Catequesis sobre el Credo
 
Dios Creador (IV)

 

El pecado original se transmite junto con la naturaleza humana. Del mismo modo que se heredan los genes, se hereda el estado de desorden y de pecado en el que los primeros padres introdujeron a la humanidad.

Pero el hombre no está absolutamente perdido. Con la ayuda de la gracia el hombre puede hacer el bien y vencer la inclinación al mal que tiene en su interior (concupiscencia).

El Bautismo limpia al hombre del pecado original y le devuelve al estado de unión con Dios. Le queda, sin embargo, la concupiscencia.

Transmisión:

El hombre recibe, junto a la naturaleza humana heredada, un estado de pecado que llamamos “pecado original”. Ligado a ese estado está la concupiscencia, que es la inclinación al mal que tenemos todos.

Bautismo:

Por el Bautismo, el hombre sale del estado de pecado y vuelve a la gracia.

El pecado original tiene como consecuencias la introducción del dolor y de la muerte en el mundo y la pérdida del estado inicial de amistad con Dios, es decir del paraíso. Pero tan grave como eso es el hecho de que ese primer pecado fue transmitido a toda la descendencia de los que lo cometieron, la cual nace con él. De ahí viene precisamente el nombre: “pecado original”. Lo tenemos desde nuestro origen, desde el momento de la concepción. Del mismo modo que heredamos la naturaleza humana, con todas sus consecuencias, heredamos también la falta cometida por nuestros primeros padres.

Textos del Catecismo

El Catecismo lo afirma con total claridad, sin dejar lugar a dudas, desautorizando así a los que, incluso dentro de la Iglesia, niegan o minimizan este dogma de fe. “Todos los hombres están implicados en el pecado de Adán” (nº 402). “Siguiendo a San Pablo, la Iglesia ha enseñado siempre que la inmensa miseria que oprime a los hombres y su inclinación al mal y a la muerte no son comprensibles sin su conexión con el pecado de Adán y con el hecho de que nos ha transmitido un pecado con que todos nacemos afectados y que es muerte del alma” (403). “¿Cómo el pecado de Adán vino a ser el pecado de todos sus descendientes? Todo el género humano es en Adán ‘como el cuerpo único de un único hombre’ (Santo Tomás de Aquino). Por esta unidad del género humano, todos los hombres están implicados en la justicia de Cristo. Sin embargo, la transmisión del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente. Pero sabemos por la Revelación que Adán había recibido la santidad y la justicia originales no para él solo sino para toda la naturaleza humana: cediendo al tentador, Adán y Eva cometen un pecado personal, pero este pecado afecta a la naturaleza humana, que transmitirán en un estado caído. Es un pecado que será transmitido por propagación a toda la humanidad, es decir por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales. Por eso, el pecado original es llamado ‘pecado’ de manera análoga: es un pecado ‘contraído’, ‘no cometido’, un estado y no un acto” (nº 404).

El tema es tan serio que, en el siglo XVI, los protestantes concluyeron que debido a este pecado el hombre estaba tan pervertido en sus raíces y tan anulada su libertad que le sería imposible dejar de hacer el mal. La Iglesia intervino en el debate rechazando esta imagen pesimista del hombre. Se terminó de elaborar así una doctrina que tenía sus orígenes en el siglo V, en la lucha contra la herejía de Pelagio llevada a cabo por San Agustín.

Naturaleza herida

“La naturaleza humana no está totalmente corrompida -dice el Catecismo en un texto lleno de equilibrio-: está herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al pecado (esta inclinación al mal es llamada concupiscencia)” (nº 405). Y más adelante extrae otra consecuencia: “Por el pecado de los primeros padres, el diablo adquirió un cierto dominio sobre el hombre, aunque éste permanezca libre. Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinad al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social y de las costumbres” (nº 407).

Pero el hombre no fue expulsado del paraíso como punto final. Desde instante empezó a funcionar un plan de rescate divino que tuvo su culminación en la muerte y resurrección de Cristo. Dios no se dejó vencer por el mal y su amor intervino para salvar al hombre que se había condenado a sí mismo por su pecado.

