CATECUMENADO 4 
IDOLOS/OPRESION LBC/OPRESION



CRISTO ESTÁ DONDE EL HOMBRE
ES LIBERADO DE LOS ÍDOLOS Y PODERES
QUE LE ASEDIAN Y ESCLAVIZAN
(ÉXODO) 



OBJETIVO CATEQUETICO 
* Descubrir que la experiencia de fe implica un proceso de liberación 
personal y colectiva (éxodo). 
* Quien vive en situación de éxodo está en el camino que conduce 
hacia Cristo. 

66. Los poderes de este mundo, señores que esclavizan al hombre 
¿Qué cosas atan verdaderamente al hombre? ¿Dónde están esos 
poderes? ¿Cuáles son esos ídolos? Dice la Escritura que son las mismas 
realidades creadas las que esclavizan al hombre, cuando éste deja a un 
lado los caminos de Dios: el dinero (Mt 6, 24), el poder (Mc 10, 41 ss.; Ap 
13, 8), el placer, la envidia y el odio (Rm 6, 19; Tt 3, 3) e incluso la 
observancia puramente material de una ley (Ga 4, 8ss.) y, también, el 
miedo a la muerte (Hb 2, 14-15), a la que el hombre no puede mirar de 
frente y necesita taparla con muchas cosas. Es, en definitiva, una 
desesperada voluntad de poder lo que esclaviza al hombre. 

67. Voluntad de poder frente a Dios mismo. Doble esclavitud: la de los 
débiles; la de los poderosos 
El comienzo del Génesis pone en claro los efectos de la voluntad de 
poder que levanta al hombre frente a Dios mismo. Caín usa de su fuerza 
para matar a su hermano, y Lamec se venga sin medida (Gn 4, 8.23-24); 
la violencia llena la tierra (6, 11). Esa pretensión lleva al hombre a una 
doble esclavitud. Los poderosos esclavizan a los débiles; los mismos 
poderosos se esclavizan, sometiéndose a poderes malignos, 
demoníacos: «Sus propias culpas enredan al malvado y queda cogido 
en los lazos del pecado» (Pr 5, 22; cf. 11, 6).

68. La opresión del hombre por el hombre 
La opresión del hombre por el hombre aparece tan pronto como los 
hombres olvidan que su poder les viene de Dios (Rm 13, 1; 1 P 2, 13; Jn 
19, 11) y que deben respetar en todo hombre la imagen de Dios mismo 
(Gn 9, 6). Así David, hiriendo con la espada a Urías el hitita y quitándole 
su mujer, se imaginaba seguramente no haber ofendido más que a un 
hombre, y éste, extranjero; había olvidado que Dios se constituye 
garante de los derechos de toda persona humana (cf. 2 S 11-12). 
Expulsado Dios del centro de la vida humana, la relación que se 
establece entre hombre y hombre no es una relación de amor, sino de 
opresión y dominio. 

69. La opresión del hombre por el miedo 
El hombre padece una desesperada voluntad de poder. Necesita 
salvarse a sí mismo. Por encima de todo. A toda costa. Dará muchos 
palos de ciego. Ciegamente, frenéticamente. Intentará mil modos, 
ensayará mil caminos antes de aceptar que él, por propia cuenta, no 
tiene salvación. En el fondo, el hombre tiene miedo. Prefiere engañarse, 
esclavizarse con mil cosas, alienarse en todo aquello que le oculta su 
verdadera situación. Por el miedo que tiene a la muerte, vive el hombre 
esclavizado de por vida (Hb 2, 14-15). Pablo ha percibido con seguridad 
el secreto de toda existencia que se desarrolla fuera de la fe: radica en el 
temor, aunque éste sea enmascarado. A los romanos, a los gálatas y a 
todos nosotros habla Pablo de una misma experiencia, que sólo el 
Espíritu de Dios puede superar: la experiencia de un espíritu de 
esclavitud y de temor, síntoma común que conduce al reconocimiento de 
una oculta situación de condena (Ga 4, 3; Rm 8, 14-16). 

70. Una situación de la que el hombre no puede salir 
La situación del hombre pecador está bloqueada: peca y le vemos 
entregado a la debilidad de una naturaleza carnal; se halla sin fuerzas, y 
se entrega al pecado que le solicita y agrava su flaqueza. 
Incesantemente, la Ley hace resonar en sus oídos la sentencia de 
muerte. Ningún camino le libra de su condenación. Si avanza, sigue el 
camino de toda carne hacia el pecado y la muerte. El mundo entero en el 
que está sumergido comparte su pecado (Rm 8, 20) y se cierra sobre él 
como una cárcel (cf. Ga 3, 22; Rm 11, 32), en la que hacen guardia el 
Pecado, la Muerte y la Ley, potencias cósmicas personificadas en el 
pensamiento dramático de San Pablo. Tras ellas se perfilan otros 
poderes, los del Príncipe de este mundo. 

