Puede parecer una falta de humildad, pero, por el
contrario, es un acto de ejercicio de esa virtud, en cuanto que es una
manifestación de la verdad. Se trata de la afirmación rotunda de que sólo
en la Iglesia católica está la plenitud de la verdad y la plenitud de
los medios de salvación previstos y queridos por Cristo.
La Iglesia está dividida en tres categorías de miembros, que tienen
todos ellos la misma dignidad -por su bautismo- y la misma vocación a
hacerse santos. Son los laicos, los consagrados y la jerarquía.
Plenitud de la verdad:
La Iglesia católica es la única en la que reside íntegramente
el mensaje de Cristo, la que tiene la plenitud de la verdad y la
plenitud de los instrumentos de salvación.
Estructura:
La Iglesia está estructurada en tres categorías, de igual dignidad
y vocación a la santidad: laicos, consagrados y jerarquía.
Explicadas ya las cuatro notas que caracterizan a la Iglesia (una,
santa, católica y apostólica), conviene terminar esta parte con una
definición dada por el Concilio Vaticano II en su constitución dogmática
“Lumen Gentium”, en el número 8: “La única Iglesia de Cristo, de
la que confesamos en el Credo que es una, santa, católica y apostólica...
subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y
por los obispos en comunión con él. Sin duda, fuera de su estructura
visible pueden encontrarse muchos elementos de santificación y de
verdad”.
Sólo una Iglesia
Por lo tanto, Cristo sólo fundó una Iglesia y esta Iglesia es la
católica, por ser ella y sólo ella la que ofrece a los hombres el
mensaje íntegro del Señor y todos los instrumentos de santificación
que Cristo dispuso. En ella está la plenitud de la verdad.
Sin embargo, no sólo en ella hay verdad e instrumentos de santificación.
Los hermanos luteranos, por ejemplo, tienen un gran amor a la palabra de
Dios, que es uno de esos instrumentos. Los hermanos ortodoxos veneran a
la Santísima Virgen y a los santos, que es otro de los instrumentos.
Además, en muchas de las Iglesias no católicas hay una aceptación del
auténtico sacramento del bautismo, en la ortodoxa también del orden
sacerdotal y de la eucaristía. Y si nos fijamos fuera del ámbito del
cristianismo, podemos descubrir “elementos de santificación y de
verdad” en la fe en el Dios único que tienen los musulmanes y los judíos,
en el respeto a la naturaleza que tienen los budistas, o en el que
tienen a los ancianos los seguidores de Confucio. Esas “semillas de
verdad”, unidas a la honestidad de conciencia, pueden servir a los
fieles de esas religiones o Iglesias para alcanzar la salvación, sin
que eso deje de significar que ese objetivo será más fácil de
alcanzar en aquel camino que reúne todos los instrumentos queridos por
Dios para la misma, la Iglesia católica.
Llevando esta teoría a un ejemplo cotidiano fácil de entender, es como
si un ama de casa tuviera que alimentar a su familia con un sólo
ingrediente o si pudiera hacerlo con todos los que la naturaleza brinda
a los hombres. Por muy bueno que sea el ingrediente, es imposible que
tenga todo lo que el organismo necesita: vitaminas variadas,
minerales... La salud -la salvación- estará garantizada con más
facilidad cuanto mejor y más completa sea la alimentación recibida.
Una Iglesia que no acepte el sacramento de la Eucaristía, o el de la
penitencia, estará privando a sus fieles de dos instrumentos de salvación
importantísimos. Una religión que ignore la divinidad de Cristo, tendrá
muchas dificultades para explicar a sus seguidores el amor de Dios.
Estructura
Explicado esto, conviene aclarar, para terminar el tema de la
Iglesia, la estructura de ésta, una estructura querida expresamente por
Cristo, su fundador, y por lo tanto de origen divino y no meramente
humano. Por eso esta estructura no se puede cambiar, ya que fue querida
expresamente por el Señor y ella también es instrumento de salvación.
