Catequesis sobre el Credo |
La Iglesia (I)
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La Iglesia no es obra de los hombres, sino de Dios. Es obra de la Santísima Trinidad. Prevista por el Padre dentro de sus designio de salvación tras el pecado de Adán, fue instituida por Cristo y es sostenida por el Espíritu Santo. Cristo fundó la Iglesia tal y como la conocemos, es decir también en su estructura jerárquica. Es voluntad de Cristo la existencia de la jerarquía, de los obispos y el Papa, sucesores de los apóstoles y de Pedro. No es cierto que sea un invento posterior, ni siquiera que sea sólo fruto del deseo de Cristo resucitado. Origen de la Iglesia: La Trinidad -Padre, Hijo y Espíritu Santo- han querido y fundado la Iglesia, como parte del plan de salvación para los hombres. Estructura: Cristo fundó la Iglesia deliberadamente y lo hizo ya cuando vivió como hombre y no sólo después de la resurrección. El Catecismo, al hablar de la Iglesia, empieza por destacar la estrecha relación que existe entre ésta, Cristo y el Espíritu Santo. “La misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo” (nº 737). “La misión de la Iglesia -sigue diciendo el Catecismo- no se añade a la de Cristo y del Espíritu Santo, sino que es su sacramento” (nº 738). Y más adelante afirma: “Creer que la Iglesia es ‘Santa’ y ‘Católica’, y que es ‘Una’ y ‘Apostólica’ es inseparable de la fe en Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo” (nº 750). Origen de la Iglesia Estos artículos nos preparan ya para afrontar el primer y decisivo asunto referido a la Iglesia, el de su fundación. ¿Es la Iglesia obra del Padre, de Cristo y del Espíritu Santo o es obra de los hombres? ¿Quiso Cristo fundar no sólo una Iglesia, sino esta Iglesia, o por el contrario el Señor o no pensó jamás en fundar nada o, como mucho, lo que quiso hacer fue dejar en pie una institución espiritual pero poco o nada organizada jerárquicamente? El Catecismo nos recuerda que Dios Padre ha tenido parte en la creación de la Iglesia, pues no cabe que el Hijo haga algo que el Padre no sepa, consiene y desee. “Esta familia de Dios se constituye y se realiza gradualmente a lo largo de las etapas de la historia humana, según las disposiciones del Padre: en efecto, la Iglesia ha sido ‘prefigurada ya desde el origen del mundo y preparada maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y en la Antigua Alianza’” (nº 759). ”El mundo fue creado en orden a la Iglesia”, decían los primeros cristianos (Hermas, vis. 2,4). “La Iglesia es la finalidad de todas las cosas”, llega a decir San Epifanio, e incluso las vicisitudes colorosas como la caída de los ángeles y el pecado del hombre, no fueron permitidas por Dios más que como ocasión y medio de desplegar toda la fuerza de su brazo, toda la medida del amor que quería dar al mundo. San Clemente de Alejandría afirma: “Así como la voluntad de Dios es un acto y se llama mundo, así su intención es la salvación de los hombres y se llama Iglesia”. En cuanto a la relación del Hijo, de Cristo, con la Iglesia, ésta es inmediata, pues es Él quien ha de realizar el plan de salvación previsto por el Padre. Ahora bien, Cristo no comenzó la Iglesia al final de su vida o después de su muerte, sino que la dio inicio “con el anuncio de la Buena Noticia”, según afirma el Concilio Vaticano II en la Lumen Gentium 5. La Iglesia, añade el Concilio, es ya el Reino de Cristo. “Este Reino se manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo” (LG 5). Estructura Pero Cristo no quiso solamente difundir un mensaje, como el que siembra la semilla y luego se despreocupa de ella o el que tiene hijos a los que después no cuida. “El Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que permanecerá hasta la plena consumación del Reino. Ante todo está la elección de los Doce con Pedro como su Cabeza; puesto que representan a las doce tribus de Israel, ellos son los cimientos de la nueva Jerusalén. Los Doce y los otros discípulos participan en la misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte. Con