71. Salir de (= éxodo) esa situación es don de Dios 
EXODO/LIBERACIÓN: Ahora bien, ¿cómo salir de esa situación? Para 
ello es necesario, en primer lugar, que el hombre tome conciencia de su 
verdadera situación. No hay verdadera conversión que no vaya 
acompañada del reconocimiento de una situación de pecado. Ello es ya 
obra de la gracia de Dios. En segundo lugar, es preciso que el hombre 
renuncie a su voluntad de independencia, que consienta en dejarse 
guiar por Dios, en dejarse amar, con otras palabras, que renuncie a lo 
que constituye el fondo mismo de su pecado. Sin embargo, el hombre se 
hace cargo de que esto se halla fuera de su poder. Es necesario que 
Dios actúe en el corazón de su propia historia. Y se abrirá un camino 
donde no existe: en el mar, en el desierto. En la muerte. En el corazón de 
Abraham... 

72. Los caminos de Dios, problema clave de la experiencia religiosa 
El creyente no se contenta con generalidades de orden moral. Su 
compromiso religioso le lleva mucho más lejos. Abraham se puso en 
camino siguiendo el llamamiento de Dios (Gn 12, 1-5); desde entonces 
comenzó una inmensa aventura, en la cual el gran problema consiste en 
reconocer los caminos de Dios y seguirlos. Caminos desconcertantes 
("Vuestros caminos no son mis caminos", Is 55, 8), pero que conducen a 
realizaciones maravillosas. 

73. El éxodo, un camino donde no los hay: en el mar, en el desierto. 
Un acontecimiento que marca el nacimiento de un pueblo a la fe, fe en 
Yahvé, Señor de la Historia, liberador del hombre 
El éxodo es de todo ello el ejemplo típico. Entonces experimenta el 
pueblo lo que es marchar con su Dios (Mi 6, 8). Dios mismo se pone al 
frente para abrir el camino, y su presencia se sensibiliza de múltiples 
formas (Ex 13, 21-22). El mar no le detiene: "Tú abriste camino por las 
aguas, un vado por las aguas caudalosas" (Sal 76, 20). Israel queda a 
salvo de su perseguidor, el poderoso Faraón egipcio. Viene luego la 
marcha por el desierto (Sal 67, 8) y Dios abre también un camino para su 
pueblo y lo sostiene como un hombre sostiene a su hijo; le procura 
alimento y bebida; "busca un lugar para acampar" y procura que nada le 
falte (Dt 1, 30-33). El éxodo marcó el verdadero nacimiento del pueblo de 
Dios como tal, como pueblo y como pueblo creyente, y vino a ser el tipo y 
la prenda de todas las liberaciónes efectuadas por Dios en favor de su 
pueblo. 

74. El exilio, un camino que va a la inversa del éxodo 
El desprecio de los caminos de Dios, diseñados en sus grandes líneas 
en el Decálogo, es un extravío (Dt 31, 17) que conduce a la catástrofe. 
Su última secuencia será el exilio (Lv 26, 41), camino que va a la inversa 
del éxodo (Os 11, 5). Fue necesaria la duración del destierro (Jr 29) para 
que el pueblo y sus dirigentes adquieran conciencia de su incurable 
perversión (Jr 13, 23; 16, 12-13). Las amenazas de los profetas tomadas 
hasta entonces a la ligera se realizaban al pie de la letra. El exilio 
aparecía así, como el castigo de las faltas tantas veces denunciadas: 
faltas de los dirisentes que, en lugar de apoyarse en la alianza divina, 
habían recurrido a cálculos políticos demasiado humanos (Is 8, 6; 30, 
1-2; Ez 17; 19 ss.); faltas de los grandes, que en su codicia habían roto 
con la violencia y el fraude la unidad fraterna del pueblo (Is 1, 23; 5, 8; 
10, 1); faltas de todos, inmoralidad e idolatría escandalosas (Jr 5, 19; Ez 
22), que habían hecho de Jerusalén un lugar de abominación. 

