Curso sobre el Jesús judío

 

Programa

 

 

 

 

Jesús ejerció su ministerio “sólo” para las ovejas perdidas de la casa de Israel y limitó su actuación al pueblo judío. No parece que formulase nunca explícitamente el mandato de una misión universal a los gentiles. Es sólo después de la Pascua cuando sus discípulos vieron en la persona de Jesús un mens relevante para todos los pueblos y a la luz del Espíritu trataron de formular este desarrollo teológico revolucionario.

En la vieja búsqueda del Jesús histórico los teólogos liberales se preciaban de haber liberado a Jesús no solo de las cadenas de la dogmática eclesial, sino también de toda la parafernalia judía. Bultmann podía dar el salto acrobático del Jesús existencial al momento presente sin depender para nada del contexto histórico judío de Jesús. Para Bultmann Jesús bien podía haber sido un polinesio. Como dice Dunn buscaban a Jesús en una isla solitaria en el Pacífico, siendo así que todo el tiempo había estado ahí, en el gran continente del antiguo Israel y del judaísmo del segundo templo.

El Jesús histórico hay que comprenderlo desde el marco del judaísmo. Jesús vivió y murió como un judío observante. No parece que en ningún momento violase la Ley expresamente, sino que se limitó a dar un talante interpretativo benévolo, y opuesto a otras hermenéuticas fariseas más tra­dicionales.

En el curso se estudiará toda la relevancia política del mensaje de Jesús en su anuncio del reino, desde el marco de la política judía de su época, con especial relación al movimiento de los zelotes.

Sería muy conveniente para seguir el curso poder leer literatura en inglés, ya que la mayor parte de los textos importantes están en ese idioma.

 

 

A.- Cuestiones metodológicas

1. El estudio de Jesús judío en el contexto de la “Third Quest”

2. Criterios de historicidad

3. Las fuentes clásicas para el estudio

4. Pablo como fuente histórica sobre Jesús

5. Las fuentes rabínicas

6. El Jesús histórico y el Cristo del kerigma

 

B.- Jesús y los distintos grupos de su época.

6.- Jesús y los esenios

7.- Jesús y los fariseos

8.- Jesús y la Ley

9.- Jesús y los gentiles

10. Jesús y los revolucionarios. El mesianismo de Jesús

11. Jesús y los jasidim. Los fenómenos carismáticos

12. Jesús y los filósofos cínicos itinerantes

13. Parábolas de Jesús y parábolas rabínicas

 

Bibliografía. Al principio se ofrecerá a todos una Bibliografía general en español. Está también a disposición de los alumnos una bibliografía general mucho más extensa en varios idiomas. Al estudiar cada una de las partes se señalará la bibliografía más importante, tanto en español, como en otros idiomas.

Existe a disposición de los alumnos una página web, en la que están incluidos estos apuntes con hipervínculos a otras páginas y posibilidad de hacer búsquedas selectivas de temas o de citas bíblicas.

La dirección raíz de la página web es:

www.upco.es/personal/jmmoreno/cursos/index.htm

 

 

Evaluación: Un trabajo sobre alguno de los puntos tocados, o una memoria de cómo este curso ha afectado el conocimiento personal sobre Jesús (Entre 4.000 y 7.000 palabras).


TEMA 1.- “The Third Quest”

 

 

Nuestro curso especial tiene relación con un capítulo importante de los estudios actuales del Nuevo Testamento, que son los estudios del Jesús histórico. En realidad el estudio del judaísmo de Jesús es un capítulo importante de este estudio que intenta rescatar el perfil del Jesús que vivió en Palestina en el primer tercio del siglo I.

Quisiéramos evitar en nuestro estudio el centrarnos en los temas más genéricos sobre el Jesús histórico, para podernos centrar en los temas más específicos sobre el judaísmo del Jesús histórico.

Sin embargo no podemos obviar el dedicar una introducción al nuestro curso, poniéndonos al día sobre el estado actual de los estudios del Jesús histórico, y los problemas metodológicos que este estudio lleva consigo.

Distinguimos tres etapas fundamentales. La primera (1778-1953), arranca con Reimarus y puede considerarse concluida con Bultmann. La segunda es iniciada por algunos de los más destacados discípulos de Bultmann y seguida por otros muchos, escrituristas y teólogos dogmáticos, católicos y protestantes. La tercera y última (también llamada por algunos “third quest” o “tercera búsqueda”) es la que se inicia hacia los años 80 y está informada por unas características que la hacen diferente de las que la han precedido. Pasemos sin más a la breve consideración de cada una de ellas.

Este estudio está básicamente tomado de Julio Lois en el artículo de la bibliografía.[1] Otros artículos en español que ofrecen también buenas síntesis son los de J.J. Bartolomé, y A. Vargas Machuca (ver bibliografía)

 

I.- PRIMERA ETAPA: “OLD QUEST”

 

Como indica J. Jeremias “el problema del Jesús histórico es de época reciente”. “Podemos señalar -añade- con toda precisión la fecha de su nacimiento: el año 1778”.[2] Se trata del año de la publicación a título póstumo del libro de Reimarus Von dem Zweck Jesu und seinen Jünger. Fue su discípulo Lessing quien lo publicó, al encontrarlo en consonancia con su visión de un cristianismo estético.[3]

Hermann Samuel Reimarus, un deísta hijo de la Ilustración, contrapone vigorosamente el Cristo de la fe o de los Evangelios al Jesús de Nazaret El primero, a su parecer, entra en contradicción con la razón crítica ilustrada. El segundo es el que vivió realmente en la Palestina del siglo I.

Mientras que el Jesús histórico fue un judío revolucionario, un mesías político que fracasó en su intento de establecer un reino terreno y librar así a su pueblo del yugo romano, el Cristo de la fe -que es el que se nos presenta en los Evangelios y predica la Iglesia- es un fraude creado por sus discípulos. Éstos, en efecto, no aceptaron el fracaso, robaron el cadáver de Jesús e inventaron las doctrinas de la resurrección y de la parusía, convirtiendo al mesías político que realmente fue en el Mesías apocalíptico de Daniel.

Así comenta Jeremias el impacto que causó la obra de Reimarus: “La sensación que se suscitó fue inmensa. Fue unánime la repulsa justificada hacia aquel folletón lleno de odio hacia Jesús. El odio no es buen guía para llegar hasta la verdad histórica. Sin embargo, aquel ‘profanador’ Reimarus había conocido por vez primera, con claridad meridiana, un hecho que hasta entonces había pasado inadvertido. Había visto que el Jesús de la historia y el Cristo de la predicación no son el mismo. La historia y el dogma son dos cosas distintas. Con Reimarus comienza el problema del Jesús histórico”.[4] Reimarus levanta la caza también de otro problema vital: el carácter escatológico de la doctrina de Jesús y el retraso de la parusía anunciada con la espiritualización tardía de su mensaje.[5]

Estas preguntas las hace suyas la llamada Escuela liberal de la “Leben-Jesu-Forschung” (investigación de la vida de Jesús). Sus más destacados representantes (H. J. Holtzmann, K. H. Weisäcker, K. Hase, B. Weiss, D. Schenkel, A. Harnack, E. Renan...), aunque con diferencias incluso notables de matiz, parten de la sospecha de que existe esa oposición entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe, de que el dogma ha falseado la figura de Jesús. Por eso se propusieron como meta “liberar al Jesús histórico de las cadenas de la dogmática eclesial” (Käsemann) y algunos, además, liberarlo igualmente de los ataques de Reimarus.

Para ello confiaban en las posibilidades de la investigación histórico-crítica que acababa de aparecer. Podían contar con dos fuentes “históricamente fiables, por puras”: el evangelio de Marcos y la “Quelle” (conocida como fuente “Q”, colección de dichos de Jesús, aunque contiene también algún relato de sus hechos, utilizada por Mateo y Lucas para redactar sus respectivos Evangelios). La aparición de nuevas fuentes hipotéticas o reales ha sido siempre el desencadenante de nuevos intentos por substraer la tradición de Jesús a la dogmática eclesial canónica de la tradición.

Un fenómeno semejante supondrá la aparición de los nuevos apócrifos. En cualquier caso los retratos de Jesús que emergen de estas lecturas “críticas” es un plácido reflejo de las ideas de moda en la época respectiva. Se acentúa la racionalidad y la libertad de la persona humana. Desde un deísmo se rechaza cualquier tipo de milagros o de intervenciones de Dios en la historia. El reino de Dios se concibe como una enseñanza ética. Su código moral era “la expresión más elevada del espíritu humano”.

El programa de Jesús equivalía así al del protestantismo liberal, libre de la dogmática y la ortodoxia tradicional. En este caso de la teología liberal, se presentaba a Cristo como un moralista ilustrado. En el caso actual es el Cristo sabio postmoderno.

Según la escuela liberal habría que rescatar lo que Harnack llamó “la esencia del Cristianismo”.[6] Dicha esencia sería una religión ilustrada, sin dogmas. La fe en un Dios Padre universal, en el amor fraternal entre todos los hombres. Esta teología liberal alemana es marcadamente antisemítica y quiere rescatar a Jesús simultáneamente de su trasfondo judío y de la dogmatización eclesiástica.

En una dirección distinta a la de la Escuela liberal se mueve la conocida Vida de Jesús de D. F. Strauss, publicada en 1837. Para él, la categoría clave que permite conocer el verdadero sentido de los relatos evangélicos es la de “mito”. Strauss entiende por mito neotestamentario “la transposición y la representación en términos de historia del ideal religioso de los primeros cristianos... bajo la presión creadora de la leyenda, que se concretó en el personaje histórico de Jesús”. El Cristo que presentan los relatos evangélicos es un Jesús transformado por la fuerza invasora del mito. Los mitos son narraciones que expresan en forma de relato la idea que se habían formado de Jesús sus seguidores. No cabe hablar de fraude, sino de recurso literario. Pero en cualquier caso dichos relatos no guardan relación con los hechos tal como sucedieron.

Strauss abre así un abismo infranqueable entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe. Los evangelios no nos conectan con el Jesús histórico sino que nos abren el camino que conduce a la fe.

En una dirección igualmente contraria a la Escuela liberal se mueve el pensamiento de M. Kähler.[7] Establece una distinción radical entre el Jesús de la historia, objeto de la investigación de dicha Escuela, y el Cristo del kerigma o de la predicación. En realidad, la verdadera historia de Jesús no es la que investiga la Escuela liberal con el fin de presentarnos los “hechos brutos” (por ejemplo, Jesús murió en la cruz en el año 30), sino la que nos presenta la fe al interpretar esos hechos y descubrir su significación salvífica (en esa muerte hemos sido salvados). El Cristo que nos ofrecen los Evangelios, el Cristo bíblico interpretado desde la fe, es el verdadero. El Jesús que llaman histórico, objeto de la investigación liberal, es irrelevante para la fe. No comparte el interés de la escuela liberal de reconstruir una historia desdogmatizada y reduccionista de Jesús.[8]

A. Schweitzer, en su famosa obra sobre la investigación de la vida de Jesús,[9] pasa revista a las distintas Vidas de Jesús procedentes de la Escuela liberal y constata así su fracaso: “A la investigación sobre la vida de Jesús le ha ocurrido una cosa curiosa. Nació con el ánimo de encontrar al Jesús histórico y creyó que podría restituirlo a nuestro tiempo como Él fue: como maestro y salvador. Desligó los lazos que le ligaban desde hacía siglos a la roca de la doctrina de la Iglesia y se alegró cuando su figura volvió a cobrar movimiento y vida mientras parecía que el Jesús histórico se le acercaba. Pero este Jesús no se detuvo, sino que pasó de largo por nuestra época y volvió a la suya...Se perdió en las sombras de la antigüedad, y hoy nos aparece tal como se presentó en el lago a aquellos hombres que no sabían quién era: como el Desconocido e Innominado que dice: Sígueme”.[10]

 Esta obra de Schweitzer es habitualmente considerada, y con razón, la partida de defunción de la búsqueda de la Escuela liberal. El Jesús histórico no tiene nada que ver con ese predicador ético, sino que fue un predicador apocalíptico. En esto Schweitzer desarrollaba intuiciones ya expuestas por Weiss. A pesar de que Schweitzer intentó dar cerrojazo a los intentos liberarles por escribir la Vida de Jesús al hilo de la sensibilidad liberal, intentó también reconstruir su propio perfil. Siguiendo los pasos de J. Weiss, subraya que el elemento escatológico y apocalíptico es el más específico de la vida y enseñanza de Jesús

R. Bultmann hereda el fracaso de la investigación liberal, tan brillantemente reseñado por A. Schweitzer, y las posiciones, entre otros, de Strauss y Kähler, que él se encarga de radicalizar y superar. Tal vez la posición de Bultmann se pueda resumir presentando algunas de sus grandes convicciones:

El Jesús histórico es inaccesible a la investigación científica. Este escepticismo viene avalado por el intento frustrado de la investigación realizada de todo un siglo. La cuestión del Jesús histórico es teológicamente irrelevante y hasta ilegítima.

Irrelevante, porque la historia de Jesús está situada en el seno del judaísmo y no ofrece interés para la fe cristiana, que comienza propiamente con la Pascua.

Ilegítima, porque el recurso a la historia altera la naturaleza misma de la fe, la cual se apoya únicamente en sí misma. Bultmann, que parte de la tesis reformada de la justificación por la fe sin obras, considera que todo recurso a la historia para justificar la fe supone una búsqueda malsana de seguridad, semejante a la seguridad que se busca con el recurso a las obras.

- Los relatos evangélicos son expresión de la fe que nace con la Pascua, fruto de la fuerza creadora de las primeras comunidades cristianas. No pueden, en consecuencia, ser considerados como fuentes documentales para un estudio histórico sobre Jesús.

 - Lo que realmente importa es el kerigma en cuanto anuncia la salvación, ofrece el perdón y llama a una existencia nueva, auténtica. El kerigma es lo primero.

Ir más allá de él para buscar al Jesús histórico supondría ir tras el “Cristo según la carne”, que, como sostiene Pablo, ya pasó.

El lema que había orientado la “old quest” -”Atrás, a por el hombre Jesús”- queda desautorizado por Bultmann y sustituido por este otro: “Atrás, a por la predicación primera, a por el kerigma”. Entre esa predicación primera y la figura histórica de Jesús apenas puede encontrarse continuidad alguna. Lo cierto es que interesa tan sólo el hecho mismo de la existencia de Jesús, y no ya su personalidad moral, ni su acción y mensaje. La discontinuidad o ruptura entre la fe y la historia es casi total. Según Bultmann, la fe no sólo puede sino que debe entenderse y vivirse al margen de la historia de Jesús.

 

II.- SEGUNDA ETAPA: “NEW QUEST”

 

La tesis ya sustentada por A. Schweitzer acerca de la imposibilidad de escribir una vida de Jesús, tal como pretendieron los autores de la Escuela liberal, se extiende vigorosamente a partir de Bultmann. Como ha afirmado J. A. Robinson “sus estudios (los de Bultmann) sobre la historia de las formas literarias...confirman el punto de vista según el cual las Vidas de Jesús construidas sobre la base del esquema del siglo XIX son imposibles”. El acuerdo parece general: no es posible reconstruir la biografía de Jesús, es decir, la historia completa de su vida. Desautorizada así la “vieja búsqueda” ¿sería igualmente preciso renunciar a toda búsqueda de Jesús?

Al responder a esta última pregunta no todos compartieron el escepticismo radical de Bultmann. Precisamente algunos de sus más aventajados discípulos se separaron en este punto de su maestro y propusieron una “nueva búsqueda” (Robinson) del Jesús histórico. Al hacerlo iniciaron una también nueva etapa en la historia de nuestra cuestión. Es la etapa que vamos a intentar resumir seguidamente.

Tampoco es difícil señalar el punto de partida de esta nueva etapa. Los estudiosos están de acuerdo en que su inicio debe situarse en el año 1953, con la conferencia pronunciada por E. Käsemann en Marburgo y después publicada con el título “El problema del Jesús histórico”.[11]

Käsemann, separándose de las posiciones radicales de Bultmann, a quien, no obstante, sigue considerando su maestro, afirma que la discontinuidad establecida por éste entre el Cristo del kerigma y el Jesús histórico tiene el gran riesgo de convertir a Cristo en un mito. La oposición a la investigación liberal- que Käsemann mantiene con vigor- “no debe amparar una renuncia resignada ante el problema de la personalidad de Jesús ni permitir que se ponga en duda la importancia de la historia para la fe, que se afirma evidentemente en los evangelistas”. En realidad si bien es cierto “que no es posible comprender al Jesús terreno si no es a partir de pascua... tampoco es posible captar adecuadamente el significado de pascua si se prescinde del Jesús terreno”. En consecuencia, Käsemann postula una investigación sobre los Evangelios que permita verificar que entre la predicación de Jesús y el kerigma apostólico media una continuidad real: “En mi opinión, se trata de señalar que de la oscuridad de la historia de Jesús brotan ciertos rasgos característicos de su predicación, perceptibles con una relativa exactitud, y que la cristiandad primitiva asoció a su propio men­saje”.

La historia no es un conjunto de hechos “brutos” (no elaborados), sino que desde el principio incluye el sentido que estos hechos tuvieron para sus protagonistas y la interpretación que hicieron de ellos. No hay historia al margen de esta interpretación y por eso no se puede establecer un abismo insalvable entre historia y kerigma, como hacía Bultmann.

Aquí nos interesa subrayar que los autores de la “new quest”, con diferencias incluso notables entre ellos, coinciden en señalar cierta continuidad real entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe. Esta nueva investigación se mueve en la órbita bultmaniana de la hermenéutica existencial y asume una concepción de la historia entendida como la comprensión que el sujeto tiene de sí mismo y de su proyecto de existencia y no como una crónica de hechos materiales. Su objetivo es verificar que el sentido de la existencia auténtica que el kerigma atribuye a Jesús está en conformidad con el sentido de la existencia que esa investigación descubre en el Jesús histórico.

Ebeling descubre una cristología implícita en las actitudes que asumió el Jesús histórico. Eso hace que las cristologías explícitas a la luz de la Pascua no sean una tergiversación de la realidad histórica. Esta forma de razonar encontró mucha aceptación en los tratados teológicos De Jesu Legato Divino. “La gran cristología posconciliar es muy deudora de esta exégesis sobre el Jesús histórico (Rahner, González Faus, Sobrino, Boff, Ducoq, Moltmann)”.[12]

La realización más importante de esta New Quest fue el libro de Bornkamm, sobre Jesús de Nazaret.[13] Según él, la investigación histórica no pretende evitar el “escándalo” de la fe. Su objetivo no es demostrar que el anuncio creyente es verdadero sino que la decisión existencial ante el kerigma es una decisión existencial ante Jesús: “Si la historiografía constata que el Jesús histórico poseía el mismo sentido de la existencia que aquél que el kerigma vincula a su persona, se habrá ‘demostrado’ todo lo que puede ser ‘demostrado’ por la nueva problemática del Jesús histórico: no que el kerigma es verdadero, sino que la decisión existencial es una decisión existencial ante Jesús”.[14]

Para expresar esa continuidad entre el Cristo de la fe y el Jesús histórico los estudiosos de la “new quest” recurren al concepto de “Cristología implícita o indirecta”, introducido por H. Conzelmann. Con este concepto quieren decir que aunque los títulos que la cristología de la Iglesia fue atribuyendo a Jesús no fueron utilizados por él, la investigación histórica permite descubrir que tales títulos son como la explicitación coherente de la “increíble pretensión de autoridad” de Jesús, de su conciencia única de ser el mediador del plan salvífico de Dios en la historia (Así formulará más adelante Pannenberg este mismo concepto: “Jesús reclamó fácticamente para su propia persona una autoridad inaudita...Al afirmar que en su actuación estaba ya el futuro reino de Dios para salvación de quienes aceptaran su mensaje, Jesús no sólo se sabía ya unido con Dios, sino incluso mediador de la irrupción del reino de Dios y de su amor perdonador”.[15] No son pocos hoy los que advierten que atribuir a Jesús una “pretensión inaudita de autoridad” o una “pretensión de poder pleno” (la expresión alemana frecuentemente utilizada es “Vollmachtanspruch”) es poco adecuado para expresar la actitud de Jesús, precisamente caracterizada por su radical renuncia al poder. Tampoco quieren vincular la Cristología implícita a la autoconciencia de Jesús ya que, como advierten los exegetas, los Evangelios no están interesados en mostrarnos la conciencia de Jesús. Por eso prefieren hablar de “pretensión de misión”, vinculada a la capital importancia del contenido de su anuncio.[16]

Esta pretensión y conciencia, dotadas de una singularidad especial, autorizan el surgimiento posterior de la cristología de los primeros siglos, por ser su explicitación, hecha, eso sí, a partir de la ruptura pascual y de la fe por ella generada.

La “new quest”, protagonizada por los grandes discípulos de Bultmann, con su nueva manera de plantear la cuestión del Jesús histórico, suscita, en el ámbito de la teología sistemática y de la exégesis, un amplio movimiento de renovado interés por encontrarse con Jesús de Nazaret. Es precisamente la amplitud del movimiento la que hace imposible intentar resumirlo aquí (Ver resumen en Aguirre y Latourelle).

En el punto de partida de todo ese movimiento hay la convicción común de que reconstruir la vida de Jesús, tal como pretendieron los investigadores de la Escuela liberal, es una pretensión imposible y además innecesaria. Pero los presupuestos que se asumen, los recursos metodológicos que se utilizan y los resultados que se consideran conseguidos son muy diversos.

Es la época en que empiezan a formularse los “Criterios de historicidad” a los que nos referiremos más adelante, que serán asumidos y modificados posteriormente en la Third Quest, pero que ya están formulados en esta etapa: desemejanza, testimonio múltiple, coherencia,...

Y, no obstante, y reconocida esa diversidad, tal vez podríamos decir con verdad que a lo largo de estas décadas de los 50, 60 y 70 se va superando el radical escepticismo sembrado por Bultmann y se va llegando a la convicción de que podemos saber algo acerca de Jesús y que ese algo, pese a ser poco, es de importancia decisiva pues nos permite encontrarnos con la singularidad única y trastornante de Jesús y contar con unas pautas fundamentales para saber en qué consiste su seguimiento.

J.J. Bartolomé resume algunos de los resultados parciales más seguros a los que llega esta segunda búsqueda: “la crítica de Jesús a la ley judía, verdadera llamada a la libertad, la inmediatez del reino y su realización en la persona de Jesús, la revelación del amor de Dios a los pecadores en la conducta y en la predicación de Jesús, la radicalización de la ley como gracia radical que Jesús de Nazaret cumplió, la fe personal de Jesús que le abre a la omnipotencia divina”. Todos ellos forman una cristología implícita anclada en los rasgos de hacer y predicar del Jesús histórico.[17]

 

 

III.- TERCERA ETAPA: “THIRD QUEST”

 

Algunos estudiosos (R. Aguirre, J. H. Charlesworth, G. Segalla, B. Witherington...) consideran que con los años 80 se abre una nueva etapa en la investigación sobre el Jesús histórico, que presenta con la anterior notables diferencias. Esta etapa, en la que estamos actualmente, que por seguir a la “old” y “new” quest, se conoce con el nombre de “third quest” (tercera búsqueda), es la que quisiera resumir brevemente ahora.

Como características propias de la “Third Quest” R Aguirre señala las que siguen:

 

a) Características y ventajas de la Third Quest

 

Nos basamos en este apartado fundamentalmente en un artículo de J.P. Meier en la revista Bíblica.[18]

 

1.- Mayor confianza e interés en llegar al Jesús histórico

Los autores enclavados en esta tercera etapa suelen tener más confianza en las posibilidades de llegar al Jesús de la historia que la que tenían los discípulos de Bultmann que iniciaron la “new quest”. Y esto aunque los resultados finales a que se lleguen sean marcadamente iconoclastas.

 

2.- Perspectiva interdisciplinar

La “third quest” realiza sus estudios sobre Jesús desde una perspectiva interdisciplinar. Se concede un papel importante a los datos que pueden proporcionar las ciencias sociales, sobre todo la sociología y la antropología cultural.[19] El estudio sobre Jesús hay que hacerlo desde el contexto en el que vivió en una cultura mediterránea. Los estudios de exegetas como Malinas, Theissen o Neyrey han contribuido a esclarecer mucho este contexto, con sus estructuras, categorías de valores y conflictos. La ignorancia de este contexto nos puede llevar a descontextualizar a Jesús, malinterpretándolo desde los parámetros de nuestros valores y nuestra cultura del momento. La teología tendrá que traducir a Jesús al momento presente, y tendrá que esclarecer cómo viviría Jesús los conflictos de hoy. Pero para poder hacer eso ha tenido antes que estudiar a Jesús en su propio conflicto del siglo I. Pero en esta tarea puede darse un fenómeno de dirección inversa, y es que al estudiar el mundo del siglo I traspasemos inconscientemente muchos planteamientos del siglo en el que vivimos. Basta leer la importante y discutida obra de J. D. Crossan - Jesús: vida de un campesino judío- para darse cuenta de ello.[20]

 

3.- Perspectiva más anglosajona

Contrastando con la “new quest”, que se había desarrollado especialmente en el mundo alemán, la “third quest” se está realizando en el mundo anglosajón.[21] Y es curioso y también preocupante verificar que existe hoy entre ambos mundos, en este campo de la investigación sobre Jesús, un gran desconocimiento mutuo. (R. Aguirre advierte que J. Gnilka en su Jesús de Nazaret. Mensaje e historia, publicado en su primera edición original en 1.990, no cita a ninguno de los autores del ámbito norteamericano que en años anteriores habían publicado en el seno de la “tercera búsqueda” estudios importantes sobre Jesús (M. J. Borg, R. H. Horsley o J. P. Meier, por ejemplo) . Pero podría igualmente decirse que J. D. Crossan ignora en sus obras recientes a los estudiosos alemanes (por ejemplo, el mismo Gnilka y H. Schürmann o P. Stuhlmacher).

 

4.- Perspectiva más ecuménica e interreligiosa

En las dos primeras etapas predominaban los investigadores protestantes luteranos. En esta tercera búsqueda el espectro es mucho más amplio. Incluye también a protestantes de otras denominaciones, católicos, judíos y agnósticos. Esto se debe a que el interés que motivo esta búsqueda ya no es un interés teológico, ni apologético. Más que probar la autenticidad de dichos o hechos de Jesús, lo que interesa es encuadrar a Jesús dentro del ambiente cultural, social y religioso en el que vivió.

Así lo describe J.P. Meier: Una primera ventaja ha sido la naturaleza ecuménica e interreligiosa de la presenta discusión sobre el Jesús histórico. En gran medida las dos primeras búsquedas eran la obra de protestantes alemanes. Con esto no queremos denigrar a los grandes estudiosos del pasado, pero inevitablemente estas dos búsquedas estaban coloreadas por los intereses de la Alemania protestante de finales desde la mitad del XIX hasta la mitad del XX.

En cambio en la tercera búsqueda han participado estudiosos de un amplio espectro: protestantes, católicos, judíos y agnósticos, no sólo en Estados Unidos, sino también en Canadá, Inglaterra, Alemania. Para dar unos pocos ejemplos, n Witherington, que ha subrayado el papel de Jesús como maestro de sabiduría, es un metodista conservador; E.P. Sanders, en cierto sentido la persona que lanzó la tercera búsqueda, viene de un background metodista, y podríamos describirlo como un protestante postliberal. Robert Funk, el fundador del Jesus Seminar viene de la tradición de los Discípulos de Cristo; N.T. Wright, un continuo adversario del Jesus Seminar, es anglicano y deán de la catedral de Lichfield, y escritores de puntos de vista tan diversos como Crossa, Schüssler Fiorenza y J.P. Meier vienen de un trasfondo católico. A esto hay que añadir las valiosas contribuciones de estudiosos judíos como Geza Vermes de Oxford y más recientemente Paula Fredriksen de la Universidad de Boston.[22]

 

5.- Preocupación por encontrar una metodología más rigurosa

En los estudiosos de esta tercera búsqueda la preocupación por conseguir una metodología rigurosa de investigación histórica prima sobre las preocupaciones y finalidades teológicas. Como señala R. Aguirre “no se plantea el problema de las relaciones entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe, y la investigación no se realiza en instituciones teológicas sino profanas”. Este rigor metodológico ha producido un notable avance en la definición de los criterios de historicidad, tal como explicitaremos más tarde.

Al mismo tiempo se trata de una metodología más ecléctica. Que se abre simultáneamente a diversos métodos tomados del campo de las ciencias de la sociología y de la crítica literaria.

Así lo describe J.P. Meier: Se ha mejorado mucho al articular los criterios de historicidad. En Bultmann extraña cómo muchos de sus juicios son puramente intuitivos. El gran escéptico de la crítica de las formas puede ser muy subjetivo y aun romántico al evaluar la historicidad de los distintos logia. Normalmente los argumentos de Bultmann a favor o en contra de la historicidad de un versículo son muy breves. Al estudiar los pronunciamientos autoritativos de Jesús Bultmann crea los suyos propios.

Los postbultmanianos han sido más cuidadosos. Hay un intento de articular unos ciertos criterios de historicidad, con pruebas a partir del supuesto sustrato arameo y el ritmo poético de los dichos de Jesús, tal como aparece en J. Jeremías y sus seguidores.

Pero sólo en las últimas décadas se ha llegado a definir y aplicar estos criterios, como veremos en nuestro próximo tema. Algunos criterios que tenían mucha aceptación anteriormente han pasado de moda, mientras que otros criterios han sido formulados de un modo más preciso.

 

6.- Mayor importancia de la literatura apócrifa judía y cristiana

Se concede mayor importancia, para conocer a Jesús, a la literatura apócrifa judía y cristiana, a los targumim y a los documentos encontrados en 1.947 en la villa egipcia de Nag Hammadi (el Diálogo del Salvador y los evangelios de Tomás, Felipe, María, el de la Verdad y el de los Egipcios).

Así lo describe Meier: Otra ventaja ha sido la reevaluación de algunos documentos que podrían servir como fuentes. Se ha intentado utilizar todas las fuentes posibles, por más peregrinas que fuesen. El Jesus Seminar ha elevado el evangelio de Tomás a la categoría de los evangelios canónicos, al mismo tiempo que se deja de lado el cuarto evangelio. Además Crossan ha dado validez al evangelio apócrifo de Pedro, del siglo II, y detecta dentro de él un Evangelio de la cruz, que sería la fuente de las narraciones de la pasión en los evangelios canónicos. Richard Bauckham ha apelado no sólo al evangelio de Pedro, sino también al Protoevangelio de Santiago y al Evangelio griego de la Infancia de Tomás para resolver el problema de los hermanos y hermanas de Jesús.[23] Para Meier, puestos a eso, se podría usar también Alicia en el país de las maravillas. A juicio de Meier, y a juzgar por el estudio sistemático de Michael Fieger es claro que el evangelio de Tomás utilizó al menos alguno de los evangelios canónicos y por tanto no puede servir como fuente independiente.[24]

 

7. Tratamiento más positivo de la tradición de los milagros y exorcismos de los evangelios

En contraste con las etapas anteriores, totalmente cerradas a la historicidad de cualquier milagro, en la Third Quest se acepta el hecho de que Jesús fue un sanador, y que aunque no podamos reconstituir la historicidad de los milagros en concreto, podemos decir que Jesús fue conocido como un hombre que obró milagros y exorcismos.

Otra ventaja es el modo más positiva de tratar las tradiciones sobre milagros del evangelio, que contrasta con los prejuicios de épocas anteriores heredados de la Ilustración. Bultmann sólo dedica unas pocas páginas a tratar sobre los milagros de Jesús, y los postbultmanianos eran aún más parcos a la hora de tratar este tema.

En cambio los participantes en la tercera búsqueda han hecho contribuciones muy positivas aunque a veces con métodos un tanto dudosos.

 

8.- Tomar más en serio el judaísmo de Jesús

En la vieja búsqueda aquellos teólogos liberales se preciaban de haber liberado a Jesús no solo de las cadenas de la dogmática eclesial, sino también de toda la parafernalia judía. Bultmann podía dar el salto acrobático del Jesús existencial al momento presente sin depender para nada del contexto histórico. Como dice Dunn buscaban a Jesús en una isla solitaria en el Pacífico, siendo así que todo el tiempo había estado ahí, en el gran continente del antiguo Israel y del judaísmo del segundo templo.[25]

Hay una preocupación por reinsertar a Jesús en su hogar de origen, enraizándolo así en el seno de su pueblo judío (“Heimholung in das Judentum”). Han contribuido de forma decisiva a esa reinserción los importantes trabajos sobre Jesús publicados por sabios judíos (un breve resumen en Theissen, El Jesús histórico, p. 26) y el estudio de los documentos descubiertos en Qumrán. Esta vuelta al hogar judío de Jesús ha llevado consigo la revisión matizada de algunos rasgos del perfil antijudío de su figura, tal como había sido dibujada por los autores de la “new quest”, con la aplicación preferente de su criterio de desemejanza.

Los grandes descubrimientos arqueológicos, el trauma del holocausto, la fundación del Estado de Israel, han renovado el interés por el judaísmo del siglo I con sus valores propios y con su pluralismo. Se subraya hoy que el encuentro entre judaísmo y helenismo fue un encuentro entre dos culturas del mismo rango y que los influjos fueron mutuos. El diálogo judeo cristiano quiere eliminar desprecios, prejuicios y desconfianzas mutuas. Así se ha llegado a decir que el reingreso de Jesús en el Judaísmo ha sido causa y efecto de la disminución del antisemitismo cristiano.[26] Como dice D. Flusser, “Jesús no era solo un contemporáneo del judaísmo de entonces, sino que formaba parte de aquella realidad”.[27]

No hay unanimidad en la adscripción de Jesús a las corrientes predominantes de la época. Unos lo adscribirán a la corriente pietista, de los jasidim, otros a las corrientes revolucionarias sociales. Otros, en cambio acentúan el paralelismo de Jesús con los filósofos cínicos, lo cual le alienaría de algún modo del judaísmo.

Un número considerable de libros de la tercera búsqueda mencionan en sus títulos el judaísmo de Jesús de una manera explícita. La nueva valoración de la identidad judía de Jesús nos lleva a estudiar mejor la biblioteca del judaísmo contemporáneo de Jesús, que pudo haber influido en él de un modo u otro. Habría que empezar por el estudio de las Escrituras judías, aun teniendo en cuenta que entonces no había un canon totalmente cerrado. Dentro de este corpus de Escrituras hay que prestar mayor atención a aquellas que más pudieron contribuir al trasfondo espiritual de Jesús, Isaías y los Salmos más bien que Levítico o Crónicas.

Cierto que Jesús no fue un ratón de biblioteca que se dedicase a estudiar los múltiples rollos de Qumrán con sus variadas exégesis bíblicas. Su contacto con las Escrituras fue sobre todo a través de la lectura pública y la predicación. Por eso hay que saber cuáles eran las tradiciones interpretativas y homiléticas de la época. ¿Habrá que tener en cuenta también los apócrifos del Antiguo Testamento y algunos de los escritos de Qumrán en cuanto que reflejan ideas muy diseminadas en aquella época? ¿Habrá que estudiar los Targumim o la primera literatura rabínica con los tremendos problemas de fechación que esto supone?

Por otra parte, ¡en qué medida hay que presuponer que Jesús tuvo contacto con el judaísmo helenizado de Séforis, cuyas excavaciones han dado tanto que hablar en la última época! ¿Hay que imaginar a un Jesús imbuido de la cultura griega del teatro de Séforis? ¿Habrá más bien que aceptar la visión evangélica de un Jesús que evita las grandes ciudades griegas?

Hay que plantearse también la validez de la tesis del Jesus Seminar que han subrayado el trasfondo pagano grecorromano de Jesús, subrayando las semejanzas con los filósofos cínicos ambulantes, y dando marcha atrás en la progresiva judaización de Jesús típica de la tercera búsqueda.[28]

El verdadero alcance de la influencia helenística sobre Jesús es discutible. Determinados parecidos externos con formas culturales de filósofos itinerantes pueden ser puramente casuales y las fuentes que poseemos indican más bien que los influjos culturales y religiosos que modelaron a Jesús provenían más bien del mundo judío palestino.

Por eso el gran mérito de la tercera búsqueda es haber puesto de relieve que el Verbo encarnado se ha encarnado en una carne judía, y no en una naturaleza humana abstracta o universal. Sin verdadero judaísmo, no hay verdadera humanidad en Jesús.

 

9.- Mejor conocimiento del judaísmo palestino en el que vivió Jesús

No ha podido dejar de influir en esta investigación los sorprendentes éxitos de la arqueología en Israel durante los últimos decenios, que han desenterrado ciudades enteras, descubriendo así el marco en el que se desarrolló la vida de Jesús. Pensemos en las excavaciones de Séforis, Nazaret, Cesarea marítima, Cafarnaúm, Betsaida, Beisán.

La literatura apócrifa intertestamentaria ha sido enriquecida con nuevos libros cuya naturaleza judía o cristiana no ha sido aún plenamente elucidada. Pensemos por ejemplo en el Testamento de los Doce Patriarcas o las Odas de Salomón.[29] Junto con estas nuevas fuentes, los descubrimientos de Qumrán nos han dado una visión mucho más pluralista del medio judío en el que vivió Jesús, lo cual ha contribuido a hacer saltar algunos estereotipos que identificaban judaísmo con rabinismo.

Se da en la tercera búsqueda un claro intento de contrarrestar las caricaturas del judaísmo, del rabinismo y del fariseísmo, que han sido tradicionales en la exégesis cristiana, especialmente entre los protestantes alemanes que han venido a hacer equivaler rabinismo con catolicismo, para atacar a ambos de un solo plumazo. El mayor problema será situar a Jesús dentro del abigarrado mundo del judaísmo del siglo I. Como dice Meier, es un cliché repetido que Jesús fue un judío, lo importante es establecer qué clase de judío fue, y en cuál de los distintos grupos judíos habría que clasificarlo.[30]

Especialmente los estudios de Qumrán iluminan mucho no tanto la persona de Jesús como su entorno religioso, y en ocasiones hay paralelos notables entre ambos, y algunos textos qumránicos han servido para aclarar algunos puntos oscuros de dichos evangélicos.[31]

 

10.- Diferencias notables en las conclusiones a las que llegan

Pese a las características citadas, que confieren rasgos comunes a los investigadores de la tercera etapa, hay que reconocer que existen diferencias notables, sobre todo a nivel de las conclusiones que extraen de sus investigaciones. Unos subrayan lo escatológico y otros lo sapiencial. Unos subrayan lo indi­vidual y otros lo social.

J.J. Bartolomé cita a J. Bowman en un párrafo muy denso de bibliografía, en el que se recogen todas las distintas imágenes de Jesús que se han ido esbozando en los últimos 40 años. En el fondo podemos apreciar el alto grado de proyección de los propios valores que hay en estos estudios que pretenden ser objetivos. Como ironizaba Manson, “Por sus vidas de Jesús les conoceréis”.[32]

Mientras que E. P. Sanders y J. P. Meier subrayan la dimensión escatológica del mensaje y la vida de Jesús (Jesús, profeta escatológico y no reformador social), J. D. Crossan y R. A. Horsley subrayan la dimensión social y presentan a un Jesús promotor de una profunda revolución social (Jesús, profeta social y no escatológico).

Las diferencias se deben ante todo a la metodología elegida, al valor relativo que se da a las distintas fuentes y a la forma misma de publicar los resultados obtenidos. A este respecto conviene aquí citar, por la notoriedad pública que ha adquirido, al colectivo de estudiosos norteamericanos que forman el “Jesus Seminar”.[33] Precisamente por esa notoriedad, se corre el riesgo de extender a toda la “third quest” su metodología y los resultados de su investigación, que el número citado de la revista “TIME” califica de provocativos y hasta iconoclastas.

 

b) El “Jesus Seminar”

 

El “Jesus Seminar” se constituyó en 1.985 y está formado por algo más de 70 biblistas e historiadores que, al margen de cualquier confesionalidad, persiguen determinar la autenticidad histórica de los dichos de Jesús. Para ello se intercambian constantemente los resultados de sus investigaciones y dos veces al año algunos de ellos se reúnen para, tras discusiones previas, proceder a votaciones con el fin de decidir acerca de la historicidad de los dichos de Jesús, separadamente considerados. El procedimiento que siguen resulta cuando menos curioso: introducen en un cubo unos abalorios o cuentas de plástico de colores diversos. Cada color expresa el valor histórico distinto que se le concede al dicho que se somete a consideración. Los abalorios son de cuatro colores :rojo, rosa, gris y negro. Introducir el abalorio rojo significa afirmar que el dicho atribuido a Jesús es indudablemente suyo (“That’s Jesus”); el rosa, que Jesús probablemente dijo algo así ( “Sure sounds like Jesus”); el gris, que Jesús no dijo exactamente eso, pero que las ideas contenidas en el dicho son suyas (“Well, maybe”); el negro, por fin, que Jesús no dijo eso y que el dicho en cuestión representa la perspectiva o el contenido de una tradición tardía o diferente (“There’s been some mistake”).

El “Jesus Seminar” ha publicado en 1993 una obra -“The Five Gospels[34] (los cinco evangelios)- que ha causado un fuerte impacto en el mundo creyente norteamericano. En ella se presenta una traducción de los cuatro Evangelios canónicos junto con la del Evangelio de Tomás, apócrifo, y se recoge el resultado final de las investigaciones del grupo. Según ellas, solamente el 18% de las palabras puestas por los Evangelios en labios de Jesús pueden haber sido pronunciadas por él. Al Evangelio de Juan no se le concede fiabilidad histórica y sólo un dicho de Marcos ha merecido el abalorio rojo. De todo el Sermón de la Montaña de Mateo sólo las expresiones “Nuestro padre” y “Amad a vuestros enemigos”, junto con otros cuatro breves dichos, pueden considerarse palabras auténticamente pronunciadas por Jesús. Los Documentos más fiables para reconstruir los dichos de Jesús son la fuente Q y el Evangelio apócrifo de Tomás, siempre críticamente analizados. Al conceder valor prioritario a las parábolas y a los proverbios de Jesús, el “Jesus Seminar” nos presenta a un Jesús sabio, cuyo estilo de vida desinstalado y marginal recuerda al de los filósofos cínicos, solidarizado con los “don nadie”, preocupado por el cambio social histórico y del que están ausentes los aspectos escatológicos y apocalípticos.


Bibliografía sobre la “Third Quest”

 

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Alfaro, G.A., “Historia y Teología del Jesús histórico”, Kairos 31 (2002) 51-77; 32 (2003) 61-94; 33 (2003) 51-82.

Bartolomé, J.J., “La búsqueda del Jesús histórico. Una crónica”, Estudios bíblicos 59 (2001) 179-242.

Dunn, J.D.G., “Can the Third Quest Hope to Succeed?” en Chilton, B. y C.A. Evans (ed.), Authenticating the Activities of Jesus, Brill, Leiden 1998, 31-48.

Evans, C.A., “Authenticating the Activities of Jesus”, en Chilton, B. y C.A. Evans (ed.), Authenticating the Activities of Jesus, Brill, Leiden 1998, 3-30.

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Latourelle, R., A Jesús el Cristo por los Evangelios, Ed. Sígueme, Salamanca, 1.982.

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Malina, B.J., The Social Gospel of Jesus. The Kingdom of God in Mediterranean Perspective, Fortress, Minneapolis 2000.

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Notas al tema 1


 

TEMA 2.- Los Criterios de Historicidad

 

Seguiremos el esquema de J.P. Meier (“Criterios: ¿Cómo decidimos qué es lo que proviene de Jesús?”, en Un judío marginal, vol. 1, 183-209

 

I.- LOS PROBLEMAS EN LA EVALUACIÓN DE LOS DATOS HISTÓRICOS

 

Para poder evaluar la relación que hay entre el Jesús histórico y el judaísmo de su época, necesitamos poder precisar cuáles son los rasgos característicos de Jesús, y cuáles son los rasgos característicos del judaísmo de su época. Ambos estudios están llenos de dificultades, porque las fuentes para el conocimiento de Jesús y del judaísmo de final del 2º templo no son inmediatamente fiables.

En ambos casos, como veremos, Muchas de las fuentes no son contemporáneas, sino que han sido redactadas más tarde, a la luz de desarrollos doctrinales posteriores que han influido en el modo cómo se nos describe tanto a Jesús como al judaísmo.

El tiempo que media entre los hechos históricos recogidos y el momento en que se han redactado las fuentes, ha sido un tiempo enormemente creativo, en el que las comunidades y las doctrinas han evolucionado a una gran rapidez. Esto es verdadero tanto de la primitiva comunidad cristiana como del rabinismo de Yabne.

¿Cómo distinguir entre lo que tiene origen en Jesús y lo que procede de la tradición oral de la Iglesia primitiva, o de lo que es producto de la labor redaccional de los evangelistas? ¿Cómo distinguir lo que procede de tradiciones judías anteriores y lo que es producto de la elaboración creativa de los primeros rabinos?

Comparemos por ejemplo Gálatas 3,28 y una de las primeras bendiciones de la mañana en el Sidur de oración judíos. Dice Pablo: “Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer”. Dice la oración rabínica a la que nos referimos: “Bendito seas, Adonai, Dios nuestro, rey del universo, porque no me has hecho pagano, [...] porque no me has hecho esclavo, [...]  porque no me has hecho mujer”.

El parecido y el contraste son impresionantes. ¿Se puede establecer una relación de causalidad? ¿Se puede decir que Pablo estaba refutando el espíritu que se hace presente en dicha oración? Para eso habría que demostrar primero que la bendición del Sidur ya existía en la época de Pablo. En caso contrario, bien pusiese suceder que no es Pablo quien refuta al Sidur, sino el Sidur el que refuta a Pablo.

Ahora bien el problema, como veremos es que no es nada fácil fechar las tradiciones rabínicas, con lo cual cualquier conclusión es siempre incierta.

Pongamos un segundo ejemplo que analizaremos más detenidamente en su momento. A la hora de ver la relación de Jesús con la Torah, tendremos que estudiar si Jesús violó de hecho la Torah en alguna ocasión. Los fariseos acusaron a Jesús de violar la Ley por no lavarse las manos antes de come. ¿Realmente contravenía Jesús la Ley al omitir esta ablución? ¿Se trataba simplemente de una quaestio disputata en aquella época, o se trataba de un precepto claramente obligatorio para todos los judíos? ¿Lo que estaba en juego era la hermenéutica de la Ley o la validez de la Ley?

Los evangelios están escritos cuando ya el cristianismo había roto con el judaísmo, y bien pudo suceder que se están retroproyectando a la época de Jesús mismo determinadas rupturas que sólo tuvieron lugar mucho después. Se puede estar poniendo en labios de Jesús determinado tipos de afirmaciones que la Iglesia sólo llego a formular mucho después. A propósito de las disputas sobre la pureza, Marcos nos trae el logion de Jesús: “Todo lo que de fuera entra en el hombre, no puede contaminarlo, pues no entra en su corazón, sino en el vientre, y va a parar al excusado” (Mc 7,19). Seguidamente el evangelista hace una interpretación de este dicho: “Así declaraba puros todos los alimentos”. Podemos preguntarnos si de hecho Jesús declaró puros todos los alimentos de una forma inequívoca, si esto es lo que los discípulos habían entendido en su momento, o si esta conclusión por más legítima que sea no es directamente atribuible al Jesús histórico.

Será necesario retrotraernos lo más posible a las fuentes más antiguas, en que dichos y hechos de Jesús no hayan sido sometidos todavía a remodelaciones o reinterpretaciones a la luz de los sucesos posteriores. Esto nos llevará a un cuidadoso estudio de la historia de la redacción de cada uno de los evangelios, sobre todo de Mateo y de Lucas, algunas de cuyas fuentes conocemos. Más difícil es en el caso de Marcos y Juan cuyas fuentes nos son más desconocidas, pero aún así, en muchos casos es posible distinguir entre lo que es redaccional y lo que es tradicional en los textos. La historia de las formas nos permitirá ir más allá de las primeras fuentes escritas, para conjeturar el tenor de los textos en la etapa previa de la tradición oral.

En el caso de los evangelios trataremos de buscar concordancias en documentos que ciertamente proceden de fuentes diversas, tanto de otros dichos evangélicos no dependientes, como de otros textos del Nuevo Testamento independientes de los evangelios y anteriores a ellos, como pueden ser las cartas de Pablo.

Tanto para el judaísmo como para Jesús, será importante cotejar las fuentes internas, con las externas, es decir las fuentes redactadas por personas ajenas al grupo en cuestión y por tanto supuestamente imparciales.

Daremos un valor muy especial a los documentos de Qumrán, que se han escrito antes del tiempo fundacional del cristianismo o del judaísmo rabínico, y por tanto no han podido sufrir ningún influjo por parte de ellos, ni han podido ser posteriormente editados o manipulados por unos u otros.

Pero antes de entrar en este análisis, buscaremos unos principios objetivos que nos ayuden a evaluar el material. Ya en la “New Quest” empezaron a formularse explícitamente dichos criterios, que, como hemos visto, han sido posteriormente revisados y matizados en la Third Quest. Se trata simplemente de criterios aproximativos, y por eso René Latourelle nos dice que no confundamos criterios con pruebas.

 

 

II.- LOS CRITERIOS DE HISTORICIDAD

 

a) Criterios primarios

 

1.- Criterio de dificultad (Schillebeeckx) o de “contradicción” (Mayer).

Se centra en acciones o dichos de Jesús que hubieran podido chocar o crear dificultades a la Iglesia primitiva, o debilitarla en las disputas con los ponentes, El material embarazoso sobre Jesús habría ido siendo suprimido o suavizado en etapas posteriores.

El mejor ejemplo es el bautismo de Jesús. Marcos introduce el hecho. Mateo, siente la necesidad de dar una interpretación apologética en el diálogo de Juan y Jesús. Lucas no dice expresamente que Juan bautizase a Jesús, y nos ha contado ya antes la prisión de Juan. Juan hace referencia a la teofanía, pero no la relaciona con el bautismo, y de hecho no nos narra el bautismo. Asistimos a un progresivo escamoteo del tema.

Un caso similar es la afirmación de Jesús de que no conoce el día ni la hora finales (Mc 13,32) Algunos manuscritos griegos eliminan “ni el Hijo”. Lucas no recoge el dicho.

Por otra parte, el hecho de que este material embarazoso no haya sido suprimido del todo, es la mejor prueba de que la transmisión de la tradición no se sentía libre para añadir o quitar libremente los recuerdos sobre Jesús. Podríamos añadir datos como la traición de Judas, las negaciones de Pedro.

Pero este criterio tiene sus limitaciones

a) Los casos difíciles bien definidos no abundan en la tradición evangélica

b) lo que nosotros podemos juzgar embarazoso, quizás no lo fue para la Iglesia primitiva. ¿Es embarazoso el grito de Jesús en la cruz citando el salmo 22? El grito de desamparo no encaja en Lucas y Juan, y por ello lo han sustituido, pero la alusión al salmo del justo doliente ofrece una interpretación teológica del relato. Los salmos de lamentación recogen estas quejas. Además a la luz del resto del salmo no citado, la frase no suena tan desesperada. Esta cita del salmo pudo haber sido una interpretación teológica no histórica, lo mismo que la de Lucas o la de Juan.

 

2.- Criterio de discontinuidad (disimilitud; irreductibilidad dual)

Se centra en las palabras o actitudes de Jesús que no pueden derivarse del judaísmo de su época ni coinciden con el medio y la teología de la Iglesia primitiva posterior.

Pensemos por ejemplo en la radical prohibición del juramento, rechazo del ayuno voluntario, total prohibición del divorcio...

Según los Evangelios Jesús se dirige al Padre con la expresión aramea ‘Abbá” y utiliza la expresión: ‘amen lego ...’. Ahora bien, según J. Jeremias, “en ninguna parte en la litera­tura de las oraciones del antiguo judaísmo. se encuentra esa invocación de Dios como Abbá [= pa­dre, con el matiz de papá ], ni en las oraciones litúrgicas ni en las particulares”. Eso sig­nifica que nos encontramos aquí con una inequívoca característica de la manera única como el mismo Jesús se expresaba, de su ipsissima vox. Lo mismo podría decirse del uso del ‘amén’.

Por las mismas razones, las expresiones ‘venid detrás de mí’, ‘os haré pescadores de hombres’ (Mc 1,16-20) son auténticas de Jesús; en el judaísmo era el discípulo quien elegía a su maestro, y no al revés, como hace Jesús con autoridad. Esta discontinuidad muestra la au­tenticidad y originalidad de esta llamada. Por otra parte, está también en discontinuidad con el ambiente de la Iglesia primitiva, porque ‘seguir a Jesús’ no tiene sentido sin referencia al Jesús terrestre ni se usa para expresar la fe en Cristo.

Vale también para expresiones que están en pugna con la práctica de la primitiva iglesia como “no toméis el camino de los gentiles ni entréis en la ciudad de los samaritanos” (Mt 10,5).

Sobre este, criterio hay acuerdo unánime: si se demuestra que un dicho o hecho del evangelio no proviene ni del judaísmo ni de la Iglesia primitiva, necesariamente tiene que pro­venir de Jesús mismo. Hasta Bultmann o Käsemann están de acuerdo.

Se aplica mejor este criterio al contenido de los dichos que a su fraseología (wording). Para N. Perrin es el criterio fundamental. Theissen, en cambio, analiza las objeciones posibles a este criterio de desemejanza. Según él implica una dogmática encubierta y un prejuicio que lleva a la distorsión de la historia; favorece la aparición de una imagen antijudía de Jesús y además sus postulados no son verificables.

Morna Hooker se queja de que en realidad no poseemos un buen conocimiento del judaísmo del siglo I, o de los orígenes cristianos, como para poder evaluar lo que enlaza o deja de enlazar con ellos. Quizás Hooker exagere demasiado. Sí poseemos un cierto conocimiento del judaísmo del siglo I gracias a Josefo, Filón, Qumrán y el NT. Pero también hay que reconocer con ella que para que este criterio fuera totalmente válido requeriría un conocimiento del judaísmo y de los orígenes cristianos mayor del que desgraciadamente poseemos. Por eso el uso más aceptable de este criterio es el uso positivo. Puede valer para aceptar aquellos dichos que no encajan en el judaísmo o en la primitiva comunidad. En cambio el uso negativo es más problemático y no hay por qué rechazar los que sí encajan.

Otra objeción es que este criterio acaba ofreciéndonos una caricatura de Jesús, al divorciarlo del judaísmo que influyó en él y de la Iglesia primitiva que lo veneró y transmitió. Si Jesús hubiera sido totalmente discontinuo, habría resultado incomprensible. Nadie es totalmente incomprensible.

Imaginemos que Lutero hubiese expuesto sus enseñanzas oralmente, y luego sus discípulos las hubiesen puesto por escrito. Si excluyéramos de Lutero todo lo que tuviera paralelos con los autores medievales anteriores a él, o con los teólogos luteranos de finales del XVI o del XVII, ¿qué quedaría de Lutero?

Centrarse en las peculiaridades de Jesús, lleva a subrayar lo llamativo, pero acaso periférico en su mensaje. La unicidad de Jesús es un concepto escurridizo. Hablemos mejor de lo “característico”, de lo “insólito”.

Theissen considera que este criterio fue típico de la etapa segunda, la de la “nueva pregunta”, y debe ser cambiado en la Third Quest, que tanto insiste en el judaísmo de Jesús. Sanders llega a afirmar que Jesús no pudo haber declarado puros todos los alimentos, porque esto sería demasiado revolucionario para su época. Por eso algunos han llegado incluso a dar la vuelta al principio. Theissen habla más bien del criterio de plausibilidad histórica, que admite la inserción de Jesús en su contexto judío y su influencia en el cristianismo primitivo

Theissen exige lo contrario de lo que exigía el antiguo criterio de desemejanza. Jesús sólo pudo haber hecho y dicho lo que un judío carismático del siglo I hubiera podido decir y hacer. Pudo haber entrado en conflicto con su entorno. El judaísmo de la época está lleno de judíos carismáticos conflictivos. Pero su crítica ha de ser contextualmente viable.

Se puede decir lo mismo acerca de la discontinuidad de Jesús con la primitiva Iglesia. Desde el principio hay en la comunidad la conciencia de una tradición que tiene que ser transmitida. Existe un ministerio importantísimo de “enseñantes”. Como dice Dunn, ¿qué otra cosa iban a enseñar estos enseñantes, sino la tradición acerca de Jesús?[35]

Por ello, debemos suponer que los desarrollos de la primera comunidad estuvieron muy influenciados por el fenómeno de Jesús, y por los recuerdos de lo que había dicho y hecho. A priori postulamos una plausibilidad contextual. Cualquier imagen de Jesús que sea radicalmente contraria al contexto de la primera comunidad, es rechazable. Una vez más este criterio se puede usar mejor como criterio positivo que como criterio negativo.

 

3.- Criterio de testimonio múltiple

Dichos que estén atestiguados en más de una fuente literaria independiente: Marcos, Q, Pablo, Juan, tradición mateana especial, tradición lucana especial, y/o en más de una forma o género literario (parábola, relato de controversia, relato de milagro, profecía, aforismo, sumario...).

Algunos ejemplos: las palabras de Jesús sobre el pan y el vino en la última cena, la prohibición del divorcio, profecía sobre la destrucción del templo. Para McArthur era un indicador infalible de historicidad, y había que darle prioridad. Otros, como G. Petzke,[36] están menos entusiasmados con este criterio. Afirman que no es posible saber con certeza qué fuentes son independientes entre sí. Teó­ricamente este criterio ofrece dos puntos débiles:

a) Está demasiado ligado al análisis de las fuentes escritas, pero no tiene en cuenta la problemática de la Historia de las Formas y la tradi­ción oral anterior.

b) Un dato puede gozar de atestación múltiple por haber sido de gran impor­tancia en la comunidad cristiana primitiva y haber influido en todos los cauces de la tradición. En consecuencia, con este sólo criterio nos remontamos a los estratos más antiguos de la tra­dición presinóptica, pero no necesariamente al nivel histórico de Jesús. En casos aislados no es a priori imposible que un dicho de Jesús fuera inventado en los primeros tiempos de la comunidad cristiana y se difundiera enseguida en las distintas corrientes de tradición.

Una variante es la que expone Sanders que busca los puntos de vista comunes a amigos y enemigos. Es interesante ver a Jesús a través de los ojos de sus oponentes. Los Evangelios se ba­san en la ‘propaganda’, y la tendencia (en este caso, por una buena causa). Sabremos más acerca de Jesús y su impacto -o falta de él- si conocemos lo que pensaban sus enemigos. Aquello en que coinciden amigos y enemigos es presumiblemente material seguro y fiable. Dos facetas de su actividad y mensaje destacan como confirmadas por esta prueba:

a) amigos y enemigos aceptaron que Jesús realizó milagros, especialmente de curación.

b) también coincidieron en que Jesús anunció el “Reino de Dios”.

Con estos criterios o pruebas, que ya utilizó en su libro Jesus and Judaism, escribe E. P. Sanders su libro: “La figura histórica de Jesús”, que reúne el rigor científico y una narración amena y de fácil lectura.[37]

 

4.- Criterio de coherencia

Sólo puede entrar en juego después de haber aislado cierta cantidad de material histórico mediante la aplicación de criterios anteriores. Favorece la verosimilitud de dichos o hechos que encajen con lo que ya sabemos de Jesús.

Es menos probatorio que los anteriores. Los primeros cristianos, conectados con el espíritu de Jesús, pudieron inventar hechos o dichos que encajasen con la imagen que tenían ya de él.

Puede ayudar a ampliar las bases de datos. Pero hay que tener mucho cuidado con hacer un uso negativo de este criterio para excluir hechos o dichos que no encajen con lo ya conocido sobre Jesús. ¿Quién decide lo que es congruente y lo que no lo es? Una cosa es que no nos parezcan congruentes a nosotros y otra que no le parecieran congruentes a Jesús.

El pensamiento semítico se recreaba con las paradojas, que no responden a nuestra lógica occidental aristotélica. Además Jesús era un predicador popular con destreza oratoria que se dirigía a públicos diversos. No tiene nada de extraño que usase lenguajes diversos para cada público. No esperemos una presentación sistemática como la que se encuentra en un tratado teológico. Tampoco las cartas auténticas de Pablo están exentas de paradojas.

De ahí que carezca de sentido tratar de excluir las dimensiones escatológica y sapiencial del discurso de Jesús. Jesús pudo haber hablado sobre el Reino como presente y futuro a la vez, o pudo haber profetizado una venida del Reino y una venida del Hijo del hombre.

 

5.- Criterio de rechazo y ejecución

Difiere de los anteriores. No nos dice si un hecho concreto o un dicho son auténticos. Nos hace valorar el hecho de que Jesús fue rechazado y condenado a muerte a manos de funcionarios judíos y romanos, y postula que debió haber algo en su doctrina y en su praxis que den razón de esta animosidad. El Jesús que emerja de nuestro estudio histórico tiene que ser “un Jesús crucificable”. “Un poetrasto informal que se pasara el tiempo pronunciando parábolas y cuentos japoneses, un esteta literario que se opusiera a los movimientos del siglo I o un Jesús blandengue que simplemente invitase a la gente a contemplar los lirios del campo, no habría supuesto una amenaza para nadie, como tampoco son una amenaza los profesores de universidad que crean esa imagen de él”.[38]

Evans usa este criterio en contra del Jesus Seminar que pintan un tipo de Jesús sapiencial tal que no se ve qué razones pudo haber para crucificarle ni de parte de los romanos, ni de parte de los judíos.

 

b) Criterios secundarios o dudosos

 

1.- Criterio de huellas de arameo

Es utilizado por J. Jeremias. Se trata de huellas de vocabulario, gramática, sintaxis, ritmo y rima; facilidad para retrotraducir al arameo.

Este criterio adolece de serios problemas. Muchos de los discípulos primeros eran arameoparlantes. Ellos también hubieron podido crear logia de trasfondo arameo. ¿Cómo distinguir entre un dicho de trasfondo arameo de Jesús en el año 29, y otro inventado por un discípulo arameo hablante en el año 33? En la Iglesia de Jerusalén ya se utilizaba también el griego desde un principio entre los discípulos helenistas. La traducción al griego no es un hecho posterior, sino que tuvo lugar ya desde el principio de la tradición.

La facilidad de retrotraducción no implica que un dicho griego arameizante sea más auténtico que otro de sabor griego más clásico. La diferencia entre ambos puede estar simplemente en la calidad del traductor.

Además los cristianos helenistas conocían muy bien los Setenta, tan semitizantes, y pudieron haber inventado dichos en un griego semitizantes, que no tenían por qué tener un Vorlage arameo. Este puede ser el caso del evangelio de Lucas.

Además muchas de las formas que llamamos semitizantes eran ya patrimonio de la koiné, es decir, de la lengua que se hablaba en los niveles menos cultos de la población.

Jeremías trata de describir un estilo personalísimo en el arameo de Jesús, en su ritmo, aliteración, asonancia, pasiva divina... Pero este argumento encierra el peligro de circularidad. Además si el estilo de Jesús era tan personalísimo, esto indica que no resultaría difícil de copiar por discípulos posteriores.

 

2.- Criterio del ambiente palestino

Serían más verosímiles los dichos que encajen en costumbres, creencias, procedimientos judiciales, prácticas comerciales y agrícolas, o condiciones sociales y políticas que existían en Palestina en la época de Jesús.

Negativamente este criterio excluiría los dichos de Jesús que reflejasen condiciones que no coincidieran con las de Palestina, o no coincidieran con las de la época de Jesús. Esta versión negativa es más útil. Los dichos que demuestra preocupación por la dilación de la parusía, por la misión de la Iglesia entre los gentiles, o por normas eclesiales de dirección y disciplina son creaciones postpascuales.

Este criterio fue muy utilizado por Bultmann, pero le falló su conocimiento de las verdaderas condiciones de Palestina en la época de Jesús. Los descubrimientos de Qumrán mostraron que la Palestina de Jesús era mucho más aparecida a las condiciones del Jesús evangélico de lo que Bultmann pensaba.

El criterio positivo no es tan útil, porque las condiciones de Palestina no cambiaron tanto desde la época de Jesús hasta la época de la formación de las tradiciones sobre él.

 

3.- Criterio de viveza narrativa

Algunos tienen a interpretar el colorido narrativo de Marcos a recuerdos del Jesús histórico, y en concreto a la predicación de Pedro. Así por ejemplo V. Taylor.[39] Pero todo narrador puede conferir viveza a su relato, por más ahistórico que sea. Taylor insiste en datos pintorescos que no sirven a ningún fin en el relato, mientras que en otro caso narra los hechos con un gran laconismo. La viveza del relato por tanto no se puede achacar a la creatividad redaccional del evangelista, porque entonces estaría siempre presente. Se trataría en estos casos, según Taylor de fidelidad a una tradición que incluía esos detalles.

 

4.- Criterio de las tendencias evolutivas de la tradición sinóptica

Muy discutible para Meier. Bultmann pretendía conocer las leyes seguidas por la tradición sinóptica en su evolución, y detectar así lo que era primitivo de lo que era tardío. Tendencia a hacer los detalles más concretos, a añadir nombres propios, convertir en discurso indirecto citas textuales, eliminar palabras arameas.

En realidad no se puede afirmar que existan leyes fijas, y aunque pudiésemos serían verificables en la etapa postmarcana de Lucas y Mateo, pero en la etapa premarcana de Marcos.

El único uso básico de este criterio que admite Meier es el tratar de excluir los rasgos que estén muy impregnados del vocabulario, estilo y teología que se han detectado como característicos de cada evangelista. Porter hace notar cómo las dinámicas de cambio no son lineares, y no van siempre de lo simple a lo complejo. Sanders ha probado que la tradición se mueve en direcciones opuestas.[40]

 

5.- Criterio de presunción histórica

¿Dónde cae el peso de la prueba, el onus probandi? ¿Del lado crítico que niega la historicidad o del crítico que la afirma? En este punto hay actitudes irreductibles. El escoger una u otra no es debido a actitudes científicas, sino a actitudes extracientíficas.

Muchos pretenden que “in dubio pro traditione”. Meier con Marxsen y Mayer, está más bien entre los que creen que el peso de la prueba debe recaer en el que trate de probar algo. Pero no neces­a­riamente hay que pronunciarse por “histórico” o “no histórico”. Queda una tercera pape­leta: Non liquet.

 

c) Conclusiones

 

El uso de criterios tiene más de arte que de ciencia, y requiere sensibilidad para el caso individual en vez de una aplicación mecánica. Habrá que evaluar los casos en que la aplicación de distintos criterios contrapuestos apunta en una misma dirección.

Los investigadores no han podido resistir la tentación de resumir aquellos rasgos de mayor verosimilitud histórica en una especie de retrato robot hecho con los datos avalados por la aplicación de uno o más criterios.

Dichos retratos robots no siempre coinciden. Algunos autores tienden a ser maximalistas o mini­malistas. La opción por una u otra actitud probablemente no tiene nada que ver con el rigor histórico, sino con los aprioris ideológicos, psicológicos, culturales y aun comerciales de los distintos exegetas.

Expondremos como botón de muestra dos de estos retratos robots, el de McArthur y el de Fuller.

Para McArthur[41] éstos son los elementos que están presentes en todas las ramas de la tradición sinóptica: Proclamación del Reino, presencia de los discípulos en torno a Jesús, los milagros de curaciones en general y los exorcismos, un vínculo con el Bautista, el uso de parábolas, la preocupación por los rechazados, especialmente recaudadores de impuestos y pecadores; una ética radical; el énfasis en el mandamiento del amor; la exhortación a practicar el perdón; las disputas sobre la observancia del sábado y otras prácticas legales; dichos acerca del Hijo del hombre, la expresión “En verdad”.

Otros diversos autores han extractado diversas listas, no coincidentes de los elementos que son atribuibles al Jesús histórico. Para Fuller esta es la síntesis de la tradición auténtica de Jesús, según el resumen del artículo citado de Vargas Machuca.[42]

 


I. Narrativa

1) Bautismo de Jesús: (Mc 1,9)

2) Ministerio galileo: Mc 1,14. Es redaccional, pero se confirma por la ubicación en Ga­lilea de muchos incidentes de las perícopas.

3) Crisis del ministerio galileo:

a) multiplicación de los panes (Mc 6,30ss/ 8,1ss / Jn 6,15). Reconocemos aquí un núcleo histórico, que no es fácil de recuperar;

b) despedida de la multitud, que intentaba hacer a Jesús un jefe político (Mc 6,45 / Mc 8,9 / Jn 6,15);

c) ‘Confesión’ de Pedro (que originariamente expresaba su sintonía con la multitud) (Mc 8,29. 32-33)

4) Camino a Jerusalén. Los pasajes que lo narran son redaccionales, especialmente la sección del viaje en Lc. Pero el cambio de escenario se indica en el dicho auténtico de Lc 13,32s, en la situación de importantes escenas en Jerusalén, e independientemente por Juan.

5) El ‘desafío’ en Jerusalén. La entrada ‘triunfal’ (Mc 11,1ss; Jn 12,12ss). El relato marcano está recubierto por la interpretación mesiánica, pero contiene un núcleo auténtico. La ‘purificación’ del templo (Mc 11,11. 15-19; Jn 2,13ss)

6) El relato de la Pasión, en cuanto al esquema subyacente a las tres tradiciones de la pa­sión (Mc, Lc, Jn), sometidas a la prueba histórico-tradicional:

     a) Última Cena de Jesús con sus discípulos (Mc 14,17-18 / Lc 22,14 / Jn 13,2. cf. 1Cor 11,23)

     b) Retiro al Monte de los Olivos (Mc 14,26 / Lc 22,39a. Cf. Jn 18,1)

     c) Traición y arresto: Mc 14,43-49 / Lc 22,47ss / Jn 18,2ss).

     d) Huida de los discípulos (Mc 14,50. Cf. Jn 18,8).

     e) Interrogatorio ante el Sumo Sacerdote (Mc 14,58 / Lc 22,54 / Jn 18,24). Del título de la cruz se puede deducir que en este interrogatorio las autoridades judías decidieron en­tregar a Jesús a los Romanos para que lo ejecutaran como pretendiente mesiánico.

     f) Proceso ante Pilato (Mc 15,1 / Lc 23,1 / Jn 18,28). Del título de la cruz se puede deducir que Pilato condenó a Jesús como revolucionario político.

     g) Crucifixión en el Gólgota (Mc 15,22.24-25 / Lc 23,33 / Jn 19,17).

     h) Título de la cruz (Mc 15,26 / Lc 23,38 / Jn 19,19).

     i) Sepultura (Mc 15,26 / Lc 23,53 / Jn 19,42. Cf. 1Cor 15,4).

 

II. Palabras de Jesús

1) Mensaje escatológico: El Reino de Dios

     a) futuro, pero inminente (Lc 11,2d Q?; Lc 22,18 / Mc 14,25; Lc 17,21); Mc 1,15 es redaccional, pero un buen sumario de la actividad de Jesús (cf. Mt 10,7 Q?)

     b) el juicio venidero: Mt 5,21s; Mt 7,1s Q; Mc 12,40; Lc 11,31s Q

     c) La promesa de la futura entrada o exclusión del Reino: Mc 10,15.23; Mt 5,20; Mc 9,43ss. Heredar: Mc 10,17

     d) La venida del Hijo del Hombre: Lc 12,8s Q; Mt 24,44 Q; Lc 17,22-24.26 Q. 30 Q

     e) ¡Estad preparados!: Mc 13,33ss; Mt 24,45ss Q; Lc 12,35ss; Lc 17,34-37 Q.

     f) La presencia proléptica del Reino futuro: Lc 6,20ss Q (La Bienaventuranzas; Lc 11,20 Q; Lc 17,21; Mc 4,3-8 (el sembrador); Mc 4,31s (grano de mostaza); Mt 13,33 (levadura); Mt 13,24-30 (la cizaña); Lc 12,54-56 Q? (los signos del tiempo). Gozo por su pre­sencia: Mt 6,16-18; Mc 2,19a. Perdón escatológico: Mc 2,5; Mt 18,23-34; Lc 7,47s

2) La exigencia de una obediencia radical: Mt 5,21-48 (las antítesis); Mt 6,19-24 (obediencia total); Mc 10,5-9 / Mt 5,32 (prohibición del divorcio); Mc 12,30s (síntesis de la Ley); Lc 10,30ss (buen samaritano); Mt 25,31ss (ovejas y cabritos).

3) Enseñanza acerca de Dios: Lc 11,2 Q? (Abbá) (cf. Mc 14,36); cercanía de su cuidado providencial, Mt 6,25-34 Q; Dios responde a la oración con fe; Lc 17,6 Q; Mc 9,23; Mc 11,22s; Lc 11,9-13 Q; Lc 11,2ss \ Mt 6,9ss (Padrenuestro).

 

III. Actividad de Jesús

1) Curaciones y exorcismos como signos de la proléptica presencia del Reino: Mc 3,27; Lc 7,22 Q; Lc 10,23 Q; Lc 10,18; Lc 11,20 Q.

2) Comidas escatológicas con los marginados: Lc 15,4ss Q (oveja perdida); Lc 15,8ss (moneda perdida); Lc 15,11ss (hijo pródigo); Lc 14,16-24, cf. Mt 22,2ss (gran banquete); Mt 21,28ss (los dos hijos); Lc 18,9-14 (fariseo y publicano). También Mc 2,13-17; Mt 11,19 Q; Lc 14,7-14; Lc 13,28s Q.

3) Llamada al seguimiento-discipulado: Mc 1,16ss; 2,14; Lc 5,1ss (Sígueme); Lc 14, 28-33 (condiciones del discipulado); Lc 17,33 (Q?); Mc 9,33-37; Mc 10,21; Mt 5,29s; Lc 9,57-60 (Q); Lc 9,62 (exigencia de una decisión radical); cf. Mt 13,44-46 (el tesoro escondido y la perla). Recompensa del discípulo: Mc 10,22s; Lc 12,8s; Mt 6,19-21 Q.

 

 

IV. Destino de Jesús

1) La comprensión de su muerte como el desenlace de su enseñanza y actividad escato­lógicas (Lc 13,31-33)

2) Su desafío a las autoridades de Jerusalén: Mc 11,1ss (entrada en Jerusalén); Mc 11,11.15-19 (actuación en el templo)

3) Su muerte como culminación del rechazo de Israel a la Palabra de Dios: Lc 13,34s Q; Lc 11,49ss Q. cf. Mc 12,11ss (parábola de la viña, si es auténtica)

4) Su muerte como preludio de la venida final del Reino: Mc 14,25 \ Lc 22,15-18.

 

Síntesis de la tradición auténtica de Jesús

 

“Jesús de Nazaret surgió del círculo del Bautista y comenzó un ministerio independiente después de la muerte del Bautista. Este ministerio estaba centrado en un mensaje, que como el del Bautista, se formulaba en términos apocalípticos, pero que a diferencia del mensaje de Juan del juicio inminente, destacaba más bien el lado positivo de la inminente salvación. Esta salva­ción escatológica estaba muy cerca, tan cerca que ya estaba irrumpiendo anticipadamente en la persona, palabras y hechos del mismo Jesús. Y afirmaba la presencia proléptica en Jesús de la futura salvación escatológica. Aceptar el mensaje de Jesús era alcanzar la propia aceptación entre los elegidos en la venida final del Reino de Dios con la aparición del Hijo del Hombre. Subor­dinada al mensaje escatológico de Jesús estaba su afirmación de la exigencia de una radi­cal obe­diencia a Dios, que se supone posible para aquellos que han aceptado el mensaje. Jesús afirma la autoridad última de su palabra frente a la Torah y su interpretación en la tradición ra­bínica. Subordinado también al mensaje escatológico de Jesús estaba su enseñanza sobre Dios como Abbá, íntimamente cercano, y su cuidado providencial.

Unida a las palabras de Jesús iba su conducta. Comió con los que eran proscritos por el estándar de la Torah y lo interpretó como una celebración anticipada del banquete escatológico. Llamó a hombres para que lo siguieran como la personificación de la presencia proléptica del reino escatológico, y aquellos que lo seguían participaban prolépticamente de la salvación. Rea­lizó exorcismos y curaciones, que interpretó como actuaciones prolépticas del Reinado de Dios escatológico.

El desenlace de su actividad en Galilea fue el destino final de Jesús. Subió a Jerusalén para proclamar su mensaje escatológico en el corazón del judaísmo, plenamente consciente de que ello implicaba su propia pasión y muerte. Interpreta esa muerte como parte del proceso por el que vendrá el Reinado escatológico de Dios. Fue arrestado, investigado por las autoridades judías y denunciado al poder romano ocupante como un revolucionario zelota (lo que implicaba un malentendido del mensaje escatológico de Jesús) y como pretendiente mesiánico; y fue ejecu­tado por los romanos como un supuesto ‘Rey de los Judíos”.[43]

 


Bibliografía sobre criterios de historicidad

Muy interesante el estudio histórico que hace A. Vargas Machuca, “La investigación actual sobre el Jesús histórico”, Estudios Eclesiásticos 2002.

Ver también un tratamiento sistemático en R. Latourelle, A Jesús el Cristo por los Evan­gelios, Ed. Sígueme, Salamanca, 1.982. Más breve el de G. Theissen, El Jesús histórico, p. 139-148.

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Notas al tema 2


 

 

TEMA 3.- Fuentes Externas

 

En este tema pasaremos revista a las fuentes para el estudio del Jesús histórico que proceden de la literatura no cristiana. Son testimonios a los que no se les puede acusar de intención apologética o de influjos teológicos. En este sentido tienen un valor grande de contraste.

Desgraciadamente es muy poco lo que sabemos de Jesús por estas fuentes, pero lo poco que sabemos viene a confirmar los datos sustanciales contenidos en la literatura cristiana.

 

I.- ¿EXISTIÓ JESÚS DE NAZARET?

 

a) Estado de la cuestión

 

La inmensa mayoría de los investigadores, creyentes o no creyentes afirman sin lugar a dudas su existencia histórica.

No ha faltado nunca una opinión en contra de dicha existencia, que se ha considerado como corriente marginal y estrambótica, tratada sólo en notas a pie de página.

La falta de valor que recibe en los escritos científicos se compensa con el valor sensacionalista que le dan los suplementos dominicales.

 

b) ¿Quiénes niegan su existencia?

 

Algunos deístas del XVIII, aunque Voltaire siempre aceptó la existencia de Jesús.

En el XIX sobresale Bruno Bauer, maestro de Marx. Según él, ni los evangelios ni las cartas de Pablo tienen valor histórico. El cristianismo tiene su origen en un mito como el de Mitra u Osiris.

En el siglo XX, recoge el banderín A. Drews que orquestó una campaña contra la historicidad de Jesús, y contra el Cristianismo. Uno de sus libros ha sido reimpreso en inglés recientemente. El más persistente ha sido G.A. Wells.

•Para Wells, Jesús es una figura mítica que arranca del misticismo de Pablo. Rechaza la validez de todas las referencias a Jesús en las fuentes externas, y pretende que las fuentes cristianas no tienen ninguna validez histórica.

•Un buen tratamiento sintético del tema se puede encontrar en Van Voorst, Jesus outside the New Testament, p. 6-17.

 

 

 

 

II.- FLAVIO JOSEFO (93 d.C.)

 

     a) Presentación

 

Historiador judío (37 a 110 d.C.)

Su nombre fue Josef ben Matatías, y nació en una familia noble de sacerdotes.

Tomó parte activa en la revuelta contra Roma, en la que fue hecho preso.

Después de ser liberado por Vespasiano, viajó a Roma, donde convertido en adulador de los romanos, escribió sus importantes obras historiográficas en griego

 

.

Sus obras principales son, “Las Guerras de los judíos” (75-80 d.C.), “Antigüedades judías (91-94)” “Autobiografía”, “Vida de Apión”.

Fue muy copiado y traducido por los cristianos por la rica información que tiene sobre el mundo del Nuevo Testamento.

Es especialmente interesante un texto de las “Antigüedades judías” 18,3.3, que se conoce como “Testimonium flavianum”.