La Iglesia se compone de tres elementos: fieles laicos, fieles
consagrados y fieles que pertenecen a la jerarquía. Todos son de igual
dignidad, que les viene por su naturaleza humana y por su condición de
bautizados. Todos están llamados igualmente a la santidad, aunque cada
uno tenga su camino específico para alcanzarla. Todos están llamados
también a tomar parte en la misión colectiva de la Iglesia, que es la
evangelización, aunque también cada sector tenga una forma diferente
de trabajar en ella.
El Catecismo lo expresa así: “Las mismas diferencias que el Señor
quiso poner entre los miembros de su Cuerpo sirven a su unidad y a su
misión. Porque ‘hay en la Iglesia diversidad de ministerios, pero
unidad de misión. A los apóstoles y sus sucesores les confirió Cristo
la función de enseñar, santificar y gobernar en su propio nombre y
autoridad. Pero también los laicos, partícipes de la función
sacerdotal, profética y real de Cristo, cumplen en la Iglesia y en el
mundo la parte que les corresponde en la misión de todo el Pueblo de
Dios’ (AA 2)” (nº 873).
Los clérigos hablan y obran “no con autoridad propia, sino en virtud
de la autoridad de Cristo; no como miembro de la comunidad, sino
hablando a ella en nombre de Cristo. Nadie puede conferirse a sí mismo
la gracia, ella debe ser dada y ofrecida.. Este ministerio, en el cual
los enviados de Cristo hacen y dan, por don de Dios, lo que ellos, por sí
mismos, no pueden hacer ni dar, la tradición de la Iglesia lo llama
‘sacramento’. El ministerio de la Iglesia se confiere por medio de
un sacramento específico” (nº875).
Características
Este ministerio que ejercen los clérigos a través del sacramento
que han recibido, al que nadie tiene derecho porque es un don, tiene
tres características:
1.- Tiene carácter de servicio. “Enteramente dependiente de Cristo,
que da misión y autoridad, los ministros son verdaderamente esclavos de
Cristo. Como la palabra y la gracia de la cual son ministros no son de
ellos, sino de Cristo que se las ha confiado para los otros, ellos se
harán esclavos de todos” (nº 876).
2.- Tiene carácter colegial (colectivo). “Desde el comienzo de su
ministerio, el Señor instituyó a los Doce, semilla del Nuevo Israel, a
la vez que el origen de la jerarquía sagrada. Elegidos juntos, también
fueron enviados juntos, y su unidad fraterna estará al servicio de la
comunión fraterna de todos los fieles. Por eso todo obispo ejerce su
ministerio en el seno del colegio episcopal, en comunión con el obispo
de Roma, sucesor de San Pedro y jefe del colegio” (nº 877).
3.- Tiene carácter personal. “Cuando los ministros de Cristo actúan
en comunión, actúan también siempre de manera personal. Cada uno ha
sido llamado personalmente para ser, en la misión común, testigo
personal” (nº 878).
Catequesis sobre el
Credo
Cuestionario sobre la Iglesia (X)
69.- ¿Cuál es la misión
del Papa con respecto a la Iglesia universal?. 70.- ¿El conjunto de los
obispos puede hacer algo contra el Papa o al margen del Papa?. 71.- ¿El
obispo puede intervenir en el gobierno de la Iglesia universal?. 72.-
¿Cuáles son las funciones del obispo en su diócesis?. 73.- ¿En qué
consiste la misión de enseñar?. 74.- ¿Cuándo se incumple?. 75.- ¿Cuál es
el objetivo de la misión de enseñar?
69.- ¿Cuál es la misión del Papa con
respecto a la Iglesia universal?
“El Catecismo recoge con mucha claridad la misión del Papa en lo que
respecta al gobierno de toda la Iglesia y, por lo tanto, a su potestado
sobre las diócesis gobernadas por los obispos. El número 881 dice: "El
Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente a él, la
piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella (Mt 16, 18-19); lo
instituyó pastor de todo el rebaño (Jn 21, 15-17)". Y en el número 882
añade: "El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, 'es el principio
y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de
la muchedumbre de los fieles' (Lumen Gentium 23). 'El Pontífice Romano,
en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de
Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y
universal, que puede ejercer siempre con entera libertad' (Lumen Gentium
22)".”.
