Conclusiones
1. La materia y la vida
El tema comenzaba explicando que las leyes que rigen la materia no son
materiales: el orden no es algo material. De todos modos habrá gente, por los
motivos que sean, que no aceptan esta realidad. Cabría preguntarles: esa no
aceptación...¿también es material?
Hablando de los seres vivos estudiamos que la vida no sólo es un conjunto de
actos sino ante todo la causa de todos ellos. Esto supone un núcleo de control
de orden en el desarrollo y actividad de los seres vivos. Históricamente se ha
llamado psique y la hemos identificado con la forma sustancial. Este centro de
control, que no es un elemento material, tiene de algún modo programado el
futuro metabólico del organismo; en este sentido funciona como con el tiempo al
revés.
Respecto al origen de la vida fue significativo el texto titulado "el
misterio del transistor" que asemejaba el sonido a la psique. La
inmaterialidad de la psique ha sido negada por las posturas materialistas y, en
concreto, por el mecanicismo que llega a negar la libertad en el hombre.
Por otra parte la evolución es un hecho innegable; sin ir más lejos podemos
ver nuestra propia historia. También parece que está comprobada la evolución
dentro de las especies. Pero otra cosa es el evolucionismo que sostiene la
negación de las naturalezas de los seres, el azar como explicación de la vida
y la autosuficiencia del universo.
Como ya vimos, creación y evolución no tienen por qué contraponerse porque
están en planos diferentes. La creación sí se contrapone a un azar radical
que no da cuenta de nada y a un evolucionismo que desconocía la realidad del código
genético, que es el que fundamenta bioquímicamente las naturalezas de los
seres.
La importancia fundamental de este tema radica sobre el origen del universo y
sobre la naturaleza humana.
La creación es demostrable por la razón: así como puede ser demostrado que el
cosmos depende de una causa exterior a él.
Si todo orden no es material con menos motivo la psique racional humana que
alberga capacidades espirituales como la inteligencia y la voluntad. Esta
característica humana lleva a pensar para los que saben distinguir entre espíritu
y materia -que en el hombre se dan unidos en una naturaleza- que la psique
humana es directamente creada e infundida en el momento de la concepción por
una causa extramaterial. También en la especie humana se ha dado cierta evolución
pero la inteligencia y la libertad son propiedades esenciales que distinguen a
una persona de un animal.
La idea cristiana de creación es perfectamente razonable así como la
consideración de la persona como un ser material y espiritual.
2. La persona humana
El hombre es un ser de naturaleza racional y por tanto libre: capaz de elegir
sus propios fines. Es por tanto un ser moral por naturaleza. Su dignidad radica
no sólo en lo que hace sino también y sobre todo en lo que es y no es por
propia voluntad sino por una causa externa a él.
La persona es un ser social; es decir: puede repartir y compartir con sus
semejantes. Al hablar del término original hablamos de que la realización de
la persona está en función de su generosidad frente al encerramiento en sus
propios intereses. La persona, a diferencia del animal, puede ponerse en el
lugar del otro y por esto es un símbolo del Absoluto.
Esta dimensión social se relaciona con la idea de que más importante que lo
que yo espero de la vida es lo que la vida espera de mí. Esta apertura es algo
natural en el hombre. El hombre se realiza del modo más profundo cuando ama y
el amor es una realidad con muchas facetas. Todas ellas se finalizan por el amor
de benevolencia que es amar al otro por él mismo y no por el interés o la
satisfacción que esto me reporte.
Toda esta antropología de la donación se basa en dos cuestiones fundamentales.
Por un lado en la inmortalidad del hombre razonada a partir de capacidades psíquicas
humanas que no se finalizan en el mantenimiento en vida del propio organismo.
Sin la inmortalidad humana la donación sería una burla tremenda y toda la vida
un sinsentido. Por otra parte la perfección de la donación supone no sólo una
cierta deportividad moral sino una ayuda de Dios. Sin la ayuda divina el hombre
no puede realizarse en el darse porque los demás por los demás no es un motivo
suficiente. Mucha gente ha sido y es engañada e incluso ha muerto por su
generosidad. Sin la ayuda de Dios el amor de benevolencia se reduciría a una
filantropía opcional y transitoria. Destacados autores del personalismo
contemporáneo afirman que las personas estamos unas en otras, en cierta manera,
porque nuestras verdades son por relación a una verdad absoluta personal.