 

 


b) Textos relacionados con el NT

 

1.– Texto sobre Juan Bautista: Antigüedades 18,5.2

Algunos judíos creyeron que el ejército de Herodes había perecido por ira de Dios, sufriendo el condigno castigo por haber muerto a Juan, llamado el Bautista. Herodes lo hizo matar, a pesar de ser un hombre justo que predicaba la fe y la virtud, incitando a vivir con justicia mutua y con piedad hacia Dios para así poder recibir el bautismo- Era con esa condición que Dios consideraba agradable el bautismo; se servían de él no para hacer se perdonar ciertas faltas, sino para purificar el cuerpo con tal que previamente el alma hubiera sido purificada por la rectitud.

Hombres de todos los lados se habían reunido con él, pues se entusiasmaban al oírlo hablar. Sin embargo, Herodes, temeroso de que su gran autoridad indujera a sus súbditos a rebelarse, pues el pueblo parecía estar dispuesto a seguir sus consejos, consideró más seguro, antes de que surgiera alguna novedad, quitarlo de en medio, de lo contrario quizá tendría que arrepentirse más tarde si se produjera alguna conjura.

Es así como por estas sospechas de Herodes fue encarcelado y enviado a la fortaleza de Maqueronte, de la que hemos hablado antes, y allí fue muerto. Los judíos crían que en venganza de su muerte fue derrotado el ejército de Herodes, queriendo Dios castigarlo.

 

2.– Texto sobre Santiago, hermano de Jesús: Antigüedades Judaicas 20, 9.1

En Ant 20.9.1 Josefo nos narra la muerte de Santiago, el hermano del Señor:

 

 

Habiendo pensado esta clase de persona (Ananus el sumo sacerdote) que disponía de una ocasión favorable, porque Festo había muerto y Albino estaba aún de camino, convocó una reunión de jueces y llevó ante ella al hermano de Jesús, llamado Cristo, de nombre Santiago y a algunos otros, y les acusó de transgredir la Ley y los hizo apedrear.

 

 

3- Texto de la traducción eslava: Guerras 2,9.2; 5,5.2; 5,5.4;

 

Hay una larga interpolación que sólo aparece en una antigua traducción eslava de las “Guerras de los judíos”. 2,9.2. Hay otras menores en 5,5.2; 5,5.4; 6,5.4.

Se trata de un resumen de textos evangélicos torpemente amañado.

Salvo autores como Eisler y Williamson, los críticos rechazan unánimemente la autenticidad de dicha cita.

 

 

 

4.- Texto sobre Jesús conocido como “Testimonium Flavianum:

Entre corchetes las posibles interpolaciones. Ant. Jud. 18, 3.3

 

En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, [si verdaderamente se le puede llamar hombre]. Porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego. [Él era el Mesías].

Y cuando Pilato, a causa de una acusación hecha por los principales de entre nosotros lo condenó a la cruz, los que antes le habían amado, no dejaron de hacerlo. Porque él se les apareció al tercer día vivo otra vez

 

otra vez, tal como los divinos profetas habían hablado de estas y otras innumerables cosas maravillosas acerca de él].

Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido.

Veamos el mismo texto, suprimidas las interpolaciones:

En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego.

Y cuando Pilato, a causa de una acusación hecha por los principales de entre nosotros lo condenó a la cruz, los que antes le habían amado, no dejaron de hacerlo.

Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido.

 

a.-Opiniones de los críticos

1.- Todo el texto es una interpolación cristiana: Herrmann, Lagrange

2.- Todo el texto es auténtico: Dubarle, Dornseiff, Nodet.

3.- Alguno o todos los tres fragmentos señalados están interpolados: Feldman, Winter. Esta última es la opinión mayoritaria

 

b.- Razones a favor de la autenticidad:

1. El texto se encuentra en todos los manuscritos griegos (3) y en las traduc­ciones latina, árabe, siríaca, eslava…

2. Si admitimos el texto sobre Santiago del libro 20, dicho texto presupone una mención anterior a Jesús.

3. El vocabulario y la gramática son muy coherentes con los de Josefo, y no con los del Nuevo Testamento.

 

g.- Razones a favor de juzgar los incisos como interpolaciones

1. Los tres pasajes interrumpen el flujo de un texto conciso, neutro y ambiguo.

2. La alusión a la divinidad de Jesús exige un contexto general laudatorio que no se da en el Testimonium.

3. La confesión de que era el Mesías y de que resucitó son claras confesiones de fe.

 

d.- Importancia del Testimonium Flavianum

1. Es una prueba extrabíblica de Jesús

2. Según ella, un judío no cristiano nos dice en el año 93 que en tiempo de Poncio Pilato hubo un judío llamado Jesús, sabio, que hacía milagros y enseñaba y logró muchos seguidores.

3. Los dirigentes judíos lo acusaron ante Pilato y éste le hizo crucificar, pero sus seguidores no dejaron de venerarlo a pesar de su vergonzosa muerte. Según esta versión, por tanto, la muerte de Jesús es atribuida simultáneamente a los dirigentes judíos y a Pilato, con lo cual viene a coincidir con los evangelios.

4. Sus seguidores, denominados cristianos a causa de Jesús el Cristo continuaban existiendo en época de Josefo.

 

En 1971 Shlomo Pines publicó una versión del Testimonium contenida en la Historia Universal de Agapio, una obra en árabe de un cristiano del siglo X.[44] Según algunos el texto, despojado de los elementos más laudatorios, se parece a lo que llamamos el texto “neutral”. Lo reproduciremos, poniendo entre corchetes los paralelos o adiciones del texto neutral:

En aquel tiempo apareció un hombre sabio, llamado Jesús. Su conducta fue buena y tuvo fama de virtuoso [=porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad].

Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego se hicieron sus discípulos. Y cuando Pilato lo condenó a la cruz, [a causa de una acusación hecha por los principales de entre nosotros] sus discípulos no abandonaron el discipulado [=los que antes le habían amado, no dejaron de hacerlo].

Contaban que se les había aparecido tres días después de su resurrección y que estaba vivo. Según eso él era quizás el Mesías sobre quien los profetas habían contado [estas y otras mil] maravillas. [Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido].

Esta versión es importante entre otras cosas porque omite el dato de la versión griega, según la cual Pilato condenó a Jesús “a causa de una acusación hecha por los principales de entre nosotros”. Algunos judíos contemporáneos, que quieren exonerar a los judíos de entonces de toda implicación, se aferran a esta omisión de Agapio, para decir que puede representar el texto original de Josefo, y que la culpabilización de las autoridades judías es una interpolación cristiana.[45] De hecho el dato de Josefo sería la afirmación más antigua de una fuente no cristiana en que se atribuye a los judíos la iniciativa en la muerte de Jesús. Otros autores han atribuido la omisión de Agapio a su  costumbre habitual de abreviar su fuente, y no ven en ello indicio ninguno de que el texto griego esté interpolado.[46]

 

 

 

 

 

III.- FUENTES DE LA LITERATURA CLÁSICA

 

a) Plinio:

Cristo el adorado (112 d.C.)

 

1.- Presentación de Plinio

•Se trata de Plinio el joven: Gaius Plinius Caecilius Secundus, sobrino de Plinio el Viejo

•Fue procónsul en Bitinia del 111 al 113.

Se nos conservan de él 10 libros de cartas.

•La cita que nos interesa está en el libro 10. Se trata de un libro póstumo. En la carta 96 de dicho libro, escribe al emperador Tra­jano a propósito de los cristianos que le son denunciados. Esta carta se suele fechar en el año 112 d.C.

La política seguida por Plinio era no buscarlos, pero condenarlos si eran denunciados

Señala que los cristianos veneran a Cristo como a un “dios”.

 

2.- El texto en cuestión

Decidí dejar marcharse a los que negasen haber sido cristianos, cuando repitieron conmigo una fórmula invocando a los dioses e hicieron la ofrenda de vino e incienso a tu imagen, que a este efecto y por orden mía había sido traída al tribunal junto con las imágenes de los dioses, y cuando renegaron de Cristo (Christo male dicere).

Otras gentes cuyos nombres me fueron comunicados por delatores dijeron primero que eran cristianos y luego lo negaron. Dijeron que habían dejado de ser cristianos dos o tres años antes, y algunos más de veinte. Todos ellos adoraron tu imagen y las imágenes de los dioses lo mismo que los otros y renegaron de Cristo.

Mantenían que la sustancia de su culpa consistía sólo en lo siguiente: haberse reunido regularmente antes de la aurora en un día determinado y haber cantado anti­fonalmente un himno a Cristo como a un dios Carmenque Christo quasi deo dicere secum invicem. Hacían voto también no de crímenes, sino de guardarse del robo, la violencia y el adulterio, de no romper ninguna promesa, y de no retener un depósito cuando se lo reclamen.

 

 

 

3.- Evaluación del texto

La carta es auténtica y el texto no está interpolado.

Menciona tres veces el nombre de Cristo.

Maldecir el nombre de Cristo [maledicere Christo] y adorar a los dioses es la forma de probar que uno no es cristiano.

Cantar a Cristo como a dios, significa la adoración de alguien que se presentó como hombre. Testimonia el hecho de que Jesús fue un hombre real, no un mito, pero que recibía culto por parte de sus seguidores como si fuera un dios.

Esta carta contiene el testimonio más antiguo sobre el culto cristiano y viene así a confirmar textos del Nuevo Testamento.

•Trajano contestó confirmando el curso de acción de Plinio (carta 97). Le dice que no busque a los cristianos, pero que, cuando se les acuse, deben ser castigados a menos que se retracten.

 

b) Tácito:

Cristo el ejecutado (116 d.C.)

 

 

1.- Presentación de Tácito

Historiador romano (56 a 118 d.C)

•Su primera gran obra fueron los 12 libros de Historias, que cubren los años 69-96 d.C. de la historia de Roma, la época de los Flavios.

Su última gran obra fueron Los Anales, escritos hacia el año 116 d.C.

•Los Anales son un conjunto de 16 libros que cubren la historia de Roma desde el 14 al 68 d.C.

•Hay importantes lagunas en el texto que se nos conserva. Una importante laguna va desde el año 29 al 32. Es allí donde quizá pudo haber tratado Tácito de Jesús de Nazaret; desgraciadamente esta parte del texto no se nos conserva.

Pero hay una nota retrospectiva, al hablar sobre Nerón, en la que se menciona a “Cristo” (Anales libro 15, cap. 44). Este texto está encuadrado en la descripción del incendio de Roma (caps. 28-45), dilucidando quién fue el principal responsable, sin llegar a emitir un juicio cierto sobre el tema, pero informa de la sospecha generalizada de que había sido el propio emperador. Fue para acallar este rumor por lo que Nerón inició la persecución de los “crestianos”.

 

 

 

2.- El texto en cuestión

Para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos a los que el vulgo llamaba “crestianos”, [un grupo] odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato. Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo, no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo.

 

 

 

3.- Evaluación crítica del texto

Se trata de un pasaje auténtico según la inmensa mayoría de los estudiosos, aunque no han faltado algunos raros historiadores que hayan pensado que todo Tácito era una falsificación renacentista (P. Hochart) o que el capítulo 44 era una interpolación (J. Rougé).

•El pasaje está bien encuadrado en su contexto, y está atestiguado por Sulpicio Severo en su Crónica (2,29) del siglo V. El latín es muy característico de Tácito.

•Hay una variante textual que dice “chrestianoi” (Códice segundo de Médicis del siglo XI) que es lectio difficilior.

•El hecho de llamar a Pilato “procurador” es un anacronismo. Hasta el año 41 el título era “prefecto”, tal como aparece en la inscripción de Cesarea.

Los cristianos aparecen como culto oriental reciente, despreciable, en crecimiento.

•Contiene tres datos importantes sobre Jesús que vienen a reforzar los evangelios:

Fecha de su muerte (26-36 d.C.)

Modo de su muerte: ejecutado por los romanos

El movimiento resurgió tras su muerte

Fuentes de Tácito: ¿Josefo? ¿Plinio?

 

 

 

c) Suetonio:

Cresto el instigador (120 d.C.)

 

 

1.- Presentación de Suetonio

•Gaius Suetonius Tranquillus (70-140 d.C.).

•La posible referencia a Jesús se encuentra en su libro De vita Caesarum (ca. 120 d.C.).

•Este libro consiste en una narración de las vidas de los 12 primeros emperadores romanos.

El libro V está dedicado al emperador Claudio.

•Al mencionar la expulsión de los judíos de Roma, que tuvo lugar en tiempos de Claudio, contiene una cita en que se habla de un tal “Chrestus”.

La cita se encuentra en V, 25.4. Para la mayor parte de los investigadores no se trata de una interpolación cristiana tardía.

Existe una variante de Paulo Orosio: “Christus”. La critica textual favorece masivamente el texto de Chrestus, que es además lectio difficilior.

¿Se trata de Christus, o de un cierto Chrestus?

 

 

 

2.- Texto

de Suetonio

 

 

Judaeos impulsore Chresto assidue tumultuantes Roma expulit

[Claudio] Expulsó de Roma a los judíos que andaban siempre organizando tumultos por instigación de un tal Chrestus

 

 

Podemos cotejar la información con la de Hechos 18,2:

 [Áquila y Priscila] acababan de llegar [a Corinto] desde Italia por haber decretado Claudio que todos los judíos saliesen de Roma.

 

 

 

 

3.- Posibles interpretaciones

Posibilidad A:

Chrestus es “Cristo”. Suetonio está mal informado sobre los detalles.

Esta es la interpretación casi unánime de todos los historiadores. Ver en concreto A.N. Wilson, Paul, the Mind of the Apostle, Norton, Londres 1997.

 

 

 

Posibilidad B

Chrestus es un agitador judío desconocido contemporáneo de Claudio.

Esta posibilidad ha sido mantenida por Slingerland, S. Benko, France y Mottershead entre otros. Para ellos, Chrestus es un nombre bien conocido en Roma, y Suetonio no pudo haberlo confundido con Christus, porque en otro lugar habla de los christiani.

 

4.- Motivos a favor de la identificación de Chrestos con Jesús

•El nombre de Chrestus, que era común entre los paganos, no está atestiguado ni una sola vez entre judíos.

•De hecho nos consta que era frecuente entre los paganos confundir los nombres de Christus y Chrestus.

•Debido al itacismo, Christus y Chrestus (con eta) sonarían igual en griego, y se prestarían más fácilmente a confusión. El códice Sinaítico deletrea Christiani con eta en las tres ocurrencias de este nombre en el NT. Hay una inscripción en una tumba en que aparece la palabra Christiani deletreada una vez con eta y otra con épsilon.

•Además, el tal agitador Chrestus nos es absolutamente desconocido en las fuentes clásicas que han historiado la ciudad de Roma con mucho detalle.

•En caso de que realmente el nombre se refiera a Jesús, sería claro que la fuente de Suetonio no sería una fuente cristiana, con lo cual nos encontraríamos aquí con un testimonio independiente.

 

 

     d) Luciano:

 

Cristo el sofista (165 d.C.)

 

1.- Presentación de Luciano de Samosata

Satirista griego (115 a 200 d.C).

Escribió más de 80 0bras.

En La muerte de Peregrino satiriza a los cristianos como crédulos e ignorantes.

Peregrino era un filósofo cínico que se hizo cristiano y después volvió al paganismo.

Los cristianos hicieron a Peregrino su patrón, sólo inferior al hombre de Palestina

.

 

2.- El texto en cuestión

“Consideraron a Peregrino un dios, un legislador y le escogieron como patrón…, sólo inferior al hombre de Palestina que fue crucificado por haber introducido esta nueva forma de iniciación”. “Su primer legislador les convenció de que eran inmortales y que serían todos hermanos si negaban los dioses griegos y daban culto al sofista crucificado, viviendo según sus leyes”.

 

 

 

3.- Evaluación del texto

Luciano nunca menciona a Jesús por su nombre o por su título de ‘Cristo’, pero al igual que los otros escritores clásicos, sabe que el sofista a quienes los cristianos adoran es un hombre de Palestina que fue crucificado, y que fue el iniciador de esa religión. Dada la generalidad con que habla Luciano no tiene sentido preguntarse cuál fue la fuente concreta de su información. Se limita a recoger algo que estaba en el ambiente de su tiempo.

 

e) Otros autores

 

 

1.- Mara bar Sarapión: Jesús, Rey judío sabio

 

 

Existe una carta de Mara en siríaco a su hijo el año 73 d.C. Se nos conserva en único manus­crito del s. VII.

Mara, oriundo de Samosata, no era cristiano, pero se refiere a Jesús como “el sabio rey de los judíos” cuya muerte Dios vengó, y cuyas “nuevas leyes” continúan.

Mara critica a todos los pueblos que asesinaron a sus sabios: Los griegos a Sócrates; los de Samos, a Pitágoras; los judíos a su rey sabio. Todos fueron castigados por ello. Mara atribuye el exilio judíos al hecho de que los judíos asesinaran a su rey sabio. Las nuevas leyes que él había establecido se refieren probablemente a la doctrina cristiana.

•No menciona a Jesús por su nombre, pero difícilmente puede referirse a otro personaje diverso.

•La carta ha sido fechada en distintas décadas. Mientras que para algunos es de la segunda mitad del siglo I, para otros puede ser de la segunda mitad del s. II.

•En esta fecha tan temprana culpa a los judíos más bien que a los romanos de la muerte de Jesús.

 

 

 

2.- Celso: Jesús el Mago

 

 

Celso escribió hacia 175 d.C un ataque contra los cristianos titulado ”Doctrina verdadera”.

El libro no se nos conserva. Sólo tenemos muchas citas en la refutación que Orígenes escribió unos 70 años más tarde. En dicha obra de Orígenes se nos conserva cerca de un 70% del escrito original de Celso.

Celso conoce todas las tradiciones sobre Jesús y las refuta. Especialmente conoce la apolo­gética de los judíos contra Jesús, y hace uso de ella cuando le interesa.

•Según Celso, Jesús habría sido el hijo ilegítimo de una campesina judía con un centurión lla­mado Pandera.

Aprendió en Egipto poderes mágicos para engañar a los hombres. Era feo y pequeño de estatura. Enseño a sus seguidores a mendigar y a robar. El testimonio sobre su resurrección viene de una mujer histérica.

•El ataque de Celso contra Jesús viene más bien del campo de la filosofía que el de la historia. El tono virulento de sus alegatos le resta credibilidad. Con todo, es un a fuente importante para conocer la polémica anticristiana de judíos y paganos en su época, pero su tratamiento sobre Jesús carece de credibilidad histórica.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

IV- FUENTES DE LA LITERATURA RABÍNICA

 

1.- Fuentes rabínicas y su valoración

Entre las fuentes rabínicas consideramos la Misná, Tosefta, Talmud, Midrashim, Targumim.

Las únicas que merecen una cierta atención histórica son las que pertenecen a la época tanaítica, antes del año 200.

 

2.- Menciones a Jesús en dichas fuentes

•Las posibles referencias a Jesús en estas fuentes no son claras. Algunos de los posibles textos tienen nombres supuestos: Ben Stada (b.Shabbat 104b; t.Shabbat 11,15; b.Sanhedrin 67; t.Sanhedrin 10,11), Balaam (m.Sanhedrin 10,2; m.Abot 5,19; b.Gittin 56b-57a; b.Sanhedrin 106b), un cierto hombre (m.Yebamot 4,13; b.Yoma 66d; t.Yebamot 3,3-4.

•Algunos otros textos mencionan a Jesús por su nombre de Yeshu (b.Sanhedrin 43a; 103a).

•Hoy día casi todos piensan que las referencias a Jesús en clave de pseudónimo no se refieren a él.

 

J. Maier mantiene que el texto original de la Misná y los dos Talmudes no contenía ninguna referencia histórica a Jesús.

Las supuestas referencias, o no se refieren a Jesús de Nazaret, o son interpolaciones tardías.

J. Klausner acepta muy pocas referencias, y les da muy poco valor histórico.

R.T. Herford admite muchas referencias a Jesús, aunque su valor histórico sea escaso.

 

3.- Algún ejemplo de estas referencias

“Nuestros rabinos han enseñado que Yeshu tuvo cinco discípulos, Matthai, Nakai, Nezer, Buni y Toda” (b.Sanhedrin 43a).

“La víspera de la Pascua colgaron a Yeshu. Un heraldo fue ante él durante 40 días diciendo: ‘Será apedreado porque ha practicado la magia y ha seducido a Israel para desviarlo del camino. Que todo el que tenga algo a su favor venga y lo defienda. Pero no se encontró nada a su favor y le colgaron en la víspera de la Pascua’” (b.Sanhedrin 43a).

 

4.- Según Klausner, Jesús aparece así en el Talmud

Klausner sí encuentra referencias a Jesús en el Talmud bajo el nombre de Ben Pandera, al que aludía también Celso, y en una discusión mishnaica sobre quién debe ser tenido como ilegítimo (m.Yebamot 4,13). Con todo, Klausner no da muchos valor histórico a los datos rabínicos:

Yeshu de Nazaret practicó la hechicería y condujo al error a Israel.

Se burló de las palabras de los Sabios.

Explicó las Escrituras como los fariseos.

Tuvo cinco discípulos.

Dijo que ni añadía ni quitaba nada de la Ley.

•Fue colgado como falso maestro y embaucador en la víspera de la Pascua que cayó en sába­do.

En su nombre los discípulos curaron a enfermos.

 

 

 

 

 

 

 

 

5.- Valoración

 

1. Los testimonios históricos sobre el siglo I en las fuentes rabínicas no son fiables.

2. Las referencias a Jesús son dudosas, y más bien parecen reacciones secundarias a las fuentes cristianas.

3. La literatura rabínica no es una fuente independiente para el estudio del Jesús histórico.

 

4. Los primeros rabinos no dieron importancia a Jesús hasta que los cristianos fueron una amenaza.

5. La literatura rabínica no se interesa por la historia.

6. Los textos son claramente polémicos y no objetivos. Su fin es desacreditar el cristia­nismo.

 

 

 

 

V.- FUENTES APÓCRIFAS

 

       a) Ágrapha

 

 

 

1.- Ágrapha en el N. Testamento

Son los textos puestos en boca de Jesús en otros libros del NT distintos de los evangelios.

 

 

“Tened presentes las palabras del Señor Jesús: ‘Hace mas feliz dar que recibir’” (Hch 20,35).

• “En cuanto a los casados les ordeno, no yo, sino el Señor que ‘la mujer no se separe del marido, pero si se separa, que no vuelva a casarse’” (1 Co 7,10-11).

“Del mismo modo, el Señor también ha ordenado “que los que predican el evangelio vivan del evangelio’” (1 Co 9,14).

 

 

 

2.- Ágrapha en variantes textuales del N.T

• “Aquel mismo día, viendo a un hombre que trabajaba en Sábado, le dijo: ‘Hombre, si sabes lo que estás haciendo, eres dichoso, pero si no, eres maldito y transgresor de la Ley (Códice de Beza en Lucas 6,5).

•El episodio entero de la adúltera en Juan 7,53-8,11.

 

3.- Ágrafa en los Santos Padres

Encontramos unos 225. La mayoría de ellos tienen un valor escasísimo.

Papías, Justino, Tertuliano, Clemente de Alejandría

•”Pedid las cosas grandes, y Dios os añadirá lo que es pequeño”. (En los Stromata de Cle­mente).

•”El que está cerca de mí, está cerca del fuego. El que está lejos de mí, está lejos del Reino” (Orígenes, Homilías sobre Jeremías 3,2).

•”El que se admira, triunfará” (Papiro Oxyrrincus).

•”Sed competentes cambistas de dinero” (Orígenes y otros Padres).

 

4.- Criterios para valorar los Agrapha:

 

 

1.- Determinar si quizá se trata sin más de una cita equivocada de un dicho ca­nónico.

2.- Agrupar las autoridades que lo avalan y valorar su antigüedad o testimonio múl­tiple

 

3.- Determinar en qué grado el autor pudo haber tenido acceso a una tradición nue­va fiable?

4.- ¿Está de acuerdo con lo que sabemos sobre Jesús, su estilo y su pensamiento?

 

5.- En caso de rechazarlo, ¿cómo explicar su evolución?

 

5.- Valoración

No más de unos 7 u 8 de estos ágrapha tienen una buena probabilidad de ser auténticos. Apenas añaden nada positivo al conocimiento que tenemos de Jesús por las otras fuentes. Sólo son útiles para entender el pensamiento de los grupos dentro de los cuales se formularon.

 

b)

 

Evangelios apócrifos

 

 

 

La mayor parte de los evangelios apócrifos pertenecen al género de ficción, sobre todo los evangelios de la infancia.

Con todo pueden contener alguna brizna de información nueva y fidedigna, como los nombres de Joaquín y Ana, pero en general no añaden más conocimiento del Jesús histórico que “Alicia en el país de las maravillas” (J.P. Meier).

Más valor suele atribuirse a tres de los evangelios apócrifos, el evangelio de Tomás, el evan­gelio de Pedro y el “evangelio Egerton”.

 

1.-

 

Evangelio de Tomás

 

•Fue descubierto en Nag Hammadi (Egipto) en 1945. Es una traducción copta de un original griego del siglo II. Se conservan también algunos fragmentos del original griego.

Se trata de una colección de “114 logia” de Jesús de carácter gnóstico.

Hay quienes hoy día le dan mucho valor como fuente independiente de los sinópticos (Crossan, Koester, Quispel).

Algunos de los dichos son idénticos o muy parecidos a los de los evangelios canónicos.

•Otros nos son desconocidos, pero conservan el estilo y el pensamiento del Jesús tal como lo conocemos por los dichos canónicos.

•Otros en cambio nos resultan incomprensibles, o reflejan un mundo de ideas gnóstico total­mente ajeno al pensamiento conocido de Jesús.

 

a.-Algunos dichos desconocidos

 

 

Estas son las palabras secretas que Jesús habló en vida y Judas Tomás Dídimo las es­cribió:

17.- Jesús dijo: Os daré lo que ojo no ha visto y lo que oído no ha escuchado y lo que mano no ha tocado ni ha subido al corazón del hombre

32.-Una ciudad sobre una montaña no caerá, y no puede ocultarse.

38.- Jesús dijo: Os he escogido uno entre mil, y dos entre diez mil. Se mantendrán, porque son uno solo.

82.-Jesús dijo: El que está cerca de mí, está cerca del fuego, y el que está lejos de mí, está lejos del Reino

94.- Jesús dijo: el que busca, no deje de buscar hasta que encuentre.

97.- Jesús dijo: El Reino del Padre es semejante a una mujer que llevaba una jarra llena de harina. Mientras andaba por un camino largo, las asas de la jarra se quebraron. La harina se fue vaciando en el camino. Ella no lo sabía, pues no había notado la molestia. Al entrar en la casa, puso la jarra en el suelo y la encontró vacía.

 

 

102.- Jesús dijo: Jesús dijo: ¡Ay de los fariseos porque son semejantes a un perro que se echa a dormir sobre el pesebre de de los bueyes, pues ni come, ni deja que coman los bueyes.

 

b.- Algunos dichos sinópticos

20.- El Reino de los cielos es como un grano de mostaza que, al caer en tierra labrada, da un gran arbusto y se convierte en un refugio para los pájaros del cielo

31.- Un profeta no es aceptado en su propio pueblo; un médico no cura a los que le conocen.

39.- Nadie enciende una lámpara y la pone bajo una cesta.

54.- Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de lo Cielos.

 

 

 

2.- Evangelio de Pedro

 

•Fue descubierto en el sur del Cairo en 1886.

Consta de 10 hojas, que tratan sobre la Pasión de Jesús. Su tendencia docética ha sido puesta en discusión

Crossan y Koester lo valoran mucho como fuente independiente de los sinópticos, pero McCant y Vaganay han demostrado que es un collage de Marcos y Lucas y quizás algo de Juan.

Algunos textos del evangelio de Pedro:

 

 

Lo entregaron al pueblo antes del primer día de los ácimos, su fiesta. Tomando al Señor… lo envolvieron en un manto de púrpura y le sentaron sobre el escaño del juez, y le dije-ron: Júzganos, rey de Israel”.

 

Y como (los soldados) estaban furiosos con él, no le rompieron las piernas para que muriese con más tormento.

 

Les preocupaba que el sol se hubiese puesto, estando aún vivo, porque sus escrituras dicen que el sol no se pondrá sobre un ejecutado

 

3.-

 

3.  Papiro 2 Egerton

 

Data del siglo II y fue publicado por primera vez en 1935. Está incompleto y muy de­teriorado.

Contiene cuatro narraciones fragmentarias: una disputa sobre la trasgresión de Jesús de una ley de Moisés, la curación de un leproso, una disputa sobre el pago del tributo y un milagro de Jesús en el Jordán.

Se suele pensar que es un refrito de textos sinópticos y juánicos. Dodd mantiene que puede tener datos auténticos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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TEMA 4. Tradiciones de Jesús en Pablo

 

 

I.- ¿QUÉ SABEMOS DE JESÚS POR PABLO?

 

Al estudiar las fuentes sobre el Jesús histórico, queremos tocar brevemente el caso de Pablo. Por una parte es una fuente cristiana, y eso puede plantear determinadas sospechas. Pero por otra, es una fuente totalmente independiente de los evangelios sinópticos, y muy anterior a ellos. El estudio de los dichos de Jesús en Pablo nos va permitir el acceso a un estadio muy primitivo de las tradiciones acerca de Jesús, unos veinte años después de su muerte.

1.- Pablo es el primer testigo documentado del Jesús histórico.

2.- Sus cartas son anteriores a los evangélicos canónicos.

3.- Nos proporcionan por tanto una cala en el oscuro proceso de cristalización de las fuentes

 

Éste es el mayor interés del testimonio paulino: su antigüedad y su independencia respecto a los sinópticos. En cambio resulta decepcionante lo escaso de los datos que Pablo nos aporta a la hora de reconstruir la semblanza del Jesús histórico.

Éstos son los datos que podemos espigar en las epístolas protopaulinas:

 

 

1.- Nació de mujer bajo la Ley (Ga 4,4)

2.- De la estirpe de David (Rm 1.3)

3.- Tenía hermanos, y uno se llamaba Santiago (1 Co 9,5; Ga 1,19).

4.- De gran dulzura y afectuosidad (1 Co 10,1)

5.- Fue traicionado (1 Co 11,23)

6.- Crucificado por los príncipes del mundo (1 Co 2,8)

7.- Cenó con sus discípulos la víspera de morir (1 Co 11,23-25)

8.- Bendijo el pan y el vino (1 Co 11,23-25)

9.- Fue muerto y sepultado. Resucitó al tercer día (1 Co 15,4)

10.- Se apareció a Cefas, a los 12, a 500 hermanos y a Santiago (1 Co 15,5-8)

 

II.- FECHACIÓN DE LA VISITA DE PABLO A CORINTO

 

a) Importancia de la fechación de esta visita

 

1.- Las cartas de Pablo se escriben en la década de los 50, unos 20 años después de Jesús

2.- La primera carta de san Pablo es la I Tesalonicenses, escrita en Corinto cuando la primera visita de Pablo.

3.- En sus cartas posteriores a los corintios, Pablo hace alusión a lo que les enseñó durante aquella su primera visita, a las tradiciones que formaron parte de su primera catequesis.

4.- Interesa por tanto determinar la fecha de esta visita.

 

b) Inscripción de Delfos con el nombre de Galión como procónsul

 

El texto de los Hechos nos habla de que Pablo en su primera visita a Corinto fue llevado delante del procónsul de la provincia romana de Acaya, Lucio Junio Galión, hermano de Séneca (Hch 18,12-17) Este dato nos resulta precioso a la hora de fechar la visita de Pablo.

A finales del s. XIX se halló en Delfos una inscripción en que aparece el nombre de Galión. La inscripción fue hecha mientras Galión ejercía el cargo de procónsul. En ella se nos dan los datos para poder fechar con exactitud la fecha del ejercicio de su cargo.


Éste es el texto de la inscripción:

Tiber[io Claudio C]és[ar August]o G[ermánico, Gran Sumo Sacerdote, investido de la po]testad [tribunicia] [por duodécima vez, aclamado emperador p]or vigésima sexta vez, P[adre de la Pa]tri[a] […] [a fin de que todo lo que] ahora se dice y [es]tas conti[endas de los ciudadanos] tal co[mo Lucio Ju]nio Galión, mi ami[go] y [procón]sul...

 

 

c) Fecha de la inscripción

 

 

Fue hecha después de la 26 aclamación de Claudio como Imperator.

La aclamación como Imperator no era regular, dependía de los triunfos militares.

Las aclamaciones 26 y 27 fueron en el año duodécimo de Claudio (del 25 de enero del año 52 en adelante) La 27 aclamación tuvo lugar el 1 de agosto del año 52. Por tanto la inscripción debe fecharse entre enero y agosto del 52.

•Por otra parte sabemos que los procónsules de las provincias senatoriales ejercían su cargo durante un año, y entraban en funciones en primavera. Por tanto en la primavera del 52, cuando se hizo la inscripción, Galión estaba empezando o terminando su mandato.

•La inscripción deja suponer que Galión ya llevaba tiempo de procónsul, porque supone un informe que Tiberio había recibido previamente. Esto nos lleva a pensar que en la primavera del 52 Galión estaba terminando su mandato y no empezándolo.

•Por otra parte sabemos por Séneca que su hermano Galión se enfermó y regresó a Roma antes de terminar su mandato, con lo cual hay que suponer que el encuentro de Galión con Pablo debió tener lugar algunos meses antes de la primavera del 52.

 

•Esto nos lleva a concluir que Pablo fue llevado ante Galión después de la primavera del 51, y antes de enero o febrero del 52.

•Fitzmyer intenta precisar aún más, y dice que es a la llegada del nuevo procónsul cuando le se solían presentar los casos para resolver.

 

III.- DICHOS DE JESÚS EN PABLO

 

 

Pablo cita varias veces a Jesús en la I Cor.

 

1.- En cuanto a los casados les ordeno, no yo, sino el Señor, que la mujer no se separe de su marido (1 Co 7,10 = Mt 5,32; 19,9).

 

2.- El Señor dio instrucciones a los que anuncian el evangelio diciéndoles que vivieran de su predicación (1 Co 9,14 = Mt 10,9; Lc 10,7; 1 Tm 5,18).

 

3.- Palabras de Jesús sobre el pan y el vino durante la última cena (1 Co 11,23ss)

 

4.- Los que estén vivos a la llegada de Jesús no aventajarán a los difuntos: 1 Ts 4,15.

Ya nos hemos referido a estos dichos al tratar de lo Ágrapha en el Nuevo Testamento.

S. Kim ha trazado un cuadro de “ecos posibles” de dichos de Jesús en las cartas de Pablo. Recoge 31 ecos entre textos paulinos y dichos de Jesús recogidos en los evangelios.[47]

 

 

IV.- LAS TRADICIONES PAULINAS

 

Aparte de estos logia atribuidos por Pablo a Jesús, tenemos también otras tradiciones paulinas sobre hechos relacionados con la persona de Jesús. En sus cartas Pablo alude a las tradiciones que “entregó” a los corintios con motivo de su primera visita.

 

a) Naturaleza de la tradición paulina

 

 

Las tradiciones son de naturaleza normativa

Pablo utiliza un vocabulario técnico (paradosis) y los verbos paradidonai y paralambanein

Las jóvenes comunidades tienen que “aferrarse a estas tradiciones”.

En sus cartas Pablo recuerda las tradiciones que transmitió durante su visita fundacional.

Transmitir es más que predicar. Supone un proceso de memorización y asimilación.

La transmisión es consciente, deliberada y programática

 

 

b) Contenido de las tradiciones paulinas

 

1. Indisolubilidad del matrimonio: 1 Co 7,10

2.

2.Tradición sobre la Cena del Señor: 1 Co 11,23-25

 

3. Tradición sobre las apariciones de Jesús: 1 Co 15, 2-8

Seguidamente reseñaremos estas tres tradiciones, y trataremos de evaluar su historicidad y su relación con las informaciones que tenemos en los evangelios sinópticos.

 

 

 

c) 1 Corintios 7,10-11

 

 

1.- El texto

En cuanto a los casados, les ordeno, no yo, sino el Señor que la mujer no se separe del marido, mas en el caso de separarse, que no vuelva a casarse…

 

 

En cuanto a lo demás, digo yo, no el Señor, que si un hermano tiene una mujer no creyente y ella consiente en vivir con él, que no se divorcie de ella…

 

 

Acerca de la virginidad, no tengo precepto del Señor…

 

 

 

2.- Evaluación del texto

Pablo sabe distinguir entre su autoridad como apóstol y las tradiciones que se remontan a Jesús. Esto supone que las tradiciones sobre Jesús tienen un carácter vinculante

•El apóstol no tiene autoridad para cambiar las tradiciones que vienen de Jesús.

Dichas tradiciones están fundadas en los “logia” auténticos que Pablo transmitió a los corintios durante su primera visita fundacional.

•Los logia paulinos no se citan textualmente, sino sólo según el sentido de las palabras.

 

 

 

d) 1 Corintios 11,23-25

 

En este texto Pablo recoge la tradición acerca de la última cena del Señor y la institución de la Eucaristía. El evangelio de san Lucas recoge también la tradición sobre la cena. La diferencia más importante es que Pablo nos da la tradición tal como él la transmitió el año 51, y Lucas recoge la tradición tal como se seguía contando en los años 80.

Lo más notable es observar el parecido entre ambas versiones, y cómo apenas ha cambiado en nada en el curso de esos 30 años que median entre uno y otro. Contrariamente a lo que sucede con otros logia citados por Pablo, en este caso el paralelismo verbal es muy grande.

 

1. El Texto :Expondremos los dos textos en columnas paralelas. Resaltamos las palabras en que difieren ambos textos.

 
1 Corintios 11,23-25

    Lucas 22,19-20

 

Yo recibí del Señor lo que os transmití,

que el Señor Jesús,

la noche en que era entregado, 

tomó pan,                                               tomó pan,

dando gracias lo partió y dijo:                    dando gracias lo partió y se lo dio diciendo

‘Éste es mi cuerpo                                    ‘Éste es mi cuerpo

que se entrega por vosotros’;                     que se entrega por vosotros’;

haced esto en memoria mía.                       haced esto en memoria mía.

Asímismo tomó el cáliz                               Asímismo tomó el cáliz

después de cenar diciendo:                        después de cenar diciendo:

Esta copa es la nueva alianza                     ‘Esta copa es la nueva alianza

en mi sangre.                                          en mi sangre,

                                                                           que se derrama por vosotros

Cuantas veces la bebáis,

hacedlo en memoria mía’.

 

 

2.- El comentario

 

Pablo transmitió lo que él había recibido. Se trata de una tradición auténtica sobre la historia de Jesús.

Pablo la transmitió a los corintios en su visita del año 51, como una fórmula sagrada.

En este caso podemos cotejar este estadio de la tradición en el año 51, con el que queda plasmado en Lucas en los años 80.

¡Casi idéntico!

 

 

 

e) 1 Corintios 15,3-8

 

 

 

1. El Texto

Porque os transmití en primer lugar lo que a mi vez recibí,

que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, que fue sepultado y que resucitó al tercer día según las Escrituras;

que se apareció a Cefas y luego a los Doce, después se apareció a más de 500 hermanos a la vez, de los cuales la mayor parte viven y otros murieron;

luego se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles. Y en último término se me apareció también a mí, que soy como un aborto.

 

 

 

2.- El comentario

Una vez más Pablo usa los términos técnicos de la parádosis o tradición.

•Se menciona el hecho de la tumba, de que Jesús fue enterrado, cosa que viene siendo negada hoy por autores como Crossan, que tiene que enfrentarse aquí con un testimonio muy antiguo.

Vemos la lista de apariciones tal como se transmitía en su día, sin elementos narrativos, y según parece en orden cronológico.

No se incluyen las apariciones a las mujeres por no ser oficiales

Si comparamos esta lista con los relatos de apariciones de los evangelios, vemos la libertad con que éstos han narrado el núcleo histórico transmitido.

 

f) Evaluación final

 

Terminaremos citando las palabras de S. Kim: “La continuidad teológica entre Jesús y Pablo viene apoyada también por los ecos concretos que hay en Pablo del Reino de Dios y Abba, de sus enseñanzas sobre la Ley, el templo y la escatología, de su acogida de los pecadores y otros aspectos de su conducta, tales como su renuncia a los privilegios y su humilde servicio”...

“Las estrechas semejanzas entre Jesús y Pablo en su teología y en su actitud pueden tomarse como prueba del conocimiento íntimo que Pablo tenía de la enseñanza y actitud de Jesús. ... En todos los temas importantes de la teología de Pablo se pueden discernir ecos de los dichos de Jesús... Pablo también da muestras de conocer las tradiciones narrativas acerca de la pasión de Jesús, de su ministerio de curación, de su acogida de los pecadores, de su vida de pobreza y humilde servicio, de su manera de ser y de otros aspectos”.[48]

 

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TEMA 5. Escritos rabínicos

 

I.- EL RABINISMO

 

Tras la caída de Jerusalén se reconstituye el judaísmo en torno a los rabinos de Yavne, liderados en un principio por Yojanan ben Zakkai, que consiguió el favor de Vespasiano y de los romanos. De ese modo el grupo de rabinos constituidos en torno a su figura se convirtieron en representantes de todo el pueblo, en el momento en que la institución sacerdotal y sus sumos sacerdotes perdían todo el poder y la representatividad en una sociedad judía donde ya no existía el templo.

El judaísmo tuvo que reorganizarse de nuevo para adaptarse a las nuevas circunstancias en que no había ni templo ni estado para perseverar como una comunidad religiosa en la que se reagruparan todos los judíos de Israel y de la Diáspora.

Fueron estos rabinos los que emprendieron la ardua tarea de reformular sus tradiciones para adaptarlas a las nuevas circunstancias. En el panorama de antes de la revolución Josefo distingue dos grupos en lo que toca a la aceptación de la Ley oral. Los sacerdotes en buen parte pertenecían a la secta saducea y no admitían más Ley que la escrita.[49] Su pérdida de poder y de prestigio elevó a los grupos que siempre habían admitido una Ley oral junto con la escrita, la “tradición de los padres”.

Parece ser que el grupo fariseo ya había intentado imponer estas tradiciones a todo el pueblo durante las épocas pasadas en que gozaron del favor de los gobernantes, en la el interregno de Alejandra Salomé. Tras la caída de Jerusalén había llegado su hora. Ya tenían las manos libres.

Los rabinos de Yavne tienden a retroproyectar a los tiempos pasados el tipo de estructura que ellos crearon en la época misnaica y talmúdica, pero esto es un claro anacronismo. Sólo tras el vacío de poder creado a la caída de Jerusalén se constituyó el tribunal rabínico como autoridad suprema de la comunidad Antes de la destrucción del templo, la clase aristocrática de los sacerdotes y los ancianos presidida por el sumo sacerdote, era el supremo organismo para legislar, regir y juzgar al pueblo.

 

II.- LA MISNÁ

 

a) Redacción de la Misná

 

Yehuda ha-Nasi en el año 200 en Séforis es el presidente del sanhedrín. Era descendiente de sangre de Hilel el viejo. Realizó una selección normativa de la Torah oral. Esta recopilación recibe el nombre de Misná = repetición, doctrina. El conjunto de los dictámenes jurídicos y cada uno de ellos recibe el nombre de Halajá. El libro de la Misná recoge dictámenes de 5 o 6 generaciones de unos 260 doctores de la Ley. A estos autores se les llama tanna, o tanaíta, para contraponerlos a los doctores posteriores a la redacción dela Misná que se llaman amoraítas.

Tanna es la palabra aramea equivalente a la palabra hebrea Shana, repetición. La Misná es el doble de la Torah. Cada una de las normativas legales contenidas en la Misná, puede llamarse misná o halajá.

Los tannas más antiguos citados en la Misná son Simeón el justo y su discípulo Antígono de Soco, hombres de la Gran Asamblea.[50] Los dos tannas más recientes son Josué ben Leví, y Yanai, discípulos de Yehudá haNasí, mejor conocido como el Rabí, el compilador de la Misná.

La técnica fundamental de los tannas era la repetición y la memorización. Una halajá estaba editada cuando era memorizada.

La Misná está escrita en hebreo. No hace diferencia entre derecho sacro y civil. contiene 63 tratados –massakot- reunidos por secciones temáticas u “órdenes” –sedarim-, en número de seis. Cada masséket se divide en perakim o capítulos, y cada capítulo en sentencias o misnayyot.

El proceso de canonización fue tan rápido que otras colecciones halájicas contemporáneas o ligeramente posteriores quedaron fuera de la colección autorizada y autoritativa. Estas colecciones que quedaron fuera se denominan baraitot (externos).

Hay una colección de normas tanaíticas fuera de la Misná que se llama la Tosefta, o “Suplemento”. Tiene la misma división en órdenes y tratados, como la Misná.

Hay evidencia de que la Misná actual ha sufrido retoques. Hay alusiones a la muerte del Rabí, y halajot de discípulos del rabí. Pero no se sabe el alcance de los retoques.

Los sabios judíos siguieron exponiendo y comentando la Misná. Esta siguiente generación de “expositores” se denomina Amoraim. Sus comentarios reciben el nombre de Guemará. Misná más Guemara forman el Talmud.

Hay dos versiones del Talmud, una más antigua del siglo IV en Palestina, el Talmud de Jerusalén, y otra del siglo VI en Babilonia; el Talmud de Babilonia. La Guemará estudia el texto de la Misná en detalle.

 

b) Modo de citar la Misná y el Talmud.

 

La Misná se cita siempre con el nombre de la Masséjet respectiva, seguida del número del capítulo y el número del párrafo dentro del capítulo. Al nombre de la Masséjet se antepone una letra minúscula “m”.

En el caso de la Tosefta, se cita de la misma manera, pero en lugar de poner una letra “m”, al principio, se pone una letra “t” minúscula. Luego se escribe número del tratado y del párrafo, tal como se hace en la Misná.

En el caso del Talmud Babilónico, se cita el tratado de la Misná que está siendo comentado, precedido por la letra “b”. Después del nombre del tratado se pone el número de folio del texto impreso en hebreo, acompañado de las letras a, b, c, d... No se hace ninguna referencia a los capítulos o párrafos de la Misná.

En el caso del Talmud de Jerusalén se escribe el nombre del tratado precedido por la letra “p” (de Palestina) o “j” o “y” (de Jerusalén, Yerushalmi), seguido por el capítulo y párrafo de la Misná, y además el folio de la edición impresa del Talmud.

 

c) Los seis órdenes de la Misná

 

Veamos la lista de los seis órdenes o sedarim de la Misná, especificando en número de tratados que comprende cada seder:

Semillas,             Zeraim             11 tratados

Fiestas               Moed               12 tratados

Mujeres              Nashim            7 tratados

Daños                Neziqin            10 tratados

Cosas sagradas   Qodashim         11 tratados

Purezas              Tohorot           12 tratados

                                              63 tratados

                  

Convencionalmente se dice que toda la Ley oral se remonta al Sinaí, tanto los principios generales, como las particularidades y las especificaciones. Pero muchos rabinos ilustrados, como Maimónides, reconocían que muchas halajot provienen del Sinaí, sólo en cuanto que son deducciones legítimas de principios revelados allí.

Parece ser que hubo colecciones de halajot anteriores a la Misná. La más importante debió ser la de rabí Aqiba, dispuesta y transmitida por su discípulo rabí Meir. Este sería el núcleo inicial utilizado por el Nasí, que añadió otras halajot. Es imposible distinguir distintos estratos literarios. Muchas de las halajot eran ya obsoletas en su época, y muchas de ellas son discrepantes.

 

d) El hebreo de los escritos rabínicos

 

La Misná está escrita en un hebreo evolucionado que ya no es el hebreo bíblico. Hay importantes diferencias gramaticales y de vocabulario. Se confunden la mem y nun finales en los plurales masculinos. La enclítica ש reemplaza a la partícula אשר. Se pierden el Waw conversivo, los infinitos absolutos y las formas especiales cohortativas y yusivas.

El hebreo misnaico, en contraposición al bíblico, se preocupa por determinar la lógica que liga a las diferentes oraciones. Dentro del hebreo rabínico o HR, hay que distinguir el de los tanaítas, HR1, y el de los amoraítas, HR2.

El HR1 es el empleado en la Misná, la Tosefta y los midrasim halájicos. -Mejiltá, Sifrá, Sifré... El HR2 es el empleado por los amoraítas y por los primeros midrasim hagádicos –Génesis Rabbah, Levítico Rabbah. Este hebreo de los amoraítas ha dejado ya de ser hablado, y se convierte en un idioma culto literario, como el latín medieval. El traslado de los rabinos a Galilea tras la derrota de Bar Kojba fue causa de que el hebreo fuese dejando lugar al arameo como lengua hablada.[51]

 

 

III.- LA LITERATURA MIDRÁSICA

 

Aunque la Misná pretende explicitar la revelación escrita en la Biblia, de hecho las misnayyot no hacen ninguna referencia explícita al Escritura. El comentario a la Escritura cabe más bien encontrarlo en las obras de halajá midrásica, que comentan los textos bíblicos legales.

En cuanto al contenido, hay dos tipos de Midrás, uno el halájico, que es el comentario legal, y otro el hagádico que es la interpretación de textos no legales de la Escritura. Este último trata de poner de relieve el contenido moral, religioso o histórico de los textos por medio de anécdotas, narraciones, leyendas... En cuanto al estilo del comentario, hay dos tipos de comentario, uno más literal o Peshat, y otro que profundiza en el sentido espiritual o pleno, el Derash.

Las obras más representativas de la literatura midrásica halájica son Mejiltá (comentario al Éxodo), Sifrá (comentario al Levítico) y Sifré (Comentario a Números y Deuteronomio).

Aparte hay que considerar la literatura midrásica hagádica, con obras tales como el Genesis Rabbah, Leviticus Rabbah. En realidad no conviene hacer una distinción radical entre ambos tipos de literatura, ya que ni todo midrás halájico contiene sólo halajot, ni todo midrás hagádico está carente del todo de ellas.

Otra distinción es entre midrashim exegéticos y midrashim homiléticos.[52]

 

IV.- LOS TARGUMIM

 

Otra importante contribución a la literatura bíblica rabínica es la de los Targumim o traducciones de la Biblia al arameo. Se trata de traducciones para uso litúrgico no literales, sino parafrásticas.

Hay dos Targumim al Pentateuco. El primero es el Onkelos, más literal. El otro es el Targum palestino, que ahora se ha descubierto en el manuscrito Neophyti, pero que antes era ya conocido fragmentariamente en los textos del Pseudo-Jonathan, y en otros fragmentos descubiertos en la Geniza del Cairo. Antiguamente se pensaba que el Targum de Onkelos era más antiguo, hoy día se piensa que el Targum palestino tiene la prioridad cronológica.

Al ser una paráfrasis del texto bíblico y no una traducción literal, el Targum palestino contiene mucho material adicional que nos es útil para conocer la espiritualidad judía de la época. Este último Targum está escrito en el Arameo palestino. Hay también Targumim a otros libros de la Biblia además del Pentateuco. En Qumrán se han descubierto fragmentos de traducciones arameas de la Biblia.[53] Esto nos sugiere que el Targum es una institución pre-rabínica, que los rabinos más tarde intentaron rabinizar y controlar. La culminación de este proceso tuvo lugar en Babilonia donde se editaron los Targumim oficiales para la Torah y los profetas (Onquelos y Pseudo-Yonatán)

Hay estudios que relacionan estos Targumim el Nuevo Testamento.[54] Para las comparaciones del Targum palestinense con el Nuevo Testamento, uno de los graves problemas es la fechación de los textos targúmicos. Fitzmyer acusó a estos paralelismos de circularidad. Por una parte se argumenta que el Targum palestinense debe ser muy antiguo porque está ya citado en el NT, y por otra parte se defiende su uso en los estudios del NT alegando que son anteriores a la era cristiana. M. McNamara prefiere hablar de un argumento de convergencia.

Son muchos los paralelismos que se han mostrado entre el Targum y la literatura juánica, tales como el trasfondo de la Memra targúmica en el Logos juánico, el bat Qol, o voz venida del cielo, la concepción del Espíritu Santo, el término “Padre del cielo”, la contraposición entre perdonar y retener los pecados.[55]

 

 

V.- ESTUDIO DE LAS FUENTES RABÍNICAS PARA CONOCER A JESÚS

 

El estudio de esta literatura para recoger información sobre el siglo I d.C. es una tarea difícil por cuatro motivos.

 

1) Nunca la historia ha sido una preocupación importante para la literatura rabínica. Los rabinos escriben para mantener al pueblo judíos en la observancia de la Torah, y no para discutir el pasado por sí mismo. Se interesan ante todo por la halajá, la Ley. La haggadah es sólo una ilustración. Los detalles históricos proporcionados en las haggadot son sólo ilustraciones de los puntos legales u homiléticos debatidos, que son los únicos que interesan.

 

2) El Talmud raramente menciona hechos históricos del período del Segundo templo. Si nos atuviésemos sólo a las tradiciones rabínicas acerca de los fariseos, no podríamos reconstruir un solo acontecimiento importante del periodo anterior al año 70, ni la saga de los Macabeos, ni la conquista romana de Palestina, ni el reinado de Herodes, ni la sublevación contra Roma.

 

3) Los pocos elementos mencionados suelen ser poco fiables. Como Shaye Cohen observa, “los rabinos sabían poco sobre el fariseísmo anterior al año 70, y lo que han consignado es poco digno de crédito”.

 

4) No tenemos escritos rabínicos de los siglos primero y segundo. Las técnicas de memorización fueron usadas a partir de la época de Yavne, y fueron elaboradas después de la destrucción del templo. No ofrecen garantía de reproducir los ipsissima verba de los rabinos de la época de Jesús. Si somos tan cautos a la hora de discernir ipsissima verba de Jesús en los evangelios escritos unas cuantas décadas después, deberíamos ser mucho más cautos a la hora de aceptar tradiciones que han sido puestas por escrito ciento cincuenta años más tarde.

 

5) La etapa rabínica de Yavne fue de una extraordinaria creatividad. Hubo que adaptar el judaísmo a circunstancias totalmente nuevas. Por eso el medio judío anterior al año 70 en cuanto a la vida de oración, manera de entender la halajá, etc... no tiene por qué ser el mismo que el que se refleja en la Misná y en escritos posteriores. No se puede dar el salto sin más del uno al otro.

 

6) Hasta muy recientemente no ha habido un estudio histórico-crítico del judaísmo que tratase de fechar las distintas tradiciones que han ido surgiendo dentro de su tradición. El nivel de intensidad en este estudio histórico crítico no puede ni de lejos compararse con el extremo criticismo con que se han estudiado las fuentes cristianas.[56]

 

Bibliografía sobre la literatura rabínica

 

a) Sobre fuentes rabínicas

El mejor libro en español es H.L. Strack, y G. Stemberg, Introducción a la literatura talmúdica y midrásica, edición española de M. Pérez Fernández, Valencia 1982. Ver bibliografía en cada capítulo y especialmente en pp. 87-88.

 

AA.VV., Le judaïsme à l’aube de l’ère chrétienne, Paris 2001. 1090 186

Adler, M., El mundo del Talmud, Paidós, Buenos Aires 1964.

Bonsirven, J., Textes rabbiniques des deux premiers siècles chrètiens, IBP Roma 1953

Del Valle, C., La Misná, Madrid 1997.

Gutman, J., Rabbinic Judaism in the Making, Detroit 1970.

Neusner, J., A Life of Rabban Yohanan be Zakkai, ca. 1-80 AD, Leiden 1962.

Neusner, J., First Century Judaism in Crisis, Nashville 1975.

Neusner, J., From Politics to Piety. The emergence of Pharisaic Judaism, Ktav, Nueva York 1979.

Neusner, J., The Rabbinic Traditions about the Pharisees before 70, 3 vols., Leiden 1971.

Saldarini, A.J., “The End of the Rabbinic Chain of Tradition”, JBL 93 (1974) 97-106.

Sanders, E.P., Jewish Law from Jesus to the Mishnah, Philadelphia 1990.

Strack, H.L y G. Stemberg., Introducción a la literatura talmúdica y midrásica, edición española de M. Pérez Fernández. Valencia 1982.

Weiss, A.J., El Talmud de Babilonia, versión castellana de M.Calés, Buenos Aires 1966.

 

b) Fuentes rabínicas y Jesús

Barclay J., y J. Sweet, Early Christian Thought in its Jewish Context, Cambridge University Press, Cambridge 1996.

Chilton, B. y J. Neusner, Judaism in the New Testament, Routledge, Londres 1995.

Evans, C.E., “Early Rabbinic Sources and Jesus Research” en E. Lovering (ed.) Society of Biblical Literature 1995, Seminar Papers, 53-76.

Goldenberg, D., “Once More: Jesus in the Talmud,” The Jewish Quarterly Review 73 (1982) 78-86.

Herford, R.T., Christianity in Talmud and Midrash, Reference Books Publishers, Clifton N.J 1966. (Reimpresión de la edición de 1903).

Laible, H., Jesus Christ in the Talmud, Midrash, Zohar and the Liturgy of the Synagogue, Deighton & Bell, Cambridge 1893.

Lauterbach, J.Z., “Jesus in the Talmud”, en J.Z. Lauterbach. Rabbinic Essays, Hebrew Union College, Cincinnati 1951, 473-570.

Maier, J., Jesus von Nazareth in der Talmudischen Überlieferung, Darmstadt 1978.

McNamara, M., Targum and Testament. Aramaic Paraphrases of the Hebrew Bible: A Light on the New Testament, Irish University Press, Shannon 1968.

Montefiore, C.G., Rabbinic Literature and Gospel Teachings, Ktav, Nueva York 1970

Neusner, J. (ed.), The Social World of Formative Christianity and Judaism, Fortress, Filadelfia 1988.

Neusner, J., Rabbinic Literature and the New Testament. What we Cannot Show, we Do not know, Trinity Press International, Philadelphia 1993.

Neusner, J., Judaism: The Evidence of the Mishnah, University of Chicago Press, Chicago 1993.

Orfali, M., Talmud y Cristianismo, Riopiedras, Barcelona 1998.

Sanders, E.P., Jesus and Judaism, SCM Press, Londres 1985.

Schanks, H. (ed.), Christianity and Rabbinic Judaism. A Parallel History of Their Origins and Early Development, SPCK, Londres 1993.

Smith, M., “A Comparison of Early Christian and Early Rabbinical Tradition”, JBL 82 (1963) 169-176.

 

Notas al tema 5

 


TEMA 6. Jesús y Qumrán

 

 

I. CONCEPTOS BÁSICOS

 

a) ¿De quién estamos hablando al referirnos a los esenios?

 

Hay tres conceptos diversos que conviene distinguir.

*Los esenios: una secta conocida por los escritores clásicos

*La Comunidad Yahad de la que hablan los manuscritos encontrados en las cuevas

*Los habitantes de las ruinas de Qumrán.

La hipótesis más frecuente identifica estos tres conceptos, diciendo que en los tres casos se trata de las mismas personas. Esenios = Qumranitas = Yahad

Cabría pensar en todas las otras alternativas posibles: tres grupos diferentes, o dos grupos iguales y uno diferente:

Esenios ¹ Qumranitas ¹ Yahad

Esenios = Qumranitas ¹ Yahad

Esenios = Yahad ¹ Qumranitas

Yahad = Qumranitas ¹ Esenios

Como el avispado lector puede ya haber conjeturado, todas las hipótesis posibles han sido defendidas por alguien.

 

b) ¿De qué manuscritos hablamos

 

Es importante también distinguir entre manuscritos de Qumrán y manuscritos del Mar Muerto. El primer concepto alude a los manuscritos hallados en las 11 cuevas cercanas a las ruinas de Qumrán. El segundo concepto es más amplio y abarca también los manuscritos encontrados en otras localidades en la orilla occidental del mar Muerto tales como el wadi Murabba’at, Hevel o Masada a los que nos referiremos más adelante.

 

II. LOS ESENIOS

 

La palabra “esenios” define a un grupo sectario judío del final del segundo templo, que nos ha sido descrito por los historiadores de aquella época:

Flavio Josefo trata sobre los esenios en La guerra de los judíos, 2,125-166, y en Antigüedades de los judíos, 13,172.

Plinio el Viejo, Historia Natural 5,14-15.

Filón habla de los esenios en varios lugares: Hypothetica (citado por Eusebio, Praeparatio evangelica 8.11.1-18), y en Quod omnis probus liber 12-13.

(Para quien lo desee, tengo en el ordenador un documento en inglés que incluye los textos de todas las fuentes de la antigüedad relativas a los esenios)

El retrato robot compuesto con datos tomados de estos historiadores sería el siguiente: los esenios en Tierra Santa eran unos 4.000. Podemos compararlos con el número de los fariseos que, según Josefo, eran unos 6.000 en la época de Herodes el Grande. (En Qumrán no pudieron haber vivido más de 200 o 300 hombres). No están asentados en ninguna ciudad, sino que habitan en muchas, y practican la hospitalidad entre ellos. Frecuentan los baños de purificación.

Las fuentes nos hablan de su vida en comunidad, de su celibato, de su bolsa común, su respeto por ancianos y enfermos. Hacen una pausa en su trabajo a mediodía, para bañarse y ciñéndose vestidos puros, van a comer juntos en una comida ritual. Por la tarde reemprenden el trabajo en distintos oficios. A la noche se vuelven a reunir en una comida ritual.

Para formar parte de la comunidad tienen que pasar un noviciado de prueba durante tres años. No tienen secretos entre ellos, pero no revelan nada sobre su vida a los extraños. Envían ofrendas al templo, pero no hacen sacrificios.

Los informes nos hablan también sobre algunas de sus creencias particulares. Desaparecieron tras la guerra del año 70, y ya no se volvió a escuchar más sobre ellos.

Los datos sobre los esenios coinciden bastante con la comunidad Yahad tal como se nos describe en los documentos del Mar Muerto. Algunos de los datos no cuadran del todo, pero podríamos atribuir las discordancias a inexactitudes de los historiadores Josefo y Plinio. En principio la inmensa mayoría de los investigadores dan por supuesto de que en uno y otro caso se trata del mismo colectivo de personas.

F. García Martínez se niega a identificar sin más a qumranitas con esenios. Las informaciones clásicas sobre los esenios describen a un grupo de gran envergadura cuyos miembros están diseminados por todo el país. No se puede reducir el esenismo al movimiento marginal de Qumrán. García Martínez ha tratado de sintetizar los datos en una hipótesis complexiva que denomina “Hipótesis de Groningen”. Según él, los qumranitas son producto de una escisión que tuvo lugar en el seno del esenismo. El Maestro de Justicia en su oposición al Mentiroso rompió con la comunidad esenia para formar un pequeño grupo marginal que se retiró al desierto en vida del Maestro o poco después de su muerte.[57]

 

III.- LOS MANUSCRITOS

 

a) Historia del hallazgo

 

Los primeros manuscritos fueron hallados en 1947 por un muchacho beduino, en una cueva dentro de unas tinajas. En aquel lote estaban los 7 manuscritos mejores y más importantes: el doble rollo de Isaías (1Q Isª y 1QIsb), el rollo de los himnos o Hodayot (1QH), el comentario o Pesher de Habakuk (1QpHab), el apócrifo sobre el Génesis (1Q20 o 1QapGen), el rollo de la Guerra (1QM) y la Regla de la comunidad (1QS).

Estos siete manuscritos fueron vendidos en dos lotes, uno al investigador israelí Sukenik (1QIsb, 1QH, 1QM) y los otros cuatro al archimandrita sirio-ortodoxo de Jerusalén. Estos últimos manuscritos fueron finalmente comprados también por el Estado de Israel en 1954.

El hallazgo de los manuscritos en las 11 cuevas distintas tuvo lugar de 1947 a 1956. De estas cuevas, 5 fueron descubiertas por beduinos y 6 por arqueólogos. En aquel tiempo la zona de Qumrán pertenecía a Jordania, pero ya desde el principio los israelíes se interesaron por comprar el mayor número posible de esos manuscritos. La cueva que contribuyó un mayor número de fragmentos fue la cueva 4, la más próxima a las ruinas, que había sido ya violada por los beduinos cuando los arqueólogos llegaron a ella.

En años posteriores aparecieron más manuscritos en la región del mar Muerto, pero fuera ya de la zona de Qumrán. Como hemos señalado, en el wadi Murabba’at y en el Nahal Hever aparecieron documentos de la época de la guerra de Bar Kojba, y algunos textos bíblicos, como el rollo de los 12 profetas menores. También en Masada aparecieron fragmentos de Ben Sira, Jubileos y Ezequiel, entre otros. Es curioso que en Murabba’at aparecen muchos documentos de tipo jurídico y legal, cartas, títulos de propiedad, etc., que están totalmente ausentes en los manuscritos de Qumrán. Curiosamente en Masada apareció un fragmento de unos cantos para los sacrificios del sábado que, según Yadin, sigue el calendario solar de los esenios, y apuntaría hacia algún tipo de relación entre esenios y zelotes defensores de la fortaleza.[58]

 

b) El conjunto de la Biblioteca y su naturaleza

 

La biblioteca de las cuevas de Qumrán comprende unos 800 manuscritos, algunos de ellos en fragmentos muy pequeños. Por ejemplo, la cueva 4 contenía 520 textos en 15.000 fragmentos. La mayoría de los textos están en hebreo, bastantes en arameo, y algunos, sobre todo en la cueva 7, en griego.

De entre los manuscritos de Qumrán, los hay de tres tipos. Manuscritos bíblicos de libros canónicos de la Biblia hebrea. Manuscritos de la literatura apócrifa intertestamentaria, y manuscritos sectarios que pertenecen a la comunidad del Yahad (reglas y comentarios exegéticos). No siempre será fácil saber si todos los documentos que se suelen adscribir a la comunidad de Yahad, pertenecían a la misma secta, o a grupos sectarios diferentes. En la cueva 3 había un rollo de cobre con la lista de 64 lugares en los que se oculta oro, plata y objetos sagrados.

Entre los documentos no hay autógrafos, sino sólo copias. Tampoco existe ningún tipo de documentos legales o de cartas, tales como los que fueron hallado en las cuevas del wadi Murabba’at.

En cuanto a los documentos sectarios, como hemos dicho, habría que aquilatar si todos pertenecen a una misma secta o pueden tener diversos orígenes. Normalmente se supone que todos están elaborados en el seno de la comunidad Yahad de la que nos habla la Regla de la comunidad. Se ha dudado de si pertenecen exactamente a la misma comunidad documentos tales como el Documento de Damasco (CD), el Rollo del templo (11Q19) y La Nueva Jerusalén en arameo.

El hecho de que hayamos encontrado varias copias de estos documentos en las distintas cuevas, significa que eran muy valorados por la comunidad, y además revelan muchos rasgos afines. Podemos utilizarlos como base de comparación con tal que lo hagamos con tino. En cualquier caso es muy curioso que en toda la gran biblioteca qumránica no hayan aparecido documentos de sectas contrarias, ni siquiera de cara a la refutación o a la polémica. Esto está en consonancia con el carácter fuertemente sectario del Yahad que tenía prohibido cualquier tipo de contacto con grupos externos a la propia comunidad, y refuerza la probabilidad que todos los documentos hallados pertenecían a la misma secta o al menos se movían dentro del mismo espíritu.

 

c) ¿Cómo se citan los documentos de Qumrán?

 

¿Cómo citar los manuscritos hallados en las cuevas de Qumrán? Se citan con la sigla Q, precedida por un número del 1 al 11, que identifica la cueva en la que fueron hallados, y seguida por una letra o un número de referencia. Para los casos de los manuscritos más importantes y significativos se usa la letra, que normalmente es la inicial del título del manuscrito en hebreo. Para la regla de la comunidad la “S”de Serek, para la regla de la guerra la “M” de Milh|amah, para el rollo del templo, la “T”, para la colección de himnos, la “H” de Hodayot . Así hablamos de 1QH, 1QM, 11QT, 1QS, IQIsª (el primer rollo de Isaías), 1Q20 (Apócrifo del Génesis), etc... Detrás de estas siglas se cita el número de la columna (los rollos están escritos en columnas), y luego el número de la(s) línea(s) de cada columna.

En español tenemos una excelente edición de Florentino García Martínez, Textos de Qumrán, Trotta, Madrid 1993.[59] Actualmente hay en curso una Concordancia de todas las palabras que aparecen en los manuscritos.

 

IV.- LAS RUINAS

 

Cerca de las cuevas había un tell de ruinas, que fue excavado por el dominico francés De Vaux en 1950. El asentamiento resultó haber estado habitado en la época del 2ª templo del 140 a.C. hasta el 66 d.C. Había dos épocas de ocupación, separadas por un interregno en el que el lugar había sido abandonado tras un terremoto en el año 31 a.C. El lugar estuvo desocupado durante la época herodiana, y luego volvió a ser ocupado durante la primera mitad del siglo I d.C. Fue destruido finalmente coincidiendo con el aplastamiento romano de la rebelión judía poco antes del año 70, fecha en la que los manuscritos fueron escondidos en las cuevas.

En el momento la excavación del Tell, se aceptó como indiscutible el hecho de que sus habitantes habían sido las mismas personas que escondieron los manuscritos en las cuevas, y las mismas personas de cuya comunidad nos hablan los documentos hallados. Pronto también se les identificó con la secta de los esenios de la que nos hablaban los historiadores judíos y romanos.

De Vaux fue identificando las distintas dependencias dándoles nombres conventuales: la sala capitular, el scriptorium, el refectorium... Este ha sido prácticamente un dogma de fe entre los estudiosos del tema, hasta que recientemente algunos expertos han cuestionado dicha identificación entre los habitantes del Tell y los miembros de la comunidad de que nos hablan los documentos.

El más articulado de los opositores ha sido Norman Golb con su libro sobre la búsqueda del secreto de Qumrán.[60] Después de la edición de este libro han surgido nuevas hipótesis diversas que localizan a los esenios en Ein Gedi, unos 20 kilómetros al sur de Qumrán.

Algunos de los argumentos adelantados por Golb son dignos de tenerse en cuenta. Según él, la cercanía del cementerio a las casas hace imposible pensar que allí viviera una comunidad tan escrupulosa en todo lo referente a la pureza. El número de manos de distintos escribas que aparece en los manuscritos, hace impensable que todos pudieran haber sido escritos en una misma comunidad. Si la gente de esa comunidad hubiera escondido los manuscritos en las cuevas, habría depositado allí también otros documentos legales importantes para ellos... Según Golb, los que escondieron los manuscritos en esas cuevas y en otras parecidas en toda aquella zona, fueron refugiados que huían de Jerusalén cargados con sus bibliotecas. Los rollos de Qumrán serían una amplia muestra de literatura de la época, pero no procederían de una única biblioteca.[61]

Un ostrakon con una carta de 16 líneas escrita en 68 d.C., está escrita por alguien que hace donación de su propiedad a la comunidad. Fue descubierta en el sitio de Qumrán en 1996, y fortaleció mucho la hipótesis de que los hombres de los manuscritos son los habían vivido en las ruinas, y era allí donde se habían escrito los manuscritos.

También fortalece la hipótesis tradicional, el hecho de que en la sala posteriormente denominada scriptorium, aparecieran unos bancos y tres tinteros, lo que indica que la habitación era un lugar donde se hubieron podido copiar los rollos.

El consenso general sigue siendo que los manuscritos fueron enterrados en las cuevas por las personas que vivían en las ruinas del Tell, y por tanto hablan sobre la comunidad “monástica” que allí se albergaba.

Nos limitamos a constatar estos matices, pero no tenemos tiempo para entrar ahora en el detalle de estas discusiones. Para nosotros lo importante es adentrarnos en el contenido de los manuscritos comparar a Jesús con la comunidad de la que nos hablan, fueran o no esenios, y vivieran o no en las ruinas de Qumrán. En adelante nos referiremos a ellos como “esenios”, de entrada no queremos dar por zanjada la disputa, sino que simplemente nos ajustamos a la terminología normal en la literatura contemporánea. Si ambas comunidades –la de los esenios y la comunidad Yahad- no fueran una misma comunidad hay el peligro de extrapolar los datos que sabemos de una por los manuscritos con lo que sabemos de la otra por los historiadores. Esto equivaldría a mezclar churras y merinas.

 

 

V.- LA COMUNIDAD DE YAHAD Y LOS ORÍGENES DEL CRISTIANISMO

 

a) Historia de las distintas hipótesis

 

Hasta la fecha no hay en los Documentos de Qumrán ninguna alusión a Jesús o al Juan Bautista. La mayor parte de estos textos proceden de los últimos dos siglos de la era cristiana. La mayoría de ellos fueron escritos o copiados antes de la época de Jesús y del Bautista. Aun aquellos que pueden fecharse en los primeros 70 años del siglo I d.C. no tienen conocimiento de la secta de los Nazarenos.

Robinson en 1957 pretendió que el Bautista había sido miembro de la secta de los esenios, y luego se estableció por su cuenta. Fitzmyer lo ve verosímil, pero no se puede decir lo mismo de Jesús de Nazaret.

La historia de las hipótesis ha pasado por diversas alternativas. Al principio se tendió a subrayar las semejanzas. En esta época se hicieron las cábalas más fantásticas y escandalosas. En reacción contra ellas, se pasó al extremo contrario, a negar los contactos directos de los miembros de Yahad con Jesús y los primeros cristianos.

Actualmente hay una apreciación más sobria. Aunque se evita hablar de contactos directos, se subrayan mucho las semejanzas culturales. Es en esta actitud en la que nos situamos nosotros.

Durante la etapa “escandalosa”, se acusó a los investigadores de deshonestidad. La lentitud en la publicación de los manuscritos se atribuyó al hecho de presiones por parte judía y católica que había descubierto que los documentos eran muy comprometedores y atacaba los fundamentos históricos del cristianismo. El primero en formular esta acusación fue Allegro, ya en 1969. Estos escándalos fueron aireados por los medios de comunicación y la literatura amarilla.

Así, para Barbara E. Thiering, estudiosa australiana, el Maestro de Justicia era el Bautista, y Jesús, el Sacerdote malvado. Baigent y Leigh publicaron en USA un libro provocador, en el que se acusa a la Iglesia Católica de conspiración por ocultar la verdad.[62]

Para Robert Eisenman, los habitantes de Qumrán no eran esenios, sino zelotas capitaneados por Santiago, el hermano de Jesús y acérrimo enemigo de Saulo de Tarso. Según él, el “Maestro de Justicia” no es otro que Santiago el hermano del Señor. Se basa en el título de “Justo” o Tsadiq que da Clemente de Alejandría a Santiago. Para Eisenman, el Comentario a Habakuk debe ser visto a la luz de la identificación de Santiago el Justo con el Maestro de Justicia, y los documentos de Qumrán son de medio herodiano. Eusebio cita a Hegesipo, diciendo que Santiago era santo desde su nacimiento.[63]

Dentro de las atribuciones sensacionalistas, el papirólogo español J. O’Callaghan identificó un pequeño fragmento en griego de la cueva 7 (7Q5), con un texto del evangelio de Marcos 6,52-53.[64] Esta identificación sería verdaderamente revolucionaria, porque adelantaría la fecha del evangelio de Marcos una o dos décadas, y supondría claros contactos mutuos entre los habitantes de Qumrán y los primeros cristianos.[65]

 

Todas estas calas de Thiering, Beigent, Eisenmann y O’Callaghan son muy problemáticas, y no han encontrado aprobación en el conjunto de los estudiosos... Las sospechas de conjuraciones no han quedado probadas. Al término de la publicación de todos los manuscritos de Qumrán se ha visto bien claro que no había nada que ocultar, y las sospechas eran totalmente gratuitas.

La fechación de la mayoría de los manuscritos en la época anterior a la era cristiana impide la identificación de sus personajes con las figuras del Nuevo Testamento.

 

b) Puntos de encuentro entre el Jesús histórico y la comunidad del Yahad[66]

Mientras que el evangelio nos habla a menudo sobre la interacción de Jesús con fariseos, saduceos y herodianos, en cambio nunca habla explícitamente de ningún contacto explícito con los esenios. Esto dificulta mucho el trabajo de comparación entre ambos.

Por otra parte, como ya hemos señalado, la mayoría de los rollos hallados en Qumrán son anteriores a la época del ministerio de Jesús. Por otra parte no es tampoco cierto cuáles ni cuántos de los documentos encontrados en Qumrán fueron escritos en Qumrán y reflejan la ideología de la secta.

Nuestra única posibilidad es comparar lo que sabemos sobre Jesús y sobre los esenios por separado, y tratar de aproximar ambas realidades. Comenzaremos señalando los puntos de semejanza.

1.- El movimiento de Jesús y los esenios son dos ejemplos de la diversidad que existía en el Judaísmo antes del año 70. Unos y otros eran judíos devotos, observantes de la Torah, residentes en Palestina.

2.- A pesar de ser grupos muy pequeños, tanto el Yahad como el grupo de los 12 podían pretender ser representantes del verdadero Israel. Preveían una futura edah más numerosa en el tiempo futuro, en torno al primitivo yahad. Ellos constituían el germen inicial en torno al cual se iba constituyendo el Israel escatológico

3.- Ambos grupos sentían una cierta desestima de los gentiles.

4.- Ambos grupos tenían enemigos comunes dentro del judaísmo, los saduceos y algunos fariseos.

5.- Creían que Dios estaba dando cumplimiento a las promesas de la Escritura, y tenían cierto tono apocalíptico

6.- Tenían todos ellos una teología basada en la Escritura, y con gusto especial por los mismos libros: Isaías, Deuteronomio y Salmos.

7.- Tenían modos semejantes de interpretar la Escritura bajo la guía del Espíritu.

8.- Ambos estaban orientados escatológicamente, es decir creían que el presente era el comienzo de una nueva era. Su escatología tenía simultáneamente una dimensión presente y futura. Aunque los qumranitas esperaban una guerra decisiva en el futuro próximo, también existía una dimensión de escatología realizada que vivían en sus liturgia comunitarias que tenían lugar en presencia de los ángeles.

9.- Ambos pretendían ser beneficiarios de una revelación especial por parte de Dios.

10.- Ambos interpretaban que las Escrituras, en su sentido profundo, se referían a ellos.

11.- Ambos, así como los bautistas, daban mucho relieve a Is 40,3, la voz que clama en el desierto.

12.- Jesús y los esenios se referían a la idea de una nueva alianza. Para los esenios esta nueva alianza fue establecida a través del Maestro de Justicia. Entrar en Qumrán era entrar en alianza. Para los cristianos la nueva alianza se había establecido en la sangre de Jesús.

13.- Jesús y los esenios aceptaban la continuación de la profecía. Tanto Jesús como el Maestro de Justicia se consideraban profetas, mientras que el judaísmo fariseo (Sal 74,9), decía que ya no había profecía. Así el rabí Aqiba.[67]

14.- Ambos subrayaban que la redención escatológica estaba prometida a los pobres. Los esenios se llamaban a sí mismos “pobres de espíritu”.[68]

15.- Ambos tenían en común expectativas mesiánicas. Charlesworth nos da un denso resumen de cómo muchos estudiosos de hoy han vuelto a pensar que Jesús pudo muy bien pensar en sí mismo como Mesías.[69] En Qumrán se habla de dos Mesías distintos, uno davídico y otro levítico. Ambos liderarían a Israel en la batalla final y gobernarían el pueblo tras la victoria. Las dos acciones proféticas de Jesús en su entrada solemne en Jerusalén no podían por menos que ser interpretadas como una reivindicación de mesianismo.

16.- Se ha solido comparar el texto de la respuesta de Jesús a los enviados del Bautista (Mt 11,2-6) con un texto de 4Q521, que Puech llama “Apocalipsis mesiánico”. En dicho texto se habla cómo en los días del Mesías el Señor dará libertad a los cautivos y vista a los ciegos, enderezará a los que se doblan, curará a los heridos, resucitará a los muertos, y proclamará la buena noticia a los pobres, con claras referencias a Sal 146,7-8 y a Is 61,1.

17.- Ambos subrayaban la pecaminosidad de la naturaleza humana delante de Dios

18.- Ambos subrayaban la necesidad de pedir perdón a Dios, y la certeza de recibir el perdón de Dios.

