Para Pensar | ||
3 |
||
El
secreto de la anciana Un
señor de la ciudad fue a pasar unas vacaciones a las montañas. Tenía
un trabajo que lo agobiaba, muchos problemas y quería renunciar a todo.
Un amigo lo convenció que antes se tomase un descanso en la montaña y así
lo hizo. Todas las tardes salía a dar un paseo y de regreso solía
encontrarse una viejecita que regresaba a su casa. Se
podía observar que la anciana había estado trabajando todo el día y que
le costaba trabajo subir una cuesta muy empinada con una pesada carga de
leña sobre sus espaldas. Sin
embargo, la humilde anciana nunca mostraba en su rostro el más leve signo
de malhumor o impaciencia. Iba siempre risueña y alegre. La saludaba todos
las tardes, preguntándose cómo le haría para no quejarse. Pensaba el señor
que él, con menos problemas y muchos más bienes materiales que la
viejecita, era un impaciente y siempre andaba de mal humor. Por fin un día
se decidió a preguntárselo. Al verla se le acercó y le pidió le
explicara cómo hacía para estar siempre alegre a pesar de lo
cansada que debía estar. La
viejecita le contestó: "Tengo un secreto que me hace estar menos
cansada y saber llevar el cansancio con alegría". El señor tuvo
gran curiosidad por saber de qué se trataba, y le preguntó si acaso era
un brebaje o una medicina. "No señor, nada de eso", respondió
la viejecita. Y
continuó diciéndole: "Tengo una oración que me hace olvidar mis
penas y cansancios". El señor le preguntó con interés de que oración
se trataba. La
anciana contestó: "Durante el día pienso a ratos en Jesús cuando
llevaba cargando la cruz hacia el Calvario, y medito las palabras de Dios
a Adán en el principio de la humanidad: «Comerás tu pan con el sudor de
tu frente». Y entonces me repito constantemente: «¡Que
se haga como Dios quiere! ¡Que se haga como Dios quiere!». Y esa oración
me da un gran aliento para continuar adelante. Es
la fe y el amor a Dios lo que me da fuerzas en mi debilidad". El señor después de meditar las palabras de la viejecita, regresó a su vida cotidiana con una razón suficientemente fuerte para ya no desesperarse y continuar luchando...
|
||
|