5. Evangelios apócrifos[1]

 


  I.- Los Ágrapha

  II.- El fenómeno mediático

  III.- Clasificación

     a) Evangelios dela infancia

     b) Evangelio de Tomás

     c) Evangelio de Pedro

     d) Papiro 2 Egerton

     e) Evangelio de María

  IV.- Evaluación global

  Bibliografía

  Notas

 


I. LOS ÁGRAPHA

 

Se conoce con el nombre de ágrapha a los dichos atribuidos a Jesús que se han conservado fuera de los cuatro evangelios canónicos. Hay la posibilidad que entre tantos materiales puedan conservarse verdaderas joyas que se remontan a Jesús mismo. La mayor parte de estos dichos no pueden ser obviamente auténticos porque no reflejan el pensamiento de Jesús, o porque proceden de fuentes poco fiables. Vamos a catalogar el tipo de escritos donde es posible encontrar dichos auténticos de Jesús.[ii]

 

a) Ágrapha en el N. Testamento

Son los textos puestos en boca de Jesús en otros libros del NT distintos de los evangelios. Citaremos tres ejemplos. 

“Tened presentes las palabras del Señor Jesús: ‘Hace mas feliz dar que recibir’” (Hch 20,35).

• “En cuanto a los casados les ordeno, no yo, sino el Señor que ‘la mujer no se separe del marido, pero si se separa, que no vuelva a casarse’” (1 Co 7,10-11).

“Del mismo modo, el Señor también ha ordenado “que los que predican el evangelio vivan del evangelio’” (1 Co 9,14).

En el segundo y tercer caso se trata de dichos que también se pueden encontrar en los evangelios canónicos (cf. Mt 5,32; 10,10). En el primer caso, se trata de un dicho desconocido de Jesús y reseñado por Lucas, pero no en su evangelio, sino en los Hechos y puesto en boca de Pablo.

 

b) Ágrapha en variantes textuales del NT

En otros casos se trata de logia conservados en variantes textuales, que aunque no sean aceptadas como auténticas en crítica textual, bien puede ser que recojan materiales muy antiguos atribuibles al mismo Jesús.

• “Aquel mismo día, viendo a un hombre que trabajaba en sábado, le dijo: ‘Hombre, si sabes lo que estás haciendo, eres dichoso, pero si no, eres maldito y transgresor de la Ley (Códice de Beza en Lucas 6,5).

• El episodio entero de la adúltera en Juan 7,53-8,11 es un texto claramente interpolado que no pertenece a la obra juánica, pero bien puede recoger un relato auténtico de Jesús que acabó aterrizando en este evangelio.

 

c) Ágrapha en los Santos Padres

En los escritos de los santos Padres hay unos 225 atribuidos por ellos a Jesús. La mayoría de ellos tienen un valor escasísimo. Entre los Padres más antiguos que atribuyen algunos dichos a Jesús están Papías, Justino, Tertuliano o Clemente de Alejandría

•”Pedid las cosas grandes, y Dios os añadirá lo que es pequeño”. (En los Stromata de Cle­mente).

•”El que está cerca de mí, está cerca del fuego. El que está lejos de mí, está lejos del Reino” (Orígenes, Homilías sobre Jeremías 3,2).

•”El que se admira, triunfará” (Papiro Oxyrhincus = evangelio de Tomás).

•”Sed competentes cambistas de dinero” (Orígenes y otros Padres).

 

d) Ágrapha en los evangelios apócrifos

Los trataremos en la siguiente sección. Son los más numerosos, pero por otra parte los menos fiables.

 

e) Criterios para valorar los Ágrapha

a) Por una parte hay que determinar si quizá se trata sin más de una cita desfigurada de un dicho ca­nónico.

b) Conviene agrupar las distintas autoridades que avalan un determinado dicho y valorar su antigüedad o la multiplicidad del testimonio.

c) Hay que determinar también en qué grado el autor pudo haber tenido acceso a una tradición nue­va fiable.

d) ¿Está de acuerdo con lo que sabemos sobre Jesús, con su estilo y su pensamiento?

e) En caso de rechazarlo, ¿cómo explicar su evolución?

 

f) Valoración

No más de unos 7 u 8 de estos ágrapha tienen una buena probabilidad de ser auténticos. Apenas añaden nada positivo al conocimiento que tenemos de Jesús por las otras fuentes. En realidad sólo son útiles para entender el pensamiento de los grupos dentro de los cuales se formularon.

 

 

II. EL FENÓMENO MEDIÁTICO DE LOS APÓCRIFOS

 

a) Utilización ideológica de los evangelios apócrifos

 Entendemos como apócrifos todos aquellos libros que recogen supuestas palabras y/o hechos de Jesús, pero no fueron incluidos dentro del canon del Nuevo Testamento.

Bastantes de los evangelios apócrifos nos eran conocidos desde hace mucho tiempo y cabía encontrarlos en nuestras bibliotecas. Ya antes de que se publicaran los descubrimientos de Nag Hammadi, Santos Otero publicaba en la BAC su primera edición con abundantes textos y fragmentos.[iii]

Pero es a partir de la publicación de los documentos de Nag Hammadi cuando se desencadena un impresionante fenómeno mediático que llega a despertar el interés del gran público y a suscitar polémicas que parecen afectar a la validez de la tradición y de los fundamentos de la Iglesia. Para el estudio del Jesús histórico estos documentos han planteado interrogantes al ampliar la base de datos con toda una serie de informaciones que presentan una imagen de Jesús muy diversa de la que se desprende de los evangelios canónicos.

En 1945 dos pastores descubrieron en unas grutas de Nag Hammadi, en el Alto Egipto, trece códices en papiro con multitud de escritos en copto. Dichos escritos se encuadraban dentro de la gran corriente espiritual que conocemos como gnosticismo. Había entre ellos escritos cristianos y paganos. Entre los paganos había una serie de apócrifos del Nuevo Testamento, evangelios, hechos de apóstoles, cartas y apocalipsis.

Dichos códices habían sido copiados y traducidos en el siglo IV, no mucho antes de ser enterrados, pero los originales griegos eran más antiguos y podían remontarse al siglo II. Hay una buena edición castellana de los textos gnósticos de Nag Hammadi en español.[iv] En el primer tomo están los tratados filosóficos y cosmológicos; en el segundo, los evangelios, hechos y cartas, y en el tercero, los apocalipsis. Recientísimamente los medios de comunicación han dado a conocer un nuevo texto apócrifo en copto conocido como El evangelio de Judas,[v] ya conocido por Ireneo a finales del siglo II, pero perdido desde el siglo IV.

La mayor parte de los evangelios apócrifos pertenecen al género de ficción, sobre todo los evangelios de la infancia. Con todo, pueden contener alguna brizna de información nueva y fidedigna, como los nombres de Joaquín y Ana, pero en general no añaden más conocimiento del Jesús histórico que “Alicia en el país de las maravillas” (J. P. Meier).

