CAPITULO VI

Rasgos históricos

65. Fin de este capitulo. De doble modo y con doble fin puede proponerse la evolución histórica de la Filosofía en la introducción: del primer modo, al principio, como propedeusis y conducción vital para tratar todas las cuestiones; pues qué sea la filosofía, su división, su fin, etc, se ve muy claramente en su "quasi vida" y en su progreso, el cual queda patente a través de la historia; en cambio, del otro modo, puede proponerse al fin, como una recapitulación de todos aquellos temas que se proponían a lo largo de los distintos capítulos. Así pues, el fin de este capitulo aparece fácilmente por éstos.

Y en primer lugar propondremos los principales problemas que se plantean en la Filosofía, y después los grandes periodos y los autores de mayor renombre. Así pues, dividiremos este capitulo en dos artículos.

Articulo I

Problemas que se debaten en la Filosofía y sus soluciones

66. Todas estas cuestiones pueden reducirse a tres principales capítulos:

lº) Acerca del ser mismo de las cosas,: a) Del mundo externo. b) Del sujeto pensante, c) De la primera causa, Dios.

2º) Acerca del conocimiento mismo de las cosas.

3º) Acerca del valor, esto es, acerca del bien y del mal.

Problemas acerca del ser mismo de las cosas. Sirviéndonos de gula la naturaleza, el entendimiento humano tiende espontáneamente a las cosas externas, como a cosas que existen realmente en si mismas; realismo espontáneo, el cual se justifica después críticamente. Y esto que nos manifiesta nuestra experiencia, se muestra también por la historia.

Acerca de estas cosas que se ofrecen a nuestros sentidos, surgen muchas cuestiones acerca de las cualidades, de sus actividades, su composición, acerca de la esencia última de los cuerpos, etc.

67. Yen primer lugar, se pregunta, acerca de las cualidades primarias, que son, v.g., los colores, cantidad, extensión de las cosas, cómo se comportan mutuamente, esto es, cuáles son los influjos mutuos. Después se investiga también la última como raíz y fundamento de estas cualidades: si es una única substancia, esto es, un ente real fijo (monismo), y consiguientemente, si los restantes entes son solamente manifestaciones y evoluciones necesarias de este ente, de tal modo que la distinción entre. el ente único y los restantes entes solamente sea aparente; o también es un ente único, pero en movimiento (dinamismo), de tal modo que en nada sea estático, sino que todas las cosas son un puro devenir; o por el contrario, si deben admitirse muchos y distintos entes (realismo pluralístico), y en esta ultima hipótesis, cuáles son aquellos entes (dualismo platónico; hilemorfismo aristotélico); cómo se unen mutuamente, cuáles son sus actividades mutuas, cómo se explican la diversidad, los cambios, etc... Ahora bien, a través de estas distintas explicaciones, se llegará tal vez a diversos entes específicamente distintos e irreductibles entre si, de donde los diversos sistemas antiguos del materialismo, del vitalismo, del hilozoismo, del espiritualismo, etc.

Acerca de estas cuestiones tratan la física antigua y la moderna cosmología, pues estudian el objeto que entra en nuestra mente a través de los sentidos y especulan acerca del mismo. Esta especulación, consiguientemente, nos lleva a otro término, a saber, al sujeto mismo.

68. Ahora bien, estos entes, percibidos más o menos inmediatamente, pueden conducirnos a la última causa y a la razón de todos; de donde brotan muchos otros problemas. En primer lugar acerca de la existencia misma del ser infinito, esto es, Dios. Responde el ateísmo negando su existencia, y en cambio, responde la solución teísta afirmando la existencia de Dios. Ahora bien, ¿Dios es un ser único, o son muchos, o más bien todas las cosas son Dios? Y así, de modo distinto, se dan las soluciones monoteísta, politeísta y panteísta (a la panteísta puede reducirse la palenteísta).

Admitida la existencia de Dios, según la solución monoteísta, la cual supone alguna idea imperfecta acerca de la naturaleza de Dios, necesariamente surge la cuestión múltiple acerca de la esencia de Dios. En primer lugar, acerca de la esencia quasi física; cuáles son los atributos esenciales, y cómo deben entenderse. A saber, si Dios es infinito, inmenso, inmutable, eterno, libre en sus operaciones, y sobre todo, omnisciente, donde se trata la cuestión de enorme importancia acerca de la predestinación y del dominio absoluto de Dios.

Todo esto nos conduce necesariamente a determinar la cuestión de la metafísica misma de la esencia divina, esto es, de aquel atributo o conjunto de atributos que se conciben en Dios como la raíz y fundamento de otros atributos.

69. Problemas del conocimiento. Entre el sujeto y el objeto se da aquella relación que suscita al instante un nuevo problema de razón o lógico.

En primer lugar, se pregunta con qué derecho nuestra razón, que tal vez ha podido llegar a través de muchos discursos, y frecuentemente a través de laboriosos procesos, a afirmar alguna verdad, establece una afirmación de esta índole; si procede de este modo rectamente, qué reglas se dan o qué principios, los cuales en realidad muestren aquel proceso como legitimo y recto. Y aquí surgen diversas cuestiones acerca de la rectitud de nuestros conocimientos; acerca del concepto y de su signo, el vocablo; acerca de los juicios y de las proposiciones; acerca del raciocinio y de su signo, la argumentación, con sus reglas, figuras, con los modos rectos de demostración; acerca de las cuales debe tratar la Lógica o Dialéctica.

Surge además el problema muy debatido, donde se estudian los conocimientos en cuanto que son representaciones, imágenes intencionales de las cosas. ¿Los conocimientos representan la realidad misma, o más bien realizan ellos esa realidad misma? He aquí el famosísimo problema critico.

Este, en general, se presenta del siguiente modo: si la mente humana es apta para adquirir la verdad.

Específicamente, en cambio, se pregunta acerca de las distintas facultades, de las cuales usa el hombre para conocer la realidad.

a) Si el hombre puede aprender algo nuevo por la experiencia interna o externa.

b) Si puede alcanzarse la verdad por las ideas universales, por los juicios universales, bien inmediatos, bien mediatos, a saber, por el raciocinio.

c) Si podemos tener certeza acerca de los hechos históricos por el crédito humano prestado al testimonio de otros.

A estas cuestiones responden de diversa manera los casi innumerables sistemas, que pueden reducirse a estos capítulos: el escepticismo de todo género niega que nosotros podamos tener alguna certeza con fundamento, o bien en todo el campo de la realidad, o por lo menos en algún apartado de él.

El agnosticismo defiende que nosotros no podemos conocer ninguna realidad como es en si.

El idealismo, según el cual, nuestros conocimientos no son representativos, sino productivos de la realidad, de tal modo que el ser de las cosas consiste en la percepción de las mismas.

El pragmatismo y el relativismo, los cuales no admiten verdad alguna fija y absoluta, sino verdades variables.

Por tanto, la verdad lógica y la rectitud de nuestros conocimientos se plantean con estos problemas, los cuales, ciertamente, están conexionados con la verdad misma de las cosas, esto es, con la verdad ontológica.

70. Problemas de valor moral acerca del bien y del mal. Así como de la relación de la operación cognoscitiva respecto a la realidad, surge el problema de la verdad y de la falsedad, igualmente, de la relación de la operación relativa y afectiva respecto a sus objetos, respecto a su fin, etc., brota el problema de la bondad y de la maldad.

Y aquí se estudian muchas cuestiones bajo este aspecto.

En primer lugar, se pregunta qué es la bondad misma, y sobre todo, la maldad misma, por las cuales, algunas acciones se constituyen en buenas, y otras, sin embargo, son tenidas como malas.

Qué la obligación, y de nuevo, cuál es su división en perfecta e imperfecta; cuáles son las normas de la moral; si el fin, el objeto o las circunstancias constituyen a ésta, o solamente el progreso, la utilidad, la vitalidad.

¿Es aquella una norma y una ley y una obligación fundamentada en la naturaleza, y consiguientemente fija e inmutable, o solamente fundamentada en la voluntad del que manda, y consiguientemente mudable?

Finalmente, ¿con qué derecho aquella norma se aplica a las distintas actividades humanas, tanto individuales como ,incluso sociales? De donde, no pocos problemas acerca de] origen, acerca de la naturaleza de la sociedad, y acerca de los derechos y obligaciones que consiguientemente se derivan.

Finalmente, se estudia la actividad humana, de múltiples formas, en relación a las obras de arte consideradas en un sentido amplio, en relación a la cultura, esto es, a las cuestiones acerca de la ciencia del espíritu, las cuales se estudian mucho en nuestro tiempo; de donde surgen muchos temas, que muchas veces ocupan un lugar especial en otros tratados o en otras ciencias, y sin embargo, de alguna forma, también pueden ocupar su lugar en la Filosofía.

71. Acerca dé todos estos temas, los filósofos, a lo largo de toda la historia del desarrollo de la Filosofía, han solido levantar disquisiciones, han intentado distintas soluciones, han enseñado muchos errores mezclados con verdades, de tal modo, que el buen investigador de la verdad, debe proceder con enorme cautela, y seleccionar solamente las perlas auténticas, dejando a un lado las falsas.

Artículo II

Evolución histórica según los distintos períodos y autores.

72. En este breve resumen histórico prescindimos de la filosofía india y china y de otros pueblos de la antigüedad, porque la india más bien es un tratado mítico, y la china un tratado de moral, y no tratan directamente a la luz natural acerca de los primeros principios mismos y de las causas de las cosas, y por tanto, ni se trata estrictamente de una filosofía, ni tuvieron influencia alguna en la filosofía occidental.

