CAPITULO II

DE LA MORALIDAD DE LOS  ACTOS HUMANOS

 

Artículo 1º. De la moralidad genérica y específica.

 

1. ACTO MORAL

 

Es el acto que hace al hombre que lo ejecuta bueno o malo, digno de alabanza o de vituperio, en cuanto hombre. En el primer caso es moralmente bueno, y en el segundo caso es moralmente malo. Hay, pues, dos especies de actos morales.

 

Se discute si hay algún acto humano que no sea ni moralmente bueno, ni malo, sino moralmente indiferente. La opinión más admitida es  que, aunque en abstracto se pueda pensar en un acto moral indiferente, pero en concreto, todo acto moral o es bueno, o es malo.

 

2. ¿EN QUE CONSISTE LA MORALIDAD GENERICA, ES DECIR, EN QUE EL ACTO HUMANO SEA MORAL?

 

Si existen actos morales buenos y actos morales malos, ¿Podemos determinar la moralidad genérica, es decir, lo que hay de común en esas dos especies de moralidad?

 

Difícil es la respuesta. Pero podemos decir, que lo que hay de común en los actos moralmente buenos y malos es:

 

- La libertad.

 

- La voluntariedad que tiene por objeto, no el bien útil o deleitable, sino el honesto o inhonesto.

 

No se puede precisar más, o se hace de una manera negativa, o se hace de una manera positiva, entonces hay que definir el género, enumerando las especies.

 

El primer elemento que forma la moralidad genérica, a saber, la libertad, es extrínseco al acto moral, pues la libertad intrínsecamente está en la voluntad. El segundo elemento, a saber, la voluntariedad del acto que tiende a un bien honesto o deshonesto, es intrínseco al acto, y consiste en una relación trascendental del acto a su objeto, como sucede en toda acción intencional.

 

3. ¿EN QUE CONSISTE LA MORALIDAD ESPECIFICA?.

 

¿Qué es lo que hace que la acción humana sea, no solamente buena, sino moralmente buena, valiosa moralmente, o por el contrario, que no lo sea, que sea moralmente mala?

 

Nuestra respuesta es: "Una acción humana será moralmente buena, es decir, valiosa como humana, si se conforma con la finalidad intrínseca de la naturaleza humana, plenamente considerada. Y por el contrario, una acción humana será moralmente mala, es decir, no valiosa como humana, si no se conforma con la finalidad intrínseca de la naturaleza humana considerada como tal plenamente". En una palabra, que la moralidad específica de las acciones humanas, consiste en su conformidad, o no conformidad, con la naturaleza humana según la finalidad intrínseca o dinamismo propio y específico de esta naturaleza considerada como naturaleza humana.

 

En efecto, para que una acción humana sea valiosa como tal, se la valore como humana, no basta que sea libre, que brote de la naturaleza humana según el modo propio y específico del hombre, que es el modo de libertad, sino que es necesario, además, que se acomode a la finalidad intrínseca de la misma naturaleza. Como para apreciar si la actividad de un reloj, o de cualquier ser o artefacto dinámico, es buena o mala, como tal, como actividad relojera, etc. Es necesario ver, no solamente si esa actividad sale del reloj, sino también y sobre todo, si esa actividad se conforma con la finalidad dinámica del reloj, que es señalar las horas. Si no las señala, o no las señala bien, esa actividad como actividad relojera, será mala. Aunque pueda ser buena como v.g. melodía, pisa papeles, etc. Como actividad relojera no es buena, si no se conforma precisamente con la finalidad intrínseca de ese artefacto dinámico, que es el reloj.

 

4. LA NORMA DE LA MORALIDAD.

 

Si la moralidad específica de las acciones humanas consiste en su conformidad, o no conformidad, con la naturaleza humana, según la finalidad de la misma, considerada como humana y en sus relaciones esenciales como tal, tenemos ya un criterio o norma para poder determinar cuando una acción es buena moralmente, o cuando es moralmente mala. Esa norma o medida es la naturaleza humana, considerada como humana y según su propio proyecto o finalidad.

