CAPITULO V

De la Filosofía: 1) Perenne, 2) Cristiana, 3) Escolástica.

45. De la Filosofía perenne.

Es frecuente el uso actual de este vocablo entre los autores modernos, el cual uso se encuentra primero en Steuchum, religiosos de San Salvador ('496-1549) en su famosa obra "Díez libros acerca de la Filosofía perenne" (1540). En esta obra trata de mostrar con toda erudición, y no sin exageración, que toda la filosofía de la antigüedad había abarcado, no solamente las verdades naturales, sino también las sobrenaturales: "Porque casi todos los pueblos han tenido latentes en su literatura algunos testimonios del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, testimonios de los ángeles buenos y de los ángeles malos, de la creación del hombre y de la creación del mundo".

Ahora bien, entendemos con este vocablo de "Filosofía perenne" aquel conjunto de verdades fundamentales, de leyes del pensamiento y de leyes del obrar, el cual comienza, se incrementa y es confirmado en general por los grandes filósofos de la antigüedad griega y latina, por los santos Padres y Doctores de la Iglesia, y por la Filosofía escolástica, hasta la moderna Filosofía neo-escolástica y cristiana. Estas verdades aparecen fácilmente a los hombres de buena voluntad a causa de la evidencia natural misma de que están revestidas, y después son confirmadas firmemente por la revelación sobrenatural.

Es también llamada por otros Filosofía de la verdad natural, a la cual parecen contradecir aquellos que parece que se apartan del sentido común, del recto uso y del curso ordinario de nuestra facultad.

46. Filosofía escolástica. La Filosofía perenne está de acuerdo en las doctrinas esenciales con la Filosofía escolástica. En realidad, los grandes ingenios que cultivaron la filosofía escolástica, ofrecen a esta una enorme autoridad extrínseca; sin embargo, no parece que deba ser preferida la filosofía escolástica tanto por la autoridad como por los principios y razones intrínsecas que la avalan. Por lo cual, merece la pena bosquejar en pocas palabras aquella filosofía perenne, y de este modo, presentar la índole y naturaleza de la filosofía escolástica, a fin de que todos vean con más facilidad de qué modo, incluso ahora, debe proponerse e incluso cultivarse esta filosofía. .

47. Qué es la Filosofía escolástica. Si nos fijamos en el nombre: escolástico, doctor escolástico, señala en primer lugar a los maestros que enseñaban las siete artes liberales, la Filosofía y la Teología; después, también se emplea este vocablo para designar la doctrina que se enseñaba en las escuelas. Y ahora se entiende en general con este vocablo la doctrina tanto filosófica como teológica que se enseñó en la Edad Media.

En efecto, desde el siglo VII hasta el siglo XVI se encuentra en el Occidente cristiano un conjunto doctrinal que intenta interpretar el mundo a la luz de la razón, de tal modo que aunque se expliquen algunas cosas por diversos autores con distintas opiniones, sin embargo se da un sistema común, familiar entre ellos, los cuales por tanto son llamados escolásticos. Acerca de la esencia de esta doctrina escolástica se han dicho bastantes cosas un tanto erróneas o menos ciertas; pues algunos intentan colocarla en el método deductivo, el cual induce la conclusión de la deducción y del silogismo; otros quieren distinguir la escolástica por la época de la Edad Media, en la que alcanzó ésta su máximo desarrollo, o por la relación peculiar entre la Filosofía y la Teología, al ser la Filosofía sierva y ayudante de la Teología; y muchísimos entre los autores modernos intentan definir a la escolástica por algunas doctrinas particulares, v.g., la doctrina de los universales. Considerados todos estos elementos, puede definirse así la escolástica, siguiendo a algunos autores: "Filosofía escolástica es el sistema filosófico que asume y propone ordenadamente según el método deductivo, como fundamentales, las enseñanzas que provienen principalmente de Aristóteles y de los Santos Padres, y de modo especial de Santo Tomás, enmendadas y aumentadas, y aceptadas comúnmente por los doctores católicos". Estas doctrinas, ordenadas y propuestas de modo debido, se enseñarán después del curso filosófico; entre tanto, podremos pregustar algunos datos en los problemas filosóficos y en la consideración histórica (Cfr. núm. 66 ss).

48. Estas pueden proponerse como propiedades de esta Filosofía escolástica:

Es cristiana, en el sentido ya muchas veces explicado, cuando hemos tratado de la relación entre la Filosofía y la Teología; por ello, difiere enormemente de los restantes sistemas, y principalmente de los sistemas modernos.

