REFORMA GREGORIANA
En la canonización de Juan Pablo II,
animado a evangelizar el nuevo s. XXI
Gregorio I Magno,
pontífice impulsor
de la I Reforma gregoriana-590 d.C.
Madrid, 2 mayo
2015
Dionisio A & Manuel A, Mercabá
La Iglesia nació en el s. I de la mano de Jesucristo. Desde entonces, y debido a su gigantesco volumen humano, geográfico y multicultural, se ha visto obligada a llevar a cabo 2 gigantescas reformas internas:
-I
Reforma gregoriana, de Gregorio I, tras la caída del Imperio romano,
-II Reforma gregoriana, de Gregorio
VI y VII, tras la caída del Imperio carolingio.
a) Caída del Imperio romano
Se
trató de una desgracia insospechada siglos atrás, pero motivada por las causas de:
-el
peligro bárbaro de las fronteras,
-la propia división interna romana,
-el debilitamiento del ejército romano,
-el empobrecimiento económico social,
-la perdida de los viejos valores romanos.
En
efecto, la descomposición del sistema romano no fue casual, sino inducida por
los conflictos propios internos. Existen varias teorías
al respecto:
-según
Gibbon, la época de decadencia comenzó con Marco Aurelio-180, y su
responsable único fue la difusión del cristianismo;
-según Piganiol, la sociedad romana fue asesinada por agentes concretos,
con actividades concretas, cuándo y cómo ellos quisieron;
-según McMullen, existió un proceso de descomposición interno;
-según Goffart, los recursos económicos de las provincias sí fueron
bastante influyentes.
Los
germanos habían sido desde sus orígenes un pueblo sin cultura escrita ni urbes
establecidas. Por eso, las invasiones germánicas del s. V fueron tan sólo la
punta de un iceberg, el iceberg de las periódicas
infiltraciones bárbaras, a través de las fronteras y de los siglos
pasados.
En
efecto:
-Decio,
en el 251, ya tuvo que aceptar las condiciones de paz impuestas por ellos, y una
indemnización anual,
-desde Maximiano, los asentamientos bárbaros fueron institucionalizados
mediante pactos,
-en Adrianópolis-378, los visigodos habían humillado a Roma, destruido
el limes del Danubio, y establecido en
Tracia,
-Estilicón, en el 400, fue incapaz de contener la presión germánica,
que rompió el limes renano-danubiano,
-los visigodos de Alarico, en el 403, cercaron la sede imperial de Milán,
-los ostrogodos de Panonia, en el 405, se empezaron a asentar por Italia,
-una coalición de bárbaros, en el 406, atravesaron el Rhin, y
penetraron de forma masiva en la Galia.
Con
esta invasión bárbara del 406, en la que participaron germanos, vándalos,
alanos, suevos y otras tribus, se
dio por perdido el control del Imperio occidental:
-en
Britania, en el 407,
-en la Galia y Alpes, en el 407-37,
-en Hispania, en el 441-454.
En
el 476, el general germano
Odoacro vendía a deponer al que fuera el último emperador de Roma,
llamado Rómulo Augustulo, de sólo 13 años, y 1.229 años después de la
fundación de Roma. El testigo de Roma pasó a:
-los
francos y los godos, que ya estaban desde tiempo atrás sobre el escenario,
-los lombardos y los árabes, que vendrían después.
b) Reformas de Gregorio I
Antiguo jurista y procurador romano, Gregorio I
(590-604) fue el hombre providencial para saber gestionar los restos del Imperio romano, y quien
mejor lo supo armonizar con mano limpia y distendida[1].
Y es que, en efecto, a la caída del Imperio romano-476, los pueblos germánicos se habían repartido
los territorios, y habían empezado a gobernar:
-la
Galia, con la dinastía de los merovingios,
-Italia,
casi unificada por los ostrogodos,
-Hispania,
sometida casi por completo al control de los visigodos,
-Bizancio,
con la expansión llevada a cabo por Justiniano.
Pero no todos los gobiernos bárbaros tuvieron la misma consistencia, y
la sombra de Roma tuvo que seguir ayudando a gobernar el mundo.
La primera actividad de Gregorio
I fue dedicada al bien espiritual del clero[2]
y del pueblo romano, fomentando la ciencia eclesiástica, fundando las estaciones
de Roma[3],
publicando su Regla pastoral[4],
reformando y fijando definitivamente la liturgia mediante su Sacramentario[5],
y distribuyendo con sabiduría y estrategia, y según recoge en su Registro[6],
el patrimonio jerárquico de San Pedro, por todas sus provincias y estados.
b.1) Modelos de las Reformas
El
cristianismo, producto del judaísmo y del AT, había tenido tras la figura de Cristo
tres siglos de rapidísima
expansión:
-generando
un post-clasicismo de la cultura greco-latina[7],
-centrándose
en los nuevos escritos del NT[8],
-integrando
los principios legales y organizativos clásicos romanos[9],
-impulsando
una nueva teología de la historia.
En cuanto a los pasos dados para la elaboración hacia ese pensamiento
cristiano, habían destacado:
-San
Clemente Romano, que introdujo el principio de autoridad[10],
llamó a la concordia y unidad política[11],
inauguró la necesidad de una disciplina eclesial[12],
argumentó con un trasfondo filosófico greco-latino[13];
-los
Apologistas, que defendieron al cristianismo frente a las falsas
acusaciones[14],
negaron los honores divinos al emperador, emplearon la dialéctica de los
discursos clásicos[15],
antepusieron la fe a la razón[16];
-los
Cartagineses, que contaron con enormes inteligencias[17],
aportaron principios legales al cristianismo[18],
inventaron una palabra trascendental para la historia: humanismo[19];
-los
Alejandrinos, que partieron de sus predecesores[20],
armonizaron la Biblia con la filosofía, introdujeron la especulación[21]
y leyeron monográficamente la historia[22].
b.2) Influencias de Ambrosio y Agustín
Habían
constituido ambos, antes de la llegada de Gregorio I, la respuesta del mundo
cristiano a los acontecimientos de Roma, y la genial visión de la historia que
el sabio San
Ambrosio de Milán[23]
infundió en el joven San Agustín.