19.- Ambos ponían gran acento en el valor simbólico del agua.

20.- Ambos parecen haber tenido una actitud más rigurosa hacia el divorcio.11QTemplo 57,17 afirma que lo mismo que el rey no debía divorciarse de su mujer. Ver también el Documento de Damasco que considera inmoralidad sexual el tomar dos mujeres.[70] Este precepto tanto en Qumrán como en Jesús, está motivado por el horizonte escatológico de la era de la nueva creación.[71]

21.- Jesús era célibe y los esenios (algunos al menos) también. El celibato de los esenios está atestiguado por los historiadores de aquella época, pero en los manuscritos de las cuevas no hay ninguna referencia explícita a su celibato. El Documento de Damasco deja lugar para la existencia de mujeres e hijos.[72] La Regla de la Congregación que contempla el Israel de los últimos días, deja abierta la puerta a la presencia de mujeres y niños, y prohíbe la poligamia,[73] mientras que la Regla de la comunidad, que contempla la Yahad del presente, mucho más minoritaria, no parece dejar lugar para una vida matrimonial entre los sectarios. El mismo Josefo ya distinguió entre unos esenios que no se casaban,[74] y otros que sí se casaban.[75]

Meier refuta la tesis de Phipps de que Jesús estuvo casado.[76] Josefo, Plinio y Filón se refieren al celibato de los esenios. Filón en Sobre la vida contemplativa, se refiere además al celibato de los terapeutas de Egipto. Se discuten las razones para la práctica del celibato entre estos grupos. Otra importante figura célibe del Antiguo Testamento es Jeremías. Sin embargo en la estricta moral sexual de Jesús no hay ningún interés por el tipo de casuística que se da tanto en la comunidad de Yahad como posteriormente en la Misná.

El celibato de Jesús probablemente tenía razones muy distintas del de los esenios. Para Jesús venía de la total dedicación al Reino, mientras que para los Qumranitas pudo haber sido simplemente un desarrollo de su obsesión por la pureza del cuerpo.[77]

22.- Tanto el movimiento de Jesús como los esenios estaban polarizados por la fuerza de un fundador carismático, Jesús y el Maestro de Justicia, que pedían a sus seguidores una fe inquebrantable en sus enseñanzas, su liderazgo y su relación especial con Dios. Sólo Hilel era comparable, pero no era carismático.

23.- El hecho de que el héroe de la comunidad fuese el “Maestro de Justicia”, perseguido y/o muerto por el Sacerdote impío, es decir un sumo sacerdote, sentaría un importante prece­dente para justificar a Jesús, condenado también por otro Sumo Sacerdote, y rehabilitado por los miembros de su comunidad. El ser condenado por un sumo Sacerdote ya no era una condenación inequívoca contra cualquier miembro del pueblo.[78] Hay textos que no dejan lugar a dudas de que el Maestro de Justicia sufrió persecución a manos del sacerdote impío,[79] pero los textos sobre su asesinato son ambiguos.

24.- La expresión Espíritu Santo aparece muchas veces en labios de Jesús. En alguno de estos casos representa “ipsissima verba” como en la blasfemia contra el Espíritu Santo de Mc 3,29. Este término no aparece en el AT, y sólo tres veces en literatura apócrifa, y es muy raro en la Misná, pero muy abundante en la literatura de Qumrán. Los esenios reivindican que el Espíritu Santo había abandonado el templo y les había acompañado a ellos al desierto. El Espíritu Santo mora en la comunidad. Jesús pudo haber tomado esta idea de los esenios. Aunque también Hilel lo usó una vez .[80]

25.- En ambos grupos se da una importancia a la comunidad, especialmente en la tradición recogida en Mateo sobre la ekklesia.[81] Muchos investigadores no creían que la palabra ekklesia de Mateo perteneciera a los ipsissima verba, sin embargo los escritos de Qumrán nos revelan la existencia en aquella época de comunidades muy perfiladas. ¿Qué palabra hebrea correspondía a ekklesia? Se solía decir que Qahal o edah. En Qumrán surgen otras posibilidades: Sod, o Yahad. Hay textos en Qumrán en que se nos habla de la “comunidad de su elegido”, refiriéndose al Maestro de Justicia[82] o a todo el pueblo de Israel.[83] Quizás esto nos ayuda a comprender el ecclesia mea de Mateo.

26.- En cuanto a los bienes de este mundo y la propiedad hay semejanzas y diferencias entre la doctrina de Jesús y la de los qumranitas. En Yahad el candidato tras un año de iniciación puede ya tocar objetos ritualmente puros, y su propiedad pasa a ser controlada por un inspector (mebaqqer), pero todavía no se fusionan con los bienes de la comunidad.[84] Después de un segundo año y un nuevo escrutinio puede ya participar de las comidas rituales y sus propiedades son añadidas al tesoro de la comunidad. Esto coincide con lo que nos cuentan las fuentes históricas de Filón y Josefo. Había entre ellos una estricta bolsa común.

En la doctrina de Jesús hay una visión de las riquezas como un ídolo que puede suplantar al verdadero Dios, y llevó un estilo de vida de radical pobreza. Sólo desde la pobreza se puede llevar la confianza radical en la providencia que es uno de los rasgos más típicos de la doctrina de Jesús. Entre los discípulos parece haber existido una bolsa común, pero Jesús exhorta a los suyos a despojarse de sus propiedades, pero no para darlas a la comunidad, sino para darlas a los pobres. Sin embargo Jesús no exigía a todos sus seguidores que se desprendiesen de hecho de todos sus bienes, tal como lo exigían los qumranitas. El caso del joven rico, a pesar de ser muy probablemente un suceso histórico, no es una instancia emblemática que se puede generalizar.[85] Entre los mismos qumranitas parece haberse dado una doble velocidad en lo referente al desprendimiento. Mientras que los que habitaban en Qumrán ponían en común todos sus bienes, otros esenios no célibes que vivían en las ciudades contribuían económicamente a la secta, pero conservaban sus propios bienes para mantener a las familias.

27.- En el calendario solar esenio las fiestas caen casi todas ellas en domingo, cada siete semanas. Es el caso de Pentecostés, la fiesta del vino, la fiesta del aceite... Quizás esto pudo dar un precedente a la costumbre cristiana de celebrar el domingo.

28.- Ambos grupos compartían una ambivalencia intrigante con respecto a Jerusalén y el templo, con serias reservas sobre su culto. Los qumranitas habían roto con el sacerdocio hasmoneo que no era sadoquita y con el calendario solar-lunar. En la espera del nuevo templo purificado, los qumranitas se consideraban a sí mismos como un templo espiritual hasta que el templo de Jerusalén pudiera ser restaurado. Jesús, contrariamente a los qumranitas visitaba el templo y juzgaba que en el ínterin había que respetar sus rituales. Pero Jesús anuncia que el estado presente está llegando a su fin y con él el templo de Jerusalén. Las profecías de reconstrucción no dicen claramente si se trata de un nuevo templo a construir o de un templo simbólico.

Es muy interesante notar como la referencia a la comunidad como templo, que es típica de la teología cristiana, aparece ya en Qumrán. La comunidad se describe aquí como un santuario, una casa para Israel, el Santo de los santos para Aarón.[86] Esto ha venido a refutar las tesis de los que pensaban que la identificación entre comunidad y templo le venía al cristianismo del pensamiento estoico.

29.- Tanto Jesús como los esenios creían en la resurrección de los muertos. En esto coincidían con los fariseos y se distanciaban de los saduceos. La resurrección está atestiguada en Dn 12,2 y ya antes en los Escritos de Henoc y el libro de los Jubileos, que eran libros copiados, leídos y venerados por los qumranitas. En 4Q521 2,II,12 y 7,6 encontramos una alabanza de Dios que “da vida a los muertos”.[87] Los esenios no enterraban a sus difuntos en tumbas colectivas en las que se juntaban los huesos de los hijos con los padres, sino en tumbas individuales de casi 2 ms. de profundidad en las que esperaban intactos la resurrección. Muy recientemente se ha descubierto una tumba muy especial en el cementerio de Qumrán que algunos piensan pudo haber sido la tumba del Maestro de Justicia. Se trata de la tumba 1.000 en el edificio B.[88] Esta tumba está en el interior de un edificio, y curiosamente en lugar de estar orientada norte-sur, como todos los enterramientos del segundo templo, está orientada este oeste. Los esenios esperaban que la resurrección de los muertos tendría lugar al comienzo del juicio final. El lugar de los bienaventurados sería el jardín del Edén, y por eso los cuerpos miraban en dirección hacia el norte.[89]

30.- Algunos han intentado ver contactos entre los esenios y los primeros cristianos apoyándose en la geografía de los barrios de Jerusalén. Según ellos, en el que tradicionalmente se han localizado los lugares santos de la primera comunidad cristiana en el Monte Sión, coincidiría con el barrio de los esenios. Efectivamente en la vecindad de ese barrio los arqueólogos han desenterrado la “puerta de los esenios” en la muralla de la ciudad.[90] De aquí se ha pasado a decir que el “hombre del cántaro”, que sirvió de señal a los apóstoles para encontrar la casa en la que Jesús quería celebrar la Pascua, era un esenio, porque los esenios eran los únicos varones en la cultura judía de la época que hacían este servicio que estaba normalmente reservado a las mujeres.[91] Se trata de un argumento un poco tomado por los pelos. Además nada indica que la “puerta de los esenios” significase aquella que estaba situada en el barrio esenio. Normalmente las puertas de la ciudad reciben el nombre del punto de destino de la carretera que arranca de allí. La puerta de Damasco es aquella de donde sale la carretera que lleva a Damasco. La puerta de los esenios bien pudo haber sido la puerta de donde salía la carretera que llevaba a Qumrán, y no se refería al barrio en el que estaba enclavada.[92]

 

c) Principales diferencias entre ambos

MPO = Más parecido a los otros. En este punto Jesús es más parecido a otros judíos que a los esenios

DFO = Diferente de los otros. En este punto Jesús era diferente tanto de los esenios como de los otros judíos.

 

1.- El grupo de Jesús era abierto y sus bordes porosos, mientras que la comunidad esenia era cerrada y tenía procedimientos selectivos de iniciación. MPO

2.- El mensaje de Jesús era público y el de los esenios secreto.

3.- Jesús puso su énfasis en el amor al enemigo. Los esenios sobresalen por su doctrina sobre el odio. “Malditos seáis en las obras de vuestra malicia culpable. Que Dios haga de vosotros un objeto de terror a manos de los vengadores. Sed malditos, y privados de misericordia, según la oscuridad de vuestras obras. Sed condenados en el oscuro lugar del fuego eterno.[93] Quizás el “Odiarás a tu enemigo” de Mt 5,43 sea una crítica a la interpretación esenia. En la regla de la comunidad se exhorta a “amar a los elegidos de Dios y odiar a todos a quienes él ha rechazado”. [94]

4.- Los esenios extremaban la pureza corporal, mientras que Jesús insiste en la pureza interior. G. Jeremías habla aquí de un contraste irreconciliable. Los esenios se oponían a las vajillas de cerámica. Jesús se mantiene al margen de los debates sobre pureza que eran corrientes en el siglo I. DFO

5.- Jesús admitía a mujeres en su grupo, las admitía como discípulas y las consideraba sus amigas En ocasiones rompió tabúes hablando con ellas incluso a solas. Los esenios en cambio, consideraban que las mujeres eran dignas de desconfianza, caprichosas. En el Documento de Damasco la corrupción del templo la atribuían a una asociación impura con mujeres.[95] Estaba prohibido tener relaciones sexuales con la esposa en Jerusalén, la ciudad santa.[96]

6.- Jesús participaba en fiestas y tenía fama de comedor y bebedor. No era un asceta como aparecen los esenios. DFO

7.- Jesús predicaba a la multitud e intentaba su conversión. No hay, en cambio, ningún documento misionero entre los esenios. Jesús se relacionaba con las multitudes. El celo misionero de Jesús contrasta con el judaísmo que es una religión no misionera. DFO

8.- El estilo de Jesús es colorista y llano, mientras que el de los documentos es críptico, y en algunos casos codificado. Los esenios escribían sólo para los letrados e iniciados. Jesús hablaba para las masas. MPO

9.- Jesús se relacionaba con los mendigos, los hombres marginales e impuros. Los esenios se mantenían al margen de ellos. “Los impuros nunca entrarán en el santuario”.[97] Jesús se relacionaba también con gentiles, el centurión, la cananea, la samaritana. Los esenios tenían normas que los separaban del todo de los gentiles como lo consigna Josefo y la Regla de la Comunidad. DFO

10.- Jesús fue famoso por sus curaciones milagrosas. En los documentos de Qumrán no se atribuyen milagros ni al Maestro de Justicia ni a los futuros Mesías. En el apócrifo del Génesis y en la oración de Nabonido se atribuyen exorcismos a Abrahán y a un exorcista judío que bien pudo haber sido Daniel. Se trata en ambos casos de una oración, más bien que de un exorcismo conminatorio. No parece que los esenios estuviesen muy interesados en estos temas médicos, aunque si cultivaban las medicina de yerbas. DFO (salvo los jasidim)

11.- Diferían en su manera de concebir la iniciación. Para Jesús, la iniciación no era prolongada. Bastaba con ponerse en camino tras Jesús. Para los haberim se requería al menos un mes.[98] En cambio, según la Regla, para unirse al grupo esenio hacía falta tres años de preparación.[99] DFO

12.- Aunque en la comunidad de Jesús había responsables, no hubo una jerarquía rígida ni un escalafón, sino que Jesús subrayó la actitud de servicio y fraternidad. En cambio en Qumrán habría jerarquías, escalafones, castigos severos, como señala la Regla. Según Josefo, había 4 grados. Si un senior era tocado por un junior, tenía que purificarse como si hubiese tocado a un miembro de fuera de la secta.[100] Algunos dichos de Jesús sobre el sentido de fraternidad han podido ser pronunciados como crítica a los esenios.

En la comunidad esenia había un fuerte liderazgo de sacerdotes y levitas, mientras que en la comunidad de Jesús, se trataba de laicos, liderados por un laico. MPO

13.- Jesús no escribió nada, mientras que los esenios eran un grupo de escribas, preocupados por escribir y copiar. Jesús no dejó libros, y los esenios dejaron toda una biblioteca.

14.- Jesús no tuvo una formación académica, mientras que los esenios estaban dedicados a las Escrituras y sus propios escritos. Sobre el tema de si Jesús era letrado o no, ver J.P. Meier, en Un judío marginal, vol. 1, 279-290, con abundante bibliografía sobre los datos evangélicos, la educación judía y la alfabetización en tiempos de Jesús.

15.- Jesús era vulnerable, mientras que los esenios estaban protegidos por todo un grupo solidario y fuertemente organizado y jerarquizado.

16.- Coinciden en desaprobar la multiplicación frívola de juramentos. Valoran mucho el decir la verdad, y, según Josefo, la palabra de un esenio tenía por sí sola más valor que un juramento.[101] La diferencia está en que Jesús prohibía toda clase de juramento (Mt 5,33-34), mientras que los esenios hacían un solemne juramento al entrar en la comunidad, según la Regla.[102] Los levitas tenían que maldecir a los que pertenecían a Belial.[103] DFO

17.- Jesús, como Hilel, podía resumir la Torah en dos preceptos. Esto es lo que Hilel contestó a quien le exigía que resumiese la Torah mientras se sujetaba sobre un solo pie. Los esenios nunca hubieran hecho esa síntesis. Todo para ellos era importante, y añadían cada vez nuevas reglas. MPO

18.- La enseñanza de Jesús era en parábolas. En los documentos de Qumrán no existe el género literario parábola. MPO

19.- Ningún dicho atribuido a Jesús es claramente predeterminacionista o determinista, mientras que la doctrina de Qumrán era fuertemente determinística, con una visión de la doble predestinación.[104] MPO

20.- La angelología no está desarrollada en la doctrina de Jesús, mientras que entre los esenios se mencionan Miguel, Gabriel, Rafael y Sariel.[105] Josefo ya atribuía a los esenios mucho interés por los nombres de los ángeles.[106] DFO

21.- Jesús hacía una interpretación liberal de las normas sobre el sábado, mientras que los esenios eran sabáticos estrictos. Según Josefo eran los más estrictos en este punto.[107] En el Documento de Damasco dice que no se puede sacar a un animal del pozo en sábado.[108] Quizás Jesús disputaba con los esenios en Mt 12,11. MPO

22.- El centro del mensaje de Jesús era el Reino de Dios, concepto compartido con otros muchos judíos, Sabiduría, Salmos de Salomón, Daniel, Tobías. Pues bien, este concepto no ha aparecido en toda la biblioteca de Qumrán. Lo más parecido es la afirmación “Y el Reino será para el Dios de Israel” en la Regla de la Guerra.[109] DFO

23.- Las comidas litúrgicas de los esenios también han sido consideradas por algunos como un precedente de las comidas cristianas. Pero no es tan claro el parecido. En primer lugar, también los fariseos o haberim tenían este tipo de comidas, que eran propias del judaísmo en general. Además el sentido de la comida es muy diverso.[110]

La mayor diferencia es el carácter inclusivo de las comidas de Jesús, hasta abarcar también a los “pecadores”. En las comidas de Qumrán quedaban excluidos, no sólo pecadores, sino también los que tenían defectos físicos, o cualquier tipo de impureza legal. En este punto eran mucho más parecidos entre sí los esenios y los fariseos. Neusner en su estudio sobre los fariseos, dice que el 67% de las perícopas legales de las tradiciones rabínicas de las casas de Hilel y Samay tienen que ver con el hecho de comer.[111] El rasgo más distintivo era la resistencia de fariseos y esenios a comer con pecadores. DFO

24.- Jesús no compartía el interés de los esenios por el calendario solar, y parece haber seguido el calendario antiguo solar-lunar que se había introducido en el templo en época macabea. Jesús no tuvo nada especial que decir acerca del calendario.

Sin embargo algunos han tratado de solucionar el problema de la fecha de la Pascua en la que murió Jesús, aduciendo que Jesús había seguido el calendario esenio, distinto del que seguía el resto de los judíos en el templo de Jerusalén. Esto explicaría que Jesús hubiese podido comer el Seder de Pascua el martes por la noche, según el calendario esenio, y haber muerto el viernes, víspera de la Pascua según el calendario judío. Esto daría simultáneamente razón a los sinópticos que consideran la cena de despedida de Jesús como una cena pascual, y a Juan que considera que Jesús murió la víspera de la pascua, mientras se sacrificaban los corderos que se iban a comer esa noche, cuando Jesús ya estaría enterrado.[112] MPO

 

d) Conclusiones

 

Charlesworth, después de este análisis de semejanzas y diferencias, llega a cinco conclusiones:

1.- Ciertamente Jesús no era un esenio, como algunos han pretendido (Graetz, Kohler) y el periodismo amarillo de los suplementos dominicales. Tampoco fue formado en medios esenios.

2.- Jesús tuvo algunas influencias esenias en algunas de sus ideas escatológicas, mesiánicas, la comunidad de bienes, la condena del divorcio, la redención para los pobres... Pero rechazaba su calendario, su legalismo, su concepto de pureza, su determinacionismo, su doctrina sobre el odio, sus juramentos, su práctica deshumanizadora del sábado.

3.- La literatura del Mar Muerto es una fuente inapreciable para comprender la vida y enseñanzas de Jesús. Nos dan contexto ideológico, iluminan el medio social, nos dan paralelos en el vocabulario.

4.- Jesús fue influenciado por muchos grupos dentro del Judaísmo; por el Bautista y su grupo. Pudo haber empezado un movimiento similar al del Bautista. Ciertamente fue influenciado por Hilel indirectamente.[113] Pero Jesús no fue miembro de ningún grupo judío. Ni fue tan próximo a los fariseos como pretende Falk.[114]

5.- Los intentos por resucitar la tesis de Renan de que el Cristianismo era un Esenismo con éxito han fracasado. Sin embargo es obvio que la influencia del esenismo ha sido más grande en la segunda y tercera generación de seguidores de Jesús, en las cartas post-Paulinas, en las protopaulinas, en Mateo y en Juan.

 

 

 

e) Contactos entre los escritos de Qumrán y el Nuevo Testamento

 

Más importantes son los contactos literarios entre el Nuevo Testamento y los escritos de Qumrán.[115]

La matriz literaria de Qumrán es judía. No hay paralelismo con los grandes temas de Pablo, pero sí muchos con los secundarios.

La doctrina de Pablo tiene paralelos con la doctrina qumránica de la total pecami­nosidad del hombre, y en Dios como la sola causa de la justicia.

En Qumrán aparecen muchas frases paulinas, que hasta ahora no habían aparecido en el AT ni en la literatura judía conocida: “La justicia de Dios”,[116] la frase: “las obras de la Ley”,[117] la “Iglesia de Dios”,[118] “hijos de la luz” e “hijos de las tinieblas”.[119] En general, el dualismo ético está presente en Pablo y Qumrán, así como el contraste entre luz y tinieblas.

Muy importante es la matriz palestina de Kyrios aplicada a Dios. Bultmann veía en ella una huella del helenismo y del paganismo, pero en Qumrán ha aparecido aplicada a YHWH ‘Adon o Mare.

Igualmente se detectan semejanzas con los escritos deuteropaulinos, el término Mysterion, “una participación en la suerte de los santos en la luz”, “en su cuerpo de carne”...

La imagen de la comunidad fundada sobre roca se encuentra en Qumrán, aunque allí la roca no se identifica con una persona.[120]

“Los muchos”, o “la mayor parte” (Mc 10,45; 14,24; 2 Co 2,6) se refieren en Qumrán a la totalidad de los hombres. “Será derramada por los muchos” equivale a “será derramada por todos”.

Hay un paralelo muy importante entre la anunciación en Lucas y un fragmento de 4Q246, en arameo que habla de alguien indeterminado (el fragmento está muy deteriorado) que será grande en la tierra, hará la paz y todos le servirán. Será llamado hijo del Gran Dios, y por su nombre será llamado. Será ensalzado como hijo de Dios, y le llamarán el hijo del Altísimo, y su reino será un reino para siempre.

Algunos han querido ver en esta figura un “hijo de Dios” bueno, dividiendo el himno en cinco estrofas. Los que lo dividen sólo en dos estrofas encuentran que la descripción del Rey, hijo de Dios, está en la primera parte, la de los reyes malvados, y no puede representar a un verdadero enviado divino, sino a un tirano que se hace llamar “hijo de Dios”. Sólo a partir de la segunda parte, la columna B3, empieza a hablar de los buenos, y en este caso se trata de una figura colectiva, del pueblo de Dios. Para Israel Knohl el rey que hace la paz y se llama “hijo de Dios”, es Octaviano Augusto.[121]

También en el meteorito juánico, Jesús se dirige a Dios como “Señor de cielo y tierra”. No había hasta ahora ningún testimonio de este título en el texto masorético.[122] Pero este título ha aparecido exactamente en el arameo del Apócrifo del Génesis 22,16,21.

Muchos aspectos del rol jugado por Melquisedec en la carta a los Hebreos, han aparecido ahora en los textos de Qumrán.

Muy importante también es el paralelismo de textos qumránicos con la literatura juánica. El dualismo entre luz y tinieblas que Bultmann iba a buscar lejos de Palestina en los escritos mandeos, podemos encontrarlo allí muy cerca de los orígenes cristianos en Qumrán. Si bien algunos han insistido en que el paralelismo no es tan estrecho como pudiera parecer.[123]

 El Paráclito es “el espíritu de la verdad”, concepto importante en Qumrán. Es traducción de la palabra hebrea Menájem. Knohl la relaciona no con Menájem el galileo, sino con Menájem el esenio. Su nombre había pasado a ser sinónimo del Mesías esperado, así como César pasó a ser un nombre de todos los emperadores posteriores.

 

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Frontline: www.pbs.org/wgbh/pages/frontline/shows/religion/portrait/essenes.html

Sobre la identificación de O’Callaghan:

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Notas sobre el tema 6

 



 

 

TEMA 7. Jesús y los fariseos

 

 

I. FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LOS FARISEOS

 

De entre todos los grupos judíos contemporáneos, los fariseos eran los que tenían la doctrina más parecida a la de Jesús. Las disputas entre uno y otros podrían considerarse disputas de escuela. La mala imagen de los fariseos en el cristianismo actual, tiene bastante de calumnia. En la tradición cristiana se ha equiparado judaísmo y fariseísmo, entendiendo éste como hipocresía y legalismo. Esto es hacer una grave ofensa e injus­ticia a toda una importante tradición religiosa que se ve ridículamente caracterizada. Además al oponer así cristiano y judío, olvidamos que el fariseísmo, en su sentido malo, es una mala hierba que crece no só­lo entre los judíos, sino también entre los cristianos.

Antes de profundizar en el estudio de las relaciones de los fariseos con Jesús vamos a exponer algunas de las dificultades metodológicas para la investigación. El estudio de los fariseos “históricos” en las fuentes rabínicas es mucho más complicado aún que el estudio del Jesús “histórico” en las fuentes cristianas.

Los fariseos como grupo nos son conocidos sobre todo por Flavio Josefo, el Nuevo Testamento y los escritos rabínicos, en este orden de importancia. Cronológicamente es el Nuevo Testamento la fuente más antigua para el conocimiento de los fariseos. No siempre resulta fácil concordar los datos que reflejan estas tres fuentes debido a que todas ellas han sido editadas conforme a determinados intereses ideológicos.

Como dice Sievers humorísticamente, “hoy sabemos bastante menos sobre los fariseos de lo que sabía la generación anterior a nosotros”.[124]

El criterio más importante para reconstruir a los “fariseos de la historia” será el del testimonio múltiple tanto de fuentes como de formas literarias. Cartas de Pablo, Evangelios, Hechos, Josefo y li­teratura rabínica representan formas literarias distintas, y representan intereses distintos. En cuanto a su antigüedad, las fuentes más antiguas son el Nuevo Testamento, luego Josefo, y por último la Misná. La más antigua mención a un fariseo es la de Pablo en la carta a los Filipenses 3,5.

 

a) La secta de los fariseos según Flavio Josefo

 

La información más abundante y fidedigna es la que nos proporciona Flavio Josefo.[125] En su autobiografía pretende haber sido fariseo a la edad de 19 años,[126] pero probablemente está mintiendo.[127] En este mismo texto nos dice Josefo que “se aplicó a guardar los estatutos de los fariseos, porque son los que más de cerca se llegan a la secta de los estoicos, entre los griegos”.

De las tres sectas que describe en Las guerras de los judíos, la que parece conocer mejor, y la que merece su mayor alabanza es la de los esenios. Josefo nos da algunos datos sobre la naturaleza del grupo farisaico: tienen más cierta vigilancia y conocimiento de la Ley; suelen atribuir cuanto se hace a Dios y a la fortuna; hacer bien o mal está en manos del hombre, pero en todo les puede ayudar la fortuna. Todas las ánimas son incorruptibles, pero pasan a los cuerpos de otros solamente las buenas, y las malas son atormentadas con suplicios que nunca fenecen ni se acaban. Los fariseos se aman entre sí unos a otros, deséanse bien y júntanse con amor.[128]

En las Antigüedades, escrita veinte años después de Las Guerras, cuando los rabinos ya habían establecido su poder en Yavne, Josefo va a dar a los fariseos un mayor relieve. Al referirse a las distintas sectas, menciona ahora siempre primero a los fariseos. Subraya su popularidad. Parece querer recomendarlos ante las autoridades romanas, insinuando que son el grupo más fiable de entre todos los judíos. Parece que Josefo tiene un verdadero interés en presentarlos como si ya hubiesen sido la secta normativa del judaísmo en la época anterior al año 70.

Estos son los datos que nos da sobre ellos en las Antigüedades: Viven parcamente, sin acceder a nada en los placeres. Se atienen como regla a las prescripciones que la razón les ha enseñado y transmitido como buenas, esforzándose en practicarlas. Honran a los de más edad, ajenos a aquella arrogancia que contradice lo que ellos introdujeron. A pesar de que enseñan que todo se realiza por fatalidad, sin embargo no privan a la voluntad del hombre de impulso propio... Creen que al alma le pertenece un poder inmortal, de tal modo que más allá de la tierra tendrá premios y castigos... Los virtuosos tendrán la facultad de volver a esta vida. A causa de esto, disfrutan de tanta autoridad entre el pueblo, que todo lo perteneciente a la religión, súplicas y sacrificios, se lleva a cabo según su interpretación. Los pueblos han dado testimonio de sus muchas virtudes, rindiendo homenaje a sus esfuerzos, tanto por la vida que llevan como por sus doctrinas.[129]

A pesar de este modo estricto de interpretar la Ley, Josefo nos dice también que los fariseos tendían a la clemencia en los castigos, e interpretaban humanamente preceptos bíblicos como la ley del talión, o la obligación de apedrear a las adúlteras.[130]

Cuando nos dice que Alejandro Janeo aconsejó a su esposa que se apoyase en los fariseos, Josefo hace notar que “tenían mucho poder entre los judíos, y perjudicaban a los que odiaban, y en cambio, ayudaban a los que querían. El vulgo sobre todo les creía cuando hablaban mal de alguien, aunque fuera por envidia; él (el rey) había incurrido en el odio del pueblo por haberlos injuriado.[131]

La reina “entregó todo el poder a los fariseos y ordenó que toda la multitud les obedeciera. Restituyó las antiguas costumbres de los fariseos que habían sido abolidas por su suegro Hircano, de modo que ella gobernaba de nombre, pero el poder lo ejercían los fariseos”.[132]

Dice también Josefo que los saduceos se tenían que someter a las fórmulas de los fariseos, porque, si no, las masas no les tolerarían.[133] En el libro 17 nos dice también que su secta contaba con la simpatía de mujeres, que eran unos 6.000, que se habían atrevido a resistir a los reyes, y que eran previsores y siempre dispuestos a luchar y a combatir.[134]

 

b) La historia de los fariseos según Josefo

 

Apenas sabemos nada del origen de los fariseos, como tampoco de las otras sectas, por la simple razón de que Josefo se pone directamente a describirlas, sin contar nada sobre sus orígenes. La descripción de las sectas tiene lugar en Josefo muy avanzada ya la historia, a propósito del final del reino de Arquelao. Algunos quieren ver el origen de los esenios, o incluso también de los fariseos en los Jasidim que apoyaron en un principio la revuelta macabea e inmediatamente después desaparecen. Pero todo son conjeturas y hay que confesar nuestro absoluto desconocimiento acerca del origen de las sectas judías.

Según Josefo, tuvieron una parte activa en la política de los últimos 200 años de la época del segundo templo e intentaron imponer sus criterios sobre la observancia de la Ley a todo el pueblo. Parece que ya en tiempos de Juan Hircano tuvieron el favor del monarca hasmoneo, pero acabaron perdiéndolo,[135] y estuvieron en oposición feroz a la monarquía hasmonea. El conflicto llegó a su clímax en tiempo de Alejandro Janeo que se enfrentó abiertamente con los fariseos en un ritual del templo con motivo de la fiesta de los Tabernáculos. Janeo se negó a derramar el agua sobre el altar la derramó sobre el suelo, con lo cual los fariseos le apedrearon con los limones que llevaban para la fiesta. Alejandro Janeo hizo ejecutar a 6.000 de sus opositores,[136] y más adelante en Bezoma ordenó crucificar a 800 de los notables judíos que se habían rebelado contra él.[137] Según se nos dice más adelante, entre ellos debió haber un número considerable de fariseos.[138]

Consiguieron el favor de la reina Alejandra, y pudieron eliminar a sus antiguos enemigos e imponer sus criterios legales sobre todo el pueblo.[139] Según Josefo fue el propio Alejandro Janeo arrepentido, quien, en el lecho de muerte, aconsejó a su esposa y sucesora que cambiase de política ye intentase arrimarse a los fariseos.

En tiempo de Herodes se recrudeció el conflicto. Aunque salvó a un fariseo llamado Samaias cuando ordenó matar a Hircano II y a los miembros del sanedrín el año 37;[140] más tarde provocó una matanza entre los fariseos [141]cuando éstos se negaron a hacer el juramento de fidelidad al César.

En el tiempo de la rebelión contra Roma, Josefo nos habla de un fariseo, Simón ben Gamaliel, “de muy ilustre sangre, de la secta de los fariseos”,[142] que tomó parte activa en la política de la época de la guerra, pero el partido fariseo en cuanto tal no estuvo implicado en ella. Josefo nos dice expresamente que la primera reacción de los pontífices y la “gente principal de los fariseos”, era tener harto miedo, “porque veíamos haberse puesto en armas el pueblo, y nosotros no sabíamos qué hacernos”.

 

c) Los fariseos en el Nuevo Testamento: problemas metodológicos

 

Ciertamente las fuentes del Nuevo Testamento no son neutrales en su modo de tratar a los fariseos. Sin embargo el grado de animosidad antifarisea varía en unos y otros escritos del NT, lo cual nos obliga a estudiar por separado los fariseos en Lucas-Hechos, en Pablo, en Mateo, en Juan.[143] La historia de la redacción nos enseña a distinguir los elementos redaccionales de cada evangelista, y la historia de las formas rastrea la evolución de las disputas en su fase oral previa.

Los relatos de las disputas de Jesús con los fariseos reflejan en cierta medida las tensiones posteriores que hubo entre la Iglesia de la segunda generación y los rabinos de Yavne. La polémica se va haciendo cada vez más aguda en los años 80 y 90 cuando se redactan los evangelios de Mateo y de Juan. Debemos ponernos en guardia frente a cualquier tentación de dar validez histórica a todos los rasgos de los fariseos juánicos o mateanos.

Algún estudioso judíos ha llegado a decir que Jesús era fariseo, o al menos profariseo, y que en muchos relatos originales sobre sus disputas, los adversarios no podían ser los fariseos, porque las opiniones que Jesús expone eran compartidas por ellos. Más bien, piensa Maccoby, entre otros, que en la versión original de los relatos los adversarios de Jesús eran los saduceos, pero más tarde su nombre fue sustituido por el de los fariseos para denigrarlos en una época en que sus sucesores se habían convertido en los mayores enemigos de los cristianos.[144]

Veamos por ejemplo el caso del cuarto evangelio. En una “lectura en relieve” vemos cómo el evangelio nos habla in recto sobre las relaciones de Jesús con los fariseos en los años 30, pero con el rabillo del ojo está mirando a los rabinos de la sinagoga de los años 80 y 90. En su descripción de los fariseos, el evangelista mezcla ambos planos, integrando características de unos y otros, con lo cual se crea una cierta confusión entre ambos grupos de personas: de un lado los fariseos históricos de antes de la destrucción del templo, y del otro lado los rabinos que reconstituyeron el judaísmo en Yavne tras la catástrofe del año 70.

Juan presenta a unos fariseos investidos con una autoridad que nunca tuvieron en la época de Jesús. Es verdad que en los años 80 y 90, cuando se escribía el evangelio, los rabinos tenían el poder para perseguir a los discípulos de Jesús en algunos casos, pero en el tiempo de Jesús y en los años cincuenta y sesenta, esa autoridad para excomulgar y aun para condenar a muerte, residía sólo en los sacerdotes. Por eso es anacrónico presentar a los fariseos como la mayor amenaza contra Jesús.

En los años 80 y 90, los miembros judíos de la comunidad juánica estaban siendo expulsados de la sinagoga por los rabinos; tenían que escoger entre la pertenencia al judaísmo y Jesús. La amenaza de expulsión de la sinagoga tenía traumatizada a la comunidad juánica, como vemos por las numerosas referencias a ello en el evangelio. “Aun entre los magistrados muchos creyeron en él, pero por los fariseos, no lo confesaban, para no ser excluidos de la sinagoga” (Jn 12,42). “Os expulsarán de sus sinagogas, e incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios” (Jn 16,2).

Este drama de la comunidad juánica es el que se ha escenificado en el relato del ciego de nacimiento. Los padres del ciego se inhibieron en todo el asunto de su hijo porque “los judíos se habían puesto ya de acuerdo en que, si alguno le reconocía como Cristo, quedara excluido de la sinagoga” (9,22). De hecho al final del relato el ciego es excomulgado por los fariseos.[145]

Este ejemplo que hemos dado nos ayudará a ser más cautos a la hora de valorar lo que el Nuevo Testamento tiene que decirnos de los fariseos de la historia y de su relación con el Jesús histórico.

 

 

 

d) Los fariseos en las escritos rabínicos

 

Recordaremos brevemente cómo tras la caída de Jerusalén y el hundimiento del templo y el desprestigio de los sa­cerdotes, los romanos necesitaron un interlocutor válido entre los judíos y escogieron a aquellos rabinos de tendencia farisea que no habían participado en la rebelión.

Dichos rabinos, constituidos como academia en Yavne, reagruparon a los judíos y crearon el judaísmo actual, que más bien debería ser llamado rabinismo. En esta ingente tarea, coronada con un gran éxito, dichos rabinos ejercieron una admirable creatividad y poder de adaptación para pasar de una religión centrada en el templo y los sacrificios, a otra religión centrada en la sinagoga y en la Ley oral.

En la época de Jesús el judaísmo era muy pluralista. Algunas de la sectas representaban un judaísmo más ortodoxo, y otras se situaban en los bordes de la heterodoxia, pero sin llegar nunca al total rompimiento. Hemos oído hablar de los saduceos, los fariseos, los esenios, los bautistas, la cuarta filosofía... En aquel tiempo cabía en el judaísmo una secta más, la de los “Nazarenos”, es decir de aquellos que creían en Jesús resucitado como Mesías de Israel. Los “nazarenos” seguían acudiendo al templo y frecuentando la sinagoga, aunque luego aparte se reunían en las casas para “partir el pan juntos” (Hch 2,46; 20,7.11). No faltaron los conflictos puntuales, sobre todo con los sacerdotes; alguno de los discípulos fue linchado por grupos más fanáticos, pero podemos decir en general que hasta la caída de Jerusalén no hubo una ruptura abierta entre los “nazarenos” y los representantes oficiales del pueblo judío.

El cisma se fue gestando poco a poco y llegó a consumarse sólo después de la destrucción del templo. El pluralismo es un lujo para pueblos que no están amenazados. Ante el peligro de extinción que supuso la situación de diáspora, los rabinos que reorganizan el judaísmo después de la gran catástrofe, propusieron cerrar filas en torno a una ortodoxia que ellos fijaron unilateralmente. Como consecuencia de esto, excomulgaron a todos los “miním” o herejes, entre los cuales se inclu­ían también los “nazarenos” o judeocristianos. A partir de ese momento ya no oímos hablar más de saduceos, ni de esenios, ni de bautistas. Los mismos nazarenos, o judeocristianos, que sobrevivieron algún siglo más, acabaron extinguiéndose, con lo cual hay que calificar como un éxito espectacular el intento de los rabinos de Yavne por eliminar cualquier resto de pluralismo.

Se ha solido considerar que los rabinos de Yavne suponen el triunfo del partido fariseo. Sin embargo, como veremos no es tan fácil probar sin más que los rabinos son los sucesores directos de los fariseos.

 

1.- ¿En qué pasajes de los escritos rabínicos se nos habla de los fariseos?

Debemos andarnos con mucho cuidado a la hora de utilizar los documentos rabínicos como fuentes para el conocimiento de los fariseos de la historia. No sólo porque se trata de documentos tardíos. La dificultad más seria está en que nunca estamos seguros si la palabra Perushim se refiere siempre a los fariseos de los que nos hablan Josefo y el NT. La palabra Perushim significa “separados” y en muchas ocasiones designa a grupos exageradamente piadosos que se habían separado del Judaísmo ortodoxo de los rabinos.

En algunos contextos, con todo, sí parecen referirse a los “fariseos” que estudiamos, sobre todo cuando se nos habla de ellos como opositores del partido de los saduceos. También Josefo y el NT son hablan del antagonismo entre ambos grupos.[146]

El pasaje clave está en la Misná,[147] en el que sin lugar a dudas se nos habla de los fariseos en contraposición a los saduceos y sus doctrinas. Se trata de cuatro disputas legales acerca del carácter sagrado de las Escrituras, la pureza ritual, la responsabilidad penal y el modo de escribir las actas de divorcio. En todos estos casos la Misná favorece la tesis farisea, pero se refiere a los fariseos en tercera persona (4,6).

Hubo un tiempo en que cada vez que la Misná hablaba de los letrados o de los escribas de la época anterior a la guerra, se veía allí una referencia a los fariseos. Por mucho que tratemos de rastrear los estratos más antiguos de las tradiciones misnaicas, no podemos decir sin más que hemos llegado a las opiniones de los fariseos. Éstos no eran los únicos escribas en aquella época que se dedicaban al estudio de la Ley. No todas las halajot provenientes de aquella época tienen por qué ser necesariamente producto de la secta de los fariseos.

 

2.- ¿Cuáles de los sabios citados en la Misná pertenecían a la secta de los fariseos?

Los escritos rabínicos nunca nos dice expresamente que ninguno de los sabios anteriores al año 70 perteneciera a la secta de los fariseos. Ni siquiera es posible probar que los dos grandes doctores de la Ley de aquella época, Hilel y Samay, pertenecieran a la secta de los fariseos. La pertenencia a los fariseos de algunos de los sabios citados en Misná sólo la conocemos por las fuentes externas al rabinismo. Sabemos que Gamaliel I el viejo, el maestro de Pablo y defensor de los apóstoles era fariseo (Hch 5,34; 22,3) y que también lo era su hijo Simón ben Gamaliel.[148] Ambos sabios son citados en la Misná, pero sin mencionar su pertenencia a este grupo.

Otros fariseos que nos son conocidos por la literatura externa nunca son mencionados en la literatura rabínica. Es el caso de Nicodemo (Jn 3,1), Pablo (Fil 3,5; Hch 23,6; 26,5), Samaias[149] y el mismo Josefo.[150] Esto nos impide establecer una correlación entre lo que sabemos por unas y otras fuentes.

¿Podemos decir que Hilel y Samay, y sus casas respectivas, eran también fariseos? En ningún caso se afirma explícitamente. El texto de Abot que reseña la cadena de transmisión de la Torah, nos trae unas citas de Gamaliel el viejo y Simón su hijo, a continuación de otras citas de Hilel y Samay.

Ahora bien, nos consta por las fuentes externas que Gamaliel y Simón eran fariseos. Gamaliel el viejo es el maestro de Pablo que los Hechos de los apóstoles presentan como fariseo (Hch 5,34; 22,3). Simón el hijo de Gamaliel es también un fariseo, según el testimonio de Josefo.[151] De ahí podíamos conjeturar que también lo habían sido los de la casa de Samay con quienes ellos estaban relacionados, e indirectamente los de la casa de Hilel que antagonizaban con ellos. Pero es sólo una conjetura. Además el texto de Abot no dice que Gamaliel recibiera la Torah de Samay, simplemente se limita a citar un dicho suyo a continuación de los dichos de Samay.[152] No establece ningún tipo de vinculación entre unos y otros.

 

3.- ¿Son los rabinos de Yavne los sucesores de los fariseos?

Como dice Meier, es difícil saber cuándo tuvo lugar la mutación de los fariseos en los rabinos de Yavne. La Misná y los demás escritos tanaíticos nunca afirman expresamente la identificación entre ambos grupos, aunque se ha venido dando por supuesto. Para probarlo habría que recurrir a argumentos indirectos. Si se pudiese establecer que Hilel y Samay eran fariseos, se reforzaría la conexión entre fariseos y rabinos, porque la Misná nos dice explícitamente que Yojanán ben Zakay, el fundador del rabinismo, recibió la Torah de Hilel.[153]

Otro posible argumento viene del hecho de que, Gamaliel II y Simón II, hijos del fariseo Simón ben Gamaliel, y nietos del fariseo Gamaliel I, fueron miembros de la academia de Yavne y son citados en la Misná.[154] Tenemos así otro nexo más entre la academia rabínica y el fariseísmo.

Por otra parte el que los evangelios de Juan y Mateo, de forma independiente, hayan escogido el grupo fariseo como principal antagonista de Jesús, y proyecten sobre él sus animosidades contra los rabinos que hostigaban a sus comunidades respectivas, indica que, de algún modo, consideraban que los rabinos eran sucesores de aquellos fariseos.

Los tanaítas de la Misná no parecían interesados en subrayar el que sus predecesores hubieran sido fariseos. Serán más tarde los amoraítas del Talmud los que presumirán de esta herencia.

Este hecho admite diferentes lecturas. Puede ser que los tanaítas pretendieran no identificarse demasiado con los fariseos para poderse considerar mejor representantes del judaísmo universal y no de una secta concreta. Después de todo la palabra Perushim significa “los separados, y a los rabinos de Yavne no les interesaba acentuar este aspecto, sino más bien querían considerarse exponentes del único judaísmo normal y normativo.[155]

O puede ser, por el contrario, que fueran los amoraítas los interesados en crear un mito de los orígenes, que remontase su autoridad lo más atrás posible en el tiempo.[156]

 

 

 

 

II. ¿QUIÉNES ERAN LOS FARISEOS?

 

a) Algunos de las rasgos fariseos mejor documentados.[157]

 

1.- Existencia

Está totalmente probada la existencia de un grupo fariseo durante toda la época final del segundo templo, tal como lo documenta el testimonio múltiple de Josefo, el NT y la literatura rabínica. Dicho grupo fariseo tiene sus raíces ya en la época de los hasmoneos. Existían todavía durante la guerra, como lo prueba la delegación de los tres fariseos que fueron enviados a relevar a Josefo de su puesto en Galilea. Son numerosos los textos que nos hablan de la oposición y las tensiones entre fariseos y saduceos en esta época.

 

2.- Cumplimiento escrupuloso de la Ley

Los fariseos eran bien conocidos por su escrupulosidad en el cumplimiento de la Ley (Lucas y Josefo). Lo mismo se deja ver al estudiar las distintas actitudes que fariseos y saduceos tenían en puntos concretos de la Ley, o sus disputas con Jesús en los evangelios. También Pablo habla de su celo por la Ley durante su etapa farisea.

Sin embargo esta escrupulosidad en el cumplimiento de la Ley, no quita otro rasgo bien testificado de que los fariseos tendían a la clemencia en el juicio.[158]

 

3.- Aceptación de las tradiciones de los padres junto a la Torah escrita

En aquella época había una disputa sobre la interpretación de la Ley de Moisés, entre diversos grupos que tomaban todos ellos posturas extremas, pero no coincidentes. Ya hemos hablado de los qumranitas y su celo por determinados aspectos legales. Los qumranitas apelaban a revelaciones y profecías. Los fariseos en cambio apelarán a las tradiciones de los padres.[159] Admitían que estas tradiciones no se encontraban en la Ley escrita, pero intentaban convencer a todos los judíos de la obligatoriedad de dichas tradiciones, que los saduceos y Jesús mismo rechazaban.

También la Misná hace referencia a la doble Ley, la escrita y la oral, pero probablemente se trata de un desarrollo doctrinal posterior a la época de Jesús. Ningún texto de aquella época habla de que los fariseos hiciesen referencia a una Ley oral, o a una doble Ley. Los rabinos posteriores quisieron establecer una cadena ininterrumpida que unía el Sinaí con las tradiciones, como si dichas tradiciones fuesen parte de una Ley oral que viniese desde Moisés a través de una cadena continua de transmisores. Esta teoría no estaba aún sistematizada en la época de los fariseos. Aparece ya en forma embrional en m.Abot 1,1, donde se nos da la cadena que va desde Moisés hasta Hilel y Samay, y posteriormente hasta Yohanan ben Zakay, el fundador de la academia de Yavne.[160] De cada una de estas generaciones se nos dice expresamente que recibióqibbel- esta Torah de la generación anterior.

Aunque la Misná y después el Talmud han elaborado considerablemente esta visión farisea de las tradiciones de los padres, convirtiéndola en el dogma de la doble Ley, podemos reconocer que germinalmente esta doctrina estaba ya presente entre los fariseos históricos de la época de Jesús.

 

4.- Principales observancias legales farisaicas

Meier ha resumido el contenido de algunas de estas tradiciones típicamente farisaicas, siguiendo siempre el criterio de atestación múltiple.[161] Reproducimos sus conclusiones. En cada caso cita los testimonios coincidentes en que se nos habla de que estos temas formaban parte de las preocupaciones fariseas reseñadas en el NT o en los escritos tanaíticos acerca de rabinos claramente fariseos como Gamaliel I y su hijo Simón I, o probablemente fariseos como Hilel y Samay.

 

*reglas de pureza acerca de alimentos y vasijas para líquidos y alimentos.[162]

*reglas de pureza acerca de cadáveres y tumbas.[163]

*reglas de pureza sobre el culto del templo.[164]

*diezmos, tributos y derechos sacerdotales.[165]

*observancia del sábado y las fiestas.[166]

*matrimonio y divorcio.[167]

5.- Algunas de sus doctrinas

Aparte de estas prácticas jurídicas fariseas bien documentadas, podríamos añadir algo acerca de las creencias de los fariseos. Los sinópticos y Hechos testimonian sobre la fe de los fariseos en la resurrección de los muertos, en contraposición con los saduceos que no creían en ella (Mc 11,20-12,37). También Josefo nos dice que los fariseos diferían de los saduceos en este punto.[168] Los fariseos creían en la inmortalidad del alma, en premios y castigos tras la muerte, y en un pasaje de la resurrección de los muertos, aunque es suficientemente ambiguo para que los gentiles lo interpretasen como reencarnación.[169] La Misná nos dice que quienes no creen en la resurrección de los muertos no tendrán parte en la vida futura.[170]

Algunos han sugerido que el libro apócrifo Los salmos de Salomón y el Libro de los jubileos podrían estar escritos por los fariseos, pero no hay manera de probarlo.

Otra posible fuente de conocimiento sobre las ideas fariseos puede ser Saulo de Tarso, en la medida en que podamos comprobar cuáles eran las ideas que mantuvo durante su etapa farisea, y de las cuales se distanció en el momento de su conversión.

Parece ser que el Saulo fariseo ya creía en la futura venida del Mesías, aunque se resistía a identificarlo con Jesús de Nazaret. Lo mismo puede decirse del sustrato escatológico de la esperanza en unos últimos días como cumplimiento de las promesas hechas a Israel.

Más difícil es entender cuál era la creencia farisea respecto al determinismo y el libre albedrío. Josefo contrasta la posición farisea con la posición más determinista de los esenios, pero es difícil evaluar en qué consistían exactamente ambas posiciones.[171]

 

6.- Popularidad

Las fuentes escritas parecen subrayar el grado de popularidad que los fariseos tenían en la sociedad judía de su época, totalmente desproporcionada si tenemos en cuenta su escaso número. Con todo, dado que las fuentes sobre los fariseos han sido escritas cuando ya los fariseos de Yavne se habían constituido en judaísmo normativo, puede ser que tanto los rabinos, como Josefo, como el propio Nuevo Testamento, y por razones distintas, hayan retroproyectado a la época farisea el tipo de normativismo que los rabinos tuvieron en décadas posteriores.

Sanders ha refutado la opinión de Jeremías, según el cual la corriente farisea era la corriente ya dominante en el judaísmo de finales del segundo templo. Sanders insiste en que en esa época el judaísmo normativo no era todavía el de los fariseos, sino el de los sacerdotes. Ni siquiera cree Sanders que los fariseos controlasen la opinión de las masas de una forma extraoficial. En este punto Josefo nos ha ofrecido una visión exagerada,[172] con vistas a potenciar la autoridad rabínica de las últimas décadas de siglo.[173] Pero en la época de Jesús los fariseos no controlaban el acceso al templo, ni otorgaban certificados de pureza, ni decidían quién pertenecía o quién no pertenecía al pueblo de la alianza.

 

b) Retrato robot de los fariseos

 

Daremos una semblanza de lo que podemos saber hoy sobre los fariseos, como resumen del estudio que hemos realizado:

Es claro que los fariseos no constituyeron una secta cerrada y aislada como los Qumranitas. Vivían en medio del pueblo sin retirarse al desierto. Se mantuvieron presentes en el mainstream del judaísmo de su época. Seguían el calendario oficial del templo, participaban en los sacrificios, Se trata más bien de una corriente de espiritualidad dentro de la cual cabían tensas disputas de escuela. Sus miembros eran laicos en su mayoría, artesanos, comerciantes, agricultores, como los “haredim” o ultraortodoxos del judaísmo actual.

Se caracterizaban por el radicalismo de su adhesión a Dios y a la Ley, sobre todo aquellos preceptos legales que reforzaban la identidad judía e impedían la asimilación. Justificaban estas observancias afirmando que pertenecían a un cuerpo normativo de tradiciones orales de los mayores, que no estaban explicitadas en la Ley de Moisés, pero que eran de obligado cumplimiento para todos los judíos. Sólo los que las cumpliesen escrupulosamente tendrían parte en el mundo futuro.

Creían en la retribución y en la resurrección de los muertos, en los án­geles y en la providencia divina. Se esforzaban por santificar la vida en todas sus esferas, aun las más nimias, sometiéndolas a la Ley. Nada quedaba excluido, ni el trabajo ni el reposo, ni la comida ni la bebida, ni el vestido, ni la higiene ni la vida sexual... Nada era demasiado insignificante para no ser tomado con la mayor seriedad. Sus ideas morales han quedado recogidas en los Pirkei Abot. Su máxima aspiración era no ser como los criados que realizan su servicio para recibir un salario, sino como aquellos que realizan su servicio por amor.[174]

Los fariseos solían llevar una vida sencilla sin ostentaciones. En lugar de ser un grupo cerrado que ha roto con las instituciones judías, como los esenios, los fariseos procuraron mantenerse muy cerca del pueblo, como una levadura entre ellos, para llevarles a una observancia más estricta y a un mayor amor por el templo. Un rasgo acentuado en las fuentes es su celo en difundir sus puntos de vista por todo Israel. En contraste con ellos, no parece que los saduceos tuviesen una agenda misionera parecida; más bien se nos presentan como un grupo elitista de sacerdotes y aristócratas.

Eran muy valorados por el pueblo, y este afecto era uno de sus principales instrumentos de presión en su polémica con los otros grupos. En ocasiones se enfrentaron con los reyes hasmoneos o con Herodes, y estuvieron dispuestos a dar su vida en defensa de su identidad. Mantuvieron una actitud tensa con respecto al sacerdocio oficial, aunque nunca rompieron con el templo, sino que incluso fueron artífices de algunas reformas litúrgicas populares. Flavio Josefo nos dice que eran unos 6.000 en los tiempos de Herodes el Grande.

Estuvieron siempre presentes en la política, y trataron de hacer ejercer su influjo para imponer sus puntos de vista sobre todo el pueblo, en las etapas históricas en que gozaron del favor real. Pero su presencia en el sanedrín era muy reducida. En la época anterior a la guerra, el sanedrín estaba en manos de los sumos sacerdotes y ancianos; sin embargo, como doctores de la Ley, tuvieron un influjo grande en el sanedrín, como podemos ver en el caso de la actuación de Gamaliel I a favor de los apóstoles en Hch 5,34-39. También en ocasiones fueron un grupo de presión efectivo ante las autoridades romanas, como podemos ver en Josefo.

Para ellos, los valores religiosos prevalecían sobre los intereses políticos nacionalistas, por eso los fariseos, contrariamente a los Zelotes preferían someterse al dominio extranjero, mientras no interfiriera con su estilo de vida religioso, antes que apoyar un gobierno judío nacionalista que atentase contra sus principios morales.

Más problemática es la identificación de los fariseos con los haberim de que nos hablan los escritos rabínicos. Los haberim eran judíos piadosos que se juntaban para observar una pureza estricta en todo lo relativo a la alimentación. Algunos, como Jeremías,[175] identifican a este grupo con los fariseos; otros piensan que eran un subgrupo dentro de la corriente farisea o solapado con ella. En cualquier caso no hay que olvidar que los textos sobre los haberim pertenecen al siglo II. En cualquier caso dichos haberim no aparecen en el Nuevo Testamento.[176]

 

III.- LOS FARISEOS EN LOS EVANGELIOS

 

Antes de pasar a estudiar la relación entre el Jesús histórico y los fariseos históricos, vamos a hacer un estudio diferenciado del modo como los fariseos son tratados en cada uno de los evangelios sinópticos. Esto nos ayudará a discernir cuánto de esta interacción hay que atribuir a recuerdos históricos verdaderos, y cuánto hay que atribuir a la redacción de cada evangelista.

 

a) Estudio pormenorizado de cada evangelista

 

En cada caso estudiaremos las veces en que el evangelista menciona a los fariseos con los paralelos sinópticos respectivos, y en el caso de Lucas y Mateo veremos la libertad que han tenido al usar sus fuentes, cuánto se han limitado a seguirlas, y cuándo han introducido alteraciones, bien para eliminar a los fariseos donde figuraban, bien para introducirlos donde no figuraban.

Al final veremos la lista de las acusaciones que se dirigen contra ellos, e intentaremos dar un resumen de la actitud global diferenciada que cada uno de los sinópticos muestra respecto a ellos.

 

 

1.- Marcos

Marcos utiliza el término “fariseo” 12 veces, en las 9 perícopas siguientes:

1.- Banquete en casa de Leví (2,16) = Lc 5,30 / Mt 9,11 (escribas de los fariseos).

2.- Controversia sobre el ayuno (2,18: 1+1 veces) = Lc 5,33 / Mt 9,14 (a propósito de fariseos y bautistas).

3.- Las espigas en sábado (2,24) = Lc 6,2 / Mt 12,2.

4.- Curación de mano seca (3,6) = Lc 6,7 / Mt 12,14 (+ herodianos: decisión de matarlo).

5.- Controversia sobre lo puro y lo impuro (7,1.3.5) = Mt 15,1. (+ escribas)

6.- Petición de un signo (8,11) = Lc 11,16 / Mt 12,38; 16,1.

7.- Advertencia sobre la levadura de los fariseos (y Herodes) (8,15) = Lc 12,1 / Mt 16,6 (+ Saduceos)

8.- Controversia sobre el divorcio (10,2) = Mt 19,3

9.- Preguntan sobre tributo al César (12,13) = Mt 22,15. (+ herodianos)

En todos estos casos los fariseos son los antagonistas de Jesús, unas veces solos, otras acompañados por miembros de otros grupos. En todas las perícopas se hace una evaluación negativa de los fariseos.

No se menciona a los fariseos en Mc 2,1-12, el episodio de la curación del paralítico en Cafarnaúm (se habla de escribas); tampoco en la controversia sobre Beelzebul de Mc 2,20-30 (se habla de escribas venidos de Jerusalén); no se mencionan cuando sacerdotes y escribas deciden matar a Jesús tras la expulsión de los mercaderes (Mc 11,18); tampoco en la pregunta sobre la autoridad de Jesús de Mc 11,27-33 (sacerdotes, escribas y presbíteros).

La última aparición de los fariseos en el evangelio es la del tributo al César. Ya no aparecen más durante el resto de controversias en el templo sobre la resurrección (saduceos) o sobre el mandamiento mayor (escriba), o sobre el hijo de David (escribas), o en el alegato contra la hipocresía (escribas).

No se nos habla de ellos en absoluto durante todo el relato de la pasión, en la que sólo aparecen sacerdotes (8 veces: 14,1.11.43.53; 15,1.3.11.31), escribas (5 veces: 14,1.43.53;15,1.31), ancianos (3 veces: 14,43.53; 15,1). La única vez que Marcos acusa a los fariseos de tramar un complot contra Jesús es en 3,6, muy al principio de la narración, al final de las controversias de Galilea. Como Meier indica, es muy probable que esta frase sea redaccional de Marcos.[177]

 

2.- Fuente Q

La fuente Q sólo mencionaba a los fariseos en una serie de logia que contienen diatribas contra ellos en Q 11,39-52. En todos estos logia se da una imagen negativa de los fariseos.

1.- Logion sobre el hecho de limpiar la copa por fuera: Lc 11,39-41 / Mt 23,25.

2.- Logion sobre el diezmo de la menta y el anís: Lc 11,42 = Mt 23,23.

3.- Logion sobre búsqueda de primeros asientos en las sinagogas y saludos en las plazas: Lc 11,43 / Mt 23,6.

3.- Logion sobre la imposición de cargas pesadas: [Lc 11,46] / Mt 23,4.

4.- Logion sobre construcción de sepulcros y asesinatos de profetas: [Lc 11,47-48] / Mt 23, 29-32.

5.- Logion sobre la sangre de Abel y Zacarías: [Lc 11,49-51] /Mt 23,34-36.

6.- Logion sobre la llave, y el no dejar entrar: [Lc 11,52] / Mt 23,13.

         (Los corchetes de Lucas indican que Lucas trae este logion, pero no lo refiere explícitamente a los fariseos sino a los doctores de la Ley)

Parece ser que Q traía una larga diatriba contra los fariseos. Lucas y Mateo van a manejar de modo diverso las diatribas que encuentran en Marcos y en Q. Lucas reproduce todas las diatribas de Q juntas y deja los logia de las diatribas marcanas en el contexto de Marcos, sin mezclarlos.

En la perícopa marcana (Lc 20,45-47 = Mc 12,38-40) la diatriba en ambos evangelistas va dirigida contra los escribas, y no se menciona en ella a los fariseos.

En cambio en la diatriba lucana procedente de Q hay una primera tanda de 4 diatribas con­tra los fariseos, y otra segunda de 3 diatribas contra los escribas y doctores de la Ley. Es interesante observar que en Lucas hay un doblete de una de las diatribas (Lc 11,43 = Lc 20,46). Al parecer este logion venía tanto en Marcos (12,38-39) como en Q (Mt 23,6). Lucas lo ha repetido en sus dos perícopas de diatribas.

Mateo a su vez ha mezclado la diatribas de Marcos con las de Q en una larga requisitoria que llena su capítulo 23. Todas las diatribas en Mateo van dirigidas contra fariseos y escribas por igual.

Es difícil saber contra quién ibas dirigidas las diatribas de Q, si todas contra los fariseos (como en Mateo) o unas contra los fariseos y otras contra los escribas (como en Lucas). Pero viendo la manera cómo Mateo ha introducido a los fariseos en las diatribas de Marcos en las que no se les mencionaba (Mt 23,6 ­ Mc 12,39; Mt 23,14­ Mc 12,40), uno puede sospechar que es Mateo quien ha incluido a los fariseos en el texto de Q, y no Lucas el que los ha excluido.

 

3.- Lucas

¿Es posible discernir en Lucas una actitud hacia los fariseos distinta de la de Marcos? Veamos la manera como tiene de tratar los materiales marcanos conservándolos, omiténdolos, ampliándolos o corrigiéndolos, para descubrir si ha cargado las tintas o ha tratado de mejorar la imagen.

Lucas conserva a los fariseos en 5 de las 9 perícopas donde Marcos les mencionaba: la 1,2,3.4 y 7. Los ha eliminado en las perícopas 5, 6 8 y 9. En el caso de la 5 y la 6, la omisión de la referencia a los fariseos se debe al hecho de que Lucas ha omitido totalmente dichas perícopas, ya que están incluidas en la gran omisión que hace Lucas del material marcano. También ha omitido Lucas completamente la disputa acerca del divorcio, y con ellos desaparece otra de las alusiones marcanas a los fariseos.

Quizás el cambio redaccional lucano más significativo es el que se produce en la perícopa 4 de Marcos (Mc 3,6), la curación del hombre de la mano seca. Lucas consigna esta perícopa y consigna también la presencia hostil de los fariseos, pero omite la conclusión de Marcos, de que los fariseos y los herodianos conspiraron para deshacerse de él

Hay solamente un caso en el que Lucas conserva la perícopa marcana, pero omite la referencia a los fariseos. Se trata de la perícopa 9 sobre el tributo al César. En Lucas la pregunta no la hacen los fariseos, sino unos espías enviados por los escribas y sacerdotes.

Para compensar esta omisión, Lucas introduce a los fariseos en una perícopa marcana, la de la curación del paralítico, en la que no figuraban. En Marcos los que murmuran de Jesús son los escribas. Lucas los ha cambiado por los fariseos (Lc 5,17). La actitud de estos fariseos en Lucas es tan hostil como lo era la de los escribas de Marcos.

Lucas incluye por separado, como ya hemos dicho, las diatribas de Marcos dirigidas contra los escribas, y las diatribas de la fuente Q contra los escribas y fariseos.

Volviéndonos ahora a los textos exclusivamente lucanos. Lucas menciona a los fariseos en varias de sus perícopas exclusivas que proceden de la fuente L, o que son composición personal del evangelista. La palabra fariseo aparece 17 veces en estas 11 escenas (Lc 7,30; [7,36 (x2).37.39], [11, 37.38]; 11,53; 13,31; [14,1.3]; 15,2; 16,14; 17,20; [18,10.11], 19,39. En un estudio no publicado he analizado dichas perícopas. Al menos en siete de ellas la alusión a los fariseos es redaccional de Lucas. Nueve de ellas tienen una valoración negativa de los fariseos, una es positiva (11,31) y otra neutra (17,20).

Hemos calificado de neutra la alusión al fariseo que hizo una pregunta a Jesús sobre la llegada del Reino y hemos calificado de positiva la evaluación de los fariseos que le avisaron a Jesús que huyese porque Herodes quería matarle.

En cuanto a las actividades redaccionales de la única perícopa de Q que hablaba de los fariseos, no hay pruebas a favor de si fue Lucas quien separó las diatribas contra escribas y fariseos en dos grupos distintos, o fue Mateo quien las fusionó en su solo bloque. En el primer caso cabría la posibilidad de pensar que Lucas alivió la presión sobre los fariseos al desplazar algunas de las críticas hacia los escribas como grupo contradistinto, pero no queda claro que se trate de una actividad redaccional de Lucas, ni tampoco que la motivación fuese esa.

A los fariseos se les recriminan las mismas cosas que se les recriminaban en Marcos: su interpretación legalista del sábado y de la pureza, su desprecio hacia los pecadores. Pero añade nuevas acusaciones cuando nos dicen que eran amantes del dinero y que presumían de su propia justicia y recriminaban a los discípulos que aclamaban a Jesús. La expresión más fuerte contra ellos es la afirmación de que “frustraron el plan de Dios sobre ellos cuando no aceptaron el bautismo de Juan” (Lc 7,30).

Durante la pasión, Lucas nunca menciona a los fariseos sino a los sacerdotes y jefes de la guardia (22,4), sacerdotes, jefes de la guardia y ancianos (22,52), sumo sacerdote (22,54), consejo de ancianos del pueblo, sacerdotes y escribas (22,62), sacerdotes y escribas (23,10), sacerdotes y dirigentes del pueblo (23,13), los dirigentes (23,35).

 

4.- Mateo

Mateo ha conservado todas las 9 escenas en las que Marcos mencionaba a los fariseos como contrincantes de Jesús, y en todas ellas identifica a los opositores como fariseos. Inclusive, una de ellas, la 6, tiene un doblete en el que también se menciona a los fariseos. En el paralelo de Marcos sobre el comer con manos impuras, Mateo añade una segunda mención a los fariseos señalando que se escandalizaron de las palabras de Jesús (Mt 15,12).

La palabra fariseos aparece en estas escenas marcanas un total de 12 veces (igual que en Marcos). En el texto de la levadura de los fariseos Mateo ha incluido también a los saduceos junto con los fariseos.

Además Mateo introduce a los fariseos como opositores de Jesús en pasajes de Marcos donde no se les mencionaba, así como en el doblete sobre la expulsión de demonios por arte de Belcebú (Mt 9,34; 12,24), en la conclusión de la parábola sobre los viñadores homicidas (Mt 21,45), en el principal mandamiento (Mt 22,34), y en la controversia sobre el Mesías hijo de David (22,41). Vemos la libertad redaccional que tiene Mateo para cambiar la naturaleza de los contrincantes de Jesús.

En cuanto a los textos de Q, Mateo ha fusionado las diatribas de Marcos con las de Q, y las ha dirigido todas contra escribas y fariseos. El estribillo de escribas y fariseos recurre en este texto un total de 9 veces (23,2.13.14.15.23.25.26.27.29). Ya dijimos al hablar de Lucas, que nos parece que ha sido más bien Mateo quien ha extendido a los fariseos los dos grupos de diatribas de Q, que iban dirigidas unas a los fariseos y otras a los escribas.

No sólo ha extendido a los fariseos todas estas diatribas de Marcos y Q, sino que añade detalles de gran dureza que son exclusivos de Mateo, y que son probablemente redaccionales: “Hacer todas las cosas para ser vistos de los hombres; ensanchar las filacterias y agradar las franjas” (Mt 23,3).” Cruzar el mar para conseguir prosélitos que luego son aún peores” (Mt 23,15”; hipocresía en los juramentos (Mt 23, 16-22). “Filtrar el mosquito y tragar el camello” (Mt 23,24). “Sepulcros blanqueados llenos de inmundicia” (Mt 23,27-28).

En cuanto a los pasajes exclusivos de Mateo, los fariseos aparecen entre los bautizados por Juan, a quienes el Bautista dirige una durísima interpelación (Mt 3,7-10). Se trata de una perícopa de Q, pero en el paralelo lucano no se menciona ni a saduceos ni a fariseos. Probablemente esta mención es redaccional de Mateo, aunque Lucas pudo haberla suprimido porque en otro lugar afirma que los fariseos se negaron a ser bautizados por Juan (Lc 7,30).

 En el sermón del monte hay un verso introductorio en que dice que la justicia del Reino debe sobrepasar a la de los escribas y fariseos (Mt 5,20). De este modo toda la crítica de hipocresía contenida en el sermón del monte les tiene a ellos en el punto de mira.

Aunque los fariseos, lo mismo que en Marcos y Lucas, no aparecen para nada en el relato de la pasión, y no se cuentan entre las autoridades que condenan y llevan a muerte a Jesús, sin embargo Mateo a presenta a los fariseos junto a los sumos sacerdotes en la embajada a Pilato, para pedirle que ponga guardias en la tumba de Jesús.

En Marcos los fariseos, salvo una vez, no aparecen nunca en Jerusalén, y en Juan, al contrario, sólo aparecen en Jerusalén. Para Mateo los fariseos son omnipresentes, tanto en Jerusalén como en Galilea. La redacción mateana ha dado una extrema dureza a las diatribas de Jesús. Les llama “ciegos y guías de ciegos” (Mt 15,14; 23, 16.17.19.2426); “necios” (Mt 23,17), precisamente la palabra que Jesús prohíbe usar nunca contra un hermano (Mt 5,22); “serpientes” (Mt 23,33); “raza de víboras” (Mt 12,34; 23,33), la misma palabra que usaba el Bautista en la fuente Q (Mt 3,7; Lc 3,7).

 

5.- Juan

20 veces aparece en Juan la palabra fariseo, siempre en plural, aunque una vez Juan se refiere a un fariseo personalizado, Nicodemo (“un hombre de entre los fariseos”: 3,1).

Respecto al uso del término fariseos en Juan hay que aclarar que muchas veces viene a ser el equivalente de judíos, sin que se diferencie bien entre ambos grupos. En la controversia acerca del paralítico de la piscina los contrincantes de Jesús son denominados judíos a lo largo de toda la escena y de toda la controversia (Jn 5,10.15.16.18). En cambio en la escena del ciego el protagonismo lo toman los fariseos (9,13.15.16), pero luego sin solución de continuidad se sigue hablando de los judíos al seguir narrando el interrogatorio (9,18.22 (x2). Al final de la escena se les vuelve a llamar fariseos otra vez (9,40), Es claro que no ha habido cambio de interlocutores, sino que se ha pasado a llamarles ahora por otro nombre. Igualmente a lo largo del capítulo 8 se va pasando a denominar a los opositores a Jesús fariseos (8,13) o judíos (8,22.48. 52. 57) indiferentemente, sin que haya ninguna señal de que se trate de grupos distintos.

5 veces aparecen los fariseos citados junto con los sacerdotes. En estas cinco escenas la asociación de ambos tiene que ver con la deliberación sobre qué hacer con Jesús, la decisión de prenderlo y el envío de siervos para detenerlo (7,32.45; 11,47.57;18,3). Claramente Juan coloca a los fariseos en el centro de la conspiración para detener y matar a Jesús, y en su ejecución, mientras que en Lucas en ningún momento se asocia a los fariseos a dicha decisión, sino que más bien una vez se nos dice que le avisaron a Jesús de que huyese porque Herodes buscaba matarlo.

1 vez están asociados con los escribas (8,3). La asociación de escribas y fariseos es típicamente sinóptica, y efectivamente se trata de una perícopa no auténtica de Juan, la de la adúltera.

Las 13 veces restantes se nos habla de los fariseos solos como grupo, sin asociación de cualquier otra facción judía de la época

De entre estas veces en que aparecen los fariseos solos, vemos que Juan nos los presenta preocupados por el éxito de Jesús (4,1; 7,32a, 12,19), y ejerciendo una misión fiscalizadora. Envían a investigar a Juan el Bautista (3,1). Es a ellos a quienes la gente va a notificar las novedades acerca de Jesús (11,46). Es a ellos también adonde llevan al ciego de nacimiento para su investigación y son ellos los que la conducen y los que deciden al final expulsar de la sinagoga al ciego (9,13.15.16). Los fariseos aparecen como un grupo de presión que trata de influir sobre la gente para que no crean en Jesús e incluso llegan a amedrentar a los que empiezan a creer en él (7,47; 12,42). Para desacreditar a Jesús se dice que ninguno de los dirigentes ni de los fariseos ha creído en él (7,48).

En cuanto a la polémica entre los fariseos y Jesús, Juan mantiene alguno de los temas sinópticos relacionados con la Ley y con el sábado, como se ve en la escena sobre el ciego, pero la discusión se centra, como todo el evangelio de Juan, sobre la identidad de Jesús y el valor de su testimonio (8,13).

 

b) ¿Qué se les reprocha a los fariseos en los evangelios?

 

a) En Lucas:

** Se oponen a que Jesús coma con los pecadores (5,30 = Mc; 15,2 L).

** Se les acusa de tener una visión muy estricta del sábado (6,2.7 = Mc; 14,1-3 L; Jn 9,13).

** Se les acusa de hipocresía, entendida como levadura (12,1 = Mc; Mt).

* Se hace notar lo frecuente de sus ayunos, en contraste con los discípulos de Jesús (5,33 = Mc).

* Se les acusa de limpiar más lo de fuera que lo de dentro (11,39-41 = Q).

* Se les acusa de diezmar el anís y la mente y despreocuparse de cosas más importantes (11,42 = Q).

* Se les acusa de amar los primeros puestos (11,43 = Q).

* Se les acusa de ser como sepulcros (11,44 = Q).

* Se les acusa de frustrar el plan de Dios al no dejarse bautizar por Juan (7,29 L).

* Se acusa a Simón el fariseo de no ser cortés con Jesús y censurar su actitud con la pecadora (7,36-39 L).

** Se habla de un fariseo que se escandaliza de que Jesús no se lave antes de comer (11,38 coin­cide con lo que dice Mc en otro lugar: Mc 7,2).

** Se les acusa de agobiar a Jesús y tenderle trampas (11,53; coincide con lo que dice Marcos en otro contexto: Mc 12,13; Mt 22,15).

* Se les acusa de ser amigos del dinero (16,14 L).

* Se les acusa de creerse mejores y despreciar a los otros en su oración (18,9-14 L).

* Se les acusa de rechazar la alabanza que los discípulos tributaban a Jesús (19,39 L).

* En Hechos se acusa a los fariseos creyentes en Jesús de exigir la circuncisión de los paganos que se convertían (Hch 15,5).

 

b) En Marcos (además de los paralelos lucanos ya reseñados):

* Se les acusa de criticar a Jesús por no lavarse las manos (Mc 7,5; 15,2).

* Se les acusa de ser demasiado escrupulosos en el lavado de vajilla (Mc 7,3).

* Se les acusa de haber tramado la muerte de Jesús ya en Galilea, junto con los herodianos (Mc 3,6; Mt 12,14),

* Se les llama hipócritas (Mc 7,6; Mt 15,7; 7,5; 22,18; 23,13.15.23.25.27.29).

* Se les acusa de honrar a Dios con los labios y no con el corazón, y violar el mandamiento de Dios que nos ordena honrar padre y madre (Mc 7,8-13; Mt 15,8. 3-6).

 

g) En Mateo (además de los paralelos ya reseñados en Lucas y Marcos):

* Se les dirigen palabras durísimas como ciegos y guías de ciegos, necios, serpientes, raza de víboras.

* Se les nombra como contrincantes de Jesús en pasajes donde sus fuentes no los mencionaban (Mt 22,34 ­ Mc 12,28; Mt 22,41 ­ Mc 12,35).

* Además de repetir las diatribas que ya en Q estaban dirigidas contra los fariseos, Mateo les dirige otras que en Marcos y en Q estaban dirigidas sólo a los escribas:

* Les acusa de hacer todas las cosas para ser vistos de los hombres; ensanchar las filacterias y agradar las franjas” (Mt 23,3).

* Les acusa de cruzar el mar para conseguir prosélitos que luego son aún peores” (Mt 23,15).

* Le acusa de hipocresía en los juramentos (Mt 23,16-22).

* Les acusa de filtrar el mosquito y tragar el camello (Mt 23,24).

* Les llama sepulcros blanqueados llenos de inmundicia (Mt 23,27-28).

* Mateo les hace acreedores de todas las críticas del sermón de la Montaña, al mencionarlos en el versículo introductorio que exhorta a superar la justicia de los escribas y fariseos (Mt 5,20).

* Se les nombra entre los que trataban de prender a Jesús en Jerusalén (Mt 21,45-46).

* Se les presenta como aliados de los sacerdotes cuando van a pedir a Pilato que pongan guardias en el sepulcro de Jesús (Mt 27,62-66).

 

c) Resumen de las presentaciones de cada evangelista

 

Salvo en algunos textos de Lucas-Hechos, los fariseos aparecen siempre en el evangelio como contrincantes de Jesús y sus discípulos, en el bando enemigo, unas veces solos, y las más veces junto con representantes de otros grupos hostiles tales como sacerdotes, escribas, doctores de la Ley, saduceos y herodianos. Igualmente Juan es impreciso, y muchas veces para él “judíos” y “fariseos” son términos sinónimos que se intercambian libremente durante una misma perícopa.

No es posible especificar el tipo de controversias que Jesús tenía con cada uno de estos grupos específicamente, si se exceptúa el tema de la resurrección de los muertos, que era punto de controversia sólo con los saduceos.

La mayor parte de las controversias en los sinópticos tienen que ver con la interpretación de la Ley, pero en este punto aparecen indiferentemente alineados los fariseos, los escribas y los doctores de la Ley, sin que sea posible matizar entre lo que decían unos y otros. Con todo, predominan las disputas sobre temas referentes a la observancia del sábado y a la pureza ritual, a la hipocresía religiosa, a la presunción de querer parecer santos ante los demás y dar importancia a minucias desatendiendo los preceptos más importantes. Sobre todo se les reprocha su critica de Jesús por sentarse a comer con los pecadores.

Tanto Mateo como Lucas, se muestran muy libres en el uso de sus fuentes a la hora de incluir redaccionalmente a los fariseos donde éstas no los mencionaban. Esto que vemos hacer a Lucas y a Mateo con tanta soltura lo ha podido hacer también Marcos, aunque no podamos comprobarlo al ignorar sus fuentes. Debemos ser por tanto muy cautos a la hora de utilizar estas controversias como material para el conocimiento de las relaciones históricas entre Jesús y los fariseos. Los evangelistas no son rigurosos a la hora de constatar quiénes eran los opositores concretos de Jesús en cada uno de los incidentes que narran.

Tampoco nos resultan muy iluminadores los evangelios a la hora de situar geográficamente a los fariseos. En Juan se trata de un grupo que actúa sólo en Jerusalén y su zona. En cambio en Marcos los fariseos sólo aparecen en Galilea, y solamente se les menciona una vez en Jerusalén (Mc 12,13). No sabemos si esto se deberá a que en Marcos Jesús sólo pasa una semana en Jerusalén, pero es una semana muy llena de debates con sus opositores, y resulta extraño que en estos debates sólo se mencione a los fariseos una vez. Para Mateo, en cambio, los fariseos son omnipresentes, tanto en Jerusalén como en Galilea. Con los evangelios en la mano resulta difícil responder al problema histórico de cómo se distribuían los fariseos por las distintas regiones del país. Los intereses redaccionales de cada evangelista han desfigurado la precisión geográfica.