Este plan de salvación de Dios tiene un efecto inmediato sobre el estado de pecado original con que nace el ser humano. Es el Bautismo. Aunque más adelante hableremos de este sacramento con más detenimiento, conviene citar dos frases que el Catecismo introduce en este contexto: “La Iglesia concede el Bautismo para la remisión de los pecados incluso a los niños que no han cometido pecado personal” (nº 403). “El Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra el pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate espiritual”.

Resumen

Resumiendo la doctrina de la creación del hombre, podemos decir que el Señor todo lo hizo bien, hombre incluido. Sin embargo, el hombre utilizó su libertad para separarse de Dios, con lo cual no sólo hirió al Creador sino que se hizo daño a sí mismo e introdujo el dolor en el mundo. Esta herida fue transmitida a su descendencia con la misma naturaleza humana, pudiendo afirmar así que cuando un niño nace aunque no tenga pecado personal está en un estado de pecado que es lo que se denomina pecado original.

El resultado de este pecado original es la inclinación al mal que existe en todo ser humano, inclinación que denominamos “concupiscencia”. Sin embargo, ni la naturaleza humana está tan herida ni la concupiscencia es tan fuerte que sea imposible resistirse a las seducciones del mal. El hombre, con la gracia de Dios, puede vencer a la tentación y puede hacer el bien.

La antropología católica difiere así de la antropología protestante. El catolicismo se mueve en un equilibrio entre aquellos que rechazan la existencia del pecado original y que dicen que el hombre es bueno por naturaleza y que es la sociedad la que le corrompe (visión optimista) y aquellos que consideran que debido al pecado original el hombre está radicalmente pervertido y su voluntad anulada.

La Iglesia nos enseña que el hombre mantiene la bondad inicial con que fue creado, aunque esta bondad está mermada por el pecado. Podemos hacer el bien y el mal. Con la ayuda de Dios, podemos hacer el bien y rechazar el mal.

Catequesis sobre el Credo

Cuestionario sobre Dios Creador (IV)

26.- ¿El pecado original corrompe totalmente la naturaleza humana, de modo que imposibilita al hombre de hacer cualquier obra meritoria?. 27.- ¿Cómo reaccionó Dios ante el pecado original?. 28.- ¿Qué relación tiene el Bautismo con el pecado original?. 29.- ¿Si Dios hizo al hombre bueno, por qué surgió el primer pecado?. 30.- ¿Cómo surgió y qué es la concupiscencia?. 31.- ¿Puede el hombre vencer su inclinación al mal o, por el contrario, está totalmente sometido a ella?. 32.- ¿Cómo queda la naturaleza humana tras el pecado original?. 33.- ¿Qué es la gracia de Dios?. 34.- ¿Cómo actúa la gracia de Dios en el hombre?

26.- ¿El pecado original corrompe totalmente la naturaleza humana, de modo que imposibilita al hombre hacer cualquier obra meritoria?
"La naturaleza humana no está totalmente corrompida -dice el Catecismo en un texto lleno de equilibrio-: está herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al pecado (esta inclinación al mal es llamada concupiscencia)" (nº 405). Y más adelante extrae otra consecuencia: "Por el pecado de los primeros padres, el diablo adquirió un cierto dominio sobre el hombre, aunque éste permanezca libre. Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinad al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social y de las costumbres" (nº 407).

El Bautismo

27.-¿Cómo reaccionó Dios ante el pecado original?
“El hombre no fue expulsado del paraíso como punto final. Desde instante empezó a funcionar un plan de rescate divino que tuvo su culminación en la muerte y resurrección de Cristo. Dios no se dejó vencer por el mal y su amor intervino para salvar al hombre que se había condenado a sí mismo por su pecado. Este plan de salvación de Dios tiene un efecto inmediato sobre el estado de pecado original con que nace el ser humano. Es el Bautismo”.

28.- ¿Qué relación tiene el Bautismo con el pecado original?
"La Iglesia concede el Bautismo para la remisión de los pecados incluso a los niños que no han cometido pecado personal" (Caecismo, nº 403). "El Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra el pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate espiritual".

