JESÚS "EL MAESTRO"

Excursus histórico-carismático

Actas del Seminario internacional sobre
"Jesús, el Maestro"
(Ariccia, 14-24 de octubre de 1996)

por Eliseo Sgarbossa ssp

 

III. EL "MAESTRO PERFECTO, O SEA, EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA"

En Abundantes divitiae el P. Alberione escribía que, de las "devociones" practicadas ya en el seminario, introdujo en la Familia Paulina la de Jesús Maestro, "que compendia todas las demás devociones a Jesucristo" (AD 180).(99) Esta "devoción" tiene, pues, una historia, como hemos visto en los Cuadernos de la predicación alberoniana; sin embargo el título de Jesús Maestro no entra explícitamente en las fórmulas oficiales de la piedad paulina, ni en ningún otro texto del período fundacional, hasta después de 1920. En las oraciones de la comunidad, Jesús era invocado con los títulos tradicionales, y las imágenes iconográficas lo representan con las semblanzas del Sagrado Corazón.(100) Pero este silencio sobre el título del Maestro forma parte, al parecer, de aquella elección prudencial de "kénosis" a la que aludía el mismo P. Alberione hablando de los orígenes de la Familia Paulina.(101)

El giro decisivo en la explicitación del título, de la doctrina y de la "devoción" a Jesús Maestro se registra a partir de agosto de 1921, con la entrada de las comunidades paulinas en su casa, recién construida, tras las frecuentes mudanzas a casas ajenas.

1. La "luz de la verdad"

En el mes de julio de 1921 se anunciaba próxima la mudanza definitiva y se precisaba que la nueva casa "es para la difusión del Evangelio...; es como una iglesia donde se debe hacer resplandecer la luz de la verdad... "Ut luceat omnibus" [Mt 5,15]... Las máquinas son púlpito; los obreros, los predicadores...".(102)

La circunstancia inspiró "reflexiones ante la maquinaria" en las que se esboza una primera teología de la técnica y de la predicación instrumental.(103) Se teoriza, en términos de apostolado paulino, sobre el debatido problema de la prensa católica, con la conclusión de que "es sobre todo cuestión de almas". Y cuando las hay, se puede iniciar la gran empresa. "La buena prensa tiene necesidad de escritores, de operarios que trabajen con espíritu genuino, como en un verdadero apostolado... Ahora se empieza... Finalmente tendremos pronto una casa apropiada a tal fin; hay un número suficiente de personas que se han unido como en una sociedad de almas, de voluntades, de corazones para la obra de la buena prensa... Hay numerosas y verdaderas vocaciones... Por eso la casa toma su verdadero nombre: "Pía Sociedad de San Pablo". La Escuela Tipográfica, abierta hace siete años, ha sido un período de preparación, de aprendizaje" (PP 144-145).(104) Así la familia del P. Alberione recibía su denominación histórica y comenzaba a reflexionar sobre su alma e identidad.

La mudanza se hizo el 10 de agosto. Tres semanas más tarde comenzaba la impresión del periódico La Domenica. El 21 de septiembre el arzobispo de Pisa, cardenal Pedro Maffi, escribió al P. Alberione un mensaje de aliento (cfr PP 414-415). El 5 de octubre, en forma semioficial, arrancaba la nueva Congregación mediante la emisión de los votos perpetuos del Fundador y de 14 jóvenes, mientras otros 15 candidatos emitían los votos temporales.(105) El mismo día la casa era bendecida por el obispo, Mons. Re, y —particular significativo para nosotros— la casa que acogía provisionalmente a la comunidad femenina recibía el título de "Jesús Maestro".

El 23 de noviembre se presentaba a la curia diocesana la relación sobre la fundación, donde se afirmaba que el P. Alberione, en cuanto Superior General, era llamado "Maestro General"... Es notable la enumeración de las actividades apostólicas en curso, entre ellas tres periódicos: Gazzetta d’Alba, Vita Pastorale y La Doménica, además de 52 boletines parroquiales y la creación de 150 bibliotecas circulantes.(106)

En enero de 1922 el P. Alberione fue a Roma para una audiencia pontificia y, al volver, se hospedó en casa del cardenal Maffi en Pisa. Vuelto a Alba, puso en marcha el quincenal Doctrina y hechos. El apremio dominante en aquellos meses era cómo transfundir a todas las ediciones la palabra y el espíritu del Evangelio: "Nuestra preocupación es la difusión del Evangelio ante todo con la prensa".(107) -

2. La "Escuela" y los "Discípulos del Divino Maestro"

Dos artículos, respectivamente del 4 de junio y del 10 de agosto de 1922, que pretendían ilustrar contextualmente las "tres devociones" a Jesús Maestro, a la Reina de los Apóstoles y a san Pablo (cfr UCBS nn. 7 y 9 de 1922; PP 456-457), dejan entrever una visión bastante definida de las respectivas motivaciones doctrinales y de las correspondientes expresiones espirituales, apostólicas y formativas. Discurso aparte merece el concepto de "devoción", sobre el que luego insistiremos.(108)

El tema que aquí nos interesa concierne a la definición de Jesús, "el único y verdadero Maestro de las gentes", y su "escuela", evocada por los evangelios. "Leamos siempre con emoción, con fruto, con pasión, las páginas del Evangelio, cuando los apóstoles a la escuela de Jesús le pedían: "Maestro, enséñanos a orar"; cuando las turbas se apiñaban para escuchar la palabra de vida eterna del Divino Maestro; cuando los jóvenes se le acercaban confiadamente y preguntaban: "Maestro, ¿qué debo hacer para obtener la vida eterna?" Al Salvador le gustaba el apelativo de Maestro, y expresó su agrado: "Vosotros me llamáis Maestro y hacéis bien, porque lo soy"".