Ahora bien, encontramos los inicios de la Filosofía en Grecia, de tal modo, que a lo largo de distintas épocas floreció la filosofía principalmente entre los griegos, y después ejercieron un gran influjo entre los romanos, en concreto en los Santos Padres y en los Doctores de la Iglesia, aunque expurgada de los errores que contenía. Por lo cual, hablaremos con todo derecho en primer lugar, de la filosofía greco-romana.

§ 1. Filosofía Greco-Romana.

73. Podemos distinguir en esta filosofía tres períodos, si dejamos a un lado los comienzos, que están mezclados con fábulas: el primer período es el antesocrático; el segundo, el período clásico; y el tercero, el período helenístico.

Período antesocrático. Suele llamarse período cosmológico, pues trata acerca del mundo, esto es, acerca de los principios materiales del mundo, el cual se nos ofrece al instante a través de los sentidos; a esta cuestión responde:

74. Solución sensualista. Los primeros, que, una vez superado el antropomorfismo, intentan reducir la variedad del mundo a una unidad de razón, son los jónicos, los cuales, dados demasiado a la experiencia de los sentidos, buscan un principio material único. Tales de Mileto (s. VI a.C.) enseñó que este principio es el agua. Anaxímenes (c. 590-598) enseñó que este principio es el aire. Anaximandro (n. c. 610) propuso como principio de las cosas la materia indeterminada, no algo sensible.

Efeso, después de la destrucción de Mileto por los persas, fue la más poderosa de todas las ciudades jónicas, donde Heráclito (540-475 a.C.), apoyado en las opiniones de los autores anteriores, enseñó que el único ente era, no un solo elemento, ni siquiera indeterminado, sino el tránsito mismo de un elemento a otro. Se establece como principio de esta evolución un cierto logos inmanente a las cosas; sin embargo, no totalmente inmaterial; un logos vivo y divino. Así pues, la primera consecuencia de esta teoría sería el panteísmo y el monismo. Además, este principio de evolución perpetua -conduce al agnosticismo, al decir Heráclito: "Lo que es, mientras es, no es", porque al instante se cambia. así pues, de este modo se destruye el principio de identidad, y por tanto el de contradicción, y toda posibilidad de pensar rectamente. Así pues, la doctrina de Heráclito es una metafísica "tou fieri", la cual se apoya en la experiencia del movimiento. Sin embargo, en Heráclito se da un nuevo paso en la abstracción del concepto y un nuevo progreso.

73. Solución racionalista. Los Pitagóricos. Pitágoras de Samos (580-500 a.C.), impresionado por la proporción y peso de las cosas, afirmó que la verdadera realidad y la fuente de la razón del universa son los números, en cuanto signos que expresan tal proporción. Los números, al ser inmutables, son anteriores a todas las. cosas mudables, y ejemplares ideales de todas las cosas; más aún: la esencia misma inmutable de las cosas. Así pues, Pitágoras alcanzó un nuevo paso en el pensar,.a saber, el segundo grado de abstracción.

Jenófanes Colofonio (570-478 a.C.), se dice que fundó la escuela eleática, y defendía la identidad absoluta de Dios y el Cosmos, "el Uno y el todo".

Los eleáticos. Parménides de Elea (530-444 a.C.), llevado por la unidad del ente, estableció a priori su principio de unidad absoluta, y extrajo sus consecuencias. Transfiere a la realidad del ente la unidad lógica y analógica del concepto, según el principio del racionalismo extremo: "Pensar es lo mismo que ser". Por tanto, el ente no puede cambiarse, porque no se cambiaría en un ente, que ya es, ni en un no-ente, porque el ente no puede devenir en un; no-ente. Ahora bien, la experiencia de los sentidos es una ilusión útil solamente para. la práctica. Parménides es considerado como el primer metafísico, en cuanto que habla del ente como ente en el último grado de abstracción, y por proponer sus problemas ontológicos y críticos de un modo totalmente distinto a como lo hace Heráclito.

Zenón de Elea (590) defiende sutilísimamente la inmutabilidad defendida por Parménides, en virtud de su dicotomía y del argumento de Aquiles acerca de la imposibilidad del movimiento.

76. Conciliación física. Atomismo. Este fue el primero que intentó resolver la cuestión acerca de la esencia y de la evolución de las cosas partiendo de los datos de la experiencia, relacionados con la razón. Leucipo, hacia el año 500 a.C. fundó una escuela en Abdera (en el limite de Tracia y Macedonia) y creó el sistema atomístico. Demócrito (460-400), discípulo de aquel, extendió su obra. Empédocles. (483-423 a.C.), de Agrigento marcho a Atenas, y Anaxágoras Clazomene (500-428 a.C.), amigo de Pericles. El movimiento, según ellos, es real (datos de los sentidos), porque el ente se ha dividido en otros entes pequeñísimos e infinitos, conducidos por un cierto fatalismo. Ahora bien, estas entidades minúsculas poseen las propiedades del ente: la eternidad, ,la perfección en su orden, la indivisibilidad, la inmutabilidad (datos del. entendimiento). Ahora bien, Anaxágoras empleó un nuevo elemento: "to Nous", elemento espiritual, entendimiento universal y providente, que sabe y dirige todas las cosas (Dios);así superó el materialismo del atomismo.

77. Conciliación psicológica. Desespera acerca del conocimiento de la realidad misma, se refugia en el. hombre, y se llama sofística. Protágoras de Abriera (480-410 a.C.), para .conciliar los elementos contradictorios, a saber, de la experiencia.y de la razón, se .refugia en el sujeto mismo que piensa: "El hombre es la medida de todas las cosas"; puesto que todas las cosas cambian objetivamente, la inmutabilidad de las ideas se fundamenta únicamente en el hombre. Gorgias Leontino (480-375 a.C.) profesaba cierto agnosticismo. Calicles enseñaba que había que entregarse a las tendencias subjetivas, a las pasiones, para alcanzar la felicidad.

78. Período clásico. Los sofistas, con. sus paradojas, excitaron la reflexión acerca del valor de las ideas abstractas y de la ciencia, y Sócrates (470-399 a.C.), paradójico, y en fin también mayéutico, avanzó por este camino. No se trata ya de encontrar el primer elemento, sino de definir todas las cosas de tal modo que se halle la esencia universal de cada una de ellas y se compare con las otras. Se halla una verdadera vía de nuestro entendimiento abstractivo, a fin de construir una ciencia universal: surgía la Filosofía auténtica.

79. Platón (429-348 a.C.), discípulo de Sócrates, fundó la escuela "de la Academia", y enseñó sus teorías de una forma un tanto crítica, a base de diálogos, ciertamente revestidos de un estilo precioso. El mismo, para establecer una verdadera ciencia universal y para conciliar los datos de los sentidos con esta ciencia, propuso su sistema de ideas, que viene a ser algo así:

Se da un mundo sensible sometido a cambios (mundo de Heráclito), y un mundo inteligible eterno e inmutable (mundo de Parménides), no con un solo ente, sino que consta de muchas ideas, entre las que sobresale la idea de Bien. En la vida premundana, el alma humana, que preexistía, contempló estas ideas, y ahora, con ocasión del conocimiento del mundo sensible, acerca del cual solamente puede tener opinión se acuerda de las ideas, y tiene acerca de éstas ciencia propia. En este realismo idealístico, Platón habla hermosamente acerca de la inmortalidad del alma, de Dios como arquitecto (demiurgo) del mundo, el cual, contemplando las ideas como ejemplares, forma el mundo sensible de la materia. Ahora bien, defiende una triple alma y un comunismo disforme. Este realismo exagerado de Platón, conduce su filosofía a explicar las propiedades meramente lógicas de los conceptos por medio de las propiedades reales de las cosas. Pero ya se encuentran en el mismo algunos fundamentos de peripatetismo: a saber, la idea de potencia, en cuanto que afirmó que toda idea participa del no-ente, puesto que es simultáneamente,"ella misma" y "no otra"; y la idea de acto, en cuanto que aparece la idea de Bien como fuente de las otras ideas y "perfección pura".

80. Aristóteles (384-322 a.C.), nacido en Estagira de Tracia, discípulo de Platón, rechazó .la doctrina de los universales de su maestro. Ahora bien, él defiende que el concepto universal se saca de los sensibles por abstracción, y que tiene valor objetico, porque muestra la esencia misma inmanente de las cosas.

Su doctrina esencial acerca de la constitución de las cosas es el hilemorfismo, según el cual, los cuerpos constan de materia y forma. Ahora bien, la forma, que da la determinación especifica a las cosas, se encuentra en ellas mismas, y no es la forma separada platónica. Esta doctrina, por la cual se explican todos los cambios, tanto los substanciales como los accidentales, influye en la ,doctrina acerca de la potencia y el acto, totalmente fundamental en el sistema aristotélico-tomista. El tránsito de potencia a acto se llama movimiento; ahora bien, nada pasa de potencia a acto sino por otro ser en acto; de donde surge el principio de causalidad: Todo lo que se mueve es movido por otro. A partir de aquí llega al primer motor inmóvil, a Dios, como acto puro, sin embargo en un sentido muy oscuro; pues Dios no es creador, sino una simple razón de ser del orden y el movimiento; de este modo, Dios no conoce el mundo, porque el mundo, como imperfectísimo que es, no se adecua a la sabiduría divina, y por tanto, la providencia divina, en tanto se da, en cuanto es fin último de las cosas, no en cambio en cuanto dirige conscientemente todas las cosas.

Aristóteles abarca todos los aspectos del conocimiento humano en la gran síntesis metafísico-cosmológica y psicológica. Encontró el quicio en el cual concluirían las dos tendencias de la mente: la idealista y la positivista, y comprendió extraordinariamente la índole abstractiva de la mente. Sus discípulos inmediatos cultivan la física. La lógica y la retórica solamente fueron tenidas en gran estimación entre los estóicos, también por Porfirio, y por los filósofos romanos y por los primeros escolásticos (siglos VIII al XII), mientras que su obra metafísica es recibida por los siríacos, a través de los cuales llega hasta los árabes, y de éstos, en el siglo XII, es recibida por los escolásticos.

