Articulo IV

La "causa final"

 

TESIS 10.- El fin es verdadera causa.

 

345.- Nexo.- En la división general que hicimos de "causa", aparece la "causa final", que, además, tiene una íntima conexión con la causa eficiente, toda vez que ésta no puede obrar si no es por un fin determinado. Por este motivo, después de tratar de la causa eficiente, hemos de abordar el estudio de la causa final.

 

Nociones.- Fin: a) unas veces se toma como "término" de una cosa o de una acción; así, hablamos del fin de un camino, del fin del año, del fin de un trabajo de escritura (en español, en es tos casos podemos hablar de "final", que es sinónimo); b) en otro sentido (principalmente en el tratado de las causas), se entiende: "aquello por causa de lo cual, o por amor de lo cual, algo se hace". Así, la sanidad, o la buena salud, es el fin por el que se toma una medicina; la ciencia, el fin del estudio; el premio, el fin de una competición (nótese que, en estos casos, no podemos substituirlo por "final").

 

Y ha de ser: α) un "bien": pues por amor de él algo se hace, y no hay nada que sea amable más que el "bien", lo que es "bueno"; β) para conseguir o realizar el cual es movido el agente a poner las acciones que guardan proporción con dicho fin. Por tanto, no existe si no es con relación a la causa eficiente.

 

Aquellas cosas que se ponen por causa del fin (o en razón del "bien" que el fin tiene), reciben el nombre de "medios" que no son apetecidos por sí mismos, sino por el fin; es decir, son únicamente "bienes útiles".

 

346.- Divisiones del fin. Podemos distinguir varias clases de fin:

 

a) Fin "cuius" ("del cual"): es aquel bien para lograr el cual, el agente se dispone a llevar a cabo su obra: la sanidad, o la buena salud, en la curación. Fin "cui" ("para el cual"): es el sujeto para el que se procura el bien en cuestión: el hombre, en el caso de la buena salud, pues, en fin de cuentas, si el hombre la procura, es para su propio bien.

 

Como bien se puede advertir, no se trata de dos fines adecuadamente distintos, sino que constituyen, en realidad, una sola cosa: "por lo que viene a suceder que la siguiente totalidad: 'hombre sano' sea el fin íntegro y adecuado de la acción correspondiente, en el cual quedan incluidos los dos fines citados como componentes de un solo fin integral" (Suárez, DM, 23 s.2 n.5).

 

b) Fin objetivo (fin "qui" - "el cual"): es el bien mismo que se pretende lograr: la buena salud; Dios (para el hombre). Fin formal (fin "quo" - "mediante el cual"): es la misma consecución o posesión del bien pretendido: la consecución de la salud, la posesión de Dios.

 

"No se trata de dos fines, sino de uno solo; pues, por un lado, ni el objeto puede ser logrado sino mediante un acto, ni el acto puede realizarse si no es acerca de un objeto determinado; por lo cual, la moción y la intención del agente es a las dos cosas, consideradas "per modum uníus", comportándose así como una sola causa final" (Suárez, ibid.).

 

c) Fin a realizar ("efficiendus"): es el que no existe más que en la medida en que sea realizado por el agente: la salud, la ciencia, la virtud ("mueve para ser"). Fin a obtener: el que ya existe, pero se trata de poseerlo: el premio en la competición, la retribución en el trabajo: ("mueve para ser poseído").

 

d) Fin de la obra: aquel al que tiende la obra por su propia naturaleza: así, el fin del reloj es señalar las horas, el de la limosna, aliviar la miseria del pobre. Fin del que obra: es el que se propone el agente cuando obra: así, en el caso del relojero, puede ser obtener una ganancia (mediante la construcción del reloj); en el caso de la limosna, puede ser satisfacer por los propios pecados... Evidentemente, no tiene por qué ser distinto del "fin de la obra": ambos pueden coincidir.

 

e) Fin intrínseco: aquel que la acción tiene (sobre todo, cuando. se trata de una acción intencional, como el conocimiento y la volición) como su término natural y especificativo; así, el fin intrínseco del acto de amor de Dios es el mismo Dios. Fin extrínseco: el que el agente se prefija, además, al llevar a cabo la acción; como si uno hace un acto de amor de Dios para obtener el perdón de sus pecados.

