Fe cristiana y literatura
  en Romano Guardini (I)**

Robert Anthony Krieg *

 

Este amplio extracto examina el modo cómo Guardini estableció el diálogo entre la fe cristiana y la literatura profana. Guardini recuerda la proposición dialéctica de Scheler al joven académico: estudiar textos específicos y explicar cómo se ven estos textos considerados desde un punto de vista católico. Guardini siguió siempre este acercamiento inclusivo y rechazó la posición conservadora que exigía optar entre literatura católica o literatura profana. Gracias a esta orientación, Guardini propició un encuentro entre los puntos de vista sobre la existencia humana de los grandes escritores de Occidente y la sabiduría de la tradición judeo-cristiana. Y en esta empresa, fue más allá del mero análisis histórico y textual, hasta explicar la visión de la existencia personal plasmada en las obras literarias, y comparar y contrastar este punto de vista con la concepción cristiana de Dios y de la vida humana.

Al principio de 1923, luego de aceptar la cátedra en la Universidad Friedrich Wilhelm de Berlín, Guardini meditaba sobre lo que habría de enseñar como profesor de filosofía de la religión y de Weltanschauung católica. Buscando el consejo de profesores experimentados, se dirigió al fenomenólogo Max Scheler. En un encuentro con Scheler, en Colonia, Guardini recibió un consejo que habría de influir en toda su carrera. Guardini recuerda el momento:

En una conversación que fue muy importante para mí (Scheler) me dijo: "Usted tiene que hacer lo que la palabra Weltanschauung (Cosmovisión) significa: como cristiano responsable y consciente, observar el mundo, las cosas, la gente y sus actividades y luego decir en forma académica lo que está viendo". Y recuerdo que este consejo fue todavía más concreto: "Investigue, por ejemplo, las novelas de Dostoyevski y su concepción de la vida, desde el punto de vista cristiano, para iluminar, por una parte, las obras sometidas al análisis, y por otra, su propia manera de ver las cosas". [1]

Guardini procedió de acuerdo al consejo recibido de Scheler. Dio su lección inaugural en Berlín sobre "la esencia de la cosmovisión católica" y dictó cursos en los que sostuvo un diálogo explícito entre la Weltanschauung católica y el pensamiento contemporáneo. Esto cursos incluyeron temas como "Dios y el mundo" (otoño de 1923), "Cuestiones fundamentales de una ética viva" (primavera de 1924), "La visión augustiniana del mundo y su significación en nuestros días" (otoño de 1924) y "Cristianismo y cultura según Sören Kierkegaard" (primavera de 1925). Además, prosiguió este diálogo a medida que daba clases sobre las obras de Platón, Blaise Pascal, Michel Montaigne, Fiodor Dostoyevski, Dante, Friedrich Nietzsche, Friedrich Hölderlin, Sócrates y Buda. [2] Más tarde, en varias ocasiones, en la universidad, en Burg Rothenfels y en otras partes dictó conferencias sobre las obras de Sigmund Freud, Eduard Mörike, Wilhelm Raabe y Rainer Maria Rilke. [3] El éxito obtenido por Guardini mediante este acercamiento dialógico, lo llevó a continuarlo después de la Segunda Guerra Mundial en Tubinga y en Munich donde enseñaba. Guardini fue reconocido como intérprete de la literatura profana y pudo llevar a cabo el tipo de encuentro entre fe cristiana y cultura que Scheler le había propuesto en 1923. [4]

Como intérprete de la literatura, Guardini hizo una contribución significativa a la crítica literaria alemana. Por esto sus interpretaciones literarias son tomadas en cuenta en obras tan respetadas como Geschichte der Deutschen Literatur (1956) de Paul Fechter, Dichter und Dichtung der Zeit de Albert Soergel y Curt Hohoff y Handbuch der Deutschen Gegenwartsliteratur (1969) de Hermann Kunisch. [5] Influyó, además, en los estudios sobre religión y literatura fuera de Alemania, como se puede ver en las referencias a su obra en los libros de Nathan A. Scott. [6] Y por último, su interpretación literaria fue tan original que sus textos se citan todavía en obras recientes sobre literatura y teología, como las de Walter Jens, Hans Küng y Theodore Ziolkowski. [7]

