SAN FRANCISCO DE ASÍS 10-04

1. CLARETIANOS 2002

Escribo estas líneas horas después de haber visitado la comunidad franciscana de San Petersburgo, en Rusia. He compartido el té y la conversación con fray Ireneo, un joven franciscano conventual que ha querido vivir la regla de Francisco en estas frías tierras de Rusia. Con él he hablado del "pobrecillo de Asís". Nos hemos preguntado acerca de las razones por las que este hombre suscita una admiración universal. Hay "franciscanos" entre los ortodoxos, los budistas, los musulmanes. Incluso muchos no creyentes se sienten también atraídos por la vida de Francisco. Quizá la razón última es que Francisco, como Job, se "siente pequeño". En su experiencia de pequeñez ocupa muy poco espacio. De esa forma, deja espacio a Dios y a los demás hermanos y hermanas. Junto a Francisco nadie se siente aplastado por la grandeza de su figura. Al contrario, todos encuentran sitio.

Francisco no habla de sí mismo. Habla sencillamente de su viaje al "centro". Todas las personas que intentan buscar el centro de su vida se sienten muy a gusto junto a él.

Gonzalo (gonzalo@claret.org)


2. DOMINICOS 2003

Lobo, cordero, Francisco, hermanos

San Francisco de Asís (+1226) es una de las figuras más populares de la Iglesia, por muchos rasgos de su vida:

Porque pasó de la vida alegre a la cruz; del espíritu egoísta y gastador al desposeimiento de todo en el poverello. Porque se matrimonió espiritualmente con la esposa pobreza. Porque poseyó gran sensibilidad y cercanía a la naturaleza, y fue muy rico en  fraternidad.

Su himno de las criaturas es una de las expresiones más bellas de la experiencia -que se sufre y goza- de que Dios está  presente en todas las cosas: experiencia de la finitud y pequeñez del hombre y de las cosas, ante Dios inmenso.

El franciscanismo, derivado del espíritu de san Francisco, es como la encarnación de un estilo de vida que a todos nos hermana. Gocemos con Francisco dando gracias a Dios:

Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,
 tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
tan sólo tú eres digno de toda bendición,
y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

Loado seas por toda criatura, mi Señor,
y en especial loado por el hermano sol,
que alumbra, y abre el dia, y es bello en su esplendor,
y lleva por los cielos noticia de su autor.

Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras, que tu poder creo,
tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!

Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor!
Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol,.
y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado, mi Señor!

Y por la hermana tierra, que es toda bendición,
la hermana madre tierra, que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color,
y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!

Y por los que perdonan y aguantan por tu amor
los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor,
porque les llega el tiempo de la consolación!

Agradeced sus dones, cantad su creación.
Las criaturas todas, load ami Señor. Amén.


 

Palabra de verdad en la humildad

Carta de san Pablo a los gálatas 6, 14-18:

“Hermanos: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Pues lo que cuenta no es la circuncisión o incircuncisión sino la criatura nueva. La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre Israel. En adelante, que nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.La gracia de nuestro Señor Jesucristo está con vuestro espíritu, hermanos. Amén.”

Nuevos ideales de Pablo: Cristo, su cruz, su mensaje, su Evangelio. Todo lo demás vale muy poco, comparado con ese misterio sublime.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46:

“En aquel tiempo, Jesús exclamó: Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”

Una experiencia viva, de imitación de esa actitud de Crisdto ante el Padre, es la de Francisco. Se sentía tan metido en las entrañas de Dios Padre que todo lo hablaba de Él, desde el agua del río hasta la cara de la luna.

 

Momento de reflexión

Llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.

San Francisco encontró a Cristo, de verdad, cuando se desprendió del negocio familiar: cuando arrojó por la ventana las telas que le retenían en el comercio; cuando descubrió la pobreza como un camino nuevo; cuando se abrazó al enfermo llagado y tomó la opción de vivir como hijo en el Hijo, en las entrañas y en las manos del Padre.

La vida de Francisco es todo un proceso de continua conversión, de descubrimiento y maduración en la fe, de hallazgo de valores como la fraternidad que superan cualquiera de los rostros superficiales de la vida en convivencia.

Y todo ello vestido con la dulzura, ternura, humildad y alegría de quien puso su tesoro en el Corazón de Cristo y en su Cruz.

¡Gracias, Padre, por cuanto revelaste a los humildes y sencillos!

La sabiduría de san Francisco es la sabiduría caldeada de amor, de belleza espiritual, de gozo en la felicidad ajena que se hace propia; de descalcez real para que otros tengan los pies calzados, de predicación desde el signo del silencio y anonadamiento...

Esa sabiduría, muy difícilmente encasillable en estructuras rigurosas de vida, es propia de un alma que vive en Dios y sólo en Dios.