 

f) Fin próximo: el que se pretende lograr de manera inmediata; así, en el estudio, la ciencia. Fin intermedio: el que se pretende de tal manera que, a su vez, se ordene a un fin ulterior; así, la misma ciencia puede ordenarse a capacitar al sujeto para un posterior trabajo apostólico. Fin último: es aquel que se pretende únicamente por sí mismo, y no se ordena a ningún otro fin ulterior, ya sea en sentido relativo: p. e., en una serie de operaciones: la salud es el fin último dentro del orden de la curación o de la medicina, ya en sentido absoluto: en cualquier orden que se conside­re: Dios.

 

347.- Puesto que decimos que el fin es causa, debemos declarar cuáles son sus efectos y su causalidad.

 

Con el fin de que todos los elementos puedan ser mejor percibidos, consideremos el siguiente caso concreto: el proceso que siguen los actos de un enfermo que intenta procurarse la salud.

 

En primer lugar, una vez que el enfermo tiene conocimiento de lo que es la salud, la considera un gran bien y comienza a amarla; tras lo cual, movido por el amor de la misma, quiere conseguirla y se enciende en deseos de ella; para lograrlo, se pone a deliberar sobre los medios que le parecen más apropiados (consultar al médico, tomar medicinas...); escoge "tales" o "cuales" medios (acudir a "tal" médico, tomar "tales" medicinas, observar "tal" régimen...); lleva a cabo todo cuanto precede hasta que, por fin, consigue (recuperar) la salud, y se alegra de haberlo logrado.

 

De aquí, los efectos del fin, que son:

 

a) Dentro de la misma voluntad

 

(orden de la intención)...

 

 

 

Simple complacencia, o amor del fin.

Deseo de conseguirlo ("intención").

Elección de los medios (que sigue a /la consulta).

Fuera de la voluntad (en las demás potencias, pero por imperativo de la voluntad):

 

 

 

(orden de la ejecución)

 

(Uso de los medios.

Consecución del fin mismo. (a la que siguen nuevamente otros /actos en la voluntad, como son /el amor y el gozo).

 

 

 

 

348.- Corolario.- Luego "los mismos medios son efecto del fin". Esto vale, ante todo, de las "acciones" que no son realizadas por la voluntad más que por amor del fin, por el deseo de con seguirlo (dar un paseo para mantener la salud). Si los medios son "cosas" (ya existentes con anterioridad), es evidente que las mismas no pueden ser efecto del fin, sino tan sólo el uso de ellas, en cuanto que la voluntad las utiliza por el deseo de lograr el fin (la medicina, para recobrar la salud; los ladrillos, para construir la casa). No hace falta insistir en que estas cosas no son producidas, al menos, por las acciones mediante las cuales en aquel momento se pretende lograr el fin.

 

349.- La causalidad del fin, o sea, el influjo por el que el fin se constituye en causa, puede ser de dos clases: "en acto primero" y "en acto segundo".

 

a) Causalidad del fin, en acto primero: es aquello por lo que el fin se constituye en capaz de causar, antes de que llegue a hacerlo: es su "bondad", en virtud de la cual es capaz de atraer a la voluntad, moviéndola así hacia la consecución de sí misma (es decir, de la bondad). Pues el fin mueve por amor de sí mismo, pero no hay nada que sea amable más que el "bien".

 

b) Causalidad del fin, en acto segundo: es aquello por lo que causa "en acto", por lo que se constituye, de hecho, en causante (de los efectos anteriormente citados). En, en otras palabras, el influjo actual, que está constituido por los mismos "actos internos de la voluntad" con los que ésta ama el fin, y por los "actos externos" imperados por la voluntad para conseguirlo.

 

350.- Esta causalidad del fin recibe el nombre de "moción metafórica", no porque no sea una moción "verdadera y real", y por tanto, no tenga un verdadero influjo (pues, en tal caso, tampoco sería verdadera "causa"), sino porque no es "eficiente", o no es una "acción" física propiamente dicha; por tanto, en el orden de la moción o del impulso físico, es metafórica; es decir: es "metafóricamente eficiente" o física: como si imaginásemos que la voluntad fuera atraída por una especie de fluido misterioso, procedente del fin.

 

351.- Condición para que pueda darse causalidad final es que el fin sea conocido, pues "nada puede quererse si previamente no se conoce". Con lo que, al mismo tiempo, se ve que el fin ya de be tener una cierta existencia, necesaria en cualquier género de causa, que es "intencional", o sea: en el entendimiento.