Como vimos al hablar del “Jesus Seminar”, hay todo un grupo de estudiosos empeñados en revalorizar la utilidad de los evangelios apócrifos para el conocimiento del Jesús histórico. Todo su trabajo va dirigido a demostrar la antigüedad de dichos textos, y a distinguir en ellos estratos redaccionales aún más antiguos que nos pondrían en contacto con la primera generación cristiana y con un Jesús distinto.

Dichos esfuerzos y toda la subsiguiente orquestación mediática utilizada en su divulgación, no han conseguido establecer las conclusiones adelantadas. Ninguno de los apócrifos es anterior a la segunda mitad del siglo II. Eso los sitúa a más de cien años de distancia respecto a la vida de Jesús, y a más de cincuenta años respecto a la fecha más tardía de los evangelios canónicos. La estratificación redaccional a la que hemos aludido no ha conseguido aceptación general, y está viciada por las ideologías de sus autores. Objetivos, métodos y manipulaciones han sido denunciadas en obras bien documentadas como la de Philip Jenkins.[vi]

 

b) Evangelios apócrifos y gnosticismo

Como veremos, muchos de los evangelios apócrifos respiran un tipo de gnosticismo ajeno al mundo cultural judío de la Palestina del siglo I en el que vivieron Jesús y los apóstoles.

El gnosticismo no es simplemente un determinado grupo o secta, sino más bien una galaxia de pensamiento en que se entrecruzan básicamente la filosofía platónica griega con determinadas ideas mazdeístas persas.

Para los gnósticos la salvación es una iluminación con ciertas semejanzas a la iluminación budista. Se alcanza cuando uno reconoce el origen propio (la Luz, el Padre) y su destino (llegar a la plenitud del pleroma). Más que Hijo del Padre, Jesús es un maestro de sabiduría que alcanzó el mismo la iluminación y nos puede guiar a los demás para que compartamos su propia experiencia. Su vida, su muerte y su resurrección carecen de sentido salvífico. Tampoco la encarnación tiene un significado salvífico.

En la vena maniquea presente en todo gnosticismo, la carne es mala. Supone una caída de la que el hombre tiene necesidad de ser liberado. La muerte es en definitiva una liberación para todo hombre, porque lo libra de la tumba del cuerpo. La vida eterna no es la resurrección del cuerpo, sino la liberación definitiva del cuerpo y sus necesidades corporales. Mediante el ascetismo típico de los filósofos estoicos y cínicos uno comienza ya a gozar aquí abajo de la vida futura, si mediante la ascesis consigue despojarse de ese envoltorio carnal.

La sexualidad es mala porque engendra hijos sometidos a la carnalidad. La división entre sexos es parte de la caída, que solo será remediada remediada cuando desparezca esa polaridad llamada a desparecer. Una de las tendencias en el mundo gnóstico, la de los encratitas, exhortaba a interrumpir la procreación de nuevos hombres. La muerte seguiría en vigor mientras las mujeres siguiesen engendrando. Por eso, según el evangelio de los egipcios, de tendencia encratita, “El salvador ha venido a destruir las obras de la mujer. De la mujer, eso es, de la concupiscencia, las obras de ella, esto es, la generación y la corrupción”.[vii] La salvación llegará “cuando holléis la vestidura del rubor, y cuando los dos vengan a ser una sola cosa, y el varón, juntamente con la hembra, no sea ni varón ni hembra”.[viii] La idea que exponen los gnósticos no tiene nada que ver con la unión sexual por la que varón y mujer llegan los dos a ser una sola carne, sino la desaparición de los sexos, o el momento en que no se le dé al sexo ninguna importancia.

Esta ideología proporciona un nuevo marco hermenéutico para la comprensión del mensaje de Jesús, despojándolo a la vez de su carácter judío y de su mensaje escatológico. El Jesús gnóstico que nos quieren vender es un Jesús arrancado violentamente del su marco del Antiguo Testamento y trasplantado al mundo de la especulación helenista con su idea del eterno retorno. Desparece la historia de salvación como lugar de revelación. Presente, pasado y futuro pierden sus contornos definidos. Todo es un eterno presente. Jesús no puede ser un Mesías prometido, ni un cumplimiento histórico de las promesas.

Necesariamente el gnosticismo se caracteriza por su fuerte antisemitismo. En su intento por desjudaizar a Jesús lo más posible, Marción considera que el Dios del antiguo Testamento es un dios malo. Esta tendencia marcionita está en efecto bien presente en el evangelio de Tomás en donde no hay ni una sola alusión a ninguno de los personajes del Antiguo Testamento, salvo una única alusión genérica a los profetas.[ix] Es normal que no encontremos en Tomás ni una sola cita del Antiguo Testamento. Arrancado de su marco judío, fuerzan a Jesús a convertirse en un “campesino mediterráneo”, afín a todos los pensadores itinerantes de tradición cínica, pero extranjero para su propio pueblo, su cultura y su matriz religiosa.

El Jesús desescatologizado no se interesa por las promesas del Reino hechas a Israel. El Jesus Seminar tiende a atribuir los dichos escatológicos evangélicos sobre la llegada del Reino a una etapa redaccional tardía de los documentos. Para sus pensadores la escatología que aparece en los evangelios canónicos sería ya parte de la deformación eclesial del Jesús auténtico que nos abría sido mejor conservada en los escritos gnósticos de “filosofía perenne”. Pero esto supone alejar a Jesús no solo de su matriz judía, sino también de los estratos realmente más antiguos del pensamiento cristiano.

La literatura de Qumrán de la época inmediatamente anterior a Jesús respira un clima apocalíptico de espera de la intervención definitiva de Dios. Josefo ha levantado acta del clima de exaltación que se vivía por entonces entre las masas populares y que dio lugar a una proliferación de “bandidos, profetas y mesías” y a levantamientos que culminarían en la gran revolución contra Roma.[x]

En las cartas paulinas está ya presente la expectación escatológica antes de que se escribiera ninguno de nuestros evangelios. Es uno de los elementos centrales de 1 Tesalonicenses escrita en el año 49 o 50, antes que ninguna de las fechas adelantadas para el primer estrato de Q o de Tomás. ¡Cómo se puede decir que la escatologización del cristianismo es un fenómeno eclesial tardío!

Además, desde los planteamientos sapienciales ¿cómo entender la relación de Jesús con el gran profeta escatológico que es el Bautista? Uno de los hechos históricos mejor probados es el del bautismo de Jesús por Juan, el de su pertenencia al movimiento bautista en sus comienzos y el de las raíces bautistas de algunos de sus primeros y principales discípulos. El humus vital en que creció Jesús, por lo tanto, fue el de la expectativa del juicio inminente de Dios. Por mucho que luego se hubiera distanciado de su maestro, nunca será lícito situar a Jesús en una galaxia sapiencial “mediterránea” absolutamente diversa de la galaxia judía en que nos consta que Jesús inició su ministerio.

