4. Las diferencias individuales en la educación

 


>Introducción
>Características personales
>Diferente educación
>A modo de conclusión


> Introducción

Es frecuente encontrarse con padres que comentan "Tenemos x hijos, hemos dado la misma educación a todos ellos, y sin embargo los resultados han sido bien diferentes...". Algunos, incluso, utilizan estas razones para argumentar sobre la inutilidad e ineficacia de la educación: "De nada sirve el esfuerzo de los padres... Cada uno sale como le parece... ¿Cómo es posible que enseñando a todos lo mismo, y de la misma forma, tengamos resultados tan dispares?" Ante este razonamiento tenemos que hacer las siguientes aclaraciones:

 

> Características personales

Es cierto que no hay dos personas idénticas. Existen unas causas innatas, que vienen determinadas por nuestra naturaleza y nuestra realidad genética, que conforman, en cierta medida, lo que llamamos el carácter, el temperamento, la personalidad de cada individuo.

Estas características personales tienen un peso relativo en el resultado final del proceso educativo. Todos los estudios realizados al respecto (incluidos hermanos gemelos), coinciden en señalar una importancia e influencia mayor de las características ambientales sobre las innatas. Es decir, la historia del aprendizaje individual de cada uno tiene más efecto sobre el resultado final de la persona que el llamado temperamento. Está demostrado que conforme el niño va creciendo y desarrollando su personalidad, los factores que explican su comportamiento son más ambientales que genéticos. No es cierto que se eduque a todos los hijos por igual por más que los padres se lo propongan. La mayor parte de las diferencias individuales, entre hermanos, podemos encontrarlas, entonces, en factores ambientales y adquiridos, más que en causas internas.

 

> Diferente educación

Es completamente imposible que todos los hijos reciban la misma educación. Pensemos, por ejemplo, en lo siguiente:

Cada hijo, al nacer, encuentra un entorno familiar diferente:

- El primero encuentra solamente a los padres. Un hogar preparado fundamentalmente para él. Único objeto de atención y cuidado. En su percepción inicial de la realidad no entra ningún hermano...

- Cuando nace el segundo, la realidad que éste percibe es completamente distinta: éste se encuentra unos padres que  tienen ya un hijo al que prestan atención. Desde el principio su esquema familiar es diferente. El primero sufre lo que llamamos la experiencia de destrone: a partir de ese momento tiene que compartir lo que antes era solo para él con alguien que él no ha elegido. Los problemas de celos pueden ser mejor o peor resueltos por los padres, con las consiguientes secuelas en su personalidad. El segundo lo vivirá todo esto de forma distinta. Y así sucesivamente...  Además no olvidemos que el tiempo que se le puede dedicar a los hijos no es el mismo dependiendo del número que se  tenga.

Nadie nace maestro, y los padres tampoco, éstos también van aprendiendo con la experiencia, de forma que los fallos que pudieron cometer al abordar un aspecto educativo con un hijo intentan corregirlos en una segunda ocasión con otro. La experiencia de los padres va evolucionando y esto redunda en una diferencia en la educación de los hijos.

La novedad, entusiasmo e inexperiencia con que se vive el primero es desde todos los puntos de vista irrepetible.

- De todo ello debemos sacar como conclusión que ni es posible, ni se debe pretender, en ningún caso, educar a los hijos de forma idéntica. Aunque los valores, criterios y principios que intentemos inculcar sean idénticos, habrá que hacerlo de forma distinta, pues nos encontramos ante individuos diferentes, que no reaccionan de la misma manera ante los mismos acontecimientos, que tienen distinta percepción de la realidad, distinta experiencia. Por lo tanto, nuestra manera de actuar ante ellos deberá ser también diversa.

Esto podríamos formularlo de la siguiente forma: Para conseguir objetivos idénticos, ante personalidades distintas, tendremos que llevar a cabo acciones educativas diferentes.

El mejor ejemplo que se nos ocurre para aclarar esta idea es el del alfarero: Sabe bien que su trabajo es moldear la arcilla (tarea educativa), pero también conoce perfectamente que hay distintos tipos de arcilla. Unas ofrecen más resistencia, otras son más manejables, pero con todas, trabajándolas con destreza, y dándoles a cada una el tratamiento que requiere, consigue el resultado que se había propuesto, (o al menos, muy similar).

Los hijos no son una pizarra en blanco donde yo pueda escribir a capricho, "tabula rasa", pero tampoco son un libro ya escrito, donde no se puedan incorporar modificaciones.

Nuestro hijo es un agente activo en su proceso educativo, y con ello tenemos que contar.

> A modo de conclusión

Las diferencias individuales son por lo tanto:

- Una riqueza personal.
- Un condicionante y límite relativo para la educación.
- Un reto a la tarea educativa.
- Una consecuencia de la misma labor educativa