CAPITULO III

 

EL LUGAR y EL "UBI"[1]

 

 

114.‑ Introducción.‑ Después de haber visto la esencia de la cantidad, y su modo de ser, que es la continuidad, debemos examinar otra propiedad estática de la cantidad, que es su "presencia natural". Pero la presencia, una es "relativa" hacia otro "cuanto" y otra "absoluta", que es el fundamento de la presencia relativa: la presencia relativa expresa relación al lugar extrínseco, mientras que la presencia absoluta es el "ubi” intrínseco. Y después de que hayamos considerado estos modos naturales de localización y de "ubicación'', pasaremos a exponer los modos sobrenaturales de localización y de "ubicación" a y la "multilocación"; todo lo cual trataremos de explicarlo en cinco artículos. El primer articulo es del ''lugar"; el segundo y el tercero, del "ubi intrínseco"; el cuarto, de la "compenetración" de los cuerpos, y el quinto, de la "multilocación".

 

Artículo I

EL LUGAR EXTRÍNSECO

 

TESIS 6.‑ El lugar extrínseco no constituye un predicamento especial.

 

116.‑ Nociones.‑ EL LUGAR EXTRÍNSECO, según la definición de Aristóteles (4 Phys., c. 24), es la superficie última del cuerpo ambiente, e inmóvil.

 

Tratamos de la SUPERFICIE, no "simpliciter", sino de la que rodea. Decimos que es "última", es decir: que toca de modo inmediato el cuerpo “locado". "Del cuerpo ambiente" (que rodea): pues se supone que un cuerpo rodea al otro, y la última superficie del cuerpo que rodea y que toca al cuerpo "tocado", se denomina "lugar". "Inmóvil": el lugar es inmóvil; pues, aunque las casas se cambien de lugar, sin embargo, dicho lugar no se traslada, silo que permanece quieto.

 

117.‑ No obstante, es difícil determinar en qué consiste precisamente dicha inmovilidad. En efecto, el cuerpo que rodea muchas veces es fluido, como el aire que nos rodea, y el agua que rodea a los peces; tanto el agua como el aire cambian de continuo su superficie última, que es la que toca a los cuerpos. Las paredes mismas de la habitación en que nos encontramos, que constituyen el lugar del aire contenido dentro de las mismas, se cambian constantemente por la rotación de la tierra en torno a su eje, y por la traslación de la misma alrededor del sol. En consecuencia, parece preciso afirmar que el lugar es inmutable, pero no "simpliciter", sino sólo por comparación á las coordenadas de la tierra, que son sus meridianos y paralelos, o en otras palabras, la longitud y latitud geográficas. Y así, si estamos en Madrid, el respectivo lugar madrileño es inmóvil, porque siempre permanece en Madrid, dentro de la misma longitud y latitud de la tierra en que estaba antes; pero no en sentido absoluto.

 

Cabe entonces preguntar si el lugar es algo físico, o algo matemático, o se trata de un ente de razón. A lo que hay que responder que el lugar extrínseco viene a ser como una mezcla de una cosa física y de un ente de razón. La cosa física es la superficie última del cuerpo que rodea, y lo fingido (ente de razón) es que la superficie en cuestión sea inmóvil; pues efectivamente, tanto el aire como el agua se cambian, y hasta las mismas paredes que rodean al aire, se cambian en sentido absoluto, y así solo permanece quieto el suelo, respecto de las coordenadas terrestres (meridianos y paralelos).

 

118 .‑ El lugar extrínseco, a) se diferencia del "ubi" intrínseco: en efecto, el lugar puramente rodea de modo extrínseco, mientras que el "ubi" es un modo intrínseco, que ofrece el fundamento para la relación de distancia o de no distancia respecto del lugar extrínseco.

 

b) Se diferencia también del espacio absoluto, porque este es ente de razón con fundamentos en la realidad, y es absolutamente inmóvil e infinito; pero el lugar extrínseco es un ente, en parte real ‑la superficie última del cuerpo de que rodea al otro cuerpo‑, y en parte fingido, en cuanto que se considera como absolutamente inmóvil, pues se mueve con los movimientos de rotación y traslación de la tierra; es, por último, finito, o sea, cuanto basta -y sobra‑ para. que rodee al segundo cuerpo.

 

c) Se diferencia del espacio real: porque el espacio real no es otra cosa más que el mismo espacio absoluto que cae dentro de las superficies del cuerpo "tocante"; y decimos que es real, por denominación a partir del cuerpo que queda "locado" entre dichas superficies; y si dentro de tales superficies nada se contuviera, el intervalo en cuestión no sería espacio real, sino vacío.

 

d) Se diferencia, por ultimo, del lugar intrínseco: pues el lugar intrínseco no es más que la parte de espacio absoluto contenida dentro de las superficies últimas del mismo cuerpo "locado'', coincidiendo así con el "espacio real", de que hemos hablado en c).

 

119 .‑ Divisiones. El lugar extrínseco se divide, en primer lugar, en lugar "común" y "propio". Lugar común, o mediato, son las mencionadas superficies que rodean a muchas cosas, como las paredes de la habitación sean el lugar mediato de la cama, de la mesa, etc.. El lugar, propio es precisamente la superficie que rodea y toca al cuerpo de modo inmediato.

 

En segundo lugar, se divide en "adecuado" e "inadecuado". Lugar adecuado es el que basta para rodear a todo el cuerpo, como el aire que me rodea en mi propia totalidad. Lugar inadecuado es el que basta sólo para rodear una parte del cuerpo, como p. e., una silla respecto del que se sienta.

 

En tercer lugar, se divide en lugar "natural" y “no‑natural". Lugar natural según Aristóteles, es aquel, al que tienden de modo natural, los cuerpos, y así, los cuerpos pesados tienden al centro de la tierra, mientras que los ligeros, como el fuego, tienden hacia arriba: y dicho lugar natural constituye el fin o el término del movimiento natural de los cuerpos. Lugar no‑natural es el que no conviene al cuerpo, pero el cuerpo se ve retenido en él, de modo violento. Por supuesto que toda esa teoría la consideramos anticuada; sin embargo, la exponernos para que sea posible entender los libros de los antiguos.

 

120.‑ Propiedades del lugar: a) El lugar "rodea" al cuerpo, de tal manera que este no permanece extrínseco al lugar. b) Es "igual" al "locado", en cuanto a la superficie, pero no en cuanto a la profundidad. c) Es "separable" de todo "locado", en sentido distributivo, pero no en sentido colectivo y simultáneo, porque entonces se daría naturalmente el vacío. d) Es el "término extrínseco" del movimiento local dentro del presente mundo. Decimos que es término "extrínseco", porque el término intrínseco es él "ubi" intrínseco. Y decimos "dentro del presente mundo", porque el término del movimiento local absoluto, fuera del mundo, no seria el lugar extrínseco, sino el ''ubí" intrínseco. e) También decimos que el lugar "protege" y conserva al, cuerpo "locado", infiriendo que éste, por así decir, se desmorone, disuelva o derrame. Pero todo esto conviene al lugar sólo "per accidens", pues, de por si, el lugar no es activo, sino que es algo meramente estático.

 

121.‑ El "estar en un lugar" puede decirse en sentido propio o metafórico.

 

En sentido propio, una cosa está en un lugar, cuando queda rodeada por la superficie del cuerpo ambiente. Y así, no está en un lugar la superficie última del cielo, porque no queda rodeada por otra; ni tampoco Dios o un espíritu, porque no tienen superficies que estén rodeadas por otra; ni las partes internas del continuo, porque no tienen superficie extrínseca que las rodee.

 

En sentido impropio o metafórico, decimos que esta en un lugar aquella cosa o entidad que toca al cuerpo mediante un contacto, no cuantitativo, sino de virtud o fuerza; contacto que consiste en un modo de causar respecto de dicho cuerpo. Y así, Dios, metafóricamente hablando, "está en un lugar" respecto de todos los cuerpos, porque en todos ellos actúa; y los ángeles "están en un lugar" respecto de aquel cuerpo en que realizan alguna operación. Ahora bien, si el ángel no realiza operación alguna en el cuerpo, no puede decirse que "esté en un lugar" respecto del mismo, por más que pueda estar allí (no "estar en un lugar") en cuanto no distante del cuerpo en cuestión. Por lo que se refiere al alma, está verdaderamente en el cuerpo humano, porque, aunque no ejerza sobre él una operación propiamente activa, sin embargo lo "informa", ejerciendo sobre el mismo su causalidad formal.

 

Así pues, si el espíritu no ejerce ningún género de causalidad en el cuerpo, no "está en un lugar", aunque no diste de él; sin embargo, posee "ubicación" intrínseca y absoluta, como veremos más adelante, mediante la cual adquiere el fundamento intrínseco para que pueda considerarse distante o no‑distante de los cuerpos, en el caso de que éstos existan.

 

PREDICAMENTO .‑como sabemos ya por Lógica y Ontología‑ es cualquiera de los géneros supremos de los series, distinto de cualquier otro, y sé consideran diez: substancia, cantidad, cualidad, relación, acción, pasión, "quando", "ubi", sitio (o situación) y hábito (o vestido). Y afirmamos que el lugar extrínseco no constituye un predicamento especial, sino que se reduce a alguno de los mencionados.

 

122.‑ Estado de la cuestión.‑ Podría preguntarse si el lugar está bien definido, tal como lo hemos hecho. Pero la definición que hemos dado, es comúnmente aceptada; pues sólo determina el significado del nombre; determinación que todos aceptan. Cabría también preguntar por la "realidad" del lugar. Pero no hay cosa ‑que sea más evidente, según el significado que el nombre tiene. Así pues, sólo preguntamos si el lugar, definido de la manera que lo ha sido, constituye un predicamento especial..

 

123.‑ Opiniones.‑ La primera opinión sostiene que el lugar constituye un predicamento especial, que es el "ubi". Así, por lo general, los tomistas, quede aquí se mueven a afirmar que, si algo no está en un lugar extrínseco, no está en parte alguna. Así, el mundo ‑considerado como un todo, o sea, según su superficie última‑ no está en ninguna parte; tampoco lo está el ángel que no actúe en ningún sentido extrínsecamente; y Dios, antes de crear el ‑mundo, no estaba en ninguna parte.

 

Pero en estas afirmaciones hay una equivocación; pues es cierto que todos estos seres no están o no estaban en ninguna parte, si el estar en alguna parte equivale a estar en un lugar extrínseco; pero, desde luego, si que están en alguna parte con su ubicación intrínseca, porque poseen tales características o disposición intrínseca, que si algo es creado ‑p. e., ángel o cuerpo‑, debe ser no‑distante de Dios, o distante o no de un espíritu o cuerpo creado; lo que no ocurriría si no estuvieran, en ninguna parte (n. 135).

 

La segunda opinión defiende que el lugar no constituye un predicamento especial, sino que se reduce a alguno de los nueve géneros y accidentes ya conocidos. Tal, es nuestra opinión.

 

124.‑ Prueba de la tesis.‑ El lugar extrínseco no constituye un predicamento especial.

 

En efecto, si el lugar constituyera un predicamento especial, seria el "ubi"; es así que, no . constituye el predicamento "ubi"; luego, no constituye ningún predicamento especial.

 

La Mayor: pues evidentemente, el lugar no es ninguno de los otros predicamentos, si excluimos el "ubi." ; sólo cabe la duda de que pueda reducirse al "ubi".

 

La menor (no constituye el predicamento "ubi"): pues el "ubi" es algo intrínseco y absoluto, que es el fundamento de la relación de distancia y no‑distancia, como inmediatamente probaremos; ahora bien, el lugar no es algo intrínseco al "locado", sino extrínseco, ni es el fundamenta, sino el término, de la relación de no‑distancia del "locado" al mismo lugar.

 

125.‑ Escolio.‑ El lugar se reduce a alguno de los predicamentos ya conocidos. En efecto, si consideramos el lugar como una extensión, pertenece al predicamento de cantidad; si la consideramos como algo que contiene al cuerpo, y dice no‑distancia respecto de é, pertenece al predicamento de relación. Si lo consideramos como alga que rodea, pertenece al predicamento de habito.

 

Artículo II

EL “UBI” INTRÍNSECO

 

TESIS 7.‑ Se da en las cuerpos el “Ubi” intrínseco, absoluto y modal que contituye el predicamento “ubi”

 

127:‑ Nexo.‑ Resuelta ya la cuestión acerca del lugar extrínseco, vamos a examinar ahora si, además de la presencia local, que es relativa, se da también otra presencia absoluta, que sea el fundamento de la anterior: y la respuesta es afirmativa.

 

Aunque el "ubi" sea una noción trascendental, que también puede predicarse de Dios, como la sabiduría, y por, ello debería tratarse en la Metafísica General, sin embargo la tratamos aquí, parque, con ocasión de los cuerpos, tal vez aparecerá con mayor claridad su noción y existencia.

 

128.‑ Nociones.‑ El "ubi" se define, en términos generales, como la determinación formal y última por la que algo puede estar aquí o allá, en sentido absoluto, y con independencia de cualquier relación o denominación extrínseca.

 

Esta descripción se explica aún mejor por la siguiente: El "ubi" es la disposición interna de la casa; disposición que, con independencia de cualquier relación o denominación extrínseca, es fundamento suficiente para que, desde el momento en que existe otro cuerpo, surja en la casa, sin que sea precisa admitir, ninguna otra mutación de la misma, la relación de distancia a no‑distancia, lo que es señal de que la cosa en cuestión estaba en alguna parte. Será preciso explicar los términos de dicha definición.

 

129.‑ ES UNA DISPOSICIÓN INTRÍNSECA DE LA COSA, o una característica de la misma. Dicha disposición, o característica, al tratarse de un ser creado, será un accidente modal; pero, hablando como lo hacemos del "ubi" en toda su universalidad, es algo interno, ya sea un accidente, ya la misma substancia, como en el caso de Dios.

 

DE LA COSA: se entiende que de cualquier cosa; pues todas ellas han de tener esta ubicación intrínseca.

 

QUE ES FUNDAMENTO SUFICIENTE PARA ESTABLECER LA RELACIÓN DE DISTANCIA O NO‑DISTANCIA. No decimos que sea la relación al otro extremo, a una denominación extrínseca, tomada precisamente del otro extremo distinto, sino que es el fundamento de la relación de distancia o no‑distancia; de la misma manera que la blancura no es la relación de semejanza a otra blancura, sino el fundamento absoluto de dicha relación.

 

DE DISTANCIA O NO‑DISTANCIA. La “no distancia" es la disposición en que se encuentran dos cosas, en virtud de la cual, o se compenetran, o no puede darse entre ellas ningún cuerpo intermedio. La "distancia" es la disposición de dos cosas por la que entre ellas puede interponerse un cuerpo sin que se cambie ninguna de las dos. Aunque, en acto, no se halla interpuesto cuerpo alguno. Pues no se da repugnancia en que "se aniquile" todo lo que había interpuesto entre dos cuerpos distantes, quedando dichos cuerpos distantes, si no reciben ninguna mutación intrínseca.