 

 

III. CLASIFICACIÓN DE LOS EVANGELIOS APÓCRIFOS

 

No trataremos aquí de toda la abundante literatura apócrifa neotestamentaria, sino solo de los escritos que pueden de algún modo catalogarse dentro del género “evangelio”, es decir escritos que pretenden transmitir palabras o hechos de Jesús.

La catalogación de estos evangelios podría hacerse de diversos modos, cada uno de los cuales nos ofrece aspectos interesantes. Un dato vital es el de fecha en la que fueron redactados, y según este criterio diferenciaríamos entre los apócrifos antiguos y los más recientes.

Otro criterio iluminador sería clasificarlos según el momento en que han sido recuperados. Según ese criterio habría que distinguir entre aquellos que en realidad nunca se perdieron, y aquellos que han sido recuperados en distintos momentos de la historia moderna.

Un tercer criterio nos llevaría a separar los evangelios según el tipo de ideologías que se traslucen en ellos. Distinguiríamos así entre evangelios “ortodoxos” y evangelios “heréticos”, según que fueran aceptados a la Iglesia institucional de los Padres, o pertenecieran a otros grupos de ideologías diversas.

Finalmente el criterio más literario distinguiría los distintos evangelios apócrifos según el subgénero literario al que pertenecen, o los temas tratados en ellos. Así distinguiríamos entre evangelios, de la infancia, o evangelios de la pasión y resurrección, diálogos del Resucitado, colecciones de logia, leyendas sobre la muerte de María, evangelios judeocristianos.[xi]

Un catálogo de los distintos evangelios de los que conservamos los textos completos o fragmentos, incluiría los siguientes: Evangelio de los Hebreos, Evangelio de los Nazarenos[xii], Evangelio de los Ebionitas, Evangelio de los Egipcios, Nicodemo, Pedro, Protoevangelio de Santiago, Oxirrinco 840, Preguntas de Bartolomé, Evangelio de la infancia según Tomás, Sabiduría de Cristo, Evangelio de Felipe, Evangelio de la Verdad, Epistula apostolorum, Evangelio de Tomás, libro de Tomás, Evangelio de María, Apócrifo de Juan, Pseudo-Mateo, Diálogo del Salvador, Egerton 2, Evangelio secreto de Marcos, Libro de la resurrección, Dormición de María (62 versiones), Judas.

A esta larga lista habría que añadir otros evangelios desparecidos de los que solo sabemos que existieron, sin que nos haya quedado ningún fragmento que nos ayude a conocer la naturaleza de estos libros. Habría que incluir allí libros como los evangelios de Andrés, Bernabé, Matías, Santiago el menor, Eva, el evangelio de la Perfección, el evangelio de las cuatro regiones celestes.

En total podemos elencar algo más de tres docenas de evangelios diversos. Pero la mayoría de ellos no tienen valor alguno como fuentes de información histórica sobre Jesús, como resulta evidente por lo tardío de su fecha de publicación, sus impostaciones gnósticas, lo fantástico de sus narraciones, y la imposibilidad de integrarlos en la imagen suficientemente comprobada que los textos más valiosos nos ofrecen sobre Jesús.

Nos referiremos ahora brevemente a los evangelios de la infancia y después a tres de los otros evangelios apócrifos que por su antigüedad, su carácter y su semejanza con los materiales conocidos de los evangelios canónicos, pueden contener informaciones sobre Jesús y su doctrina dignas de consideración. Se trata del evangelio de Tomás (no confundir con el evangelio de la infancia de Tomás), el evangelio de Pedro y el evangelio Egerton.

 

a) Evangelios de la infancia

Los evangelios de la infancia tales como el Protoevangelio de Santiago o el Evangelio de la infancia de Tomás no están en el ojo del huracán mediático, en parte porque son evangelios conservados por la Iglesia tradicional, que ha alimentado con ellos una devoción ingenua y ha dado cabida a algunos de sus relatos en las festividades litúrgicas y en los devocionarios. No se les puede presentar como evangelios heréticos reprimidos por una Iglesia intransigente. Carecen del halo que tiene todo lo que ha sido enterrado y reaparece súbitamente.

Otro motivo de la falta de interés mediático que suscitan estos evangelios de la infancia es que la imagen de Jesús que se perfila en ellos no resulta agradable tampoco a los exegetas postcristianos que están promocionando los otros apócrifos. En el Evangelio de la infancia de Tomás, el niño Jesús aparece “como un crío terco y caprichoso que en una rabieta hace caer muerto a un chaval que ha tropezado con él. El retrato de este siniestro ‘superchaval’ es más propio de una película de terror que de un evangelio. Por eso, al menos puede servirnos de saludable recordatorio de que el origen de mucho material apócrifo está en el ámbito popular más que en círculos cristianos cultos, y que no refleja tradiciones primitivas fiables ni teología elevada, sino curiosidad y fascinación por lo extraño y milagroso (por no decir mágico) y simple deseo de entretenimiento religioso”.[xiii]

Lo que verdaderamente resulta extraño es que los Padres de la Iglesia no hayan anatematizado esta cristología de los apócrifos de la infancia con el mismo ahínco con que anatematizaron los evangelios gnósticos. Como siempre la Iglesia ha sido mucho más tolerante hacia las herejías de derechas que hacia las herejías de izquierdas.

 

b) Evangelio de Tomás  

•Fue descubierto en Nag Hammadi (Egipto) en 1945. Es una traducción copta de un original griego del siglo II. Antes de dicho hallazgo, poseíamos unos fragmentos de dicho evangelio en griego, pero solo al aparecer el texto copto completo, ha sido posible identificar dichos fragmentos griegos como pertenecientes a la misma obra.

Se trata de una colección de 114 logia de Jesús impregnados de ideología y terminología gnóstica. Los logia carecen de marco narrativo. Por toda introducción se repite un “Jesús dijo”.

Hay quienes hoy día le dan mucho valor como fuente independiente de los sinópticos (Crossan[xiv], Koester[xv], Quispel[xvi]).

Algunos de los dichos son idénticos o muy parecidos a los de los evangelios canónicos.

•Otros nos son desconocidos, pero conservan el estilo y el pensamiento del Jesús tal como lo conocemos por los dichos canónicos.

•Otros en cambio nos resultan incomprensibles, o reflejan un mundo de ideas gnóstico total­mente ajeno al pensamiento conocido de Jesús.

•Parte del interés que despierta EvTom viene de su formato que tiene un cierto parecido con el de Q. Una de las dificultades para aceptar la hipótesis de Q era la falta de otros documentos semejantes. Al encontrar ahora un segundo ejemplo podemos hablar ya de un género literario común, lo cual contribuye a reforzar la hipótesis. Aunque en realidad, como veremos, el formato de Tomás no coincide con el de Q. Los logia de Q están más entrelazados unos con otros y tienen ciertos marcos narrativos y una secuencia global que falta totalmente en Tomás.  

