09-24 NTRA. SRA. DE LA MERCED

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1. DOMINICOS 2003

Hoy la piedad cristiana hace memoria entrañable de la Virgen María bajo el título de La Merced. Oremos con el pueblo de fe:

María, Virgen de la Merced,
alcánzanos de tu Hijo misericordia y perdón.
María, Virgen de la Merced,
libera a millones de oprimidos en el mundo.
María, Virgen de la Merced,
rompe las cadenas de odios, ambiciones, injusticias.
María, Virgen  de la merced,
líbranos de terrorismo, hambrunas, drogas, miserias.

En el siglo XIII, san Pedro Nolasco y sus colaboradores  vivieron muy de cerca la  experiencia de muchos cautivos, prisioneros de guerra, oprimidos, y, con el propósito de ayudarlos y liberarlos, formaron la comunidad de frailes Mercedarios dedicados a la redención de cautivos. Y, como eran hombres de gran fe, pusieron toda su obra bajo la protección de Santa María, Virgen de la Merced, madre nuestra espiritual. ¿Qué mejor protectora y animadora podían encontrar en tan difícil ministerio? 

Hoy nosotros, a imitación suya, pidamos también a Nuestra Señora que en Colombia, Irak, Liberia, Ruanda,  Argelia..., y en cualquiera de nuestras ciudades, proteja y anime todas las obras promovidas a favor de la justicia, igualdad, convivencia entre los pueblos, con la mirada puesta en Cristo Jesús.


2.

Comentario: Cardenal Ricard Mª Carles i Gordó, Arzobispo Emérito de Barcelona (España)

«Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús»

Hoy celebramos Nuestra Señora de la Merced, solemnidad en Barcelona. En el Evangelio vemos presente a María en las bodas de Caná, dónde «también fue invitado Jesús con sus discípulos» (Jn 2,1-2). Jesús, María y los discípulos, ¡es decir, nosotros!

Nunca pudo una madre escoger a su hijo. Menos todavía un hijo ha podido escoger a su madre. Solamente Cristo pudo hacerlo. Por eso se la hizo con una perfección total, y después nos la ofreció también como madre nuestra: «He ahí a tu madre» (Jn 19,27). Por eso los cristianos la amamos cordialísimamente.

La mejor prueba de que podemos conseguir nuestra meta es María. Toda la ilusión de un Dios que ha hecho buena la creación, que promete un futuro bueno al hombre en todo el Antiguo Testamento, promete un cumplimiento cierto, como signo de su amor, que aparece insuperablemente perfecto en María. En María, la perfección de un ser humano se ha hecho historia.

En el diálogo de amor entre Dios y el hombre se cruza la sombra del pecado. Pero se cruza después de una gran luz: la figura de una mujer maravillosa, merced a la cual el Verbo, hecho hombre, abrazó, de nuevo y definitivamente, a la creación, para devolverla al Padre.

Pero Nuestra Señora de la Merced, por ser la patrona de Barcelona, lo es de la capital de Cataluña y, desde aquí, desde la casa de la Madre de los barceloneses, debemos ampliar la mirada y pensar y amar nuestra tierra desde una mirada de fe. Porque es un año más en la historia de nuestra ciudad y de nuestro país. Historia porque, a diferencia de los demás seres vivos, el hombre tiene historia, es decir, no repite interminablemente un determinado modo de obrar a lo largo de la existencia de su propia especie.

Lo que ennoblece al hombre es más su sentido moral que no los instrumentos materiales y la inteligencia. Se puede poseer mucha técnica e inteligencia y no lograr la felicidad, ni ser útil para los demás. Por ello, nos acogemos a la protección de Santa María, Consuelo de los afligidos.


3.