padre a creer en su Hijo. La iniciativa es toda del Padre. Es él quien da el pan y quien da el hambre. La vida que comunica el Padre la da comunicando el Pan del cielo, y simultáneamente dando un tirón que empuje a los hombres hacia Jesús.

Los hombres sólo pueden escuchar esta intimación del Padre a venir a Jesús. Pero no pueden ver al Padre. La escucha se limita sólo a esta palabra que invita a ir a Jesús. Es la única palabra que el Padre pronuncia interiormente. Escuchar esta palabra es constituirnos en discípulos del Padre. Pero ya todo lo demás nos lo enseña Jesús. A partir de ese momento los discípulos del Padre se convierten en discípulos de Jesús, que ha sido declarado camino, verdad y vida. Algo semejante sucedía en la Transfiguración sinóptica. Allí la voz del cielo invitaba a los tres apóstoles a escuchar a Jesús, a hacerse discípulos del Hijo. Acoger esta palabra del Padre nos constituye en discípulos del Hijo.

Si Jesús puede dar la vida es porque ha descendido del cielo. De aquí el problema sobre los orígenes del Jesús. Los judíos entienden la frase “bajado del cielo” en sentido literal, como si Jesús fuera un extraterrestre, sin padre ni madre, ni raíces humanas. Pero Jesús les va a mostrar que es precisamente en la carne humana conde el Espíritu puede vivificar. Es en la carne y la sangre, en su Humanidad nacida de María, donde puede hacer entrar en comunión con la vida de Dios. Los orígenes humanos de Jesús no son un obstáculo para su procedencia divina. Son los que hacen que esa procedencia divina sea salvífica para nuestra carne. 

4. El pan de la eucaristía

A partir del último malentendido sobre el comer la carne, se inicia el desarrollo del tema eucarístico. Si anteriormente el pan era Jesús en cuanto revelación del Padre, ahora el pan va a ser el mismo Jesús, en cuanto ofrecido y entregado voluntariamente a la muerte por amor. Hemos pasado del signo del maná al signo del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

La separación de la carne y la sangre significa la muerte. Jesús va a dar la vida muriendo. No se puede dar vida sin dar la vida. El creyente es invitado a entrar en comunión con este amor sacrificial. Comer su sangre y beber su sangre es entrar en comunión con su muerte, para poder entrar en comunión con su vida que recibe del Padre. El comer y beber la sangre de Jesús lleva a vivir la vida de Jesús y a permanecer en él.

Esta última parte del discurso está introducida por una afirmación: “El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo” (6,51). Algunos piensan que ésta sería la fórmula juánica de la institución de la eucaristía, paralela a la forma de Pablo y Lucas (fórmula antioquena). Al no existir en arameo la palabra cuerpo, es más probable que las palabras mismas de Jesús fueran “Esta es mi carne”, y que Juan haya conservado de forma más literal que los otros relatos los ipsissima verba de la institución.

Brown sugiere que este fragmento pertenece a la narración juánica de la última Cena, y que el redactor final trasladó estos versículos a este lugar para ponerlos en el contexto del Sermón del Pan de vida.

El pan eucarístico se identifica con la carne de Jesús, y la carne de Jesús es su persona. Para evitar que ese comer se entienda en un sentido meramente sapiencial, Juan usa el verbo trwgei'n, mientras que en la primera parte se usaba el verbo fagei'n. El primero tiene un sentido más crudo de masticar con los dientes y es menos espiritualizable que el segundo. Pero la eucaristía no es sólo una manducación, sino una comunión con Cristo en la adhesión a su mensaje.

La entrega, la muerte por amor, puede convertirse en alimento para los demás. Comemos la carne de Cristo para comulgar en esa actitud de entrega. Bebemos su sangre para estar nosotros también dispuestos a derramar la nuestra. “El que me come vivirá por mí, lo mismo que yo vivo por el Padre”. La comunión nos lleva a vivir de Jesús de un modo semejante a como Jesús vive del Padre.

 

F. LA REACCIÓN DE LOS DISCÍPULOS

 El ministerio de Jesús en Galilea terminó con una crisis según los sinópticos. También en el 4Ev se produce una crisis en el seno de la comunidad de los discípulos. Con distinto vocabulario y distinta teología, sigue Juan en este capítulo el esquema tradicional que aparece en los sinópticos. 

Jn 6

Mt 16 (Mc 8)

v. 67: Jesús pregunta a los Doce:

v.15: Jesús pregunta a los Doce

¿Quién decís que soy yo?

¿También queréis marcharos?

