Catequesis sobre el Credo
 
La Iglesia (IX)

 

Puede parecer una falta de humildad, pero, por el contrario, es un acto de ejercicio de esa virtud, en cuanto que es una manifestación de la verdad. Se trata de la afirmación rotunda de que sólo en la Iglesia católica está la plenitud de la verdad y la plenitud de los medios de salvación previstos y queridos por Cristo.

La Iglesia está dividida en tres categorías de miembros, que tienen todos ellos la misma dignidad -por su bautismo- y la misma vocación a hacerse santos. Son los laicos, los consagrados y la jerarquía.

Plenitud de la verdad:

La Iglesia católica es la única en la que reside íntegramente el mensaje de Cristo, la que tiene la plenitud de la verdad y la plenitud de los instrumentos de salvación.

Estructura:

La Iglesia está estructurada en tres categorías, de igual dignidad y vocación a la santidad: laicos, consagrados y jerarquía.

Explicadas ya las cuatro notas que caracterizan a la Iglesia (una, santa, católica y apostólica), conviene terminar esta parte con una definición dada por el Concilio Vaticano II en su constitución dogmática “Lumen Gentium”, en el número 8: “La única Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que es una, santa, católica y apostólica... subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él. Sin duda, fuera de su estructura visible pueden encontrarse muchos elementos de santificación y de verdad”.

Sólo una Iglesia

Por lo tanto, Cristo sólo fundó una Iglesia y esta Iglesia es la católica, por ser ella y sólo ella la que ofrece a los hombres el mensaje íntegro del Señor y todos los instrumentos de santificación que Cristo dispuso. En ella está la plenitud de la verdad.

Sin embargo, no sólo en ella hay verdad e instrumentos de santificación. Los hermanos luteranos, por ejemplo, tienen un gran amor a la palabra de Dios, que es uno de esos instrumentos. Los hermanos ortodoxos veneran a la Santísima Virgen y a los santos, que es otro de los instrumentos. Además, en muchas de las Iglesias no católicas hay una aceptación del auténtico sacramento del bautismo, en la ortodoxa también del orden sacerdotal y de la eucaristía. Y si nos fijamos fuera del ámbito del cristianismo, podemos descubrir “elementos de santificación y de verdad” en la fe en el Dios único que tienen los musulmanes y los judíos, en el respeto a la naturaleza que tienen los budistas, o en el que tienen a los ancianos los seguidores de Confucio. Esas “semillas de verdad”, unidas a la honestidad de conciencia, pueden servir a los fieles de esas religiones o Iglesias para alcanzar la salvación, sin que eso deje de significar que ese objetivo será más fácil de alcanzar en aquel camino que reúne todos los instrumentos queridos por Dios para la misma, la Iglesia católica.

Llevando esta teoría a un ejemplo cotidiano fácil de entender, es como si un ama de casa tuviera que alimentar a su familia con un sólo ingrediente o si pudiera hacerlo con todos los que la naturaleza brinda a los hombres. Por muy bueno que sea el ingrediente, es imposible que tenga todo lo que el organismo necesita: vitaminas variadas, minerales... La salud -la salvación- estará garantizada con más facilidad cuanto mejor y más completa sea la alimentación recibida. Una Iglesia que no acepte el sacramento de la Eucaristía, o el de la penitencia, estará privando a sus fieles de dos instrumentos de salvación importantísimos. Una religión que ignore la divinidad de Cristo, tendrá muchas dificultades para explicar a sus seguidores el amor de Dios.