Este artículo examina el modo cómo Guardini estableció el diálogo entre la fe cristiana y la literatura profana. En la cita que se ha hecho más arriba, Guardini recuerda la proposición dialéctica de Scheler al joven académico: estudiar textos específicos y explicar cómo se ven estos textos considerados desde un punto de vista católico. Como se verá más tarde, siguió siempre este acercamiento inclusivo y rechazó la posición conservadora que exigía optar entre literatura católica o literatura profana. Gracias a esta orientación, Guardini propició un encuentro entre los puntos de vista sobre la existencia humana de los grandes escritores de Occidente y la sabiduría de la tradición judeo-cristiana. Y en esta empresa, fue más allá del mero análisis histórico y textual, hasta explicar la visión de la existencia personal plasmada en las obras literarias, y comparar y contrastar este punto de vista con la concepción cristiana de Dios y de la vida humana. [8]

Para hacer una revisión de Guardini como intérprete literario, se estudiará primero el renacimiento católico alemán en literatura, en el que sobresalió como "el más grande exponente del catolicismo cultural". [9] Sobre este fondo, se recordará el amor de Guardini por la literatura desde su infancia hasta los últimos años de su vida. La segunda sección del capítulo examina su estudio magistral sobre Las elegías de Duino (1923) de Rainer Maria Rilke. Este libro, publicado en 1953, se titula Rainer Maria Rilkes Deutung des Daseins (La interpretación de la existencia en Rainer Maria Rilke) y apareció en inglés en 1961 con el título Rainer Maria Rilke's Duino Elegies: An interpretation. [10] La tercera sección del capítulo hace una reseña de cómo han sido juzgados los estudios literarios de Guardini por tres respetados intérpretes de la literatura: Hermann Kunisch, Martin B. Green y Hans- Georg Gadamer. Finalmente, se estudia cómo el diálogo de Guardini entre la fe cristiana y la cultura anticipó la posición constructiva del Concilio Vaticano II respecto del mundo contemporáneo.

En la corriente principal de la cultura

El movimiento literario católico en Alemania, 1890-1933

Romano Guardini se vino a encontrar entre dos escuelas de pensamiento cuando daba clases en Berlín sobre fe cristiana y literatura. Por un lado, la mayor parte de sus colegas en la academia juzgaba que su tipo de análisis estaba pasado de moda, y por el otro, algunos intelectuales católicos pensaban que su enfoque era demasiado liberal. ¿Por qué los escritos de Guardini sobre literatura no satisfacían a ninguno de los dos grupos? En cada uno de sus trabajos Guardini analizaba y evaluaba a un clásico de la literatura no sólo en su calidad estética sino en su verdad existencial a la luz de la fe cristiana. Los colegas académicos de Guardini juzgaban que era incorrecto el pretender que una norma objetiva de verdad pudiera ser empleada en la crítica literaria. No podían estar de acuerdo con este enfoque, porque habían adoptado la concepción relativista de la escuela de la historia de las religiones, cuyo dirigente, Ernst Troeltsch, enseñó en la Universidad de Berlín de 1915 hasta su muerte, en 1923. Algunas veces, por ejemplo, Guardini entró en contradicción con el teólogo protestante Walter F. Otto. [11] Pero algunos intelectuales católicos abrigaban sospechas sobre Guardini, porque reconocía la excelencia de la calidad estética y de la verdad existencial de una literatura que no era escrita por católicos. [12] Este contexto católico, y el lugar que Guardini ocupó en él, merece un estudio detenido. [13]