En
efecto, las dos ciudades de San
Agustín de Cartago, inspiradas en las ideas imperiales de Teodosio y
Ambrosio, representaron dos reinos, el de Dios[24]
y el del mundo-demonio[25],
como profunda reflexión sobre: la caída de Roma, el nuevo poder de los bárbaros[26].
Conocidas son las dos partes de De
Civitate Dei[27]:
-la
primera, en que se rechazaba las acusaciones paganas contra la Iglesia, y se
atacaba a fondo al paganismo;
-la
segunda, en la que surgía la inevitable confrontación entre los “dos
reinos”, su origen, desarrollo y final. Todo terminando con su separación
final, pues hasta entonces coexistían mezclados en el transcurso de los siglos.
No obstante, el correr histórico de los siglos podría tender, a juicio del agustinismo político, dos puentes de unión entre ambos reinos enfrentados: el exterior ciencia-sabiduría[28], el interior del alma humana[29].
b.3)
Registro imperial de Gregorio I
Como ya se ha dicho, Gregorio I era muy querido en Roma. Por otro lado, Roma
estaba sumida en el caos político, pues[30]:
-oficialmente,
los bizantinos poseían la jurisdicción temporal sobre Roma,
-en
la práctica, Roma se hallaba a merced de los invasores lombardos.
En dos ocasiones Gregorio I obtuvo que los lombardos levantaran el asedio
a Roma, ante Ariulfo-592 y ante Agilulfo-593, y logró finalmente un pacto de
paz con los reyes lombardos.
En
cuanto a relaciones orientales, los bizantinos de Rávena enviaban constantes
mensajes al Imperio
oriental sobre las envidias que tenían al papa de Roma, por el
prestigio que éste y su renovador Registro
mantenía por todo Occidente.
Aquí
también tuvo que intervenir el papa Gregorio I, pues el patriarca de
Constantinopla se usurpó el título de “patriarca ecuménico”, y se corría
el riesgo de poner en duda la primacía romana[31].
Gregorio I prohibió el título oriental, y condenó el pecado de simonía de la
Iglesia constantinopolitana.
En
otra serie de asuntos por todo el Imperio
occidental, Gregorio I:
-apoyó
a los soldados romanos, ayudando a armonizar cristianismo y ejército,
-salió
en defensa de los oprimidos por Teodoro de Córcega,
-reprimió
la revuelta de Godescalco contra la Campaña,
-intervino
en el terror de Leoncio de Bizancio sobre Siracusa.
A las 10 provincias de Roma las miró
siempre Gregorio I con especial cariño, y a ellas dedicó más de 400
documentos sobre todo tipo de asuntos.
Inglaterra
fue el objeto de la más ambiciosa campaña del pontífice. Comandada por Agustín
de Aosta y secundada por sus 39 compañeros, Roma logró poner sus dos pies y
alma, y expandirlos a todos los niveles culturales, por la gran isla del Atlántico.
Africa
fue también digna de especial atención por el papa Gregorio I. Perdido ya su
esplendor tras la invasión de los vándalos, el pontífice hizo grandes
esfuerzos por infundir vida a aquellas provincias, y en su Registro decidió
unirlas en torno al primado de Cartago, priorizando las cualidades por encima de
las procedencias a la hora de elegir a los cargos.
Las Galias también merecieron la
atención del Registro del papa
Gregorio I, decidiendo intervenir de forma activa y animosa, ahondando en el
buen camino emprendido.
En Hispania alentó Gregorio I a San
Leandro a robustecer el nuevo estado cristiano visigodo, convertido al
catolicismo en el III Concilio de Toledo-589.
En Oriente, el pontífice colaboró
esmeradamente con los emperadores bizantinos en las misiones sobre los armenios[32],
y en nuevas metrópolis que se iban abriendo entre la nueva cristiandad. Aquí
exhortó el papa a los misioneros a desarraigar los restos de paganismo todavía
coleantes, así como los focos de herejía[33]
y cisma[34].
c) Caída del Imperio carolingio
A la muerte de Carlomagno (año 814), su sucesor Ludovico Pío (814-840)
había decidido dividir el Imperio franco, entrando Carlos el Calvo[35]
en el reparto, y empezando a surgir una relación de intereses con el papado[36].
En un principio, el reparto de Ludovico Pío fue:
-Luis
el Germánico se quedaba con Germania,
-Pipino el Jorobado se quedaba con Aquitania,
-Lotario
se reservaba para ser sucesor de su padre, como emperador,
-el
bastardo Carlos el Calvo recibía ciertos condados de Francia.
En la Dieta de Worms, los tres hijos de Ludovico Pío vinieron a unirse
contra su padre, al que destierran a un monasterio para hacer penitencia. No
obstante, Luis y Pipino se arrepienten de la decisión (en contra de lo pactado
con Lotario), y deciden volver a investir emperador a su padre.
Con la repentina muerte de Pipino el Jorobado, el definitivo reparto vino a quedar:
-Luis
el Piadoso se queda con Germania,
-Carlos
el Calvo se queda con Francia,
-Lotario
se queda con Italia y los Países Bajos, y como emperador
Roma había mantenido desde antiguo la estructura imperial bajo la forma
de 3 partidos romanos:
-el
partido papal, que reconocía la autoridad papal, por encima de todas las
demás[38],
-el
partido senatorial, formado por los sucesores de los patricios romanos,
-el
partido imperial, que reconocía la autoridad del emperador, por encima de
la del papa.