3. FLUVIUM

        Lucas 10, 1-12 Después de esto designó el Señor a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. Y les decía:
        -La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies. Id: mirad que yo os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias, y no saludéis a nadie por el camino. En la casa en que entréis decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hubiera algún hijo de la paz, descansará sobre él vuestra paz; de lo contrario, retornará a vosotros. Permaneced en la misma casa comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el que trabaja merece su salario. No vayáis de casa en casa. Y en la ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad a los enfermos que haya en ella y decidles: «El Reino de Dios está cerca de vosotros». Pero en la ciudad donde entréis y no os acojan, salid a sus plazas y decid: «Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies lo sacudimos contra vosotros; pero sabed esto: el Reino de Dios está cerca». Os digo que en aquel día Sodoma será tratada con menos rigor que aquella ciudad.

Desprendimiento de los bienes materiales

        Conmemoramos hoy a san Francisco de Asís que, entre sus muchas virtudes, nos da ejemplo especialmente notorio de la virtud de la pobreza. Como es sabido, Francisco, de familia acomodada y con un futuro "prometedor", en el sentido humano y material de la palabra, quiso desprenderse de su hacienda y de los posibles proyectos de progreso mundano, para dedicarse a Dios y a la difusión de el Evangelio. Esa opción suya, que podría parecer para los ojos del mundo un ideal poco interesante, resultó, en cambio, enormemente atractiva para cientos y miles, que siguiendo su ejemplo se han desprendido de los bienes terrenos, para seguir más libremente a Dios, animando a todos a descubrir en Él el auténtico valor para los hombres.

        Meditamos, pues, en la contingencia y fragilidad de los bienes terrenos y en el ejemplo de pobreza que nos ofrece este gran santo que hoy celebramos, a quien podemos encomendarnos para que el Señor nos conceda amar esta virtud -la pobreza-, que él calificaba de "señora" para significar su importancia. Las cosas, incluso las que se nos presentan con su atractivo más atrayente, no dejan en ningún caso de ser caducas; bienes que nos llenan -y sólo hasta cierto punto- hoy, durante una temporada, tal vez en algún caso, por toda la vida, pero nada más. Y, para el hombre con fe, esto es muy poco.

        Por lo demás, las riquezas pueden convertirse en un poderoso obstáculo para la santidad, para la posesión de Dios, único objetivo que puede llenarnos en plenitud. Se hace necesario, por tanto, un efectivo desprendimiento de los bienes terrenos, que san Francisco practicó con heroísmo, y es una condición para la Caridad, para el amor a Dios, en que consiste la santidad: Nadie puede servir a dos señores, porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o prestará su adhesión al primero y menospreciará al segundo: no podéis servir a Dios y a las riquezas. Así se expresaba Jesús para dejarnos claro que la preocupación por los bienes materiales, en sí mismos, no es compatible con la salvación. Agradezcamos al Señor los medios materiales de que disponemos, fomentando incluso la ilusión de poder contar con más y mejores medios, pero que sean instrumentos para servirle mejor.

        Recordemos lo que decía en otra ocasión: La sal es buena; pero si hasta la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? No es útil ni para la tierra ni para el estercolero; la tiran fuera. Quien tenga oídos para oír, que oiga. El dinero es bueno, podríamos decir: lo que poseo y aquello que me ilusiona lograr es bueno, pero si se desvirtúa porque lo amo en sí mismo y no para servir mejor a Dios, para la santidad, que es mi fin en la vida, entonces resulta inútil, nefasto. En cambio, si busco en Dios mis riquezas, no sólo mantengo el "capital", sino que lo incremento de modo asombroso: No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los corroen y donde los ladrones socavan y los roban. Amontonad en cambio tesoros en el Cielo, donde ni polilla ni herrumbre corroen, y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón.

        Conviene, por lo demás, que nos preguntemos si tenemos la impresión de gastar para Dios, de invertir propiamente en el Cielo. San Francisco, dándonos un ejemplo heroico, abandonó todos sus bienes, cuando su familia y amigos esperaban que administrara con acierto su fortuna. Sólo él consideró que su mejor negocio sería "invertir" en la Vida Eterna propia y para la Vida Eterna de los demás. Es, en efecto, muy importante conocer el veradero valor de los bienes materiales, por una parte; y, por otra, en qué consiste ser rico de verdad. Dios no espera de todos un abandono absoluto de las posesiones, ya que se necesitan de ordinario para desenvolverse normalmente en la sociedad. Nos pide, en cambio, que no pongamos nuestro corazón en las cosas, pues sabe Dios que nada distinto de El puede darnos la felicidad.

        Aprendamos de la mano de Nuestra Madre esta lección que Nuestro Padre Dios enseña a sus hijos pequeños, porque queremos hacernos y que aprender como niños.


4. SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO 2004

Gal 6, 14-18
Salmo responsorial: 15
Mt 11, 25-30: Acérquense a mí todos los que están rendidos y abrumados.