75. Conversión y esperanza de retorno a la libertad, una libertad gratuita 
Pero Dios no se conforma con la situación en que queda colocado su 
pueblo (Lv 26, 44-45); de nuevo hay que preparar en el desierto un 
camino para el Señor (Is 40, 3); él mismo lo abrirá (Is 43, 19) y de todas 
las montañas hará caminos (Is 49, 11) para un retorno a la libertad. El 
anuncio del castigo por parte de los profetas va acompañado 
constantemente de una llamada a la conversión y de una promesa de 
renovación (Os 2, 1-2; Is 11, 11; Jr 31). La misericordia divina se 
manifiesta aquí como la expresión de un amor celoso: aun castigando, 
nada desea Dios tanto como ver reflorecer la ternura primera (Os 2, 
16-17). Por lo demás, el retorno de Babilonia no será menos gratuito que 
el éxodo de Egipto; más aún, la misericordia de Dios aparece todavía 
más en el retorno del exilio, puesto que éste era el resultado final de los 
pecados del pueblo. 

76. Experiencia universal de la esclavitud: paganos y judíos de ayer, 
masas humanas de hoy.
La experiencia de Egipto, como la de Babilonia, contiene un mensaje 
fundamental sobre la propia condición humana. Es el siguiente: Todo 
hombre vive y permanece en una esclavitud radical, en la medida en que 
Dios, Señor de la historia, no se hace camino de liberación para él. Es 
una experiencia de todos: paganos de otro tiempo que se sentían 
regidos por la fatalidad, y judíos que se negaban a confesarse esclavos 
(Jn 8, 33), pero también masas humanas de hoy día, que aspiran 
confusamente a una liberación total. 

77. Llamados por Dios a la libertad del Evangelio de Jesús 
Sin embargo, "Hermanos, vuestra vocación es la libertado" (Ga 5, 13): 
éste es uno de los aspectos esenciales del evangelio de Jesús: él vino a 
anunciar a los cautivos la liberación, a devolver a los oprimidos la libertad 
(Lc 4, 18). Pero esta libertad no debe convertirse en pretexto para el 
libertinaje (Ga 5, 13). La libertad de Cristo es otra: Cristo vino a 
proclamar los mandamientos que liberan: sed pobres, sed pacíficos, sed 
misericordiosos, sed limpios de corazón, haced obras de paz, dejaos 
perseguir por la justicia, entrad así desde ahora en el reino de los cielos 
(cf. Mt 5, 3-11). 

78. Una conversión real y realmente liberadora, signo de la presencia 
del Reino de Dios entre los hombres 
Alguien podrá decir: "He ahí un programa que nadie puede cumplir". Y 
es cierto. El hombre está "vendido como esclavo al pecado" (Rm 7, 14), 
no puede liberarse a sí mismo. Ni siquiera puede cumplir la Ley, mucho 
menos cumplirá el programa evangélico del Sermón de la Montaña. Pero 
la conversión es efecto de la irrupción gratuita del Reino de Dios en 
medio de la historia humana. Y si la conversión empieza a ser realidad (y 
realidad liberadora), entonces es que el Reino de Dios, como anunciaba 
Jesús, está en medio de nosotros (Mt 4, 17). No obstante, la realidad 
auténtica de esa liberación no podrá ser detectada con certeza por los 
hombres: pertenece al secreto de Dios. 

79. El término del éxodo pertenece al futuro. Un camino en medio del 
pecado, de la ley (exterior) y de la muerte 
Así pues, lo que el hombre no puede lo puede el Espíritu de Dios que 
prometió Jesús (Jn 3). El prosigue en cada creyente y en el mundo un 
inmenso proceso de liberación que sólo se consumará al final. El 
verdadero éxodo pertenece al futuro: cuando superadas las fronteras del 
pecado y de una ley exterior que no podía salvar al hombre, sea 
superada también la última frontera que esclaviza, la frontera de la 
muerte (1 Co 15, 25-28). Así, la existencia entera es un inmenso éxodo 
que concluye, como el éxodo (misterio pascual) de Cristo, con el "paso" 
de este mundo al Padre (Jn 13, 1; 8, 23), quien en medio del mar y en 
medio del desierto abrirá un camino donde tampoco lo hay: abrirá un 
camino decisivo en medio de la muerte. 