Lo que sí estaba claro es que el papado fue el árbitro de la política
europea, y de que su institución fue degenerando, hasta constituirse en mero
instrumento político. La defensa de los estados pontificios[39],
alargados por toda Europa, vino a ser su principal preocupación.
Esteban
IV (816-817), ya fue elegido papa sin el beneplácito del
“emperador civil” Ludovico Pío, aunque ambos hicieron un pacto de
fidelidad.
Pascual
I (817-824) fue el primero que empezó a pretender la autonomía de
la Iglesia, renovando el pacto con Ludovico Pío, aunque dejando claro que el
emperador:
-no
intervendría en los estados pontificios,
-no
intervendría en las futuras elecciones papales,
-podría
intervenir en la Iglesia en caso de revuelta.
Pascual I volvió a retomar que el papa coronase al emperador, coronando
él mismo a Lotario en San Pedro de Roma, y dejándole claro que el papa estaba
por encima de él.
Eugenio
II (824-827) volvió a quedar sometido al poder del emperador, tras
unas revueltas del partido senatorial, y en las que se tuvo que recurrir al
emperador. Dos embajadores, permanentes en Roma, vinieron a encargarse de la
administración y la justicia. Y el papa pasó, en adelante, a ser elegido:
-por
el pueblo de Roma,
-con
posterior aprobación del emperador.
Gregorio
IV (827-844) tuvo que sufrir las incursiones de los musulmanes por el
sur[40],
plantados a las mismas puertas de los estados pontificios. El papa, junto a su
propio ejército, tuvo que pedir ayuda al emperador.
Sergio
II (844-847) sufrió la presencia del primer anti-papa, pues él había
sido elegido por el pueblo de Roma, mientras que el partido senatorial había
elegido al anti-papa Juan[41].
Por otro lado, los sarracenos siguieron subiendo hacia el norte, llegando hasta
la misma Roma y destruyendo San Pablo Extramuros y San Pedro del Vaticano[42].
Nicolás
I (858-867) fue el papa más relevante del s. IX, sintiendo ya la
necesidad de una fuerte renovación eclesial, y de cambiar la relación del papa
con los obispos metropolitanos[43],
inmersos totalmente en el poder civil[44].
Metido de lleno en esta tarea de frenar la escalada civil de lo
religioso, Nicolás I no estuvo carente de problemas:
-con
Juan de Rávena, que pretendía quedarse con las propiedades papales[45],
-con
Hincmaro de Reims, que recurrió al papa porque un obispo no se le sometía
A nivel exterior, Nicolás I tuvo que enfrentarse con Lotario II, que
quería estar por encima de él, y a quien le mandó dejar a su querida y
casarse con una princesa[47].
Fue el siglo de la total decadencia del papado, sometido por completo al
poder temporal. Todo comenzó con el caso del papa Formoso.
Formoso, obispo de Oporto y evangelizador en Bulgaria, había sido
llamado a Roma por Juan VIII para colaborar con él.
Al darse cuenta de que podía ser un enemigo interno, el papa le perdona la
excomunión a cambio de no pisar Roma ni ejercer de obispo.
A la muerte de Esteban V, Formoso (891-896) salió
elegido papa:
-jurando
fidelidad al emperador Lamberto de Espoleto,
-pero
coronando después al rey de Germania, y no al heredero de los Espoleto.
La reacción de los Espoleto fue apocalíptica, plantándose con su ejército
en la misma Roma con la intención de destruir los estados pontificios. Pero al
llegar a Roma se encontraron con Esteban
VI (896-897) y no con Formoso, pues éste había muerto. Los Espoleto
desenterraron entonces a Formoso:
-vistiéndolo
de papa y sentándolo en un trono,
-juzgándole
como culpable.
Consumado el “juicio cadavérico” con el veredicto de culpable, los Espoleto le fueron quitando a Formoso todas sus insignias, dejando su cadáver al desnudo y enterrándolo fuera de Roma, en un cementerio pagano.
Juan IX
(898-900) convocó dos sínodos[48]
para anular el Concilio Cadavérico, prohibiendo juzgar a los muertos y
confirmando todos los decretos de Formoso.
León V
(903-903) fue el primero que sucedió a un papa sin estar éste muerto, sino
encarcelado. Lo que se repetiría a final de año, en que otro levantamiento
romano lo metió a él en prisión, aupando al trono a Cristóbal I (903-904).
Sergio
III (904-911), elegido al mismo tiempo que Cristóbal I estaba en
prisión, fue el primero en acceder al trono por medio de la compra del cargo,
en este caso pagado por la familia patricia de Marozia, cuya hija mantenía
relaciones con el papa, y dio a luz a otro futuro papa, Juan XI[49].
Pero fueron sobre todo dos males, en
este caos del s. X, los que hicieron mecha en la Iglesia:
-la
simonía[50]
y nicolaitismo[51].
Que vino por la compra-venta de cargos eclesiásticos (la 1ª) y el
consiguiente desorden moral de los clérigos (el 2º);
-la
investidura laica[52].
Como consecuencia del sistema feudal, y provocando que la Iglesia quedase
atrapada en el poder temporal. Aquí era el señor feudal el que, por sus
intereses, hacía y deshacía los cargos eclesiales, generando miedo entre la
gente ante esta situación. Y esto era luego consagrado por el obispo, como
costumbre general en todos los reinos.
Vino de la mano del nuevo Imperio germano y de su caudillo Otón
I (936-973) de Sajonia, cuando entra en Italia entre aclamaciones de
salvador[53].
Coronado por el papa Juan II en Roma-962 como emperador del recién estrenado
Imperio sacro-germano, el mismo Otón I se puso de rodillas a sus pies, a los
que besó en señal de sumisión.