Estructura

Explicado esto, conviene aclarar, para terminar el tema de la Iglesia, la estructura de ésta, una estructura querida expresamente por Cristo, su fundador, y por lo tanto de origen divino y no meramente humano. Por eso esta estructura no se puede cambiar, ya que fue querida expresamente por el Señor y ella también es instrumento de salvación.
La Iglesia se compone de tres elementos: fieles laicos, fieles consagrados y fieles que pertenecen a la jerarquía. Todos son de igual dignidad, que les viene por su naturaleza humana y por su condición de bautizados. Todos están llamados igualmente a la santidad, aunque cada uno tenga su camino específico para alcanzarla. Todos están llamados también a tomar parte en la misión colectiva de la Iglesia, que es la evangelización, aunque también cada sector tenga una forma diferente de trabajar en ella.
El Catecismo lo expresa así: “Las mismas diferencias que el Señor quiso poner entre los miembros de su Cuerpo sirven a su unidad y a su misión. Porque ‘hay en la Iglesia diversidad de ministerios, pero unidad de misión. A los apóstoles y sus sucesores les confirió Cristo la función de enseñar, santificar y gobernar en su propio nombre y autoridad. Pero también los laicos, partícipes de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cumplen en la Iglesia y en el mundo la parte que les corresponde en la misión de todo el Pueblo de Dios’ (AA 2)” (nº 873).

Los clérigos hablan y obran “no con autoridad propia, sino en virtud de la autoridad de Cristo; no como miembro de la comunidad, sino hablando a ella en nombre de Cristo. Nadie puede conferirse a sí mismo la gracia, ella debe ser dada y ofrecida.. Este ministerio, en el cual los enviados de Cristo hacen y dan, por don de Dios, lo que ellos, por sí mismos, no pueden hacer ni dar, la tradición de la Iglesia lo llama ‘sacramento’. El ministerio de la Iglesia se confiere por medio de un sacramento específico” (nº875).

Características

Este ministerio que ejercen los clérigos a través del sacramento que han recibido, al que nadie tiene derecho porque es un don, tiene tres características:

1.- Tiene carácter de servicio. “Enteramente dependiente de Cristo, que da misión y autoridad, los ministros son verdaderamente esclavos de Cristo. Como la palabra y la gracia de la cual son ministros no son de ellos, sino de Cristo que se las ha confiado para los otros, ellos se harán esclavos de todos” (nº 876).

2.- Tiene carácter colegial (colectivo). “Desde el comienzo de su ministerio, el Señor instituyó a los Doce, semilla del Nuevo Israel, a la vez que el origen de la jerarquía sagrada. Elegidos juntos, también fueron enviados juntos, y su unidad fraterna estará al servicio de la comunión fraterna de todos los fieles. Por eso todo obispo ejerce su ministerio en el seno del colegio episcopal, en comunión con el obispo de Roma, sucesor de San Pedro y jefe del colegio” (nº 877).

3.- Tiene carácter personal. “Cuando los ministros de Cristo actúan en comunión, actúan también siempre de manera personal. Cada uno ha sido llamado personalmente para ser, en la misión común, testigo personal” (nº 878).

Catequesis sobre el Credo

Cuestionario sobre la Iglesia (X)

69.- ¿Cuál es la misión del Papa con respecto a la Iglesia universal?. 70.- ¿El conjunto de los obispos puede hacer algo contra el Papa o al margen del Papa?. 71.- ¿El obispo puede intervenir en el gobierno de la Iglesia universal?. 72.- ¿Cuáles son las funciones del obispo en su diócesis?. 73.- ¿En qué consiste la misión de enseñar?. 74.- ¿Cuándo se incumple?. 75.- ¿Cuál es el objetivo de la misión de enseñar?

69.- ¿Cuál es la misión del Papa con respecto a la Iglesia universal?
“El Catecismo recoge con mucha claridad la misión del Papa en lo que respecta al gobierno de toda la Iglesia y, por lo tanto, a su potestado sobre las diócesis gobernadas por los obispos. El número 881 dice: "El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente a él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella (Mt 16, 18-19); lo instituyó pastor de todo el rebaño (Jn 21, 15-17)". Y en el número 882 añade: "El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, 'es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles' (Lumen Gentium 23). 'El Pontífice Romano, en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad' (Lumen Gentium 22)".”.

