Cielo

 

"¿Cómo podré subir a los cielos? El camino es el Señor: es verdad que es angosto, pero viene de los cielos; es verdad que es estrecho, pero es camino que lleva a los cielos. (S. Clemente, sent. 1, adic. Trie. T. l.p.349.)"

"Que las viñas o las olivas engañen la esperanza del labrador, que la yerba y los trigos mueran de sequedad en el campo, todo esto, ¿qué puede afligir a los cristianos y siervos de Dios que esperan toda especie de bienes y delicias en el reino celestial? Estos se regocijan y saltan de alegría en el Señor, su Dios: y cuando ponen los ojos en el premio que está por venir, no hay adversidad que no sufran con valor. (S. Cripiano, lib. contra Demetr., sent. 26, Tric. T. I, p. 302 y 303.)"

 

"Cada día nos vemos oprimidos de tantos males, así de alma como de cuerpo, y expuestos a tantos peligros, y con todo eso hallamos placer en estar largo tiempo en esta vida entre tantas espadas desnudas, con las que el demonio nos amenaza todos los instantes, cuando debiéramos desear salir con una muerte pronta, para llegar a Jesucristo. (S. Cipriano, Tratado de la inmortalidad, sent. 29, Tric. T. l.p.303.)"

 

""Que las viñas o las olivas engañen la esperanza del labrador, que la yerba y los trigos mueran de sequedad en el campo, todo esto, ¿qué puede afligir a los cristianos y siervos de Dios que esperan toda especie de bienes y delicias en el reino celestial? Estos se regocijan y saltan de alegría en el Señor, su Dios: y cuando ponen los ojos en el premio que está por venir, no hay adversidad que no sufran con valor. (S. Cripiano, lib. contra Demetr., sent. 26, Tric. T. I, p. 302 y 303.)

 

"¿No es una cosa bien fuera de razón y de justicia orar y pedir que se haga la voluntad de Dios, y al mismo tiempo no obedecerle sin repugnancia, cuando quiere sacarnos de este mundo? Nosotros resistimos. nos hacemos fuertes, y como siervos obstinados, vamos, a pesar nuestro, y llenos de pena a la presencia de nuestro Señor: no dejamos voluntariamente la vida sino por necesidad, y a más no poder, y con todo eso queremos que aquel Señor a quien vamos a ver contra nuestro gusto nos premie con sus bienes celestiales. ¿Para qué es pedir a Dios que llegue a nosotros el reino de los cielos, si tanto nos agrada la cautividad en que vivimos sobre la tierra? Para qué es pedir con súplicas tan instantes y frecuentes que acelere el tiempo al establecimiento de su reino en nosotros, si parece que queremos más servir aquí al demonio, que reinar con Jesucristo en el cielo? (S. Cipriano, ibid., sent. 30, Tric. idem, p. 304.)"

 

"Debemos considerar que ya hemos renunciado al mundo, y que vivimos en él como pasajeros y extraños. Abracemos, pues, aquel dichoso día que ha de introducir a cada uno de nosotros en su tranquila habitación: aquel día que, librándonos del mundo y rompiendo los lazos de la carne, nos restituirá al paraíso y nos dará entrada al reino celestial. ¿Qué extranjero hay que no se dé prisa por volver a su patria? ¿Qué pasajero en el mar no suspira por un viento favorable para volver a ver cuanto antes los amigos y parientes? El paraíso es nuestra patria, los Patriarcas nuestros padres; ¿cómo, pues, no corremos por volver a visitar nuestra patria, y abrazar a nuestros padres? Grande es el número de amigos, hijos y hermanos nuestros, que nos esperan allá, seguros de su salud eterna, pero con gran cuidado de la nuestra. ¡Qué gozo será para ellos y para nosotros el vernos juntos y abrazarnos! ¡Qué placer será gozar de un reino celestial sin temor de la muerte y con seguridad de vivir para siempre, y poseer una felicidad eterna y soberana! (S. Cipriano, ibid., senl. 71, Trie. ihid. ídem.)"