1.- Algunos dichos desconocidos

Estas son las palabras secretas que Jesús habló en vida y Judas Tomás Dídimo las es­cribió:

17.- Jesús dijo: Os daré lo que ojo no ha visto y lo que oído no ha escuchado y lo que mano no ha tocado ni ha subido al corazón del hombre

32.-Una ciudad sobre una montaña no caerá, y no puede ocultarse.

38.- Jesús dijo: Os he escogido uno entre mil, y dos entre diez mil. Se mantendrán, porque son uno solo.

82.-Jesús dijo: El que está cerca de mí, está cerca del fuego, y el que está lejos de mí, está lejos del Reino

94.- Jesús dijo: el que busca, no deje de buscar hasta que encuentre.

97.- Jesús dijo: El Reino del Padre es semejante a una mujer que llevaba una jarra llena de harina. Mientras andaba por un camino largo, las asas de la jarra se quebraron. La harina se fue vaciando en el camino. Ella no lo sabía, pues no había notado la molestia. Al entrar en la casa, puso la jarra en el suelo y la encontró vacía.

102.- Jesús dijo: Jesús dijo: ¡Ay de los fariseos porque son semejantes a un perro que se echa a dormir sobre el pesebre de de los bueyes, pues ni come, ni deja que coman los bueyes!

 

2.- Algunos dichos parecidos a los de los sinópticos

20.- El Reino de los cielos es como un grano de mostaza que, al caer en tierra labrada, da un gran arbusto y se convierte en un refugio para los pájaros del cielo

31.- Un profeta no es aceptado en su propio pueblo; un médico no cura a los que le conocen.

39.- Nadie enciende una lámpara y la pone bajo una cesta.

54.- Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de lo Cielos.

 

3.- Carácter de los logia

Algunos de los dichos del evangelio de Tomás reflejan una sensibilidad bien diversa de la de los evangelios canónicos. Así, por ejemplo, el último de los dichos refleja una visión de la mujer bien distinta de la que emerge en los textos de Pablo o de Lucas, por citar solo alguno de los textos canónicos:

114.- Simón Pedro les dijo: «¡Que se aleje María (Magdalena) de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida». Dijo Jesús: «Mira, yo me encargaré de hacerla varón, de manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, podrá entrar en el reino del cielo».

A pesar del intento de mostrar que el gnosticismo y los apócrifos contienen un pensamiento más feminista, este logion de Tomás muestra la típica concepción de la mujer como un ser imperfecto, un varón no plenamente desarrollado, que no ha desarrollado los genitales masculinos, ni la musculatura, ni el vello corporal. No hay que lamentar tanto que este dicho no llegara a ser canonizado.

Otro ejemplo típico que nos ayudará ver la radical diversidad que hay entre lo que se respira en el evangelio de Tomás y en la imagen tradicional de Jesús está en el logion 107:

107. Dijo Jesús: «El Reino se parece a un pastor que poseía cien ovejas. Una de ellas —la más grande— se extravió. Entonces dejó abandonadas (las) noventa y nueve (y) se dio a la búsqueda de ésta hasta que la encontró. Luego —tras la fatiga— dijo a la oveja: Te quiero más que a (las) noventa y nueve».

La oveja preferida del pastor es la más grande, mientras que los textos canónicos nos hablan de la preferencia de Jesús por los más pequeños, los más marginales y los que menos valen a los ojos del mundo.

Un tercer ejemplo de esta sensibilidad tan diferente es el elitismo intelectual que se respira en Tomás, tan distinto del dicho de Q donde Jesús alaba a su Padre porque ha ocultado estas cosas a los sabios y se las ha revelado a los pequeños. El evangelio de Jesús era para ser predicado desde las azoteas (Q 12,3), mientras que el evangelio de Tomás está compuesto por palabras secretas comprensibles solo para un cenáculo de iniciados.[xvii] La salvación y la virtud para Tomás consisten en el conocimiento, en la gnosis, que se ve continuamente exaltada. En cambio el amor tiene un carácter marginal y aparece en un único dicho, muy hermoso por cierto: “Ama a tu hermano como a tu alma; cuídalo como la pupila de tu ojo”.[xviii] Frente a esta única exhortación al amor, hay decenas de exaltaciones del conocimiento como criterio de la perfección.

Por supuesto que al recoger muchos dichos auténticos de Jesús, Tomás conserva un cierto aire de familia con respecto a la doctrina que nos es conocida por los evangelios canónicos. Pero la mayoría de los dichos desconocidos no se sitúan en la misma línea de pensamiento evangélico, sino que se desmarcan en direcciones contrarias. Los dichos nuevos, por lo general, no se mueven en la misma óptica de los sinópticos y no encajan dentro del perfil de la doctrina de Jesús que puede ser firmemente establecida. Los dichos sinópticos de Tomás en ocasiones son fieles a la letra y el espíritu de los paralelos sinópticos, pero cuando contienen variantes, como la referencia a la oveja gorda, suelen reflejar una sensibilidad distinta e inconciliable. 

3.- Análisis redaccional

Uno de los estudios más importantes para fijar la relación entre Tomás y los evangelios canónicos es el análisis redaccional que determine si las semejanzas se deben al uso de fuentes comunes, o si más bien ha habido un contacto literario directo. Y si lo ha habido, hay determinar en qué dirección se ha producido, si de Tomás hacia los canónicos o desde los canónicos hacia Tomás.

Además de nuevos estudios específicos, el exegeta deberá utilizar las conclusiones ya avanzadas en el estudio redaccional de los sinópticos En muchos casos se ha llegado a determinar cuáles de los elementos sinópticos pertenecen a la tradición, y cuáles a la redacción personal del evangelista.

Ahora bien, algunos estudiosos han encontrado en Tomás elementos ya definidos como redaccionales de Lucas o de Mateo.[xix] Este sería un poderoso argumento para mostrar que Tomás tuvo conocimiento, no solo de las fuentes, sino también de los otros evangelios y es por tanto posterior a ellos. Este conocimiento pudo lograrlo Tomás bien directamente leyendo los códices de dichos evangelios, o bien indirectamente teniendo acceso a escritos o tradiciones orales que utilizaban dichos elementos redaccionales.

Tengamos en cuenta que ya en el siglo II existen concordias evangélicas como el Diatessaron de Taciano que armonizan textos de los canónicos. Bien pudo Tomás conocer dichos giros redaccionales lucanos o mateanos a través de una de estas concordias. O basta con que el autor hubiese conocido el texto evangélico por haberlo escuchado muchas veces en su lectura pública. Este fenómeno que ha sido llamado oralidad secundaria da razón del conocimiento de dichos textos, pero de una repetición no tan literal como cuando uno está copiando directamente de un códice.