Siempre con el Papa

70.- ¿El conjunto de los obispos puede hacer algo contra el Papa o al margen del Papa?
“La cuestión es si el colegio episcopal -el conjunto de los obispos-, reunido en Concilio por ejemplo, o mediante un documento aprobado por la mayoría de ellos, puede hacer algo contra el Papa o al menos al margen del Papa y sin contar con su aprobación. También el catecismo responde a esto: "El Colegio o cuerpo episcopal no tiene ninguna autoridad si no se le considera junto con el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, como Cabeza del mismo. Como tal, este Colegio es también sujeto de la potestad suprema y plena sobre toda la Iglesia, que no se puede ejercer a no ser con el consentimiento del Romano Pontífice" (nº 883). Y añade: "La potestad del Colegio de los obispos sobre toda la Iglesia se ejerce de modo solemne en el Concilio Ecuménico. No existe Concilio Ecuménico si el sucesor de Pedro no lo ha aprobado o al menos aceptado como tal" (nº 884)”.

71.- ¿El obispo puede intervenir en el gobierno de la Iglesia universal?
"El Catecismo pide también a los obispos que participen de alguna manera del cuidado pastoral de toda la Iglesia. Aunque la preocupación por su diócesis sea prioritaria, no debe ser exclusiva. "Como miembros del colegio episcopal, cada uno de los obispos participa de la solicitud por todas las Iglesias, que ejercen primeramente dirigiendo bien su propia Iglesia, como porción de la Iglesia universal... Esta solicitud se extenderá particularmente a los pobres, a los perseguidos por la fe y a los misioneros que trabajan por toda la tierra" (nº 886). El obispo, por lo tanto, cuida del resto de la Iglesia y se asocia particularmente a la labor de pastor universal del Papa, cuando se preocupa por los otros compañeros en el Episcopado o por los problemas de otras diócesis. No se trata de que se inmiscuya en el gobierno de las diócesis vecinas -ni siquiera puede hacer eso la Conferencia Episcopal, que no es un órgano parlamentario que ejerce su función por encima de los obispos diocesanos, sino un instrumento de representación y coordinación entre los obispos de una región o nación-. Se trata, por ejemplo, de ayudar económicamente a las diócesis más pobres o de ayudarlas pastoralmente con el envío de misioneros que colaboren con el clero local. Es esa preocupación por los demás lo que contribuye a demostrar que la Iglesia es católica, es universal, es única”.

72.- ¿Cuáles son las funciones del obispo en su diócesis?
“Estas funciones son tres: enseñar, santificar y gobernar. Aunque cada una tiene sus propias y particulares tareas, son inseparables de modo que no se puede abandonar una en beneficio de las otras, prescindiendo de ella. La dejación de una o de varias creará sin duda problemas graves en la diócesis y puede convertirse en motivo válido para que el Papa ejerza su función de pastor universal removiendo a un obispo de una diócesis, quitándole parte de sus competencias o incluso, en el caso más extremo y raro, excomulgándole”.

73.- ¿En qué consiste la misión de enseñar?
"Los obispos con los presbíteros, sus colaboradores, tienen como primer deber el anunciar a todos el Evangelio de Dios según la orden del Señor. Son los predicadores del Evangelio que llevan nuevos discípulos a Cristo. Son también los maestros auténticos, por estar dotados de la autoridad de Cristo" (nº 888). La misión de enseñar, por lo tanto, es la primera que debe atender el obispo y, unido a él, el sacerdote, sobre todo el que tiene responsabilidades pastorales. Los obispos y los presbíteros son, ante todo, maestros. Pero no maestros que enseñan sus propias teorías, sino aquellas que constituyen el depósito revelado por Cristo, la fe y la moral de la Iglesia”.

