9. Jesús y los fariseos

 


I.- Fuentes para el estudio de los fariseos

II.- ¿Quiénes eran los fariseos?

III.- Los fariseos en los evangelios

IV.- Los fariseos y el Jesús histórico

V. Evaluación histórica

Bibliografía

Notas


I. FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LOS FARISEOS

 

De entre todos los grupos judíos contemporáneos, los fariseos eran los que tenían la doctrina más parecida a la de Jesús. Las disputas entre uno y otros podrían considerarse disputas de escuela. La mala imagen de los fariseos en el cristianismo actual, tiene bastante de calumnia. En la tradición cristiana se ha equiparado judaísmo y fariseísmo, entendiendo éste como hipocresía y legalismo. Esto es hacer una grave ofensa e injusticia a toda una importante tradición religiosa que se ve ridículamente caracterizada. Además al oponer así cristiano y judío, olvidamos que el fariseísmo, en su sentido malo, es una mala hierba que crece no sólo entre los judíos, sino también entre los cristianos.

Antes de profundizar en el estudio de las relaciones de los fariseos con Jesús vamos a exponer algunas de las dificultades metodológicas para la investigación. El estudio de los fariseos “históricos” en las fuentes rabínicas es mucho más complicado aún que el estudio del Jesús “histórico” en las fuentes cristianas.

Los fariseos como grupo nos son conocidos sobre todo por Flavio Josefo, el Nuevo Testamento y los escritos rabínicos, en este orden de importancia. Cronológicamente es el Nuevo Testamento la fuente más antigua para el conocimiento de los fariseos. No siempre resulta fácil concordar los datos que reflejan estas tres fuentes debido a que todas ellas han sido editadas conforme a determinados intereses ideológicos.

Como dice Sievers humorísticamente, “hoy sabemos bastante menos sobre los fariseos de lo que sabía la generación anterior a nosotros”.[1]

El criterio más importante para reconstruir a los “fariseos de la historia” será el del testimonio múltiple tanto de fuentes como de formas literarias. Cartas de Pablo, Evangelios, Hechos, Josefo y literatura rabínica representan formas literarias distintas, y representan intereses distintos. En cuanto a su antigüedad, las fuentes más antiguas son el Nuevo Testamento, luego Josefo, y por último la Misná. La más antigua mención a un fariseo es la de Pablo en la carta a los Filipenses 3,5.

 

a) La secta de los fariseos según Flavio Josefo

La información más abundante y fidedigna es la que nos proporciona Flavio Josefo.[2] En su autobiografía pretende haber sido fariseo a la edad de 19 años,[3] pero probablemente está mintiendo.[4] En este mismo texto nos dice Josefo que “se aplicó a guardar los estatutos de los fariseos, porque son los que más de cerca se llegan a la secta de los estoicos, entre los griegos”.

De las tres sectas que describe en Las guerras de los judíos, la que parece conocer mejor, y la que merece su mayor alabanza es la de los esenios. Josefo nos da algunos datos sobre la naturaleza del grupo farisaico: tienen más cierta vigilancia y conocimiento de la Ley; suelen atribuir cuanto se hace a Dios y a la fortuna; hacer bien o mal está en manos del hombre, pero en todo les puede ayudar la fortuna. Todas las ánimas son incorruptibles, pero pasan a los cuerpos de otros solamente las buenas, y las malas son atormentadas con suplicios que nunca fenecen ni se acaban. Los fariseos se aman entre sí unos a otros, deséanse bien y júntanse con amor.[5]

En las Antigüedades, escrita veinte años después de Las Guerras, cuando los rabinos ya habían establecido su poder en Yavne, Josefo va a dar a los fariseos un mayor relieve. Al referirse a las distintas sectas, menciona ahora siempre primero a los fariseos. Subraya su popularidad. Parece querer recomendarlos ante las autoridades romanas, insinuando que son el grupo más fiable de entre todos los judíos. Parece que Josefo tiene un verdadero interés en presentarlos como si ya hubiesen sido la secta normativa del judaísmo en la época anterior al año 70.

Estos son los datos que nos da sobre ellos en las Antigüedades: Viven parcamente, sin acceder a nada en los placeres. Se atienen como regla a las prescripciones que la razón les ha enseñado y transmitido como buenas, esforzándose en practicarlas. Honran a los de más edad, ajenos a aquella arrogancia que contradice lo que ellos introdujeron. A pesar de que enseñan que todo se realiza por fatalidad, sin embargo no privan a la voluntad del hombre de impulso propio... Creen que al alma le pertenece un poder inmortal, de tal modo que más allá de la tierra tendrá premios y castigos... Los virtuosos tendrán la facultad de volver a esta vida. A causa de esto, disfrutan de tanta autoridad entre el pueblo, que todo lo perteneciente a la religión, súplicas y sacrificios, se lleva a cabo según su interpretación. Los pueblos han dado testimonio de sus muchas virtudes, rindiendo homenaje a sus esfuerzos, tanto por la vida que llevan como por sus doctrinas.[6]

A pesar de este modo estricto de interpretar la Ley, Josefo nos dice también que los fariseos tendían a la clemencia en los castigos, e interpretaban humanamente preceptos bíblicos como la ley del talión, o la obligación de apedrear a las adúlteras.[7]

Cuando nos dice que Alejandro Janeo aconsejó a su esposa que se apoyase en los fariseos, Josefo hace notar que “tenían mucho poder entre los judíos, y perjudicaban a los que odiaban, y en cambio, ayudaban a los que querían. El vulgo sobre todo les creía cuando hablaban mal de alguien, aunque fuera por envidia; él (el rey) había incurrido en el odio del pueblo por haberlos injuriado.[8]

La reina “entregó todo el poder a los fariseos y ordenó que toda la multitud les obedeciera. Restituyó las antiguas costumbres de los fariseos que habían sido abolidas por su suegro Hircano, de modo que ella gobernaba de nombre, pero el poder lo ejercían los fariseos”.[9]

Dice también Josefo que los saduceos se tenían que someter a las fórmulas de los fariseos, porque, si no, las masas no les tolerarían.[10] En el libro 17 nos dice también que su secta contaba con la simpatía de mujeres, que eran unos 6.000, que se habían atrevido a resistir a los reyes, y que eran previsores y siempre dispuestos a luchar y a combatir.[11] 

b) La historia de los fariseos según Josefo 

Apenas sabemos nada del origen de los fariseos, como tampoco de las otras sectas, por la simple razón de que Josefo se pone directamente a describirlas, sin contar nada sobre sus orígenes. La descripción de las sectas tiene lugar en Josefo muy avanzada ya la historia, a propósito del final del reino de Arquelao. Algunos quieren ver el origen de los esenios, o incluso también de los fariseos, en los Jasidim que apoyaron en un principio la revuelta macabea e inmediatamente después desaparecen. Pero todo son conjeturas y hay que confesar nuestro absoluto desconocimiento acerca del  origen de las sectas judías.

Según Josefo, tuvieron una parte activa en la política de los últimos 200 años de la época del segundo templo e intentaron imponer sus criterios sobre la observancia de la Ley a todo el pueblo. Parece que ya en tiempos de Juan Hircano tuvieron el favor del monarca hasmoneo, pero acabaron perdiéndolo,[12] y estuvieron en oposición feroz a la monarquía hasmonea. El conflicto llegó a su clímax en tiempo de Alejandro Janeo que se enfrentó abiertamente con los fariseos en un ritual del templo con  motivo de la fiesta de los Tabernáculos. Janeo se negó a derramar el agua sobre el altar la derramó sobre el suelo, con lo cual los fariseos le apedrearon con los limones que llevaban para la fiesta. Alejandro Janeo hizo ejecutar a 6.000 de sus opositores,[13] y más adelante en Bezoma ordenó crucificar a 800 de los notables judíos que se habían rebelado contra él.[14] Según se nos dice más adelante, entre ellos debió haber un número considerable de fariseos.[15]

Consiguieron el favor de la reina Alejandra, y pudieron eliminar a sus antiguos enemigos e imponer sus criterios legales sobre todo el pueblo.[16] Según Josefo fue el propio Alejandro Janeo arrepentido, quien, en el lecho de muerte, aconsejó a su esposa y sucesora que cambiase de política ye intentase arrimarse a los fariseos.

En tiempo de Herodes se recrudeció el conflicto. Aunque salvó a un fariseo llamado Samaias cuando ordenó matar a Hircano II y a los miembros del sanedrín el año 37;[17] más tarde provocó una matanza entre los fariseos [18]cuando éstos se negaron a hacer el juramento de fidelidad al César.

En el tiempo de la rebelión contra Roma, Josefo nos habla de un fariseo, Simón ben Gamaliel, “de muy ilustre sangre, de la secta de los fariseos”,[19] que tomó parte activa en la política de la época de la guerra, pero el partido fariseo en cuanto tal no estuvo implicado en ella. Josefo nos dice expresamente que la primera reacción de los pontífices y la “gente principal de los fariseos”, era tener harto miedo, “porque veíamos haberse puesto en armas el pueblo, y nosotros no sabíamos qué hacernos”.

 

c) Los fariseos en el Nuevo Testamento: problemas metodológicos 

Ciertamente las fuentes del Nuevo Testamento no son neutrales en su modo de tratar a los fariseos. Sin embargo el grado de animosidad antifarisea varía en unos y otros escritos del NT, lo cual nos obliga a estudiar por separado los fariseos en Lucas-Hechos, en Pablo, en Mateo, en Juan.[20] La historia de la redacción nos enseña a distinguir  los elementos redaccionales de cada evangelista, y la historia de las formas rastrea la evolución de las disputas en su fase oral previa.

Los relatos de las disputas de Jesús con los fariseos reflejan en cierta medida las tensiones posteriores que hubo entre la Iglesia de la segunda generación y los rabinos de Yavne. La polémica se va haciendo cada vez más aguda en los años 80 y 90  cuando se redactan los evangelios de Mateo y de Juan. Debemos ponernos en guardia frente a cualquier tentación de dar validez histórica a todos los rasgos de los fariseos juánicos o mateanos.

Algún estudioso judíos ha llegado a decir que Jesús era fariseo, o al menos profariseo, y que en muchos relatos originales sobre sus disputas, los adversarios no podían ser los fariseos, porque las opiniones que Jesús expone eran compartidas por ellos. Más bien, piensa Maccoby, entre otros, que en la versión original de los relatos, los adversarios de Jesús eran los saduceos, pero más tarde su nombre fue sustituido por el de los fariseos para denigrarlos en una época en que sus sucesores se habían convertido en los mayores enemigos de los cristianos.[21]

Veamos por ejemplo el caso del cuarto evangelio. En una “lectura en relieve” vemos cómo el evangelio nos habla in recto sobre las relaciones de Jesús con los fariseos en los años 30, pero con el rabillo del ojo está mirando a los rabinos de la sinagoga de los años 80 y 90. En su descripción de los fariseos, el evangelista mezcla ambos planos, integrando características de unos y otros, con lo cual se crea una cierta confusión entre ambos grupos de personas: de un lado los fariseos históricos de antes de la destrucción del templo, y del otro lado los rabinos que reconstituyeron el judaísmo en Yavne tras la catástrofe del año 70.

Juan presenta a unos fariseos investidos con una autoridad que nunca tuvieron en la época de Jesús. Es verdad que en los años 80 y 90, cuando se escribía el evangelio, los rabinos tenían el poder para perseguir a los discípulos de Jesús en algunos casos, pero en el tiempo de Jesús y en los años cincuenta y sesenta, esa autoridad para excomulgar y aun para condenar a muerte, residía sólo en los sacerdotes. Por eso es anacrónico presentar a los fariseos como la mayor amenaza contra Jesús.

