2. Criterios de historicidad

 


I.- Problemas de evaluación

II.- Criterios de historicidad

   a) Criterios primarios

   b) Criterios secundarios

   c) Conclusiones

Bibliografía

Notas

 


Seguiremos el esquema de J.P. Meier (“Criterios: ¿Cómo decidimos qué es lo que proviene de Jesús?”, en Un judío marginal, vol. 1, 183-209.

 

I.- LOS PROBLEMAS EN LA EVALUACIÓN DE LOS DATOS HISTÓRICOS 

Para poder evaluar la relación que hay entre el Jesús histórico y el judaísmo de su época, necesitamos poder precisar cuáles son los rasgos característicos de Jesús, y cuáles son los rasgos característicos del judaísmo de su época. Ambos estudios están llenos de dificultades, porque las fuentes para el conocimiento de Jesús y del judaísmo de final del 2º templo no son inmediatamente fiables.

En ambos casos, como veremos, Muchas de las fuentes no son contemporáneas, sino que han sido redactadas más tarde, a la luz de desarrollos doctrinales posteriores que han influido en el modo cómo se nos describe tanto a Jesús como al judaísmo.

El tiempo que media entre los hechos históricos recogidos y el momento en que se han redactado las fuentes, ha sido un tiempo enormemente creativo, en el que las comunidades y las doctrinas han evolucionado a una gran rapidez. Esto es verdadero tanto de la primitiva comunidad cristiana como del rabinismo de Yabne.

¿Cómo distinguir entre lo que tiene origen en Jesús y lo que procede de la tradición oral de la Iglesia primitiva, o de lo que es producto de la labor redaccional de los evangelistas? ¿Cómo distinguir lo que procede de tradiciones judías anteriores y lo que es producto de la elaboración creativa de los primeros rabinos?

Comparemos por ejemplo Gálatas 3,28 y una de las primeras bendiciones de la mañana en el Sidur de oración judíos. Dice Pablo: “Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer”. Dice la oración rabínica a la que nos referimos: “Bendito seas, Adonai, Dios nuestro, rey del universo, porque no me has hecho pagano, [...] porque no me has hecho esclavo, [...]  porque no me has hecho mujer”.

El parecido y el contraste son impresionantes. ¿Se puede establecer una relación de causalidad? ¿Se puede decir que Pablo estaba refutando el espíritu que se hace presente en dicha oración? Para eso habría que demostrar primero que la bendición del Sidur ya existía en la época de Pablo. En caso contrario, bien pusiese suceder que no es Pablo quien refuta al Sidur, sino el Sidur el que refuta a Pablo.

Ahora bien el problema, como veremos es que no es nada fácil fechar las tradiciones rabínicas, con lo cual cualquier conclusión es siempre incierta.

Pongamos un segundo ejemplo que analizaremos más detenidamente en su momento. A la hora de ver la relación de Jesús con la Torah, tendremos que estudiar si Jesús violó de hecho la Torah en alguna ocasión. Los fariseos acusaron a Jesús de violar la Ley por no lavarse las manos antes de come. ¿Realmente contravenía Jesús la Ley al omitir esta ablución? ¿Se trataba simplemente de una quaestio disputata en aquella época, o se trataba de un precepto claramente obligatorio para todos los judíos? ¿Lo que estaba en juego era la hermenéutica de la Ley o la validez de la Ley?

Los evangelios están escritos cuando ya el cristianismo había roto con el judaísmo, y bien pudo suceder que se están retroproyectando a la época de Jesús mismo determinadas rupturas que sólo tuvieron lugar mucho después. Se puede estar poniendo en labios de Jesús determinado tipos de afirmaciones que la Iglesia sólo llego a formular mucho después. A propósito de las disputas sobre la pureza, Marcos nos trae el logion de Jesús: “Todo lo que de fuera entra en el hombre, no puede contaminarlo, pues no entra en su corazón, sino en el vientre, y va a parar al excusado” (Mc 7,19). Seguidamente el evangelista hace una interpretación de este dicho: “Así declaraba puros todos los alimentos”. Podemos preguntarnos si de hecho Jesús declaró puros todos los alimentos de una forma inequívoca, si esto es lo que los discípulos habían entendido en su momento, o si esta conclusión por más legítima que sea no es directamente atribuible al Jesús histórico.

Será necesario retrotraernos lo más posible a las fuentes más antiguas, en que dichos y hechos de Jesús no hayan sido sometidos todavía a remodelaciones o reinterpretaciones a la luz de los sucesos posteriores. Esto nos llevará a un cuidadoso estudio de la historia de la redacción de cada uno de los evangelios, sobre todo de Mateo y de Lucas, algunas de cuyas fuentes conocemos. Más difícil es en el caso de Marcos y Juan cuyas fuentes nos son más desconocidas, pero aún así, en muchos casos es posible distinguir entre lo que es redaccional y lo que es tradicional en los textos. La historia de las formas nos permitirá ir más allá de las primeras fuentes escritas, para conjeturar el tenor de los textos en la etapa previa de la tradición oral.