 

"¿Quién habrá que no tome de buena gana, y aun con ansia, el cáliz de la salud? ¿Quién será el que no abrace con gusto y alegría la ocasión que se le presente de hacer alguna cosa por su Señor? ¿Quién no recibirá con valor y constancia una muerte preciosa en la presencia de Dios? Una muerte con que agrademos a los ojos de aquel que volviendo su vista hacia nosotros desde lo alto de los cielos ve el peligro a que nos exponemos por su nombre, acepta nuestra resolución, nos auxilia en el combate, y después de la victoria, nos da la corona merecida, recompensando en nosotros por la bondad y afecto paternal con que nos ama, lo mismo que él nos ha dado, y honrando en nosotros lo que ha hecho en nuestras almas, supuesto que el mismo Señor declara, que hemos recibido de su mano la fortaleza para vencer y merecer el premio en el combate para postrar al enemigo: esto es lo que nos enseña en estas palabras del Evangelio: Cuando os entregaren, no busquéis en vuestro pensamiento lo que habéis de decir, ni cómo habéis de hablar, porque entonces se os dará lo que habéis de decir. (S. Cipriano, sent. 37, Tric. T. I, p. 307.)"

 

"Los que ponen su descanso en esta vida, no deben esperarle en la eternidad, porque el reino del cielo no es para los que aquí viven ociosos: sólo los que pasan una vida llena de tribulaciones tienen lugar a pretenderle. Y a la verdad, es un premio que no se recibirá de valde, y todos los que le han merecido le han conseguido con grandes trabajos. Poco nos importa cuáles hayan sido nuestros males y fatigas en este mundo; pues en entrando en el descanso inefable en donde Dios nos llenará de toda suerte de bienes, se olvidarán todos los dolores sufridos durante esta vida, que toda es miseria y vanidad. (S. Anastasio, de Sanctiss. Deipara, sent. 7, Tric. T. 2, p. 173.)"

 

"¿Quién es el hombre de juicio que no quiere ser del pequeño número de los que van al cielo por la senda estrecha del evangelio, más bien que juntarse con la multitud de los otros, que corriendo por el camino ancho van a caer en el eterno precipicio? (San Atanasio, sent. S, Tri. T. 2, p. 173.)"

 

"No debemos buscar las cosas que no nos han de acompañar después de esta vida: aficiónemos únicamente a los bienes que nos han de seguir inseparablemente, y adornar para siempre nuestros cuerpos y nuestras almas. (S. Basilio, Homl. 33, sent. 21, Tric. T. 3, p. 354.)"

 

"Cada una de nuestras acciones, o nos acerca al infierno, si lleva el peso de la culpa, o nos habilita, si es virtuosa, para subir a Dios. (S. Basilio, in Psalm. 29, sent. 2, adic. Tri. T. 3, p. 380.)"

 

"No se ha de buscar en este mundo el gozo de los placeres, sino contentarse con el que nos da la esperanza de gozar de Dios en el cielo. (S. Gregorio Nacian., orat. 8, sent. Tric. T. 3, p. 354.)"

 

"Yo pienso que el Patriarca Jacob supo por la visión de aquella escala misteriosa, que llegaba desde la tierra al cielo, que no hay otro camino para llegar a Dios como el de tener siempre la mira puesta en las cosas celestiales, y elevar continuamente sus deseos hacia el Señor, de suerte, que ninguno se ha de contentar con vivir en el grado de virtud a que ha llegado, sino que debe considerar como pérdida y detrimento, no subir a otro estado más sublime y perfecto. (S. Greg. de Nisa, Oral. 5, senl. 16, Tric. T. 4, p. 115.)"

 

"Yo viviré, dice David, como si todavía no viviera, porque en este cuerpo mortal llevamos una sombra de vida que es imagen, y no la verdad de la vida del cielo. (S. Ambrosio, in Psalm. 118, sent. 56, Tric. T. 4, p. 324.)"