49. Es aristotélica de modo especial, pues aunque al principio tuviera alguna influencia neoplatónica, más aún, aunque haya adquirido algunas notas de los estóicos y de Platón, sin embargo, recibió los principios fundamentales de Aristóteles, si bien no de una forma ciega, sino expurgados todos los errores por el esfuerzo, tanto de los Santos Padres, como sobre todo de Santo Tomás.

Sin embargo, nada impide que entre los grandes doctores escolásticos, aunque estén de acuerdo en lo fundamental, no obstante se vea alguna divergencia en cuestiones secundarias; pues es menester que siempre brille la libertad auténticamente científica.

50. Es tradicional, como en realidad es conveniente que sea toda ciencia. Pues los discípulos reciben muchos fundamentos de sus maestros, y las generaciones posteriores los reciben de las generaciones, anteriores, sobre los cuales fundamentos es menester avanzar más; y no hay que empezar siempre "ab ovo" (desde el principio), como frecuentemente vemos que sucede con los sistemas modernos, .cuando alguno, casi a su arbitrio, intenta poner nuevos fundamentos y nuevos métodos y hallar un nuevo sistema propio.

51. Usa, al enseñar, de un método dialéctico especial, el cual, aunque no sea demasiado elegante y agradable, sin embargo la experiencia enseña que es muy útil para el aprovechamiento de los alumnos. Este método especial de presentar las cuestiones (las tesis), de argumentar en forma silogística, de argüir de la manera más estricta, si bien al principio presenta alguna dificultad, después aparece y resulta fácil con el ejercicio a lo largo de todo el tiempo del curso. En cuánto estima la Iglesia la Filosofía escolástica, lo podemos ver con toda claridad por la constante recomendación de los Romanos Pontífices. . .

Podemos ver, por ejemplo, la bula de Sixto V "Triumphalis Ierusalem" (1588); la constitución "Auctorem Fidei", de Pío VI (1794), contra el sínodo pistoriense; la proposición 13 condenada en el Syllabo de Pío IX: "El método y los principios con los que los antiguos doctores escolásticos cultivaron la teología, de ninguna manera conviene a las necesidades de nuestros tiempos y al progreso de nuestras ciencias".

Podemos ver también la encíclica de León XIII "Aeterni Patris", acerca de la restauración de la Filosofía escolástica; la encíclica "Pascendi", de Pío X (1907); la encíclica de Pío XI "Studiorum Ducem" (1923); el Código de Derecho Canónico, en su canon 1366 p. 21; finalmente, la encíclica "Humani Generis", de Pío XII (1950), contra todos los errores que poco a poco se han ido deslizando subrepticiamente en la nueva teología, recomienda denodadamente de nuevo la doctrina y el método escolástico:

"A la vista está en cuánto estima la Iglesia a la razón humana, ya que concierne a ésta el demostrar con certeza la existencia de un sólo Dios personal... Sin embargo, esta misión solamente podrá ejercerla adecuadamente con seguridad la razón, cuando sea cultivada ésta de la forma debida, a saber, cuando fuere imbuida de aquella sana filosofía que, a manera de patrimonio, se mantiene desde hace mucho tiempo transmitida desde anteriores siglos ya inmersos en la mentalidad cristiana, y tiene una autoridad incluso de un orden superior, porque ha sometido al criterio de la divina "revelación" misma el magisterio de la Iglesia, sus principios y principales afirmaciones, descubiertas poco a poco y establecidas por personas de gran talento. Ciertamente, esta filosofía, reconocida y aceptada en la Iglesia, defiende el verdadero y sincero valor del conocimiento humano y los inquebrantables principios metafísicos -a saber, el principio de razón suficiente, el de causalidad y el de finalidad-, y finalmente defiende la adquisición de la verdad cierta e inmutable.

En esta filosofa, ciertamente se exponen muchos datos con los que ni directa ni indirectamente se alcanzan los temas de la fe y de la moral, y los cuales por tanto, la iglesia los deja a la libre discusión de los entendidos; sin embargo, en cuanto a muchos otros temas, principalmente en cuanto a los principios y asertos principales que antes hemos recordado, ya no se da la misma libertad... Sí esto se sopesa bien, se verá claro con facilidad por qué la Iglesia exige que los futuros sacerdotes sean instruidos en las enseñanzas filosóficas "según el método y la doctrina y los principios del Doctor Angélico", puesto que la experiencia de muchos siglos muestra adecuadamente que el método y la forma de Santo Tomás sobresale con preeminencia sin igual, bien al instruir a los noveles, bien en la investigación de las verdades ocultas; y muestra también que la doctrina de Santo Tomás está de acuerdo como con una cierta armonía con la divina "revelación", y que es enormemente ética para dejar a buen recaudo los fundamentos de la fe, y también para recoger con utilidad y seguridad los frutos de un sano progreso".