En el caso de los evangelios trataremos de buscar concordancias en documentos que ciertamente proceden de fuentes diversas, tanto de otros dichos evangélicos no dependientes, como de otros textos del Nuevo Testamento independientes de los evangelios y anteriores a ellos, como pueden ser las cartas de Pablo.

Tanto para el judaísmo como para Jesús, será importante cotejar las fuentes internas, con las externas, es decir las fuentes redactadas por personas ajenas al grupo en cuestión y por tanto supuestamente imparciales.

Daremos un valor muy especial a los documentos de Qumrán, que se han escrito antes del tiempo fundacional del cristianismo o del judaísmo rabínico, y por tanto no han podido sufrir ningún influjo por parte de ellos, ni han podido ser posteriormente editados o manipulados por unos u otros.

Pero antes de entrar en este análisis, buscaremos unos principios objetivos que nos ayuden a evaluar el material. Ya en la “New Quest” empezaron a formularse explícitamente dichos criterios, que, como hemos visto, han sido posteriormente revisados y matizados en la Third Quest. Se trata simplemente de criterios aproximativos, y por eso René Latourelle nos dice que no confundamos criterios con pruebas. 

 

II.- LOS CRITERIOS DE HISTORICIDAD 

A partir de la New Quest se ha intentado formular con precisión los criterios generales que ayudan a dilucidar la autenticidad de los dichos y hechos de Jesús. Algunos de estos criterios han sido sometidos a discusión, y se han ido aquilatando. Como resultado de ello se ha ido arrumbando algunos cuya validez no ha podido comprobarse.

Los criterios pueden ser positivos o negativos. Son positivos aquellos criterios que demuestran que un determinado dato es auténtico. En cambio los criterios negativos son los que demuestran que un determinado dato no puede ser auténtico, y funcionan por tanto de un modo más universal.

En cualquier caso los criterios deben exigir un mínimo, y al mismo tiempo no exigir demasiado. Si no exigieran el mínimo requerido, podrían dejar colar como auténticos hechos o dichos que no tienen por qué serlo. En cambio si exigiesen demasiado, podrían tildar de inauténticos a datos que no tienen por qué serlo. Por dar un ejemplo, diríamos que el criterio de múltiple atestación exige que al menos dos fuentes independientes den testimonio de un mismo hecho. Si bastase con una sola fuente, o con varias fuentes dependientes una de la otra, el criterio sería insuficiente. Si exigiese que al menos fueran tres o cuatro fuentes independientes, sería un criterio excesivo.

 

a) Criterios primarios 

1.- Criterio de dificultad (Schillebeeckx) o de “contradicción” (Mayer).

Se centra en acciones o dichos de Jesús que hubieran podido chocar o crear dificultades a la Iglesia primitiva, o debilitarla en las disputas con los ponentes, El material embarazoso sobre Jesús habría ido siendo suprimido o suavizado en etapas posteriores. Es altamente improbable que la Iglesia se esforzase en crear algo que le iba a resultar embarazoso.

El mejor ejemplo es el bautismo de Jesús. Marcos introduce el hecho. Mateo, siente la necesidad de dar una interpretación apologética en el diálogo de Juan y Jesús. Lucas no dice expresamente que Juan bautizase a Jesús, y nos ha contado ya antes la prisión de Juan. Juan hace referencia a la teofanía, pero no la relaciona con el bautismo, y de hecho no nos narra el bautismo. Asistimos a un progresivo escamoteo del tema.

Un caso similar es la afirmación de Jesús de que no conoce el día ni la hora finales (Mc 13,32) Algunos manuscritos griegos eliminan “ni el Hijo”. Lucas no recoge el dicho.

Por otra parte, el hecho de que este material embarazoso no haya sido suprimido del todo, es la mejor prueba de que la transmisión de la tradición no se sentía libre para añadir o quitar libremente los recuerdos sobre Jesús. Podríamos añadir datos como la traición de Judas o las negaciones de Pedro.

Pero este criterio tiene sus limitaciones

a) Los casos difíciles bien definidos no abundan en la tradición evangélica

 b) lo que nosotros podemos juzgar embarazoso, quizás no lo fue para la Iglesia primitiva. ¿Es embarazoso el grito de Jesús en la cruz citando el salmo 22? El grito de desamparo no encaja en Lucas y Juan, y por ello lo han sustituido, pero la alusión al salmo del justo doliente ofrece una interpretación teológica del relato. Los salmos de lamentación recogen estas quejas. Además a la luz del resto del salmo no citado, la frase no suena tan desesperada. Esta cita del salmo pudo haber sido una interpretación teológica no histórica, lo mismo que la de Lucas o la de Juan. 

2.- Criterio de discontinuidad (disimilitud; irreductibilidad dual)

Se centra en las palabras o actitudes de Jesús que no pueden derivarse del judaísmo de su época ni coinciden con el medio y la teología de la Iglesia primitiva posterior.

Pensemos por ejemplo en la radical prohibición del juramento, rechazo del ayuno voluntario, total prohibición del divorcio...

