ADOPCIONISMO
Adopcionismo: Según esta herejía, que tuvo como autor a un rico curtidor de
pieles, Teodoto de Bizancio, Cristo era solamente un hombre, al que Dios adoptó
como hijo en el momento de su bautismo y al que confirió una potencia divina
para que pudiera llevar a cabo su misión en el mundo. Excomulgado por el Papa
Víctor hacia el año 190, Teodoto fundó una secta, la cual tuvo, a mediados del
siglo III, su último representante en Artemón o Artemo que enseñaba en Roma.
Una variante del adopcionismo de Teodoto de Bizancio
es el error de Pablo de Samosata, que fue obispo de Antioquía, entre el 260 y el
268; éste, para conservar la unidad divina, sostenía que Jesús no era Dios sino
un hombre como los demás, pero con la diferencia de que, a él, el Verbo se le
había comunicado de una manera especial, inhabitando en él.
Un matiz muy distinto tiene el adopcionismo del español Elipando de Toledo y
Félix de Urgel (siglo VIII), los cuales admitían la Trinidad y enseñaban una
doble adopción de Cristo: una divina y otra humana; como hombre, Cristo era
solamente hijo adoptivo de Dios, pero como Dios era verdadero Hijo de Dios.
El Adopcionismo de la Iglesia Española(1)
1. Orígenes
- El Adopcionismo Español se sitúa en el intento de acercamiento
interconfesional, desde el ámbito de la doctrina Cristológica, de la Iglesia
mozárabe, con la cultura árabe.
- El vocablo adopción fue importado de Oriente a Occidente por Teodisco, sucesor
de San Isidoro en la sede de Sevilla. Teodisco fue depuesto de su dignidad por
afirmar que Jesucristo no era Dios con el Padre y el Espíritu Santo, sino
adoptivo. Posteriormente, pasó a los árabes.
- El principal personaje relacionado con el Adopcionismo es el monje Elipando de
Toledo. Nació el 25 de julio del 717. Se educa en una escuela monacal y pronto
hace profesión monástica. Siempre dedicado al estudio, se cree que pudo haber
recibido influencias de escuelas religiosas sirias. Los sirios habían llegado a
la península procedentes del norte de Africa en la temprana juventud de Elipando.
- Entre el 754? y el 800? rige la sede de Toledo. Combatió contra los intentos
de Carlomagno de someter la Iglesia española a la franca.
- Elipando, con un arzobispado cuyo vasto territorio estaba bajo el influjo de
los árabes, intenta pactar con los mahometanos para quien Jesús era solo un
profeta y por lo tanto mero hombre. La doctrina proclamada por el obispo de
Toledo es que Cristo, según su naturaleza humana es hijo adoptivo de Dios. Por
lo tanto, en diálogo con los hijos de Mahoma convenía sostener la filiación
adoptiva en cuanto hombre, y con los cristianos la filiación natural en virtud
de su naturaleza divina.
- La exposición de la doctrina de Elipando aparece en relación a la refutación
de Migencio, predicador que sembró ideas confusas en algunas regiones de la
bética. Conocemos sus doctrinas por una carta que le escribe Elipando, en
contestación a una especie de carta circular, método propagandístico usado por
Migencio. Decía el arzobispo de Toledo: «Leímos tu carta sin poder contener la
risa. En ella aparece tu fatua e ignorante locura de tu corazón. Vimos la carta
y la encontramos ridícula por la falta de consistencia de tus afirmaciones y no
sólo nosotros, sino toda la catolicidad te desprecia por tu pútrida doctrina y
te declara digno de anatema... No se puede curar tu enfermedad con fomentos de
vino y aceite, sino con un cuchillo de doble filo ha de amputarse podredumbre
tan antigua.»
- Migencio afirmaba que la Trinidad estaba compuesta de tres personas, El Padre,
David; el Hijo, Jesús de Nazaret; el Espíritu Santo, el apóstol San Pablo. Decía
también que los sacerdotes mienten cuando se confiesan pecadores, siendo en
realidad santos y si no lo son ?porqué se atreven a celebrar los sagrados
misterios? Roma, para Migencio, era el único lugar santo, ya que allí habitaba
Cristo.
- El error adopcionista de Elipando, lo encontramos en la refutación de la
doctrina sobre la segunda persona de la Trinidad, que para Migencio era de la
desendencia de David, pero no la engendrada por el Padre. Elipando enfurecido
contesta que cómo puede ser el Hijo de Dios, nacido únicamente de la madre y no
engendrado por el Padre sin principio y, si en la Trinidad nada puede haber que
sea corpóreo ni mayor ni menor, cómo se atreven a decir que aquella forma servil
es la segunda persona de la Trinidad, ya que el mismo Hijo de Dios, con relación
a esta forma por la cual es criatura del Padre dice de sí mismo el "Padre es
mayor que yo"(Jn.4,28).
- El error de Elipando, admitiendo una diversidad de hijos, uno según la
naturaleza divina que es igual al Padre, y otro (inferior) según la natura
humana que era hijo de María y siervo de Dios, era una clara herejía.
2. Primeras respuestas
- Los primeros en responder y poner en duda la doctrina del metropolitano de
Toledo fueron Beato, abad de Santo Toribio de Liébana, y el obispo fugitivo de
Osma, Eterio. En torno al 785 escriben a Elipando manifestando sus dudas por la
doctrina expuesta. El escrito lleva el nombre de Apologeticus (2)
- En defensa de la doctrina de Elipando aparece Félix obispo de Urgel. Félix era
de carácter más razonador e inteligente que el primero. Estando su diócesis en
la Marca hispánica - en ese entonces bajo el dominio de Carlomagno - causa con
su ardiente debate, que la doctrina traspase el territorio peninsular y se
convierta en una disputa de toda la Iglesia universal.