 

La naturaleza humana no constituye la moralidad específica de las acciones humanas. La moralidad específica se constituye formalmente por esa relación de conformidad, o disconformidad, con la naturaleza humana, considerada según todas sus relaciones esenciales, y principalmente según su finalidad intrínseca, como tal naturaleza humana. Pero la naturaleza humana por ser el término de esa relación de conformidad, o disconformidad, puede servir de norma objetiva o criterio para discernir por nuestro entendimiento, las acciones que son buenas o malas moralmente.

 

5. ES IMPOSIBLE UNA MORAL SIN DIOS.

 

Si la naturaleza humana, atendida sobre todo su finalidad intrínseca, es la norma objetiva de la moralidad específica, resulta imposible determinar filosóficamente la moralidad específica de nuestras acciones sin conocer esa finalidad intrínseca de la naturaleza humana. Es decir, resulta imposible hacer una moral. Ahora bien, para conocer esa finalidad intrínseca es necesario conocer el proyecto que tuvo sobre la naturaleza humana el Creador de ella, que es Dios el que la proyecto con un finalismo determinado. Y para conocer ese proyecto y finalidad, es necesario conocer a Dios y su actuación en la creación del hombre. Por consiguiente, sin Dios es imposible constituir un Filosofía moral.

 

Artículo 2º. De las fuentes de la moralidad.

 

1. FUENTES DE LA MORALIDAD.

 

Hemos dicho que aquella acción humana es moralmente buena, que es conforme con la norma de la moralidad, es decir, con la naturaleza humana, adecuadamente considerada, y es moralmente mala, si no se conforma con la norma de la moralidad, es decir, no conviene a la naturaleza humana, como tal naturaleza considerada en todas sus relaciones, especialmente según la finalidad intrínseca. Ahora bien, esta conformidad, o disconformidad, con la naturaleza humana ¿¿De donde le viene a la acción humana? Pues bien, aquello de donde proviene para la acción humana su conformidad, o no conformidad, con la norma de la moralidad, y por consiguiente, su moralidad específica, es lo que se llama "fuente de la moralidad", y no pueden ser más que tres, El objeto de la acción, las circunstancias y el fin del agente.

 

En efecto, en toda acción humana se configura por su "objeto o término", a donde tiende que es lo la especifica y le da su esencia, hace que sea tal acción, v.g. Culto a Dios, amar a los padres, robo, etc. "Las circunstancias", en que se desarrolla la acción, entre las cuales cuenta principalmente "el fin del agente", cuando no coincide con el fin intrínseca de la ación que es precisamente el objeto o término de la misma. Por estos tres capítulos, que determinada esencial y accidentalmente a una acción, puede venirle a esta su moralidad específica. Por consiguiente, las fuentes de la moralidad son tres.

 

2. EL OBJETO.

 

Es el término a donde tiende la acción, valorado no en su entidad física, sino en su entidad moral, es decir, según la valoración moral y humana que se hace de tal objeto. Así v.g. el término u objeto de la acción de robar no es el apoderarse de un objeto físico, sino de un objeto ajeno, no cedido por su dueño. Estas formalidades o valoraciones de "ajeno" y "no cedido" por su dueño, son valoraciones morales, no meramente físicas o económicas, etc.

 

Esta valoración moral, que constituye el verdadero objeto o término de la acción moral, se funda no sólo en la entidad física del objeto, sino en ciertas relaciones del mismo con la persona humana. De ahí que la misma entidad física o valor físico de un objeto pueda constituir diversos objetos morales, según estas diversas relaciones, y consiguientemente especificar diversas acciones humanas. Así, por ejemplo, dar dinero, es una donación si se hace gratuitamente, es limosna si se hace para socorrer a un necesitado, es restitución si se hace para recompensar una injuria, es recompensa si se hace para premiar un mérito, etc.