Según los Evangelios Jesús se dirige al Padre con la expresión aramea ‘Abbá” y utiliza la expresión: ‘amen lego ...’. Ahora bien, según J. Jeremias, “en ninguna parte en la literatura de las oraciones del antiguo judaísmo se encuentra esa invocación a Dios como Abbá [= padre, con el matiz de papá], ni en las oraciones litúrgicas ni en las particulares”. Eso significa que nos encontramos aquí con una inequívoca característica de la manera única como el mismo Jesús se expresaba, de su ipsissima vox. Lo mismo podría decirse del uso del ‘amén’.

Por las mismas razones, las expresiones ‘venid detrás de mí’, ‘os haré pescadores de hombres’ (Mc 1,16-20) son auténticas de Jesús; en el judaísmo era el discípulo quien elegía a su maestro, y no al revés, como hace Jesús con autoridad. Esta discontinuidad muestra la autenticidad y originalidad de esta llamada. Por otra parte, está también en discontinuidad con el ambiente de la Iglesia primitiva, porque ‘seguir a Jesús’ no tiene sentido sin referencia al Jesús terrestre ni se usa para expresar la fe en Cristo.

Vale también para expresiones que están en pugna con la práctica de la primitiva Iglesia como “no toméis el camino de los gentiles ni entréis en la ciudad de los samaritanos” (Mt 10,5).

Sobre este, criterio hay acuerdo unánime: si se demuestra que un dicho o hecho del evangelio no proviene ni del judaísmo ni de la Iglesia primitiva, necesariamente tiene que provenir de Jesús mismo. Hasta Bultmann o Käsemann están de acuerdo.

Se aplica mejor este criterio al contenido de los dichos que a su fraseología (wording). Para N. Perrin es el criterio fundamental.

Recientemente este criterio ha sido sometido a crítica.[1]

Theissen, en cambio, analiza las objeciones posibles a este criterio de desemejanza. Según él implica una dogmática encubierta y un prejuicio que lleva a la distorsión de la historia; favorece la aparición de una imagen antijudía de Jesús y además sus postulados no son verificables.

Morna Hooker se queja de que en realidad no poseemos un buen conocimiento del judaísmo del siglo I, o de los orígenes cristianos, como para poder evaluar lo que enlaza o deja de enlazar con ellos. Quizás Hooker exagere demasiado. Sí poseemos un cierto conocimiento del judaísmo del siglo I gracias a Josefo, Filón, Qumrán y el NT. Pero también hay que reconocer con ella que para que este criterio fuera totalmente válido requeriría un conocimiento del judaísmo y de los orígenes cristianos mayor del que desgraciadamente poseemos. Por eso el uso más aceptable de este criterio es el uso positivo. Puede valer para aceptar aquellos dichos que no encajan en el judaísmo o en la primitiva comunidad. En cambio el uso negativo es más problemático y no hay por qué rechazar a priori los que sí encajan.

Otra objeción es que este criterio acaba ofreciéndonos una caricatura de Jesús, al divorciarlo del judaísmo que influyó en él y de la Iglesia primitiva que lo veneró y transmitió. Si Jesús hubiera sido totalmente discontinuo, habría resultado incomprensible. Nadie es totalmente incomprensible.[2]

Imaginemos que Lutero hubiese expuesto sus enseñanzas oralmente, y luego sus discípulos las hubiesen puesto por escrito. Si excluyéramos de Lutero todo lo que tuviera paralelos con los autores medievales anteriores a él, o con los teólogos luteranos de finales del XVI o del XVII, ¿qué quedaría de Lutero?

Centrarse en las peculiaridades de Jesús, lleva a subrayar lo llamativo, pero acaso periférico en su mensaje. La unicidad de Jesús es un concepto escurridizo. Hablemos mejor de lo “característico”, de lo “insólito”.

Theissen considera que este criterio fue típico de la etapa segunda, la de la “nueva pregunta”, y debe ser cambiado en la Third Quest, que tanto insiste en el judaísmo de Jesús. Sanders llega a afirmar que Jesús no pudo haber declarado puros todos los alimentos, porque esto sería demasiado revolucionario para su época. Por eso algunos han llegado incluso a dar la vuelta al principio. Theissen habla más bien del criterio de plausibilidad histórica, que admite la inserción de Jesús en su contexto judío y su influencia en el cristianismo primitivo

Theissen exige lo contrario de lo que exigía el antiguo criterio de desemejanza. Jesús sólo pudo haber hecho y dicho lo que un judío carismático del siglo I hubiera podido decir y hacer. No se niega que pudiera haber entrado en conflicto con su entorno, ya que el judaísmo de la época está lleno de judíos carismáticos conflictivos; pero su crítica ha de ser contextualmente viable.

Se puede decir lo mismo acerca de la discontinuidad de Jesús con la primitiva Iglesia. Desde el principio hay en la comunidad la conciencia de una tradición que tiene que ser transmitida. Existe un ministerio importantísimo de “enseñantes”. Como dice Dunn, ¿qué otra cosa iban a enseñar estos enseñantes, sino la tradición acerca de Jesús?[3]

Por ello, debemos suponer que los desarrollos de la primera comunidad estuvieron muy influenciados por el fenómeno de Jesús, y por los recuerdos de lo que había dicho y hecho. A priori postulamos una plausibilidad contextual. Con lo cual podemos formular con Theissen lo que se ha dado en llamar “contexto de plausibilidad histórica”: “Lo que es plausible en el contexto judío y permite comprender la génesis del cristianismo primitivo, puede ser histórico”.[4] En cambio, cualquier imagen de Jesús que sea radicalmente contraria al contexto de la primera comunidad, es rechazable. Una vez más este criterio se puede usar mejor como criterio positivo que como criterio negativo. 