Necesidad del Papa

74.- ¿Cuándo se incumple?
“La misión de enseñar se incumple de dos formas, por omisión o por negación. Se deja de ejercer la función magisterial cuando se calla acerca de determinadas verdades que no están de moda, para no ser impopulares o no ganarse las críticas de los enemigos de la Iglesia. Esta omisión llega al máximo cuando el silencio es sobre Dios mismo, al transformar la predicación en mera sociología en lugar de poner a los fieles en comunicación con el Señor hablándoles de Él. En cuanto a la negación, si bien este ha sido un problema serio en los últimos años, no ha sido posiblemente el más grave en lo que respecta a los obispos, aunque sí en los sacerdotes. No han faltado presbíteros que han incumplido la misión magisterial al enseñar cosas contrarias a la doctrina de la Iglesia, particularmente en el campo moral. Esos sacerdotes se han arrogado las prerrogativas del mismo Cristo. Como Él pero en contra de Él, han dicho: "Habéis oído que se os dijo, pero yo os digo"; es decir, "la Iglesia enseña sobre tal o cual cosa esto u aquello, pero la Iglesia está equivocada y yo tengo la razón y os digo que lo que hay que creer o practicar es esto otro".

75.- ¿Cuál es el objetivo de la misión de enseñar?
“El Catecismo insiste en que la misión magisterial de los obispos está destinada a "proteger al pueblo de las desviaciones y de los fallos y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe auténtica" y a "velar para que el Pueblo de Dios permanezca en la verdad que libera" (nº 890). Para ello ha dotado a los pastores del carisma de infalibilidad en fe y de costumbres”.

Catequesis sobre el Credo

Cuestionario sobre la Iglesia (XI)

76.- ¿Cómo se ejerce la infalibilidad?. 77.- ¿La pueden ejercer los obispos?. 78.- ¿Merecen obediencia sólo los dogmas infalibles?. 79.- ¿Merece obediencia el magisterio del obispo?. 80.- ¿En qué consiste la misión de santificar?. 81.- ¿Por qué la Eucaristía es tan importante para la santificación?. 82.- ¿Cómo colaboran los sacramentos en la santificación?. 83.- ¿Tienen derecho los fieles a los sacramentos?

76.- ¿Cómo se ejerce la infalibilidad?
“La infalibilidad se puede ejercer de varias maneras. La primera la detenta el Papa. "El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral. La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el Cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro, sobre todo en un concilio ecuménico. Cuando la Iglesia propone por medio de su Magisterio supremo que algo se debe aceptar 'como revelado por Dios para ser creído' y como enseñanza de Cristo, 'hay que aceptar sus definiciones con la obediencia de la fe'. Esta infalibilidad abarca todo el depósito de la Revelación divina" (nº 891)”.

En el Concilio

77.- ¿La pueden ejercer los obispos?
“El Papa, por razón de su cargo, es el único que tiene la potestad de declarar una verdad de fe o de costumbres como infalible. Los obispos pueden hacerlo colectivamente, sobre todo en un Concilio, pero siempre que el Papa esté de acuerdo, nunca contra él o sin contar con él. Estas verdades de fe, para evitar confusiones, deben ser explícita y concretamente señaladas. Para eso existe una fórmula que lo indica con toda claridad y que establece sin dejar duda alguna que aquello que se propone debe ser creído y ya no se puede discutir sobre ello como si se tratara de algo opinable”.

78.- ¿Merecen obediencia sólo los dogmas infalibles?
"El Magisterio del Papa, sin llegar al pronunciamiento de dogmas de fe, merece también la obediencia y el asentimiento. En los últimos años y sobre infinidad de cuestiones, algunos teólogos han querido distinguir entre ambos tipos de magisterio, el que llamaríamos ordinario -una encíclica, una exhortación apostólica- y el extraordinario -que sería un dogma de fe-. Han llegado a decir que sólo los dogmas de fe tienen que ser aceptados y que en todo lo demás la opinión del Papa es como la de otro cualquiera, un mero elemento a tener en cuenta en el debate pero sin que obligue especialmente a su acatamiento”.