Pongamos un breve ejemplo que ejemplifique este tipo de discurso. Fitzmyer compara Lc 12,49 con el dicho 10 del EvTom y concluye que dicho logion “se deriva con seguridad del versículo lucano”.[xx] Se trata del logion lucano que dice en la versión de Tomás «He arrojado fuego sobre el mundo y ved que lo mantengo hasta que arda». Es un logion exclusivo de Lucas. En Tomás ha cambiado el sentido futuro escatológico que tenía en Lucas, para adquirir un sentido presente no escatológico, muy de acuerdo con la visión gnóstica. Ahora bien, la escatología lucana es la menos futurista de los sinópticos, y es más fácil pensar que ha sido Tomás quien ha desescatologizado el dicho de Lucas y no Lucas quien ha escatologizado el dicho de Tomás.[xxi]

Como subraya Meier, los dichos de Tomás no guardan relación solo con Q, sino prácticamente con una “amplia gama” de todos los estratos de los evangelios canónicos, perícopas de triple tradición, materiales exclusivos de la fuente M y de la fuente L, indicios de rasgos redaccionales de Mateo y Lucas, y posiblemente de Marcos, y unos cuantos paralelos con afirmaciones juánicas.

Se pregunta Meier: “¿Es verosímil que la misma fuente primitiva de los dichos de Jesús de la que supuestamente se sirvió el Evangelio de Tomás contuviese material perteneciente a tan diversas ramas de la tradición del siglo I como Q, M, L, redacción lucana y mateana, triple tradición y, posiblemente tradición joánica? […] ¿Es realmente concebible la existencia de una fuente cristiana primitiva que abarcase todas estas diferentes ramas de lo que luego fueron los evangelios canónicos? O ¿es más plausible que el Evangelio de Tomás mezclase materiales de los evangelios de Mateo y Lucas, con posible uso también de Marcos y Juan? De las dos hipótesis encuentro mucho más probable la segunda””[xxii]

 

4.- El valor histórico de Tomás

Como decíamos, hay un conjunto de biblistas empeñados en adelantar la fecha de composición de Tomás y presentarle como un testigo de excepción a la hora de estudiar el perfil del Jesús histórico. Como señala Klauck, “es posible que algunos logia que se asemejan a las tradiciones sinópticas, pero no tienen paralelos sinópticos, conserven materiales muy antiguos que enriquecen nuestro conocimiento de un período primitivo de la tradición en torno a Jesús”.[xxiii]

Pero tras diversas consideraciones concluye el mismo autor, “Todas estas consideraciones son argumentos contrarios a la datación de la redacción del EvTom en el siglo I. La fecha de comienzos del siglo II es suficientemente temprana. Del EvTom se espera más de lo que el texto puede proporcionar, cuando se afirma que su testimonio de la tradición en torno a Jesús es igual o superior al de los sinópticos. Si lo liberamos de este peso insoportable, nosotros mismos quedamos liberados para descubrir la riqueza de contenidos e intuiciones que su texto nos ofrece”.[xxiv]

 

c) Evangelio de Pedro

•Fue redescubierto en el sur del Cairo en 1886. El códice actual, en pergamino, es del siglo V o V. Se conservan también algunos fragmentos en papiro

•Se conserva de forma fragmentaria. Consta de 10 hojas, que tratan sobre la pasión y resurrección de Jesús, pero es muy probable que incluyese también relatos de su vida pública.

•Gozó de una cierta popularidad en la antigüedad. Se habla de él en la historia por primera vez hacia el año 200, en tiempo del obispo Serapión de Antioquía. Según la noticia recogida por Eusebio, Serapión permitió la difusión del escrito, pero más tarde al enterarse de su doctrina docética, retiró el permiso. Serapión alegaba que “casi todo coincide con la verdadera enseñanza del Redentor, pero algunas cosas se desvían de esta enseñanza, como muestra la lista que añadimos”.[xxv]

Crossan[xxvi] y Koester lo valoran mucho como fuente independiente de los sinópticos. Especialmente Crossan supone que existió una primera edición, que él llama con el nombre de Evangelio de la Cruz fechada entre los años 50 y 70. La tesis de Crossan ha tenido muy poca aceptación. McCant y Vaganay han demostrado que el evangelio de Pedro es un collage de Marcos y Lucas con bastante de Mateo y quizás algo de Juan.[xxvii]

Algunos datos, como el hecho de llamar a Jesús sistemáticamente “el Señor” apuntan hacia una fecha tardía. La atribución exclusiva de de la muerte de Jesús a los judíos y a Herodes con la consiguiente exculpación de Pilato demuestran también una fecha avanzada. La tradición ha ido progresivamente exculpando más y más a los romanos y culpando en exclusiva a los judíos. La importancia tan grande que el evangelio da a la intervención de Herodes en el juicio y muerte de Jesús está elaborando un dato que con bastante probabilidad no es histórico sino que encaja muy bien en la redacción lucana. Lucas narra en paralelo la pasión de Jesús y la de Pablo, y en ambas ocupan un lugar prominente los reyes de la dinastía herodiana (Antipas y Agripa II).

Un ejemplo claro de la dependencia con respecto al evangelio canónico de Mateo es la redacción del episodio en que el temor de los judíos llevó a poner guardias en la tumba de Jesús. “No sea que sus discípulos viniendo roben el cuerpo”.[xxviii] Algunos han hecho notar la correspondencia exacta con Mt 27,64b. El término “los discípulos” es típico de Mateo (73 veces) y en cambio solo aparece aquí en el evangelio de Pedro. Con eso queda claro en qué dirección se ha efectuado el préstamo.[xxix]

El evangelio de Pedro podría contener algún dato arcaico original, pero no es fácil siempre discernir con claridad cuáles son los datos con posible valor histórico. El autor recuerda los evangelios sinópticos y va entreverando algunos de estos recuerdos en el tejido de su relato. Muchos de los datos que coinciden con el material exclusivo de Lucas suponen un conocimiento de dicho evangelio[xxx], lo cual imposibilita situarlo en el siglo I, tal como pretende Crossan.

Abundan en el evangelio los detalles milagrosistas y fantásticos, seres angélicos gigantescos cuya altura llega hasta el cielo y una cruz que habla,

Veamos a continuación algunos textos del evangelio de Pedro:

“Y ellos, habiendo agarrado al Señor, lo empujaban a toda prisa, y decían: Arrastremos al Hijo de Dios, ahora que somos dueños de él. Y lo revistieron con un manto de púrpura, y lo hicieron sentarse en el Tribunal, diciendo: Juzga equitativamente, rey de Israel. Y uno de ellos, habiendo traído una corona de espinas, la colocó sobre la cabeza del Señor. Y otros, puestos delante de él, le escupían en el rostro, y otros le pegaban en las mejillas, y otros lo golpeaban con una caña, y algunos lo azotaban con un látigo, diciendo: Tributemos estos honores al Hijo de Dios”.[xxxi]

 

“Era mediodía, y las tinieblas se apoderaron de toda la Judea, y ellos estaban turbados, y se preguntaban con inquietud si el sol se habría ocultado ya, considerando que él vivía aún, y que está escrito para ellos que el sol no debe ocultarse sobre un hombre puesto en suplicio mortal. Y uno de ellos dijo: Dadle a beber hiel con vinagre. Y, habiendo hecho la mezcla, se la dieron a beber. Y consumaron todas las cosas, y acumularon sobre sus cabezas sus pecados. Muchos circulaban con lámparas encendidas, pensando que era ya de noche, y se ponían a la mesa. Y el Señor clamó, diciendo: Mi potencia, mi potencia, me has abandonado. Y pronunciadas estas palabras perdió la vida”.[xxxii]