52. No faltaron ni faltan quienes rechazan la Filosofía escolástica porque "carece, dicen ellos, de la libertad de filosofar, o porque usa de un método antiguo, o porque descuida los problemas modernos, o finalmente porque, según ellos, fue adecuada en la edad media, no en cambio en la nuestra".

A todas estas objeciones, nos parece bien recordar con la misma encíclica: "Por este motivo, se ha de lamentar enormemente que la Filosofía aceptada y reconocida en la Iglesia sea tenida hoy por algunos en menosprecio, de tal modo que se renuncia a ella descaradamente como anticuada en cuanto a forma, y como racionalista, según dicen, en cuanto al proceso del pensamiento. Pues dicen con frecuencia que esta filosofía nuestra defiende falsamente la opinión de que puede existir una metafísica verdaderamente verdadera; y ellos en cambio afirman que no pueden expresarse las realidades, principalmente las trascendentales, de una forma más adecuada que a base de enseñanzas sin unión, que se completen mutuamente, aunque en cierto modo se pongan entre ellas. Por lo cual, conceden que la filosofía enseñada en nuestras escuelas con su descripción y resolución clara de las cuestiones, con su cuidadosa determinación de las nociones y con las distribuciones precisas, puede ser útil ciertamente, para la propedéutica de la filosofía escolástica, muy acomodada al pensamiento de los hombres de la edad media; sin embargo, dicen ellos que no ofrecen un modo de filosofar que responda a nuestra cultura y a las necesidades de hoy. Después oponen el que la filosofía perenne no sea sino una filosofía de las escuelas inmutables, mientras que el pensamiento moderno, es menester que se refiera a la "existencia" de los singulares y a la vida siempre en movimiento. Y mientras despreciar, esta filosofía, ensalzan otras, bien antiguas, bien recientes, tanto del oriente como de los pueblos del occidente, de modo que parece que insinúan que cualquier filosofía u opinión, añadidas ciertas correcciones y complementos si fueran necesarios, pueden compaginarse con el dogma católico; ahora bien, que esto es completamente falso, sobre todo cuando se trata de aquellas ficciones que llaman, o bien "inmanentismo", o bien "idealismo", o bien "materialismo", tanto histórico como dialéctico, o bien también "existencialismo" que, ya profesa el ateismo, ya por lo menos va en contra del valor del raciocinio metafísico, ningún católico puede ponerlo en duda.

Y finalmente, achacan este defecto a la filosofía enseñada en nuestras escuelas, a saber, que ésta atiende únicamente al entendimiento en el proceso del conocimiento, descuidada la función de la voluntad y de los afectos. Esto, ciertamente, no es verdad, pues nunca la filosofía cristiana negó la utilidad ni la eficacia de las buenas disposiciones del alma para conocer plenamente y abrazar las realidades religiosas y morales...". La encíclica defiende en especial, contra los ataques de ciertos filósofos, dos disciplinas filosóficas, a saber, la Teodicea y la Ética.

53. Filosofía cristiana.

Surge una famosa y gran controversia acerca del nombre y de la existencia de la filosofía cristiana. Pues unos intentan admitir y aprobar este nombre y la realidad de la filosofía cristiana, v.g., Blondel y Maritain, los cuales admiten la filosofía cristiana estrictamente tal; bien porque prepara el camino para la fe, bien porque su misión principal es excitar el deseo del orden sobrenatural, en cuanto que es una filosofía "de la insuficiencia humana" (Blondel), o bien porque ellos mismos exigen que la filosofía, por lo menos la filosofía moral, proceda del bien sobrenatural del hombre como de principio supremo (Maritain).

Otros por el contrario, v.g., Brehier, a los cuales en cierto modo se adhieren algunos católicos, v.g., Mandonnet y Manser, se apartan incluso de este nombre, pues piensan que se da una cierta contradicción en los términos mismos de "filosofía cristiana". Pues si la filosofía, según su definición, extrae sus conocimientos solamente de la razón natural, ¿con qué derecho la ciencia que readmite nuevas verdades de la revelación sobrenatural podrá llamarse rectamente filosofía? Ahora bien: si nada ha recibido de la revelación, ¿con qué derecho se llama cristiana? ¿Acaso, v.g., puede darse alguna geometría o matemática que deba llamarse cristiana?