3.- Criterio de testimonio múltiple

Dichos que estén atestiguados en más de una fuente literaria independiente: Marcos, Q, Pablo, Juan, tradición mateana especial, tradición lucana especial, y/o en más de una forma o género literario (parábola, relato de controversia, relato de milagro, profecía, aforismo, sumario...). A las fuentes canónicas habría que añadir las fuentes apócrifas que han sido muy valoradas por algunos de los estudiosos de la tercera búsqueda.

Veamos algunos ejemplos: las palabras de Jesús sobre el pan y el vino en la última cena, la prohibición del divorcio, la profecía sobre la destrucción del templo. Para McArthur éste era un indicador infalible de historicidad, y había que darle prioridad.

En cualquier caso ni todo lo que tiene una atestación múltiple es auténtico, ni todo lo que sólo está atestiguado en una fuente es inauténtico. Este  criterio tendrá que se siempre utilizado en conjunción con los demás.

Por eso, algunos como G. Petzke[5] están menos entusiasmados con este criterio. Afirman además que no es posible saber con certeza qué fuentes son independientes entre sí. Teóricamente este criterio ofrece dos puntos débiles:

a) Está demasiado ligado al análisis de las fuentes escritas, pero no tiene en cuenta la problemática de la Historia de las Formas y la tradición oral anterior.

b) Un dato puede gozar de atestación múltiple por haber sido de gran importancia en la comunidad cristiana primitiva y haber influido en todos los cauces de la tradición. En consecuencia, con este sólo criterio nos remontamos a los estratos más antiguos de la tradición presinóptica, pero no necesariamente al nivel histórico de Jesús. Como dice C. Evans, la atestación múltiple no es necesariamente prueba de historicidad, sino sólo de antigüedad.[6] En casos aislados no es a priori imposible que un dicho de Jesús fuera inventado en los primeros tiempos de la comunidad cristiana y se difundiera enseguida en las distintas corrientes de tradición.

Una variante es la que expone Sanders que busca los puntos de vista comunes a amigos y enemigos. Es interesante ver a Jesús a través de los ojos de sus oponentes. Los Evangelios se basan en la ‘propaganda’, y la tendencia (en este caso, por una buena causa). Sabremos más acerca de Jesús y su impacto -o falta de él- si conocemos lo que pensaban sus enemigos. Aquello en que coinciden amigos y enemigos es presumiblemente material seguro y fiable. Dos facetas de su actividad y mensaje destacan como confirmadas por esta prueba:

a) amigos y enemigos aceptaron que Jesús realizó milagros, especialmente de curación.

b) también coincidieron en que Jesús anunció el “Reino de Dios”.

Con estos criterios o pruebas, que ya utilizó en su libro Jesus and Judaism, escribe E. P. Sanders su libro: “La figura histórica de Jesús”, que con rigor científico expone una narración de fácil lectura.[7]

Lo curioso es que incluso para Crossan, tan amigo de valorar las fuentes no canónicas, todo el material que está atestiguado en varias fuentes se encuentra de hecho al menos en una de las fuentes canónicas. Dicho de otra manera, no hay ningún material con testimonio múltiple que no aparezca al menos en una de las fuentes canónicas. Lo cual viene a sugerir que todo el material evangélico creíble deriva últimamente de los evangelios canónicos. 

4.- Criterio de coherencia

Sólo puede entrar en juego después de haber aislado cierta cantidad de material histórico mediante la aplicación de criterios anteriores. Favorece la verosimilitud de dichos o hechos que encajen con lo que ya sabemos de Jesús.

Es menos probatorio que los anteriores. Los primeros cristianos, conectados con el espíritu de Jesús, pudieron inventar hechos o dichos que encajasen con la imagen que tenían ya de él.

Como nos dice Evans, este criterio es más aplicable a los hechos que a los dichos de Jesús. Los dichos fueron pronunciados en un cierto contexto que hoy es difícil de recomponer, y por ello resulta más difícil interpretar qué querían decir exactamente en el contexto original de Jesús. Por eso los dichos se prestan mucho más a la manipulación subjetiva del exegeta. En cambio los hechos, aunque requieran siempre de una cierta interpretación, son más objetivos. Una vez establecidos algunos hechos básicos, como el bautismo de Jesús, el hecho de haber sido un predicador galileo itinerante y un sanador, o que reunió un grupo de discípulos, o que fue crucificado por las autoridades romanas, puede ser utilizado este retrato robot como criterio primario para determinar que otros hechos y dichos encajan dentro de esta figura.[8]

El establecimiento de una serie de hechos bien probados puede ayudar a ampliar las bases de datos. Pero hay que tener mucho cuidado con hacer un uso negativo de este criterio para excluir hechos o dichos que no encajen con lo ya conocido sobre Jesús. ¿Quién decide lo que es congruente y lo que no lo es? Una cosa es que no nos parezcan congruentes a nosotros y otra que no le parecieran congruentes a Jesús.