Después del Kulturkampf, los católicos progresistas buscaron el modo de acrecentar la participación de los católicos en la vida cultural e intelectual de Alemania. Con este objetivo se fundó, en 1876, la Görres-Gesellschaft dedicada a fortalecer el saber de los católicos. Este esfuerzo recibió un mayor impulso durante el pontificado de León XIII (1878-1903), que impulsó la renovación de los estudios en la Iglesia. En su encíclica Aeterni Patris (1879), León XIII exhortó al progreso de la filosofía y de la teología católicas por medio de las enseñanzas de santo Tomás de Aquino. Estos impulsos aumentaron en tiempos del Kaiser Wilhelm III (1888-1918), en parte por el nacimiento del Partido Católico de Centro, y en parte por la presencia de recursos intelectuales en el catolicismo alemán. En el Katholikentag (Congreso Católico) de 1894, en Colonia, los oradores expusieron la manera cómo los católicos podrían superar su "inferioridad" en las ciencias, la cultura y la erudición. [14] Dos años más tarde, en un congreso en Constanza, Georg Freiherr von Hertling, que veinte años atrás había sido el presidente fundador de la Görres-Gesellschaft, sostuvo que el trabajo de los católicos en las ciencias naturales no estaba a la altura de las investigaciones que hacían sus colegas no-católicos. Muy poco tiempo después, el mismo juicio fue expresado en Historischepolitische Blätter, una revista fundada por Joseph y Guido Görres en 1837, que era la publicación intelectual católica más importante del siglo XIX. [15] En 1898, el escritor católico Heinrich Federer hizo notar que mientras en Francia había un renacimiento de la literatura católica, poca cosa se estaba haciendo en Alemania. [16] Finalmente, a lo largo de la década de 1890, teólogos católicos como Albert Ehrhard, Franz Xavier Kraus y Hermann Schell —identificados con el catolicismo reformado— exigían que las enseñanzas de la Iglesia fueran reformuladas de manera que pudieran ser inteligibles para los alemanes, cuyo modo de pensar se movía dentro del horizonte de la Aufklärung (la Ilustración) y de la ciencia moderna. [17]

Un conspicuo representante de este despertar intelectual fue Carl Muth (1867-1944). Muth creció en Worms, pero estudió en Estrasburgo, donde participó en el renacimiento de la literatura católica francesa que Louis Veuillot, Ernst Hello y León Bloy habían iniciado. Influido también por las obras de Hermann Schell, Muth estaba convencido de que el catolicismo podía contribuir al pensamiento y a la cultura contemporánea si lograba expresar sus creencias y valores más profundos con las categorías de su tiempo. [18] En 1898, escribiendo bajo el pseudónimo de "Veremundus", publicó su panfleto Steht die katholische Belletristik auf der Höhe der Zeit? (¿Está la literatura católica a la altura de la época?). Respondiendo a su propia pregunta, el joven laico, que entonces tenía apenas treinta y un años de edad, decía que la literatura alemana no tenía la calidad de los escritores contemporáneos por varias razones: la gazmoñería y mezquindad pedagógica de los autores católicos, el desinterés de los católicos por la literatura profana y por las artes, y la escasez de revistas literarias católicas verdaderamente buenas. Un año más tarde, Muth publicó un segundo panfleto Die literarische Aufgaben der Deutschen Katholiken (Las tareas de los católicos alemanes en la literatura) en el que exhortaba a los escritores católicos a adoptar el estilo literario clásico a la manera de Goethe. Además, a juicio de Muth, estos escritores no deberían tratar principalmente los tópicos católicos, sino los problemas existenciales y urgentes, comunes a todos los alemanes. [19]

No contento con la mera descripción del estado de cosas, Muth dio pasos para remediarlo. Ganó para su causa a otros intelectuales como el católico convertido Julius Langbehn y el protestante Friedrich Leinhard, y también a Ehrhard, Freiherr von Hertling y Schell. Con su apoyo, fundó en 1903 la revista Hochland (Tierra alta) en Munich. Su objetivo, como lo afirmaba Muth, en el prólogo, era llegar a ser una "revista de alta calidad, con una fundamentación cristiano-católica", que habría de "influir en toda la vida contemporánea de la cultura y en todas sus expresiones y derivaciones, que son esenciales para su reconocimiento y efectivas para su progreso". [20]

En términos concretos, Hochland habría de presentar los puntos de vista de los católicos acerca de la literatura profana, las artes y el pensamiento religioso. Buscando alcanzar este objetivo, Muth publicó ensayos de crítica literaria sobre literatura "no-católica" y también artículos de literatura de autores católicos que a su juicio tenían la calidad de la literatura profana. Por ejemplo, en 1904 apareció publicada por entregas en la revista Hochland, la novela Jesse und Maria, de Enrica von Handel-Mazzetti. Los críticos de literatura alemanes alabaron esta novela que tiene que ver con la supresión de los protestantes hecha en Austria por la Iglesia católica durante el tiempo de la Contrarreforma, pero los católicos conservadores la criticaron ásperamente.

