3er. Encuentro
LA SOLUCIÓN DE DIOS:
LA MUERTE Y RESURRECCIÓN DE JESÚS



 


Objetivo: Que cada uno de los participantes llegue a descubrir que la muerte y la resurrección de Jesús son la fuente de la vida nueva para toda la humanidad.


1. Saludo y enlace (10’)

El coordinador saluda amigablemente a los miembros del grupo y los anima a participar con alegría en esta nueva etapa de su crecimiento en la fe.

A continuación recuerda el contenido de los dos encuentros anteriores.

Termina presentado el objetivo del presente encuentro.

2. Aspectos de la vida urbana (10’)

Coordinador: Muerte y vida son un fenómeno con el cual estamos en contacto diariamente, sea en forma natural (como el nacimiento o el fallecimiento por edad o enfermedad), sea en forma violenta (como la diversidad de asesinatos).

Ante estas situaciones dialoguemos brevemente sobre las iniciativas que la sociedad capitalina ofrece para solucionar el problema de los asesinatos: (identificar iniciativas; valorar sus resultados).

En el encuentro anterior vimos que el pecado es sinónimo de muerte y destrucción. La envidia, el egoísmo, la irresponsabilidad, la deshonestidad, la falta de solidaridad y otras; son formas diversas de pecado que causan muerte en la persona y en la sociedad, por ir en contra de la dignidad humana. Ante esta situación Dios me ha ofrecido la solución definitiva: su Hijo Jesucristo, muerto por mí, ha eliminado en la cruz todos mis pecados; y habiendo resucitado ha abierto la puerta para acercarme a la vida nueva que sólo de Dios puede venir.

3. La Palabra de Dios me ilumina (20’)

Monición: Escuchemos uno de los mensajes dirigido por Pedro a los judíos deseosos de encontrar la salvación.

Dios envió su palabra a los hijos de Israel, anunciando la buena noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Ustedes están enterados de lo que ha ocurrido en el país de los judíos, comenzando por Galilea, después del bautismo predicado por Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, a quien Dios ungió con el poder del Espíritu Santo. Él pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el demonio, porque Dios estaba con él... A él, a quien mataron colgándolo de un madero. Dios lo resucitó al tercer día... Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. De él dan testimonio todos los profetas, afirmando que todo el que cree en él recibe el perdón de los pecados, por medio de su nombre (Hechos 10, 36-40. 42-43).

Reflexión: Este mensaje presenta el corazón del misterio pascual que consiste en la muerte y resurrección de Jesús. En efecto, Jesucristo es el enviado por el Padre Dios. Actúa lleno del poder del Espíritu Santo. Gracias a él nos ha venido el don de la paz, que consiste en ser liberados de todo mal que nos oprime. Muerto en la cruz, resucitó de entre los muertos. Para cuantos lo acepten en la fe, Jesucristo se convierte en perdón de los pecados.

4. La Palabra de Dios en mi vida (10’)

Breves minutos en silencio para agradecer esta solución que Dios me ofrece ante la presencia del pecado y la muerte.

Alguno de los participantes coloca un crucifijo delante del grupo con velas para que sea el signo que presida la reflexión.

¿Qué sentimientos vienen a tu mente ante esta imagen del Hijo de Dios que te está ofreciendo su amor sin límites?

¿A qué nos llama Dios con la muerte y resurrección de su Hijo?
El coordinador invita a compartir sentimientos.

5. Canto (5’)
 

Todos: Hoy, Señor, te damos gracias
Por la vida, la tierra y el sol.
Hoy, Señor, queremos cantar
Las grandezas de tu amor

Cantor
: Gracias, Padre; mi vida es tu vida;
Tus manos amasan mi barro,
Mi alma es tu aliento divino,
Tu sonrisa en mis ojos está.
Todos: Hoy, Señor,...

Cantor
: Gracias, Padre: tú guías mis pasos,
Tú eres la luz y el camino,
Conduces a ti mi destino
Como llevas los ríos al mar.


Todos
: Hoy, Señor,...

Cantor
: Gracias, Padre: me hiciste a tu imagen,
Y quieres que siga tu ejemplo,
Brindando mi amor al hermano,
Construyendo un mundo de paz.
Todos. Hoy, Señor,...

6. Evaluación (5’)

¿Cómo te sentiste en este encuentro?
¿Qué sacaste para tu vida?

7. Oración final (5’)

Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes meditamos hoy el misterio pascual de tu Hijo Jesucristo, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.

8. Despedida e invitación al siguiente encuentro (5’)

El coordinador despide a todos y los invita al siguiente encuentro. Finalmente los exhorta a leer la Lectura Complementaria.


LECTURA COMPLEMENTARIA
Lucas 24, 13-35
 

Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, que dista de Jerusalén unos once kilómetros. Iban hablando de esos sucesos (lo ocurrido con Jesús en Jerusalén). Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y comenzó a caminar con ellos. Pero sus ojos estaban tan cegados, que no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo:

“¿Qué es lo que vienen conversando por el camino?

Ellos se detuvieron entristecidos, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió:

“¿Eres tú el único en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí en estos días?”

Él les preguntó: “¿Qué ha pasado?”

Ellos contestaron:

“Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. ¿No sabes que los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron? Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel. Y, sin embargo, ya hace tres días que ocurrió esto. Es cierto que algunas de nuestras mujeres nos han sorprendido, porque fueron temprano al sepulcro y no encontraron su cuerpo. Hablaban incluso de que se les habían aparecido unos ángeles que decían que está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y lo encontraron todo como las mujeres decían, pero a él no lo vieron.

Entonces Jesús les dijo:

“¡Qué torpes son para comprender, y qué duros son para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías sufriera todo esto para entrar en su gloria?

Y empezando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que decían de él las Escrituras. Al llegar al pueblo donde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron diciendo:

“Quédate con nosotros, porque es tarde y está anocheciendo”

Y entró para quedarse con ellos.

Cuando estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a ellos. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Jesús desapareció de su lado. Y se dijeron uno a otro:

“¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”

En aquel mismo instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a todo los demás, que decían:

“Es verdad, el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón”.

Ellos, por su parte, contaban lo que les había ocurrido cuando iban de camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

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