 

"Sin mutación o cambio alguno el cuerpo que recibe la relación de distancia o no‑distancia, por la existencia de otro". En efecto, si el primero hubiera de mudarse para que surgiese dicha relación, todavía no era fundamento de la distancia, en contra del supuesto.

 

QUE ES EL FUNDAMENTO ANTERIOR A TODA RELACIÓN DE DISTANCIA O NO‑DISTANCIA: pues si es fundamento, debe ser anterior a la relación fundada y causada por él, y por consiguiente, independiente de dicha relación.

 

POR ELLO, ES ALGO ABSOLUTO E INDEPENDIENTE DE TODA RELACIÓN: pues lo que no es relación ni depende de ninguna relación, ha de ser absoluto.

 

SI EXISTE ALGÚN OTRO CUERPO: pues mientras el cuerpo existente se suponga único, no puede poseer relación de distancia o de no‑distancia; pero sin embargo, tiene ya el fundamento intrínseco y suficiente para que, si llega a darse otro cuerpo, por el mismo hecho surja en aquél la relación de distancia o de no‑distancia; lo que es señal de que dicho cuerpo o cosa estaba ya "en alguna parte": pues efectivamente, si no estaba "en parte alguna", no puede posteriormente tener, relación de distancia o no‑distancia, como es harto evidente.

 

130.‑ División.‑ El "ubi" intrínseco se divide en "Increado" y "creado". El "Increado" es la misma inmensidad divina, que ofrece las mismas características que la esencia divina, y así, si se da en los cuerpos, todos han de tener, al punto, relación de no‑distancia a Dios, porque su "ubicación" es infinita. El "ubi" creado es el propio de las criaturas.

 

Semejante es la división en "ubi" infinito y finito, inmutable y mutable, esencial y accidental. "Ubi", en este sentido, es decir, en cuanto que abarca lo creado y lo no creado, es nombre análogo con analogía metafísica de atribución intrínseca, pero no unívoco.

 

El "ubi" creado puede ser "circunscriptivo" y "definitivo". El CIRCUNSCRIPTIVO es aquel por el cual una cosa se halla toda ella en todo el espacio, y cada parte de la misma en cada parte del espacio; es, pues, el propio de los cuerpos. El "ubi" DEFINITIVO es aquel por el que una cosa está toda ella en un todo y toda en cada una de sus partes. A su vez, esta "ubicación" "definitiva" puede ser natural y sobrenatural: la natural es la propia de los espíritus; y la sobrenatural puede ser también de los cuerpos, cuando por milagro se hallen todos en un todo y todos en cada una de sus partes, tal como esta Cristo, en el sacramento de la Eucaristía.

 

Hemos dicho además que el "ubi" es "algo modal": pues el "ubi" es un accidente, cuya función es, por entero, constituir la cosa formalmente aquí o allá; y si tal es, por entero, su función, no puede darse separado de la substancia, sino sólo modificándola, que es precisamente la noción de modo.

 

Estado de la cuestión.‑ Preguntamos, pues, en la presente tesis si los cuerpos poseen “Ubi" intrínseco, absoluto y modal, y por tanto, totalmente distinto del lugar extrínseco::.

 

131.‑ Opiniones.‑ La primera opinión es la de los tomistas, que afirman qué no existe ningún "ubi" intrínseco, sino sólo el lugar extrínseco, y añaden que el "estar en algún lugar" equivale a estar rodeado de lugar extrínseco, o a estar constituido en lugar extrínseco, ya sea en sentido estricto, ya Metafórico.

 

Como consecuencia ‑según ellos‑, lo que no está en lugar extrínseco, ya sea propio, ya metafórico, no está en parte alguna. "La última superficie del mundo" no está en lugar extrínseco, y ‑por ello no está en parte alguna. Cuando los "ángeles" o las "almas" ‑tanto si son bienaventurados como condenados- no producen operación extrínseca alguna, no están tampoco en ninguna parte, como ocurre con los universales, que son reales y, sin embargo, no están en ninguna parte. De donde deducen que el mundo "no puede moverse en el espacio"; pues el movimiento supone que la cosa se halla en algún lugar, y el mundo no está en ningún lugar, porque no está en ningún lugar extrínseco.

 

132.‑ La segunda opinión sostiene que, además del lugar extrínseco, se da también el "ubi" intrínseco y modal, que, sin embargo, no ha de concebirse como algo absoluto, sino dependiente del lugar extrínseco. Semejante modo se produce y se conserva mediante el contacto del "locado" con el lugar, y por dicho modo formalmente una cosa está en un lugar. De donde se sigue que, si el cuerpo no se halla rodeado por otro, no está en un lugar, o no está en pacte alguna; y así, puesto que el mundo según su última superficie, no posee aquel "ubi", es preciso concluir que no esta en parte alguna, ni puede moverse en el espacio con movimiento absoluto.

 

Crítica: Un tal modo es totalmente inútil para que la cosa esté en un lugar; pues no puede servir para dicho fin, ya que surge después de que la cosa se halla en un lugar y está rodeada por él.

 

133.‑ La tercera opinión sostiene que se da el "ubi" intrínseco, ab soluto y modal, y que semejante modo dice relación transcendental al espacio absoluto; en lo cual ‑según afirman‑ no se encuentra especial dificultad; pues la relación transcendental es sólo el sujeto, y por ello no se requiere que el término sea alguna realidad.

 

Esta opinión la cita Suárez en cuarto lugar (DM 51, 1, 13); y algunos quisieron atribuírsela como propia. Pero Suárez no dice que tal opinión sea verdadera, sino que se halla muy próxima a la verdad; por ello, Suárez quiso examinarla en profundidad, y proceder a su enmienda.

 

134.‑ La cuarta opinión es la de Suárez, y afirma que en' los cuerpos se da el "ubi" intrínseco, absoluto y modal.

 

"Intrínseco", porque afecta intrínsecamente a la cosa ubicada; "absoluto", porque ni es relación ni depende de una relación, sino que es algo anterior a la relación de distancia o no-distancia, y fundamento de la misma; y "modal", porque semejante realidad intrínseca es un accidente modal, y no una entidad absoluta, ya que sólo es la última determinación formal de una cosa para que posea la denominación intrínseca de la "ubicación".

 

Por dicha "ubicación", la cosa no está en una parte determinada, pues, aunque se diese un cuerpo único, poseería aún su propío "ubi"; pero tiene tal disposición interna que, en el caso de crearse algún cuerpo, adquiere ya, sin más ‑es decir, sin modificaciones ulteriores‑, la relación de distancia o no‑distancia, lo ‑que es señal ‑como hemos dicho antes‑ de que la cosa está en alguna parte; de lo contrario, no podría hallarse distante ni no‑distante.

 

Nosotros abrazamos esta opinión, como más probable.

 

135.‑ Prueba de la tesis.‑ En los cuerpos se da el "ubi" intrínseco, absoluto y modal, si en ellos existen posiciones espaciales, reales e intrínsecas, absolutas, y distintas realmente de los cuerpos, como un mero modo que constituye dichos cuerpos "aquí” o "allá"'; es así que las cosas se comportan de esta manera; luego, en los cuerpos se da el "'ubi'" intrínseco, absoluto y modal.

 

La Mayor consta por la noción de "ubicación" intrínseca.

 

La menor puede probarse ‑como vamos a hacer a continuación de varias maneras.

 

A). Y ante todo, se prueba a partir de cualquier traslación local.

 

Coloquemos, p. e., una piedra, situada a lo lejos, junto a esta pared, y dejémosla junto a la pared. En esta hipótesis, a) la piedra tiene una nueva posición espacial, y ello es bien claro, b) Dicha posición es algo real y positivo, y no una negación o algo fingida. c) Dicha posición es algo intrínseco a la piedra; pues es algo nuevo que se adquiere por la acción de la causa eficiente, la cual siempre produce algo nuevo e intrínseco a alguna cosa; y lo que es intrínseco a alguna cosa en nuestro caso, no puede darse más que en la piedra, que ha recibido la acción del agente, no en los cuerpos que están alrededor, ni en la pared, ya que no han recibido la acción de dicho agente. d) Esto que es nuevo e intrínseco, es algo absoluto y no una relación o denominación extrínseca tomada de la pared, porque la nueva posición es el fundamento de la relación. o denominación, y el fundamento de una relación o denominación es siempre anterior ‑con prioridad de naturaleza‑ a la ‑misma relación o denominación, en cuanto que es su causa y, por ‑tanto, independiente de ella. e) Lo nuevo e intrínseco es un accidente, y no algo constitutivo de la piedra, puesto que puede perder la posición adquirida y adoptar otra. f) Y, por último, es un modo, puesto que no tiene otra función más que la de comunicar la mencionada posición, y para ello no se requiere una :entidad, por así decir, más consistente (J. H., fheol. Natur., n. 622.623).

 

Queda, pues, probado que la posición de que tratamos, es algo intrínseco, absoluto y modal, que es precisamente el "ubi" intrínseco.

 

B). Se prueba la menor, en segundo lugar, a partir de la hipótesis de la distancia en un espacio vacío.

 

Supongamos que dos cuerpos -A y B‑ distan entre si actual mente un metro, porque entre ellos se interpone, o puede interponer se, el metro de que hablamos. Si Dios procediese a destruir todos los cuerpos, con excepción de los dos mencionados, sin introducir mutación alguna en ellos, continuarían distando lo mismo, porque aún puede interponerse entre ellos el metro, sin que cambien para nada. De donde concluimos que tales cuerpos están "alicubi" ("en alguna parte"), porque no pueden distar sino las cosas que están "alicubi". Puesto lo cual, la conclusión no es otra más que la tesis afirmada.

 

En efecto, el '"ubi" en cuestión, a) es algo real y positivo, y no una negación o ficción; b) es algo intrínseco, porque no depende de ningún otro cuerpo circunstante; c) es algo absoluto, no una relación, porque es el fundamento de la relación, más a su vez el fundamento de una relación es anterior ‑con prioridad de naturaleza‑ a la relación, e independiente de ella, en cuanto causa de la misma; d) es algo distinto realmente de las cosas "ubicadas'", porque se puede adquirir o perder por el simple movimiento; e) es algo accidental, no constitutivo de la cosa "ubicada"; y f) por ultimo, es un modo: porque la "ubicación" no tiene otra función más que la de comunicar tales posiciones, y para ello no se requiere una entidad de mayor consistencia que la modal.

 

Cabe decir: En esta hipótesis, se incurre en petición de principio. Pues se dice que la hipótesis es posible; y, como quiera que no es posible si no se da la "ubicación" intrínseca, se sigue que al afirmar que dicha hipótesis es posible, se afirma gratuitamente lo que había que probar.

 

Niego el aserto. En cuanto a la prueba aducida, niego que se trate de una petición de principio, y establecemos en contra el siguiente silogismo: esta hipótesis es posible; es así que no es posible si no se da la "ubicación"  intrínseca; luego, se da, en verdad, la "ubicación" intrínseca. La Mayor se prueba porque, en la hipótesis mencionada, no se incurre en ninguna contradicción; la menor, por su parte, es asimismo evidente.

 

No se incurre en petición de principio cuando las premisas contienen virtualmente la conclusión, sino cuando la contienen formalmente, pero de manera oculta, y sin prueba alguna.

 

Como casos de verdaderas peticiones de principio, pueden verse las objeciones del n. 353.

 

INSTANCIA: Los cuerpos en cuestión no distarían entre sí, porque la distancia es un cuerpo interpuesto entre dos cuerpos; ahora bien, en esta hipótesis, no se da ningún cuerpo interpuesto; luego, no se da entre ellos distancia alguna, sino que se tocan, porque no hay nada que entre ellos se interponga.

 

Respuesta. La distancia no es un cuerpo interpuesto entre otros cuerpos, sino que es una posición tal, o correlación entre dos, que puede interponerse otro cuerpo entre ellos, sin que. se produzca ninguna mutación local en los extremos. Ahora bien, en la hipótesis que hacemos, puede interponerse un cuerpo, que es precisamente el que se ha destruido; luego, los dos cuerpos citados distan entre si, y no se tocan.

 

INSTANCIA 2°, con el P. Hoenen: concedo que los mencionados cuerpos, en la hipótesis descrita, no se tocan, pera tampoco distan ni dejan de distar, sino que están libres de cualquier relación local y "ubicación"; y esto ocurre precisamente porque no se tocan ni mediata ni inmediatamente.

 

Respuesta. Niego el aserto, que es del todo inverosímil. Según el P. Hoenen, los cuerpos que antes distaban, ahora, destruidos todos los demás fuera de ellos mismos, no distan, y por tanto están "nullibi" ("en ninguna parte"). Ahora bien, si se interpone una simple telaraña, la más fina que se pueda imaginar, ya vuelven a distar, porque se ha interpuesto un cuerpo, por fino que sea. Ahora, permaneciendo los extremos tal como están, y sin introducir en ellos mutación alguna, destrúyase la telaraña, y ya los tenemos que ni distarán ni dejarán de distar. Ahora bien, esto es algo del todo increíble, y parece dicho expresamente para mantener en pie la tesis según la cual la distancia o no‑distancia, ha de ser siempre un contacto inmediato o mediato, con la interposición de algún otro cuerpo que es tocado en sus extremos por los dos cuerpos distantes.

 

C). La menor, se prueba en tercer lugar, a partir de la hipótesis del movimiento en un espacio vacío, aunque exista sólo un cuerpo.

 

En este mundo, Unos puede comunicar un impulso a un cuerpo, y al punto destruir todos los demás cuerpos, sin introducir mutación alguna en el cuerpo que ha recibido el impulso. Este cuerpo seguirá moviéndose, puesto que ha recibido el impulso, y él mismo, por hipótesis, no ha sido destruido. Ahora bien, si se mueve, ya es "alicubi" ("en alguna parte"), y ello de manera fluyente, no fija. En efecto, si es "nullibi" ("en ninguna parte"), no se mueve. Puesto lo cual, queda probada la tesis.

 

Pues a) un tal "ubi" fluyente es algo real y positivo, y no una negación o ficción. b) Es algo intrínseco al cuerpo, porque no depende de ningún otro cuerpo circundante del que deba recibir la denominación. c) Es algo absoluto; y no una relación o denominación de algo extrínseco. Es algo distinto realmente del cuerpo qué se mueve, pues puede perderse y adquirirse. e) Es algo accidental, pues no es un constitutivo esencial del cuerpo. f) Por último, es un accidente modal, pues no tiene otra función más que la de constituir la cosa misma en movimiento, y para ello no se requiere una entidad más consistente.

 

Cabe decir: Se está suponiendo que el impulso es algo absoluto; sin embargo, el impulso ‑o inercia‑, al igual que la pesantez, resulta de la interacción entre los cuerpos. Pero en la hipótesis que se ha hecho, no puede haber una acción entre cuerpos, porque sólo existe un cuerpo; luego, en la hipótesis, no puede darse el impulso. La Mayor se prueba por la autoridad de Einstein y de E. Mach.

