Sobriedad

 

"Nuestras camas no deben ser demasiadamente blandas y delicadas, sino de una moderación correspondiente a un cristiano. No hemos de tomar el sueño como quien se abandona enteramente al descanso, sino como un breve alivio para el cuerpo: no nos debemos entregar al sueño por ociosidad y pereza, sino para recobrarnos de nuestras fatigas: debemos dormir, de suerte, que despertemos con facilidad. (S. Clemente. Pedagogo, sent. 4. lib. 2. c. 9. Tric. T. 1.p. 223.)"

"Yo alabo y admiro la antigua costumbre de los lacedemonios. que sólo permitían el oro y los vestidos muy ajustados a las mujeres mundanas, procurando por este medio desarraigar el lujo de las mujeres honradas, permitiéndole solamente en las abandonadas al vicio. (S. Clemente, sent. 6. ídem Ídem, Tric. ídem. p. 224.)"

"Dios ha dispuesto por obra suya al hombre la comida y la bebida, para que se conserve, no para que se entregue al deleite. (S. Clemente, Pedagogo, lib. 2. c. 1, sent. 2, adic. Tric. T. 1. p. 349.)"

"De ningún modo se ha de permitir a las mujeres que manifiesten descubierta alguna parte de su cuerpo a la vista de los hombres, para que no caigan unas y otros: éstos, porque las excitan a mirar: aquéllas. porque arrastran hacia sí los ojos de los hombres. Siempre nos debemos portar con honestidad, como que está presente Dios. (S. Clemente. ídem. ídem. sent. 3. adic. Tric. ídem. ídem.)"

-"San Pablo quiere que esté lejos de las mujeres la vanidad de los adornos: porque si son hermosas, la naturaleza es suficiente: no pelee el arte contra la naturaleza: es decir, no litigue jamás el engaño con la verdad. Pero si por naturaleza son feas. con lo mismo que se ponen arguyen lo que les falla. Aquéllas, pues. que sirven a Jesucristo, conviene que abracen la frugalidad. (Idem. ídem. c. 10. sent. 7. adic. Tric. T. 1,p. 150.)"

"Una mujer perfecta, esto es. cristiana y casta, lejos de procurar i \citar deseos, ha de mirar esto con horror: pues sabemos que el cuidado de agradar con la hermosura del cuerpo, que arrastra, naturalmente, a la lascivia, proviene de una conciencia herida que perdió la rectitud. ¿Por qué trabajáis por suscitar el mal en vosotras mismas? ¿Por qué despertáis en los otros los deseos de unas cosas que por vuestra profesión debéis estar distantes de desear? Por otra parte. nosotros no debemos abrir la puerta a las tentaciones que por sí nos arrastran alguna vez con su violencia, o pueden por lo menos causar con los malos pensamientos movimientos peligrosos. Dios aparte de todos los cristianos este mal. (Tertuliano, lib. de los adornos de las mujeres, c. 20, sent. 18. Tric. T. 1, p. 200.)"

"En los vestidos y adornos del cuerpo no debemos pasar los términos de la decencia y el aseo: pretendiendo en todo agradar a Dios, pecan contra esto las que usan colores postizos, pues dan a entender que les desagrada la obra de Dios y que hallan que enmendar en ella. y de este modo reprenden tácitamente al Criador. En efecto, ¿no merece reprensión tomar de su mayor enemigo el demonio estos artificios que añaden a la obra de Dios? (Tertuliano, ídem. c. 5, sent. 19, Tric. Ídem. p. 201.)"

"Adornadas, oh mujeres, con las virtudes que os enseñan los Apóstoles y los Profetas, sujetad vuestras cervices al marido, y estaréis bastante adornadas: ocupad vuestras manos en trabajar lana, fijad vuestros pies en vuestra casa, y le serán a vuestros esposos mas agradables que si brillaran con oro y piedras preciosas: vestid la seda de la probidad, el lino puro de la santidad, la hermosa púrpura de la castidad: do vayáis asi adornadas, y será vuestro amante Jesucristo. (Tertuliano, ídem. c. 13. sent. 20, Tric. ídem. ídem.)"

"Vosotras solamente debéis agradar a vuestros maridos, y en tanto los agradaréis, en cuanto no procuréis agradar a otros: las que tenéis la bendición, estad seguras: ninguna mujer es tea para su marido. No es de cristianas pensar que si moderan el adorno han de incurrir en el odio y aversión de sus esposos. Todo esposo pide la castidad. El fiel no mira a la hermosura, porque los cristianos no nos dejamos llevar de los mismos bienes que los gentiles. (Tertuliano, lib. cult. foemin., c. 2, sent. 18, adic. Tric. ídem. p. 364.)"

"Por los concursos y el recíproco deseo de ver y ser vistas salen al público las pompas y vanidades, o para negociar lascivia, o para insolentarse con la vanagloria. (Tertuliano, ídem. ídem, sent. 19, adic. Tric. ídem. p. 364.)"