 

"El que se conocía heredero de Abraham, dice: Yo soy extranjero en la tierra, y peregrino como todos mis Padres, porque el que es aquí peregrino, es ciudadano en el cielo; pero el que piensa poner en esta tierra todos los bienes de su alma, y se alegra de adquirir la herencia de este mundo, será excluido del reino de Dios. (S. Ambrosio, de Abr., lih. 2, c. 9, sent. 12, adié. Trie. T. 4, p. 396.)"

 

"Reflexioné en mis caminos, y volví mis pasos. Cuando llegas a donde se cruzan muchos caminos, reflexiona sobre cuál es el que debes tomar, y nunca te resuelvas sin haber decidido interiormente qué camino de aquellos lleva a la ciudad. Cuanto más debes consultar contigo mismo tú que caminas al reino celestial, pues no todos guian a la Jerusalén del cielo. Hay caminos, Psalm. 118, que tienen mala ; salida: el diablo los ha procurado trillar, y asi pasan en la muerte. De  estos se verifica: Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero sus fines dan vista a lo profundo del infierno. El camino es aquel más estrecho que lleva a Dios. Si quieres ir por el camino que lleva a Dios, no mires los que ves alrededor, no sea que te dejes llevar fácilmente de algún afecto, y convidado de la anchura del camino entres en el que para en el infierno. (S. Ambrosio, in sent. 34, adic. Trie. T. 4, p. 403 y 404.)"

 

 

"Entrad por la puerta estrecha, porque el camino ancho lleva a la perdición. El camino ancho es la sensualidad del siglo que los hombres buscan; el camino estrecho está lleno de ayunos y de trabajos. Muchos van por el camino ancho, y pocos hallan el camino estrecho: no hay que buscar el camino ancho, porque el mismo se nos presenta, y es el de los que se extravían y se pierden; pero el camino estrecho no todos lo hallan, y los que le encuentran no van desde luego por él: porque hay muchos que después de haber descubierto el camino de la verdad, y haberse adelantado en él, se hallan detenidos en los placeres de este mundo, y vuelven atrás. (S. Jerón., lib. 1, in Matth., c. 7, sent. 94, Tric. T. 5, p. 255.)"

 

"No creamos que es suficiente un fervor pasajero de la fe, porque es preciso que cada uno lleve continuamente su cruz, para dar a entender de este modo, que es incesante nuestro amor a Jesucristo. (S. Jerón., in c. 10, Matth., sent. 96, Trie. T. 5, p. 256.)"

 

"No nos hemos de separar de los Profetas; debemos investigar, y preguntar por los caminos antiguos, trillados con las pisadas de muchos santos, cual es la senda buena del Evangelio, y caminar por ella. (S. Jerón., adv. Vigil., c. 6, sent. 8, adic. Trie. T. 5, p. 354.)"

 

"Ahora vamos por un camino muy estrecho y estamos como titubeando sobre una cuerda en el aire, de suerte, que si no aseguramos nuestros pasos con el contrapeso de la continua circunspección, nos ' hará caer nuestro enemigo fácilmente hacia un lado o hacia otro. (S. Paulino, Ep. 40, ad Sanct. et Amand., sent. 14, Trie. T. 5, p. 331.)"

 

"Cuanto hacemos y cuanto decimos corresponde precisamente al camino ancho o al camino estrecho. (S. Paulino, Ep. ad Celantiam, in Append., sent. 22, Trie. T. 5, p. 332.)" "En este mundo sois huéspedes y pasajeros: el cielo es vuestro país; allá debéis trasladar todo cuanto tenéis, y antes de llegar a la divina Patria, recibiréis en este mundo una especie de recompensa. Porque el qué en esta vida se alimenta con la esperanza de los bienes celestiales, y vive lleno de confianza de conseguirlos, ya gusta de antemano la felicidad del reino eterno. (S. Juan Crisóst., Homl. 2, ad popul. Antioch., sent. 4, Tric. T. 6, p. 301.)"

