8° Encuentro
TODOS SOMOS INVITADOS A COLABORAR EN LA
CONSTRUCCIÓN DEL REINO DE DIOS


Objetivo: Que el grupo descubra que el Reino de Dios se encuentra en todo lo bueno que existe en el mundo, que esta bondad procede de Dios Padre, y que en especial estamos llamados a colaborar y solidarizarnos con el crecimiento de este Reino
 


1. Saludo y enlace (10’)

El coordinador da la bienvenida a los participantes. Recuerda que en la sesión anterior se habló de la Iglesia de Jesucristo, de la cual todos formamos parte gracias al bautismo. Explica el objetivo del presente encuentro.

Les invita a realizar una sencilla dinámica en la que cada uno identifique algo bueno de la propia persona y que piense cómo con ello está ayudando a otras personas (Breve momento en silencio).

2. Aspectos de la vida urbana (10’)

No obstante la complejidad de la vida en la ciudad podemos descubrir aspectos positivos que son signos de esperanza e invitación a que nos sumemos a ellos.

El coordinador invita a realizar una lluvia de ideas para identificar estos aspectos positivos. Les puede ayudar señalando diversos campos: de la cultura, de la educación, del descanso, de la familia, del trabajo, de la vida religiosa, de los medios de comunicación, de la naturaleza. Si es posible, elaborar una lista de ellos en una cartulina.

A continuación el coordinador lee las siguientes afirmaciones de fe (Cf. Génesis, 1, 1 y siguientes):
 

Hizo Dios el firmamento y separó las aguas que hay debajo, de las que hay encima de él. A lo seco lo llamó Dios tierra y a la acumulación de las aguas la llamó mares. Y VIO DIOS QUE ERA BUENO.

Brotó de la tierra vegetación: plantas con semilla de su especie y árboles frutales que dan fruto con semilla de su especie. Y VIO DIOS QUE ERA BUENO.


Hizo Dios dos lumbreras grandes... y las puso en el firmamento para iluminar la tierra, para regir el día y la noche y para separar la luz de las tinieblas. Y VIO DIOS QUE ERA BUENO.

Hizo Dios las bestias salvajes, los ganados y los reptiles del campo según sus especies. Y VIO DIOS QUE ERA BUENO.

Y creó Dios a los seres humanos, a su imagen; a imagen de Dios los creó; varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios.


Y vio, entonces, Dios todo lo que había hecho y TODO ERA MUY BUENO.

3. La Palabra de Dios nos ilumina (10’)
 

Jesús propuso a sus discípulos esta parábola: con el reino de los cielos sucede lo mismo que con un hombre que sembró buena semilla en su campo. Mientras todos dormían, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo, y se fue. Y cuando creció la planta y se formó la espiga, apareció también la cizaña. Entonces los siervos vinieron a decir al amo: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿cómo es posible que tenga cizaña? Él les respondió: lo ha hecho un enemigo. Le dijeron: ¿quieres que vayamos a arrancarla? Él les dijo: No, no sea que, al arrancar la cizaña, arranquen también con ella el trigo. Dejen que ambos crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha; entonces diré a los trabajadores: recojan primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, pero el trigo júntenlo en mi granero (Mateo 13, 24-30).

Reflexión: el Reino de Dios se hace presente en el campo de la historia humana, creciendo como el trigo en medio de la cizaña que le resta fuerzas y le disminuye su fruto, no obstante logra abrirse paso para alcanzar la plenitud al final de los tiempos.

4. La Palabra de Dios en nuestra vida (20’)

El coordinador se dirige al grupo diciéndoles: A la luz de la parábola propuesta, nos damos cuenta de que en el mundo y en la ciudad siguen coexistiendo el bien (salido de las manos de Dios) y el mal (fruto del pecado del hombre y cómo no siempre es fácil distinguirlos.

Para completar lo visto en el No. 2, hagamos una lista de cosas negativas que invaden la ciudad de México. El coordinador ayuda nuevamente al grupo señalándoles los campos antes indicados (cultura, educación, familia, iglesia, etc.).

¿Cómo fortalecer lo positivo?
¿Cómo combatir lo negativo?

5. Canto (5’)
 

Todos: Tu Reino es vida,
tu Reino es verdad,
tu Reino es justicia,
tu Reino es paz,
tu Reino es gracia,
tu Reino es amor
VENGA A NOSOTROS TU REINO, SEÑOR
VENGA A NOSOTROS TU REINO, SEÑOR.

Cantor
: Dios mío, da tu juicio al rey y tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia
a tus humildes con rectitud;
para que rija a tu pueblo con justicia
a tus humildes con rectitud.

Todos: Tu Reino es vida...

Cantor: Que los montes traigan la paz y los collados traigan la justicia, que él defienda a los humildes de su pueblo
y quebrante al explotador;
que él defienda a los humildes de su pueblo
y quebrante al explotador.

Todos: Tu Reino es vida...

6. Evaluación (5’)

¿Consideran que hemos logrado el objetivo que nos propusimos al inicio o nos faltó algo?

7. Oración final (5’)

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, rey del universo, haz que toda criatura liberada de la esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

8. Despedida e invitación al siguiente encuentro (5’)

El coordinador felicita a todos por los progresos que han realizado. Los anima a regresar esperanzados a su casa y a compartir algo de lo que han vivido. Les manifiesta su confianza en que podrán participar en el siguiente encuentro. Termina invitándolos a reforzar esta sesión con la Lectura complementaria.


LECTURA COMPLEMENTARIA EL REINO DE DIOS

El contenido de la Nueva Evangelización es el Reino de Dios; la Evangelización, en efecto, no tiene otro fin que implantar el Reino de Dios en toda la humanidad: pretende que, con la fuerza del Evangelio, se convierta “al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y sus ambientes concretos” (EN 18).

La finalidad de la Evangelización es impregnar del reino de Dios la cultura o, más exactamente, las culturas (Cf. Id. 20).

¿Cómo podemos entender el concepto de esta maravillosa realidad? ¿Qué es el reino de Dios? Podemos entenderlo como la intervención personal, todopoderosa y absolutamente gratuita de Dios quien –por su Hijo- se reafirma como el Señor, cambia el rumbo de la historia, hace prevalecer su voluntad en todo el género humano y destruye el dominio del mal. El Reino de Dios es la comunión de todos los seres humanos entre sí y con Dios. Trabajar por el Reino de Dios significa reconocer y favorecer el dinamismo divino que está presente en la historia humana y la transforma, buscando la liberación del mal en todas sus formas y consecuencias (RM 15). El Reino de Dios no es un concepto, una doctrina o un programa sujeto a libre elaboración, sino que es ante todo una persona que tiene el rostro y el nombre de Jesús de Nazaret, imagen del Dios invisible (RM 18).

Por su misma naturaleza el reino es dinámico: es la semilla que germina, el árbol que crece, la levadura que fermenta toda la masa. Para buscar, aceptar y favorecer este crecimiento, nunca debemos perder lo esencial: la vida de Jesús en nosotros, alentada por su Espíritu.

Toda la vida de la Iglesia así como su acción apostólica deben estar al servicio del reino de Dios, ya que la Iglesia sirve a éste como a su fin, de acuerdo al programa del Evangelio (Evangelización de las Culturas en la ciudad de México, 1172, 1175,1177, 1179, 1180, 1183).