09-19  San Jenaro, cuya sangre se licua 

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1. DOMINICOS 2003

Hay cosas que no sabemos explicar

En el día de hoy sólo en algunas iglesias suele hacerse memoria de san Jenaro, obispo de Benevento; pero su popularidad es muy grande y debemos recordarlo.

Martirizado en Puzzuoli el año 405 con otros seis compañeros, sus reliquias fueron depositadas en la catedral de Nápoles.

San Jenaro es tanto un  personaje real como una figura de leyenda. Como personaje real, fue obispo en el siglo IV y predicador evangélico que se derramó en caridad por toda la zona amenazada del Vesubio; y como figura de leyenda lleva sobre sus espaldas el peso de innumerables prodigios.

La ciudad e iglesia de Nápoles lo tienen por tan suyo que es como su estandarte, patrono y nube protectora; y la leyenda lo presenta como ángel tutelar que recorre países extraños en los que realiza acciones “encantadas”.

En Nápoles, el día de hoy, 19 de septiembre (y también en algunas otras fechas ocasionales o providenciales), su sangre, seca y solidificada durante el año, se vuelve líquida y de color rojo, dentro de la ampolla que la contiene.

El hecho resulta innegable. Y no sabemos explicarlo científicamente. Dios sí lo sabe, y el misterio pervive.

¡Dios sea bendito en sus santos y en sus maravillas!

ORACIÓN:

Danos, Señor, el don de la cordura para no desfigurar la vida ejemplar y heroica de los santos, hijos de Dios que hacen de su existencia un servicio de amor a los demás; y danos también la grandeza de espíritu que nos hace reconocer nuestra pequeñez,  admirar las maravillas de Dios y de nuestros hermanos, impregnar de fe  y  confianza  nuestras acciones en servicio a los hombres y al Evangelio, y gozarnos en el bien dondequiera que brille. Amén.