"A la pure/.a cristiana no la basta el ser: necesita parecer: puede ser tanta su plenitud, que salga del corazón al vestido, y de lo interior de la conciencia prorrumpa a la superficie, para que por fuera la mire corno alhaja suya propia, conveniente para contener perpetuamente la fidelidad. Se han de sacudir del ánimo las delicias: con su blandura y abundancia, puede afeminarse el valor de la fe. (Tertuliano, ídem. c. 13. sent. 20, adic. Tric. ídem, p. 364 y 365.)"

-"¿Qué expresiones serán suficientes para contar la felicidad de aquel matrimonio que la Iglesia concilla, la oblación le confirma, los Angeles le sellan, y el Padre le acepta? ¿Qué yugo como el de dos fieles que viven con una misma esperanza, un mismo deseo, una misma doctrina y una misma servidumbre? Ambos hermanos, y ambos consiervos. Juntos oran. Juntos pasan los ayuno.s mutuamente se llevan, y mutuamente se exhortan. Iguales en la casa de Dios. ¡guales en el matrimonio de Dios. En los trabajos, en los refrigerios, ninguno se oculta del otro, ninguno huye del otro, y ninguno de los dos es molesto a su consorte: libremente visitan los enfermos y sustentan a los necesitados. Eas limosnas sin tormento, los sacrificios sin escrúpulo. y el cotidiano ejercicio sin impedimento. No hay que persignarse furtivamente, es intrépida la congratulación, no es muda la bendición: resuenan entre los dos los Salmos y los himnos, y mutuamente se excitan sobre quién cantará mejor a su Dios: se alegra Cristo que tales cosas oye y ve. A estos es a quienes envía su paz. En donde están dos, allí está El: y en donde está. no está el malo... No es lícito a los fieles casarse de otro modo: y aunque fuese permitido no les convendría. (Tertuliano, lib. 2. ad exhor., c. 5, sent. 21, adic.. Tric. ídem. p. 365 y 366.)"

-"¿Cuándo se verificará que comamos a gloria de Dios? Cuando no comamos como esclavos del vientre por el placer de comer, sino como buenos obreros de Dios. con el fin de estar más fuertes y capaces de cumplir lo que nos manda. (S. Basilio, interrog. 196. sent. 71. Tric.T. 3.p. 203.)"

"Jamás nos hemos de aficionar a cosa alguna en donde entre el deseo del placer que suele mezclarse con ella. Primeramente nos hemos de guardar mucho de contentar el gusto, como que éste es el más antiguo origen, y como padre del vicio. (S. Greg. de Nisa, de Virg., c. 21, sent. 31, Tric. t. 4. p. 1 19.)"

"Es necesario seguir en nuestra vida esta regla exacta de templanza: no poner jamás por fin de nuestras acciones la sensualidad, sino sola la necesidad de usar de las cosas en los objetos en que se halla mezclado el placer: porque, sin duda, muchas veces sucede que el placer está junto con la necesidad de usar de las cosas, y la misma necesidad sazona de ordinario y da gusto a las viandas que es preciso comer. Pero como no hemos de despreciar la necesidad de comer por causa del placer que le acompaña, así tampoco se debe tener por fin principal el placer, sino que siguiendo y amando lo que hay útil en todas estas cosas, es preciso no poner la intención solamente en lo que agrada a los sentidos. (S. Greg.. ibid., sent. 32, Tric. ibid., p. 119.)"

“Es necesario guardarnos igualmente de uno y otro exceso, es a saber, de sepultar nuestra alma en la gordura del cuerpo, concediéndole todos los gustos y delicadeces de la vida, y de extenuar el cuerpo con la demasiada maceración, de modo que se reduzca a no poder aplicarse al trabajo y ejercicios de la virtud: teniendo presente aquellas palabras de la Escritura: Ninguno se extravíe a la derecha ni a la izquierda. (S. Greg. de Nisa, ibid., c. 22, sent. 33, Tric. ibid.. p. 120.)"

"Es preciso cuidar de que no esté la carne tan delicadamente cuidada ni tan bien nutrida que no quiera dejarse gobernar: ni se trate con tanto rigor y austeridad que se la debilite demasiado, y de tal modo. que pueda cumplir con los ejercicios necesarios: porque el fin de la perfecta continencia no ha de ser simplemente el afligir el cuerpo, sino facilitar los ejercicios del espíritu. (S. Greg. de Nisa, ibid., sent. 34, Tric. ibid.. p. 120.)"

"Hasta los ojos son puros en el hombre modesto, por lo que huye de aquellos espectáculos que incitan a la lujuria. (S. Greg. de Misa, vit. mor. interp., sent. 3, adié. Tric. ¡bid., p. 357.)"