En los años 80 y 90, los miembros judíos de la comunidad juánica estaban siendo expulsados de la sinagoga por los rabinos; tenían que escoger entre la pertenencia al judaísmo y Jesús. La amenaza de expulsión de la sinagoga tenía traumatizada a la comunidad juánica, como vemos por las numerosas referencias a ello en el evangelio. “Aun entre los magistrados muchos creyeron en él, pero por los fariseos, no lo confesaban, para no ser excluidos de la sinagoga” (Jn 12,42 XE "12,42" ). “Os expulsarán de sus sinagogas, e incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios” (Jn 16,2 XE "16,2" ).

Este drama de la comunidad juánica es el que se ha escenificado en el relato del ciego de nacimiento. Los padres del ciego se inhibieron en todo el asunto de su hijo porque “los judíos se habían puesto ya de acuerdo en que, si alguno le reconocía como Cristo, quedara excluido de la sinagoga” (9,22 XE "9,22" ). De hecho al final del relato el ciego es excomulgado por los fariseos.[22]

Este ejemplo que hemos dado nos ayudará a ser más cautos a la hora de valorar lo que el Nuevo Testamento tiene que decirnos de los fariseos de la historia y de su relación con el Jesús histórico.

 

d) Los fariseos en las escritos rabínicos 

Recordaremos brevemente cómo tras la caída de Jerusalén y el hundimiento del templo y el desprestigio de los sacerdotes, los romanos necesitaron un interlocutor válido entre los judíos y escogieron a aquellos rabinos de tendencia farisea que no habían participado en la rebelión.

Dichos rabinos, constituidos como academia en Yavne, reagruparon a los judíos y crearon el judaísmo actual, que más bien debería ser llamado rabinismo. En esta ingente tarea, coronada con un gran éxito, dichos rabinos ejercieron una admirable creatividad y poder de adaptación para pasar de una religión centrada en el templo y los sacrificios, a otra religión centrada en la sinagoga y en la Ley oral.

En la época de Jesús el judaísmo era muy pluralista. Algunas de la sectas representaban un judaísmo más ortodoxo, y otras se situaban en los bordes de la heterodoxia, pero sin llegar nunca al total rompimiento. Hemos oído hablar de los saduceos, los fariseos, los esenios, los bautistas, la cuarta filosofía... En aquel tiempo cabía en el judaísmo una secta más, la de los “Nazarenos”, es decir de aquellos que creían en Jesús resucitado como Mesías de Israel. Los “nazarenos” seguían acudiendo al templo y frecuentando la sinagoga, aunque luego aparte se reunían en las casas para “partir el pan juntos” (Hch 2,46; 20,7.11). No faltaron los conflictos puntuales, sobre todo con los sacerdotes; alguno de los discípulos fue linchado por grupos más fanáticos, pero podemos decir en general que hasta la caída de Jerusalén no hubo una ruptura abierta entre los “nazarenos” y los representantes oficiales del pueblo judío.

El cisma se fue gestando poco a poco y llegó a consumarse sólo después de la destrucción del templo. El pluralismo es un lujo para pueblos que no están amenazados. Ante el peligro de extinción que supuso la situación de diáspora, los rabinos que reorganizan el judaísmo después de la gran catástrofe, propusieron cerrar filas en torno a una ortodoxia que ellos fijaron unilateralmente. Como consecuencia de esto, excomulgaron a todos los “miním” o herejes, entre los cuales se incluían también los “nazarenos” o judeocristianos. A partir de ese momento ya no oímos hablar más de saduceos, ni de esenios, ni de bautistas. Los mismos nazarenos, o judeocristianos, que sobrevivieron algún siglo más, acabaron extinguiéndose, con lo cual hay que calificar como un éxito espectacular el intento de los rabinos de Yavne por eliminar cualquier resto de pluralismo.

Se ha solido considerar que los rabinos de Yavne suponen el triunfo del partido fariseo. Sin embargo, como veremos no es tan fácil probar sin más que los rabinos son los sucesores directos de los fariseos.

1.- ¿En qué pasajes de los escritos rabínicos se nos habla de los fariseos?

Debemos andarnos con mucho cuidado a la hora de utilizar los documentos rabínicos como fuentes para el conocimiento de los fariseos de la historia. No sólo porque se trata de documentos tardíos. La dificultad más seria está en que nunca estamos seguros si la palabra Perushim se refiere siempre a los fariseos de los que nos hablan Josefo y el NT. La palabra Perushim significa “separados” y en muchas ocasiones designa a grupos exageradamente piadosos que se habían separado del Judaísmo ortodoxo de los rabinos.

En algunos contextos, con todo, sí parecen referirse a los “fariseos” que estudiamos, sobre todo cuando se nos habla de ellos como opositores del partido de los saduceos. También Josefo y el NT son hablan del antagonismo entre ambos grupos.[23]

El pasaje clave está en la Misná,[24] en el que sin lugar a dudas se nos habla de los fariseos en contraposición a los saduceos y sus doctrinas. Se trata de cuatro disputas legales acerca del carácter sagrado de las Escrituras, la pureza ritual, la responsabilidad penal y el modo de escribir las actas de divorcio. En todos estos casos la Misná favorece la tesis farisea, pero se refiere a los fariseos en tercera persona (4,6).

Hubo un tiempo en que cada vez que la Misná hablaba de los letrados o de los escribas de la época anterior a la guerra, se veía allí una referencia a los fariseos. Por mucho que tratemos de rastrear los estratos más antiguos de las tradiciones misnaicas, no podemos decir sin más que hemos llegado a las opiniones de los fariseos. Éstos no eran los únicos escribas en aquella época que se dedicaban al estudio de la Ley. No todas las halajot provenientes de aquella época tienen por qué ser necesariamente producto de la secta de los fariseos. 

2.- ¿Cuáles de los sabios citados en la Misná pertenecían a la secta de los fariseos?

Los escritos rabínicos nunca nos dice expresamente que ninguno de los sabios anteriores al año 70 perteneciera a la secta de los fariseos. Ni siquiera es posible probar que los dos grandes doctores de la Ley de aquella época, Hilel y Samay, pertenecieran a la secta de los fariseos. La pertenencia a los fariseos de algunos de los sabios citados en Misná sólo la conocemos por las fuentes externas al rabinismo. Sabemos que Gamaliel I el viejo, el maestro de Pablo y defensor de los apóstoles era fariseo (Hch 5,34; 22,3) y que también lo era su hijo Simón ben Gamaliel.[25] Ambos sabios son citados en la Misná, pero sin mencionar su pertenencia a este grupo.

Otros fariseos que nos son conocidos por la literatura externa nunca son mencionados en la literatura rabínica. Es el caso de Nicodemo (Jn 3,1), Pablo (Fil 3,5; Hch 23,6; 26,5), Samaias[26]  y el mismo Josefo.[27] Esto nos impide establecer una correlación entre lo que sabemos por unas y otras fuentes.

¿Podemos decir que Hilel y Samay, y sus casas respectivas, eran también fariseos? En ningún caso se afirma explícitamente. El texto de Abot que reseña la cadena de transmisión de la Torah, nos trae unas citas de Gamaliel el viejo y Simón su hijo, a continuación de otras citas de Hilel y Samay.

Ahora bien, nos consta por las fuentes externas que Gamaliel y Simón eran fariseos. Gamaliel el viejo es el maestro de Pablo que los Hechos de los apóstoles presentan como fariseo (Hch 5,34; 22,3). Simón el hijo de Gamaliel es también un fariseo, según el testimonio de Josefo.[28] De ahí podíamos conjeturar que también lo habían sido los de la casa de Samay con quienes ellos estaban relacionados, e indirectamente los de la casa de Hilel que antagonizaban con ellos. Pero es sólo una conjetura. Además el texto de Abot no dice que Gamaliel  recibiera la Torah de Samay, simplemente se limita a citar un dicho suyo a continuación de los dichos de Samay.[29] No establece ningún tipo de vinculación entre unos y otros.

3.- ¿Son los rabinos de Yavne los sucesores de los fariseos?

Como dice Meier, es difícil saber cuándo tuvo lugar la mutación de los fariseos en los rabinos de Yavne. La Misná y los demás escritos tanaíticos nunca afirman expresamente la identificación entre ambos grupos, aunque se ha venido dando por supuesto. Para probarlo habría que recurrir a argumentos indirectos. Si se pudiese establecer que Hilel y Samay eran fariseos, se reforzaría la conexión entre fariseos y rabinos, porque la Misná nos dice explícitamente que Yojanán ben Zakay, el fundador del rabinismo, recibió la Torah de Hilel.[30]

Otro posible argumento viene del hecho de que, Gamaliel II y Simón II, hijos del fariseo Simón ben Gamaliel, y nietos del fariseo Gamaliel I, fueron miembros de la academia de Yavne y son citados en la Misná.[31] Tenemos así  otro nexo más entre la academia rabínica y el fariseísmo.

Por otra parte el que los evangelios de Juan y Mateo, de forma independiente, hayan escogido el grupo fariseo como principal antagonista de Jesús, y proyecten sobre él sus animosidades contra los rabinos que hostigaban a sus comunidades respectivas, indica que, de algún modo, consideraban que los rabinos eran sucesores de aquellos fariseos.

Los tanaítas de la Misná no parecían interesados en subrayar el que sus predecesores hubieran sido fariseos. Serán más tarde los amoraítas del Talmud los que presumirán de esta herencia.

Este hecho admite diferentes lecturas. Puede ser que los tanaítas pretendieran no identificarse demasiado con los fariseos para poderse considerar mejor representantes del judaísmo universal y no de una secta concreta. Después de todo la palabra Perushim significa “los separados, y a los rabinos de Yavne no les interesaba acentuar este aspecto, sino más bien querían considerarse exponentes del único judaísmo normal y normativo.[32]

O puede ser, por el contrario, que fueran los amoraítas los interesados en crear un mito de los orígenes, que remontase su autoridad lo más atrás posible en el tiempo.[33]

  

II. ¿QUIÉNES ERAN LOS FARISEOS?

 a) Algunos de las rasgos fariseos mejor documentados.[34] 

1.- Existencia

Está totalmente probada la existencia de un grupo fariseo durante toda la época final del segundo templo, tal como lo documenta el testimonio múltiple de Josefo, el NT y la literatura rabínica. Dicho grupo fariseo tiene sus raíces ya en la época de los hasmoneos. Existían todavía durante la guerra, como lo prueba la delegación de los tres fariseos que fueron enviados a relevar a Josefo de su puesto en Galilea. Son numerosos los textos que nos hablan de la oposición y las tensiones entre fariseos y saduceos en esta época. 

2.- Cumplimiento escrupuloso de la Ley

Los fariseos eran bien conocidos por su escrupulosidad en el cumplimiento de la Ley (Lucas y Josefo). Lo mismo se deja ver al estudiar las distintas actitudes que fariseos y saduceos tenían en puntos concretos de la Ley, o sus disputas con Jesús en los evangelios. También Pablo habla de su celo por la Ley durante su etapa farisea.

Sin embargo esta escrupulosidad en el cumplimiento de la Ley, no quita otro rasgo bien testificado de que los fariseos tendían a la clemencia en el juicio.[35] 

3.- Aceptación de las tradiciones de los padres junto a la Torah escrita

En aquella época había una disputa sobre la interpretación de la Ley de Moisés, entre diversos grupos que tomaban todos ellos posturas extremas, pero no coincidentes. Ya hemos hablado de los qumranitas y su celo por determinados aspectos legales. Los qumranitas apelaban a revelaciones y profecías. Los fariseos en cambio apelarán a las tradiciones de los padres.[36] Admitían que estas tradiciones no se encontraban en la Ley escrita, pero intentaban convencer a todos los judíos de la obligatoriedad de dichas tradiciones, que los saduceos y Jesús mismo rechazaban.

