Obispo

"Si estás ligado a una esposa, no pretendas desenlazarte. Si estas palabras se dijeron de una mujer casada, ¿con cuánta más razón se podrán aplicar a una Iglesia, a la que está obligado un Obispo? No debe buscar otra si no quiere que los libros santos le reprendan de adulterio. (S. Atanasio, sent. 23, Tric. T. 2, p. 176.)"

"Para ser un buen Obispo y digno de serlo, no es suficiente traer un vida inocente y pura, ni solamente el ser capaz de instruir a los otros; porque el que vive justamente es útil para sí solo si no tiene la doctrina necesaria la enseñan; y por otra parte desautoriza esta doctrina si no está apoyada en la santidad de la vida. (S. Hilario, lib. 8, sent. 3, Tric. T. 2, p. 257.)"

"Un Prelado debe vivir persuadido a que cuantos más son los subditos, más tiene a quien servir. (S. Basilio, Interrog. 50, sent. 62, Tric. T. 3, p. 200.)"

"La benignidad y la humildad deben ser las prendas principales de un Obispo. A la verdad, si el Señor no se avergonzó de servir por sí mismo a sus discípulos, ¿qué debemos hacer nosotros con nuestros iguales para manifestar que procuramos imitarle? También debe el Obispo ser clemente con los que delinquen por falta de experiencia, pero de suerte que no disimule sus pecados. Debe saber elegir los remedios más proporcionados contra las enfermedades que pretende curar, mire con circunspección que no reprenda con sobrada aspereza a los pecadores; adviértales con mansedumbre su obligación, sea vigilante en la administración de las cosas presentes y prevenga las que están por venir; sea fuerte para combatir a los que resisten y compasivo para acomodarse a la flaqueza de los débiles; sea exacto para no decir ni hacer lo que no contribuya a la perfección de los que gobierna; conténgase y no se introduzca por sí mismo en la prelacia sino por la libre elección de los que le pueden conferir la dignidad; por último, ya el Obispo debe haber dado anticipadamente o antes de serlo, los más señalados testimonios de la integridad de sus costumbres y de su virtud. (S. Basilio, Interrog. 43, sent. 63, Tric. T. 3, p. 200 y 201.)"

"A mí me parece que respecto del Obispado es preciso observar un medio justo entre dos especies de temor; esto es, que no se ha de desear cuando no nos llaman a él, ni desecharle cuando Dios nos llama; porque hay temeridad en pretenderle y desobediencia en renunciarle e imprudencia en las dos cosas. (S. Gregorio Nacianceno, Orat. 1, sent. 7, Tric. T. 3, p. 353.)"

"Un médico no merece este nombre si no ha adquirido un grande conocimiento en las enfermedades; y, según veo que proceden muchos, no hay cosa más fácil que hallar un Obispo, porque en un día le hacen santo: se manda a un ignorante que en un instante se haga sabio y hábil cuando se elige para el sacerdocio a un hombre que no trae otra disposición que la de querer verse sublimado. (S. Greg. Nacianc., sent. 36, Tric. T. 3, p. 357.)"

"Pensaba San Basilio que la virtud de un simple fiel consistía en estar exento del vicio y tener algún amor a la virtud, pero en cuanto a un Prelado, estaba persuadido a que merecía pasar por malo e indigno Obispo si no excede en mucho al mérito de los simples fíeles, si no se perfecciona de día en día, y si en virtud y santidad no corresponde a la elevación de su dignidad y su poder. (S. Greg. Nacianc., ibid., sent. 37, Tric. T. 3, p. 357.)"

"En una ciudad se necesitan siete Diáconos, algunos Presbíteros y un Obispo, y ninguno de estos debe tener mujer; porque es preciso que todos los días se hallen presentes en la iglesia para servir a los fieles que tengan necesidad, sin que éstos esperen a que se purifiquen como en la antigua ley del comercio con sus mujeres. (S. Ambrosio, in Epist., ad Timoth., c. 3, sent. 101, Tric. T. 4, p. 333.)"

"Peca el Obispo cuando ordena a alguno sin tenerle bien probado; pues para merecer las órdenes, es preciso que le reconozcan por más virtuoso que los demás fieles, y no basta estar exentos de crimen, es necesario que resplandezcan primero los méritos de las buenas obras en un hombre para que se le juzgue digno de ser ordenado. (S. Ambrosio, ibid., c. 7, sent. 102, Tric. T. 4, p. 333.)"