81. Período helenístico, llamado también período ético o de ocaso. Hay discípulos de Platón reunidos bajo el nombre de Academia, y de Aristóteles, bajo el nombre de liceo o Peripatéticos, en Atenas durante siglos, hasta que fueron prohibidos por el emperador Justiniano, como último baluarte del paganismo, en el año 529 d.C. La Academia vino a caer en un escepticismo hacia el siglo III a.C. Los Peripatéticos, en cambio, tenida en menos la metafísica, se dedicaron a las cuestiones física o a las morales. Sin embargo, en este periodo de "transición", hasta la muerte de Plotino hacia el año 270 d.C., se lleva a cabo una evolución providencial de la filosofía, a partir del racionalismo griego, hasta la filosofía cristiano-agustiniana. Ahora bien, esta "transición" se divide en otros dos períodos, a saber, el moral y el místico; de donde el estoicismo y el neoplatonismo: Zenón y Plotino.

82. Tres son las notas que dominan en el periodo moral: el materialismo, únicamente estudia los bienes naturales; el egoísmo, expone todos los sistemas acerca del individuo y de su felicidad; y el naturalismo, haciendo caso omiso de toda religión, busca la felicidad con las solas fuerza naturales.

Zenon de Citia (336-264), unió una doctrina ética bastante rígida con un panteísmo materialista: "La virtud, esto es, toda la felicidad del hombre, consiste en una vida conforme con la razón y en la liberación de toda perturbación del alma".

Los principales estóicos. fueron: Cleantus, (330-232), sucesor de Zenon en Atenas; Crisino (280-207), poderoso dialéctico; Posidonio (hacia el año 135-51), enciclopedista, el cual introdujo el método griego de pensar en Roma; Séneca (hacia el año 1-65 d.C); Epicteto (hacia el año 50-138 d.C.), y Marco Aurelio (121-180), emperador, en Roma.

Epicuro (341-270 a.C.) funda la moral de la absoluta moderación, y coloca la felicidad del hombre en el deleite sensible.

Por último, Pirron, Eleatense (365-275 a.C.), enseñó el escepticismo, al cual llevó a los platónicos: a Arcesilao (314-240) y a Carneades (214129), que profesan un cierto probabilismo. Este escepticismo lo prolongaron hasta el siglo II d.C. Enesidemos (hacia el año 50 a.C.) y Sexto Empírico (hacia el año 150 d.C.). Del escepticismo brotó el eclecticismo, al cual se entregó Cicerón (106-43 a.C.)

83. Periodo místico. Mientras se cultivan en Roma las tendencias morales al comienzo de la época cristiana, la filosofía griega intenta nuevos caminos, cuando estudia el modo de unir el alma humana con el principio fundamental de todo ser; en este sentido esta filosofía se llama "mística", y su origen se halla en la relación con las religiones orientales helenísticas. En Alejandría, Filon (hacia el año 25 a.C.), judío, intenta interpretar de modo racionalista los dogmas hebreos; Plutarco (murió el año 120) intenta lo mismo con los mitos paganos, y los Gnósticos intentan hacerlo con los dogmas cristianos.

El neoplatonismo, fundado en Alejandría por Ammonio Sacca (hacia el año 175-242 d.C.), apóstata de la fe cristiana, captó al gran filósofo de aquel entonces, Plotino (205-270), discípulo de Ammonio. Según él, del Uno, Principio perfectísimo de todas las cosas, procede el entendimiento, por generación, el cual contempla las ideas libres, no subsistentes como quería Platón. Después, del entendimiento, procede necesariamente el alma del mundo, un tanto imperfecta, que contiene las almas particulares, y de éstas, finalmente, proceden la materia y los cuerpos. Por último, la materia es un alma y no un ente, por lo cual, el trabajo del hombre debe ser consiguientemente místico; a saber, librarse de la materia y de las tendencias de ésta, a fin de que pueda por último llegar a la contemplación del Uno y a la unión con el mismo. Ahora bien, como quiera que la religión en Plotino es un medio para fomentar la unión mística, confunde sus fines con la filosofía.

Así pues, es prolongada la elaboración filosófica y racional, llevada a cabo desde el tiempo de Aristóteles, la cual prepara la filosofía racional segura y auténtica, que tiende el camino a la fe.

§ 2; Filosofía cristiana.

84. Periodo patrístico. Nuestro Señor Jesucristo, así como El mismo debe ser la razón de vivir para todo creyente, así propone el filósofo una nueva concepción del mundo a la luz sobrenatural de la fe. Por tanto, aunque el cristianismo no sea una filosofía, sino una religión, sin embargo, su doctrina estudia aquéllas cuestiones últimas y recónditas que hablan tratado los cosmólogos, los metafísicos y los moralistas griegos. Ciertamente, era menester que estas cuestiones fueran aclaradas por los Santos Padres, si la fe iba a ser propagada entre los hombres cultivados en la filosofía y si iba a ser defendida contra los que la atacaban.

De este modo, la filosofía cristiana surgió, la cual, desde el principio defendía la posibilidad del conocimiento verdadero y cierto; en Teodicea defendía la existencia, unicidad, omniperfección, omnisciencia, omnipotencia, providencia y transcendencia de Dios; en la Cosmología, principalmente defendía la creación; en Psicología, la unidad substancial del hombre, la libertad y la inmortalidad del hombre; y en la Ética, la cuestión del fin último del hombre.

Todos estos temas, que eran presentados de una forma un tanto confusa e incluso errónea entre los antiguos filósofos, los Santos Padres de la Iglesia los enseñan con claridad y constancia, ciertamente con la ayuda de la fe, aunque no siempre con argumentos completamente perfectos. Pues aquella admirable asimilación filosófica de la antigüedad, sobre todo de la platónica, era menester que se realizara con diversos intentos, sin abandonar las verdades de la fe. Bajo esta luz es menester juzgar a los Santos Padres.

85. Este período puede dividirse en dos partes:

I. El periodo inicial: De los apologetas, de los antiagnósticos, y de los alejandrinos. Entre los apologetas sobresalen Arístides (c. 140 d.C.), Atenágoras (c. 150), Minucio Félix (c. 200), Justino (c. 163-67), Taciano (c. 162), y después Lactancio (c. 330) y Tertuliano (c. 160-245).

Los antiagnósticos principales son: San Ireneo (140-202) y San Hipólito (+ 235)

Los alejandrinos principales son: Pantano (c. 150), Clemente (c. 150-225) y Orígenes (185-254).

86. II. Período de esplendor. Se tratan muchas cuestiones teológicas acerca de la Santísima Trinidad, acerca de la Encarnación del Verbo, acerca de temas morales: San Atanasio (c. 295-373), San Gregorio Niseno (c. 335394), San Basilio (c.330-379), San Gregorio Nacianceno (329-390), San Ambrosio (340-397), San Hilario (+ 366), San Jerónimo (340-420), y otros, defienden y aclaran la fe contra Arrio (+ 336), Apolinar (c. 375), Nestorio (+ 440), Eutiques (n. 378)... contra el pelagianismo y el maniqueísmo..

En el primer periodo no se dan grandes ingenios, pero se dan estupendos esfuerzos y éxitos parciales, los cuales, en ocasiones, están mezclados de algunos errores, v.g., acerca de la espiritualidad del alma. Y en cambio, en el segundo período, se da una asimilación más plena de la fe y de la filosofía, aunque sobresalen más que ingenios filosóficos, ingenios teológicos. Destaca entre todos:

87. San Agustín (354-430), el cual perfeccionó, el primero entre los cristianos, la gran síntesis religioso-filosófica, apoyado principalmente en el platonismo. Es famosísima en primer lugar, su solución al problema de los escépticos por medio de la evidencia inmediata de la propia duda y la existencia del que duda. Sin embargo, al admitir que no puede asegurarse con la simple experiencia la verdad inmutable de los juicios necesarios, recurre para explicarla, al igual que Platón, a la inmutabilidad de las ideas insensibles, las cuales afirma que subsisten en el Verbo. Estas las conocemos "mediante la divina iluminación", que es una noción muy oscura en el sistema agustiniano. Al mismo tiempo, de estas verdades deduce por último la existencia de Dios y muchas otras conclusiones en la Teodicea. En la Física sostiene la creación de la materia, y en la Ética coloca la felicidad, más bien en el disfrute que en la contemplación del Sumo Bien. Además, añade al Platonismo otros elementos extraídos de su propio ingenio, y ataca duramente a los errores contrarios a la fe. Discurre muy bien acerca del origen del mal, en contra de los maniqueos. El influjo de San Agustín fue tan grande, que con razón podemos afirmar la imposibilidad de comprender la cultura occidental sin conocer sus obras. Incluso hoy día se le tiene en el más alto nivel; es llamado el "primer hombre moderno", y sus soluciones y argumentos son sacados de nuevo a la luz.

88. Edad Media. Después de la caída del Imperio Romano, surge una nueva edad en Europa, en la cual, la nueva cultura, debía ser creada por los cristianos. Y en primer lugar se da un período oscuro, en el cual los restos de la antigüedad se conservan por medio de los amanuenses más que por los filósofos, los cuales, aunque ponen pocos elementos de su propia cosecha, sin embargo, preparan con sus obras aquel desarrollo admirable y espléndido de la Teología.

Debemos decir que Boecio, San Isidoro y San Juan Damasceno se fijan más en la antigüedad: estos, conociendo y criticando las obras de los antiguos, no ejercen un influjo inmediato a través de su ciencia, sino a través de la ciencia de otros. En cambio, Beda, Romano Mauro y Escotó Eriugena, se fijan más en los tiempos modernos, pues influyen con sus ideas y con su especulación, bastante originales, en la posteridad.

