EL 
SACRAMENTO DEL BAUTISMO


 

CAPITULO   III

EL BAUTISMO EN LA EDAD MEDIA Y MODERNA

 

III.A.- La primera Edad Media.

          La teoría del hilemorfismo aristotélico, que distingue la materia y la forma como elementos constituyentes de los cuerpos físicos, aplicada a los sacramentosy luminosa en lo que respecta al bautismo, hizo que los autores del siglo XIII pudiesen identificar la institución del sacramento y determinar su materia y su forma.

          III.A.1.- El signo bautismal.

          Para todos los maestros de la Edad Media el sacramento consiste en el baño con agua y la invocación trinitaria que le acompaña; y el efecto (la res) de este sacramento es la justificación del alma.

          Los escolásticos expusieron las razones de conveniencia que llevaron a la Iglesia a elegir el agua como materia: ésta es signo de purificación y de fecundidad, es además principio de crecimiento para el alma regenerada.

           III.A.2.- La doctrina del carácter.

           Tres son las cosas que componen el bautismo: la primera es únicamente el signo, esto es el lavado exterior; la segunda es la cosa significada, o sea la Gracia sacramental; finalmente aquello que es a la vez signo y significado, el carácter, que es signo para la Gracia y significado para el lavado exterior.

            San Agustín definía el carácter como una cierta potencia que dispone a los bautizados a recibir los demás sacramentos, y conforma el alma que lo adquiere con el sacerdocio de Cristo. Esta definición pone en evidencia el significado cristológico y eclesiológico que tiene el carácter para el sacramento del bautismo.

            III.A.3.- La eficacia del bautismo y la fe del sujeto .

            Dios es el agente principal en la eficacia del bautismo, ya sea que se trate del carácter o de la Gracia; todas las demás causas, incluso la pasión de Cristo, están subordinadas a esa acción principal, dice santo Tomás de Aquino.

            Tiene también la fe del bautizado un gran valor, ya que el fruto de la Gracia bautismal depende precisamente de la fe y de la actuación del bautizado. Si la fe es necesaria en todos los sacramentos, lo es más especialmente en cuanto al bautismo, pues éste es el primero y el acceso a los demás sacramentos;  es el sacramento en el que se manifiesta la fe no de una persona, sino de toda la Iglesia.

             Además, la profesión de fe es más explícita en la forma y en el ritual del bautismo: El gesto de la inmersión es una profesión de fe en la pasión de Cristo; la fórmula es una confesión de fe en la Trinidad. La pasión de Cristo ha producido a la Iglesia; así el papel irremplazable de la Iglesia en el organismo sacramental proviene de hecho de que es a la vez madre universal y esposa única de Cristo.

III.B.- La doctrina de Santo Tomás.

              Santo  Tomás de Aquino dedicó seis de las “cuestiones” de la Summa Theologica al sacramento del bautismo (III,66-71). En ellas estudia los siguientes aspectos:

              1.- La naturaleza.

              El sacramento del bautismo es la ablución de agua, el sacramento et res, el carácter bautismal indeleble, la res tantum y la justificación interior. El Espíritu Santo es la causa principal en el bautismo de agua, pero El puede actuar incluso sin ese signo en el caso del martirio y del “bautismo de penitencia”. Estas dos formas, martirio y penitencia, sin ser sacramentos tienen una misma causa principal que el bautismo de agua, y por lo tanto pueden producir el mismo efecto. El bautismo de sangre, el martirio, debe su superioridad a su conformación con la pasión de Cristo, a  la acción del Espíritu Santo, y a la caridad que expresa. El bautismo de penitencia vale en la medida que el corazón es movido por el Espíritu Santo hacia la fe y el amor de Dios, y hacia la contricción de los pecados.

           2.-El ministro del bautismo.

           Todo hombre o mujer, incluso un laico, puede conferir un bautismo válido “para que nadie quede privado de salvación a falta de haber llegado el bautismo”.  La razón de esta validez es que el ministro es siempre Cristo. Mientras que la persona bautizante no aporta al sacramento más que un ministerio exterior, es Cristo en persona quien bautiza interiormente.

           3.- Los sujetos del bautismo.