 

El objeto especifica el acto, es decir, da la esencia específica a la acción correspondiente. por consiguiente, al objeto se debe esencialmente la moralidad específica de la acción, que sea o no conforme con la norma de la moralidad.

 

Como el objeto de la acción humana se constituye formalmente por su valoración moral, es decir, por diversas relaciones morales, de ahí que una misma acción humana pueda tener varias especificaciones morales, según estas diversas relaciones. Por ejemplo, el robo de una cosa sagrada.

 

3. LAS CIRCUNSTANCIAS.

 

Las circunstancias, son condiciones accidentales en las que se produce la acción humana y que pueden modificarla accidentalmente influyendo en su moralidad. Se enumeran la siguientes: Quién, qué, donde, con qué medios, por qué, como, cuando.

 

Pueden ser agravantes o atenuantes. Y también pueden cambiar la especie, añadiendo una nueva relación de conformidad o disconformidad con la norma de la moralidad, v.g. el que guardar la castidad por voto, tiene la bondad de la castidad y de la religión, el robo de un objeto sagrado, tiene dos malicias.

 

4. EL FIN DEL AGENTE.

 

El fin del agente, cuando no coincide con "el fin de la acción", o fin intrínseco, que es el objeto de la acción, añade al acto, ya especificado por su objeto o fin intrínseco, una moralidad accidental principal, Principal por ser motivo de la acción humana. Así, por ejemplo, robar para cometer adulterio, además de la malicia del robo añade la del adulterio. Quien esto hace es más adúltero, que ladrón. Por esto esta malicia que se añade es principal.

 

4.1 Su influjo:

 

a) El fin del agente hace buena o mala una acción de suyo indiferente, por ejemplo, dar un paseo, estudiar para mejor servir a Dios.

 

b) El fin del agente puede hacer mejor o peor una obra ya buena o mala de por sí, por ejemplo, dar una limosna por amor a Dios, cometer un crimen para robar.

 

c) El fin no puede hacer buena una acción de suyo mala. Porque el fin no justifica los medios, por ejemplo, robar para dar limosna.

 

d) El fin malo corrompe el acto total o parcialmente, según sea o no el único motivo de la acción, por ejemplo, ir a Misa por cumplir con el precepto y también por ver malamente a una mujer, rezar únicamente para que le vean y alaben.

 

5. CONCURRENCIA DE LAS FUENTES DE LA MORALIDAD EN LA BONDAD O MALICIA DE UNA ACCIÓN.

 

Para que una acción humana sea moralmente buena es necesario que lo sea por razón de las circunstancias y del fin. Si alguno de estos tres factores o fuentes de la moralidad es moralmente malo, la acción será moralmente mala, aunque los otros factores sean moralmente buenos. Lo cual se resume en el siguiente principio moral: "Bonum ex integra causa, malum ex quoqumque defectu". Lo bueno, por causa integra, lo malo por cualquier defecto.

 

Artículo 3º. Del primer principio moral.

 

1. EL PRIMER PRINCIPIO MORAL.

 

Así como en el orden estático del ser el primer principio lógico, es el principio de contradicción, y en el orden dinámico, el primer principio es el principio de causalidad, así en el orden de la actividad humana, en cuanto que humana, el primer principio lógico, o primer principio moral, se puede enunciar así:

 

"Obra conforme a tu naturaleza racional, considerada en todas sus relaciones, especialmente según su finalidad intrínseca, que es la gloria objetiva y formal de Dios". O así: "Obra conforme a tu naturaleza racional, según fue proyectada y planeada por Dios".

 

En efecto, el primer principio lógico en cualquier ciencia debe explicar "a priori" todos los atributos y efectos posibles del ser, objeto de esa ciencia, pero lo que puede explicar "a priori" todos los atributos y efectos posibles de un ser, es su misma esencia. Luego, el primer principio en cualquier ciencia, debe expresar la esencia misma de su objeto, es decir, debe ser la definición esencial del mismo.