 

352.- Estado de la cuestión. Sobre la causa final, pueden, respectivamente, proponerse las mismas cuestiones que se propusieron sobre la causa eficiente: acerca de su "realidad": si se da o no realmente la causa final, y acerca de su "extensión": si en todas las acciones se da la correspondiente causa final (cuestión del "principio de finalidad").

 

En la presente tesis sólo consideramos la primera cuestión, y la proponemos del modo siguiente: puesto que todos hablamos del fin de nuestras acciones y del de las ajenas, admitiendo, por tanto, la realidad o la existencia del fin, nos preguntamos si tal entidad "influye verdaderamente" en las acciones, o se trata más bien de una simple "ocasión" o "condición", que se requiere, desde luego, para la acción, pero que, en definitiva, no ejerce ningún influjo en la misma. Si influye verdaderamente, nos hallaremos ante una verdadera "causa" (final); pero si no influye, no será causa más que en un sentido impropio, no sin abuso del término. En consecuencia, proponemos la cuestión sobre la "realidad de la causa final" de esta manera: "El fin, ¿es o no una causa?".

 

353.- Opiniones. a) En la Filosofía griega: niegan las causas finales: los "Atomistas" (Leucipo y Demócrito), los cuales estiman que todas las cosas surgen por el simple juntarse de los "átomos", que se mueven de una parte a otra impelidos por una necesidad ciega. Otro tanto opinan Empédocles y Epicuro.

 

Las opiniones de éstos, las refiere Aristóteles con estas palabras:

 

"De la misma manera que según ellos afirmaban, cuando llueve, no llueve para que el trigo crezca, sino por pura necesidad. Pues (el vapor de agua), al ascender, necesariamente se enfría, y una vez que se ha enfriado, y se ha transformado en agua, no tiene más remedio que volver a bajar. Da la casualidad de que, con este hecho, el trigo crece en el campo. Del mismo modo, si, con motivo de la lluvia, a alguno se le hecha a perder el trigo depositado en la era, no por ello vamos a concluir que ha llovido para que se le estropease, sino que ha ocurrido por pura casualidad. Por tanto, ¿qué puede impedir que las partes se comporten de la misma manera en la naturaleza? Igual que los dientes nos salen por necesidad: los anteriores agudos y dispuestos para morder, y las muelas anchas y apropiadas para triturar, y no por ello decimos que esto se ha hecho de intento, sino que ha ocurrido por pura casualidad..." (II Phys. c. 8).

 

El primero en hacer mención de la causa final (y también de la eficiente) es Anaxágoras, al afirmar que el "nüs" ("la mente") gobierna y ordena todas las cosas. Platón, por su parte, al encumbrar tanto la idea del "Bien Supremo", ha de conceder la mayor importancia a la causalidad final, y llega a imaginar que todas las cosas tienden a la asimilación con las. Ideas, y especialmente, con el "Bien Supremo".

 

Aristóteles, al hacer la división de las causas, enumera la causa final, y la concibe como totalmente necesaria para que pueda obrar la causa eficiente; ella es "el principio de todas las ciencias, aquello por lo que obra toda inteligencia y toda naturaleza". Más aún, parece asignar la causalidad final (mejor que la eficiente) al mismo "Motor Inmóvil", cuando afirma que dicho "Motor" mueve "en cuanto amado".

 

354.- b) La Filosofía escolástica reconoce, con consentimiento unánime, la causalidad final, y su necesidad para la operación de la causa eficiente. Sto. Tomás: "El fin es la causa de la causalidad eficiente, puesto que hace que la eficiente sea oficien te; del mismo modo que hace que la materia sea materia y que la forma sea forma, como quiera que la materia no recibe en sí la forma más que por el fin, y la forma no perfecciona la materia más que por el fin. Por ello, decimos que el fin es la causa de las causas, al ser la causa de la causalidad en todas las causas".

 

355.- c) En la Filosofía moderna: el "Empirismo", niega la causa final, como niega también la causalidad eficiente. Del mismo modo, el "Positivismo" rehuye cualquier investigación sobre las causas finales, e igualmente de las eficientes, considerándolo una cuestión por completo carente de sentido.

 

Descartes admite la causa final; sin embargo, considera que hay que prescindir de su investigación, puesto que el conocerlas pertenece sólo a Dios.