Con Conrado II, (990-1039) de
Hohenstaufen, muy apoyado en los señores feudales[54],
el cónsul Alberico compró el papado para su hijo[55]
Benedicto IX, gran tirano futuro de la Iglesia.
En efecto, harto el pueblo
romano de esta situación, se levantó en bloque y expulsó a
Benedicto IX fuera de Roma[56].
Tras 11 años en el papado, Benedicto IX se fue como vino, vendiendo el papado a
cambio de dinero[57].
Nacido en Sajonia, Gregorio VI (1045-1046) fue el gran inspirador y teólogo
de la reforma gregoriana, rodeándose de los consejeros Hildebrando, Pedro Damiano y Silva Cándida, para
llevar a cabo la mayor de las reformas eclesiales de la historia[58].
En medio de un contexto exterior difícil[59],
sobre todo por la oposición del emperador Enrique III -que eligió a su propio
papa[60]-,
Gregorio VI logró prender la mecha
de la reforma, tanto en el anti-papa Clemente II como en sus
sucesores.
Clemente
II (1046-1049) decidió continuar la idea reformista de Gregorio VI,
intentando por primera vez:
-reducir
la corte papal,
-acabar
con la simonía, o compra-venta de cargos religiosos,
-atajar
la vida inmoral del clero.
León
IX (1049-1054), gran universalizador de la reforma gregoriana, convocó
una serie de sínodos provinciales, presididos por él mismo, y entre los que
destacaron:
-el
Concilio de Reims-1049, donde el papa depone a todos los obispos simoníacos
(que habían comprado sus cargos), condena la intromisión del rey en la vida de
la Iglesia, y proclama los derechos únicos del papa;
-el
Sínodo de Maguncia-1049, donde el papa excomulga a los obispos simoníacos,
y reduce al laicado a los sacerdotes nicolaitas (o concubinatarios).
Los señores feudales, tanto grandes como pequeños, fueron el principal
foco de oposición a esta reforma gregoriana, ya empezada a ejecutar, y
motivados por las riquezas que podían ver en peligro.
Víctor
II (1054-1057), de lleno en la aplicación de la reforma, convocó un
enorme Concilio de Florencia-1055, donde mandó que se tratara:
-la
simonía,
-el nicolaitismo,
-la
propiedad de los bienes eclesiásticos.
A su muerte, la Iglesia ya había conseguido por fin:
-detectar
los problemas reales,
-afrontar
los problemas,
-experimentar
a Hildebrando, gran cerebro desde 1045, y futuro Gregorio VII.
Nicolás
II (1058-1061) convocó el trascendental I Concilio de Letran-1059,
teológicamente insuperable, y que lograría eliminar por completo el influjo
del feudalismo en la Iglesia. Letrán-1059:
-renovó
el compromiso de Florencia-1055,
-anatematizó
la herejía eucarística de Berengario
-condenó
la simonía,
-propuso
el celibato universal sacerdotal
-trató
las compañías que había de tener un clérigo,
-dio
normativas para la elección papal
Finalmente,
también la Orden
de Cluny[64]
apoyó sin fisuras la expansión de la reforma gregoriana:
-a
la hora de estructurar su vida interior,
-con
las fundaciones autónomas que iba haciendo al exterior.
Nacido en Sovana-Italia, el joven Hildebrando Aldobrandeschi (1019-1085)
había recibido una
educación esmerada desde niño, pasando a ser consejero de Gregorio VI desde
muy joven. Caído en desgracia por el emperador Enrique III en el Concilio de
Sutri-1046, Hildebrando decidió refugiarse en una abadía cluniacense, bebiendo
allí todo el esplendor de su liturgia.
Restituido en sus cargos por León IX y Víctor II, Hildebrando recibió
de Nicolás II el encargo de dirigir el Concilio de Florencia-1055, momento en
que pasa a hacerse popular por toda Italia.
A la muerte de Nicolás II-1073, el pueblo romano se adelanta a cualquier
preparación del conclave, y elige papa al joven Hildebrando por aclamación
popular. De archidiácono pasa Hildebrando, pues, a papa, eligiendo el nombre de
su maestro Gregorio VII, y con la idea de llevar a cabo la reforma puesta en marcha
décadas atrás.
Gregorio VII fue un hombre convencido:
-de
fe en la Iglesia, con oraciones compuestas por él mismo,
-de
caridad hacia los enemigos, y a los que excomulgaba sobre todo,
-de
devoción a la humanidad de Jesús, y a los salivazos que recibió por el
hombre,
-de
amor a la eucaristía y a la Virgen,
-de
austeridad de vida, frente a la opulencia de la época.
Hildebrando
había profesado siempre el agustinismo
político, consistente en que:
-el
poder temporal y papal tenían un origen distinto,
-la
religio auctoritas papal era siempre
superior a la civis potestas del
mundo.
Por otro lado, el joven Aldobrandeschi nunca había tratado de:
-levantar
un Imperio hierocrático-sacerdotal,
-demonizar
el poder temporal.
Fue en su Dictatus papae donde Gregorio VII
dejó definidas, ya para siempre, las funciones del papa en la Iglesia, como:
-poseedor
de las insignias imperiales,
-besado
en sus pies por los príncipes,
-cuyo
nombre es único en el mundo, y citado en todas las Iglesias
-capacitado
para poner y deponer emperadores,
-incapaz
de ser juzgado por nadie,
-protector
de los que apelan a él,
-único
recurso al que pueden apelar las causas mayores,
-cuyas
sentencias no pueden ser reprobadas por nadie,
-legislador
universal de la Iglesia,
-único
capacitado para trasladar obispos
-único
capacitado para dar permiso y convocar sínodos,
-cuyo
visto bueno se necesita para publicar libros y capítulos canónicos,
-el
que nunca ha errado y nunca errará,
-santo,
por su ordenación canónica,
-único
recurso donde un clérigo inferior puede acusar a uno superior,
-único
capaz de quitar el rango de cristiano al que no sintiera como él.