También la Misná hace referencia a la doble Ley, la escrita y la oral, pero probablemente se trata de un desarrollo doctrinal posterior a la época de Jesús. Ningún texto de aquella época habla de que los fariseos hiciesen referencia a una Ley oral, o a una doble Ley. Los rabinos posteriores quisieron establecer una cadena ininterrumpida que unía el Sinaí con las tradiciones, como si dichas tradiciones fuesen parte de una Ley oral que viniese desde Moisés a través de una cadena continua de transmisores. Esta teoría no estaba aún sistematizada en la época de los fariseos. Aparece ya en forma embrional en m.Abot 1,1, donde se nos da la cadena que va desde Moisés hasta Hilel y Samay, y posteriormente hasta Yohanan ben Zakay, el fundador de la academia de Yavne.[37] De cada una de estas generaciones se nos dice expresamente que recibióqibbel- esta Torah de la generación anterior.

Aunque la Misná y después el Talmud han elaborado considerablemente esta visión farisea de las tradiciones de los padres, convirtiéndola en el dogma de la doble Ley, podemos reconocer que germinalmente esta doctrina estaba ya presente entre los fariseos históricos de la época de Jesús. 

4.- Principales observancias legales farisaicas

Meier ha resumido el contenido de algunas de estas tradiciones típicamente farisaicas, siguiendo siempre el criterio de atestación múltiple.[38] Reproducimos sus conclusiones. En cada caso cita los testimonios coincidentes en que se nos habla de que estos temas formaban parte de las preocupaciones fariseas reseñadas en el NT o en los escritos tanaíticos acerca de rabinos claramente fariseos como Gamaliel I y su hijo Simón I, o probablemente fariseos como Hilel y Samay. 

*reglas de pureza acerca de alimentos y vasijas para líquidos y alimentos.[39]

*reglas de pureza acerca de cadáveres y tumbas.[40]

*reglas de pureza sobre el culto del templo.[41]

*diezmos, tributos y derechos sacerdotales.[42]

*observancia del sábado y las fiestas.[43]

*matrimonio y divorcio.[44]

5.- Algunas de sus doctrinas

Aparte de estas prácticas jurídicas fariseas bien documentadas, podríamos añadir algo acerca de las creencias de los fariseos. Los sinópticos y Hechos testimonian sobre la fe de los fariseos en la resurrección de los muertos, en contraposición con los saduceos que no creían en ella (Mc 11,20-12,37). También Josefo nos dice que los fariseos diferían de los saduceos en este punto.[45] Los fariseos creían en la inmortalidad del alma, en premios y castigos tras la muerte, y en un pasaje de la resurrección de los muertos, aunque es suficientemente ambiguo para que los gentiles lo interpretasen como reencarnación.[46] La Misná nos dice que quienes no creen en la resurrección de los muertos no tendrán parte en la vida futura.[47]

Algunos han sugerido que el libro apócrifo Los salmos de Salomón y el Libro de los jubileos podrían estar escritos por los fariseos, pero no hay manera de probarlo.

Otra posible fuente de conocimiento sobre las ideas fariseos puede ser Saulo de Tarso, en la medida en que podamos comprobar cuáles eran las ideas que mantuvo durante su etapa farisea, y de las cuales se distanció en el momento de su conversión.

Parece ser que el Saulo fariseo ya creía en la futura venida del Mesías, aunque se resistía a identificarlo con Jesús de Nazaret. Lo mismo puede decirse del sustrato escatológico de la esperanza en unos últimos días como cumplimiento de las promesas hechas a Israel.

Más difícil es entender cuál era la creencia farisea respecto al determinismo y el libre albedrío. Josefo contrasta la posición farisea con la posición más determinista de los esenios, pero es difícil evaluar en qué consistían exactamente ambas posiciones.[48] 

6.- Popularidad

Las fuentes escritas parecen subrayar el grado de popularidad que los fariseos tenían en la sociedad judía de su época, totalmente desproporcionada si tenemos en cuenta su escaso número. Con todo, dado que las fuentes sobre  los fariseos han sido escritas cuando ya los fariseos de Yavne se habían constituido en judaísmo normativo, puede ser que tanto los rabinos, como Josefo, como el propio Nuevo Testamento, y por razones distintas, hayan retroproyectado a la época farisea el tipo de normativismo que los rabinos tuvieron en décadas posteriores.

Sanders ha refutado la opinión de Jeremías, según el cual la corriente farisea era la corriente ya dominante en el judaísmo de finales del segundo templo. Sanders insiste en que en esa época el judaísmo normativo no era todavía el de los fariseos, sino el de los sacerdotes. Ni siquiera cree Sanders que los fariseos controlasen la opinión de las masas de una forma extraoficial. En este punto Josefo nos ha ofrecido una visión exagerada,[49] con vistas a potenciar la autoridad rabínica de las últimas décadas de siglo.[50] Pero en la época de Jesús los fariseos no controlaban el acceso al templo, ni otorgaban certificados de pureza, ni decidían quién pertenecía o quién no pertenecía al pueblo de la alianza. 

b) Retrato robot de los fariseos  

Daremos una semblanza de lo que podemos saber hoy sobre los fariseos, como resumen del estudio que hemos realizado:

Es claro que los fariseos no constituyeron una secta cerrada y aislada como los Qumranitas. Vivían en medio del pueblo sin retirarse al desierto. Se mantuvieron presentes en el mainstream del judaísmo de su época. Seguían el calendario oficial del templo, participaban en los sacrificios,  Se trata más bien de una corriente de espiritualidad dentro de la cual cabían tensas disputas de escuela. Sus miembros eran laicos en su mayoría, artesanos, comerciantes, agricultores, como los “haredim” o ultraortodoxos del judaísmo actual.

Se caracterizaban por el radicalismo de su adhesión a Dios y a la Ley, sobre todo aquellos preceptos legales que reforzaban la identidad judía e impedían la asimilación. Justificaban estas observancias afirmando que pertenecían a un cuerpo normativo de tradiciones orales de los mayores, que no estaban explicitadas en la Ley de Moisés, pero que eran de obligado cumplimiento para todos los judíos. Sólo los que las cumpliesen escrupulosamente tendrían parte en el mundo futuro.

Creían en la retribución y en la resurrección de los muertos, en los ángeles y en la providencia divina. Se esforzaban por santificar la vida en todas sus esferas, aun las más nimias, sometiéndolas a la Ley. Nada quedaba excluido, ni el trabajo ni el reposo, ni la comida ni la bebida, ni el vestido, ni la higiene ni la vida sexual... Nada era demasiado insignificante para no ser tomado con la mayor seriedad. Sus ideas morales han quedado recogidas en los Pirkei Abot. Su máxima aspiración era no ser como los criados que realizan su servicio para recibir un salario, sino como aquellos que realizan su servicio por amor.[51]

Los fariseos solían llevar una vida sencilla sin ostentaciones. En lugar de ser un grupo cerrado que ha roto con las instituciones judías, como los esenios, los fariseos procuraron mantenerse muy cerca del pueblo, como una levadura entre ellos, para llevarles a una observancia más estricta y a un mayor amor por el templo. Un rasgo acentuado en las fuentes es su celo en difundir sus puntos de vista por todo Israel. En contraste con ellos, no parece que los saduceos tuviesen una agenda misionera parecida; más bien se nos presentan como un grupo elitista de sacerdotes y aristócratas.

Eran muy valorados por el pueblo, y este afecto era uno de sus principales instrumentos de presión en su polémica con los otros grupos. En ocasiones se enfrentaron con los reyes hasmoneos o con Herodes, y estuvieron dispuestos a dar su vida en defensa de su identidad.  Mantuvieron una actitud tensa con respecto al sacerdocio oficial, aunque nunca rompieron con el templo, sino que incluso fueron artífices de algunas reformas litúrgicas populares. Flavio Josefo nos dice que eran unos 6.000 en los tiempos de Herodes el Grande.

Estuvieron siempre presentes en la política, y trataron de hacer ejercer su influjo para imponer sus puntos de vista sobre todo el pueblo, en las etapas históricas en que gozaron del favor real. Pero su presencia en el sanedrín era muy reducida. En la época anterior a la guerra, el sanedrín estaba en manos de los sumos sacerdotes y ancianos; sin embargo, como doctores de la Ley, tuvieron un influjo grande en el sanedrín, como podemos ver en el caso de la actuación de Gamaliel I a favor de los apóstoles en Hch 5,34-39. También en ocasiones fueron un grupo de presión efectivo ante las autoridades romanas, como podemos ver en Josefo.

Para ellos, los valores religiosos prevalecían sobre los intereses políticos nacionalistas, por eso los fariseos, contrariamente a los Zelotes preferían someterse al dominio extranjero, mientras no interfiriera con su estilo de vida religioso, antes que apoyar un gobierno judío nacionalista que atentase contra sus principios morales.

Más problemática es la identificación de los fariseos con los haverim de que nos hablan los escritos rabínicos. Los haverim eran judíos piadosos que se juntaban para observar una pureza estricta en todo lo relativo a la alimentación. Algunos, como Jeremías,[52]  identifican a este grupo con los fariseos; otros piensan que eran un subgrupo dentro de la corriente farisea o solapado con ella. En cualquier caso no hay que olvidar que los textos sobre los haverim pertenecen al siglo II. En cualquier caso dichos haverim no aparecen en el Nuevo Testamento.[53]

 

III.- LOS FARISEOS EN LOS EVANGELIOS 

Antes de pasar a estudiar la relación entre el Jesús histórico y los fariseos históricos, vamos a hacer un estudio diferenciado del modo como los fariseos son tratados en cada uno de los evangelios sinópticos. Esto nos ayudará a discernir cuánto de esta interacción hay que atribuir a recuerdos históricos verdaderos, y cuánto hay que atribuir a la redacción de cada evangelista. 

a) Estudio pormenorizado de cada evangelista

En cada caso estudiaremos las veces en que el evangelista menciona a los fariseos con los paralelos sinópticos respectivos, y en el caso de Lucas y Mateo veremos la libertad que han tenido al usar sus fuentes, cuánto se han limitado a seguirlas, y cuándo han introducido alteraciones, bien para eliminar a los fariseos donde figuraban, bien para introducirlos donde no figuraban.

Al final veremos la lista de las acusaciones que se dirigen contra ellos, e intentaremos dar un resumen de la actitud global diferenciada que cada uno de los sinópticos muestra respecto a ellos. 

1.- Marcos

Marcos utiliza el término “fariseo” 12 veces, en las 9 perícopas siguientes:

1.- Banquete en casa de Leví (2,16) = Lc 5,30 / Mt 9,11 (escribas de los fariseos).

2.- Controversia sobre el ayuno (2,18: 1+1 veces) = Lc 5,33 / Mt 9,14 (a propósito de fariseos y bautistas).

3.- Las espigas en sábado (2,24) = Lc 6,2 / Mt 12,2.

4.- Curación de mano seca (3,6) = Lc 6,7 / Mt 12,14 (+ herodianos: decisión de matarlo).

5.- Controversia sobre lo puro y lo impuro (7,1.3.5) = Mt 15,1. (+ escribas)

6.- Petición de un signo (8,11) = Lc 11,16 / Mt 12,38; 16,1.

7.- Advertencia sobre la levadura de los fariseos (y Herodes) (8,15) = Lc 12,1 / Mt 16,6 (+ Saduceos)

8.- Controversia sobre el divorcio (10,2) = Mt 19,3

9.- Preguntan sobre tributo al César (12,13) = Mt 22,15. (+ herodianos)

En todos estos casos los fariseos son los antagonistas de Jesús, unas veces solos, otras acompañados por miembros de otros grupos. En todas las perícopas se hace una evaluación negativa de los fariseos.