3. El conocimiento humano
En la película del milagro de Ana Sullivan vimos que no hay nada en el
entendimiento que no haya entrado antes por los sentidos. También era patente
la distinción entre la capacidad de entender y el hecho de entender. El cerebro
de la chica no estaba dañado pero el cerebro no es su inteligencia porque la
inteligencia no es orgánica. El cerebro es un sustrato biológico que hace
posible la plasmación de hechos que denotan inteligencia como el lenguaje
humano. Lo propio del ser humano no es sólo captar imágenes- en Helen estaban
reducidas a los sentidos de tacto, gusto y olfato- sino conceptos universales o
ideas que se dicen de muchas realidades parecidas. Nada hay en el entendimiento
que antes no haya pasado por los sentidos. Estas ideas suponen el conocimiento
del significado de las cosas de la realidad.
Cuando Ocam dice que solo podemos conocer individuos y que los conceptos
generales no existen...¿acaso no está expresando él una idea universal? ¿En
qué imagen concreta se basa para emitir su ley general de negación de los
universales?...Cuando Hume niega los conceptos universales los confunde con imágenes
concretas como le ocurre cuando pone el ejemplo de los triángulos sin reparar
en que el concepto es una ley general.
A estos conceptos no puede llegar la impropiamente llamada inteligencia
artificial. Los ordenadores ordenan pero no comprenden lo que ordenan ni se
comprenden a sí mismos.
La imaginación y el pensamiento están íntimamente unidos pero el pensamiento
ordena las imágenes que tenemos y es capaz de sacar conclusiones inmateriales a
partir de ellas: por esto el pensamiento es superior a la imaginación y se
distingue de ella.
La película también nos hace ver la objetividad de la realidad como algo
anterior a nuestra mente. Las cosas son como son antes de que Helen las conozca.
Primero es la realidad; luego el pensamiento. La verdad no está tanto en que
tengamos clara una idea -como dice Descartes- sino en que esa idea se
corresponda con la verdad de la realidad. La chica sí que estaba aislada por la
burbuja provocada por su discapacitación de la vista y del oído; pero no por
la pretendida burbuja de la inmanencia kantiana que nos aisla de lo que es la
realidad en sí misma.
La inteligencia y la voluntad influyen una en la otra. Si Helen no hubiera
querido aprender no lo hubiera logrado por muchos que hubieran sido los
esfuerzos de su maestra: para entender hay quequerer. Cuando finalmente Helen
entiende se le abre el mundo. Ella de un modo libre es capaz de expresar símbolos
o representaciones de la realidad mediante un lenguaje aprendido. Una palabra
encierra la expresión del sentido de una realidad que nos lleva al conocimiento
de toda la realidad. Ana dice a Helen que con una palabra podría el mundo en
sus manos. Esto es una afirmación de la metafísica.
La conciencia no es, por tanto, una generadora de sentidos como dice Sartre,
sino una captadora de sentidos que es capaz de representar libremente.
Cuando Helen entiende el lenguaje puede comunicarse, salir de sí misma,
enriquecerse con la realidad. Siente una inmensa gratitud para su maestra a la
que manifiesta amor de benevolencia; es decir: una síntesis de cariño y
gratitud. Porque entiende es capaz de amar: éste es el sentido de la filosofía.
4. Libertad, virtudes y felicidad
La felicidad era llamada por los griegos eudaimonía que se traduce por estar
bien conmigo mismo. Y estaré bien conmigo mismo si actúo de acuerdo con mi
naturaleza. Lo más inmediato es entender la felicidad como posesión de bienes.
Pero ningún bien concreto sacia la sed de felicidad. ¿Por qué? Porque el
hombre tiende a un Bien absoluto. Si me entiendo en relación al Bien
Absoluto-que se identifica con una Inteligencia y una Voluntad absolutas- es
cuando puedo descubrir que yo soy un bien personal y todo bien se ofrece. Es
decir, el hombre es un ser que quiere bienes y consigue ser relativamente feliz
no sólo cuando busca bienes concretos finalizados por el bien absoluto sino
cuando descubre que él mismo es un bien que tiene que ser ofrecido de un modo
acorde a su naturaleza: de un modo libre.
La triple dimensión de la libertad -de naturaleza, el libre arbitrio y la
libertad moral- nos descubre que esta característica es fundamental para que el
hombre sea lo que es: una biografía.