Comenzaron
por los estados
pontificios:
-excomulgando
a los simoníacos,
-cesando
a los incontinentes públicos,
-escribiendo
a los metropolitanos, para tomar todos las mismas medidas.
No tardaron en recibir las primeras respuestas:
-en
Alemania, con resistencias del clero incontinente y simoníacos[67],
-en
Francia, con oposición del propio rey,
-en
Italia, donde no sucedió ningún cambio de los pedidos por el papa.
Tras estas primeras medidas internas, Gregorio VII se dio cuenta de la
necesidad de eliminar la investidura
laica, y hacia ella se encaminó. En el Concilio de Roma-1075 prohibió
la investidura laica bajo excomunión:
-encomendando
a cada reino la celebración de sínodos locales,
-separando
los poderes temporal y espiritual,
-condenando
cada uno de los concilios convocados por el poder civil.
Las consecuencias del cese de las investiduras fueron apocalípticas,
pasando a ser enemigo suyo visceral el emperador Enrique IV, endemoniado con tal
de deponer al papa.
En
efecto, tras un intento de asesinato en la basílica de Letrán, del que
Gregorio VII salió ileso[68],
Enrique IV había convocado por su cuenta el Sínodo de Worms-1076, donde había
declarado que el papa era falso y hereje. Como respuesta, Gregorio VII había
excomulgado a Enrique IV, quitándole de sus manos el reino alemán[69]
y considerando todas sus leyes como anti-cristianas[70].
En un nuevo concilio convocado por el emperador para auto-posicionarse:
-los
reyes habían decidido ponerse del lado del papa,
-los
príncipes y señores feudales hicieron piña en torno al papa,
-todos
los asistentes pidieron a Enrique IV reconciliarse con el papa en un año
En tercer lugar, Gregorio VII impulsó la centralización
eclesial:
-nombrando
legados pontificios[72],
para quitar poder a los señores feudales,
-disminuyendo
el poder de los primados, a los que puso por debajo del papa,
-impulsando
las visitas ad limina de los obispos,
para rendir cuentas ante el papa,
-sustituyendo
todos los ritos locales por el rito romano, oficial y universal.
Madrid,
2 mayo 2015
Mercabá, artículos de Cultura y Religión
________
[1]
Hijo de familia noble romana, y educado en la más sólida formación
romana, cursó GREGORIO I (SAN GREGORIO MAGNO) la carrera jurídica. Con 25
años fue nombrado prefecto civil de Roma, cargo que le hizo ganar amigos y
admiración por Roma, y contemplar la devastación llevada a cabo por los
ostrogodos. Abandonada su carrera política por la vida monástica, fue
enviado por PELAGIO II como legado a Constantinopla y mediador ante
bizantinos y lombardos. Muerto Pelagio, fue elegido para sucederle por el
senado y pueblo romano.
[2]
Preciosa lección de humildad sacerdotal fue la que enseñó el papa al
obispo MAXIMO DE SALONICA, que se resistía a su aceptación papal. Con
nobles palabras, llegó a decirle que “prefiero morir antes que causar daño
a la Iglesia de Pedro; así que sufriré con paciencia por mis hermanos
sacerdotes, hasta que no pueda más; y me lanzaré a todos los peligros con
ánimo esforzado” (GREGORIO MAGNO; Registro
5, 6).
[3]
Grandes reuniones de pueblo y clero romano, presididas por el papa.
[4]
Liber regulae pastoralis, como
carta dirigida primeramente a SAN LEANDRO DE CARTAGENA, con quien había
entablado estrechísima relación durante su estancia en Constantinopla, y a
quien le pidió consejo para completar su Librum
regulae pastoralis quem in episcopatus mei exordio scripti.
Una Regla
cuya idea fundamental giraba en torno a la grandeza de la dignidad episcopal y a los deberes de
los obispos.
[5]
Importante fue también la fijación de las formas y características que
debía tener el canto sagrado, que pasó a llamarse desde entonces canto
gregoriano.
[6]
Asunto más trascendental de la reforma gregoriana, y en el que el papa
GREGORIO I se ocupó más frecuentemente. Infinitas lecturas se han
seguido haciendo a lo largo de la historia sobre su Registro, donde GREGORIO I fijó definitivamente la administración
del patrimonio religioso de Roma, extendido por toda la Cristiandad.
[7]
El encuentro cristianismo-grecorromanos fue rápido, y buscó lazos con su
tradición filosófica, ya desde el Sermón
del Areópago de SAN PABLO (donde Pablo aplicó al evangelio la lógica
griega, incorporando argumentos estoicos), y desde las formas literarias clásicas
utilizadas por los APOSTOLES (como las epístolas, los hechos, el
apocalipsis…).
[8]
Las primeras generaciones cristianas fueron sucediéndose con la integración
de judíos, helenizados, paganos y conversos, todos ellos con sede central
en la ciudad siria de Antioquía.
[9]
Desde las formas artísticas hasta los primeros escritos cristianos, donde
se fue unificando todo en torno a una lengua y escritura grecolatina,
la formulación de un catecismo de corte romano, y la unión mediante el derecho
romano de nacionalidades judías, helénicas, africanas, paganas, galas,
hispanas...
[10]
Poniendo ejemplos seleccionados sobre la desobediencia, la lucha de
facciones…
[11]
Desde las ideas de synkrasis y sympnoia.
[12]
Como un estado bien organizado, con total supremacía de la Iglesia de Roma
y limitación en el poder de las Iglesias locales.
[13]
El de su experiencia política y ética social, recurriendo para ello a las Fabulas
de MENENIO AGRIPA, a las Fenicias
de EURIPIDES, y a la moralidad estoica de ZENON.