 

“Y, apenas los soldados refirieron lo que habían presenciado, de nuevo vieron salir de la tumba a tres hombres, y a dos de ellos sostener a uno, y a una cruz seguirlos. Y la cabeza de los sostenedores llegaba hasta el cielo, mas la cabeza de aquel que conducían pasaba más allá de todos los cielos. Y oyeron una voz, que preguntaba en las alturas: ¿Has predicado a los que están dormidos? Y se escuchó venir de la cruz esta respuesta: Sí.”[xxxiii]

 

d) Papiro 2 Egerton  

Data del siglo II y fue publicado por primera vez en 1935. Está incompleto y muy de­teriorado. Lleva el nombre del benefactor que donó los fondos para que el Museo británico pudiera adquirir un lote de papiros egipcios. El papiro 2 consta de cuatro páginas escritas por ambos lados, que formaron parte de un códice. Las dos primeras páginas están mejor conservadas. Los primeros editores lo fecharon hacia el año 150, pero los papirólogos lo fechan hacia el año 200.

Contiene cuatro narraciones fragmentarias: una disputa sobre la trasgresión de Jesús de una ley de Moisés, la curación de un leproso, una disputa sobre el pago del tributo y un milagro de Jesús en el Jordán.

Se suele pensar que es un refrito de textos sinópticos y juánicos. Dodd mantiene que puede tener algunos datos nuevos auténticos. Köester le asignaba una fecha temprana hacia el año 50 o 60 y pretendió que era una fuente utilizada por los evangelios canónicos. Pero los contactos tan estrechos con el lenguaje y la teología juánicos nos lleva a suponer que es posterior al cuarto evangelio, lo cual no significa necesariamente que los contactos fueran a nivel literario documental, sino que pudieron inscribirse dentro de lo que hemos llamado oralidad secundaria.

Veamos algún fragmento

“Y, un leproso se acerca y le dice: " Maestro Jesús, por viajar y comer junto a los leprosos yo también me he contagiado de lepra. Si tu quieres puedes curarme".

Y el Señor le dijo: " Yo quiero, cúrate".

E inmediatamente la lepra lo dejó. Y Jesús le dijo: " Ves a mostrarte a los sacerdotes y haz la ofrenda ordenada por Moisés y no peques más [...]"[xxxiv]

 

“Viniendo a él, ellos lo pusieron a prueba, diciendo: ‘Maestro Jesús, nosotros sabemos que vienes de Dios, por lo que tu testimonio es mayor que el de los profetas. Por consiguiente dinos: ¿Es lícito pagar a los reyes lo que pertenece al gobierno? ¿Hemos de pagar o no?’

Pero Jesús, adivinando su intención e indignándose dijo: ‘¿Por qué me llamáis maestro, si no hacéis lo que yo os digo? Ya lo dijo Isaías, este pueblo se me ha acercado con su boca y me ha honrado con sus labios, mientras que su corazón está lejos de mí. Y en vano ellos me rinden culto a […] mientras enseñan la doctrina de los hombres'".[xxxv]

 

e) Evangelio de María

Aunque se trata de un evangelio tardío que difícilmente puede aportar datos sobre la época histórica de Jesús o de la época de formación de los primeros evangelios, hemos querido dedicar una mención especial a este evangelio por la relevancia mediática que ha tenido todo lo relacionado con María Magdalena. Daremos primeramente unos datos sobre este texto:

•El códice fue adquirido por el Museo egipcio de Berlín en 1896, pero no fue publicado hasta 1955. Contiene cuatro escritos: El evangelio de María, El apócrifo de Juan, la Sabiduría de Jesucristo y los Hechos de Pedro. En Nag Hammadi han aparecido tres versiones del Apócrifo de Juan y una de la Sabiduría, pero ningún fragmento del Evangelio de María.

•El principal manuscrito del Evangelio de María, el del museo de Berlín, está en copto. Faltan las páginas 1-6 y 11-14 del códice. Han aparecido después fragmentos en papiro importantes para la fechación. Estos textos están en griego y concuerdan con las partes conservadas en el códice copto.

•Se suele fechar en la segunda mitad del siglo II.

•Contiene unos diálogos del Salvador (nunca se le llama Jesús) con sus discípulos, entre quienes tiene especial relevancia María Magdalena (el texto griego la llama Mariamme, y el copto Mariham). Jesús se despide de ellos y María entonces abraza y besa a todos y les consuela, ejerciendo el papel de Paráclito.

El fragmento más conocido es aquel en que Pedro reconoce la superioridad de María:

Pedro dijo a María: ‘Hermana, nosotros sabemos que el Salvador te amó más que a las demás mujeres. Dinos las palabras del Salvador, las que recuerdes, las que conoces, pero nosotros no [conocemos] ni hemos oído todavía’. María respondió y dijo: “Lo que está oculto a vosotros, yo os lo revelaré”.[xxxvi]

Seguidamente María cuenta la visión con la que fue favorecida. Se produce entonces una reacción adversa entre los apóstoles:

Pero Andrés respondió y dijo a los hermanos: ‘Decid lo que [queráis] decir sobre lo que ella ha dicho. En todo caso yo no creo que el Salvador haya dicho esto, pues ciertamente estas enseñanzas son pensamientos extraños’. Pedro respondió y habló sobre las mismas cosas. Y les preguntó acerca del Salvador: ‘¿Habló él realmente en privado con una mujer y no abiertamente con nosotros? ¿Tenemos que volvernos todos y escucharla? ¿Acaso la prefirió a nosotros?[xxxvii]

María reacciona así:

Entonces María lloró y dijo a Pedro: ‘Pedro, hermano mío, ¿qué piensas? ¿Piensas que yo misma me he inventado en mi corazón o que miento sobre el Salvador?’[xxxviii]

Entonces interviene Leví y dice a Pedro:

‘Pedro, siempre has sido irascible. Ahora veo que te enfrentas a la mujer como a los adversarios. Pero si el Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Ciertamente el salvador la conoce muy bien. Por esta razón la amó más que a nosotros.[xxxix]

Con el Andrés literario que aparece en el texto también nosotros podemos dudar seriamente de que las palabras que la revelación pone en boca de María hayan sido nunca pronunciadas por Jesús. Se trata de un tipo de especulación gnóstica totalmente ajeno al típico discurso jesuánico.

Con todo el evangelio sigue siendo muy interesante como testigo de la recepción del personaje de María Magdalena en la historia de la tradición, que continúa desarrollando alguna de las líneas ya esbozadas en los evangelios canónicos sobre el puesto singular de María entre el grupo de seguidores de Jesús, su acompañante desde Galilea, su generosidad en financiar al grupo con sus bienes, su presencia al pie de la cruz, el hecho de haber sido favorecida por la primera aparición del Resucitado.