"Tener lo que basta al deseo es estar rico. La frugalidad tiene medida: la renta, no la tiene. (S. Ambrosio, de Abs., hh. 2. sent. 11. adic. Tric. ¡bid., p. 396.)"

"¿Qué hace el blanco y encarnado sobre el rostro de vuestra mujer cristiana. sino encender y conservar el amor profano, y publicar el desarreglo del alma? Estas composturas nada tienen del Señor: son invención del demonio. ¿Con qué confianza podra una cristiana levantar al cielo el rostro, que no reconoce en ella Aquel que se lo formó? (S. Jerón., sent. 15. Tric. T. 5, p. 241.)"

"Ni la afectación de los vestidos desaliñados, ni el demasiado aseo convienen al cristiano. (S. Jerón., Ep. ad Eustoch., c. 22. sent. 22, Tric. ibid.. p. 242.)"

"Cuando el Apóstol San Pedro arregla el modo de vestirse las mujeres, no pretende obligarlas a ir sin aseo ni limpieza. ni con vestiduras cubiertas de remiendos: solamente quiere moderar el exceso, y cercenar la superfluidad de sus adornos, encomendándolas en todo la sencillez y la modestia. (S. Paulino. Ep. ad Celantiam, sent. 29, Tric. ibid., p. 333 y 334.)"

^Procurad que la gravedad y seriedad no excedan los justos límites de la moderación, no sea que degenere en una severidad extremada, incómoda a todo el mundo: porque hay una alegría espiritual que siendo honesta y decente, contribuye para unirnos mas a Dios. y regocija y atrae agradablemente a los que quieren ir al Señor. (S. Juan Crisóst., Religiosum facetiis. sent. 255, Tric. T. 6. p. 353.)"

"Advierte Moisés a los israelitas, que cuando comen y beben, se acuerden del nombre del Señor, su Dios: porque el tiempo de los placeres es peligroso, y fácilmente borra en nuestras almas la memoria de Dios. (S. Juan Crisóst.. Homil. 16. c. 7. sent. 267. Tric. ibid., p. 355.)"

"No cuidéis de vuestra carne para satisfacer los deseos desordenados. No nos prohibe el Apóstol tener cuidado de nuestra carne: solamente no quiere que procuremos satisfacer sus deseos en aquellas cosas que exceden el uso necesario para la vida: no cuidéis, pues, de vuestra carne para la sensualidad, sino para la salud. Pues no es verdaderamente cuidarla encender un brasero que la consuma. (S. Juan Crisóst., Homl. 24, c. 13, sent. 295, Tric. ibid., p. 362.)"

Comed solamente lo necesario para satisfacer el hambre: no uséis otros vestidos sino los que pide la necesidad de cubrir el cuerpo: pues no se debe buscar la hermosura del traje para adornar el cuerpo, poíno perderle, pretendiendo hermosearle, y por no hacerle malsano, haciéndole más delicado. Gobernad, pues. vuestro cuerpo con tal templanza. que le tengáis siempre pronto para cumplir con lo que le pide el espíritu. (S. Juan Crisóst.. Homil. 24. c. 13. sent. 296. Tric. ibid.. ibid.)"

"¡Cómo podría ser que el que nos ha prometido el reino de los cielos acompañado de tantos bienes, no nos diese los de la presente vida! mas no le pidamos lo superfino: deseemos sólo lo que es necesario: no nos apartemos de esta máxima: que debemos contentarnos con lo suficiente para vivir, porque este es el medio de ser siempre ricos. No busquemos, pues. más que el alimento y el vestido, y tendremos todo lo necesario, y aun otros bienes mucho mayores. (S. Juan Crisóst.. Homil. 16. Tric. ¡bid.. p. 364.)"

"Si nos redujéramos a lo necesario, tendríamos mucho superfino: pero si andamos buscando cosas inútiles, jamás tendremos lo necesario. (S. Agust.. Psalm. 146. sent. 173. Trk\ T. 7. p. 470.)"

"Pues no debemos servir a todos los deseos, ni conceder a la carne todo lo que pide: no podemos menos de advertir que se nos manda la moderación de la templanza, de suerte, que a la carne sujeta al juicio de la razón, no se la conceda lo superfino, ni se la niegue lo necesario. En otra parte, dice el Apóstol: Ninguno aborrece su propia carne. antes bien. la sustenta y conserva. Es preciso, pues. sustentarla, no para los vicios y la lascivia, sino en cuanto pueda ayudar al espíritu para servir a Dios. (S. León. Papa. Serm. 69. c. 5. sent. 5S. Tric. T. S. p. 396.)"

"Aquél es distribuidor laudable de los vestidos y alimentos de los pobres, que sabe que en los necesitados viste y alimenta a Jesucristo: pues dijo el mismo Señor: Siempre que lo hicisteis con uno de mis hermanos, lo hicisteis conmigo. (S. León, Papa., Psalm. 51. c. 3. sent. 74. Tric. ¡bid.. p. 402.)"