De
hecho, CLEMENTE ROMANO decía que “la paideia
griega podía ser fuerza protectora de la vida cristiana, como reflejo de la
paideia de Dios, y semilla de la paideia
de Cristo”.
[14]
Como fueron las acusaciones de “canibalismo”, por ingerir el cuerpo y
sangre de Cristo.
[15]
Empezando así a entablar las bases intelectuales para una cultura
cristiana, que iba adoptando sinfónicamente: una nueva doctrina + la
tradición clásica.
JUSTINO,
en este sentido, no arrojó de sí la filosofía clásica tras convertirse
al cristianismo, sino que la interpretó cristianamente.
FILON
DE ALEJANDRIA también supo absorber toda la tradición clásica, mediante
el uso de un rico vocabulario conceptual, todos los medios literarios, todos
los puntos de vista.
[16]
Pues, en efecto, no se podía olvidar que pensamiento judío y pensamiento
griego eran prácticamente antagónicos (desde el s. III a.C. en Alejandría,
y sobre todo por la idea del principio divino del mundo), y este problema
había que solucionarlo:
-pues
las categorías griegas eran indispensables para el nuevo cristiano
occidental,
-pues
la teología hebrea tenía que ser salvada desde los comienzos
creacionales.
La solución vino, como no, de lo que la fe podía añadir a la razón:
-el
factor personal, para aceptar lo que no se podía alcanzar,
-el
factor de la autoridad, como base de las relaciones personales.
[17]
Encabezadas, en medio de una persecución imperial atroz, por el
mismo SAN CIPRIANO, que supo encabezar a los suyos en la prueba, mediar
entre las posturas rigoristas de NOVACIANO y las blandas de NOVATO, evitar
cismas y herejías, e intercalar las directrices del papa ESTEBAN I. Su
escrito De Unitate Ecclesiae puso
a toda África al servicio entero del primado de Roma.
Sobresalió
también en Cartago su escuela neo-platónica, y la ciudad se convirtió en
un auténtico hervidero de semillas y frutos de santidad occidental.
[18]
Merced a la gigante labor de TERTULIANO, abogado imperial y converso fanático
al Cristianismo, y de elocuencia incontestable para los enemigos.
Y
es que en su Apologeticum defiende
Tertuliano:
-las
acciones cristianas, superioras a las paganas, que inmolan a los niños
a Saturno, provocan victimas familiares para juegos sanguinarios en África…,
-la
fidelidad cristiana al Imperio, frente a los malos ejemplos de MARCION,
VALENTIN…
-la
sana doctrina cristiana, frente a los herejes, que “manchan con sus
dedos todo lo que pillan, cada vez que le ponen las manos encima”
[19]
Como resultado final del deseo de unión entre: la persona de Cristo, el
hombre griego, el orden universal romano, y cuyo padre fundacional ha de
considerarse al mismo SAN AGUSTIN.
[20]
Que ya desde el s. II habían organizado, con figuras como PANTENO y
FILON, estudios rigurosos de la Biblia, en confrontación con todos los
saberes habidos y por haber (no sin cierta dosis de gnosticismo).
No
obstante, será aquí CLEMENTE DE ALEJANDRIA, converso de padres griegos, el
fundador de la famosa Escuela catequética de Alejandría, que en sus Pedagogo,
Stromata y Exhortaciones
fundó la ciencia cristiana en torno a los pilares de: tradición, doctrina,
ética.
En
efecto, fue un reto personal de Clemente Alejandrino el estudio del logos
proteptico:
-como
reconocimiento del fin de la vida humana,
-como
necesidad para adquirir el verdadero bien.
… adoptando un lenguaje pretencioso y elaborado:
-de
carácter declamatorio,
-no
desdeñando el estilo retórico contemporáneo,
-acercándose
con frecuencia a la poesía
[21]
Aquí fue donde ORIGENES desarrolló su método alegórico, para encontrar
los sentidos ocultos y difíciles de todo, y sacar de ellos sus derivados éticos.
Así, en sus Hexapla, Apocatastasis, Contra Celso…,
a triple escritura hebrea, aramea y griega, defiende la reducción final de
todo a un estado primitivo, y que las figuras de la historia presente ya
estaban prefiguradas en otras de la Antigüedad.
[22]
Con la idea de hacer frente al maniqueísmo y mitraísmo, muy arraigados en
Egipto, y ofrecer así la verdad del único misterio del mundo. Fue positivo
este método, no obstante, para hacer distinguir lo que antes se confundía
como esotérico y exotérico.
[23]
Arzobispo de Milán, SAN AMBROSIO (Tréveris 340-Milan 397) fue consejero de los
emperadores GRACIANO, VALENTINIANO y TEODOSIO, y el modelo de príncipe de
la Iglesia y hombre de gobierno imperial. Doctor frente a todo tipo de
extravíos intelectuales, tuvo SAN AMBROSIO una autoridad natural por encima
de los emperadores, sin olvidar su papel de padre de su pueblo y de los
necesitados.
Imponiéndose
nada más que con su presencia física, también sabía ablandarse ante
todas las suplicas y necesidades ajenas, intentando implantar estos
principios en la cabeza y alma del Imperio romano. Notables fueron
sus escritos De officiis sobre
CICERON, Sobre política y fe a
petición de GRACIANO, Sobre las vírgenes,
Sobre los ministros, el famoso Te
Deum…
No obstante, lo más interesante de San Ambrosio fue la concepción
historicista que inculco:
-en
los emperadores, sobre la supremacía de lo espiritual sobre lo civil,
-en
su pupilo San Agustín, joven profesor de Retórica en Milán.
[24]
La sacra auctoritas de la
que hablará más adelante el papa GELASIO I en su Epístola
ad Anastasium Imperatorem-494.