No se menciona a los fariseos en Mc 2,1-12, el episodio de la curación del paralítico en Cafarnaúm (se habla de escribas); tampoco en la controversia sobre Beelzebul de Mc 2,20-30 (se habla de escribas venidos de Jerusalén); no se mencionan cuando sacerdotes y escribas deciden matar a Jesús tras la expulsión de los mercaderes (Mc 11,18); tampoco en la pregunta sobre la autoridad de Jesús de Mc 11,27-33 (sacerdotes, escribas y presbíteros).

La última aparición de los fariseos en el evangelio es la del tributo al César. Ya no aparecen más durante el resto de controversias en el templo sobre la resurrección (saduceos) o sobre el mandamiento mayor (escriba), o sobre el hijo de David (escribas), o en el alegato contra la hipocresía (escribas).

No se nos habla de ellos en absoluto durante todo el relato de la pasión, en la que sólo aparecen  sacerdotes (8 veces: 14,1.11.43.53; 15,1.3.11.31), escribas (5 veces: 14,1.43.53;15,1.31), ancianos (3 veces: 14,43.53; 15,1). La única vez que Marcos acusa a los fariseos de tramar un complot contra Jesús es en 3,6, muy al principio de la narración, al final de las controversias de Galilea. Como Meier indica, es muy probable que esta frase sea redaccional de Marcos.[54] 

2.- Fuente Q

La fuente Q sólo mencionaba a los fariseos en una serie de logia que contienen diatribas contra ellos en Q 11,39-52. En todos estos logia se da una imagen negativa de los fariseos.

1.- Logion sobre el hecho de limpiar la copa por fuera: Lc 11,39-41 / Mt 23,25.

2.- Logion sobre el diezmo de la menta y el anís: Lc 11,42 = Mt 23,23.

3.- Logion sobre búsqueda de primeros asientos en las sinagogas y saludos en las plazas: Lc 11,43 / Mt 23,6.

4.- Logion sobre la imposición de cargas pesadas: [Lc 11,46] / Mt 23,4.

5- Logion sobre construcción de sepulcros y asesinatos de profetas: [Lc 11,47-48] / Mt 23, 29-32.

6.- Logion sobre la sangre de Abel y Zacarías: [Lc 11,49-51] /Mt 23,34-36.

7.- Logion sobre la llave, y el no dejar entrar: [Lc 11,52] / Mt 23,13.

         (Los corchetes de Lucas indican que Lucas trae este logion, pero no lo refiere explícitamente a los fariseos sino a los doctores de la Ley)

Parece ser que Q traía una larga diatriba contra los fariseos. Lucas y Mateo van a manejar de modo diverso las diatribas que encuentran en Marcos y en Q. Lucas reproduce todas las diatribas de Q juntas y deja los logia de las diatribas marcanas en el contexto de Marcos, sin mezclarlos.

En la perícopa marcana (Lc 20,45-47 = Mc 12,38-40) la diatriba en ambos evangelistas va dirigida contra los escribas, y no se menciona en ella a los fariseos.

En cambio en la diatriba lucana procedente de Q hay una primera tanda de 4 diatribas contra los fariseos, y otra segunda de 3 diatribas contra los escribas y doctores de la Ley. Es interesante observar que en Lucas hay un doblete de una de las diatribas  (Lc 11,43 = Lc 20,46).  Al parecer este logion venía tanto en Marcos (12,38-39) como en Q (Mt 23,6). Lucas lo ha repetido en sus dos perícopas de diatribas.

Mateo a su vez ha mezclado la diatribas de Marcos con las de Q en una larga requisitoria que llena su capítulo 23. Todas las diatribas en Mateo van dirigidas contra fariseos y escribas por igual.

Es difícil saber contra quién ibas dirigidas las diatribas de Q, si todas contra los fariseos (como en Mateo) o unas contra los fariseos y otras contra los escribas (como en Lucas). Pero viendo la manera cómo Mateo ha introducido a los fariseos en las diatribas de Marcos en las que no se les mencionaba (Mt 23,6  Mc 12,39; Mt 23,14 Mc 12,40), uno puede sospechar que es Mateo quien ha incluido a los fariseos en el texto de Q, y no Lucas el que los ha excluido. 

3.- Lucas

¿Es posible discernir en Lucas una actitud hacia los fariseos distinta de la de Marcos? Veamos la manera como tiene de tratar los materiales marcanos conservándolos, omiténdolos, ampliándolos o corrigiéndolos, para descubrir si ha cargado las tintas o ha tratado de mejorar la imagen.

Lucas conserva a los fariseos en 5 de las 9 perícopas donde Marcos les mencionaba: la 1,2,3.4 y 7. Los ha eliminado en las perícopas 5, 6 8 y 9. En el caso de la 5 y la 6, la omisión de la referencia a los fariseos se debe al hecho de que Lucas ha omitido totalmente dichas perícopas, ya que están incluidas en la gran omisión que hace Lucas del material marcano. También ha omitido Lucas completamente la disputa acerca del divorcio, y con ellos desaparece otra de las alusiones marcanas a los fariseos.

Quizás el cambio redaccional lucano más significativo es el que se produce en la perícopa 4 de Marcos (Mc 3,6), la curación del hombre de la mano seca. Lucas consigna esta perícopa y consigna también la presencia hostil de los fariseos, pero omite la conclusión de Marcos, de que los fariseos y los herodianos conspiraron para deshacerse de él

Hay solamente un caso en el que Lucas conserva la perícopa marcana, pero omite la referencia a los fariseos. Se trata de la perícopa 9 sobre el tributo al César. En Lucas la pregunta no la hacen los fariseos, sino unos espías enviados por los escribas y sacerdotes.

Para compensar esta omisión, Lucas introduce a los fariseos en una perícopa marcana, la de la curación del paralítico, en la que no figuraban. En Marcos los que murmuran de Jesús son los escribas. Lucas los ha cambiado por los fariseos (Lc 5,17). La actitud de estos fariseos en Lucas es tan hostil como lo era la de los escribas de Marcos.

Lucas incluye por separado, como ya hemos dicho, las diatribas de Marcos dirigidas contra los escribas, y las diatribas de la fuente Q contra los escribas y fariseos.

Volviéndonos ahora a los textos exclusivamente lucanos. Lucas menciona a los fariseos en varias de sus perícopas exclusivas que proceden de la fuente L, o que son composición personal del evangelista. La palabra fariseo aparece 17 veces en estas 11 escenas (Lc 7,30; [7,36 (x2).37.39], [11, 37.38]; 11,53; 13,31; [14,1.3]; 15,2; 16,14; 17,20; [18,10.11], 19,39. En un estudio no publicado he analizado dichas perícopas. Al menos en siete de ellas la alusión a los fariseos es redaccional de Lucas. Nueve de ellas tienen una valoración negativa de los fariseos, una es positiva  (11,31) y otra neutra (17,20).

Hemos calificado de neutra la alusión al fariseo que hizo una pregunta a Jesús sobre la llegada del Reino y hemos calificado de positiva la evaluación de los fariseos que le avisaron a Jesús que huyese porque Herodes quería matarle.

En cuanto a las actividades redaccionales de la única perícopa de Q que hablaba de los fariseos, no hay pruebas a favor de si fue Lucas quien separó las diatribas contra escribas y fariseos en dos grupos distintos, o fue Mateo quien las fusionó en su solo bloque. En el primer caso cabría la posibilidad de pensar que Lucas alivió la presión sobre los fariseos al desplazar algunas de las críticas hacia los escribas como grupo contradistinto, pero no queda claro que se trate de una actividad redaccional de Lucas, ni tampoco que la motivación fuese esa.

A los fariseos se les recriminan las mismas cosas que se les recriminaban en Marcos: su interpretación legalista del sábado y de la pureza, su desprecio hacia los pecadores. Pero añade nuevas acusaciones cuando nos dicen que eran amantes del dinero y que presumían de su propia justicia y recriminaban a los discípulos que aclamaban a Jesús. La expresión más fuerte contra ellos es la afirmación de que “frustraron el plan de Dios sobre ellos cuando no aceptaron el bautismo de Juan” (Lc 7,30).

Durante la pasión, Lucas nunca menciona a los fariseos sino a los sacerdotes y jefes de la guardia (22,4), sacerdotes, jefes de la guardia y ancianos (22,52), sumo sacerdote (22,54), consejo de ancianos del pueblo, sacerdotes y escribas (22,62), sacerdotes y escribas (23,10), sacerdotes y dirigentes del pueblo (23,13), los dirigentes (23,35). 

4.- Mateo

Mateo ha conservado todas las 9 escenas en las que Marcos mencionaba a los fariseos como contrincantes de Jesús, y en todas ellas identifica a los opositores como fariseos. Inclusive, una de ellas, la 6, tiene un doblete en el que también se menciona a los fariseos. En el paralelo de Marcos sobre el comer con manos impuras, Mateo añade una segunda mención a los fariseos señalando que se escandalizaron de las palabras de Jesús (Mt 15,12).

La palabra fariseos aparece en estas escenas marcanas un total de 12 veces (igual que en Marcos). En el texto de la levadura de los fariseos Mateo ha incluido también a los saduceos junto con los fariseos.

Además Mateo introduce a los fariseos como opositores de Jesús en pasajes de Marcos donde no se les mencionaba, así como en el doblete sobre la expulsión de demonios por arte de Belcebú (Mt 9,34; 12,24), en la conclusión de la parábola sobre los viñadores homicidas (Mt 21,45), en el principal mandamiento (Mt 22,34), y en la controversia sobre el Mesías hijo de David (22,41). Vemos la libertad redaccional que tiene Mateo para cambiar la naturaleza de los contrincantes de Jesús.

En cuanto a los textos de Q, Mateo ha fusionado las diatribas de Marcos con las de Q, y las ha dirigido todas contra escribas y fariseos. El estribillo de escribas y fariseos recurre en este texto un total de 9 veces (23,2.13.14.15.23.25.26.27.29). Ya dijimos al hablar de Lucas, que nos parece que ha sido más bien Mateo quien ha extendido a los fariseos los dos grupos de diatribas de Q, que iban dirigidas unas a los fariseos y otras a los escribas.

No sólo ha extendido a los fariseos todas estas diatribas de Marcos y Q, sino que añade detalles de gran dureza que son exclusivos de Mateo, y que son probablemente redaccionales: “Hacer todas las cosas para ser vistos de los hombres; ensanchar las filacterias y agradar las franjas” (Mt 23,3).” Cruzar el mar para conseguir prosélitos que luego son aún peores” (Mt 23,15”; hipocresía en los juramentos (Mt 23, 16-22).  “Filtrar el mosquito y tragar el camello” (Mt 23,24). “Sepulcros blanqueados llenos de inmundicia” (Mt 23,27-28).

En cuanto a los pasajes exclusivos de Mateo, los fariseos aparecen entre los bautizados por Juan, a quienes el Bautista dirige una durísima interpelación (Mt 3,7-10). Se trata de una perícopa de Q, pero en el paralelo lucano no se menciona ni a saduceos ni a fariseos. Probablemente esta mención es redaccional de Mateo, aunque Lucas pudo haberla suprimido porque en otro lugar afirma que los fariseos se negaron a ser bautizados por Juan (Lc 7,30).

 En el sermón del monte hay un verso introductorio en que dice que la justicia del Reino debe sobrepasar a la de los escribas y fariseos (Mt 5,20). De este modo toda la crítica de hipocresía contenida en el sermón del monte les tiene a ellos en el punto de mira.

Aunque los fariseos, lo mismo que en Marcos y Lucas, no aparecen para nada en el relato de la pasión, y no se cuentan entre las autoridades que condenan y llevan a muerte a Jesús, sin embargo Mateo a presenta a los fariseos junto a los sumos sacerdotes en la embajada a Pilato, para pedirle que ponga guardias en la tumba de Jesús.