Siempre con el Papa
70.- ¿El conjunto de los obispos puede
hacer algo contra el Papa o al margen del Papa?
“La cuestión es si el colegio episcopal -el conjunto de los obispos-,
reunido en Concilio por ejemplo, o mediante un documento aprobado por la
mayoría de ellos, puede hacer algo contra el Papa o al menos al margen
del Papa y sin contar con su aprobación. También el catecismo responde a
esto: "El Colegio o cuerpo episcopal no tiene ninguna autoridad si no se
le considera junto con el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, como
Cabeza del mismo. Como tal, este Colegio es también sujeto de la
potestad suprema y plena sobre toda la Iglesia, que no se puede ejercer
a no ser con el consentimiento del Romano Pontífice" (nº 883). Y añade:
"La potestad del Colegio de los obispos sobre toda la Iglesia se ejerce
de modo solemne en el Concilio Ecuménico. No existe Concilio Ecuménico
si el sucesor de Pedro no lo ha aprobado o al menos aceptado como tal"
(nº 884)”.
71.- ¿El obispo puede intervenir en el
gobierno de la Iglesia universal?
"El Catecismo pide también a los obispos que participen de alguna manera
del cuidado pastoral de toda la Iglesia. Aunque la preocupación por su
diócesis sea prioritaria, no debe ser exclusiva. "Como miembros del
colegio episcopal, cada uno de los obispos participa de la solicitud por
todas las Iglesias, que ejercen primeramente dirigiendo bien su propia
Iglesia, como porción de la Iglesia universal... Esta solicitud se
extenderá particularmente a los pobres, a los perseguidos por la fe y a
los misioneros que trabajan por toda la tierra" (nº 886). El obispo, por
lo tanto, cuida del resto de la Iglesia y se asocia particularmente a la
labor de pastor universal del Papa, cuando se preocupa por los otros
compañeros en el Episcopado o por los problemas de otras diócesis. No se
trata de que se inmiscuya en el gobierno de las diócesis vecinas -ni
siquiera puede hacer eso la Conferencia Episcopal, que no es un órgano
parlamentario que ejerce su función por encima de los obispos
diocesanos, sino un instrumento de representación y coordinación entre
los obispos de una región o nación-. Se trata, por ejemplo, de ayudar
económicamente a las diócesis más pobres o de ayudarlas pastoralmente
con el envío de misioneros que colaboren con el clero local. Es esa
preocupación por los demás lo que contribuye a demostrar que la Iglesia
es católica, es universal, es única”.
72.- ¿Cuáles son las funciones del
obispo en su diócesis?
“Estas funciones son tres: enseñar, santificar y gobernar. Aunque cada
una tiene sus propias y particulares tareas, son inseparables de modo
que no se puede abandonar una en beneficio de las otras, prescindiendo
de ella. La dejación de una o de varias creará sin duda problemas graves
en la diócesis y puede convertirse en motivo válido para que el Papa
ejerza su función de pastor universal removiendo a un obispo de una
diócesis, quitándole parte de sus competencias o incluso, en el caso más
extremo y raro, excomulgándole”.
73.- ¿En qué consiste la misión de
enseñar?
"Los obispos con los presbíteros, sus colaboradores, tienen como primer
deber el anunciar a todos el Evangelio de Dios según la orden del Señor.
Son los predicadores del Evangelio que llevan nuevos discípulos a
Cristo. Son también los maestros auténticos, por estar dotados de la
autoridad de Cristo" (nº 888). La misión de enseñar, por lo tanto, es la
primera que debe atender el obispo y, unido a él, el sacerdote, sobre
todo el que tiene responsabilidades pastorales. Los obispos y los
presbíteros son, ante todo, maestros. Pero no maestros que enseñan sus
propias teorías, sino aquellas que constituyen el depósito revelado por
Cristo, la fe y la moral de la Iglesia”.
Necesidad del Papa
74.- ¿Cuándo se incumple?