[25]
La regia potestas de la que
hablará más adelante el papa GELASIO I en su
Epístola ad Anastasium Imperatorem-494.
[26]
Análisis mal interpretado por la Alta Edad Media, al identificar la caída
de Roma con la ciudad del mundo, y a la ciudad de Dios con los nuevos reinos
germánicos.
[27]
De gran material sobre toda la historia de la humanidad, desde sus orígenes
hasta la implantación y disolución del Imperio romano.
Aporta
abundantes datos de VARRON, director de la Biblioteca pública
de Roma bajo JULIO CESAR, miembro de la facción conservadora y polígrafo
de 600 obras.
[28]
Consistiendo la scientia en
una vía inferior de unión mundo-Iglesia, y la sapientia en una vía superior de unión. La primera se
conseguiría por el conocimiento de las cosas mudables, y la segunda por el
conocimiento de las eternas.
Por eso sería peligroso invertir el orden de ambas, y la ciencia debía
estar subordinada a la sabiduría. Pues a la sabiduría se llegaba a través
de la meditación y contemplación (más propio del reino de Dios), y
a la ciencia sólo a través de lo que se ve y siente (más propio
del reino del mundo). La primera llevaría al bien supremo, y la segunda a
la belleza sensible.
[29]
Fundamentado este puente de unión mundo-Dios en el interior
humano, en que el objeto supremo de todo hombre es conocer el amor
absoluto, y poder ser amado por él.
Pero
para llegar a ese puente, había que desprender el alma del apego terrenal:
entrando en uno mismo, conociéndose a uno mismo, sin influencia de lo
exterior. Es entonces cuando dentro de sí, uno podía encontrar ese
puente de lo absoluto, que era Dios y ser amado por Dios.
[30]
Como él mismo decía en sus Diálogos,
“las hordas salvajes lombardas se precipitaron sobre nosotros, y los
hombres fueron cayendo por todas partes, y las ciudades y castillos fueron
devastados”.
[31]
Larga fue la disputa eclesial en este terreno, mucho más allá de las
posibilidades de Gregorio. Aún así, GREGORIO I logró introducir otro
título papal, el servum servorum Dei.
[32]
Particular y célebre fue el apoyo personal que el papa brindó al obispo
DOMICIANO DE ARMENIA, en medio de sus dificultades locales, y cuando no
llegaba ayuda desde Bizancio.
[33]
El nestorianismo y monofisitismo todavía persistían en Oriente. En
Occidente, sin embargo, la herejía nunca fue tolerada por el pueblo (que
incluso provocó que el obispo hereje HONORATO tuviese que escapar de su
sede de Milán a Génova, y que el mismo papa escribiese a los milaneses
para apaciguar los ánimos).
[34]
GREGORIO I hizo los mayores esfuerzos por solucionar el cisma de Aquilea,
que todavía perduraba en la sede de Grado, donde el obispo SEVERO y sus 3
obispos sufragáneos seguían rebeldes por la cuestión de los 3 capítulos
(donde TEODORO DE MOPSUESTIA, TEODORETO DE CIRO e IBAS DE EDESA habían sido
condenados por el Concilio de Calcedonia-451, habían sido absueltos por el
emperador JUSTINIANO, y se había abierto así una herida cismática sin
solución).
[35] Hijo bastardo de LUDOVICO PIO, tenido con la concubina JUDIT DE ALEMANIA.
[36]
LEON III había coronado emperador a CARLOMAGNO el año 800, dejando
claro así que él era quien tenía las credenciales y primacía sobre el rey
franco. El emperador se encargaría del poder temporal (con protección y
control sobre la Iglesia temporal), y el papa vigilaría y cuidaría todo lo
espiritual (sin más curia que él mismo, pues la Curia Vaticana con sus
ministerios… nacería muy lejanamente, en Avignon).
Pero con el sucesor de CARLOMAGNO ya empezó a no ser así (de hecho, fue el propio Carlomagno el que coronó a su propio hijo). Ante LUDOVICO PIO, era el papa el que tenía que pedir favores al emperador, y no al revés. Fue entonces cuando surgió la búsqueda de los mejores aliados, y no de los más cualificados, al servicio del papado y del reino.
[37]
Luego la corona imperial vino a estar en manos de una sola persona
(LOTARIO), pero como algo pactado democráticamente (y donde el
papa vino a
entrar también en la lucha de intereses).
[38] Por decisión y donación de CONSTANTINO (año 313), donde el emperador había entregado al papa parte de las credenciales imperiales (credenciales que nunca perderá el papa, en contra de lo que sí hizo el emperador occidental, que las perdió a manos del emperador oriental).
[39] Donación también de CONSTANTINO (año 313) y de futuras adhesiones de reinos y condados bárbaros al papado.
[40]
Pues Nápoles, en pugna con Benevento, no había dudado en pedir ayuda
a los sarracenos.
[41]
No obstante, LOTARIO acudió a Roma y solventó el asunto a favor de SERGIO
II.
[42] De ahí la construcción que hizo SERGIO II del castillo de San Ángelo y una nueva muralla defensiva en Roma.
[43] A nivel de re-configurar de nuevo la figura del papa, interna y externamente, sobre su primacía jurídica o no sobre lo demás.
[44] Pues hasta entonces tenían el cargo civil de cónsules romanos, con varias diócesis bajo su jurisdicción, y a especie de “papas” en su territorio (con reconocimiento añadido de cada rey nacional).
[45] Por lo que permaneció varios años excomulgado, hasta el 861, en que fue devuelto a la comunión.
[46] Pues HINCMARO había derogado las ordenaciones sacerdotales de su antecesor, y los sacerdotes habían celebrado por su cuenta un sínodo local para llevar sus conclusiones al papa. El papa restituyó a los ordenados sacerdotalmente, y los obligó a someterse disciplinalmente a Hincmaro.