54. Todas estas cosas deben entenderse rectamente. Pues, ni por una parte debemos dejarnos llevar por una corriente racionalista, según la cual la razón debe tratar sus cuestiones con una independencia radical, sin tener en cuenta para nada la divina revelación, en el cual sentido se excluye toda filosofía cristiana; ni por otra parte debemos dejarnos llevar por una tendencia racionalista, la cual enseña que la razón humana es incapaz para resolver las cuestiones principales, v.g., acerca de la existencia de Dios, acerca de la moralidad, acerca de la inmortalidad del alma humana, acerca de la espiritualidad, sino que solamente pueden resolverse por la revelación divina, que se nos ofrece por tradición; pues de este modo tendríamos, en vez de una filosofía, la teología, si la hipótesis fuera posible. Entre estas distintas tendencias se ha de seguir el término medio.

Así pues, podemos admitir el nombre y la existencia .de Filosofía cristiana, no en cuanto depende lógicamente de la revelación, pues la filosofía verdadera no demuestra nada, a no ser a base de razones naturales; ni en cuanto de suyo conduzca positivamente a la revelación, porque, v.g., demuestre la existencia de Dios, pues todo esto queda dentro del orden natural; ni por el hecho de conocer el deseo natural del orden sobrenatural, porque incluso si esto fuera posible, lo cual no parece que deba admitirse, sin embargo aquel deseo sería un deseo de revelación en general, no un deseo de la revelación cristiana. Sino solamente:

55. 1º) En cuanto que es una filosofía que está en consonancia con la fe: a) Tiene a la fe como norma negativa, pues no dice nada que pueda ir en contra de las realidades de la fe; más aún, defiende y aclara de una manera peculiar, de modo natural, aquello que la fe enseña. Está claro que no puede hablarse del mismo modo de la geometría o de la matemática cristiana, pues al no tener un objeto común con la fe, tampoco deben mirar a la fe como norma alguna. b) Puede recibir de la fe muchos conocimientos nuevos, per no "per se" (lógicamente), de tal modo que demuestre algo mediante las razones de fe, sino "per accidens" (psicológicamente), de tal modo que, lo que conoció con ocasión de la fe, lo examine con la razón natural, y haga sus conocimientos filosóficos más amplios, y en cierto modo, más firmes y más seguros.

56. 2º) En cuanto que de hecho se dio alguna filosofía que estuvo de acuerdo con la fe, más aún, que fue pedagogo para el Evangelio, y que se llama Filosofía cristiana. Así se entiende muchas veces la filosofía cristiana como fe cultivada por los Santos Padres y los Doctores Escolásticos. Esto añade algo nuevo a la primera noción; pues podría alguien proponer alguna filosofía platónica, en sus fundamentos consonante con la fe, y entonces sería cristiana, pero en distinto sentido que se entiende ahora.

57. 3º) Esta filosofía cristiana es, en sentido estricto, racional, esto es, se apoya en la luz natural de la razón humana; permanece consecuentemente en el campo estrictamente filosófico, y de ninguna manera puede llamarse teología. Por lo cual, los heterodoxos acusan sin ningún derecho a esta filosofía de estar imbuida por prejuicios y de carecer de libertad por el hecho de que atiende a la fe y de que es servidora de la teología. Pues esto lo tiene, no por prejuicio u opinión, o falsas opiniones incrustadas en el fondo del alma, sino por motivos completamente racionales y de enorme fuerza.

58. 4º) Finalmente, está claro que esta filosofía es aquella que suele llamarse, en un sentido más amplio, filosofía tomista, esto es, escolástica. Pero debemos tener en cuenta que, según la manera moderna de hablar, se dice filosofía cristiana como oposición a las múltiples filosofías modernas, en cuanto que abraza aquel conjunto de verdades que poseen credulidad y están totalmente de acuerdo con la fe; por el contrario, se llama filosofía escolástica cuando se entiende en un sentido más bien histórico.

59. En qué sentido debe seguirse la filosofía escolástica y como debe ser defendida. La filosofía escolástica y cristiana, en cuanto que abraza tal conjunto de verdades en consonancia con la fe, debe ser defendida y profesada completamente por todos. Esta obligación brota de que el hombre, en cuanto a su entendimiento, está subordinado a Dios, bien mediante la luz natural, bien mucho más a Dios que nos habla sobrenaturalmente; en verdad es la misma fuente de ambas verdades, y nadie puede tratar las verdades naturales .sin tener en cuenta para nada el orden sobrenatural. Ahora bien, si por filosofía cristiana y escolástica se entiende aquella filosofía histórica que es propuesta por los autores escolásticos, y principalmente por Santo Tomás, salvando la verdadera libertad en aquello en lo que así lo juzga la Santa Madre Iglesia, se recomienda encarecidamente y se prescribe en las escuelas católicas. He aquí algunos documentos de la Iglesia:

60. Se recomienda la autoridad de Santo Tomás: a) Por su valor intrínseco. Así, León XIII:

"Entre los doctores escolásticos, como el primero de todos y maestro, sobresale con mucho Santo Tomás de Aquino... que distingue especialmente, corno es natural, la razón de la fe; sin embargo, conciliando amistosamente ambas, mantiene los derechos de las dos, y atendió ala dignidad de ellas de tal modo que la razón, elevada por el vuelo de Santo Tomás al culmen de lo humano, ya casi no puede subir más alto, ni la fe puede esperar de la razón más o más fuertes ayudas que las que ya ha conseguido por medio de Santo Tomás".

b) Por el reconocimiento de su doctrina por todos los doctores. Este reconocimiento nos lo recuerda así León XIII:

"Los hombres más sabios, sobre todo en épocas anteriores, reunidos con inmenso afán por el mérito de su teología y filosofía los más sobresalientes libros inmortales de Santo Tomás, se entregaron a su sabiduría angélica, no tanto para estudiarlos, como para nutrirse plenamente de ellos. Consta que casi todos los fundadores y legisladores de las órdenes han mandado a sus escolares estudiar las doctrinas de Santo Tomás y adherirse a ellas religiosamente... y ahora, con gran deleite, nuestro espíritu se remonta a aquellas celebérrimas academias y escuelas que florecieron en otros tiempos en Europa, a saber, la de París, la Salmantina, la Complutense, la Duacena, la Tolosana, la de Lovaina... Ahora bien, es manifiesto que en aquellas casas de la sabiduría humana, se sentó como príncipe Santo Tomás como en su propio reino; y consta también que los ánimos, bien de todos los doctores, o bien de todos los alumnos, descansaron por maravilloso consentimiento en el magisterio y la autoridad del único Doctor Angélico".

61. Casi todos los Romanos Pontífices, o bien recomiendan su doctrina, o bien mandan que se enseñe en las escuelas católicas. Cita a éstos León XIII en la misma encíclica "Aeterni Patri".

Y el mismo Romano Pontífice los recomienda así en ese mismo texto:

"Entre los doctores escolásticos, sobresale con mucho, como el primero de todos y el maestro, Santo Tomás de Aquino; éste, por haber honrado en alto grado a los antiguos doctores sagrados, por ello obtuvo en cierto modo la inteligencia de todos. Las doctrinas de aquellos, como miembros dispersos de un cierto cuerpo, las reunió Santo Tomás y las incrementó, las dispuso con un orden admirable, y de tal forma las aumentó con importantes comentarios, que es tenido con todo derecho como singular baluarte y gloria de la Iglesia de Dios... El mismo alcanzó éstos a saber, el vencer él sólo a todos los errores de las épocas pasadas, y el suministrar armas totalmente invencibles para destruir los errores que perpetuamente iban a bortar en la posteridad".

Esta recomendación llegó a ser en la Iglesia, por orden de Benedicto XV, ley, como aparece en el Código de Derecho Canónico:

"Que los profesores traten cabalmente los estudios de filosofía racional y de teología, y la instrucción de los alumnos en esta disciplina, según el método, la doctrina y los principios del Doctor Angélico, y que los sigan religiosamente".

Todo esto lo confirma Pío XI en su encíclica "Studiorum Ducem", y añade:

Y Nos aprobamos estos encomios tributados a un ingenio tan sobrenatural, que no sólo juzgamos debe ser llamado angélico, Santo Tomás, Doctor Angélico, sino también doctor común, esto es, doctor universal de la Iglesia, cuya doctrina la Iglesia ha hecho suya, como ha atestiguado con muchísimos documentos en toda clase de escritos".

Pío XII, en época posterior, habla así:

"Tal es la sabiduría de Tomás de Aquino... que s;' adapta extraordinariamente a aclarar y a defender los dogmas de la fe; es tal, que es capaz de rechazar eficazmente y de reducir victoriosamente los errores primarios de cualquier época que se empiezan a abrir camino. Por lo cual, llevado vuestro ánimo lleno de amor y de ilusión hacia Santo Tomás, dedicaos con todas vuestras fuerzas a fin de penetrar intelectualmente en su clara doctrina; abrazad de buen grado todo lo que manifiestamente pertenece a su doctrina y todo lo que sea tenido en ella con juicio seguro como principal".

