Conocimiento implícito de Dios

Por Antonio Orozco

 

Al meterse en la Teología Natural de Tomás de Aquino, sabiendo de la hondura y coherencia de su pensamiento tanto filosófico como teológico, se llega con inesperado asombro a leer los siguientes párrafos:

"Todo ser cognoscente conoce a Dios implícitamente en cualquier cosa conocida. Del mismo modo que no hay nada apetecible sino por semejanza con la bondad por excelencia, así también nada es cognoscible más que por semejanza con la verdad primera" (De Veritate, q. XXII, a. 2, ad 1m).

"Como inteligir no es otra cosa que una cierta presencia del inteligible al intelecto, el alma siempre intelige a sí y a Dios, a lo que se sigue un cierto amor indeterminado" (Esta cita se encuentra -en latín- en la obra de Zubiri, Naturaleza, Historia y Dios).

El asombro está justificado, me parece, cuando se sabe que Tomás en modo alguno era ontologista. Más aún, refuta explícitamente el argumento ontológico. No pueden interpretarse pues estas palabras como si gozáramos de la evidencia de Dios en este mundo.

Pero sí es evidente que Tomás afirma que en cualquier conocimiento, tenemos conocimiento -... implícito- de Dios.

¿Y cómo es eso? Porque conocer es tener presente de alguna manera, lo conocido; y cualquier cosa es inteligible en la medida en que se asemeja (todo lo de lejos que se quiera) a Dios Sumo Inteligible; y por poco que se asemeje, la semejanza es suficiente para contener en alguna medida el Modelo según el cual ha sido creado.

¿Qué la desemejanza es infinita y lo finito no puede remitir el intelecto al Infinito? También es prácticamente infinita la desemejanza material que existe entre un retrato y la persona retratada. Sin embargo, cuando hemos visto un retrato de una persona desconocida y después nos encontramos con ella, decimos: ¡esta es la persona del retrato! Porque, aunque materialmente no tienen nada que ver, formalmente sí. Y como todo lo que existe, es, por poco que sea, nos está mostrando algo del Modelo según el cual ha sido creada. En el caso del ente en cuanto tal, su Creador y Modelo ejemplar es el Ser por esencia y por "poco ente" que aquél sea, los que llegan a ver a Dios en Sí mismo, dicen: ahora veo que todas las cosas me mostraban algo (aunque fuera muy poco) de Ti.

Con otras palabras, conocer cualquier cosa es conocer, aunque sea muy poco, pero realmente, a Dios. Por eso, no es tan difícil reconocerlo en cualquiera de sus obras. Y una vez más, el ateísmo se manifiesta como una violencia obturadora del pensamiento: una actitud contra natura.

Agradecería que algún estudioso de estos asuntos me corrigiera o, en su caso, enriqueciera de alguna manera este argumento.

Antonio Orozco

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