No debe sorprender que los panfletos de Muth y los ejemplares de Hochland desasosegaran a los conservadores católicos de Alemania y de Austria, que juzgaron que había muy pocas cosas dignas de aprecio en la literatura y en el arte del momento. En realidad, vieron que el programa de Muth iba en contra de las advertencias del Vaticano contra la modernidad, tal como habían sido expuestas en el "Syllabus de errores" de Pío IX y en la encíclica Quanta cura, de 1864. Estos intelectuales se sintieron muy reconfortados, por lo tanto, cuando el Papa Pío X (1903-1914) dio a conocer su oposición al pensamiento contemporáneo. Entre los opositores del programa de Muth estaban los críticos literarios jesuitas Wilhelm Kreiten (m. 1902) y Alexander Baumgartner (m. 1910), que en la revista de los jesuitas Stimmen aus Maria Laach, criticaron la obra de Muth. [21]

Uno de los más abiertos críticos de la empresa de Muth fue el católico austríaco Richard von Kralik (1852-1934). Kralik, que era un admirador de las óperas de Richard Wagner, estaba convencido, en primer lugar, de que el mundo de habla alemana tenía que pasar por un renacimiento cultural, mediante la recuperación de la antigua cultura teutónica; y en segundo lugar, de que un resurgimiento del catolicismo medieval, y del romanticismo del siglo XIX, habrían de reforzar este renacimiento alemán. Expuso vigorosamente su "programa cultural" en su libro Deutsche Götter-und Heldbuch (El libro de los dioses y de los héroes alemanes, 1903) y lo promovió también en sus panfletos Kulturstudien (1900), Neue Kulturstudien (1903), Kulturarbeiten (1904) y Kulturfragen (1907). [22] En 1905, Kralik fundó en Viena la asociación católica llamada "Gralbund" (Asociación del Grial), junto con la revista Der Gral, Monatschrift fiir Schóne Literatur. [23] En el primer ejemplar de Der Gral, Kralik expuso que su revista ofrece un foro para aquellos escritores cuyas obras transmitan lo que los editores de la revista juzguen que es una verdadera "cosmovisión artística". [24] Al empeñarse en la realización de este "programa literario", Kralik estaba de acuerdo con la posición de Pío X en contra de la modernidad y abogaba por el "integrismo". [25] En 1907, Kralik y su círculo se alegraron cuando el Vaticano condenó al modernismo con la encíclica Pascendi Dominici Gregis de Pío X y con el decreto Lamentabili sane exitu del Santo Oficio.

Lo que llegó a ser conocido como Literaturstreit (la controversia literaria) comenzó en 1906 cuando Der Gral publicó unos artículos que criticaban a Muth y a los editores progresistas de Hochland por haber impreso Jesse und Maria de Handel-Mazzetti. Kralik y sus socios hacían la acusación de que la obra de Handel-Mazzetti estaba inficionada de ideas anticatólicas y de que el programa real de Muth era promover ideas seculares a expensas del catolicismo. Poco tiempo después, Hochland publicó una reseña del ensayo de Johannes Mumbauer "Ein Literarisches Ghetto für die Katholiken?" (¿Un ghetto literario para los católicos?). La revista alaba a Mumbauer porque defiende que los católicos deben entrar en la corriente principal de la literatura del mundo de habla alemana y resistir los esfuerzos de los conservadores que quieren promover una subcultura católica. Señala, más tarde, que círculos de intelectuales católicos en Austria y en el sur de Alemania ven pocas cosas de valor en el siglo XX y están tratando de llevar a los católicos a un ghetto cultural. Irritado por esta reseña aparecida en Hochland, Kralik y sus editores publicaron otro ejemplar de Der Gral criticando las ideas modernistas de Hochland. En 1908, en una breve declaración en Hochland, Muth expresó sus preocupaciones sobre la posición reaccionaria de Kralik. [26] Y Kralik respondió inmediatamente en Der Gral diciendo que Muth no era capaz de discernir lo que era buena literatura. [27] Y en sus publicaciones respectivas, Muth se defendió a sí mismo y a Hochland, y Kralik respondió sosteniendo que era equivocado hablar de la inferioridad de la literatura católica, porque en realidad el problema estaba en la inadecuación de los criterios contemporáneos. En 1909 Muth publicó su libro Wiedergeburt der Dichtung aus dem Religiösen Erlebnis (El renacimiento de la poesía a partir de la experiencia religiosa) en el que presenta de nuevo su concepción de la forma clásica en literatura y, reiterando las preocupaciones del catolicismo reformado, defiende que los católicos deben presentar sus creencias con las categorías contemporáneas de pensamiento y de estilo. Poco después, Kralik redactó su libro Die katholische Literaturbewegung der Gegenwart (El movimiento literario católico de la actualidad). Proclamando su total acuerdo con la oposición de Pío X al modernismo, defiende que el catolicismo debe mantener su propia tradición literaria en medio de la decadencia de la literatura del siglo XX.