62. Se defiende y prescribe por los mismos Romanos Pontífices la libertad y emulación entre las escuelas católicas: En primer lugar, todas estás recomendaciones de las doctrinas de Santo Tomás son propuestas por ellos como remedio inigualable contra los errores modernos que pululan, a saber, los errores del racionalismo, del modernismo, etc. No contra la doctrina propuesta por otros doctores, pues así el mismo León XIII habla en su encíclica "Aeterni Patris":

"...Declaramos que debe aceptarse con ánimo gustoso y grato todo lo que ha sido sabiamente dicho, todo lo que ha sido hallado útilmente y ha sido descubierto mediante reflexión por alguien". Y después de la exhortación a seguir la sabiduría de Santo Tomás, él mismo explica qué entiende por sabiduría: "Decimos sabiduría de Santo Tomás: pues si algo ha sido indagado por los doctores escolásticos con demasiada sutilidad o ha sido enseñado con poca reflexión, si algo enseñado por éstos no está de acuerdo con las doctrinas seguras de época posterior, o finalmente, si ha sido enseñado de cualquier manera algo no probable, de ninguna manera es nuestra, intención proponer esto a nuestra época para su imitación".

63. Pío XI, al hacer la misma recomendación de libertad y de justa y recta emulación, resuelve la discusión interna de los doctores católicos:

"Entre los seguidores de Santo Tomás, cual es menester que sean todos los hijos de la Iglesia que se dedican a estos estudios los más excelentes, deseamos que se dé aquella honesta emulación dentro de una. justa libertad, de donde proviene el que avancen los estudios; sin embargo, deseamos también que no se dé ninguna maledicencia, que no ayuda a la verdad, y únicamente sirve para destruir los lazos de la caridad. Por tanto, sea para cada uno de los que se dedican a estos estudios, sagrado lo que se ordena en el Código de Derecho Canónico (1166 § 2), y que según esta norma, todos se comporten de tal manera, que ellos mismos puedan llamarle con verdad su maestro. Sin embargo, que no exijan unos de otros algo más de lo que exige de todos la Iglesia, Madre y Maestra de todos; pues en estos temas acerca de los cuales suele discutirse en las escuelas católicas entre los autores de mejor nota, yendo unos a bandos contrarios de los otros, a nadie deba prohibirse seguir aquella opinión que le parezca más verosímil".

Por último, así defiende la libertad y la emulación Pío XII:

"Hacemos .nuestras las advertencias de nuestros antecesores; con las. cuales quisieron defender el auténtico progreso en la ciencia y en la legitima libertad en los estudios. Aprobamos totalmente y recomendamos que la sabiduría antigua sea aclarada cuando sea necesario con los hallazgo de los nuevos estudios; también que se traten libremente aquellos temas acerca de los cuales suelen discutir los intérpretes del Doctor Angélico de mérito reconocido; también que se empleen los nuevos recursos auxiliares extraídos de la historia para entender más plenamente los textos de Santo Tomás de Aquino. Y que ninguna persona particular "se comporte en la Iglesia como maestro", "y que no exijan unos de otros más de lo que exige de todos la Iglesia, Madre y Maestra de todos", y finalmente, que no se fomenten las inútiles discordias... pues la emulación al hallar y propagar la verdad no se suprime al recomendar la doctrina de Santo Tomás, sino que más bien se fomenta y se dirige con seguridad".

 

64. Ahora bien, cuál es la índole de la autoridad de Santo Tomás según la mente de los Romanos Pontífices, parece que puede explicarse con aquellas palabras que empleó la Sagrada Congregación :de los Seminarios y de los Estudios en la aprobación de las 24 tesis filosóficas (2); y Benedicto XV lo confirmó con estas palabras: "Que se propongan como normas directivas seguras".

Por cierto, esta norma es explicada por el mismo Benedicto XV en la carta al R.P. W. Leodkowski del siguiente modo:

"Nos juzgamos que tú has estado en los cierto cuando pensaste que se adhieren suficientemente al angélico doctor aquellos que juzgan que todas las tesis acerca de la doctrina de Santo Tomás deben .proponerse como normas seguras para dirigir, esto es, sin imponer ninguna obligación de adherirse a todas las tesis".

De todo esto se deduce claramente que puede alguien ser un estupendo discípulo de Santo Tomás, aunque no sostenga alguna de las tesis antes citadas, o aunque intente interpretar al mismo Santo Tomás con otro sentido, sirviéndose de elementos auxiliares extraídos de la historia.

* (2) Pueden verse estas tesis en AAS 6 (19141) 363-384:

Se aprueban ciertas tesis. contenidas en la doctrina de Santo Tomás de Aquino y propuestas por los maestros de filosofía.

Después que nuestro Santísimo Padre. el Pepe Pío X, en su Motu Proprio "Doctoris Angelici", publicado el día 29 de Junio de 1914. prescribió saludablemente que en todas les clases de Filosofía se observen religiosamente los principios y proposiciones de más importancia de Santo Tomás de Aquino; algunos maestros de distintos institutos propusieron a este Sagrada Congregación de Estudios algunas tesis pare ser examinadas las cueles ellos mismos acostumbraron e enseñar y defender, como reguladse según los principales principios del santo maestro, sobre todo en la que concierne a la Metafísica.