En Marcos los fariseos, salvo una vez, no aparecen nunca en Jerusalén, y en Juan, al contrario, sólo aparecen en Jerusalén. Para Mateo los fariseos son omnipresentes, tanto en Jerusalén como en Galilea. La redacción mateana ha dado una extrema dureza a las diatribas de Jesús. Les llama “ciegos y guías de ciegos” (Mt 15,14; 23, 16.17.19.2426); “necios” (Mt 23,17), precisamente la palabra que Jesús prohíbe usar nunca contra un hermano (Mt 5,22); “serpientes” (Mt 23,33); “raza de víboras” (Mt 12,34; 23,33), la misma palabra que usaba el Bautista en la fuente Q (Mt 3,7; Lc  3,7). 

5.- Juan

20 veces aparece en Juan la palabra fariseo, siempre en plural, aunque una vez  Juan se refiere a un fariseo personalizado, Nicodemo (“un hombre de entre los fariseos”: 3,1).

Respecto al uso del término fariseos en Juan hay que aclarar que muchas veces viene a ser el equivalente de judíos, sin que se diferencie bien entre ambos grupos. En la controversia acerca del paralítico de la piscina los contrincantes de Jesús son denominados judíos a lo largo de toda la escena y de toda la controversia (Jn 5,10.15.16.18). En cambio en la escena del ciego el protagonismo lo toman los fariseos (9,13.15.16), pero luego sin solución de continuidad se sigue hablando de los judíos al seguir narrando el interrogatorio (9,18.22 (x2). Al final de la escena se les vuelve a llamar fariseos otra vez (9,40), Es claro que no ha habido cambio de interlocutores, sino que se ha pasado a llamarles ahora por otro nombre. Igualmente a lo largo del capítulo 8 se va pasando a denominar a los opositores a Jesús fariseos (8,13) o judíos (8,22.48. 52. 57) indiferentemente, sin que haya ninguna señal de que se trate de grupos distintos.

5 veces aparecen los fariseos citados junto con los sacerdotes. En estas cinco escenas la asociación de ambos tiene que ver con la deliberación sobre qué hacer con Jesús, la decisión de prenderlo y el envío de siervos para detenerlo (7,32.45; 11,47.57;18,3). Claramente Juan coloca a los fariseos en el centro de la conspiración para detener y matar a Jesús, y en su ejecución, mientras que en Lucas en ningún momento se asocia a los fariseos a dicha decisión, sino que más bien una vez se nos dice que le avisaron a Jesús de que huyese porque Herodes buscaba matarlo.

1 vez están asociados con los escribas (8,3).  La asociación de escribas y fariseos es típicamente sinóptica, y efectivamente se trata de una perícopa no auténtica de Juan, la de la adúltera.

Las 13 veces restantes se nos habla de los fariseos solos como grupo, sin asociación de cualquier otra facción judía de la época

De entre estas veces en que aparecen los fariseos solos, vemos que Juan nos los presenta preocupados por el éxito de Jesús (4,1; 7,32a, 12,19), y ejerciendo una misión fiscalizadora.  Envían a investigar a Juan el Bautista (3,1). Es a ellos a quienes la gente va a notificar las novedades acerca de Jesús (11,46). Es a ellos también adonde llevan al ciego de nacimiento para su investigación y son ellos los que la conducen y los que deciden al final expulsar de la sinagoga al ciego (9,13.15.16). Los fariseos aparecen como un grupo de presión que trata de influir sobre la gente para que no crean en Jesús e incluso llegan a amedrentar a los que empiezan a creer en él (7,47; 12,42). Para desacreditar a Jesús se dice que ninguno de los dirigentes ni de los fariseos ha creído en él (7,48).

En cuanto a la polémica entre los fariseos y Jesús, Juan mantiene alguno de los temas sinópticos relacionados con la Ley y con el sábado, como se ve en la escena sobre el ciego, pero la discusión se centra, como todo el evangelio de Juan, sobre la identidad de Jesús y el valor de su testimonio (8,13).

 

b) ¿Qué se les reprocha a los fariseos en los evangelios? 

a) En Lucas:

** Se oponen a que Jesús coma con los pecadores (5,30 = Mc; 15,2 L).

** Se les acusa de tener una visión muy estricta del sábado (6,2.7 = Mc; 14,1-3 L; Jn 9,13).

** Se les acusa de hipocresía, entendida como levadura (12,1 = Mc; Mt).

* Se hace notar lo frecuente de sus ayunos, en contraste con los discípulos de Jesús (5,33 = Mc).

* Se les acusa de limpiar más lo de fuera que lo de dentro (11,39-41 = Q).

* Se les acusa de diezmar el anís y la mente y despreocuparse de cosas más importantes (11,42 = Q).

* Se les acusa de amar los primeros puestos (11,43 = Q).

* Se les acusa de ser como sepulcros (11,44 = Q).

* Se les acusa de frustrar el plan de Dios al no dejarse bautizar por Juan (7,29 L).

* Se acusa a Simón el fariseo de no ser cortés con Jesús y censurar su actitud con la pecadora (7,36-39  L).

** Se habla de un fariseo que se escandaliza de que Jesús no se lave antes de comer (11,38 coincide con lo que dice Mc en otro lugar: Mc 7,2).

** Se les acusa de agobiar a Jesús y tenderle trampas (11,53; coincide con lo que dice Marcos en otro contexto: Mc 12,13; Mt 22,15).

* Se les acusa de ser amigos del dinero (16,14 L).

* Se les acusa de creerse mejores y despreciar a los otros en su oración (18,9-14 L).

* Se les acusa de rechazar la alabanza que los discípulos tributaban a Jesús (19,39 L).

* En Hechos se acusa a los fariseos creyentes en Jesús de exigir la circuncisión de los paganos que se convertían (Hch 15,5).

 

b) En Marcos (además de los paralelos lucanos ya reseñados):

* Se les acusa de criticar a Jesús por no lavarse las manos (Mc 7,5; 15,2).

* Se les acusa de ser demasiado escrupulosos en el lavado de vajilla (Mc 7,3).

* Se les acusa de haber tramado la muerte de Jesús ya en Galilea, junto con los herodianos (Mc 3,6; Mt 12,14),

* Se les llama hipócritas (Mc 7,6; Mt 15,7; 7,5; 22,18; 23,13.15.23.25.27.29).

* Se les acusa de honrar a Dios con los labios y no con el corazón, y violar el mandamiento de Dios que nos ordena honrar padre y madre (Mc 7,8-13; Mt 15,8. 3-6).

 

g) En Mateo (además de los paralelos ya reseñados en Lucas y Marcos):

* Se les dirigen palabras durísimas como ciegos y guías de ciegos, necios, serpientes, raza de víboras.

* Se les nombra como contrincantes de Jesús en pasajes donde sus fuentes no los mencionaban (Mt 22,34  Mc 12,28; Mt 22,41  Mc 12,35).

* Además de repetir las diatribas que ya en Q estaban dirigidas contra los fariseos, Mateo les dirige otras que en Marcos y en Q estaban dirigidas sólo a los escribas:

* Les acusa de hacer todas las cosas para ser vistos de los hombres; ensanchar las filacterias y agradar las franjas” (Mt 23,3).

* Les acusa de cruzar el mar para conseguir prosélitos que luego son aún peores” (Mt 23,15).

* Le acusa de hipocresía en los juramentos (Mt 23,16-22). 

* Les acusa de filtrar el mosquito y tragar el camello (Mt 23,24).

* Les llama sepulcros blanqueados llenos de inmundicia (Mt 23,27-28).

* Mateo les hace acreedores de todas las críticas del sermón de la Montaña, al mencionarlos en el versículo introductorio que exhorta a superar la justicia de los escribas y fariseos (Mt 5,20).

* Se les nombra entre los que trataban de prender a Jesús en Jerusalén (Mt 21,45-46).

* Se les presenta como aliados de los sacerdotes cuando van a pedir a Pilato que pongan guardias en el sepulcro de Jesús (Mt 27,62-66).

 

c)  Resumen de las presentaciones de cada evangelista 

Salvo en algunos textos de Lucas-Hechos, los fariseos aparecen siempre en el evangelio como contrincantes de Jesús y sus discípulos, en el bando enemigo, unas veces solos, y las más veces junto con representantes de otros grupos hostiles tales como sacerdotes, escribas, doctores de la Ley, saduceos y herodianos. Igualmente Juan es impreciso, y muchas veces para él “judíos” y “fariseos” son términos sinónimos que se intercambian libremente durante una misma perícopa.

No es posible especificar el tipo de controversias que Jesús tenía con cada uno de estos grupos específicamente, si se exceptúa el tema de la resurrección de los muertos, que era punto de controversia sólo con los saduceos.

La mayor parte de las controversias en los sinópticos tienen que ver con la interpretación de la Ley, pero en este punto aparecen indiferentemente alineados los fariseos, los escribas y los doctores de la Ley, sin que sea posible matizar entre lo que decían unos y otros. Con todo, predominan las disputas sobre temas referentes a la observancia del sábado y a la pureza ritual, a la hipocresía religiosa, a la presunción de querer parecer santos ante los demás y dar importancia a minucias desatendiendo los preceptos más importantes. Sobre todo se les reprocha su critica de Jesús por sentarse a comer con los pecadores.

Tanto Mateo como Lucas, se muestran muy libres en el uso de sus fuentes a la hora de incluir redaccionalmente a los fariseos donde éstas no los mencionaban. Esto que vemos hacer a Lucas y a Mateo con tanta soltura lo ha podido hacer también Marcos, aunque no podamos comprobarlo al ignorar sus fuentes. Debemos ser por tanto muy cautos a la hora de utilizar estas controversias como material para el conocimiento de las relaciones históricas entre Jesús y los fariseos. Los evangelistas no son rigurosos a la hora de constatar quiénes eran los opositores concretos de Jesús en cada uno de los incidentes que narran.

Tampoco nos resultan muy iluminadores los evangelios a la hora de situar geográficamente a los fariseos. En Juan se trata de un grupo que actúa sólo en Jerusalén y su zona. En cambio en Marcos los fariseos sólo aparecen en Galilea, y solamente se les menciona una vez en Jerusalén (Mc 12,13). No sabemos si esto se deberá a que en Marcos Jesús sólo pasa una semana en Jerusalén, pero es una semana muy llena de debates con sus opositores, y resulta extraño que en estos debates sólo se mencione a los fariseos una vez. Para Mateo, en cambio, los fariseos son omnipresentes, tanto en Jerusalén como en Galilea. Con los evangelios en la mano resulta difícil responder al problema histórico de cómo se distribuían los fariseos por las distintas regiones del país. Los intereses redaccionales de cada evangelista han desfigurado la precisión geográfica.

En cuanto al grado de agresividad en la interacción, los dos evangelistas que reflejan un tono más agresivo, tanto por parte de Jesús como por parte de los fariseos, son Mateo y Juan; Marcos ocupa un lugar intermedio, mientras que Lucas sería el que menos acentúa el desencuentro. Muy probablemente la marcada hostilidad de Mateo y Juan contra los fariseos y escribas en general, se debe a una retroproyección anacrónica a la época de Jesús de los conflictos que existían entre los rabinos y las comunidades juánica o mateana de los años 80. Marcos escribe para una comunidad en Roma que no tiene mayores conflictos con los rabinos palestinos, y Lucas igualmente escribe para una comunidad en la que estos conflictos no son un tema vital.

Vemos que Mateo no sólo ha empeorado la imagen del fariseo sino que la ha puesto en el lugar central de los contrincantes ideológicos de Jesús. Ha conservado todas las alusiones a los fariseos de Marcos y de Q; y les ha introducido en pasajes donde los fariseos no figuraban en sus fuentes; finalmente les ha hecho aparecer muchas veces en textos propios siempre con una valoración negativa y les presenta como el antagonista principal en el sermón de la montaña.