todos estos actos, Cristo prepara y edifica su Iglesia” (nº765). Por lo tanto, conviene dejar claro que la Iglesia, que había sido prefigurada por el Padre en orden a la salvación del mundo, es querida deliberadamente por Cristo. No se trata de una fundación posterior, ni siquiera inmediata a la muerte del Señor, sino de algo que emana de la voluntad explícita de Jesús y no sólo del Cristo resucitado, sino del Jesús que vivió, hombre entre los hombres y a la vez Dios entre los hombres, en la tierra. Esta decisión del Señor de fundar una comunidad que recibiese su mensaje, lo viviese y los expandiese, tiene un claro exponente estructural. Los Doce Apóstoles, como símbolos de las tribus de Israel, tienen la misión de gobernar la comunidad cristiana en el nombre de su fundador, Jesucristo. Los obispos, sucesores de los Apóstoles, no gobiernan la Iglesia por voluntad propia, ni por sus méritos, ni porque sea lógico que alguien lo haga, sino porque al hacerlo están siendo fieles a la voluntad del fundador de la misma, Cristo Jesús. El Papa Lo mismo hay que decir de la misión del Papa. Los textos en que se habla del primado de Pedro son suficientemente claros (Mc 3,14-15; Mt 16, 18-19; Jn 21, 15-17). El sentido común nos enseña que no puede funcionar una institución sin alguien que tenga la última palabra y la realidad de las comunidades eclesiales no católicas nos muestra hasta qué punto es frecuente la confusión cuando falta un liderazgo personal, cuando todo se debe ventilar en votaciones, tan fácilmente manipuladas. Pero no es el sentido común ni es la experiencia de las Iglesias que no tienen el equivalente al Papa lo que nos reafirma en la validez de éste, sino la voluntad explícita de Cristo. Por eso afirmamos que no puede haber Iglesia sin Papa, lo mismo que no podría existir sin ninguno de los otros rasgos que Cristo quiso para ella, como el dogma y los sacramentos. El Papa no es, pues, accesorio para la Iglesia, como no lo son los obispos. Sin el Papa no hay Iglesia o, por lo menos, no es la Iglesia querida y fundada por Cristo. “Pero la Iglesia -sigue diciendo el Catecismo- ha nacido principalmente del don total de Cristo por nuestra salvación, anticipado en la institución de la Eucaristía y realizado en la Cruz” (nº 766). No podemos terminar sin referirnos de nuevo al Espíritu Santo, el cual, en Pentecostés, hizo que la Iglesia se manifestara públicamente ante la multitud y se iniciara la difusión del Evangelio. “Para realizar su misión, el Espíritu Santo la construye y dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos” (nº 768), aunque sólo llegará a su perfección en la gloria del Cielo, cuando Cristo vuelva glorioso. Catequesis sobre el Credo
Cuestionario sobre la Iglesia (I)
5.- ¿Se puede decir que Cristo quiso deliberadamente fundar la Iglesia?. 6.- ¿Se puede decir que quiso deliberadamente fundar la estructura de la Iglesia?. 7.- ¿Es voluntad expresa de Cristo la existencia del Papa?. 8.- ¿Para qué fundó Cristo la Iglesia?. 9.- ¿Cómo interviene el Espíritu Santo en la vida y el gobierno de la Iglesia?. 10.- ¿Quiénes pertenecen a la Iglesia?. 11.- ¿En qué consiste el bautismo de sangre o el bautismo de deseo?. 12.- ¿Cuáles de las llamadas ¡Iglesias’ lo son verdaderamente?. 13.- ¿Significa eso que deben ser consideradas como sectas?. 14.- ¿De cuántas formas existe la Iglesia?. 5.- ¿Se puede decir que Cristo quiso
deliberadamente fundar la Iglesia? 6.- ¿Se puede decir que quiso
deliberadamente fundar la estructura de la Iglesia? La figura del Papa 7.- ¿Es voluntad expresa de Cristo la
existencia del Papa? 8.- ¿Para qué fundó Cristo la Iglesia? El Espíritu Santo 9.- ¿Cómo interviene el Espíritu Santo
en la vida y el gobierno de la Iglesia? 10.- ¿Quiénes pertenecen a la Iglesia? 11.- ¿En qué consiste el bautismo de
sangre o el bautismo de deseo? 12.- ¿Cuáles de las llamadas ‘Iglesias’
lo son verdaderamente? 13.-¿Significa eso que deben ser
consideradas como sectas?. 14.- ¿De cuántas formas existe la
Iglesia?.
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