El pensamiento semítico se recreaba con las paradojas, que no responden a nuestra lógica occidental aristotélica. Además Jesús era un predicador popular con destreza oratoria que se dirigía a públicos diversos. No tiene nada de extraño que usase lenguajes diversos para cada público. No esperemos una presentación sistemática como la que se encuentra en un tratado teológico. Tampoco las cartas auténticas de Pablo están exentas de paradojas.

De ahí que carezca de sentido tratar de excluir las dimensiones escatológica y sapiencial del discurso de Jesús. Jesús pudo haber hablado sobre el Reino como presente y futuro a la vez, o pudo haber profetizado una venida del Reino y una venida del Hijo del hombre. 

5.- Criterio de rechazo y ejecución

Difiere de los anteriores. No nos dice si un hecho concreto o un dicho son auténticos. Nos hace valorar el hecho de que Jesús fue rechazado y condenado a muerte a manos de funcionarios judíos y romanos, y postula que debió haber algo en su doctrina y en su praxis que den razón de esta animosidad. El Jesús que emerja de nuestro estudio histórico tiene que ser “un Jesús crucificable”. “Un poetrasto informal que se pasara el tiempo pronunciando parábolas y cuentos japoneses, un esteta literario que se opusiera a los movimientos del siglo I o un Jesús blandengue que simplemente invitase a la gente a contemplar los lirios del campo, no habría supuesto una amenaza para nadie, como tampoco son una amenaza los profesores de universidad que crean esa imagen de él”.[9]

Evans usa este criterio en contra del Jesus Seminar que pintan un tipo de Jesús sapiencial tal que no se ve qué razones pudo haber para crucificarle ni de parte de los romanos, ni de parte de los judíos.

 

b) Criterios secundarios o dudosos 

1.- Criterio de huellas de arameo

Es utilizado por J. Jeremias. Se trata de huellas de vocabulario, gramática, sintaxis, ritmo y rima; facilidad para retrotraducir al arameo.

Este criterio adolece de serios problemas. Muchos de los discípulos primeros eran arameoparlantes. Ellos también hubieron podido crear logia de trasfondo arameo. ¿Cómo distinguir entre un dicho de trasfondo arameo de Jesús en el año 29, y otro inventado por un discípulo arameo hablante en el año 33? En la Iglesia de Jerusalén ya se utilizaba también el griego desde un principio entre los discípulos helenistas. La traducción al griego no es un hecho posterior, sino que tuvo lugar ya desde el principio de la tradición.

La facilidad de retrotraducción no implica que un dicho griego arameizante sea más auténtico que otro de sabor griego más clásico. La diferencia entre ambos puede estar simplemente en la calidad del traductor.

Además los cristianos helenistas conocían muy bien los Setenta, tan semitizantes, y pudieron haber inventado dichos en un griego semitizantes, que no tenían por qué tener un Vorlage arameo. Este puede ser el caso del evangelio de Lucas.

Además muchas de las formas que llamamos semitizantes eran ya patrimonio de la koiné, es decir, de la lengua que se hablaba en los niveles menos cultos de la población.

Jeremías trata de describir un estilo personalísimo en el arameo de Jesús, en su ritmo, aliteración, asonancia, pasiva divina... Pero este argumento encierra el peligro de circularidad. Además si el estilo de Jesús era tan personalísimo, esto indica que no resultaría difícil de copiar por discípulos posteriores. 

2.- Criterio del ambiente palestino

Serían más verosímiles los dichos que encajasen en costumbres, creencias, procedimientos judiciales, prácticas comerciales y agrícolas, o condiciones sociales y políticas que existían en Palestina en la época de Jesús.

Negativamente este criterio excluiría los dichos de Jesús que reflejasen condiciones que no coincidieran con las de Palestina, o no coincidieran con las de la época de Jesús. Esta versión negativa es más útil. Los dichos que demuestra preocupación por la dilación de la parusía, por la misión de la Iglesia entre los gentiles, o por normas eclesiales de dirección y disciplina son creaciones postpascuales.

Este criterio fue muy utilizado por Bultmann, pero le falló su conocimiento de las verdaderas condiciones de Palestina en la época de Jesús. Los descubrimientos de Qumrán mostraron que la Palestina de Jesús era mucho más aparecida a las condiciones del Jesús evangélico de lo que Bultmann pensaba.

El criterio positivo no es tan útil, porque las condiciones de Palestina no cambiaron tanto desde la época de Jesús hasta la época de la formación de las tradiciones sobre él. 

3.- Criterio de viveza narrativa

Algunos tienen a interpretar el colorido narrativo de Marcos a recuerdos del Jesús histórico, y en concreto a la predicación de Pedro. Así por ejemplo V. Taylor.[10] Pero todo narrador puede conferir viveza a su relato, por más ahistórico que sea. Taylor insiste en datos pintorescos que no sirven a ningún fin en el relato, mientras que en otro caso narra los hechos con un gran laconismo. La viveza del relato por tanto no se puede achacar a la creatividad redaccional del evangelista, porque entonces estaría siempre presente. Se trataría en estos casos, según Taylor de fidelidad a una tradición que incluía esos detalles. 