"Concededme, Señor, que yo sepa compadecerme en lo íntimo de mi corazón de la miseria de los que pecan: porque en esto consiste la soberana virtud de un Pastor. No os alegraréis, dice la Escritura, de la perdición de los hijos de Israel, ni les hablaréis con orgullo en el día de su tribulación. Haced, pues, que cuando yo oiga la confesión de las culpas de un penitente, tome parte en su dolor; y que esté tan lejos de reprenderle con aspereza y altivez, que mezcle yo mis lágrimas con las suyas para que yo llore por mí mismo cuando llore por él, y que diga: Tamar ha tenido más razón que yo para ser justificada. Cuando una persona joven ha pecado, sin duda la derribó y la hizo caer la ocasión, que es por lo común la que empeña en la culpa; pero yo, con ser un anciano, no dejo todavía de pecar. Aquella persona puede tener excusa en la edad; mas yo no tengo ninguna; porque ella tiene obligación a aprender, mas yo la tenga de enseñar. (S. Ambrosio, de poenit., lib. 2, c. 8, sent. 111, Tric. T. 4, p. 336.)"

"No conviene a la benignidad imperial quitar la libertad de hablar a los Obispos, ni a la generosidad episcopal no decir lo que piensa. Nada hace a los Emperadores tan familiares y tan afables a sus pueblos como la conservación de esta libertad en los que les sirven más de cerca; porque entre los buenos y los malos Príncipes hay esta diferencia: que los buenos quieren la libertad en sus vasallos, y los malos los quieren tener en servidumbre; por último, no hay cosa más peligrosa para un Obispo en la presencia de Dios, ni más indecorosa en la de los hombres, que el no tener valor para decir su sentir con toda libertad. (S. Ambrosio, Epist. 29, ad Theod., Imper., sent. 155, Tric. T. 4, p. 346.)"

"Vos ¡oh Emperador! corríais el mismo riesgo que yo delante de Dios si yo callara; mas ahora participaréis del mismo bien que yo hago hablando con la debida libertad, y no me tengáis por un importuno que se mezcla en donde no tiene que hacer, pues en esto cumplo con mi obligación y obedezco a los preceptos del Señor, en cuyo desagrado hay mucho más peligro que en el de un Emperador. (S. Ambrosio, ibid., sent. 156, Tric. ibid., ibid.)"

"Yo, en el caso de que sucediese lo que suelen ejecutar los que tienen la potestad suprema, estaba dispuesto a sufrir lo que conviene a un Obispo. Jamás abandonaré voluntariamente los derechos del Obispado: mas si quieren hacerme violencia, no sé lo que es defenderme, sólo podré afligirme, llorar y gemir: no tengo otras armas que el llano para resistir a las armas y soldados que me opongan los que me quieran precisar violentamente. Estas son las únicas defensas de los obispos, y no puedo ni quiero hacer otra resistencia; pero no acostumbro a huir abandonando mi Iglesia. (S. Ambrosio, in Auxent. Orat., sent. 157, Tric. ibid., ibid.)"

"Cuando se me propuso que entregase los vasos de la Iglesia, di por respuesta: que si se trataba de dar alguna cosa que fuese mía, como una heredad, una casa, o bien el oro y la plata, me desprendería gustoso de todo en cuanto estuviese de mi parte; pero que del templo de Dios nada podía quitar, ni debía yo entregar lo que me habían entregado a mí para custodiarlo, y no para abandonarlo. (S. Ambrosio, ibid., sent. 158, Tric. ibid., ibid.)"

"Maestro, ¿es permitido dar el tributo al César, o no? ¿Siempre han de oponer la autoridad del César a los siervos de Dios para afligirlos? ¿Que siempre ha de pretextar la impiedad el nombre del Emperador para calumniamos y perseguimos? (S. Ambrosio, ibid., sent. 159, Tric. ibid., p. 347.)"

"Apenas puede mi espíritu en su pequenez comprender la grandeza de este sagrado cargo y el conocimiento que tengo de mi flaqueza me hace temblar a vista de la pesadez de esta carga que me han impuesto. (S. Paulino, Ep. 1, ad Sever., sent. 8, Tric. T. 5, p. 330 y 331.)"

"Si se considerara el Sacerdocio supremo como cuidado, como trabajo, como carga, nadie se empeñaría en él tan fácilmente: pero se desea con ambición esta dignidad, como pudiera pretenderse una magistratura profana, con el fin de granjearse, honra y gloria delante de los hombres, y de este modo se pierden delante de Dios. (S. Juan Crisóst., Homl. 3, in Act. Apost., sent. 261, Tric. T. 6, p. 354.)"

"Aquel a quien han hecho Obispo como por fuerza y contra su voluntad, podrá hallar alguna excusa. (S. Juan Crisóst., ibid., sent. 262, Tric. ibid., ibid.)."

"Si el desprecio del Prelado sólo recae en su persona, debe sufrirle con paciencia; porque la virtud de su predicación resplandecerá más con el sufrimiento. Pero si el desprecio puede causar perjuicio a la salvación de los que penden de su conducta, no le debe sufrir, porque entonces más sería efecto de la necedad, que de la mansedumbre. (S. Juan Crisóst., Homl. 10, c. 5, ad Timoth., sent. 368, Tric. T. 6, p. 380.)"

