Catequesis sobre el Credo
 
Dios Creador (II)

 

En la segunda catequesis sobre Dios Creador vamos a responder a otras dos preguntas: por qué crea y para qué crea.

Dios crea por amor, pues el amor, que constituye su propia esencia, es la motivación de todas sus obras.

Dios crea para dar amor al ser creado, es decir para hacer felices a las criaturas que salen de sus manos.

Por eso, la creación es un acto de amor que sólo desde el amor puede funcionar correctamente. Cuando se rompe el vínculo del amor, se introduce el mal y se arruina la creación.

¿Por qué crea?:

Por amor a la criatura aún no creada. Por ese amor la sostiene en la creación. Ese amor se manifiesta a través de la divina providencia, que actúa a veces misteriosamente en medio del dolor.

¿Para qué crea?:

Para el bien de las criaturas. Ese bien, esa felicidad, se transforma en gloria de Dios.

Dios es amor y, por lo tanto, todo lo hace desde el amor y por amor. En el amor está, pues, la causa, la motivación de la Creación. Dios crea el mundo que conocemos, “lo visible y lo invisible” -incluidos los ángeles, que también son criaturas de Dios-, por amor.

Quizá alguien pueda preguntarse cómo es posible amar algo que todavía no existe. Para responder basta con recordar la experiencia de la mayoría de los padres, que quieren a sus hijos antes de haber sido concebidos; precisamente porque los quieren, los conciben.

El amor sostiene la Creación

El amor de Dios a las criaturas no es sólo precedente a su existencia. La Creación sigue existiendo sólo porque Dios sigue amándola. “Realizada la creación, Dios no abandona su criatura a ella misma. No sólo le da el ser y el existir, sino que la mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su término”, dice el Catecismo (nº 301).

Por lo tanto, si Dios crea por amor, el amor es el alma de la Creación, la sangre que fluye por sus venas. Y cuando no existe el amor, la Creación languidece y muere. De ahí la importancia, como veremos después, del pecado como destructor del plan de Dios sobre la Creación.

La divina providencia entra en juego precisamente en este punto. Ésta será la manera que tiene Dios de mantener el ser a todas las cosas y de proteger especialmente al hombre a fin de conducirle hacia el bien último, que es la unión con él.

A propósito de la divina providencia dice el Catecismo: “La creación tiene su bondad y su perfección propias, pero no salió plenamente acabada de las manos del Creador. Fue creada en ‘estado de vía’ hacia una perfección última todavía por alcanzar, a la que Dios la destinó. Llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creación hacia esta perfección” (nº 302).

La divina providencia es la forma de amar permanente que Dios tiene hacia sus criaturas y, precisamente porque existe, es por lo que éstas pueden sentirse tranquilas ante el devenir de los acontecimientos, con frecuencia sorprendentes y dolorosos. “Jesús pide un abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las más pequeñas necesidades de sus hijos: ‘No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer? ¿qué vamos a beber?... Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura’ (Mt 6,31-33)” (nº 305).

El dolor y el mal

El hombre, sin embargo, experimenta con frecuencia el dolor y el triunfo del mal en el mundo. Ante esto no puede dejar de preguntarse por la actuación de esa divina providencia. De nuevo nos remitimos, al tratar de la existencia del dolor y del mal, a la cuestión del pecado original. Pero antes de entrar a estudiarlo, conviene recordar, con el Catecismo, que “Dios puede sacar un bien de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus criaturas. Del mayor mal moral que ha sido cometido jamás: el rechazo y la muerte del Hijo de Dios, causado por los pecados de todos los hombres, Dios, por la superabundancia de su gracia, sacó el mayor de los bienes: la glorificación de Cristo y nuestra Redención. Sin embargo, no por esto el mal se convierte en un bien” (nº 312). En el artículo siguiente, el Catecismo concluye, citando la carta de San Pablo a los Romanos: “Todo coopera al bien de los que aman a Dios”; completa esta afirmación con varias citas de santos, entre ellas de Tomás Moro que, escribiendo desde la prisión poco antes de ser decapitado, afirmaba: “Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor” (nº 313).