3. El Adopcionismo más allá de los Pirineos
- Entre los años 786 y 787 el Papa Adriano I dirige una carta a Ascárico,
metropolitano de Braga y a Elipando, llamándolos a que abandonen su doctrina
- Al no lograrse ninguna retractación, el Papa convoca en unión con Carlomagno
-temeroso éste por la ruptura de la unidad del Imperio- un concilio en Ratisbona
(792). Allí comparece Félix, quien expone sus tesis. Habiendo sido convencido de
sus errores, Félix va a Roma donde compone una profesión de fe en la que
condenaba la doctrina del hijo adoptivo y profesaba que Jesucristo est proprius
et verus Filius Dei.
- Vuelto Félix a su sede en Urgel, por invitación de Elipando, vuelve a caer
nuevamente en el adopcionismo y se traslada a Toledo, donde tenía mayor apoyo.
- En vista de la persistencia, y de las cartas que Elipando había dirigido a
muchos obispos germanos y franceses, Carlomagno convoca otro concilio general
con el consentimiento del Papa en Francfort (junio del 794). Asisten unos 300
obispos, y ademas una representación pontificia. Elipando expone en un magnífico
discurso la fe en litigio. Al terminar pregunta «?cuál es vuestra opinión?».
- Las conclusiones dicen que la frase «hijo adoptivo» no solo es desconocida en
la antigüedad, sino falsa, porque induce a creer que Cristo no es propio hijo de
Dios.
- Elipando y Félix no reconocieron el Libellus Sacrosyllabus compuesto por el
concilio. Por ello se reunió un sínodo romano en el 799 que pronunció un anatema
contra Félix. Félix fue convocado nuevamente por Carlo Magno en Aquisgrán, donde
después de haberle expuesto varios obispos la falsedad de su doctrina, con
razones de la Sagrada Escritura, renuncia a ellas. Muere al parecer en Lyón,
donde el emperador había mandado que permaneciera. Elipando murió obstinado en
sus doctrinas.
Notas
1. Cf. J.F. Rivera, La Iglesia mozárabe, en. Historia de la Iglesia en España,
dirigida por Ricardo García Villoslada, BAC Maior (Madrid 1982) Vol. II-1, pg.37-46;
R. Silva, Adopcionismo, en: DHEE, I, 10-11; M. Díaz y Díaz, Elipando, en: DHEE,
II, 782; M. Menéndez y Pilayo, Historia de los Heterodoxos Españoles, Espasa-Calpe
Argentina (Buenos Aires 1951) II, 256-329; Oliver, A., Félix de Urgel y el
adopcionismo, en: Historia de la Iglesia en España, II-1 89-92; Riu, M., El
adopcionismo: una herejía cristológica en la España islamizada, en: Historia de
la Iglesia, dirigida por Fliche-Martín (Valencia 1975) VI, 521-531; Vilanova,
Evangelista, Historia de la Teología Cristiana, I. De los orígenes al siglo XV,
Editorial Herder (Barcelona 1987) 387-389.
2. PL 96, 893-1032.
Monarquianismo adopcionista (o dinamista) – Teodoto de Bizancio fue el principal propulsor de esta herejía de corte cristológico. Influido por diversas corrientes ebionitas y gnósticas, sostuvo que Cristo era sólo un hombre común (o un ángel según corrientes adopcionistas más antiguas), nacido sobrenaturalmente de la Virgen María por obra del Espíritu Santo. Creía que su condición divina la recibió al ser ‘adoptado’ como Hijo de Dios durante el bautismo en el río Jordán (según otros adopcionistas ello habría ocurrido después de su resurrección). En consecuencia, el Logos (o Verbo) era sólo una fuerza de energía divina que entró temporalmente en Cristo para poder éste ejercer su misión mesiánica.
A
pesar de que Teodoto fue excomulgado por el papa San Victor I (192-201),
consiguió formar en Roma una comunidad de seguidores quienes, con el fin de
defender sus doctrinas, no solo recurrieron a las Sagradas Escrituras sino al
pensamiento de diversos filósofos como Aristóteles, Platón y Euclides. Otros
importantes representantes de la herejía adopcionista fueron Teodoto el Joven,
quien afirmaba que Melquisedec era una especie de intermediario entre Dios y los
ángeles, y principalmente, Pablo de Samosata, obispo de Antioquía (260-268) y
el obispo de Sirmio, Flotino (excomulgado en el año 351). En sus predicaciones
Pablo comenzó a negar la doctrina trinitaria como la divinidad de Cristo, ante
lo cual en el año 264 se convocó a un sínodo con la finalidad de exigirle una
retractación de sus opiniones. La actitud dubitativa por él demostrada motivó
que en un nuevo sínodo (268) se decidiera excomulgarlo y deponerlo del cargo
eclesiástico que ostentaba.
En el
curso de la historia, y antes de la aparición de Teodoto de Bizancio como de
Pablo de Samosata, hubo una versión más antigua y mitigada del adopcionismo, que
lo encontramos entre los años 140-150 en el pensamiento de Hermas (se cree de
origen judío), hermano del por entonces papa S. Pio I (142-157) y autor del
famosísimo “El Pastor’. Según aquél, Cristo es el siervo escogido (adoptado)
por Dios, en quien habita el Espíritu Santo (al que no concibe como persona
sino como una potencia divina) y participa de sus privilegios con motivo de su
fidelidad.
Por
útlimo, en el curso del siglo VIII reapareció el adopcionismo reformulado por el
obispo de Urgel, Félix y por Elipando de Toledo. La herejía fue condenada
solemnemente durante el segundo Concilio Ecuménico de Nicea (787) y luego por el
papa Adriano I en el año 794.