 

"El Reino de los cielos se consigue con la violencia. Los que son cobardes y perezosos no pueden conseguirle, pues solo se logra trabajando con mucho cuidado y diligencia. Por ser muy estrecho el camino del cielo, se necesita mucha constancia y valor para llegar a él. (S. Juan Crisóst., Homl. 54, sent. 82, Trie. T. 6, p. 315.)"

 

"Todo lo hacemos por atenciones humanas, y solamente trabajamos por lo presente. (S. Juan Crisóst., Homl. 62, in Joann., sent. 86, Trie. T. 6, p. 316.)"

 

"Llamó Jesucristo, estrecho y difícil a su camino, y también le llamó yugo suave y carga ligera; porque aunque sea pesada por su naturaleza, se hace muy ligera con el afecto, con la alegría y con el fervor de los que la llevan. Así vemos que los que han abrazado el camino estrecho, van más alegres y contentos que los que caminan por el más ancho; no porque muchas veces no se vean afligidos, sino porque como están ya superiores a las aflicciones, no sienten tanto sus golpes como las gentes del mundo que los tienen por insoportables. (S. Juan Crisóst., lib. de Virgin., c. 4, sent. 176, Trie. T. 6, p. 334.)"

 

"¿No podrá suceder, me diréis, que se goce en este mundo y en el otro una entera paz y un perfecto reposo? No, eso es imposible, y en vano buscáis semejante estado entre los hombres. (S. Juan Crisóst., Conc. 3, de Lazar., sent. 193, Trie. T. 6, p. 338,)"

 

"Supuesto que el Evangelio dice: Que el camino que lleva a la vida es áspero y estrecho, ¿cómo en otra parte dice: Mi yugo es suave y fácil? Las primeras palabras pertenecen a la naturaleza de las aflicciones, y las últimas denotan la alegría y sumisión de la voluntad para sufrirlas, porque lo que por su naturaleza parece duro e insufrible, se hace suave y fácil con la disposición de la voluntad del que padece. De este modo, los Apóstoles, cuando los Judíos los azotaron, volvieron llenos de gozo por considerarse dignos de haber padecido esta ignominia por el hombre de Jesucristo. (S. Juan Crisóst., ibid., sent. 193, Tric. T. 6, p. 338.)"

 

"¿Cuántos os parece que habrá en esta ciudad de los que se han de salvar? Puede ser que no os agrade lo que os tengo de decir en este punto: mas no dejaré de explicar mi pensamiento. No creo que entre tantos millones de cristianos haya de ciento uno que se haya de salvar, y aún dudo de la salud de este corto número. Porque, ¡cuánta malicia, cuántos excesos hay en los jóvenes! ¡Cuánta flojedad, pereza y falta de devoción hay en los ancianos! Y de este modo en todos los estados y condiciones. (S. Juan Crisóst., Homl. 24, c. 1 1, sent. 270, Trie. T. 6, p. 355.)"

 

"El camino es estrecho y difícil para el que camina por él con pena y pesadumbre; pero es ancho y fácil para el que camina con amor. (S. Agust., Psalm. 30, Sent. 13, tric. T. 7, p. 455.)"

 

"Me alegro yo con la esperanza de la eterna felicidad, mas suspiro y gimo porque no me veo todavía en la posesión. (S. Agust., Psalm. 30, scnl. 24, Trie. T. 7, p. 456.)"

 

 

"Si esperáis la felicidad del cielo, debéis estar alegres: mas como es preciso esperarla con paciencia, debéis gemir y suspirar mientras os dura la vida. (S. Agust., ibid., sent. 25, Tric. ibid. ibid.)"

 

 

 

"Elevémonos con nuestros deseos a las cosas del cielo, en donde diremos: aquí estoy, ya no deseo más: aquí amo a todos y no temo a ninguno. ¡Oh deseo bueno! ¡Oh deseo santo! (S. Agusl., Psalm. 38, sent. 45, Tric. T. 7, p. 458.)"