En cuanto al grado de agresividad en la interacción, los dos evangelistas que reflejan un tono más agresivo, tanto por parte de Jesús como por parte de los fariseos, son Mateo y Juan; Marcos ocupa un lugar intermedio, mientras que Lucas sería el que menos acentúa el desencuentro. Muy probablemente la marcada hostilidad de Mateo y Juan contra los fariseos y escribas en general, se debe a una retroproyección anacrónica a la época de Jesús de los conflictos que existían entre los rabinos y las comunidades juánica o mateana de los años 80. Marcos escribe para una comunidad en Roma que no tiene mayores conflictos con los rabinos palestinos, y Lucas igualmente escribe para una comunidad en la que estos conflictos no son un tema vital.

Vemos que Mateo no sólo ha empeorado la imagen del fariseo sino que la ha puesto en el lugar central de los contrincantes ideológicos de Jesús. Ha conservado todas las alusiones a los fariseos de Marcos y de Q; y les ha introducido en pasajes donde los fariseos no figuraban en sus fuentes; finalmente les ha hecho aparecer muchas veces en textos propios siempre con una valoración negativa y les presenta como el antagonista principal en el sermón de la montaña.

Dentro de esta línea agresiva, Juan es el que más implica a los fariseos en el complot para matar a Jesús. De hecho sólo en Juan son mencionados los fariseos como aliados de los sacerdotes en el juicio y muerte de Jesús (Jn 18,3). Los sinópticos nunca culpabilizan a los fariseos de la muerte de Jesús.

Mateo no los implica en el arresto y en el juicio, pero nos dice dos veces que los fariseos conspiraban contra Jesús y querían prenderlo, una vez en Galilea (Mt 12,14 con paralelo en Mc 3,6) y otra vez en Jerusalén (Mt 21,45-46, sin paralelos). Mateo también es el único presenta a los fariseos como cómplices de los fariseos cuando ruegan a Pilato que ponga guardias en la tumba (Mt 27,62). Por su parte Marcos, como hemos dicho, únicamente reseña un conato de los fariseos por deshacerse de Jesús, muy al principio del evangelio, todavía en Galilea (Mc 3,6). Lucas ha omitido estas referencias a cualquier deseo de los fariseos por eliminar a Jesús.

En ningún momento Lucas asocia a los fariseos con los que intentan dar muerte a Jesús, ni con su arresto, proceso y muerte. Más bien, al contrario, en una ocasión Lucas nos dice que los fariseos le avisaron a Jesús de que Herodes lo quería matar y le aconsejaron que se marchase (Lc 13,31). Esto está muy en línea con la actuación de los fariseos en los Hechos. En dos ocasiones intervienen de manera efectiva a favor de los cristianos, una para liberar a los apóstoles (Hch 5,34), y otra para salvar a Pablo (Hch 23,9). No se les menciona explícitamente en el martirio de Esteban. Hay una clara voluntad de Lucas por exonerar a los fariseos de cualquier responsabilidad en la muerte de Jesús o de sus discípulos.

Por ello, pudiera parecer a primera vista que la evaluación de los fariseos en Lucas es más positiva que en el resto de los evangelios. Efectivamente cuando Jesús desautoriza a los saduceos acerca del matrimonio y la resurrección, Lucas concluye que los escribas ¿fariseos? le congratulan a Jesús por su respuesta (Lc 20,39). En Lucas hay mucha más interacción de Jesús con fariseos individuales que le invitan a comer a sus casas (Lc 7,36; 11,37; 14,1).

Sin embargo esto no quiere decir que Lucas tenga una visión favorable de los fariseos. La imagen lucana de los fariseos en el evangelio sigue siendo tan negativa como la de Marcos. Aunque positivamente les ha sacado de algunos de los contextos de Marcos en los que tenían una presencia negativa, les ha situado en otras escenas negativas de Marcos en las que no figuraban. En cuanto a los textos propios de Lucas, hay que señalar que los fariseos tienen una valoración negativa en nueve de las once veces en que aparecen.

Por eso, llama la atención la distinta evaluación que merecen los fariseos en el primer volumen de Lucas y en el segundo. Si el lector de Hechos no hubiese leído antes el evangelio, casi sacaría una impresión positiva de los fariseos. En su discurso Pablo mismo habla sin vergüenza de su condición pasada de fariseo, y se dirige a los fariseos como correligionarios (Hch 23,6; 26,5). Se nos dice que algunos de los fariseos han creído en Jesús y forman parte de la comunidad cristiana (Hch 15,5). Se reseñan las dos veces en que intentaron liberar a los apóstoles y a Pablo de la mano de los sacerdotes. La única nota negativa que puede percibirse en Hechos es que los fariseos creyentes en Jesús querían obligar a los paganos a circuncidarse, actitud que no fue posteriormente secundada por los apóstoles en el concilio.

De aquí ha sacado Jervell la idea de que Lucas tiene una actitud positiva con relación a los fariseos, y ha intentado presentar a un Pablo más profariseo y observante de la Ley, para contentar así a un fuerte elemento judeocristiano que existiría en su Iglesia.[178] Sin embargo no es verdad que Lucas mire con simpatía el judeocristianismo. Si ha dado ciertas pinceladas positivas sobre los fariseos no es en defensa de su legalismo, sino en su defensa de la resurrección de los muertos. En cuanto al legalismo fariseo Lucas se muestra tan radicalmente contrario como los otros textos del NT. En cuanto los fariseos se muestran campeones de la Ley son repudiados por Lucas (Hch 15,5.19s.).

 

 
IV.- LOS FARISEOS Y EL JESÚS HISTÓRICO

 

Nuestro estudio del modo que tienen los evangelistas de presentar a los fariseos nos ha debido hacer muy cautos a la hora de extrapolar los datos bíblicos a la interacción histórica que hubo entre Jesús y los fariseos. Muchos autores han atribuido algunos de los rasgos narrativos a intenciones literarias de los evangelistas, y han puesto de manifiesto la libertad con que estos introducen o excluyen a los fariseos de las perícopas por motivos teológicos o literarios.[179]

También hemos puesto de manifiesto cómo los evangelistas funden en uno los planos de la interacción de Jesús con los fariseos y la interacción de las comunidades cristianas con los rabinos. Habrá que separar cuidadosamente dichos planos si queremos llegar a la realidad histórica de la época de Jesús.

 

a) Las controversias de Jesús con los fariseos

 

Donde las presentaciones no son coincidentes, tendremos que escoger cuál de ellas nos parece más verosímil. Así por ejemplo, nos parece más verosímil la presentación juánica de unos fariseos que están presentes sobre todo en Jerusalén. La presentación de Marcos que parece implicar que los fariseos tuvieron más relación con Jesús en la etapa Galilea es menos probable porque algunos estudiosos no ven señales de que en la primera mitad del siglo I hubiese una fuerte presencia farisea en Galilea. En este caso habría que atribuir la presentación de Marcos a causas redaccionales.

Es claro que Jesús tuvo una interacción intensa con los fariseos, aunque no podamos saber con certeza en cada caso si cada una de las escenas que reflejan esta interacción es histórica o redaccional. En alguna de las etapas de transmisión del relato de una disputa concreta entre Jesús y sus antagonistas alguien pudo haber introducido el nombre de los fariseos.

Pero en conjunto, podemos decir que los fariseos fueron algunos de los antagonistas de Jesús en las disputas legales. Y queremos subrayar que el carácter de las disputas de Jesús con los fariseos es más bien legal que doctrinal. Es en la interpretación halájica donde parecen disentir, más bien que en las doctrinas sobre Dios, la resurrección de los muertos, los ángeles, o el juicio venidero

El criterio de atestación múltiple confirma este supuesto: atestación múltiple en fuentes (Mc, Q, L, M y Jn) y en formas literarias, sobre todo en relatos de controversias, pero también en narraciones generales, ayes, logia sobre la entrada en el Reino, parábolas). Estas formas literarias están bien atestiguadas como pertenecientes a Jesús, que aparece como profeta que pronuncia “Ayes” al estilo de Amós o de Isaías, o como vidente escatológico que justifica su visión radical contra el divorcio en la proximidad de los tiempos nuevos en los que se van a reproducir las condiciones ideales del paraíso, o el narrador de parábolas con actores típicos del escenario palestino de la época.

Es difícil saber hasta qué punto los fariseos representaban el sentir común del pueblo judío de la época. ¿Equivale escriba a fariseo? ¿Había una disputa interna entre los escribas fariseos y los no fariseos?¿Eran iguales las disputas de Jesús con escribas y fariseos, o tenían distintos matices? ¿Aceptaban todos los escribas las tradiciones de los padres (cf. Mc 7,3)? ¿Quiénes se distanciaban más del común sentir del pueblo judío, los saduceos o los fariseos?

Los rabinos posteriores más próximos a los fariseos han tendido a proyectar la imagen de que sus opiniones no eran las de una secta entre muchas, sino que representaban el sentir común del pueblo. ¿Es esto propaganda o realidad? Las mismas fuentes cristianas han hecho lo mismo. Al tener que enfrentarse con los rabinos profariseos que en los años 80 representaban ya el judaísmo normativo, han podido tender a retroproyectar esta situación de los años 80, haciendo de los fariseos de entonces el antagonista principal de Jesús en las cuestiones legales.

Sin embargo, hay cantidad de elementos arcaicos en la relación de Jesús con los fariseos, que no puede ser fruto de la creatividad de los evangelistas. En los años 80 las disputas de rabinos y judeocristianos versaban sobre todo acerca de la identidad de Jesús como Mesías e Hijo de Dios. Estas disputas centran la interacción de Jesús con los judíos-fariseos en el cuarto evangelio, que en este punto resulta anacrónico. En cambio en los sinópticos, las disputas de Jesús y los fariseos se centran sobre puntos concretos de observancia legal, lo cual refuerza su carácter arcaico, y por tanto más verosímil desde el punto de vista histórico.

El evangelio de Marcos, el más antiguo, dedica un espacio importante a estas controversias, que resultaban poco relevantes para su comunidad de étnico cristianos de Roma. Difícilmente pueden ser creación del evangelista. No se ve otro motivo poderoso para que Marcos las haya recogido, y les haya dedicado tanto espacio y relevancia, que el de su carácter histórico y tradicional.

 

b) Los fariseos y la muerte de Jesús

 

Los sinópticos reflejan todavía una distinción básica en los conflictos de Jesús con el judaísmo de su época. Uno es el conflicto acerca de su interpretación de la Ley, y otro es el conflicto acerca de su mesianidad. En cada uno de estos conflictos nos encontramos con un grupo distinto de antagonistas. El conflicto en torno a la Ley es el que se materializa en las disputas con fariseos y escribas. El conflicto en torno a la mesianidad de Jesús es el que se desarrolla en la interacción de Jesús con los sacerdotes y ancianos de Jerusalén, y el que en definitiva le llevará a la muerte. Aunque determinados toques redaccionales de cada evangelista por separado oscurezcan la delimitación exacta de ambos conflictos, los evangelios sinópticos en líneas generales man­tienen una división bastante neta entre ambos conflictos y sus protagonistas respectivos.

En Marcos y Q el conflicto con escribas y fariseos versa sobre la Ley, sin embargo no se acusa a los fariseos de haber intervenido para nada en la muerte de Jesús. Pensamos que este enfoque es estrictamente histórico. Mateo empieza a borrar las barreras y contamina los relatos. Juan llegará al máximo de fusión de ambos conflictos como si hubiesen sido un conflicto único, y los protagonistas fueran los mismos en uno y otro caso.

Pero el estrato más antiguo mantiene la separación de ambos conflictos, y no hace a los fariseos responsables de la muerte de Jesús. Es claro que en aquella época los fariseos no tenían ningún tipo de autoridad religiosa o política para excomulgar o para condenar a nadie. La autoridad entonces estaba en el sanedrín, dominado por los sumos sacerdotes de la secta saducea y los ancianos de la aristocracia laica. Las escasas alusiones al poder jurídico de los fariseos para excomulgar son claras extrapolaciones de un contexto posterior.

Ninguno de los sinópticos afirma que los fariseos tuvieran parte alguna en el prendimiento y muerte de Jesús. En la presentación sinóptica, el arresto, juicio y condena de Jesús fue realizado por los Sumos sacerdotes, que pertenecían a la secta saducea. La presencia de fariseos en la pasión aparece sólo en un verso de Juan, que verosímilmente no tiene base histórica (Jn 18,3).

No sólo no parece que los fariseos no tuvieron parte alguna en la muerte de Jesús, sino que también parece que tampoco tuvieron parte en la persecución de los judeocristianos palestinos. La relación de los fariseos y los apóstoles de Jerusalén parece no haber sido excesivamente conflictiva en los años 30 y 40.

Lucas no sólo no acusa a los fariseos de haber tenido parte en la muerte de Jesús, sino que incluso nos dice que una vez intentaron salvarle la vida, avisándole que Herodes buscaba matarlo e invitándole a huir. Como hemos visto, en Hechos hay otros casos en que los fariseos defienden a los apóstoles e intentan salvarlos de manos de los sacerdotes. Fue el fariseo Gamaliel quien convenció al sanedrín de que soltasen a los apóstoles (Hch 5,17-42), y fueron los fariseos los que influyeron para que Pablo no fuese condenado por el sanedrín (Hch 22,30-23,10).

Hay una fuente extrabíblica que confirma esta visión de Lucas. Flavio Josefo nos dicen que cuando Anán, el sumo sacerdote saduceo, ejecutó a Santiago, el hermano del Señor, hubo un grupo de “habitantes de la ciudad más moderados y afectos a la Ley que se indignaron” y denunciaron lo ocurrido al rey Agripa II, y al nuevo gobernador romano Albino.[180] Esto ocasionó el que Anán fuera depuesto poco después.

Ahora bien, es muy verosímil que este grupo los que protestaron por la muerte de Santiago fueran fariseos, lo cual vendría a confirmar los datos que Lucas nos da en Hechos sobre la tendencia farisea a defender a los apóstoles, al menos a los judeocristianos. También tiene una atestación múltiple el hecho de que algunos de los fariseos entraran a formar parte de la comunidad judeocristiana. Lucas lo afirma explícitamente (Hch 15,5). En Juan aparece la figura de Nicodemo, un fariseo que es progresivamente atraído hacia Jesús. El mismo Pablo en Lucas no se recata de confesar su pertenencia al partido fariseo delante del sanedrín: “Yo soy fariseo, discípulo de fariseos” para atraer hacia sí la benevolencia de los otros fariseos presentes (Hch 23,6). No parece avergonzarse de su pasado fariseo, ni se presenta como fariseo renegado.

Es sólo mucho después, en los años 80, cuando los rabinos de Yavne sustituyen a los sacerdotes como autoridad sobre el pueblo, y se hacen con el poder para excomulgar, y de hecho excomulgan a los judeocristianos, cuando el conflicto se hace más virulento. Es la situación que reflejan sobre todo los evangelio de Mateo y de Juan, en cuyas comunidades abundaban los judeocristianos. En dichos evangelios el nivel de agresividad y de descalificación mutua es mucho más intenso que en los otros dos evangelios. Ya hemos hecho constatar lo durísimo del lenguaje empleado por el Jesús juánico y mateano en su trato con los fariseos. Esta virulencia en la interacción no refleja probablemente la situación histórica de la época de Jesús.

Es más, el hecho de que esta agresividad entre los cristianos y los rabinos haya sido retroproyectada a la relación entre Jesús y los fariseos, vendría a ser una prueba importante a favor de la continuidad entre el fariseísmo y el rabinismo. Como dijimos más arriba al tratar de este punto, no hay pruebas claras que los rabinos sean sin más los sucesores de los fariseos, ni que los doctores de la Ley citados en la Misná fueran fariseos. Pero una de las pruebas más fuertes a favor de esta identificación sería precisamente la que dan indirectamente los evangelios de Juan y Mateo, al traspasar a la controversia entre Jesús y los fariseos históricos su propia animosidad contra los rabinos, a quienes muy probablemente consideraban sus sucesores.

Esto no quiere decir que la interacción histórica entre Jesús y los fariseos fuera necesariamente cortés. La práctica de difamar al adversario es típica en toda la cultura mediterránea. En la literatura de Qumrán encontramos este tipo de diatribas. Es proverbial el tono desagradable en los enfrentamientos entre la casa de Hilel y de Samay.

 

c) Conclusiones

 

Concluyamos con Meier que la relación del Jesús histórico con los fariseos históricos tiene un núcleo de verdad. Se dio una intensa interacción entre ellos. Esta interacción revistió la forma de controversia. Tanto Jesús como los fariseos intentaban influenciar el judaísmo de su época en una línea determinada para ganarles a su causa.

El debate tendía a ser más bien legal que doctrinal, y probablemente tuvo que ver con problemas tales como el divorcio, el ayuno, los diezmos, la pureza ritual y la observancia del sábado. Aunque hubiese agresividad mutua, no tenemos por qué pensar que la interacción fue tan negativa como los escritos posteriores la han presentado.

Esto es cierto en lo que respecta a las controversias en general y al tipo de temas sobre los que versaban. Es más difícil saber el grado de historicidad de una controversia concreta, o si realmente los fariseos estuvieron implicados en ella, o fueron introducidos en ella posteriormente en alguna de las etapas de la transmisión de la tradición.

Por otra parte, como hemos dicho, parece claro que los fariseos en cuanto tales, no tuvieron que ver con la muerte de Jesús, ni parecen haber sido una amenaza para la primera comunidad judeocristiana. No podemos extrapolar sin más a la vida de Jesús, las relaciones de enfrentamiento de los rabinos y las comunidades de Mateo y de Juan.

Como hemos señalado, el hecho de que el tipo de discusiones legales entre los fariseos y Jesús fueran poco relevantes y comprensibles en las comunidades de Marcos y Lucas, abona su núcleo de historicidad. De no basarse sobre una tradición sólida, los evangelistas no se hubiesen hecho eco de este tipo de controversias que eran tan vitales para sus comunidades.

 

 
V.- EVALUACIÓN HISTÓRICA DE LOS FARISEOS

 

La tradición cristiana ha hecho equivaler fariseísmo con hipocresía y judaísmo con fariseísmo. Ha querido exaltar el Nuevo Testamento a base de denigrar el antiguo. Ha tendido ha subrayar la singularidad y radical novedad de Jesús, arrancándole del humus vital del pueblo en el que vivió. Se contrapone continuamente el cristianismo como religión del amor y el perdón con el judaísmo como religión del Dios justiciero y de la venganza.

Esta caricatura no resiste la confrontación con los textos, tanto en lo que se aplica a los escritos del Antiguo Testamento, como en lo relativo con los escritos misnaicos.

 

a) Antiguo Testamento

 

Cometeríamos una injusticia si sólo recordásemos del AT el “ojo por ojo y diente por diente”. El Levítico nos dice también: “No te venga­rás ni guardarás rencor alguno a los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lv 19,17-18). Y leemos en el Éxodo: “Cuando te encuentres con el buey o el asno de tu enemigo que andan perdidos, debes llevárselos. Cuando veas el asno de la persona que te odia caído en tierra bajo su fardo, deja de mantenerte lejos de él. Debes acudir en ayuda del animal junto con su dueño” (Ex 23,4-5). “Si tu enemigo se cae, no te alegres. Que tu corazón no exulte cuando se hunde" (Pr 24,17).

Cuando Pablo en la carta a los Romanos intenta justificar su exhortación: “Vence el mal con el bien (Rm 12,20-21), cita el libro de los Proverbios: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, y si tiene sed, dale de beber. Así amontonarás ascuas sobre su cabeza, y YHWH te recompensará" (Pr 25,22).

El libro de Ben Sira dice: “El vengativo sufrirá la venganza del Señor, que llevará cuenta exacta de sus pecados. Perdona la ofensa a tu prójimo, y cuando reces, tus pecados serán perdonados. Si un hombre alimenta la ira contra otro, ¿cómo puede esperar la curación del Señor? “Si no se compadece de su semejante, ¿cómo pide perdón por sus propios pecados?…” (27,30-28,7).

 

b) Literatura rabínica

 

La literatura rabínica tiene muy mala prensa entre los cristianos. Algunos están más dispuestos a salvar el Antiguo Testamento, porque forma parte de la Biblia cristiana, pero se ensañan con la literatura rabínica y con la imagen de los fariseos.

Una reevaluación de los textos nos hace concluir que de todas las distintas tendencias del judaísmo en los tiempos de Jesús, los fariseos eran sin duda los más próximos a la sensibilidad de Jesús en su manera de entender el Reino, en su creencia en la otra vida. Jesús dijo: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Haced pues y observad todo lo que os digan, pero no imitéis su conducta, porque ellos dicen y no hacen” (Mt 23,2-3). Para poder evaluar la doctrina de los fariseos hace falta desprenderse de los prejuicios his­tó­ricos enormemente arraigados entre los cristianos.

Vamos a pasar revista a algunos textos de la literatura rabínica tan denostada, y comprobaremos que Jesús no es tan singular ni tan innovativo como a veces le queremos presentar. Prácticamente no hay ninguna frase del evangelio que no tenga algún tipo de correlato en el Antiguo Testamento o en la literatura rabínica.

Hay una anécdota de Hanina ben Dosa en la que se nos cuenta un milagro muy parecido al del hijo del centurión. El hijo de Gamaliel tenía una fiebre mortal. El rabino envió una embajada a Hanina, que se encontraba lejos. Hanina se retiró a una habitación alta y oró. Luego bajó y les dijo: “Volved a casa, pues la fiebre ya le abandonó”. Ellos incrédulos preguntaron: “¿Eres un profeta?. Él contestó: “No soy profeta ni hijo de profeta. Si la oración fluye bien en mi boca, sé que (el enfermo) es favorecido; si no, sé que es mortal. Los enviados anotaron la fecha y hora. Al regresar Gamaliel confirmó: “Nada habéis quitado ni añadido, así sucedió. Esa fue la hora en la que la fiebre le abandonó y nos pidió que le diésemos agua para beber”.[181]

Hilel dijo: “No juzgues a tu prójimo hasta que te encuentres en la misma situación que él”.[182] Hilel dijo “Lo que no te gusta a ti, no se lo hagas a tu prójimo. Eso es toda la Ley. Lo demás son sólo explicaciones”.[183] “Lo que un hombre pide a Dios para su propia alma, debe él hacerlo a toda alma viviente”.

El gran rabbi Aqiba declaró que “el mayor precepto de la Ley es el amor al prójimo”.[184]

Hace poco se ha descubierto un texto rabínico medieval, Pitron Torah, que contiene enseñanzas muy antiguas. En dicho texto se expone el doble mandamiento del amor en palabras muy semejantes a las de Jesús.[185]

Hanina, el rabino, prohíbe odiar al prójimo pecador, porque nosotros somos también pecadores “Este es un dicho sobre el que pende el mundo entero, un juramento poderoso en el monte Sinaí. Si odias a tu hermano cuyas obras son malas como las tuyas, Yo, el Señor, te castigaré como tu juez; si amas al prójimo, cuyas obras son buenas como las tuyas, yo, el Señor, te seré fiel y tendré misericordia de ti”.[186]

“Todo aquél que humille en público a su prójimo, hacién­dolo palidecer, es como si derramase su sangre”.[187]

El verbo adulterar tiene cuatro letras indicando que “no debes cometer adulterio ni con la mano, ni con el pie, ni con el ojo, ni con el corazón.[188]

Textos muy semejantes a las Bienaventuranzas se encuentran en documentos de Qum­rán, o en los Testamentos de los Doce Patriarcas, documento judío relacionado con los esenios. “Los que murieron en llanto, resucitarán con alegría, los pobres serán ricos y los hambrientos se hartarán; los débiles se harán fuertes y los que murieron por el Señor despertarán a la vida”.

Un nieto de Gamaliel se puso también a servir en la mesa a sus discípulos.[189]

 

c) Autocrítica judía

 

Otra de las mayores pruebas de que no podemos identificar judaísmo con las caricaturas habituales del fariseísmo, es que los mismos judíos han criticado severamente estas caricaturas. No es Jesús el único que se distancia de ellas y las critica severamente. Muchas de las críticas de Jesús a determinadas exageraciones fariseas, pueden encon­trarse en otros autores de la época: “Hombres perniciosos y criminales que pretenden ser justos [...], que están satisfechos de sí mismos, hipócritas en toda su conducta [...]. Sus manos y su corazón están llenos de impureza y su lengua es jactanciosa. Y a pesar de todo dicen: ‘No me toques que me harías impuro” (La Asunción de Moisés = Mt 23, 24-26).

La crítica contra los fariseos como hipócritas era corriente entre otras sectas judías de la época. Incluso entre los mismos fariseos es posible escuchar críticas contra la tendencia excesivamente fundamentalista de algunos de sus correligionarios. En el lecho de muerte Alejandro Janeo, enemigo a muerte de los fariseos, recomienda a su mujer que cambie de política y distinga entre los buenos y los malos, y sólo se oponga a “los fariseos te­ñidos, cuyas acciones son como las de Zimrí, pero que esperan ser pagados como Pinjás”.[190]

También los qumranitas criticaban a los fariseos. En los escritos de Qumrán se nos habla de un grupo judío contemporáneo que se nos describe como “buscadores de cosas suaves” –do­reshe hahalaqot. Traduce García Martínez, “buscadores de interpretaciones fáciles” o “de cosas halagüeñas”. El comentario al libro de Nahum denuncia a los “Buscadores de adulación” que para algunos son los fariseos “Intérpretes capciosos... Su doctrina es falsa, su habla embustera y sus labios falsos”.[191] “Seducen a tu pueblo con aduladores discursos. Falsos maestros los han extraviado y se encaminan ciegamente hacia la ruina, pues sus obras no son más que engaño”.[192] Pues bien, muchos investigadores piensan que este grupo habría que identificarlo con los fariseos.[193] Otros autores ven también a los fariseos detrás de otros nombres en clave tales como “Efraín”, o “constructores de la muralla”. Meier no es partidario de tratar de descifrar estos códigos, y piensa que esta tarea habría que dejársela más bien a la CIA.

“Cierran la fuente del verdadero conocimiento a los que tienen sed y les dan vinagre para apagar su sed”. Es un paralelo a la frase de Jesús: “Os habéis llevado la llave de la ciencia” (Mt 23,13).

Podemos encontrar la misma polémica en la literatura rabínica, a pesar de que sea pro­farisea. En una lista talmúdica de siete clases de fariseos se enumeran cinco tipos de hipocresía, y sólo dos tipos de fariseos merecen un juicio positivo. “El fariseo que se encorva y exhibe su piedad a los ojos del mundo entero; el fariseo que retoma continuamente la lectura y piensa que debe cumplir un mandamiento más; el fariseo acomodaticio, que se las da de discernir las buenas y las malas acciones para poder pecar mientras presume de cumplir los mandamientos; el fariseo tacaño que se precia de ahorrar para dar su dinero en buenas obras; el fariseo culpabilizado, que pide a la gente que le digan los pecados que comete... Pero también está el fariseo que practica el bien por temor de Dios, como Job, y el fariseo que practica el bien por amor a Dios como Abra­hán”. [194]

Es muy interesante ver la acusación de hipocresía lanzada contra los que daban importancia a las vestiduras ostentosas. Son las mismas acusaciones de Mt 23. Tanto en los evangelios como en la literatura rabínica se nos habla de “hipócritas para con la Torah”.[195] Me voy a referir brevemente a dos acusaciones: la ostentación en las franjas y las filacterias.

La acusación contra los vestidos de los fariseos (Mc 12,38; Lc 20,40) es muy frecuente en la literatura rabínica. En el pasaje de bSota 22b, R. Nahman Ben Isaac denuncia el pecado de los que se envuelven en mantos para impresionar a los otros. Ben Azzai dijo: “Es más fácil gobernar el mundo entero que enseñar en presencia de dos hombres envueltos en mantos (ARN A 25). Hay una versión un poco distinta de este texto en el Midrash al Salmo 18,44.

En cuanto a las filacterias y los flecos, estos detalles se mencionan también en la crítica rabínica a la coquetería farisea. Rabbah comenta: R. Benjamín interpretó que el verso se refería a los hipócritas en relación a la Torah. La gente piensa que pueden leer las Escrituras y la Misná, pero no pueden. Se envuelven en mantos y se ponen filacterias en la cabeza. Es de ellos de quien está escrito: “Ved las lágrimas de los oprimidos sin nadie que les conforte (Qo 4,1). Pesiqta Rabbati 22,5 afirma: “No te debes poner filacterias y envolverte en un manto con franjas e ir a cometer una mala acción”.

R.Hai Gaon (siglo X) dice: “Era costumbre en la academia el que los estudiantes se hicieran filacterias pequeñas, no más de dedo de altura, mientras que los grandes rabinos se las hacían de tres dedos de altura, para que los estudiantes no fuesen iguales a ellos”.[196]

La ostentación en pagar el diezmo de cosas pequeñas tiene también paralelos en la literatura farisea. En Gen 25, 28 “la caza estaba en su boca”, el Midrás reprende a Esaú que preguntó a su padre si debería pagar el diezmo de la paja, de la sal o del agua, porque en estas preguntas iba a la caza de la estima de su padre, pretendiendo ser un hombre piadoso.[197]

Rabí Yosua, un fariseo él mismo, decía: “Un espiritual extravagante, un ateo hábil, una mujer farisaica, y las mortificaciones de un fariseo, he ahí lo que corrompe el mundo”.[198]

 

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(Ver una buena bibliografía en la nota 4 al capítulo 28, “The Pharisees”, en A Marginal Jew, vol. 3, 342-346).

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Notas al tema 7


 

TEMA 8: Jesús y la Ley

 

 

I. INTRODUCCIÓN

 

a) Prolegómenos: los cristianos y la ética

 

La ética judía ha tenido siempre tres dimensiones complementarias, que cabe encontrar también en la doctrina de Jesús.[199]

La ética judía es interpretación de la voluntad de Dios que se manifiesta triplemente en la Torah, en la creación y en la acción escatológica futura. La Torah ocupa un puesto central. Es interpretada en el judaísmo primitivo, por una parte como una ley cósmica que se identifica con la sabiduría de Dios en la creación. Además da acceso al ésjaton, ya que quien la observa fielmente se hace ciudadano del nuevo mundo.

En correspondencia con la triple dimensión de la voluntad de Dios, la ética de Jesús puede interpretarse también como ética de la Torah, ética sapiencial y ética escatológica.

1.- Ética de la Torah: La relación de Jesús con la Torah es indudable. La imagen protestante, y la imagen de la progresía liberal, ven en Jesús la superación de la legalidad judía. Jesús sería el promulgador de una moral no juridicista, libre de toda atadura a la Torah mosaica.

Pero esto olvida la actitud matizada de Jesús respecto a la Torah. Jesús relativiza algunas normas, pero endurece otras. Junto a una generosa liberalidad, está el rigor estricto. Hay que saber interpretar la relación entre endurecimiento y moderación de la Torah, y la tensión entre motivación sapiencial y motivación escatológica. La motivación sapiencial cuenta con que el mundo va a durar perma­nen­temente; la ética escatológica cuenta con su transformación pronta. En su ética Jesús combina moti­vaciones sapienciales y escatológicas.

2.- Ética sapiencial. Algunos maestros israelitas formularon máximas reflexionando sobre la creación y sobre la vida, en las cuales veían clara la voluntad de Dios. Dios creó el mundo con sabi­duría, por eso la sabiduría ayuda a encontrar pautas de conducta. La Torah es una magnitud cósmica, identificada con la sabiduría de Dios y presente en toda la creación (Si 24, Sab, Filón). Teniendo en cuenta que Jesús conjugó la libertad interna ante la Ley con el recurso a la experiencia inmediata, su ética es una continuación de la ética sapiencial judía.

3.- Ética escatológica. Pero el radicalismo de la ética de Jesús se explica más por su espera escatológica de una creación nueva que por la búsqueda sapiencial de una vida acorde con la creación presente. El Rei­no de Dios aparece en la predicación de Jesús como un poder ético que configura el mundo nuevo y hace participar al hombre en este proceso. El hombre se encuentra aquí ante una voluntad divina que trasciende la Torah y la sabiduría, sin estar reñida básicamente con ellas.

La tensión entre sabiduría y escatología podría sugerir que Jesús, como todos los judíos, centró su vida en la Torah y que los aspectos sapienciales y escatológicos formaron sólo el marco de su ética, las imágenes sapienciales de la creación, como los lirios del campo, y la esperanza escatológica sirven de motivación para cumplir la voluntad de Dios, pero el contenido de esa voluntad emana de la Torah.

Habría que liberarse de muchos prejuicios cristianos que han hecho una caricatura del legalismo judío, para mejor dedicarse después al pim pam, pum contra dicha caricatura.

Los cristianos ven al pueblo judío excesivamente centrado en la Ley, pero en realidad la Ley está sólo la servicio de la elección y la alianza.

Acusan al judaísmo de una interpretación casuística y fragmentaria de la Ley, sin tener en cuenta que una cierta casuística es necesaria para apropiarse de lo cotidiano, y para que la Ley sea practicable en las circunstancias concretas.

Acusan a la moral judía de ser una moral interesada, que busca la recompensa, pero en realidad los Pirque Abot rechazan cualquier justificación remuneratoria de la guarda de la Ley.[200]

Acusan a la Ley judía de formalismo. En el judaísmo, dicen los cristianos, es el mandamiento el que hace que las cosas sean buenas o malas, sin que haya que buscar ningún tipo de razonamiento para justificar o hacer ver la racionabilidad de la Ley. La Ley concebida así, protestan los cristianos, es heterónoma. En el cristianismo, en cambio, las leyes no son buenas porque las quiere Dios, sino que Dios las quiere porque son buenas. Las leyes están últimamente ancladas no en la voluntad divina, sino en su naturaleza. Pero hay que reconocer que algunos textos rabínicos apuntan también hacia una apropiación personal de la Torah y no hay que exagerar la diferencia entre cristianos y judíos en este punto.

Siguiendo a san Pablo, los cristianos ven la Ley como una carga abrumadora, pero el judío no la vive como una carga, sino que hay multitud de textos en que se nos habla de ella como causa de un profundo gozo (Salmo 119). Hay un precioso midrash, en el que la paloma se quejaba al Creador de estar indefensa ante el gato. La paloma era gorda, con patitas cortas, y no podía huir. El Santo, bendito sea, le formó dos alas y se las puso (las dos alas tienen la forma de las tablas de la Ley). La paloma volvió a protestar: “Ahora es todo mucho peor. Esas alas pesan mucho, y tengo que caminar más despacio todavía y no me puedo escapar del gato”. Dios le dijo: “Te he dado esas dos alas para que te lleven a ti, y no para que las lleves tú a ellas”.

 

b) Status quaestionis

 

Nos preguntamos en esta lección cuál fue la actitud del Jesús histórico hacia la Ley. Debemos empezar aclarando las nociones.

a) Distingamos entre la relación de Jesús con la Ley del Antiguo testamento (Ley escrita) y con las tradiciones de los fariseos que luego habrían de llamarse Ley oral.

b) Distingamos entre la relación de Jesús con las leyes morales del Antiguo Testamento y con las leyes rituales que tienen que ver con la identidad del judío como pueblo elegido.

c) Distingamos entre lo que es un claro quebrantamiento de la Ley, de lo que es una interpretación benigna de la Ley, o de la opción por un precepto de la Ley contra otro, cuando puede haber conflicto entre ambos.

d) Distingamos entre un quebrantamiento consciente de la Ley, y una superación de la Ley realizada de un modo inconsciente y no programático, en virtud de unos valores superiores.

A la hora de preguntarnos si Jesús quebrantó la Ley y enseñó a sus discípulos a quebrantarla, habría que matizar la respuesta, teniendo en cuenta las distinciones que acabamos de formular.

Una gran dificultad que tenemos los cristianos al hablar de la relación de un judío con la Ley, es que para nosotros la “Ley” alude fundamentalmente a las minucias cúlticas o rituales, mientras que para un judío la Ley abarca todos los aspectos de su vida. Es a la vez un código civil, penal, procesal, canónico, mercantil. ¿Cómo pudo Jesús haber rechazado la Ley de su pueblo que obligaba a pagar las deudas, a no cometer adulterio, a no golpear al prójimo...?[201]

La palabra nomos aparece 8 veces en Mateo, 9 en Lucas, y falta del todo en Marcos. Generalmente se refiere al Pentateuco, y nunca a las tradiciones de lo que más tarde se llamó “Ley oral”, y que en el evangelio se designa como “tradiciones de los ancianos” (Mt 15,2; Mc 7,5). Sin embargo, aunque se use tan pocas veces la palabra nomos, la Ley está muy presente en muchas perícopas en las que no se la nombra explícitamente.

En los evangelios el comportamiento de Jesús hacia la Ley reviste una cierta ambigüedad. Unos comportamientos apuntan en una dirección y otros en otra. En muchas ocasiones se pueden atribuir determinadas acciones u omisiones de Jesús a su voluntad de cumplir preceptos de la Ley. Jesús frecuentaba la sinagoga y el templo; envió al leproso curado a los sacerdotes, para que se cumpliera la Ley de Moisés (Mc 1,44), quiso cenar la cena pascual con sus discípulos (Mc 14,12). En su manto llevaba los flecos o tsitsyiot, tal como manda la Ley, y en dos ocasiones se nos dice que los enfermos los tocaron para sanarse (Mc 6,56; Mt 9,20).

En cambio en otras ocasiones Jesús parece actuar de un modo que viola determinados códigos de la Ley. Tocó deliberadamente el cuerpo del leproso, y los cadáveres del hijo de la viuda de Naín (Lc 7.14) y de la hija de Jairo (Lc 8,54). Un análisis más detallado y profundo de estos pasajes puede mostrar que en una estricta exégesis de la Ley, estas acciones de Jesús no tienen por qué considerarse estrictamente violaciones de la Ley.

En los evangelios no sólo hay comportamientos ambiguos de Jesús, sino que hay también afirmaciones diversas y difícilmente conciliables, acerca de su actitud respecto al cumplimiento de la Torah. Algunas afirmaciones de Jesús son muy conservadoras, y alientan al cumplimiento de la Ley en su totalidad: “No he venido a abolir la Ley, sino a darle su cumplimiento” (Mt 5,17). “Hasta que pasen el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una tilde de la Ley, hasta que todo se cumpla” (Mt 5,17). “Haced y observad todo lo que os digan los escribas y fariseos” (Mt 23,3). “Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello (el diezmo de la menta y el comino: Mt 23,23).

En cambio otras afirmaciones son más rupturistas, como pueden ser las antítesis “Yo, en cambio, os digo”, o la declaración de que lo que contamina no es lo que entra, sino lo que sale del hombre (Mc 7,15.19). “El hijo del hombre es Señor del sábado” (Mc 2,28).

¿A qué se debe esa duplicidad paradójica? ¿Cómo explicar las aparentes contra­dic­ciones en algunas de las afirmaciones de Jesús acerca de la Ley? ¿Hay que atribuirlas a Jesús mismo o a las teologías posteriores de los evangelistas? ¿Cómo articular concordísticamente una comprensión de dichas afirmaciones paradójicas de un modo que haga justicia a todas ellas?

Parte de estas orientaciones divergentes pueden deberse a la actividad redaccional de los evangelistas, y a las distintas teologías que cada uno ha podido tener al respecto. Por eso no siempre nos será posible franquear este umbral de los evangelios para afirmar cuál fue la actitud del Jesús histórico respecto a la Ley, en cuanto contradistinta de las actitudes de cada uno de los redactores de los evangelios. Recordamos que nuestro objetivo en este curso no es estudiar la teología cristiana sobre la Ley, sino la posición que el Jesús de la historia tomó con respecto a ella. ¿Cómo llegar a descubrir esta posición a través de los relatos evangélicos compuestos muy posteriormente a la luz de importantes desarrollos históricos y teológicos?

Muchos afirman que la discordancia entre los dichos de Jesús relativos a la Torah se debe a la evolución en la tradición de estos dichos. A medida que la comunidad cristiana fue rompiendo más con las prácticas legales del judaísmo, los dichos de Jesús fueron adaptados a la nueva situación de ruptura. Pero un análisis redaccional, no siempre nos permite decir que los dichos más rupturistas sean posteriores, y los dichos conservadores sean más antiguos.

Por eso otros han puesto el origen de la discordancia en las distintas comunidades a las que iban destinados los evangelios. El evangelio de Marcos, destinado a paganos, habría editado los dichos de Jesús en una línea de ruptura con la Ley, mientras que el evangelio de Mateo dirigido a judeocristianos, los habría editado en una línea continuista. Pero tampoco aquí se puede generalizar de este modo. No siempre Mateo suena a más continuista que Lucas.[202]

Otros han afirmado que Jesús mismo fue cambiando de actitud a lo largo del ministerio, y atribuyen a la etapa primera sus afirmaciones más rupturistas (Mc 2,28; 7,15), y las afirmaciones más conservadoras a la última etapa de su ministerio (Mt 22,40; 23,3). Pero es difícil distinguir entre lo que pertenece a las distintas etapas del ministerio de Jesús. Ni tampoco se puede atribuir la diferencia entre unas y otras afirmaciones al tipo de público al que Jesús se estaba dirigiendo, como si Jesús se hubiese mostrado más conciliador con la Torah cuando hablaba con el pueblo llano, y más rupturista cuando hablaba con los escribas.[203]

Algunos intentan atacar el problema no tanto a posteriori, por un análisis de los textos, sino a priori, haciendo del quebrantamiento o no quebrantamiento de la Ley, la condición única de posibilidad de otros hechos que están suficientemente probados.

Para probar que Jesús rompió abiertamente con la Ley algunos argumentan que ésta es la única condición de posibilidad de su condena por parte de las autoridades judías de su época. El hecho de que Jesús fuera condenado por las autoridades judías sería la prueba evidente de su oposición a la Ley.[204] Pero en realidad en ningún lugar de los evangelios se nos dice que Jesús fuera condenado por haber quebrantado la Ley. Los motivos de la condena de Jesús pudieron haber sido otros.

Otros en cambio, ven el no-quebrantamiento de la Ley como la única condición de posibilidad de otros hechos bien establecidos. Si Jesús se hubiese opuesto frontalmente a la Ley, ¿cómo explicar tantas reticencias y resistencias como hubo en la comunidad primera de Jerusalén a la hora de romper con determinados preceptos de la Ley? ¿Cómo explicar la gran dificultad que tuvieron los apóstoles para aceptar la comunión de mesa con los paganos? La única condición de posibilidad de esa desorientación de la comunidad cristiana primera con respecto a la Ley, es que carecían de directivas claras y explícitas de Jesús sobre su abolición.

Es evidente que durante todo el tiempo en que los discípulos vivieron con Jesús siguieron adheridos estrictamente a la Ley en todo lo relativo a los alimentos. Pedro en Jope, al ver la sábana con los animales impuros, protestó escandalizado: “Jamás he comido nada profano o impuro” (Hch. 10,14). En ningún momento parece que Jesús hubiese instruido a sus discípulos a quebrantar estas normas.

Incluso después de esta visión que le animaba a no llamar a nada impuro, cuando Pedro y Bernabé llegaron a Antioquía, se abstuvieron de comer con gentiles y se abstuvieron de alimentos prohibidos debido a la enorme pre­sión de los judaizantes, “los de Santiago”, que veían en esas prácticas una trasgresión abierta de las costumbres heredadas de Jesús (Ga 2,12-13).

No faltan quienes opinan que Jesús sí tuvo una actitud de confrontación con la Ley, pero no fue lo suficientemente explícita como para que los discípulos cayeran en la cuenta y llegaran a tematizarla. Sólo más tarde, cuando se vieron en una tesitura de distanciamiento con respecto a la Ley, los discípulos sacaron las conclusiones que ya estaban implícitas en los recuerdos de hechos y dichos de Jesús, cuyo pleno significado sólo entonces fueron capaces de descubrir.

Pero resulta difícil pensar por qué, si existían estos dichos de Jesús sobre los alimentos o sobre el sábado, Pablo no les sacó partido en su oposición a la Ley, y no los trajo a colación de la misma manera que trajo a colación el dicho de Jesús contra el divorcio para tratar de probar su argumento en una disputa (cf. 1 Co 7,10). En su apología frente sus adversarios, ¿qué recurso más contundente que citar algunos dichos de Jesús que declaraban puros todos los alimentos? El hecho de que Pablo no utilizase estos dichos apunta claramente al hecho de que en aquella fase de la tradición no existían todavía.

 

c) Distintas opiniones al respecto

 

Los distintos autores se posicionan diversamente en el problema de si Jesús rompió o no rompió con la Ley. Unos, como Käsemann y los autores alemanes de la New Quest, opinan que Jesús claramente traspasó las fronteras del judaísmo. “Aquel que asegura que la impureza no penetra en el hombre desde fuera, sino que nace de dentro, atenta contra las bases y el mismo texto de la Torah y discute la autoridad del mismo Moisés”.[205] Bornkmann habla de un conflicto abierto con la Ley.[206] Bornkmann y Käsemann, por supuesto, valoran esta actitud conflictiva de Jesús positivamente.

En cambio, A. Watson, está de acuerdo en considerar que Jesús claramente fue un transgresor de la Ley, o al menos de los preceptos de la Ley que mantienen la identidad de los judíos como pueblo y evitan su asimilación entre los gentiles. Para Watson estos preceptos son esenciales al Judaísmo, y su quebrantamiento por parte de Jesús, supuso una ruptura. Watson valora de una forma muy negativa la actitud de Jesús, y la juzga absolutamente disolvente para la identidad judía. En cambio, juzga muy benévolamente a los fariseos y les da la razón en su creciente oposición a la doctrina y el comportamiento de Jesús.[207]

Por su parte los investigadores judíos de la Third Quest, tales como Vermes o Flusser, han insistido en que Jesús no quebrantó nunca la Torah, sino que se limitó a hacer de ella una exégesis más abierta que la de los fariseos y otros grupos contemporáneos. Para estos autores judíos, no se trata de un problema de cumplimiento o incumplimiento de la Ley, sino del modo de interpretarla.

Sanders está muy próximo a esta evaluación de los autores judíos citados. Sólo encuentra un caso claro y evidente en el que Jesús transgredió la Ley. Se trata del logion en que no permite que un candidato al discipulado vaya a enterrar a su padre que ha muerto (Mt 8,21-22; Lc 9,59-60).[208] Para Sanders se trata de un dicho auténtico de Jesús, y no se debe comprender de un modo alegórico sino real. La obligación de enterrar a los padres es una de las más sagradas en el judaísmo.[209] Jesús no pudo por menos que darse cuenta del alcance de sus palabras. Conscientemente exigió la trasgresión de un precepto de la Ley.[210] Fuera de esta única excepción, Sanders no cree que el seguimiento de Jesús comporte ningún quebrantamiento expreso de la Ley, aunque es cierto que Jesús no consideró que la codificación mosaica fuera algo final y universalmente vinculante.[211] Pero en vida de Jesús los discípulos no sacaron la conclusión de que la Ley de Moisés carecía de valor o estaba superada, o de que ellos podían excusarse de su cumplimiento. Con todo, Jesús preveía la llegada de una era nueva en la que esas instituciones dejarían de ser válidas y adecuadas.

Otros, como Theissen, toman una tercera vía. Para Theissen hay una ambivalencia en la actitud de Jesús respecto a la Torah, que se caracteriza por una mezcla de endurecimiento y moderación. Jesús habría endurecido las normas éticas y relativizado las normas rituales que segregaban el paganismo del judaísmo. En esto no fue radicalmente diverso del judaísmo de su época, en el que algunos grupos, como los esenios, endurecían las normas, y otros en cambio, como los alegoristas de que nos habla Filón, relativizaban sobre todo los preceptos más onerosos, para dar una interpretación simbólica más benigna. Así, algunos rabinos podían citar un texto en contra de otro, para justificar el abandono de alguno de los preceptos, oponiendo, por ejemplo, Ex 20, 5, donde dice que Dios visita la culpa de los padres en los hijos hasta la tercera o cuarta generación, con Ezequiel 18,1-20. Este tipo de exégesis no se consideraba una negación de la Ley

Jesús claramente ha radicalizado algunos preceptos tales como el mandamiento del amor a Dios y al prójimo, la prohibición del juramento y del divorcio. En cambio ha relativizado el precepto sabático, el de los diezmos, el de las ofrendas y el de la pureza.

Banks opina que Jesús no se enfrentó directamente con la Ley, pero la sobrepasó. Su oposición a la Ley fue latente. En realidad se movió al margen de la exégesis midráshica de la Ley; no refirió directamente a la Ley sus tomas de postura, que en algunos casos resultaban muy novedosas. Jesús justifica su toma de postura no en la Ley, sino en las exigencias de su misión. Esto es lo que le lleva a seguir asistiendo a la sinagoga, a observar la Pascua, a pagar el tributo al templo, o a no practicar el ayuno. Su observancia o falta de observancia de prescripciones legales no se inspira en la reverencia a estas prescripciones, sino que depende de su compatibilidad o falta de compatibilidad con los objetivos de su ministerio.[212] En cuanto a la actitud de Jesús hacia las tradiciones de los antepasados, en cambio, encontramos una oposición frontal, aunque tampoco hasta el punto de haber pretendido deliberadamente provocar a los escribas con su comportamiento.

Para Stegemann, el advenimiento del Reino de Dios cambiaba por completo la concepción vigente de la Torah. También en sábado salían los demonios sin exorcismos, o se curaban por intervención divina enfermos de males crónicos. Jesús entendía que no era él quien sanaba, sino Dios, lo cual significaba que Dios volvía a actuar en sábado, y no cesaba de luchar contra el mal, no sólo en una guerra defensiva, sino incluso ofensiva (cf. 1 Mc 2,29-38). Esta actuación de Dios, diferente de la contenida en la Escritura, obligó a Jesús a leer la Torah con otros ojos.

Ya no pesaba sobre los hombres ni sobre las mujeres la maldición del pecado original, sino que se reproducían las condiciones anteriores a aquel pecado, cuanto todo era muy bueno. Al restablecerse el orden de la creación, se incluían sin restricción las mujeres, y Dios concedía el pan cotidiano en abundancia, excluyendo todo ayuno. En el Paraíso no había nada impuro, y los preceptos sobre la impureza valían sólo para un mundo marcado por el pecado. Ahora, con el advenimiento del Reino, ya no había necesidad de prescripciones sobre la pureza, ni sacrificios por el pecado. Jesús nunca criticó la Torah, sino que en él la Torah alcanzó su meta. Pero para Jesús la Torah de la creación (Gn 1-2) se convirtió en el único criterio decisivo de la Torah ulterior del Sinaí.[213]

Davies introduce un tema que nos parece apasionante. ¿Qué expectativas había en el judaísmo contemporáneo sobre un posible cambio de la Torah en la época mesiánica? Davies ha tratado este tema ampliamente.[214] Analiza el Antiguo Testamento, los escritos intertestamentarios, la literatura de Qumrán y la rabínica. Encuentra en todos estos escritos unas ciertas alusiones a una renovación de la Ley en la época mesiánica, sobre todo en Jeremías (Jr 31,31-34) e Isaías (Is 42,4; 3,5), pero es difícil saber si se habla de una Ley nueva o de una nueva interpretación de la Ley. En la literatura rabínica hay textos interesantes que hablan de cambios en las leyes relativas a la pureza, sugiriendo que en la era mesiánica se podrá comer la carne de todos los animales.[215] Así es como evalúa Davies su estudio:

 

Los datos relativos a la expectación de una nueva Torah instaurada por el Mesías no eran suficientemente claros y precisos para cerciorarnos de que tal expectación constituyera un elemento bien definido y aceptado de la esperanza mesiánica; sin embargo, tampoco eran tan insignificantes como para rechazarlos a título de simple desarrollo tardío de un judaísmo influido por el cristianismo... Cabe afirmar que en la esperanza mesiánica del judaísmo había elementos embrionarios que podrían llevar a algunos a pensar que la edad mesiánica se caracterizaría por una nueva Torah.[216]

 

Si realmente había una expectación de cambios en la Torah durante la época mesiánica, creemos que esto no pudo dejar de afectar a la manera como Jesús se relacionó con la Torah, o al menos en la actitud de la primera comunidad consciente de estar ya en la edad mesiánica.

 

 

II. EXAMEN DE LOS TEXTOS

 

a) Visión de conjunto de la actitud de Jesús

 

Es claro que Jesús fue un judío observante, y en ningún momento infringió deliberadamente ninguna de las normas de la Ley. Lucas, un gentil, ha subrayado aún más que Mateo cómo Jesús fue observante de la Ley. Nos informa de que fue circuncidado al octavo día (Lc 2,21), que fue llevado a Jerusalén para ser presentado en el templo (2,22), y que sólo después de que sus padres “hubieron cumplido todo según la Ley de Moisés”, volvieron a Galilea. La familia acudía con fidelidad a Jerusalén a celebrar allí la Pascua (2,41). Hasta el mismo Pablo ha reconocido que Jesús, nacido de mujer, “nació bajo la Ley” (Ga 4,4).

Durante su ministerio enseñaba en las sinagogas de Galilea y de Judea (Lc 3,23; 4,44). Después de curar a un leproso le mandó presentarse a los sacerdotes y hacer su ofrenda, tal como prescribe Moisés (Lc 5,14; 17,11). Y el mismo Lucas cita un dicho de Jesús que parece proceder de la fuente Q: “Antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse un ápice de la Ley (Lc 16,17).

En la diatriba contra los escribas y fariseos, Jesús, tras reconocer que se habían sentado en la cátedra de Moisés exhorta al pueblo a que hagan y observen todo lo que ellos digan (Mt 23,3). Al comentar la escrupulosidad con que los escribas pagaban el diezmo del anís y la menta, les reprocha que desatiendan los otros preceptos más importantes de la Ley pero les advierte que tienen que practicar estos preceptos más grandes sin descuidar los otros más pequeños (Mt 23,23).

En la parábola del pobre Lázaro, Jesús afirma acerca de los hermanos del rico: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco lo harán aunque alguien resucite de entre los muertos” (Lc 16,31). Les enseñaba diariamente en el templo (Lc 19,47; 20,1; 21,37). Celebró la cena pascual conforme al ritual tradicional judío (Lc 22,11). Las mujeres que enterraron su cuerpo fueron muy cuidadosas de guardar el precepto del sábado (Lc 23,56). Podríamos continuar relatando ejemplos de la observancia de la Ley judía por parte de los apóstoles en el libro de los Hechos.

Los “hermanos” de Jesús se incorporaron más bien tarde a la comunidad de Jerusalén, pero gozaron en ella de un gran prestigio, sobre todo Santiago. Junto con sus mujeres participaban en la tarea evangelizadora (1 Cor 9,5). Santiago en especial fue favorecido con una aparición especial por parte de Jesús resucitado (1 Cor 15,7), y muy pronto fue considerado como una de las columnas de la Iglesia, el primero de la lista (Ga 2,9). El libro de los Hechos nos lo presenta hablando el primero en el concilio de Jerusalén (Hch 15,13); cuando Pedro sale de la cárcel da el encargo a Rosa, la portera, que se lo digan ”a Santiago y a los hermanos”, implicando que, en ausencia de Pedro, Santiago era el cabeza de la comunidad (Hch 12,17). Cuando Pablo regresa a Jerusalén después de su tercer viaje, se dirige a casa de Santiago, implicando que era la dirección “oficial” de la comunidad (21,18). Más tarde, la tradición de la Iglesia subraya su modo de vida ascético y su devoción por la Ley, y fue conocido como Santiago el Justo.[217]

Tal como nos lo narra Josefo, Santiago tenía mucho prestigio entre los judíos observantes.[218] En la visita que hace Pablo a la casa de Santiago, poco antes de su arresto, le dejan sentir bien claramente que entre los judíos muchos se habían convertido a Jesús -miles y miles-, pero seguían siendo “fervientes partidarios de la Ley” (Hch 21,20).

Todo esto es lo que lleva a muchos a pensar que Jesús, más que abolir la Ley, ofreció un talante, un criterio exegético, sobre la manera como interpretarla, y en esto no distó mucho de otras corrientes liberales como la de Hilel y el regel ahat, la recitación de la Ley en una forma tan breve que pudiese hacerse mientras la persona se sostenía sobre una sola pierna. Dice Flusser: “Naturalmente Jesús tenía sus problemas de cara a la Ley y sus preceptos. Pero este es el caso de todo fiel judío que toma seriamente su judaísmo. Los Evangelios, por un nuevo enfoque y mediante retoques posteriores, deformaron la postura de Jesús frente a la Ley. No obstante, los evangelios sinópticos, leídos en la óptica de su tiempo, conservan todavía la imagen de un Jesús fiel a la Ley”. Pero lo que es también indudable es que, aunque Jesús fuese respetuoso de la Ley, no hizo de ella el punto de partida de su predicación, y lo más importante de ella no reside en la explicación de la Ley, como sucede en el magisterio rabínico.[219]

 

b) Las controversias de Galilea

 

Entremos ahora en un análisis más detallado de los textos mismos que favorecen una u otra posición en lo que respecta a la observancia de la Ley por parte de Jesús. En los evangelios abundan las controversias de Jesús con los escribas y/o fariseos acerca de la observancia legal. En el evangelio de Marcos estas controversias están situadas en dos bloques, uno en Galilea y el otro en Jerusalén. En las controversias de Galilea se les da un papel predominante a los fariseos, como ya vimos al tratar de ellos.

Estas controversias tienen un aire de artificiosidad y tienen unos visos poco realistas. Dice Sanders que no es realista pensar que de hecho los fariseos anduvieran por Galilea espiando a los discípulos por los sembrados, o inspeccionando la limpieza de sus manos. Lo cual nos ayuda a sospechar el carácter redaccional de los marcos en los que se suceden las controversias. Bultmann se fijó ya en que estos textos no critican a Jesús mismo, sino a sus discípulos, lo cual podría implicar que los autores de las perícopas están más bien haciendo apologética de los cristianos atacados por los rabinos en una época posterior. En esta hipótesis, estos textos de controversias serían una respuesta cristiana a críticas judías posteriores.

Sin embargo, no hay ninguna necesidad de ver en este hecho un anacronismo. También de Gamaliel II se nos cuenta que en una ocasión dio a sus discípulos una interpretación de la Ley menos estricta de la que él mismo observaba.[220] Bien pudo suceder que Jesús mismo observase para sí mismo una interpretación de la Ley más estricta que aquella que permitía a sus discípulos.

El ciclo de controversias galileas es probablemente una unidad anterior al evangelio de Marcos, pero ha sido trabajada por Marcos de un modo muy artificioso según una trama artística y teológica.[221] Podemos ver una trama concéntrica quiástica (sanación, - comida – ayuno – comida - sanación), una progresiva aparición de los fariseos y un antagonismo creciente. El constatar la artificiosidad de este marco literario, nos puede hacer sospechar de la historicidad de dichas controversias.

Con todo, donde hay humo, hay fuego, y estas controversias bien pueden conservar el recuerdo de conflictos reales de Jesús con los escribas y fariseos, aunque luego la redacción de estos pasajes se haya visto coloreada por la problemática posterior y las tensiones posteriores entre rabinos y cristianos. Aunque las escenas sean una creación literaria posterior, puede ser que los logia de Jesús contenidos en ellas se remonten a Jesús mismo.

Si queremos deslindar las elaboraciones posteriores de los núcleos históricos que se remontan a Jesús, tendremos, como siempre, que aplicar los criterios de historicidad. Según ellos, hay que pensar que el desarrollo de la tradición tiende a ir poniendo en labios de Jesús frases más y más rupturistas con respecto a la Ley, para acomodarse así a la conciencia de mayor libertad que tienen las comunidades cristianas posteriores. Por tanto a la hora de buscar los ipsissima verba de Jesús, en principio debemos sospechar más de los logia rupturistas, y dar más valor histórico a aquellos que muestran una actitud más conservadora de Jesús con respecto a la Ley. Al hacer esto, estamos aplicando los criterios de dificultad y discontinuidad a los que nos hemos referido al principio de nuestro curso.

 

1.- Las espigas

Una de las controversias galileas con los fariseos versa sobre si se puede desgranar las espigas en sábado (Mc 2,25-26). Esta acción podría ser catalogada como acción de cosechar, que es una de las 38 obras prohibidas en sábado.[222]

Vermes pretende que Jesús se estaría acogiendo a una cláusula de la Ley que permite quebrantar el sábado en caso de hambre, en cuanto que esta hambre pone al hombre en peligro de muerte y la salvaguarda de la vida excusa del cumplimiento del sábado.[223] Nos parece que esta interpretación es un poco rebuscada.[224] Sin embargo, B. Young cita un comentario rabínico en Yalkut Shimeoni, donde se nos dice que David ese día estaba de verdad hambriento y comió una gran ración de esos panes de la presentación,[225] y se justificó diciendo precisamente que la salvaguarda de la vida es más importante que el sábado.

Es claro que el coger espigas con la mano al pasar por los campos no se consideraba un robo, con tal de que no se utilizase la hoz (Dt 23,15). Otros nos dice que había una controversia sobre lo que estaba y no estaba permitido con respecto a las espigas. Los escribas más rigurosos decían que sólo se podían coger las espigas caídas en el suelo, y sólo se podían desgranar con los dedos. Rabbí Yehuda, galileo como Jesús, decía que se podían desgranar con las manos.[226] Quizás el detalle de arrancar las espigas sea un añadido redaccional de quien no compren­dí­a bien la casuística que estaba implicada en este caso. Lo que es cierto es que el modo de argumentar de Jesús trayendo el ejemplo de David es típicamente rabínico. Jesús no se sale del marco rabínico a la hora de argumentar.

Aunque los rabinos no daban fuerza a los ejemplos bíblicos de cara a matizar las leyes, sino que exigían otro texto bíblico que fuera también legal, sin embargo a veces usaban ejemplos como sugerencias (zecher), aunque no fueran estrictas pruebas (re’ayah). Por ejem­plo la halajá de que un hombre puede tomar otra mujer si la suya es estéril después de diez años, no puede apoyarse en ninguna mitsvá bíblica. Los rabinos acuden al ejemplo de Abraham que tras diez años tomó a Hagar como concubina. “No se trata de una prueba, pero sí de una sugerencia”.

En cuanto a la frase de Jesús de que el sábado fue hecho para el hombre y no el hombre para el sábado, se trata de una frase que encaja perfectamente dentro de la mentalidad rabínica, como ya vimos al citar el dicho de Simeón ben Menasiah “El sábado os ha sido entregado a vosotros, y no vosotros al sábado”.[227] Por tanto no se puede citar el incidente de las espigas como un caso típico en el que Jesús vulnerase la Ley sobre el sábado.

 

2.- El lavarse las manos antes de comer

Igualmente se trata de un punto sujeto a discusión entre las distintas escuelas legales de la época de Jesús. Los fariseos por ejemplo tenían unas reglas de pureza legal mucho más estrictas que el resto de los judíos. En Lv 11-15 y Nm 19, las reglas sobre la pureza ritual están relacionadas con el culto en el templo. Muchos fariseos querían que estas reglas se cumpliesen también en la vida diaria. En este sentido los fariseos estaban introduciendo un tipo de innovaciones a las que Jesús se opone. Dice Sanders que “aunque nos quedan algunas dudas sobre la historia de las reglas relativas al lavatorio de las manos, una cosa segura es que no es una ley bíblica de pureza, sino una práctica que en la época de Jesús se estaba consolidando entre algunos grupos”.[228]

En la Misná se dice que el que está impuro no puede tocar las cosas santas porque las contamina, y por eso, necesita lavarse antes. Dice que no puede tocar las cosas santas, pero “sí puede tocar las cosas comunes” sin volverlas impuras.[229]

En t.Berajot se dice: “La ablución de manos antes de comer queda a discreción de cada uno, mientras que el agua después de comer es obligatoria”. Jesús no milita directamente contra la Ley escrita, ni siquiera contra la Ley oral reconocida por todos, sino contra la tendencia a ir multiplicando “las tradiciones de los hombres” (Mc 7,8), añadiendo nuevos preceptos divinos a la Ley escrita y a la tradición oral. Contra lo que han pensado algunos como Braun o Aulén, la pureza de las manos, que es el único tema de pureza discutido expresamente en los sinópticos, no es ni una prescripción de la Ley de Moisés, ni una práctica común en el judaísmo de la época de Jesús, sino sólo una práctica limitada a un pequeño grupo.[230]

Este pasaje sobre el lavatorio de las manos es común a Mateo y a Marcos. En ambos casos la respuesta de Jesús a los fariseos, que critican a los discípulos, no entra en el fondo del tema, sino que se formula como un alegato ad hominem: “Y tú más”. “¿Cómo te atreves a criticar a otros cuando tú tantas veces incumples otros mandatos aún más importantes?

Pero este tema ha sido tratado de modo diverso por los sinópticos. Lucas omite totalmente este episodio en la gran omisión lucana, lo cual está muy en consonancia con la actitud de Lucas, que suele evitar temas técnicos sobre casuística judía y tiende a suavizar las disputas de Jesús con los fariseos.

En Mateo, Jesús se limita a hablar sobre las manos impuras (no sobre los alimentos impuros) y dice que el alimento comido con mano impura no puede contaminar el cuerpo, porque termina en el excusado (Mt 15,20).

En cambio, Marcos va mucho más allá y saca una conclusión con voz en off, declarando puros todos los alimentos (Mc 7,19b). Creemos con otros muchos que no se puede atribuir a Jesús esta interpretación maximalista enunciada por Marcos. Ciertamente no lo entendió así Pedro, que posteriormente siguió teniendo tantos escrúpulos sobre lo puro y lo impuro.

Sería anacrónico atribuir a Jesús una posición tan radical, totalmente despreocupada por lo que “entra en el hombre”. Como indica Sanders, en labios de Jesús la antítesis entre lo que “entra” y lo que “sale”, probablemente significa solo que hace más impuro lo que sale que lo que entra. Este tipo de antítesis es un género literario, no para quitar importancia a algo, sino para dárselo a otra cosa que se juzga más importante. Así por ejemplo: “Misericordia quiero y no sacrificios”, no quiere decir que Oseas estuviese en contra de los sacrificios (Os 6,6; Mt 9,13). Cuando Jesús dice que “El que me recibe a mí, no me recibe a mí sino al que me envió” (Mc 9,37), no niega que lo esté recibiendo a él, sino que apunta simplemente a una verdad más profunda.[231]

Con el correr de los tiempos ya no será cuestión de manos impuras, sino de alimentos impuros. Si se declaran puros todos los alimentos, esta conclusión revo­lucionaria vendría a tirar por tierra toda la kashrut judía. Difícilmente podemos atribuir este logion tan radical al Jesús histó­rico. Como diremos luego, la principal preocupación de Marcos estaba ambientada en un contexto totalmente ajeno a la época de Jesús; se trata del problema de salvaguardar a toda costa la comunión de mesa entre judíos y gentiles cristianos. Todo el resto del Nuevo Testamento viene a confirmar que en este caso la versión de Mateo es la que reproduce mejor el pensamiento del Jesús histórico y el medio vital en el que enseñó.

En la exégesis cristiana a veces se olvida la distinción que hay en el judaísmo entre impureza transferible y no transferible. La impureza transferible es la que procede de fluidos o de contactos físicos. En este campo ha habido una evolución muy notable a lo largo del judaísmo. En cambio la impureza no transferible es la de los alimentos impuros. Este tipo de impureza ha permanecido muy estable. Lo que le reprocharon a Pedro en Jerusalén no es que hubiese comido alimentos impuros, cosa que ciertamente no hizo, sino que hubiese comido con gentiles. Lo que se le reveló a Pedro en un primer momento no es que tenía que comer alimentos impuros, sino que no debía llamar a ningún hombre impuro.

 

c) Normativa sobre el divorcio

 

Esta normativa es otro caso más donde se suele contraponer a Jesús con la Ley (Mc 10,2-9 ¹ Dt 24,1-4). Jesús no desprecia la Ley de Moisés ni su validez, pero achaca la permisión del divorcio a la dureza de corazón del pueblo, y pasa a citar un texto del Génesis para hacer una exégesis novedosa en la que el divorcio queda excluido (Gn 1,27; 2.14; 5,2). Jesús no está atacando la Ley de Moisés, porque, según todos creían en aquel tiempo, el Génesis había sido escrito también por Moisés.

Todo lo más habría una confrontación entre Moisés y Moisés, es decir entre la perfección del universo en el momento de la creación que es el paradigma del mundo futuro (Génesis), y una situación transitoria para los tiempos de dureza de corazón (Deu­teronomio)[232]. La llegada del Reino nos devuelve al estado perfecto que Dios siempre ha querido para su creación.[233] Jesús sintoniza con una tradición perenne que encuentra su eco en Mal 2,16: “Yo odio el divorcio, dice el Señor”.

Entre los rabinos había una disputa en la interpretación del alcance del divorcio. Hilel tenía una norma mucho más amplia, y para él el divorcio podía validarse por muchos motivos legales. En cambio la escuela de Samay era mucho más estricta y se asemeja mucho al dicho de Mt 19,9. “La escuela de Samay afirma: nadie se divorciará de su mujer a no ser sólo si encuentra en ella indecencia, ya que está escrito ‘si encontró en ella algo ignominioso’ [Dt 24,1]. La escuela de Hillel enseña “incluso si se le quemó el cocido”, porque está escrito ‘porque encontró en ella algo ignominioso’. R. Aquiva dice: “Incluso porque encontró otra más hermosa que ella, ya que está escrito: ‘si no encuentra gracia a sus ojos’”.[234]

También aquí hay una diferencia entre la prohibición absoluta del divorcio en Marcos y el texto de Mateo 19,9 que permite una excepción: fornicación. ¿Se trata de Mateo una vez más rejudai­zando? ¿Será más original el texto de Marcos? En cualquier caso vemos que hay ya dos escuelas de interpretación entre los discípulos de Jesús, una más estricta, y otra menos estricta que se corresponde con la de Samay, el cual era a su vez el más estricto de los fariseos.

La condición puesta por Mateo coincide bastante con el texto de Deuteronomio (‘ervá), que incluye relaciones sexuales pecaminosas. Pero aun el mismo tenor absoluto de las palabras en Marcos no contradice el Antiguo Testamento, porque un principio general de casuís­tica es que una interpretación más estricta de la Ley no es ilegal. Los haberim y los esenios tenían interpretaciones más estrictas de la Ley, sin que eso supusiera una transgre­sión con­tra la misma Ley. En Qumrán se dice que el rey no podía casarse con otra mujer mientras viviera la primera, pero que “si ella muere, entonces puede casarse con otra”.[235]

 

d) La regla básica para la interpretación de la Ley

 

La curación en sábado no se considera como un acto contrario a la Ley. En primer lugar, la única curación en sábado reseñada unánimemente por los tres sinópticos -la del hombre de la mano seca (Mc 3,1-5; Mt 12, 9-13; Lc 6,6-10) es una curación por sólo la palabra. Ahora bien, el hablar nunca ha estado prohibido en sábado, ni se considera como una “obra”.

Hay otros casos en los que, junto con la palabra, aparecen gestos, tales como imponer las manos o poner barro, cosas que ya podrían ser interpretadas como una obra. Pues bien, en este caso debemos recordar que no estaba prohibido salvar la vida a un enfermo en el sábado, cuando se trataba de un caso de Piqúaj nephesh, es decir, un caso de vida o muerte. La Ley ha sido dada para que el hombre viva (Lv 18,5). Lo que se veía mal era curar en sábado a un enfermo crónico, que no estuviera en peligro de muerte y que hubiera podido perfectamente esperar hasta el día siguiente. Pensemos en el caso actual, en el que en los hospitales el domingo sólo están abiertas las urgencias, pero no los consultorios, y la práctica mé­dica en domingo se reduce a las urgencias.

En este caso Jesús va a tener su interpretación personal de la Ley, hasta el punto de encontrar justificación para hacer en sábado todo lo que de algún modo pueda aliviar el sufrimiento del hombre. Por eso no se negó a curar a los enfermos crónicos en sábado. Para Jesús el criterio supremo que regula la interpretación de toda la halajá es el principio del amor. Por eso uno nunca debe dejar para mañana el cumplimiento de un acto de misericordia.

En modo alguno Jesús se opone a la observancia del sábado. Es más, toda su argu­menta­ción se ajusta a la mentalidad rabínica. Cita el caso de David comiendo los panes de la proposición (Mc 2,25-26), y el caso de la circuncisión en sábado (Jn 7,23), el de los sacerdotes en el templo que relegan el descanso sabático para cumplir con sus ritos (Mt 12, 5), el caso de la oveja que puede ser sacada el sábado del pozo (Mt 12,9), y el caso del buey y el asno desatados y llevados a abrevar también en sábado (Lc 13,15). En estos casos el razonamiento procede según el principio rabínico del Qal wahomer, es decir a fortiori. Si en esos casos es legítimo quebrantar el sábado, a fortiori lo será en los casos concretos en los que Jesús actúa.

Es curioso que el mismo razonamiento sobre la circuncisión en sábado, utilizado por Jesús, va a ser utilizado también en una de las fuentes rabínicas: “Rabí Eleazar ben Azariah” –un tanaíta- “dijo: ‘Al realizar la ceremonia de la circuncisión, que afecta sólo a un miembro del cuerpo, uno tiene que desatender las leyes sobre el sábado, ¡cuánto más debería uno hacerlo cuando es el cuerpo entero el que está en peligro!’”.[236]

Los esenios tenían la interpretación de la Ley más estricta. Habían acortado a mil codos la distancia de lo que se podía caminar un sábado,[237] mientras que lo común era hablar de una distancia de dos mil codos.

Los esenios rechazaban cualquier salvamento de animales en sábado.[238] Los fariseos, en cambio, consideraban legítimo desatar al buey y al asno para llevarlos a abrevar,[239] para evitar lo que en hebreo se llama Tsaar Baal Hayyim, el sufrimiento de los animales.

Jesús va más lejos que ellos, pero en la misma línea. ¡Cuánto más no habrá que aliviar en sábado el sufrimiento de los hombres! Es lícito circuncidar en sábado[240] porque, aun siendo una operación de cirugía, el sábado queda relegado a causa del mandamiento superior de la circuncisión. A partir de esa verdad compartida por todos, Jesús arguye que el mandamiento del amor es aún superior a la circuncisión, y por tanto justifica también que se relegue el cumplimiento del sábado.

Al justificar el comportamiento de los que comían las espigas, además de la referencia al ejemplo de David, Jesús emplea una cita de Oseas 6,6: “Yo deseo Hesed y no sacrificios”. Hesed es más importante que los sacrificios del templo, que la circuncisión, que el aliviar el sufrimiento de los animales. Vemos cómo Jesús no va contra la Ley, sino que la radicaliza en el precepto del amor. No ha venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Esos peque­ños “de­talles” de un fino amor son la tilde de la Ley que no debe dejar de cumplirse. El hidró­pico bien hubiera podido esperar al día siguiente para curarse, pero el corazón de Jesús no soporta la idea de prolongar el sufrimiento durante veinticuatro horas, cuando está en su mano aliviarlo ya mismo.

La frase de Jesús de que el sábado es para el hombre y el hombre para el sábado (Mc 2,27) tiene sus paralelos en la literatura rabínica. El peligro de muerte suspende el sábado.[241] En principio sólo hay tres leyes en la Torah que siguen siendo válidas aun con peligro de muerte. En Mejiltá de Rabbí Ismael hay una discusión rabínica sobre el tema del sábado. Distintos rabinos tratan de fundamentar este principio. Según Rabbí Simeón ben Menasia, “Guardaréis el sábado para vosotros. A vosotros os ha sido entregado el sábado, y no vosotros al sábado”.[242]

Jesús no se defiende desautorizando el sábado. Jesús nunca piensa que él o sus discí­pulos estén quebrantando el sábado al actuar como actúan. Jesús nunca tomó el sábado a la ligera, ni el conjunto de la Ley a la ligera. Una vez muerto, sus discípulos respetaron el sá­bado y pospusieron los ritos del entierro, realizándolo de un modo apresurado. Todo su razonamiento transcurre en los moldes rabínicos, sin salirse de ellos. Así se nos muestra como un pensamiento tradicional y acogedor de la tradición, pero enormemente original y libre en su interpretación a la luz de su comprensión de Dios como amor.

 

e) Las antítesis: Habéis oído, pero yo os digo

 

En el sermón mateano del monte hay una sección de seis antítesis. Las que ofrecen mayor garantía de proceder del Jesús histórico son la 1, la 2 y la 4, sobre el homicidio, el adulterio y el juramento (Mt 5,21.27-28.33-35, porque no tienen paralelos en forma antitética. Las demás antítesis pueden haber sido compuestas redaccionalmente a partir de dichos positivos del Señor.

Jesús afirma: “Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento” (Mt 5,17). No ha venido a sustituir una Ley por otra, sino a llevar a su perfección la Ley del Sinaí. Por eso su comprensión de la Ley es mucho más exigente que lo que se estilaba en su época. Jesús no va a contraponer dos leyes, sino dos interpretaciones de la Ley. Las pequeñas “sutilezas” de la interpretación son enormemente importantes, sólo que la radicalización de la Ley no hay que ponerla en las minucias del anís, de la menta y el comino (Mt 23,23), sino en la interiorización de la Ley, en la importancia de los deseos y las intenciones frente al simple cumplimiento externo, y sobre todo la prioridad dada a la compasión sobre cualquier concepto de pureza que resulte segregadora o discriminatoria.

El principio general de que Jesús no ha venido a anular la Ley, sino a darle cumplimiento, y de la importancia que tienen los preceptos pequeños, se ve ejemplificado en seis casos concretos que se adaptan a una misma forma literaria: “Habéis oído que se dijo a los antiguos, pero yo os digo”.[243]

En la primera parte se nos da una cita de la Escritura interpretada de una forma superficial, laxa y poco comprometedora y en la segunda una demanda más estricta y exigente por parte de Jesús.

En las discusiones rabínicas se utilizaba una fórmula semejante. En la primera parte se decía: Shomea ani, para introducir la interpretación posible de la Escritura que va a ser poste­riormente rechazada. Por ejemplo: Honra a tu padre y a tu madre. “Shomea ani = Podría yo entender, hónrales sólo con palabras. El Midrash Mejilta al Éxodo procede a refutar esta posible interpretación, y al citar la segunda parte –la interpretación que se juzga vá­lida-, se dice “Pero tú debes decir -Weamarta. Hay un contraste entre lo que oigo, la interpretación posible, y lo que “se debe decir”, el modo como se debe interpretar la cita bí­blica. Pero en Proverbios se dice “Hónralos con tus bienes, o sea con alimento, bebida y vestidos limpios”.

Otro ejemplo de Yehuda ha Nasi: Yo oigo, -yo podría leer literalmente-, que el Señor bajó del monte Sinaí. Pero debes decir: “Si el sol, siervo del Señor, se queda en su lugar y produce sus efectos, cuánto más Dios mismo”. Queriendo decir: “El Señor no bajó y su actividad alcanzó al monte Sinaí, aunque él se quedó en su lugar”.[244]

El “Yo” es el propio rabino que humildemente se pone como ejemplo de la persona que puede equivocarse al oír el texto de una forma no correcta. El “tú” es el de un compañero rabino a quien uno se dirige indicándole lo que debería él decir.

En el evangelio se mantiene la estructura, pero se ha cambiado el uso de las personas. La cita equivocada viene expresada en labios de los interlocutores, el “vosotros habéis oído” quiere decir: “vosotros incorrectamente habéis interpretado”. Y sigue la cita, en unos casos literal, y en otros casos desa­rrollada conforme a la suposición incorrecta.

En general, el verbo decir, tanto en los escritos rabínicos como en Qumrán, significa interpretar. El “Yo os digo” de Jesús no es radicalmente distinto del “el rabino X dice”, que aparece continuamente en las fuentes rabínicas. Se trata de un verbo técnico utilizado cuando se hace una exégesis de un texto.

