EL MISTERIO DE LOS ROSTROS

Los personajes de los iconos tienen una majestad hierática. Son como una tercera belleza, intermedia entre la fotografía y el lenguaje abstracto. En general van vestidos con gran elegancia, según el estilo bizantino, , las figuras esbeltas, los rasgos iluminados, la frente ancha, los ojos profundos, los oídos atentos. Ofrecen siempre el rostro sin perfiles, ya que la ausencia de una presentación frontal es una manera engañosa de hacerse presente. Sólo así se pinta al diablo en algunos iconos: de perfil, revestido de piel de oveja, como en el icono de la Navidad en el personaje que tienta a José.

Todo el mensaje está en el rostro, donde se descubre la imagen de dios en el hombre. Los personajes son figuras hieráticas, inmóviles, como quien contempla y se deja contemplar. la carne nunca tiene el color natural. Es como una transformación de la naturaleza humana que anuncia la resurrección de los muertos.

"El centro de la representación es siempre el rostro; es el lugar de la presencia del espíritu de Dios, porque la cabeza es la sede de la inteligencia y de la sabiduría. el rostro se construye en torno a tres círculos: el primero, normalmente dorado, contiene la aureola, símbolo de la gloria de Dios; el segundo comprende la cabeza y en ella aparece la frente, como sede de la sabiduría, muy alta y convexa, de forma que aparezca la fuerza del Espíritu; el tercer círculo comprende la parte sensual del rostro y expresa la naturaleza humana de la que el personaje representado se ha revestido durante su vida. Los ojos, cuya mirada se irradia hacia el espectador y contiene concentrada toda la atención, son grandes, fijos y severos. las narices son delgadas, vibrantes bajo el movimiento del soplo del Espíritu, y manifiestan el amor apasionado por dios. la boca es diminuta, a veces está dibujada con una forma geométrica y está siempre como cerrada en el silencio de la contemplación." (El rostro interior. O. Clement. 1978)