Matrimonio

"El objeto y fin del matrimonio es la procreación de los hijos, y su buena educación. Su uso, sólo por saiisíacer los deleites, es contra la naturaleza racional y contra la ley. (S. clemente, sent. 5, Pedagogo, lib. 2, c. 9, Tric. T. 1, p. 124.)"

"Es una cosa admirable una mujer cuidadosa de su casa; ella forma la alegría de todos, los hijos se regocijan en la madre, el esposo en la mujer, ésta en su esposo y en sus hijos, y todos en el Señor. (San Clemente, sent.9, lib. 3, c. 11, Tric. T. 1, p. 125.)"

"Los matrimonios son legítimos y conforme a la institución de Dios, cuando la pasión de la sensualidad no es superior a sus leyes, y cuando se hacen con el fin de tener una asistencia saludable en esta vida, y de criar hijos. (S. Basilio de Vera Virg., sent. 29, Tric. T. 3, p. 195 y 196.)"

"No debéis creer que por haber elegido el estado del matrimonio os es permitido seguir la vida del mundo y abandonaros a la ociosidad y a la pereza; pues por el contrario, eso mismo os obliga a trabajar con más esfuerzo, y velar con más cuidado por vuestra salvación, considerando que habéis establecido vuestra habitación en un lugar lleno de lazos, y que es de la dependencia de las potestades rebeldes y enemigas, en donde continuamente tenemos delante de los ojos mil objetos que irritan nuestras ansias, mueven nuestros sentidos y encienden el fuego de nuestras pasiones. (San Basilio, de Abdic. rer., sent. 32, Tric. T. 3, p. 196.)"

"Asista Cristo a las bodas, mejor lo diré: en donde está Cristo allí está la modestia, (s. Greg. Nacian., Epist. 193, sent. 6, adic., Tric. T. 3, p. 394.)"

"El esposo debe dejar la arrogancia y el mal humor cuando ve que viene su esposa con sentimientos de afecto y de respeto. Sabéis que no sois dueño, sino marido. Dios ha querido que seáis el que gobierna el sexo más débil, pero no un tirano dominante. Corresponded a sus cuidados, y volved afecto por amor: pero alguno me dirá: yo soy de genio áspero: mas yo le responderé, que está obligado a reprimir el genio en favor del matrimonio. (S. Ambrosio, lib. 5, c. 7, n. 19, sent. 3, Tric. T. 4, p. 312.)"

"No se habla con Rebeca en punto a esponsales; porque estaba esperando el parecer de sus padres, y no pertenece al pudor de una doncella elegir por sí el esposo. (S. Ambrosio, lib. de Abr. cult., sent. 10, adic.. Tric. T. 4, p. 396.)"

"Si los que se casan hallan según la doctrina del Apóstol la tribulación de la carne, cuando sólo parece que debieran hallar satisfacción, ¿qué males no experimentarán en todo lo demás que acompaña al matrimonio? Pues en él se encuentra la tribulación en el espíritu, y en el alma, así como en la carne. (S. Jerón, ad. Jovin., lib. 1, sent. 35, Tric. T. 5, p. 244.)"

"Si el uso del matrimonio impide para la oración, por más fuerte motivo debe servir de impedimento para lo que es incomparablemente mayor, esto es, para recibir el cuerpo de Jesucristo. (S. Jerón., ep. 48, ad Pammach., sent. 39, Tric. T. 5, p. 245.)"

"Alguno me dirá que esta continencia es cosa dura, y que las gentes del mundo son incapaces de sufrirla, pero obsérvala el que pudiera, y el que no, vela lo que debe hacer; porque a mí no me pertenece examinar lo que cada uno puede o no puede, sino declarar lo que las Escrituras quieren que ejecutemos. (S. Jerón., Ep. 48, ad Pammach., sent. 41, Tric. T. 5, p. 245 y 246.)"

"Si perdéis una mujer buena, no dejéis de dar gracias a Dios porque os la quita para llevaros a la continencia, y con el fin de atraeros a una virtud más perfecta y celebrada, y de romper los lazos que os pudieran detener en una vida regular y común. (S. Juan Crisóst., Homl. 41, sent. 322, Tric. T. 6, p. 370.)"

"No puede suceder que una mujer que se aplica al cuidado de su casa, deje de ser púdica y honesta. (S. Juan Crisósto., Homl. 4, c. 2, Ep. ad Tit. sent. 377, Tric. T. 6, p. 381.)"

"Cuando se acercan las grandes solemnidades, conviene a los casados vivir en continencia, y a todos redimirse de sus pecados con limosnas. Si en estos días festivos se permiten regalar a sus amigos y vecinos, deben ejecutarlo con convites sobrios y modestos, de suerte que queda siempre con que socorrer a los pobres y necesitados. (S. Cesáreo de Arles, Serm. 42, sent. 8, Tric. T. 9, p. 45.)"

"A los que se hallan empeñados en las obligaciones del matrimonio, se les ha de advertir que cuando cuidan recíprocamente uno de otro, procure cada uno de tal modo agradar al consorte, que no desagrade al Criador: que traten las cosas de este mundo, de suerte que no dejen de desear las cosas que son de Dios; alégrense con los bienes presentes, pero sea temiendo cuidadosos los eternos males: lloren las pérdidas temporales, poniendo siempre su esperanza en los perpetuos consuelos, y conociendo que para todo cuanto hacen, adviertan que sólo permanece lo que deben apetecer. No desmaye con los males del mundo el corazón, pues le conforta la esperanza de los bienes del cielo. No engañen los bienes presentes a los que contristan los recelos de los males del juico subsiguiente. (S. Greg. el Grande, Admonit. 28, sent. 16, adic., Tric. T. 9, p. 383 y 384.)"

"La esposa debe tratar al esposo con respeto y veneración, como lo hicieron Sara con Abraham, Rebeca con Isaac, y la madre de Samuel y de Tobías con sus maridos. Una esposa debe profesar a su esposo un amor espiritual y santo, que con él le incline a piedad, excitándole con el buen ejemplo y la dulzura en sus palabras. Desde, en todo lo que se no oponga a Dios y a la honestidad, ser sumisa a su esposo, como la Iglesia lo es a Jesucristo. Debe calmar las incomodidades de su marido, y jamás excitarle a la impaciencia, ni con dicterios, ni palabras provocadoras, maldicientes y escandalosas, porque entonces gobernará la casa el demonio, debiéndola regir la paz y gracia de Dios. (Barbier., T. 3, p. 349 y 350.)"

"El esposo debe tolerar todo lo que no se oponga al servicio de Dios, para que se conserve la paz; apartarla de la vanidad mundana e inclinarla a la práctica de las virtudes, con el ejemplo, mayormente. Antes de emprender cualquier asunto doméstico, consúltense; que los hijos nada vean en ellos de censurable, antes todo lo contrario, que reine el amor y temor de Dios en la casa, y serán felices. (Barbier., T. 2, ibid., ibid.)"