Boecio (480-526) goza de una gran autoridad e incidencia en la Edad Media, principalmente por sus verdiones de Aristóteles (algunas obras lógicas) y de Porfirio (Isagoge), y por unos opúsculos teológicos. A él, en gran parte, se debe el vocabulario técnico de la escolástica. Fue encarcelado y matado por Teodoríco, del cual había sido su consejero. Durante la cautividad escribió su obra acerca de "La Consolación de la Filosofía".

San Isidoro (636), con su escuela hispalense, ejerció un gran influjo en la conservación de la ciencia antigua; principalmente debe tenerse en cuenta una recopilación de sentencias (Las Etimologías) filosófico-teológico-moral; esta clase de literatura después estuvo muy en boga. Próspero de Aquitania (+ 463) y Samuel Tajón (683), cultivaron primeramente, según parece, aquel género literario y no quedan restos más antiguos.

San Juan Damasceno (+ 749): gran ingenio, más, profundo que Boecio, aunque no tan conocido en la Edad Media. La primera parte de su libro "Fuente del conocimiento" tiene un sabor a la filosofía aristotélica..

San Beda (674-753), alcanza, a través de Egberto y de la escuela Yorkiana, a Alcuino y al renacimiento Carolingio, por lo cual, el desarrollo de la filosofía se prolonga sin solución de continuidad.

89. La filosofía escolástica puede decirse que nace en el siglo XI, cuando San Anselmo Canturiense (1033-1109) se levanta contra los clérigos formados en las tradiciones de Alcuino y de Mauro. Pues éstos, mostrando demasiado amor hacia la dialéctica, debilitaban el valor de la revelación, en tanto que disminuían la razón y desposeían de verdad a los conceptos universales. Así , v.g., Anselmo Peripatético, Berengario de Tours (+ 1088), y después Roscelino (+ 1125).

Contra estos defienden oportunamente la capacidad del entendimiento para alcanzar la verdad y para tutelar la fe, aunque caigan a veces en un realismo exagerado, en primer lugar Lanfranco (1010-1089), y después, su discípulo Anselmo. En este realismo, en primer lugar cometió error Guillermo Campeliense (1070-1121); y partiendo del controvertido problema acerca de los universales, surgió el primer esplendor. .

90. Abelardo (1079-1142) llevó una vida muy turbulenta, ya por motivos doctrinales, ya sobre todo por sus poco moderadas pasiones. Prestó un buen servicio a la teología cristiana por medio de su libro "Sic et non", en el cual reunió sentencias de los Santos Padres aparentemente opuestas, enseñó el método para explicarlas, que viene a ser como un adelanto del método escolástico. Sus obras principales pertenecen a la lógica, en las cuales no se muestra nominalista, como alguna vez ha sido acusado de ello, sino un preclaro realista moderado. Pedro Lombardo (1100-1160), tal vez discípulo suyo, escribió la primera suma de teología, de rango universal hasta el siglo XVI, texto muchas veces comentado.

Ya desde Abelardo sin interrupción, la filosofía avanza hasta su cúspide del siglo XII. Pues las escuelas monacales, como la famosísima escuela de Chartré, después la universidades que florecen en esta época, el estudio científico de las nuevas órdenes mendicantes, finalmente las nuevas versiones de los autores griegos y árabes, enriquecen y dirigen el ingenio medieval.

91. Filosofía de los árabes. En verdad, mientras la sabiduría de los antiguos yacía casi extinguida, en Occidente, en el Oriente estaba muy floreciente entre los árabes, que la habían tomado de Siria y de Persia. Al-Kindi (+ 873), A1-Farabi (+ 950), Avícena (Ibn Sina, 980-1073), comienzan en Aristóteles; ahora bien, a éstos se les oponen, tratándoles de heterodoxos, los teólogos mahometanos, bajo la guía de Algazel (Gazali, 1059-1111); después, los cordobeses, imitando a Bagdad, se dedican a la filosofía, y entre ellos sobresalen de forma especial Avempas (+ 1138), Abubacer (Ibn Tufail, + 1185) y Averroes (1126-1198), gran comentarista. Añaden sus propias especulaciones al aristotelismo, mezcladas algunas sentencias de neo-platonismo. Defienden el creacionismo, y dudan acerca de la unidad del entendimiento agente, para llegar, con Averroes, a la inmortalidad personal de las almas.

92. Esplendor de la filosofía escolástica. Diversas tendencias. Los autores asimilan a su manera estas corrientes convergentes de orden cultural, y de ahí surgen las diversas escuelas de esta época, que pueden reducirse a tres: la primera, la de los renovadores, que reciben todos los elementos casi sin selección; la otra, la agustiniana, que mientras no se atreve a rechazar de plano las teorías aristotélicas, mantiene en la mayor parte de sus temas la doctrina agustiniana, muchas veces de un modo no coherente; finalmente, la tercera, la cual ahora llamamos tomística, recibe de las teorías de Aristóteles todos aquellos datos que parecen acordes con la fe, de tal modo. que al mismo tiempo, tímidamente, abandona el agustinismo, y rechaza denodadamente los errores de los árabes y de los judíos.

Entre los filósofos renovadores, sobresale sobre todo Siger de Bravantia (1235-1284?), sutil por su ingenio, resbaladizo en sus enseñanzas, condenado dos veces de averroísmo (al defender la eternidad del mundo y la unidad del entendimiento humano), y atacado muy fuertemente por Santo Tomás.

93. La tendencia agustiniana, que prevalecía en la universidad de París hasta la mitad del siglo XIII, había seguido muchísimas tendencias peripatéticas, principalmente desde el tiempo de Guillermo de Alvernia (+ 1249), sin embargo, no consiguió realizar la síntesis plena, bien por las circunstancias todavía no maduras, bien por cierto misticismo, que habría recibido de San Francisco, pues. los más importantes agustinianos de esta época fueron de la orden de San Francisco, como Alejandro Halense (+ 1245) y San Buenaventura (1221-1274). Y después, en cambio, cuando Santo Tomás restauró el verdadero aristotelismo, el nombre de agustinismo se reservó para las muchísimas sentencias opuestas a Agustín, y que debían ser aseguradas por su autoridad, v.g., el hilemorfismo universal, pluriforme en las criaturas, y la temporalidad de la creación. Además, deben citarse entre los agustinianos Enrique Gandevensi (c. 1217-1293), Godofredo de Fontibus (c. 1285-1300), seculares, y Gundisalvo Hispano, franciscano (c. 1200).

94. San Alberto Magno, "Doctor Universal", comenzó la gran restauración del Aristotelismo, la cual perfeccionó su discípulo Santo Tomás. Dejando el camino seguido por los anteriores dominicos, siguen un nuevo método y unas nuevas enseñanzas aristotélicas, de tal modo que, después, todos los frailes predicadores, abandonen el agustinismo y sigan el aristotelismo (tomismo). San Alberto, de un ingenio muy vasto y de una ciencia universal, ajustó las enseñanzas y los elementos de la filosofía aristotélica, ya liberada de los errores de los árabes, a las verdades de la fe, y paulatinamente se comenzó el aristotelismo cristiano; sin embargo, su sistema no debe tomarse como una síntesis perfecta; esto lo consiguió sobre todo su discípulo.

95. Santo Tomás (c., 1225-1274), aunque no sobresalga en la ciencia positiva y en la investigación tanto como San Alberto, rayo a un nivel máximo sin embargo, por la asiduidad de su trabajo y por la perspicacia de su ingenio, y consiguió maravillosamente que la doctrina y el método aristotélico se aplicaran coherentemente y con facilidad a la teología; cuyo mérito es evidente, no por la nueva creación y restauración de las enseñanzas, sino por la oportunidad, claridad y amplitud con que adaptó el aristotelismo a la teología, como comenzara a resultar tan peligroso por la tradición arábiga en las aulas cristianas.

Así pues, Santo Tomás, asumió la metafísica aristotélica de tal modo que al mismo tiempo conservaba también la doctrina platónica acerca de la participación, e introducía una admirable armonía del agustinismo y del aristotelismo. El principio quasi fundamental de su metafísica lo sitúa en la noción de potencia y acto y en su composición: así, todo ente, o es el Sumo, o es alguna esencia (potencia) que participa del acto de ser; del mismo modo que el ente creado se compone de substancia y accidente, y el ente corporal de materia y forma; así explica Santo Tomás toda la Ontología y la Física con esta teoría de la potencia y el acto y esta explicación es casi exhaustiva. Por lo demás, su método de filosofar comienza o parte de la experiencia, de la cual el conocimiento de las cosas se abstrae por medio del entendimiento agente. Y apoyado en este conocimiento, el hombre puede demostrar la existencia de Dios, y por medio de las cinco vías, y también conocer sus distintos atributos por la analogía con el ente creado. En este conocimiento natural de Dios como Sumo Bien consistiría la felicidad humana, a no ser que el hombre hubiera sido elevado al orden sobrenatural. Ahora bien, al ser el alma la única forma substancial del compuesto humano, y no el simple "auriga" de Platón, es al mismo tiempo verdaderamente espiritual e inmortal, y ocupa un lugar intermedio en el orden de la creación. Pues mientras está por debajo de las inteligencias puras, esto es, de los ángeles, los cuales habitan en las moradas celestiales, supera plenamente al mundo irracional y sensible.