 

Respuesta. No suponemos que el impulso sea algo absoluto, sino que lo probamos por las razones aducidas. La hipótesis que hemos hecho, no incurre en contradicción alguna, tanto si el impulsó en cuestión es como la inercia con sabida como si es de otra naturaleza, a saber: una cualidad meramente activa. La hipótesis que hemos hecho no repugna; y, una vez puesta, se sigue que el cuerpo en cuestión se mueve, y ello con movimiento absoluto.

 

INSTANCIA. Si solo se diese un cuerpo en el Universo, el movimiento no tendría ningún significado; porque el cuerpo no se moverla hacia ninguna parte (pues no habría, en efecto, ninguna parte); y si no se mueve hacia ninguna parte, no se mueve de ninguna manera.

 

Respuesta. Niego el aserto. En cuanto a la prueba aducida, distingo el antecedente: no se moverla, con movimiento relativo, hacia un término extrínseco, porque no existirla, concedo; no se moverla, con movimiento absoluto, niego; contradistingo la menor.

 

El movimiento absoluto consistirla en una intrínseca modificación del cuerpo, de tal naturaleza, que si existiese otro cuerpo en estado de reposo, el primero tendría respecto del segundo una relación de acercamiento o de retirada; lo que seria imposible, si no se movía. Ciertamente, un hombre que se trasladase montado en dicho cuerpo, no podría advertir su propio movimiento ni el del cuerpo; pero un ángel, que es capaz de ver las cosas tal como son en al mismas, percibirla el movimiento en cuestión con toda claridad.

 

INSTANCIA. Pero la tesis que se da como probada, establece que, si hubiese un solo cuerpo en el mundo, podría estar "alicubi" en estado de quietud; es así que, esto carece aún más de sentido: porque el estar "alicubi", significa que se está en alguna parte, y en la mencionada hipótesis no podría hablarse de ninguna parte.

 

Respuesta. Distingo la Mayor: estaría "alicubi", con “ubicación" relativa a un término extrínseco, niego; estaría "alicubi", con "ubicación" absoluta, concedo; contradistingo la menor. Distingo de la misma manera la prueba aducida: el estar "alicubi" relativamente, significa que se está en alguna parte, concedo; el estar "alicubi", de modo absoluto, niego.

 

Estar "alicubi", significa absolutamente una disposición absoluta y modal del cuerpo, en virtud de la cual, en caso de existir otro cuerpo, adopta inmediatamente respecto de el la relación de distancia o no‑distancia, lo que es señal de que aquél está "alicubi"; de lo contrario, no podría distar ni no‑distar.

 

136.- Objeciones.

 

1. A. Se nos presenta como objeción la teoría del P. Hoenen acerca del "ubi" y la distancia en su Cosmología, p. 71‑78; y en "Filosofía del la natura inorgánica" (Srescia, 1949) p. 94‑116.

 

El P. Hoenen dice que el estar "alicubi" es tan sólo una denominación extrínseca, que se toma del contacto entre dos cuerpos; la distancia es el contacto mediato entre dos cuerpos con un tercer cuerpo intermedio, y la no‑distancia es el contacto inmediato. De aquí se sigue que, si un cuerpo no toca a otro, está "nullibi" ("en ninguna parte"), ni puede moverse localmente; y si dos cuerpos, no se tocasen mediata o inmediatamente, no serían ni distantes ni no‑distantes, sino que estarían desprovistos de cualquier clase de relación local. Por último, afirma que un cuerpo en movimiento, solo se inmuta en cuanto a las denominaciones extrínsecas, no en cuanto a algo que sea intrínseco; pues sólo se mueve por contactos sucesivos; es así que, los contactos son algo meramente extrínseco; luego, al moverse, sólo se inmuta en cuanto a las denominaciones extrínsecas, y no según algo intrínseco.

 

Y prueba su teoría de tres maneras. Primero, por la autoridad de Santo Tomás; segundo, a partir de la evidencia inmediata; tercero, por el hecho de que la teoría de Suárez acerca del modo intrínseco, es del todo ininteligible, es decir: encierra un sinnúmero de contradicciones. Por tanto, recorreremos brevemente cada una de las partes de esta prueba, con el fin de percibir su verdadero valor.

 

137.‑ 1. Es cierto que abundan los testimonios de Santo Tomás, en los que se afirma que el están "alicubi" es una mera denominación extrínseca; y que si un cuerpo no toca a otro, está "nullibi". Pero en tales lugares, Santo Tomás trata del lugar extrínseco; y es bien manifiesto que lo que no está rodeado o tocado por el lugar extrínseco, no esta en ningún lugar extrínseco, o en otras palabras: está "nullibi", pero del lugar extrínseco.

 

2. En segundo lugar, prueba su tesis por la evidencia in mediata intelectual (Cosmología, p. 71‑82). Pues es inmediatamente evidente que, si existen dos cuerpos extensas, se pueden topar de modo inmediato. Y una tal evidencia no surge sólo a partir de la experiencia, sino del concepto mismo, y es de la misma naturaleza que la evidencia de que goza la siguiente proposición: siete y cinco son doce. Asimismo es evidente que, si dos cuerpos –A y B (fig. 1)‑ se tocan de modo inmediato, son no‑distantes, y uno esta en el otro, como en su lugar; igualmente es evidente que, si dos cuerpos ‑A y C‑ se tocan de modo mediato ‑es decir, mediante un tercer cuerpo, B, al que tocan por los extremos‑, distan entre sí. Y, por último, afirma que, si se destruye el cuerpo B intermedio entre los dos cuerpos distantes ‑A y C‑, dichos dos cuerpos ya no guardan relación alguna de distancia o no‑distancia, y se hallan libres de toda relación local. De aquí que el estar "alicubi", consiste sólo en el contacto inmediato, y el "distar" consiste en el contacto mediato con algún tercer cuerpo. Y si no existe contacto inmediato o mediato de un cuerpo con otro, el primero no está "alicubi", sino que está "nullibi". Por ello, consta también que el cuerpo en cuestión no puede moverse, porque lo que esta "nullibi", no se mueve.

  

A

B

C

 

fig. 1:

 

Consta también de lo dicho que el movimiento local consiste en los sucesivos contactos con los distintos cuerpos; de donde un cuerpo se mueve porque va tocando sucesivamente a los otros, si bien no puede afirmarse que toque a estos otros, precisamente porque se mueva. De aquí se sigue también que el movimientos es una mutación extrínseca ‑o por denominación extrínseca‑, porque se mueve por sucesivos contactos, y el contacto es una mera denominación extrínseca.

 

138.‑ Pero, ¿es acaso tan evidente toda esta demostración?

 

Estimamos que no.

 

a) Porque, ante todo, no se determina. que es el contacto; En efecto, o el contacto consiste en que un cuerpo cause eficientemente algo en otro, o en que un cuerpo esté donde primeramente no está otro, sin ninguna eficiencia en él. Si consiste en que el cuerpo A efectúe algo en B, es evidente que puede impedirse dicha acción, si se niega el concurso divino; y entonces, los cuerpos permanecerían absolutamente igual que antes, si exceptuamos la eficiencia, y sin embargo no serían no‑distantes, porque faltaría el contacto activo; después, otra vez el cuerpo A puede efectuar algo en el cuerpo B, y sin ninguna otra mutación, ya sería no‑distante de B: lo que se ve que es imposible. Y si el contacto consiste en que el cuerpo A esté donde primeramente no está el cuerpo B, entonces el contacto consiste en la "ubicación" por la que el cuerpo A está donde primeramente no está el cuerpo B. Por tanto, no consiste en una denominación extrínseca, sino en la propia "ubicación" interna, que tiene junto al cuerpo B. Y de aquí se sigue que no es algo tan evidente el que la "ubicación" sea una mera denominación extrínseca, o que el movimiento local consista sólo en denominaciones extrínsecas, o que repugne el movimiento absoluto.

 

139.‑ 3. ‑ Una vez probada su tesis de modo tan fácil, Hoenen añade que la teoría del modo intrínseco es absurda. Los absurdos en que él se fija son muchos, y así, vamos a considerar sólo unos pocos, para que veamos el valor de su argumentación.

 

a) Objeta en primer lugar que el modo de Suárez, según el mismo Suárez, incluye una relación transcendental al espacio absoluto; es así que, el espacio absoluto es nada; luego, la relación en cuestión será también nada, y lo mismo hay que decir del modo ‑(Cosm., p. 81); Prueba la Mayor con las palabras de Suárez (d.51, s.1, n.13).

 

Solución. Las palabras de Suárez en el lugar citado son las siguientes: el movimiento en cuestión es "algo absoluto, aunque no podamos explicarlo suficientemente más que a modo de fundamento de algunas relaciones de distancia o cercanía, y por ello se considere relativo "secundum dici" ("según el decir, y no según el ser"), y es probable que incluya la relación transcendental a un tal espacio: pues la correlación transcendental no siempre reclama un término positivo real" (DM d.51, s.1, n.13), como la intelección del espacio absoluto dice relación transcendental a dicho espacio absoluto, que, sin embargo, no es algo real.

 

Pero las referidas palabras no expresan la opinión del P. Suárez, sino la opinión cuarta, de la que expresa su juicio en los siguientes términos: "Y esta opinión me parece que se aproxima bastante a la verdad; sin embargo, para comprender la cosa en su totalidad, es menester explicarla un poco" (ibid.). No dice, pues, qué sea verdadera, sino que se aproxima bastante a la verdad; ni tampoco dice que la aprueba, sino que va a examinarla un poco para que aparezca lo que habrá que aprobar o rechazar en ella.

 

Y en el examen prometido, Suárez afirma expresamente que el modo de "ubicación" no incluye relación alguna al espacio absoluto. He aquí sus palabras: "El modo en cuestión no consiste en ninguna relación real al mismo espacio, o en unión o contacto, por razón de lo cual se diga que el espacio recibe o contiene el cuerpo allí existente, pues todas estas cosas exigen una realidad en el otro extremo. Sino que dicho modo consiste sólo en la presencia real cuantitativa del mismo cuerpo, por razón de la cual sucede que donde está presente tal cuerpo, allí haya espacio real, ya que no habría nada sin él" (DM d.51, s.1, n.23).

 

Y no sólo en un lugar, sino que varias veces el P. Suárez afirma con toda firmeza que el modo de "ubicación" no incluye relación al espacio. Cuando habla del "ubi" de los ángeles, dice: "Cuan do decimos de un ángel que está "alicubi" sin cuerpos, ello no indica relación al cuerpo, sino un tal modo de existir en el mismo ángel, por razón del cual, y sin ninguna mutación de sí mismo, puede estar presente todo él a todo el cuerpo y a cualquier parte del mismo, si allí estuviera, de suerte que el modo en cuestión está "actu" en el ángel, mientras que la correlación que se significa por el "estar en el todo", no es actual, sino aptitudinal" (DM d.51, s.4, n.36). Así pues, en un ángel que esté "ubicado" fuera de todos los cuerpos, no existe ninguna relación actual ni a los cuerpos ni al espacio absoluto.

 

Igualmente, hablando de la Inmensidad divina, por la que Suárez juzga que Dios está también fuera del mundo, afirma: "Por tanto, cuando se dice que Dios está fuera del mundo, o en los espacios imaginarios, si se entiende que está allí con una especie de correlación a algo que toca de alguna manera, es falso e imposible. Pero si se entiende en el sentido de que Dios está fuera del mundo sólo por su presencia real sin correlación actual (por así decirlo) a alguna cosa fuera de sí mismo, no puede negarse que Dios esté así fuera del mundo" (DM d.30, s.7, n.36).

 

Por todo lo cual, es manifiesto que el P. Hoenen imputa al P. Suárez lo que Suárez no dice, sino que dice justamente lo contrario.

 

Desde luego, que Suárez afirma (51, 1, 13) que nosotros no podemos entender dicho modo de "ubicación", sin imaginar una especie de relación al espacio, de la misma manera. que tampoco podemos concebir debidamente a Dios como Señor, Creador u Omnipotente, sin relación de razón a las cosas; y, sin embargo, estás relaciones de razón no constituyen a Dios como Creador o Señor. Y así, tampoco constituyen el modo de "ubicación".

 

Nosotros hemos probado nuestra tesis mediante algunas hipótesis que evidentemente son posibles, o al menos, se establecen con gran fundamento, tal como hemos vasto en la prueba; dichas hipótesis son: 1) que los cuerpos que ahora distan, seguirían distando aunque todos los demás se destruyesen, y los cuerpos en cuestión no se inmutasen localmente; 2) que un cuerpo en el vacío podría moverse, aunque fuese único.

 

140. b) El P. Hoenen objeta contra estas hipótesis en favor del "ubi" intrínseco, que son obra de la imaginación, porque es propio de la imaginación conservar, en torno a dichos cuerpos, el espacio absoluto como si fuese un cuerpo real; y así, el mismo Suárez, aun sin querer, explica la distancia, la no‑distancia y la "ubicación", por el contacto y por la denominación extrínseca, al menos por parte de un espacio fingido.

 

Solución. El P. Hoenen intenta captar el modo suareziano por la imaginación, y así no lo explica sino es por el contacto con el espacio, como si dicho espacio fuese una cosa corporal real, y atribuye una imaginación tan absurda al P. Suárez (Cosmol., p.78, 79, 82, 84, 86). Pero el P. Suárez no concibe así dicho modo. El modo en cuestión sólo es concebido por el entendimiento, y es algo absoluto, que no incluye esencialmente ningún contacto con el cuerpo, con el espacio o con cosa alguna, como expresamente afirma Suárez: "Dicho modo no consiste en una relación real al mismo espació, o en la unión o contacto, por razón de lo cual puede decirse que el espacio recibe o contiene al cuerpo allí existente, pues todas estas cosas exigen la realidad en el duro extremo. Sino que el modo en cuestión consiste sólo en la presencia real cuantitativa del mismo cuerpo, por razón de la cual ocurre que donde está presente tal cuerpo, allí haya espacio real, ya que sin él, no habría nada" (DM d.51 s.1 n.23).

 

Y aduce otras muchas objeciones parecidas contra la opinión que defendemos; objeciones que no son nada consistentes. En el artículo siguiente ofreceremos una explicación más amplia acerca del modo de "ubicación".

 

141.‑ B. Objeciones comunes contra la teoría de la "ubicación”.

 

2. Dios podría destruir este modo de "ubicación", y sin embargo el cuerpo estaría "alicubi"; luego, el "úbi” no es un modo.

 

Respuesta 1. Niego que Dios pueda destruir toda "ubicación", como tampoco puede destruir toda figura de extensión, mientras existe la cosa extensa.

 

Respuesta 2. Si Dios pudiera destruir este modo, permaneciendo la cosa en su existencia, niego entonces que la cosa estuviera "alicubi".

 

3. El "ubi" podría ser un modo, y sin embargo depender del lugar circundante, como enseña Juan de Santo Tomás; luego, no se prueba que dicho modo sea del todo absoluto respecto de la cosa circundante.

 

Niego el antecedente, por los argumentos que ya hemos dado. Por lo demás, el modo de Juan de Santo Tomás lo hemos refutado más arriba (n. 132):

 

4. Estar "alicubi" es estar en alguna parte real; es así que, esto es el lugar; fuego, estar "alicubi" es estar en algún lugar extrínseco, y fuera del lugar, no sé da "ubi" intrínseco.