La Literaturstreit terminó en 1910. Con ocasión de la muerte de Baumgartner, Muth escribió en Hochland que Baumgartner y él habían expresado sus opiniones contrapuestas con alteza de miras y que a consecuencia de ello habían contribuido a fortalecer la literatura católica. [28] Después de este artículo, Muth decidió que ya no habría de seguir enzarzado en el debate con Der Gral y sus partidarios. Por su parte, los conservadores cantaron victoria cuando Der Gral publicó una carta escrita por Pío X en el otoño de 1910 a un profesor de la Universidad de Friburgo en la que el Papa alababa a los que habían resistido la infiltración de las ideas contemporáneas en la literatura católica. En la carta está implícita la crítica del Papa a Hochland. Interpretando la carta del Papa como una victoria, Kralik y sus socios continuaron sus ataques contra Muth y los católicos progresistas. En el mes de junio de 1911, el Santo Oficio de Roma puso a Hochland en el índice de los Libros Prohibidos, pero esto tuvo muy poco efecto, porque a resultas de la intervención del nuncio en Munich, Andreas Frühwirth y de los Wittelsbach, la familia real de Baviera, la decisión del Santo Oficio no se hizo pública. [29]

Desde nuestra perspectiva post-Vaticano II se puede ver que, mientras Der Gral coincidía con la ofensiva de Pío X contra el modernismo, Hochland anticipaba la postura del diálogo con el mundo de Juan XXIII. En otras palabras, Kralik y su círculo tomaban sus líneas de pensamiento del pasado, de Pío X y del Concilio Vaticano I, en particular; Muth y sus amigos, en cambio, ayudaban a preparar el camino del futuro, y del Vaticano II, en especial. Quizá eran estas diversas actitudes las que determinaron la orientación de las dos revistas. Der Gral cesó de publicarse en 1936, mientras que Hochland floreció hasta 1972, en que cambió su nombre por el de Neues Hochland para reflejar la orientación de sus editores hacia los temas del diálogo cristiano-marxista. [30] Además, durante los sesenta y nueve años de su aparición Hochland publicó las obras literarias de algunos de los autores católicos alemanes más famosos y también los artículos de los teólogos católicos de mayor influencia. [31] Estas contribuciones incluyen escritos de Heinrich Böll, Gertrud von le Fort, Elisabeth Langgässer y Ernst Toller y textos teológicos de Hans Urs von Balthasar, Walter Kasper, Hans Küng, Erich Przywara, Karl Rahner y Joseph Ratzinger.

¿De qué lado estuvo Guardini en el conflicto entre Hochland y Der Oral? Las estadísticas dan la respuesta. Por una parte, Guardini publicó diecisiete artículos o selecciones de sus libros en Hochland, y allí mismo aparecieron treinta recensiones y artículos sobre sus libros. Por otra parte, en Der Gral no publicó ningún artículo y allí hubo recensiones de sólo cuatro de sus libros. [32] Sin lugar a dudas, Guardini trabajó dentro de la orientación teológica de Carl Muth y de Hochland. De hecho, las autoridades eclesiásticas de Maguncia tenían a Guardini por teólogo liberal, y por lo tanto, bajo sospecha, simplemente porque estaba suscrito a la revista Hochland..

Toda una vida de amor a la literatura

El apoyo de Romano Guardini a la posición de Muth respecto de la relación entre catolicismo y literatura es evidente de muchas maneras. Después de la Primera Guerra Mundial se hizo amigo de Muth, y a principios de la década de 1920 fue invitado por Muth a colaborar en el consejo editorial de Hochland. Pero Guardini no aceptó la invitación, para poder continuar con su compromiso en Quickborn y su cátedra en la Universidad de Berlín. Por la misma época se hizo amigo también de Richard Knies, que en 1918 fundó en Maguncia la Mattias Grünewald Verlag, para la publicación de libros con una visión muy semejante a la de Muth. Guardini apoyó la nueva editorial confiándole la impresión de algunos de sus libros de mayor éxito y también fungiendo como uno de sus consejeros editoriales. [34] El apoyo de Guardini a las posiciones de Muth y de Knies es evidente también en el hecho de que cuando se hizo editor de Die Schildgenossen, la revista de Quickborn, inmediatamente dio pasos para imprimirle una forma muy semejante a la de Hochland y publicaba en Die Schildgenossen sus propios ensayos previamente aparecidos en Hochland.