Dentro de esta línea agresiva, Juan es el que más implica a los fariseos en el complot para matar a Jesús. De hecho sólo en Juan son mencionados los fariseos como aliados de los sacerdotes en el juicio y muerte de Jesús (Jn 18,3). Los sinópticos nunca culpabilizan a los fariseos de la muerte de Jesús.

Mateo no los implica en el arresto y en el juicio, pero nos dice dos veces que los fariseos conspiraban contra Jesús y querían prenderlo, una vez en Galilea (Mt 12,14 con paralelo en Mc 3,6) y otra vez en Jerusalén (Mt 21,45-46, sin paralelos). Mateo también es el único presenta a los fariseos como cómplices de los sacerdotes cuando ruegan a Pilato que ponga guardias en la tumba (Mt 27,62). Por su parte Marcos, como hemos dicho, únicamente reseña un conato de los fariseos por deshacerse de Jesús, muy al principio del evangelio, todavía en Galilea (Mc 3,6). Lucas ha omitido estas referencias a cualquier deseo de los fariseos  por eliminar a Jesús.

En ningún momento Lucas asocia a los fariseos con los que intentan dar muerte a Jesús, ni con su arresto, proceso y muerte. Más bien, al contrario, en una ocasión Lucas nos dice que los fariseos le avisaron a Jesús de que Herodes lo quería matar y le aconsejaron que se marchase (Lc 13,31). Esto está muy en línea con la actuación de los fariseos en los Hechos. En dos ocasiones intervienen de manera efectiva a favor de los cristianos, una para liberar a los apóstoles (Hch 5,34), y otra para salvar a Pablo (Hch 23,9). No se les menciona explícitamente en el martirio de Esteban. Hay una clara voluntad de Lucas por exonerar a los fariseos de cualquier responsabilidad en la muerte de Jesús o de sus discípulos.

Por ello, pudiera parecer a primera vista que la evaluación de los fariseos en Lucas es más positiva que en el resto de los evangelios. Efectivamente cuando Jesús desautoriza a los saduceos acerca del matrimonio y la resurrección, Lucas concluye que los escribas ¿fariseos? le congratulan a Jesús por su respuesta (Lc 20,39). En Lucas hay mucha más interacción de Jesús con fariseos individuales que le invitan a comer a sus casas (Lc 7,36; 11,37; 14,1).

Sin embargo esto no quiere decir que Lucas tenga una visión favorable de los fariseos. La imagen lucana de los fariseos en el evangelio sigue siendo tan negativa como la de Marcos. Aunque positivamente les ha sacado de algunos de los contextos de Marcos en los que tenían una presencia negativa, les ha situado en otras escenas negativas de Marcos en las que no figuraban. En cuanto a los textos propios de Lucas, hay que señalar que los fariseos tienen una valoración negativa en nueve de las once veces en que aparecen.

Por eso, llama la atención la distinta evaluación que merecen los fariseos en el primer volumen de Lucas y en el segundo. Si el lector de Hechos no hubiese leído antes el evangelio, casi sacaría una impresión positiva de los fariseos. En su discurso Pablo mismo habla sin vergüenza de su condición pasada de fariseo, y se dirige a los fariseos como correligionarios (Hch 23,6; 26,5). Se nos dice que algunos de los fariseos han creído en Jesús y forman parte de la comunidad cristiana (Hch 15,5). Se reseñan las dos veces en que intentaron liberar a los apóstoles y a Pablo de la mano de los sacerdotes. La única nota negativa que puede percibirse en Hechos es que los fariseos creyentes en Jesús querían obligar a los paganos a circuncidarse, actitud que no fue posteriormente secundada por los apóstoles en el concilio.

De aquí ha sacado Jervell la idea de que Lucas tiene una actitud positiva con relación a los fariseos, y ha intentado presentar a un Pablo más profariseo y observante de la Ley, para contentar así a un fuerte elemento judeocristiano que existiría en su Iglesia.[55]  Sin embargo no es verdad que Lucas mire con simpatía el judeocristianismo. Si ha dado ciertas pinceladas positivas sobre los fariseos no es en defensa de su legalismo, sino en su defensa de la resurrección de los muertos. En cuanto al legalismo fariseo Lucas se muestra tan radicalmente contrario como los otros textos del NT. En cuanto los fariseos se muestran campeones de la Ley son repudiados por Lucas (Hch 15,5.19s.).

  

IV.- LOS FARISEOS Y EL JESÚS HISTÓRICO

 Nuestro estudio del modo que tienen los evangelistas de presentar a los fariseos nos ha debido hacer muy cautos a la hora de extrapolar los datos bíblicos a la interacción histórica que hubo entre Jesús y los fariseos. Muchos autores han atribuido algunos de los rasgos narrativos a intenciones literarias de los evangelistas, y han puesto de manifiesto la libertad con que estos introducen o excluyen a los fariseos de las perícopas por motivos teológicos o literarios.[56]

También hemos puesto de manifiesto cómo los evangelistas funden en uno los planos de la interacción de Jesús con los fariseos y la interacción de las comunidades cristianas con los rabinos. Habrá que separar cuidadosamente dichos planos si queremos llegar a la realidad histórica de la época de Jesús.

 

a) Las controversias de Jesús con los fariseos 

Donde las presentaciones no son coincidentes, tendremos que escoger cuál de ellas nos parece más verosímil. Así por ejemplo, nos parece más verosímil la presentación juánica de unos fariseos que están presentes sobre todo en Jerusalén. La presentación de Marcos que parece implicar que los fariseos tuvieron más relación con Jesús en la etapa Galilea es menos probable porque algunos estudiosos no ven señales de que en la primera mitad del siglo I hubiese una fuerte presencia farisea en Galilea. En este caso habría que atribuir la presentación de Marcos a causas redaccionales.

Es claro que Jesús tuvo una interacción intensa con los fariseos, aunque no podamos saber con certeza en cada caso si cada una de las escenas que reflejan esta interacción es histórica o redaccional. En alguna de las etapas de transmisión del relato de una disputa concreta entre Jesús y sus antagonistas alguien pudo haber introducido el nombre de los fariseos.

Pero en conjunto, podemos decir que los fariseos fueron algunos de los antagonistas de Jesús en las disputas legales. Y queremos subrayar que el carácter de las disputas de Jesús con los fariseos es más bien legal  que doctrinal. Es en la interpretación halájica donde parecen disentir, más bien que en las doctrinas sobre Dios, la resurrección de los muertos, los ángeles, o el juicio venidero

El criterio de atestación múltiple confirma este supuesto: atestación múltiple en fuentes (Mc, Q, L, M y Jn) y en formas literarias, sobre todo en relatos de controversias, pero también en narraciones generales, ayes, logia sobre la entrada en el Reino, parábolas). Estas formas literarias están bien atestiguadas como pertenecientes a Jesús, que aparece como profeta que pronuncia “Ayes” al estilo de Amós o de Isaías, o como vidente escatológico que justifica su visión radical contra el divorcio en la proximidad de los tiempos nuevos en los que se van a reproducir las condiciones ideales del paraíso, o el narrador de parábolas con actores típicos del escenario palestino de la época.

Es difícil saber hasta qué punto los fariseos representaban el sentir común del pueblo judío de la época. ¿Equivale escriba a fariseo? ¿Había una disputa interna entre los escribas fariseos y los no fariseos?¿Eran iguales las disputas de Jesús con escribas y fariseos, o tenían distintos matices? ¿Aceptaban todos los escribas las tradiciones de los padres (cf. Mc 7,3)? ¿Quiénes se distanciaban más del común sentir del pueblo judío, los saduceos o los fariseos?

Los rabinos posteriores más próximos a los fariseos han tendido a proyectar la imagen de que sus opiniones no eran las de una secta entre muchas, sino que representaban el sentir común del pueblo. ¿Es esto propaganda o realidad? Las mismas fuentes cristianas han hecho lo mismo. Al tener que enfrentarse con los rabinos profariseos que en los años 80 representaban ya el judaísmo normativo, han podido tender a retroproyectar esta situación de los años 80, haciendo de los fariseos de entonces el antagonista principal de Jesús en las cuestiones legales.

Sin embargo, hay cantidad de elementos arcaicos en la relación de Jesús con los fariseos, que no puede ser fruto de la creatividad de los evangelistas. En los años 80 las disputas de rabinos y judeocristianos versaban sobre todo acerca de la identidad de Jesús como Mesías e Hijo de Dios. Estas disputas centran la interacción de Jesús con los judíos-fariseos en el cuarto evangelio, que en este punto resulta anacrónico. En cambio en los sinópticos, las disputas de Jesús y los fariseos se centran sobre puntos concretos de observancia legal, lo cual refuerza su carácter arcaico, y por tanto más verosímil desde el punto de vista histórico.

El evangelio de Marcos, el más antiguo, dedica un espacio importante a estas controversias, que resultaban poco relevantes para su comunidad de étnico cristianos de Roma. Difícilmente pueden ser creación del evangelista. No se ve otro motivo poderoso para que Marcos las haya recogido, y les haya dedicado tanto espacio y relevancia, que el de su carácter histórico y tradicional.

 

b) Los fariseos y la muerte de Jesús 

Los sinópticos reflejan todavía una distinción básica en los conflictos de Jesús con el judaísmo de su época. Uno es el conflicto acerca de su interpretación de la Ley, y otro es el conflicto acerca de su mesianidad. En cada uno de estos conflictos nos encontramos con un grupo distinto de antagonistas. El conflicto en torno a la Ley es el que se materializa en las disputas con fariseos y escribas. El conflicto en torno a la mesianidad de Jesús es el que se desarrolla en la interacción de Jesús con los sacerdotes y ancianos de Jerusalén, y el que en definitiva le llevará a la muerte. Aunque determinados toques redaccionales de cada evangelista por separado oscurezcan la delimitación exacta de ambos conflictos, los evangelios sinópticos en líneas generales mantienen una división bastante neta entre ambos conflictos y sus protagonistas respectivos.

En Marcos y Q el conflicto con escribas y fariseos versa sobre la Ley, sin embargo no se acusa a los fariseos de haber intervenido para nada en la muerte de Jesús. Pensamos que este enfoque es estrictamente histórico. Mateo empieza a borrar las barreras y contamina los relatos. Juan  llegará al máximo de fusión de ambos conflictos como si hubiesen sido un conflicto único, y los protagonistas fueran los mismos en uno y otro caso.

Pero el estrato más antiguo mantiene la separación de ambos conflictos, y no hace a los fariseos responsables de la muerte de Jesús. Es claro que en aquella época los fariseos no tenían ningún tipo de autoridad religiosa o política para excomulgar o para condenar a nadie. La autoridad entonces estaba en el sanedrín, dominado por los sumos sacerdotes de la secta saducea y los ancianos de la aristocracia laica. Las escasas alusiones al poder jurídico de los fariseos para excomulgar son claras extrapolaciones de un contexto posterior.

Ninguno de los sinópticos afirma que los fariseos tuvieran parte alguna en el prendimiento y muerte de Jesús. En la presentación sinóptica, el arresto, juicio y condena de Jesús fue realizado por los Sumos sacerdotes, que pertenecían a la secta saducea. La presencia de fariseos en la pasión aparece sólo en un verso de Juan, que verosímilmente no tiene base histórica (Jn 18,3).

No sólo no parece que los fariseos no tuvieron parte alguna en la muerte de Jesús, sino que también parece que tampoco tuvieron parte en la persecución de los judeocristianos palestinos. La relación de los fariseos y los apóstoles de Jerusalén parece no haber sido excesivamente conflictiva en los años 30 y 40.