[47]
Cosa que LOTARIO II hizo, casándose con la que le aconsejaba el papa, pero
para denunciarla de acostarse con su hermano, y tener así
motivo para
repudiarla y casarse con la querida.
[48]
Uno en Roma y otro en Rávena.
[49]
Como vemos, la decadencia es aquí total, pues los papas iban colocando en el
trono a sus propios hijos.
[50] Palabra traída de Simón (lit. el que quiso comprar).
[51] Palabra traída del Apocalipsis, cuando fueron denunciados los sacerdotes nicolaitas (sacerdotes que vivían en concubinato).
[52] Traída de la necesidad de colocar a los hijos en los puestos de la administración. Un dicho antiguo decía que el hijo 1º se dedicaba a la hacienda, el 2º al ejército, y el 3º se metía a monje.
[53]
Pues a su rey franco BERENGARIO no podían ni verlo. Por ese motivo
fue por el que la nobleza italiana llamó a OTON I DE ALEMANIA
para que
les liberase.
[54]
A los que concedió numerosos poderes.
[55]
De 18 años, para colmo.
[56] El cual volverá armado con su ejército, y recuperará el poder.
[57] A un sacerdote llamado JUAN GRACIANO, y que acabaría convirtiéndose en GREGORIO VI y el gran ideólogo de la radical II Reforma gregoriana.
[58]
HILDEBRANDO como su cerebro intelectual, y PEDRO DAMIANO como el gran
separador de los poderes temporal y espiritual (aún
colaborando juntos, pero
sin intromisiones). A estos dos se les unió el cardenal SILVA CANDIDA,
contrario totalmente al Cesaropapismo.
Entre los tres, fueron consiguiendo que:
-el
poder temporal dejara de entrometerse en la vida de la Iglesia,
-la
Iglesia fuese totalmente libre para elegir a sus papas.
[59] Pues en ese momento vivían simultáneamente 3 papas: SILVESTRE III, BENEDICTO IX y GREGORIO VI. Aunque, en la práctica, sólo uno era el que ejercía el cargo, con renuncia voluntaria de los otros dos.
[60]
Cosa que hizo en el concilio de Sutri-1046, convocado
por su propia cuenta, y donde depuso a GREGORIO VI y encarceló a
SILVESTRE III y BENEDICTO IX, eligiendo él mismo a un nuevo papa: CLEMENTE
II.
[61] Pues BERENGARIO negaba la presencia real de Cristo en la eucaristía, en contra de lo que afirmaba oficialmente LANFRANCO.
[62] Por primera vez en la historia, pues el Concilio de Elvira-303 no había dejado de ser provincial hispano, aunque sus decretos celibatarios hubiesen sido asumidos por la tradición eclesial.
[63] Siendo:
-1º por parte sólo de los cardenales obispos (o más allegados al papa en
Roma, y no por los cardenales presbíteros o cardenales diáconos),
-2º
ratificada por parte del resto de obispos universales,
-3º
con aprobación del pueblo romano, como obispo de Roma que iba a comenzar a
ser.
[64]
Nacida el 910 en Borgoña, cuando el abad BERNON le pide a GUILLERMO DE
AQUITANIA unas tierras para vivir la regla de SAN
BENITO, y éste le concede
el terreno de Cluny.
BERNON,
primer abad de Cluny, había sabido imprimir a Cluny:
-el
no estar bajo la autoridad civil de ningún poder feudal,
-el
depender religiosa y directamente del papa, con toda exención diocesana.
SAN ODON, segundo abad de Cluny, lograría distanciarse todavía más
de la regla benedictina, imponiendo la clausura estricta, la celebración común
de la liturgia, y el canto litúrgico.
SAN ODILON (994-1049), finalmente, hizo de Cluny una orden expansiva y
centralizada, teniendo cada regla local que ser refrendada por los reyes
locales.
[65] Hasta el Concilio Vaticano II-1965 se citaba también en todas las misas el nombre de los reyes, junto al del papa y del obispo.
[66]
Pues antes se compraban estos cargos, y ya el papa no los podía remover.
[67]
Aunque paradójicamente, vino a recibir GREGORIO VII en estos comienzos el
apoyo del brazo secular.
[68] Gracias al pueblo romano, que se echó encima de los sicarios enviados por ENRIQUE IV DE ALEMANIA para matar al papa, nada más saliera éste de la basílica.
[69]
En un ejercicio de pleno poder papal.
[70] Luego todos los súbditos eclesiales y ciudadanos alemanes ya no tenían la obligación de cumplirlas.
[71]
Hecho que se produciría en enero de 1077, pues el emperador decidió
encaminarse hacia el papa para conseguir la absolución, como un
mísero
penitente. Llegado a las puertas del castillo papal de Canossa, ENRIQUE IV DE
ALEMANIA pasó
de rodillas y descalzo 3 días enteros,
sin comer y haciendo penitencia. Tras
recibir la confesión, GREGORIO VII lo absolvió, aunque su arrepentimiento
fuese más político que
religioso.
De hecho, nada más volver a Alemania continuó Enrique IV con la práctica
de las investiduras laicas, haciendo que los príncipes alemanes tuviesen que
elegir a un nuevo emperador, RODOLFO DE SUABIA, aún a costa de la guerra
civil entre ambos partidarios.
Puesto el papa del lado de Rodolfo, Enrique IV decidió entonces asaltar Roma-1084, y entronizar al anti-papa CLEMENTE III, antiguo obispo de Rávena. Con todo, una coalición de normandos y lombardos consiguió llegar a Italia para apoyar a GREGORIO VII, que recuperó Roma, depuso al anti-papa Clemente III en el Concilio de Salerno-1084, y murió en 1085.
[72] Más conocidos como nuncios.