Ya el propio evangelio de Juan en su narración de la aparición de Jesús a la Magdalena utiliza la figura de esta mujer como símbolo de una relación de amor entre Jesús y la comunidad. El huerto evoca el paraíso con el nuevo Adán y la Nueva Eva. A lo largo del relato escuchamos la música de fondo del Cantar de los cantares, la megillah que se lee en Pascua. Los místicos de todas las épocas han sabido captar la espiritualidad profunda de este pasaje sin sospechar un amor de pareja. Nada tampoco en el texto del evangelio de María insinúa ese tipo de relación de pareja entre los dos.

Todo el revuelo mediático causado por el libro El código da Vinci contiene afirmaciones que no pueden ser substanciadas en absoluto por la documentación que hoy poseemos, ni siquiera por los evangelios apócrifos.

Dice el Código Da Vinci: “Hubo que omitir en la Biblia todos los evangelios que destacaban los aspectos terrenales de la vida de Jesús. Para desgracia de los primeros editores, había un aspecto espacialmente turbador de la vida terrestre de Jesús que se repetía una y otra vez en los evangelios: María Magdalena. Especialmente su matrimonio con Jesucristo”.[xl]

A esto hay que responder que es absolutamente falso que el matrimonio de Jesús con María Magdalena “salga una y otra vez” en los evangelios apócrifos o canónicos. Ni uno solo de los más de treinta evangelios que conocemos menciona dicho matrimonio. Ni siquiera lo menciona el propio evangelio de María Magdalena.

El único texto que puede citar Dan Brown es el del evangelio de Felipe, según el cual, “Tres (eran las que) caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera. María es, en efecto, su hermana, su madre y su compañera”.[xli] Otro texto dice: “La compañera [de Cristo es María] Magdalena. [El Señor amaba a María] más que a [todos] los discípulos (y) la besó en la [boca repetidas] veces. Los demás [...] le dijeron: «¿Por qué [la quieres] más que a todos nosotros?» El Salvador respondió y les dijo: «¿A qué se debe el que no os quiera a vosotros tanto como a ella?”.[xlii]

Comenta Brown: “El evangelio de Felipe llama a María Magdalena la ‘compañera’ de Jesús. Ahora bien la palabra aramea para ‘compañero/a’ significaba en realidad ‘esposo/a’”.[xliii] A lo cual hay que contestar que El evangelio de Felipe no está escrito en arameo, sino en copto y traduce un término original griego koinonós, que no significa en absoluto esposo ni esposa, sino compañero, amigo o asociado.

Solo hemos podido encontrar dos citas en los evangelios apócrifos que hablan de un cariño especial de Jesús hacia María Magdalena, pero en absoluto indican una relación matrimonial. Ya hemos visto cómo ese mismo amor preferencial aparece en el evangelio de san Juan que es uno de los evangelios canónicos.

 

 

IV.- Evaluación Global

Alguno se extrañará que dediquemos todo un capítulo al análisis de unas posibles fuentes para el Jesús histórico para terminar diciendo que la contribución de estas fuentes apenas puede ayudar para confirmar, reformar o perfilar la imagen de Jesús que emerge de los evangelios canónicos. Podríamos considerar un tiempo perdido el dedicado a este capítulo, así como el dedicado a las fuentes rabínicas. Pero no debe omitirse el estudio, aunque no sea más que para poder establecer la conclusión desde unas bases firmes.

Esto no niega que los evangelios apócrifos tienen una excepcional importancia en la historia de la literatura cristiana primitiva, en cuanto que son testigos directos de grupos numerosos con su propia ideología, con su elaboración original de los personajes sagrados. Lo que repetimos es que los evangelios apócrifos más que dar un testimonio nuevo e interesante sobre Jesús, se limitan a darnos un testimonio vivo y apasionante sobre los grupos de los escribieron. Se trata de una voz reprimida durante siglos. Solo podíamos conocer algunas de estas voces a través de sus opositores, los Santos Padres que los citan y se refieren a ellos continuamente. Es un privilegio poder ahora escuchar sus propias voces en directo. Pero el resultado de esta escucha es felicitarnos a nosotros mismos porque no fueran aquellos grupos ni sus doctrinas los que se convirtieran en el cristianismo normativo que iba a pasar a la posteridad.

Voy a glosar una larga cita de Jenkins que recoge una acertada valoración de los evangelios apócrifos y el fenómeno mediático en el que se han visto envueltos.[xliv]

Mientras la gente siga interesada por la persona de Jesús y quiera fundar sus creencias en textos escritos antiguos, persistirán las ideas y fantasías relativas a evangelios escondidos. La fiebre actual por el evangelio de Tomás pasará, sin duda, pero perdurará el morbo por un quinto evangelio que afectará el modo de acoger los futuros candidatos a este puesto. Nuevos descubrimientos como los de Qumrán o Nag Hammadi excitarán las mismas pasiones despertadas en torno a Tomás. A juzgar por antiguas referencias, el hallazgo del Evangelio de Matías podría ser dra­mático, porque los autores antiguos suelen mencionar la obra en el mismo contexto de Tomás.

Predecir estos descubrimientos no necesita ningún carisma sobrenatural. Se trata simplemente de extrapolar al futuro lo que ha venido ocurriendo en la historia de la arqueología y el Nuevo Testamento en el último siglo. Se han sucedido descubrimientos de primera fila con cierta regularidad, y lo normal es suponer que estos hallazgos no sean los últimos.

Podemos estar seguros también que los futuros textos que se encuentren darán pie a hipótesis tan extravagantes como las que se ha hecho acerca del evangelio de Pedro o de Tomás. Se volverá a repetir que esos hallazgos amenazan con subvertir todos los presupuestos del Cristianismo. El “Jesús real” reconstruido a partir de esos futuros documentos responderá a los temas y preocupaciones del momento, y será utilizado como un arma retórica poderosa en las controversias de esa época futura.

Pero así como la experiencia del pasado nos permite predecir estos desarrollos, nos proporcionará también los medios para evaluar las pretensiones desorbitadas y combatir las afirmaciones exageradas que surjan. Lo importante es comprender el fenómeno cultural y religioso que supone la idea de un “evangelio escondido” y entender la estructura mitológica subyacente. Es inevitable que despierte esperanzas exageradas, y los medios de comunicación invariablemente especularán sobre fantásticas conclusiones que se derrumbarán ante un análisis más detenido. Estas ideas pueden tener un gran impacto en el público. Recordemos las fantasías que se publicaron sobre los efectos devastadores que los documentos de Qumrán iban a tener sobre el Cristianismo. Al final resultó que todos esos escritos eran anteriores a la época cristiana.