Junto con estas indicaciones del parentesco literario de Guardini con Muth, hay otra pista más íntima, a saber, su amor permanente por la literatura profana. Ya de niño había sido un lector voraz. Entre sus obras preferidas estaban los libros de Karl May, las historias del Oeste americano. De joven, se consagró a la Divina Comedia de Dante e hizo de ella la piedra angular de la colección de sus clásicos de la literatura. También tenía reproducciones de las mayores obras de arte, incluyendo las pinturas de Rafael y de Miguel Ángel. [35]

Philipp Harth, artista y teólogo, escribió que durante su juventud en Maguncia le causó gran impresión el amor de Guardini por la literatura y por el arte:

Cuando visité (su cuarto) por primera vez vi con sorpresa que en las paredes había reproducciones de obras de arte que eran las que yo mismo habría elegido. Romano poseía un librero con muchos libros... Lleno de admiración oía yo a Guardini que exponía el contenido de los libros que había leído. También le interesaba la poesía y él mismo escribía poemas... Había traducido del inglés Oliver Twist, para la escuela... El más grande y el más hermoso de los libros que tenía era la Divina Comedia de Dante con las ilustraciones de Doré. Con frecuencia veíamos esas ilustraciones y Romano me las explicaba porque había leído todo el libro. [36]

Karl Berger, que estudió en Munich junto con Guardini, corroboró los recuerdos de Harth. Durante la celebración del octogésimo cumpleaños de Guardini, Berger recordó que en 1905, cuando su círculo de amigos se reunía en los cafés de Munich, "algunas veces usted traía la Divina Comedia y se ponía a leer pasajes selectos y a comentarlos. Jamás he olvidado su voz suave y meditativa y el efecto que tenía sobre el pequeño círculo de oyentes". [37]

De hecho, la literatura sostuvo a Guardini a lo largo de sus años de estudiante en la universidad. Durante el año desafortunado (1903-1904) en el que estudió Química en la Universidad de Tubinga, sobrevivió, en parte, por la lectura que hacía por las tardes de las novelas de Fritz Reuter. [38] Cuando estaba de visita en Maguncia, gozaba con las discusiones sobre León Bloy, Joris Karl Huysmans y el cardenal Newman en la casa de Wilhelm y Josephine Schleussner. [39] De 1906 a 1908, Guardini estaba encantado en el círculo literario de la Wilhelmsstift de Tubinga, y como capellán de la Juventus, al comienzo de 1915, discutió frecuentemente con los jóvenes obras de literatura como las de Joseph von Eichendorff (m. 1857). [40]

Esta reseña de sus intereses literarios desde la infancia deja ver la razón del éxito de sus libros sobre interpretación de obras de literatura. Cuando Scheler, en 1923, le dio a Guardini el consejo sobre lo que habría de enseñar en Berlín, lo hizo porque ya conocía las dotes del joven teólogo para el análisis de la literatura a la luz de la fe católica. Cuando más tarde Guardini dio conferencias sobre las obras de Dante, Dostoyevski, Kierkegaard y Pascal no estaba haciendo nada nuevo. Estaba haciendo público lo que había hecho en privado desde su juventud.

Por último: ¿De qué tipo de literatura trató Guardini en sus conferencias? A diferencia de Richard Kralik y los amigos de Der Gral, leyó no-católicos y católicos y su selección de la literatura era hecha a partir de dos criterios: el del contenido y el de la forma. Trabajaba sobre un texto cuando éste transmitía la concepción del autor sobre los problemas fundamentales de la existencia personal y tenía, al mismo tiempo, un estilo literario de gran calidad. [41] (Los criterios de Guardini para evaluar la forma literaria estaban modelados, en parte, por las reflexiones sobre el estilo escritas por Stendahl.) [42] Manteniendo siempre estas dos normas, Guardini estuvo de acuerdo, a todas luces, con los progresistas en la Literaturstreit. A semejanza de Muth, quería penetrar con la inteligencia todas las obras literarias más respetadas, en especial las que eran leídas por los estudiantes. [43] Y dados estos criterios, no debe sorprender que haya tomado en serio las obras de Rainer Maria Rilke.
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** Traducción de José Benigno Zilli.