 

Distingo la Mayor: formalmente, niego; consecuentemente, si existen cuerpos fuera de la cosa ubicada, concedo. Concedo la menor. Contradistingo el consecuente: si estar "alicubi" fuese formalmente estar "locado" en alguna parte real de la extensión o del espacio real, concedo; estar "locado” en alguna parte sólo consecuentemente, niego.

 

Estar "alicubi" no es estar en alguna parte de la extensión mundana, sino que el cuerpo posee una tal disposición interna, que si se crea otro cuerpo, el primero, sin ninguna mutación de si mismo, tendría la relación de distancia o no‑distancia, de acercamiento o retirada al otro: lo que seria imposible, si no es porque, cuando él cuerpo era único, poseía ya "ubi" intrínseco, ya en estado de quietud, ya fluyente.

 

5. Estar "alicubi" es estar rodeado por alguna superficie del cuerpo ambiente; es así que, esto es el lugar extrínseco; luego, fuera del lugar extrínseco, no existe ningún "ubi" intrínseco.

 

Niego la Mayor. Ya hemos dicho que el "ubi" intrínseco es una tal naturaleza o disposición intrínseca del cuerpo que, si se crea otro cuerpo resulta en el primero la relación de distancia o no‑distancia; el "ubi" es el fundamento de la relación, pero no la misma relación de distancia o no distancia.

 

Artículo III

 

ALGUNAS CUESTIONES ACERCA DEL "UBI" INTRINSECO

 

142.‑ 1. INTERPRETACIÓN CORRECTA DEL "UBI" INTRÍNSECO.

 

El "ubi" intrínseco no es una, relación al espacio absoluto, porque dicha relación sería un "ente de razón", no algo real, como debe ser el "ubi". Tampoco es una relación al espacio real, porque esta relación constituye el lugar extrínseco. Ni por el "ubi" intrínseco, la cosa está en alguna parte o en algún lugar, porque esto equivale a confundir el "ubi" intrínseco con el lugar extrínseco. Deberíamos decir, con mayor precisión, que la cosa está "con su "ubi"; ahora bien, el "ubi" es "una tal disposición e índole interna de la cosa que, en caso de existir otro cuerpo, la cosa en cuestión se hace distante o no‑distante de él, sin ninguna otra mutación de sí misma"; y, si se trata del "ubi" fluyente, o en movimiento, es "una tal disposición que, en caso de crearse otro cuerpo en estado de quietud, surja en el cuerpo "ubicado" la relación de cercanía o apartamiento respecto de él".

 

143.‑ 2. EL "UBI" EN ESTADO DE QUIETUD, Y EL "UBI" FLUYENTE.

 

Ocurre qué en el mundo todas las cosas se hallan en movimiento, y por ello, en realidad, no se da el "ubi" en estado de quietud, sino fluyente; con todo, no por ello nuestra tesis ha de considerar se como falsa. En efecto, ante todo, es cierto que los cuerpos pueden hallarse en estado de quietud, y entonces, según las pruebas que ya hemos dado, habría que afirmar necesariamente un "ubi" intrínseco absoluto y modal en estado de quietud. Y, en segundo lugar, a aún en la suposición del movimiento universal que afecta a todas las cosas, todavía se dan el movimiento local, las distancias y las variaciones de las distancias; y por ello es preciso afirmar que el fundamento a partir del cual puede existir dicha variación de distancias, es el "ubi" intrínseco, absoluto y modal, al menos fluyente ‑o en movimiento‑, y basta esto para justificar nuestra tesis.

 

144.‑ 3. EL MOVIMIENTO ABSOLUTO. Preguntamos ahora si se da el movimiento absoluto, o si, por el contrario, todo movimiento ha de considerarse relativo y por denominación extrínseca respecto de los cuerpos a las que el móvil se acerca o de los que se aparta (n. 237‑238, y n. 135, 3°).

 

El P. Hoenen y los tomistas en general dicen que todo movimiento es relativo, y que no es algo interno al móvil, sino puramente extrínseco, a saber, una denominación tomada de los cuerpos de los que el móvil se aparta o a los que se acerca. Pero esta opinión no puede admitirse. En efecto, si no existe ninguna mutación intrínseca, no pueden existir tampoco nuevas relaciones o denominaciones; es así que, existen nuevas denominaciones y relaciones de aproximación y apartamiento, luego, existen nuevas mutaciones intrínsecas en algo; ahora bien, dichas mutaciones se realizan en el móvil, porque en él tiene lugar el influjo del movente, y no en los cuerpos a los que se acerca o de los que se aparta; pero las mutaciones en cuestión constituyen el movimiento sucesivo; luego, el movimiento sucesivo es una mutación interna del móvil.

 

145.‑ Por consiguiente, la segunda opinión, que es la nuestra, afirma que se da el movimiento absoluto, el cual debe ser una mutación sucesiva interna en el móvil, por la que el cuerpo se acerca a los demás cuerpos o se aparta de ellos; y una tal mutación intrínseca, como es fácil de ver, constituye el fundamento de la relación de distancia o de no distancia, y por ello es anterior a la relación e independiente de ella, de la misma manera que la causa es independiente de su efecto.

 

Y de aquí se sigue que puede darse el movimiento en un espacio vacío, aunque el cuerpo sea único; pues si el movimiento es algo intrínseco, y no consiste en la relación a otro, se sigue que puede darse, aunque no haya ningún otro cuerpo en el mundo al que el primero pueda estar relacionado.

 

Preguntamos ahora qué es o en qué consistiría tal movimiento absoluto, y cómo podría determinarse, ya que, en tal caso, no habría ningún punto de referencia.

 

A lo primero, digo: dicho movimiento absoluto es una tal disposición en el cuerpo que, en caso de que se cree otro cuerpo en estado de quietud, deba. surgir en el móvil, sin que se añada ninguna otra cosa, la relación de proximidad o de apartamiento; lo que es señal de que está en movimiento, porque si no lo estaba, no podría aproximarse a ningún otro, ni apartarse de él.

 

A lo segundo, digo que el movimiento en cuestión puede determinarse de muchas maneras. Primeramente, puede ser Dios quien lo determine: porque Dios ve que, si Él mismo crea cualquier otro cuerpo en estado de quietud, el primero tendría respecto del segundo una relación de cercanía o de apartamiento, lo que equivale a ver la dirección del movimiento y la velocidad. En segundo lugar, en el cuerpo que se mueve podrían describirse radios, y Dios vería que el movimiento se realizaría en la dirección de un radio determinado. En tercer lugar, pueden, concebirse muchas coordenadas espaciales, fijas, y entonces Dios percibiría inmediatamente en qué punto de dichas coordenadas estaría el móvil, y hacia qué otro punto se movería. .

 

146.‑ 4. TODAS LAS COSAS POSEEN SU PROPIO "UBI" INTRÍNSECO.

 

Y así, los cuerpos tienen su propio "ubi" intrínseco, como ya hemos probado.

 

Los espíritus creados tienen también su "ubi" intrínseco: y así, el alma humana verdaderamente está "'aquí" o "allá". El ángel custodio también está "aquí" o “allá". Y no pueden tener el "ubi" por denominación extrínseca tomada de la forma que esté aquí o allá; pues entonces la forma denominante estaría aquí o allá, pero los espíritus estarían "nullibi" intrínseca y realmente, sino que recibirían la denominación de estar aquí o allá debido a la forma denominante. Así es como dicen los tomistas que los ángeles están "aquí" formalmente por la acción externa, no intrínseca; pero de ello se seguiría que lo que está "aquí" es la acción o el efecto del ángel, no el ángel mismo.

 

De modo semejante, Dios tiene su propia, “úbicacíón" intrínseca, que es su inmensidad, identificada, realmente con su esencia, infinita y omniperfecta. La razón es porque Dios tiene formalmente todas las perfecciones reales que no impliquen imperfección; es así que el "ubi" intrínseco, según lo ya probado, es una perfección real, y no una ficción, que no implica imperfección alguna, luego, Dios tiene "ubi" intrínseco formalmente.

 

Que el "ubi" no implique ninguna imperfección, consta, como consta también de la sabiduría; pues si en las criaturas el "ubi" supone la imperfección de la finitud, del accidente y de la mutabilidad, esto ocurre, no por la razón absoluta de "ubicación", sino sólo por la razón del sujeto finito, mutable y potencial, según decimos a propósito del atributo divino de la sabiduría.

 

Y adviértase que la "ubicación" divina (o inmensidad) es "actu" infinita, porque toda perfección intrínseca de Dios es "actu" infinita. Igualmente, la "ubicación" divina no conviene con el "ubi" creado en sentido unívoco, sirio sólo análogo, porque es "a se", infinita, substancial y origen de todo "ubi" creado.

 

147.‑ 5. NO PARECE QUE LA CRIATURA PUEDA VERSE PRIVADA DE TODO "UBI", DÉ MANERA QUE ESTÉ "NULLIBI".

 

La razón es porque toda criatura es un móvil, incluso en sentido local; ahora bien, no podría serlo si no estuviese "alicubi"; luego, toda criatura necesariamente tiene algún "ubi", ya sea este ya sea aquel. Y en ello la "ubicación" es semejante a las figuras; pues lo extenso puede verse privado de una figura en concreto, pero no puede carecer absolutamente de figura.

 

Cabe objetar: los ángeles estén "nullibi" cuando no actúan, del mismo modo que los universales están "nullibi" y, sin embargo, son reales. Pero aquí aparece la confusión del orden ideal con el real. Pues si los universales están "nullibi", no es por negación de la "ubicación" (están donde están los singulares, que son su fundamento), sino meramente por precisión, ya que prescinden de la existencia; pero el ángel existente, real e individual, no puede prescindir de la existencia, y por ello tampoco de la "ubicación".

 

148.‑ 6. ¿CONSTITUYE EL "UBI" CREADO UN PREDICAMENTO ESPECIAL?

 

La respuesta es afirmativa, pues el "ubi" creado es un ente real; es así que, no es ninguno de los otros predicamentos o géneros de los seres; luego, constituye un predicamento especial. La menor se declara recorriendo cada uno de los predicamentos. El "ubi" no es "cantidad", ya que se halla también en el espíritu; no es "cualidad", porque constituye la cosa meramente "alicubi", pero no proporciona ninguna perfección intrínseca por la cual la cosa sea o valga más; no es "relación", sino fundamento de la relación; no es "acción" ni "pasión", sino que es algo estático; no es "cuando", ni tampoco "hábito". Luego, ha de ser un predicamento o género especial del ser.

 

149.‑ 7. EL "UBI" INTRÍNSECO, ES INMÓVIL, PERO CORRUPTIBLE.

 

Es inmóvil, porque si el ente debe moverse a otra parte, la "ubicación" anterior se abandona, pero no se traslada. Sin embargo, es corruptible, porque cuando se abandona, la "ubicación" en cuestión no queda como separada del móvil, sino que perece en el mismo momento en que es abandonada por el móvil.

 

150.‑ 8. DIVISIONES DE LA "UBICACIÓN".

 

El ser "alicubi" puede decirse de muchos modos, según las distintas divisiones a que lo podemos someter.

 

Primera división: El "ubi", o presencia, se divide en absoluto y relativo.

 

Presencia relativa se dice, cuando la cosa "locada" es no‑distante de otro cuerpo. A su vez, esta presencia relativa puede ser local propia, local impropia e ilocal.

 

Presencia local propia es cuando la cosa corpórea está rodeada por la última superficie del cuerpo ambiente: esto es propiamente "estar en un lugar". La presencia es local impropia y metafórica, cuando la cosa "locada" es espiritual y de hecho produce algo en el cuerpo no‑distante. La presencia es ilocal, cuando la cosa "locada" es espiritual y no‑distante del cuerpo, sin ninguna operación sobre el misma; como si el ángel de la guarda nos asiste presente, y sin embargo no lleva a cabo ningún efecto "ad extra", en un momento determinado.

 

La presencia absoluta consiste en la "ubicación" intrínseca, tal que sea anterior a la relación de distancia y no‑distancia, y por ello, independiente de dichas relaciones. Semejante "ubicación" absoluta se da en las cosas existentes dentro del mundo, cuando distan o están próximas; pues el fundamento de dicha relación de distancia o no‑distancia es la citada "ubicación" intrínseca. También se da en el mundo en cuanto a su superficie extrema, porque posee tal modo de ser que, si se pusiera otro cuerpo fuera del mundo ‑lo que es perfectamente posible‑, por el mismo hecho ‑distaría de él; y esto es señal de que el monda estaba "alicubi", porque si no lo estuviera, no distaría de dicho mundo, el cual se crearía de nuevo.

 

.           En forma de esquema: la presencia puede ser:

 

 

relativa

local propia

local impropia

ilocal

 

absoluta

dentro del mundo

en el mundo, en cuanto a su superficie suprema

en las cosas situadas lejos del mundo

 

151.‑ Segunda división. Algunos autores dan también la siguiente división de la "ubicación" o presencia:

 

La presencia puede ser definitiva y no‑definitiva. Definitiva es aquella por la cual la cosa está "aquí" de tal manera que no pueda estar "en otra parte". No‑definitiva es aquella por la que la cosa está "aquí", pero de tal manera que, por el mismo titulo, pueda estar “en otra parte".

 

La presencia definitiva se divide en circunscriptiva y no‑circunscriptiva. Circunscriptiva es cuando la cosa está toda ella en el todo y cada parte en una parte del espacio; es propia de los cuerpos. La no‑circunscriptiva es cuando la cosa está toda en el todo y toda asimismo en cada una de las par­tes, y ello de modo natural; es la presencia propia del espirito creado.

 

No‑definitiva es la presencia por la que la cosa está "aquí", de tal manera que pueda estar, por el mismo titulo, también "en otra parte". Se divide, a su vez, en repletiva y sacramental. La repletiva es lo mismo que la inmensidad, o el "ubi" increado; y la sacramental es la presencia propia del cuerpo de Cristo, que es "alicubi" en virtud de la transubstanciación; pues está en "ésta" Hostia por la consagración, de tal manera que, también por la consagra­ción, pueda estar "en otra parte".

 

En forma de esquema: la presencia puede ser:

 

 

Definitiva

circunscriptiva (de los cuerpos)

no‑circunscriptiva (del espíritu creado)

 

No‑definitiva

repletiva (propia de Dios)

sacramental (propia del cuerpo: de Cristo en la Eucaristía)

 

152.‑ Puede hacerse una tercera división, en que la presencia de Dios conserve claramente su trascendencia. Según ella: La presencia puede ser increada y creada.

 

La presencia creada puede ser circunscriptiva y definitiva. La circunscriptiva es propia del cuerpo, y por ella el cuerpo está todo él en todo (el espacio); y cada parte en una parte del espacio. Definitiva es aquella por la que el ser está todo él en todo (el espacio) y todo también en cada una de las partes del espacio.

 

La presencia definitiva puede ser natural y sobrenatural. Natural es la propia del espíritu. Sobrenatural es la propia del cuerpo de Cristo en la Eucaristía, por la que está todo Él en el todo y todo igualmente en cada una de sus partes.