96. Obras de Santo Tomás. Es menester distribuirlas en cuatro apartados:

a) Obras sistemáticas: Comentarios a los cuatro libros de las sentencias de Pedro Lombardo (1252-1256); Suma contra gentiles, esto es, contra los árabes (c.1258-1260); Suma teológica, obra egregia y sin concluir.

b) Las cuestiones, a saber, las "discusiones" en las distintas disputas ordinarias, y las quodlibetales en las extraordinarias.

c) Los comentarios a las obras de Aristóteles, escritos ya en la madurez de su ingenio y en edad avanzada; son los principales: A los dos libros de los últimos analíticos; a los ocho libros de los físicos; a los tres libros acerca del alma; a los doce primeros libros de metafísica; a los diez libros de los éticos.

d) Los opúsculos, que se cuentan unos cincuenta; son los principales libros filosóficos los siguientes: Del ente y la esencia (c. 1256); la exposición al libro de Boecio acerca de la Trinidad (donde se dan los principios de la filosofía de las ciencias); acerca del régimen de los príncipes al rey de Chipre (donde se estudia la doctrina acerca del estdo).

La Iglesia tiene al Doctor Angélico como el primero entre los doctores de todas las escuelas, al cual manda seguir, dejando a salvo la legitima libertad. Pon lo cual puede ser también llamado Doctor Común.

97. Siglo XIV.- Declive de la Filosofía. Las órdenes mendicantes y gas nuevas universidades, así como por una parte favorecen la unidad de la doctrina, así también por otra parte preparan la caída de la Filosofía escolástica. Pues los nuevos doctores, por el mismo hecho de que pertenecen a alguna orden religiosa, están obligados a defender una doctrina determinada y atacar la contraria; y por su parte, las universidades, para tener muchos alumnos, confieren demasiado fácilmente los grados. De donde se abandonan fácilmente los estudios más profundos, y mientras se forman ingenios más bien críticos y analíticos que positivos y sintéticos, se cultivan sutilidades vacías de la dialéctica en vez de auténticos problemas. Ahora bien, este declive, que llegó hasta el nominalismo, lo anunció, más que introducirlo, Duns Scoto.

98. Duns Scoto (1266-1308), "Doctor Sutil", el cual ciertamente es tenido con razón como el último autor de la gran escolástica, bien por su enorme ingenio, bien también por su unidad sistemática, como muestran las investigaciones modernas. Pero su sentencia demasiado crítica y su afición a un método quasi matemático, comienza ya a tener sabor a nominalismo. Contra Santo Tomás, niega la unidad de las formas, la radical postura de la individuación en la materia de una cantidad "signata", y finalmente, la primacía del entendimiento la transfiere a la voluntad. Muchas verdades que hasta ahora se tenían como viables a la razón natural, él las restringe a la teología de la fe; propone la distinción formal por la naturaleza de la cosa para resolver muchos problemas en la metafísica, y es el primero que funda la verdadera escuela franciscana escotista.

99. Nominalismo. Después de Scoto, prevaleció en las escuelas, ganando terreno de día en día también, en un criticismo demasiado fuerte y un tedio respecto a la metafísica. Guillermo de Ockam (1295-1350), encarcelado por la Iglesia y excomulgado por sus lamentables intervenciones en los asuntas seculares de los príncipes, sobresle entre todos los nominalistas. Debemos citar también, juntamente con él a Durando de San Porciano (+ 1334), Pedro Aureolo (+ 1322), que le hablan preparado el camino, y a sus sucesores Roberto Holcot (+ 1349), Nicolás de Ultrecubia (c. 1345) y Gabriel Biel (+ 1495), de los cuales, el primero admitió la teoría de la doble verdad, el segundo dudó acerca del principio de causalidad, y el tercero ejerció influencia en el mismo Lutero. Sin embargo, podemos hallar en el nominalismo algunos elementos buenos de alguna importancia, los cuales sin embargo no excusan su influjo pernicioso. Favorecen muchísimo el método experimental, el cual sin embargo, ya antes, desde el tiempo de Roger Bacon (c. 1210-1298) estaba vigente sobre todo en Oxonia, y se adecuaba 'muy bien con el cultivo de la metafísica. Se añade el que casi todos los éxitos de la investigación de los nominalistas, v.g., el de la teoría mecánica y física de Juan Buridano (+ c. 1358), que hasta ahora se atribulan a Galileo, quedaron desconocidos y casi estériles.

100. Fin de la filosofía medieval. Aunque el nominalismo, "la vía moderna", según era llamado, nunca pudo destronar totalmente a la "vía antigua", la aristotélico-tomista, sin embargo, el declive de todas las escuelas al tratar cuestiones de poca importancia y el desprecio mismo de la lengua, llevó a muchos a tratar otros temas más prácticos y quasi místicos.

Raimundo Lulio (1233-1315?) intenta devolver a la ciencia cristiana la primitiva pureza, y por medio del conocimiento enciclopédico de todas las ciencias, llevar a cabo alguna síntesis de la sabiduría cristiana y la apologética contra los errores de los paganos mahometanos. El influjo del neoplatonismo de aquel entonces fue grande, el cual ya lo recibió Lulio; pero principalmente aquellos que se entregaron a los estudios místicos, como el maestro Eckhardo (c. 1260-1327) y otros, que, uniendo con el tomismo las doctrinas neoplatónicas del Pseudo Dionisio, declinaron a cierto panteísmo, por lo menos en su modo de hablar un tanto audaz.

Nicolás Cusano (1401-1464) sobresale por su neoplatonismo entre todos estos, y ya aparecen en el mismo tendencias modernas. La clave de su sistema es la "iluminación intelectual" por el Verbo, la iluminación de la fe, mística. Pues la razón es incapaz para realizar el compendio de la realidad universal, puesto que los conceptos universales difieren de la realidad concreta (nominalismo) y la iluminación de la fe suple la incapacidad de la naturaleza.

§ 3. Filosofía moderna.

101. Renacimiento. En este período puede distinguirse un doble grupo de filósofos: el grupo de los escolásticos y el de los independientes, de los cuales, unos pueden ser llamados críticos y eclécticos, y oros en cambio, restauradores de la filosofía antigua, principalmente de la griega:

Luis Vives (1492-1550) reduce a síntesis las principales doctrinas de cada escuela, pero prohíbe abusar del argumento de autoridad y del método deductivo, mientras que él mismo se afana por usar. del método inductivo y de un estilo claro.

Pómez Pereira (1500-1558), médico, parece preceder a Bacon y a Descartes por su teoría nominalista y critica: "Conozco que conozco algo, y todo aquel que conoce existe, luego yo existo".

Entre los platónicos, aparte de Besarión (+ 1472) y Pletón (+ 1450), griegos, sobresalen Marsilo Ficinos (1433-1499), ,Pico de Mirándola (+ 1494), Juan Reclin (+ 1522), Erasmo (1467-1536). Entre los aristotélicos Pedro Pomponacio (+ 1524), Jacobo Zabrela (-1589). Entre los estóicos, Justo Lipsio (+ 1606). Entre los epicúreos, Lorenzo Valla (+ 1457), Gassendi (+ 1655). Bajo el. influjo de Nicolás de Cusa y del neoplatonismo, .del panpsiquismo y del estoicismo, aparecen Giordano Bruno (1548-1600) y Tomás Campanela (+ 1638).

102. Renovación de la filosofía escolástica. También en este periodo alcanza la escolástica un nuevo y muy brillante esplendor. Liberada de los defectos y de las corruptelas, no sólo recupera la perfección de los antiguos, sino que incluso la supera en alguna forma, y da origen a nuevas ciencias: la filosofía del derecho; el derecho de gentes, y los sistemas morales.

Los maestros de la Orden de Predicadores, desde comienzos de siglo expusieron en comentarios dignos de encomio la Suma de Santo Tomas. Así, Pedro Bruxellese (+ 1516) en la universidad de París; en Italia, el Cardenal Tomás de Vio (Cayetano) (1469-1534), profundo comentarista de la Suma Teológica; Francisco Silvestre Ferrariense, comentarista de la Suma contra gentiles.

103. El principal foco de renovación se encuentra en España, donde la escolástica se divide en tres grandes escuelas: la Salmanticense, la Complutense y la Conimbricense.

La renovación es comenzada en Salamanca por los dominicos: Francisco de Vitoria (+ 1546), padre de la escuela, empleó el método tradicional, pero convenientemente adaptado, a fin de impulsar al progreso la índole de la nueva escuela. El mismo, en su gran obra acerca del derecho de la guerra y de la paz, puso los fundamentos del Derecho de Gentes de los modernos.

Domingo Soto. (1494-1560), muy perito en el uso del método escolástico, es el autor del tratado acerca de la justicia y el derecho, verdadera metafísica jurídica.

Melchor Cano (+ 1560), en su obra acerca de los lugares teológicos, renueva la lógica teológica siguiendo a Aristóteles. Domingo Báñez es el autor de la teoría de la promoción física, que es defendida después por los tomistas. Juan de Santo Tomás (1589-1644), preclaro tomista, principalmente sobresale en la exposición de la lógica.

104. En Conímbrica, los PP. de la Compañía de Jesús, promueven enormemente la escolástica. Pedro Fonseca (1528-1599), es tenido como el autor de la tesis de la ciencia media, distinguiendo claramente los diversos objetos del divino conocimiento. Comentador de Aristóteles, unió el método clásico con el método escolástico en su famoso curso conimbricense, en el cual intervinieron muchos doctores de la Compañía de Jesús, como Alvarez, Goes y Coto. Luis de Molina (1535-1600), fundó el sistema molinista, con el cual propone con profundidad el tema acerca de la predestinación y de la conciliación de la gracia divina con la libertad humana. Grabriel Vázquez (+ 1604), comentarista agudo de la Suma de Santo Tomás, trata profundamente las cuestiones metafísicas.

Ahora bien, entre todos los doctores de la Compañía de Jesús, principalmente en la misma universidad conimbricense, sobresalió con mucho Francisco Suárez (1548-1617).