           Todos los hombres están obligados a recibir el bautismo porque solamente el bautismo los regenera, los incorpora a Cristo como miembros suyos, y les reporta la salvación. Sin embargo, santo Tomás reconoce la validez del bautismo de deseo, que ocurre por ejemplo cuando un catecúmeno es sorprendido por la muerte antes de ser bautizado; en este caso el deseo de ser bautizado puede ser suficiente para salvarlo. Dice santo Tomás: “Afirmamos que el sacramento del bautismo es necesario para la salvación, porque el hombre no puede salvarse si no tiene, por lo menos, la voluntad para ello”.

             4.- Los efectos del bautismo.

             El sacramento perdona al catecúmeno todos sus pecados, tanto el original por la culpa de Adán como los posteriores por culpas personales, lo hace en virtud de la pasión de Cristo. Asimismo perdona todas las penas debidas por el pecado, aunque sin liberarnos de las penas que son propias de la vida, tales como la muerte, el hambre, la sed o la concupiscencia.

III.C.- La reforma protestante y el Concilio de Trento.

             III.C1.- Martín Lutero.

             La polémica que se sucitó en todo el ámbito religioso obligó a Lutero a batirse en dos frentes: de 1517 a 1523 defiende frente a Roma la eficacia de la fe en los sacramentos; después de 1523, al enfrentarse  a los anabaptistas, se ve obligado a precisar y a matizar sus primeras afirmaciones. Conviene aclarar que la doctrina luterana sobre el bautismo no fue sistematizada personalmente por Lutero, sino por su discípulo Malanchton.

             a).- Fe y bautismo.

              De manera general, Lutero aplica al bautismo su principio central de la fe justificante, entendida en el sentido de fe-confianza. Para Lutero el bautismo es el signo sensible en el que se efectúa, dentro de una experiencia subjetiva e incomunicable, la promesa objetiva de Dios. La fe permite al sujeto escoger, y por tanto percibir, la promesa de Dios

              b).- Frente a la controversia anabaptista.

             De la tesis luterana, en la que sólo la fe justifica, los anabaptistas sacaron esta conclusión: Quien ha recibido el bautismo sin tener fe debe ser rebautizado; este principio se aplica en particular a los niños, por ser incapaces de tener conciencia, y por tanto de tener fe. Contra esta consecuencia deformante de su tesis, Lutero manifestó su criterio  en dos ocasiones:

1a.- En su obra “A dos Pastores” distingue netamente en el bautismo la subtancia o fundamento, y el uso o eficacia. La subsancia es la palabra de Dios, ésta basta para conferir un bautismo válido en sí, que por lo tanto no hay que renovar; el uso, por el contrario, depende de la fe o incredulidad del bautizado:

             “Para mí, sería asombroso pensar que la palabra de Dios, que permanece eternamente, hubiese de ser transformada y renovada tantas veces como los hombres cambian y se renuevan. Antes bien, ella permanece inquebrantable y única, para que aquellos que no estén colgados de  ella o se desaten de ella puedan tener una roca sólida a la que agarrarse”  (XXVI, 160,29-34).

             Lutero mantiene así la validez y la práctica del bautismo de los niños porque ella salvaguarda de la manera más expresiva la absoluta gratuidad de la salvación, la independencia de la Gracia Divina en relación al comportamiento humano, y la noción más pura del sacramento-promesa.

2a.- En el Catecismo Mayor escrito en 1529, basándose en Mc. 16,16 y Mt. 28,19, dice de los anabaptistas:

              “El bautismo no es simplemente agua, sino que es una agua comprendida en la Palabra y el mandamiento de Dios, y por lo mismo santificada, de tal suerte que es un agua divina, no porque el agua bautismal sea, en si misma, más noble que el agua ordinaria, sino porque la palabra y el mandamiento de Dios vienen a unirse a ella… Por tanto, no es una agua ordinaria, sino un agua divina, celestial, santa y salvadora, a la que no es posible exaltar lo bastante, y ello a causa de la palabra divina, celestial, y santa que está unida a ella y que podría glorificar lo bastante, pues la palabra posee todos los atributos y todo el poder de Dios”.