* Robert A. Krieg es profesor de Teología en la Universidad de Notre Dame. Es autor de Kart Adam (Notre Dame Press, 1992) y de Store-Shaped Christology.

 

Notas

[1] "Europa," 19-20; ver Berichte, 45; Gerl, Romano Guardini, 142-44.

[2] Ver Schuster, "Vorlesungen und Lehranstaltung Romano Guardinis".

[3] Ver bibliografía.

[4] Ver Knoll, Glaube und Kultur, 261-77.

[5] Paul Fechter, Geschichte der deutschen Literatur (Gütersloh: C. Bartelsmann, 1952), 190, 193; Albert Soergel y Curt Hohoff, Dichtung und Dichter der Zeit, ed. rev.,2 (Dusseldorf August Bagel Verlag, 1963), 662-63; Hermann Kunisch, "Romano Guardini," en idem ed., Handbuch der deutschen Gegenwartslateratur, z2a. ed., 1 (Munich: Nymphenburger Verlagshandlung, 1969), 244-48.

[6] Ver Nathan A. Scott, The Broken Center (New Haven: Yale University Press, 1966), 23-24, 212-13; idem, "The Name and Nature of Our Period Style" (1959), en G. B. Tennyson y Edward E. Ericson, Jr., eds., Religion and Modern Literature (Grand Rapids: William B. Eerdmans, 1975), 121-37, 137.

[7] Theodore Ziolkowski, "Theologie und Literatur," en Walter Jens, Hans Küng, y Karl Josef Kuschel, eds., Theologie und Literatur (Munich: Kindler, 1986), 113-118, m5-i6; Walter Jens y Hans Ming, Literature and Religión, trad. Peter Heinegg (Nueva York: Paragon House^ 1991 [1985]), VII, 25, 118, 124,297, 301, 306.

[8] Ver Hermann Kunisch, "Interpretatio Christiana," en Ratzinger, ed., Wege zur Wahrheit, 96-120, 99.

[9] G. Marón, "Guardini, Romano," RGG3 2: 1900; W Sucker, "Der Katholizismus der Gegenwart," RGG3 3: 1219-26.

[10] El texto en inglés carece del prólogo y epílogo y también le faltan algunos párrafos de la introducción del texto alemán.

[11] Ver Jens, Literature and Religion, VII; Gerl, Romano Guardini, 211; Schlette, "Romano Guardini-Versuch einer Würdigung."

[12] Ver Spael, Das katholische Deutschland, z46-78.

[13] Sobre el renacimiento literario católico en Alemania, ver Weiss, Der Modernismus in Deutschland, 458-75; Jutta Osinski, Katholizismus und deutsche Literatur im 19. Jahrhundert (Paderborn: Ferdinand Schöningh, 1993); O'Meara, Church and Culture, 181-85; Manfred Weitlauff, "'Modernismus litterarius,'" Beiträge zur Altbayerischen Kirchengeschichte 37 (1988): 97-175; Wolfgang Frühwald, "Katholische Literatur im 19. und 20. Jahrhundert in Deutschland," en Rauscher, ed., Religiös-kulturelle Bewegungen, 9-26; Vincent Berning, "Geistigkulturelle Neubesinnung im deutschen Katholizismus vor and nach dem ersten Weltkrieg," en Rauscher, ed., Religiös-kulturelle Bewegungen, 4798; T. A. Riley, "Germán Literature, 7: 1880 to the Present," en NCaEn 6, pp. 419-z4; Mary Johannella Fiecke, The Revival of Catholic Literature in Twentieth-Century Germany (Milwaukee: School Sisters of Saint Francis, 1948).

[14] El primer Katholikentag se celebró en Maguncia en 1848. Sobre el "debate de la inferioridad", ver Frühwald, "Katholische Literatur," 12-17; Soergel y Hohoff, Dichtung und Dichter, 744.

[15] Ver Schatz, Zwischen Säkularisation and Zweitem Vatikanum, 190-91.

[16] Ver V. Conzemius, "Germany: Since 1789," en NCaEn 6, pp. 440-48; W. Grenzmann, "Literary Revival, Catholic," NCaEn 8, pp. 817-23.