 

153.‑ 9. EL "SITIO". El "sitio" puede entenderse en varios sentido. Primariamente significa una determinada parte de tierra, o "suelo", y así el "sitio" de un edificio es la parte del suelo en que el edificio se halla construido; entendido de esta forma, el "sitio" no es sino una parte del lugar extrínseco. En segundo lugar, significa también una relación de orden entre los cuerpos, como estar encima, debajo, delante o detrás, y así no es más que una relación. En tercer lugar, significa la disposición de las partes del cuerpo en orden al todo, como cuando una persona está echada, sentada o de pie. Preguntamos si en este último sentido, el "sitio" constituye un predicamento especial.

 

Las opiniones se dividen al respecto. En efecto, la primera opinión sostiene que el "sitio" es una mera denominación extrínseca tomada del lugar circundante; lo cual, sin embargo, no puede admitirse, pues aunque el cuerpo fuese único en el mundo, y, por tanto, no estuviese rodeado de ningún otro, con todo podría tener distintas ordenaciones o disposiciones de las partes al todo, y por ello tendría distintos "sitios".

 

La segunda opinión afirma que el "sitio" no es más que la relación de una parte del cuerpo a otra. Pero hay que rechazarla, porque dicha relación surge de algún fundamento, y el fundamento en cuestión no puede ser otro más que el "sitio".

 

Por último, la tercera opinión es la de Suárez, y dice que el "sitio" no se distingue con distinción real del "ubi" intrínseco, sino sólo con distinción de razón, y en este sentido constituye un predicamento especial. Esta opinión nos parece mas probable, y lo probamos de la siguiente manera:

 

154.‑ a) El "sitio" no se distingue, con distinción real, del "ubi" intrínseco; pues en la ordenación de las partes al todo no hay otra cosa más que la "ubicación" de las partes y del todo.

 

b) Sin embargo, hay que decir que se distingue del "ubi", con distinción de razón: pues aunque la cosa se mude en cuanto a la "ubicación", concebimos que permanece el mismo "sitio"; luego, al menos se distingue del "ubi" con distinción de razón. Y el antecedente es manifiesto: porque en:.el "sitio" sólo prestamos atención a la disposición de las partes en orden a si mismas y al todo, lo que se conserva igualmente aunque la cosa se mude en cuanto a su "ubicación". Y c) de aquí se sigue que el "sitio" constituye un predicamento nuevo y especial. Pues, ante todo, en cuanto que se distingue del "ubi" con distinción de razón, hay que afirmar que es un accidente; y en segundo lugar, no puede reducirse a ningún género de accidente de los ya conocidos. En efecto, no es "cantidad", puesto que ésta da sólo la extensión, y prescinde de tal o cual "sitio de las partes. Tampoco es la "relación" de las partes: pues aunque en el "sitio" exista relación de partes, sin embargo ésta resulta precisamente del "sitio"; es decir, de las distintas "ubicaciones" de las partes. Es igualmente manifiesto que no es "acción" ni "pasión" ni tampoco "hábito'". Y sin embargo no es el mismo "ubi", porque ya hemos visto que se distingue de él con distinción de razón.

 

Cabe objetar‑ si el "sitio" se identifica realmente, con el "ubi", no es un predicamento distinto del mismo.

 

Respuesta: niego el aserto. Para que una razón objetiva constituya un nuevo predicamento, basta que la cosa en cuestión se distinga, con distinción de razón, de otra (en este caso, del "ubi" ) y no pueda reducirse a ninguno de los predicamentos ya conocidos.

 

INSTANCIA: la ubicación se muda con el movimiento; es así que, el "sitio", sin embargo, no se muda con el movimiento; luego, el "ubi" y el "sitio" se distinguen con distinción real. La menor: pues si una persona está sentada en un vehículo, seguirá estándolo aunque el vehículo se halle en movimiento.

 

Concedo la Mayor. Distingo la menor: el "sitio" no se muda, sino que permanece el mismo, en sentido especifico, concedo; permanece el mismo, también en sentido numérico, niego. De la misma manera que en el movimiento se muda el "ubi" de todo el cuerpo, así se muda también el "sitio", en sentido numérico; sin embargo, en sentido especifico, la posición relativa de las partes entre si, es la misma.

 

155.‑ LA "FIGURA".

 

Cabe preguntar: ¿Es la "figura" un modo distinto de la cantidad, perteneciente al género de la cualidad?.

 

La "figura" puede utilizarse en distintos sentidos. Tenemos la "figura" del silogismo, y la "figura" retórica. Pero propiamente es un modo que resulta en el cuerpo cómo consecuencia de la terminación de su grandeza, o de sus dimensiones (Sz., DM 42, 3, ‑15). Y preguntamos cuál es la entidad real de la "figura".

 

Opiniones. La primera dice que la "figura" es lo mismo que el "sitio". Pero esta opinión no puede admitirse. Pues el "si­tio" es la disposición de las partes, incluso internas, y la "figura" es un modo que hace hincapié especial en la superficie, y que resulta de la terminación de las partes que tienen "sitio".

 

La segunda opinión afirma que la "figura” es el límite negativo de la cantidad, o sea, la negación de una ulterior cantidad. Pero esta opinión es falsa; pues un limite negativo es sólo una negación, mientras que la "figura" es algo positivo.

 

La tercera opinión sostiene que la figura es el límite positivo de la cantidad extensa, lo que explican porque es lo último de la misma cantidad terminada. Pero esta opinión es asimismo falsa. Pues la cantidad, al ser divisible "in infinitum", no puede tener algo de si que sea realmente último.

 

La cuarta opinión dice que la "figura" es un limite positivo, lo que explican porque es lo indivisible que termina, y ello, por la Omnipotencia de Dios, podría conservarse separado del continuo o al menos, es una, entidad modal por la que se termina la cantidad "de esta manera" o "de esta otra"; entidad que pertenece al­ género de la cualidad.

 

Tal es la opinión de Suárez (DM 42,3,15; De Incarn., 31, 9,4), y también de muchos escolásticos. Y prueban la opinión en la siguiente forma:

 

I P. La "figura" es una entidad distinta de la cantidad, con distinción real. En efecto, la separabilidad es señal de la distinción real; es así que, la "figura" se separa realmente de esta cantidad, porque puede estar con esta "figura" o con otra; luego, la "figura" se distingue de la cantidad, con distinción real.

 

II P. La "figura" es un modo físico de la cantidad terminada. Pues la "figura", que se distingue realmente de la cantidad, posee una entidad tan tenue que repugna metafísicamente el que pueda conservarse separada de la cantidad; pues no tiene otra función mas que terminar la cantidad, "de esta manera" o "de la otra".

 

III P. La "figura" pertenece al género de la cualidad: a) pues en el modo de afectar y perfeccionar al sujeto, conviene con las demás cualidades; y así algo resulta hermoso por su "figura". b) La "figura" puede denominarse forma exterior, y de esta forma exterior se ha trasladado el nombre para significar lo más perfecto, que es una forma substancial o accidental, como los colores o las potencias activas; en consecuencia, todos la tienen por algo positivo y cualitativo. c) La forma exterior, que es la "figura"; es una propiedad de los cuerpos vivientes y también de los inorgánicos; y así, el perro, el lobo, el ave, etc., se distinguen por sus formas exteriores; y muchos cuerpos inorgánicos tienen su propia forma y "figura" en la formación de los cristales. Ahora bien, lo que constituye el carácter distintivo y en cierto sentido especificativo de los cuerpos, pertenece al género de la cualidad; luego, la "figura" pertenece al género de la cualidad.

 

Esta opinión no nos parece que sea absurda. No obstante, como quiera que la "figura" descrita de este modo, no es más que lo indivisible terminante, y nosotros hemos refutado los indivisibles terminantes, por razones de coherencia, debemos afirmar la opinión siguiente, que es la quinta.

 

La quinta opinión enseña que la "figura" es un indivisible terminante, que es un ente de razón con fundamento en la realidad. Efectivamente, nosotros concebimos lo último de la cantidad, prescindiendo de la profundidad; y lo hacemos con fundamento en la realidad, porque "a parte rei" se da en verdad una cantidad que no avanza más. Y, por último, hecha esta precisión respecto de la profundidad, concebimos tal precisión como real, y entonces la convertimos en ente de razón; pues semejante indivisible ni existe en la realidad, ni puede existir, sino sólo en la mente (v. n. 64).

 

Artículo IV

 

LA COMPENETRACIÓN

 

TESIS 8.‑ Si bien los cuerpos son naturalmente incompenetrables, sin embargo no se demuestra que repugne metafísicamente el que dos cuerpos se compenetren, incluso en sentido circunscriptivo.

 

157.‑ Nexo, Al hablar en el presente capítulo de las diversas clases de presencia de dos cuerpos, es preciso examinar también el modo de presencia que consiste en la ocupación simultánea de un mismo lugar por parte de diferentes cuerpos, y que se conoce con el nombre de "compenetración".

 

La ocasión que se ofrece para tratar esta cuestión, nos la da el misterio eucarístico, en el que Cristo se compenetra con la cantidad del pan; y también otros hechos milagrosos: el alumbramiento físico de Cristo por parte de la Santísima Virgen María, sin ruptura de su claustro virginal; la entrada de Cristo resucitado en el cenáculo, hallándose las puertas cerradas; e igualmente, su salida del sepulcro antes de que fuese quitada la piedra. Tanto si estos hechos se explican por la "compenetración", como si son explicables de otra manera, tal fue la ocasión de que esta cuestión se tratase en Filosofía.

 

158.‑ Nociones.‑ La IMPENETRABILIDAD es la propiedad del cuerpo por la que éste impide que otro cuerpo ocupe su mismo lugar intrínseco. En cuanto al lugar intrínseco, o se dice del "ubi", o del espacio que se interpone entre las superficies propias de un cuerpo determinado; y se diferencia del lugar extrínseco, porque el lugar es la superficie última del cuerpo ambiente, no la propia del cuerpo,"tocado". Tal impenetrabilidad está vigente tanto entre los diversos cuerpos, como entre las partes internas del continuo.

 

La RAÍZ REMOTA de la impenetrabilidad es la cantidad y la extensión actual: por tanto, donde no hay cantidad, como en los espíritus, o donde no hay extensión actual, como en el cuerpo de Cristo en la Eucaristía, no hay tampoco natural impenetrabilidad, sino penetrabilidad igualmente natural.

 

Pero la RAÍZ PRÓXIMA es un efecto formal de la cantidad, secundario o más bien terciario; en efecto, el efecto formal primario es la exigencia de la extensión actual, el secundario es la misma extensión actual, y el terciario, la impenetrabilidad natural.

 

159.‑ A la impenetrabilidad se opone la "compenetración". Y entendemos por COMPENETRACIÓN la ocupación simultánea del mismo lugar intrínseco por parte de diversos cuerpos.

 

La compenetración puede ser "circunscriptiva", "definitiva" y "mixta". Compenetración "circunscriptiva" es la ocupación simultánea de un mismo lugar por diversos cuerpos que poseen ubicación circunscriptiva. Compenetración "definitiva" es la ocupación simultánea de un mismo lugar por diversos cuerpos que tienen ubicación definitiva. Compenetración "mixta" es la ocupación simultánea de un mismo lugar por diversos cuerpos, uno de los cuales tiene ubicación circunscriptiva, y el otro definitiva, como es la compenetración entre el cuerpo de Cristo y la cantidad de pan o de vino.

 

160.- Estado de la cuestión.- No nos planteamos la cuestión acerca de la compenetración definitiva y de la mixta, porque ambas son manifiestamente posibles; efectivamente, al constituir la cantidad y la extensión actual la raíz remota de la impenetrabilidad, donde no hay cantidad, o al menos donde no hay extensión actual en un cuerpo, no repugnará la compenetración. La dificultad reside en la compenetración "circunscriptiva", y acerca de ella se preguntan dos cosas: primero, si repugna de modo natural; y segundo, si se pone de manifiesto su repugnancia metafísica.

 

161.- Opiniones.- La primera opinión niega la posibilidad metafísica de la compenetración", porque, en caso de que dos cuerpos se compenetren, serán uno, y no dos. Así, los herejes, la mayoría de las veces, y además, Locke y Descartes.

 

Niegan también la posibilidad de la "compenetración circunscriptiva" algunos escolásticos sistemáticos rígidos, que sostienen que el principio de la multiplicación de los seres es la materia "signada" ("señalada") por la cantidad y por el "sitio"; y como quiera que en la "compenetración" se tendría un mismo "sitio" para dos, habría en consecuencia un solo cuerpo, y no dos. En cuanto a los hechos milagrosos, acuden a las explicaciones más maravillosas, por no decir extravagantes. Así, Cristo debió de entrar en el cenáculo, hallándose las puertas cerradas, porque, perdida su "ubicación" delante de las puertas cerradas, recuperó otra "ubicación" una vez traspasadas dichas puertas, sin atravesar por medio, o porque pasó a través de los poros de la puerta, etc.

 

La segunda opinión sostiene que la "compenetración circunscriptiva" es posible, o al menos, que no se manifiesta la repugnancia absoluta o metafísica de la misma; así, por lo general, todos los filósofos católicos. En consecuencia, esta será también nuestra tesis. No pretendemos demostrar positivamente la posibilidad o la no-repugnancia de la "compenetración", sino que sólo asentamos, en forma negativa, que no se manifiesta la repugnancia absoluta de la "compenetración", al menos por la Omnipotencia de Dios.

 

162.- Prueba de la tesis.- I P. Los cuerpos son naturalmente incompenetrables.

 

Pues aquello que acompaña a los cuerpos siempre, de modo necesario e invenciblemente, constituye una propiedad de los mismos; es así que, la impenetrabilidad acompaña a los cuerpos siempre, de modo necesario e invenciblemente; luego, constituye una propiedad esencial de los cuerpos.

 

Ambas premisas son evidentes.

 

Cabe objetar: la impenetrabilidad acompaña a los cuerpos de gran tamaño, pero no a los corpúsculos en que últimamente se resuelve un cuerpo; luego, no ha de considerarse como propiedad del cuerpo, en general, sino sólo de los cuerpos de gran tamaño. Prueba del, Antecedente: porque en los fenómenos radiactivos, se emiten corpúsculos que pasan a través de cuerpos muy densos, y así -los neutrones, los electrones y los átomos de helio son capaces de atravesar ­cuerpos muy densos; es así que, no es verosímil que pasen a través de los "vacíos" que quedan entre los corpúsculos de los átomos; luego, penetran los mismos corpúsculos sólidos del átomo.

 

Respuesta. La explicación de tales fenómenos es enormemente oscura. Pero parece que caben dos explicaciones. La primera sería que dos corpúsculos emitidos por las substancias radiactivas, atraviesan por los espacios que quedan entre los corpúsculos de los átomos; espacios o intersticios que, según los científicos son muy considerables. La segunda explicación sería que los corpúsculos emitidos por las substancias radiactivas no se compenetran con los demás corpúsculos, sino que los rompen o los perforan, de la misma manera que una bala, p.e., no se compenetra con el cuerpo humano, sino que lo rompe, y así es como pasa a través de él.