4.- Criterio de las tendencias evolutivas de la tradición sinóptica

Muy discutible para Meier. Bultmann pretendía conocer las leyes seguidas por la tradición sinóptica en su evolución, y detectar así lo que era primitivo de lo que era tardío. Tendencia a hacer los detalles más concretos, a añadir nombres propios, convertir en discurso indirecto citas textuales, eliminar palabras arameas.

En realidad no se puede afirmar que existan leyes fijas, y aunque pudiésemos formularlas, serían verificables en la etapa postmarcana de Lucas y Mateo, pero no en la etapa premarcana de Marcos.

El único uso básico de este criterio que admite Meier es el tratar de excluir los rasgos que estén muy impregnados del vocabulario, estilo y teología que se han detectado como característicos de cada evangelista. Porter hace notar cómo las dinámicas de cambio no son lineares, y no van siempre de lo simple a lo complejo. Sanders ha probado que la tradición se mueve en direcciones opuestas.[11] 

5.- Criterio de presunción histórica

¿Dónde cae el peso de la prueba, el onus probandi? ¿Del lado crítico que niega la historicidad o del crítico que la afirma? En este punto hay actitudes irreductibles. El escoger una u otra no es debido a actitudes científicas, sino a actitudes extracientíficas.

Muchos pretenden que “in dubio pro traditione”. Meier con Marxsen y Mayer, está más bien entre los que creen que el peso de la prueba debe recaer en el que trate de probar algo. Pero no necesariamente hay que pronunciarse por “histórico” o “no histórico”. Queda una tercera papeleta: Non liquet.

 

c) Conclusiones

El uso de criterios tiene más de arte que de ciencia, y requiere sensibilidad para el caso individual en vez de una aplicación mecánica. Habrá que evaluar los casos en que la aplicación de distintos criterios contrapuestos apunta en una misma dirección.

Los investigadores no han podido resistir la tentación de resumir aquellos rasgos de mayor verosimilitud histórica en una especie de retrato robot hecho con los datos avalados por la aplicación de uno o más criterios.

Dichos retratos robots no siempre coinciden. Algunos autores tienden a ser maximalistas o minimalistas. La opción por una u otra actitud probablemente no tiene nada que ver con el rigor histórico, sino con los aprioris ideológicos, psicológicos, culturales y aun comerciales de los distintos exegetas.

Expondremos como botón de muestra dos de estos retratos robots, el de McArthur y el de Fuller.

Para McArthur[12] éstos son los elementos que están presentes en todas las ramas de la tradición sinóptica: Proclamación del Reino, presencia de los discípulos en torno a Jesús, los milagros de curaciones en general y los exorcismos, un vínculo con el Bautista, el uso de parábolas, la preocupación por los rechazados, especialmente recaudadores de impuestos y pecadores; una ética radical; el énfasis en el mandamiento del amor; la exhortación a practicar el perdón; las disputas sobre la observancia del sábado y otras prácticas legales; dichos acerca del Hijo del hombre, la expresión “En verdad”.

Otros diversos autores han extractado diversas listas, no coincidentes de los elementos que son atribuibles al Jesús histórico. Para Fuller esta es la síntesis de la tradición auténtica de Jesús, según el resumen del artículo citado de Vargas Machuca.[13] 

I. Narrativa

1) Bautismo de Jesús: (Mc 1,9)

2) Ministerio galileo: Mc 1,14. Es redaccional, pero se confirma por la ubicación en Galilea de muchos incidentes de las perícopas.

3) Crisis del ministerio galileo:

a) multiplicación de los panes (Mc 6,30ss/ 8,1ss / Jn 6,15). Reconocemos aquí un núcleo histórico, que no es fácil de recuperar;

b) despedida de la multitud, que intentaba hacer a Jesús un jefe político (Mc 6,45 / Mc 8,9 / Jn 6,15);

c) ‘Confesión’ de Pedro (que originariamente expresaba su sintonía con la multitud) (Mc 8,29. 32-33)

4) Camino a Jerusalén. Los pasajes que lo narran son redaccionales, especialmente la sección del viaje en Lc. Pero el cambio de escenario se indica en el dicho auténtico de Lc 13,32s, en la situación de importantes escenas en Jerusalén, e inde-pendientemente por Juan.

