7° Encuentro
DIOS PADRE, POR SU HIJO, EN EL ESPÍRITU SANTO
NOS UNE EN COMUNIDAD


Objetivo: Que el grupo descubra que para responder al amor de Dios contamos con una familia en la fe, que es la Iglesia


1. Saludo y enlace (10’)

El coordinador saluda a los participantes y recuerda lo que se vivió en la Celebración Penitencial: con el perdón de Dios somos personas nuevas.

Los invita a saludarse entre ellos y a comentar algo significativo que les haya sucedido durante el tiempo transcurrido desde el último encuentro. Dicho comentario puede llevarse a cabo por parejas.

2. Aspectos de la vida urbana (15’)

El coordinador invita a dialogar sobre los siguientes puntos:

Hemos visto cómo a veces algunas personas colocan una imagen de la Virgen en algún lugar que se estaba convirtiendo en basurero; ¿qué pasa después?

En la ciudad hay muchos lugares dedicados a Dios, a los Santos, a la Virgen (templos, calles, ermitas, basílica, altares). Adornamos estos lugares para el día de la fiesta, ahí nos reunimos los cristianos, y ¿qué sucede después?

Muchos de nosotros vamos a Misa los domingos y ahí escuchamos la Palabra de Dios.

Salimos del Templo y... ¿qué sucede?; ¿nos saludamos y despedimos? ¿o nos ignoramos mutuamente?; ¿conocemos y tratamos a los que asisten a la misma Misa que nosotros?

Cuando fallece alguno de nuestros familiares o amigos vamos al velorio y a los Rosarios.

Ahí rezamos diciendo: “Ruega por y por nosotros, pecadores...” ¿Por qué rezamos así?

Ciertamente hemos ido en peregrinación a la Basílica de Guadalupe, a San Juan de los Lagos, al Santuario de Chalma. ¿Qué ambiente vivimos en esos acontecimientos?

¿Aislamiento o colaboración?; ¿soledad o compañía?; ¿ayuda mutua o individualismo?

El coordinador resalta las características positivas de nuestra vida cristiana en los hechos mencionados.

3. La Palabra de Dios nos ilumina (20’)

Escuchemos cómo vivían los primeros cristianos:

“Los que acogieron la palabra de Pedro se bautizaron, y aquel día se unieron a ellos unas tres mil personas. Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a las oraciones. Toda la gente sentía un santo temor, ya que los prodigios y señales milagrosas se multiplicaban por medio de los apóstoles. Todos los que habían creído vivían unidos; compartían todo cuanto tenían, vendían sus bienes y propiedades y repartían después el dinero entre todos según las necesidades de cada uno. Todos los días se reunían en el templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas y compartían sus comidas con alegría y con gran sencillez de corazón. Alababan a Dios y se ganaban la simpatía de todo el pueblo; y el Señor agregaba cada día a la comunidad a los que quería salvar” (Hechos 2, 41-47)

Volvamos a leer despacio este texto y cada uno subraye las diversas características de la comunidad ahí presentada.

Juntos hagamos una lista de dichas características, enumerándolas por orden de importancia.

4. La Palabra de Dios en nuestra vida (10’)

El coordinador invita a todos a confrontarse con la Palabra a partir de las siguientes preguntas:

De las características enumeradas en el apartado anterior, ¿cuáles tenemos?; ¿cuáles nos faltan?

¿Les gustaría formar entre nosotros una comunidad que vaya caminando en esa dirección? ¿Qué tendríamos que hacer para lograrlo?

5. Canto: (5')
 

A Edificar la Iglesia a edificar la Iglesia,
a edificar la Iglesia del Señor.
Hermano, ven ayúdame

6. Evaluación (5’)

De acuerdo a lo estudiado en este encuentro ¿en qué te ha servido tu Iglesia para descubrir el amor de Dios?

7. Oración final (5’)
 

¡Qué agradable y delicioso es que los hermanos vivan unidos!

Es como un ungüento perfumado derramado en la cabeza,

Que baja por la barba de Aarón hasta el borde de su ornamento.

Es como rocío del Hermón que desfila por las colinas de Sión.

Allí envía el Señor la bendición, la vida para siempre
(Salmo 133).

8. Despedida e invitación al siguiente encuentro (5’)

Después de despedirlos e invitarles al siguiente encuentro, el coordinador exhorta a cada uno de los participantes lea y medite en su casa el texto bíblico de la lectura complementaria.
 


LECTURA COMPLEMENTARIA
 

“Yo puse los cimientos como buen arquitecto, pues recibí ese talento de Dios, y otro construye encima. Que cada uno, sin embargo, se pregunte cómo construye encima. Pues nadie puede cambiar la base; ya está puesta, y es Cristo Jesús. Sobre este cimiento se puede construir con oro, plata, piedras preciosas, madera, caña o paja. Un día se verá el trabajo de cada uno.

Se hará público en el día del juicio, cuando todo sea aprobado por el fuego. El fuego, pues, probará la obra de cada uno. Si lo que has construido resiste al fuego, serás premiado. Pero si la obra se convierte en cenizas, el obrero tendrá que pagar.

Se salvará, pero no sin pasar por el fuego. ¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. El Templo de Dios es sagrado, y ese templo son ustedes” (1 Corintios 3, 10-17).