Para Pensar

11


 

CARMINA
 

Había una vez… un bosque encantado donde vivía una Hada que gustaba hacer feliz a la gente concediéndoles tres deseos para así mejorar su existencia. Carmina era una muchacha joven y bella y sin embargo no era feliz. En su casa desde muy chiquita la habían inculcado que para triunfar en la vida, tenía que ser
la mejor en todo. Por eso una mañana de principios de verano entró en el bosque y fue a ver a la Hada en busca de ayuda.

 

- Hada del bosque - la dijo - quiero ser mas alta que nadie, así tan pequeñita no puedo ver bien lo que me rodea.

 

La Hada golpeó con su varita la cabeza de la niña y esta creció y creció. Carmina dándole las gracias por el favor, desapareció  por el sendero camino a su casa.

 

A la mañana siguiente en la habitual ronda de la Hada se encontró sentada en una piedra a la niña llorando desconsoladamente.

 

- ¿Que te ocurre Carmina? - preguntó.

 

Y ella  respondió:

 

- No puedo vivir así Hada, no puedo andar por que tropiezo con todas las ramas de los árboles, además no puedo oler las flores ni acariciar a mi gata. Por favor Hada buena quiero ser como antes pero haz que sea la más lista e inteligente de todas las niñas.

 

- Así sea - respondió esta y frotando su varita de ella surgió un humo que envolvió a Carmina e hizo que volviese a su estatura de antes. - A partir de ahora nadie podrá igualar tu sabiduría.

 

Pasaron los días y al observar que la niña no volvía la Hada pensó que ya era feliz y no la iba a necesitar más. Pero una mañana radiante de sol apareció otra vez, más triste que nunca.

 

- Es verdad que sé muchas cosas, sin embargo nadie se quiere acercar a mí, mis amiguitos de antes me huyen, se sienten inferiores y ya no quieren jugar conmigo. Hada buena te lo pido por favor ayúdame. - explicó Carmina.

 

- Te queda solo un deseo por utilizar o sea que antes de pedírmelo píensatelo muy bien.

 

- Ya lo decidí, quiero volver a ser la de antes, jugar de nuevo con mis compañeros sin temor a darme un golpe en el rostro.

 

- Ay niña que feliz me hace oírte decir eso. - replicó la Hada - Todos debemos estar orgullosos de lo que somos. No es más importante la rosa que la hierba que crece en los prados. Aunque esta no sea tan hermosa como la flor, sirve de pasto a los animales que nos abrigan con su piel y nos alimentan. Dios nos ha hecho distintos: altos o gordos, listos o feos, pero a sus ojos todos somos iguales, nos quiere mucho a todos y cada uno nosotros. Nuestro destino es ser útiles y hacer felices a los demás.

 

Y así fue como a partir de aquel día Carmina empezó poco a poco a comprender que lo más importante de esta vida es ser siempre uno mismo y que se debe estar contento con lo que se tiene sin necesidad de envidiar nada y a nadie.

 

Agustí Font