Es el caso de una de las antítesis del sermón del monte, no se ha podido encontrar la cita tal cual en el Antiguo Testamento. Esto es una prueba que Jesús está citando no es un texto de la Escritura, sino la errada interpretación tradicional que se viene haciendo de ella. Se trata de la última antítesis, sobre el mandato de odiar al enemigo (Mt 5,43). Nunca se ha podido localizar esta cita en la Biblia hebrea, por más que se la ha buscado. El hecho de buscarla supone que no se ha comprendido el género literario de Jesús, que no está citando la Escritura, sino una interpretación errónea de la Escritura, y por tanto, no está oponiendo su autoridad a la de la Escritura, sino oponiendo su interpretación a otras interpretaciones.

Es notable el hecho de que Jesús no recurre a ningún argumento para justificar su interpretación. Al hacer su exégesis innovadora, Jesús no se quiere presentar como el legislador de una ley nueva. Más bien quiere mostrar que las nuevas reglas están ya presentes en el mandato bíblico y sólo contienen la revelación de un significado nuevo para una edad nueva. La ley nueva no se opone a la vieja, sino que sólo se opone a una interpretación minimizante.

Jesús en sus antítesis está haciendo algo muy semejante a lo que los rabinos posteriores harán, es decir, pone un seto a la Ley para que el hombre no sólo no la quebrante, sino que no pueda ni siquiera acercarse a una situación de posible quebrantamiento. El seto acota un territorio próximo a la Ley y prohíbe pisar en ese cerco.[245]

Así para Jesús no sólo tenemos que abstenernos del homicidio, sino que debemos abstenernos de airarnos contra el prójimo, porque la ira nos acerca demasiado a la trasgresión de la ley del homicidio. No sólo hay que evitar el adulterio, sino que hay que evitar los malos deseos que nos acercan a su posible realización. No sólo hay que evitar jurar en falso, sino que hay que evitar todo tipo de juramentos, que es la mejor manera de eliminar del todo la posibilidad de un juramento en falso. Esto que hace Jesús con estos preceptos morales de la Ley es exactamente lo que harán los rabinos con otros preceptos rituales de Ley, especialmente con los que definen lo puro y lo impuro, y ayudan a distinguir al judío del gentil defendiéndolo de cualquier amenaza de asimilación.

 

f) Conclusiones

 

En nuestro estudio hemos intentado superar una visión muy difundida en ciertos ambientes del cristianismo de hoy, según la cual Jesús se habría mostrado hostil a la Ley. A ese vago sentimiento de hostilidad hacia la Ley propio de ciertos ambientes de nuestra cultura, concurre un elemento ácrata, que ha demonizado el derecho y la autoridad, un poco como antes se demonizaba el sexo. Hay también un elemento luterano que en su exégesis paulina ha radicalizado la dicotomía entre ley y gracia, y luego ha retroproyectado al Jesús histórico esta caricatura de la teología paulina. Hay finalmente un poso de antisemitismo, que desprecia las observancias legales judías con un tono de superioridad.

Difícilmente Jesús pudo haberse opuesto a la Ley. ¿Es que Jesús habría estado a favor del asesinato, del adulterio, del perjurio, de la mentira? La Ley antes que unas prescripciones rituales, es un código ético, y aunque le mensaje de Jesús va más allá de la ética. No olvidemos que para los judíos la Ley es unitaria, y todas sus partes son igualmente vinculantes. El que abiertamente quebranta una parte, se está situando decididamente en contra de toda la Ley. Jesús no pudo haberse opuesto a unas exigencias de la Ley sin ver las implicaciones que eso tenía respecto a la Ley en su globalidad.

Al entrar en el análisis de los textos, que han sido reelaborados por la comunidad desde contextos nuevos, hemos visto lo difícil que nos resulta llegar a través de esos textos a los ipsissima verba de Jesús, a una comprensión precisa de cuál fue la actitud de Jesús hacia la Ley.

Por eso hemos señalado que los argumentos más convincentes son los argumentos indirectos, aquellos que hacen alusión a las condiciones de posibilidad de los desarrollos posteriores. Si Jesús hubiese roto claramente con la Ley, no se explica por qué luego la comunidad cristiana tuvo tanta dificultad para emanciparse de ella. Pero igualmente, si ya en Jesús no hubiese habido una cierta actitud de superación de la Ley, es incomprensible cómo la comunidad cristiana pudo llegar a emanciparse de ella finalmente.

Este simple razonamiento nos lleva a evitar las posturas extremas, tanto la de aquellos que piensan que Jesús abolió la Ley explícitamente, como la de los que piensan que Jesús vivió pacíficamente su observancia de la Ley. De entre las diversas explicaciones que tratan de concordar los datos evangélicos discordantes, la que más nos agrada es la de Banks, según el cual Jesús nunca se opuso explícitamente a la Ley, pero la sobrepasó al no hacer de ella el principio último que regulaba su acción y su discernimiento.

Lambrecht nos hace recordar que, antes de Yavne, la Ley no era todavía una entidad fija con límites precisos, y por eso quizás Jesús mismo no fue consciente de que su actitud implicaba un distanciamiento con respecto a la Ley. “No debemos aislar la posición crítica de Jesús con respecto a la Ley de la totalidad de su misión. Jesús sabía que era el mensajero de Dios y no de la Ley. La nueva iniciativa salvadora de Dios, que está activa en Jesús, se abre paso por medio de todos los mandamientos, que tan frecuentemente habían sido mal comprendidos, mal interpretados y erróneamente aplicados. Esta iniciativa da de lado todas las tradiciones humanas que contravienen la intención original de Dios. Jesús actúa y habla de un modo profético, bajo el impacto de una experiencia única de Dios, y esto no pude dejar de implicar una crítica a la Antigua Ley”.[246]

Los datos que tenemos indican que, aunque Jesús no fuese un transgresor de la Ley, sin embargo resultó una persona incómoda dentro del judaísmo normativo de su época. Puso en cuestión determinados tipos de exégesis que subrayaban la identidad del pueblo judío en términos de observancia legal, y se abrió a nuevas claves hermenéuticas que contenían ya en germen una visión innovadora de largo alcance, cuyas últimas consecuencias Jesús no explicitó y de las que probablemente no fue del todo consciente.

Por ello no sólo resultó incómodo y exasperante para sus antagonistas, sino que también resultó incómodo y exasperante para sus propios discípulos, que mostraron grandes resistencias a la hora de desarrollar esos gérmenes implícitos que ya estaban presentes en las actitudes de Jesús.

Los primeros discípulos tras la Pascua eran judíos y “judíos leales”.[247] Nunca se vieron a sí mismos como una nueva religión. Todo lo más pudieron considerarse como el Israel escatológico de las doce tribus, reconstituidas sobre el grupo de los Doce, según el dicho de Q 22,28-30. La dimensión escatológica de la fracción del pan apuntaba también a la llegada de este tiempo nuevo.

Pero todo indica que los primeros discípulos siguieron guardando la Torah, y no se sintieron autorizados a salirse fuera de los límites que la misma Torah les proponía. En ningún momento recibieron una instrucción explícita de Jesús a este respecto.

Aun reconociendo el género literario propio de la narración lucana de Hechos, queda claro que dentro de este género Pedro necesitó una doble visión en Jope para decidirse a entrar en casa de un pagano donde no se guardaba la kashrut judía en los alimentos (Hch 10.14). Después tuvo que dar explicaciones en Jerusalén sobre este comportamiento que les resultaba anómalo al resto de los hermanos (Hch 11,3). Aun después de esto, en Antioquía, Pedro siguió manteniéndose alejado de los cristianos procedentes del paganismo y se negaba a la comunidad de mesa con ellos, por miedo al escándalo que esto producía en muchos de los hermanos del grupo de Santiago (Ga 2,12).

Ni siquiera en el grupo más liberal de los hermanos helenistas, se detecta una posición de antinomismo claro. Es verdad que Esteban fue acusado de pronunciar palabras contra el templo y la Ley, pero el narrador de Hechos se encarga bien de decir que se trataba de acusaciones falsas (Hch 6,13).

Como indicamos en el capítulo anterior, la simpatía mutua que existió en esa primera época entre los fariseos y la primera comunidad judeocristiana, testimonia también el carácter observante del grupo de Santiago, que permanecía firmemente anclado en la línea de la observancia más tradicional de los fariseos.

La realidad de esta situación postpascual nos lleva a postular, por una parte, que los primeros cristianos no tenían instrucciones claras de Jesús sobre el abandono de la observancia de la Ley, porque en ese caso no se explicarían sus muchas reticencias y resistencias.

Pero al mismo tiempo debemos aceptar que si los discípulos no hubieran visto en Jesús un talante superador de la Ley, no se explica cómo esos devotos judíos habrían podido llegar a desligarse de ella. Es verdad que a esta superación de la Ley contribuyeron mucho las circunstancias sociales, el éxito de la misión con los paganos y la asistencia profética del Espíritu Santo, pero aun teniendo en cuenta todos estos factores, es impensable que ese grupo de judíos observantes llegara a desmarcarse de la observancia legal judía, de no haber tenido en el recuerdo de los dichos y acciones de Jesús una clave hermenéutica que subordinaba la Ley a la instancia más urgente de un Rei­no adveniente que constituía el último criterio de actuación.

 

 

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Notas al tema 8


 

TEMA 9: Sanadores

 

I. EL CONTEXTO REMOTO

 

El paralelismo entre Jesús y los carismáticos galileos de su época ha quedado ya para siempre ligado al nombre de Geza Vermes. En su primer libro sobre el judaísmo de Jesús Vermes dedica un capítulo al estudio de Jesús y el judaísmo carismático.[248] “Mientras no se emplace a Jesús dentro de esta corriente, en compañía de otras personalidades religiosas afiliadas a diversos movimientos y grupos, será imposible apreciar con auténtica perspectiva y proporción su obra y su personalidad”.[249]

Vermes ha llamado la atención sobre la existencia de un tipo de personajes que jugaron un papel especial en la vida religiosa judía del final de la era del Segundo Templo. Son los Jasidim, santos o devotos carismáticos que se desmarcan claramente del grupo de rabinos de tradición farisea. Estudiaremos el caso de los dos jasidim más famosos. Expondremos los razonamientos de Vermes, y al final nos haremos eco de muchas de las críticas que se le han dirigido, sobre todo por parte de S. Freyne,[250] cuya contestación a Vermes ha sido definida por Meier como “demoledora”.[251]

 

a) La tradición bíblica de la sanación

 

Jesús indudablemente ejerció un ministerio de sanador y exorcista. Vermes nos ha invitado a estudiar este ministerio en el contexto del judaísmo carismático. Pero antes de estudiar el caso de estos carismáticos sanadores de Galilea, queremos dar una perspectiva más amplia de las tradiciones sobre sanación que pueden guardar relación con Jesús.

En la Escritura la sanación es monopolio divino. Se condena a Asá porque no buscó la guía del Señor en su enfermedad, sino que recurrió a médicos (2 Cr 16,12). En el Antiguo Testamento los únicos que podían curar como delegados de Dios eran los sacerdotes (diagnosis, lepra, ritos de purificación) o los profetas como Elías y Eliseo. Así por ejemplo Isaías curó a Ezequías con un ungüento de higos (2R 20,7).

La actitud de Joni, uno de los carismáticos citados por Vermes, está puesta claramente en paralelo con la de Elías en ambos Talmudes. También Elías se puso ante Dios sin moverse (1 R 17,1; 18,41-46). Como veremos, Joni tenía el poder para abrir y cerrar el cielo, y, como Elías, tenía las llaves de la lluvia en sus manos.

Elías y su discípulo Eliseo son los protagonistas de dos ciclos de narraciones en el libro de los Reyes. Ambos actuaron en el Reino del Norte: Samaría, Galilea y Transjordania septentrional. El estilo de estas narraciones se asemeja a los fioretti. Se trata de dos personajes carismáticos que influyen decisivamente en el curso de los acontecimientos políticos del país, llegando incluso a poner y quitar reyes.

Nos interesa ahora especialmente su faceta taumatúrgica que acompaña a su condición de hombres santos. Elías puede abrir y cerrar el cielo con su fuerza intercesora. Junto al torrente es alimentado milagrosamente por un cuervo que le lleva pan y carne, y más tarde por el desierto es alimentado por el ángel que le proporciona una torta cocida y un jarro de agua. En Sarepta Elías hace que la provisión de alimentos de la pobre viuda se mantenga milagrosamente hasta el final de la sequía, y posteriormente resucita al hijo de dicha viuda. Más tarde hace bajar fuego del cielo para consumir el holocausto en la cumbre del Carmelo. Golpeando el río con su manto, Elías consigue que se abran las aguas del Jordán y finalmente es arre­batado al cielo en un carro de fuego.

El ciclo de Eliseo está aún más lleno de prodigios, algunos de los cuales son duplicados de los milagros de Elías. Eliseo resucita muertos, multiplica los alimentos, sanea las aguas de las fuentes y una olla de alimentos envenenados, instruye a Naamán sobre el modo de sanarse de la lepra en las aguas del Jordán.

Sabemos el enorme influjo del ciclo de Elías y Eliseo en la redacción de los milagros del NT sobre todo en las narraciones lucanas.[252] Algunos de estos milagros de Elías y Eliseo encuentran su correlato en las acciones de Jesús de Nazaret, que resucita al hijo de una viuda, multiplica los panes de cebada, sana a los leprosos, es servido por los ángeles. Es importante la raigambre bíblica que tienen todas estas acciones de Jesús

Frente a una visión exclusivamente religiosa de la sanación tal como aparece en la Biblia hebrea, más tarde Ben Sira da respetabilidad al oficio de médico, en un claro proceso de secularización influido por el helenismo (Si 38, 1-15). Pero aun en el caso de médicos profesionales, la curación requiere la oración a Dios, el arrepentimiento por el pecado, y la ofrenda de limosnas y sacrificios. Sólo después de haber realizado estos deberes religiosos se podía consultar al médico, el cual a su vez también tenía que rezar a Dios pidiendo la sanación. Por eso vemos que el conocimiento profesional es secundario respecto al requisito básico del curador que es la santidad.

En cuanto a los exorcismos hay que señalar que la creencia en el influjo diabólico entró en el judaísmo postexílico por la influencia iraní. Recordemos el libro de Tobías, y el efecto del hígado del pez quemado que ahuyenta al demonio (Tb 6,8. 17; 8.2).

 

b) La sanación en la literatura intertestamentaria

 

También en la literatura intertestamentaria se nos habla de la curación en contextos religiosos. Enoc etíope nos habla del Rafael como ángel curador que ata al demonio Azazel.[253] El libro de los Jubileos nos dice que Dios ordenó a los ángeles que enseñasen a Noé las medicinas.[254] Moisés en la Biblia realiza milagros, pero no aparece como sanador. Sin embargo en el siglo II a.C., el judío helenístico Artapano alude a una cura sobrenatural atribuida a Moisés. Moisés susurró el Tetragrama en el oído del faraón y este murió, pero luego Moisés lo levantó y revivió.[255]

David ahuyentó con su música el demonio de David. El Seudofilón en el s. I d.C. reproduce un poema compuesto por David para controlar al demonio. “Ahora deja de importunar, porque eres una criatura secundaria... Recuerda el infierno en que caminas...”[256]

Josefo acepta como válidos todos los milagros bíblicos. En el caso de Moisés insiste en que no se trata de actos de magia equiparables a los de los magos egipcios.[257] Josefo acepta la existencia de los milagros, aunque no desdeña encontrarles a menudo alguna explicación de tipo racionalista.

Nos cuenta un rito esenio de exorcismo, realizado por Eleazar delante de Vespasiano. Expulsó el demonio colocando un anillo en la nariz del poseso con raíces prescritas por Salomón.[258] “Cuando el hombre lo olía, expulsaba al demonio de sus narices”. Parece ser que era importante nombrar a la autoridad en cuyo nombre se hacía la expulsión (Lc 10,20). Josefo también nos dice que Salomón era un maestro en artes mágicas: “Compuso fórmulas mágicas para curar las enfermedades y dejó varias formas de exorcismos con los que echar a los demonios de los que estaban poseídos por él, y que no volvieran ya más”.[259]

Para Josefo no se trata de un caso aislado, sino que expresamente afirma que “esta habilidad para curar sigue siendo muy poderosa entre nosotros, incluso hoy día”.[260] Los esenios, según Josefo, se interesaban por los libros de medicina.[261] Para Vermes esenios equivale a curadores.[262]

El judaísmo atribuía poderes curativos a los santos. En los escritos de Qumrán hay dos textos interesantes al respecto. El primero está en Génesis apócrifo que nos presenta a Abrahán con poderes de curación.[263] A raíz del episodio en que el faraón Zoan tomó a Sara por mujer, se nos dice que fue castigado por Dios con toda clase de plagas. Ningún médico egipcio pudo curar al faraón, sino sólo Abraham que expulsó al mal espíritu. “Pero ahora, ruega tú por mí y por mi casa, para que sea expulsado de nosotros este espíritu maligno... Yo recé e impuse mis manos sobre su cabeza. El castigo se apartó de él”.

Curiosamente el texto apócrifo hace una refundición de los dos textos del Génesis en los que Sara fue tomada por mujer primero por el faraón (Gn 12,10-20) y luego por Abimelej, rey de Guerar (Gn 20,1-18). El apócrifo sitúa la intercesión de Abrahán en la corte del faraón, siendo así que en el relato bíblico tiene lugar en la corte de Abimelej.

Vemos cómo las fuentes contemporáneas al NT atribuían el éxito del exorcista al cumplimiento literal del ritual, lo cual revela una tendencia semimágica. Mientras que en el texto bíblico (Gn 20,17) Abrahán se limitaba a orar por Abimelej, en cambio en el apócrifo hay todo un rito de sanación.

Hay algunos paralelismos entre este texto y los exorcismos de Jesús. En estos últimos aparece el término increpar -ejpitima'n- que corresponde al arameo G>R. En cambio hay una diferencia notable entre el texto qumránico y los evangelios. Abrahán impone las manos para expulsar el demonio, mientras que en los evangelios la imposición de manos no está asociada a los exorcismos, sino a las curaciones.[264]

El segundo texto qumránico es el de Nabonido, rey de Babilonia afligido por una úlcera maligna,[265] a quien un gazer o exorcista perdonó sus pecados y le curó. En el libro de Daniel gazer se aplica a los adivinos. En cambio en el apócrifo de Qumrán gazer significa exorcista, según Dupont-Sommer.[266] El gazer es el que decreta la expulsión del demonio. A Janiná Ben Dosa se le aplica también este verbo cuando nos cuentan que decretó la expulsión de la reina de los demonios.[267] Nabonido dice del gazer: “Él perdonó mis pecados “. Según Vermes esta frase equivale a curar, y la relaciona con la curación evangélica del paralítico que bajaron por el techo. Según los rabinos nadie podía curarse si no se le perdonaban los pecados.

En la literatura rabínica posterior hay un paralelismo iluminador. Simeón Ben Yohay y Eleazar ben Yose exorcizaron a la hija del emperador diciendo: “Vete, ben Temalión, vete ben Temalión”.[268]

El método de Jesús era muy simple comparado con el esoterismo de otros métodos. Sólo en contadas ocasiones usó la saliva o tocó al enfermo.

 

c) La sanación en el mundo grecorromano

 

Es importante también estudiar el fenómeno de curaciones y exorcismos en el contexto más amplio de la cultura mediterránea, especialmente en el medio pagano del mundo helenístico. A este respecto se citan comúnmente las sanaciones que tenían lugar en el templo de Epidauro y las curaciones del gran taumaturgo Apolunio de Tiana.

G. Barbaglio ha recogido tres milagros narrados en los exvotos del templo de Epidauro. [269] En estas curaciones la fe es posterior al prodigio, y no es una fe previa como en el caso de los evangelios. Es más, en muchas de las 80 narraciones se insiste en la incredulidad de los enfermos, que realza más aún el poder del dios Esculapio. Por otra parte las curaciones son realizadas directamente por el dios, sin intervención de ningún taumaturgo humano, y tienen lugar mientras sus devotos duermen en el santuario.

Distintas son las curaciones atribuidas a Apolonio de Tiana, filósofo neopitagórico itinerante de la segunda mitad del siglo I. Se nos conserva una vida escrita por Filóstrato a comienzos del siglo III,[270] y unas cartas apócrifas que no merecen mucho crédito a juicio de Penella, que ha hecho una edición crítica de dichas cartas.[271] Según Penella estas cartas espúreas fueron falsificadas por Filóstrato o bien éste las encontró en una falsificación anterior a él.

Filóstrato pretende haber utilizado un diario de un tal Damis como fuente para escribir la biografía. Varios estudiosos ponen en duda la existencia de dicho diario, y su fiabilidad. Kee llega a decir: “El material tomado de Damis, está tan lleno de anacronismos históricos y errores geográficos de bulto que no se podría confiar en Damis como informador si verdaderamente existió el diario”.[272] En general todo lo relativo a Apolonio ha suscitado muchas dudas de parte los críticos.[273]

El retrato que emerge de Apolonio es el de un profeta y taumaturgo, reformador del culto y de la moral e interesado por conocer tradiciones esotéricas de hombres santos de otras tierras.

En el fondo casi todo nuestro conocimiento sobre Apolonio viene de Filóstrato, un escritor tardío, cuyo valor histórico es hasta hoy objeto de debate. Ya en tiempos antiguos Eusebio de Cesarea trató de desacreditarlo en un tratado en el que acusaba a Apolonio de falsario. Respondía Eusebio a Hierocles, un gobernador del Bajo Egipto, en la época del gran combate de Diocleciano contra el Cristianismo. Hierocles mostraba a Apolonio como gran taumaturgo, igual que Jesucristo. Eusebio afirmaba, contra Hierocles, que todos los milagros de Apolonio habían sido realizados por arte de magia o por la ayuda de los malos espíritus.

Es curioso observar cómo ese tipo de debate se ha renovado en la época moderna en la que autores racionalistas han querido restar originalidad a los milagros de Jesús aludiendo a que hechos semejantes se dieron también el paganismo contemporáneo.

Petzke ha hecho un estudio comparativo de los relatos sobre Apolonio y sobre Jesús,[274] y se ha dedicado a la búsqueda del “Apolonio histórico”. Como muestra J.P. Meier, en realidad hay muy pocos datos sobre Apolonio anteriores a la obra de Filóstrato, y hay un eslabón perdido de más de cien años entre su muerte y la redacción de su Vida. Meier acusa a Petzke de ser cicatero a la hora de valorar la historicidad de Jesús, y excesivamente generoso a la hora de valorar los datos sobre Apolonio.

Además es normal suponer que son las tradiciones sobre Jesús de Nazaret las que han influido en Filóstrato al redactar su biografía de Apolonio. Bien pudo Filóstrato haber tomado de los evangelios algunos elementos a la hora de presentar a Apolonio como sabio y taumaturgo.

La conclusión de J.P. Meier es que “las serias dudas que surgen sobre las fuentes y la fiabilidad histórica de la Vida de Apolonio hacen difícil hablar de este personaje como de una figura paralela a Jesús de Nazaret”.[275]

Un tercer punto de comparación entre la taumaturgia de Jesús y la del mundo pagano de su época serían los milagros atribuidos a Vespasiano en las historias de Suetonio[276] y de Tácito.[277] Según ambos historiadores, estando Vespasiano en Alejandría, se acercaron un cojo y un ciego pidiéndole que les curase. Serapis les había dado a conocer que Vespasiano podría curarles poniendo saliva en los ojos del ciego y tocando son su mano el pie del cojo (En la versión de Tácito se trata de una mano enferma y no de un pie). Vespasiano se sentía muy incrédulo y pidió consejo a sus amigos que le animaron a hacerlo. En la versión de Tácito se asesoró antes con los médicos sobre si había alguna esperanza humana de curación y estos le respondieron afirmativamente. Vespasiano hizo cuanto se le pedía y los dos enfermos se curaron. El relato de Suetonio tiene un claro matiz irónico, mientras que en el de Tácito hay un intento de racionalizar las curaciones.

J.P. Meier se niega a establecer ningún paralelismo entre los milagros evangélicos y aquella “farsa callejera” o “pantomima” propagandística, que no merece el nombre de un milagro. Uno de los puntos más llamativos de esta historia es el uso de saliva para curar al ciego, que nos recuerda el relato evangélico de Marcos en el que Jesús usa la saliva para curar al sordomudo de la Decápolis (Mc 7,31-37) y al ciego de Betsaida (Mc 8,22-26), y también al relato del ciego de Siloé en el cuarto evangelio (Jn 9,6). Aun negando el carácter milagroso, podemos asomarnos a ver cómo eran los métodos curativos utilizados en aquella época por los sanadores, y comprobamos que en este caso no son muy distintos de los usados por Jesús.

 

II. JESÚS Y LOS CARISMÁTICOS GALILEOS

 

a) Joni el trazador de círculos

 Vamos a pasar ya a hablar del paralelo más próximo a los milagros de Jesús. Se trata, como dijimos, de los así llamados “carismáticos galileos” de la época final del segundo templo. Por orden cronológico empezaremos hablando de Joni “hamme>agel”, el trazador de círculos (m.Ta>an. 3.8; p.Ta>an. 3.9; b.Ta>an. 23, p.Ta>an 3,9,66d; t.Ta>an 3,8; Midrás a los Salmos, Salmo 126,1; Flavio Josefo, Ant. 14,22-24; GenR 13,7).

En el libro de las Antigüedades de los Judíos Flavio Josefo se refiere a él con el nombre griego de Onías y nos dice que fue un “hombre recto y agradable a Dios”. Vivió en la primera mitad del siglo I antes de Cristo y murió el año 63 a.C. durante la guerra civil entre Hircano y Aristóbulo, fuera de los muros de Jerusalén.

Al parecer, Aristóbulo, uno de los dos hermanos pretendientes, estaba den­tro de la ciudad, sitiado por las tropas de Hircano. Los partidarios de este último quisieron forzara Joni a pronunciar una maldición contra los sitiados en la ciudad. Como Joni no quiso pronunciar la maldición, lo lapidaron hasta la muerte.[278] La tradición judía venera su tumba en una gruta cerca de Hatsor, junto con sus nietos Abba Jilkiah y Hanan hannehba.

 De él nos dice también Josefo que “rezó una vez en tiempo de sequía a Dios porque enviase la lluvia, y Dios oyó su oración y la envió”.

Este relato sobre la lluvia nos invita a identificar al Onías de Josefo con el Joni hamme>agel (trazador de círculos) del que nos habla la literatura rabínica.

Ocurrió una vez que dijeron a Joni el marcador de círculos que orara para que descendiesen las lluvias...

... Oró, pero no descendieron las lluvias. ¿Qué hizo? Trazó un círculo se colocó en el centro y dijo ante El: “Señor del universo tus hijos se han dirigido a mí por cuanto que yo soy como un hijo de casa ante ti. Juro por tu gran nombre que no me moveré de aquí en tanto que no desciendan las lluvias”. Comenzaron entonces a desprenderse unas gotas. Exclamó: “No te he pedido esto, sino la lluvia de las cisternas, de las fosas y de las grutas”. Comenzó luego a llover con furia. Exclamo: “No es esto lo que te pedí, sino lluvia de benevolencia, bendición y de generosidad”. Descendieron las lluvias con moderación.[279]

Cuenta también la Misná en el mismo tratado que Simeón ben Shetá, el rabino más influyente de aquella época, dijo a propósito de Joni: “Si tú no fueras Joni, te impondría la excomunión. Pero ¿qué puedo hacer yo contigo? Tú te comparas con Dios como un importuno y El cumple tu voluntad, como un niño que importuna a su padre y éste le satisface su deseo”.[280]

Aunque la tradición talmúdica posterior ha querido presentar a Joni, como un gran rabino, sin embargo su personalidad carismática se desmarca claramente de la línea rabínica, y el texto más antiguo de la Misná que acabamos de citar más bien insinúa que los rabinos sentían una cierta prevención frente a este tipo de personalidades. De hecho en la literatura rabínica no se nos conserva ninguna sentencia de Joni a propósito de la halajáh, o comentario a la Ley.

El pueblo lo veneraba[281] y más adelante surgieron toda clase de leyendas sobre él. Así se decía que tras su asesinato sopló un viento secó que destruyó las cosechas en Palestina.

Otra leyenda nos cuenta que durmió durante setenta años seguidos.[282] Esta leyenda nos ha llegado en versiones distintas en los dos Talmudes. Según el Talmud de Babilonia, Joni se durmió al pie de un algarrobo recién plantado por un campesino y se despertó setenta años más tarde cuando un nieto del campesino cosechaba las primeras algarrobas. Joni se identificó ante los rabinos que no quisieron creer su historia.[283]

Según el Talmud de Jerusalén Joni se durmió cuando la destrucción del templo y se despertó setenta años más tarde, cuando el templo fue reedificado[284]. Como puede verse fácilmente, este segundo Joni vive un siglo después del Joni histórico al que se refieren los demás relatos.

Diógenes Laercio atribuye una historia semejante a Epiménides, el taumaturgo de Knosos del siglo VI a.C., y hay también otra historia semejante en el apócrifo libro IV de Baruc.[285]

Al comparar a Joni con Jesús llama la atención en Joni su familiaridad filial con Dios y su absoluta confianza en Dios que llegaba hasta el extremo de la “importunidad”. Es muy interesante subrayar que Joni se refería a Dios como Abba con lo cual presenta un precedente a uno de los rasgos que se han considerado más característicos en Jesús. La diferencia entre los dos está en que Jesús utiliza el término Abba como vocativo, al dirigirse a Dios en la oración, mientras que Joni habla de Dios como Abba siempre en tercera persona. En su oración a Dios Joni se dirige a él como “Ribbonó shel >olam”, “señor del universo”.

Al igual que Jesús, Joni no quiso inmiscuirse en las luchas de los revolucionarios de su época y mantuvo su neutralidad de una forma heroica, hasta llegar al martirio como Jesús.

El midrás Rabbah nos dice que “No ha existido hombre alguno comparable a Elías y a Joni el Trazador de círculos, en mover los hombres a servir a Dios.[286]

En cambio no hay indicio serio para pensar que Joni fuese galileo lo cual debilita mucho la tesis de Vermes, que tiene que recurrir a conjeturas muy subjetivas.[287] Y tampoco se puede hablar de Joni como realizador de sanaciones. Lo que las fuentes nos conservan sobre él es su poder intercesor y su familiaridad con Dios.

 

b) Janiná ben Dosa

 

Son muchas más las referencias rabínicas a Janiná ben Dosa, quien claramente fue un galileo de la segunda mitad del siglo I d.C, y vivió sólo algunas décadas después de la época de Jesús. Sobre él tenemos mucha más información que sobre Joni:

 (m.<Abot 3:9-10; m.Sot 9,15; m.Ber 5,1; b.Ber 33; b. Ber 34; b.Ber 17b; b.Ber 61b;

b.Ta>an. 24b–25a; b.Bat. 74b; b.Hag 14ª; b.Pesahim 112b; b.Yoma 53b; p.Ber 4; 5,9a; 6;

p.Dem 1:22a; t.Ber 3; Midr. RabQoh; Pirqe R. El. 204–5).

Janiná ben Dosa residió en Arab, en la baja Galilea, al norte del valle de Netofa, 15 kms. al norte de Nazaret. Dosa o Dositeo es un nombre griego, pero esto no era un hecho anormal entre los rabinos de la época.

Los parecidos de algunos de los milagros de Janiná y Jesús son tan notables que con razón se extraña Vermes de que los autores cristianos apenas hayan caído en la cuenta de dicho paralelismo.

Janiná fue discípulo de Yojanán ben Zakkai, y por tanto habría que catalogarle entre los sabios tanaítas de la primera generación. Su sabiduría fue muy ponderada por la literatura talmúdica que en varias ocasiones nos trasmite algunos dichos atribuidos a él Ya en la Misná hay dos citas suyas. En una de ellas dice: “En el que los hombres se complacen, se complace también Dios y en aquel en quien los hombres no se complacen, tampoco se complace Dios”.[288] Posteriormente su fama se fue extendiendo también a la generación de los amoraítas, en la que Janiná fue tenido por un hombre sabio.[289]

También hay una vena en la tradición sobre Janiná que nos le presenta como celoso cumplidor de la Ley. Así por ejemplo se nos dice que se distinguía por su observancia del sábado desde el viernes al mediodía,[290] por su escrupulosidad al dar el diezmo aun de las cosas más pequeñas[291] y por su esmero al devolver a sus dueños la propiedad perdida.[292]

Comparte con Joni (Onías) la fama de santidad y de íntima familiaridad con Dios, confirmada por una voz del cielo.[293] que decía: “El mundo entero se sostiene en función de mi hijo Janiná, y Janiná mi hijo tiene que subsistir con un qab de algarrobas desde el sábado por la tarde hasta la siguiente víspera del sábado”.[294] El perfil de Janiná es el de alguien gracias al cual sus contemporáneos se sintieron inmensamente bendecidos por Dios.[295] La Misná nos dice que cuando el rabino Ben Dosa murió, se acabaron los hombres de hechos.[296]

Pero a nosotros más que esta faceta rabínica, lo que más nos interesa es estudiar la figura de Janiná ben Dosa como personalidad carismática, y taumatúrgica. Se nos cuentan de él dos milagros principales, las dos curaciones del hijo del rabino Gamaliel,[297] y del hijo del Yojanán ben Zakkai.

Tanto Janiná como Jesús eran conscientes de la eficacia de sus curaciones. La Misná nos cuenta que Janiná sabía si su oración había sido escuchada o no según que la oración fuera fluida en su boca o no lo fuera.[298]

Los dos Talmudes nos cuentan la curación del hijo de Gamaliel.[299] Se trata de una curación a distancia, como en el caso del milagro evangélico del hijo del centurión (Mt 8,5-13) o del hijo del funcionario real (Jn 4,46-53).

Dos discípulos de Gamaliel advierten a Janiná de la gravedad del enfermo. Janiná se retira a una habitación en el piso de encima y al bajar anuncia que el niño está curado. Los discípulos anotan la hora, que es la misma en la que el hijo de Gamaliel estaba pidiendo que le dieran de comer. La expresión “se le quitó la fiebre” aparece tanto en el relato del cuarto evangelio como en el del Talmud de Babilonia. En la narración rabínica, los discípulos hacen a Janiná una pregunta malévola: “¿Eres profeta?” En el cuarto evangelio inmediatamente antes del milagro de la curación del niño se nos dice que Jesús dio testimonio de que ningún profeta es honrado en su propia patria (Jn 4,44).

Las semejanzas entre los relatos postulan un cierto contacto literario. Es más probable que sea el relato evangélico el que ha influido en el rabínico, o quizás ambos tienen el influjo de un “phylum” común.[300]

El relato de la curación del hijo de Yojanán ben Zakkay, el fundador de la Academia de Yavne, aparece sólo en el Talmud de Babilonia y se parece mucho a la curación que acabamos de narrar. Contiene algunos detalles interesantes: Janiná se pone de rodillas para orar, como Elías en el Carmelo. Al final Yojanán reconoce que su propio estatus es superior al de Janiná: “Él es como un servidor ante el rey, y yo como un príncipe delante del rey”.

Más tarde se desarrollaron leyendas acerca de la persona de Janiná. Una de ellas nos cuenta que se concentraba tanto en la oración que en una ocasión le mordió un reptil venenoso (un escorpión o una serpiente), sin que Janiná interrumpiese su oración. Poco después los discípulos encontraron al escorpión muerto cerca de su nido y exclamaron: “¡Ay del hombre a quien muerde una serpiente!, pero ¡ay de la serpiente que muerde a Janiná ben Dosa!”[301] Janiná se convierte así en modelo de la figura ideal del jasid. Aunque el rey salude a uno que está en oración, “no se le ha de contestar. Incluso cuando una serpiente se haya enroscado en el propio pie, no se ha de interrumpir (su recitación).[302]

El Talmud de Babilonia en su tratado Ta>anit nos narra una catena de siete milagros seguidos atribuidos a Janiná.[303] El primero tiene que ver con la lluvia. Janiná se empieza a mojar por el camino y ora para que cese la lluvia. Luego al llegar a casa ora para que vuelva a llover. El segundo milagro tiene que ver con la multiplicación del pan, aunque el contexto y los detalles no guardan ninguna semejanza con el milagro de Jesús. Otros milagros incluidos en la misma catena son los de la pata de la mesa de oro, el vinagre que arde como si fuese aceite, las cabras que llevan un oso en los cuernos, las vigas de un tejado que se alargan, las gallinas que se reproducen rápidamente.

En otros tratados del Talmud babilónico encontramos más milagros atribuidos a Janiná.[304] En uno de ellos hay un diálogo entre Janiná y Azrath la que controla dieciocho miríadas de demonios. Azrath reconoce que no puede hacer daño alguno a Janiná porque goza de una protección especial en el cielo. Janiná consigue que los ángeles de destrucción no puedan rodar por los espacios habitados todos los días, como antes hacían. Pero Azrath obtiene de él permiso para que al menos puedan hacerlo solo las noches del miércoles y del sábado. El número tan grande de demonios, y el hecho de que Janiná acceda a la petición de suavizar su sentencia nos recuerdan el milagro evangélico de la legión de demonios a quien se les permite entrar en los puercos (Mc 5,9.12).[305]

Además de estos dos grandes jasidim carismáticos algunos incluyen también dentro de este modelo a Jilkíah el jasid. Abba Jilkíah fue, según el Talmud, un gran jasid,[306] que vivió en la segunda mitad del siglo I d.C. y fue nieto del gran Joni, a quien ya nos hemos referido. Como su famoso abuelo podía controlar también la lluvia. De él se nos dice que era tan pobre que tenía que pedir prestado el manto y contratarse como peón para poder subsistir. Aunque se nos cuentan de él varios hechos misteriosos y admirables, en realidad nunca se le atribuye ninguna curación.

 

c) Evolución de las tradiciones rabínicas sobre los carismáticos

 

B.M. Bokser ha estudiado el distinto tratamiento que dan las fuentes rabínicas a la taumaturgia. [307]. La literatura tanaítica recogida en la Misná y la Tosefta carece casi por completo de historias de milagros atribuibles a los rabinos. Los fenómenos milagrosos en dicha literatura se restringen al mundo de los relatos bíblicos. Janiná es la única excepción, pero, como observa M. Smith, los milagros son hechos en favor de Janiná, pero no es él personalmente quien realiza los milagros.[308]

En cambio los amoraítas han multiplicado los relatos milagrosos. Pero Bokser se ha fijado en que la imagen de Janiná tal como aparece en los dos Talmudes es ligeramente distinta. Para empezar, los contextos son diversos. El retrato de Janiná en el TB se inscribe en una galería de líderes que interceden por el pueblo. El retrato de Janiná en el TP se incluye en una galería de personajes piadosos respetados por la gente y protegidos sobrenaturalmente por Dios.

Estas dos perspectivas se pueden relacionar con dos fenómenos más amplios. En general el TB incluye más milagros que el TP, y sobre todo, milagros que se acomodan más al modelo de la oración de intercesión.

Las distintas versiones de Janiná se acomodan también a diferentes actitudes postbíblicas respecto al modo como Dios obra en el mundo. El TP está más abierto a las intervenciones directas de Dios en violación del curso normal de la naturaleza. En cambio en el TB los milagros ocurren sin que haya una interrupción de las leyes de la naturaleza.

De la distinta presentación de Janiná en las diversas obras rabínicas deduce Bokser que los redactores de estas obras han revisado sus fuentes o tradiciones para acomodarse al mensaje que podría ser relevante para sus lectores contemporáneos. Así en la época tanaítica no se subraya lo milagroso, porque los rabinos quieren subrayar que el Judaísmo es accesible a todos por igual. No quieren limitar el acceso a Dios a ciertos individuos solamente. Por eso al tratar las tradiciones sobre Janiná han puesto sordina a todo lo milagroso.

Aquí está la razón de las reservas que hay en la literatura tanaítica respecto a los carismáticos del siglo I. Exaltar los dones carismáticos especiales de algunas personas habría significado debilitar la autoridad institucional de la comunidad. En la época tanaítica los rabinos pretendían arrogarse la autoridad que anteriormente había estado en manos de los sacerdotes y por tanto “cualquier judío que reivindicase un acceso a Dios al margen de la nueva estructura rabínica les hubiera resultado sospechoso.”[309]

¿Por qué entonces los amoraítas han dado mayor relieve a lo milagroso en las tradiciones de Janiná y de otros carismáticos? El motivo es un cambio en la manera de percibir a los líderes religiosos del pueblo. A partir del siglo III es ya bien visto el que algunos líderes se distancien del resto de la sociedad y se singularicen. Es un fenómeno que se da también en la sociedad helenística tanto pagana como cristiana.

Las fuertes crisis que padecieron las comunidades judías en Babilonia a manos de los Sasánidas y en Palestina a manos de los bizantinos hicieron necesaria una confianza renovada en líderes dotados de cualidades extraordinarias.

En cuanto a la diferencia entre los dos talmudes, podríamos estudiar las diferencias sociales entre las comunidades judías iranias y palestinas. Los rabinos en Irán tenían una mayor autoridad sobre sus comunidades, y por tanto querían reforzar el principio de autoridad. Por ello, los milagros que narran no acaban de apartarse del todo de las leyes de la naturaleza. Los taumaturgos son personas constituidas en autoridad que se sienten responsables de sus comunidades, y como tales interceden por ellas ante Dios en virtud de la autoridad de que gozan.

En cambio en Palestina los rabinos no tienen ninguna autoridad delegada por el imperio bizantino, y por tanto se presentan ante la comunidad simplemente como hombres piadosos que ejemplifican la protección divina a los piadosos.

En cualquier caso el estudio de la evolución de la imagen de los personajes carismáticos a lo largo de la literatura rabínica nos hace cuestionar hasta que punto podemos acceder hoy día a los “carismáticos históricos” en cuanto contrapuestos a los carismáticos de la literatura.

 

4.- Carismáticos y fariseos

 

Tanto Joni como Janiná no parecen haber sido rabinos autorizados. Es común con Jesús su falta de interés por los asuntos legales y rituales y su concentración exclusiva en asuntos morales. A Janiná no se le cita jamás como autoridad legal en la Misná ni en el Talmud. De Joni no se conserva ninguna sentencia legal en la literatura rabínica. Tampoco de Jesús, aunque sí sabemos que Jesús opinó sobre la exégesis apropiada de la halajáh.

En el caso de Janiná, tres de sus logia se reproducen en el tratado Ética de los Padres, o Pirqe Avot, incluido en el orden 4 de Neziqim, que expande el dicho de Proverbios de que “el principio de la sabiduría es el temor de Dios” (Prov 9,10; Sal 111,10). Podemos ver que estos dichos no versan sobre asuntos legales, sino que son más bien de tipo sapiencial.

“En todo hombre en quien el miedo al pecado supere a su sabiduría, la sabiduría perdurará; pero si su sabiduría supera a su miedo al pecado, su sabiduría no perdurará” En aquél cuyas obras son más numerosas que su ciencia, ésta se mantiene, pero en aquel cuya ciencia es más numerosa que sus obras, su ciencia no se mantiene.[310] Aquél en el que los hombres se complacen, se complace también Dios, y aquél en el que los hombres no se complacen, tampoco se complace Dios.[311]

La relación de estos jasidim con los fariseos es polémica. Büchler trató de reaccionar contra la idea de que los jasidim eran esenios, y defendió que eran fariseos estrictos. Hoy día S. Safrai opina que la práctica que enseñaban los jasidim era muy individual y opuesta a lo que generalmente se creía. Aunque los jasidim fueron venerados por los rabinos no eran idénticos a ellos[312]. Flusser habla de la inevitable tensión entre milagros carismáticos y judaísmo institucional.[313]

Hay dos causas de esta tensión. Los carismáticos no estaban dispuestos a ceder en cuestiones de conducta y de observancia religiosa, y además suponían una amenaza para los que controlaban la institución religiosa,

Por ejemplo Janiná contravenía el código rabínico caminando solo de noche cuando se encontró con la reina de los demonios, poseía cabras, y cogió el cadáver impuro de una serpiente. Jesús de Nazaret se hubiera sentido muy cómodo en su compañía.

También es verdad que en algunas cosas se nos dice que Janiná era más escrupuloso que los fariseos, empezaba el sábado antes y pagaba sus diezmos más escrupulosamente.[314] Pero para ellos era periférico tanto la severidad como la laxitud.

Simeón ben Shetá quiso excomulgar a Joni, pero no se atrevió.[315] Los rabinos hasta despreciaban la voz del cielo que vino para defender la opinión de Eliezer ben Hircano. Se acabó imponiendo la opinión mayoritaria, frente a cualquier tipo de influjo místico o carismático.

Aunque la tradición talmúdica muy posterior ha querido presentar a Joni, como un gran rabino, sin embargo su personalidad carismática se desmarca claramente de la línea rabínica, y el texto más antiguo de la Misná más bien insinúa que los rabinos sentían una cierta prevención frente a este tipo de personalidades.

A partir del siglo II el rabinismo oficial empieza a desinteresarse por los milagros, e incluso a oponerse. Quizás hay en ello un deseo de oponerse al cristianismo. Jesús habría sido condenado por brujería.[316] Hay una larga historia sobre una disputa rabínica en el que Eliezer ben Hircano intentaba convencer al resto de los rabinos de una opinión legal.[317] Hizo todo tipo de milagros, el algarrobo se trasplantó a cien codos de su lugar, el agua de un arroyo fluyó hacia arriba, los muros de una escuela se inclinaron, y vino una voz del cielo, bat qol para confirmarle. Ni aun así el resto de los rabinos quisieron aceptar la opinión minoritaria de Eliezer.

Hay otra historia de R. Eleazar ben Dama que se quiso hacer curar por un rabino discípulo de Jesús, de una mordedura de serpiente (120 d.C.). Eleazar murió antes de la intervención. Esto lo considera la Tosefta una bendición, porque así no llegó a hacer una brecha en el muro de los Sabios.[318]

Los verdaderos milagros para los rabinos son la Creación y la Providencia divina.

 

e) Conclusiones

 

Son innegables algunos de los paralelismos señalados por Vermes: la fuerza intercesora, la familiaridad con Dios, algunos detalles narrativos en el relato de las curaciones, las semejanzas con Elías...

Resumiremos ahora algunos de los rasgos que hemos ido mencionando a lo largo de este capítulo. Ya señalamos lo sorprendente de la familiaridad filial de Joni con Dios y su absoluta confianza hasta el extremo de la “importunidad”. Al igual que Jesús, Joni se mantuvo al margen de las luchas de los revolucionarios de su época, y puede ser considerado un mártir de la paz y de la reconciliación

Es curiosa la tensión que existe en ambos casos entre el taumaturgo y las autoridades oficiales. En el caso de Joni, Ben Shetá creía que había que excomulgarle. Esta tensión es aún mucho más fuerte en el caso de Jesús.

Otra característica de la piedad jasídica es el menosprecio por los bienes materiales. Janiná, a despecho de su mujer, vivió en pobreza.[319] La Misná atribuye al hombre piadoso la frase “Lo mío es tuyo, y lo tuyo de ti mismo”.[320] Según Eleazar de Modiin, odió la ganancia pecaminosa, “odiaba su propio dinero y aún más el mammon de otras gentes”.[321]

Según Vermes, por tanto, Jesús debe ser considerado parte del judaísmo carismático, como un jasid. Su caridad y bondad despertaron el afecto de las gentes, pero son sus milagros los que causaron más impacto. En el Testimonio de Josefo se considera a Jesús, “hombre sabio capaz de realizar hechos maravillosos”.[322] Hay también un texto rabínico que atribuye a Jesús y sus discípulos hechos milagrosos.[323]

Para Vermes este tipo de judaísmo asociado a los milagros es propio de Galilea. Janiná era galileo de Arab, y uno de los nietos de Joni, Abba Jilkíah, era un jasid de Kefar Imi, pueblo galileo.[324] Recordemos también que en Galilea había una referencia especial a Elías.

Pero la principal objeción a la tesis de Vermes es que resulta muy difícil hablar de los carismáticos galileos como un “grupo” consistente. Para empezar sólo conocemos la existencia de dos o tres personajes que responden a este perfil. No son los suficientes para constituir un grupo suficientemente significativo. Además estos personajes se extienden por un período que abarca casi 200 años, y de hecho ninguno de ellos es estrictamente contemporáneo de Jesús.

También se puede poner en duda la “galileidad” como factor común de estos personajes. En el caso de Joni la argumentación de Vermes es favor de su galileidad resulta bastante poco convincente.

Las diferencias entre Joni y Janiná son ya de suyo suficientemente notables como para impedirnos agruparlos sin más bajo un mismo epígrafe. De Joni no se nos cuenta propiamente ningún milagro, salvo el de la lluvia; pero en la versión de Josefo, que es la más antigua Josefo muestra claramente que quien hace caer la lluvia es Dios y no Onías/Joni. Difícilmente se puede hablar de Joni como taumaturgo.

Cuando más tarde la Misná vuelve a hablarnos del poder intercesor de Joni se nos habla ya no de una instancia puntual de su poder intercesor, sino de un poder permanente mediante el cual Joni puede conseguir cuanto quiera de Dios sólo con pedirlo de un modo casi desvergonzado. En la literatura posterior de los amoraítas se produce un proceso de rabinización de Joni y de lo milagroso que va desfigurando la pureza de las antiguas tradiciones.

En el caso de Janiná la dimensión rabínica está más presente desde su primera aparición en la Misná, donde se le llama Rabí.[325] Uno de los tres primeros textos de la Misná nos habla ya del poder intercesor de Janiná.[326] Sabía cuando la oración iba a ser escuchada, dependiendo en el modo como la oración fluía de su boca. Pero en ningún momento se nos dice que tuviese él mismo poder ninguno para sanar. En cuanto al tercer texto en que se describe a Janiná como el último “hombre de hechos”,[327] es más que dudoso que esta expresión signifique taumaturgo. El contexto más bien parece referirse a obras de misericordia, o al cumplimiento de los mitsvót o preceptos de la Torah. De lo cual deducimos que ninguno de los tres textos antiguos de la Misná presentan una figura clara de Janiná como taumaturgo.

Es sólo en los talmudes donde la tradición taumatúrgica se ha visto notablemente enriquecida con todo tipo de anécdotas y en algún caso de leyendas fantásticas.

Resume así Meier lo endeble de la base que hay para comparar a Janiná con Jesús:

“En definitiva, todo lo que se puede decir con bastantes probabilidades de acierto sobre el H˜aniná histórico es que fue un judío palestino que vivió en el siglo I d.C., que era conocido por rogar por los enfermos y que tuvo la fama de gozar del don de precognición en lo tocante al resultado de sus plegarias. Que viviese en Galilea no está atestiguado por escrito antes de los dos talmudes. Su pobreza y ascetismo no constan tampoco en las tradiciones más antiguas”.[328]

En general las fuentes sobre Jesús están mucho más próximas a su vida que las fuentes de los carismáticos con relación a la vida de éstos.

En cuanto a los milagros de Ben Janiná, hay que constatar que sólo dos de ellos son milagros de curación. La mayoría de los otros tienen como finalidad justificar determinadas halajot o costumbres. Los milagros de Jesús, en cambio, nacían de su compasión por el sufrimiento de los hombres. Jesús nunca pretendió usar los milagros en servicio propio, ni para probar nada. Se negó a que los ángeles le sostuviesen al caer del pináculo del templo. Ligaba los milagros a la venida escatológica del reino de Dios, mientras que los milagros de los jasidim no tenían esta función escatológica.

Subraya Van Cangh que una diferencia entre los carismáticos y Jesús es que aquellos actúan como intermediarios, sólo por la fuerza de la oración, mientras que en ocasiones Jesús parece atribuirse a sí mismo la eficacia de la curación, y “obra” realizando algunos gestos y dando órdenes.

Sin duda Jesús tuvo una dimensión carismática, pero en un sentido mucho más amplio que el de los sanadores galileos. Tal como la describe Aguirre, esta personalidad carismática consiste en “una autoridad basada en sus peculiares cualidades personales (no está basada en la tradición, no es hereditaria, no depende de las disposiciones legales y tampoco de acreditaciones académicas) y que encuentra reconocimiento y adhesión en un cierto sector social. Jesús basa su autoridad en su propia experiencia, considera que ha sido ungido por el Espíritu de Dios”.[329]

Concluimos por tanto, que los carismáticos “galileos” de Vermes, no constituyen un grupo dentro del cual encuadrar el ministerio de Jesús, pero sí nos ofrecen un trasfondo judío dentro del cual podemos ver cómo la personalidad de Jesús está encuadrada dentro de un mundo sociológico y religioso en el que es posible encontrar todo tipo de lazos y paralelismos. Según la feliz expresión de G. Barbaglio, Jesús aparece como “sanador en un mundo de sanadores”.[330]

 

 

 

Bibliografía sobre sanadores

 

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Notas al tema 9



 

TEMA 10: Jesús y los paganos

 

 

 

I.- JUDAÍSMO Y GENTILIDAD EN LA ÉPOCA DE JESÚS

 

a) La literatura judía sobre el paganismo

 

Antes de preguntarnos cuál fue la actitud del Jesús histórico para con los gentiles, deberíamos investigar cuál era la actitud del judaísmo contemporáneo para con ellos. Uno de los criterios de historicidad más importante es el criterio de discontinuidad. Para poder aplicarlo necesitamos un buen conocimiento del medio judío en el que Jesús vivió. Así podremos comparar las actitudes respectivas del Jesús de los evangelios con las del medio en el que vivió, y apreciaremos las posibles discontinuidades.

La investigación de autores como Jeremias o Riches tiende a decir que el judaísmo de la época de Jesús era muy hostil hacia los paganos, mientras que en cambio el judaísmo bíblico tenía una actitud mucho más abierta y ecuménica.

En este sentido propugnan que Jesús se distanció de las ideas predominantes en su época, para seguir más bien la inspiración bíblica y profética. Estas conclusiones tienen que ver con una corriente generalizada entre muchos estudiosos cristianos de ensalzar el cristianismo a base de denigrar el judaísmo. Después de dibujar una caricatura del rabinismo como intolerante, nacionalista y provinciano, se pasa a exaltar el cristianismo como ecuménico y globalizador. Sanders ha denunciado esta actitud propia de muchos investigadores cristianos.

Según él, Jeremías y Riches y otros autores generalizan al decir que la literatura tardía del judaísmo (rabínica) era uniformemente hostil a los paganos, y generalizan también al decir que los textos bíblicos eran mucho más abiertos. No es cierto que todo el judaísmo de la época de Jesús fuera nacionalista y provinciano en su espera de que Dios destruyese a los gentiles.

Afirma que Sanders que es una generalización excesiva decir que la visión bíblica hacia los gentiles era positiva y la rabínica negativa. En realidad, ni la bíblica era tan positiva, ni la rabínica tan negativa. En ambos casos podemos encontrar textos para todos los gustos.

La lectura de los textos bíblicos nos hace encontrar una línea más aperturista en los profetas o en escritos tales como Rut, Jonás o Job, pero no todo el Antiguo Testamento respira esta apertura. Sanders elenca seis tipos de predicciones escatológicas sobre la situación de los gentiles en los últimos tiempos. La mayoría de ellas no son muy favorables ni ecuménicas. Empezaremos por las más hostiles, para llegar a las más ecuménicas:

1) Los gentiles serán destruidos, sus ciudades serán devastadas y ocupadas por Israel.[331]

2) Venganza de Israel sobre los gentiles y victoria sobre ellos.[332]

3) Los reyes de los gentiles se postrarán y las naciones gentiles servirán a Israel.[333]

4) Las riquezas de los gentiles afluirán hacia Jerusalén.[334]

5) Los extranjeros sobrevivirán, pero no habitarán en Israel.[335]

6) Israel será luz para los gentiles, su salvación se extenderá hasta el confín de la tierra.[336] Llegará a darse una misión de Israel entre los gentiles: Is 66,19.

Aun concediendo que en estos textos tan variados hay miles de matices, Sanders indica que no puede decirse que la actitud ante los gentiles en la época bíblica sea tan positiva como se suele afirmar. Si bien es verdad que Jesús en la Biblia leyó los textos más ecuménicos reagrupados en el número 6, también leyó todos los anteriores, que son mucho más hostiles.

En cuanto a la literatura rabínica, es cierto que encontramos algunos textos verdaderamente hostiles. R. Eliezer el grande decía que no había ningún gentil justo.[337] Pero no olvidemos que está polemizando con el rabí Yoshua que opinaba que los gentiles compartirían el mundo futuro. Vemos por tanto un pluralismo en el pensamiento rabínico.

Para comprender la hostilidad de la escuela rabínica, hay que entender que los rabinos tenían muy reciente el terrible castigo que sufrió Israel a manos de los gentiles, y es normal que esperasen el justo castigo que Dios tenía que dar también a los gentiles que destruyeron a Israel. La Palestina de fines del siglo I y del siglo II “no era un terreno favorable al desarrollo de actitudes filohelénicas o filorromanas”. Por otra parte la urgente necesidad de supervivencia en situación de diáspora, empujaba a los rabinos a luchar contra cualquier tipo de asimilación. Una de las maneras de evitar la asimilación es exaltar la propia identidad y denigrar a aquellos con los que uno no quiere asimilarse.

Las discusiones rabínicas acerca de los gentiles no versan sobre el problema de si estos se salvarán o no al final de los tiempos, sino de si ya hoy puede haber gentiles que sean justos. En este punto, la opinión general de los rabinos es que hoy por hoy Dios no espera que los gentiles cumplan la Ley, sino sólo los preceptos noáquicos; por tanto, según la opinión judía mayoritaria, los gentiles serán juzgados por su cumplimiento o no-cumplimiento de estos preceptos.[338] Frente a la tendencia rabínica, encontramos que otras sectas judías, como los qumranitas, eran mucho más hostiles: todos los que no entrasen en su alianza –judíos o gentiles-, serían destruidos.

 

b) El status quaestionis

 

Normalmente nos sorprende mucho la primera vez que nos hacen caer en la cuenta de que en las narraciones del ministerio de Jesús no hay apenas ninguna palabra sobre un mandato de misionar a los paganos. Estamos acostumbrados a escuchar unos textos explícitos de misión, pero quizás nunca hemos caído en la cuenta de que dichos textos de misión no están puestos en boca del Jesús histórico, sino del Jesús resucitado, del Cristo que sigue hablando a su comunidad a través del don profético del Espíritu Santo.

En esta línea recordamos el envío de Jesús resucitado sobre el monte: “Haced discípulos de todas las gentes” (Mt 28,18), o en el cenáculo: “Proclamad la buena nueva a toda la creación” (Mc 16,15); “predicad la conversión a todas las naciones” (Lc 24,47). Así mismo las palabras de Jesús en el monte de los Olivos “Seréis mis testigos hasta los confines de la tierra” (Hch 1,8).

La impresión que dejan estos textos es que la conciencia de una misión a los gentiles no deriva de un mandato explícito de Jesús en los días de su vida mortal, sino que fue después de la Pascua cuando los discípulos, a la luz del Espíritu santo, y movidos por una serie de circunstancias históricas, llegaron a tomar conciencia de esta misión, y la explicitaron en labios del Resucitado. En realidad todo aquello que los discípulos llegaron a conocer por inspiración del Espíritu Santo después de la Pascua, podía ser legítimamente atribuido a Jesús resucitado, que antes y después de sus apariciones seguía guiando a su Iglesia. Es exactamente lo que hace el profeta del Apocalipsis en sus visiones.

Una vez más vemos cómo los evangelistas han sabido distinguir entre el mensaje explícito del Jesús histórico, y el mensaje del Jesus resucitado que sigue guiando a su Iglesia hacia la verdad plena, por medio del ministerio de sus profetas. En el caso de evoluciones dogmáticas en las que la comunidad ha llegado a conclusiones que no estaban explicitadas en sus recuerdos de Jesús, los evangelistas sinópticos han sido respetuosos y no se han atrevido a poner en labios del Jesús histórico este tipo de afirmaciones que eran tan evidentemente anacrónicas.

¿Cómo atribuir a Jesús el mandato de la misión universal sin falsear los datos de la historia? Resultan muy ingeniosos los métodos adoptados por los evangelistas. El primer método, como hemos visto, es poner esos mensajes en boca del Resucitado durante sus apariciones. De ese modo muestran cómo la misión a los gentiles, si bien no fue dada en vida de Jesús, puede últimamente atribuirse a él por un doble motivo: porque los discípulos llegaron a conocerla a través del don del profético del Espíritu Santo que Jesús les dejó, y porque el mensaje está muy en línea con el talante que recuerdan de Jesús en los días de su ministerio.

El segundo método es más bien simbólico y literario. Mediante determinadas citas de la Escritura van mostrando cómo determinados hechos o dichos de Jesús pueden ser leídos simbólicamente en línea con esta apertura universal.

Pero antes de estudiar estos textos, pasemos revista a los logia puestos en labios del Jesús histórico que nos hablan de una manera más explícita acerca del tema de la misión a los gentiles. Encontramos dos tipos de textos, los que parecen obstaculizar dicha misión, y los que parecen favorecerla.[339]

Empezaremos por los primeros. Mateo anota el mandamiento de Jesús: En el envío de los apóstoles de dos en dos, Jesús les advierte: “No vayáis a los gentiles, y no entréis las ciudades de los sa­maritanos, sólo a las ovejas perdidas” (Mt 10,5-6). El pasaje es notable, porque la comunidad posterior contemporánea del evangelio creían en la misión a todas las naciones (Mt 28,19). ¿Cómo es que Mateo nos ha conservado este logion que resulta tan anacrónico? Según el criterio de dificultad o de “embarrasment”, uno tendería a considerarlo auténtico; debe pertenecer a una tradición anterior. Es un recuerdo conservado por algún grupo judeocristiano.

A renglón seguido se nos dice también que “no habréis pasado por todas las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre” (Mt 10,23), lo cual es también un dicho anacrónico y con aspecto de ser auténtico.

Con ocasión de la solicitud de la mujer cananea, Jesús contesta en primer lugar: “He sido enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mc 15,24). El texto está tomado de Marcos 7,24-30, pero las modificaciones introducidas por Mateo muestran una actitud más restringida en la apertura de Jesús a los paganos. En primer lugar Mateo ha suprimido una frase de Marcos, en la que Jesús dice: “Deja que se sacien primero los hijos”. Esta frase, a pesar de su dureza, contempla la posibilidad de que después de que se sacien los hijos puedan también los “perros” comer del pan. Pero Mateo ha suprimido esta frase dejando sólo la segunda parte que afirma que no está bien quitar el pan a los hijos para darlo a los perros.

Además, Mateo ha introducido el logion ya citado, en el que Jesús expresa una clara limitación de su ministerio a las ovejas perdidas de la casa de Israel, sin ningún tipo de cláusula que hable de que este comportamiento vaya a ser cambiado en el futuro.

Pasemos ahora a los logia de Jesús que parecen ser más favorables a una acogida de los gentiles, o a una posible misión hacia ellos. El texto más importante es el de Marcos en el sermón escatológico. Está hablando de lo que sucederán antes del final y de cómo los discípulos serán llevados delante de “magistrados y reyes”. Es entonces cuando dice que “antes, el evangelio tiene que ser predicado a todas las naciones” (Mc 13,10). Este texto es una añadidura redaccional de Marcos. El vocabulario es típicamente marcano, interrumpe el flujo del argumento de 9-13, y va contra las pruebas que acabamos de ver.

Otro logion de Jesús que refleja este tipo de apertura es el que encontramos también en Marcos en el contexto de la unción de Betania. Jesús sale en defensa de la mujer que está siendo censurada por los comensales y dice: “Os aseguro que en cualquier parte del mundo donde se proclame la buena noticia, se mencionará también lo que ha hecho ella” (Mc 14,9)[340].

Pero Jesús no era hostil a los gentiles, y respondió bien al centurión y a la Cananea que le pidieron su ayuda. Probablemente compartía la esperanza judía de una peregrinación escatológica de los gentiles a Jerusalén, como puede deducirse de su purificación del templo que tenía que ser preparado para su función escatológica.[341]

El motivo de la purificación del templo, según los salmos de Salomón, era prepararlo para que atrajese a los gentiles.[342] “Y el Mesías real purificará Jerusalén, haciéndola santa como en un principio, de modo que las naciones vengan de los confines de la tierra para ver su gloria. Marcos 11,17: mi casa será llamada casa de oración para todos los gentiles (Is 56,7). Los judíos vendrán al fin de los tiempos como prosélitos escatológicos. Que Jesús compartía esta esperanza se puede ver en Mt 8,11-12/Lc 13,28-29, cuando profetiza que vendrán de Oriente y Occidente.

En la parábola de la viña, se prevé que el dueño dará la viña a otros (12,10). En 11,16, al prohibir que lleven cosas por el templo, hay un eco de Zacarías 14,21: “Aquel día no habrá más comerciantes en el templo de YHWH Sebaot”, que es un texto que profetiza la subida de los gentiles a Jerusalén para adorar allí a Dios: “Los supervivientes de todas las naciones que atacaron a Jerusalén subirán de año en año a postrarse ante el Rey YHWH Sebaot y a celebrar la fiesta de las Tiendas”.[343]

Ya otros autores bíblicos anteriormente les decían a los judíos que no tenían por qué creerse tan especiales. Dios puede sacar de las piedras hijos de Abrahán (Mt 3,9;Lc 3,8). ¿Acaso no traje yo a los israelitas de la tierra de Egipto, a los filisteos de Caftor y a los sirios de Kir? (Am 9,7). ¿Qué hace que seáis especiales?

La actitud de Jesús hacia los gentiles fue la misma que mostraba hacia las sectas judías. No iba en su búsqueda, ni invitaba a que se les predicase, pero respondió positivamente a ellos cuando se le acercaron con fe. Los episodios del centurión y la cananea deben guardar un recuerdo de la benevolencia de Jesús. Para Jesús la fe era más importante que la etnicidad, y las barreras étnicas y rituales que separaban al pueblo elegido de Israel. En la parábola del buen samaritano, ataca los prejuicios judíos contra mestizos y apóstatas.

Hay indicios de que Jesús apuntaba hacia una experiencia más universal de la gracia de Dios. Si hubiesen pensado en los gentiles, probablemente lo hubieran hecho más en términos de los gentiles que peregrinaban a Jerusalén según las imágenes proféticas (cf. el discurso de Santiago en Hch 15,16-17), que de una misión hacia fuera de Israel.

Pero con todo, hay que reconocer que los dichos explícitos de Jesús enviando a los apóstoles a evangelizar a todas las naciones están todos puestos en boca de Jesús resucitado, es decir del Jesús postpascual, indicando así que no pertenecen al Jesús histórico.

 

 

 

II.- EL ESTUDIO DE LOS TEXTOS

 

a) Los gentiles en Q

 

Después de estudiar los logia que tienen una incidencia directa sobre un posible mandato misional, vamos a estudiar por separado el modo cómo cada uno de los evangelios y de sus fuentes han tratado este tema. Comenzaremos por la fuente Q.

En la fuente Q tenemos algunos logia que apuntan ya hacia la expectativa escatológica de la conversión de los gentiles. Ya el Bautista, al constatar la dureza de corazón de algunos sectores de la sociedad judía, proclama que “de las piedras puede sacar Dios hijos para Abrahán”. En las traducciones no se puede captar el juego de palabras que hay aquí entre el sonido hebreo de los términos “hijos” y “piedras” (banim y abanim: cf. Lc 3,8; y Mt 3,9).

También Mateo y Lucas nos conservan un logion en el que Jesús dice que “Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras vosotros sois expulsados. Vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se recostarán a la mesa en el reino del Señor (Lc 13,28-29). El contexto lucano es el de la pregunta sobre si serán pocos los que se salvan.

Mateo, en cambio, trae este logion en otro contexto, el de la curación del siervo del centurión. Curiosamente este relato pertenece a la fuente Q. Es de hecho el único material narrativo que cabe encontrar en dicha fuente. Sin embargo Lucas y Mateo han tratado el material de forma diversa. Mientras que en Lucas el relato del centurión está separado del logion sobre los que vendrán de oriente y occidente, en Mateo ambos materiales forman una unidad. Disputan los especialistas cómo se encontraban en Q el relato y el logion. No están de acuerdo al determinar si es Lucas el que los ha separado, o es Mateo el que los ha unido.

El hecho de que en Lucas se añadan las dimensiones norte y sur a las de oriente y occidente que aparecen también en Mateo, subrayan el sentido de universalidad, aunque no podemos estar totalmente seguros de si es Lucas el que las ha añadido al texto de Q, o Mateo el que las ha sustraído.

Por otra parte, en Mateo queda claro que los vendrán de oriente y occidente serán personas como el centurión, es decir, paganos, mientras que en el texto de Lucas no queda tan subrayada la naturaleza de los recién llegados; en principio podrían ser los judíos de las tribus perdidas, cuyo regreso a Jerusalén había sido anunciado en muchos de los oráculos proféticos.

De hecho en Lucas no llega a darse un encuentro personal entre el centurión y Jesús. Solamente se nos habla de las dos embajadas que el centurión le envió a Jesús cuando iba de camino. Sin duda que hay que leer el texto lucano a la luz del futuro encuentro de Pedro con el centurión Cornelio. Como veremos, por una parte Lucas es muy amigo de narrar en paralelo episodios de la vida de Jesús y de sus discípulos, y por otra parte es también amigo de periodificar la historia en etapas separadas nítidamente. El tiempo del ministerio de Jesús no es aún el tiempo de su encuentro con los paganos, que queda procrastinado al tiempo de los apóstoles.

En cuanto al logion que habla de los que vendrán de oriente y occidente, muchos piensan que se trata de un logion auténtico de Jesús, aunque es difícil saber cuál era su tenor literal exacto y su alcance en la fuente Q, y menos aún, en labios de Jesús. En cualquier caso, aunque este logion hable de una apertura del Reino a los gentiles, en modo alguno se refiere a una misión hacia ellos.

Otro texto de Q que puede tener incidencia en el tema, es el del signo de Jonás y los ninivitas (Lc 11,29-32 / Mt 12,38-42). P. Meyer dedica un artículo para estudiar la relevancia de este texto en la actitud de Jesús hacia la misión universal.[344]

Meyer reconstruye el tenor literal del logion Q es los términos siguientes:

“Una generación malvada y pecadora pide un signo, y no se le dará un signo si no es el del profeta Jonás. Como Jonás fue un signo para su generación, así será el hijo del hombre un signo para esta generación; la reina del sur se levantará en juicio contra esta generación y la condenará; porque vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y he aquí uno que es más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en juicio contra esta generación y la condenarán, porque se arrepintieron con la predicación de Jonás, y he aquí uno que es más grande que Jonás”.

Al reconstruir el orden original de Q Meyer prefiere el orden lucano que habla primero de la reina y luego de los ninivitas. Omite la frase en que compara a Jonás en el vientre de la ballena y Jesús en el corazón de la tierra durante tres días y tres noches. Para Meyer se trata de un añadido redaccional mateano. La palabra “adúltera” es probablemente original de Q. Lucas la ha omitido según su ten­dencia puritana en todo lo referente al sexo.

Probablemente Q ha mezclado dos textos que en un principio fueron independientes, el de la negación de Jesús a dar un signo, y el de los juicios paralelos de la reina y los ninivitas. Ambos logia condenan a Israel por su impenitencia. El primero llama a Israel mala y adúltera, y en el segundo anuncia que en el juicio la fe de los gentiles condenará la impenitencia de Israel. La conversión de los gentiles viene a agravar la culpabilidad de Israel. Jesús hablaba del pasado, de la reina y de los ninivitas, pero indudablemente la comunidad Q asimila a este caso la conversión de los gentiles que en la época de la comunidad se estaban convirtiendo al evangelio.

De algún modo, siguiendo la misma lógica contenida en el logion de Jesús, las nuevas conversiones de gentiles que estaban teniendo lugar en el entorno de la comunidad Q, contribuían también a la condena de Israel. La fe de los gentiles resultaba comprometedora para Israel.

Hay un midrash tanaítico que desarrolla esta virtualidad del tema de Jonás.[345] En este midrash se nos dice que Jonás huyó, porque preveía que los gentiles se iban a convertir y esta conversión sería condenatoria para Israel. El éxito de un ministerio de conversión entre los gentiles podía redundar en condenación para Israel. Precisamente esta situación era la que estaba teniendo lugar en tiempos de la comunidad Q. El logion en labios de Jesús está puesto en el futuro. El hijo del hombre “será” un signo. Esta situación de la conversión de los gentiles no tendrá lugar hasta el tiempo de la comunidad Q, por eso el signo en labios de Jesús se remite a un futuro. De hecho Jesús no predicó a los gentiles como lo hizo Jonás. Por tanto no pudo haber logrado un éxito en su predicación como el que Jonás logró. La pecaminosidad de lo que rechazaron al Jesús histórico se vio más tarde intensificada por el hecho de que su mensaje consiguió en el futuro un gran éxito entre los gentiles.

En cualquier caso, en ningún caso el logion de Q habla de la evangelización de los gentiles ni de su conversión en el tiempo del Jesús histórico, ni tampoco contiene un mandato misional de Jesús para la comunidad. Se limita a una profecía de que en el futuro habrá gentiles que se conviertan, y muestra como esa futura conversión, al igual que la que tuvo lugar en tiempo de Jonás, será un signo que pondrá de relieve la gravedad de la impenitencia de Israel.

Un último texto de Q analizado por Mayer es el de la parábola de la gran cena (Lc 14,15-24 / Mt 22,1-10). Una vez más Meyer trata de recomponer el tenor literal del logion en la fuente Q. En esta ocasión las diferencias entre la versión lucana y la mateana son muy grandes y dificultan mucho esta reconstrucción hipotética.

La parte que más nos interesa a nosotros es el contraste entre los primeros invitados que no acudieron, y los invitados de última hora. Meyer reconstruye así el mandato del amo a sus criados: “Salid a los caminos y a cuantos encontréis llamadles a que entren, para que se llene mi casa”. Esta parábola claramente relaciona la futura inclusión de los gentiles con la negativa de Israel a entrar en el futuro reino escatológico. De nuevo, como en el logion sobre Jonás, la incorporación de los gentiles es la consecuencia del rechazo de Israel, lo cual conlleva una urgente llamada a Israel a arrepentirse, ahora que el Reino está también abierto a los gentiles. Es interesante notar que en esta parábola se habla claramente no sólo de una conversión de los gentiles, sino de una misión a los gentiles. Los criados enviados por el Señor tienen una orden clara de invitar a entrar a todos aquellos con quienes se encuentren.

En síntesis, la comunidad Q consideraba la misión a los gentiles como un fait accompli, y utiliza este hecho indiscutible como una oportunidad para “dar celos” a Israel y exhortarle al arrepentimiento. De alguna manera todavía en la época de la comunidad Q no se desespera de que Israel pueda convertirse y encontrar también su lugar en el banquete.

Desgraciadamente Meyer en su artículo se queda en el nivel de la fuente Q, y en ningún momento se pregunta sobre la historicidad de estos logia, que es precisamente nuestro objeto de interés en este curso. El testimonio de Q nos retrotrae a los comienzos de la tradición evangélica, a los años cuarenta y cincuenta, cuando por una parte la misión a los gentiles era ya un hecho, y por otra parte los ipsissima verba de Jesús no había todavía sufrido un largo proceso de adaptación.

Si consideramos que el logion de Q sobre los invitados a la Cena es un logion jesuánico, tendríamos la mayor prueba a favor de que el Jesús histórico contempló ya la posibilidad de que los gentiles vinieran a llenar los huecos dejados por el Israel impenitente, y de que los mensajeros del evangelio saldrían un día a los caminos para invitar a los gentiles a entrar en el reino escatológico.

 

b) Los gentiles en Lucas

 

1.- Tratamiento del tema de los gentiles en el evangelio

Lucas escribe una doble obra que tiene una unidad muy estrecha. Uno de los temas de la obra lucana es la fidelidad de Dios a las promesas hechas a Israel, y cómo por medio de Jesús Dios ha venido a cumplir sus esperanzas. Al mismo tiempo Lucas constata cómo una parte de Israel no ha sido fiel a la alianza, y se ha quedado al margen de estas promesas. En cambio los gentiles han sido admitidos como beneficiarios de esta salvación que se había ofrecido primeramente a Israel.

Por eso es claro que el evangelio tiene que ser anunciado a los judíos antes de volverse a los gentiles: Hch 13,46; Rm 1,16; 2,10; 3,1-2; 9,3-4. Maddox ha estudiado a esta luz las tres veces en que Pablo repite que ante el rechazo de los judíos se vuelve a los gentiles en Antioquía de Pisidia (Hch 13,46), en Corinto Hch 18,6, y en Roma (Hch 28,28). Descubre un esquema repetitivo con un clarísimo clímax en la mención última en Roma.[346] En este discurso romano de Pablo hay una larga cita de Isaías que crea una inclusión si la comparamos con la larga cita de Isaías en el discurso inaugural de Jesús en Nazaret, al principio del evangelio. En este discurso se contrasta también el rechazo de su pueblo con la actitud acogedora de algunos gentiles en el pasado (la viuda de Sarepta y Naamán el sirio).

En las dos primeras menciones de la vuelta de Pablo hacia los gentiles todavía estaba abierta la puerta para una posible aceptación de los judíos (Hch 13,46 y Hch 18,6). En cambio en la tercera y última mención, la del discurso de Roma, esta puerta se ha cerrado ya y la oportunidad ofrecida se ha perdido definitivamente. Mientras que en Antioquía Pablo decía: “A nosotros, los judíos, esta salvación nos ha sido enviada” (Hch 13,26), en Roma Pablo dice exactamente lo contrario: “A los Gentiles esta salvación ha sido enviada” (28,28).

En el primer libro de su obra, Lucas no utiliza el recurso fácil de poner en labios de Jesús palabras anacrónicas que anuncien explícitamente la futura misión a los gentiles. Al lector le deja saber desde el principio que los gentiles son beneficiarios de la salvación que Jesús trae, pero por medio de una voz en off, la voz del narrador, nunca por boca de Jesús mismo.

Lucas informa al lector desde el principio de que habrá una futura misión a los gentiles, dando pistas que apuntan hacia un futuro misterioso aún por desvelar.

En 10,1-24, Lucas ha añadido una segunda misión de Jesús, la de los 70 (72). Además de consignar la misión de los Doce, tomada del evangelio de Marcos, Lucas reseña una segunda misión con características especiales. Para esta segunda misión utilizará otros materiales encontrados en Q.

Tanto Lucas como Mateo habían encontrado materiales misioneros en Marcos y en Q, y querían aprovecharlos todos, pero van a adoptar un distinto criterio. Mateo opta por componer un único discurso misionero al hablar de la misión marcana de los Doce, incrustando en él los logia tomados de ambas fuentes.

Lucas, en cambio, mantiene por separado ambos materiales. Conserva la misión marcana de los Doce con su discurso respectivo, y además crea redaccionalmente una segunda escena misionera, la misión de los 70, e inserta en ella los materiales que tenía de Q. Indudablemente esta segunda misión está también dirigida a las aldeas judías, pero simbólicamente Lucas prefigura en ella la futura misión a los gentiles (según la tradición bíblica 70 era el número de las naciones del mundo), en contraposición con la misión de los Doce que simboliza la misión a Israel.

El preanuncio de la extensión de la salvación a los no judíos se hace también Lucas de otros modos. Simeón alaba a Dios por la luz que ha venido a iluminar a los gentiles (2,30-32). Cuando, siguiendo a Marcos, Lucas cita a Isaías 40,3, prolonga su cita hasta llegar a la frase: “Toda la humanidad verá la salvación del Señor” (Lc 3,6). El centurión al pie de la cruz es la primicia de los gentiles que han de creer en Jesús (Lc 23,47).

En esta misma línea prefigurativa, la genealogía de Lucas alcanza hasta Adán y Dios (3,23-38), mientras que la de Mateo se remontaba sólo a Abrahán su mensaje programático en Nazaret Jesús habla ya de sí mismo en relación con Elías y Eliseo, recordando cómo ambos fueron enviados a extranjeros fuera de los confines de Israel (4,25-27).