Este sagrada Congregación, examinadas debidamente las tesis e les que entes hemos hecho referencia. y sometidas e nuestro Santísimo Padre el Papa. por mandato de Su misma Santidad. responde que estas tesis contienen claramente los principios y las proposiciones de más importancia del santo doctor.

Son las siguientes:

I. La potencia y el acto dividen el ente de tal modo, que todo la que es o bien es acto puro o bien conste necesariamente de potencia y acto como primeros e intrínsecos principios.

II. El acto en cuanto perfección que es no queda limitado sino por la potencia, que es capacidad de perfección. Por tanto. en el orden en que el acto es puro, en ese mismo orden no existe sino limitado y único; en cambio donde es finito y múltiple, viene a dar en una verdadera composición con la potencia.

III. Par la cuál, en la razón absoluta del ser mismo subsiste un único Dios; este único Dios es simplicísimo; todo la demás que participe del ser mismo, tiene una naturaleza por la que se reduce el ser y conste da esencia y ser como de principios realmente distintos.

IV. El ente, cuya denominación proviene de ser. no es predica unívocamente de Dios y de las criaturas, y sin embargo. tampoco se predica de un modo totalmente equivoco, sino que se predica analógicamente, dan una analogía, bien de atribución, bien de proporcionalidad.

V. Hay además en toda criatura una composición real del sujeto subsistente con las formas añadidas de modo secundaria, esto es. con los accidentes; ahora bien. no se podría entender si no se recibiera realmente el ser en una esencia distinta.

VI. Además de loa accidentes absolutos, se de también el accidente relativo, eso es, en relación a algo. Pues aunque "en relación a algo" no signifique según su razón propia algo inherente en alguien, sin embargo muchas veces tiene le cause en las cosas, y por tanto una entidad real distinta del sujeto.

VII. La criatura espiritual es en su esencia totalmente simple. Pero queda en ella una doble composición: de la esencia con el ser y de la substancia con los accidentes.

VIII. En cambio. la criatura corporal esté compuesta. en cuanto a su esencia misma. de potencia y acto; esta potencia y acto del orden de la esencia se designan. con los nombras de materia y forma.

IX. Ninguna de estas dos partes tiene "per se" el ser, ni es producida o se corrompe "per se", ni es puesta en el predicamento, a no ser reductivamente como principio substancial.

X. Aunque la extensión. en sus partes integrales, sigue a la naturaleza corpórea, sin embargo, no es lo misma para el cuerpo el ser substancia y el ser cuánto. Pues la substancia es indivisible por razón de sí, no ciertamente a manera de un punto. sino a manera de aquella que está fuera del orden de la dimensión. La cantidad. en cambio, que atribuye extensión en la substancie. se diferencia realmente de la substancia y es un verdadero accidente.

XI. Par la cantidad "signata" la materia es principio de individuación, esto es, de distinción numérica de un individua respecto a otro en la misma naturaleza especifica: esta distinción numérica no puede darse en loa puros espíritus.

XII. Por la misma cantidad se consigue el que el cuerpo esté circunscriptivamente en un lugar, y solamente en un lugar de cualquier potencia o posibilidad en que pueda estar por este modo.

XIII. Los cuerpos se dividen en una doble división: los unos son vivientes: otros carecen de vida. En las vivientes, para que se den en el mismo sujeta la parte moviente a motora y la parte movida. la forma substancial, designada con el nombre de alma. 'requiere una disposición orgánica o partes heterogéneas.

XIV. Las almas del orden vegetal y sensible, de ninguna; manera subsisten "per se", sino solamente como principio por el cual el viviente es y vive. y al depender de la materia en su totalidad, une vez destruido el compuesto. el mismo hecho se destruye "per eccidens".

XV. Par el contrario, el alma humana subsiste "per se", la cual, cuando puede ser infundida, una vez dispuesta suficientemente el sujeto, es creada por Dios, y es, por su propia naturaleza, incorruptible e inmortal.

XVI. La misma alma racional se une al cuerpo de tal modo. que es su forma substancial única. y por ella misma adquiere el hombre el ser hombre y animal y viviente y cuerpo y substancia y ser. Así pues, el alma la atribuye al hambre todo el grado esencial de perfección; además, le comunica al cuerpo el acto de ser, por el cual es ella misma.

XVII. Las facultades de dobla orden, orgánicas e inorgánicas, provienen del alma humana por un resultado natural: las primeras, a las cuales pertenece el sentido, se sustentan en el compuesto: las segundas, exclusivamente en el alma. Así pues, el entendimiento es una Facultad intrínsecamente independiente del órgano.