 

163.- II P. No se manifiesta que repugne metafísicamente el que dos cuerpos se compenetren en sentido circunscriptivo.

 

Prueba 1. (Por falta de argumentos). No se manifiesta repugnancia metafísica en dicha "compenetración", si no se evidencia ningún absurdo por el concepto mismo de "compenetración" o por sus consecuencias; es así que no se evidencia ningún absurdo por dicho concepto, o por las consecuencias; luego, por ningún capítulo se manifiesta que haya repugnancia metafísica.

 

La Mayor consta, y la menor se prueba de la siguiente manera :                                          `

 

A. No se manifiesta ninguna repugnancia por el concepto. En efecto, el absurdo consiste en quj se afirme y se niegue algo del mismo sujeto, al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto; ahora bien, afirmar que dos cuerpos están en el mismo lugar, es establecer dos afirmaciones positivas, a saber: es decir que el cuerpo A está "aquí" y que el cuerpo B está también "aquí"; pero no equivale a afirmar que el cuerpo B esté donde está el A, y que el mismo cuerpo B no esté donde está el A.

 

Desde luego, si digo que el cuerpo A está "aquí", naturalmente se exige que el cuerpo B no esté "aquí", porque naturalmente repugna la "compenetración", pero no es decir formalmente que el cuerpo B no esté "aquí".

 

B. Ni se evidencia la repugnancia por las consecuencias. Porque una de las consecuencias que se aducen en contra, es que dichos cuerpos habrían de ser un solo y mismo cuerpo, porque el principio de individuación es la materia "signada" por la cantidad y por el "sitio"; es así que, en el caso de la "compenetración" se da el mismo "sitio"; luego, se trata del mismo individuo, y no de dos. Pero en este raciocinio, la Mayor es falsa pues cada cosa se individúa y es "esta" o "aquella" en virtud de toda su realidad; pero "aquí" se tienen dos realidades, luego, son dos individuos.

 

164.- Prueba 2. (A partir de las raíces de la impenetrabilidad). En efecto, la impenetrabilidad procede o de la "fuerza" por la que un cuerpo rechaza a otro de su propio seno; o de la "índole" de la cantidad extensa, que por sí misma no admite a otro cuerpo dentro de sí; o de la "forma" que surge de la cantidad; forma con la que es incompatible cualquier otro cuerpo; es así que, en todas estas hipótesis la impenetrabilidad resulta vencible por la Omnipotencia de Dios; o al menos, en ello no se manifiesta repugnancia; luego, no se manifiesta que la impenetrabilidad sea metafísicamente imposible.                                `

 

La Mayor: se trata sencillamente de las raíces de la impenetrabilidad, que suelen considerarse.

 

La menor: se prueba por partes. a) Si la impenetrabilidad se debe a la "actividad" de la cantidad, que rechaza a otros cuerpos de su propio seno, Dios podrá no concurrir con dicha actividad, y así puede ocurrir la penetración. b) Si la impenetrabilidad procede de la "índole" de la cantidad extensa, que de modo connatural no admite a otros cuerpos dentro de su propio seno, podrá también ser vencida por Dios, cuyo poder es mayor que toda índole connatural. c) Si, por último, la impenetrabilidad se debe a la "forma" especial que surge de la cantidad extensa, y con la cual es metafísicamente imposible que se dé otro cuerpo en el mismo lugar, Dios podrá privar al cuerpo de dicha forma, y así la penetración resultara posible.

 

165.- Escolio.- 1.- Tres opiniones para explicar en qué consiste la impenetrabilidad. La primera defiende que consiste en una "fuerza activa"; de donde la compenetración sobrenatural consistiría en que, por obra del poder divino, quedaría en suspenso el concurso de Dios con dicha fuerza activa en uno o en dos cuerpos, permaneciendo la extensión, y así se compenetrarían con toda facilidad. Esta es la opinión de Oviedo y, más recientemente, la de Hoenen.

 

La razón es porque la resistencia de los cuerpos, o impenetrabilidad, mantiene en equilibrio a otras fuerzas, p. e. a la fuerza de la gravedad terrestre: y así, si se coloca una piedra sobre una mesa, la impenetrabilidad de la mesa resiste activamente a la gravedad del cuerpo, y lo mantiene para que no caiga al suelo.

 

Crítica: El argumento no concluye rectamente, porque podría responderse que una fuerza determinada puede mantenerse en equilibrio o por fuerzas opuestas -como si yo intento queda piedra no caiga-, o también por la mera incompatibilidad formal de la piedra con la forma de la impenetrabilidad de la mesa.

 

166.- La segunda opinión afirma que la impenetrabilidad consiste, no en una actividad, sino en la "incompatibilidad formal estática y connatural" de la cantidad extensa con otra cantidad extensa en el mismo lugar. Así expresa mente Santo Tomás: "Nada puede impedir que un cuerpo determinado se halle situado, al mismo tiempo, con otro cuerpo en el mismo lugar, si no lo que en él requiere diverso sitio... Ahora bien, esta distinción del sitio no la requiere alguna otra "cualidad" del cuerpo... De modo semejante, tampoco la "materia" puede introducir la necesidad de la distinción señalada... Ni tampoco la "forma" ... No queda sino que la necesidad de la distinción de dos cuerpos en el sitio, sea causada por la "naturaleza de la cantidad" dimensiva, a la que "per se" conviene el sitio; pues ello cae en su definición, ya que la cantidad dimensiva es la cantidad en cuanto que tiene sitio" (In 4, d.44, q.2, a.2, sol.2).

 

Suárez se expresa en términos similares.

 

167.- Ahora bien, en el supuesto de dicha opinión: ¿de qué manera se vence la incompenetrabilidad, permaneciendo la cantidad dimensiva y la incompatibilidad formal natural?. Tan sólo por el poder divino, que es mayor que cualquier resistencia connatural. Así expresamente Santo Tomás: "A lo primero, hay que decir que el cuerpo de Cristo no tuvo por ­parte de la dote de "sutileza" el que pudiera estar al mismo tiempo con otro cuerpo en el mismo lugar, sino que esto ocurrió por el poder de la divinidad ­después de la resurrección, de la misma manera que en el nacimiento" (In 4, d. 44, q.2, a.2, sol.2, ad 1). "A lo tercero, hay que decir que el cuerpo glorioso atravesará las esferas de los cielos sin división de las mismas, no en virtud - de la sutileza, sino del poder divino, que a dichos cuerpos se les comunicará como una ayuda para cuanto hayan menester" (ibid., ad 3).

 

Del mismo modo, Suárez: "Reconocemos que la repugnancia natural en el mismo lugar entre los cuerpos "cuantos", es en razón de las cantidades, y así, permaneciendo las cantidades, permanece la misma repugnancia natural; sin embargo, puede suceder, en virtud del poder divino, que, dichas dos cantidades se penetren en el lugar, porque la repugnancia natural en orden al poder divino, es nula, y no le ofrece resistencia alguna; y así Dios puede simultáneamente conservar un cuerpo en un lugar, y colocar a otro en el mismo lugar" (De mysteriis vitae Christi, d. 48, s. 5, n. 9).

 

168.- La tercera opinión explica también la impenetrabilidad por la resistencia formal, al igual queda anterior; y difiere de ella en que dicha resistencia formal no procede de la sola cantidad dimensiva, sino de un "modo sobreañadido a la cantidad y a la extensión"; de donde, permaneciendo el modo en cuestión, es imposible la compenetración, ni siquiera por la Omnipotencia de Dios. Ahora bien, la compenetración podría darse en el caso de que Dios suprimiese el "modo" citado, y así el cuerpo se tornarla compenetrable. Ahora bien, dicho "modo" es una forma que dimana de la cantidad en calidad de efecto formal secundario, o más bien terciario; pues el segundo efecto formal de la cantidad es la extensión actual.

 

Esta tercera opinión es la que nos parece más apropiada. De aquí -que, según ella, la compenetración sucederá porqué Dios suprime la forma de la impenetrabilidad absoluta, y en consecuencia el cuerpo se tornará compenetrable, incluso connaturálmente. Por consiguiente, habrá que enumerar tres efectos formales de la cantidad: el primario es otorgar al cuerpo la exigencia propia de extensión; el secundario será comunicarle la extensión actual, lo que ocurre por una forma distinta de la cantidad y procedente de ella; el terciario, será precisamente la incompenetrabilidad, que se verifica próximamente por una forma que dimana de la cantidad extensa.

 

169.- Escolio.- 2.- La impenetrabilidad del cuerpo respecto de sus propias partes. Es manifiesto que un cuerpo no es menos impenetrable naturalmente a los restantes cuerpos, que a sus propias partes distintas. Y preguntamos en qué consiste dicha impenetrabilidad. Pues el P. Hoenen sostiene que la impenetrabilidad respecto de los demás cuerpos, consiste en la "actividad" de ofrecerles resistencia, y respecto de las partes internas, formalmente en la "extensión" actual.

 

Pero otros, en cambio, sostienen que ambas impenetrabilidades se explican del mismo modo, a saber, por una forma que es incompatible con otra extensión en el mismo lugar. No consiste en una fuerza o "'actividad": pues de lo contrario, las partes serían realmente distintas y estarían actualmente separadas para que pudiesen ejercer un influjo eficiente la una sobre la otra; sino que consiste en una forma que dimana de la cantidad, como efecto formal terciario de la misma: y así, permaneciendo la forma en cuestión, el cuerpo seguiría siendo impenetrable con cualquier otro y consigo mismo.

 

170.- Objeciones.- 1.- Los cuerpos compenetrados se verían afectados por el mismo accidente de la ubicación; es así que, un mismo accidente no puede afectar a dos sujetos; luego, los cuerpos no pueden compenetrarse.

 

Distingo la Mayor: por el mismo accidente extrínseco, que es el lugar extrínseco, concedo; por el mismo accidente intrínseco, como es la ubicación, niego. Contradistingo la menor.

 

Dos cuerpos, aún en el mismo lugar, tendrían cada uno su propio "ubi" intrínseco distinto del otro, pero se hallarían rodeados por el mismo lugar extrínseco.

 

2.- La razón por la que los cuerpos se rechazan mutuamente del mismo lugar, es la cantidad; luego, permaneciendo la cantidad, es imposible que se compenetren.

 

Distingo la Mayor: la raíz última, concedo; la raíz próxima y formal, niego; contradistingo la menor: si la cantidad es la raíz próxima, "transeat"; si es la raíz remota, niego.

 

La cantidad es la raíz remota de la impenetrabilidad, mientras que la próxima y formal es la referida forma incompatible con otro cuerpo; pero, como quiera que la raíz próxima puede suprimirse, permaneciendo la raíz última, por ello, permaneciendo la cantidad y la extensión, puede darse la compenetra­ción (v. n. 168).

 

3.- Es imposible que las duraciones sucesivas resulten, a la vez, simultáneas; luego, es igualmente imposible que cuerpos continuos permanentes estén en el mismo lugar. La consecuencia: porque tan esencial es al tiempo la sucesión, como al cuerpo la posición de las "partes extra partes".

 

Concedo el antecedente. Niego el consecuente. En cuanto a la prueba aducida, niego la paridad. Pues al tiempo es esencial la sucesión, pero al cuerpo continuo, que tiene a la vez todas sus partes, no es esencial la extraposición actual, sino que sólo exige dicha extraposición (o posición de "partes extra partes").

 

4.- Dos cuerpos compenetrados no podrían distinguirse; luego, no son dos, sino uno sólo.

 

Distingo la Mayor: no podrían distinguirse, ni siquiera por Dios, niego; no podrían distinguirse por nosotros, "transeat". Niego el consecuente.

 

5.- Repugna que un mismo lugar sea llenado dos veces; es así que,  esto sucedería en el caso de la compenetración circunscriptiva; luego, la compenetración circunscriptiva es imposible.

 

Distingo la Mayor: naturalmente, concedo; también sobrenaturalmente, niego. Contradistingo la menor.

 

171.- 6.- No puede concebirse cómo ocurre la compenetración; luego, debemos rechazarla.

 

Niego el antecedente; ya en los n. 164 y 168 hemos explicado los modos según los cuales podría ocurrir la compenetración.

 

7.- No puede darse una forma sin: su propio efecto formal; es así que la impenetrabilidad es efecto formal de la cantidad y de la extensión, luego, permaneciendo la cantidad y la extensión, es imposible la compenetración.

 

Distingo la Mayor: sin su efecto formal primario, concedo; sin su efecto formal secundario, o terciario, subdistingo: naturalmente, concedo; sobrenaturalmente, niego. Contradistingo la menor.

 

8.- Repugna que un mismo lugar sea colmado y no lo sea; es así que esto ocurrirá en el caso de la compenetración circunscriptiva; luego, repugna esta compenetración. La Mayor: porque en ello se da evidentemente contradicción. La menor, porque si en el lugar citado se recibe un cuerpo más, es señal de que dicho lugar no había sido colmado. Concedo la Mayor. Niego la menor. En cuanto a la prueba aducida, distingo el aserto: es señal, en relación con las fuerzas naturales de las criaturas, concedo; en relación con la Omnipotencia divina, niego. En el caso de la compenetración, no serían verdaderas dos proposiciones contradictorias, a saber: que el lugar sería colmado y no lo sería, sino dos proposiciones positivas, a saber, que el lugar sería colmado por el cuerpo A y al mismo tiempo por el cuerpo B.

 

9.- Entre dos puntos no cabe describir más que una recta; es así que, si se compenetrasen dos cuerpos, a partir de un mismo punto se describirían dos rectas; luego, la compenetración es imposible.

 

Concedo la Mayor. Niego la menor. En el caso de la compenetración, cada cuerpo tendría sus puntos designables, y asimismo sus rectas designables, aunque compenetradas. Y entonces, no ya entre dos puntos, sino entre cuatro puntos se describirían dos rectas compenetradas.

 

10.- En la compenetración circunscriptiva, una misma parte del cuerpo sería penetrable e impenetrable; es así que, esto es absurdo; luego, repugna .la compenetración circunscriptiva. La Mayor: pues una misma parte es penetrable por un cuerpo extraño, e impenetrable con las demás partes propias.

 

Respuesta 1. Distinto la Mayor: bajo el mismo aspecto, niego; bajo aspectos distintos, concedo. Contradistingo la menor. Distingo del mismo modo la prueba aducida.

 

Respuesta 2. Niego la Mayor: en efecto, si un cuerpo, o una parte de él, es compenetrable, lo es para todos los efectos. Pues la impenetrabilidad procede de la forma que es incompatible con otro cuerpo; ahora bien, para que fuera compenetrable, tuvo que ser suprimida dicha forma, y así el cuerpo se torna compenetrable, tanto para un cuerpo extraño, como para las propias partes.

 

11.- Dos figuras no pueden estar simultáneamente en el mismo cuerpo; luego, del mismo modo, tampoco dos cuerpos pueden estar en el mismo lugar. El antecedente: Porque si se pone la una, se suprime la otra.

 

Distingo la Mayor: según la misma ubicación, concedo; según distintas ubicaciones completas -p. e., si se multiplica-, niego; contradistingo el consecuente: si debieran estar en el mismo lugar según la misma ubicación intrínseca, concedo; si pueden estar en el mismo lugar por distintas ubicaciones, que lo son numéricamente, niego.