“Creemos firmemente -concluye el Catecismo este importante punto de la fe en la divina providencia- que Dios es el Señor del mundo y de la historia. Pero los caminos de su providencia nos son con frecuencia desconocidos. Sólo al final, cuando tenga fin nuestro conocimiento parcial, cuando veamos a Dios cara a cara, nos serán plenamente conocidos los caminos por los cuales, incluso a través de los dramas del mal y del pecado, Dios habrá conducido su creación hasta el reposo de ese Sabbat definitivo, en vista del cual creó el cielo y la tierra” (nº 314).

Para qué crea Dios

La otra pregunta que debemos contestar es para qué crea Dios. El Catecismo, siguiendo el Concilio Vaticano I, dice que “el mundo ha sido creado para la gloria de Dios”, y añade, citando a San Buenaventura: “no para aumentar su gloria, sino para manifestarla y comunicarla”. Siempre en la misma línea, citando a Santo Tomás de Aquino, el Catecismo afirma: “Dios no tiene otra razón para crear que su amor y su bondad” (nº 293).

Este “crear para que se manifieste su gloria”, podría parecer un tanto egoísta. San Ireneo de Lyon aclara este punto cuando nos recuerda que “la gloria de Dios es el hombre vivo” (Catecismo nº 294). En ese mismo artículo, el Catecismo concluye que “el fin último de la creación es que Dios, Creador de todos los seres, se hace por fin ‘todo en todas las cosas’ (1 Co 15,28), procurando al mismo tiempo su gloria y nuestra felicidad”.

¿Por qué crea Dios?, por lo tanto: Por amor a las criaturas, antes incluso de que éstas existan. Y por el mismo amor las mantiene en la existencia.

¿Para que crea Dios?: Para comunicar su existencia, para dar vida a las criaturas que ama antes incluso de que existan. La existencia de esas criaturas, especialmente del hombre, son la gloria de Dios, del mismo modo que un artesano es honrado por sus obras cuando éstas son buenas, aunque él no las haya creado con ese fin, o del mismo modo que un padre es alabado por tener hijos excelentes, aunque él no los haya engendrado pensando en su alabanza.

 

Catequesis sobre el Credo

Cuestionario sobre Dios Creador (II)

11.- ¿Está concluida la creación?. 12.- ¿Qué es la divina providencia?. 13.- ¿Si existe la divina providencia, por qué existen el dolor y el mal en el mundo?. 14.- ¿Cuándo podremos entender por qué Dios tolera el mal siendo amor?. 15.- ¿Para qué crea Dios?. 16.- ¿No se trata de un motivo egoísta?. 17.- ¿Qué significa que Dios sea creador de lo visible y también de lo “invisible”?. 18.- ¿Quién cometió el primer pecado?. 19.- ¿Por qué no puede ser perdonado el demonio?.

11.- ¿Está concluida la creación?
Dice el Catecismo: "La creación tiene su bondad y su perfección propias, pero no salió plenamente acabada de las manos del Creador. Fue creada en 'estado de vía' hacia una perfección última todavía por alcanzar, a la que Dios la destinó. Llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creación hacia esta perfección" (nº 302).

Divina providencia

12.-¿Qué es la divina providencia?
“La divina providencia es la forma de amar permanente que Dios tiene hacia sus criaturas y, precisamente porque existe, es por lo que éstas pueden sentirse tranquilas ante el devenir de los acontecimientos, con frecuencia sorprendentes y dolorosos. "Jesús pide un abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las más pequeñas necesidades de sus hijos: 'No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer? ¿qué vamos a beber?... Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura' (Mt 6,31-33)" (nº 305).”