 

Ahora bien, cono el objeto de la Etica es la acción humana, en cuanto que humana, y esta es no solo la que procede libremente del hombre, sino también la que se conforma con su naturaleza racional, adecuadamente considerada, resulta que, el primer principio de la Etica, o primer principio moral, debe expresar la acción humana que libremente se pone en conformidad con la naturaleza humana. Que es lo que expresa el principio antes citado.

 

CAPITULO III

DE LA OBLIGATORIEDAD DE LOS ACTOS HUMANOS

 

Artículo 1º. Fenomenología de la obligación.

 

1. FENOMENOLOGÍA DE LA OBLIGACIÓN.

 

Es un hecho, que todos admitimos, que los actos morales se nos presentan a nuestra conciencia como obligatorios, según el principio que dice: "Bonum faciendum, et malum vitandum". Hay que hacer el bien y evitar el mal.

 

Hagamos, pues, la fenomenología de este hecho, analizando que es, o como se nos presenta fenomenológicamente la obligación, para estudias después cual sea el origen o fundamente de la obligación, es decir, de donde le viene a ciertos actos morales el que sean obligatoria.

 

2. LA OBLIGACIÓN.

 

Fenomenológicamente se nos presenta, y esta es su definición, como una necesidad intencional y categórica de hacer una cosa o de no hacerla, de hacer el bien y evitar el mal. Expliquémoslo.

 

Necesidad. Es una determinación a obrar una acción dad, de tal modo que no sea posible no hacerla, o hacer otra. Esta determinación a actuar en una dirección dada puede ser:

 

- Física: Si la determinación a obrar proviene intrínsecamente de la misma naturaleza del ser. Consiste, pues, en un nexo físico entre la naturaleza y la acción. Se opone, como es evidente, a la libertad. Donde hay esta necesidad física, no hay libertad.

 

- Intencional: Si la determinación a obrar una acción dada proviene, no de la inclinación y determinación intrínseca de la naturaleza, sino de un imperativo, es decir, de un juicio práctico, que presenta a la voluntad libre un acción dada, conexa con un fin que no puede menos de ser conseguido, aunque libremente.

 

Esta necesidad intencional, a su vez, puede ser:

 

a) Categórica: Si el imperativo es categórico, es decir, si presenta la acción conexa con un fin a conseguir absolutamente, que se impone absolutamente, independientemente de la propia voluntad, y de cualquier condición. El imperativo categórico reviste la forma siguiente: "haz esto", "debes hacer el bien y evitar el mal".

 

Al imperativo categórico debe precederle un juicio valoral sobre la moralidad de la acción, en el que se exprese con más o menos amplitud la valiosidad de tal acción por su conformidad, o no-conformidad de tal acción con la naturaleza humana. Pero este juicio valoral no es el imperativo categórico. el imperativo categórico no tiene más contenido que este: "Haz esto", prescindiendo de otra consideración. Algo así como el juicio de credibilidad y el de credentidad, respectivamente.

                       

b) Hipotética: Si el imperativo es hipotético, es decir, si se presenta la acción conexa con un fin a conseguir, que se impone dependientemente del querer de la propia voluntad. El imperativo hipotético tiene esta forma: "Debes hacer el bien y evitar el mal si quieres actuar como hombre, si no quieres proceder de una manera indigna y absurda", etc. Tiene una forma condicionada.

 

Artículo 2º. Metafísica de la obligación.

 

1. METAFÍSICA DE LA OBLIGACIÓN.

 

Los actos morales, al menos algunos, se nos presentan a nuestra conciencia como obligatorios, es decir, como necesarios, que necesariamente hemos de poner, y esto con una necesidad absoluta, inexcusable, aunque intencional, es decir, no nacida de la determinación intrínseca de nuestra naturaleza, sino de un juicio práctico que presenta una acción que ha de ser ejecutada absolutamente.