 

12.- Los hechos milagrosos que se aducen en favor de la compenetración, pueden explicarse de otras maneras; luego; no es necesaria la compenetración para darles explicación. El antecedente: así, la salida de Cristo del sepulcro antes de que se quitase la piedra, se explica porque Cristo atravesó por sus poros; o bien porque la piedra fue quitada y vuelta a poner con toda rapidez lo mismo hay que decir de la salida de Cristo del seno virginal de Su Ssma. Madre. O cabria también explicarlos de la siguiente manera:

 

Cristo, dejando la ubicación que tenía, adquirió instantáneamente otra distinta, y así no fue menester que atravesase por medio.

 

Respuesta 1. Distingo el antecedente: y estas explicaciones son poco dignas, concedo; son dignas de misterios tan grandes, niego; contradistingo el consecuente.

 

Respuesta 2. Niego el supuesto, a saber, que nuestras pruebas se apoyan en dichos hechos; tales hechos fueron quizás ocasión de tratar en Filosofía la cuestión que nos ha ocupado, pero no constituyen ningún argumento o prueba de la tesis.

 

13.- (A favor de la compenetrabilidad natural). El volumen de los cuerpos se reduce debido a una presión grande; luego, si la presión se aumenta cada vez más, podrían también reducirse cada vez más hasta compenetrarse en su totalidad.

 

Concedo la Mayor. Niego el consecuente: dicha disminución de volumen se explica por condensación; ahora bien, la condensación consiste o en la disminución de las distancias que existen entre los corpúsculos (que no es la compenetración), o por la cualidad de la densidad, que permite el que los cuerpos puedan aumentar o disminuir de volumen, dentro siempre de unos límites de terminados.

 

Artículo V

 

LA REPLICACIÓN

 

TESIS 9.- No se puede mostrar que sea absolutamente imposible la replicación de los cuerpos, incluso circunscriptiva.

 

173.- Nexo.- La consecuencia necesaria de la doctrina de la ubicación intrínseca es la posibilidad de la replicación (multilocación), incluso circunscriptiva; Pues para la replicación no será preciso multiplicar la entidad replicada, sino sólo la ubicación. Y por eso, debemos tratar ahora esta cuestión.

 

Nociones. Replicación o multilocación es la existencia simultánea de un mismo ser en diversos lugares adecuados. Por lugar adecuado entendemos el que basta para el ser en cuestión, atendida su naturaleza, así como el modo apropiado de ubicación. De esta manera, todo el aire que me rodea, es mi lugar adecuado. Inadecuado es el que basta para una parte del ser locado, pero no para todo; y así, una manga (de un traje) es lugar inadecuado para todo el ­hombre; y el pie es lugar inadecuado para el alma, puesto que su

lugar adecuado es todo el cuerpo.

 

La replicación o multiplicación puede ser definitiva, ­circunscriptiva y mixta. Definitiva, cuando el cuerpo se halla de­finitivamente en muchos lugares, como Cristo está en muchas Hostias. Circunscriptiva es si el cuerpo está en muchos lugares circunscriptiva y conmensurativamente respecto del lugar, o con una aptitud próxima a dicha circunscripción, que consiste en sus tres dimensiones. Mixta es cuando el cuerpo se halla en un lugar definitivamen­te, y en otro circunscriptivamente; y así, Cristo está circunscriptivamente en el cielo y definitivamente en la Eucaristía.

 

174.- Estado de la cuestión.- La ocasión de tratar esta cuestión en filosofía nos la ofrece el fenómeno eucarístico, por el cual sabemos que Cristo se halla replicado definitivamente, ya que está en muchas hostias definitivamente; y también en forma mixta, puesto que está en el Cielo circunscriptivamente y en la Eucaristia definitivamente. Y por ello, se pregunta si un cuerpo puede hallarse replicado incluso circunscriptivamente, de suerte que exactamente el mismo cuerpo pueda estar circunscriptivamente en muchos lugares adecuados.

 

175.- Opiniones.- La primera opinión es la de los herejes y de los positivistas, que afirman la imposibilidad de toda replicación, y en consecuencia, vienen a negar el misterio eucarístico.

 

Por título completamente distinto, el Cardenal Billot niega también la posibilidad de cualquier replicación. En efecto, aunque reconozca que Cristo está en el Cielo circunscriptivamente y en la Eucaristía definitivamente, sin embargo dice que no se halla replicado o multilocado, porque en la Eucaristía Cristo está, no en virtud de una mutación suya, sino por el hecho de que la cantidad adquiere una relación de continencia respecto de Cristo que permanece inmutado en el Cielo. Pero, a menos que quiera negar el misterio de la presencia real en la Eucaristía, sólo de palabra niega la replicación, pues, en verdad, Cristo se halla en dos lugares. Podrá, pues, el autor citado discutir acerca del modo como está en la Eucaristía, pero no acerca del hecho de la doble locación.

 

176.- La segunda opinión admite, desde luego, la posibilidad de la replicación definitiva y mixta, pero no la posibilidad de la replicación circunscriptiva y la razón en que se apoya es doble.

 

La primera razón es la teoría sobre el principio de individuación. Efectivamente, el principio de individuación es la materia designada por la cantidad y el sitio; luego, allí donde el sitio es distinto, distintos deben ser también los individuos; de donde, si el mismo cuerpo se replicase, no sería el mismo, sino dos, porque el sitio sería distinto. Siguen esta opinión Santo Tomás y, en pos de él, los tomistas, Vázquez, Liberatore, etc.

 

La segunda razón reside en la noción de distancia. Si un cuerpo se replicase circunscriptivamente, distaría de sí mismo, y no sería idéntico consigo. Pues se interpondría algo de cuerpo o de espacio entre las dos ubicaciones, y en esto precisamente consiste la distancia.

 

177.- La tercera opinión no sólo admite la posibilidad de la replicación definitiva y mixta, sino también de la circunscriptiva. Los autores son numerosísimos y todos ellos de gran autoridad: Hugo de San Víctor, Escoto, Alejandro de Hales, Molina, Fonseca, Suárez, Toledo, Belarmino, Valencia, Franzelin, Palmieri, Pesch, Mendive, Mastrio, Frassen, etc.

 

Esta será la opinión que nosotros seguiremos. En cuanto a la tesis, no la probarnos positiva, sino negativamente, a saber: afirmamos que no se puede mostrar la repugnancia de la replicación circunscriptiva. Tampoco será preciso probar la imposibilidad natural de la replicación, ya que es algo patente, sino sólo la posibilidad sobrenatural de dicha replicación.

 

178.- Prueba de la tesis.- Prueba 1.- La replicación circunscriptiva se mostraría contradictoria o por su mismo concepto o por las necesarias consecuencias; es así que, por ninguno de los dos capítulos se muestra contradictoria; luego, de ninguna manera se demuestra contradictoria. La Mayor consta. Prueba de la menor.

 

A. La replicación no se muestra contradictoria por su mismo concepto. La replicación se mostraría contradictoria por su concepto, si por ella se afirmase al mismo tiempo y se negase que el cuerpo está "aquí"; pero esto no es verdad. Pues en efecto, decir que el cuerpo que está "aquí" se halla replicado, no constituye afirmación y negación, sino que es una doble afirmación, a saber: que el cuerpo está "aquí", y que el cuerpo está también "en otra parte".

 

En forma ligeramente distinta: la replicación sería con­tradictoria, si el decir que el cuerpo está "aquí", significase formalmente que no está "en otra parte".

 

Pero decir que el cuerpo está "aquí", solamente afirma que está "aquí", pero no significa formalmente que no esté también "en otra parte".

 

Es verdad que el cuerpo, si está "aquí", exige naturalmente que no esté "en otra parte"; pero esta exigencia natural puede vencerse por el poder divino, de suerte que no obtenga lo que naturalmente exige.

 

B. Tampoco se muestra contradictoria la replicación por las necesarias consecuencias. Una de las consecuencias que se objetan, es que el cuerpo replicado no sería uno, tanto porque se hallaría distante de sí mismo, como porque el principio de la multiplicación es la materia designada por la cantidad y el sitio; es así que aquí se tiene un doble sitio, luego, el cuerpo sería doble, y no uno.

 

Pero a todo ello se responde de la siguiente manera: el cuerpo no sería múltiple, sino uno. Pues en primer lugar, no distaría de sí mismo; ya que la distancia se da entre extremos distintos; es así que dicho, cuerpo es el mismo; luego, no distaría de sí mismo. Distaría una ubicación de otra, pero no la misma substancia respecto de sí misma. En segundo lugar, se niega que el principio de la multiplicación sea la materia designada por la cantidad y el sitio, sino que tal principio es la entidad toda de la cosa, y puesto que la entidad es una, se sigue que no se da ninguna multiplicación de sí misma.

 

Y se confirma: porque dos cuerpos pueden tener el mismo sitio por compenetración, y sin embargo no se identificarían, incluso según los adversarios; luego, de modo semejante, un cuerpo puede tener dos sitios, y no se multiplicaría.

 

179.- Prueba 2.- No existe contradicción alguna en las replicaciones definitiva y mixta; luego, tampoco debe haberla en la replicación circunscriptiva.

 

El antecedente lo conceden los adversarios de la replicación circunscriptiva. Prueba del consecuente: porque no hay ningu­na razón de disparidad. En efecto, o en todos los casos el cuerpo dejaría de ser el mismo, por distar de sí mismo, o por tener diverso sitio, o "ubi"; o en ningún caso dejaría de ser uno, porque unicamente distarían las ubicaciones, pero no la substancia.

 

180.- Escolio.- 1.- Hay dos modos de explicar la replicación: unos dicen que por la sola "aducción", otros en cambio por una especie de nueva producción, o mejor por una nueva conservación, ya que en realidad, el cuerpo que se replica, existía anteriormente.

 

Los que lo explican por "aducción"; dicen que Dios lo produce por un modo nuevo de ubicación. Ahora bien, un tal modo de ubicación tiene lugar en el cuerpo que estaba "en otra parte", y por este nuevo modo se constituye "aquí". Así, Lugo, con otros muchos.

 

Los que lo explican por una reiterada producción de la substancia, sostienen la teoría de que una misma cosa puede producirse por dos acciones adecuadas, que tengan por término exactamente la misma cosa; y no por ello la segunda producción adecuada carece de efecto, pues va a parar al efecto ya producido por la acción anterior de tal manera que, en caso de cesar dicha primera acción, aún se conservaría por la segunda.

 

Otros, en fin, admiten como posibles los dos modos de replicación; y dicen que la transubstanciación, de hecho, tiene lugar por una especie de nueva producción substancial del cuerpo de Cristo a efectos de que la transubstanciación sea acción substancial, pero dicen que la replicación podría tener lugar - también por aducción, sin ninguna transubstanciación.

 

181.- Escolio.- 2.- La presencia del cuerpo de Cristo en la Eucaristía, según el Cardenal Billot.

 

a) Cristo en la Eucaristía no se replica, porque la replicación tiene lugar mediante la adquisición de un nuevo "ubi", y Cristo no adquiere ningún "ubi" nuevo, de lo contrario distaría de sí mismo y habría que negar que es el mismo que está en el cielo.

 

b) Pero Cristo está en la Eucaristía mediante las dimensiones ajenas, a saber: porque la cantidad del pan y del vino ha adquirido una relación de continencia hacia el cuerpo de Cristo que permanece del todo inmutado.

 

c) Dichas relaciones ha podido adquirirlas la cantidad mediante la transubstanciación del pan y del vino, en el cuerpo y en la sangre de Cristo, y no de otra manera; de aquí que, sin la transubstanciación, no es posible la presencia múltiple y simultánea de una cosa: de lo contrario, esta presencia múltiple debería ocurrir mediante la adquisición de nuevas ubicaciones, de suerte que la cosa distase de sí misma, y no fuese idéntica consigo.

 

d) Cristo en la Eucaristía conserva la misma extensión actual que tiene en el cielo, ya que conserva su cantidad, y el efecto formal primario de la cantidad es la extensión actual.

 

e) ¿Cómo es posible, entonces, que el cuerpo de Cristo no exceda las dimensiones de la Hostia?

 

En primer lugar, porque está allí mediante las dimensiones ajenas, que son las dimensiones de la hostia, y por ello no puede excederlas.

 

En segundo lugar, porque en dichas dimensiones la substancia del cuerpo de Cristo está "per modum substantiae" del pan y del vino; y como quiera que la substancia del pan y del vino está toda ella en el todo y toda en cada una de las partes de las especies, del mismo modo la substancia del cuerpo de Cristo está allí en cuanto substancia, es decir: toda en el todo y toda en cada una de las partes.

 

En tercer lugar, la cantidad del cuerpo de Cristo está allí por concomitancia con la substancia del cuerpo de Cristo, por lo que la misma cantidad se encuentra allí de la misma manera, que la substancia del cuerpo de Cristo, a saber: "per modum substantiae", o sea, de modo definitivo: toda en el todo y toda en cada una de las partes de la hostia.

 

182.- Crítica.- a) No es verdad que toda replicación sea imposible, o que por ella suceda que algo no sea idéntico consigo mismo, o que se multiplique según la substancia.

 

b) No es verdad que por la transubstanciación no tenga lugar ninguna mutación, ni siquiera accidental, en el cuerpo de Cristo, para adquirir el "ubi" eucarístico.

 

c) No se mantiene bien la presencia real del cuerpo de Cristo en la Eucaristía. Pues no está presente porque el cuerpo de Cristo adquiera una nueva "ubicación", sino porque la cantidad del pan adquiere la relación de continencia respecto del cuerpo de Cristo inmutado en el cielo: y por ello la cantidad eucarística significa, desde luego, el cuerpo de Cristo, pero no lo contiene, de hecho.

 

d) Más aún, la transubstanciación, según el P. Billot, no constituye ninguna acción, y por ello no puede hacer presente el cuerpo de Cristo en la Eucaristía. En efecto, dicha acción no hace nada en el cuerpo de Cristo, toda vez que el cuerpo de Cristo no ha recibido ninguna mutación, ni siquiera accidental; y no hace nada tampoco en la substancia del pan y del vino, pues más bien la substancia del pan deja de ser, y el dejar de ser no constituye ningún efecto ni ninguna acción, sino que es simplemente la ausencia de la acción conservativa. Por último, la acción en cuestión no hace nada en la cantidad, de manera que podamos decir que el cuerpo de Cristo se ponga allí; pues tan solo produce la conservación separada de la cantidad, pero la conservación separada de la cantidad no es lo mismo que poner allí la presencia del cuerpo de Cristo.

 

Dicha acción puede solamente poner intencionalmente en la cantidad el significado del cuerpo de Cristo mediante las palabras de la consagración, pero de ello se sigue que Cristo estaría en la cantidad como significado, pero no realmente presente. Mientras que, por el contrario, en nuestra teoría de la ubicación intrínseca, la transubstanciación posee una acción y un efecto verdaderamente reales, que es poner el cuerpo de Cristo presente, pues verdaderamente produce en el cuerpo de Cristo una nueva ubicación intrínseca.