Merece la pena subrayar los elementos fundamentales de esta "escuela":

Ahora "la Pía Sociedad de San Pablo ha puesto bajo la protección y la guía del Divino Maestro a sus alumnos que aspiran al apostolado de la Buena Prensa y los llama Discípulos del Divino Maestro" (UCBS 4 junio 1922). Pero ¿quiénes son en realidad estos "discípulos"? No es fácil establecerlo con exactitud, dado que este término cambió a menudo de significado en el curso de pocos años.

En 1917 todos los componentes de la primera comunidad paulina, exceptuado el Fundador, eran alumnos que aspiraban al apostolado de la Buena Prensa; sin embargo entre ellos había "estudiantes" y "obreros", los primeros destinados al doctorado en ciencias sociales y los segundos a la dirección de la imprenta.(110) En 1922, como acabamos de ver, el título de "discípulos" designaba a todos los aspirantes, sin precisar cuáles. En 1924, se dirá que "a él [Jesús Maestro] están dedicados los "postulantes", llamados Discípulos del Divino Maestro" (UCBS 15 agosto 1924). Por fin, desde octubre de 1928, el título indicará exclusivamente a los Hermanos consagrados a Dios para la misión paulina junto a los sacerdotes.(111)

Volviendo a la "escuela" del Divino Maestro, dos son las formas privilegiadas de participación: la lectura cotidiana del Evangelio y la asiduidad a la visita Eucarística. La lectura del Evangelio es aconsejada sobre todo en la primera parte de la visita, pero es normativa para todos los estudiantes al comienzo de las lecciones cotidianas. La adoración eucarística tiene ya una larga tradición desde la juventud alberoniana en el seminario; pero adquiere una progresiva consistencia y especificación en la nueva casa de la Sociedad de San Pablo, particularmente entre 1918 y 1923, cuando se convierte en parte esencial de la "laus eucharistica" que acompaña al trabajo apostólico de cada día.(112) El primer domingo del mes la adoración es solemne, pública y dedicada a la promoción de la buena prensa.(113) Esta iniciativa asumirá su plena función animadora y promotora en el curso de los años veinte, como veremos. Pero también ella saca fuerza y luz de una segunda experiencia carismática del P. Alberione, vivida entre fines de 1922 y la primavera de 1923.

3. "Jesús Maestro decía: ...Desde aquí quiero iluminar"

Sólo en los años de la madurez el P. Alberione accedió a hablar de sus sueños reveladores. La primera confidencia, por lo que nos consta, se remonta a junio de 1938, durante un curso de Ejercicios predicados a los sacerdotes (cfr MV nn. 138-139); la segunda, más explícita, en 1954 (cfr AD 26 y 151-158).(114) Según ambas narraciones, se intuye que los sueños fueron al menos dos.

El primer sueño, que se remonta al tardo verano de 1922, concernía al "dolor más grande" (por las desviaciones y deserciones) y el aliento de Jesús acerca de las vocaciones; el segundo, tenido en la primavera de 1923, consistió en la visión del Maestro que le indicaba el sagrario y lo tranquilizaba. Los relatos de ambos sueños se integran e iluminan recíprocamente.(115)

Conviene recordar que en aquellos meses el P. Alberione estaba viviendo la doble pasión sufrida por el apóstol Pablo: penas físicas en su propia persona (enfermedad grave de tuberculosis) y penas morales por el futuro de la fundación y de sus miembros (la "espina en el corazón"). Una crónica de aquel tiempo testimonia el espíritu penitencial con que las comunidades, masculina y femenina, participaban en los sufrimientos del Fundador: un nuevo Vía crucis, inaugurado en marzo de 1923 con una función que duró dos horas, era comentado así: "El Vía crucis lleva el corazón a odiar el pecado..., a sacrificarse por las almas. Y la casa de San Pablo es la casa donde... todos viven por el Divino Maestro" (PP 118).

En tal contexto se comprende la importancia del sueño y de las palabras del Maestro Divino: "No temáis, yo estoy con vosotros. — Desde aquí quiero iluminar. — Vivid en continua conversión". En su narración de 1954 el P. Alberione evidenciaba, además del divino mensaje y los motivos de esperanza, su derivación del sagrario: "De Él, el Maestro, se ha de recibir toda la luz". Una insistencia particular versó sobre el tema de la "luz", cuya palabra se repite seis veces en tan sólo unas líneas; con las siguientes modulaciones: luz del sagrario; luz que envuelve la figura del Maestro; luz que se identifica con el Maestro mismo, el cual nos ilumina ("Yo soy vuestra luz"); luz que nos hace "reflectores" suyos; luz fuerte e irradiante, de evidente carácter normativo: "Una invitación a tomarlo todo de él, Maestro Divino presente en el sagrario". Y de ello la conclusión: "Entiéndase y cada uno piense que es transmisor de luz, altavoz de Cristo, secretario de los evangelistas y de san Pablo...; que la pluma de la mano con la pluma del tintero de la máquina impresora cumplen una única misión" (AD 157).

Las consecuencias de este sueño se manifestarán pronto en la explosión de las sucesivas iniciativas apostólicas y, en el plano estrictamente carismático, en una formulación cada vez más explícita de la "devoción" al Maestro Divino. (sumario)