Además de muy extensos comentarios a la Suma de Santo Tomás, él mismo escribió obras filosófica: tratado acerca del alma, acerca de las leyes, y principalmente Disertaciones metafísicas. Esta egregia obra trae a la memoria los mejores tiempos de la escolástica. Presenta ordenadamente 54 disertaciones acerca de tres grandes conceptos: el ente; el ente como causa, y el ente especial, no siguiendo la división y el método antiguo de los comentaristas de Aristóteles. Suárez defiende la analogía de atribución intrínseca del concepto de ente; coloca el principio formal y radical de la individuación, no en la materia de cantidad "signata", sino en toda la esencia física de la cosa; distingue en las criaturas la esencia de la existencia con distinción de razón con fundamento en la cosa, puesto que el acto no queda limitado por una potencia realmente distinta; defiende que la supositalidad es un modo realmente distinto de la naturaleza. Se inclina a la sentencia común que distingue realmente las potencias de la esencia del alma. Sostiene que el entendimiento conoce directamente el singular sensible, y que el universal directo se realiza mediante una simple abstracción del entendimiento posible. Rechaza la premoción física en la determinación de la voluntad, y el que después del último juicio práctico quede en su poder el determinarse también a seguir el bien menor. Afirma la ciencia media en Dios, para conocer los futuribles, que los conoce en sí mismos. Es el primero en la historia de la escolástica que trata con perspicacia acerca del Derecho de Gentes, al cual lo distingue claramente del Derecho Civil. Dios entrega la autoridad civil a la comunidad, la cual transfiere esta autoridad a una determinada persona, que no es una simple mandataria de la comunidad. Suárez, finalmente, defiende la existencia de una sociedad de todos los pueblos fundada en un cierto derecho internacional, según era ya propuesto por Vitoria.

Así pues, aunque Suárez alguna vez se aparte de los tomistas en su interpretación de Santo Tomás, y muchas veces él mismo siga también las sentencias de otros autores, sin embargo debe ser tenido como auténtico tomista, y debe ser rechazada la acusación de eclecticismo, puesto que su síntesis es alabada por muy segura, y su sistema es tenido como totalmente coherente.

105. En Alcalá de Henares, los carmelitas del Colegio de San Cirilo editaron el curso de las artes y las disertaciones a la dialéctica de Aristóteles y a la filosofía natural, según la admirable doctrina del Angélico Doctor Santo Tomás y según su escuela, los cuales siguieron con toda fidelidad a Santo Tomás. Acerca de cada uno de los temas discutía todo el colegio, a fin de guardarse la unidad de la obra y la fidelidad a Santo Tomás; éste era el sistema común de la Orden, aunque privadamente siguieran a otros doctores.

De la misma orden carmelitana, en Francia, Honorato de Santa María (1651-1729), en sus disertaciones refutó a Descartes y a Gasendi y atacó a Jansenio. De la Orden de San Agustín, Fray Dídaco de Zúñiga (1536) siguió con gran libertad el peripatetismo escolástico. Entre los franciscanos, entre otros sobresale el gran autor de la Filosofía del derecho, Fray Alonso de Castro (1495-1558), el cual puso los fundamentos sistemáticos del derecho penal.

106. Filosofía no escolástica. Mientras en España florecía de este modo la escolástica, en Europa ya comienzan las nuevas tendencias. Se da principalmente una doble tendencia: por una parte, la corriente racionalista, que intenta demostrar sus proposiciones de forma geométrica y matemática, y por otra parte, la tendencia empírica, que trata de apoyarse exclusivamente en la experiencia.

107. Tendencia del racionalismo filosófico. Renato Descartes (1596-1650), es considerado como el padre del racionalismo y de toda la filosofía moderna. Aunque, imbuído en su educación de alguna influencia escolástica, parezca a veces tener cierto sabor a agustinianismo, él mismo quiere desde el principio construir de nuevo su filosofía. De aquí que el eje central de su sistema es el problema acerca del método; este problema lo resuelve proponiendo en primer lugar la duda metódica acerca de todas las verdades para quitar los puntos oscuros planteados por los filósofos. Encuentra la primera verdad en la existencia del mismo "yo" pensante, porque se me manifiesta en una idea clara, de donde concluye que el criterio de verdad es la idea clara; de donde, de modo geométrico, construye su sistema prescindiendo de la experiencia sensible, y para establecer la dependencia entre el orden del conocimiento y. entre .el orden del ente, recurre a Dios, sumamente veraz, que nos infunde ideas innatas claves y verdaderas, donde queda latente en verdad el peligro del futuro idealismo. El cartesianismo ganó rápidamente las mentes de los hombres y ejerció una influencia nefasta.

Nicolás Malebranche (1639-1715) favorece con buena intención el racionalismo cartesiano, de tal modo que niega la acción entre las substancias creadas, y enseña el ocasionalismo, por el que admite a Dios como única causa verdadera. Según las ideas cartesianas, claras y distintas, afirma que existen las ideas ontológicas, la esencia posible fuera del sujeto, las cuales deben hallarse en Dios mismo, el cual es infinitamente presente a nuestra mente con visión natural. B. Espinoza (1632-1677) desarrolló su metafísica, expuesta sistemáticamente en su ética de modo, geométrico; ahora bien, de su errónea definición de substancia y de causa llegó a un rígido panteísmo.

108. Godofredo Guillermo Leibniz (1646-1716), varón muy culto, conocedor de estos autores, quiso construir su filosofía a base de un conglomerado de todas las opiniones racionalistas, de tal modo que evitara los errores del ocasionalismo y del panteísmo, y dejándose llevar por el afán de construir una ciencia universal, en la cual se unieran todas las verdades racionales de un modo quasi matemático. Así pues, es el último intento de conciliar la escolástica con el racionalismo del renacimiento. Para evitar el panteísmo de Espinoza, inventa la "Monadologia", que contiene una nueva y complicada teoría de las ideas innatas. Cristian Wolf (1679-1754) continúa el sistema de su profesor Leibniz, lo hace más sencillo, y sobre todo, lo divulga en latín y en alemán. Admite la existencia de las esencias finitas basándose en la experiencia, tanto interna como externa; en cambio, admite la existencia de Dios, bien como razón suficiente de los seres posibles, bien también apoyándose en el argumento ontológico.

109. El empirismo. Mientras el racionalismo avanza de este modo en la Europa continental, en las Islas Británicas, donde todavía perduraban las tendencias nominalistas, está en vigor el empirismo. Ya Francisco Bacon (1561-1626), trataba de construir de nuevo en sus obras acerca de la dignidad y los progresos de las ciencias y el nuevo orden de las ciencias, la ciencia sobre unos nuevos fundamentos. Pues su metodología prescinde de la vaciedad de las abstracciones y examina la naturaleza misma. "Pues la verdadera ciencia -dice- debe apoyarse, bien en la realidad misma de las cosas, bien en la índole misma del alma humana". Y como Tomás Hobbes propagara el matematismo deductivo cartesiano y el innatismo de las ideas, Juan Locke (1632-1704) negó toda idea innata y todos los principios del raciocinio y afirmó denodadamente que toda idea se adquiere por la experiencia, la cual es. el único fundamento de todos los conocimientos, tanto externos como internos. Jorge Berkeley (1685-1753), al apoyarse en el mismo empirismo, afirma que las cualidades primarias de los cuerpos y los cuerpos mismos no se perciben por la experiencia, sino que su ser consiste en ser percibidos, pues el espacio, .el .tiempo, el movimiento y las substancias, son forjados por la mente bajo el influjo de Dios.

David Hume (1711-1776) va más allá a la hora de sacar las consecuencias empiristas, hasta llegar al puro fenomenalismo y al universal escepticismo. El mismo ejerce su influencia, ya en los ateos enciclopedistas franceses, ya en Kant, al cual despertó de su sueño dogmático y le indujo al idealismo trascendental.

110. Declive de la escolástica y apartamiento de la tradición. Mientras estas tendencias de la filosofía moderna avanzan, la filosofía escolástica cae profundamente después del gran esplendor del renacimiento. Varias fueron las causas de este declive: Se tratan temas de menor importancia, se cultivan con demasiado afán las sutilidades dialécticas, y las distintas escuelas pierden miserablemente el tiempo en defender sus propias tesis contra los otros. escolásticos. Ahora bien, este modo de filosofar viene a resultar, cada vez más, exclusivamente de los clérigos. Y entre los escolásticos mismos se da, o bien ignorancia, o incluso impugnación del progreso científico; las cuales posturas contribuyen al desarrollo del empirismo y del cartesianismo. Solamente algunos, como Juan Duhamel (1624-1705) y el Cardenal Juan B. Tolomeo, se salvan de tal naufragio e intentan unir la filosofía escolástica con la nueva física.

Durante el apogeo de la Ilustración, hábiles ingenios, llevados por el hastío hacia la escolástica, abandonan el aristotelismo tradicional y se pasan a la filosofía racionalística, principalmente a la Wolfiana, en la cual encontraban eclécticamente claridad e ideas fundamentales, mientras relegaban al olvido temas capitales de la metafísica tradicional, v.g., la teoría de la abstracción, la analogía del ente, etc. Esta tendencia se observa principalmente en Alemania y también en la Galia, v.g., Benedicto Statler (1731-1797) y Segismundo Stornitur (1731-1797). Sin embargo, son dignos de encomio en cuanto se esforzaron por defender denodadamente los fundamentos de la religión contra el ateísmo de los enciclopedistas.