“La misión de enseñar se incumple de dos formas, por omisión o por
negación. Se deja de ejercer la función magisterial cuando se calla
acerca de determinadas verdades que no están de moda, para no ser
impopulares o no ganarse las críticas de los enemigos de la Iglesia.
Esta omisión llega al máximo cuando el silencio es sobre Dios mismo, al
transformar la predicación en mera sociología en lugar de poner a los
fieles en comunicación con el Señor hablándoles de Él. En cuanto a la
negación, si bien este ha sido un problema serio en los últimos años, no
ha sido posiblemente el más grave en lo que respecta a los obispos,
aunque sí en los sacerdotes. No han faltado presbíteros que han
incumplido la misión magisterial al enseñar cosas contrarias a la
doctrina de la Iglesia, particularmente en el campo moral. Esos
sacerdotes se han arrogado las prerrogativas del mismo Cristo. Como Él
pero en contra de Él, han dicho: "Habéis oído que se os dijo, pero yo os
digo"; es decir, "la Iglesia enseña sobre tal o cual cosa esto u
aquello, pero la Iglesia está equivocada y yo tengo la razón y os digo
que lo que hay que creer o practicar es esto otro".
75.- ¿Cuál es el objetivo de la misión
de enseñar?
“El Catecismo insiste en que la misión magisterial de los obispos está
destinada a "proteger al pueblo de las desviaciones y de los fallos y
garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe
auténtica" y a "velar para que el Pueblo de Dios permanezca en la verdad
que libera" (nº 890). Para ello ha dotado a los pastores del carisma de
infalibilidad en fe y de costumbres”.
Catequesis sobre el
Credo
Cuestionario sobre la Iglesia (XI)
76.- ¿Cómo se ejerce la
infalibilidad?. 77.- ¿La pueden ejercer los obispos?. 78.- ¿Merecen
obediencia sólo los dogmas infalibles?. 79.- ¿Merece obediencia el
magisterio del obispo?. 80.- ¿En qué consiste la misión de santificar?.
81.- ¿Por qué la Eucaristía es tan importante para la santificación?.
82.- ¿Cómo colaboran los sacramentos en la santificación?. 83.- ¿Tienen
derecho los fieles a los sacramentos?
76.- ¿Cómo se ejerce la infalibilidad?
“La infalibilidad se puede ejercer de varias maneras. La primera la
detenta el Papa. "El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal,
goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como
Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus
hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de
fe y moral. La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el
Cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de
Pedro, sobre todo en un concilio ecuménico. Cuando la Iglesia propone
por medio de su Magisterio supremo que algo se debe aceptar 'como
revelado por Dios para ser creído' y como enseñanza de Cristo, 'hay que
aceptar sus definiciones con la obediencia de la fe'. Esta infalibilidad
abarca todo el depósito de la Revelación divina" (nº 891)”.
En el Concilio
77.- ¿La pueden ejercer los obispos?
“El Papa, por razón de su cargo, es el único que tiene la potestad de
declarar una verdad de fe o de costumbres como infalible. Los obispos
pueden hacerlo colectivamente, sobre todo en un Concilio, pero siempre
que el Papa esté de acuerdo, nunca contra él o sin contar con él. Estas
verdades de fe, para evitar confusiones, deben ser explícita y
concretamente señaladas. Para eso existe una fórmula que lo indica con
toda claridad y que establece sin dejar duda alguna que aquello que se
propone debe ser creído y ya no se puede discutir sobre ello como si se
tratara de algo opinable”.
78.- ¿Merecen obediencia sólo los
dogmas infalibles?
"El Magisterio del Papa, sin llegar al pronunciamiento de dogmas de fe,
merece también la obediencia y el asentimiento. En los últimos años y
sobre infinidad de cuestiones, algunos teólogos han querido distinguir
entre ambos tipos de magisterio, el que llamaríamos ordinario -una
encíclica, una exhortación apostólica- y el extraordinario -que sería un
dogma de fe-. Han llegado a decir que sólo los dogmas de fe tienen que
ser aceptados y que en todo lo demás la opinión del Papa es como la de
otro cualquiera, un mero elemento a tener en cuenta en el debate pero
sin que obligue especialmente a su acatamiento”.