La inteligencia ve como verdad lo que la voluntad querrá como bien. Entender
tiende a comprender la complejidad de una unidad. Querer tiende a poseer la
realidad querida: a hacerse uno con ella. Por esto, aunque querer sea más
satisfactorio que entender, la inteligencia tiene prioridad sobre la voluntad.
Nunca se puede querer en directo un mal; el hombre busca lo bueno; incluso
cuando hay un mal: un mal es un bien desordenado. Sin un sistema de referencia
que lleve a un Bien necesario no se puede hablar ni de bienes ni de males
objetivos.
La libertad está finalizada por el bien. La libertad es personal y por tanto
responsable. Querer ser libre sin ser responsable es querer no ser persona.
La persona es unidad sustancial de cuerpo y psique. Si la libertad no admite los
límites corporales no será humana, contra la postura de Descartes.
La moralidad busca un bien objetivo; por tanto una moral de solo intención es
insuficiente frente a lo que dice Hume.
La libertad se realiza en actos concretos forjando hábitos que son virtudes o
vicios. Las virtudes humanas fundamentales son la prudencia, la justicia, la
fortaleza y la templanza. La prudencia es la que se identifica con la esencia de
la virtud misma: un máximo de perfección entre dos extremos viciosos.
Una concepción de la libertad como un valor absoluto al estilo de Sartre
conduce al sinsentido. Una concepción de la realidad como amoral al estilo de
Nietzsche desconoce que el ser se identifica con la verdad y con el bien. Por
tanto: la realidad tiene una fundamentación moral objetiva.
El liberal capitalismo radicaliza la libertad. El marxismo hace lo mismo con la
igualdad. Pero igualdad y libertad se necesitan una a otra porque todos los
hombres tienen una dignidad, don que mueve a actuar con libertad.
La ética hedonista centra la felicidad en el consumo de bienes. La ética del
puro deber se olvida de la felicidad. Ambas coinciden en centrar la felicidad en
uno mismo. Sólo dándose la vuelta hacia la realidad y viendo en ella el bien
es como el hombre descubre la paradoja de la felicidad.
5. La justicia
El conocimiento del bien compromete a la persona que se siente inclinada hacia
este deber de un modo natural. Esta ley natural de las personas fundamenta sus
derechos humanos.
La ley natural es algo evidente y por esto no necesita demostración. Su
fundamento tiene que estar fuera del hombre porque si fuéramos totalmente autónomos
respecto a nuestros derechos y deberes podríamos cambiarlos según los propios
intereses. El origen sobrehumano de la ley natural la hace más humana.
Transgredir la ley natural supone una violencia a la propia naturaleza humana.
Cuando la transgresión es llevada a cabo por la propia legalidad de un país
las consecuencias pueden ser muy graves para toda la sociedad. El positivismo
jurídico niega la ley natural afirmando sólo la ley escrita. Lo acontecido en
la Alemania nazi pone de manifiesto a lo que esta postura puede llegar.
La ley ha de basarse en la naturaleza humana. La lógica de la ley no puede
olvidarse de los derechos humanos porque sería injusta y; por tanto no se la
puede considerar como verdadera ley. Por esto, en la película Vencedores o
vencidos, el Presidente del Tribunal le dice al abogado defensor que "ser lógico
no es necesariamente ser justo".
La justicia es ante todo una virtud personal y la persona es un símbolo del
absoluto. Esto significa que si soy justo con una persona lo soy en cierta
manera con toda la humanidad (aunque la humanidad no es un Absoluto; el Absoluto
es quien ha creado la humanidad).
La justicia se dice respecto a otro. Tiene una esencial dimensión social. Pero
la moralidad personal tiene una consecuencia indirecta sobre la justicia. Si soy
más moral seré más justo.
Las justicias conmutativa (entre los ciudadanos), distributiva (del Estado
respecto a los ciudadanos) y legal(de los ciudadanos respecto al Estado)
configuran los tres tipos fundamentales de la justicia.
El gobernante ha de ser imparcial respecto a los ciudadanos. El juez tiene que
conjugar la misericordia y la justicia.
Respecto a las referencias históricas de pensadores caben destacarse a Hobbes y
Hume. Desde posturas contrarias afirman que los hombres se mueven únicamente
por intereses y esto no es cierto.