 

Más ahora se pregunta ¿De dónde le viene esta necesidad u obligatoriedad al acto moral?, ¿Cuál es el fundamente para formar el imperativo categórico?, ¿De dónde nace?.

 

Tres respuestas, o soluciones, se han dado a este problema:

           

1.1 Primera solución, de Kant.

 

La autonomía de la razón práctica. En efecto, el imperativo categórico no tiene otro origen ni otro fundamente, que la voluntad pura, o razón práctica o pura. Pues por ser universa y necesario, no puede tener otro origen que "a priori". Y se forma "a priori" no de la razón especulativa, o razón pura, sino de la razón práctica o voluntad, porque se trata de un juicio no especulativo, sino práctico.

 

Además, como el imperativo categórico es un juicio sobre la moralidad de nuestra acciones, solo puede provenir de la voluntad, que es la única fuente de la bondad o de la malicia. Lo único, en efecto, que hay, o es, bueno o malo, es la voluntad.

 

Ahora bien, la voluntad es buena precisamente cuando actúa por imperativos categóricos, es decir, cuando actúa simplemente por el deber. Actuar por cualquier otra consideración o motivo no sería actuar moralmente bien. Tal sucede cuando actúa por un imperativo hipotético. El imperativo categórico procede, pues, de la voluntad buena, y viceversa, una voluntad  es buena moralmente, cuando su acción está regida por imperativos categóricos, es decir, cuando hace el deber por el deber.

 

El imperativo categórico procede de la voluntad, pero de la propia voluntad. Es decir, el imperativo categórico es autónomo. , y la razón es porque los imperativos que proceden de otra voluntad, los imperativos heterónomos, son por una parte empíricos, y por otra parte hipotéticos. Por consiguiente, no sirven para explicar la obligación que tiene carácter universal y absoluto. Los  imperativos heterónomos son empíricos porque tiene la forma de "haz esto", es decir, presentan un contenido concreto y determinado "esto", y por lo tanto no son universalmente ni formales o aprióricos. Son hipotéticos, porque necesariamente tienen la forma de "haz esto, si quieres agradar a Dios o al legislador que te lo impone". Así pues, el imperativo categórico ha de tener un origen autónomo, que el la propia voluntad.

 

Como el contenido del imperativo categórico no puede ser empírico, según hemos visto, pues por el mismo hecho dejaría de ser universal y necesario, como se requiere para la ciencia moral, resulta que el imperativo categórico no puede revestir la forma de "haz esto", sino esta otra que propone Kant como una de las formas del imperativo categórico: "lo que quiera que hagas (universal), hazlo por respeto al deber, porque debes hacerlo". Y así la primera fórmula del imperativo que propone kant es la siguiente: "Obra de tal manera, que tu obrar pueda ser norma universal".

 

Tal es la explicación Kantiana de la obligación, y de la moralidad. De esta estructuración del Ser moral, deduce en beneficio del Ser de la metafísica, la existencia de la libertad, de la inmortalidad del alma, y de Dios. Al conocimiento de estas tres entidades metafísicas se llega, según Kant, no por la razón especulativa, incapaz de llegar a la Metafísica, sino por la razón práctica que postula esos entes noumenales, como necesario para la fundamentación del imperativo categórico y con él del ser moral.

 

1.2 Segunda solución, de Velázquez, Mercier, etc.

 

El imperativo categórico, según estos autores, se funda últimamente en la naturaleza humana, en cuanto que lo bueno o lo melo se presenta de tal manera conforme o disconforme con la naturaleza racional, adecuadamente considerada, que en virtud de esta conformidad o disconformidad la voluntad se siente absolutamente necesitada a hacerlo o evitarlo. El imperativo categórico expresaría esta relación de conformidad o disconformidad con la naturaleza humana, como "un bien de la persona", de tal manera digno de estima, que su desprecio fuera totalmente ininteligible y completamente inexcusable. (Alegría) Cfr. Velázquez, I, II, d. 58, 90, 96, 100; d. 107, 144.