79.- ¿Merece obediencia el magisterio
del obispo?
“El Catecismo hace referencia a eso, ampliando la obediencia no sólo al
Papa sino también al magisterio del obispo diocesano como maestro. "La
asistencia divina es también concedida a los sucesores de los apóstoles,
cuando enseñan en comunión con el sucesor de Pedro (y, de una manera
particular, al obispo de Roma, Pastor de toda la Iglesia), aunque, sin
llegar a una definición infalible y sin pronunciarse de una 'manera
definitiva', proponen, en el ejercicio del magisterio ordinario, una
enseñanza que conduce a una mejor inteligencia de la Revelación en
materia de fe y de costumbres. A esta enseñanza ordinaria, los fieles
deben adherirse con espíritu de obediencia religiosa que, aunque
distinto del asentimiento de la fe, es una prolongación de él" (nº
892).”.
Misión de santificar
80.- ¿En qué consiste la misión de
santificar?
"Tras la misión de enseñar, viene la misión de santificar, es decir de
procurar que el pueblo de Dios confiado a la custodia del obispo camine
hacia la santidad y tenga todos los instrumentos posibles para
alcanzarla. Esta misión, lo mismo que la magisterial, también recae
sobre los sacerdotes con responsabilidades pastorales, pues ellos son
los colaboradores primeros del obispo. "El obispo -dice el Catecismo- es
el administrador de la gracia del sumo sacerdocio, en particular en la
Eucaristía que él mismo ofrece, o cuya oblación asegura por medio de los
presbíteros, sus colaboradores. Porque la Eucaristía es el centro de la
vida de la Iglesia particular. El obispo y los presbíteros santifican la
Iglesia con su oración y su trabajo, por medio del ministerio de la
palabra y de los sacramentos. La santifican con su ejemplo, 'no
tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la
grey' (1 P 5,3). Así es como llegan a la vida eterna junto con el rebaño
que les fue confiado" (nº 893)”.
81.- ¿Por qué la Eucaristía es tan
importante para la santificación?
“Lo primero que destaca el Catecismo sobre la misión de santificar es la
Eucaristía. Este sacramento es el principal elemento de que dispone el
católico para avanzar hacia la santidad, pues en él se encuentra
directamente con Cristo gracias a la presencia real del Señor en las
materias consagradas del pan y del vino; además, ese encuentro tiene la
doble característica de ser personal y comunitario a la vez, con lo cual
se acentúa la dimensión eclesial".
Los sacramentos
82.- ¿Cómo colaboran los sacramentos en
la santificación?
“La Eucaristía no es el único elemento que la Iglesia puede ofrecer a
los fieles para ayudarles a ser santos. Están también los otros
sacramentos, particularmente el bautismo -por el cual se accede a la
misma Iglesia y se recibe el perdón del pecado original-, la penitencia
-por la cual el fiel recibe el perdón de sus pecados personales y la
gracia de Dios para no volver a incidir en ellos-, la confirmación -que
aumenta la gracia divina en el católico para que persevere en el
seguimiento de Cristo- y la unción de los enfermos -que le da la fuerza
necesaria para afrontar el dolor de la enfermedad-. Los sacramentos son,
pues, los elementos básicos de que dispone un católico para ser santo. A
través de ellos, mediante el signo sensible propio de cada uno, la
gracia de Dios llega al individuo y produce el efecto previsto en cada
sacramento”.
83.- ¿Tienen derecho los fieles a los
sacramentos?
“Es un deber primordial del obispo y de los sacerdotes el garantizar a
los fieles el acceso a los sacramentos. Estos tienen derecho a ellos,
siempre que estén en condiciones de recibirlos, porque tienen derecho a
acceder a los medios para su santificación. Tienen derecho a poderse
confesar y para ello tiene que haber sacerdotes confesando. Tienen
derecho a poder asistir a la Eucaristía y a recibir la unción de los
enfermos, lo mismo que ya se vio antes a propósito del derecho que
tenían a recibir una interpretación de la palabra de Dios que fuera
correcta y a saber qué enseña la Iglesia en materia de fe y de
costumbres”.
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