La figura de la viuda de Sarepta podría anticipar la comunión de mesa entre judíos y gentiles, aunque el texto de los LXX no dice expresamente que comieran juntos. La figura de Naamán el sirio en las aguas del Jordán podría ser un anticipo de los gentiles siendo purificados en las aguas del bautismo. Además se nos dice de Naamán que en adelante no tuvo más dios que el Dios de Israel, aunque no se dice que se hiciese judío. Quizás Naamán puede ser el tipo de los Cornelios, los temerosos de Dios que creerán en el Dios de Israel sin hacerse judíos.

Al rechazo de los judíos por Jesús en la sinagoga de Nazaret corresponde el rechazo de Pablo por los judíos en Antioquía de Pisidia (Hch 13,45-50). Se nos dice también de Pablo que “le expulsaron”.

Ya hemos visto que donde Q decía que vendrían de Oriente y occidente, Lucas añadió “y del norte y del sur” para sentarse a la mesa con Abrahán (13,29 ¹ Mt 8,12).

Uno de los rasgos lucanos que ya conocemos es el de periodificar la historia, distinguiendo netamente etapas diversas y no permitiendo que haya ningún solapamiento entre ellas. El tiempo de Jesús es el tiempo del ministerio a Israel, y el tiempo de la Iglesia es el tiempo del ministerio a los gentiles. En su edición de las fuentes ha sido muy cuidadoso de eliminar todo ministerio directo de Jesús a los gentiles, y toda salida de Jesús a territorio gentil

En virtud de este enfoque Lucas ha suprimido muchos de los contactos de Jesús con los gentiles en el evangelio de Marcos, para centrar su ministerio en el pueblo judío, “para preparar a Dios un pueblo bien dispuesto” (Mc 1,17). En el pasaje lucano del centurión éste no llega a encontrarse con Jesús, sino se limita a enviarle dos embajadas (Lc 7,3.6). En cambio, en Mateo el centurión acude a Jesús en persona desde el principio del relato (Mt 8,5).

Lucas sigue fiel a su principio literario que quiere dejar para el tiempo de los apóstoles la llegada del evangelio a los gentiles. Quizás éste sea el motivo por el que ha suprimido la sección de los panes de Marcos, que representa a Jesús viajando por territorio pagano, fuera de la Galilea. De este modo, en el evangelio Lucas presenta esta misión a los gentiles de un modo sólo simbólico, como un preanuncio, una intuición que sólo más tarde llegará a realizarse, pero que de alguna manera ya está germinalmente en el mensaje de Jesús.

Lucas se complace en presentar una doble reacción ante el mensaje de Jesús, una favorable y otra desfavorable; Jesús era un signo de contradicción, puesto para que muchos “cayeran y se levantaran (2,34). Pero Lucas se niega a identificar la reacción favorable o desfavorable con un único tipo de personas, sino que mantiene un criterio inclusivo. No hay grupos buenos o grupos malos. En cada grupo social hay algunos miembros que reaccionan favorablemente y otros que lo hacen desfavorablemente. No todos los soldados tuvieron una actitud negativa en contra de Jesús, unos se burlaron de él y otros, como el centurión, le confesaron. Igualmente ocurre con los dos ladrones, uno se burla de él y otro le confiesa. Ni siquiera en lo que respecta a los dirigentes quiere Lucas generalizar haciéndoles colectivamente responsables. Si es verdad que los “dirigentes” (23,35) se burlaron de Jesús, hubo también un dirigente, que se pronunció a favor, José de Arimatea, un dirigente “bueno y justo” que esperaba el reino de Dios (23,51).

El modo como Lucas trata a los samaritanos le es muy peculiar (9,51-56; 10,30-37; 17, 11.19). Lucas asocia los samaritanos a los judíos y se interesa por ellos más que ningún otro evangelista, incluido san Juan; recordemos la parábola del buen samaritano (10,29-37), la curación del samaritano leproso (17,11-19). Lucas les utiliza como contraste con los judíos, pero los samaritanos para Lucas no son gentiles, sino que son parte del pueblo de Israel; por ello quedan incluidos ya en la etapa del ministerio de Jesús.

Lucas omite el mandato de “no entrar en las aldeas samaritanas” (Mt 10,5). Jesús cruza la Samaría y es rechazado por los samaritanos (Lc 9,52), tal como había sido rechazado en Galilea y lo será después en Jerusalén. Posteriormente habrá también un importante ministerio de la Iglesia hacia los samaritanos. Hechos nos narra el éxito de una de estas misiones de los apóstoles (8,25; 8,1,5,9,14; 9,31; 15,3).

 

2.- Tratamiento del tema de los gentiles en los Hechos

Aunque ya en el apartado anterior hemos hablado de la obra lucana en su conjunto, y tuvimos que hacer algunas referencias a los Hechos, queremos ahora en este apartado tratar más específicamente el modo como Lucas narra en los Hechos los orígenes del acceso de los paganos a la fe.

Lucas ha hecho un arreglo editorial al situar el episodio de Cornelio al principio de la misión pagana, como si la iniciativa de bautizar a los gentiles perteneciese a Pedro. Esta manera de presentar los hechos no parece cuadrar con el dato de que los primeros que predicaron a los gentiles fueron unos cristianos anónimos de Antioquía (Hch 11,19-20). Bien pudiera ser que Lucas haya querido justificar la misión a los gentiles mediante el recurso literario de atribuir a Pedro la iniciativa.

El pasaje de Cornelio no concuerda con la actitud mantenida por Pedro posteriormente en la controversia de Antioquía (Ga 2,11-14), o con el hecho de que en una visita anterior a Jerusalén se le hubiese atribuido a Pablo ser el apóstol de los incircuncisos (Ga 2,9). ¿Cómo explicar ambos hechos si era Pedro quien había iniciado dicha misión? No se trata de decir que el pasaje de Cornelio sea una invención lucana. Probablemente se trata de un hecho histórico. Pero la fechación de este hecho tan al principio y la importancia que se le hace desempeñar en la historia de la apertura del cristianismo a los gentiles son fruto de la redacción lucana. Además el recurso literario de Lucas de establecer le mayor número posible de paralelos entre Jesús en el evangelio y los apóstoles en Hechos, nos hace sospechar motivaciones literarias a la hora de establecer el paralelo entre Jesús y el centurión de Cafarnaúm por una parte, y Pedro y el centurión de Cesarea por otra.

Además el propio Lucas se contradice. En el capítulo 11 atribuye el inicio de la predicación a los gentiles a unos misioneros anónimos en Antioquía (Hch 11,19-20), lo cual parece ignorar por completo el precedente de Pedro. Según este texto los primeros que se dirigieron a los gentiles fueron unos creyentes de Chipre y de Cirene. Se ve que Lucas ha querido atribuir a Pedro, antes que a Pablo o ningún otro, el precedente de la conversión de los gentiles y sobre todo de la comunión de mesa con ellos.

En el concilio de Jerusalén no se alude al episodio de Cornelio y a la aprobación subsiguiente en Jerusalén de la conducta de Pedro. El episodio de Cornelio está metido con calzador entre la persecución de Esteban y la misión a los gentiles en Antioquía.

Si para cuando tiene lugar la controversia de Antioquía ya el concilio hubiese aprobado la comunión de mesa, Pablo habría aludido a dicha aprobación en su disputa con Pedro.

 

c) Los gentiles en Marcos

 

1.- Naturaleza de la comunidad de Marcos

La comunidad de Marcos estaba integrada por paganos, y por tanto estaba totalmente abierta a esta misión. Por eso el evangelista trata de rastrear en los recuerdos históricos de un Jesús que se dedicó sólo a los judíos, buscando algunas pistas que insinúen ya una cierta voluntad de misión a los paganos. Los cristianos de Marcos tienen que enfrentarse al desafío de la comunidad de mesa entre creyentes judíos y creyentes procedentes de la gentilidad.

El relato se va a centrar en Galilea que era la parte de Palestina más abierta a los paganos, en contraste con el judaísmo replegado sobre sí mismo, simbolizado en Jerusalén. En el futuro Dios se manifestaría en la Galilea de los gentiles (Is 8,23-9,1). Mateo la denominará con este nombre (Mt 4,15). La Galilea de Marcos no tiene fronteras. Las dos riberas del lago representan la ribera judía y la ribera pagana. Jesús misiona territorios paganos, multiplica el pan también para los paganos. El primero en creer será un centurión romano. La cita final con el resucitado tiene lugar en Galilea, al final de la historia (Mc 16,7). En Galilea hay una proximidad al paganismo que no se da en Jerusalén.

Los galileos aparecen en la literatura rabínica como seres un tanto grotescos. Son conocidos por la rudeza de sus prácticas y su dificultad para pronunciar correctamente las guturales del arameo. Vermes estudia este punto[347] y cita una anécdota del Talmud, en la que en Jerusalén a un galileo se le reprocha su acento.[348] Algunas personas del norte hablaban el hebreo tan mal, que no se les permitía leer la Biblia en la sinagoga cuando estaban fuera de su tierra.[349] Se les acusaba también de su falta de pureza ritual. Se le criticaba a Hanina por andar por las calles solo de noche,[350] y al rabí Yose el galileo por haberse entretenido en una conversación con una mujer por la calle.[351]

Lohmeyer,[352] percibe en la Galilea de Marcos una dimensión cristológica más que geográfica, en cuanto opuesta a Jerusalén; la comunidad cristiana de Galilea estaría también en contraposición con la comunidad judeocristiana de Jerusalén, representada por los hermanos de Jesús, tan malparados en el evangelio de Marcos.

Es claro que la comunidad a la que escribe Marcos era una comunidad de cristianos no judíos. Continuamente tiene que explicar costumbres o palabras judías que no eran inteligibles para sus lectores: 7,3 (explicación de abluciones), 11,13 (no era tiempo de higos); 12,42 (2 lepta son un cuadrante); los ácimos (Mc 14,12); la Parasceve (15,42). Tiene que explicar palabras arameas: “Abba" (Mc 14,36),”Getsemaní” (Mc 14,32), “Talita qumi” (Mc 5,41), “Eli, Eli lamma sabakhtani” (Mc 15,34; Mt 27,46), “Gólgota” (Mc 15,22; Mt 27,33; Jn 19,17), “Éffeta” (Mc 7,34), “Rabbí” (Mc 9,5; 14,45), “Rabbuni” (Mc 10,51), “Hosanna” (Mc 11,9.10); Boanerges (Mc 3,17; Bar Timeo (10,46); Qorban (7, 11).

Muchos localizan esta comunidad en Roma, dado el alto número de palabras latinizadas que aparecen en el texto: kodrante" -cuadrante (12,42), modio" - modio (4,21), kentu­riwn - centurión en vez de ekatontar­co" (15,39), legiwn - legión (5,9),  flagelar - fragel­loun (15,15), xestwn por vasijas (7,4), que viene del latín sextarius, speculator - spekou­la­twr - guardia (6,27; ver Mt 14,10); censo - khn­so" (12,14), pretorio -praitwrion (15,16); de­nario - dhnarion (12,15), iter facere o hacer camino odon poein, satis facere – to ika­non poih­sai.

Marcos se ha tenido que enfrentar en su evangelio con esta aparente contradicción entre lo que Jesús enseñó y practicó durante su vida, y la doctrina y práctica que era común entre los miembros de su comunidad romana. En ocasiones hace una exégesis de las palabras de Jesús, que va mucho más allá de lo que estas palabras significaban en el contexto histórico de Jesús, sino que reflejan una práctica muy posterior. Tal es el caso cuando Marcos dice que “así declaraba puros todos los alimentos”, a propósito del logion sobre lo que verdaderamente contamina al hombre (Mc 7,19).

Precisamente una de las garantías de la fidelidad del evangelio a las palabras de Jesús se muestra en el hecho de que no hayan intentado cambiar sus palabras para acomodarlas al pensamiento de épocas posteriores, en los casos en que esas palabras de Jesús podían resultar extrañas y aun escandalosas para el lector contemporáneo de Marcos.

Cuando Marcos quiere introducir en la pastoral de Jesús una apertura a los gentiles lo hace de una manera mucho más sutil que el inventarse dichos y ponérselos en la boca de Jesús. Toda la sección sobre los panes, revela en su construcción una enseñanza implícita sobre la predicación a los gentiles.

 

2.- Los gentiles en la sección de los panes

La sección sobre los panes incluye el relato de las dos multiplicaciones. Comprende el relato de Jesús sobre las aguas, curaciones en el país de Genesaret, la discusión sobre las tradiciones y los alimentos, y el viaje de Jesús a territorio de Gentiles (curación de la hija de la Cananea y del sordomudo). Es precisamente en este contexto de su viaje por la Decápolis donde se va a dar la segunda multiplicación. De este modo la primera multiplicación tiene lugar para los judíos, y la segunda para los gentiles. La sección termina con un discurso sobre los panes, en el que se denuncia la no comprensión de los discípulos, y el peligro de la levadura farisaica.

El mensaje que nos dan implícitamente estas dos multiplicaciones con sus distintos contextos y símbolos, es que Jesús ha venido a ofrecer el pan de la vida no sólo a los judíos, sino también a los paganos. Los judíos reciben el pan primero, en vida de Jesús -primera multiplicación-, pero también los paganos acabarán comiendo las migajas que caen de la mesa judía en la segunda multiplicación. Unos y otros tendrán parte en la mesa eucarística.

El gran problema que se plantean los cristianos de Marcos es: ¿Pueden gentiles y judíos comer el mismo pan en la misma mesa? Y la dificultad es la normativa judía sobre la kashrut, la noción de lo puro y lo impuro. Ante esta dificultad, entendemos el discurso de Jesús sobre el hecho de que nada desde fuera puede contaminar la comunión de la misma mesa, sino sólo las intenciones malas. Para compartir la misma mesa, el único alimento impuro es la “levadura de los fariseos” (8,15). Judíos y paganos han sido llamados a compartir la misma mesa sin que las prohibiciones rituales puedan impedirlo. De este modo Jesús ha sido plantado por Marcos en el corazón de la gentilidad, mediante sutiles recursos, sin falsear los dichos y doctrina del Jesús histórico, pero dejando abierta la puerta para los posteriores desarrollos de la comunidad postpascual a la luz del Espíritu Santo.

Veamos un esquema de la sección en la que habla Marcos de los contactos de Jesús con los gentiles. Se trata de la tercera sección de la primera parte del evangelio:

 

Tercera sección (6,6b-8,21)

       a) Sumario de la predicación de Jesús (6,6b)

        b) La misión de los discípulos y la muerte del Bautista (6,7-13 [14-29] 30)

       c) Actividad de Jesús en palabras y hechos SECCIÓN DE LOS PANES (6,30-8,26) 

       1) primera multiplicación (6,30-44)                      1b) segunda multiplicación (8,1-9)

       2) travesía del lago (6,45-56)                             2b) travesía del lago (8,10)

       3) disputa con los fariseos (7,1-23)                     3b) disputa con los fariseos (8,11-13)

       4) diálogo con la cananea sobre pan (7,24-30)               4b) diálogo con discípulos sobre el pan                                                                           (8,14-21)

       5) curación de sordomudo (7,31-37)                    5b) Curación de ciego (8,2

 

Paso a la segunda parte: la curación del ciego de Betsaida (8,22-26)

                                 la confesión de Pedro: eres el Mesías (8,27-33)

 

Comparemos la presentación de Marcos con la de los otros dos sinópticos. En Mateo la confesión de Pedro es resultado de una creciente comprensión de los discípulos, y de una iluminación divina. Mateo ha eliminado la insistencia en la incomprensión. En la barca acogen a Jesús y le adoran como Hijo de Dios (Mt 14,33), en la segunda travesía entienden que la levadura es la enseñanza de los fariseos (Mt 16,12), y además Mateo nos dice que hubo una especial iluminación por parte del Padre del cielo (Mt 16,17).

Veamos en cambio la presentación de Marcos. El tema de la incomprensión de los discípulos se trata en la tercera sección de la primera parte del evangelio. En esta tercera sección, llamada sección de los panes, se dan dos rondas paralelas de acontecimientos. Esta sección está enmarcada por una inclusión en la que se expresan las opiniones sobre la identidad de Jesús en 6,14-15 y en 8,27. Cada una de estas dos rondas de acontecimientos consta de una multiplicación de panes, una travesía en barco, una controversia con los fariseos, un diálogo con los discípulos sobre el pan, y una curación de un sordo o de un mudo.

El marco de la inclusión sobre las preguntas acerca de Jesús nos hace sospechar que toda esta sección gira sobre la incomprensión de los discípulos acerca de su identidad, así como sobre la naturaleza del pan que él da, y el pan que él es. La sección termina con la confesión de Pedro en Cesarea, cuando por fin la dureza de corazón ha sido quitada y Pedro puede ver quién es Jesús.

 

a) Primera multiplicación y travesía subsiguiente

El primer milagro tuvo lugar en la orilla noroccidental del lago, la orilla judía. El relato va haciéndose eco de la saga de los israelitas en el desierto exigiendo pan (Ex 16, Nm 11) y la multiplicación de los panes de Eliseo (2 R 4,42). Jesús actúa en el espíritu de Moisés y Eliseo. Las doce cestas representan a las doce tribus de Israel, y todo el pasaje está lleno de connotaciones eucarísticas. Los cinco panes representan para Juan Mateos los cinco libros de la Ley. Los discípulos ven que no pueden alimentar con ese alimento judío a tanta gente. Los cinco mil hombres adultos son múltiplo de cinco, así como también los corros de 50 que probablemente tienen que ver con las comunidades de profetas de 1 R 18,4.17; 2 R 2,7.15-17.

Todos los símbolos tienen una significación: recostados es la postura de los hombres libres, el desierto, fuera de la sociedad injusta, la hierba verde alude al salmo del Pastor, y a la abundancia, los corros a la amistad y solidaridad

La primera “chorrada” de los discípulos ante la propuesta de Jesús de dar de comer a la gente (Mc 6,37b) está formulada en términos más crudos que los paralelos de Mt 14,17 y Lc 9,13, pero sería prematuro hablar de incomprensión todavía. La boutade de los discípulos tiene como fin preparar al lector para lo extraordinario del milagro, tal como sucedía con la intervención de Eliseo en 2 Re 4,43, o de Moisés en Nm 11,21.23.

La verdadera incomprensión tiene lugar cuando en la barca no son capaces de reconocer a Jesús y lo toman por un fantasma. Aparece aquí la primera alusión a la incomprensión de los discípulos: No habían comprendido lo referente a los panes porque su corazón estaba endurecido: ou gar sunh­kan e­pi toi" artoi" all’ hn au­twn hJ kar­dia pepwrwmenh (6,52).

Esta incomprensión le cae al lector totalmente por sorpresa. Al final de la escena de la multiplicación, no se había indicado nada sobre ella. Pero ahora el evangelista dice que hay algo que los discípulos debieron haber entendido acerca de la multiplicación, y que no entendieron, y es precisamente eso lo que les impide ahora reconocer a Jesús caminando por el agua. La causa profunda de esta falta de comprensión se atribuye a la pwrwsi" kardia", al endurecimiento del corazón, que analizaremos después.

Jesús les manda embarcarse e ir a Betsaida, que está al otro lado del Jordán, en la ribera pagana. Probablemente en esta orden se alude a una misión evangelizadora. Jesús quiere multiplicar también el pan en la orilla pagana. Pero los discípulos no están aún preparados para esta misión. Ya al principio del evangelio se resistían a ir a otras aldeas, y querían que Jesús se quedase para siempre en Cafarnaúm, en la orilla judía (1,36-37). Es la levadura de los fariseos, la culpable de esta obcecación. La levadura de los fariseos es su preocupación por la pureza ritual en las comidas, que impide que los judíos compartan el pan con los paganos.

La falta de comprensión de los discípulos acaba por malograr ese viaje y la barca arriba a Genesaret y no a Betsaida, como estaba programado. Siguen todavía en la orilla judía del lago y el proyecto misionero se ha frustrado temporalmente. Sólo más adelante llegarán a Betsaida y es allí donde el ciego recobrará la vista.

En Genesaret surge una disputa con los fariseos sobre la pureza ritual, y Jesús expone la parábola sobre lo que entra en el cuerpo y lo que sale de él, y la verdadera causa de la impureza. Los discípulos le preguntan en la casa por el significado de la parábola, y nuevamente se pone de manifiesto su falta de comprensión: “¿También vosotros estáis sin inteligencia? ¿No enten­déis que…? ouJtw" kai u­Jmei" asune­toi es­te Ou no­eite oJti (7,18). Jesús reconoce la dificultad de entender; es por lo que había exhortado a escuchar atentamente en 7,14: “Escuchadme todos y comprended”, Akousa­te mou pante" kai su­nete. Jesús les tiene que dar una breve explicación, tal como había hecho con la parábola de la semilla.

 

b) Segunda multiplicación y travesía subsiguiente

De aquí Jesús se va a territorio pagano de Tiro, donde tiene lugar el episodio de la Cananea. El tema de este episodio es el “pan de los hijos”, que según muchos no debía ser dado a los perros, que son los paganos (Hch 13,46). El pan es la vida del Hijo y el amor gratuito del Padre. Los discípulos lo tomaron por un fantasma, y luego en la siguiente travesía, pensarán que sólo tienen un pan y no es suficiente. Pero esta mujer sabe que bastan unas migajas para saciar las necesidades de ella y de su hija. La cananea es la única que llama a Jesús: Señor en todo el evangelio. Este relato subvierte las ecuaciones hijos=judíos, paganos=perros. En este caso los hijos han dejado caer, no sólo las migajas, sino el pan entero.

Jesús le dice a la cananea que “por esta palabra que has dicho, el demonio ha salido de tu hija” (Mc 7,29). Ya no es por la palabra de Jesús por la que se cura la hija, sino por la palabra de fe de la madre. Detrás de esta liberación, viene la escena de la curación del sordomudo de la Decápolis. Está en paralelo con la curación del ciego de Betsaida, ambos en la región pagana. Jesús ha dicho: tenéis ojos y no veis, tenéis oídos y no oís (8,18). Va a curar al sordo y al ciego.

Al sordo le toma aparte de la multitud (7,33), como luego al ciego de Betsaida le saca fuera de la ciudad (8,23), y luego le prohíbe volver a entrar en la ciudad (8,26). Le saca fuera del judaísmo, le prohíbe volver al judaísmo.

Tras este viaje por Tiro y la Decápolis, la liberación de la hija de la cananea, y la curación del sordomudo, Jesús se dirige hacia el lago por la parte de la Decápolis. Es la orilla oriental u orilla pagana del lago. Allí tiene lugar la segunda multiplicación.

Los comensales vienen de lejos, son paganos (8,3). Esta vez son siete los panes y siete las espuertas recogidas. El número 70 es el de las naciones, y 7 son también los diáconos helenistas elegidos en la comunidad de Jerusalén al lado de los doce apóstoles palestinos. 4.000 es múltiplo de 4 y puede designar los 4 puntos cardinales, como signo de universalidad. Lo que Jesús ha hecho se difunde por el mundo entero como el perfume de la mujer (14,9).También el pasaje tiene una tonalidad eucarística.

Es muy probable que estos números sean simbólicos, pero no siempre es fácil hoy descubrir el significado que el autor les atribuía.

Esta vez es Jesús quien les llama la atención a sus discípulos sobre la situación, mientras que en la primera multiplicación fueron los discípulos quienes llevaron la iniciativa. Hay un lapso de memoria que pone de manifiesto la no com­prensión de los discípulos. ¿Cómo puede uno alimentar una multitud en el desierto? (8,4).

Tras la segunda multiplicación se embarcan y llegan primero a Dalmanutha, que es algún lugar desconocido en la orilla judía, porque allí hay una disputa con los fariseos a propósito del signo. El mesianismo fariseo es una levadura que corrompe el pan. Se vuelven a embarcar una segunda vez con un solo pan (8,10). Se les olvidó coger panes en la orilla judía para llevar consigo camino de Betsaida. Jesús les había dicho que cuando fuesen de misión no llevasen consigo pan (6,8). Jesús les hace caer en la cuenta de que basta un solo pan, símbolo de unidad que hay en la barca y que satisface tanto a judíos como a paganos. Sigue una conversación sobre la levadura de los fariseos y Herodes, que los discípulos malinterpretan. Tiene lugar entonces la segunda gran reprensión, paralela a la del anterior viaje en barca: oupw noeite oude suniete? pepw­ro­menhn ecete thn kardian “¿No entendéis ni compren­déis? ¿Tenéis el corazón embotado?” (8,17). “Y les dijo: “¿Aún no compren­déis?” (8,21) Ou­pw  su­niete?

Finalmente llegaron a Betsaida, a donde no habían conseguido llegar en la primera travesía después de la primera multiplicación. En Marcos la confesión de Pedro viene de un modo sorpresivo, tras tantísimas alusiones a la falta de entendimiento. No parece darse una lógica narrativa entre tanta incomprensión previa y tan súbita iluminación. La respuesta a esta aparente incoherencia sólo la podemos en­contrar en la curación del ciego de Betsaida, que antecede a la confesión de Pedro. Jesús ha empezado a levantar el velo de la ceguera de sus discípulos.

En la primera travesía se dirigían a Betsaida, pero no consiguieron llegar, y arribaron a Genesaret, con lo que empezó una serie de controversias e incomprensiones. Cuando por fin en la segunda travesía consiguen llegar a Betsaida, concluyen estas incomprensiones con la curación del ciego.

El milagro tiene lugar en dos fases. Primero ve a los hombres como árboles (8,24), la segunda vez lo ve todo con claridad. Finalmente en la región pagana de Cesarea de Filipo Pedro llega a comprender que Jesús es el Mesías, aunque como veremos todavía no comprende el significado profundo de su mesianismo. Esta visión sólo se recibirá después de la resurrección.

La curación del ciego en dos fases puede corresponder bien a las dos partes del evangelio. La primera parte está centrada en el secreto mesiánico, la identidad de Jesús. La segunda parte está centrada en el misterio mesiánico, el contenido y destino de dicha mesianidad. Aunque Pedro ha descubierto ya lo primero, aún sigue sin comprender lo segundo, y por eso necesitará una ulterior iluminación.

Los discípulos en Betsaida ven con claridad lo que ha sucedido hasta entonces, que Jesús es el Pastor Mesías. La dureza de corazón que les impedía ver les ha sido quitada por un acto milagroso de Jesús.


Hay una relación entre ambas escenas:

Mc 8, 22-26                                           Mc 8,27-30

Betsaida, orilla pagana                              Región de Cesarea de Filipo, paganos

El hombre es llevado fuera de la ciudad        En las aldeas

¿Ves algo?                                             ¿Quién dicen que soy yo?

El hombre ve imperfectamente                   Los discípulos informan de las opiniones

                                                           Imperfectas que hay acerca de Jesús.

El hombre ve con claridad                         Pedro identifica a Jesús como Mesías.

No entres en el pueblo                              Les encargó que no lo dijeran a nadie.

 

También la curación del sordo mudo de la Decápolis tiene que ver con este proceso. La curación tiene lugar inmediatamente después de la primera ronda de incomprensiones. La denuncia de Jesús contra los discípulos utiliza simultáneamente el verbo ver y oír: ¿Tenéis ojos y no veis, y oídos y no oís? Ofqalmou" e­conte" ou blepe­te kai w­ta e­con­te" ouk akouete? (8,18). De este modo cada una de las dos rondas termina en un milagro de sanación, primero de los oídos y luego de los ojos.

Pero hay otro elemento de incomprensión que rodea estas dos rondas: el contraste entre la orilla judía y la orilla pagana: es el tema del pan de los hijos que tiene también que ser compartido por los perros. Las dos multiplicaciones tienen lugar en las dos orillas. Tras la primera, vienen las resistencias judías, de los fariseos, a propósito de los alimentos y la pureza ritual para comer judíos y paganos. Esta es la levadura de los fariseos, la que impide que los cristianos de la comunidad de Marcos coman juntos la Eucaristía. Basta para saciar tanto a judíos como a paganos.

Hay un pan único, que es Jesús, alimento para la multitud. Jesús es a la vez Pastor que alimenta, y el pan mismo que es servido. La próxima vez que el evangelio mencione el pan será en las manos de Jesús durante la última cena: “Tomad y comed” (14,22).

Podemos comparar el final de la primera parte del evangelio con el final de la segunda. Allí también el centurión, un pagano, va a ser iluminado en su ceguera para reconocer a Jesús como Hijo de Dios. La dureza de corazón le va a ser quitada en el momento en que se rasga el velo del templo que ocultaba el misterio de Dios. Este desgarro del velo del templo, puesto en paralelo por Marcos con el desgarro de los cielos en el bautismo, es el signo equivalente a la curación del ciego de Betsaida que pudo verlo todo claramente. “Viendo el centurión que había muerto así…” (15,39). La dureza de corazón es el verdadero velo que impide reconocer a Jesús como Mesías e Hijo de Dios. Este velo se había rasgado ya en el bautismo, pero entonces fue Jesús sólo quien lo vio. A la mitad del evangelio el velo es rasgado para Pedro, cuando es parcialmente curado de su ceguera; pero al final del evangelio el velo es rasgado para el centurión.

La escena de la primera multiplicación se desarrolla en el desierto, lugar del maná, las codornices, el agua. Ahora el pueblo recibe la palabra misma que se hace su alimento y su vida. El relato contrapone dos economías, dos maneras de administrar la propia existencia. La del hombre que vive de lo que tiene o de lo que compra y la de Dios que vive y hace vivir en perfecta gratuidad. Hay un pan, que se multiplica dividiéndolo y puede saciar a la multitud. Los discípulos lo tienen y no lo saben. El relato llamado multiplicación en realidad habla de una puesta en común. Así nace el pan único que sacia y basta para todos. En el trasfondo está el tema del éxodo, el don del maná y el milagro de Eliseo.

El discípulo come de este pan. El banquete que Jesús ofrece en el desierto es bien distinto del banquete que Herodes dio en su palacio; hace pasar de una existencia muerta, cerrada en el egoísmo y administrada por el deseo de tener, poder y aparecer, a una vida nueva en el amor, bajo el signo del don y del servicio humilde.

Los discípulos creen que Jesús es un fantasma, porque no han comprendido el significado del pan, la identidad misteriosa del pan. El Señor se aparece a los suyos andando sobre el agua como el Dios creador y liberador, dominador del caos y salvador del abismo. Pronuncia el nombre revelado: “Yo soy” y los discípulos ven la gloria de Dios sobre las aguas, pero no saber discernir el cuerpo de Cristo. En ausencia del esposo, la Iglesia está llanada a reconocerlo presente y operante en el pan que rompe en recuerdo suyo. La Eucaristía no es simplemente un compartir el pan fraternalmente, un amor vago e indefinido, un fantasma que recuerda al ser querido que está muerto. El pan por su palabra en la última cena, es Jesús mismo, el Señor que se nos da. Pero ellos no lo reconocieron, porque no habían comprendido lo del pan (6,52).

Si no descubrimos esa identidad misteriosa del pan que es Jesús, no podremos comprender cómo es pan es para ser multiplicado en ambas orillas, y seguimos infectados por la levadura de los fariseos que siguen pensando en término de los puro y lo impuro.

 

d) Los gentiles en Juan

 

Tampoco en Juan hay una misión de Jesús a los gentiles durante su ministerio, ni ningún tipo de logion que incluya una misión gentil para el futuro. El Jesús juánico reconoce que “la salvación viene de los judíos” (Jn 4,22), pero claramente no afirma que sea solamente para los judíos. En el pasaje de la samaritana queda claro que en la mente de Jesús esa salvación llega más allá de las estrechas fronteras del judaísmo, aunque no se diga explícitamente. Jesús se embarca una clara misión a los samaritanos, y se refiere a la futura misión que sus discípulos habrán de realizar entre ellos, pero, como ya hemos dicho, los samaritanos no pueden considerarse estrictamente paganos. Por tanto este texto juánico establece un precedente aperturista, pero no contempla explícitamente la misión a los “griegos”

Hay un texto en el que los adversarios de Jesús conjeturaban irónicamente que se iba a ir a los griegos (Jn 7,32-36). Jesús habla de su ‘partida’ refiriéndose a su muerte y sus opositores le malentienden pensando que iba a partir a los países de la diáspora “para enseñar a los griegos”. Según la técnica de la ironía juánica, los personajes hostiles a Jesús dicen grandes verdades de las que ellos mismos no son conscientes. En este caso los judíos estarían anunciando irónicamente una gran verdad que habría de hacerse realidad. Efectivamente Jesús se iba a marchar a los griegos, es decir, su evangelio habría de llegar a las tierras paganas. Pero literariamente esta afirmación se hace indirectamente. Queda simplemente insinuada a partir de un malentendido de las palabras pronunciadas por Jesús, que directamente estaba queriendo decir otra cosa.

Para nuestro presente estudio es más importante el texto en el que, estando Jesús en el templo, hay unos griegos que desean verle (Jn 12, 20-36). Acuden a Felipe y a Andrés como intermediarios para poder acercarse a Jesús. El evangelista no llega a afirmar que Jesús los recibiera o llegara a hablar con ellos. Sin embargo a raíz de este hecho Jesús se pone a hablar de cómo su futura muerte será como la del grano de trigo que tiene que morir para dar fruto. En ese contexto, ese dar fruto al que se refiere Jesús no puede ser otro que el del futuro éxito que su evangelio tendrá entre los griegos (cf. Jn 12,22).

 

III.- CONCLUSIÓN

 

Antes de dar nuestra propia conclusión quiero reproducir la conclusión a la que llegan dos autores que han estudiado extensamente el tema:

Jeremías en una monografía dedicada a Jesús y los gentiles, dice que Jesús limitó su misión a Israel en su vida, pero que predijo para el final la proclamación del evangelio a todas las gentes, no a través de misioneros humanos, sino a través del ángel de Dios (Mc 14,9; Mc 13,10). Se sirve de Mt 8,11s, para mostrar que Israel sería excluido, mientras que los gentiles habrían de entrar. Jesús estuvo influido por la visión bíblica de los gentiles en la última hora y se opuso al judaísmo contemporáneo que es muy negativo con relación a los gentiles. El fin de la proclamación del evangelio y de la muerte de Jesús fue la incorporación de los gentiles.

“Si dejamos aparte citas, sumarios e interpretaciones alegóricas de las parábolas, encontramos que Mateo da el mismo resultado que Marcos y Lucas: la única prueba sólida de la actividad de Jesús entre los gentiles consiste en la narración de dos casos de curación a distancia (Mt 8,15-13 y paralelos, Mc 7,24-30 y paralelos) junto a los cuales se puede poner quizás también la historia del endemoniado de Gerasa. Esto es todo”.[353]

 La opinión final de Sanders es que Jesús no dio una enseñanza suya específica sobre lo que había que hacer a propósito de la misión a los gentiles. Los primeros discípulos parecen tener la concepción judía contemporánea de que en los últimos días los gentiles de un modo u otro podrían ser admitidos en el reino. El entusiasmo por esta admisión y el tenor de las condiciones requeridas era diverso entre unos judíos y otros, pero en general se puede pensar que la opinión de los discípulos, como la de la mayoría de los judíos de la época, era que algunos gentiles serían admitidos en el pueblo de Dios. No les resultaba tan claro el determinar si dichos gentiles tenían que hacerse prosélitos. Sanders acude a un criterio minimalista: “Apoyándome en razones generales, me inclino a pensar que (Jesús) esperaba que al menos algunos gentiles se volvieran al Dios de Israel y participaran en el Reino venidero. Las razones generales son éstas: buen número de judíos esperaba que ocurriera esto; Jesús era un hombre benévolo y generoso. Es decir, la alternativa a pensar que Jesús esperaba con ilusión la conversión de los gentiles sería que esperaba su total aniquilación. Esto resulta improbable”.[354]

Nosotros pensamos que hay que dejar establecido firmemente dos verdades:

Por una parte es claro que Jesús no desarrolló un ministerio pastoral con los gentiles, y que sus únicos contactos con ellos fueron de carácter esporádico y no programático. Tampoco Jesús dio instrucciones explícitas a sus discípulos sobre una futura misión a los gentiles. Hay que reconocer que los gentiles no entraban en el campo inmediato de las preocupaciones y objetivos del ministerio de Jesús. Más que en el análisis de los logia de Jesús, nos basamos en el hecho de las reticencias y dificultades que tuvieron los discípulos para abrirse a una misión a los gentiles. Es un hecho indiscutible, que en los primeros años de la vida de la Iglesia no existió dicha misión. Es claro que cuando algunos (ya se Pablo, o los creyentes de Antioquía, o Pedro en Cesarea) comenzaron dicha misión tuvieron que enfrentarse con una fuerte polémica por parte de algunos de la Iglesia de Jerusalén. Si Pedro contase con dichos auténticos de Jesús, como podría ser Mt 28: “Haced discípulos de todas las gentes y bautizadlas” podría haber justificado mejor su conducta antes los reproches que le hicieron.

El mismo Pablo que en alguna ocasión justificó su posición doctrinal aludiendo a dichos tradicionales de Jesús (1 Co 7,10), debería haber hecho lo mismo para justificar la misión a los gentiles si hubiese contado con este tipo de dichos de Jesús. Su silencio muestra que en aquella época no existían todavía esos dichos que luego recogen los evangelios.

Pero al mismo tiempo hay que reconocer que cuando las circunstancias abrieron a los discípulos una misión a los gentiles que empezó con grandes frutos, no había tampoco en el recuerdo del talante y los dichos de Jesús nada que fuese absolutamente contradictorio con esta misión. Había precedentes en la actitud abierta de Jesús hacia todos, en su visión de un Dios sin fronteras, en su rechazo de un judaísmo nacionalista y excluyente.[355] Por otra parte en la misma Biblia hebrea podían leer algunos versos de Isaías y de otros profetas que claramente hablan de un futuo en el que los gentiles serían admitidos en el pueblo de Israel.

Estos precedentes hicieron posible que, llegado el caso, a la luz de una determinada iluminación profética del Espíritu Santo, y no sin grandes reservas y conflictos, se acabase abriendo camino la opinión de admitir a los gentiles al bautismo y a la fe, sin necesidad de exigirles la circuncisión ni la práctica de los preceptos positivos de la Ley. Se acabó así admitiendo que los judíos creyentes en Jesús pudieran compartir la mesa eucarística y la comunión con dichos gentiles, lo cual de alguna manera acabaría dejándolos fuera del judaísmo.

Si, como veremos en la próxima sección, Jesús explicitó que el Reino de Dios anunciado e inaugurado por él llevaba consigo una restauración del Israel de las Doce tribus, hay que recordar que dicha restauración en algunas corrientes de la literatura judía contemporánea estaba ligada a una incorporación de los gentiles a la alianza. Aunque no todos los sectores del judaísmo estaban igualmente bien dispuestos a esta eventualidad, había ya un caldo de cultivo en el cual esta idea no resultaba totalmente nueva, y estaba de algún modo presente tanto en Jesús como en los discípulos.

Marcos ha narrado el gesto de purificación del templo de Jerusalén incluyendo el logion del como “casa de oración para todas las gentes” (Mc 11,17; cf. Is 56,7). Si el gesto, como veremos, tuvo una connotación simbólica de destrucción con vistas al nuevo templo que bajaría del cielo en la consumación escatológica, es claro que en ese ésjaton Jesús veía a los gentiles incorporados de algún modo a la alianza.

Para nosotros, como cristianos creyentes en Jesús, la pregunta más difícil de contestar es la siguiente. ¿Cómo es posible que la misión a los gentiles no hubiese sido prevista y querida y proyectada por Jesús mismo durante su ministerio terreno? ¿Cómo es posible que Jesús mismo no hubiese llegado a explicitar en vida esas conclusiones a las que sus discípulos llegaron sólo después de su muerte?

Estamos en el terreno de la conjetura. Creo que es importante comprender que Jesús desarrolló su ministerio con una gran urgencia. De un modo u otro sabía que tenía muy poco tiempo, y quiso centrarse en dejar sentada una obra duradera. Se sintió llamado ante todo a crear un pueblo buen dispuesto que pudiera acoger el Reino de Dios. El dedicar su tiempo a convertir paganos, le hubiera distraído claramente de su actividad más urgente que era predicar la conversión del pueblo judío, y dejar tras de sí el germen de una comunidad renovada. Jesús no pensó en crear una nueva religión. Quería renovar el Judaísmo desde dentro, abriendo a su pueblo para que acogiese de una manera nueva el Reino de Dios que estaba llegando.

Su experiencia de la predicación le hizo caer en la cuenta de cómo en algunas ocasiones los gentiles se mostraban más dispuestos que los mismos judíos a la hora de recibir la buena noticia, y esto le hizo reflexionar sobre cómo en el Reino restaurado se habrían de incorporar también gentiles, lo cual además era un principio compartido por muchos otros textos del judaísmo contemporáneo.

Su compasión y su misericordia no conocían fronteras. Las pocas veces que entró en contacto con paganos necesitados, no se cerró a compartir con ellos la gracia de que era portador. Pero no era éste el horizonte de su preocupación y de su misión principal. De hecho su fracaso al intentar convertir a su pueblo, trajo misteriosamente la salvación a aquellos que no habían estado en el punto de mira inmediato de sus objetivos apostólicos. Pero todo esto es algo de cuyos detalles Jesús no tenía por qué ser plenamente consciente.

Como creyentes, no nos importa tanto si es el Jesús histórico el que envió a sus discípulos a los gentiles, o si es el Jesús resucitado el que sigue guiando a su Iglesia a través del ministerio de sus apóstoles y a través de la presencia del Espíritu Santo con sus dones carismáticos.

Esto lo entendió bien la comunidad primitiva cuando puso en labios del Jesús pascual esa misión de la que sólo llegaron a ser conscientes a través de los tortuosos senderos de las circunstancias históricas, y de los debates intracomunitarios.

 

 

 

 

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Notas al tema 10


 

 

TEMA 11: Jesús y los revolucionarios

 

 

 

En los capítulos anteriores hemos ido estudiando el trasfondo judío del Jesús histórico estableciendo una relación entre él y los diferentes grupos judíos contemporáneos. Cada uno de estos paralelismos nos ha iluminado para comprender algo de lo que pudo haber sido la actitud de Jesús respecto a los grandes principios y a las grandes instituciones características de la sociedad en la que él vivió.

Intentaremos en este capítulo llegar a conocer mejor a Jesús en relación con otra realidad judía característica de aquella época: los grupos y movimientos que reaccionaban contra la ocupación romana y alentaban en el pueblo el deseo de resistir contra dicha ocupación. Este estudio nos dará la oportunidad de analizar muchos aspectos muy interesantes del Jesús histórico, como por ejemplo cuál fue el alcance político de su predicación acerca de la próxima llegada del Reino y cuál fue su actitud ante el templo co­mo máxima institución de su pueblo, cuál fue la reacción que produjo su entrada solemne en Jerusalén, el incidente en el templo y la profecía sobre su destrucción.

También tendremos que estudiar si Jesús fue condenado por sus ideas religiosas, o más bien por la repercusión política que esas ideas no pudieron por menos que tener en una sociedad teocrática como la suya. Veremos también cuáles fueron las instancias más implicadas en su ejecución, y en que medida la condena a muerte es atribuible a las autoridades judías o a las romanas. Pero más que preguntarnos “quién mató a Jesús”, preferimos preguntarnos con Rivlin “qué mató a Jesús”, es decir cuál fue el conflicto que llevó a Jesús a la muerte, y cómo se produjo el choque inevitable del anuncio de Jesús y su visión de Dios con el entramado histórico religioso-político de la Palestina de su época.

Finalmente, y pensamos que ésta puede ser la parte más interesante de nuestro estudio, trataremos de preguntarnos cómo pudo haber vivido Jesús este conflicto, en qué medida lo desencadenó voluntariamente, en qué medida fue consciente del posible desarrollo de los acontecimientos, y cómo pudo haber entendido que su muerte pudiese ser un factor determinante en la venida de ese Reino que anun­ciaba.

 

I.- EL MOVIMIENTO INSURGENTE JUDÍO

 

a) La resistencia antirromana en el judaísmo

 

Tras el retorno de Babilonia no se cumplieron las promesas esplendorosas de los profetas exílicos. Se restauró sólo una pequeña provincia dentro del imperio persa, que cubría una mínima parte del territorio de las doce tribus. Quedaban fuera la Galilea, la Samaría, la Transjordania, la Costa, e inclusive el sur de Judea que había sido ocupado por lo idumeos.

Jerusalén fue reconstruida como una pequeña ciudad asentada sólo sobre la colina oriental, y el tem­plo no era ni una sombra de su antiguo esplendor. Así se acostumbraron a vivir los judíos como provincia de un gran imperio, bajo la supervisión de un gobernador persa, y gozando sólo de una autonomía limitada. Esta misma situación pareció continuar sin cambios tras la conquista de Alejandro, mientras Judea era gobernada por los Lágidas de Alejandría. La helenización siguió su curso sin grandes sobresaltos, y la religión judía fue respetada por los gobernadores de la potencia dominante de turno. Entre la etapa persa y la etapa lágida, podemos contabilizar cerca de 350 años seguidos en que la situación no experimentó ningún cambio sustancial

Todo cambió tras la batalla de Panion, en el año 200, cuando la provincia de Judea, junto con toda la Celesiria, pasó a manos de los seléucidas de Antioquía. Éstos eran también griegos, como los lági­das, pero quisieron apretar a fondo el acelerador de la helenización, movidos también en parte por la necesidad de fondos que sólo podían recabar de los tesoros de los templos.

Cuando Antíoco IV impuso su plan sincretista de asimilar el judaísmo a las religiones paganas, y prohibir el cumplimiento de la ley de Moisés, el país entero estalló en una revuelta generalizada. El colmo de la impiedad fue instalar una estatua de Zeus olímpico en el sancta sanctorum del templo de Jerusalén. Era la abominación de la desolación. Los jasidim, o piadosos, que habían sabido convivir hasta entonces con las potencias reinantes, declararon la guerra a Antíoco IV. Guiados por la familia de los macabeos, pronto aseguraron una vuelta al statu quo, que les garantizaba de nuevo la libertad religiosa. Para los jasidim era suficiente. No así para los hermanos macabeos, que ya no querían regresar a la situación anterior, y que ya no se contentaban con menos que la independencia completa.

Se vivió en esos años de mediados del siglo II, una verdadera borrachera de nacionalismo y de mesianismo. Todo parecía posible. El poderosísimo imperio de los seléucidas se había desmoronado. La nueva dinastía de los descendientes de los macabeos, la dinastía asmonea, se asentó en Jerusalén de­tentando a la vez el poder político y el religioso, como reyes y sumos sacerdotes. Pero los mismos jasidim que les habían ayudado en el principio de su lucha, les dieron la espalda, porque no les veían como legítimos reyes, al no descender de David, ni como legítimos sumos sacerdotes, al no descender de Sadoc. Aquí se sitúa la escisión de los esenios que rompen con el sacerdocio asmoneo de Jerusalén. Además pronto la corte asmonea siguió su proceso de helenización, dando la espalda a muchos de los valores por los que habían luchado en un principio.

La monarquía asmonea llegó a establecerse y legitimarse gracias a sus grandes éxitos. Conquis­taron casi todos los territorios de las antiguas doce tribus, con lo que aquel pequeño estado de Judea volvió a tener casi las dimensiones del reino de David. Al conquistar las tierras donde vivían millones de no judíos, impusieron una política estricta de limpieza étnica, forzando a los no judíos al destierro o a la circuncisión.

Pero no estaban los tiempos para tantas grandezas. Ya Roma tenía planes de hegemonía total en el Oriente. En un principio había visto con buenos ojos a los monarcas asmoneos, mientras eran sus aliados contra la monarquía seléucida, que era entonces el verdadero enemigo de Roma. Pero una vez que Roma ya había conquistado toda la Siria y la había reducido a provincia romana, no estaba dis­puesta a tolerar un estado judío tan poderoso.

La lucha fratricida entre los hijos de Alejandro Janeo, el último gran monarca asmoneo, le sirvió en bandeja la oportunidad de intervenir. Pompeyo apoyó la causa del hermano más débil y más mani­pulable, y ocupó la Palestina so pretexto de reducir al otro hermano, Aristóbulo, a quien llevó con cadenas a Roma.

Pero Pompeyo no se limitó a sustituir a un hermano por otro, sino que aprovechó la oportunidad para desmembrar el estado judío. Dio la libertad a todos los pueblos que habían sido conquistados por los asmoneos, y constituyó confederaciones independientes de ciudades en la costa y en la Decápolis. Dejó el estado judío reducido a su mínima expresión y organizó la administración del territorio en distritos. A partir de entonces Hircano II fue sólo un rey nominal, controlado por los romanos, y por Antípatro, el valido de Hircano, que era en realidad el hombre fuerte en aquella situación.

El pueblo no aceptó la situación. Durante todo el reinado de Hircano, se sucederán una tras de otra las revueltas populares contra Hircano y los romanos. La protesta se materializó en el apoyo militar dado a favor del otro pretendiente, Aristóbulo, hermano de Hircano, y sus hijos, a quienes consideraban los legítimos herederos de la gloria de la monarquía asmonea. fue un golpe durísimo para los judíos el despertar y verse sometidos de nuevo a una potencia extranjera, después de haber tocado el cielo con las manos y haber visto cumplido el sueño nacionalista latente durante tantos cientos de años. Después de aquella borrachera de nacionalismo durante los cien años de la dinastía asmonea, ¿cómo aceptar volver de nuevo a ser un estado vasallo?

Los levantamientos a favor de Aristóbulo II y sus dos hijos Alejandro y Antígono, ocuparán la historia de los próximos 25 años. En estas guerras murieron más de 100.000 combatiente judíos, y el país quedó desangrado.[356] Al final los levan­tamientos fracasaron, y los nacionalistas no sólo no pudieron coronar a ningún miembro de la familia de Aristóbulo, sino que incluso tuvieron que tragar el que Hircano II fuese destituido, y en su lugar los romanos nombraran como rey a Herodes, el hijo de Antípatro, un idumeo de una familia de ‘judíos nuevos’, obligada a judaizar cuando la anexión de Idumea.

Veamos las turbulencias que tuvieron lugar durante toda esa época hasta que Herodes se afianzó en el poder. Los años reseñados a continuación son del siglo primero antes de la era cristiana.

-65. Guerra civil entre los dos hermanos, Hircano II, aliado con Aretas III, el rey nabateo de Petra, y Aristóbulo II. Ambos hermanos enviaron legados a Pompeyo para pedirle que hiciera de ár­bitro. Cayeron judíos de ambos lados y acabó perdiendo Aristóbulo II, que fue detenido por los romanos. Sus partidarios se refugiaron en el templo.

-63 Pompeyo entró en Jerusalén y, en un baño de sangre, mató a 12.000 judíos que se resistían en el templo. Aristóbulo tuvo que marchar a Roma como prisionero y arrastrado con cadenas en el triunfo de Pompeyo.

-57. Alejandro II, hijo de Aristóbulo II, y cautivo en Roma junto con su padre, se escapó y volvió a Judea, donde juntó un ejército de 10.000 infantes y 1.500 jinetes, conquistando el Alexandreion, el Hircanion y Maqueronte. En la guerra subsiguiente contra Gabinio y los soldados de Hircano, murieron 6.000 judíos del ejército de Alejandro y otros tantos judíos que luchaban junto a Gabinio. Gabinio dividió Judá en cinco distritos: Jerusalén, Guézer, Hamatán, Jericó y Séforis, con lo que Jerusalén dejó de ser la capital de un territorio unificado.

-56. Se escapó también de Roma Aristóbulo II. Se le juntaron tantos judíos, que Aristóbulo tuvo que licenciar a muchos de ellos porque no tenía armas suficientes para darles a todos. Se quedó sólo con 8.000. Gabinio lo venció y lo volvió a enviar cautivo a Roma. Los romanos mataron 5.000 judíos y luego 1000 más con la toma de Maqueronte. Aristóbulo volvió a Roma como prisionero.

-53-51. Alejandro II juntó nuevamente otro ejército de unos 30.000 hombres y fue derrotado en el monte Tabor nuevamente por Gabinio. Cayeron 10.000 hombres y Craso saqueó el templo de Jeru­salén.

En nombre de Aristóbulo se levantó de nuevo un capitán por nombre Pitolao y se le juntaron en­seguida unos 30.000 judíos para guerrear de nuevo. Casio vino de Partia y los derrotó en Tarijea y se llevó cautivos unos 3.000 judíos.

-49. Mueren Aristóbulo II (envenenado en Siria) y su hijo Alejandro II (decapitado por Escipión) y comienza la guerra civil en Roma. Paso del Rubicón.

-48-45. Pompeyo es asesinado. Hircano y Antípatro, su ministro, envían contingentes judíos a Julio César para ayudarle en la guerra civil. Antípatro es nombrado Epitropos o gobernador de la Judea. Antípatro nombra a su hijo Fasael gobernador de Jerusalén y a Herodes gobernador de Galilea. Herodes luchó contra Ezequías el galileo y los bandidos de la frontera siria, y lo ejecutó (año 47).

-44 Muerte de César

-43. Casio se adueña de Siria y favorece a Antípatro y a Herodes. En Jerusalén, Antípatro fue asesi­nado por Málico. Herodes regresa de Galilea a Jerusalén y sucede a su padre en el puesto de mando.

-42. Antígono II, el segundo hijo de Aristóbulo, se levantó contra Hircano y Herodes. Herodes consiguió expulsar del territorio a Antígono. Batalla de Filipos en la que son derrotados los asesinos de César.

-40. En este año tiene lugar una invasión de los partos. Antígono II se alía con ellos para que le ayuden a recobrar el trono. Antígono consigue apoderarse de Jerusalén en un golpe de mano. Matan a Fasael, y Antígono se hace coronar rey. Herodes escapó de milagro y tuvo que huir primero a Masada y luego a Roma, para recabar ayuda de los romanos contra Antígono. Antígono se hizo coronar rey, y cortó las orejas a su tío Hircano para que ya nunca pudiese ejercer de sumo sacerdote. Herodes en Roma consigue que le nombren rey, pero tendrá que volver a Judea para conquistar su reinado

-37. Herodes regresa con apoyo romano y recupera el mando. Se casa con Mariamme, princesa asmonea nieta de los dos hermanos rivales. En la toma de Jerusalén, los romanos de Sosius hicieron terribles matanzas. Herodes hace una campaña en Galilea para liquidar los restos de fieles a Antígono II. Toma Séforis y liquida a los bandidos que había en las cuevas de Arbela. Consigue que Marco An­tonio ejecute a Antígono II, el último rey de la dinastía de los asmoneos.

En los más de 30 años del gobierno absoluto de Herodes, pudo parecer que el espíritu levantisco e independentista de los judíos había quedado ya quebrado del todo, pero no fue así. Tan pronto murió Herodes, y los romanos organizaron su herencia a su gusto, nombrando entre su hijos a los tetrarcas, estalló de nuevo la rebelión contra esos reyes extranjeros, marioneta del poder de Roma.

 -4. Ya poco antes de la muerte de Herodes, dos rabinos, Judas y Matatías, se rebelaron contra él y retiraron unas águilas de oro de lo alto del templo. Herodes moribundo hizo una matanza entre ellos, tal como ya anteriormente había masacrado a un grupo de fariseos rebeldes el año 7 a.C.

Inmediatamente después de la muerte de Herodes, hubo un motín contra Arquelao en el que su ejér­cito mató a 3.000 hombres.

Más tarde tuvo que intervenir Varo con la legión para calmar otra rebelión. Durante la fiesta de los Tabernáculos hubo una rebelión contra los legionarios capitaneados por Sabino. Los romanos incen­diaron las dependencias del templo y causaron gran mortandad. Judas, el hijo de Ezequías el bandido, se rebeló en Galilea y asaltó el arsenal de Séforis. Acudió Varo a sofocar la rebelión, quemó Séforis y Emaús. En Samaría Varo crucificó a más de 2.000 rebeldes.

+6 Cuando Arquelao fue depuesto y los romanos asumieron el mando directo sobre Judea, se nos habla de otra rebelión contra el censo, de un tal Judas de Galilea, el fundador de la cuarta filosofía, de quien hablaremos más adelante.[357] También en esta época quiso coronarse como reyes Simón, antiguo siervo de Herodes. Comenzó incendiando el palacio de Herodes en Jericó y proclamándose rey. Grato lo derrotó y ejecutó tras matar a un gran número de judíos de Perea.[358]

También Atronges, el pastor gigante, y sus cuatro hermanos dirigieron bandas armadas de rebeldes. Según Josefo también aspiró a la realeza y se ciñó la corona. Cada vez eran más brutales. Asaltaron un destacamento romano cerca de Emaús y mataron a Ario el centurión. Finalmente Grato pudo derrotarlos.[359]

Una vez que los romanos convirtieron la Judea en provincia romana, siguieron varias décadas de paz. El espíritu levantisco y nacionalista de los judíos había quedado desangrado con tantos reveses y matanzas. Sólo sesenta años más tarde comenzarán los nuevos disturbios que llevarán al gran le­vantamiento contra Roma y a la destrucción de Jerusalén.

Nos hemos detenido en la narración pormenorizada de tantas sublevaciones, para que entendamos la actitud profundamente nacionalista del pueblo judío que acabó llevando a la guerra final. A diferencia de todos estos rebeldes, el partido de los fariseos y de los saduceos había contemporizado con la hegemonía romana. Lo único que pedían es que se respetase su religión. Estaban dispuestos a dar al César lo que era del César, con tal de que se les permitiese dar a Dios lo que era de Dios. Acep­taban la falta de independencia política, y el tener que convivir con los numerosos gentiles que poblaban la Tierra Santa, porque pensaban que la rebelión con­tra Roma era locura, y que no tenían la más mínima posibilidad de derrocar el poder romano.

Pero junto a ellos no faltaban los fanáticos, que recordaban los éxitos cuasi milagrosos de los ma­cabeos contra los seléucidas, y pensaban que con el poder de Dios todo era posible. Lo quisieron todo, y al final se quedaron sin nada, como suele suceder a los fundamentalistas. Rechazaron la política pragmática de los colaboracionistas con Roma, de los sumos sacerdotes, la aristocracia laica, los fariseos.

 

b) Los movimientos insurgentes en la época de Jesús

 

1.- El bandolerismo

La gran crisis económica motivada por las continuas guerras produjo una tremenda crisis económica para muchas de las familias campesinas. A los impuestos tradicionales de los diezmos según la ley de Moisés se unieron los nuevos tributos que había que pagar a Roma, y las exacciones y confiscaciones de los ejércitos que asolaban el país. Los bandoleros siempre han representado un sentido popular de justicia contra los caciques locales en tiempos de eficacia administrativa, corrupción y opresión.

La liberación de las ciudades helenísticas realizada por Pompeyo llevó al exilio a muchos campe­sinos judíos que vivían de la agricultura en el entorno de dichas ciudades. Los bandoleros atacarán a los poderosos y serán populares entre la población campesina más sencilla.

Los campesinos se endeudan terriblemente, tienen que venderse a sí mismos en el mercado de trabajo donde hay más peones que empresarios. Se convierten en un subproletariado rural y acaban per­diendo sus tierras.

Durante toda esta época oímos hablar de bandoleros en Palestina. En el 47 a.C. Ezequías asola la frontera con Siria, y Herodes que por entonces gobernaba la Galilea consigue desbandar su grupo, aunque posteriormente es sometido a juicio en Jerusalén por la dureza con la que suprimió la rebelión.

38 a.C. Diez años más tarde, cuando Herodes regresa de Roma con su nombramiento de rey, tiene que conquistar el país y nuevamente en Galilea tiene que someter a unos bandidos que se refugiaron en las cuevas del monte de Arbela, junto al lago de Galilea.

Durante el reinado de Herodes y durante la época del ministerio de Jesús no conocemos a ningún bandido famoso, pero el bandidaje seguía siendo una realidad social, y siempre tenía un matiz reivindicativo contra la autoridad constituida. La parábola del samaritano nos habla de un hombre asaltado por los bandidos. El mismo Barrabás era un bandido. La palabra lhsth" utilizada por el cuarto evangelio es la misma que usa Josefo para hablar de los bandoleros rebeldes contra Roma. En el pasaje de Jesús enfrentado a Barrabás, el evangelista quiere presentar frente a frente dos modos de oferta de liberación. Sin duda que Barrabás era un bandolero que Pilato tuvo que soltar con mucha reluctancia. Probablemente también los dos ladrones crucificados con Jesús eran también bandoleros, quizás de la misma banda que Barrabás. Jesús se presenta como buen pastor que viene a dar la vida, frente al bandolero revolucionario que sólo viene a matar, perder y destruir.

44 AD: Volvemos a oír hablar de bandoleros poco después de que los romanos tomasen de nuevo el control directo de Palestina tras la muerte de Agripa I. El prefecto romano Fadus tuvo que limpiar toda la zona de bandidos. El bandolerismo se recrudecería en tiempos de la hambruna siendo prefecto Tiberio Alejandro a mediados de los cuarenta

55 AD: También nos cuenta Josefo que el gobernador Félix (el de juicio a Pablo en Cesarea) Félix consiguió por fin capturar a un bandolero, Eleazar ben Dinai que había ejercido su actividad durante casi 20 años sin ser detenido hasta entonces.

 

2.- Pretendientes reales

Había muchos tipos de mesianismo entre los judíos. Nosotros, con Horsley, aplicaremos este nombre a los movimientos centrados en un rey ungido y aclamado popularmente como tal. Las expectativas de un rey ungido, que habían estado latentes durante toda la época persa, comenzaron a reavivarse con el triunfo de los asmoneos. En Qumrán se esperaban dos mesías o ungidos, uno de estirpe sacerdotal, y otro descendiente de David. También el Testamento de los doce patriarcas y el libro de los Jubileos hablan de dos mesías.

A veces eran los mismos jefes de bandoleros los que se autoproclamaban reyes, tal como sucedió con Judas el hijo de Ezequías, que asaltó la ciudad de Séforis en Galilea, o Simón el siervo de Herodes cuyo campo de actividad fue en la zona del Jordán, o Atranges el pastor que actuó en Judea.

En todos estos casos encontramos el caso de líderes carismáticos aclamados por el pueblo. Los pretendientes reales eran hombres de origen humilde en los tres casos que acabamos de reseñar, y sus seguidores eran en su mayoría campesinos. Su principal finalidad era derrocar a los monarcas herodianos apoyados por Roma. Es importante ver los importantes contingentes de tropas que tuvo que utilizar Varo, el legado romano en Siria, para derrotar a estos pretendientes. Sólo así nos damos cuenta de la gran fuerza que estas bandas llegaron a tener en el país.

No dejemos de considerar tampoco el mesianismo que caracterizó la revuelta judía varias décadas después de la muerte de Jesús. Dos de los grupos activos en la revuelta parecen haberse caracterizado por una actitud mesiánica.

Uno de ellos es el de Menájem, el hijo de Judas el galileo que fundó la cuarta filosofía. Menájem apa­rece como líder del grupo de los sicarios que habían estado ya activos durante los años cincuenta cuando cayeron Simón y Alejandro, dos líderes sicarios, hijos también de Judas el galileo.

El segundo grupo es el de Simón bar Giora, que llegó a ser el jefe supremo en Jerusalén y llegó a disponer de todo un ejército que controlaba Idumea y el campo de Judea. En la última parte del sitio de Jerusalén, Simón bar Giora reinó sobre la ciudad de Jerusalén, mientras los Zelotas estaban refugiados en el área del templo Fue hecho prisionero por los romanos que lo llevaron prisionero a roma en el triunfo de Tito, y luego lo decapitaron allí

También asumió una misión mesiánica Simón Bar Kojba, que fue legitimado como Mesías nada menos que por uno de los rabinos más importantes de Yavne, el rabino Aquiva. Llegó a acuñar moneda fechada en el año 1 de la liberación de Israel.

 

3.- Profetas populares en el tiempo de Jesús

Abundaron en toda esta época los movimientos populares desencadenados por figuras proféticas. Hubo profetas que guiaban a los campesinos para que saliesen al encuentro de actos divinos de liberación, proclamando que Dios estaba a punto de poner fin a la opresión.

La gente abandonaba sus casas, sus familias y sus trabajos para seguir a estos líderes carismáticos al desierto o a la montaña. Tal fue el tipo de movimiento suscitado por el “Samaritano” en época de Pilato que arrastró a muchos al monte del Garizín, diciendo que les mostraría allí los vasos sagrados escondidos por Moisés. Pilato envió a un ejército que los dispersó y los puso en fuga, cuando se estaban congregando para subir juntos al monte.[360]

Diez años más tarde apareció otro famoso profeta, Teudas, al que se referirá Gamaliel en su discurso del sanedrín (Hch 5, 36), y del que nos habla Flavio Josefo.[361] Según Josefo, Teudas arrastró a una muchedumbre al desierto para purificarse, y les prometió que las aguas del Jordán se abri­rían ante ellos. El movimiento trataba de revivir la experiencia del éxodo, pero fueron desbandados por el gobernador Fadus, y Teudas y los dirigentes fueron ejecutados. Otro movimiento más suscitado por un predicador carismático es el del Egipcio, que invitaba a las masas a que lo siguieran al monte de los Olivos, para mostrarles cómo, a una orden suya, se derrumbarían los muros de Jerusalén. Félix envió a la tropa y aniquiló a cuatrocientos de ellos.[362]

En todos estos tres casos encontramos un esquema recurrente. Un profeta popular dotado de un gran magnetismo reunió en torno a sí a una muchedumbre prometiendo una salvación inmediata. En todos estos casos los romanos intervinieron inmediatamente, liquidaron al profeta y causaron una gran matanza entre sus seguidores.

Horsley nos habla de otro tipo de profetas distintos, a quienes llama profetas oraculares. Por Josefo conocemos a dos de ellos: Juan Bautista y Jesús el hijo de Ananías. Al Bautista nos hemos referido ya antes y su caso nos es bien conocido por los evangelios y por Josefo.

Pero Josefo nos dice que varias décadas más tarde, cuatro años antes del comienzo de la guerra Jesús ben Ananías, como un nuevo Jeremías, empezó a predicar por todo Jerusalén con un lamento lúgubre que la ciudad iba a ser completamente destruida.[363] Los dirigentes judíos lo entre­garon al gobernador romano Albino. Jesús ben Ananías nunca pidió compasión, incluso cuando le azotaron hasta que se le viesen los huesos. Finalmente Albino lo soltó pensando que estaba loco, y más tarde murió violentamente durante el sitio de la ciudad.

A primera vista son notables los parecidos entre el movimiento de Jesús y algunos de los movi­mientos reseñados. La tipificación de Horsley en tres grupos tiene algo de artificial. Algunos de los personajes clasificados comparten características con los personajes de los otros grupos. Reproduciremos un cuadro sinóptico de Barnett, en el cual se establece una comparación entre Jesús y tres de estas figuras:[364]

 

Gobernador   Figura profética    Actividad                      Localización           Audiencia

Pilato            Jesús                   multiplicar los panes     desierto                5000 hombres

Pilato            El Samaritano        descubrir vasos sagrados                        Garizín multitud

Fado             Teudas                 dividir el Jordán           Jordán y desierto    multitud

Félix             El Egipcio              colapso de murallas     M. Olivos y desierto 4000 hombres

 

Theissen encuentra otras semejanzas entre Jesús y algunos de los movimientos revolucionarios y otros grupos sectarios, “distanciamiento de las ciudades helenísticas y actitud ambivalente hacia Jeru­salén”.[365]

Con todo, los distintos grupos analizados en la anterior sección son demasiado diferentes unos de otros, como para poder obtener un único común denominador. Siempre es importante la pregunta sobre dentro de cuál de estos grupos se podría clasificar a Jesús.

 

 

 

II.- AFINIDADES DE JESÚS DE NAZARET Y ESTOS MOVIMIENTOS

 

a) La tesis del zelotismo de Jesús

 

Históricamente el intento más articulado que se ha intentado hacer es el de asimilar a Jesús no a uno de estos grupos proféticos, sino a los grupos revolucionarios armados y más en concreto a los zelotas.

En los años 50 y 60 del siglo XX este estudio se centró en la pregunta acuciante ¿Fue Jesús un zelota? Ya anteriormente Reimarus había sido el primero que presentó al Bautista y a Jesús como revolucionarios y sugirió que posteriormente los discípulos habían disimulado la agenda política de Jesús creando el mito de un salvador espiritual.[366] Posteriormente R. Eisler[367] y J. Carmichael[368] presentaron a Jesús como un revolucionario que se hizo fuerte en el templo y desafió los poderes de Roma. Se trata de tesis fantasiosas a las que nadie dio crédito.

Pero nos vamos a referir ahora a un debate más moderno, visto por lo ojos de un judío, el profesor Daniel R. Schwartz, de la Universidad Hebrea de Jerusalén. En 1992 publicó un artículo interesante en el que hace una síntesis sobre el tema del posible zelotismo de Jesús.[369]

El profesor Schwartz no se limita a reseñar las publicaciones cristianas acerca del zelotismo de Jesús, ni a indicar la evolución progresiva del tema, sino que ha querido ver el trasfondo ideológico de dicho debate. Con cierto sentido del humor, detecta que los estudiosos cristianos, se dejan influir dema­siado por la ideología dominante de su época, y los resultados de su investigación suelen corres­ponderse con las modas ideológicas del momento, con lo que muestran poco sentido objetivo.

Schwartz sugiere las siguientes razones de por qué en los años cincuenta y sesenta los exegetas cristianos se interesaron tanto por el zelotismo de Jesús. Según él, influyó ante todo la mala conciencia de los cristianos por el holocausto nazi y la pasividad religiosa ante tanta injusticia. Querían reaccionar contra el antisemitismo del pasado y les pareció que un buen modo de hacerlo sería poner a cristianos y judíos compartiendo juntos una mis­ma rebelión política contra Roma. En América Latina se estaba formando la teología de la Liberación que quería comprometerse más en la lucha política, y aun armada, por la liberación contra los opresores. Las espectaculares excavaciones de Masada en aquella época despertaron un gran interés por el mundo de aquellos rebeldes que habían presentado una oposición tan decidida contra el imperio romano.

En realidad, como hemos dicho, el vestir a Jesús de guerrillero antiimperialista tenía ya sus precedentes. Reimarus es el primero que había ya insistido en los motivos políticos por los que Jesús fue condenado. Pero el pistoletazo de salida es un estudio de Farmer (1956), que quiere rehabilitar a los zelotas de la inquina con la que los trató Josefo. Ya para entonces los zelotas habían sido ensalzados como héroes en el estado de Israel, donde los soldados comenzaron a jurar la bandera en las ruinas de Masada y los zelotas se convirtieron en los héroes del sionismo militarista. Cullmann ofreció en aquel momento una visión más equilibrada del tema.[370]

La corriente alcanza su punto culminante con la obra de Brandon, un clérigo anglicano, que publicó primeramente el libro The Fall of Jerusalem and the Christian Church (1957), donde defiende que la comunidad cristiana primitiva estuvo implicada en la rebelión contra Roma. Más tarde escribió un artículo en 1961, y un libro en 1967, Jesus and the Zealots, donde poco falta para afirmar que Jesús fue un zelota más. Al año siguiente publicó el libro The Trial of Jesus of Nazareth, donde pretende demostrar que el juicio y condena de Jesús tuvieron una motivación política, y Jesús fue ejecutado como rebelde contra Roma.  

En 1961 Hengel había publicado un estudio sobre los zelotas. en el que les presentaba como personas hondamente religiosas, seguidoras de la cuarta filosofía de Judas el galileo. Aunque negaba que Jesús fuese un zelota, de algún modo su estudio proporcionó argumentos a los estudiosos ‘zelotistas’. Al mostrar el trasfondo religioso de los zelotas, hacía más verosímil su proximidad con Jesús.[371]

Los libros de Brandon suscitaron un fuerte enfrentamiento por parte de quienes trataba de refutar sus tesis, y Cullmann y Hengel publicaron varios libros en contra. Lo que vino a enterrar definitivamente la tesis de Brandon fueron los nuevos estudios sobre Josefo, en los que quedaba claro que los zelotas no existían en cuanto tales en la época de Jesús.[372] Rhoads defendía que apenas hay rastros de violencia antirromana en la época de Pilato. “Bajo Tiberio todo estaba en calma”.[373]

Una vez enterradas las tesis de Brandon, la discusión se ha trasladado más de lo político a lo social. Más que ligar el movimiento de Jesús con los zelotas o los sicarios, que no eran movimientos mesiánicos, se ha intentado ligarlo con los movimientos de revolución social de la protesta social de los bandoleros. Una importante contribución a este enfoque es la de R. A. Horsley, en un libro escrito en 1985, en el que analiza la realidad social de los movimientos populares en tiempos de Jesús.[374] Schwartz termina su trabajo diciendo que los cristianos necesitan subrayar la dimensión mundana de la doctrina de Jesús, para no quedarse en un espiritualismo de opio de las masas. Esto es lo que llevó a tantos estudiosos a interesarte por los zelotas. Pero en los años setenta y ochenta, al debilitarse la dinámica activista revolucionaria, se ha ido perdiendo el interés por el tema.

 

b) Jesús no pudo haber sido un zelota, en sentido estricto

 

Se ha solido atribuir el origen de los zelotas a Judas el galileo, que se rebeló contra el censo de Quirinio tras la deposición de Arquelao en el año 6 d.C. Es precisamente en este momento de su historia cuando Josefo nos habla de las distintas sectas judías, saduceos, fariseos y esenios, y cita una cuarta secta a la que llama la “cuarta filosofía”, cuyo inspirador fue este Judas el Galileo. Nunca Josefo usa­rá el nombre de zelotas para calificar a esta secta. De hecho como veremos, Josefo sólo empieza hablar de los zelotas como grupo ya bien avanzada la revolución y la guerra. Y entonces la palabra zelota no es tampoco un término vaga para designar a los revolucionarios en general, sino únicamente para designar a un grupo muy concreto por quienes muestra un absoluto desprecio. Más tarde nos referiremos a ellos.

Tras la deposición de Arquelao en el año 6, el gobernador de Siria Quirinio impuso un censo de personas y propiedades, que pudiera ser luego utilizado para imposiciones tributarias. Según Josefo, Judas el galileo urgió a sus conciudadanos a que se negaran a pagar el tributo.[375] Los fundadores de esta filosofía son el fariseo Sadok y Judas el galileo. Aun­que Josefo pretende que se trata de una secta original, a la hora de describirla vemos que se identifica mucho con los fariseos. Es sólo su defensa a ultranza a de la libertad contra los romanos, lo que la caracteriza. Para ellos los judíos nunca deberían pagar tributo a Roma, porque eso equivaldría a reconocer el señorío romano y negar la autoridad que corresponde sólo a Dios, que es la única autoridad de Israel. En este punto se oponían a la corriente farisea que optaba por dar al César lo que es del César, y que sabían convivir con la dominación romana mientras Roma no les mandara hacer nada que fuera contrario a la Ley de Moisés.

La cuarta filosofía propugnaba un sinergismo, que supone que requiere la cooperación del hombre. Como los jasidim de los tiempos de Antíoco, estaban dispuestos a oponerse a tiranos aun a costa de su vida o de ser torturados. Pero esta resistencia no supone necesariamente una rebelión armada. La única rebelión de Judas fue la denuncia del censo y el tributo, su invitación a no pagarlo, y su disposición a dejarse matar. No hay testimonio de que realizaran ninguna acción violenta. Si Josefo les relaciona de algún modo con los revolucionarios de las generaciones posteriores es solamente en cuanto que sembraron las semillas de la contestación. No sabemos qué es lo que sucedió a este grupo. Quizás pasó a la clandestinidad o quedó inactivo.

Sólo cuarenta años más tarde, cuando Josefo nos hable de los sicarios, nos dirá que el prefecto Tiberio Alejandro hizo matar en el año 48 a Simón y Santiago, hijos de Judas el galileo, y más tarde ya en plena guerra, uno de los jefes de los sicarios es Menajem, otro hijo de Judas el galileo.

En cualquier caso, como hemos visto, no son los zelotas quienes están relacionados con la cuarta filosofía, sino los sicarios. Y aun en el caso de los sicarios no hay indicio de una actividad continua entre la generación de Judas y la de sus hijos. En la época de Jesús esta cuarta filosofía estaba latente y no pudo haber influido directamente sobre Jesús.

Uno de los principales argumentos de quienes relacionan a Jesús con los zelotas es el apodo que tenía uno de los Doce, Simón el cananeo, o el zelota. Simón el cananeo aparece sólo como un enigmático apodo en las listas de los Doce. En Mt/Mc aparece como ho kananaios (Mc 3,18; Mt 10,4), y en Lucas aparece como ho zelotes (Lc 6,15; Hch 1,13). Todos están prácticamente de acuerdo que en todas las listas se trata de la misma persona. Cananeo es una transliteración de la palabra aramea qan’ana’, mientras que el término zelotes es la traducción al griego. Lucas no suele transliterar y huye de todas las palabras arameas.

El apodo tiene la clara finalidad de diferenciar a los dos Simones que aparecen en las listas. Pero ¿qué significó el apodo de Cananeo en un principio? Unos han interpretado que Simón pertenecía al partido de los zelotas para reforzar la tesis de que Jesús mismo era un zelota.

Otros, como Cullmann han querido relacionar a Judas Iscariote con los sicarios, derivando el nombre de Iscariote del griego sikarion, pero no pasa de ser una conjetura con muy pocos visos de probabilidad.[376]

Borg, Morton Smith y Shaye Cohen han probado suficientemente que los zelotas como partido sólo existieron a partir de la revolución judía de los años sesenta, y más en concreto en el invierno de los años 67-68 en Jerusalén. Hacer de Simón un miembro de este grupo es lisa y llanamente un ana­cro­nismo.

El término tenía un uso más amplio, para designar a los fundamentalistas judíos, que querían forzar a sus hermanos judíos a un estricto cumplimiento de la Ley, para mantenerlos segregados, e indemnes frente a cualquier asimilación o sincretismo. Sus héroes eran Pinjás el sacerdote, Elías el profeta, Jehú el rey, y Matatías el sacerdote. La única vez que aparece la palabra zelota en el judaísmo prerrabínico es 4 Mc 18,12, en que se le designa a Pinjás con este epíteto.

El celo por la Ley de estos zelotas se ejercía no tanto contra los paganos, sino contra los otros judíos que adoptaban posturas asimilacionistas. Tendían a tomarse la justicia por su mano. Según Filón había miles de judíos ‘zelotes de las leyes’ que no tenían compasión ninguna para quienes pudieran quebrantarlas.[377] De aquí que esta violencia intrajudía fuese más fuerte en Galilea que no estaba gobernada directamente por los romanos, sino por Antipas, que podía ser considerado como un judío asimilado. Pero sería un anacronismo hablar de un grupo antirromano durante la época del ministerio de Jesús en Galilea.

La Misná,[378] dice que los qannaim estaba dispuestos a atacar a los judíos que violasen algunas de las leyes específicas. Más que referirse a un partido, está pensando en una actitud que se remonta ya a los tiempos de la rebelión de los Macabeos.

Sin embargo no podemos identificar este tipo de zelotismo religioso con violencia callejera, o con asesinatos. Lucas llama a los sacerdotes que arrestaron a los apóstoles, hombres ‘llenos de celo’ (Hch 5,17). Pablo se llama a sí mismo ‘zelota’ en su manera de observar la Ley (Ga 1,13-14; Flp 3,6). El Pablo lucano también se aplica a sí mismo este nombre, y se presenta en el templo como ‘zelota de Dios’ (Hch 22,3), que persiguió a la Iglesia (22,19). En todos estos casos la palabra zelota no tiene nada que ver con la sublevación armada contra Roma.

Hechos 21,20 nos dice que Santiago y los hermanos de Jerusalén eran ‘zelotas de la Ley’. Pablo mismo llegará a decir que todos los judíos tienen ‘celo por Dios’ (Rm 10,2).

