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EL JESÚS HISTÓRICO                                                                                   Tema 7

La actuación de Jesús > Documento 3

 

 

 

 

LAS COMIDAS DE JESÚS

 

 

Las comidas de Jesús ocupan un lugar considerable en la tradición evangélica. Comer con otras personas fue para Jesús una forma privilegiada de dar a conocer el proyecto de Dios. A Jesús le encontramos dando de comer a una gran multitud, sentado a la mesa de quienes le invitaban, o en la última cena con sus discípulos. Las comidas fueron tan importantes en su vida, que cuando resucitó sus discípulos le reconocieron con frecuencia al compartir la mesa con Él. Su vida no se entiende sin estas comidas, y tampoco su muerte, porque en cierto modo Jesús murió por la forma en que comía. No es extraño que la forma de comer fuera una cuestión muy importante para sus discípulos también. Basta con recordar el episodio del encuentro entre Pedro y Cornelio que cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 10,1-11,18), o leer despacio las recomendaciones de la Asamblea de Jerusalén (Hch 15,1-35) para darnos cuenta que las comidas siguieron siendo muy importantes para los cristianos.

  • Nos interesa en este momento sólo un grupo de estas comidas, aquellas en las que Jesús comparte la mesa con personas que entonces no gozaban de buena reputación. Los evangelios narran con cierto detalle algunas de ellas. Marcos, por ejemplo, cuenta como Jesús se sentó a la mesa con un grupo de recaudadores de impuestos en casa de Leví (Mc 2,14-17). Lucas cuenta cómo Jesús aceptó la hospitalidad de Zaqueo y fue a hospedarse en su casa (Lc 19,1-10). Y no sólo lo hacía él, sino que cuando envió a sus discípulos a anunciar la buena noticia de la llegada del Reinado de Dios, les recomendó: ìquedaos en la casa que os reciba, comed y bebed de lo suyoî (Lc 10,7).

  • Esta forma de actuar suscitó importantes críticas contra Él. Los fariseos se quejaron a sus discípulos: ìVuestro maestro come con publicanos y pecadoresî (Mc 2,16), y el mismo Jesús se hizo eco de estas acusaciones cuando dijo ìViene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: Ahí tenéis a un comilón y a un borracho, amigo de publicanos y pecadoresî (Lc 7,34). Esta acusación revela que tanto para Jesús como para sus adversarios, las comidas con los pecadores eran un asunto capital.

  • Es interesante observar las respuestas que Jesús da a esta acusación. Todas ellas tienen que ver con la oferta de la salvación para todos. Es representativa la que encontramos después de que los fariseos recriminen a sus discípulos esta forma de actuar. Jesús les responde diciendo: ìNo tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos; no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadoresî (Mc 2,17). Esto significa que sus comidas, y en concreto sus comidas con los pecadores y publicanos estaban relacionadas con su misión.

 

Lo mismo que en caso de los exorcismos, a los lectores actuales nos llama poderosamente la atención la reacción social que desencadenaron las comidas de Jesús. Para comprender el significado de estas comidas y de las reacciones que suscitaron tenemos que situarlas en el contexto social de aquella época.

  • La antropología cultural ha mostrado que en todas las sociedades las comidas poseen un enorme valor simbólico. En ellas se reproduce a escala reducida el sistema social y su organización jerárquica. Basta observar cómo nos colocamos todavía hoy en la mesa y el orden en el que se sirven los alimentos, o incluso el hecho de que a las personas de mayor dignidad en la casa se les reserven ciertos alimentos, para darnos cuenta de que todavía hoy las comidas son un medio para reforzar la estructura de un grupo. Esto ocurre en las comidas privadas, pero sobre todo en los banquetes públicos.

  • Las comidas sirven, al mismo tiempo, para unir a los que las comparten y separarlos de los demás, y por eso son muy eficaces para reforzar las líneas divisorias entre los grupos. Estas fronteras se refuerzan de varias formas. La más importante es la comunión de mesa, es decir, la comida nos une a aquellos con los que comemos y nos separa de aquellos con quien nos está prohibido comer. Estas líneas de separación pueden trazarse también delimitando qué alimentos está permitido comer y cuáles no. Con este mismo objetivo se establecen días en los que los miembros de un grupo celebran comidas especiales, y también días en los que dichos grupos se privan de la comida (ayuno).

  • El Judaísmo había acentuado todos estos elementos confiriendo a las comidas un significado político-religioso, y asignándoles al función de delimitar las fronteras entre los que pertenecían al pueblo de Israel y los que no. Había personas con las que no se podía compartir la mesa, porque su forma de actuar (publicanos y pecadores) o su condición social (ciegos, cojos, etc) los excluía de la comunión con los miembros del pueblo elegido. También eran muy rígidas las normas acerca de los alimentos puros e impuros, y sobre los días en que se debía ayunar.

 

Las comidas de Jesús tenían un enorme significado porque violaban casi todas estas normas. Jesús comía con personas con las que un buen judío no debía compartir la mesa. Además declaraba que todos los alimentos eran puros, y para colmo no observaba el ayuno ni quería que sus discípulos lo hicieran (Mc 2,18-22). Tenemos que preguntarnos por qué Jesús se comportó de una forma tan provocadora.

 

-Si las comidas son un microcosmos del sistema social, una forma de comer distinta de la habitual puede ser una forma de poner en crisis dicho sistema social. La sociedad en que Jesús nació estaba determinada por un rígido sistema de pureza, que dividía a los seres humanos según su sexo, su condición social y su pertenencia étnica. Al romper estos esquemas, Jesús quiere romper estas fronteras que separan a los puros de los impuros. El sistema social que aparece en sus comidas es el de una familia en la que todos son iguales.

  • Por otro lado, al admitir en su compañía a los publicanos y a otros pecadores públicos, Jesús ponía en práctica una estrategia de reintegración social, que también mandó practicar a sus discípulos. Esta estrategia es muy semejante a la que hemos descubierto en el caso de las sanaciones y los exorcismos. Los publicanos, los pecadores, los enfermos y los endemoniados tenían en común algo muy importante: todos ellos habían sido marginados por la sociedad en la que vivían. La forma de actuar de Jesús termina con esta situación de marginación.

  • Finalmente la comidas de Jesús tienen mucho que ver con la llegada del reinado de Dios. Esta relación aparece en sus parábolas y en su predicación. Ya los profetas habían relacionado las comidas con el cumplimiento de las promesas de Dios (Is 2). Jesús asume y amplía esta relación. El reino es un gran banquete en el que los puestos de honor se organizan de otra manera; un banquete al que hay que invitar sobre todo a los ciegos, cojos, lisiados, indigentes, etc (Lc 14). Jesús no renunció a este comportamiento contracultural, porque sus comidas expresaban y hacían presente el Reinado de Dios que anunciaba en su predicación.

 

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