Los materialismos, tanto el liberal-capitalista como el marxista, no se adecúan
a la ley natural porque no respetan la necesaria articulación igualdad-libertad
que existe entre los hombres. Una articulación que ha de ser continuamente
perfeccionada. La justicia, que nunca es total en este mundo, ha de ser
continuamente reinstaurada. Este fue el empeño de la ONU en su Declaración de
los Derechos humanos. Ante esa misma asamblea Juan Pablo II pronunció un histórico
discurso sobre los derechos humanos y los derechos de las naciones-cuya
formulación legal está todavía por hacer-. Estos derechos deben basarse en la
conciencia humana orientada hacia la trascendencia. Posteriormente Juan Pablo
II, destacado pensador sobre los Derechos humanos, los ha definido como
"Derechos de Dios".
6. Familia, trabajo, sociedad
El amor es la tendencia a la posesión de un bien. Según a los bienes que
aspiremos así serán nuestros tipos de amor; y así seremos nosotros mismos. El
amor fundamental para el género humano es el amor entre el hombre y la mujer.
Este amor tiene lugar entre dos personas, entre seres libres y con dignidad. A
quien se ama es a la persona; si sólo se ama al cuerpo se objetualiza a la
persona y se pervierte la relación personal. Todo lo corporal se finaliza en lo
anímico porque el cuerpo es por el acto de ser del alma.
De la unión entre hombre y mujer surgen los hijos constituyendo de un modo
natural una nueva familia. La dignidad de los hijos requiere de un ámbito
estable para su desarrollo y educación. Este ámbito estable es el matrimonio.
La mutua ayuda y los hijos son fundamentos de la indisolubilidad natural del
matrimonio.
Lo específico de la unión matrimonial es la plena y mutua entrega de dos
personas de sexos complementarios. Sin embargo el hombre y la mujer tienden a un
Bien Absoluto y sólo si la relación matrimonial respeta esta tendencia es
cuando tiene el fundamento adecuado.
El trabajo es un aspecto de la creatividad humana. Pero la familia lo es en un
grado muy superior. Por esto la creatividad laboral ha de estar en función de
la familia.
La familia es el núcleo de la sociedad. Cuando una sociedad tiene esto en
cuenta es cada vez más humana.
De los textos propuestos destacaban entre otras las siguientes ideas:
La mayor aventura es la de nacer: el don de la vida libre que tiene lugar en el
seno de una familia. Nadie escoge su familia ni nadie escoge nacer: esto es lo
natural y propio del hombre. Todo el mundo, salvo casos patológicos, ama su
vida. Toda persona, excepto que viva en una familia muy enrarecida, ama a sus
padres y hermanos, personas a quienes no ha escogido.
El control de la natalidad es un término falso que tiene raíces radical-
capitalistas. Lo verdaderamente humano es el control de uno mismo en la familia
de acuerdo a la moral y dignidad humanas.
Un Estado tiene que organizar su entramado social en función de la dignidad de
la persona. La valoración que un Estado haga en la práctica de la persona
determina su categoría.
La mayor riqueza de una familia son sus hijos. Cuando la familia se entiende
como una comunidad de amor y, por tanto, de sacrificio, las personas que la
integran se realizan como tales. Aberraciones morales como el aborto voluntario
y la llamada eutanasia degradan gravemente una sociedad al asesinar a la persona
como consecuencia de negar en el ser humano su componente espiritual.
7. El sentido de la realidad
Los dialécticos, como Hegel o Marx, neurotizan la realidad al hacer de la pura
contradicción su eje radical; pero de la pura contradicción no saldría nada.
El propio Hegel, en el contexto de la evolución absoluta, dice que el ser y la
nada es lo mismo.
También Nietzsche ve la vida-a la que tanto dice amar- como una contradicción;
por eso opta por el irracionalismo. Con esta postura no puede superar su idea de
la vida como contradictoria y por esto la acaba por considerar una tragedia.
Esto ocurre porque al querer aniquilar la moral por verla como contraria a la
vida se aniquila a sí mismo porque es una persona moral.
El existencialismo de Sartre llegó al absurdo de la vida por la absolutización
de la conciencia humana y la falta de una visión realista de la libertad humana
que posibilite una creatividad personal con significado que lleva a entender la
vida de un modo positivo, en la acepción coloquial del término.