En la época del ministerio de Jesús, probablemente se podría llamar ‘zelota’ a todo judío celoso de la Ley, opuesto a cualquier tendencia asimilacionista y pronto a hostigar a otros judíos para atraerlos a una observancia más estricta. El grado en que Simón “el zelota” manifestaba su celo, o el tipo de violencia en que se hubiera podido llegar a comprometer, es difícil de precisar. Pero en cualquier caso, no hagamos de Simón un miembro del partido de los zelotas de los años sesenta.

Su integración en el grupo de Jesús debió suponer para Simón una conversión, porque de otro modo no se pudo haber sentido a gusto en un grupo en el que se mezclaban publicanos y pecadores, y que era denostado por los celosos de la Ley como bebedor e inobservante. Tampoco le resultaría fácil la convivencia con otro discípulo como Leví, el recaudador de impuestos. El hecho de que ambos estuviesen en el mismo grupo nos muestra lo inclusivo de Jesús, que quería juntar a “todo Israel” sin sectarismos o exclusividad puritana al estilo de los de Qumrán.

No es que neguemos que hubiera una amplia resistencia antirromana generalizada durante toda la primera mitad del siglo I, pero lo que queremos dejar claro que este tipo de resistencia no está asociado con la palabra Zelota, más que en un momento muy concreto y tardío de la revolución. En la época anterior, el uso de la palabra Zelota en forma genérica designa una actitud fundamentalista de los judíos, más bien que una determinada secta o grupo.

Uno de los argumentos de Brandon para el zelotismo de Jesús es que el Nuevo Testamento no tiene ninguna denuncia contra este grupo, mientras que hay una durísima requisitoria contra los fariseos y saduceos. Pero en realidad mal podría Jesús haber criticado a un grupo que en realidad no existía en su época. El silencio de los evangelios coincide con el silencio de Josefo en lo referente a los zelotas en los años treinta. Mal se puede hablar de aquello que no existe.

 

 

III.- LA MUERTE DE JESÚS Y LOS MOTIVOS DE SU CONDENA

 

A la hora de estudiar el alcance político de la predicación y de la vida de Jesús, uno de los argumentos decisivos será no tanto el análisis de sus dichos, que han podido ser reinterpretados por la comunidad o los evangelistas, sino el hecho de su muerte.

Jesús murió a manos de los romanos y fue condenado por un delito de lesa majestad, por sus supuestas pretensiones a ser Rey de los judíos. ¿Qué hizo o qué enseñó Jesús para dar pie a que se le pudiera acusar de estos cargos? Aun reconociendo que los cargos fueron falsos, y que Jesús nunca pretendió ocupar el poder político por medios violentos, ¿qué hubo en su manera de presentarse que pudiera inspirar en algunos el temor de que se tratase de un subversivo peligroso?

Ciertamente si Jesús hubiese sido un predicador de la fraternidad humana, y sólo hubiese hablado de las flores del campo y los pájaros del cielo, probabilísimamente hubiese muerto de viejo en la cama. Si Jesús fue ejecutado es porque su mensaje resultaba incómodo y peligroso para muchos. Trataremos de ver ahora en esta sección qué tipo de dichos y acciones de Jesús son las condiciones de posibilidad de su ejecución violenta.

 

a) Alcance de los dichos y acciones de Jesús relativos al templo

 

Uno de los argumentos que más se han usado para relacionar la postura de Jesús con la de los revolucionarios es su acción expulsando a los mercaderes del templo, en la que se deja ver una cierta violencia por parte de Jesús que contrasta con el pacifismo de su mensaje. Esta acción hay que verla además en relación con su predicción de que el templo iba a ser destruido, y las acusaciones presen­tadas en el juicio judío contra Jesús de que había amenazado con destruir el templo. No olvidemos además que los discípulos iban armados y que en el huerto al menos uno, hizo uso de sus armas, lo cual justifica que las autoridades judías fueran tan cuidadosas a la hora de buscar el momento de arrestar a Jesús sin que se produjera un tumulto.

El texto actual de los evangelios no favorece una interpretación de estos datos en la línea de que efectivamente Jesús y su grupo tuviesen una agenda política revolucionaria. El incidente del templo se limitó a volcar unas mesas y las armas que tenían los discípulos se reducían a dos espadas (Lc 22,38). Además se nos dice que la acusación de que Jesús quería destruir el templo era una acusación falsa (Mc 14,57).

Pero no han faltado estudiosos, desde Reimarus a Carmichael, que piensan que los evangelistas han desfigurado la realidad minimizando el alcance revolucionario de Jesús. Según estos autores en realidad hubo un enfrentamiento violento del grupo de Jesús contra el establishment judeorromano. Dicho conato fracasó y Jesús fue ejecutado como tantos revolucionarios fallidos de su época. Los evangelistas habrían tratado de quitar hierro al asunto y presentar una versión edulcorada de estos incidentes.

 La última semana de Jesús en Jerusalén se va a caracterizar por tres importantísimas acciones simbólicas que indican cómo Jesús enfoca esa última confrontación que le llevará a su muerte. Se trata de su entrada solemne en Jerusalén sobre el borrico, su expulsión de los mercaderes del templo, y su acción sobre el pan y el vino en la Última Cena. Esas tres acciones deben ser vistas unitariamente en cuanto que simbolizan la restauración de Israel en el Reino que Jesús ha venido anunciando.

¿Cuál fue la actitud de Jesús hacia el templo? El incidente con los mercaderes hay que leerlo siempre en relación con otros textos que nos revelan también la actitud de Jesús y de sus discípulos hacia el templo. Hay que interpretar esos textos de una manera complementaria, con una exégesis que los explique todos simultáneamente. No se puede decir lisa y llanamente que Jesús se hubiese opues­to categóricamente al templo y a su culto, como lo habían hecho los esenios. Entonces no se explicarían sus muchos dichos y hechos de devoción hacia el templo, y mucho menos se explicaría el que los primeros discípulos siguieran asistiendo devotamente al templo después de la Pascua. Son tantas las docenas de textos que confirman esta devoción de Jesús y sus discípulos hacia el templo, que no vale la pena analizarlos aquí en detalle, citemos sólo como ejemplo el hecho de que, incluso Pablo, muchos años después, mostrará su respeto hacia la figura del Sumo Sacerdote, ante quien presenta sus disculpas por haberle llamado “pared blanqueada” ignorando su condición de sumo sacerdote (Hch 23,5).

¿Cuál puede ser entonces el significado de la acción de Jesús purificando el templo? Algunos han querido ver simplemente una oposición a determinados abusos y prácticas deshonestas de un comercio mafioso del que se lucraban los sacerdotes. Otros piensan que Jesús se oponía simplemente a que determi­nadas prácticas de comercio se realizasen en zonas ‘religiosas’ del templo y era partidario de que fueran sacadas a otra zona más secular. En esta misma línea, hay quien ha pensado que Jesús se oponía a que dichas prácticas se realizasen en el atrio de los gentiles, porque para Jesús ese atrio debería ser también puro de manera que los gentiles pudiesen ellos también dar allí un culto puro.

Otros piensan que Jesús no se limitaba a condenar los abusos y las corrupciones, sino que con­denaba el hecho del comercio en cuanto tal, como algunos hoy día en Lourdes o Fátima critican todo el comercio de souvenirs que tiene lugar en torno al santuario.

Pero en realidad denunciar el comercio en el templo en cuanto tal supone no haber entendido que los sacrificios nece­sitaban forzosamente esas prácticas de compraventa de animales y de cambio de monedas. Podría uno oponerse a los abusos en esas prácticas, o pedir que se realizasen en zonas menos sagradas, pero el culto del templo sin ese comercio no era factible.

Por eso, otros más bien han querido ver en la acción violenta de Jesús la oposición a una religión externa basada en los sacrificios y en los ritos, para dar paso a un culto interior espiritual en el que ese tipo de sacrificios ya externos ya no tienen ningún sentido. El problema de esta opinión es que entonces no se explica por qué los discípulos después de la Pascua siguieron asistiendo al templo y tomando parte en esos sacrificios.

Sanders ha preferido ver en la acción de Jesús un significado simbólico. Se trataría de una acción profética de destrucción. Jesús denuncia que ese templo va a ser destruido, de un modo parecido a una acción semejante realizada por Jeremías, cuando destrozó un jarro de cerámica a la vista de todos (Jr 19,1-15) para insinuar así la futura ruina del templo.

Si la acción simbólica es una amenaza de destrucción, se referiría al juicio de la nueva era. El dicho y el hecho se corresponderían. Dios construiría un nuevo templo desde el cielo. Jesús podía tener un papel como agente de Dios en esta destrucción.

Sanders no piensa que se tratase de la amenaza de una destrucción militar por parte de los ejércitos extranjeros, sino de una destrucción en la cual Jesús habría tenido una parte, pero no a través de una insurrección armada. Más bien hay que pensar que se trata de la destrucción del templo por parte de Dios.

La amenaza o predicción de Jesús era pública, conocida por todos y había sido acompañada por un gesto simbólico. Según Sanders, Jesús no pretendía simplemente purificar el templo de negocios sucios, ni de actividades comerciales, ni de instaurar una religión espiritualista, sino anunciar que el fin estaba a las puertas y que Dios iba a construir un templo nuevo y perfecto.

Esta destrucción del templo predicha o amenazada por Jesús mediante su acción simbólica, puede ser relacionada con la restauración de Israel y los textos proféticos que preveían que en dicha res­tauración habría un templo nuevo.

Jesús anuncia así que ya han llegado los tiempos nuevos en los que será construido el nuevo templo por Dios, y que los días del antiguo templo están contados. Por eso, mientras todavía no llega esa restauración, el templo antiguo sigue teniendo su validez, y Jesús lo respeta y lo hace respetar a los suyos.

Sanders hace un estudio sobre todas las profecías bíblicas y los textos intertestamentarios que nos hablan sobre la nueva Jerusalén y el nuevo templo y su relación con la restauración del Israel disperso. Hay textos muy interesantes en el libro de Tobías 13,5.11.16-18 y otros textos del libro I de Enoc, de los Jubileos, etc.[379] No siempre se menciona la construcción de un nuevo templo, pero algunos textos nos dicen que será más grande (Tb 14,5), más glorioso.[380] Unas veces parece que se está pensando en un templo construido por manos humanas (Tb 14,5), pero en otras el nuevo templo será construido por Dios.[381] El Midrash Mejilta a Éxodo 15,17 dice que Dios construirá el templo con sus propias manos.

La prueba más clara de que Jesús pensaba en esta restauración de las Doce tribus es el hecho de que reuniera en torno a sí un grupo de Doce? La única pista del por qué de este número claramente simbólico nos la da el texto de Mt 19,28, que procede de la fuente Q: restauración y juicio. “Os sentaréis sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus”. A pesar de que algunos, como Vielhauer, piensan que la institución de los doce no pertenece a la vida del Jesús histórico, la inmensa mayoría de los exegetas piensan que es uno de los datos históricos más seguros que tenemos, y simbolismo no puede por menos que apuntar a la futura restauración de Israel.[382]

Hay un texto muy interesante en la cuarta cueva de Qumrán que contiene un pesher al profeta Isaías 54,11-12.[383] En este comentario exegético se habla de la construcción de la comunidad del Yahad como un edificio de zafiro, y lo refiere a los jefes de las doce tribus de los últimos días. Curiosamente esta alusión al número doce no aparece en el texto original de Isaías, pero sí en Ez 48,31, donde nos habla de que las doce puertas llevarán los nombres de las doce tribus.[384]

El significado simbólico de destrucción, atribuido al gesto de Jesús volcando las mesas, se ve reforzado por el contexto inmediato que es la maldición de la higuera que no llevaba fruto y que se secó de raíz. Además, Marcos nos dice que al morir Jesús se rasgó el velo del templo, y sin duda esta acción tiene un claro simbolismo de destrucción, de anticipo de la destrucción total.

Por otra parte es claro que Jesús pronunció alguna profecía sobre la futura destrucción del templo. En Marcos dicha profecía aparece explícita: “No quedará piedra sobre piedra que no sea derruida” (Mc 13,2). En el juicio de Jesús aparecen unos testigos que dicen haberle oído a Jesús una afirmación parecida (Mc 14,58), y los que estaban al pie de la cruz de Jesús nuevamente se hacen eco de que Jesús había hablado sobre la futura destrucción y reedificación del templo (Mc 15,29).

Uno de los mejores estudios sobre estos dichos de Jesús sobre el templo es el de R.E. Brown.[385] Según Brown algo debió haber dicho Jesús sobre la futura destrucción del templo. Si aplicamos los criterios de historicidad, el dicho aparece en todas las fuentes: Marcos (113,2; 14,58; 15,29) y los paralelos de Mateo (24,2; 26,61; 27,40); fuente Q (cf. Lc 13,35; Mt 23,38-39; Jn 2,19). Además el dicho aparece en distintos contextos y con redacciones diversas.

Es verdad que Marcos dice que el testimonio era falso, pero Mateo no dice que fuera falso, y Juan lo pone en labios del mismo Jesús. La falsedad de la que habla Marcos no se refiere probablemente al dicho en sí sino a la manera como lo formulaban los testigos. Quizás los testigos lo formulaban como si fuera Jesús mismo quien lo iba a destruir y Jesús en ningún momento habló de que fuera él personalmente quien lo fuera a destruir.

No es pensable que la comunidad inventase ese dicho en una época en la que el templo estaba todavía de pie. A Marcos le preocupaba que más tarde, en tiempo del propio Marcos, algunos, tanto judíos como cristianos, estuviesen malinterpretando el alcance del dicho de Jesús. Probablemente los judíos se seguían riendo de los cristianos mostrándoles el templo en perfectas condiciones, y señalando que no se había cumplido la profecía de su Maestro. Marcos quiere por tanto subrayar el sentido escatológico de la profecía. Ya ha empezado a cumplirse con el rasgado del velo.

Probablemente el dicho sobre el templo tuviese un determinado alcance en la intención de Jesús, otro distinto en el de la gente de su época, y otros sentidos distintos en las distintas comunidades cristianas que escriben los evangelios. Entre los judíos de la época de Jesús es claro que se interpretó que el dicho era una amenaza, y eso contribuyó a que viesen a Jesús como a un revolucionario potencialmente peligroso.

En la mente de Jesús probablemente el dicho hay que entenderlo desde la esperanza judía de que el ésjaton traería consigo un templo nuevo, porque Israel estaba siendo restaurado desde sus cimientos. Los cristianos de épocas posteriores han podido interpretar que el templo nuevo se refería al cuerpo resucitado de Cristo, o a la comunidad mesiánica en la línea de lo que ya se esperaba en Qumrán.

El estudio de estas acciones y dichos de Jesús sobre el templo nos lleva a concluir que es falso que Jesús amenazase con destruir el templo personalmente, pero sus dichos y acciones bien pudieron llevar a mucha gente a interpretarlos como una amenaza, y esa interpretación pudo influir en la condena de Jesús como agitador político. Sanders cree que “el ataque contra el templo parece haber sido crucial con vistas a persuadir a Caifás y a Pilato de que Jesús tenía que morir. Venía a confirmar su potencial para crear disturbios, y mostraba que podía llegar a usar violencia física, aunque fuese de pequeña intensidad”.[386]

 

b) El juicio y la condena judía de Jesús

 

El proceso judío de Jesús es muy importante para nuestro estudio porque nos ayudará a discernir si los motivos de dicha condena fueron religiosos o políticos. El hecho de que Jesús fuera ya condenado a muerte en el tribunal judío favorecería la tesis de que los motivos de esta condena fueron más bien religiosos que políticos. Por el contrario, si la verdadera condena a muerte hubiera tenido lugar en el tribunal romano, los motivos principales de su condena habrían sido políticos. Por eso nos preguntamos dónde tuvo lugar la condena a muerte de Jesús y por qué motivos.

En la concordia evangélica que normalmente solemos hacer inconscientemente mezclamos con ingenuidad datos diversos procedentes de los cuatro evangelios. En esa concordia trasluce que Jesús fue primero condenado a muerte por el tribunal judío, y sólo luego posteriormente fue llevado ante el tribunal romano para que ratificase la sentencia, ya que sin permiso romano no podían ejecutar a Jesús. Los judíos son claramente los malos de la película.

Esta concordia la hemos asimilado tanto que el hecho de cuestionarla nos resulta chocante. A cualquier persona que se le pregunte quién mató a Jesús contestaría sin pensarlo dos veces: “Los judíos”. Y si le seguimos preguntando por qué, nos respondería: “Porque consideraron blasfemo el que se hiciese pasar por Hijo de Dios”.

Sin embargo, en un análisis contrastado de los cuatro evangelios vemos lo artificial de esta concordia, que mezcla datos evangélicos a veces contradictorios. Como veremos hay diferencias irreductibles entre los relatos evangélicos. Para Mateo y Marcos hay dos vistas, una en la noche y otra en la mañana, pero el verdadero juicio es la vista nocturna delante del sanedrín presidido por el sumo sacerdote. Es ahí donde Jesús es condenado a muerte por blasfemia. A la mañana siguiente se decide sólo llevarle a Pilato para que ratifique la sentencia.

Menos solemnidad tiene el juicio judío en el caso de Lucas. Hay una única vista por la mañana, pero no se trata de un auténtico juicio, porque no hay testigos ni sentencia. No se menciona a Caifás en ningún momento. El hecho de que Lucas se separe de la versión de Marcos, a pesar de conocerla, puede obedecer a que tiene otra información más exacta, y eso debilita la historicidad del relato de Marcos.[387]

En el cuarto evangelio se nos habla de una vista única en casa de Anás, que tampoco tiene el carácter de verdadero juicio, porque no hay tampoco ni testigos ni sentencia. Para Juan la decisión ya había sido tomada varias semanas antes (Jn 11,53) y en ningún momento se decidió la muerte de Jesús por motivos doctrinales o por blasfemia, sino simplemente para evitar disturbios y conflictos más graves con los romanos. Es curioso que en el cuarto evangelio, donde se mantiene la cristología más alta, los motivos para el proceso judicial de Jesús ante Caifás y ante Pilato pertenezcan a la cristología más baja de todas.

Para darnos cuenta mejor, haremos un cuadro sinóptico sobre cómo presenta el juicio judío de Jesús cada uno de los evangelios, agrupando Mateo y Marcos en un solo bloque, ya que transcurren muy en paralelo.


 

 

                 Mc + Mt                                  Lucas                           Juan               

 

Noche    Proceso ante sanedrín y Caifás                                    Interrogatorio ante Anás

            Falsos testigos. Pregunta solemne                                  Pregunta sobre discípulos

            Respuesta de Jesús                                                   Respuesta de Jesús

            Sentencia de muerte

            Escarnios judíos                      Escarnios judíos             Bofetada a Jesús

 

Mañana  Reunión de sacerdotes             Reunión de sanedrín       Anás envía a Jesús a Caifás

            y ancianos (¿sanedrín?).           (no menciona a Caifás)  

                                                       Pregunta solemne        

                                                       Respuesta de Jesús

 

Es prácticamente imposible hacer una concordia de los datos suministrados, que en muchos casos no son exactos. Para empezar todo el proceso del arresto, juicio, condena y ejecución de Jesús tuvo que haber durado varios días. Es imposible meter en 12 horas todos los acontecimientos narrados en los evangelios. Los relatos han sintetizado en pocas horas un proceso mucho más complejo. No podemos considerar el relato de ningún modo como una crónica minuciosa fidedigna de la secuencia de los acontecimientos.

Por otra parte, los autores judíos han subrayado la inverosimilitud del relato de Marcos y Mateo.[388] No es verosímil que el sanedrín se reuniese solemnemente por la noche, comenzada ya la fiesta de Pascua. Se han contado decenas de infracciones a las normas del derecho procesal judío. Aunque Caifás y otros miembros del establishment no tuvieran muchos escrúpulos en condenar a un inocente, sí los tenían para saltarse a la torera las normas del derecho procesal.

Haim Cohn, que fue miembro del Tribunal supremo israelí, ha escrito un libro cargado de erudición en que defiende esta tesis, y hace ver que la versión de Marcos de un juicio judío nocturno ante el sanedrín comenzado ya el gran día de la Pascua es inverosímil según el derecho procesal judío y contraviene decenas de normas legales.[389] En este sentido, apoyarían más la tesis de Cohn la versión de Juan, a la que hemos aludido, y la de Lucas en la que no hay juicio nocturno, sino sólo un atestado matinal sin testigos y sin condena explícita.[390]

Como tantas otras veces, es el cuarto evangelio el que nos da la clave más verosímil de cómo procedió el arresto de Jesús. Juan difiere también de los otros tres al colocar el arresto y la muerte de Jesús el 14 de Nisán en la víspera de la Pascua, mientras que los sinópticos sitúan el arresto, juicio y muerte de Jesús en el 15 de Nisán, el día principal de la fiesta. Evidentemente la versión juánica es mucho más verosímil porque obvia las grandes dificultades legales que supone admitir que la pasión tuviese lugar en el propio día de la Pascua.

La escena del interrogatorio en casa de Anás difícilmente puede haber sido inventada por Juan ya que no tiene ningún significado simbólico, y Juan sabía muy bien que el sumo sacerdote de aquel año era Caifás (Jn 11,49). El interrogatorio ante Anás como poder fáctico encaja muy bien con lo que sabemos sobre su persona por otras fuentes, y con el carácter de marioneta que tenía la figura de Caifás con respecto a su suegro.

En Juan los romanos ya estuvieron presentes en el momento del prendimiento. No se nos dice que Jesús fuera juzgado ante el sanedrín, sino que se nos relata un simple atestado no oficial en casa de Anás (Jn 18,13), que no era el sumo sacerdote oficial, pero era el poder fáctico detrás de su yerno. Allí no hay un verdadero juicio, ni testigos ni sentencia. Al final del atestado se nos dice que “Anás lo envió atado al sumo sacerdote Caifás” (Jn 18,24). De lo que pasó en casa de Caifás Juan no nos cuenta absolutamente nada salvo el hecho de que “de la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada.” (Jn 18,28).

En realidad, en el cuarto evangelio la verdadera deliberación sobre qué hacer con Jesús había tenido ya lugar antes de su prendimiento, y las razones que movieron al sanedrín a entregarlo a Pilato fueron puramente políticas. “Ese hombre hace muchos signos. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación” (Jn 11,47-48).

Según el cuarto evangelio, en esta reunión previa del sanedrín no declararon a Jesús culpable de blasfemia, ni emitieron ninguna sentencia jurídica contra él. Simplemente tomaron una decisión política sobre la conveniencia de hacerlo desaparecer. No se trató de un juicio sobre su culpabilidad - Jesús no estaba presente siquiera- sino más bien una deliberación sobre la conveniencia de entregarlo a los romanos por razones políticas y prácticas y por miedo a los romanos.

Quien conoce bien el judaísmo sabe lo que siempre les ha costado entregar a un miembro de su pueblo a los gentiles para que sean ellos quienes lo juzguen. Realizar esta entrega es para los judíos un acto infamante. El que lo comete se convierte en moser o masor, que es una figura estigmatizada. Sólo puede hacerse en casos extremos y como mal menor; sólo si se trata de evitar una gran tragedia para el pueblo entero.[391] Esta parece haber sido la causa por la que los judíos se decidieron a entregar a Jesús al gobernador (11,48-49). Este tipo de decisión de Caifás, tomada mucho antes de la fiesta y por motivos políticos, es más verosímil que la versión sinóptica de un juicio formal en el mismo día de la fiesta.

Pero todo tiene sus razones a favor y en contra. Si bien conocemos esa repugnancia de los judíos a entregar a uno de los suyos en manos de jueces gentiles, nos consta por Flavio Josefa, que pocos años después de la muerte de Jesús, las autoridades judías entregaron a un tal Jesús ben Ananías en manos de Albino el gobernador, que lo torturó cruelmente (cf. p. 142).[392]

Como veremos, probablemente las autoridades judías no habrían tomado esta decisión si ya previamente el gobernador no hubiese mostrado su disgusto y su preocupación por las actividades de Jesús, que tenían para él un gran potencial antirromano. Por eso Pilato se cuidó bien de que la cohorte estuviera ya presente en el prendimiento de Jesús. Aunque dejó funcionar el status quo autonómico y dejó que el preso le fuera entregado por mediación del sanedrín, quiso vigilar y garantizar que el prendimiento fuese efectivo

En cuanto al desarrollo del juicio judío, Marcos deja ver que el cargo contra Jesús fue el de blasfemia (Mc 14,53-72). Algunos autores piensan que esto carece de verosimilitud histórica, porque ni el título de Mesías ni el de Hijo de Dios suponían un delito de blasfemia, y por ello es más probable que el cargo contra Jesús fuese el de haber proferido una amenaza contra el templo.

Hay que tener en cuenta también que el título cristológico de “Hijo de Dios”, en su sentido más pleno es probablemente anacrónico cuando estamos hablando del ministerio de Jesús. Dice R. Aguirre a propósito de esto: “En opinión de muchos especialistas, que comparto plenamente, esta escena (la condena judía por blasfemia) es una construcción teológica de la comunidad que pone en boca de Jesús su propia confesión cristológica realizada a base de combinar Daniel 7,13 y el Salmo 110,1 (Mc 14,62).[393]

Además el castigo a la blasfemia no era la crucifixión, sino el apedreamiento, y nada de lo que Jesús dijo en el juicio puede considerarse blasfemo. La mezcla de los dos títulos “Mesías” e “Hijo de Dios” tienen un papel decisivo en la arquitectura del evangelio de Marcos, y pueden tener una función claramente redaccional. Quizás reflejen más bien las acusaciones que los rabinos contemporáneos de Marcos lanzaban contra los cristianos, que las acusaciones levantadas contra Jesús mismo.

Brown, con todo, considera que algunas de las cosas que Jesús hizo y dijo durante su ministerio bien podrían ser consideradas blasfemia.[394]

Es también muy controvertido el hecho de si el sanedrín necesitaba una ratificación romana para poder ejecutar a Jesús.[395] Si no la necesitaba, entonces no se entiende por qué llevaron a Jesús ante Pilato si podían haberlo ejecutado ellos mismos. Por eso algunos piensan que era Pilato quien estaba detrás de todo el procedimiento desde un principio, y el sanedrín se limitó a tomar la decisión de entregarlo a Pilato para que fuera él quien lo juzgara.

Ciertamente, como veremos, no es prudente negar la realidad de algún tipo de juicio judío contra Jesús. No sólo los evangelios son concordes en ese punto, sino que también tenemos pruebas derivadas de otras fuentes extraevangélicas tales como el Testimonium flavianum,[396] Mara ben Serapión, las fuentes rabínicas,[397] y Trifón.[398] No se puede atribuir todo a una calumnia cristiana contra los judíos.

Hubo algún tipo de mediación de las autoridades judías en el proceso de su entrega a Pilato. Lo mínimo que podría pensarse es lo que sugiere el cuarto evangelio. Como hemos dichos, es verosímil que Caifás hubiese sido ya puesto en antecedentes por Pilato de la peligrosidad de Jesús, y el sanedrín deliberó sobre si acceder a la petición romana de entregarlo.

Después de algún tipo de atestado, decidieron entregarlo para evitar peores conflictos. Además es evidente que Jesús resultaba una persona muy molesta para las propias autoridades judías, con lo cual, a pesar de su repugnancia de entregar a un miembro de su pueblo, las autoridades judías estarían satisfechas de haberse librado de aquel hombre que cuestionaba su autoridad.

 

c) El juicio y la condena romana de Jesús

 

Coinciden todos los evangelios en decir que Jesús murió condenado por los romanos, acusado de haber pretendido ser el rey de los judíos. Es decir, la acusación última contra él fue de naturaleza política. Los romanos vieron en él un personaje peligroso para el imperio, y los judíos también consideraron a Jesús un agitador peligroso.

El hecho de que la fundamentación de esa pretensión mesiánica fuese de naturaleza religiosa, no disminuye en nada la peligrosidad con que el mesianismo fuera visto tanto por los romanos como por los judíos colaboracionistas.

Pilato es el único personaje del evangelio que nos es bien conocido por la historia universal. Los romanos tenían tres nombres, prenombre, nombre y apellido (cognomen). En el caso del gobernador romano conocemos su nombre y apellido, Pontius Pilatus, pero ignoramos el prenombre.

Pertenecía a la clase ecuestre, una nobleza de segunda categoría, lo que le hacía un advenedizo en la política romana. Tuvo que trepar bastante para llegar a ser gobernador y quedó enfeudado a sus padrinos romanos que le habían aupado hasta ese cargo. Al parecer su gran patrono fue el ministro todopoderoso de Tiberio, Sejano, que en su nombre siguió gobernando Roma mientras el lascivo empe­rador sesteaba en su paraíso de Capri.

No sabemos cómo se las arregló Pilato para sobrevivir a la caída estrepitosa de Sejano, su protector en Roma, pero de hecho pudo mantener su cargo todavía cinco años más después de la caída en desgracia de su patrono.

Durante muchos años se ha discutido cuál era el título oficial de Pilato al frente de la provincia de Judea. Los que sostuvieron que su título era “procurador” se vieron rotundamente desmentidos por la apa­rición de una inscripción en Cesarea del Mar en el año 1961, muy cerca de lo que fue el palacio de Herodes el Grande. Dicha inscripción consagraba un monumento al emperador Tiberio, y en ella aparece el nombre del dedicante, que no es otro que “Pontius Pilatus, Praefectus Iudeae”. Ya nadie duda que su título oficial era ‘prefecto’ y no ‘procurador’.

Pilato se mantuvo en el cargo un total de diez años, que es un tiempo muy largo, si tenemos en cuenta que la media de duración de los otros prefectos de Judea fue sólo de dos años y medio. El único que consiguió superar el récord de Pilato fue su predecesor, Valerio Grato, que duró doce años. Este hecho demuestra que Pilato era un político hábil. En caso contrario, no habría sobrevivido tanto tiempo en aquel avispero de Judea. Era astuto y no tenía escrúpulos.

Sabía que el éxito de su misión consistía en eliminar cualquier disidencia en sus comienzos, sin hacer distinciones entre religioso y político. Para él era tan peligroso un carismático visionario que anunciaba el Reino de Dios como un revolucionario armado a la cabeza de una banda de secuaces. Lue­go hablaremos de la imagen que tenemos de Pilato en otras fuentes, que lo presentan como hombre cruel y sanguinario.

Los diez años de Pilato coincidieron con el cargo de Caifás como Sumo Sacerdote. Caifás ejerció su sacerdocio durante 18 años, un tiempo extraordinariamente largo. El hecho de que Caifás y Pilato gobernaran simultáneamente tanto tiempo y fueran depuestos los dos a la vez puede demostrar que hubo un buen entendimiento entre ambos y que alcanzaron un modus vivendi que les permitió a ambos sobrevivir tanto tiempo en su puesto.

También Caifás tenía un cargo muy delicado, y debía ser muy astuto para haberse mantenido tanto tiempo en el cargo. Sabía que tenía que estar a buenas con el gobernador, y al mismo tiempo calmar los ánimos de la gente. Nadar y guardar la ropa. No parece que hubiera grandes problemas entre Pilato y Caifás.

El sanedrín era un cuerpo consultivo de naturaleza política. En él se mezclaban gentes con ideas religiosas muy diversas, y su principal cometido no era dirimir cuestiones religiosas, sino sólo sus posibles consecuencias políticas. Entre todos habían llegado a un modus vivendi con los romanos. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Darían mano libre a los romanos con tal que res­petasen la autonomía religiosa de los judíos. Sólo si se extralimitaban los romanos y violaban el statu quo, los gobernantes judíos recurrirían a la resistencia pasiva o a la sublevación, y entonces los desórdenes estaban garantizados.

Por eso, cuando Judas el Galileo se levantó contra el tributo en el año 6 d.C, el sanedrín y los fariseos no le apoyaron. Entre fariseos y saduceos se había llegado a un modus vivendi religioso también. Los fariseos impusieron sus puntos de vista en el calendario, en el culto del templo, pero no trataron de imponer la ley oral en la vida privada de los saduceos. Sus disputas eran meramente doctrinales, pero no afectaban a la estabilidad del sanedrín.

¿Qué hacer con los predicadores carismáticos? ¿Eran predicadores inofensivos, o podían convertirse en sediciosos? De algún modo se parecían a los antiguos profetas. No incitaban al pueblo a rebelarse, pero, al predicar el reinado absoluto de Dios, atraían multitudes apasionadas, y las multitudes apasionadas son siempre peligrosas. También el Bautista era un predicador religioso sin una agenda política, y por tanto políticamente inofensivo, pero Antipas se deshizo de él, porque captó el peligro potencial que encerraba. De hecho, Josefo desconoce la historia de Herodías y Salomé, y atribuye la muerte del Bautista a los temores políticos que éste despertaba en Herodes por su influjo en las masas. Ya hemos analizado otros casos semejantes como el de Teudas, el Samaritano o el Egipcio, y vimos cómo todos ellos fueron eliminados sin contemplaciones

Rivkin se hace la pregunta a priori de cómo hubiese reaccionado el establishment judeoromano, ante un predicador carismático, realizador de signos y prodigios, que se mezclase con el pueblo y despertase sus esperanzas proclamando un Reinado de Dios inminente; un predicador que atrajese grandes multitudes, hiciese una entrada triunfal en Jerusalén y fuese aclamado como Rey por el pueblo. Mucho más si estos acontecimientos hubiesen sucedido en los días de la Pascua, cuando el fervor nacionalista judío alcanzaba el paroxismo, y cuando el propio gobernador venía siempre de Cesarea a Jerusalén trayendo refuerzos para prevenir posibles disturbios.

La respuesta a priori de Rivkin es clara. La bina de Pilato y Caifás no se hubieran quedado pasivos ante un caso así. Ese hipotético predicador carismático no hubiese tenido ninguna esperanza de sobrevivir.[399]

Lo más preocupante acerca de Jesús no eran sus creencias o enseñanzas, sino las posibles consecuencias políticas. Caifás y Pilato hicieron exactamente lo que se hubiera podido esperar de ellos desde un principio.

Por otra parte, moviéndose aún en el campo de las condiciones de posibilidad, Sanders hace una reflexión que nos parece muy válida.[400] Jesús fue condenado por miedo a los disturbios políticos que se hubieran podido derivar de las expectativas que la gente se había formado sobre Jesús. Pero al mismo tiempo era claro que Jesús en ningún momento se presentó como un agitador político, ni atizaba al pueblo para que se rebelase. Tanto Caifás como Pilato eran bien conscientes de ello. Si hubiesen tomado a Jesús por un revolucionario político, le habrían prendido mucho antes, y además habrían hecho también una matanza entre sus seguidores, tal como vemos que sucedió en los otros casos que hemos historiado más arriba.[401]

Pasaron varios días entre la entrada triunfal de Jesús y su arresto. Más que extrañarnos de que lo arrestaran, lo que nos debería extrañar es que no lo hubieran hecho antes. Desde la torre Antonia se domina toda la bajada del monte de los Olivos, y los romanos no podían por menos que haber advertido la manifestación que aclamó a Jesús como rey.

En otra ocasión, cuando se formó un pequeño tumulto en la explanada del templo a propósito de Pablo, “inmediatamente el tribuno tomó consigo soldados y centuriones y bajó corriendo hacia ellos” (Hch 21,32). Puede que la manifestación del domingo de Ramos no fuese tan espectacular como la describen los evangelistas, y puede que éstos la hayan magnificado describiéndola con un género literario épico. (Sobre la historicidad de la entrada solemne, ver más adelante, p. 168).

Puede que realmente las autoridades intentaron prender a Jesús acto seguido, pero no pudieron localizarlo en aquella ciudad atestada de peregrinos; o quizás temieron que el arresto produjese un motín, y prefirieron hacerlo más sobre seguro en un momento en el que se encontrase a solas.

Como hemos dicho, es probable que la iniciativa de prender a Jesús fuese una iniciativa romana. Dado el buen entendimiento entre Pilato y Caifás, puede ser que Pilato encargara a Caifás el prendimiento de Jesús, para respetar el procedimiento. Pilato prefería que el acusado le fuera entregado a través de las autoridades judías, pero el simulacro del procedimiento era ya probablemente algo acordado previamente entre Caifás y Pilato.

De hecho el cuarto evangelio es el único que nos dice que los romanos ya estaban presentes cuando fue arrestado Jesús, y una vez más tendemos a dar más crédito a los datos históricos aportados por Juan. “Judas llega allí con la cohorte romana (speira) y los guardias enviados por los sumos sacerdotes” (Jn 18,3). Si los romanos estaban ya presentes en el prendimiento, es señal que la decisión venía últimamente de Pilato.

 

 

 

d) ¿Intentó Pilato salvar a Jesús?

 

Hay que reconocer que conforme avanza la tradición evangélica hay una tendencia progresiva a culpabilizar más a los judíos de la muerte de Jesús, y a exonerar a Pilato. Los evangelios difieren en el grado de implicación de las autoridades judías.[402]

 El que más carga las tintas sobre la culpabilidad judía es, sin duda, Mateo. En su evangelio, las autoridades judías “buscan un falso testimonio contra Jesús” (Mt 26,59); la mujer de Pilato intenta salvar a Jesús porque tiene un sueño en el que resulta inocente (Mt 27,19); Pilato se lava las manos para indicar su falta de responsabilidad (Mt 27,24); Mateo generaliza la culpa atribuyéndola a todo el pueblo que pide que la sangre de Jesús caiga sobre ellos y sobre sus hijos (Mt 27,25); tras la muerte de Jesús los fariseos obtienen de Pilato una guardia para el sepulcro (Mt 27,62-66); sobornan a los soldados para que digan que los discípulos han robado el cuerpo (Mt 28,11-15).

Lucas en cambio es más inclusivo. Ni son todos los judíos culpables, ni sólo los judíos. Por una parte muestra que todos son culpables de la muerte de Jesús, pero por otra parte subraya su ignorancia (Lc 23,34; Hch 3,17) y el arrepentimiento de algunos (Lc 23,48). No todo el pueblo judío aparece como culpable de la muerte de Jesús. Por otra parte el juicio de Jesús en Lucas no aparece como un auténtico juicio. No hay en la pasión lucana testigos ni condena formal por parte del sanedrín.

Los evangelios insinúan que Pilato quería salvar a Jesús porque lo juzgaba inocente, y que fue sólo por la presión de las autoridades judías por lo que acabó condenándolo. ¿Es esto verosímil?

Filón y Flavio Josefo nos han dejado un retrato muy negativo del prefecto como ladrón, cruel, sanguinario y hombre in escrúpulos. Una de las acusaciones de Filón contra Pilato es que condenaba a muerte sin juicio previo.[403] Pilato odiaba y despreciaba a los judíos. Mientras se sintió protegido en Roma por el antisemita Sejano, no se inhibió de mostrar este desprecio provocando continuas confrontaciones con los judíos.

Al poco de llegar a Cesarea, provocó a los judíos religiosos introduciendo en Jerusalén, la ciudad santa, unas insignias romanas y la imagen del emperador; con ello vulneraba los sentimientos judíos, que rechazaban cualquier presencia de imágenes en la ciudad santa. El escándalo que se organizó fue tan grande, que Pilato tuvo que ceder, pero esperó el momento de su revancha. Esta ocasión le llegó con motivo de las obras hidráulicas realizadas para llevar agua a Jerusalén desde las hoy llamadas piscinas de Salomón. Sacó dinero del tesoro del templo y ante la rebelión de los religiosos se mantuvo firme; les humilló y golpeó hasta donde pudo.

San Lucas nos informa de que una vez hizo degollar a unos galileos (Lc 13,1) que habían venido a Jerusalén a ofrecer sacrificios. La deposición de su cargo fue motivada por un último conflicto en el que provocó una matanza entre los samaritanos. Fue llamado a capítulo a Roma y fue exiliado o más probablemente se suicidó.[404] Pero según Brown, las fuentes históricas (Josefo, Tácito y Filón) han podido cargar las tintas excesivamente al denigrar a Pilato.

La imagen cristiana de Pilato, cuyo nombre pronuncian cientos de millones de personas cada domingo en el Credo de la Misa, es una imagen mucho más favorable que la ofrecida por Filón o por Flavio Josefo. Alguna de las Iglesias orientales ha llegado a incluirle en la lista de sus santos. En 1961 se descubrió en Cesarea una inscripción en la que aparece su nombre, como prefecto de Judea, en una estela conmemorativa de un monumento dedicado a Tiberio.

Bien pudiera suceder que Pilato, después de haber interrogado a Jesús, llegara a la conclusión plausible de que no se trataba de un personaje peligroso y quisiera soltarlo. Más que un juicio en toda regla, y tratándose de un acusado no romano, Pilato no haría un juicio estricto, sino una cognitio.

El modo como Pilato trató a Jesús de Nazaret no es muy diferente del modo como, treinta años más tarde, trató el gobernador Albino a Jesús el hijo de Ananías, que también le había sido entregado por los dirigentes judíos, tal como ya dijimos (cf. p 144). En ambos casos el gobernador respectivo interrogó al acusado, que no quiso responder a los cargos, y en ambos casos el gobernador hizo azotar al acusado respectivo. La diferencia es que en el caso del hijo de Ananías, al final Albino lo tuvo por loco y lo soltó, y en el caso de Jesús de Nazaret Pilato lo condenó a muerte.

La confrontación con Barrabás es muy importante a la hora de evaluar el comportamiento de Pilato. Los cuatro evangelios relatan la liberación de Barrabás en paralelo con la condena de Jesús para subrayar en cualquier caso lo injusto del proceder de los judíos que pidieron a Pilato que soltase a Barrabás. Pero sólo en Mateo y en Juan la iniciativa de dar la opción entre Jesús y Barrabás la tiene Pilato, claramente como una táctica para intentar salvar a Jesús, lo cual refuerza la responsabilidad judía en la condena.[405]

Un tema muy discutido es si realmente, tal como testimonian Marcos, Mateo y Juan, había tal costumbre de liberar a un preso por Pascua.[406] Según Brown, la falta de otros testimonios contemporáneos, hace que no podamos estar seguros de si existía esa costumbre. En cualquier caso la historicidad del episodio de Barrabás no depende de la veracidad de la información sobre la costumbre de liberar a un preso por Pascua. Puede ser que, coincidiendo con la condena de Jesús, Pilato liberase a un conocido sedicioso, y la tradición cristiana haya querido mostrar la extrañeza de que liberase a un culpable y condenase a un inocente, uniendo ambos episodios y presentándolos como si se hubiese tratado de una alternativa.

Por otra parte a priori podemos pensar que en la tradición cristiana hay una poderosa razón para exonerar a Pilato y criminalizar a los judíos. Cuando el cristianismo empezó a difundirse en el imperio, los cristianos deseaban minimizar el hecho de que su fundador hubiese sido condenado como subversivo por las autoridades romanas. Les interesaba más hacer ver que fue condenado como hereje por los judíos, y que su muerte fue debida a disensiones religiosas intrajudías.

Además hay que tener en cuenta que en la época de formación de los evangelios las comunidades nacientes estaban teniendo graves problemas con los judíos precisamente por razones religiosas, mientras que todavía no estaba siendo hostigados por los romanos. Es normal que al narrar la condena y muerte de su fundador, se dejen influir por la situación en la que están viviendo, y tiendan a culpabilizar más a los judíos y a absolver a los romanos.

De todos los evangelistas Lucas es el que muestra un mayor interés, no sólo en el evangelio, sino también en los Hechos, de mostrar como el cristianismo es una religión compatible con el imperio, que no supone ninguna amenaza política contra Roma, y que más bien son los romanos quienes defendieron con éxito desigual a Jesús y a Pablo frente a los judíos que tramaban su muerte.[407] En esta línea son numerosísimas las alusiones lucanas a las repetidas declaraciones de inocencia por parte de Pilato, o a la defensa de Pablo hecha por el tribuno Lisias, o de la apelación de Pablo al César.

Si realmente fue Pilato el promotor y ejecutor de la condena de Jesús, y el sanedrín sólo intervino en connivencia con él, queda por explicar una inconsecuencia. Si las autoridades judías prendieron a Jesús por encargo de los romanos y se lo entregaron después en sus manos por bien de paz, ¿por qué entonces, cuando Pilato quiso luego soltarlo, fueron las autoridades judías las que se opusieron a su liberación? Esta misma inconsecuencia está ya presente en el evangelio de Juan. Al principio parece que Caifás y el sanedrín sentían escrúpulos en condenar a Jesús y lo hicieron sólo por miedo a los romanos (Jn 11,47-55). Y sin embargo cuando es Pilato mismo quien declara que no es peligroso, y en teoría ya no habría que presionar para que lo condenase, entonces son las mismas autoridades las que piden su muerte y se muestran más papistas que el Papa, o sea más cesaristas que el César.

¿Cómo responder a esta inconsecuencia? No es fácil. Puede muy bien ser que Pilato al juzgar a Jesús se diese cuenta de que no era realmente ni revolucionario ni subversivo, tal como había sospechado en un principio cuando mandó prenderlo. Puede ser también que en ese momento las autoridades judías quisiesen ya liquidar de una vez aquel enojoso asunto, y le presionaron al gobernador para que les librase de aquel personaje que les era molesto por otros motivos. Quizás entraron en juego luchas de poder y prestigio, viejas heridas... Quizás, una vez que Pilato les dio a escoger entre Jesús y Barrabás, se les quitó del todo el escrúpulo de entregar a uno de los suyos a los gentiles. Ahora ya no se trataba tanto de ejecutar a un judío, cuanto de escoger entre uno u otro, y ciertamente Jesús les era más molesto que Barrabás.

En cualquier caso, no olvidemos que la tendencia a exonerar a Pilato y culpabilizar a los sacerdotes ha actuado desde muy temprano en las tradiciones. Quizás, ni Pilato mostró tanto interés en soltar a Jesús, ni los sacerdotes tuvieron que presionarle tanto para que lo ajusticiase. Bastó una pequeña muestra de voluntad de liberar a Jesús por parte de Pilato, y una pequeña presión por parte de los sacerdotes, para echar a rodar la bola de nieve que acabaría por exonerar del todo a Pilato y culpabilizar del todo a los sacerdotes.

Pero en cualquier caso es indudable que el verdadero motivo de la condena de Jesús fue un motivo político y no religioso. Los evangelistas nunca se habrían inventado que los romanos condenaron a Jesús como un falso rey. Para ellos resultaba más cómodo decir que había sido condenado por los judíos por unos motivos religiosos, por blasfemia, por hacerse pasar por el Hijo de Dios. De aquí deducimos la presunción de historicidad de todo cuanto apunta a que Jesús fue condenado a muerte por los romanos. Los motivos fueron políticos: su pretensión de realeza, el peligro de subversión que veían en su figura y en su poder de arrastre sobre las multitudes. El hecho de que sobre la cruz hubiese un letrero con el título “Rey de los judíos” parece histórico a todas luces. “Rey de los judíos” no es un título cristológico que los cristianos dieran nunca a Jesús, y por eso los cristianos nunca lo hubieran inventado.[408] Sin embargo, es claro que Jesús no fue un verdadero subversivo, y que su programa no incluía una toma del poder político por medios violentos. Si lo hubiera sido, no sólo él habría sido ejecutado sin contemplaciones, sino también todos sus seguidores, o al menos los más significados entre ellos. La mejor manera de entender el equívoco es tratar de dar una visión de conjunto de cuál pudo haber sido la agenda de Jesús, que es lo que intentaremos en nuestra conclusión.

 

 

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Notas al tema11


 

 

 

TEMA 12: Conclusiones

 

 

a) El Reinado de Dios

 

Jesús fue ejecutado porque anunció un reinado de Dios, que iba a trastocar el orden establecido, y de alguna manera iba a afectar a todas las dimensiones de Israel, incluida la esfera religiosa, social y política. Tras la instauración de este reinado, todas las realidades conocidas hasta entonces iban a ser restauradas, o llevadas a su cumplimiento, incluida la Ley o el Templo. Jesús anunció que en la ins­tauración de este reinado, le tocaba a él jugar un papel decisivo, aunque no explicó el sentido exacto de este papel. Todo este anuncio no podía por menos que ser considerado potencialmente subversivo para las autoridades que detentaban la autoridad religiosa, social y política, especialmente cuando grandes multitudes se le iban agregando.

Jesús fue condenado por tres motivos, según la acusación presentada ante Pilatos: arrogarse la dignidad de rey de los judíos, amotinar al pueblo y prohibir el pago de tributos. Tres típicos rasgos de todos los líderes zelotes durante 100 años consecutivos. ¿Anunció Jesús una revolución política o religiosa? No hay por qué escoger entre lo uno y lo otro. En Israel todo era político y religioso a la vez. Todos los problemas que hoy llamaríamos políticos, sociales o culturales, se planteaban siempre en su referencia a Dios y a su Ley. En aquella época un problema puramente secular era inconcebible.

Numerosos textos de Lucas aluden a la esperanza de la liberación de Israel de sus enemigos, es decir los romanos.[409] Je­sús mismo apunta a un día en que Jerusalén sería librada del yugo extranjero. Esta libera­ción política queda dentro del horizonte del Reino de Jesús. Su diferencia con los zelotes está en que Jesús no creía que esta liberación tendría lugar mediante un combate armado. El sabía que el combate armado sólo podría llevar a la catástrofe.

El Reinado de Dios sigue siendo la palabra clave para entender el mensaje de Jesús. Dicho Reinado tiene una triple acepción: la soberanía de Dios, el ejercicio de hecho de dicha soberanía y el ámbito donde esa soberanía se ejerce.

Todos los judíos reconocen que hay un ámbito, el del cielo, donde esa soberanía de Dios se ejerce plenamente sin ningún tipo de restricciones, ahora y siempre. En ese ámbito entrarán los justos en el futuro bien individualmente, uno a uno, tras la muerte individual, bien colectiva y simultáneamente cuando llegue la resurrección de los muertos.

En cambio hay otro ámbito, el de la tierra donde esa soberanía de Dios hoy por hoy no se ejerce perfectamente. En la tierra la soberanía de Dios admite un más y un menos. Hay ámbitos donde esa soberanía se ejerce más plenamente que en otros, es decir hay ámbitos donde la voluntad de Dios se cumple menos perfectamente. Por eso hay que pedir que su voluntad se cumpla en la tierra como en el cielo.

En Israel Dios ejerce su reinado de una manera especial mediante su Ley. En la medida en que Israel cumple la Ley de Dios se convierte en un ámbito donde Dios reina de hecho. “Si la casa de Israel no observa la Ley, las naciones la dominarán, pero si cumple la Ley, se verá libre de todo duelo, aflicción o lamentación”.[410] “Si Israel observa las palabras de la Ley que se le ha dado, ningún pueblo ni rei­no dominará sobre él. Tomad sobre vosotros el yugo de mi nom­bre y rivalizad entre vosotros en el temor de Dios y practicad los actos de amor unos para con otros”.

Para los fariseos Dios reina ya en la medida en que Israel acoge su reinado. “Si en el mar de las Cañas Israel hubiese dicho: ‘Él es rey (en presente) por toda la eternidad’, jamás hubiese dominado sobre él pueblo ni lengua alguna; pero Israel dijo: ‘Él reinará (en futuro) eternamente’”. [411]

Por eso los fariseos, en lugar de exhortar al pueblo a la rebelión armada contra Roma, les exhortaban a guardar la Ley, porque de ese modo el Reinado de Dios se impondría sobre la tierra como en el cielo, e Israel quedaría libre del yugo extranjero.

Cuando la rebelión de los zelotes, Yohanan ben Zakkai, el que sería luego fundador de la Academia de Yavne, se negó a apoyarlos y abandonó la ciudad escondido en un ataúd. No le importó pactar con los romanos. Cuando vio a la hija de Nicodemo recogiendo granos de cebada entre los excrementos de un caballo, dijo llorando: “¡Bendito tú, Israel! Si cumples la voluntad de Dios ningún pueblo o lengua dominarán sobre ti, pero si no cumples la voluntad de Dios, serás entregado en manos de un pueblo vil”.

Hasta hoy día el judaísmo rabínico sigue manteniendo esa misma doctrina en su oposición frontal al servicio militar del ejército de los laicos sionistas, que serían los zelotes de hoy. Los ultraortodoxos observan la Ley escrupulosamente y creen que así están colaborando más a la seguridad de Israel que todos los laicos que militan en el ejército. Es la observancia de la Ley la única arma en que debe confiar Israel. Mientras Israel cumpla la Ley no hay fuerza ninguna que la pueda derrotar. Con el cumplimiento de la Ley, Dios ha empezado ya a reinar en el ámbito del Israel fiel, pero todavía no reina perfectamente en el ámbito global de la tierra.

Pero creen también los judíos que este reinado de Dios que se ejerce ya perfectamente en el cielo, se ha de ejercer perfectamente en la tierra en el futuro. Creen que un día mediante una intervención especial, Dios impondrá su voluntad perfectamente sobre la tierra de modo que nadie pueda sustraerse a ella. El Reinado de Dios que se ejerce siempre en el cielo, se ejercerá también un día aquí en la tierra perfectamente. Nadie puede forzar el advenimiento de ese Reinado. No será fruto de las armas ni de las acciones de los hombres. Sólo podemos disponernos a él mediante el arrepentimiento y el cumplimiento de la Ley que acelera esta intervención divina.

La intervención divina futura será salvación para los justos que gimen ahora oprimidos por los poderes maléficos reinantes, y juicio y condenación para los que no estén convertidos y no vivan en el cumplimiento de la Ley. A raíz de esta intervención, Israel será reunido y restaurado y todas las naciones se le someterán. Cuando Dios reine perfectamente, ya no habrá opresión, ni injusticia, ni desgracias.

Hasta aquí la visión farisea del Reinado de Dios que Jesús compartía con muchos de sus contemporáneos. Jesús también, al mirar el mundo que le rodeaba, no estaba de acuerdo con lo que veía. Comprendía que Dios no reinaba perfectamente en ese mundo, porque Dios no podía complacerse en una sociedad sometida a unos poderes maléficos que la tenían esclavizada. Así había sucedido durante muchos siglos, pero Jesús detecta que esta situación ha empezado ya a cambiar. Hay una serie de síntomas para él, que muestran que la soberanía de Dios ha empezado a ejercerse de un modo nuevo, y estos síntomas preludian un próximo cambio de eón, de era, en la que Dios reinará perfectamente sobre la tierra.

¿Qué le llevó a Jesús a intuir la proximidad de este cambio de régimen? Sin duda que fueron las expulsiones de los demonios y las curaciones que se realizaban por medio de su ministerio. Jesús fue testigo de una serie de acontecimientos nuevos que empezaron a sucederse por todas partes y que él interpretó como el comienzo de la etapa en que Dios iba a ejercer su soberanía sobre la tierra de una forma nueva. “Yo veía a Satanás caer como un rayo” (Lc 10,18). Jesús detecta que Satanás ha sido ya derrocado del poder que ejercía sobre el mundo. Jesús no atribuye los milagros y exorcismos que hace a su propio poder sobrenatural. Se ve a sí mismo más bien como mediador de un dinamismo celeste que ya está activo en el mundo. Más que el agente de estos signos de poder, Jesús se ve así mismo simplemente como un notario, que levanta acta de que ese poder de salvación está ya al alcance de los hombres que crean en él. Pero al detectar este dinamismo nuevo Jesús se convierte también en su catalizador.[412]

 Por eso, en el evangelio los signos no son acciones de Jesús realizadas según el estilo de otras curaciones y exorcismos contemporáneos, que otros realizaban según rituales muy elaborados, Sabemos que los esenios tenían tal tipo de rituales y fórmulas mágicas. En Qumrán hay colecciones de conjuros,[413] y sabemos de conchas mágicas, nombres de ángeles... Nada de eso hay en el evangelio. Jesús cura y expulsa demonios sin ritual, sin utilizar nombres de Dios, ni de ángeles, ni formularios...

“Si yo echo los demonios por el dedo de Dios, señal de que el reinado de Dios ha llegado a vosotros”.[414] Dedo de Dios o Espíritu de Dios, designa el poder divino que está ya a la obra. Ya Dios ha comenzado a actuar de una forma nueva, y la antigua soberanía de Satanás ha sido derrocada. Tengamos en cuenta que también todas las curaciones en aquella época se interpretaban como liberaciones, ya que todas las enfermedades se atribuían a influjo maléfico. Pues bien, ahora Satanás, el fuerte, ha sido ya atado, y todos los que estaban aherrojados por él han sido liberados (Mc 3,27).

Dice Twelftree, que ha estudiado la actividad de Jesús como exorcista: “Para Jesús los exorcismos no eran algo preparatorio a la venida del Reino, sino que eran ellos mismos el Reino de Dios en acción”.[415] Y más adelante dice: “Los palestinos del siglo primero creían, y Jesús compartía este parecer, que la derrota de Satanás tendría lugar en dos etapas. Al principio del ésjaton, Satanás sería atado, de modo que al final pudiera ser destruido. Parece que Jesús consideró que sus exorcismos y los de sus discípulos eran la primera etapa de la derrota de Satanás”.[416]

Jesús invita a sus oyentes a que observen bien estos fenómenos que están sucediendo y que son signos de la irrupción de un tiempo nuevo. Envía a sus discípulos de dos en dos para mostrar que esos sucesos pueden darse en todas partes, y no están ligados exclusivamente al poder personal de Jesús o a su ministerio. Jesús es más su intérprete que su realizador.

Pero estos signos eran sólo síntomas, eran pequeños anticipos de lo que estaba por venir. Esos síntomas eran todavía diminutos como el grano de mostaza, pero hacían presentir cómo sería la plenitud de ese reinado cuando la soberanía de Dios se estableciese plenamente en el futuro próximo. Los botones de los árboles anuncian la primavera, pero son ya manifestación incipiente de la primavera. Por mucho que corten estos brotes, nadie puede impedir que llegue la primavera. Los hombres no pueden impedirlo de ningún modo. Pero a la vez, tampoco las acciones humanas son causa de que la primavera llegue. No llegará la primavera por mucho que reguemos el jardín. Por mucho que uno limpie los cristales de las ventanas, no habrá luz hasta que amanezca. Nosotros en ningún caso podemos hacer que amanezca, sólo podemos disponernos para la hora del amanecer limpiando los cristales.

Jesús nota que ya ha empezado a amanecer. Una vez iniciado ese proceso con las primeras luces del alba, es ya imparable e irreversible. Pero Jesús distingue entre la i­nau­guración ya presente de este dinamismo y su consumación en el futuro próximo. Dios transformará las estructuras básicas de la sociedad, y todos vivirán como Dios quiere que vivan. Habrá un orden social con estructuras propias en las que los discípulos de Jesús ocuparán un puesto importante. El Israel de las doce tribus va a ser restaurado, y en ese Israel restaurado, los Doce ocuparán un puesto especialísimo. En la parábola de los viñadores malvados Jesús contempló cómo iba a darse un cambio de administración en la explotación de la viña, de modo que en la etapa futura los antiguos arrendatarios, la clase sacerdotal de la época de Jesús, iban a ser sustituidos por otros.

La Ley no sería abolida, pero sí alcanzaría una comprensión más profunda correspondiente a la justicia del Reino más exigente. Dios proporcionaría un nuevo templo, no hecho por manos humanas. En este templo podrían adorar tanto los judíos como los paganos que acogiesen ese reinado, tal como anunciaban los antiguos profetas.

Según Jesús, esta soberanía de Dios supone salvación para los que acogen el reinado, pero juicio y destrucción para los que lo rechazan. Los judíos esperaban que el reinado traería salvación a Israel y destrucción a los otros pueblos, pero Jesús dice que, cuando Dios reine, separará unos peces de otros, separará grano de cizaña, y el reinado que Dios traerá supondrá para Israel simultáneamente salvación y destrucción, lo mismo que para los otros pueblos. Esta es la gran novedad de Jesús. Los esenios pensaban que sólo los miembros de Yahad y algunos otros judíos piadosos sobrevivirían al juicio, y que los demás judíos así como todos los paganos, perecerían en él.[417]

Pero Jesús veía que la instauración de este reinado iba a ser más universal. Los demonios estaban saliendo de todo el mundo, incluidas las mujeres y los paganos, como en el caso del endemoniado de Gerasa, o de la hija de la cananea. Las curaciones de Jesús son inclusivas, mostrando el carácter inclusivo de la pertenencia al Reino anunciado. Jesús no consideraba en principio que nadie estuviese excluido de la salvación aportada por el reinado de Dios, ni aun aquellos que parecían más lejos de él. No se les pedía ningún tipo de méritos, sino simplemente acoger ese Reino como un niño, es decir, desearlo y abrirse a él. Para Jesús lo que más cerraba el corazón para esta acogida era el apego a las riquezas, y el hecho de poner en ellas la confianza para el futuro.

Sólo puede acogerse al Reinado de Dios el que renuncie a acogerse a otros reinados rivales, el que se lo juegue todo a una sola carta, como el mercader que descubre la perla, y no quiere buscar otras seguridades en la vida. Para acogerse a la providencia de Dios, es necesario renunciar a otras providencias diferentes.

Junto con la imagen de las doce tribus, otra de las imágenes del nuevo reino restaurado es la del banquete. Los banquetes inclusivos que tenía Jesús con los pecadores prefiguraban ya el banquete escatológico futuro. La imagen de este banquete había sido ya utilizada por Isaías (Is 25,6-8). Los qumranitas esperaban que los dos mesías se sentarían en un banquete junto con los elegidos, pero no parece que interpretaran sus comidas comunitarias como prefiguración de este banquete. Esta interpretación escatológica de los banquetes parece haber sido rasgo característico de Jesús.

Aparte del significado que da a sus comidas inclusivas, Jesús habla también del banquete en varias de sus parábolas, y en el logion de Q acerca de los que habrían de sentarse a la mesa con los patriarcas. Ciertamente antes de morir, Jesús quiso dar a su última cena este significado escatológico, sabiendo que no volvería a beber ese vino, hasta que lo bebiera ya en el Reino (Mc 14,25).

La cuestión más debatida es saber, cuál era, según Jesús, la función que le iba a tocar a él en la restauración de Israel y el advenimiento del Reinado de Dios. Claramente Jesús es el heraldo de dicho Rei­no durante su ministerio, el catalizador de ese dinamismo liberador. Pero ¿cuál sería la función de Jesús en la prodigiosa intervención divina que iba a tener lugar en el futuro próximo?

Para contestar a esta pregunta tenemos que entrar en dos de los asuntos más debatidos por los exegetas: ¿Qué conciencia tuvo Jesús de su misión? y ¿Qué conciencia tuvo Jesús de que iba a morir violentamente?

 

b) ¿Previó y predijo Jesús su muerte violenta?

 

Empezaremos contestando esta segunda pregunta que nos parece menos espinosa. Los cuatro evangelios son unánimes en decir que Jesús previó y predijo su muerte violenta.[418] Los participantes del Jesus Seminar han sido tajantes en negar tanto la previsión como la predicción.

Brown juzga que, sin necesidad de recurrir a un conocimiento sobrenatural, es más plausible pensar que Jesús previó la posibilidad de su muerte y expresó abiertamente esta previsión, aunque admitimos que en los textos de las predicciones sinópticas y juánicas hay muchos elementos redaccionales.

El hecho de que Jesús previera y predijera su muerte violenta aparece en todas las fuentes y en todos los géneros literarios. Brown en la obra citada trae una tabla sinóptica de todas estas predicciones, distinguiendo aquellas que son más directas y explícitas de aquellas que son meramente alusivas y genéricas.

Sanders también opina que en el momento de la última cena, Jesús era ya consciente de que iba a morir, y sin embargo no perdió la esperanza de quen aun así, iba a llegar el reino esperado, y que Jesús bebería en él del fruto de la vid junto con sus seguidores.[419]

Más difícil es saber cuándo empezó Jesús a prever la eventualidad de su muerte. Es más verosímil pensar que al principio de su ministerio Jesús albergaba la esperanza de que iba a tener éxito en su ministerio, y que Israel iba a responder a su llamada preparándose para acoger el Reinado de Dios que estaba viniendo.

Pero en algún momento de su ministerio, ante la experiencia de rechazo generalizado y de hostilidad creciente, Jesús comenzó a considerar la posibilidad de que su vida terminase violentamente. Tomó entonces una decisión muy deliberada, la de marchar a Jerusalén y desafiar la institución político-religiosa (Lc 9,51). Al emprender este camino, Jesús conocía los precedentes de tantos profetas que habían muerto asesinados en Jerusalén (Lc 13,34). Tenía que saber también la manera como se las gastaban los romanos con cualquiera que atrajese grandes multitudes y hablase de un Reino que no fuese el de César. Conocía todos los precedentes de líderes de movimientos ejecutados por Roma. Tenía bien cercano el final trágico del Bautista.

Sabía de alguna manera que su ministerio había fracasado, y su particular oferta de paz había sido rechazada por su pueblo. Esa oferta de paz era diversa de la oferta que hacían otros grupos; diversa de la causa zelota, que propugnaba la violencia contra los romanos, y diversa de la oferta farisea que consistía en una pureza sectaria y discriminadora. Jesús quiso convertir a los suyos a una noción del Reino de Dios que no enfrenta a unos contra otros, romanos y judíos, pecadores y justos; que no busca la expulsión o conversión forzada de los gentiles, ni tampoco el aislacionismo en un ghetto de puros separados de la sociedad. Su visión del Israel renovado lo concibe como la semilla de un mundo reconciliado, que ha superado las divisiones. Ante su fracaso, a Jesús, el profeta rechazado, no le quedaba sino llorar. “Si hubieras conocido lo que conduce a tu paz” (Lc 19,41) e invitar a llorar: “No lloréis por mí, sino por vosotras y por vuestros hijos (Lc 24,28). Si el leño verde –inocente- se quema, ¿cómo no arderá el seco –el culpable? (Lc 24,31)

Según el cuarto evangelio, al tomar conciencia del fracaso de su ministerio, y de la hostilidad declarada de las autoridades, Jesús dos veces se retiró al desierto y pasó a la clandestinidad. La primera vez cuando “querían prenderle de nuevo y se les escapó de las manos y se marchó al otro lado del Jordán” (10,39-40); la segunda retirada, cuando se decidió ejecutarlo en una reunión oficial del sanedrín: “Jesús ya no andaba en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí residía con sus discípulos” (11,54). El desierto y la Transjordania son lugares tradicionales para fugitivos durante toda la historia bíblica. El propio David tuvo que refugiarse en el desierto, primero huyendo de Saúl (1 Sm 22,1). Más tarde se refugió en la Transjordania huyendo de su hijo Absalón (2 Sm 17,22).

La tentación de huir al desierto estaba siempre presente. Hasta en Getsemaní mismo, Jesús podría haber escalado el monte de los Olivos y en un instante poner tierra por medio, desapareciendo una vez más en el desierto. Pero ya se había escondido en el desierto otras veces, y no tenía sentido continuar huyendo. Jesús decide afrontar las consecuencias de las opciones que había tomado en su misión.

Moule expresa muy bien esta actitud de Jesús:

Los testimonios que poseemos indican que Jesús... no buscó la muerte; no subió a Jerusalén con la finalidad de morir; pero buscó con una dedicación inflexible un curso de vida que inevitablemente lo condujo a la muerte, de la cual no intentó huir.[420]

Jesús decide salir de la clandestinidad y meterse públicamente en la guarida del enemigo, allí donde las estructuras políticas, sociales y religiosas tenían mayor poder. Forzó la mano al entrar de una manera tan pública en la ciudad, a sabiendas que de esa manera se estaba atrayendo sobre sí la muerte. Realizó su violenta acción profética en el templo y volcó las mesas de los mercaderes a sabiendas de que así suscitaría la alarma de las autoridades judías ¿Pensaba Jesús que Dios iba a intervenir en ese momento para salvarle, y que esa crisis sería el desencadenante de la intervención escatológica de Dios implantando su Reino? Sanders no descarta que hasta el último momento Jesús estuviera abierto a la posibilidad de una intervención divina que hubiese podido establecer el reino antes de su muerte. Pero de una u otra forma estaba seguro, que aun en el caso de morir, su muerte iba a ser un servicio a la llegada de ese Reino y creía firmemente que Dios vindicaría su causa después de su muerte.[421]

Jesús murió no como resultado de sus doctrinas acerca de la Ley o del templo, sino como consecuencia de la autoproclamación de su rol especialísimo en el Reino que anunciaba, ya fuera explícita o implícitamente.

Es muy difícil aceptar un Jesús despreocupado de su propia identidad, un Jesús a quien no le hubiese interesado profundizar en la relación que había entre su persona y el Reino que anunciaba. Semejante despreocupación sería inverosímil en cualquier persona, tanto más en alguien como Jesús, que se nos muestra tan profundamente inquisitivo en todos los temas que aborda.

 

c) La conciencia mesiánica de Jesús

 

Pasemos ahora a estudiar la segunda pregunta sobre qué tipo de conciencia tenía Jesús de su misión. Todo el Nuevo Testamento es unánime en proclamarle el Mesías, el rey ungido de ascendencia davídica. Si Jesús se hubiese proclamado a sí mismo Mesías de una forma explícita, tendríamos aquí una buena razón para explicar el hecho de su ejecución por parte de los romanos. Un sedicente Rey de los judíos no podía por menos que ser condenado a muerte por Roma. Pero podemos optar por una segunda posibilidad. Supongamos que Jesús no se proclamó a sí mismo abiertamente como Mesías, ni tuvo conciencia de esta identidad, pero la gente lo creyó y lo proclamó así. Eso habría sido también razón suficiente para su condena a manos de los romanos, y para su rechazo por parte del establishment judío.

El tema de la conciencia mesiánica de Jesús es uno de los temas que ha hecho correr más tinta en los estudios bíblicos. Un hecho incontrovertible es que, según el evangelio más antiguo, el de Marcos, Jesús no se dedicó a enseñar sistemáticamente en público sobre su identidad mesiánica, sino que más bien imponía silencio a cuantos la intuían

Este hecho que, desde Wrede, se ha venido llamando el “secreto mesiánico”, se ha interpretado como una táctica redaccional de Marcos y/o la comunidad primitiva para explicar la falta de una tradición histórica de la comunidad sobre este tema, y lo incómodo que resultaba este hecho a la vista de la proclamación mesiánica que hizo más tarde la comunidad abiertamente.[422]

En cambio, la teología tradicional ha mantenido siempre otra interpretación de este secreto mesiánico, según la cual Jesús tuvo conciencia de su identidad mesiánica, pero no la quiso revelar clara y explícitamente por miedo a no ser bien comprendido. Según la teología tradicional, el secreto mesiánico no es un recurso redaccional de Marcos, sino un recurso pastoral y catequético del propio Jesús. Precisamente Jesús mantuvo una cierta ambigüedad sobre su identidad mesiánica, para evitar las incomprensiones del pueblo. No quería ser encasillado en preconcepciones inexactas sobre la figura del Mesías, toda vez que dichas preconcepciones no coincidían con el contenido que Jesús mismo daba a su identidad y a su misión.

Para juzgar si Jesús consideró que este concepto de “Mesías” no era un buen vehículo para explicar su misión, habría que estudiar previamente cuál era el concepto que se tenía del futuro Mesías en el judaísmo.[423] Quizás Jesús no juzgó que “Mesías” era el título más adecuado para identificarle, y evitó utilizarlo; sólo más tarde los discípulos decidirían que sí era un buen título para vehicular la comprensión de Jesús a la que ellos habían llegado a partir de la luz pascual, y entonces comenzaron a usarlo.

Vermes distingue entre las expectativas comunes en el judaísmo acerca del Mesías, y las especulaciones más o menos esotéricas de grupos sectarios.[424] Dada la ambigüedad que reviste todo este tema, no es extraño que Jesús no quisiera definirse a sí mismo con un concepto tan etéreo. Pero si nos atenemos al rasgo más universal de la expectativa mesiánica, que, según Vermes, es la filiación davídica, hay textos que afirman que Jesús era hijo de David, y como tal fue aclamado por la gente.

Si realmente Jesús era de ascendencia davídica, es totalmente inverosímil que este hecho no fuese relacionado, tanto por él como por otros, con el ministerio de Jesús. El testimonio más antiguo sobre el davidismo de Jesús es el de Pablo, que ya en los años 50 daba por supuesto que era suficientemente conocido en la comunidad romana (Rm 1,3-4). El hecho de que Pablo no haya querido explotar este dato teológicamente, indica que se refiere a él de un modo no apologético, sino simplemente fáctico.[425]

Juan termina su relato de la multiplicación de los panes narrando el intento popular de proclamar rey a Jesús. Según Dodd, dadas las circunstancias de los cristianos en el imperio romano a finales del siglo I, lo normal hubiese sido ocultar que Jesús había formado parte de un movimiento revolucionario considerado hostil por Roma. El ambiente no era propicio para inventar o exagerar este tipo de alusiones.[426] El criterio de dificultad favorece la autenticidad del conflicto político con Roma.

Bien puede conservar aquí el cuarto evangelio el recuerdo histórico de una ocasión en que la multitud quiso forzar a Jesús a asumir un rol que él no quería asumir (Jn 6,15). Ya vimos anteriormente el gran parecido de esta escena de la multiplicación de los panes con la realidad de otros movimientos contemporáneos reprimidos por Roma (cf. p. 144). Como señala Witherington, este suceso supone el clímax del ministerio galileo tanto en Marcos como en Juan; la multitud pudo haberse decepcionado de que Jesús no aceptase el rol político que querían hacerle jugar.[427] Sin embargo bien pudo haber Jesús pretendido mediante este signo expresar que el Reinado de Dios estaba ya irrumpiendo, y que él era el profeta escatológico anunciado. Simplemente no aceptó las connotaciones políticas y nacionalistas que la multitud y muchos de sus discípulos querían darle, y por eso se retiró al monte.

De una importancia capital de cara a estudiar la pretensión mesiánica de Jesús es el estudio de su entrada triunfal. Catchpole ve en esta escena un puro género literario y niega su historicidad.[428] Taylor, en cambio, da un gran valor histórico a este pasaje de la vida de Jesús y lo asigna a la tradición petrina.[429] Es evidente que el desarrollo de la tradición en los evangelios posteriores ha ido magnifi­cando la aclamación del pueblo que se dirige a Jesús como rey davídico. Pero en Marcos la aclamación no va todavía dirigida a Jesús, como rey, sino al “reino de nuestro padre David que viene”.[430] Esta aclamación, tal como aparece en Marcos, difícilmente puede ser una composición cristiana posterior.[431] Además Marcos es también el único evangelista que no cita expresamente Za 9,9, con lo que no cabe hablar de historización de la profecía.

Sin embargo, aunque Marcos no haya aplicado el título davídico real a Jesús, no cabe duda de que tanto la multitud como Jesús mismo – y más tarde Marcos-, no pudieron por menos que relacionar de algún modo las dos bendiciones al “que viene en nombre del Señor”, y al “Reino de nuestro padre David que viene”, sobre todo si es cierto que Jesús era de descendencia davídica.

En cualquier caso, Jesús tenía que ser consciente de que el sólo hecho de haber entrado en Jerusalén a lomos de un asno, rodeado de los peregrinos, tenía forzosamente que ser interpretado de modo mesiánico y hacer recordar a todos el texto de Za 9,9[432]. Hasta hoy el judaísmo sigue esperando que el Mesías llegará a Jerusalén desde el monte de los Olivos montado en un asno. Se trata de un signo profético muy en línea con el signo del templo y el signo de la última cena.

El argumento preferido de los que rechazan la historicidad de la escena es que, de haberse dado tal manifestación, los romanos sin duda habrían intervenido inmediatamente. Gundry señala muchas posibles respuestas a esta dificultad, todas ellas verosímiles.[433] Basta con pensar, como ya dijimos, que la manifestación no fue tan espectacular como los evangelistas, utilizando un género literario épico, la han narrado.

Quizás todo este tema sobre la conciencia mesiánica de Jesús está mal planteado. Lo importante es preguntarse qué rol se atribuía Jesús a sí mismo en la instauración del inminente Reinado que proclamaba. ¿Era Jesús simplemente un heraldo del Reino, al modo como el Bautista había sido un simple heraldo del próximo juicio de Dios? ¿Era Jesús sólo un mensajero, o era también parte de su propio mensaje? ¿Demandaba Jesús fe en el Reino que predicaba, o demandaba también fe en él mismo como introductor del Reino, como núcleo de cristalización del Reino? Como señala un judío moderno, en el discurso de Jesús, el predicador parece identificarse tan totalmente con su buena nueva (besorah en he­breo), que ésta se ha convertido en carne (basar en hebreo).[434]

A partir del papel que le cupo cumplir a David en la instauración del primer reino, las tradiciones bíblicas persistentemente relacionan reinado y rey. ¿No cabe presumir a priori, que en la restauración del Reino predicada por Jesús, la gente esperase también la aparición de una persona que cumpliese una función paralela a la que David había cumplido antiguamente en la instauración del primer reino paradigmático? ¿Cabe hablar en Israel de un Rei­no de Dios sin la mediación de un rey humano? Toda la tradición bíblica masivamente ha relacionado el antiguo reino con la figura de David, y relaciona el futuro Reino con la figura de un descendiente de David. ¿Pudo Jesús no ser consciente de esta asociación, especialmente si él mismo pertenecía a la dinastía de David?

Más que en el análisis de unos logia sueltos, que han podido ser modificados en el proceso de redacción de los evangelios, tendríamos que apoyarnos en el talante de Jesús, en el tipo de autoridad que se arrogaba, en lo absoluto del seguimiento que demandaba de los suyos, en las exigencias que propone, en la relación especialísima que se atribuía con respecto a Dios, en la vinculación que establecía entre sus palabras y sus exorcismos y curaciones.

Más que en estos logia sueltos, por tanto, tendríamos que apoyarnos en las expectativas suscitadas por Jesús, en el fervor que suscitó en sus seguidores, y en el miedo y rechazo que suscitó en sus enemigos. Tendríamos que apoyarnos en el modo como los poderes políticos se deshicieron de él sólo, sin desbandar ni diezmar a sus seguidores, mostrando así que era él quien verdaderamente les preocupaba. Sin duda creían que tras haberlo eliminado a él, todo el movimiento se desbarataría como un castillo de naipes. No; ciertamente los adversarios no juzgaban a Jesús como un simple heraldo del Reinado que predicaba, sino como el núcleo de cristalización de un nuevo orden subversivo. Si el título sobre la cruz es histórico, la pretensión de realeza tuvo mucho que ver con la condena de Jesús.[435]

Sanders cree que el estatus de Jesús como rey o virrey es una deducción que él llama “fuerte”[436] a partir del hecho de que Jesús dio a sus discípulos un rol en el futuro reino (cf. p. 144). Ahora bien, si un maestro es más que sus discípulos, ¿cómo no habría de tener el maestro un rol más importante en el rei­no restaurado? Sanders llega incluso a establecer como una deducción firme que Jesús se pensó a sí mismo como rey,[437] aunque no sea claro con qué tipo de títulos pudo haber explicitado esta conciencia de su identidad. Añade Sanders:

 

Sabemos que, directa o indirectamente, Jesús dio orden a sus seguidores de que pensasen en él como alguien elegido por Dios para una tarea especial, de hecho para la tarea más especial. No se le puede dar ningún título, pero los títulos ciertamente son menos importantes que las realidades sustanciales a las que se refieren.[438]

 

Últimamente en Jesús resulta mucho más interesante su persona que su mensaje. Si es verdad que el medio es el mensaje, el verdadero mensaje de Jesús sólo se desprende del modo como vivió su vida, del modo como se presentó a los suyos, del papel que se atribuyo a sí mismo en los acontecimientos que anunciaba, de la autoridad con la que reclamaba una adhesión personal no tanto a sus ideas como a su persona.

Si además aceptamos que Jesús se vio a sí mismo como introductor de una era mesiánica, encontramos la solución a alguna de las aporías con las que nos hemos ido encontrando a lo largo de nuestro trabajo y que no éramos entonces capaces de solucionar. Desde la conciencia de la inauguración de una era mesiánica, se aclara la ambigüedad de Jesús con respecto a la Ley.

Efectivamente si aceptamos que el judaísmo esperaba para los tiempos mesiánicos una nueva interpretación de la Ley (cf. p. 95), se nos aclara la aporía entre la fidelidad a la Ley y su superación.

Se nos aclara también el apoyo bíblico que tuvo la comunidad naciente en su dilema sobre si abrirse o no a la evangelización de los gentiles. Ya los profetas habían anunciado que en la era mesiánica los gentiles entrarían en el Reino.