Hay que analizar cuidadosamente la fecha y la autoridad independiente de cualquier nuevo evangelio escondido, porque la tendencia es a presentarlo como un texto de una importancia y antigüedad inigualables. Hay que aplicar un cuidado especial cuando la fuente resulta ser demasiado relevante para las necesidades de los grupos de interés modernos, o demasiado valiosa para los debates contemporá­neos. La experiencia de lo sucedido en el último siglo nos debe llevar a sospechar si las luces aportadas por el nuevo documento descubierto no son tan nuevas. Parte del fenómeno mediático de estos evangelios es una especie de amnesia histórica necesaria para crear el mito de ocultamiento y descubrimiento.

Cuanto más se estudia el tema de los evangelios ocultos, mejor podemos entender las olas de entusiasmo que suscitarán los futuros descubrimientos, y podremos situarlas mejor en su contexto. Mirando realistamente a la notable subcultura generada por Tomás y afines en nuestra propia era, no deberíamos ser demasiado optimistas sobre la objetividad de los resultados.

¿Es mucho esperar que la próxima vez –y con seguridad habrá una próxima vez- los nuevos evangelios sean evaluados de acuerdo con sus méritos y no solo por su valor en nuestras batallas culturales? Quizás la pregunta lleva ya adjunta su respuesta. En una sociedad como la americana en la que el Cristianismo juega un papel tan crucial, es normal que el público sienta que los nuevos evangelios son simplemente demasiado importantes para ser dejados en manos de los académicos.

 

 

Bibliografía sobre evangelios apócrifos

 

a) Bibliografía básica en español

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b) Bibliografía de referencia

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Notas al tema 5

 

[i] Nuestro tema 5 cubre la misma extensión del capítulo 5 del volumen I de J. P. Meier, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico, Verbo Divino, Estella 1997, 131-182. Proponemos dicho capítulo como bibliografía básica para quienes deseen profundizar en el tema.

[ii] Sobre los ágrapha siempre se consultará con provecho la obra de J. Jeremias, Palabras desconocidas de Jesús, Sígueme, Salamanca 1976.

[iii] A. de Santos Otero, Los evangelios apócrifos, (BAC 148), Madrid 1956.

[iv] Piñero, A. (ed.), Textos gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi, 3 vols, Trotta, Madrid 1997-2000.

[v] A. Cockburn, “El evangelio de Judas”, National Geographic, mayo 2006, 2-19.

[vi] P. Jenkins, The Hidden Gospels. How the Search for Jesus Lost its Way, Oxford University Press, Oxford 2001.

[vii] Citado por Clemente de Alejandría, Stromata III, 6,45 y III, 9,63.

[viii] Ibid., III, 13,91.

[ix] Evangelio de Tomás 52.

[x] He querido citar expresamente el título de un conocido libro de R. Horsley y L. Hanson, Bandits, Prophets, and Messiahs: Popular Movements at the Time of Jesus, Nueva York 1985.

[xi] Uno de los mejores libros en castellano sobre los apócrifos es el recientemente publicado por H.-J. Klauck, Los evangelios apócrifos. Una introducción, Santander, Sal Terrae 2006. Su criterio de clasificación es ecléctico. En los distintos capítulos del libro agrupa los evangelios según los criterios diversos que hemos ido enunciando.

[xii] Algunos dudan si se trata de un evangelio distinto del de los Hebreos. Solo conocemos algunos fragmentos citados por los santos Padres.

[xiii] J. P. Meier, op. cit., vol. I, p. 134.

[xiv] J. D. Crossan, Four Other Gospels. Shadows on the contours of the Canon, Winston, Minneapolis 1985.

[xv] H. Koester, Ancient Christian Gospels. Their History and Development, Londres/Filadelfia 1990; “Apocryphal and Canonical Gospels”, HTR 73 (1980) 105-130.

[xvi] G. Quispel, “The Gospel of Thomas and the New Testament”, en Gnostic Studies, vol. II, Leiden 1975, 3-16; “The Gospel of Thomas Revisited”, en B. Barc (ed.), Colloque International sur les Textes de Nag Hammadi, Quebec 1981, 218-266.

[xvii] Evangelio de Tomás, verso introductorio: “Estas son las palabras secretas que pronunció Jesús el Viviente”.

[xviii] Evangelio de Tomás, 25.

[xix] C. Tuckett, Nag Hammadi and the Gospel Tradition, Clark, Edimburgo 1986, “Thomas and the Synoptics”, NovT (1988), 132-157.

[xx] J. A. Fitzmyer, El evangelio según Lucas, vol. III, Cristiandad 1987, 496.

[xxi] Lo mismo puede decirse de otro logion del material exclusivamente lucano en Lc 17,21. Tomás redacta así el logion: «No vendrá con expectación. No dirán: ¡Helo aquí! o ¡Helo allá!, sino que el reino del Padre está extendido sobre la tierra y los hombres no lo ven» (EvTom 113). Ya en Lucas era uno de los logia más expresivos de la dimensión presente de la escatología. En Tomás se ha redactado en un tono aún más inmanentista.

[xxii] J. P. Meier, op. cit., vol. I, p. 156.

[xxiii] H.-J. Klauck, op. cit., p. 180.

[xxiv] Ibid., p. 181.

[xxv] Historia eclesiástica VI, 12, 1-6.

[xxvi] J. D. Crossan es el autor que más ha tratado de hacer valer la tesis de la antigüedad del evangelio, cf. The Cross That Spoke: The Origins of the Passion Narrative, San Francisco 1988.

[xxvii] Ver una refutación sintética de las tesis de Crossan sobre los apócrifos en C. A. Evans, Jesus and His Contemporaries, Brill, Leiden 2001, 34-38. Ver también R. B. Hays, “The Corrected Jesus”, First Things First, mayo 1994, 43-48.

[xxviii] Evangelio de Pedro VIII, 3.

[xxix] J. B. Green, “The Gospel of Peter: Source for a Pre-Canonical Passion Narrative?” ZNW (1987), 293-301.

[xxx] Por ejemplo el dato de que el pueblo se volvía dándose golpes de pecho, es comúnmente atribuido a la redacción lucana y por tanto es un dato claramente secundario (cf. Lc 23,48 = EvP VIII,1). También el episodio del buen ladrón presupone el conocimiento del evangelio de Lucas (cf. Lc 23,40-42 y IV,4).

[xxxi] Evangelio de Pedro III, 1-4.

[xxxii] Ibid., V, 1-.5.

[xxxiii] Ibid., X, 5-8.

[xxxiv] Papiro Egerton 2, Fragmento 1 Recto.

[xxxv] Ibid., Fragmento 2 Recto.

[xxxvi] Evangelio de María 10,1-8.

[xxxvii] Ibid., 17, 10-22.

[xxxviii] Ibid., 18,1-5.

[xxxix] Ibid., 18,6-8.

[xl] D. Brown,

[xli] Evangelio de Felipe 32.

[xlii] Ibid., 55.

[xliii] D. Brown, op. cit.,

[xliv] P. Jenkins, The Hidden Gospels. How the Search for Jesus Lost its Way, Oxford University Press, Oxford 2001, 215-216. No se trata estrictamente de una traducción sino de una glosa bastante ajustada..