Wittgenstein ve en Dios y en los valores morales lo totalmente inexpresable. Su
empirismo y su antimetafísica al estilo kantiano le impiden llegar a la
posibilidad de entender un sentido global del mundo. El empirismo se queda en lo
visible como única realidad y se vuelve escéptico porque el fundamento de su
filosofía no es visible. La realidad tiene múltiples dimensiones conectadas en
unidad de sentido. La causalidad relaciona todas estas dimensiones. La ciencia
supone un estudio de lo real y de sus causas y éstas no siempre son
matematizables.Con motivo de lo que nos parece que son las insuficiencias de su
obra Tractatus vimos una serie de reflexiones de las que exponemos un resumen:
La verdad es tan inatacable como el principio de no contradicción. El
conocimiento humano llega a entender el ser de las cosas como una realidad análoga
que posibilita una cierta visión global del mundo.
8. Sobre la existencia de Dios
Platón (s. V-IV a.C.) se dio cuenta del algo divino que hay en todo lo que nos
rodea. Aristóteles vio incoherente la teoría de las ideas de Platón porque lo
divino no puede ser múltiple y porque consideraba que la idea no podía ser
forma divina independiente de la materia y al mismo tiempo forma sustancial de
algo material.
Agustín de Hipona (s. V.d.C.) concilió a Platón y a Aristóteles diciendo que
el mundo de las ideas de Platón se correspondería con la mente divina y que en
las ideas de Dios estaban los modelos de todas las cosas que participarían de
estas ideas sin identificarse propiamente con ellas.
Tomás de Aquino (s.XIII) partió del estudio de la realidad material llegando a
la clave de su filosofía que es la distinción real entre esencia y acto de ser
en los seres materiales que remiten a un Ser que es por la fuerza de su propia
esencia.
Las pruebas racionalistas de Descartes (s. XVII) o el argumento ontológico de
Anselmo de Canterbury (s. XII) parten de un concepto de Dios al que atribuyen
existencia por exigencia de su perfección pero confunden el plano mental con el
real.
Entre los representantes del agnosticismo destacan Hume y Kant. En resumidas
cuentas dicen, cada uno desde su filosofía, que la razón no puede llegar a
Dios porque no tenemos una imagen sensible o fenómeno de Él, aunque Kant
pretende llegar a Dios por la voluntad.
Marx y Nietzsche son junto con Sartre los representantes de un declarado ateísmo;
si bien el último rectificó su postura al final de su vida. Respectivamente,
la absolutización de la autonomía de la humanidad, de la voluntad de poder, y
de la libertad les llevó a negar la existencia de Dios.
En Chesterton vimos la afirmación de que los hombres somos como personajes de
una novela que pueden encontrarse con su autor. Al final del tema intentamos
fundamentar esta teoría. Nosotros podemos escribir novelas. Dios, por su
identificación entre ser, entendimiento y voluntad, puede hacerlas realidad.
En cierta ocasión un alumno me comentó que en una novela tiene que haber un
personaje principal; si no el resto de los personajes no tendrían sentido. La
fe nos dice que este personaje es Cristo: Dios hecho hombre. Pero esta realidad
es algo que va mas allá de la filosofía y de las fuerzas naturales de la
persona humana. La inmensa alegría y carga de sentido de aventura realista que
adquiere el hombre que descubre y vive esta realidad es algo que aquí sólo
queda iniciado.
Bibliografía seleccionada:
Ayllón, J.R. En torno al hombre. Rialp, 1992.
Artigas, M. Las fronteras del evolucionismo. Libros M.C., 1991.
Chesterton, G.K. El amor o la fuerza del sino. Rialp, 1993.
Lewis, C.S. Los cuatro amores. Rialp, 1991.
Orozco, A. La libertad en el pensamiento. Rialp, 1997.
Pieper, J. Las virtudes fundamentales. Rialp, 1998.
Yepes, R.- Aranguren, J. Fundamentos de Antropología. Eunsa, 1999.
Películas seleccionadas:
Gente maravillosa. Director: Jaime Uys. Warner Bross.
El milagro de Ana Sullivan. Director: Arthur Penn. MGM/UA.
Vencedores o vencidos. Director: Stanley Kramer. Warner Home Video.
Una historia del Bronx. Director Robert de Niro. Filmayer Video.
Qué bello es vivir! Director Frank Capra. Classic Time Video.