111. Filosofía posterior. No escolástica. Idealismo. El empirismo inglés, el cual, despreciando la razón pura, condujo la filosofía hasta el escepticismo de Hume y el racionalismo continental de Europa, el cual, por el contrario, casi despreciaba la experiencia, impulsaron a Manuel Kant (17241804), a causa de la insuficiencia de ambas teorías para establecer una ciencia verdadera y universal, a buscar una nueva vía, pues considerando el progreso y el consenso de las ciencias positivas, le vino al pensamiento que a la filosofía le faltaba la recta consideración del objeto que ha de tratarse. Así pues, instituyó la crítica del conocimiento humano, para descubrir las condiciones de la posibilidad de la ciencia. Esta, pensaba que consistía en el conjunto de proposiciones necesarias y universales acerca de algún objeto. Pero el éxito de su investigación no fue feliz, a causa de los prejuicios empiristas y racionales. Pues negó la posibilidad de la metafísica; afirmó que nosotros, con nuestro conocimiento, alcanzamos los fenómenos, esto es, las apariencias, no los noúmenos, esto es, las cosas mismas. Finalmente, atribuye, no a las cosas, ni al sujeto que ejecuta la acción de conocer, sino a cierto sujeto meramente lógico a priori, la causa de la universalidad y de la necesidad de los juicios.

112. A partir de aquí avanzó Fichte (1722-1814), al idealismo metafísico, negando coherentemente la existencia de la cosa en sí, esto es, independiente del sujeto, y sustituyendo al "yo lógico" del Kantismo, el "yo absoluto", principio de toda realidad, ciertamente, puramente ideal. El "yo individual" no es sino una apariencia de este "yo absoluto"; el cual es el primer y único principio inmanente a todas las cosas.

En Guillermo Schelling (1775-1814), puede distinguirse un triple estado; en el primero y principal niega el egocentrismo de Fichte, y afirma que el principio supremo es la identidad absoluta entre el yo y el no yo, entre el espíritu y la naturaleza, la cual se nos manifiesta por alguna intuición quasi mística. Esta teoría suele llamarse idealismo objetivo.

Jorge Guillermo Federico Hegel (1770-1831) redujo todo a la Idea absoluta, la cual, en un proceso dialéctico que avanza mediante una tesis, antítesis y síntesis, se desarrolla en toda realidad de la naturaleza y del espíritu, tanto subjetivo como objetivo. Suele llamarse idealismo absoluto.

113. Reacción antikantiana. Mientras los idealistas sacan las últimas conclusiones del kantismo y atacan al mismo Kant, paulatinamente surge una triple dirección filosófica contra el idealismo: el materialismo, el positivismo y el vitalismo, los cuales sistemas, si se añaden las tendencias neoidealistas, neoescolásticas y existencialistas, se ventilan en el campo de la filosofía de nuestro tiempo. Así pues, las expondremos con muchísima brevedad.

Casi todos los filósofos postkantianos confían poco en la razón; sin embargo, fomentan al principio el idealismo más estricto Krause (17811832), Scheleier-Macher (1768-1834) y Arturo Schopenhauer (1788-1860). El primero tuvo alguna influencia en 1a filosofía del derecho, y en España, por influjo sobre todo de Julián Sanz del Río (+ 1869), sus teorías encontraron muchos seguidores. El segundo fue tenido en mucho entre los teólogos protestantes y entre los modernistas. Por último, Schopenhauer esparció un enorme pesimismo en toda la filosofía, pues afirmó que el .mundo es la objetivación de la voluntad absoluta, carente ésta de conocimiento, y consecuentemente, de finalidad, alcanzando la cual, descansaría de este modo. Así, esta voluntad absoluta siempre está desasosegada y es desgraciada, y sólo por el silencio de la contemplación estética, o con la compasión de los otros, o con una cierta aniquilación a manera budista, se libera del dolor.

114. Después de éstos, mientras otros autores de menos talla, entre los cuales, Herbart (1776-1841) y. Adolfo Trendelenburg. (1803-1872), se inclinaban más al realismo idealístico, el neokantismo, reaccionando contra el materialismo, se ganó poco a poco las voluntades. Así, se llegó al esplendor del neokantismo en el, siglo XIX, el cual lo impulsaron sobre todo la escuela logicística de Marburgo y la escuela valorística Badense. En la primera sobresale Herman Cohen (1842-1918) y-Pablo Natorp (n. 1854); en la segunda sobresale Guillermo Windelband (1848-1915) y Enriqué Rickert (n. 1863).

Por último, en nuestros días, defienden el idealismo. Hegeliano más constructivo, en Italia, Croce (1866-1952) y Juan Gentile (1875-1944) en su idealismo actualístico, en Alemania, Husserl.(1859-1938), Discípulo de Francisco Brentano (1838-1917), el cual, intentando restablecer la ciencia y la genuina filosofía real contra los empiristas, psicologistas, viene a caer en un nuevo idealismo de tendencia platónica. Ahora bien, su sistema, que suele llamarse idealismo fenomenológico, no estuvo en boga mucho tiempo, aunque si su método fenomenológico, como entre los valoristas Meinong (18531921) y Max Scheler (1875-1928), el cual defiende la objetividad. de los valores.

115. La reacción violenta contra el idealismo brota de parte del materialismo y del positivismo.

El materialismo quiere dar una explicación de todo el universo, apoyado solamente en las fuerzas materiales. No admite nada a excepción de la materia, y se aproxima a un cierto panteísmo humanístico. Se distinguen tres formas de materialismo: materialismo científico, económico y monístico.

El materialismo científico intenta dar una explicación científica y filosófica del universo. Así Feuerbach (1804-1872), Moleschott (1822-1893), Félix La Dantée (1869-1919) y otros muchos de menor talla.

El materialismo económico, siguiendo las huellas del idealismo hegeliano y del materialismo de Feuerbach, intenta explicar las condiciones económicas y sociales, como Carlos. Marx (1818-1883) y Engels (1820-1895). Finalmente, el materialismo monístico, intenta explicar todo el orden moral y sostiene el evolucionismo monístico. Así Ernesto Enrique Haeckel (18341919), engañador pseudo científico, el cual enseña un monismo panteístico. El resultado de estas tendencias es el actual Comunismo, el cual, ciertamente, tiene un valor filosófico mínimo, ya que al dedicarse a la vida práctica, desprecia la investigación filosófica de la verdad.

116. El positivismo menosprecia la especulación metafísica de las realidades transcendentales, y solamente intenta una descripción y explicación de los datos de nuestra experiencia, para proponer, a base de leyes físicas y experimentos con un nuevo aparato científico, una cierta concepción del mundo bastante universal, la cual atraiga las voluntades de muchos. En criteriología profesa un sensismo nominalista, en la sociología, el materialismo, en la psicología el asociacionismo, y en religión el ateísmo. Sin embargo, entre los distintos autores presenta. diversos aspectos y direcciones. Así, Augusto Comte (1798-1857), principal autor, del cual viene incluso el nombre de positivismo, propone, aparte de la teoría del conocimiento, la sociología como suprema y universal ciencia y religión de la humanidad; Juan Stuart Mill (1806-1873) desarrolla una lógica sobre todo inductiva; Carlos Darwin (1809-1882) enseña el positivismo biológico de la evolución, y Nerberto Spencer (1820-1903) propone un evolucionismo universal y sistemático.

117. Dependen inmediatamente de éstos, otros evolucionistas positivistas, los cuales rechazan todo estudio metafísico, conciben el conocimiento como una mera función biológica, cuya utilidad debemos buscar, no precisamente la verdad. Así, Avenarius (1843-1896), con su empiriocritismo, esto es, con la critica de la experiencia pura; William James (1842-1910), que enseña el puro pragmatismo del conocimiento; Mach (1838-1916), inmanentista, que reduce todo a las sensaciones, y Juan Vaihinger (1852-1933), ficcionalista, el cual unió el positivismo pragmatístico con el kantianismo.

118. El vitalismo. Resumiendo las condiciones del pragmatismo y añadiéndole otros elementos extraídos de Schopenhauer, Nietzsche (18441900) propuso la estructura propia del vitalismo. El mundo, según él, no es una obra ni buena ni útil, sino estética, en el cual, el valor máximo es la vida. Ahora bien, ésta, sin cesar, a lo largo de ciclos repetidos, y sin misericordia y sin justicia, debe progresar hasta la producción del super hombre, a saber, de aquella bestia descomunal, ilustrada y sanguinaria, que debe despreciar y destruir a los débiles. Por este motivo, toda virtud y moralidad que entrañe misericordia y caridad, como es la moral y cardad cristiana, tiene que ser rechazada, porque protege a los débiles contra la crueldad de la vida en progreso.

Emprendió el mismo camino quasi zoológico del vitalismo Spengler (1880-1936), el cual, aunque se fije más en el psiquismo y multiplique síntesis muy amplias de la historia, apenas supera el ámbito de la animalidad.

Mayor espiritualidad alcanza con Enrique Bergson (1859-1941), fundador del intucionismo moderno, porque coloca todo en el flujo vital (l’élan vital), que produce siempre nuevas y variadas y mejores formas. Con Dilthey (1833-1912), fundador del historicismo, por el cual, despreciada la metafísica y sus construcciones no científicas, se acerca a la realidad misma irracional y meramente histórica, a base de diversas concepciones de la vida; con Rodolfo Eucken (1846-1926), abanderado del neo-idealismo actual; con Simmel, con su apriorismo histórico y moral de estructura; con Trieltsch (1865-1923), con el apriorismo religioso, y con muchos otros, los cuales, sometiendo la vida a un ,análisis histórico, tuvieron como vitales también los valores religiosos y morales. Y puesto que no buscan por encima de la vida un valor de verdad absoluta, no superan el relativismo histórico y fallan en esto. Finalmente, en España, José Ortega, siguiendo las huellas de Dilthey, funda el racio-vitalismo propio, relativístico y humanístico.

