EL ICONO EN LA LITURGIA
La imagen o icono forma parte de la celebración litúrgica de una manera casi
connatural, como la lectura o el canto.
todo el templo oriental clásico está decorado con imágenes, hasta llegar a
cubrir casi todos los espacios. quien entra en una iglesia oriental, tiene que
tener la sensación de que el templo es el cielo en la tierra, la presencia y la
comunión de los santos, la narración actualizada de todos los episodios de la
historia de la salvación. Estas iglesias representan una verdadera Biblia de los
pobres, el fruto de un esfuerzo por llenar de belleza el corazón del fiel que
entra en este templo, para que se sienta en el cielo, atraído por una realidad
que lo sumerge en Dios y en la comunión de los santos.
Es también importante conocer lo que es iconostasio o lugar de las imágenes que es el muro que separa el santuario donde se celebra la Eucaristía de la nave donde están los fieles. Esta separación, al principio muy sencilla, se ha ido aumentando hasta convertirse en un muro que distingue los dos espacios de la iglesia. Las imágenes quieren ser como la transparencia del misterio o de los misterios que se celebran allá dentro, en medio del ambiente sagrado.
La disposición tradicional de un gran iconostasio, como aparece en los clásicos
ejemplares de la tradición eslava, presenta:
- en el nivel inferior: algunas escenas que ilustran las prefiguraciones de la Eucaristía en los sacrificios del A.T.
- en el nivel medio: las imágenes de Cristo, de la Virgen Madre de Dios y de otros santos
- en el plano superior: las fiestas del Dodecaorton, o doca grandes fiestas del año litúrgico
- en otro plano superior: la imagen de la Deesis que propone a Cristo Maestro, Sacerdote y Juez en el centro, a los lados a la Virgen Maria y a San Juan el Precusor, con Ángeles (Miguel y Gabriel), Apóstoles (Pedro y Pablo) y otros Santos
- en
la parte superior, en varias filas a veces, los profetas y patriarcas que
convergen en la imagen de la Virgen del Signo, La Madre de Dios con Cristo el
Enmanuel en su seno.
Podemos ver ahora más en detalle algunos elementos iconográficos del
iconostasio. el iconostasio tiene tres puertas. Las del centro, por las que sólo
entran los sacerdotes, se llaman puertas reales. La otra puerta, por donde entra
y sale el diácono para incensar el templo y entonar las grandes letanías, se
llama Diakonikon. Por esta puerta salen los celebrantes en las dos procesiones
que caracterizan la liturgia bizantina mientras se dirigen a las puertas reales
por las que entran en la parte interior del santuario donde se celebra la
Eucaristía:
- la pequeña entrada, para la liturgia de la palabra, con el Evangelio, que lleva esculpida la imagen de la Resurrección;
- la
gran entrada, con los dones sagrados para la celebración de la eucaristía,
mientras se canta el famoso y hermoso Himno de Kerubikon o canto de los
querubines: Nosotros, símbolo y figura de los Querubines, que cantamos el triple
santo a la trinidad fuente de vida, despojémonos de todo afán temporal, pues
vamos a recibir al Rey del universo, invisiblemente escoltado por legiones de
Ángeles. Aleluya.
Las
puertas reales tienen pintado el icono de la Anunciación, en griego
Evanghelismós, por ser este episodio evangélico la puerta del misterio y de los
misterios de Cristo. También suele pintarse en ella la imagen de los cuatro
evangelistas porque es el lugar desde donde se proclama solemnemente y se
comenta el Evangelio.
A ambos lados de las puertas reales se encuentran los iconos de Cristo y de la virgen, ante los cuales el celebrante o el diácono recita o canta las intercesiones inclinándose con devoción y haciendo las respectivas incensaciones.
A
veces en el centro, a la altura de las puertas reales, se encuentra el icono de
la Santa o mística Cena, misterio que representa la Eucaristía enmarcada entre
las fiestas del Dodecaorton o doce grandes fiestas del Año litúrgico bizantino.
Se representan ordinariamente: la Anunciación, navidad, la Presentación del
Señor al templo, el Bautismo o Teofanía, la transfiguración, la resurrección de
Lázaro, la entrada en Jerusalén, la Crucifixión, la Bajada a los abismos o
resurrección de Cristo, la Ascensión, Pentecostés, la Dormición de la Madre de
Dios.
En el fondo del altar está la cruz, con el Señor crucificado y a ambos lados la
Virgen Maria y San Juan, contemplando el misterio.
En el ábside de la Iglesia podemos encontrar diversas imágenes de gran valor simbólico. a veces se trata de un Cristo Pantocrátor, otras se trata de la imagen de la Virgen, Madre de Dios Platytera ouranôn, literalmente más amplia que los cielos o la que contiene lo incontenible.La virgen lleva en su centro al Niño Jesús en su círculo de gloria; bendiciendo con su mano derecha y con un rollo en su mano izquierda, símbolo del mensaje que va a anunciar al mundo. En otros lugares tenemos la Trinidad del Antiguo Testamento que representa la aparición de los tres ángeles junto al encinar de Mambré a Abraham, símbolo de la Trinidad. Estos dos iconos, están delante de la asamblea, como imágenes simbólicas y ejemplares de la iglesia que tiene que ser como maría, la portadora de Dios, o como la Trinidad: una perfecta comunión entre las personas.
En la
cúpula del templo se pinta con frecuencia la imagen de Cristo, Rey y Juez, que
desde lo alto parece presidir la asamblea, como cabeza del cuerpo que es la
iglesia, evocando las palabras del evangelio de Mateo: Donde dos o más están
reunidos en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos (Mt. 18,20)
Los
icono del Señor y de la Madre de Dios se inciensan y se besan con devoción,
haciendo una inclinación y la señal de la cruz, o recitando una breve oración
apropiada.
Cuando una fiesta del Señor o de la virgen tiene su icono, éste se pone en medio del templo en un facistol o atril, rodeado de flores y con velas encendidas.
Todos los Domingos se pone en el centro del templo el icono de la Resurrección para subrayar que cada domingo se celebra la Pascua semanal. El mismo icono preside las celebraciones durante todo el tiempo pascual.
El Viernes Santo se hace una sugestiva procesión con el precioso lienzo bordado de la sepultura del Señor, se depone en un altar en el centro del templo y los fieles se acercan a venerarlo y besarlo, tras haber hecho las profundas postraciones rituales, con la cabeza en el suelo, llevando perfumes y flores. recuerdan así a las mujeres miróforas, portadoras de aromas, que fueron al sepulcro a ungir al cuerpo del Señor. Algo semejante se hace también con el icono de la Dormición de la Virgen, o Asunción, en el día de su fiesta, el 15 de Agosto.
Como
podemos observar, tenemos aquí una sugestiva integración de la imagen en la
liturgia que responde a las exigencias de la religiosidad popular que tienen su
culmen en algunas celebraciones del año litúrgico.