5) El ‘desafío’ en Jerusalén. La entrada ‘triunfal’ (Mc 11,1ss; Jn 12,12ss). El relato marcano está recubierto por la interpretación mesiánica, pero contiene un núcleo auténtico. La ‘purificación’ del templo (Mc 11,11. 15-19; Jn 2,13ss)

6) El relato de la Pasión, en cuanto al esquema subyacente a las tres tradiciones de la pasión (Mc, Lc, Jn), sometidas a la prueba histórico-tradicional:

     a) Última Cena de Jesús con sus discípulos (Mc 14,17-18 / Lc 22,14 / Jn 13,2. cf. 1Cor 11,23)

     b) Retiro al Monte de los Olivos (Mc 14,26 / Lc 22,39a. Cf. Jn 18,1)

     c) Traición y arresto: Mc 14,43-49 / Lc 22,47ss / Jn 18,2ss).

     d) Huida de los discípulos (Mc 14,50. Cf. Jn 18,8).

    e) Interrogatorio ante el Sumo Sacerdote (Mc 14,58 / Lc 22,54 / Jn 18,24). Del título de la cruz se puede deducir que en este interrogatorio las autoridades judías decidieron entregar a Jesús a los Romanos para que lo ejecutaran como pretendiente mesiánico.

     f) Proceso ante Pilato (Mc 15,1 / Lc 23,1 / Jn 18,28). Del título de la cruz se puede deducir que Pilato condenó a Jesús como revolucionario político.

     g) Crucifixión en el Gólgota (Mc 15,22.24-25 / Lc 23,33 / Jn 19,17).

     h) Título de la cruz (Mc 15,26 / Lc 23,38 / Jn 19,19).

     i) Sepultura (Mc 15,26 / Lc 23,53 / Jn 19,42. Cf. 1Cor 15,4). 

II. Palabras de Jesús

1) Mensaje escatológico: El Reino de Dios

     a) futuro, pero inminente (Lc 11,2d Q?; Lc 22,18 / Mc 14,25; Lc 17,21); Mc 1,15 es redaccional, pero un buen sumario de la actividad de Jesús (cf. Mt 10,7 Q?)

     b) el juicio venidero: Mt 5,21s; Mt 7,1s Q; Mc 12,40; Lc 11,31s Q

     c) La promesa de la futura entrada o exclusión del Reino: Mc 10,15.23; Mt 5,20; Mc 9,43ss. Heredar: Mc 10,17

     d) La venida del Hijo del Hombre: Lc 12,8s Q; Mt 24,44 Q; Lc 17,22-24.26 Q. 30

     e) ¡Estad preparados!: Mc 13,33ss; Mt 24,45ss Q; Lc 12,35ss; Lc 17,34-37 Q.

     f) La presencia proléptica del Reino futuro: Lc 6,20ss Q (La Bienaventuranzas; Lc 11,20 Q; Lc 17,21; Mc 4,3-8 (el sembrador); Mc 4,31s (grano de mostaza); Mt 13,33 (levadura); Mt 13,24-30 (la cizaña); Lc 12,54-56 Q? (los signos del tiempo). Gozo por su presencia: Mt 6,16-18; Mc 2,19a. Perdón escatológico: Mc 2,5; Mt 18,23-34; Lc 7,47s

2) La exigencia de una obediencia radical: Mt 5,21-48 (las antítesis); Mt 6,19-24 (obediencia total); Mc 10,5-9 / Mt 5,32 (prohibición del divorcio); Mc 12,30s (síntesis de la Ley); Lc 10,30ss (buen samaritano); Mt 25,31ss (ovejas y cabritos).

3) Enseñanza acerca de Dios: Lc 11,2 Q? (Abbá) (cf. Mc 14,36); cercanía de su cuidado providencial, Mt 6,25-34 Q; Dios responde a la oración con fe; Lc 17,6 Q; Mc 9,23; Mc 11,22s; Lc 11,9-13 Q; Lc 11,2ss \ Mt 6,9ss (Padrenuestro). 

III. Actividad de Jesús

1) Curaciones y exorcismos como signos de la proléptica presencia del Reino: Mc 3,27; Lc 7,22 Q; Lc 10,23 Q; Lc 10,18; Lc 11,20 Q.

2) Comidas escatológicas con los marginados: Lc 15,4ss Q (oveja perdida); Lc 15,8ss (moneda perdida); Lc 15,11ss (hijo pródigo); Lc 14,16-24, cf. Mt 22,2ss (gran banquete); Mt 21,28ss (los dos hijos); Lc 18,9-14 (fariseo y publicano). También Mc 2,13-17; Mt 11,19 Q; Lc 14,7-14; Lc 13,28s Q.

3) Llamada al seguimiento-discipulado: Mc 1,16ss; 2,14; Lc 5,1ss (Sígueme); Lc 14, 28-33 (condiciones del discipulado); Lc 17,33 (Q?); Mc 9,33-37; Mc 10,21; Mt 5,29s; Lc 9,57-60 (Q); Lc 9,62 (exigencia de una decisión radical); cf. Mt 13,44-46 (el tesoro escondido y la perla). Recompensa del discípulo: Mc 10,22s; Lc 12,8s; Mt 6,19-21 Q.  

IV. Destino de Jesús

1) La comprensión de su muerte como el desenlace de su enseñanza y actividad escatológicas (Lc 13,31-33)

2) Su desafío a las autoridades de Jerusalén: Mc 11,1ss (entrada en Jerusalén); Mc 11,11.15-19 (actuación en el templo)

3) Su muerte como culminación del rechazo de Israel a la Palabra de Dios: Lc 13,34s Q; Lc 11,49ss Q. cf. Mc 12,11ss (parábola de la viña, si es auténtica)

4) Su muerte como preludio de la venida final del Reino: Mc 14,25 \ Lc 22,15-18.