119. El existencialismo. Afín a este vitalismo es la filosofía de la existencia, tendencia hoy muy actual. Mientras tiene la pretensión de remontarse a San Agustin y a Pascal (1623-1662), el hecho es que procede próximamente con certeza de Soren Kierkegaard (1813-1855), el cual, rechazando las abstractas elucubraciones hegelianas, propuso la teología de la existencia humana, en la cual, por una paradoja entre la esencia del cristianismo y de la razón, provoca al hombre concreto y singular a alcanzar una actuación propia libre. Carlos Jasper (n. 1883) y Martín Heidegger (n. 1889) interpretan de distinta manera esta tendencia en la filosofía; según Heidegger, por medio de la interpretación de la existencia humana se ha de abrir una vía a la ontología, el ser, que trasciende todos los entes que nos son familiares, porque se presentan al hombre por la angustia, como la nada de todo ente intramundano. Se da una doble dirección en el existencialismo de Francia: una atea, la cual sostiene principalmente Jean Paul Sartre (n. 1905), el cual defiende una filosofía literaria y casi absurda; y otra en cambio cristiana, cuyo principal corifeo es Gabriel Marcel (1889), el cual sostiene que el hombre, por la esperanza, puede llegar a la transcendencia del Ser Supremo.

120. Aumento de la filosofía escolástica moderna. Al comienzo del siglo XIX, desgraciadamente, se abandona la filosofía cristiana, estudiándose a Descartes y Gassendi incluso en las escuelas eclesiásticas, para adquirir erudición filosófica. El idealismo constructivo intentaba buscar en todo su apogeo una nueva síntesis y una unidad de la ciencia. Diversos conatos de conciliar estas tendencias del idealismo con la filosofía cristiana se dan sobre todo en Alemania después del desastre napoleónico. En Francia, en cambio, después del racionalismo de la Revolución Francesa, surge la tendencia arracionalística del tradicionalismo, como la de L. de Bonald (1754-1840), F. de Lammenais (1782-1854), Bautain (+ 1861) y de otros; y el ontologismo, el cual enseña que nosotros vemos en Dios las ideas universales; así, Gratry (1802-1872) y otros, a los cuales se añade la escuela lovaniense, como Ubachs (1800-1875); en Italia Gioberti (1801-1852) y Antonio Rosmini (1759-1855), piadoso sacerdote, muchas teorías del cual fueron condenadas por la Iglesia, ya que querían conciliar las tendencias kantianas y hegelianas con la filosofía cristiana.

121. Con más éxito se intenta la restauración en España por medio de Jaime Balmes (1810-1848), varón de dotes extraordinarias, el cual procura fundamentar su doctrina en la autoridad de Santo Tomás, aunque él no sea propiamente tomista, sino independiente. En Italia siguieron su escuela y sus doctrinas algunos profesores de la Universidad Gregoriana, como Palmieri (1828-1909) y Tongiorgi (1820-1865).

Por otra parte, Buzzetti (1777-1824), discípulo de los jesuitas españoles en el estilo, enseñó un tomismo auténtico, el cual le extendieron sus discípulos Domingo y Serafín Sordi, de la Compañfa de Jesús (1793-1865) por medio de los escritores Liberatore (+ 1892), Cayetano San Severino (18111865) y Taparelli (1793-1862). En Alemania destaca en esta restauración Kleutgen (1811-1863), por medio de sus obras "Die Philosophie der Vorzeit" y "Die Theologie der Vorzeit", verdaderamente famosas, en las cuales, con gran aprecio hacia la escolástica, encuentra en los antiguos y expone sólidamente aquel seguro fundamento del pensamiento que se echaba de menos. Sin embargo, en muchos queda en esta época de la restauración el influjo de Leibniz y de Wolf, el cual se deja sentir todavía en algunas opiniones.

122. La plena restauración se alcanza sobre todo bajo el influjo de la Encíclica de León XIII "Aeterni Patris" (1879), en la cual exhortaba a los doctores católicos a restablecer y cultivar la filosofía de Santo Tomás, como remedio enormemente eficaz contra los errores modernos. La Universidad Gregoriana viene a ser el centro de la restauración tomista, donde ejerce en el magisterio Juan Urráburu (1841-1904), autor de un curso filosófico famosos por su erudición escolástica, y los PP. De María, Remer y el mismo Kleutgen. Asimismo, en la Universidad Lovainense, por mandato de León XIII se funda la cátedra de Santo Tomás, en la cual, Desiderio Mercier (1851-1926), expone con un método auténticamente moderno temas antiguos y más recientes, en sus relaciones con las ciencias, a la luz de Santo Tomás. El mismo y sus colaboradores fundaron el Instituto Superior de Filosofía, el cual ha sido muy útil para la filosofía hasta nuestros tiempos.

Llevado por este ejemplo, en Francia, Mauricio D'Hulst instituyó en París el Instituto Católico Parisiense, el cual expuso el tomismo en medio de tantas circunstancias adversas.

123. Las investigaciones históricas, sobre todo de la filosofía medieval, contribuyeron mucho a este progreso y a la restauración de la filosofía escolástica. Estas comienzan con el trabajo científico del Cardenal Francisco Ehrle (1845-1934), de Enrique Denifle, de la Orden de Predicadores (1844-1905) y, de Clemente Beaumker (185-1924), restaurador de la colección "Aportaciones a la Historia de la Filosofía Medieval", y se perfeccionan con los trabajos monográficos de Mandonnet (n.1860), De Wulf (1867-1946), Grabmann (1875-1949) y Gilson (n. 1884). De este modo se obtienen ubérrimos frutos, un avance objetivo y fundamental en 14 restauración de la filosofía por medio del conocimiento claro de toda la tradición filosófica, por las ediciones criticas de las grandes obras, por el revivir de las grandes escuelas, y finalmente por la constitución de la razón y del método escolástico del pensamiento, según las huellas de los grandes doctores.

124. A este avance se añade además un segundo paso, a saber, la victoria sobre la filosofía moderna y una profunda especulación escolástica acerca de los problemas científicos y filosóficos de la época actual. En este trabajo sobresale Augusto Gemelli (1878), franciscano, fundador y rector de la Universidad de Milán. El año 1909 fundó un movimiento que edita la Revista de Filosofía Neoescolástica, con el objeto de oponerse en primer lugar al positivismo, y después también al hegelianismo de Croce y de Gentile.

Entre estos sobresale Francisco Olgiati (n. 1885), en la solución del problema critico. Del mismo modo trabajan sin cesar muchos preclaros tomistas en Francia y en Bélgica: Reginaldo Garrigou-Lagrange (n. 1877) usa la teoría tomista contra el modernismo de principios de siglo, igualmente que en tiempo posterior contra la nueva teología, que tenia fuerza, sobre todo en Francia. Jacques Maritain (n. 1882), convertido del bergsonismo a la fe católica, que abrazó un tomismo bastante rígido, trata principalmente las cuestiones criticas de un modo un tanto extenso, aunque en otras cuestiones, sobre todo políticas acerca de la constitución del estado, proponga algunas teorías no tan seguras. Por último, otros, como José Merechal (1878-1944) y Enrique Przywara (n. 1899), intentan dotar a la filosofía cristiana de unos problemas y soluciones bosquejados por la filosofía moderna.

125. Se dieron, a comienzos del siglo XX, ciertos conatos de algunos católicos, los cuales se apartaron del camino de la verdad, al intentar establecer una relación exagerada o errónea con la filosofía acatólica. El primero fue el Modernismo, condenado por Pío X, el cual, bajo la influencia del idealismo y del positivismo vitalístico, sostenía acerca de Dios un absoluto agnosticismo como fundamento de la filosofía, mientras admitía como único conocimiento religioso posible la experiencia sentimental, y decía que los dogmas no tenían un valor absoluto, sino meramente pragmático e histórico.

Otro intento similar, no tan manifiesto, fue el de Mauricio Blondel (1861-1950), pretendiéndole Gratry y Laprune, el cual usa del método de la inmanencia, como los modernistas, e intenta llegar a la realidad, no por vías racionales, sino por cierta vía intucionista, al igual que Bergson, y propone la filosofía de la acción según la cual, la verdad es "una adecuación de nuestras tendencias internas con la vida".

Finalmente, el tercer desacierto se encuentra en "la nueva teología", la cual afirma muchas teorías filosóficas extraídas de los filósofos modernos; pues, apoyada en el relativismo histórico, en el sentimentalismo y en el existencialismo, osa plantear la duda acerca de la aptitud de la mente para la verdad, de la verdad absoluta y del valor de los conceptos universales y de los principios metafísicos, sin hablar de otros conceptos más teológicos. Todo esto está condenado en la Encíclica "Humani Generis", de Pío XII (1950).

126. Conclusión y recapitulación. En realidad, la razón humana, dejada a sus propias fuerzas, se mueve en medio de muchos errores, pero también hay muchas verdades, por lo menos parciales; en cambio, ayudada por la luz sobrenatural alcanza en sus sistemas la seguridad plena de la fe, de tal modo que puede encontrar una filosofía que sirva cabalmente para la vida. Esto se alcanza totalmente con la filosofía perenne y eterna, la cual, en las principales cuestiones, está de acuerdo con la filosofía escolástica y cristiana.

La filosofía escolástica, que en cuanto a sus conceptos principales, viene de los autores griegos, alcanza su cúlmen en el siglo XIII; mas después, a causa de las circunstancias inciertas y de la natural fatiga de las fuerzas, se eclipsa en los siglos XIV y XV, y de nuevo alcanza un renacimiento en los siglos siguientes, para bajar miserablemente otra vez finalmente en los siglos XVIII y XIX. Pero en épocas recientes, hacia finales del siglo XIX y en el presente siglo, ha obtenido un nueva y brillante incremento que ha sido muy útil por su ayuda a la verdad y la religión y por la serie de investigaciones que se han llevado a cabo. Ahora bien, su principal deber es menester que sea buscar la verdad íntegra y totalmente, aunque deba adornarse con las verdades de otros sistemas modernos y tener los ojos bien abiertos a los progresos de las ciencias, y atender ella misma a las indigencias y necesidades actuales de los pueblos.

 

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