80. En situación personal de éxodo 
Dios conoce nuestra opresión (Ex 3, 7 ss.); nos invita como a Abraham 
(Gn 12, 1), a salir, a dejar, a caminar continuamente. El quiere "abrir las 
prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a 
los oprimidos, romper todos los cepos" (Is 58, 6), liberar al hombre de 
toda fijación infantil y secretamente idólatra a las seguridades del mundo 
presente, abrir los ojos a su propio futuro y a un elemento inherente al 
destino humano: su condición peregrina. Una cosa importante: cuando el 
hombre es libre, cuando no depende de nada, entonces está disponible 
para responder a la acción de Dios en su propia historia. Se encuentra, 
como en otro tiempo Israel en situación personal de éxodo. 
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PISTAS PARA LAS REUNIONES
TEMA 4. EXODO 

1) ¿Libre o esclavo? ¿Qué cosas te atan? 
2) Doble esclavitud: la de los débiles, la de los poderosos. ¿Dónde 
estás tú? 
3) La opresión del hombre por el miedo. Comentar en grupo los nn. 69 
y 70. 
4) El éxodo: Dios abre en la historia un proceso de liberación. 
¿Puedes contar algún éxodo personal o colectivo que hayas vivido? 

5) El destierro y la esclavitud, lo contrario del éxodo. 
Comentar en grupo los nn. 74, 75 y 76. 
6) Llamados a la libertad del Evangelio de Jesús: Ga 5, 13; Lc 4, 18; 
Mt 5, 3-11. 
¿De qué te ha liberado el Evangelio de Jesús? 
7) Dios conoce nuestra opresión (Ex 3, 7 ss.); nos invita como a 
Abrahán a salir, a dejar, a caminar continuamente (Gn 12, 1). El quiere 
"abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar 
libres a los oprimidos, romper todos los cepos" (Is 58, 6) ¿Qué significa 
esto para nosotros a nivel personal, social o eclesial? 
8) Escuchar la Canción de la libertad, de LABORDETA. Poner en 
común qué significa para cada uno. 
9) RL/OPIO: En tiempos de Marx, «aunque procedente de épocas 
anteriores, la sumisión de lo cristiano a los intereses económicos y 
políticos era evidente. En compensación, el Estado se declaraba 
confesional y privilegiaba la religión que le servía de justificación 
ideológica. Pocas, muy pocas voces se alzaban contra tal estado de 
cosas. Las iglesias oficiales se constituían en defensoras de la situación 
y opuestas a cualquier movimiento revolucionario que pretendiese un 
cambio en que la libertad dejase de ser una mera aspiración. Y no sólo 
las iglesias oficiales. La mayoría de los cristianos, drogados por una 
concepción religiosa que en realidad no era más que la expresión de los 
intereses de las clases dominantes, prestaban su apoyo al orden 
establecido, mientras que a los oprimidos se les predicaba la resignación 
ante una situación injusta que, sin embargo, se decía respondía a la 
voluntad de Dios". Comentar en grupo (·ALBERDI-BELDA, Introducción 
crítica al estudio del marxismo, Ed. CEASO. Madrid, 1977, p. 388). 
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TEMA 4-1

OBJETIVO: 
INICIACION EN LAS GRANDES EXPERIENCIAS BIBLICAS.
DESCUBRIR QUE TENER EXPERIENCIA DE FE IMPLICA UN PROCESO DE LIBERACIÓN PERSONAL Y COLECTIVO 

PUNTOS CLAVE 
* Idolos, las mismas realidades creadas: dinero, poder, placer, 
observancia exterior 
de la ley, voluntad de poder frente a Dios mismo, opresión del 
hombre por el hombre. 
* Esclavitud, experiencia universal. 
* Dios opta por la libertad. 
* Llamados a la libertad. 

PLAN DE LA REUNION 
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Presentación del objetivo, plan de la reunión, tema 4. 
* Lectura tema 4. Cuchicheo. 
* Puesta en común: Lo que más te ha llamado la atención. 
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TEMA 4-2

OBJETIVO: 
INICIACIÓN EN LAS GRANDES EXPERIENCIAS BÍBLICAS
DESCUBRIR QUE LA EXPERIENCIA DE FE IMPLICA UN PROCESO DE LIBERACIÓN PERSONAL Y COLECTIVO 

PISTA PARA LA REUNIÓN 
* "LIuvia de ideas": Ir poniendo en el encerado, en palabras clave, todo 
aquello 
que hace de nuestro mundo un mundo opresor. 
* Comentario. 

PLAN DE LA REUNION 
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Presentación del plan de la reunión, objetivo, pista. 
* "LIuvia de ideas" sobre "Un mundo opresor". 
* Posible oración final, salmo, canción.