 

Síntesis de la tradición auténtica de Jesús

 “Jesús de Nazaret surgió del círculo del Bautista y comenzó un ministerio independiente después de la muerte del Bautista. Este ministerio estaba centrado en un mensaje, que como el del Bautista, se formulaba en términos apocalípticos, pero que a diferencia del mensaje de Juan del juicio inminente, destacaba más bien el lado positivo de la inminente salvación. Esta salvación escatológica estaba muy cerca, tan cerca que ya estaba irrumpiendo anticipadamente en la persona, palabras y hechos del mismo Jesús. Y afirmaba la presencia proléptica en Jesús de la futura salvación escatológica. Aceptar el mensaje de Jesús era alcanzar la propia aceptación entre los elegidos en la venida final del Reino de Dios con la aparición del Hijo del Hombre. Subordinada al mensaje escatológico de Jesús estaba su afirmación de la exigencia de una radical obediencia a Dios, que se supone posible para aquellos que han aceptado el mensaje. Jesús afirma la autoridad última de su palabra frente a la Torah y su interpretación en la tradición rabínica. Subordinado también al mensaje escatológico de Jesús estaba su enseñanza sobre Dios como Abbá, íntimamente cercano, y su cuidado providencial.

Unida a las palabras de Jesús iba su conducta. Comió con los que eran proscritos por el estándar de la Torah y lo interpretó como una celebración anticipada del banquete escatológico. Llamó a hombres para que lo siguieran como la personificación de la presencia proléptica del reino escatológico, y aquellos que lo seguían participaban prolépticamente de la salvación. Realizó exorcismos y curaciones, que interpretó como actuaciones prolépticas del Reinado de Dios escatológico.

El desenlace de su actividad en Galilea fue el destino final de Jesús. Subió a Jerusalén para proclamar su mensaje escatológico en el corazón del judaísmo, plenamente consciente de que ello implicaba su propia pasión y muerte. Interpreta esa muerte como parte del proceso por el que vendrá el Reinado escatológico de Dios. Fue arrestado, investigado por las autoridades judías y denunciado al poder romano ocupante como un revolucionario zelota (lo que implicaba un malentendido del mensaje escatológico de Jesús) y como pretendiente mesiánico; y fue ejecutado por los romanos como un supuesto ‘Rey de los Judíos”.[14]

 

 

Bibliografía sobre criterios de historicidad

Muy interesante el estudio histórico que hace A. Vargas Machuca, “La investigación actual sobre el Jesús histórico”, Estudios Eclesiásticos 2002.

Ver también un tratamiento sistemático en R. Latourelle, A Jesús el Cristo por los Evangelios, Ed. Sígueme, Salamanca, 1.982. Más breve el de G. Theissen, El Jesús histórico, p. 139-148.

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Notas al tema 2


[1] Hooker, M.D., “On Using the Wrong Tool”, Theology 75 (1972), 570-581; D.L. Mealand, “The Dissimilarity Test”, SJT 31 (1978), 41-50; Stein, “The Criteria for Authenticity”, en R.T. France y D. Wenham (eds.), Studies of History and Tradition in the Four Gospels, JSOT Press, Sheffield 1980, 225-263; M. Davies, Studying the Synoptic Gospels, SCM, Londres 1989.

[2] T. Holmén, “Doubts about Double Dissimilarity. Restructuring the Main Criterion of Jesus-of-History Debate”, en C. Chilton y C.A. Evans (eds.), Authenticating the Words of Jesus (Leiden 1999, 47-80.

[3] Dunn, J.D.G., “Can the Third Quest Hope to Succeed?” en Chilton, B. y C.A. Evans (ed.), Authenticating the Activities of Jesus, Brill, Leiden 1998, 38.

[4] G. Theissen y A. Merz, El Jesús histórico, Salamanca 1999, p. 28.

[5] G. Petzke, “Die historische Frage nach den Wundertaten Jesu”, NTS 22 (1975-76), 180-204.

[6] C.E. Evans, Jesus and His Contemporaries, Brill, Leiden 2001, p. 15.

[7] E.P. Sanders, La figura histórica de Jesús, Verbo Divino, Estella 2000.

[8] C.E. Evans, o.c., p. 14.

[9] J.P. Meier, Un judío marginal, vol. 1, p.193.

[10] The Gospel According to St. Mark, Macmillan, Londres 1966, 135-149; M. Hengel, Studies in the Gospel of Mark, Fortress, Filadelfia 1985, 50-53.

[11] E.P. Sanders, The Tendencies of the Synoptic Tradition, Cambridge 1969.

[12] M.K. McArthur, “The Burden of Proof in Historical Jesus Research”, Exp.Times 82 (1970-71) 116-119.

[13] A. Fuller, A Critical Introduction to the New Testament, Londres 1966.

[14] Síntesis parecidas a la de Fuller cabe encontrar en el artículo citado de Vargas Machuca, a propósito de Norman Perrin, que es muy minimalista, de Marshall, de Sanders, de Theissen...