29.- ¿Si Dios hizo al hombre bueno, por qué surgió el primer pecado?
"Resumiendo la doctrina de la creación del hombre, podemos decir que el Señor todo lo hizo bien, hombre incluido. Sin embargo, el hombre utilizó su libertad para separarse de Dios, con lo cual no sólo hirió al Creador sino que se hizo daño a sí mismo e introdujo el dolor en el mundo. Esta herida fue transmitida a su descendencia con la misma naturaleza humana, pudiendo afirmar así que cuando un niño nace, aunque no tenga pecado personal, está en un estado de pecado que es lo que se denomina pecado original”.

La concupiscencia

30.- ¿Cómo surgió y qué es la concupiscencia?
“El resultado de este pecado original es la inclinación al mal que existe en todo ser humano, inclinación que denominamos "concupiscencia". Sin embargo, ni la naturaleza humana está tan herida ni la concupiscencia es tan fuerte que sea imposible resistirse a las seducciones del mal. El hombre, con la gracia de Dios, puede vencer a la tentación y puede hacer el bien”.

31.- ¿Puede el hombre vencer su inclinación al mal o, por el contrario, está totalmente sometido a ella?
“La antropología católica -es decir, la concepción que se tiene del hombre- difiere en este importante punto de la antropología protestante. El catolicismo se mueve en un equilibrio entre aquellos que rechazan la existencia del pecado original y que dicen que el hombre es bueno por naturaleza y que es la sociedad la que le corrompe (visión optimista, típica por ejemplo del filósofo francés Rousseau) y aquellos que consideran que debido al pecado original el hombre está radicalmente pervertido y su voluntad anulada (propia del mundo protestante que arranca de Lutero y Calvino)”.

32.- ¿Cómo queda la naturaleza humana tras el pecado original?
“La Iglesia nos enseña que la naturaleza del hombre mantiene la bondad inicial con que fue creado, aunque esta bondad está mermada por el pecado. Podemos hacer el bien y el mal. Con la ayuda de Dios, podemos hacer el bien y rechazar el mal”.

33.- ¿Qué es la gracia de Dios?
“Por lo tanto, el relato de la creación de Dios por el hombre tiene dos partes, que nos conducen a una conclusión. La primera parte es la que nos habla de la bondad de todo lo creado, incluido el ser humano. Dios todo lo hizo bien. La segunda parte es la que nos presenta al hombre estropeando la obra de la creación debido al mal uso de su libertad; por la desobediencia de Adán y Eva entró el pecado en el mundo y ese pecado no sólo daño la naturaleza humana sino a la creación entera. Ahora bien, el hombre no está tan malherido que le sea imposible hacer el bien. Necesita la ayuda de Dios, pero con esa ayuda y su esfuerzo puede vencer la inclinación al mal, la concupiscencia. La conclusión es ésta: sin Dios, el hombre no puede hacer el bien ni evitar el mal, pero con la ayuda de Dios sí puede conseguirlo. Esa ayuda de Dios se denomina "gracia". La "gracia" de Dios es lo que hace al hombre capaz de obrar el bien y rechazar el mal”.

¿Cómo actúa la gracia de Dios?

34.- ¿Cómo actúa la gracia de Dios en el hombre?
“La gracia de Dios actúa en el hombre respetando siempre la naturaleza humana, es decir la libertad que el hombre posee por habérsele sido concedida por Dios en el momento de la cración. Por lo tanto, Dios ayuda al hombre a hacer el bien y a evitar el mal, pero no le fuerza a ello. Una vez más, lo mismo que sucedió con la primera tentación, el hombre tiene ante sí la opción de secundar la gracia de Dios y elegir el camino del bien o rechazarla y obrar el mal. No se trata, pues, de una fuerza divina que envuelva al hombre con la fuerza con que un huracán lleva a las hojas de un lado a otro. La gracia de Dios no suplanta la libertad del hombre y, por ello, no le resta responsabilidad. El hombre tiene, ante cada tentación, la última palabra. Sin embargo, siempre la gracia es suficiente; es decir, ante cada momento de elección, el hombre, ayudado por Dios, tiene las fuerzas necesarias y suficientes para elegir el camino del bien. Si no lo hace es culpa suya y no de Dios. Nunca permite Dios que el hombre sea tentado por encima de sus fuerzas”.