 

Espinoza, de acuerdo con su extremado racionalismo, rechaza la causalidad final como falsa y antropomórfica, pues todas las cosas ocurren por necesidad absoluta.

 

Leibniz, por el contrario, defiende encarnizadamente sobre todo, contra Espinoza la necesidad de la causa final, al margen de la eficiente, y expone magistralmente la armonía y complementariedad de entre ambas.

 

Kant, lo mismo que en el orden de la causalidad eficiente (v. la tesis de la realidad de la causa eficiente), en el de la causa final parece adoptar también un doble comportamiento: en el "orden moral", parece admitir la finalidad, si bien únicamente co­mo "postulado". Pero, en cambio, en el "orden de las causas natura les", no reconoce a la finalidad valor objetivo alguno. Se trata de algo "meramente subjetivo", reconociendo además que dicha subjetividad es aún mayor que la de la causalidad eficiente, pues ésta última constituye, al menos, una "categoría", mientras que la finalidad no es ninguna categoría es decir, no es una forma subjetiva "a priori", que constituya el objeto como capaz de ser pensado por nuestro entendimiento, sino una entidad mucho más remota: una norma directiva que dirija la mente de manera apropiada en la observación de los hechos.

 

Bergson defendió con denuedo la finalidad contra el positivismo y el determinismo en las ciencias biológicas. Sin embargo, en el contexto de su filosofía, la finalidad no puede llegar a ser una verdadera causa final (que exige una "inteligencia", que conoce el fin, de antemano, y. que "ordena" hacia él las acciones), sino una "simple dirección" del "impulso vital" ("élan vital").

 

356.- Prueba de la tesis.- 1) Causa es el principio que introduce "per se" el ser en otra cosa. Es así que el fin introduce "per sé" el ser en otras cosas. Luego, el fin es causa.

 

La Menor: porque, por el fin, o por el amor del fin, muchos actos surgen, tanto en la voluntad como en las demás potencias. Así, yendo por delante el conocimiento del fin en el entendimiento (p. e., de la buena salud), surge en la voluntad: a) "el acto de simple complacencia", o de amor (todavía ineficaz) hacia el fin; b) "el deseo de conseguirlo" (acto de amor, ya eficaz, o "intención"); y en el entendimiento; c) "deliberación" o "consulta" sobre los medios más aptos que deben tomarse para conseguirlo; otra vez en la voluntad: d) "elección de 'tales' medios"; en las demás potencias: e) "ejecución de los mismos"; f) "consecución del fin"; y, por último, "gozo" en el fin conseguido.

 

Se da, pues, una serie o un proceso integral de actos que surgen motivados por el amor del fin; en otras palabras, el objeto "bueno" en cuestión, mediante la moción que ejerce con su propia "bondad en la voluntad, da existencia a dichos actos; es decir: verdaderamente "introduce el ser en los actos citados".

 

357.- 2) Hemos de considerar como causa verdadera aquello de que depende la naturaleza, la especie o las propiedades de algo. Es así que del fin depende la naturaleza, la especie o las propiedades de algo. Luego, el fin es causa verdadera.

 

La Mayor: según consta de la tesis general sobre las causas, uno de los criterios para comprobar si alguna cosa es verdadera causa o no, es examinar si la naturaleza y las propiedades de una cosa son proporcionadas a las de la otra; si lo son, la segunda será efecto de la primera, y ésta, causa de la segunda, por la razón de que el efecto ha de ser proporcionado a su causa, en el modo de ser.

 

La Menor: en las acciones principalmente "morales", de por sí (es decir, en razón de su objeto) "indiferentes" (como el caminar, o el estudiar), depende del bien por que se hagan el que sean buenas o malas moralmente; en otras palabras, reciben del fin "su naturaleza en el orden moral", y su "especie" primaria (que dan colocadas en la especie de acción buena o mala, en sentido moral); más todavía, según la bondad mayor o menor del fin por que son realizadas, son ellas mismas buenas o malas en grado mayor o menor. Así, una es la dignidad de la acción que se lleva a cabo para expiar los propios pecados, otra es la dignidad de la acción que se pone por puro amor de Dios...; es decir, al fin y al cabo, la acción en sus propiedades es proporcionada al fin. (Sin embargo, esta clasificación en el orden moral, por lo que a la bondad se refiere, puede verse frustrada (o sea, la acción puede tornarse mala) por otro capítulo; p. e., si se lleva a cabo en forma inmoderada, o si surge conflicto con alguna ley: pues "el bien surge de la integridad de la causa; el mal, de cualquier defecto"; v. la tesis de la bondad del "ente", n. 238, 3).