 

 

 

"El camino ancho es mortal, y su misma latilud y facilidad agrada por algún tiempo; pero su fin será estrecho y penoso para toda la eternidad. (S. Agustín, Psalm. 39, sent. 51, Tric. ibid. idem.)"

 

 

 

"En el cielo todo es grande, todo verdad, todo es santo, todo es eterno. Allí será nuestro alimento la justicia; nuestra bebida, la sabiduría; nuestro vestido, la inmortalidad; aquella celestial casa será nuestra habitación, y en ella hallaremos verdaderamente la paz, el descanso, el gozo y la justicia. (S. Agustín, Psalm. 49, sent. 67, Tric. T. 7, p. 460.)"

 

"¿Cuál será en el cielo nuestro empleo, sino amar y alabar a Dios? ¿Alabarle amándole, y amarle alabándole? (S. Agustín, Psalm. 146, sent. 171, Trie. T. 7, p. 470.)"

 

"El que aquí no suspira como el caminante que está distante de su patria, jamás tendrá el contento de habitar en ella como ciudadano. (S. Agust.,' Psalm. 148, sent. 176, Tric. T. 7, p. 470.)"

 

"Con razón dijo el Salvador del mundo, que El era el camino; porque ninguno va a Jesucristo sino por el mismo Jesucristo; es decir, que es indispensable caminar por las sendas de la humildad y la paciencia. Este camino es áspero y escabroso, porque en él nos fatigará el trabajo; a cada paso se ven tristes nublados, y la agitación de los temores continuos. (S. León, Papa, Serm. 65, sent. 52, Tric. T. 8, p. 395.)"

 

"No abatan los terrenos deseos a unas almas llamadas al cielo; no ocupen las cosas perecederas a los que están escogidos para gozar de las eternas; no retarden los engañosos atractivos a los que han entrado en el camino de la verdad: pasen los fieles por lo temporal, de modo que se conozca que son peregrinos en el valle de este mundo, en el que, si algunas comodidades lisonjean, no se han de abrazar con culpa, sino despreciar con fortaleza. A esta devoción nos exhorta el bienaventurado San Pedro, y a proporción de aquel amor que concibió con la confesión de su amor a Jesucristo, nos suplica y dice: Carísimos, os ruego como a peregrinos y extranjeros, que os abstengáis de los deseos carnales que pelean contra el alma. (S. León, Papa, Serm. 73, c. 5, senl. 63, Tric. T. 8, p. 398.)"

 

"Pronto nos resolvió esta cuestión la misma verdad, porque el camino de Dios es angosto para los que empiezan, y ancho para los perfectos. Lo que proponemos espiritualmente al alma contra sus costumbres es duro, y no obstante, es ligera la carga de Dios en empezando a llevarla: en tanto grado, que hasta la persecución por su amor es agradable, y toda aflicción por el Señor es dulzura del entendimiento, así como se alegraban los Apóstoles cuando por El sufrían los azotes. La puerta estrecha, pues, es ancha para los amantes, los mismos caminos ásperos se hacen suaves y llanos para los que corren señaladamente: cuando sabe el alma que recibe gozos eternos por los dolores temporales, empieza a gustar de lo mismo que la aflige. (S. Greg. el Grande, Homl. 17, sent. 25, adié. Trie. T. 9, p. 387 y 388.)"

 

"Los que atesoran en el cielo, no tienen que temer a los ladrones. (S. Bernardo, de Convers. ad Cler., n. 41, sent. 17, Tric. T. 10, p. 323.)"

 

"¿Acaso es el camino útil, pero intransitable? Más fácilmente llegarás despreciando todo, que consiguiéndolo. (S. Bern., Tract. de Cont. Mun., n. 33, sent. 166, Tric. T. 10, p. 332.)"