Lucas no sólo no acusa a los fariseos de haber tenido parte en la muerte de Jesús, sino que incluso nos dice que una vez intentaron salvarle la vida, avisándole que Herodes buscaba matarlo e invitándole a huir. Como hemos visto, en Hechos hay otros casos en que los fariseos defienden a los apóstoles e intentan salvarlos de manos de los sacerdotes. Fue el fariseo Gamaliel quien convenció al sanedrín de que soltasen a los apóstoles (Hch 5,17-42), y fueron los fariseos los que influyeron para que Pablo no fuese condenado por el sanedrín (Hch 22,30-23,10).

Hay una fuente extrabíblica que confirma esta visión de Lucas. Flavio Josefo nos dicen que cuando Anán, el sumo sacerdote saduceo, ejecutó a Santiago, el hermano del Señor, hubo un grupo de “habitantes de la ciudad más moderados y afectos a la Ley que se indignaron” y denunciaron lo ocurrido al rey Agripa II, y al nuevo gobernador romano Albino.[57] Esto ocasionó el que Anán fuera depuesto poco después.

Ahora bien, es muy verosímil que este grupo los que protestaron por la muerte de Santiago fueran fariseos, lo cual vendría a confirmar los datos que Lucas nos da en Hechos sobre la tendencia farisea a defender a los apóstoles, al menos a los judeocristianos. También tiene una atestación múltiple el hecho de que algunos de los fariseos entraran a formar parte de la comunidad judeocristiana. Lucas lo afirma explícitamente (Hch 15,5). En Juan aparece la figura de Nicodemo, un fariseo que es progresivamente atraído hacia Jesús. El mismo Pablo en Lucas no se recata de confesar su pertenencia al partido fariseo delante del sanedrín: “Yo soy fariseo, discípulo de fariseos” para atraer hacia sí la benevolencia de los otros fariseos presentes (Hch 23,6). No parece avergonzarse de su pasado fariseo, ni se presenta como fariseo renegado.

Es sólo mucho después, en los años 80, cuando los rabinos de Yavne sustituyen a los sacerdotes como autoridad sobre el pueblo, y se hacen con el poder para excomulgar, y de hecho excomulgan a los judeocristianos, cuando el conflicto se hace más virulento. Es la situación que reflejan sobre todo los evangelio de Mateo y de Juan, en cuyas comunidades abundaban los judeocristianos. En dichos evangelios el nivel de agresividad y de descalificación mutua es mucho más intenso que en los otros dos evangelios. Ya hemos hecho constatar lo durísimo del lenguaje empleado por el Jesús juánico y mateano en su trato con los fariseos. Esta virulencia en la interacción no refleja probablemente la situación histórica de la época de Jesús.

Es más, el hecho de que esta agresividad entre los cristianos y los rabinos haya sido retroproyectada a la relación entre Jesús y los fariseos, vendría a ser una prueba importante a favor de la continuidad entre el fariseísmo y el rabinismo. Como dijimos más arriba al tratar de este punto, no hay pruebas claras que los rabinos sean sin más los sucesores de los fariseos, ni que los doctores de la Ley citados en la Misná fueran fariseos. Pero una de las pruebas más fuertes a favor de esta identificación sería precisamente la que dan indirectamente los evangelios de Juan y Mateo, al traspasar a la controversia entre Jesús y los fariseos históricos su propia animosidad contra los rabinos, a quienes muy probablemente consideraban sus sucesores.

Esto no quiere decir que la interacción histórica entre Jesús y los fariseos fuera necesariamente cortés. La práctica de difamar al adversario es típica en toda la cultura mediterránea. En la literatura de Qumrán encontramos este tipo de diatribas. Es proverbial el tono desagradable en los enfrentamientos entre la casa de Hilel y de Samay.

 

c) Conclusiones 

Concluyamos con Meier que la relación del Jesús histórico con los fariseos históricos tiene un núcleo de verdad. Se dio una intensa interacción entre ellos. Esta interacción revistió la forma de controversia. Tanto Jesús como los fariseos intentaban influenciar el judaísmo de su época en una línea determinada para ganarles a su causa.

El debate tendía a ser más bien legal que doctrinal, y probablemente tuvo que ver con  problemas tales como el divorcio, el ayuno, los diezmos, la pureza ritual y la observancia del sábado. Aunque hubiese agresividad mutua, no tenemos por qué pensar que la interacción fue tan negativa como los escritos posteriores la han presentado.

Esto es cierto en lo que respecta a las controversias en general y al tipo de temas sobre los que versaban. Es más difícil saber el grado de historicidad de una controversia concreta, o si realmente los fariseos estuvieron implicados en ella, o fueron introducidos en ella posteriormente en alguna de las etapas de la transmisión de la tradición.

Por otra parte, como hemos dicho, parece claro que los fariseos en cuanto tales, no tuvieron que ver con la muerte de Jesús, ni parecen haber sido una amenaza para la primera comunidad judeocristiana. No podemos extrapolar sin más a la vida de Jesús, las relaciones de enfrentamiento de los rabinos y las comunidades de Mateo y de Juan.

Como hemos señalado, el hecho de que el tipo de discusiones legales entre los fariseos y Jesús fueran poco relevantes y comprensibles en las comunidades de Marcos y Lucas, abona su núcleo de historicidad. De no basarse sobre una tradición sólida, los evangelistas no se hubiesen hecho eco de este tipo de controversias que eran tan vitales para sus comunidades. 

 
V.- EVALUACIÓN HISTÓRICA DE LOS FARISEOS 

La tradición cristiana ha hecho equivaler fariseísmo con hipocresía y judaísmo con fariseísmo. Ha querido exaltar el Nuevo Testamento a base de denigrar el antiguo. Ha tendido ha subrayar la singularidad y radical novedad de Jesús, arrancándole del humus vital del pueblo en el que vivió. Se contrapone continuamente el cristianismo como religión del amor y el perdón con el judaísmo como religión del Dios justiciero y de la venganza.

Esta caricatura no resiste la confrontación con los textos, tanto en lo que se aplica a los escritos del Antiguo Testamento, como en lo relativo con los escritos misnaicos. 

a)  Antiguo Testamento  

Cometeríamos una injusticia si sólo recordásemos del AT el “ojo por ojo y diente por diente”. El Levítico nos dice también: “No te vengarás ni guardarás rencor alguno a los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lv 19,17-18). Y leemos en el Éxodo: “Cuando te encuentres con el buey o el asno de tu enemigo que andan perdidos, debes llevárselos. Cuando veas el asno de la persona que te odia caído en tierra bajo su fardo, deja de mantenerte lejos de él. Debes acudir en ayuda del animal junto con su dueño” (Ex 23,4-5). “Si tu enemigo se cae, no te alegres. Que tu corazón no exulte cuando se hunde"  (Pr 24,17).

Cuando Pablo en la carta a los Romanos intenta justificar su exhortación: “Vence el mal con el bien (Rm 12,20-21), cita el libro de los Proverbios: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, y si tiene sed, dale de beber.  Así amontonarás ascuas sobre su cabeza, y YHWH te recompensará" (Pr 25,22).

El libro de Ben Sira dice: “El vengativo sufrirá la venganza del Señor, que llevará cuenta exacta de sus pecados. Perdona la ofensa a tu prójimo, y cuando reces, tus pecados serán perdonados. Si un hombre alimenta la ira contra otro, ¿cómo puede esperar la curación del Señor? “Si no se compadece de su semejante, ¿cómo pide perdón por sus propios pecados?…” (27,30-28,7). 

 

b)  Literatura rabínica 

La literatura rabínica tiene muy mala prensa entre los cristianos. Algunos están más dispuestos a salvar el Antiguo Testamento, porque forma parte de la Biblia cristiana, pero se ensañan con la literatura rabínica y con la imagen de los fariseos.

Una reevaluación de los textos nos hace concluir que de todas las distintas tendencias del judaísmo en los tiempos de Jesús, los fariseos eran sin duda los más próximos a la sensibilidad de Jesús en su manera de entender el Reino, en su creencia en la otra vida. Jesús dijo: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Haced pues y observad todo lo que os digan, pero no imitéis su conducta, porque ellos dicen y no hacen” (Mt 23,2-3). Para poder evaluar la doctrina de los fariseos hace falta desprenderse de los prejuicios históricos enormemente arraigados entre los cristianos.

Vamos a pasar revista a algunos textos de la literatura rabínica tan denostada, y comprobaremos que Jesús no es tan singular ni tan innovativo como a veces le queremos presentar. Prácticamente no hay ninguna frase del evangelio que no tenga algún tipo de correlato en el Antiguo Testamento o en la literatura rabínica.

Hay una anécdota de Hanina ben Dosa en la que se nos cuenta un milagro muy parecido al del hijo del centurión. El hijo de Gamaliel tenía una fiebre mortal. El rabino envió una embajada a Hanina, que se encontraba lejos. Hanina se retiró a una habitación alta y oró. Luego bajó y les dijo: “Volved a casa, pues la fiebre ya le abandonó”. Ellos incrédulos preguntaron: “¿Eres un profeta?. Él contestó: “No soy profeta ni hijo de profeta. Si la oración fluye bien en mi boca, sé que (el enfermo) es favorecido; si no, sé que es mortal. Los enviados anotaron la fecha y hora. Al regresar Gamaliel confirmó: “Nada habéis quitado ni añadido, así sucedió. Esa fue la hora en la que la fiebre le abandonó y nos pidió que le diésemos agua para beber”.[58]

Hilel dijo: “No juzgues a tu prójimo hasta que te encuentres en la misma situación que él”.[59] Hilel dijo “Lo que no te gusta a ti, no se lo hagas a tu prójimo. Eso es toda la Ley. Lo demás son sólo explicaciones”.[60]  “Lo que un hombre pide a Dios para su propia alma, debe él hacerlo a toda alma viviente”.

El gran rabbi Aqiba declaró que “el mayor precepto de la Ley es el amor al prójimo”.[61]

Hace poco se ha descubierto un texto rabínico medieval, Pitron Torah, que contiene enseñanzas muy antiguas. En dicho texto se expone el doble mandamiento del amor en palabras muy semejantes a las de Jesús.[62]

Hanina, el rabino, prohíbe odiar al prójimo pecador, porque nosotros somos también pecadores “Este es un dicho sobre el que pende el mundo entero, un juramento poderoso en el monte Sinaí. Si odias a tu hermano cuyas obras son malas como las tuyas, Yo, el Señor, te castigaré como tu juez; si amas al prójimo, cuyas obras son buenas como las tuyas, yo, el Señor, te seré fiel y tendré misericordia de ti”.[63]

“Todo aquél que humille en público a su prójimo, haciéndolo palidecer, es como si derramase su sangre”.[64]

El verbo adulterar tiene cuatro letras indicando que “no debes cometer adulterio ni con la mano, ni con el pie, ni con el ojo, ni con el corazón.[65]

Textos muy semejantes a las Bienaventuranzas se encuentran en documentos de Qumrán, o en los Testamentos de los Doce Patriarcas, documento judío relacionado con los esenios. “Los que murieron en llanto, resucitarán con alegría, los pobres serán ricos y los hambrientos se hartarán; los débiles se harán fuertes y los que murieron por el Señor despertarán a la vida”.

Un nieto de Gamaliel se puso también a servir en la mesa a sus discípulos.[66]

 

c) Autocrítica judía 

Otra de las mayores pruebas de que no podemos identificar judaísmo con las caricaturas habituales del fariseísmo, es que los mismos judíos han criticado severamente estas caricaturas. No es Jesús el único que se distancia de ellas y las critica severamente. Muchas de las críticas de Jesús a determinadas exageraciones fariseas, pueden encontrarse en otros autores de la época: “Hombres perniciosos y criminales que pretenden ser justos..., que están satisfechos de sí mismos, hipócritas en toda su conducta... Sus manos y su corazón están llenos de impureza y su lengua es jactanciosa. Y a pesar de todo dicen: ‘No me toques que me harías impuro” (La Asunción de Moisés  = Mt 23, 24-26).