 

358.- Objeciones.- 1.- La causa es principio, y por tanto, exterior al efecto. Es así que el fin no es principio, sino más bien término. Luego.

 

Distingo la Mayor: el fin no es principio en el orden de la intención, Niego, en el orden de la ejecución, Concedo.

 

2.- Lo que no existe, no puede ser causa. Es así que el fin no existe. Luego.

 

Distingo la Mayor: lo que no existe ni realmente, ni en el entendimiento, no puede ser causa, Concedo; lo que no existe en la realidad, pero existe en el entendimiento, no puede ser causa, Niego.

 

3.- Lo que existe en el entendimiento, sería "ente de razón". Es así que el 'ente de razón' no puede tener causalidad real. Luego.

 

Niego la Mayor: véase la definición de "ente de razón".

 

4.- Una cosa no puede ser causa de sí misma. Es así que el fin sería causa de sí mismo. Luego.

 

Distingo la Mayor: una cosa no puede ser causa de si misma, eficiente, Concedo; final, Subdistingo: de forma inmediata y directa, sin otra cosa (la causa eficiente) que intervenga, Concedo; de forma indirecta, y mediante otra cosa (la causa eficiente), Niego.

 

5.- La causa y el efecto se distinguen realmente. Es así que el efecto de la causa final sería el mismo fin. Luego.

 

Distingo la Mayor: la causa eficiente y el efecto se distinguen realmente, Concedo; la causa final y su efecto: Subdistingo: de forma adecuada y positiva, Niego; de forma inadecuada y negativa; es decir: como un bien que todavía no existe, pero que ya se conoce (a realizar o a conseguir) por el mismo bien que existe (realizado o conseguido), Concedo.

 

6.- La moción del fin es metafórica. Es así que una moción metafórica no es real, ni es verdadera moción. Luego.

 

Distingo la Mayor: en cuanto que no es moción eficiente, Concedo; en cuanto que no influye verdaderamente en la voluntad, Niego.

 

7.- No hay un solo acto en todo el proceso de la causalidad final, que no proceda de su propia facultad física, o causa eficiente. Es así que, en tal caso, está de sobra la causa final. Luego.

 

Distingo la Mayor: que no proceda, en el orden de la eficiencia, de su facultad o causa eficiente, Concedo; en el orden de la causalidad final, Niego, o Distingo: si la causa eficiente pudiese obrar sin ningún fin, Concedo; si no puede obrar más que con algún fin, Niego.

 

Contradistingo la Menor: está de sobra la causa final en el orden de la eficiencia, Concedo; en su propio orden final, Subdistingo: sí la causa eficiente pudiese obrar sin ninguna causa final, Concedo; de lo contrario, Niego. Sin la intervención de la causa final, el agente no obraría, y por tanto, los actos en cuestión no procederían del mismo, porque no se darían; por tanto, la causa "adecuada” de ellos es la causa eficiente "y" la causa final, porque ésta mueve a aquélla a la producción de dichos actos.

 

359.- Escolio.- Axiomas acerca del fin.

 

1.- “Lo que es primero en la intención, es lo último en la ejecución". Es decir: el fin es lo primero que es conocido y deseado, y mediante tal deseo, mueve a la voluntad para poner los me dios que conducen a él, y, una vez que ya se ha conseguido, cesa la serie de las acciones que se han puesto por amor del mismo.

 

2.- "El fin es, en el orden de las causas, la primera": no sólo en el tiempo, sino en categoría. Pues es según dice Santo Tomás con Aristóteles, "de alguna manera, la causa de todas las demás causas", pues, de no intervenir ella, la causa eficiente no obraría (v. la tesis siguiente); ahora bien, si la causa eficiente no obra, tampoco las demás causas, con lo que la causa material y la formal no producen su efecto, puesto que, en tanto pueden causarlo, en cuanto que son agrupadas por la acción de la causa eficiente:

 

3.- "El que quiere el fin, debe querer los medios, al menos virtualmente": en efecto, querer el fin de manera seria y eficaz, equivale a querer conseguirlo; ahora bien, el fin no se consigue si no es poniendo los medios que a él conducen.