Supuesto que para la era mesiánica se esperaba un nuevo templo que no sería obra de los hombres, se nos aclara también la ambigüedad que muestran tanto Jesús como la primera comunidad cristiana en relación al templo (cf. p. 148).

En cambio, en la visión típica del Jesus Seminar, Jesús aparece como alguien al margen de las grandes instituciones judías de su época. Es un sabio fundador de una comunidad igualitaria, un reformador social, un filósofo cínico, el predicador de una filosofía de la vida alternativa y exasperante. No es extraño que para los pensadores de éste seminario el enraizamiento de Jesús en el judaísmo sea una realidad incómoda.

También les resulta incómodo a estos pensadores todo lo relacionado con la muerte de Jesús. Necesitan forzosamente minimizar la relevancia de la pasión y muerte de Jesús, y de toda su última semana de vida. Para ello recurren a deshistorizarla, diciendo que se trata de relatos inventados a partir de profecías. Pero en realidad sucedió al revés, fueron esos hechos dramáticos los que llevaron a los discípulos a escanear las Escrituras en busca de textos paralelos relevantes.[439]

El conflicto que provoca Jesús y el que le lleva a la muerte, no es la predicación de una filosofía universalmente valedera y perenne, sino que tiene que ver con su anuncio de una intervención divina que entra en conflicto con los mayores símbolos y valores específicos del judaísmo: la Ley, el templo, la tierra, la nación[440]. Sólo desde el panorama judío de su época puede Jesús ser comprendido cabalmente.

Señala Ben Witherington en su recensión de una obra de N.T. Wright:[441]

 

Un Jesús separado de los relatos de la pasión es en gran parte un Jesús “passionless and perhaps pointless”. Un Jesús de innumerables frases cortas, de dichos ingeniosos o de modestas reformas sociales, no se hubiese probablemente metido a purificar el templo, o a dejarse crucificar en una de las fiestas judías más importantes; ciertamente no es verosímil que hubiese generado la variedad de teologías que aparecen en el Nuevo Testamento. Los desconcertantes puntos de vista de Jesús sobre la Ley, el templo, la tierra, la gente y el Reino no resultan evidentes al margen de la pasión.[442]

 

 

d) La intervención divina

Jesús esperaba una intervención prodigiosa de Dios en la historia que abriría este eón nuevo. Con su predicación trataba de preparar al pueblo para ese momento. En sus palabras no es clara la naturaleza de esta intervención, pero en cualquier caso no se trataría de una intervención militar como la del rollo de la guerra de los qumranitas, o como la que esperaban los revolucionarios.

Jesús tenía conciencia de que quedaba muy poco tiempo, y de ahí el sentido de urgencia tan grande que había en sus palabras. No hay tiempo siquiera para que un discípulo vaya a enterrar a su padre. No se puede perder el tiempo ahora con los gentiles porque la tarea urgente inmediata es preparar al pueblo de Israel para el momento decisivo. La hora de los gentiles vendrá más tarde, una vez que Dios haya restaurado el nuevo Israel. A posteriori vemos cuán justificada estaba esta urgencia de Jesús. El tiempo a su disposición fue brevísimo. De no haberlo aprovechado bien, hubiese muerto antes de haber instruido plenamente a sus discípulos y antes de dejar plantada la semilla de la nueva comunidad escatológica.

¿Intervino Dios? La gran decepción de Schweitzer fue comprobar que Jesús se había equivocado, y que en realidad nada ocurrió de cuanto Jesús preveía y esperaba. Pero ¿es verdad que nada ocurrió? ¿Es verdad que el mundo sigue exactamente igual que antes de Jesús? Hemos llegado al punto en el que se entrecruzan la historia y la teología.

Para los discípulos de Jesús, la intervención decisiva de Dios fue la resurrección de Jesús, que es un hecho escatológico, es decir un hecho que no pertenece ya a nuestro eón, pero que influye decisivamente en la historia humana. En la humanidad recreada de Jesús ha visto la teología cristiana el comienzo de una nueva humanidad y de una nueva comunidad sin fronteras, de un Israel restaurado que se abre a acoger a los gentiles.

La humanidad resucitada de Jesús, a través del don del Espíritu, que es poder de salvación, es ya un ámbito escatológico de salvación, situado no al final de la historia humana, sino en simultaneidad con ella, y capaz de influir sobre ella. Esto es lo más original de la escatología cristiana. El mundo nuevo, como realidad trascendente, no tiene lugar después del final de este mundo, sino coextensivamente con él. Pero por el mero hecho de coexistir con él se constituye en un factor decisivo que incide positivamente en su desarrollo.

Lo suelo explicar con una metáfora. Imaginemos un hombre sumergido en una ciénaga, que consigue sacar la cabeza fuera. El resto del cuerpo todavía chapotea en el barro, pero la cabeza está ya fuera, y puede respirar un aire puro y transmitir el oxígeno a los miembros todavía sumergidos. En ese sentido la resurrección de Jesús es un hecho escatológico. No pertenece a la historia, pero ejerce su influjo en la historia. Algo de nosotros, nuestra cabeza, ha resucitado y vive ya las condiciones de la vida definitiva, y desde esa nueva dimensión es capaz de influir salvíficamente en la historia de quienes aún estamos sumergidos. Sólo así comprendemos el valor soteriológico de la resurrección, valor que la concepción anselmiana ignoraba por centrarse sólo en la muerte expiatoria de Jesús.

A través del Espíritu del resucitado la soberanía de Dios, es decir, su poder de salvación, se ejerce de una manera nueva. La comunidad del resucitado, plenamente inserta en la historia con todas sus contradicciones, es ámbito privilegiado, aunque no exclusivo, donde se ejerce esta oferta de gracia y salvación.

Es posible “entrar en el Reino” ya ahora, es decir, entrar en la esfera de influencia donde se ejerce el poder salvífico de Dios, perteneciendo a la comunidad escatológica del resucitado, aunque se viva todavía en un mundo sometido a las contradicciones de poderes maléficos hostiles a Dios.

Jesús esperó que su misma muerte no sería óbice para el adviento del Reino, y efectivamente esa muerte fue parte del proceso que conduciría a su resurrección, que es el gran acontecimiento escatológico y salvífico. La muerte de Jesús no sólo no supuso la frustración de la venida del Reino, sino que fue el factor decisivo que precipitó su venida.

Jesús esperó hasta el final que Dios había de vindicar su causa y su inocencia. Esta vindicación tiene lugar no sólo en la fe de sus seguidores, que después de su muerte siguen creyendo en él más intensamente aún, sino también en el juicio de Dios sobre los que le condenaron.

La profecía de Jesús se formula parcialmente en un lenguaje apocalíptico, en un lenguaje de “fin del mundo”, que usa las metáforas de un final cosmológico. Jesús fracasa al intentar convencer a su pueblo para que acogiese este Reinado, pero este fracaso trajo efectivamente un “fin del mundo”. Por supuesto no se trata de un fin del mundo cosmológico, sino el fin del pequeño mundo social y cultural del judaísmo del segundo templo. Es precisamente este fin dramático de “su” mundo el que Jesús intentaba evitar con su predicación. El judaísmo del segundo templo terminó dramáticamente dentro todavía de la generación de los que habían escuchado la profecía de Jesús. La ruina que Jesús había querido evitar a su pueblo acabó viniendo sobre Jerusalén, no como una venganza divina, sino como consecuencia del rechazo a la fórmula de paz que el profeta Jesús había venido a ofrecer (Lc 19,42).

Ya el judaísmo había tenido que pasar anteriormente dos veces por el “fin del mundo”, con la ruina de Samaría a manos de los asirios (s. VIII a.C.), y la de Jerusalén (siglo VI a.C.) a manos de los babilonios. En ambos casos Dios había enviado a su pueblo profetas que invitaron a la conversión del pueblo, como único recurso para evitar la amenaza del fin. Desde la propia lógica judía, ¿no era previsible pensar que Dios enviaría también un profeta con una misión similar, antes de la más tremenda crisis por la que ha pasado el pueblo judío en toda su milenaria historia?

Es verdad que el judaísmo sobrevivió a ese fin del mundo del año 70, como también había sobrevivido a la destrucción de los babilonios. Pero el mundo del templo y sus sacrificios se acabó para siempre, y el judaísmo tuvo que mutar para sobrevivir. El judaísmo rabínico es un judaísmo mutante que acertó con una fórmula para la supervivencia. El judaísmo revivió tras la destrucción del segundo templo como los huesos secos de Ezequiel, pero revivió en dos especies distintas, una en el movimiento que se origina con la escuela rabínica de Yavne, y otra en el Israel restaurado en la comunidad de los doce apóstoles. Este es el cisma primordial.

El Israel de los doce apóstoles se abrió a acoger a los gentiles en la comunidad mesiánica escatológica, pero, para convertirse en hogar de los gentiles, tuvo que pagar un altísimo precio, el de desdibujar totalmente su identidad judaica, hasta el punto de que hoy difícilmente puede ser reconocible como Israel. El Israel del rabinismo, en cambio, optó por mantener a toda costa su identidad judaica, pero al precio de frustrar las expectativas proféticas de la apertura a los gentiles, y procrastinar indefinidamente la misión que daba últimamente sentido a su elección.

Es sin duda providencia divina que ambas maneras de entender a Israel hayan coexistido la una junto a la otra durante veinte siglos. El mayor error que han cometido ambas ha sido pensar que no tienen nada que aprender la una de la otra, y que son autosuficientes. El cristianismo intentó a lo largo de la historia aniquilar violentamente el judaísmo, porque era un testigo incómodo de la fidelidad de Dios a sus promesas a Israel como pueblo identificable étnica y culturalmente. Sólo cuando la Iglesia y el Judaísmo se vean a sí mismas como las partes mutiladas de un proyecto global de Dios, tendrá lugar esa “resurrección de los muertos” a la que se refiere Pablo (Rm 11,15).

Reconocer la matriz judía con gozo y con agradecimiento, sin quererla mutilar ni escamotear, es la tarea de la Iglesia en este nuevo milenio. Y la manera más eficaz de reconocer esta matriz es el reconocimiento del judaísmo de Jesús, que sólo puede ser entendido desde los parámetros judíos de su cultura y de su siglo.

 

 


Notas a la Conclusión



EMA 1.- “The Third Quest”

 

     I.- PRIMERA ETAPA: “OLD QUEST”                                                             

     II.- SEGUNDA ETAPA: “NEW QUEST”                                                              

     III.- TERCERA ETAPA: “THIRD QUEST”                                                             

            a) Características y méritos de la Third Quest

                   1.- Mayor confianza  e interés en llegar al Jesús histórico                    

                   2.- Perspectiva interdisciplinar                                                      

                   3.- Perspectiva más anglosajona                                                     

                   4.- Perspectiva más ecuménica e interreligiosa                                 

                   5.- Preocupación por encontrar una metodología más rigurosa             

                   6.- Mayor importancia de la literatura apócrifa judía y cristiana             

                   7.  Tratamiento más positivo de la tradición de los milagros                 

                   8.- Tomar más en serio el judaísmo de Jesús                                     

                   9.- Mejor conocimiento del judaísmo palestino en el que vivió Jesús       

                   10.- Diferencias notables en las conclusiones a las que llegan             

            b) El “Jesus Seminar”                                                                         

     Bibliografía sobre la “Third Quest”                                                               

     Bibliografía básica sobre el “Jesus Seminar”                                                   

     Notas al tema 1    

                                                                                     

TEMA 2.- Los Criterios de Historicidad

 

     I.- LOS PROBLEMAS EN LA EVALUACIÓN DE LOS DATOS HISTÓRICOS                  

     II.- LOS CRITERIOS DE HISTORICIDAD

            a) Criterios primarios                                                                             

                   1.- Criterio de dificultad (Schillebeeckx) o de “contradicción”              

                   2.- Criterio de discontinuidad (disimilitud; irreductibilidad dual)            

                   3.- Criterio de testimonio múltiple                                                  

                   4.- Criterio de coherencia                                                            

                   5.- Criterio de rechazo y ejecución                                                

            b) Criterios secundarios o dudosos

                   1.- Criterio de huellas de arameo                                                   

                   2.- Criterio del ambiente palestino                                                 

                   3.- Criterio de viveza narrativa                                                     

                   4.- Criterio de las tendencias evolutivas de la tradición sinóptica        

                   5.- Criterio de presunción histórica                                                

       c) Conclusiones                                                                                

     Bibliografía sobre criterios de historicidad                                                      

     Notas al tema 2                                                                                          

 

TEMA 3.- Fuentes extrabíbilicas

 I.- ¿EXISTIÓ JESÚS DE NAZARET?

            a) Estado de la cuestión                                                                    

            b) ¿Quiénes niegan su existencia?                                                         

     II.- FLAVIO JOSEFO (93 d.C.)

            a)  Presentación                                                                                

            b) Textos relacionados con el NT                                                             

                   1.– Texto sobre Juan Bautista:                                                    

                   2.– Texto sobre Santiago, hermano de Jesús                                   

                   3.- Texto de la traducción eslava                                               

                   4.- Texto sobre Jesús conocido como “Testimonium Flavianum”                             

     III.- FUENTES DE LA LITERATURA CLÁSICA

            a) Plinio: Cristo el adorado (112 d.C.)

            b) Tácito: Cristo el ejecutado (116 d.C.)

1.- Presentación de Tácito                                                          

2.- El texto en cuestión                                                             

3.- Evaluación crítica del texto                                                     

            c) Suetonio: Cresto el instigador (120 d.C.) 

1.- Presentación de Suetonio                                                        

2.- Texto de Suetonio                                                                            

3.- Posibles interpretaciones                                                       

4.- Motivos a favor de la identificación de Chrestos con Jesús            

            d) Luciano: Cristo el sofista (165 d.C.)

1.- Presentación de Luciano de Samosata                                       

2.- El texto en cuestión                                                               

3.- Evaluación del texto                                                               

            e) Otros autores 

1.- Mara bar Sarapión:  Jesús, Rey judío sabio                           

2.- Celso: Jesús el Mago                                                              

IV- FUENTES DE LA LITERATURA RABÍNICA

1.- Fuentes rabínicas y su valoración                                         

2.- Menciones a Jesús en dichas fuentes                                       

3.- Algún ejemplo de estas referencias                                           

4.- Según Klausner, Jesús aparece así en el Talmud                          

     V.- FUENTES APÓCRIFAS

            a) Ágrapha 

1.- Ágrapha en el N. Testamento                                                  

2.- Ágrapha en variantes textuales del N.T                                      

3.- Ágrafa en los Santos Padres                                                  

4.- Criterios para valorar los Agrapha                                               

5.- Valoración                                                                            

            b) Evangelios apócrifos 

1.- Evangelio de Tomás                                                                

2.- Evangelio de Pedro                                                                 

3. Papiro 2 Egerton                                                                     

            Bibliografía sobre literatura extrabíbliica                                                              

 

TEMA 4. Tradiciones de Jesús en Pablo 

I.- ¿QUÉ SABEMOS DE JESÚS POR PABLO?                                                    

II.- FECHACIÓN DE LA VISITA DE PABLO A CORINTO

a) Importancia de la fechación de esta visita                                         

            b) Inscripción de Delfos con el nombre de Galión como procónsul                

c) Fecha de la inscripción                                                                   

     III.- DICHOS DE JESÚS EN PABLO                                                                 

IV.- LAS TRADICIONES PAULINAS

      a) Naturaleza de la tradiciòn paulina

      b) Contenido de las tradiciones paulinas

      c) 1 Corintios 7,10-11

                   1.- El texto                                                                              

                   2.- Evaluación del texto   

           d) 1 Corintios 11,23-25                                                          

                   1.- El Texto

                 2. El comentario                                                                                 

            e) 1 Corintios 15,3-8

                   1.- El Texto                                                                              

                   2.- El comentario                                                                      

            f) Evaluación final                                                                            

     Bibliografía sobre la tradición paulina                                                             

 

 

TEMA 5. Escritos rabínicos 

     I.- EL RABINISMO                                                                                    

     II.- LA MISNÁ

            a) Redacción de la Misná                                                                    

            b) Modo de citar la Misná y el Talmud.                                                

            c) Los seis órdenes de la Misná                                                            

            d) El hebreo de los escritos rabínicos                                                    

III.- LA LITERATURA MIDRÁSICA                                                                  

     IV.- LOS TARGUMIM                                                                                  

     V.- ESTUDIO DE LAS FUENTES RABÍNICAS PARA CONOCER A JESÚS                    

     Bibliografía sobre la literatura rabínica                                                           

     Notas al tema 5                                                                                        

 

TEMA 6. Jesús y Qumrán 

     I. CONCEPTOS BÁSICOS

            a) ¿De quién estamos hablando al referirnos a los esenios?                        

            b) ¿De qué manuscritos hablamos                                                         

II. LOS ESENIOS                                                                                       

     III.- LOS MANUSCRITOS

            a) Historia del hallazgo                                                                       

            b) El conjunto de la Biblioteca y su naturaleza                                        

            c) ¿Cómo se citan los documentos de Qumrán?                                       

     IV.- LAS RUINAS                                                                                       

     V.- LA COMUNIDAD DE YAHAD Y LOS ORÍGENES DEL CRISTIANISMO

            a) Historia de las distintas hipótesis                                                      

            b) Puntos de encuentro entre Jesús y la  comunidad del Yahad                  

            c) Principales diferencias entre ambos                                                 

            d) Conclusiones                                                                                 

            e) Contactos entre los escritos de Qumrán y el Nuevo Testamento             

     Bibliografía sobre Qumrán y Cristianismo                                                        

     Notas sobre el tema 6                                                                               

 

TEMA 7. Jesús y los fariseos 

     I. FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LOS FARISEOS

            a) La secta de los fariseos según Flavio Josefo                                       

            b) La historia de los fariseos según Josefo                                             

            c) Los fariseos en el Nuevo Testamento: problemas metodológicos          

            d) Los fariseos en las escritos rabínicos                                              

                 1.- En qué pasajes se nos habla de los fariseos                                  

                 2.- ¿Qué sabios pertenecían a la secta de los fariseos?                       

                 3.- ¿Son los rabinos de Yavne los sucesores de los fariseos?                 

     II. ¿QUIÉNES ERAN LOS FARISEOS?

            a) Algunos de las rasgos fariseos mejor documentados                                 

                   1.- Existencia                                                                           

                   2.- Cumplimiento escrupuloso de la Ley                                         

                   3.- Aceptación de las tradiciones de los padres junto a la Torah escrita

                   4.- Principales observancias legales farisaicas                                 

                   5.- Algunas de sus doctrinas                                                        

                   6.- Popularidad                                                                        

            b) Retrato robot de los fariseos                                                            

     III.- LOS FARISEOS EN LOS EVANGELIOS                                                          

            a) Estudio pormenorizado de cada evangelista                                       

            b) ¿Qué se les reprocha a los fariseos en los evangelios?                         

            c) Resumen de las presentaciones de cada evangelista                      

     IV.- LOS FARISEOS Y EL JESÚS HISTÓRICO

            a) Las controversias de Jesús con los fariseos                                        

            b) Los fariseos y la muerte de Jesús                                                    

            c) Conclusiones                                                                               

     V.- EVALUACIÓN HISTÓRICA DE LOS FARISEOS

            a) Antiguo Testamento                                                                      

            b) Literatura rabínica                                                                          

            c) Autocrítica judía                                                                            

     Bibliografía sobre los fariseos                                                                      

     Notas al tema 7                                                                                      

 

TEMA 8: Jesús y la Ley 

     I. INTRODUCCIÓN

            a) Prolegómenos: los cristianos y la ética                                             

            b) Status quaestionis                                                                     

            c) Distintas opiniones al respecto                                                     

     II. EXAMEN DE LOS TEXTOS

            a) Visión de conjunto de la actitud de Jesús                                       

            b) Las controversias de Galilea                                                             

                   1.- Las espigas                                                                        

                   2.- El lavarse las manos antes de comer                                       

            c) Normativa sobre el divorcio                                                              

            d) La regla básica para la interpretación de la Ley                                  

            e) Las antítesis: Habéis oído, pero yo os digo                                         

            f) Conclusiones                                                                                

     Bibliografía sobre Jesús y la Ley                                                                 

     Notas al tema 8                                                                                      

 

TEMA 9: En un mundo de sanadores 

I. EL CONTEXTO REMOTO

a)  La tradición bíblica de la sanación                                                

b)     La sanación en la literatura intertestamentaria                                  

c)     La sanación en el mundo grecorromano                                           

     II. JESÚS Y LOS CARISMÁTICOS GALILEOS                                                   

a)  Joni el trazador de círculos                                                            

b)  Janiná Ben Dosa                                                                          

c)  Evolución de las tradiciones rabínicas sobre carismáticos                    

d)  Carismáticos y fariseos                                                                 

e)  Conclusiones                                                                                 

     Bibliografía sobre sanadores                                                                      

     Notas al capítulo 9

 

TEMA 10: Jesús y los paganos 

     I.- JUDAÍSMO Y GENTILIDAD EN LA ÉPOCA DE JESÚS

            a) La literatura judía sobre el paganismo                                               

            b) El status quaestionis                                                                     

     II.- EL ESTUDIO DE LOS TEXTOS

            a) Los gentiles en Q                                                                        

            b) Los gentiles en Lucas                                                                    

                   1.- Tratamiento del tema de los gentiles en el evangelio                  

                   2.- Tratamiento del tema de los gentiles en los Hechos                    

            c) Los gentiles en Marcos

                   1.- Naturaleza de la comunidad de Marcos                                     

                   2.- Los gentiles en la sección de los panes                                    

            d) Los gentiles en Juan                                                                    

     III.- Conclusión                                                                                       

     Bibliografía sobre Jesús y los paganos                                                         

     Notas al tema 10                                                                                   

 

TEMA 11: Jesús y los revolucionarios 

     I.- EL MOVIMIENTO INSURGENTE JUDÍO

            a) La resistencia antirromana en el judaísmo                                         

            b) Los movimientos insurgentes en la época de Jesús                                  

                   1.- El bandolerismo                                                                   

                   2.- Pretendientes reales                                                            

                   3.- Profetas populares en el tiempo de Jesús                                 

     II.- POSIBLES AFINIDADES DE JESÚS Y ESTOS MOVIMIENTOS

            a) La tesis del zelotismo de Jesús                                                       

            b) Jesús no pudo haber sido un zelota, en sentido estricto                      

     III.- LA MUERTE DE JESÚS Y LOS MOTIVOS DE SU CONDENA

            a) Alcance de los dichos y acciones de Jesús relativos al templo               

            b) El juicio y la condena judía de Jesús                                                

            c) El juicio y la condena romana de Jesús                                             

            d) ¿Intentó Pilato salvar a Jesús?                                                        

     Bibliografía sobre Jesús y los revolucionarios                                                 

     Notas al tema11                                                                                     

 

TEMA 12: Conclusiones

            a) El Reinado de Dios                                                                        

      b) ¿Previó y predijo Jesús su muerte violenta?                                      

      c) La conciencia mesiánica de Jesús                                                   

      d) La intervención divina                                                                   

     Notas a la conclusión                                     

 



[1] J. Lois Fernández, “Estado actual de la investigación histórica sobre Jesús”, Frontera 4 (1997).

[2] J. Jeremías, El mensaje central del Nuevo Testamento, Ed. Sígueme, Salamanca, 1972, p. 1389.

[3] La publicación de Lessing  ha sido conocida como Fragmente des Wolfenbüttelschen Ungennanten. “Con todo, iniciar con Reimarus la investigación crítica es una convención sino falaz sí interesada, impuesta por su primer historiador”. Cf. J.J. Bartolomé, “La busca del Jesús histórico. Una crónica”, EstBib 59 (2001), p.182.

[4] Op. cit., p. 140.

[5] W. Kasper, Jesús el Cristo, Salamanca 1978, p. 33.

[6] A. Von Harnack, Das Wesen des Christentums, Leipzig 1901.

[7] M. Kähler, Der sogennante historische Jesus un der geschichtliche biblische Christus, Leipzig 1892.

[8] Curiosamente ahora esta actitud de Kähler ha sido retomada por autores como L.T. Johnson, que vuelven nuestra atención hacia lo que él llama “The Real Jesus”, que no coincide con el Jesús histórico. El Jesús real es el que vive hoy en la Iglesia. Johnson pone un ejemplo: La memoria de Jesús en la Iglesia no es la de un antiguo amor que murió y cuya corta estancia con nosotros atesoramos, sino la de un amor que sigue viviendo en una relación que madura y crece constantemente. La memoria del pasado se ve continuamente afectada por el cúmulo de experiencias que se han seguido después. Desde el amor de hoy vemos la trascendencia de los recuerdos de aquellos balbuceos del pasado (The Real Jesus. The Misguided Quest for the Historical Jesus and the Truth of the Traditional Gospels, HarperSanFrancisco , San Francisco 1997, p. 143.

[9] Schweitzer, A., Investigaciones sobre la vida de Jesús, Edicep, Valencia 1990.

[10] Citado por J.I. González Faus en La Humanidad nueva, p. 21.

[11] Ensayos exegéticos, Ed. Sígueme, Salamanca, 1978, p. 159-189.32).

[12] R. Aguirre, “El Jesús histórico a la luz de la exégesis reciente”, Iglesia viva 210 (2002).

[13] G. Bornkamm, Jesús de Nazaret, Sígueme, Salamanca 1990.

[14] Cf. J.A. Robinson, Le Kérygme de l’E­gli­se, p. 86.

[15] Pannenberg,  Teología sistemática, Vol. II, Ed. Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 1996, p. 360

[16] Cf. A. Torres Queiruga, Repensar la Cristología, p. 346-348.

[17] J.J. Bartolomé, op. cit., p. 199-200.

[18] J.P. Meier, “The Present State of the Third Quest for the Historical Jesus”, Biblica 80 (1999), 459-487.

[19] Rohrbaug, R., (ed.), The Social Sciences and the New Testament, Peabody 1996; B.J. Malina, The Social Gospel of Jesus. The Kingdom of God in Mediterranean Perspective, Fortress, Minneapolis 2000..

[20] J.D. Crossan, Jesús: vida de un campesino judío, Crítica, Barcelona 1994.

[21] M.J. Borg, “Reflexions on a Discipline: A North American Perspective”, en B. Chilton y A.A. Evans (eds.), Stuying the Historical Jesus.. Evaluations of the State of Current Research, New Testament Tools 19, Brill, Leiden 1994, 9-31.

[22] Ver las referencias a las distintas obras en la bibliografía general.

[23] R. Bauckham, "The Brothers and Sisters of Jesus: An Epiphanian Response to John P. Meier", CBQ 56 (1994) 686-700. Ver la respuesta de Meier "On Retrojecting Later Questions from Later Texts: A Reply to Richard Bauckham", CBQ 59 (1997) 511-527.

[24] M. Fieger, Das Thomasevangelium, Münster 1991.

[25] J.D.G. Dunn., “Can the Third Quest Hope to Succeed?” en Chilton, B. y C.A. Evans (ed.), Authenticating the Activities of Jesus, Brill, Leiden 1998, p. 34.

[26] Sobre este cambio historiográfico en la manera de valorar el judaísmo es interesante el trabajo de D. Garribba, “La presentazione del Giudaismo del secondo tempio nella storiografia del XX sec.”, Rassegna di Teologia 45 (2004) 73-88.

[27] D. Flusser, Judaism and the Origins of Christianity, Jerusalén 1988.

[28] Esto es lo que le reprochan entre otros A. Powell, Jesus as a Figure in History, Louisville 1998, p. 16.

[29] J.-H Charlesworth, The Pseudoepigrapha and Modern  Research with a Supplement, Missoula 1981; The Old Testament Pseudoepigrapha and the New Testament. Prolegomena for the Study of Christian Origins, Cambridge/Nueva York 1985; “The Historical Jesus in Light of Writings Contemporaneous with Him”, ANRW II 25 (1982) 451-476.

[30] Un panorama general de los distintos grupos judíos del siglo I puede encontrarse en S.J.D. Cohen, The Beginnings of Jewishness: Boundaries, Varieties, Uncertainties, Hellenistic Culture and Society 31; Berkeley – Los Angeles – Londres 1999.

[31] Ver bibliografía al respecto en nuestro tema 6 sobre Qumrán.

[32] Y, de hecho, las imágenes del judío Jesús se multiplican (cf. J. Bowman, Which Jesus? [Philadelphia 1970]): rebelde político (S. G. F. Brandon, Jesus and the Zealots. A Study ofthe political Factor in Primitive Christianity [New York 1967]), reformador campesino (J. H. Yoder, The Politics of Jesus: Vicit Agnus Noster[Grand Rapids 1973]), piadoso taumaturgo (M. Wilcox, "Jesus In the Light of His Jewish Environment": ANRW II 25 (1984) 131-195), o rabino galileo (B. Chilton, 'A Galilean Rabbi and His Bible. Jesus' Use of the Interpreted Scripture of His Time [Wilmington 1984]); profeta apocalítico (B. O. Ehrman, Jesus. Apocalyptic Prophet ofthe New Millenium [Oxford 1999], apocalíptico no sectario (K. Schubert, Jesus im Lichte der Religionsgeschichte des Juden­tums [Wien-München 1973]) o milenarista ascético (O. C. Allison, Jesus of Nazareth. Millenarian Pro­phet[ Minneapolis 1989]; fariseo ortodoxo (H. Leroy, Jesus [Darmstadt 1978]); curandero mági­co (M. Smith, Jesús el mago [Barcelona 1988]) o carismático (G. Vermes, Jesús el judío [Barcelona 1977]; Jesus and the World of Judaism [Phil­a­delphia 1984); fariseo hillelita (H. Falk, Jesus the Pharisee. A New Look at the Jewishness of Jesus [New York 1985]) o maestro carismático y mar­ginal (G. S. Sloyan, Jesus ín Focus. A Life in its Setting [Mystic 1983], campesino judío y predicador cínico (J. D. Crossan, The Historical Jesus. The Life of a Mediterranean Jewish Peasant [San Francisco 1991]); profeta escatológico (E. P. Sanders, Jesus and Judaism [Philadelphia 1985]; P. Fredikssen, Jesus of Nazareth, King of the Jews. A Jewish Life and the Emergency of Christianity [New York 2000]) u hombre del Espíritu (M. J. Borg, Jesus, o. c.). Hace medio siglo ya ironizaba T. W. Manson: "By their lives of Jesus ye shall know them" (''The Failure of Liberalism to Interpret the Bible as the Word of God", en C.W. Dugmore (ed.), The Interpretation of the Bible [London 1944] 92). Cf. J.J. Bartolomé, “La busca del Jesús histórico. Una crónica”, EstBib 59 (2001), p. 215.

[33] Una crítica lúcida y sistemática de las posiciones del Jesus Seminar y de cada uno de sus miembros, se puede encontrar en la obra citada de L.T. Johnson, The Real Jesus. En cuanto a la inflación con que se viene valorando en esta escuela a los evangelios apócrifos, ver P. Jenkins, Hidden Gospels, Oxford University Press, Oxford 2003.

[34] Funk, R.W. y .W. Hoover, The Five Gospels. The Search for the Authentic Words of Jesus, Nueva York 1993.

 

[35] Dunn, J.D.G., “Can the Third Quest Hope to Succeed?” en Chilton, B. y C.A. Evans (ed.), Authenticating the Activities of Jesus, Brill, Leiden 1998, 38.

[36] G. Petzke, “Die historische Frage nach den Wundertaten Jesu”, NTS 22 (1975-76), 180-204.

[37] E.P. Sanders, La figura histórica de Jesús, Verbo Divino, Estella 2000.

[38] J.P. Meier, Un judío marginal, vol. 1, p.193.

[39] The Gospel According to St. Mark, Macmillan, Londres 1966, 135-149; M. Hengel, Studies in the Gospel of Mark, Fortress, Filadelfia 1985, 50-53.

[40] E.P. Sanders, The Tendencies of the Synoptic Tradition, Cambridge 1969.

[41] M.K. McArthur, “The Burden of Proof in Historical Jesus Research”, Exp.Times 82 (1970-71) 116-119.

[42] A. Fuller, A Critical Introduction to the New Testament, Londres 1966.

[43] Síntesis parecidas a la de Fuller cabe encontrar en el artículo citado de Vargas Machuca, a propósito de Norman Perrin, que es muy minimalista, de Marshall, de Sanders, de Theissen...

 

NOTAS AL TEMA 4

 

[44] S. Pines, An Arabic Version of the Testimonium Flavanium and its Implications, Israel Academy of Sciences and Humanities, Jerusalem 1971.

[45] S.H. Golden, “A Jewish perspective on Jesus”,  BTB 34 (2004) p. 56.

[46] E. Bammel, “A New Variant Form of the Testimonium Flavianum”, The Expository Times 85 (1974)¸145-147.

[47]  “Sayings of Jesus”, en G.F. Hawthorne R.P. Martin (eds.), Dictionary of Paul and his Letters, Intervarsity, Downers Grove Ill. 1993, p. 481.

[48] Ibid., p. 490.

 

[49] Antigüedades 13,10.6.

[50] No se sabe si este Simón debe ser identificado con Simeón, hijo de Onías, sumo sacerdote (ca. 280 a.C), o con Simeón II, su nieto que falleció en 199 a.C. 

[51] Para todo el tema del hebreo rabínico se puede consultar la espléndida obra de Miguel Pérez Fernández en la Biblioteca midrásica, La lengua de los sabios. I. Morfosintaxis, Verbo Divino, Estella 1992.

[52] Modern scholarship divides early rabbinic exegesis into two major schools: that of Ishmael and that of Aqiba (Heschel 1962: xxxvii–lix; Porton 1982: 205–11; Chernick 1979; Grabbe 1982: 527–32). Ishmael’s school is pictured as the more logical, while Akiba’s exegesis is seen as more mystical and imaginative. However, recent work has demonstrated that it is difficult to distinguish between the exegetical techniques used by Ishmael and those used by Akiba (Porton 1982: 205–11). While there may have been two or more schools of rabbinic exegesis, there is no evidence that they began with these two sages.

[53] 4QTgLev, 4QTgJob, y 11QTgJob.

[54] Como el de McNamara, M., Targum and Testament. Aramaic Paraphrases of the Hebrew Bible: A Light on the New Testament, Irish University Press, Shannon 1968.

[55] F. Manns, L’Évangile de Jean à la lumière du Judaïsme, Jerusalén 1991.

[56] Nos vamos a remitir al capítulo 5 de Neusner, “The Rabbinical Traditions about the Pharisees”, From Politics to Piety. The Emergence of Pharisaic Judaism, 2ª ed., Ktav, New York, 1979, 81-96.

 

[57] Cf. F. García Martínez, Textos de Qumrán, Trotta, Madrid 1992, p. 40-43.

[58] Y. Yadin, Masada. Herod’s Fortress and the Zealots’ Last Stand, Steimatzky, Jerusalem 1988, p. 172-174.

[59] Hay otra muy buena en inglés que está también en la biblioteca: F. García Martínez y E. Tigchelaar, The Dead Sea Scrolls. Study Edition, 2 vols., Brill, Leiden 1997-98.

[60] Who wrote the Dead Sea Scrolls? The Search for the Secret of Qumran, Scribner, New York 1995.

[61] Para una exposición sintética y refutación de los argumentos de Golb, cf. “Apéndice I: Sobre el origen de la biblioteca qumránica: Tesis de Golb”, en A. Piñero (ed.), Orígenes del cristianismo. Antecedentes y primeros pasos, Córdoba 1991, 165-169.

[62] El escándalo de los manuscritos del mar Muerto, Martínez Roca, Barcelona 1992.

[63] Sobre el tema de Santiago, cf. B. Chilton, y C.A: Evans (eds.), James the Just and Christian Origins, Leiden 1999. Sobre los “escándalos” de Qumrán, cf. O. Betz, y R. Riesner, Jesús, Qumrán y el Vaticano, Herder, Barcelona 1994.

[64] C.P., Thiede, “7Q-Eine Rückkehr zu den neutestamentlichen Papyrusfragmenten in der siebten Höhle von Qumran”, Biblica 65 (1984) 538-57; The Earliest gospel Manuscript?, Paternoster, Londres 1992.

[65] Un estudio sintético muy actual en la Red sobre la tesis de O’Callaghan es el de J. Peláez, www.uco.es/dptos/c-antiguedad/griego/publicaciones/docum1003.htm

[66] Nuestro principal texto de referencia será el del libro de J.H. Charlesworth (ed.), Jesus and the Dead Sea Scrolls, especialmente el cap. I, “The Dead Sea Scrolls and the Historical Jesus”, p. 1-74, y el cap. 3: “Membership in the Covenant People at Qumran and in the Teaching of Jesus”, p.104-122. Hemos hecho uso también de J.P.Meier, “The Essenes and Qumran”, en el capítulo 30 de A Marginal Jew, vol. 3, Compa­nions and Competitors, Doubleday, Nueva York 2001, 488-531; J.A. Fitzmyer, “The Qumran Scrolls and the New Testament After Forty Years”, Revue de Qumran 13 (1988), 609-620; J.M. Casciaro Ramírez, Qumrán y el Nuevo Testamento, Pamplona 1982.

[67] bYoma 9b.

[68] 1QM 12,13-14.

[69] J.H. Charlesworth, “The Dead Sea Scrolls and the Historical Jesus”, en Charlesworth, (ed.), Jesus and the Dead Sea Scrolls, Doubleday, New York 1993, bota 112, p. 51.

[70] CD 4,20.

[71] CD 4,4.

[72] CD 7,6-9; 19,2-5.

[73] 1QSa 1,1.4; 9-10.

[74] Guerras 2,8.2.

[75] Guerras 2,8.13.

[76] Sobre este punto del celibato de Jesús, cf. J.P. Meier, Un judío marginal, vol 1., 341-354.

[77] cf. A. Marx, “Les racines du célibat essénien”, RevQ 7 (1969-71) 323-42; E. Qimron, “Celibacy in the Dead Sea Scrolls and the Two Kinds of Sectarians”, The Madrid Qumran Congress, vol. 1, 287-94; J.P. Meier, A Marginal Jew, vol.3, 502-509.

[78] Sobre la posible muerte violenta del Maestro de Justicia, cf. G. Vermes, The Dead Sea Scrolls. Qumran in perspective, Fortress, Filadelfia 1977, 142-156; J.A. Fitzmyer, Responses to 101 Questions on the Dead Sea Scrolls, 57-58, y el tratamiento que hace J.P. Meier en la Nota 105 del capítulo 30, de A Marginal Jew, vol. 3, p. 590.

[79] 1QpHab 11,5-8, 4Q 169.

[80] t.Pesahim 4,14 t.Pesahim 4,14.

[81] Cf. J.M. Casciaro Ramírez, Qumrán y el Nuevo Testamento, Pamplona 1982, p. 128-142.

[82] 1QpHab 9,12.

[83] 1QpHab 5,4.

[84] 1QS 6,18-21.

[85] J.P. Meier, A Marginal Jew, vol. 3, 515-517; 520-21.

[86] 1QS 9,6; CD 3,19.

[87] Cf. E. Puech, “Les Esséniens et la vie future”, en Le Monde de la Bible 4 (1978), 38-40, y “Une Apocalypse messianique”, en RevQ (1992).

[88] Cf. M. Broshi y H. Eshel, “Whose Bones?”, BAR 29 (2003),  26-33.

[89] Cf. H. Stegemann, Los esenios, Qumrán, Juan Bautista y Jesús, p. 232-233.

[90] Flavio Josefo, Guerra 5,145.

[91] Cf. R. Riesner, “Jesus, the Primitive Community and the Essene Quarter in Jerusalem”, en Charlesworth, (ed.), Jesus and the Dead Sea Scrolls, Doubleday, New York 1993, 198-234. Ver también B. Pixner, “Jesus and his community: Between Essenes and Pharisees”, en J.H. Charlesworth y L.L. Johns (eds.), Hillel and Jesus, Fortress, Minneapolis 1997, 193-224; B. Pixner, “An Essene Quarter in Jerusalem?”, Studia Hierosolymitana in onore di P. Bellarmino Bagatti I: Studi archeologici Jerusalem 1976, 245-285.

[92] B. Schwank, “Gab es zur Zeit der öffentlichen Tätigkeit Jesu Qumran-Essener in Jerusalem?”, en B. Mayer, Christen und Christliches in Qumran?, 115-130

[93] 1QS 2,5-8.

[94] 1QS 1,4.10.

[95] CD 4-5, 7.

[96] CD 12.

[97] 11QTemple 45; 4Q174.

[98] t.Dem 2,10-12.

[99] 1QS 6,13-23; cf. Jesus and the Dead Sea Scrolls, cap. 3: “Membership in the Covenant People at Qumran and in the Teaching of Jesus”, p. 104-122.

[100] Guerra 2,150.

[101] Guerras, 2,8.6.

[102] 1QS 5,7-20; cf. Guerras 2,8.7.

[103] 1QS 2,4-10. Sobre este tema de los juramentos, cf. J.P. Meier, A Marginal Jew, vol.3, 509-512.

[104] Cf. Antigüedades 13,172; cf. E.H. Merrill, Qumran and Predestination: A Theological Study of the Thanksgiving Hymns (SSTD 8), Leiden 1975.

[105] 1QM 9,15-16.

[106] Guerras 2,142.

[107] Guerras 2,147.

[108] CD 11,13.

[109] 1QM 6,6; 12,7.

[110] Ver al respecto: J.D.G. Dunn, “Jesus, Tableship and Qumran”, en J.H., Charlesworth, (ed.), Jesus and the Dead Sea Scrolls, Doubleday, New York 1993, 254-272.

[111] J.Neusner, From Politics to Piety. The emergence of Pharisaic Judaism, Ktav, Nueva York 1979, p. 86.

[112] Sobre este punto ver la tesis de A. Jaubert, La date de la Cène, Gabalda, Paris 1957; J. Charlesworth, John and the Dead Sea Scrolls, 62-75; J.P. Meier, Un judío marginal, p. 393-407.

[113] Ver el libro de J. Charlesworth, (ed.), Hillel and Jesus, Comparative Studies on two major Religious Leaders, Minneapolis 1997.

[114] Jesus the Pharisee: A New Look at the Jewishness of Jesus, New York 1985.

[115] Ver entre otros el artículo de J.A. Fitzmyer, “The Qumran Scrolls and the New Testament after Forty Years”, Revue de Qumran 13 (1988), 609-620.

[116] 1QS XI,12, 1QM 4,6.

[117] 4Q Flor 1-2.

[118] 1QM 4,10.

[119] 1QS 1,9; 11,16.

[120] Cf. 1QH 6,25-29.

[121] I. Knohl, Be’ikbot haMashiaj, Tel Aviv 2000.

[122] Sí aparece, en cambio, en escritos deuterocanónicos griegos Tb 7,17; Jdt 9,12.

[123] R. Bauckman, “The Qumran Community and the Gospel of John” en L.H. Schiffman (ed.), The Dead Sea Scrolls. Fifty Years after their Discovery, Jerusalem 2000, 105-115).

[124] Sievers, J., “Who were the Pharisees?” en J.-H.Charlesworth (ed.), Hillel and Jesus, Comparative Studies on two major Religious Leaders, Minneapolis 1997.

[125] Los menciona en 14 pasajes, de los cuales sólo 9 nos proporcionan datos sobre sus creencias y estilo de vida. La palabra fariseo aparece 44 veces en las obras de Josefo, 7 veces en las Guerras, 31 en la Antigüedades, y 6 en la Vida.

[126] Vida 2.

[127] Cf. J.P. Meier, A Marginal Jew vol. 3, p.304.

[128] Guerras 2,7.

[129] Ant 18,1,3.

[130] Ant 13,10,6.

[131] Ant 13,15,5.

[132] Ant 13,16,1.

[133] Ant 18,1,4.

[134] Ant 17,2,4.

[135] Ant 13,10,5.

[136] Ant 13,13,5.

[137] Ant 13,14,2.

[138] Ant. 13,16,1.

[139] Ant 13,15,5; 13,16,1-6; Guerras 1,5,1-3.

[140] Ant. 14,9,4.

[141] Ant 17, 2,4.

[142] Vida, 191.

[143] La palabra fariseo aparece en el NT unas 97 veces: 29 en Mateo, 12 en Marcos, 27+9 en Lucas-Hechos, 19 en Juan y 1 en Filipenses.

[144] H. Maccoby, Judaism in the First Century, p.45.

[145] Respecto al uso del término “fariseos” en Juan hay que aclarar que muchas veces viene a ser el equivalente de judíos, sin que se diferencie bien entre ambos grupos. Un mismo grupo se denomina unas veces “judíos” y otra “fariseos” sin solución de continuidad. En la escena del ciego, el protagonismo lo toman los fariseos (9,13.15.16), pero luego sin solución de continuidad se sigue hablando de los judíos al seguir narrando el interrogatorio (9,18.22 (x2). Al final de la escena se les vuelve a llamar fariseos otra vez (9,40), Es claro que no ha habido cambio de interlocutores, sino que se ha pasado a llamarles ahora por otro nombre. Igualmente a lo largo del capítulo 8 se va pasando a denominar a los opositores a Jesús fariseos (8,13) o judíos (8,22.48. 52. 57) indiferentemente, sin que haya ninguna señal de que se trate de grupos distintos.

[146] Pero cabe la posibilidad de que la palabra “saduceo” sea una corrupción textual, para censurar el verdadero texto que hablaba más bien de “minim” o herejes. En este caso, esos textos dejarían de referirse también a los fariseos de la historia.

[147] m.Yadayim 4,6-8.

[148] Josefo, Vida, 191.

[149] Ant 14,9,4.

[150] Ibid. 2.

[151] Ibid., 191.

[152] m.Abot 1,16.

[153] m.Abot 2,8.

[154] m.Berajot 2:6; j.Berajot 1,2, 3ª, etc.;  b.Sota 49b etc.

[155] H. Maccoby, Judaism in the First Century, p.40.

[156] Para bibliografía sobre este tema, cf. la nota 49 del cap. 20, “The Pharisees”, en A Marginal Jew, vol 3, p. 357.

[157] Cf. A Marginal Jew, vol.3, 313-332.

[158] Hch 5,33-40; Ant 13,10,6; 20,9,1.

[159] Ga 1,13-14; Ant 13,10,6; 13,16,2; Hch 22,3; Mc 7,3.

[160] mAbot 2,8.

[161] A Marginal Jew, vol.3, 320-321.

[162] Mc 7,1-23; Mt 23,25-26; Gamaliel I (m.Orlá 2,12); t.Aboda Zara 4,9; m.Yadayim 4,6.

[163] Mt 23,27-28; m.Yadayim 4.7

[164] Mt 23,16-22; t.Hagigá 3,35; Gamaliel I en m.Sheqalim 6,1; Simón I en m.Keritot 1,7; Josefo en Ant 18,1-3.

[165] Mt 23,23; Gamaliel I en m.Pea 2,5-6 y t.Sanhedrin 2,6; Hilel y Samay en m.Eduyot 1,2.

[166] Mc 2,23-28; 3,1-6; Lc 13,10-17; 14,1-6; Jn 5,1-18; 9,1-34; Gamaliel I en RoshHashaná 2,5; Simón I en m.Erub 6,2 y m.Betsa 2,6.

[167] Mc 10,1-12; m.Yadayim 4,8; Gamaliel I en m.Yebamot 16,7 y m.Gittit 4,2-3; las casas de Hilel y Samay en m.Gittit 9,10.

[168] Guerras 2,8,14; Ant 18,1,3.

[169] Guerras 2,7.

[170] m.Sanhedrin 10,1.

[171] Guerra 2,7.

[172] Ant  13, 288.298; 18, 12-15.

[173] E.P. Sanders, Gesú e il Giudaismo, p. 256-257.

[174] Abot 1,3.

[175] “The Proclamation of Jesus”, vol. 1 de New Testament Theology, Londres-Nueva York 1971.

[176] Sobre este tema cf. E.P. Sanders, Gesù e il Giudasmo, p. 244-247.

[177] A Marginal Jew, vol 3, p. 334 y nota 167 con bibliografía.

[178] Luke and the People of God. A New Look at Luke-Acts, Minneapolis 1972

[179] J.P. Meier, A Marginal Jew, vol,3, p. 332-334.

[180] Ant. 20,9,1.

[181] b.Ber 34b; j.Ber 9,d.

[182] m.Abot 2,5.

[183] b.Shabbat, 31,a.

[184] Midrás Sifrá sobre Lv 19,18.

[185] Ed. Urbach pp. 79-80.

[186] Abot de Rabbi Nathan –2ª versión- p.53.

[187] b.Baba Metzia 58b; cf. Mt 5,21-22.

[188] Midrash haggadol a Ex. 20,14; cf. Mt 5,28.

[189] b.Qid­dushin 32,b.

[190] Cf. Nm 26,6-15 y b.Sota 22b.

[191] 4Q169, 2,8.

[192] 1QH 12,6-8; 1QH 10,15.32; 4QpNa 1,2.7; 2,2-4; 3,3.6-7; CD 1,18).

[193] Ver sobre este tema A Marginal Jew, vol.3, p. 387.

[194] bBerajot 14b; bSotá 22,b.

[195] Weinfeld, M., “The charge of Hypocrisy in Matthew 23 and in Jewish Sources”, Immanuel 24/25 (1992).

[196] Weinfeld p.69.

[197] Genesis Rabbah 63,10.

[198] m.Sota 3, 4; y b.Sota 22b.

[199] Resumen de G. Theissen, El Jesús histórico, p.390-391.

[200] m.Abot 4,3.

[201] G. Vermes, The Religion of Jesus the Jew, Fortress, Minneapolis 1993.

[202] Por ejemplo, hay un dicho de Q, que muestra una actitud enormemente conservadora de Jesús con respecto a la Ley. La edición lucana de este dicho es “Más fácil es que el cielo y la tierra pasen que no caiga un ápice de la Ley” (Lc 16,17). Dice Mateo, en cambio: “Os lo aseguro, mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la Ley, hasta que todo se cumpla” (Mt 5,18).  La frase de Mateo suena más semítica, pero el contenido es distinto del de la frase de Lucas. El “cumplimiento” de Mateo no se refiere a la observancia de la Ley, sino al cumplimiento de la Escritura en la persona de Jesús.  Además establece un límite a la vigencia de la Ley “hasta que todo se cumpla”. Para quien entiende que la Ley ya se ha cumplido en Jesús, los preceptos de la Ley dejarían de tener ya vigencia. Tal como suena este logion en Mateo resulta más rupturista que en Lucas, que en este caso parece recoger mejor el tenor de los ipsissima  verba de Jesús.

[203] R. Banks, op. cit. p. 239. Ver bibliografía en la nota 2.

[204] W.G. Kümmel, “Aussere und innere Reinheit des Menschen bei Jesus”, Das Wort und die Wörter, Stuttgart 1973, p. 35; J. Lambrecht, “Jesus and the Law. An Investigation of Mk 7,1-23”, ETL 53, 1977, 24-83.

[205] “El Problema del Jesús histórico”, Ensayos exegéticos, Ed. Sígueme, Salamanca, 1978, p.181.

[206] Jesus of Nazareth, p. 97.

[207] A. Watson, Jesus and the Law, Atenas and Londres 1996.

[208] El precepto de enterrar al padre no es tan absoluto en el judaísmo como algunos han pretendido. El propio Deuteronomio admite una excepción en el caso del nazir (Nm 6,6-7). La Mishná lo amplía al caso del Haber, miembro de una sociedad de comensalidad que extrema las exigencias de pureza ritual en las comidas (m.Demai 2,3). Jesús bien pudo considerar que la urgencia de su misión constituía un caso más que exoneraba del cumplimiento de esa ley. Sólo en el caso del cadáver abandonado que no está a cargo de nadie, hay una obligación absoluta de enterrarlo, a la cual ni el mismo sumo sacerdote puede sustraerse.  Obviamente no es el caso de la escena evangélica, donde hay otros “muertos” que pueden enterrar a los muertos.

[209] Gn 23,3; m.Be­ra­jot 3,1; Tb 6,13-15.

[210] Sobre este logion, ver S. Guijarro Oporto, “Reino y familia en conflicto. Una aportación al estudio del Jesús histórico”, EstBib 56 (1998) 511-512. Este tema lo hemos tratado en el curso “Seguimiento y Discipulado”, en la sección sobre Mateo de nuestra página Web: www.upco.es/personal/jmmoreno/cursos/index.htm

[211] E.P. Sanders, Gesù e il Giudaismo, p. 345.

[212] R. Banks, Jesús and the Law in the Synoptic Tradition, Cambridge 1975, p. 237.

[213] H. Stegemann, Los esenios, Qumrán, Juan Bautista y Jesús, Trotta, Madrid 1996, 278-284.

[214] W.D. Davies, El sermón de la montaña, Cristiandad, Madrid 1975. Davies trata también sobre este tema en su libro The setting of the Sermon of the Mountain,

[215] Midrás al Salmo 146,7.

[216] Davies, op.cit., 78-79. A. Díez Macho ha dedicado un artículo a comentar el libro de Davies sobre la Torah en la edad mesiánica, que está recogido en su obra The setting of the Sermon of the Mountain, Cambridge U.P., Cambrisge 1964. El comentario de Díez Macho está en ¿Cesará la "Torah" en la Edad Mesiánica?, EstBib 12 (1953) 115-158, 13 (1954) 5-51.

[217] Hegesipo, citado por Eusebio, Hist. Eccl. 2,23, 4-18; Evangelio de Tomás, 12.

[218] Ant. 20, 200.

[219] Cf. R. Aguirre, “El Jesús histórico a la luz de la exégesis reciente”, Iglesia Viva 210 (2002).

[220] m.Berajot 2,5.

[221] cf. J. Dewey, Markan Public Debate, SBLDS 48, Scholars, Chico CA. 1980; J.P. Meier, A Marginal Jew, vol. 3, p. 332.

[222] m.Shabbat 7,2.

[223] b.Yoma 85b.

[224] cf. The Religion of Jesus the Jew, p. 24.

[225] B.H. Young, Jesus the Jewish Theologian, p. 107; cf. también b.Menahot 95b.

[226] D. Flusser, Jesús en sus palabras y en su tiempo, Cristiandad, Madrid 1975, p 57; b.Shabbath 128a.

[227] Mejiltá de Rabí Ismael, citado por Vermes, The Religion of Jesus the Jew, p. 22; cf. también B.H. Young, Jesus the Jewish Theologian, p. 109.

[228] E.P. Sanders, Gesù e il Giudasmo, p. 242.

[229] mParah 11,5.

[230] E.P. Sanders, op.cit., 243.

[231] E.P. Sanders, “The life of Jesus”, en H. Shanks (ed.), Chritianity and Rabbinic Judaism, SPCK, Londres 1992, 71-72.

[232] A propósito de las duras palabras que hay en el Deuteronomio sobre la mujer tomada cautiva, la propia exégesis rabínica reconoce que en éste y otros puntos la Ley no expone un ideal, sino que responde a la realidad de las malas inclinaciones del hombre: “Dibra torah keneged yétser ha raÔ”, (bKiddushin 21b), cf. J Kampen, “The Matthean Divorce Texts Revisited”, en J.G. Brooke y F.G. Martínez (eds.), New Qumran Texts and Studies, Brill, Leiden 1994.

[233] C. Rowland, Christian Origins, SCPK, London 1985, p.158.

[234] m.Gittit 9,10.

[235] 11QT 57.17-19; cf. Documento de Damasco: CD 4,20-21.

[236] Mejiltá, Shabbata 1; citado por H. Maccoby, Judaism in the First Century, p. 44.

[237] CD 10,21.

[238] CD 11,13s.

[239] t.Shabbath 15; b.Shabbath 128 b.

[240] b.Yoma 85b.

[241] t.Shabbath. 15,11-16.

[242] Ed. Horovitz-Rabin p. 341.

[243] Cf. D.Daube, The New Testament and Rabbinic Judaism, Peabody 1956.

[244] Mejilta sobre el Éxodo 19,20.

[245] cf. B. Chilton y J. Neusner, Judaism in the New Testament, Rout­ledge, Londres-Nueva York 1995, p. 130.

[246] J. Lambrecht, “Jesus and the Law”, Ephemerides Theol. Lov. 53 (1977), p. 78-

[247] cf. J.D.G. Dunn, The Partings of the Ways, p.117.

 

 

[248] G. Vermes, Jesús el judío. Los evangelios leídos por un historiador, Muchnik editores, Barcelona 1977.

[249] Ibid., p. 63-64.

[250] Freyne, S., “The Charismatic”, en J.J. Collins y J.W. Nickelsburg (eds.), Ideal Figures in Ancient Judaism. Profiles and Paradigms, (SBLSCS 12), Chico CA 1980, 223-258.

[251] J.P. Meier, Un judío marginal, II/2, p. 677.

[252] T.L.Brodie ha dedicado una serie de artículos a estudiar la relación literaria que hay entre narraciones lucanas y el ciclo profético de Elías y Eliseo: Luke the Litterary Interpreter; Luke-Acts as a Systematic Rewriting and Updating of the Elijah-Elisha Narrative, Roma 1987; “Greco-Roman Imitation of Texts as a Partial Guide to Like’s use of sources”, en C.H. Talbert (ed.), Luke-Acts. New Perspectives from the society of Biblical Litterature, New York 1984, 17-46; “The Accusing and Stoning of Naboth (1Kgs 21,8-13) as One Component of Stephen Text (Acts 6,9-14; 7,58a) CBQ 45 (1983) 417-432; “Luke 7,36-50 as an Internalization of 2 Kings 4,1-37. A Study in Luke’s Use of Rhetorical Imitation”, Bib 64 (1983) 457-485; “Towards Unravelling Luke’s Use of the Old Testament: Luke 7,11-17 as an Imitation of 1 Kings 17,17-24, NTS 32 (1986) 247-267; “Towards Unravelling the Rhetorical Imitation Sources in Acts: 2 Kings 5 as One Component of Acts 8,9-40”, Bib 67 (1986) 41-67; “The Departure for Jerusalem (Luke 9,51-56) as a Rhetorical Imitation of Elijah’s Departure for the Jordan (2 Kings 1,1-2.6), Bib 70 (1989) 96-109; “Luke-Acts as an Imitation and Emulation of the Elijah-Elisha Narrative”, en E. Richard (ed.), New Views On Luke and Acts, Collegeville, Minn. 1990.

[253] I 7,1; 8,3; 10,4-8.

[254] Jubileos 10,10-14.

[255] Fragmento que aparece en la obra de Eusebio de Cesarea Praeparatio evangelica 9,29,24-25. Citado por G. Vermes.

[256] Liber Antiquitatum Biblicarum 60,1-3.

[257] Ant. 2,13,3.

[258] Ant. 8,46-47.

[259] Ant. 8,45.

[260] Ant. 8,2,5.

[261] Ant. 8,44-45.

[262] Ver la polémica de Vermes con G. Schönfeld sobre el significado de los qerapeuvtai en Filón: G. Vermes, “Essenes and Therapeutai”, RQ 3 (1961-62) 495-504.

[263] Gen Ap. 20,16,19.

[264] Cf. J.P. Meier, Un judío marginal, II/2, p. 682.

[265] 4QOrNab 6, o 4Q242.

[266] A. Dupont-Sommer, The Essene Writings from Qumran, Oxford 1961, p. 322, n.3. Citado por Vermes.

[267] bPes 112,b.

[268] bMeilah 17b.

[269] G. Barbaglio, Jesús, hebreo de Galilea, Salamanca 2003, p. 221. Cita el artículo de A. George, “Miracoli nel mondo ellenistico” en X. Léon Dufour (ed.), I mircoli di Gesù, Brescia 1980, 79-90.

[270] Hay una traducción en español a cargo de A. Bernabé Pajares, Vida de Apolonio de Tiana, Gredos, Madrid 1992.

[271] R.J. Penella, The Letters of Apolonius  of Tyana. A Critical Text with Prolegomena. Translation and Commentary, Brill, Leiden 1979.

[272] Kee, H.C., Miracle in the Early Christian World. A Study in the Sociohistorical Me­thod, Yale, New Haven/Londres 1983, p. 256. Citado por J.P. Meier.

[273] Cf. entre otros M. Dzielska, Apollonius of Tyana in Legend and History, L’Erma, Roma 1986; E.L. Bowie, “Apollonius of Tyana: Tradition and Reality”, en ANRW II/16.2 (1978) 1652-99: J.-M. Van Cangh, “Santé et salut dans les miracles  d’Épidaure, d’Apollonius de Tyane et du Nouveau Testament”, en J. Reis (ed.), Gnosticisme et monde hellénistique, Louvain-la Neuve 1982.

[274] G. Petzke, Die Traditionen über Apollonius von Tyana und das Neue Testament, Brill, Leiden 1970. Cf. también “Die historische Frage nach der Wundertaten Jesu“, NTS 22 (1975-76) 180-204.

[275] J.P. Meier, o.c., II/2, p. 672.

[276] Suetonio, Vida de los Doce Césares, VIII,7; edición de R.M. Agudo Cubas, Gredos, Madrid 1992, vol. II, p. 276.

[277] Tácito, Historias, V, 81; edición de J.L. Moralejo Álvarez, Akal, Madrid 1990, p. 299.

[278] Antigüedades 14, 22-24.

[279] m.Ta>anit  3,8.  Traducción de Carlos del Valle. Cf. p.Ta>anit 3,9.

[280] m.Ta>anit  3,8.

[281] b. Ta>anit 23a. “Lo que mandes se realizará. Tú diste una orden sobre la tierra y Dios realizó tu palabra en los cielos. Y la luz brillará en tu camino. Iluminaste con la oración a la generación que estaba en la oscuridad”.

[282] J.-M. Van Cangh ha hecho un seguimiento de esta leyenda sobre la lluvia a lo largo de la literatura  rabínica: “Miracles des rabbins et miracles de Jesús”, Nouvelle Revue Theologique 15 (1984), 28-53.

[283] b. Ta>an 23a.

[284] p. Ta>an 3,9.66d.

[285] Paralipomena Jeremiae V,1-VI,8. Se nos cuenta aquí la leyenda de Abimelej, servidor de Jeremías que  durmió durante 66 años.

[286] GenR. 13,7. En las versiones de A. Rabean y J. Neusner se menciona solo a Elías.

[287] G. Vermes, o.c., p. 77.

[288] m.<Ab 3:10.

[289] b.Ber. 34a; Pirqe R. El. 204–5; p. Ber. 4, 5, 6; b. Ber. 34b.

[290] Gen. R. 10,8.

[291] p.Dem. 1,3.

[292] b.Ta'an  25a.

[293] b.Ta>an. 24b–25a; b. B. Bat. 74b; b. Ber. 17b.

[294] b. Ber. 17b.

[295] b.Hag 14a.

[296] b.Sot 9,15.

[297] Según Vermes, se trataría de Gamaliel el viejo, el maestro de san Pablo, lo cual situaría a Janiná en el período anterior a la destrucción de Jerusalén. Cf. G. Vermes, Jesús el judío, p. 78.

[298] m.Ber 5,5.

[299] b.Ber 34b; p.Ber 5,9d.

[300] Van Cangh, o.c., p. 40.

[301] t.Ber 2,20; b.Ber 33a.

[302] m.Ber 5,1.

[303] b.Ta>an. 24b-25a.

[304] b.<Erubim 29b; b.Pesajim 112b-113a.

[305] b.Pesajim 112b-113a.

[306] b.Ta>an. 23a.

[307] B.M. Bokser, “Wonder-working ant the Rabbinic Tradition: The Case of Hanina Ben Dosa”, JSJ 16 (1985) 42-92.

[308] M. Smith, Tannaitic Parallels to the Gospels, Filadelfia 1951, p. 81.

[309] B.M. Bokser, o.c., p.81. Cita Bokser a este respecto a W.S. Green, “Palestinian Holy Men: Charismatic Leadership and Rabbinic Tradition”, ANRW 2/19/2 (1979) p. 625 y 641.

[310] m. <Ab 3,9.

[311] m. <Ab 3,10.

[312] Safrai, S., “The Teachings of Pietists in Mishnaic Literature”, JJS 16 (1965) 19-20.33.

[313] D. Flusser, Jesus, Nueva York, 1969, p. 56 (citado por Vermes).

[314] p.Ber 7c; p.Dem 22a.

[315] m.Ta>an 3,8.

[316] b.San 43a.

[317] b.Baba metsia 59b.

[318] t.Hullin 2,21-23.

[319] b.Ta>an 24b-25a.

[320] m. <Ab 5,10.

[321] Mejiltá al Éxodo 18,21.

[322] Ant. 18,3.3.

[323] T.Hul 2,22.

[324] p.Ta>an  23a

[325] m. <Ab 3,9

[326] m.Ber 5,5.

[327] m.Sot  9,15.

[328] J.P. Meier, o.c., II/2 p. 680.

[329] R. Aguirre, “El Jesús histórico a la luz de la exégesis reciente”, Iglesia viva, 210 (2002). Esta dimensión carismática ha sido magistralmente estudiada en el librito de M.J. Borg, Jesus, a New Vision. Spirit, Culture and the Life of Discipleship, HarperCollins, New York 1987.

[330] G. Barbaglio, o.c. Se trata del título al capítulo 7 de la obra, pp. 211-248.

[331] Is 54,3; Si 36,7.9; I En 91,9; Ba 4,25.31.35; 1 QM 12,10.

[332] Mi 5,10-15; So 2,10s., Test Mos 10,7; Jubileos 23,30; Sal 17,25-27.

[333] Is 49,23; 45,14.23; Mi 7,17; I En 90,30; 1QM 12,s.

[334] Is 45,14; Is 60,5-16; 61,6; Mi 4,13; So 2,9; Tb 13,11; 1QM 12,13s.

[335] Jl 3,17; Sal 17,31.

[336] Is 49,6; 51,4; 2,2s.; Mi 4,11. Los gentiles se podrán agregar a Jerusalén y podrán salvarse: Is 56,6-8; Za 2,11; 8,20-23; Is 45,22; Sal 87,5; Tb 14,6; I En 90,30-33.

[337] t.Sanedrin 13,2.

[338] b.Sanedrín 26a-b; b.Babá Mesiá 33b.

[339] J.D.G Dunn, The Parting of the Ways, SCM, Londres 1991, 113-116.

[340] En su librito La promesa de Jesús para los paganos (p. 26-28) Jeremias hace una exégesis muy particular de este texto: “Amén, os lo aseguro, cuando (el ángel de Dios) anuncie el evangelio eterno al mundo entero, entonces aparecerá también (delante de Dios) lo que esta mujer ha hecho, para que él se acuerde de ella (favorablemente en el último juicio). Según Jeremias, el anunció lo hará el ángel de Dios al final de los tiempos, no se trata de la predicación de los apóstoles a los paganos.

[341] Is 4,4; Ma 3,1-4; Jub 4,26; 11QT 29,8-10.

[342] Salmos de Salomón 17,30.

[343] Za 14,16; cf-también Sal 22,27, Is 2,2-3, 56,6-8; Sof 3,9-10, Tb 13,11; Sal Salomón 17,33.

[344] Meyer, P.D., “The Gentile Mission in Q”, JBL 89 (1970), 405-17.

[345] Mejiltá de Rabbí Ismael, tr. J.Z. Lauterbach, 1,7-10.

[346] The Purpose of Luke-Acts, Edinburgh 1982, p. 44.

[347] G. Vermes, Jesús el judío, p. 57-59.

[348] b.Erub 52b.

[349] b.Meguilá 24b.

[350] b.Pesahim 112b.

[351] b.Erub 53b, citando a m.Abot 1,5.

[352] Galiläa und Jerusalem in den Evangelien, Göttingen 1936.

[353] J. Jeremias, Jesu Verheissung für die Völker, p. 29 de la traducción inglesa.

[354] E.P. Sanders, La figura histórica de Jesús, Estella 2000, 214-215.

[355] R. Aguirre, Ensayo sobre los orígenes del Cristianismo, Estella 2001, 103-106.

[356] Cf. J. Klausner, “La vida política”, en Jesús Nazareno, vol. I.

[357] Guerra 2,56; Ant. 17,271-272.

[358] Guerra 2,57-58 ; Ant 17,273-274.

[359] Guerra 2,60-65 ; Ant 17,277b.

[360] Ant 18, 85-87.

[361] Ant 20, 97-98.

[362] Ant 20, 167;  Guerras 2,261;  Hch 21,38.

[363] Guerras 6,300.

[364] Cf. P.W. Barnett, The Jewish Eschatological Prophets, Tesis doctoral en la universidad de Londres, Londres 1977, citado por B. Witherington, The Christology of Jesus, p. 91.

[365] Theissen, G, The First Followers of Jesus: A Sociological Analysis of the Earliest Christianity, SCM, Londres 1979, p.50.

[366] cf. Von dem Zwecke Jesu und seine Jünger, 1778.

[367] The Messiah Jesus and John the Baptist, Dial, Nueva York 1931.

[368] The Death of Jesus, Penguin, Londres 1966.

[369] “On Christian Study of the Zealots”, en Studies in the Jewish Background of Christianity, Tübingen, 1992.

[370] Cf. The State in the New Testament², Nueva York 1956.

[371] M. Hengel, The Zealots, Fortress, Filadelfia 1989.

[372] M. Borg, “The Currency of the Term ‘Zealot’”, JTS 22 (1971), pp.504-512.

[373] D. Rhoads,  Israel in Revolution, 6-74 CE. A Political History Based on the Writings of Josephus, Filadelfia 1976.

[374] Horsley, R. and L. Hanson, Bandits, Prophets, and Messiahs: Popular Movements at the Time of Jesus, Nueva York, 1985.

[375] Guerras 2,118; Antigüe­dades 18,23-25.

[376] cf. R.E. Brown, op.cit., vol. 2, 1414-1415.

[377] De specialibus Legibus 2,46.

[378] m.Sanhedrín 9,6.

[379] Cf. E.P. Sanders, Gesú e il Giudaismo, 108-116.

[380] I Enoc 90,28s.

[381] I Enoc 90,28s., Jubileos 1,17.27.29; 11QTemplo 29,8-18, Oráculos Sibilinos 5,245; 2 Esdras 10,54.

[382] Cf. Sanders, Gesù e il Giudaismo, 132-141; J.P. Meier, Un judío marginal, vol.2.

[383] 4Q164.

[384] Sobre todo este tema, cf. D. Flusser, “El Pesher de Isaías y los doce apóstoles”, Eretz Israel 8 (1967) 52-62 (en hebreo), También en hebreo hay un capítulo del libro Yahadut umeqorot haNatsrut, 5ª ed., Jerusalén 1994, 283-304.

[385] Cf. The Death of the Messiah, Doubleday, Nueva York 1994, vol. 1, 429-460.

[386] E.P. Sanders, “The Life of Jesus” en H. Shanks (ed.), Christianity and Rabbinic Judaism. A Parallel History of their Origins and Early Development, p. 79; un buen resumen de las distintas opiniones sobre la acción de Jesús en el templo puede encontrarse en  B. Witherington, The Christology of Jesus, 107-116.

[387] Uno de los temas más controvertidos es si Lucas tenía o no una fuente propia distinta de Marcos, o si todos los cambios que Lucas introduce son redaccionales. Brown se inclina a la elaboración redaccional lucana y al uso de tradiciones orales, sin necesidad de postular otra fuente escrita; Cf. R.E. Brown, op.cit, vol. 1, 64-75.

[388] R.H. Gundry trata de refutar estas dificultades procesales, y mantiene la historicidad de un jucio judío de Jesús según las líneas narradas por Marcos; Mark. A Commentary on His Apology for the Cross, Eerdmans, Grand Rapids MI 2000, 894-896.

[389] Cf. H. Cohn, The Trial and Death of Jesus, Ktav Publishing House, Nueva York 1971, especialmente sobre este tema  ver las pp. 97-99.

[390] Sobre los conflictos entre los relatos evangélicos y el derecho procesal judío, cf. R.E. Brown, op.cit., vol. 1, 358-363.

[391] Del moser se nos habla en b.Rosh Hashanah 17a y b.Gittin 88b.  Un antiguo texto rabínico reza así: “Si los gentiles dicen: ‘Dadnos a uno de vosotros para que lo matenos, y si no, os mataremos a todos”, es mejor que mueran todos, antes que entregar una vida israelita. Pero si especifican una persona concreta, como es el caso de Sheba el hijo de Bikhri (2 S 20.21), entonces se lo entregarán para que no todos mueran” (t.Terumoth 7,23; Genesis Rabbah 94,9). Golden ha hecho notar cómo la frase de Caifás de que conviene que muera uno y no todo el pueblo contradice la práctica legal judía. Pero en realidad el caso de Jesús no es el primer supuesto sino el segundo, ya que los romanos estaban pidiendo al sanedrín la entrega de Jesús en concreto. Por ello la frase de Caifás viene a coincidir con la disposición de la Toseftá (cf. H.S Golden, “A Jewish Perspective of Jesus”, BTB 34 (2004) 54-68.

[392] Guerras 6: 5,3.

[393] R. Aguirre, “El Jesús histórico a la luz de la exégesis reciente”, Iglesia viva 210 (2002).

 

[394] Cf. R.E. Brown, op.cit, vol. 1, 520-547.

[395] Ibid., vol. 1, 363-372.

[396] Ant. 18,3,3.

[397] b.Sanhedrin 43a.

[398] En el Diálogo de Justino 17,1.

[399] Cf. E. Rivkin, “What Crucified Jesus?”, en E.H. Charlesworth (ed.), Jesus’ Jewishness, American Interfaith Institute, Nueva York 1991, 227-257.

[400] Cf. Sanders, Gesù e il Giudaismo, p. 391.

[401] Ibid., p. 391.

[402] Hay una análisis comparativo de los distintos evangelios en este punto en R. Brown, op. cit., vol. 1, 383-397.

[403] Embajada a Gayo, 3,202.

[404] Para una valoración de Pilato con abundante bibliografía, cf. R.E. Brown, op.cit, vol. 1, 693-705.

[405] Todos los evangelios están de acuerdo en decir que Pilato tenía en la cárcel un preso llamado Barrabás, que era un bandolero (Jn), y que estaba preso por haber tomado parte en un disturbio (Mc) y en un asesinato (Lc).

En Mc y Mt el narrador nos dice que el gobernador tenía la costumbre de soltar a un preso por Pascua. En Jn en el mismo Pilato quien dice que los judíos tienen dicha costumbre. Lucas no habla para nada sobre dicha costumbre, el verso en que hace referencia a ello (Lc 23,17) es claramente inauténtico y falta en los principales manuscritos.

En Mc son los judíos quienes tienen la iniciativa de acudir a Pilato para pedir que les suelte un preso según su costumbre. En Jn y Mt es Pilato mismo quien tiene la iniciativa y quien les pregunta si quieren que suelte a Jesús. En Lc es el pueblo quien tiene la iniciativa de pedir directamente a Pilato que condene a Jesús y les suelte a Barrabás, sin que Pilato antes les hubiese hablado sobre el tema.

En Mc y Jn Pilato sólo ofrece a la gente una posibilidad, la de liberar a Jesús, pero la gente le dice que suelte a Barrabás en lugar de a Jesús. En Mt, Pilato les ofrece la alternativa: o Jesús o Barrabás.

En Mc y Mt son los sumos sacerdotes los que convencen a la gente de que pidan a Barrabás. En Jn y Lc la gente pide a Barrabás sin ser presionada.

[406] R.E. Brown, op.cit, vol. 1, 814-820; cf. R.H. Gundry, op.cit., 935-936, con abundante bibliografía.

[407] R. Maddox, The Purpose of Luke-Acts, Edimburgo 1985, p. 94-95.

[408] R.E. Brown, op.cit., vol.2, 962-968.

 

[409] Lc 1,68.71.74; 2,25.38; 19,43; 24,21; Hch 1,6.

[410] Targum de Ez 2,10.

[411] Ex 15,18; cf. Mekilta de Rabbi Ismael.

[412] H. Stegemann es el que más ha insistido en este concepto de Jesús notario más bien que agente de esas liberaciones; Los esenios, Qumrán, Juan Bautista y Jesús, Trotta, Madrid 1996, 260-263.

[413] 4Q 510 y 511.

[414] Mc 3,22-26; Mt 12,24-28; Lc 11,15-20

[415] G.H. Twelftree, Jesus the Exorcist. A Contribution to the Study of the Historical Jesus, Hendrickson, Peabody MA 1993, p. 218.

[416] Ibid., 227-228.

[417] 4QpNe 3,4-8; CD 20,22-25.

[418] Una vez más podemos encontrar una buena exposición de este tema en R.E. Brown, op.cit., vol. 2,  1468-69, con bibliografía.

[419] E.P. Sanders, Gesù e il Giudaismo, p. 417.

[420] C.F.D. Moule, The Origin of Christology, Cambridge 1977, p. 109.

[421] Gesú e il Giudaismo, p. 427.

[422] Para una crítica sintética y lúcida de Wrede, cf. B. Witherington, The Christology of Jesus, Fortress, Minneapolis 1990, 263-267.

[423] J. Neusner, W.S. Green y E, Frerichs (eds.), Judaisms and Their Messiahs at the Turn of the Christian Era, Cam­bridge 1987.

[424] Cf. Jesús el judío, 139-166.

[425] Sobre este tema, cf. J.P. Meier, Un judío marginal, vol. 1, 230-233

[426] Cf. C.H. Dodd, Historical Tradition in the Fourth Gospel, Cambridge U.P., Cambridge 1963, p.215. Hay una traducción española: La tradición histórica en el cuarto evangelio, Madrid 1978.

[427] Cf. op.cit. p.100.

[428] Cf. Catch­pole, D.R., “The ‘Triumphal’ Entry”, en E. Bammel y C.F.D. Moule (ed.), Jesus and the Politics of his Day, Cambridge U.P., Cam­bridge 1984, 319-324.

[429] Cf. V. Taylor, Evangelio según San Marcos, Madrid 1979; ver también I.H. Marshall, Commentary on Luke, New International Greek Testament Commentary, Exeter 1978.

[430] En cambio Lucas habla  del “rey” que viene (Lc 19,38), Juan habla del “rey de Israel” (Jn 12,13), y Mateo, del “Hijo de David” (Mt 21,9).

[431] Cf. R.H. Gundry, Mark. A Commentary on His Apology for the Cross, Eerdmans, Grand Rapids MI 2000, 631-634.

[432] Cf. C.A.Evans, Jesus and Zecchariah’s Messianic Hope”, en B. Chilton y C.A. Evans (ed.), Authenticating the Activities of Jesus, Brill, Leiden 1998, 373-388.

[433] Op.cit. p. 632.

[434] S. Ben Chorin, Mon frère Jésus, Seuil, Paris 1983, p. 64.

[435] Sobre la historicidad del letrero sobre la cruz, cf. R.H. Gundry,  op.cit., 958-959.

[436] Cf. Gesú e il Giudaismo, p. 414.

[437] Ibid., p. 417.

[438] Ibid., p. 418.

[439] A. Díez Macho ha mostrado que, según el género deráshico del Nuevo Testamento, los hechos y dichos del Señor van por delante de las citas del Antiguo Testamento, mientras que en Qumrán el texto escriturístico es norma del evento y no un comentario que se le añade, cf. “Derash y Nuevo Testamento, Sefarad 35 (1975).

[440] B.F. Meyer sintetiza su estudio de la autoconciencia de Jesús en tres puntos: Jesus’ proclamation was thematically bound up with the fundamental thematic of Israel (covenant, people, law, judgement, restoration, king-temple-cult). The self-understanding of Jesus was that of a bearer of the supreme mission to Israel. The whole of his activity was designed to elicit an act of faith-recognition, cf. “Jesus’ Ministry and Self-Understanding”, en B. Chilton y C.A Evans, Studying the Historical Jesus. Evaluations of the State of Current Research, New Testament Tools 19, Brill, Leiden 1994, 351-352.

[441] N.T. Wright, Jesus and the Victory of God, Fortress, Minneapolis 1996.

[442] B. Witherington, “The Wright Quest for the Historical Jesus”, The Christian Century, November 19-26, 1997, pp. 1075-1078.