 

 

v. 69: Pedro responde

v.16: Pedro responde

“Tú eres el Mesías”

“Tú eres el consagrado de Dios”.

 

 

v.63: La carne no sirve para nada

v.17: Esto no te lo ha revelado la carne

v.65 Nadie puede venir a mí

ni la sangre,

  si mi Padre no le atrae

sino mi Padre

 

 

v.71: Anuncio de la traición de Judas

v.21: Primer anuncio de la Pasión

v.70: Os he escogido a los Doce

v.23: Jesús dice a Pedro

  y uno es un diablo.

Quítate de mi vista, Satanás.

Es verdad que las diferencias son también muchas, pero no debe extrañarnos cuando sabemos la libertad con la que Juan manipula sus fuentes, o los elementos tradicionales, para adaptarlos a sus montajes teológicos. Juan sitúa la confesión de Pedro en Cafarnaún, mientras que MM la sitúan en Cesarea de Filipo, a unos 60 kms. Pero hay que tener en cuenta que casi todos los elementos de la escena de Cesarea en Mateo aparecen también en otros lugares del evangelio de Juan (Mt 16,16 = Jn 1,41; Mt 16,17 = Jn 6,63.65; Mt 16,18 = Jn 21,15; Mt 16,19 = Jn 20,23.

La mayor parte de los comentaristas piensan que esta escena de las reacciones de los discípulos estaba originalmente situada después del v. 50, y que la última sección del discurso del Pan de vida (sección sobre el comer la carne) ha sido añadida por un redactor en una de las últimas fases de composición del evangelio.

Efectivamente, la sección que ahora estudiamos (60-71) empalmaría mucho mejor con el v. 50 que con el 59. Los judíos no podían soportar la pretensión de que Jesús había bajado del cielo, y ahora Jesús les pregunta qué sucedería si le viesen ascender al cielo.

Lo que está en juego no es una discusión meramente académica sobre la prehistoria del evangelio, sino la interpretación que hay que dar al versículo “la carne no aprovecha para nada” (v.63). Si consideramos que esta frase venía inmediatamente después del discurso sobre comer la carne eucarística de Jesús, resulta extraño que se nos diga en ese contexto que la carne no sirve para nada.

En cambio si pensamos que nuestra sección 60-71 venía originalmente detrás del v. 50, y que el pasaje sobre la carne eucarística fue añadido después, entonces habría que entender la afirmación despectiva sobre la carne en referencia a la naturaleza humana contrapuesta al espíritu, en el sentido que aparece en la conversación de Nicodemo: “Lo que nace de la carne es carne…” (3,6).

La retirada de muchos de los discípulos contrasta con el entusiasmo que en un principio había provocado el signo de la multiplicación de los panes. La negativa de Jesús a asumir el reinado que le ofrecían, la constatación de que su reinado no es de este mundo, provocará la desbandada general. Es en este momento cuando Pedro confiesa a Jesús y lidera el grupo de los que permanecen fieles a toda costa. Esta fidelidad de Pedro a Jesús contagia a un pequeño grupo que deciden también permanecer fieles, aunque sin haber comprendido el camino de Jesús. En Marcos a renglón seguido de reconocer el origen divino de la confesión de Pedro, Jesús le reprende llamándole Satanás. En Juan la reprensión se aplica a Judas en este momento, pero más tarde en la Cena el evangelista hará ver qué poco había entendido Pedro del misterio de Jesús cuya palabra de vida había decidido seguir.

La confesión de Pedro viene a ser el clímax de todo el capítulo. Ya hemos visto cómo casi todos los pasajes del 4Ev desembocan en la proclamación de un título cristológico. A lo largo del pasaje se nos han insinuado los títulos de Profeta y rey, al final aparece el título de santo de Dios -a{gio" tou' qeou'- que apunta a su proximidad con Dios, a su pertenencia a la esfera numinosa de la santidad de Dios. El Padre ha santificado (consagrado) al Hijo (10,36) al enviarlo al mundo. Jesús llama a su Padre, Padre santo (17,11). Los discípulos son invitados a entrar también ellos en esta esfera y llegar a ser ellos mismos santificados en la verdad (17,17).

El pasaje de Cesarea de Filipo en Marcos estaba también situado en un momento de crisis. Jesús se había retirado porque la presión contra él se había vuelto demasiado fuerte. En este momento la confesión de Pedro que le reconoce como Mesías será determinante de su decisión de emprender el camino de Jerusalén. No sólo se decide a regresar a Galilea, de donde se había retirado, sino de caminar hacia el centro del conflicto.