La crítica contra los fariseos como hipócritas era corriente entre otras sectas judías de la época. Incluso entre los mismos fariseos es posible escuchar críticas contra la tendencia excesivamente fundamentalista de algunos de sus correligionarios. En el lecho de muerte Alejandro Janeo, enemigo a muerte de los fariseos, recomienda a su mujer que cambie de política y distinga entre los buenos y los malos, y sólo se oponga a “los fariseos teñidos, cuyas acciones son como las de Zimrí, pero que esperan ser pagados como Pinjás”.[67]

También los qumranitas criticaban a los fariseos. En los escritos de Qumrán se nos habla de un grupo judío contemporáneo que se nos describe como “buscadores de cosas suaves” –doreshe hahalaqot. Traduce García Martínez, “buscadores de interpretaciones fáciles” o “de cosas halagüeñas”. El comentario al libro de Nahum denuncia a los “Buscadores de adulación” que para algunos son los fariseos “Intérpretes capciosos... Su doctrina es falsa, su habla embustera y sus labios falsos”.[68] “Seducen a tu pueblo con aduladores discursos. Falsos maestros los han extraviado y se encaminan ciegamente hacia la ruina, pues sus obras no son más que engaño”.[69] Pues bien, muchos investigadores piensan que este grupo habría que identificarlo con los fariseos.[70] Otros autores ven también a los fariseos detrás de otros nombres en clave tales como “Efraín”, o “constructores de la muralla”. Meier no es partidario de tratar de descifrar estos códigos, y piensa que esta tarea habría que dejársela más bien a la CIA.

“Cierran la fuente del verdadero conocimiento a los que tienen sed y les dan vinagre para apagar su sed”. Es un paralelo a la frase de Jesús: “Os habéis llevado la llave de la ciencia” (Mt 23,13).

Podemos encontrar la misma polémica en la literatura rabínica, a pesar de que sea profarisea. En una lista talmúdica de siete clases de fariseos se enumeran cinco tipos de hipocresía, y sólo dos tipos de fariseos merecen un juicio positivo. “El fariseo que se encorva y exhibe su piedad a los ojos del mundo entero; el fariseo que retoma continuamente la lectura y piensa que debe cumplir un mandamiento más; el fariseo acomodaticio, que se las da de discernir las buenas y las malas acciones para poder pecar mientras presume de cumplir los mandamientos; el fariseo tacaño que se precia de ahorrar para dar su dinero en buenas obras; el fariseo culpabilizado, que pide a la gente que le digan los pecados que comete... Pero también está el fariseo que practica el bien por temor de Dios, como Job, y el fariseo que practica el bien por amor a Dios como Abrahán”. [71]

Es muy interesante ver la acusación de hipocresía lanzada contra los que daban importancia a las vestiduras ostentosas. Son las mismas acusaciones de Mt 23. Tanto en los evangelios como en la literatura rabínica se nos habla de “hipócritas para con la Torah”.[72] Me voy a referir brevemente a dos acusaciones: la ostentación en las franjas y las filacterias.

La acusación contra los vestidos de los fariseos (Mc 12,38; Lc 20,40) es muy frecuente en la literatura rabínica. En el pasaje de bSota 22b, R. Nahman Ben Isaac denuncia el pecado de los que se envuelven en mantos para impresionar a los otros. Ben Azzai dijo: “Es más fácil gobernar el mundo entero que enseñar en presencia de dos hombres envueltos en mantos (ARN A 25). Hay una versión un poco distinta de este texto en el Midrash al Salmo 18,44.

En cuanto a las filacterias y los flecos, estos detalles se mencionan también en la crítica rabínica a la coquetería farisea. Rabbah comenta: R. Benjamín interpretó que el verso se refería a los hipócritas en relación a la Torah. La gente piensa que pueden leer las Escrituras y la Misná, pero no pueden. Se envuelven en mantos y se ponen filacterias en la cabeza. Es de ellos de quien está escrito: “Ved las lágrimas de los oprimidos sin nadie que les conforte (Qo 4,1). Pesiqta Rabbati 22,5 afirma: “No te debes poner filacterias y envolverte en un manto con franjas e ir a cometer una mala acción”.

R.Hai Gaon (siglo X) dice: “Era costumbre en la academia el que los estudiantes se hicieran filacterias pequeñas, no más de dedo de altura, mientras que los grandes rabinos se las hacían de tres dedos de altura, para que los estudiantes no fuesen iguales a ellos”.[73]

La ostentación en pagar el diezmo de cosas pequeñas tiene también paralelos en la literatura farisea. En Gen 25, 28 “la caza estaba en su boca”, el Midrás reprende a Esaú  que preguntó a su padre si debería pagar el diezmo de la paja, de la sal o del agua, porque en estas preguntas iba a la caza de la estima de su padre, pretendiendo ser un hombre piadoso.[74]

Rabí Yosua, un fariseo él mismo, decía: “Un espiritual extravagante, un ateo hábil, una mujer farisaica, y las mortificaciones de un fariseo, he ahí lo que corrompe el mundo”.[75]

 

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(Ver una buena bibliografía en la nota 4 al capítulo 28, “The Pharisees”, en A Marginal Jew, vol. 3, 342-346).

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Notas al tema 7


[1] Sievers, J., “Who were the Pharisees?” en J.-H.Charlesworth (ed.), Hillel and Jesus, Comparative Studies on two major Religious Leaders, Minneapolis 1997.

[2] Los menciona en 14 pasajes, de los cuales sólo 9 nos proporcionan datos sobre sus creencias y estilo de vida. La palabra fariseo aparece 44 veces en las obras de Josefo, 7 veces en las Guerras, 31 en la Antigüedades, y 6 en la Vida.

[3] Vida 2.

[4] Cf. J.P. Meier, A Marginal Jew vol. 3, p.304.

[5] Guerras 2,7.

[6] Ant 18,1,3.

[7] Ant 13,10,6.

[8] Ant 13,15,5.

[9] Ant 13,16,1.

[10] Ant 18,1,4.

[11] Ant 17,2,4.

[12] Ant 13,10,5.

[13] Ant 13,13,5.

[14] Ant 13,14,2.

[15] Ant. 13,16,1.

[16] Ant 13,15,5; 13,16,1-6; Guerras 1,5,1-3.

[17] Ant. 14,9,4.

[18] Ant 17, 2,4.

[19] Vida, 191.

[20] La palabra fariseo aparece en el NT unas 97 veces: 29 en Mateo, 12 en Marcos, 27+9 en Lucas-Hechos, 19 en Juan y 1 en Filipenses.

[21] H. Maccoby, Judaism in the First Century, p.45.

[22] Respecto al uso del término “fariseos” en Juan hay que aclarar que muchas veces viene a ser el equivalente de judíos, sin que se diferencie bien entre ambos grupos. Un mismo grupo se denomina unas veces “judíos” y otra “fariseos” sin solución de continuidad. En la escena del ciego, el protagonismo lo toman los fariseos (9,13.15.16), pero luego sin solución de continuidad se sigue hablando de los judíos al seguir narrando el interrogatorio (9,18.22 (x2). Al final de la escena se les vuelve a llamar fariseos otra vez (9,40), Es claro que no ha habido cambio de interlocutores, sino que se ha pasado a llamarles ahora por otro nombre. Igualmente a lo largo del capítulo 8 se va pasando a denominar a los opositores a Jesús fariseos (8,13) o judíos (8,22.48. 52. 57) indiferentemente, sin que haya ninguna señal de que se trate de grupos distintos.

[23] Pero cabe la posibilidad de que la palabra “saduceo” sea una corrupción textual, para censurar el verdadero texto que hablaba más bien de “minim” o herejes. En este caso, esos textos dejarían de referirse también a los fariseos de la historia.

[24] m.Yadayim 4,6-8.

[25] Josefo, Vida, 191.

[26] Ant 14,9,4.

[27] Ibid. 2.

[28] Ibid., 191.

[29] m.Abot 1,16.

[30] m.Abot 2,8.

[31] m.Berajot 2:6; j.Berajot 1,2, 3ª, etc.;  b.Sota 49b etc.

[32] H. Maccoby, Judaism in the First Century, p.40.

[33] Para bibliografía sobre este tema, cf. la nota 49 del cap. 20, “The Pharisees”, en A Marginal Jew, vol 3, p. 357.

[34] Cf. A Marginal Jew, vol.3, 313-332.

[35] Hch 5,33-40; Ant 13,10,6; 20,9,1.

[36] Ga 1,13-14; Ant 13,10,6; 13,16,2; Hch 22,3; Mc 7,3.

[37] mAbot 2,8.

[38] A Marginal Jew, vol.3, 320-321.

[39] Mc 7,1-23; Mt 23,25-26; Gamaliel I (m.Orlá 2,12); t.Aboda Zara 4,9; m.Yadayim 4,6.

[40] Mt 23,27-28; m.Yadayim 4.7

[41] Mt 23,16-22; t.Hagigá 3,35; Gamaliel I en m.Sheqalim 6,1; Simón I en m.Keritot 1,7; Josefo en Ant 18,1-3.

[42] Mt 23,23; Gamaliel I en m.Pea 2,5-6 y t.Sanhedrin 2,6; Hilel y Samay en m.Eduyot 1,2.

[43] Mc 2,23-28; 3,1-6; Lc 13,10-17; 14,1-6; Jn 5,1-18; 9,1-34; Gamaliel I en RoshHashaná 2,5; Simón I en m.Erub 6,2 y m.Betsa 2,6.

[44] Mc 10,1-12; m.Yadayim 4,8; Gamaliel I en m.Yebamot 16,7 y m.Gittit 4,2-3; las casas de Hilel y Samay en m.Gittit 9,10.

[45] Guerras 2,8,14; Ant 18,1,3.

[46] Guerras 2,7.

[47] m.Sanhedrin 10,1.

[48] Guerra 2,7.

[49] Ant  13, 288.298; 18, 12-15.

[50] E.P. Sanders, Gesú e il Giudaismo, p. 256-257.

[51] Abot 1,3.

[52] “The Proclamation of Jesus”, vol. 1 de New Testament Theology, Londres-Nueva York 1971.

[53] Sobre este tema cf. E.P. Sanders, Gesù e il Giudasmo, p. 244-247.

[54] A Marginal Jew, vol 3, p. 334 y nota 167 con bibliografía.

[55] Luke and the People of God. A New Look at Luke-Acts, Minneapolis 1972

[56] J.P.. Meier, A Marginal Jew, vol,3, p. 332-334.

[57] Ant. 20,9,1.

[58] b.Ber 34b; j.Ber 9,d.

[59] m.Abot 2,5.

[60] b.Shabbat, 31,a.

[61] Midrás Sifrá sobre Lv 19,18.

[62] Ed. Urbach pp. 79-80.

[63] Abot de Rabbi Nathan –2ª versión- p.53.

[64] b.Baba Metzia 58b; cf. Mt 5,21-22.

[65] Midrash haggadol a Ex. 20,14; cf. Mt 5,28.

[66] b.Qiddushin 32,b.

[67] Cf. Nm 26,6-15 y b.Sota 22b.

[68] 4Q169, 2,8.

[69] 1QH 12,6-8; 1QH 10,15.32; 4QpNa 1,2.7; 2,2-4; 3,3.6-7; CD 1,18).

[70] Ver sobre este tema A Marginal Jew, vol.3, p. 387.

[71] bBerajot 14b; bSotá 22,b.

[72] Weinfeld, M., “The charge of Hypocrisy in Matthew 23 and in Jewish Sources”, Immanuel 24/25 (1992).

[73] Weinfeld p.69.

[74] Genesis Rabbah 63,10.

[75] m.Sota 3, 4; y b.Sota 22b.