XVIII. La intelectualidad sigue necesariamente e la inmaterialidad, y esto de tal modo, que según sea el grado de alejamiento de le materia, así son también los grados de intelectualidad. El objeto adecuado de la intelección es comúnmente el ente mismo; en cambio el objeto propio del entendimiento humano. en el estado presente de la unión. esté contenido en las "quiddidades" o esencias abstraídas de las condicionas materiales.

XIX. Por tanto, recibimos el conocimiento de las coses sensibles. Ahora bien. como quiere que lo sensible no es inteligible en acto, además del entendimiento formalmente inteligente, debe admitirse en el alma la virtualidad activa, que abstraiga las especies inteligibles de los fantasmas.

XX. Por estas especies conocemos directamente los universales: llegamos e los singulares por el sentido y también por el entendimiento mediante le mutación a los fantasmas: en cambio, al conocimiento de los espirituales subimos por analogía.

XXI. Al entendimiento le sigue, no le precede, la voluntad, la cual necesariamente apetece lo que se le presenta como bueno que llene cabalmente el apetito, pero elige libremente entre muchos bienes que le con presentados como apetecibles por un juicio mudable. La elección, por consiguiente. sigue el juicio práctico último: pero la voluntad es la que hace que esa último.

XXII. No conocemos ni con le intuición inmediata le existencia de Dice, ni la demostramos "a priori", pero el "a posteriori", esto es, por medio de aquellas cosas que han sido hechas, llevando el argumento de los efectos a la causa: a saber, desde lea canee que se mueven y no pueden ser principio adecuado de su movimiento, al primer motor inmóvil: del proceso de las cosas mundanas, desde las causas subordinadas entre sí, a la primera causa incausada; de los seres corruptibles, que se comporten del mismo modo respecto al ser y al no ser, al ser absolutamente necesario; de aquellos que son, viven, entienden más y menos, según unge perfecciones disminuidas, a aquel que es inteligente en grado sumo, viviente en grado sumo y el ser por excelencia; Finalmente, del orden universal, al entendimiento distinto del universo, que ordenó las cosas, las dispuso y las dirige a su Fin.

XXIII. La esencia divina, por el hecho de identificarse con la actualidad "exercitae" de su mismo ser, esto es, por el hecho de ser el mismo ser subsistente, se nos presenta como en su razón metafísica bien constituida, y por esto mismo. nos presenta la razón de su infinitud en la perfección.

XXIV. Así pues, por la puridad de su mismo ser, Dios se distingue de todas las cosas finitas. De donde se deduce en primer lugar que el mundo no ha podido proceder si no se por creación de Dios; después se deduce que la virtud creativa. por la cual se llega en primer término "per se" el ente en cuanto ente, ni siquiera milagrosamente es comunicable e ninguna naturaleza finita; finalmente, se deduce que ningún agente creado influye en el ser de cualquier efecto, sea el que sea, a no ser que haya recibido la moción de la Causa primera.

Dado en Roma. e 27 de Julio de 1914. - Card. Lorenzelli, Prefecto."

Se encuentra además une declaración posterior acerca de la obligación de seguir las mismas 24 tesis. en AAS 8 [1956), p. 157:...Fueron presentadas las siguientes dudas a esta Sagrada Congregación de Seminarios y Estudios Universitarios:

..II. Si todas les veinticuatro, tesis filosóficas aprobadas por le Sagrada Congregación de Estudios contienen en realidad la auténtica doctrina de Santo Tomás, y en caso afirmativo. sí deben imponerse coma obligatorias a las escuelas católicas.

A estas dudas, los eminentísimos y reverendísimos Cardenales de este sagrada Congregación. en asamblea plenaria celebrada los días 22 y 24 del mes de Febrero de este año, juzgaron que debían responder así:

A la segunda cuestión: Todas aquellas veinticuatro tesis filosóficas expresan la auténtica doctrina de santo Tomás, y propónganse éstas como seguras normas directivas.

El día 25 del mismo mes y del mismo año, el Santísimo Padre. Papa Benedicto XV, en la audiencia concedida, el infrascrito secretario, ratificó y confirmó con su autoridad suprema la sentencia de los eminentísimos Cardenales.

Dado en Roma, el 7 de Marzo, en la fiesta misma de Santo Tomás, del año 1918.

- Ceyetano Card. Bislati, Prefecto"..

• De donde se ve claramente por esta respuesta. que no hay ninguna obligación de tener estas tesis como ciertas, puesto que la Sagrada Congregación, preguntada sobre si pueden imponerse, he respondido solamente que deben proponerse como normas directivas seguras, para lo cual es suficiente, según el modo común de hablar, que sean solidamente probadas y que no originen ningún peligro, como admiten muchos acerca de estas veinticuatro tesis..