13.- ¿Si existe la divina providencia, por qué existen el dolor y el mal en el mundo?
“El hombre experimenta con frecuencia el dolor y el triunfo del mal en el mundo. Ante esto no puede dejar de preguntarse por la actuación de la divina providencia. De nuevo nos remitimos, al tratar de la existencia del dolor y del mal, a la cuestión del pecado original. Pero antes de entrar a estudiarlo, conviene recordar, con el Catecismo, que "Dios puede sacar un bien de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus criaturas. Del mayor mal moral que ha sido cometido jamás: el rechazo y la muerte del Hijo de Dios, causado por los pecados de todos los hombres, Dios, por la superabundancia de su gracia, sacó el mayor de los bienes: la glorificación de Cristo y nuestra Redención. Sin embargo, no por esto el mal se convierte en un bien" (nº 312). En el artículo siguiente, el Catecismo concluye, citando la carta de San Pablo a los Romanos: "Todo coopera al bien de los que aman a Dios"; completa esta afirmación con varias citas de santos, entre ellas de Tomás Moro que, escribiendo desde la prisión poco antes de ser decapitado, afirmaba: "Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor" (nº 313)”.

14.- ¿Cuándo podremos entender el por qué Dios tolera el mal siendo amor?
"Creemos firmemente -concluye el Catecismo este importante punto de la fe en la divina providencia- que Dios es el Señor del mundo y de la historia. Pero los caminos de su providencia nos son con frecuencia desconocidos. Sólo al final, cuando tenga fin nuestro conocimiento parcial, cuando veamos a Dios cara a cara, nos serán plenamente conocidos los caminos por los cuales, incluso a través de los dramas del mal y del pecado, Dios habrá conducido su creación hasta el reposo de ese Sabbat definitivo, en vista del cual creó el cielo y la tierra" (nº 314).

El fin de la creación

15.- ¿Para qué crea Dios?
“El Catecismo, siguiendo el Concilio Vaticano I, dice que "el mundo ha sido creado para la gloria de Dios", y añade, citando a San Buenaventura: "no para aumentar su gloria, sino para manifestarla y comunicarla". Siempre en la misma línea, citando a Santo Tomás de Aquino, el Catecismo afirma: "Dios no tiene otra razón para crear que su amor y su bondad" (nº 293).

16.- ¿No se trata de un motivo egoísta?
“Este "crear para que se manifieste su gloria", podría parecer un tanto egoísta. San Ireneo de Lyon aclara este punto cuando nos recuerda que "la gloria de Dios es el hombre vivo" (Catecismo nº 294). En ese mismo artículo, el Catecismo concluye que "el fin último de la creación es que Dios, Creador de todos los seres, se hace por fin 'todo en todas las cosas' (1 Co 15,28), procurando al mismo tiempo su gloria y nuestra felicidad". ¿Por qué crea Dios?, por lo tanto: Por amor a las criaturas, antes incluso de que éstas existan. Y por el mismo amor las mantiene en la existencia. ¿Para que crea Dios?: Para comunicar su existencia, para dar vida a las criaturas que ama antes incluso de que existan. La existencia de esas criaturas, especialmente del hombre, son la gloria de Dios, del mismo modo que un artesano es honrado por sus obras cuando éstas son buenas, aunque él no las haya creado con ese fin, o del mismo modo que un padre es alabado por tener hijos excelentes, aunque él no los haya engendrado pensando en su alabanza.”

17.- ¿Qué significa que Dios sea creador “de lo invisible”?
“El Credo dice que Dios, además de ser Creador del Cielo y de la Tierra es creador de "todo lo visible y lo invisible". Esta palabra, "invisible", hace referencia a esos seres espirituales, no corporales, a los que denominamos "ángeles". Creer en su existencia es obligatorio, pues es una verdad de fe. Toda la vida de la Iglesia, dice el Catecismo (nº 334), "se beneficia de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles". "Desde la infancia a la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión" (nº 336).”

El primer pecado

18.- ¿Quién cometió el primer pecado?
“La Iglesia enseña que el primer pecado corrió a cargo de un ángel bueno creado por Dios que, junto con los otros demonios, "se hicieron a sí mismos malos" (nº 391). "La Escritura habla de un pecado de estos ángeles. Esta caída consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios a su Reino. Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: 'Seréis como dioses' (Gn 3,5)." (nº 392).”

19.- ¿Por qué no puede ser perdonado el demonio?
“Es el carácter irrevocable de su elección y no un defecto de la infinita misericordia divina lo que hace que el pecado de los ángeles no pueda ser perdonado. No hay arrepentimiento para ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de su muerte" (nº 393)”.