Hoy, día de San Francisco de Asís, que llamó hermano incluso a los animales más feroces, como expresión extrema del mandamiento del amor de Jesús, la liturgia presenta un texto que no está exento de ironía. Jesús, decepcionado por el rechazo de su mensaje por parte de los letrados fariseos –los sabios y entendidos- se vuelve a Dios para darle gracias, porque es precisamente a la gente sencilla, -por lo común despreciada por los fariseos y doctores de la ley por no cumplir los preceptos de Dios-, a la que le ha sido revelado el mensaje, que permanece oculto para los sabios y entendidos. Éstos no conocen a Dios, porque el camino para llegar a él es su Hijo al que rechazan.

“Los sabios y entendidos” es una expresión que alude al libro de Isaías (29,14), donde Dios recrimina al pueblo su hipocresía en la relación con él, pues lo honra con los labios, pero su corazón está lejos. Los sabios y entendidos no captan el sentido de las obras de Jesús, porque su insinceridad inutiliza su ciencia, impidiéndoles aceptar las conclusiones a las que su saber debería llevarlos.

Los sencillos no tienen ese obstáculo y pueden entender lo que Dios les revela. Y es a la gente sencilla, rendida y abrumada por el peso de una absurda y complicada ley, llena de preceptos humanos, –definida como yugo insoportable- a la que hace Jesús un llamamiento para que se acerquen a él, porque su yugo “el del amor sin medida” es llevadero y su carga ligera como la de quien ama y nada escatima en complacer a la persona amada. Mientras que los fariseos se separaban del pueblo y separaban al pueblo de Dios, Jesús invita a la gente a acercarse a él y consiguientemente a Dios, sustituyendo el yugo pesado de la ley con sus múltiples preceptos por el del amor. Y para facilitar la tarea de acercar el pueblo a Dios Jesús reduce de un plumazo todos los mandamientos de la Ley antigua a uno: “Amaos como yo os he amado”. Un mandamiento que no es en realidad un mandamiento, pues el amor no se pude mandar-, sino un ruego encarecido para poder crear una sociedad alternativa basada no en el odio, la venganza o el rencor, sino en el amor, único camino que lleva al prójimo y a Dios, sendero seguro para alcanzar la felicidad y la plenitud de vida ya en este mundo.


5. DOMINICOS 2004

San Francisco de Asís (+1226) es una de las figuras más populares de la Iglesia.

Dicen que en cierta ocasión uno de sus discípulos le preguntó: ¿por qué todos vienen en pos de ti, Francisco?

Esa pregunta nos la podemos hacer también nosotros; y la respuesta la hallaremos en la atracción de estos rasgos

absoluto desposeimiento de todo, para ser el poverello,

declaración de esposo incondicional a la pobreza,

cercanía espiritual a la naturaleza,

sentido de la fraternidad que hace iguales a todos los hombres, y casi a las criaturas inferiores, porque ellas también son don de Dios.


El himno a las criaturas –que resumiremos al final- es una de las más bellas expresiones místicas de cómo se puede vivir o experimentar la presencia de Dios en todas las cosas, y, al mismo tiempo, tener experiencia de la finitud y pequeñez del hombre y de las cosas ante Dios.

El franciscanismo, derivado del espíritu de san Francisco, es la encarnación de un estilo de vida que a todos nos hermana.



La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Lectura de la carta de san Pablo a los Gálatas 6, 14-18:
“Hermanos: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Pues lo que cuenta no es la circuncisión o incircuncisión sino la criatura nueva.

La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre Israel.

En adelante, que nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.”

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46:
“En aquel tiempo, Jesús exclamó:

Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”



Reflexión para este día
Francisco encontró a Cristo, y lo amó de verdad
San Francisco encontró a Cristo en su mocedad. Lo encontró y se desprendió de todo negocio terreno, incluso del negocio familiar. Arrojó por la ventana las telas que le retenían en el comercio, y descubrió la pobreza como un camino nuevo. Se abrazó al enfermo llagado y tomó la opción de vivir como hijo en el Hijo, en las entrañas y en las manos del Padre.

Todo un proceso de vida en conversión, en descubrimiento, en maduración de fe.

Todo un extraño hallazgo de valores, como la fraternidad, que superan cualquiera de los rostros superficiales de la vida en convivencia, según leyes, economías, actitudes convencionales.

Y todo ello vestido con la dulzura, ternura, humildad y alegría de quien puso su tesoro en el Corazón de Cristo y en su Cruz. DIFÍCILMENTE IMITABLE, PERO HERMOSO.

Recitemos también nosotros con Francisco algunas estrofas del Himno de la criaturas:

Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor, tuyas son la alabanza, la gloria y el honor; tan sólo tú eres digno de toda bendición, y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

Loado seas por toda criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano sol, que alumbra y abre el día, y es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de tu amor.

Y por la hermana luna, de blanca luz menor, y las estrellas todas, que tu poder creó, tan limpias, tan herniosas, tan vivas como son, y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!


6.