79.- ¿Merece obediencia el magisterio del obispo?
“El Catecismo hace referencia a eso, ampliando la obediencia no sólo al Papa sino también al magisterio del obispo diocesano como maestro. "La asistencia divina es también concedida a los sucesores de los apóstoles, cuando enseñan en comunión con el sucesor de Pedro (y, de una manera particular, al obispo de Roma, Pastor de toda la Iglesia), aunque, sin llegar a una definición infalible y sin pronunciarse de una 'manera definitiva', proponen, en el ejercicio del magisterio ordinario, una enseñanza que conduce a una mejor inteligencia de la Revelación en materia de fe y de costumbres. A esta enseñanza ordinaria, los fieles deben adherirse con espíritu de obediencia religiosa que, aunque distinto del asentimiento de la fe, es una prolongación de él" (nº 892).”.

Misión de santificar

80.- ¿En qué consiste la misión de santificar?
"Tras la misión de enseñar, viene la misión de santificar, es decir de procurar que el pueblo de Dios confiado a la custodia del obispo camine hacia la santidad y tenga todos los instrumentos posibles para alcanzarla. Esta misión, lo mismo que la magisterial, también recae sobre los sacerdotes con responsabilidades pastorales, pues ellos son los colaboradores primeros del obispo. "El obispo -dice el Catecismo- es el administrador de la gracia del sumo sacerdocio, en particular en la Eucaristía que él mismo ofrece, o cuya oblación asegura por medio de los presbíteros, sus colaboradores. Porque la Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia particular. El obispo y los presbíteros santifican la Iglesia con su oración y su trabajo, por medio del ministerio de la palabra y de los sacramentos. La santifican con su ejemplo, 'no tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey' (1 P 5,3). Así es como llegan a la vida eterna junto con el rebaño que les fue confiado" (nº 893)”.

81.- ¿Por qué la Eucaristía es tan importante para la santificación?
“Lo primero que destaca el Catecismo sobre la misión de santificar es la Eucaristía. Este sacramento es el principal elemento de que dispone el católico para avanzar hacia la santidad, pues en él se encuentra directamente con Cristo gracias a la presencia real del Señor en las materias consagradas del pan y del vino; además, ese encuentro tiene la doble característica de ser personal y comunitario a la vez, con lo cual se acentúa la dimensión eclesial".

Los sacramentos

82.- ¿Cómo colaboran los sacramentos en la santificación?
“La Eucaristía no es el único elemento que la Iglesia puede ofrecer a los fieles para ayudarles a ser santos. Están también los otros sacramentos, particularmente el bautismo -por el cual se accede a la misma Iglesia y se recibe el perdón del pecado original-, la penitencia -por la cual el fiel recibe el perdón de sus pecados personales y la gracia de Dios para no volver a incidir en ellos-, la confirmación -que aumenta la gracia divina en el católico para que persevere en el seguimiento de Cristo- y la unción de los enfermos -que le da la fuerza necesaria para afrontar el dolor de la enfermedad-. Los sacramentos son, pues, los elementos básicos de que dispone un católico para ser santo. A través de ellos, mediante el signo sensible propio de cada uno, la gracia de Dios llega al individuo y produce el efecto previsto en cada sacramento”.

83.- ¿Tienen derecho los fieles a los sacramentos?
“Es un deber primordial del obispo y de los sacerdotes el garantizar a los fieles el acceso a los sacramentos. Estos tienen derecho a ellos, siempre que estén en condiciones de recibirlos, porque tienen derecho a acceder a los medios para su santificación. Tienen derecho a poderse confesar y para ello tiene que haber sacerdotes confesando. Tienen derecho a poder asistir a la Eucaristía y a recibir la unción de los enfermos, lo mismo que ya se vio antes a propósito del derecho que tenían a recibir una interpretación de la palabra de Dios que fuera correcta y a saber qué enseña la Iglesia en materia de fe y de costumbres”.