 

Así Mercier: "Ce mot de loi, en efect, est susceptible d´un doble sens. Ou bien c´est l´ordenance d´un superieur prescrivant telles moyens pour arriver a telle fin; ou bien c´est la tendence naturelle d´un étre vers sa fin. Ainsi parle-t-on des lois physiques et chimiques... Que nous le voulions ou non, nous sentons que nous manquons á ce veeu intime de notre nature humanie en tant qu´humawinw, lorsque nous faisons le mal. Il y a lá une explication suffisante, semble-t-il, d´une reelle obligation..." (Theodicee, t. II, p. 55) Cfr. Merckelbach, I, n. 246 y 247.

 

1.3 Tercera solución, Santo Tomás, Suárez y la generalidad de los escolásticos.

 

El imperativo categórico se funda en la voluntad de Dios, que lo impone. Nosotros lo interpretamos así. Esta voluntad es la voluntad creativa de Dios, que proyectó y planeó nuestra naturaleza con una finalidad determinada, y al crearla quiso, por el mismo hecho, que esa finalidad y ese proyecto se llevase acabo, es decir, quiso que nuestra naturaleza actuase como tal naturaleza. Por consiguiente, el actuar conforme a nuestra naturaleza humana, o sea, moralmente, es algo que no queda a nuestro arbitrio, sino que se nos impone en virtud de la voluntad creativa de Dios, que para eso nos puso en la existencia. Así como nuestra naturaleza y nuestra misma existencia son algo que se nos impone de modo absoluto e independientemente de nuestro querer, pues independientemente de nuestro querer tenemos esta naturaleza con tal finalidad intrínseca, y estamos en la existencia, de la misma manera el actuar moralmente, o sea, en conformidad con nuestra naturaleza y su finalidad intrínseca, es algo que se nos impone independientemente de nuestro querer, y que depende de la voluntad de Dios, que para eso nos proyectó así y nos puso en la existencia, para que actuemos como somos. De la misma manera Dios planeó y creó la naturaleza irracional, para que actuase conforme a su naturaleza no libre. Y la criatura irracional actúa así, no solo en virtud del determinismo de su naturaleza, sino también de la voluntad de Dios que así la creo y así quiso que actuase.

 

2. CRITICA DE LA PRIMERA OPINIÓN.

 

El imperativo categórico autónomo es un imperativo categórico ficticio o contradictorio, porque no puede ser imperativo categórico. En efecto, la propia voluntad no se puede imperar a sí misma de una manera absoluta. Lo mismo que impera una cosa, podría imperar la contraria o no imperarla, y se daría lugar a un relativismo total y absurdo. Ahora bien, donde cabe un relativismo moral, no se concibe un imperativo categórico. A lo más se podría pensar en in imperativo categórico arbitrario y absurdo, y por lo mismo anti-humano y anti-moral.

 

El defecto de Kant, es un defecto metodológico. En efecto, Kant parte del hecho de la existencia del imperativo categórico y trata de explicarlo según su método trascendental o "a priori". De este modo se ve forzado a explicarlo por la autonomía de la razón práctica, autonomía que lleva, como hemos visto, a falsear el imperativo categórico, explicándolo contradictoriamente. Su fallo, pues, ha sido sistemático.

 

3. CRITICA DE LA SEGUNDA OPINIÓN.

 

El imperativo fundado solamente en la naturaleza humana, por la repugnancia absoluta e inexcusable del mal, o la conveniencia absoluta del bien en ella, es un juicio de valor que expresaría esas relaciones de conveniencia o disconveniencia en esa forma absoluta e inexcusable, pero no es un imperativo categórico. Y aún dando que fuera un imperativo, no sería un imperativo categórico, sino hipotético, pues ese juicio implica esta condición: "Si quiero proceder en conformidad con mis tendencias racionales, si no quiero cometer algo absurdo, indigno, inteligible e inexcusable, debo hacer el bien y evitar el mal".