"No impongáis tan presto las manos, ni comuniquéis en los pecados ajenos. ¿Qué quiere decir tan presto? Quiere decir: no os contentéis con probarla la primera vez, ni aún la segunda o tercera, sino esperad a imponerle las manos cuando le hayáis examinado por largo tiempo y con la mayor exactitud; porque es para vosotros muy peligroso ordenar con demasiada prontitud a un eclesiástico; pues por esa facilidad que ha de contribuir a sus desgracias, seréis reos de todos sus pecados pasados y por venir. (S. Juan Crisóst., Homl. 16, in 1. ad Corinth., c. 5, sent. 369, Tric. ibid., ibid.)"

"Un Doctor y un Obispo no tienen necesidad de fausto en sus palabras para persuadir la verdad; sino de juicio, recta razón y mucho conocimiento de la Escritura. ¿No veis cómo convirtió San Pablo toda la tierra y que hizo infinitamente él sólo mucho más que Platón y todos los filósofos juntos? (S. Juan Crisóst., Homl. 2, c. 1, Ep. ad. Tit, sent. 376, Tric. T. 6, p. 381.)"

"Si conocieses que el Obispo debe llevar la carga de todos; que a otros, aunque se dejen llevar de la ira, se les perdona, más a el de ningún modo; que los otros pueden tener excusa cuando pecan, mas el ninguna tiene: no acudirías con ambición. Dime: si el que tiene diez hijos que viven con él continuamente y están sujetos a sus órdenes se ve en la obligación de cuidarlos sin intermisión, ¿qué no padecerá el que tiene tantos, y no domésticos, sino que le deben la obediencia viviendo en su propia potestad? Para eso le honran, suelen decir: ¿Qué honra es esta? si los hombres más despreciables dicen afrentas contra él en los tribunales. ¿Por qué no les cierra la boca? Muy bien dicho. En eso no cuentan con lo que es propio del Obispo... ¿Quién podrá ponderar la solicitud cuando ha de predicar y enseñar? ¿quién la dificultad en las elecciones cuando por todas partes le oprimen los amigos y los enemigos, los suyos y los ajenos?... Si se conmueve con vehemencia, dicen que es cruel; si con poco ardor, dicen que es frío: y es preciso que concurran estas dos cosas, aunque sean contrarias, de modo que ni le aborrezcan ni le desprecien. (S. Juan Crisóst., in Act. Apóst., Homl. 3, sent. 18, adic. Tric. T. 6, p. 458.)"

"Cuando lo pide la necesidad, se debe ponderar dignamente como conviene cada uno a la elevación del gobierno; y como vive en él aquel que legítimamente le consiguió; y aún viviendo en él como enseña: y aunque enseñe lo que debe, procure conocer con toda su consideración su propia flaqueza, para que ni por humildad huya del misterio, ni la vida sea contraria al empleo que ha llegado, ni la santa vida se halle destituida de doctrina, ni la presunción haga ostentación de la doctrina. (S. Greg. el Grande, Pat. 1, Preloq., sent. 7, adic., Tric. T. 9, p. 380.)"

"Entonces fue laudable pretender el Obispado, cuando se sabía que esta dignidad era el medio de llegar a los mayores tormentos del martirio. (S. Gregorio el Grande, ibid., c. 8, sent. 8, ibid., ibid., p. 381.)"

"El que es poderoso en virtudes, llegue precisado al gobierno: el que está desnudo de ellas, ni aún obligado le admita. (S. Greg. el Grande, ibid., c. 9, sent. 9, adic.. Tric. ibid., ibid.)"

"Las honras lisonjean a los que miran su resplandor; pero aquellos que meditan su carga, las tiemblan. (S. Bem., Tract. de Offíc. et Mor. Episc., c. 7, sent. 128, Tric. T. 10, p. 329.)"

"Más temo yo los dientes del lobo que el báculo del Pastor. (S. Bern., Tract. de vit., Offic., Epist. n. 35, sent. 142, Tric. T. 10, p. 330.)"

"Bruno, varón ilustre, me pides consejo sobre si te debes conformar con los que quieren promoverte al Obispado. Más ¿qué hombre mortal presumirá decidir? Puede ser que Dios te llame, y entonces, ¿quién se atreverá a disuadirte? Puede ser que no te llame: y ¿quién te aconsejará que te acerques? ¿quién sino el Espíritu que conoce las profundidades de Dios, o aquel a quien se lo haya revelado podrá saber si es o no verdadera vocación de Dios? (S. Bem., Epist. 8 ad Brunon., sent. 6, adic.. Tric. T. 10, p. 346.)"

"Si nos agrada estar más altos más bien que mejores, no esperemos premio, sino precipicio. (S. Bem., Ep. 27, sent. 11, adic.. Tric. T. 10, p. 349.)"