 

e) No es verdad que sólo por la transubstanciación pueda ponerse presente el cuerpo de Cristo. De hecho, es cierto que sólo por la transubstanciación bien explicada se pone en cuanto presente, pero podría ponerse, de manera absoluta, multiplicada la ubicación, sin ninguna clase de transubstanciación.

 

f) No es verdad que el efecto formal primario de la cantidad sea la extensión actual, cosa que no se prueba con ningún argumento.

 

g) Ni es verdad tampoco que la substancia del pan y del vino esté bajo su propia cantidad realmente toda en el todo y toda en cada una de las partes; sino que, por el contrario, está toda en el todo y parte en la parte. Todo lo más, puede decirse que está toda en el todo y toda en las partes, en sentido lógico, porque la definición de la substancia se verifica toda en el todo y toda en cualquiera de sus partes designables; pero no cabe equiparar la presencia real del cuerpo de Cristo con el modo según el cual la definición abstracta de substancia se verifica toda en el todo y toda en cada una de sus partes.

 

Tras todas estas consideraciones, queda claro que la opinión del Cardenal Billot no puede admitirse para explicar el efecto formal primario de la cantidad, ni tampoco para explicar la presencia del cuerpo de Cristo en la Eucaristía, y el Papa Pío XII afirmó que dicha doctrina no bastaba para salvar la presencia de Cristo en la Eucaristía (AAS 48 {1956} p. 720).

 

183.- Escolio.- 3.- Los elementos que necesariamente se replican o no con el cuerpo replicado.

 

a) La ubicación por la que la cosa está "aquí", no puede replicarse para que esté "en otra parte". Así, el estar "aquí" no puede replicarse para estar "en otra parte".

 

b) Sin embargo, las ubicaciones pueden ser varias, del mismo modo que las secuelas de la ubicación, como es el sitio. Así, alguien podría estar "aquí" sentado y, "en otra parte" de pie; "aquí" puede estar corriendo y "en otra parte" en reposo, "aquí" puede estar próximo a esta persona, y "en otra parte" lejos de ella; "aquí" puede correr en una dirección, y "en otra parte" puede correr en la dirección contraria. En todo lo cual no existe contradicción alguna, ya que todas las afirmaciones citadas son opuestas, no según la misma ubicación, sino según ubicaciones distintas.

 

c) Los elementos que son idénticos con el cuerpo replicado, necesariamente se replican también; y los que son realmente distintos, pueden no replicarse, e incluso pueden ser distintos en distintos lugares, con tal que de ello no se siga contradicción.

 

184.- Por todo ello: 1) Podría replicarse el cuerpo y no replicarse la cantidad o al menos la extensión actual, como ocurre en la replicación mixta. 2) Puede replicarse el cuerpo y no replicarse el alma. Y de ello no se seguiría que un mismo sujeto estuviese vivo "aquí" y muerto "en otra parte"; pues el cuerpo muerto es el que "simpliciter" no está unido al alma; pero este cuerpo que se replica sin que se replique el alma, está "simpliciter" unido al alma,  aunque el alma no esté "aquí". 3) Puede replicarse el cuerpo, el alma y el entendimierto, sin que se replique la cogitación (acto de pensar) que éste tiene. Y de ello no se seguirla a que un mismo entendimiento fuera pensante y no pensante; pues no pensante es el entendimiento que "simpliciter" carece de cogitación, pero en el caso citado el hombre no carecería "simpliciter" de cogitación, si bien la cogitación no estaría, en dicho caso, replicada. 4) Más aún, las cosas que son realmente distintas del cuerpo replicado, pueden ser diversas en diversos lugares. Así, el entendimiento podría tener "aquí" una cogitación, y "en otra parte" tener una cogitación distinta, pero no opuesta, porque supone contradicción que el mismo entendimiento vea que algo es así, y que no es así; y lo mismo se diga de la volición. 5) El hombre replicado no puede hacer o padecer en dos lugares más que en uno. Así, si en su lugar connatural no puede le­vantar más que un peso como de uno, no podrá en dos lugares levantar un peso como dos; si en un lugar no puede ver más que cuatro cosas a la vez, no podrá en la replicación ver ocho al mismo tiempo, sino sólo cuatro.

 

185.- Objeciones.- 1.- Las cosas que se hallan separadas en el lugar, son varias; es así que, el cuerpo replicado está separado en el lugar por el mismo; luego, él cuerpo replicado habrá de ser varios, y no mantiene la identidad individual.

 

Distingo la Mayor: las cosas que están separadas en el lugar en cuanto a la substancia, concedo; las que están separadas en el lugar sólo en cuanto a la ubicación, niego; contradistingo la menor.

 

El cuerpo ubicado no dista de sí mismo, porque en ambos lugares es el mismo, sino que distan sólo las ubicaciones.

 

Retorcemos el argumento por lo que se refiere a las demás replicaciones, es decir, a la definitiva y a la mixta.

 

2.- Repugna que algo esté fuera de su propio lugar; es así que, el cuerpo replicado estaría fuera de su propio lugar; luego, repugna que un cuerpo se replique.

 

Respuesta. 1.- Distingo la Mayor: por la presencia por la que está en este lugar, concedo; por otra presencia, o "ubi", niego; contradistingo la menor.

 

Respuesta. 2.- Concedo la Mayor, y niego la menor. El cuerpo, mediante dos ubicaciones, estaría en dos lugares, pero no estaría fuera de su propio lugar, tanto natural como sobrenatural.

 

3.- Supone contradicción el que algo se separe de sí mismo; es así que, el cuerpo replicado distaría de sí mismo; luego, repugna el cuerpo replicado. La menor: porque la distancia es un cuerpo que está interpuesto o que puede interponerse entre dos extremos; es así que, en la replicación se tiene un cuerpo interpuesto entre dos extremos; luego, el cuerpo replicado dista de sí mismo.

 

Concedo la Mayor, niego la menor. En cuanto a la prueba aducida, concedo la Mayor y distingo la menor: en la replicación, el cuerpo se interpone entre dos ubicaciones del mismo cuerpo, concedo; entre dos cuerpos, niego, porque el cuerpo de Cristo en el cielo y en la Eucaristía es exactamente el mismo.

 

4.- Repugna que algo se mueva con movimientos contrarios; es así que, en la replicación el cuerpo se movería con movimientos contrarios; luego, la replicación implica contradicción.

 

Distingo la Mayor: según la misma ubicación, concedo; según distintas ubicaciones, niego; contradistingo la menor: según la misma ubicación, niego; según distintas ubicaciones, concedo.

 

186.- 5.- El cuerpo replicado tendría lugar adecuado y no tendría lugar adecuado; es así que, esto es contradictorio; luego, contradictoria es asimismo la replicación.

 

Niego la Mayor: tendría, en realidad dos lugares adecuados, porque cualquiera de ellos le sería suficiente; pero uno lo tendría por exigencia, y el otro como algo añadido.

 

6.- Si un cuerpo pudiera replicarse en dos lugares, podría estar en infinitos; es así que, esto es absurdo, porque nada puede haber infinito de una cosa finita; luego, la replicación supone contradicción.

 

Distingo la Mayor: por exigencia, niego; puramente de hecho y sobre naturalmente, subdistingo: si el infinito creado en acto, repugna por otra parte, niego; si no repugna, concedo. Contradistingo la menor: esto es absurdo, es decir, imposible naturalmente, concedo; sobrenaturalmente, subdistingo: si el infinito creado en acto repugna por otra parte, concedo; de lo contrario, niego..

 

7.- Implica contradicción que una cosa exista al mismo tiempo a la vez en tiempos distintos; luego, de la misma manera implica contradicción que una cosa exista o esté a la vez en diversos lugares adecuados.

 

Concedo el antecedente, niego el consecuente por la disparidad: el tiempo es esencialmente sucesivo, y sus partes no se dan simultáneamente; pero el espacio y la extensión tienen partes simultáneamente, y por ello, si no re­pugna de otro lado, no implica contradicción que una cosa esté a la vez en dos lugares.

 

8.- Si el cuerpo se replicase, se circunscribirla al mismo tiempo y no se circunscribiría; es así que esto es algo contradictorio; luego, es contradictorio que el cuerpo se replique circunscriptivamente. La Mayor: se circunscribiría por hipótesis. No se circunscribiría, porque estaría fuera de su propio lugar, lo que equivale a no estar circunscrito por él.

 

Niego la Mayor: pues se circunscribiría dos veces. En cuanto a la prueba aducida, distingo la Mayor: estaría fuera de su propio lugar por negación de la circunscripción propia y natural, niego; por añadírsele sobrenaturalmente la circunscripción ajena, concedo.

 

Retorcemos también el argumento por lo que se refiere a la replicación definitiva: si se replicase el cuerpo definitivamente, quedaría definido y no definido, lo que es contradictorio, porque estaría fuera de su propio "ubi". Y otro tanto podemos decir respecto de la replicación mixta.

 

9.- Si el cuerpo se replicase, estaría conmensurado, a la vez, y no lo estaría por su propio lugar; es así que esto es contradictorio; luego, la replicación supone contradicción. La Mayor: estaría conmensurado, porque se equipara a su lugar; y no estaría conmensurado, porque excedería su propio lugar, al extenderse fuera de dicho lugar. La menor: porque la extensión es el efecto formal de la cantidad; es así que, repugna que el efecto formal se duplique, si no se aumenta la forma misma de la cantidad; luego, implica contradicción que algo sea conmensurado fuera de su propio lugar.

 

Niego la Mayor: porque, en tal caso, la misma cantidad estaría conmensurada dos veces positivamente por dos lugares o extensiones. En cuanto a la prueba aducida, distingo el aserto: excederla su propio lugar por la no-conmensuración a él, niego; por la añadidura de la conmensuración ajena, en razón de la ubicación multiplicada, concedo.

 

Retorcemos el argumento por lo que se refiere a las demás replicaciones, en las que la cosa estaría en su propio lugar de manera definitiva o mixta, y estaría fuera de su propio lugar.

 

187.- 10.- El efecto formal secundario no puede multiplicarse, si no se multiplica el efecto formal primario; es así que, la ubicación o extensión es el efecto formal secundario de la cantidad; luego, no puede multiplicarse si no se multiplica la cantidad y su efecto formal primario.

 

Distingo la Mayor: no puede multiplicarse el efecto formalmente como efecto formal, o en cuanto que es exigido, concedo; tomado materialmente, es decir, la cosa que es el efecto formal secundario, y en cuanto que no es exigido, subdistingo: naturalmente, concedo; sobrenaturalmente, niego; concedo la menor y distingo el consecuente: formalmente en cuanto efecto formal y en cuanto cesa exigida, concedo; materialmente, en cuanto cosa que no es exigida, subdistingo: naturalmente, concedo; sobrenaturalmente, niego.

 

11.- Si el cuerpo se replicase en dos lugares, dichos dos lugares se compenetrarían; es así que es imposible que dos lugares distantes se compenetren; luego, es imposible la replicación. La Mayor: porque contendrían el mismo cuerpo.

 

Niego la Mayor. En cuanto a la prueba aducida, distingo el aserto: contendrían el mismo cuerpo según la misma ubicación, niego; según diversas ubicaciones del mismo, concedo.

 

12.- Si el cuerpo se replicase, podría colocarse sobre dos apoyos, y entonces, quitados estos, no podría caer naturalmente, ni estar en su sitio; es así que esto es contradictorio; luego, no puede replicarse. La menor: no podría caer naturalmente, porque de lo contrario adquirirla naturalmente, y de manera sucesiva, dos ubicaciones simultáneas, lo que repugna. Ni podría estar en su sitio, porque evidentemente uno al menos tiene la fuerza de la gravedad, y a ella se somete.

 

Respuesta: si Dios quisiera que se mantuviese el milagro de la replicación, él mismo determinaría lo que se haría en cada caso.

 

13.- Si Dios replicase el cuerpo, o lo haría por una acción aductiva es decir, productiva tan sólo de un modo en otro lugar, o por una acción cuasi-creativa; es así que ambas cosas repugnan; luego, el cuerpo no puede replicarse circunscriptivamente.

 

La menor: a) no puede producirse por una acción aductiva o productiva tan sólo de un modo; en efecto, si el cuerpo naturalmente estuviera en Roma, entonces, o el modo de la nueva ubicación se daría en el cuerpo tal como está en Roma, o tal como está, p. e., en Madrid. Si en el cuerpo tal como está en Roma, allí permanecería el cuerpo. Si en el cuerpo tal como está en Madrid, luego haría un modo fuera de su sujeto, y así se pone un modo sin sujeto, por lo que la forma "madrileña" no produciría el efecto formal de colocar al cuerpo en Madrid. b) ni puede hacerse por la producción nueva del cuerpo, porque lo que está hecho una vez ya no puede hacerse más veces.

 

Niego la Mayor, porque cabe añadir un tercero, y es que podría hacerse la replicación de los dos modos. Niego la menor.

 

A a): En cuanto a la prueba de la menor: el modo en cuestión se daría en el cuerpo que especificativamente está en Roma, y que, por dicho "ubi", formalmente se pondría en Madrid. De la misma manera que el calor se recibe en el cuerpo que está frío, y que sí, sin embargo, por dicho calor se vuelve caliente, pero no permanece frío.

 

A b): La acción en cuestión no produciría de nuevo al cuerpo, porque ya estaba producido; sino que tendría su terminación en la conservación del cuerpo, de suerte que, si cesase la primera acción, aún se conservaría por la segunda.

 

Retorcemos el argumento en cuanto a las otras replicaciones definitiva y mixta.

 

14.- Si el cuerpo pudiera replicarse circunscriptivamente, podría "en una parte" estar caliente y "en otra parte" estar frío, podría moverse con movimientos contrarios, podría distar y no distar del mismo cuerpo, podría "en una parte" pensar y querer una cosa, y "en otra parte" pensar y querer lo contrario; podría igualmente ser blanco y no-blanco, vivo y no-vivo, etc. Es así que todo esto es contradictorio; luego, es imposible la replicación. El P. Hoenen concede que la replicación no implique contradicción en sus términos, pero sí en tales consecuencias.

 

Respuesta. Ya henos respondido suficientemente en el escolio (n. -­184). Y nótese bien que cuando el cuerpo tiene "aquí" una afección y otra "en otra parte", o carece de ella, no se trata de una verdadera afirmación y negación, sino que sólo es verdadera la doble afirmación.

 

Así pues, no es verdad que el cuerpo haya de ser blanco y no-blanco, sino que puede ser blanco y amarillo, o caliente y frío. En estos casos, las dos afirmaciones son verdaderas, y las negaciones no convienen "simpliciter" al cuerpo, sino al cuerpo, tal como está en "este" o en "otro" lugar.


 


[1] (N. del T .) : A la palabra latina "ubi" corresponde en español, exactamente, el adverbio "donde", o "en donde" pero aquí no se toma en sentido adverbial, sino que tiene un carácter substantivo. Por ello, una vez dada la traducción, hemos preferido conservar la palabra latina, primero entrecomillándola, y en lo sucesivo, sin comillas ni ninguna otra llamada gráfica.