[17] En 1898, Joseph Müller, un sacerdote editor del diario Renaissance, acuñó el término Reformkatholizismus, y el mismo año el Vaticano censuró las obras de Schell. Sobre el "Catolicismo reformado" ver Weiss, Der Modernismus in Deutschland; Donovan, "Church and Theology in the Modernist Crisis"; Loome, Liberal Catholicism, Reform Catholicism, Modernism; Norbert Trippen, Theologie und Lehramt im Konflikt; Aubert, "Reform Catholicism"; Vincent Berning, "Modernismus und Reformkatholizismus in ihrer prospek-tiven Tendenz," en Franz Pöggeler, ed., Die Zukunft der Glaubensunterweisung (Freiburg: Seelsorge, 1971), 9-32; Schoof, A Survey, 72-93; John J. Heaney, The Modernist Crisis (Washington, D.C.: Corpus Books, 1968), 422-30; Spael, Das katholische Deutschland, 148-75.

[18] Ver Berning, "Geistig-kulturelle Neubesinnung im deutschen Katholizismus," 65-69; Spael, Das katholische Deutschland, 106-20.

[19] Osinski, Katholizismus und deutsche Literatur, 343; Soergel y Hohoff, Dichtung und Dichter, 1, pp. 744-46.

[20] Carl Muth, "Ein Vorwort," H 1 (1903-4): 1-4; reimpreso en Hochland (Neues) 64 (1972): 1.

[21] En 1914 Stimmen aus Maria Laach, que fue fundada en 1870, se llamó Stimmen der Zeit, y tomó una actitud más positiva frente a la modernidad. Sobre Kreiten and Baumgartner, ver Osinski, Katholizismus und deutsche Literatur, 253-337; Frühwald, "Katholische Literatur im 19. und 20. Jahrhundert," 15-17, 24-26; Berning, "Geistig-kulturelle Neubesinnung im deutschen Katholizismus," 69-71; Fiecke, The Revival of Catholic Literature, 100-158.

[22] Fiecke, The Revival of Catholic Literature, 105.

[23] Soergel y Hohoff, Dichtung und Dichter, 1, p. 744.

[24] Richard von Kralik, "Ein literarisches Programm," Der Gral 1 (1906-7): 50-51

[25] Ver Osinski, Katholizismus und deutsche Literatur, 381-88.

[26] Carl Muth, "Vom Gral und der Gralbündlern," H 5 (1907-8): 603.

[27] Richard von Kralik, "Literatur Umschau," Der Gral 2 (1907-8): 267.

[28] Soergel y Hohoff, Dichtung und Dichter, 1, p. 746

[29] Weiss, Der Modernismus in Deutschland, 472.

[30] También en 1972 Hans Urs von Balthasar fundó la Internationale katholische Zeitschrift: "Communio" como una alternativa a Concilium, que Hans Küng, Johannes Metz y Edward Schillebeeckx comenzaron en 1964; ver Internationale katholische Zeitschrift 1 (1972):1-17.

[31] Muth (m. 1944) siguió siendo el editor hasta 1941 en que el Reich prohibió Hochland. Después de la guerra, el colaborador de Muth, Karl Schaezler, asumió la dirección de la revista; ver NCaEn 10, pp. 144-45; Soergel y Hohoff, Dichtung und Dichter, 1, p. 746.

[32] Ver biblio.

[33] Berichte, 103.

[34] Ver Gerl, Romano Guardini, 103-6.

[35] Ver ibid., 25, 20, 89-90.

[36] Citado en Gerl, Romano Guardini, 34.

[37] Citado ibid., 40-41.

[38] Berichte, 64.

[39] Ver ibid., 67-68; Gerl, Romano Guardini, 47.

[40] Ver Gerl, Romano Guardini, 53, 98.

[41] Ver Hermann Kunisch, "Romano Guardini ais Interpret," Stimmen der Zeit 195 (1977): 602-16; Idem, Handbuch der deutschen Gegenwartsliteratur, 246.

[42] Ver Gerl, Romano Guardini, 41.

[43] Ver Berichte, 50.

 

 

 

 

Fuente: Robert Anthony Krieg, Romano Guardini: un precursor del Vaticano II, traducción de José Benigno Zilli, Xalapa, Veracruz, México: Universidad Veracruzana, 2002, pp. 187-203.