                En el Catecismo Menor responde a la pregunta  ¿Cómo puede operar el agua tan grandes cosas?.  “No es el agua la que las opera, sino la palabra de Dios que está en el agua y la fe que se funda en la palabra divina, que está en el agua… Si la palabra está unida al agua el bautismo es un verdadero bautismo, aún sin la fe, pues la fe no hace el bautismo, sino que lo recibe” (Catecismo Menor. p. 204). Esto permite a Lutero defender la costumbre de bautizar a los niños, y condenar el re-bautismo.

               III.C.2.- Juan Calvino.

              Para calvino el bautismo es como una entrada en la Iglesia de Dios, “pues nos asegura que Dios en vez de que fuésemos extraños a él, nos recibe como sus domésticos” (Catecismo, 48).

             a).- La soberanía de la palabra de Dios.

             Dios lo hace todo; así, el bautismo no es cosa de hombres sino de Dios, sea quien fuere el que lo haya administrado” (Institución Cristiana, IV,15,1). Toma su valor no del ministro, sino de la palabra de Dios, en la que es invocada la Trinidad.

               b).- Significado del bautismo.

               Para Calvino el bautismo es un signo o una señal, una patente de Dios, que él asimila a la circuncisión del Antiguo Testamento. En sí mismo el bautismo no tiene valor de salvación: “El bautismo nos es propuesto por Dios para hasernos signo o nuestra depuración. Nos es enviado por Dios como una patente firmada y sellada, por la cual él nos comunica, confirma y asegura que nuestros pecados son de tal modo perdonados, exculpados, abolidos, borrados, que nunca volverán a ser considerados por él” (Inst. Crist. IV,15).

             La fe no obra en modo alguno mediante las facultades del hombre, totalmente viciadas por el pecado original, sino bajo el influjo de la acción soberana, libre y gratuita, del Espíritu Santo. La fe no aporta nada, sino que recibe en forma metafísica y posavia: “Recibe del Espíritu el poder de llegar a la verdad del sacramento, es elevada por él hasta la comunión espiritual con Jesucristo al término de la acción sacramental, es aún por él alimentada y confirmada”.

              c).- El bautismo de los niños.

              Calvino, igual que Lutero, se opone a los anabaptistas, y defiede el bautismo de los niños hijos de padres creyentes, porque su validez no depende de la fe de los niños, sino de la palabra de Dios y de las promesas hechas a la Iglesia:

             “Se les debe administrar el bautismo como un signo y un testimonio de que ellos son herederos de la bendición que Dios ha prometido a la posteridad de los fieles, con el fin de que, llegados a la edad del discernimiento, reconozcan la verdad de su bautismo para que se aprovechen de ella”.

III.D.- El Concilio de Trento.

             El concilio promulga la enseñanza de la Iglesia Católica: El carácter sacramental de los siete sacramentos, y por lo tanto del bautismo (Canon 1); el carácter específico de tres sacramentos, el bautismo, la confirmación y el orden (Canon 9), y después catorce cánones sobre el bautismo. Las definiciones y afirmaciones conciliares pueden reducirse a catorce tesis que conciernen a la eficacia, al ministro y al sujeto, y al rito del bautismo:

              Eficacia:          

1.- El bautismo es un sacramento de la Nueva Alianza (Dz 844).

2.- Perdona el pecado original de los niños y los aduos (Dz 790-792).

3.- Perdona todos los pecados actuales (Dz 792).

4.- Perdona todas las penas debidas al pecado (Dz 792).

5.- El bautismo da al alma la justificación interior (Dz 792-799).

6.- El bautismo imprime un carácter indeleble (Dz 852).

7.- El bautismo introduce al hombre en la Iglesia (Dz 895).

8.- El; bautismo confiere el derecho condicional a la recompensa del cielo (Dz 792).

9.- El bautismo de Cristo supera al de Juan Bautista (Dz 857).



 

          Ministro y sujeto:

1.- El hereje bautiza válidamente, si pronuncia la verdadera fórmula y con la intención de hacer lo 

     que hace la Iglesia (Dz 860).

2.- El bautismo no es libre, sino necesario para la salvación (Dz 861).

3.- Todos aquellos que aún no han recibido el bautismo, incluso los niños, pueden recibirlo válida   

     lícitamente (Dz 869-870).

4.- En necesario bautizar a los niños.

             Rito:

1.- Es agua verdadera y natural es indispensable para la validez del sacramento (Dz 869).